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Fundamentos teológicos de la iglesia misionera, cristiana, apostólica y católica universal: el apóstol ungido (página 3)



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– Los Sacramentos de la Sanación (Sanación y/o Curación y Reconciliación, y la Unción de los Enfermos), que posibilitan a la Iglesia la Sanación y/o curación a través de la "Imposición de Manos", y el fortalecimiento de la nueva vida dada por Jesús a través de los sacramentos de la iniciación cristiana, visto que ella puede ser debilitado y hasta perdida por causa del pecado. (Hebreros 6:1-6).

– Los Sacramentos al Servicio de la Comunión y de la Misión (La Orden  Sacerdotal y  el Matrimonio), que contribuyen para la edificación del pueblo de Dios, para la comunión eclesiástica y para la salvación de los otros.

Santo Tomás de Aquino afirmó que "todos los sacramentos están ordenados para la Eucaristía como para su fin". En la Eucaristía, se renueva el misterio pascual de Cristo, actualizando y renovando así la salvación de la humanidad. También en la Eucaristía, donde Cristo está presencialmente en ella, la acción santificadora de Dios en favor de los hombres y el culto humano para con Él alcanzan su auge.

8. La Oración.

"La oración", o simplemente "el acto de hablar con Dios", es una  gracia de Dios que permite el establecimiento de una relación personal, amorosa y filial de los hombres con Dios, que van al encuentro de los hombres y habita en sus corazones. En la oración, el creyente eleva el alma a Dios para alabarlo y/o pedirle a Dios bienes conformes a su voluntad. La Iglesia Católica cree que "la fe y la oración son fuerzas que pueden influir en la historia" y que pueden cambiar así el destino de la humanidad.

Unos de los prerrequisitos de la oración es creer en un Dios personal y en la posibilidad de contactar directamente con él, siendo por eso la expresión más espontánea de nuestra búsqueda incesante de Dios, que simultáneamente nos atrae y nos llama. Luego, la oración es "el encuentro de la sede de Dios con nosotros. Dios tiene sed de que nosotros tengamos sed de Él".

La Oración en el Antiguo y Nuevo Testamento.

En el Antiguo Testamento, la oración ya estaba presente, como por ejemplo, en los varios episodios importantes de personajes bíblicos (especialmente Abrahán, Moisés, David, Isaías, etc.) y del propio pueblo de Dios, siendo los Salmos un ejemplo de su expresión. Ya en el Nuevo Testamento, "Jesús", a pesar de estar en íntima comunión con Dios Padre, "es considerado el perfecto modelo y maestro de oración", rezando mucho al Padre, principalmente en los momentos más importantes de su vida, desde su bautismo en el río Jordán a la muerte en el Calvario.

"Jesús de Nazaret", además de enseñar el Padre nuestro, "enseño también a sus discípulos a rezar con devoción y persistencia", transmitiéndoles las disposiciones necesarias para una verdadera oración. Jesús les garantizó también que serían oídos siempre que recen bien, porque la oración humana "está unida a la de Jesús mediante la fe. En ella, al oración cristiana se vuelve comunión de amor con el Padre". De hecho, es el propio Jesús que manda rezar: "(…) Pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido". (Juan 16:24).

La Oración en la vida de la Iglesia.

El "Espíritu Santo" es el "maestro interior de la oración cristiana", porque hace a la Iglesia rezar mucho y a entrar en contemplación y unión con el insondable misterio de Cristo. Por eso, la oración es indispensable al progreso espiritual de la Iglesia y de cada católico. Luego, poco a poco, la liturgia se fue desarrollando y se tornó en la oración oficial de la Iglesia, con especial énfasis en la Liturgia de las Horas y la misa. A su vez, la liturgia se centra en la Eucaristía, que es un sacramento que expresa todas las formas de oración  Además de la liturgia, se desarrolló también la  piedad popular, practicada en comunidad o individualmente.

A pesar de toda la oración tiene como destino final la Santísima Trinidad, eso no impide a los creyentes prestar devoción y de rezar la  Nuestra Señora, a los  ángeles  y a lossantos como Intercesores junto de Dios. Por otra parte, la Iglesia le gusta orar a la Virgen María , porque ella es considerada la orante perfecta y la mejor indicadora del camino para su hijo Jesús, el único mediador entre los hombres y Dios. Oraciones como el Ave María y el Rosario son ejemplos de eso.

La oración, que presupone siempre una respuesta decidida por parte de quien reza, es también considerada un combate contra sí mismo, contra el ambiente y contra Satanás. Él intenta a toda costa retirar el creyente de la oración, a través de la distracción, de la pereza, de las dificultades y de los aparentes fracasos.

El Padre nuestro: la síntesis del Evangelio.

En el  Sermón del monte, Jesús enseñó el  Padre nuestro, que es considerad "la síntesis de todo el  Evangelio", (Tertuliano) y "la oración perfectísima", (Santo Tomás de Aquino). En el Padre nuestro, los católicos piden las siete peticiones a Dios Padre, que son la santificación del nombre de Dios, la venida del Reino de Dios, la realización de la voluntad divina, el alimento cotidiano, el perdón divino de los pecados y la posibilidad de liberarse de las tentaciones y del Maligno. Los católicos creen que esas siete peticiones serán completamente realizadas en la Parusía.

Para además de estas peticiones, el Padre nuestro, que forma parte de la liturgia, revela también a la humanidad su relación especial y filial con Dios Padre. A partir de entonces, los hombres pueden invocar a Dios como Padre, "porque él nos fue revelado por su hijo hecho hombre y porque su Espíritu no los hace conocer. (…) Al rezar la oración del Señor, estamos conscientes y con absoluta confianza de que somos hijos de Dios" y de ser amados y cuidados por Dios Padre.

9. La Iglesia: Cuerpo de Cristo y la Semilla del Reino de Dios.

Jesús entrega las llaves del Reino de Dios a la Iglesia, que es liderada por el  Apóstol  San Pedro  y, consecuentemente, a todos los Papas o obispos, que son los sucesores de los doce Apóstoles.

La Iglesia es una asamblea constituida por el pueblo de Dios, que son todos aquellos que, por la fe y por el Bautismo, se vuelven hijos de Dios,miembros de Cristo y templos del Espíritu Santo. Los católicos creen que la única Iglesia fundada y encabezada por Jesucristo, "como sociedad constituida y organizada en el mundo, subsiste (subsistit in) en la Iglesia Católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los obispos en comunión con el". Según la Tradición católica, la Iglesia está basada en el Apóstol Pedro, a quien Cristo prometió el primado, al afirmar que "sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" y que "daré las llaves del Reino de los Cielos", (Mateo 16:17-20). La Iglesia de Cristo es la titular en la plenitud de lossiete sacramentos y de los otros medios necesarios para la salvación, dados por Jesús a la Iglesia. Todo eso para reunir, santificar, purificar y salvar toda la humanidad y para anticipar la realización del Reino de Dios, cuya semilla es necesariamente la Iglesia. Por esa razón, la Iglesia, guiada y protegida por el Espíritu Santo, insiste en su misión de anunciar el  Evangelio  a todo el mundo, siendo también ordenada por el propio Cristo: "id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo", (Mateo 28:19).  La Iglesia, mediante los sacramentos del bautismo y de la reconciliación, tiene también la misión y el poder de perdonar los pecados.

En el "Credo Niceno-Constantinopolitano", es atribuida a la Iglesia las propiedades de una, santa, católica y apostólica. Además de eso, ella es también llamada de Esposa de Cristo, Templo del Espíritu Santo y Cuerpo de Cristo. Ese último nombre se basa en la creencia de que la Iglesia no es solo una simple institución, sino también un cuerpo místico constituido por Jesús, que es la cabeza, y por los fieles, que son los miembros de ese cuerpo irrompible, a través de la fe y del sacramento del bautismo. Ese nombre también se basa en la creencia de que los fieles están unidos íntimamente a Cristo, por medio del Espíritu Santo, sobre todo a través del sacramento de la Eucaristía.

La Organización jerárquica y regional.

La Iglesia católica es regida por el Código de Derecho Canónico y constituida por 23 Iglesias particulares autónomas "sui juris", ("Por derecho propio"; la Iglesia Latina y las 22  Iglesias católicas orientales), que, a su vez, son constituidas por una o más circunscripciones eclesiásticas.

La "Iglesia Católica Universal" está formada por el clero y por  laicos, pudiendo esos dos grupos tener también como miembros las  personas consagradas, que normalmente se agrupan en  órdenes religiosas  o en  institutos seculares. La "Iglesia Católica Universal" dispone de una jerarquía ascendente, basado en los tres grados del  "Sacramento de la Orden" (el Diaconado, el Presbiterado y el  Episcopado,), que va desde el simple diácono hasta llegar al cargo supremo de Papa, que es el jefe y pastor de la "Iglesia Católica Universal". Considerado el "Vicario de Cristo en la Tierra" y el "perpetuo y visible principio y fundamento de la unidad de la Iglesia",  el Papa es  electo  por el  "Colegio cardenalicio".  La "Iglesia Católica Universal", defiende que todos sus obispos (que son coadyuvados por los presbíteros y diáconos), debido al sacramento de la Orden, son los sucesores de los Doce Apóstoles, siendo el Papa el sucesor directo del Apóstol Pedro. De ahí la autoridad y primacía de que el Papa goza.

