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Ciudad, modernidad, modernización



  1. Hipertexto, literatura y ciudad
  2. Los laberintos urbanos del miedo
  3. La ciudad y la domesticación de sus espacios
  4. Fronteras latinoamericanas y las ciudades globalizadas en el nuevo (des)orden mundial
  5. Conclusiones

En este artículo, el autor estudia la influencia modernizadora de la ciudad latinoamericana desde tres momentos históricos distintos, que proyectan a la ciudad como el producto más genuino de la modernidad y a la vez como el elemento gestor de toda la modernización. La modernidad es asumida en este texto como el ethos cultural más general de la época, como los modos de organización social que vienen generalizándose desde el siglo XV y XVI y que siguen modificando y afectando al mundo de manera drástica.

Las transformaciones en curso tienen sus claves probablemente en la cultura, que debería ser el sujeto de estudio fundamental para comprender a cabalidad la modernidad, antes de sumergirse en los estudios culturales, que la dan por sentada, pero no la asimilan realmente. Igualmente, para poder enmarcar la modernidad como un fenómeno actual, es necesario ver hacia el pasado cercano, y buscar esas posibles crisis que dieron por terminado el periodo anterior a este actual. Dicho momento puede encontrarse en los años setenta, cuando el modelo de ciudad sin expansión fue abruptamente destruido y se pasó a la ciudad en constante crecimiento

El ciclo expansivo que surgió a partir de ese momento, se caracterizó por la tendencia reformista, que permitió el establecimiento de socialismos municipales y la aparición de la urbanística como profesión, gestión e ideología pública. El expansionismo tuvo tres momentos cumbres de desarrollo antes de legar a ese estado post-expansión actual, y que se pueden rotular como "la modernización conservadora de finales del siglo XIX", "las vanguardias de los años 30" y el "desarrollismo de los años 50 y 60".

En el primer momento, finales del siglo XIX, la ciudad cobra importancia por su relación con el estatuto social, y se da un impulso a la modernización, no sólo de la ciudad, sino de todo el aparato político, creándose también una constitución acorde a los nuevos lineamientos de la sociedad, de la cual los partidos políticos se consideran custodios. Se trabaja en la ciudad como reflejo de la sociedad, y en las transformaciones de ésta última a partir de los desarrollos de la ciudad. En este ciclo de expansión se concibe el espacio público como centro de importancia integradora para una sociedad al borde de la anarquía. Nacen así parques, bulevares, y centros de reunión específico para labores políticas o gremiales, modificando poco a poco el paisaje de la ciudades.

En un segundo momento, la vanguardia contribuyó estrechamente con la creación de nuevos modelos e imaginarios urbanos, que se enmarcaran más en la modernidad. Este fenómeno tuvo lugar gracias a la forma como se entendió la vanguardia en América Latina, y su afán por la construcción de un futuro. En los años treinta, esta idea vanguardista confluye junto con la idea estatal de construir una cultura, una sociedad y una economía nacionales, y que desembocaron naturalmente en la ciudad como centro generador de dicha cultura. Fue precisamente esta vanguardia la que permitió entender de alguna forma la relación arquitectura moderna / estado, a través de la búsqueda de orden y la producción de una esencia de la cultura nacional. Debido a esto, fue precisamente en el estado donde se vio la aplicación de la arquitectura y desarrollo urbanístico con mayor relevancia, demostrando la necesidad latinoamericana por llenar un vacío histórico que debía ser construido a partir del presente.

El tercer momento sería el desarrollista, que surge a partir de ese mismo anhelo de construir un presente que construya toda una imagen nacional. En esta etapa se parte del principio de que la ciudad es una fábrica de hombres modernos, y por tanto la planificación a gran escala fue la premisa durante esta ciclo expansionista. En esta etapa, la ciudad fue pensada nuevamente como gestora de la sociedad moderna, lo cual atrajo a arquitectos y urbanistas que a la postre resultaron siendo también sociólogos y sicólogos de un modelo moderno de ciudad, que a la postre sirvió como consolidador de las ciencias sociales en América Latina.

Toda esta figura de la planificación sería luego refutada para dar cabida a lo que se denomina "post-modernismo" y que agrupa también otros intentos de devolverle a la ciudad algunas de sus cualidades anteriores. Esta vuelta a la ciudad, que caracterizó al postmodernismo, criticó severamente el hecho de que el expansionismo y planificación se hubieran centrado principalmente en el estado, porque dicha figura contradecía el pensamiento revolucionario que regía la década de los 70. Todo este pensamiento y sentir general desató un anti-urbanismo, que incluso tuvo ecos en Europa, durante los movimientos estudiantiles del año 68.