La "Iglesia Católica Universal" cree que sus  ministros sagrados son iconos de Cristo, luego todos ellos son hombres, porque los doce Apóstolos son todos hombres y Jesús, en su forma humana, también es hombre. Pero eso no quiere decir que el papel de la  mujer  en la Iglesia sea menos importante, sino solamente diferente. Exceptuando en casos referentes a los diáconos y a padres ordenados por las  Iglesias orientales católicas y por los ordinariatos personales para anglicanos, todo el clero católico estaba obligado a observar y cumplir el "celibato", hasta el año pasado (2015) el Santo Papa, Francisco I, abolio esa obligación sacerdotal.  En las Iglesias orientales, el celibato es sólo obligatorio para los obispos y superiores, que son escogidos de entre los sacerdotes célibes; acto que aún se mantiene a la fecha.

10. El Culto católico.

En la "Iglesia Católica Universal", más allá del culto de adoración a Dios ("latría"), existe también el culto de veneración a los santos ("dulía") y a la Virgen María ("hiperdulía"). Esos dos cultos, siendo la "latría"  más importante, son ambos expresos a través de la liturgia, que es el culto oficial de la "Iglesia Católica Universal", y también a través de la piedad popular, que es el culto privado de los fieles.

Dentro de la piedad popular, se destacan indudablemente las devociones y las oraciones cotidianas; en cuanto que en la liturgia se destacan lamisa (de asistencia obligatoria los domingos y los fiestas de guardia) y la Liturgia de las Horas. La Iglesia permite también la veneración de imágenes y de reliquias sagradas. A pesar de que la piedad popular sea de cierto modo facultativa, ella es muy importante para el crecimiento espiritual de los católicos.

La Liturgia.

"La liturgia es la celebración pública y oficial del Misterio de Cristo y en particular de su Misterio pascual", siendo por eso la principal actividad de la Iglesia y la fuente de su fuerza vital. A través de ese servicio de culto cristiano, los católicos creen que Cristo continúa la obra de la salvación en su Iglesia, con ella y por medio de ella. Esa presencia y actuación de Jesús son aseguradas eficazmente por los siete sacramentos, con especial atención en la Eucaristía, que es la fuente y culmen de la vida cristiana. Esto porque la Eucaristía, donde Jesús está presencialmente, renueva y perpetúa el sacrificio de Jesús en la cruz a lo largo de los tiempos hasta la Parusía. Por eso, toda la liturgia se centra en la celebración eucarística (o misa).

Jesús, como Cabeza, celebra la liturgia con los miembros de su Cuerpo, o sea, con su "Iglesia celeste y terrestre", constituida por santos y pecadores, por habitantes de la Tierra y del Cielo. Cada miembro de la Iglesia terrestre participa y actúa en la liturgia "según su propia función, en la unidad del Espíritu Santo: los bautizados se ofrecen ensacrificio  espiritual (…); los  Obispos  y los  presbíteros  actúan en la persona de Cristo Cabeza", representándolo en el  altar. De ahí que sólo los  clérigos  (exceptuando los diáconos) pueden celebrar y conducir la Misa, incluyendo la consagración de la hostia.

Toda la liturgia se centra en el domingo y en la Pascua anual. A pesar de celebrar el único Misterio de Cristo, la Iglesia Católica posee muchas tradiciones litúrgicasdiferentes, debido a su encuentro con los varios pueblos y culturas. Eso constituye una de las razones de la existencia de las 23  "Iglesias sui juris", ("Iglesias por derecho propio", ya expuesta precedentemente) que componen la Iglesia Católica Universal, todas ellas con un tradición teológica, litúrgica, histórica y cultural diferentes entre si.

11. Salvación y Santidad.

Según la soteriología católica*, la salvación, que es ofrecida por Dios, se realiza, después de la muerte, en el Cielo. Esa salvación, que conducirá el hombre a la santidad, a la suprema felicidad y a la vida eterna, debe ser obtenida a través de fe en Jesucristo y de la pertenencia a la Iglesia fundada y encabezada por el.

El camino de santificación del cristiano comenzó en el momento de su bautismo, cuando el recibió la  gracia  santificante, y debe avanzar con la ayuda de los medios de salvación organizados por la Iglesia Universal, (Mateo 3:11-16; 28:19) . Esa progresión, que busca también la perfección, debe ser siempre motivada por la esperanza de la salvación y animada por la caridad. La caridad cristiana se traduce en la realización de las enseñanzas cristianas (que se resumen en los mandamientos de amor) y en la práctica de las buenas obras, que expresan la fe en Cristo y eliminan las penas temporales causadas por el pecado. Esa postura y acción del católico y de la Iglesia contribuiría también a la construcción de un mundo mejor y para la aceleración de la realización delReino de Dios en la Tierra.

Nosotros los Católicos Universales creemos que ese camino espiritual va a acabar en la resurrección final. En el nuevo Reino de Dios, cada santo o salvo gozará eternamente, en íntima unión con la Santísima Trinidad, la vida eterna, "la visión de Dios, cara a cara", y la plenitud de la felicidad y de la santidad. Por esa razón, todos son llamados "a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad", que es justamente la definición de santidad.

12. Justificación, gracia, misericordia, mérito y libertad.

Debido al pecado y a la caída del hombre, todos los hombres tienen que morir. Pero Dios quiso reconciliarse con los hombres y salvarlos, enviando por eso a  su Hijo  para que Él  muriese por los pecadores. Luego, a partir de eso, todos los pecados de los hombres, en el pasado y en el futuro, serán perdonados por Dios, desde que los hombres se arrepientan de un modo libre y sincero.

En otras palabras, la salvación se debe a la justificación, que es la iniciativa y la acción misericordiosa y gratuita de Dios de conceder la  salvación a la humanidad. Esa acción sobrenatural cancela los pecados, por medio de la gracia santificante del Espíritu Santo, que fue merecida por la pasión de Cristo y dada en el bautismo a los hombres. Para además de la gracia santificante, que justifica y diviniza los hombres, existen también las gracias actuales, las gracias sacramentales y las gracias especiales (o carismas).

"La gracia" es un "don sobrenatural o socorro gratuito que Dios concede a los hombres, para que sean capaces de actuar por amor a Él, para concederles todos los bienes (espirituales o materiales) necesarios para su existencia y también para que sean hijos de Dios y partícipes de la naturaleza divina y la vida eterna". De hecho, la preparación misma del hombre, con libertad para recibir la gracia es ya una obra de la gracia, que es necesaria para elevar y mantener la colaboración de los fieles en la justificación por la fe y en la santificación por la caridad.

En la dinámica de la justificación, la libertad es fundamental porque la respuesta del hombre la gracia divina debe ser libre, pues "el alma solo puede entrar libremente en la comunión del amor". Eso explica el hecho de la santidad no ser alcanzados por la totalidad, a pesar de la voluntad de Dios de salvar a toda la humanidad. Siempre hay personas que van al infierno, simplemente porque se niegan libremente el arrepentimiento y la gracia de la salvación, incluso en el momento de la muerte. Pero la libertad, que fue concedida por Dios, permite también que la humanidad participe libremente en la construcción del Reino de Dios, como hijos de Dios y coherederos con Cristo. Esta participación solo fue posible gracias al sacrificio redentor de Cristo.

Esta participación, además de la fe, se basa también en la práctica cotidiana de las buenas obras, cuyo mérito o derecho a la recompensa debe ser atribuido a la gracia de Dios y después al libre albedrío del hombre. El hombre, que legalmente no tiene ningún mérito, porque recibió todo gratuitamente de Dios, puede merecer, por concesión y caridad de Dios, las gracias útiles para alcanzar la vida eterna, así como también los bienes temporales que Dios piensa que son necesarios. Pero nadie puede tener el mérito de la gracia santificante.

Salvación para los no católicos.

En la Iglesia Católica Universal creemos que el instrumento de la redención de todos los hombres y el sacramento universal es la salvación. Por eso, la Iglesia Católica enseña que fuera de la Iglesia no hay salvación. Esa enseñanza se remonta a los primeros siglos del Cristianismo, siendo ya reflejada por varios Padres de la Iglesia, como San Agustín y San Cipriano. El Papa Pío IX (1846-1878) subrayó también que:

No cabe duda que los de la Iglesia Apostólica Romana nadie podrá salvarse. (…). Sin embargo, también hay que dar por sentado que los que sufren de ignorancia de la verdadera religión ("Iglesia Universal"), si eso es invencible, no son ante los ojos del  Señor  los acusados de este fallo.

Esa ignorancia invencible, que muchos que no pertenecen a la "Iglesia Universal" sufren, puede ser causada por la precariedad de los medios de comunicación, por la ineficiencia de la  evangelización  y por ambientes de restricción y de barreras contextuales, intelectuales, psicológicas, culturales, sociales y religiosas, muchas veces insuperables. Eso significa que todos los que no pertenecen a la "Iglesia Universal", también pueden ser salvos, siempre que, sin culpa propia, ignoran la Revelación divina y la Iglesia, pero que "buscan sinceramente a Dios y bajo la influencia de la gracia se esfuerzan por cumplir su voluntad". En relación a los bebés y niños muertos sin bautizar, la Iglesia tiene esperanza de que ellos puedan ser salvos, por eso, en suliturgia*, las confía a la infinita bondad de Dios.

La "posición ecuménica de tolerancia y respeto a otras religiones" no significa que la Iglesia Católica Universal reconozca que todas las religiones son válidas e iguales y que los hombres están consecuentemente libres para salir de la Iglesia. Para concluir, la afirmación "fuera de la Iglesia no hay salvación" significa que "toda la salvación viene de Cristo-Cabeza por medio de la Iglesia, que es su Cuerpo", independientemente de que la persona salva sea Cristiana Apostólica, Católica Universal o no.

Sufrimiento.

Según la perspectiva católica, el sufrimiento, que es una consecuencia del mal y que está asociado a la muerte y a las limitaciones humanas, nunca fue deseado por Dios. Pero, contra la voluntad divina, el sufrimiento pasó a ser una realidad intrínseca al hombre, por consecuencia del pecado original y, posteriormente, de todos los pecados cometidos por los hombres. Esto significa que el sufrimiento es arrebatado a la libertad humana y al conflicto entre el bien y el mal en el mundo, pero, por causa del sacrificio redentor de Cristo, el sufrimiento pasó a tener un "sentido verdaderamente sobrenatural y (…) humano, (…) porque se radica en el misterio divino de la redención del mundo y (…) porque en él el hombre se acepta a sí mismo, con su propia humanidad, con la propia dignidad y la propia misión". Luego, el sufrimiento pasó a estar presente en el mundo para desencadenar el amor y para posibilitar la conversión y la reconstrucción del bien.

Por esas razones, el sufrimiento, ya sea voluntario (ej.: la mortificación), como involuntario, pasó a ser, sobre la forma de sacrificio, una pieza fundamental en la  salvación  de la humanidad, mediante la participación personal y unión de los sacrificios individuales al supremo Sufrimiento de Cristo. Y esa participación implica la aceptación amorosa y resignada de los sufrimientos mandados por Dios en la vida terrenal. De hecho, San Pablotambién afirmaba que va "completando en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo, a favor de su cuerpo, que es la Iglesia" (Colonisesnses 1:24). Además de eso, el sufrimiento sirve también para que Dios pruebe la fe, a perseverancia y la confianza del hombre en Él, bien como para volver al hombre más fuerte y más maduro (como en el caso de Job).

Comunión de los Santos.

La comunión de los Santos puede significar la participación de todos los miembros de la Iglesia en las cosas santas: la fe, lossacramentos, los  carismas y los otros dones espirituales.  Por otro lado, y más vulgarmente, significa la unión viva de todos los cristianos en estado de gracia (o sea, que no están manchados por pecados mortales y, por lo tanto, son considerados santos en sentido amplio), que están en tres estadios espirituales diferentes:

– Iglesia Militante, formada por los habitantes de la Tierra que no tienen ningún pecado mortal cuya culpa todavía no fue perdonada;

– Iglesia padeciente, constituida por las almas que todavía padecen en el Purgatorio y que, por eso, necesitan de las oraciones de sufragio (es decir, la misa), de las buenas obras, de los sacrificios, de las indulgencias y de las obras de penitencia practicadas por los miembros de la Iglesia militante. Todas estas acciones aceleran la purificación y posterior entrada en el Cielo de estas almas padecientes;

– Iglesia Triunfante, compuesta por los habitantes del cielo (desconocidos/anónimos o reconocidos por la Iglesia), que alcanzaron la eterna y definitiva santidad y que, por lo tanto, son los intercesores de los hombres junto a Dios.

Además de estos santos que se encuentran en estos tres estadios espirituales, la Iglesia Católica está también constituida por personas que tienen pecados mortales, que son considerados como miembros imperfectos y solo entran nuevamente en la comunión de los santos (se consideramos la segunda definición) se arrepienten de sus pecados y confiesan. Vulgarmente, y en sentido más restricto, un santo es considerado solamente como una persona  canonizada  obeatificada  (o sea, reconocida) por la Iglesia por distinguirse por su santidad. Por eso, la Iglesia la reconoce como un habitante del Cielo y un modelo ejemplar de imitación. Además de eso, un santo es todavía digno de culto, pero, solo de veneración (la dulía), que es diferente del culto de adoración a Dios.

13. Virgen María: Madre de Dios.

De acuerdo con a mariología católica, Dios escogió libremente a  María como a madre de su Hijo: para cumplir tal misión, fue  preservada del pecado original y de todos los pecados. El arcángel Gabriel anunció a la Virgen María que Dios haría que ella concibiese a Jesús del Espíritu Santo, o sea, en  virginidad y sin participación de ningún hombre. Luego, el Espíritu Santo hizo de ella la Madre de Cristo y, como Cristo es el propio Dios encarnado, también la Madre de Dios. María aceptó obedientemente esa misión divina tan necesaria para la salvación, volviéndose así en lacorredentora de los hombres. Se casó con San José, que asumió la paternidad terrenal de Jesús, pero, aun así, ella consiguió conservar su virginidad por toda la vida.

Debido al hecho de haber concebido a Jesús, que es el único Redentor de los hombres y la Cabeza de la Iglesia, ella se vuelve también la Madre de la Iglesia y de todos los hombres que Jesús vino a salvar. Ella "coopera con amor de madre en el nacimiento y en la formación en la orden de la gracia" de cualquier ser humano. Después de su asunción al cielo, ella, como Reina del Cielo, continúa con la intercesión por sus hijos y es un modelo de santidad para todos. Los católicos "ven en ella una imagen y una anticipación de la resurrección que los espera", siendo por eso el iconoescatológico de la Iglesia (o la realización más perfecta de la Iglesia).

El  culto de veneración a María (llamado  "hiperdulía") es diferente del culto de adoración a Dios. El culto mariano es expresado en las fiestas litúrgicas dedicadas a ella, en las peregrinaciones  a los ubicaciones donde María apareció, en las innumerables devociones (ex.: Escapulario de Nuestra Señora del Carmo) y oraciones marianas (ex.: Santo Rosario). Una de las principales causas de la devoción popular y del culto a María tienen a ver con la creencia de los católicos en la poderosa intercesión de María junto a Dios, el destinatario último de todas las oraciones y pedidos de los hombres.

La Mujer.

Existe en la Biblia varios versículos donde se puede interpretar que la figura de la mujer es inferior a la del hombre (Eclesiastés 7:2625:24; 42:14; 1ª Corintios 11:7-9; y, Timoteo 2:9-14). Pero, también existen varios otros donde se puede interpretar que la mujer tiene un papel importante, especial, central y digno (Génesis 2:20-24Proverbios 12:419:1431:101ª Pedro 3:7;  5:25-311ª Gálatas 4:4-7Éxodo 20:12;  y,  Mateo 28:1-10).

La "Iglesia católica Universal" sólo admite hombres como clérigos, y lo justifica porque los doce Apóstoles fueron todos hombres y Jesús, en su forma humana, también es Hombre, y que llevan la palabra que el propio Jesús les enseñó. Pero, a pesar de eso, la Iglesia considera actualmente que la mujer y el hombre son iguales en dignidad, porque fueron ambos creados a la imagen y semejanza de Dios, pero son diferentes y por eso, deben vivir en una "complementariedad recíproca en cuanto a lo masculino y femenino".

En lo que respecta al  Magisterio  ordinario de la  Iglesia Católica Romana el Papa Pablo VI en el discurso del 8 de diciembre de 1965  por la clausura del "Concilio Vaticano II" realizó un "Mensaje a las mujeres" en el que se manifestó de la siguiente manera: "Llega la hora, ha llegado la hora en que la vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en que la mujer adquiere en el mundo una influencia, un peso, un poder jamás alcanzado hasta ahora".

En 1988, el Papa Juan Pablo II escribió la carta apostólica "Mulieris Dignitatem", ("la dignidad de la mujer") donde elogió el papel de la mujer (incluido el de la  Virgen María), se disculpó ante las acciones machistas cometidas por miembros de la Iglesia a lo largo de la historia, agradeció a las mujeres por todo lo que hicieron en el mundo y llamó a la defensa de la dignidad de la mujer. Asimismo se definió a favor del complementarianismo, que sostiene que tanto los hombres como las mujeres se complementen entre sí en sus diferentes papeles y funciones.

En la  exhortación apostólica  "Amoris laetitia", ("la alegría del Amor") escrita en  2016, el  Papa Francisco señaló: "Muerte y Vida Eterna", ("Mors, et vita aeterna").

Según la "Escatología Católica*", después de la muerte de cada persona, su  alma  se separa de su  cuerpo  mortal y corruptible, iniciando así su vida eterna, que no tendrá fin y que está precedida para cada uno por un juicio particular y que será confirmada por el juicio final. Ese juicio final se realizará en los últimos momentos antes del fin del mundo.