Finalmente resulta claro que a partir de esa crítica al expansionismo urbano, surge una crítica a todo el proyecto de la modernidad, y que el llamado post-modernismo latinoamericano resulta siendo una crítica al proyecto de la modernidad, a partir de la ciudad. Surgiría así, una post-post-modernidad, que sería la forma como se entenderían los procesos de recorrido urbanos actuales, que autores como Certeau teorizan, y que a la final no son más que un reflejo de la fragmentación de la mezcla de tiempos que vive la ciudad.

HIPERTEXTO, LITERATURA Y CIUDAD

Jaime Alejandro Rodríguez

Este artículo plantea las posibles relaciones entre la estructura del hipertexto y la forma como la ciudad es vivida dentro de la literatura. Para conseguir este propósito, el autor examina los conceptos de Michael de Certeau y Clement, analizando las similitudes existentes en las concepciones de Deleuze y Guattari sobre los recorridos que un personaje puede hacer en la ciudad.

Certeau propone comparar la lectura del hipertexto con el recorrido de un caminante por el espacio de una ciudad, a partir de allí, se puede examinar de cerca la estructura del hipertexto, y con base en su construcción retórica, buscar las similitudes de éste con los recorridos de un personaje literario a través de la ciudad. Para dar un término adecuado a dicho personaje, se usa la expresión "Nómada Vectorial", acotada por el escritor Mario Mendoza, y que justamente hace alusión a esos personajes que deambulan por la ciudad sin ningún propósito.

Para abordar estas similitudes se hace necesario definir "espacio liso" y "espacio estriado". Espacio estriado es aquel en el que las líneas están subordinadas a los puntos; y espacio liso, en donde los puntos están subordinados al trayecto. Con base en este concepto, resulta claro señalar que un espacio liso tiene mayor dinamismo, lo que le permite acomodarse mejor al tipo de desplazamiento de los neo-nómadas. Es importante anotar que en la construcción del hipertexto, se encuentran la

sinécdoque, el asíndeton y la metáfora; todas éstas, figuras literarias que permiten el delineamiento del pensamiento hipertextual y que son también figuras necesarias para describir el transcurrir de los personajes literarios en esos espacios que resultan lisos, donde el lector o usuario sigue múltiples asociaciones, o simplemente obedece a la casualidad.

De esta forma, el lector cobra un papel fundamental, en cuanto se convierte en creador de lo que lee. Los ejemplos que se citan para ilustrar este punto, obedecen a lo que Murray denomina "narrativa de vocación multiforme", es decir, que presenta situaciones o argumentos en múltiples versiones. El artículo cita varios ejemplos, resaltando fundamentalmente la condición de nómadas de los protagonistas, manifestada en el claro deseo por oponer resistencia a la predeterminación, punto que se ilustra en "Debido Proceso" y "Gabriela Infinita", ambas novelas del autor, y que manejan la lógica hipertextual referida en este artículo. La conclusión no pude ser otra que la confirmación de la relación entre el uso de la ciudad en la literatura y las metodologías que esto exige en un texto, creando entre otros los recorridos nómadas. Se descubre así, que la forma en que la ciudad es construida, exige que personajes y sucesos ocurran de forma causal, conservando además, las estructura retóricas de un espacio hipertextual. Esta interesante relación

es ampliamente documentada a partir de la teoría de autores como Certeau o Deleuze, y abre un interesante campo para la discusión alrededor de la literatura y su

relación con la ciudad.