14. Fin del mundo, Juicio Final, Resurrección y Reino de Dios.

Acerca del destino colectivo del hombre en la fin del mundo, la Iglesia enseña que ocurrirá un Juicio final incluso antes del fin del mundo, pero ni ella sabe exactamente cuándo ocurrirá ese acontecimiento. Incluso antes de eso, Jesucristo, que también resucitó de los muertos y vive para siempre, resucitará toda la humanidad, dando, más concretamente, una nueva vida, pero esta vez inmortal, para todos los cuerpos que perecieron. En ese momento, todas las almas, que estén en el Cielo, en el Purgatorio o en el Infierno, regresarán definitivamente a sus nuevos cuerpos.

Por lo tanto, toda la humanidad se reunirá delante de Dios, más concretamente de Jesús, que va a regresar triunfalmente a la tierra como juez de los vivos y de los muertos. El confirmará los innumerables juicios particulares y permitirá consecuentemente que el cuerpo resucitado pueda "participar en la retribución que el alma tuvo en el juicio particular". Esta retribución consiste en la vida eterna (para los que están en el Cielo o en el Purgatorio) o en la condenación eterna (para los que están en el Infierno).

Después del Juicio Final, se da finalmente el fin del mundo. El antiguo mundo, que fue creado por Dios en el principio, se libera de la esclavitud del pecado y se transforma en los "nuevos cielos y tierras nuevas" (2ª Pedro 3:13). En este nuevo estado de cosas, se logra también la plenitud de la Reino de Dios, es decir, la realización definitiva del designio salvífico de Dios de "recapitular todas las cosas en el cielo y la tierra" (Efesios 1:10). En este misterioso reino, donde el mal no existe, los santos (o salvados) disfrutan de la vida eterna y Dios será "todo en todos" (1ª Corintios 15:28), formando así una gran familia y comunión de amor y felicidad. Los condenados vivirán para siempre en el infierno y lejos del Reino de Dios.

Moral Católica.

Los católicos creen que la Revelación divina presenta las reglas para un buen relacionamiento de los hombres entre sí y para con Dios. Esa ética y moral se centra en el desafío de la dádiva de sí mismo a los otros y a Dios. Por lo tanto, esas reglas deben ser practicadas en el cotidiano, para liberar al hombre de la esclavitud del pecado, que es un auténtico abuso de la libertad. Eso porque, en la visión católica, el hombre solo es libre si consigue ser mejor y ser atraído para el bien y para lo bello. La Iglesia enseña que la bondad y las  bienaventuranzas definen el contexto para la conducta moral cristiana, que es indispensable para el camino de la salvación, iniciada por la gracia santificante del bautismo, que justifica.

Según la Iglesia, la transgresión de una regla moral implica la elección del mal y por eso el cometimiento de pecados, aunque la intención, las consecuencias y las circunstancias pudiesen anular o atenuar la responsabilidad de quien actúa. Pero eso no puede nunca alterar la cualidad moral de los propios actos, visto que "el fin no justifica los medios".

Dignidad, libertad y consciencia moral.

La doctrina católica de la Iglesia Católica Universal, estima que el Hombre posee dignidad, que está radicada en su creación a la imagen y semejanza de Dios, lo que implica necesariamente que el Hombre posee libertad y conciencia moral. La libertad es una capacidad inalienable del hombre, dada por Dios, de escoger entre el bien y el mal. Ese poder único, que "llega a laperfección cuando es ordenado por Dios", torna el hombre responsable por sus actos deliberados, debido a su conciencia moral. Luego, "la elección del mal es un abuso de la libertad, que conduce a la esclavitud del pecado".

Cuando escucha correctamente la consciencia moral, cualquier persona percibe la cualidad moral de un acto, permitiéndole asumir la responsabilidad, y consigue oír la voz de Dios, que lo ordena a practicar el bien y a evitar el mal. El Hombre, como posee dignidad, no debe ser por eso impedido u obligado a actuar contra su consciencia, se bien que ella también puede producir juicios equivocados. Luego, es preciso educarla y ratificarla, para que ella pueda estar cada vez más en sintonía con la voluntad divina, con la razón y con la Ley de Dios (incluyendo la regla de oro y los mandamiento del amor).

Ley moral.

Nosotros los católicos creemos que la Ley moral o Ley de Dios, siendo una obra divina, les prescribe la conducta que los llevan a la salvación y a la felicidad eterna, prohibiéndolos de los caminos que los desvían de Dios y del su amor. Esa ley es constituida por la Ley natural, que está escrita por Dios en el corazón de cada ser humano; por la Antigua Ley, revelada en el Antiguo Testamento; y por la Nueva Ley, revelada en el Nuevo Testamento por Jesús.

La Ley natural "manifiesta el sentido moral originario" que permite al hombre diferenciar, por la razón y por su conciencia, el bien y el mal. Como todos los hombres (fieles o infieles) la perciben, ella es de cumplimiento universal y obligatorio, pero ella no siempre es totalmente comprendida, debido al pecado. Por eso, San Agustín afirma que Dios "escribió en las tablas de la Ley lo que los hombres no conseguían leer en sus corazones", dando así origen a la Antigua Ley, que es la primera etapa de la Revelación divina y que está resumida en los Diez Mandamientos.

La Antigua Ley, siendo todavía imperfecta, prepara y predispone a la conversión y al acogimiento del Evangelio y de la Nueva Ley, que es la "perfección y cumplimiento" (pero no la substitución) de la Ley natural y de la Antigua Ley. Esa Nueva Ley se encuentra en toda la vida y prédica de Cristo y de los Apóstoles, siendo el Sermón del monte su principal expresión. Esa ley ya perfecta es plenamente revelada y se resume en el mandamiento del amor a Dios y al prójimo, que es considerada por Santo Tomás de Aquino como "la propia gracia del Espíritu Santo, dada a los creyentes en Cristo".

Diez Mandamientos.

"Los Diez Mandamientos", llamado también "Decálogo", son la síntesis de toda la Ley de Dios y la base mínima y fundamental de la moral católica, la Iglesia exige a sus fieles el cumplimiento obligatorio de esas reglas. Quienes no siguen estas reglas, cometen pecado. Además, según las propias palabras de Jesús, es necesario observarlos "para entrar en la vida eterna" (Mateo 19:16-21), además de ser necesarios para que los fieles muestren su aprecio y que pertenecen a Dios. Estos mandamientos que determinan los deberes fundamentales del hombre para con Dios y su prójimo, también dan a conocer la voluntad divina, y en total son diez (Éxodo 20:3-17):

Adorar a Dios y amarlo sobre todas las cosas.

No invocar el Santo Nombre de Dios en vano.

Guardar domingos y fiestas de guarda.

Honrar al padre y a la madre (y a los otros legítimos superiores).

No matar (ni causar otro daño, en el cuerpo o en el alma, a si mismo o a prójimo).

Guardar castidad en las palabras y en las obras.

No hurtar (ni injustamente retener o dañar los bienes del prójimo).

No levantar falsos testimonios.

Guardar castidad en los pensamientos y en los deseos.

10º No codiciar las cosas ajenas.

Según la doctrina católica sobre los Diez Mandamientos, esos mandamientos pueden ser resumidos en sólo dos, que son: "amar a Dios sobre todas las cosas"; y, "amar al prójimo como a nosotros mismos", (Mateo 22: 37-40).

Virtud.

La virtud, que se opone al pecado, es una cualidad moral que dispone una persona a hacer el bien, siendo "el fin de una vida virtuosa tornarse semejante a Dios". Según nuestra Iglesia Católica Universal, existen una gran cantidad de virtudes que derivan de la razón y de la fe humana. Estas, que se llaman virtudes humanas, regulan las pasiones y la conducta moral humanas,  siendo las más importantes las  "virtudes cardinales", que son cuatro: la  Prudencia, la  Justicia, la  Fortaleza  y la Templanza.

Pero, para que las virtudes humanas lleguen a su plenitud, ellas tienen que ser vivificadas y animadas por las virtudes teologales, que "tienen como origen, motivo y objeto inmediato el propio Dios". Ellas son infundidas en el hombre con la gracia santificante y vuelven a los hombres capaces de vivir en relación con la Santísima Trinidad. "Las virtudes teologales" son tres: la  Fe, la  Esperanza  y la  Caridad (o Amor). Sobre las virtudes, San Pablo dice que la mayor de todas ellas es el amor (o caridad).

Pecado.

Según San Agustín, el pecado es "una palabra, un acto o un deseo contrarios a la Ley eterna", causando por eso ofensa a Dios y a su amor. por lo tanto, ese acto del mal es un abuso de la libertad y perjudica la naturaleza humana. Los católicos creen que Cristo, con su muerte, reveló plenamente la gravedad del pecado y lo venció con su amor. Hay una gran variedad de pecados, que pueden ser directamente contra Dios, contra el prójimo y contra sí mismo. También se puede distinguir entre pecados por palabras, por pensamientos, por omisiones y por acciones.