LOS LABERINTOS URBANOS DEL MIEDO

Jesús Martín Barbero

En este artículo, Jesús Martín Barbero analiza la importancia que tienen los medios masivos de comunicación en la forma en cómo percibimos la ciudad, arraigando de manera más notoria los problemas de inseguridad, lo cual según el autor, tiene como consecuencia un incremento en los niveles de agresión de las personas que habitan dicha ciudad. Resulta evidente que los medios son determinantes en la forma como se entiende la ciudad, y en como asumimos nuestro transcurrir en ella. Si bien, como cita este artículo, el origen mítico de la ciudad se relaciona con el caos y la violencia, es finalmente la inseguridad de un lugar desconocido, que muta día a día, y que se nos presenta como peligroso, el que genera un imaginario de violencia. A todo esto se suma lo que el autor llama "terrores antiguos", miedos que en Colombia se han sumado a "terrores nuevos". Esta dura realidad colombiana, llena de "nuevos terrores" se permea a la ciudad, de modo que en Bogotá se sienten los miedos de todo el país, sumados a la continua mutación de la ciudad, que la sume en el más completo desconocimiento por parte de sus habitantes. Los medios cierran este círculo, presentado un panorama desalentador, en donde la realidad parece percibirse de acuerdo a una estratificación social, y donde mensajes contradictorios confunden e incrementan esta percepción, que analizada bajo ciertas miradas puede resultar incluso machista. Surge la pregunta de con qué políticas culturales se pude afrontar el miedo. Pregunta que encuentra respuesta en las metodologías usadas bajo la administración Mockus y su propuesta de "Cultura Ciudadana", que equivale a aumentar la capacidad de cada uno de los ciudadanos para regular los comportamientos de los otros, propendiendo a la formación de un nuevo imaginario de ciudad.

Es a partir de esta ruptura en la forma tradicional de hacer política, que la re-estructuración de la ciudad resulta posible, y poco a poco el miedo se transforma en creatividad, permitiendo que la construcción de una identidad y del significado de "ser ciudadanos" cobre la mayor importancia. De esta forma se gestan nuevos espacios y resulta factible apropiarse del lugar que se habita.

LA CIUDAD Y LA DOMESTICACIÓN DE SUS ESPACIOS

Juan Carlos Jaramillo

En este artículo se plantea la relación entre ciudad y ciudadano, en cuanto se alcanza una domesticación de los espacios, es decir, en cuanto se crea un vínculo con dichos espacios. Surge la pregunta entonces, de si es posible lograr ciertamente dicha domesticación. Para involucrar domesticación en el tema de la ciudad, el autor hace referencia a Sennet y sus analogías de "Carne y piedra", donde dicho autor se refiere a los comienzos de la gran ciudad Griega. Para Sennet, la ciudad es el lugar donde se reúnen personas distintas, y donde la vida social se intensifica y complejiza. Es el triunfo de la civilización sobre la barbarie, una conquista que oscila entre la definición de "topos" y "Situs". El hombre alcanza su "situs", al localizar su lugar de vivienda, antes sólo vivía en tránsito; ahora que tiene su "situs" debe domesticarlo, es decir, que debe empezar a crear vínculos con ese espacio conquistado, demostrar pertenencia. Sin embargo, la ciudad contemporánea parece demostrar que, al igual que en el mito de Caín, el hombre no puede situarse definitivamente, condenado a errar indefinidamente por el mundo. De este modo las relaciones generadas entre el habitante y la ciudad moderna, empiezan a hacerse complejas, pasando de lo privado a lo público, entendiéndose la ciudad como un espacio completamente territorializado. Cada transeúnte le da a la ciudad el carácter de real o imaginario, asumiendo lo público y lo privado de modo distinto. Como la ciudad es una experiencia vivida, cobra importancia la forma como es recorrida, aspecto en el cual la ciudad trasciende lo topográfico, o lo físico, y pasa a ser escenario cultural o público. La ciudad evoluciona de "locus" y "situs" a espacio comunitario o sociedad individualizada. Igualmente, el entorno social determina el tipo de vivienda.

De esta forma, el espacio privado estructura el reflejo de ciudad en la casa. Ésta última es un reflejo de los avances de la ciudad y evoluciona de manera similar. Inicialmente, la casa era un lugar donde lo privado e intimo no existía; el problema de lo íntimo surge en la necesidad de una separación entre los habitantes de una casa, que se traslada al espacio físico. La evolución de las relaciones sociales que giran en torno al espacio, empiezan a delimitar el comportamiento de determinadas clases sociales, aparece la decoración o la división de espacios, valores que marcan

diferencias entre lo masculino y lo femenino y dan carácter al sentido de familia. Así pues, la casa se convierte en le lugar domesticado por excelencia, reflejo permanente del desarrollo de la ciudad. La ciudad claramente no puede ser concebida únicamente como construcción urbanística, o arquitectónica, sino que sus habitantes al intentar la domesticación, crean percepciones, hábitos, olores, colores, que se convierten en una experiencia efímera permanente, en la que estamos condenados a deambular, igual que lo hizo Caín en el relato mítico.

CONCLUSIONES

Existe una relación estrecha entre los procesos de modernización y el desarrollo de ciudad, en cuanto la ciudad sirve como modelo generador de esquemas y procesos históricos de busca de identidad. La ciudad hace parte del imaginario fundamental de una nación, y como tal es un elemento constitutivo de construcción social, que refleja los comportamientos de la sociedad, y a su vez es reflejo de la constitución de dichos esquemas sociales. Los procesos globales de apertura e integración de las economías y modelos culturales, tienen una incidencia determinante en la construcción de concepto de Latinoamérica, al igual que incide en la percepción de lo urbano y su significado dentro de una nueva aldea global en construcción. Este continuo proceso plantea

más incógnitas que respuestas a la influencia de lo urbano en la constitución de ese concepto de americanidad, que es un proceso independiente y diferenciable de otros procesos gestados alrededor del mundo, si bien no libre de influencias cada vez más fuertes, que oscilan entre la creación de sub-grupos al interior de esquemas culturales más grandes, y la imposición de modelos exteriores, presionados por influencias económicas externas.

La influencia mediática sobre la creación del imaginario de ciudad es determinante, en cuanto logra generar percepciones de desconocimiento y no apropiación de los espacios. Para corregir esta cultura del miedo, que constantemente impide la apropiación de los espacios, la política y la forma de administrar la ciudad resulta fundamental. En Bogotá, estos cambios se hicieron a partir de la alcaldía de Antanas Mockus, logrando crear una capacidad de imaginar la ciudad como parte de cada uno de sus habitantes. Para alcanzar una apropiación del espacio de ciudad, es necesario concientizarse de que es necesario domesticar los espacios, es decir crear percepciones que permitan la generación de lazos entre habitantes y ciudad. Dichos lazos resultan efímeros y cambiantes, como la misma ciudad, obligando a la aparición de personajes que se ven condenados a deambular. Esta concepción de ciudad genera un imaginario particular, que es positivo en la medida en que cada habitante se apropie de los espacios por donde debe transitar.

Existe una relación estrecha entre la estructura del hipertexto y la forma como un personaje literario transita por una ciudad imaginada. Los espacios que debe recorrer un transeúnte se asemejan a un espacio liso, de acuerdo con la definición de Deleuze, en donde la casualidad es el factor fundamental, de la misma forma que lo es para un espacio hipertextual, de donde comparte inclusive las mismas características retóricas que caracterizan dichos espacios.

FRONTERAS LATINOAMERICANAS Y LAS CIUDADES GLOALIZADAS EN EL NUEVO (DES)ORDEN MUNDIAL

Marc Zimmerman

Este artículo, muy cercano a los estudios culturales, nos plantea la pregunta de cómo podemos pensar nuestras ciudades y cómo podemos concebir o acercarnos a un concepto de América Latina, a partir de esa concepción de ciudad. Enmarcados en la modernidad, el aspecto que mayor relevancia cobra es todo lo racionado justamente lo urbano, lo cual está ligado directamente con el movimiento globalizante que afecta a toda América, incidiendo drásticamente en las migraciones de grupos y objetos. Estas migraciones generan nuevos asentamientos que de alguna manera han creado nuevos comportamientos que inciden y son afectados por el planteamiento de la globalización. Este problema debe ser analizado, no solo como un fenómeno histórico, sino también como pare fundamental de la teoría sociológica actual. Por esto se hace indispensable el levantamiento de un mapa que permita entender las transformaciones sociales de la América Latina actual, bajo la idea original de Jesús Martín Barbero, o un mapa cognitivo de los procesos de identidades, según la idea de Jameson. Estas ideas surgen de las ciudades como grandes centros de reunión, donde confluyen actores de todas partes del mundo, en lo que el autor ha denominado un "nuevo (des)orden mundial". Aunque es evidente la importancia de los nuevos modelos urbanos y el impacto de la globalización económica sobre grupos sociales diversos, la forma en que se debe teorizar esta relación sigue siendo desconocida. En la propuesta de Martín Barbero, se da importancia a los textos escritos y sus repercusiones sobre las ciudades, y se propone buscar el origen y evolución de las relaciones entre Europa, especialmente Francia, centro del desarrollo teórico mundial, y América Latina, para alcanzar una definición más sólida de la influencia de ese nuevo "(des)orden mundial" en lo social. La teorización de dichas relaciones se ve claramente marcada por el origen de sus influencias y van a determinar que se centren sobre le

mundo / ciudad y sus fronteras. Este seguimiento de los origines e influencias teóricas que determinan las nuevas asociaciones entre ciudad y modernidad, recoge los importantes aportes de