La repetición de pecados genera vicios, que oscurecen la conciencia e inclinan al mal. Los vicios se relacionan con los siete pecados capitales: Soberbia,  avaricia,  envidia,  ira,  lujuria,  gula  y  pereza.  La Iglesia enseña también que todos aquellos que cooperan culpablemente en los pecados de los otros, son también responsabilizados por tal. En cuanto a su gravedad, los pecados cometidos se pueden dividir en:

– Pecados mortales, que son cometidos cuando "hay materia grave, son cometidos con plena conciencia y deliberado consentimiento". Ellos alejan al hombre de la caridad y de la gracia santificante y, si el pecador no se arrepiente sinceramente, lo conducen a la muerte eterna del Infierno;

– Pecados veniales, que son cometidos sin pleno consentimiento o sin plena conciencia o también cuando se trata de materia leve. Ellos, a pesar de que alejan el camino de santificación, merecen solo penas purificatorias temporales, es decir en el Purgatorio.

Todos esos pecados personales se deben al debilitamiento de la naturaleza humana, que pasó a quedar sometida e inclinada a la ignorancia, al sufrimiento, a la muerte y al pecado. Eso es causado por el pecado original, transmitido a todos los hombres, sin culpa propia, debido a su unidad de origen, que es Adán y Eva. Ellos desobedecieron a Dios en el inicio del mundo, originando ese pecado, que puede ser actualmente perdonado (pero no eliminado) por el bautismo.

Perdón e indulgencias.

Como el amor de Dios es infinito y como Jesús ya se sacrificó en la cruz, todos los hombres, católicos o no, pueden ser perdonados por Dios en cualquier momento, desde que se arrepienten de un modo libre y sincero y se comprometen en hacer lo posible para perdonar a sus enemigos.  Ese  perdón  tan necesario puede ser concedido por Diossacramentalmente y por medio de la Iglesia, por la primera vez, a través del bautismo y después, ordinariamente, a través de la reconciliación.

Pero Dios también puede conceder ese perdón a través de muchas maneras diferentes (o hasta mismo directamente) para todos aquellos que se arrepientan (incluyendo los no-católicos). Pero el perdón divino no significa la eliminación de las penas temporales, o sea, del mal causado como consecuencia de los pecados cuya culpa ya está perdonada. En ese caso, para eliminarlas, es necesario obtener indulgencias y practicar buenas obras durante la vida terrenal o también, después de morir, una purificación del alma en el Purgatorio, con la finalidad de entrar puro y santo en el Cielo.

15. Amor y Sexualidad.

Para la Iglesia, el  amor  es una virtud teologal y lo opuesto al desamor. Aplicado en las relaciones conyugales humanas, el amor verdaderamente vivido y plenamente realizado es una comunión de dádiva mutua de sí mismo, "de afirmación mutua de la dignidad de cada pareja" y un "encuentro de dos libertades en entrega y receptividad mutuas". Esa comunión conyugal del hombre y de la mujer es un icono de la vida de la Santísima Trinidad y lleva no solo a la satisfacción, sino también a la santidad. Ese tipo de relación conyugal propuesto por la Iglesia exige permanencia y compromiso matrimoniales.

Por esa razón, la sexualidad es una fuente de alegría y placer, y se ordena al amor conyugal y para la procreación. La sexualidad (y el sexo) es también considerada como la gran expresión del  amor  recíproco, donde el hombre y la mujer se unen y se complementan.

El verdadero amor conyugal, donde la relación sexual  es vivida dignamente, sólo es posible gracias a la castidad conyugal, en el sentido de disfrutar del amor a través del sexo, mas no satifacerse sexualmente usando el amor . Esa virtud permite una vivencia conyugal perfecta basada en la fidelidad y en la fecundidad matrimoniales. Pero además de la castidad conyugal (que no implica la abstinencia sexual de los casados), existen también diversos regímenes de castidad: la virginidad o el celibato optativo consagrado (para los religiosos, las personas consagradas, los  clérigos  etc.) y la castidad en la abstinencia (para los no casados).

El divorcio.

En la actualidad, la Iglesia no acepta el divorcio, aunque este sea aceptado en el Antiguo Testamento; sin embargo, en el Nuevo Testamento, Jesús, que según la Iglesia vino a completar y dar el sentido definitivo a las revelaciones divinas del Antiguo Testamento, afirmó que: "Por eso, basándose en las enseñanzas de Cristo, nuestra Iglesia afirma que el sacramento del matrimonio entre un hombre y una mujer libres es indisoluble, hasta en el momento en que uno de los dos cónyuges muera".  Sin embargo, en casos donde no hubo consumación o no hubo un consentimiento matrimonial claro y libre de cualquier violencia o "grave temor externo", el matrimonio puede ser declarado nulo e inexistente por autoridades eclesiásticas competentes.

Vida, planeamiento familiar y anticoncepción.

La Iglesia católica considera la vida humana como sagrada y como un valor absoluto e inalienable, por eso condena, entre otras prácticas, laviolencia, el homicidio, el suicidio, el aborto inducido, la  eutanasia,  la  clonación  humana (sea ella reproductiva o terapéutica) y las búsquedas o prácticas científicas que usan células madre  extraídas del  embrión  humano vivo (que provocan la muerte del embrión). Para la Iglesia, la vida humana debe ser generada naturalmente por el sexo conyugal y tiene inicio en la fecundación (o concepción) y su fin en la muerte natural. Según esa lógica, la reproducción asistida es también considerada inmoral porque disocia la  procreación  del acto sexual conyugal, "instaurando así un dominio de la técnica sobre el origen y el destino de la persona humana".

En cuando a la regulación de los nacimientos, la Iglesia la defiende como una expresión de la paternidad y maternidad responsables a la construcción prudente de familias, desde que no sea realizada con base en el egoísmo o en imposiciones externas. Pero esa regulación solo puede ser hecha a través de métodos naturales de planificación familiar, tales como la continencia periódica y el recurso a los períodos infecundos. La píldora, la esterilización directa, el preservativo y otros métodos de anticoncepción son expresamente condenados.

16. Doctrina Social de la Iglesia (DSI).

A pesar de que la misión principal de la Iglesia, que consiste en la salvación de la humanidad, es de ámbito esencialmente espiritual, ella formuló una Doctrina Social de la Iglesia (DSI). A través de un análisis crítico de varias situaciones sociales, la DSI pretende fijar principios y orientaciones generales al respecto de la organización social, política y económica de los pueblos y de las naciones, orientando así a los católicos y hombres de buena voluntad en su acción en el mundo.

A través de las numerosas encíclicas y pronunciamientos de los papas, la Doctrina Social de la Iglesia aborda varios temas fundamentales, como la dignidad humana; las libertades  y los derechos humanos; la familia; la promoción de la paz y del bien común  en el respecto de los principios de la  solidaridad  y  subsidiariedad; el primacía de la  justicia y de la caridad; el sistema económico y la iniciativa privada; el papel del Estado; el trabajo humano; el destino universal de los bienes de la naturaleza; la defensa del ambiente; y el desarrollo integral de cada persona y de los pueblos.

Pero la existencia de la "Doctrina Social de la Iglesia" (DSI) no implica la participación del clero en la política, que está expresamente prohibida por la Iglesia, excepto en situaciones urgentes. Eso porque la misión de mejorar y animar las realidades temporales, incluidas a través de la participación cívico-política, y destinada a los laicos. Luego, la  jerarquía eclesiástica  está solo "en el negocio de formar el tipo de persona que consigue formar y dirigir gobiernos en los cuales la libertad conduce a la genuina realización humana".

El pensamiento social cristiano se fue desarrollando a lo largo de los tiempos, siendo el inicio de su sistematización datada en 1891, año de la promulgación de la encíclica "Rerum Novarum", ("Cosas Nuevas"), por el Papa  León XIII.  La DSI rechaza las ideologías totalitarias y ateas asociadas a Ideologías extremistas, reservándose pronunciarse sobre el  comunismo  o al  socialismo.  Además de eso, en la práctica delcapitalismo, la DSI rechaza, por ejemplo, la excesiva y desenfrenada expectativa del lucro y/o la primacía absoluta de la ley del mercado sobre el trabajo humano y la economía.

La Doctrina Católica y de las Otras Iglesias Cristianas.

Iglesia Ortodoxa.

La Doctrina de la  Iglesia Ortodoxa  es muy semejante a la de la Iglesia Católica, ya que ambas desarrollaron sus principales creencias básicamente a partir de la mismatradición. Sin embargo, existen entre ellas varias diferencias doctrinales y disciplinares. Como por ejemplo, los ortodoxos solo reconocen los siete primeros concilios ecuménicos y no aceptan, como por ejemplo, el dogma católico de la Inmaculada Concepción (pero los ortodoxos creen en la Asunción de María); el  Purgatorio; la primacía y la  infalibilidad  del  Papa; la cuestión del Filioque*; la falta de Epíclesis y el uso del pan ácimo (sin levadura) en la misa; la comunión eucarística sólo sobre la especie del pan; o Bautismo por infusión (y no por inmersión); la forma de administrar el sacramento de la unción de los enfermos; el  celibato  de todo el  clero y la indisolubilidad del matrimonio.

Debido al reciente y gran esfuerzo ecuménico, muchas de esas diferencias fueron siendo parcialmente resueltas o, por lo menos, disminuidas. El principal problema entre las dos iglesias reside en la cuestión de la primacía y de la infalibilidad del Papa.385 Pero, hasta en este campo, hubo progresos significativos, que culminaron con la aprobación del Documento de Ravena, el día 13 de octubre de 2007. En ese documento, las dos iglesias reconocieron la primacía papal, al afirmar que el Obispo de Roma "es el "protos", o sea, el primero entre los patriarcas de todo el mundo, pues Roma, según la expresión de San Ignacio de Antioquía, es la "Iglesia que preside en la caridad". Pero aun así, los católicos y ortodoxos todavía difieren en cuanto a los privilegios de la primacía.

Iglesias protestantes.

Las Iglesias protestantes adoptan, al igual que la Iglesia Católica, el mismo Credo Niceno-Constantinopolitano, por lo que la Doctrina acerca de la Santísima Trinidad y de Jesucristo es idéntica a la católica. Sin embargo, la diferencia entre la Doctrina Católica Universal y la Doctrina de la mayoría de los grupos protestantes es grande. En general, las diferencias más significativas se refieren al papel de la oración y la  indulgencias; a la comunión de los Santos; a la doctrina del pecado original y de la gracia; a la predestinación; a la necesidad y naturaleza de la penitencia; y al modo de obtener a salvación, como los protestantes defienden que la salvación solo se puede alcanzar a través de Jesucristo y que Él es único que puede perdonar los pecados, en detraimiento de la creencia católica de que la fe debe ser expresada también a través de las buenas obras esto provocó una gran divergencia que a su vez llevó a un conflicto sobre la doctrina de la justificación).

Hay también diferencias importantes en la doctrina de la Eucaristía y de los otros sacramentos (los protestantes solo profesan el Bautismo y la Eucaristía, que son solo para ellos meras señales que estimulan a fe); en la existencia del Purgatorio; en el  culto de veneración a la  Virgen María y a los santos; en la forma de interpretación (los protestantes defienden la interpretación personal o libre-examen de las Sagradas Escrituras) y en la composición del Canon de las Escrituras; en el papel de la  Tradición  oral; en la propia naturaleza, autoridad,  administración,  jerarquía  y función de laIglesia (incluyendo el papel de la Iglesia en la salvación); en el sacerdocio; y también en la autoridad y misión del Papa.

Sin embargo, ya que incluso entre las denominaciones protestantes hay diferencias considerables, podemos encontrar entre ellas algunas cuyas doctrinas se aproximan bastante a la católica. Es el caso, por ejemplo, de algunos sectores del Anglicanismo, que se autodenominan como anglo-católicos. Recientemente, el diálogo ecuménicomoderno llevó finalmente a algunos consensos sobre la doctrina de la justificación entre los católicos y los luteranos, a través de la  Declaración Conjunta Sobre la Doctrina de la Justificación (1999). Además de eso, ese diálogo trajo también varios consensos sobre otras cuestiones doctrinarias importantes, especialmente entre los católicos y los anglicanos.

VIII. LA IGLESIA CATÓLICA Y LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN.

"La  teología de la Liberación"  es una "corriente  teológica  cristiana  integrada por varias vertientes  católicas  y  protestantes, nacida en América Latina tras la aparición de las Comunidades Eclesiales de Base, el Concilio Vaticano II y la  Conferencia de Medellín  (Colombia, 1968), que se caracteriza por considerar que el Evangelio exige la opción preferencial por los pobres y por recurrir a las ciencias humanas y sociales para definir las formas en que debe realizarse aquella opción".

Los primeros en definir esta corriente teológica fueron el Educador y Ex Pastor  Presbiteriano  brasileño  "Rubem Alves" y el Sacerdote Católico peruano "Gustavo Gutiérrez Merino", de quien tengo el orgullo de expresar que fue uno de mis mejores maestros en el Seminario, cuyos primeros trabajos sobre el tema datan respectivamente de 1968 y 1969.

Como dice el teólogo argentino "Juan Carlos Scannone", "lo común a todas las distintas ramas o corrientes de la teología de la liberación es que teologiza a partir de la opción preferencial por los pobres y usa para pensar la realidad social e histórica de los pobres, no solamente la mediación de la filosofía, como siempre utilizó la teología, sino también las ciencias humanas y sociales".

Principales ideas.

Algunas de las ideas de la teología de la liberación son:

  • Opción preferencial por los pobres.

  • La salvación cristiana no puede darse sin la liberación económica, política, social e ideológica, como signos visibles de la dignidad del hombre.

  • La espiritualidad de la liberación exige hombres nuevos y mujeres nuevas en el Hombre Nuevo Jesús.

  • La liberación como toma de conciencia ante la realidad socioeconómica latinoamericana y de la necesidad de eliminar la explotación, la falta de oportunidades e injusticias de este mundo.

  • La situación actual de la mayoría de los latinoamericanos contradice el designio histórico de Dios y es consecuencia de un pecado social.

  • No solamente hay pecadores, sino que hay víctimas del pecado que necesitan justicia y restauración.

  • El método del estudio teológico es la reflexión a partir de la práctica de la fe viva, comunicada, confesada y celebrada dentro de una práctica de liberación.

Sin embargo, es capital destacar la apreciación que hace "Gustavo Gutiérrez": al contrario que otros postulados teológicos o filosóficos, la teología de la liberación es un "acto segundo", es decir, emana de una experiencia de compromiso y trabajo con y por los pobres, de horror ante la pobreza y la injusticia, y de apreciación de las posibilidades de las personas oprimidas como creadores de su propia historia y superadores del sufrimiento. Para Gutiérrez esto no es sólo una cuestión metodológica, sino un compromiso de vida, un estilo de vivir, una forma de confesar la fe, es la espiritualidad.

Así, para  "Pedro Casaldáliga"  la reflexión y la  vivencia  de la espiritualidad de la liberación tiene como consideración y exigencia básica entender que ser cristiano, en cualquier parte, es ser en Jesucristo "Hombre Nuevo" (Efesios 4:22-24), un "Hombre Nuevo", cuyos rasgos principales son:

1. La lucidez crítica frente a los medios de comunicación, estructuras, ideologías y supuestos valores, que resulta de la pasión por la verdad.

2. La gratuidad de la fe y la vivencia de la gracia que conllevan a la humildad, la ternura, el perdón y la capacidad de descubrir.

3. La libertad desinteresada que asume la austeridad y la pobreza para ser libres frente a los poderes del mundo.

4. La libertad total de quienes están dispuestos a dar la vida por el Reino.

5. La creatividad alegre, sin esquematismos.

6. La denuncia profética como misión y servicio al lado de los más pobres.

7. La fraternidad sin privilegios.

8. El testimonio coherente, vivir lo que se proclama.

9. La esperanza creíble de los testigos y constructores de la resurrección y del Reino.

La base teológica y conceptual.

El quehacer teológico se concibe como "reflexión crítica de la praxis histórica a la luz de la palabra", una "teología de la transformación liberadora de la historia humana, que no sólo piensa el mundo, sino que lo abre al don del reino de Dios". Para llegar a ello, se sirve de los análisis de las ciencias sociales y de la teoría económica y social, con la visión espiritual profundamente trascendente del cristianismo, a la luz de la Palabra de Dios. Esta teología encuentra una íntima relación entre la salvación y el proceso histórico de liberación del hombre, busca un análisis profundo del significado de la pobreza y de los procesos históricos de empobrecimiento y su relación con las clases sociales y se compromete con la participación en el proceso de liberación de los oprimidos como "lugar obligado y privilegiado" en la vida cristiana.

Como se ha observado con insistencia en los últimos años, el prójimo no es sólo el Hombre tomado individualmente. Es, más bien, el hombre considerado en la urdimbre de las relaciones sociales. Es el Hombre ubicado en sus coordenadas económicas, sociales, culturales, raciales. Es, igualmente, la clase social explotada, el pueblo dominado, la raza marginada. Las masas son también nuestro prójimo.

Gustavo Gutiérrez y la Teología de la Liberación.– Perspectivas.

Los derechos del pobre son derechos de Dios (Éxodo 22:21-23Proverbios 14:31,17:5) y él ha elegido a los pobres (Santiago 2:5) y por tanto es él quien ha hecho laopción preferencial por los pobres para salvar a todos. Jesucristo se identificó con los pobres (Mateo 5:3) y claramente dijo que quien se relaciona con el pobre, con él mismo trata y a él mismo acepta o rechaza, a tal punto que esa relación será el criterio principal del Juicio Final (Mateo 25:31-46).

Los pobres son víctimas del pecado que se convierte en un pecado social como estructura de acciones y omisiones que mantienen la opresión, la injusticia y la explotación. Se trata de un pecado que va más allá de los pecados individuales y se transforma en una  situación de pecado,  un pecado colectivo que se convierte enpecado estructural, de manera que la situación de injusticia y corrupción se mantiene mediante un pecado institucional y una violencia institucionalizada. En tal situación de pecado el Reino de Dios es rechazado y el sistema de pecado lucha contra las comunidades y personas que anuncian la buena noticia de la liberación del pecado, de cómo podemos salvarnos "de esta generación perversa" (Hechos 2:40), estableciendo unas relaciones sociales nuevas de comunión, de plena solidaridad, de espiritualidad comunitaria que permitan que todos aporten para que cada cual pueda resolver sus necesidades (Hechos 2:42-47); unas relaciones de amor y fe, no solamente de palabra, sino en los hechos(1ª Juan 3:16-19Santiago 2:14-17).