Foucault en cuanto al desplazamiento campesino hacia las ciudades, y el régimen que dicho movimiento permitiría desarrollar en el ámbito de lo urbano. Sin embargo, hace falta en Foucault una mirada de lo latinoamericano dentro de sus teorizaciones, debido en gran parte a la visión colonizada que desarticula la construcción de la teoría aplicada en Europa. Esta misma problemática de la desvinculación de Latinoamérica en los procesos de teorización sobe la modernidad y lo urbano ocurre en teóricos como Deleuze y Guattari, en incluso en las aproximaciones de Lefevre, Castells, Soja o el mismo Harvey, quienes se aproximan desde perspectivas válidas para la problemática moderna de la ciudad americana, pero que no logran abarcar su problemática de forma contundente. Sin embargo la forma como abordan sus estudios tiene un eco importante en académicos especializados en estudios latinoamericanos, como es el caso de García Canclini o Jesús Martín Barbero. El proceso de globalización resulta un objeto de estudio abierto que más que coadyuvar en la teorización de lo urbano a luz de los nuevas problemáticas que de allí se derivan, está constantemente agregando interrogantes que asemejan el cambiante contexto del mundo moderno. Para dónde vamos, y cómo todos los fenómenos socio-políticos y culturales derivados de ese orden o (des)orden mundial, afectan nuestra percepción de lo urbano, son las preguntas con las que tenemos que convivir en nuestra propias ciudades, y que tal vez no obtengan respuesta en un largo tiempo.

CONCLUSIONES

Existe una relación estrecha entre los procesos de modernización y el desarrollo de ciudad, en cuanto la ciudad sirve como modelo generador de esquemas y procesos históricos de busca de identidad. La ciudad hace parte del imaginario fundamental de una nación, y como tal es un elemento constitutivo de construcción social, que refleja los comportamientos de la sociedad, y a su vez es reflejo de la constitución de dichos esquemas sociales. Los procesos globales de apertura e integración de las economías y modelos culturales, tienen una incidencia determinante en la construcción de concepto de Latinoamérica, al igual que incide en la percepción de lo urbano y su significado dentro de una nueva aldea global en construcción. Este continúo proceso plantea más incógnitas que respuestas a la influencia de lo urbano en la constitución de ese concepto de americanidad, que es un proceso independiente y diferenciable de otros procesos gestados alrededor del mundo, si bien no libre de influencias cada vez más fuertes, que oscilan entre la creación de sub-grupos al interior de esquemas culturales más grandes, y la imposición de modelos exteriores, presionados por influencias económicas externas.

La influencia mediática sobre la creación del imaginario de ciudad es determinante, en cuanto logra generar percepciones de desconocimiento y no apropiación de los espacios. Para corregir esta cultura del miedo, que constantemente impide la apropiación de los espacios, la política y la forma de administrar la ciudad resulta fundamental. En Bogotá, estos cambios se hicieron a partir de la alcaldía de Antanas Mockus, logrando crear una capacidad de imaginar la ciudad como parte de cada uno de sus habitantes.

Para alcanzar una apropiación del espacio de ciudad, es necesario concientizarse de que es necesario domesticar los espacios, es decir crear percepciones que permitan la generación de lazos entre habitantes y ciudad. Dichos lazos resultan efímeros y cambiantes, como la misma ciudad, obligando a la aparición de personajes que se ven condenados a deambular. Esta concepción de ciudad genera un imaginario particular, que es positivo en la medida en que cada habitante se apropie de los espacios por donde debe deambular. Existe una relación estrecha entre la estructura del hipertexto y la forma como un personaje literario transita por una ciudad imaginada. Los espacios que debe recorrer un transeúnte se asemejan a un espacio liso, de acuerdo con la definición de Deleuze, en donde la casualidad es factor fundamental, de la misma forma que lo es para un espacio hipertextual, e inclusive conservando las mismas características retóricas de dichos espacios.

 

 

Autor:

Adrian Gorelik

Enviado por:

Ing. Lic. Yunior Andrés Castillo S.

"NO A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA LIBERTAD DE INFORMACION"?

Santiago de los Caballeros,

República Dominicana,

2016.

"DIOS, JUAN PABLO DUARTE, JUAN BOSCH Y ANDRÉS CASTILLO DE LEÓN – POR SIEMPRE"?

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