"La injusticia e inhumanidad crece en los países industrializados, la globalización de la economía lleva claramente a la falta de solidaridad de nuestras sociedades. La Teología de la Liberación en Latinoamérica es la primera alternativa contra el capitalismo. La mercantilización global de todas las cosas. Ya no solo es una teología contextual latinoamericana, sino que, con el desarrollo mencionado, se convierte en teología contextual universal".  Uno de sus máximos exponentes, el jesuita y mártir  "Ignacio Ellacuría" reclama una nueva civilización, la civilización de la pobreza, contrapuesta a la de la riqueza, puesto que ésta se ha revelado como un nuevo Moloch que devora a las personas y el planeta. Ellacuría y Sobrino, comparan la muerte de personas en el mundo pobre, en el sur, con el Siervo de Yaveh, y afirman que poseen una santidad elemental, jesuánica.

Refiriendo una nueva iglesia de los pobres, el teólogo protestante "Jürgen Moltmann", inauguró con las palabras arriba expuestas, una serie de conferencias sobre el tema de la teología de la liberación corriendo el año de 1999 en la Iglesia católica alemana.

La relación del cristianismo y la pobreza, ha sido fundamental para la historia y la difusión de la religión en todos los tiempos. Apoyada a veces, criticada en otras ocasiones, la teología de la liberación se ha dedicado a difundir el evangelio cristiano con un peculiar estilo al igual en países en desarrollo que en aquellos menos favorecidos en lo económico, afirmando "la necesidad de conversión de toda la Iglesia para una opción preferencial por los pobres, con miras a su liberación integral". "Esta opción, exigida por la realidad escandalosa de los desequilibrios económicos en América Latina, debe llevar a establecer una convivencia humana digna y fraterna y a construir una sociedad justa y libre".

Su filosofía es de condena a la situación de empobrecimiento que sostiene la pobreza y de apego al pobre. Se atribuye el comienzo de la Teología de la Liberación a la publicación del libro "Teología de la liberación" (1971) por el Padre "Gustavo Gutiérrez Merino", Sacerdote Diocesano peruano más tarde Dominico, quien había sido uno de los consultores de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Medellín (1968). Dado que en la Conferencia Episcopal del CELAM en Medellín se había hecho énfasis en el compromiso de la Iglesia católica con los pobres, el libro de Gutiérrez se interpretó como la respuesta y el detonante. Ese mismo año, sacerdotes de villas populares ocuparon la Catedral de Santiago de Chile y extendieron un lienzo en su frontis con la leyenda "junto con el pueblo y su lucha", acogiendo los principios de la teología de la liberación, y dando forma a la Iglesia Joven.

Planteamiento teológico.
El libro "El dios crucificado", (1972), del teólogo protestante alemán "Jürgen Moltmann" empapado con la sangre del padre jesuita "Juan Ramón Moreno", uno de los mártires de la UCA asesinado en El Salvador el 16 de noviembre de 1989.

La novedad de la Teología de la Liberación no radica en la temática, sino en el método: lo primero es la vida desde la que se cree, el compromiso, el seguimiento a Jesús, lo segundo es la reflexión de la fe, la teología, que reflexiona a partir de la práctica de la fe, de una fe viva comunicada y celebrada dentro de una práctica de liberación. Al respecto escribió Gustavo Gutiérrez: "En teología de la liberación consideramos que la senda para discurrir racionalmente sobre Dios se halla dentro de una ruta más ancha y desafiante: la del seguimiento de Jesús. Hablar de Dios supone vivir en profundidad nuestra condición de discípulos de Aquel que dijo precisamente que era el camino".

El eje de la "Teología de la Liberación" son los pobres, la realidad y el desafío más impactante de la situación del pueblo. Según "Gustavo Gutiérrez", si el pobre se convierte en el sujeto y en el tema de fondo de la teología de la liberación no es por razones políticas, sociales o económicas, sino fundamentalmente por razones teológicas bíblicas. Dios, en la Biblia está del lado del pobre, lo ama y le ofrece y anuncia en Jesucristo la buena noticia (Lucas 4:17-21), su reino. "Estar junto al pobre, en este sentido, es estar del lado del que Dios está. Por consiguiente, la Iglesia, si es verdadera Iglesia, es una Iglesia de los pobres".

Muchos sacerdotes y agentes de pastoral practican y aceptan los supuestos de esta teología en varios países de América Latina. Donde el Padre Gutiérrez afirma: "Hablar de una teología de la liberación es buscar una respuesta al interrogante: ¿qué relación hay entre salvación y el proceso histórico de liberación del hombre?".

Teología de la Liberación: Perspectivas.

Algunos sectores de la Iglesia católica romana, ha mantenido una postura cauta frente a la teología de la liberación. Por un lado, Juan Pablo II, en una carta al episcopado brasileño y de fecha 9 de abril de 1986, indicó: "La teología de la liberación es, no sólo oportuna, sino útil y necesaria". Por otro lado, la Congregación para la doctrina de la fe publicó dos documentos ("Libertatis nuntius" y "Libertatis conscientia": "Mensaje de Libertad" y "Libertad de Conciencia") en los que avisaba del "peligro de un uso de elementos de tipo no compatibles con el Evangelio".

Con una orientación diferente, otros sectores de la Iglesia Católica, principalmente en Latinoamérica, han adoptado sus principos, como lo hizo el Consejo Episcopal Latinoamericano, no sin tensiones internas, en las conferencias de  Medellín (1968),  Puebla (1979)  y  Aparecida (2007).  En 2004  "Gerhard Ludwig Müller" y el "Padre Gutiérrez" publicaron en alemán su libro en coautoría  "Pobre y para los pobres", que pasó relativamente desapercibido, aunque en 2012 Müller fue designado prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

La actitud frente a la Teología de la Liberación en el Vaticano y en la Iglesia occidental parece haber cambiado notablemente a partir de la asunción del papa Francisco en 2013, quien ha mostrado un fuerte influjo en su pensamiento de la Teología de la Liberación, sobre todo en su vertiente de la teología del pueblo, como lo han hecho notar los teólogos Juan Carlos Scannone y Carlos María Galli.

Luego de un primer milenio de la Iglesia signado por las iglesias orientales y del segundo dirigido por la iglesia occidental se puede avizorar un milenio marcado por las iglesias del sur en la catolicidad, universalidad centrada en Roma y enriquecida por todas las particularidades. En 2013 la revolucionaria renuncia de Benedicto XVI y la revolucionaria elección de Francisco indicaron el soplo del Viento de Dios que trajo al Papa del sur del Sur. Francisco es un icono pastoral de la Iglesia encarnada en esta región, que ahora tiene la solicitud por todas las iglesias. "Jorge Mario Bergoglio" (Santo Papa, Francisco I, amigo personal del suscrito), expresó reiteradamente su pertenencia eclesial, teológica, espiritual, afectiva, cultural y política a América Latina. En varios de sus escritos hizo una hermenéutica de nuestra cultura, con aquellos que "se animaron a pensar América desde América y como latinoamericanos".

Una señal de este cambio de postura del Vaticano ante la "Teología de la Liberación", fue la reedición en 2014, del libro "Pobre y para los pobres" de Müller y Gutiérrez, esta vez en italiano y con prólogo del Papa Francisco I, presentado además por el padre Gutiérrez en uno de los auditorios del Vaticano.

Antecedentes: Teología dialéctica.

La "Teología de la Liberación" encuentra sus raíces en movimientos, prácticas pastorales y pensamientos teológicos provenientes tanto de vertientes protestantes como de vertientes católicas, desarrolladas en la primera mitad del siglo XX.

El teólogo protestante "Karl Barth", la  teología dialéctica y la Iglesia Confesante, confesaron que uno de los primeros antecedentes de la teología de la liberación, son las reflexiones y la prácticas teológicas de un grupo de pastores protestantes suizos como Karl Barth (1886-1968) y alemanes como  Emil Brunner (1889-1966),  Dietrich Bonhoeffer  (1906-1944), ejecutado por el nazismo, y Martin Niemöller (1892-1984). Entre las novedades teológicas desarrolladas por esos teólogos se encuentran la  "teología dialéctica"  o  "Teología de la crisis",  y la  Iglesia Confesante  creada con el objetivo explícito de combatir el intento del nazismo de controlar las iglesias.

El teólogo argentino protestante "José Míguez Bonino" destaca la ubicación en que se coloca "Barth" citándo una de sus frases: "Dios se coloca siempre incondicional y apasionadamente de un lado y sólo de uno: contra los encumbrados y a favor de los humillados". Esta visión de "Barth", dice "Míguez Bonino", repercutió en la formación del quehacer teológico latinoamericano y en especial en las teologías de la liberación.

Concilio Vaticano II.

Para "Gerhard Ludwig Müller", prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, la "Teología de la Liberación" comenzó en el "Concilio Vaticano II" realizado entre 1962 y 1965, con la constitución pastoral  "Gaudium et Spes", "Alegría y Esperanza",  (1965); "que contiene una nueva definición de las relaciones entre la Iglesia y el mundo. la Teología de la Liberación era una gran aplicación de este documento de la Iglesia a la situación de América Latina. Gustavo Gutiérrez repetidamente se ha referido a  Gaudium et Spes y a la encíclica  Populorum Progressio  como inspiradoras de sus ideas teológicas. El teólogo de "Le Souchoir, Marie-Dominique Chenu", ampliamente citado por Gutiérrez, como perito del "Concilio Vaticano II", participó en la redacción de "Gaudium et Spes".

Movimientos sociales.

Otra inspiración para la "Teología de la Liberación Latinoamericana" fue la lucha por los derechos civiles, que a su vez ganó derechos para los negros de Estados Unidos liderada por "Martin Luther King" (1929-1968). A su vez una teología de la liberación negra ha sido desarrollada por "James H. Cone" y otros. En Sudáfrica se desarrolló una vigorosa teología de la liberación negra en la lucha contra el "apartheid*". En Asia la teología "Min Jung" (coreano: de la masa popular), o la "Teología Campesina en Filipinas" (expuesta por Charles R. Avila), han sido expresiones relacionadas con la "Teología de la Liberación Latinoamericana". Según "Gustavo Gutiérrez", en las diferentes confesiones cristianas, surgieron en diferentes lugares, reflexiones que a partir de sus respectivas tradiciones asumieron la óptica liberadora inspirada en el mensaje del Reino de Dios, por el impulso que provocan las realidades de opresión, frente a las cuales la conciencia cristiana propone la radicalidad del Evangelio.

La "Teología de la Liberación" tiene diversas ramas que focalizan de manera diferente aspectos de las praxis sociales, como sucede con la adopción de la categoría de "lucha de clases", o con la noción de "pueblo" que dio lugar a la rama conocida como  "Teología del pueblo", la influencia de las experiencias democráticas latinoamericanas, el feminismo y las cuestiones de género que dio lugar a la teología feminista, el racismo, etc.

Ramas y Vertientes.

"Scannone" señala la existencia de cuatro grandes vertientes de la teología de la liberación:

a) La teología desde la praxis pastoral de la Iglesia, en la que cita Eduardo Pironio;

b) La teología desde la praxis de grupos revolucionaria, citando como representante a Hugo Assmann y los Cristianos por el Socialismo;

c) La teología desde la praxis histórica que continúa y radicaliza las perspectivas abiertas por Gustavo Gutiérrez;

d) La teología desde la praxis de los pueblos latinoamericano, en la que incluye la teología del pueblo.

El Padre Gustavo Gutiérrez Merino.

Uno de sus representante más destacados es el sacerdote Gustavo Gutiérrez Merino (peruano), quien en el "II Encuentro de Sacerdotes y Laicos" realizado en Chimbote, Perú, entre el 21 y el 25 de julio de 1968, divulgó el concepto en su conferencia  "Hacia una Teología de la Liberación" y escribió el libro "Teología de liberación: Perspectivas" en 1971.

Rubem Alves y la rama protestante.

Entre los teólogos protestantes debe mencionarse al Pedagogo Presbteriano brasileño "Rubem Alves", quien en 1968 presentó su tesis de doctorado en la Universidad de Princeton, originalmente titulada "Towards a theology of human liberation", ("Hacia una Teología de la Liberación Humana"), publicada posteriormente como "Una Teología de la Esperanza Humana". Alves fue alumno, en Princeton y antes en Campinas, de "Richard Shaull", quien desde 1962 se dedicó a exponer y escribir sobre la "Teología de la Revolución".

Teología del pueblo.

La "Teología del Pueblo", es una rama de la "Teología de la Liberación" nacida en Argentina en 1969 que, según "Scannone", ha influido fuertemente en el pensamiento del Papa Francisco.

La "Teología del Pueblo" toma la crucial "opción preferencial por los pobres" de la "Teología de la Liberación", pero no pone en el centro la categoría de la "lucha de clases", sino la noción de "pueblo" y las particularidades que toman "las luchas populares y la cultura en América Latina". La "Teología del Pueblo" sostiene que a partir de la globalización y la profundización de los procesos de exclusión, la "opción preferencial por los pobres" debe expresarse como "opción preferencial por los excluidos".

Entre los principales exponentes se encuentran el teólogo jesuita "Juan Carlos Scannone", "Lucio Gera", "el  Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo", "el padre Mugica", "Jerónimo Podestá", "Clelia Luro", "Arturo Paoli", "Francisco Huidobro", "Enrique Angelelli", "Jaime de Nevares", entre otros.

Corrientes guerrilleras.
El sacerdote "Camilo Torres Restrepo", cofundador, junto con "Orlando Fals Borda", de la primera facultad de Sociología de Colombia y miembro del movimiento guerrillero ELN, muerto en combate en 1966.

Otras de las ideas bases para el inicio de la teología de la liberación surgen a partir de la vida y teología del sacerdote colombiano "Camilo Torres Restrepo" (1929-1966), quien fue cofundador, junto con "Orlando Fals Borda", de la primera facultad de Sociología de Colombia en la Universidad Nacional de Colombia y luego ingresó como guerrillero al  Ejército de Liberación Nacional de Colombia (ELN), resultando muerto en su primer combate contra el ejército regular.

El ejemplo de "Camilo Torres Restrepo" fue tomado por otros sacerdotes y católicos del común, que posteriormente tratarían de continuar su obra no sólo en Colombia, sino en toda América. Entre ellos pueden mencionarse el sacerdote asturiano "Gaspar García Laviana" en Nicaragua, el sacerdote "Aragonés Manuel Pérez Martínez" (conocido como "el cura Pérez"), quien llegó a ser el comandante del Ejército de Liberación (ELN) de Colombia y los sacerdotes "Rafael Yacuzzi" y "Jorge Adur", que integraron "la organización Montoneros en Argentina".

La Teología Feminista de la Liberación.

Diversas corrientes de "Teología Feminista", en especial aquellas que se autodenominan como teologías feministas de la liberación, mantienen una estrecha relación, tanto de crítica como de identificación, con las demás corrientes "Teología de la Liberación". Este proceso se ha producido sobre todo en el marco de la "Asociación Ecuménica de Teólogos/as del Tercer Mundo en América Latina" (ASETT). La "Teología Feminista de la Liberación" pone el acento en la necesidad de redefinir "la opción por el pobre como opción por la mujer pobre".

La "Teología Feminista de la Liberación comienza a tomar entidad como vertiente con identidad propia en 1979 con el Primer Congreso de Mujeres Teólogas realizado en México a fines de 1979, consolidándose en el segundo y tercer congresos, realizados en 1985 en Buenos Aires y 1993 en Río de Janeiro.

La "Teología Feminista" en general y la de la liberación en particular pone énfasis en el carácter colectivo de las obras. Algunas de las mujeres que actúan en la teología feminista de la liberación son "Elsa Támez",  "María Pilar Aquino",  "Ivone Gebara",  "María Clara Bingemer", "Clelia Luro".

La Teología india.

"La Teología India" es una corriente teológica que tiene expresiones  interreligiosas y ecuménicas e instancias organizativas en varias iglesias, que se caracteriza por recuperar el pensamiento y las creencias religiosas milenarias de los  pueblos originarios de América o Abya Yala, perseguidas y reprimidas, para relacionarlas con las teologías y creencias religiosas actuales. Como corriente teológica con identidad propia aparece a comienzos de la década de 1990 muy vinculada con los movimientos de crítica y protesta contra los eventos de celebración del 500º aniversario de la llegada de los europeos a América.

La "Teología India" se relaciona con las pastorales indígenas que tienen varias iglesias y movimientos religiosos. Varios de sus integrantes consideran a la teología india como vertiente más o menos autónoma de la teología de la liberación. Algunos de los principales pensadores y teólogos indios son el sacerdote católico zapoteca "Eleazar López Hernández", el boliviano "Xavier Albó", el chileno "Diego Irarrázaval", el sacerdote católico quechua "Domingo Llanque Chana", entre otros.

Libertatis nuntius.

Además, las advertencias más importantes que el magisterio de la Iglesia, a través de la Congregación para la Doctrina de la Fe, realiza a ciertas ramas de la "Teología de la Liberación", y que constituyen el núcleo duro de la crítica a dichas ramas teológicas, son las siguientes: No se puede tampoco localizar el mal principal y únicamente en las "estructuras" económicas, sociales o políticas malas, como si todos los otros males se derivasen, como de su causa, de estas estructuras, de suerte que la creación de un "Hombre nuevo" dependiera de la instauración de estructuras económicas y sociopolíticas diferentes. Ciertamente hay estructuras inicuas y generadoras de iniquidades, que es preciso tener la valentía de cambiar. Frutos de la acción del hombre, las estructuras, buenas o malas, son consecuencias antes de ser causas. La raíz del mal reside, pues, en las personas libres y responsables, que deben ser convertidas por la gracia de Jesucristo, para vivir y actuar como criaturas nuevas, en el amor al prójimo, la búsqueda eficaz de la justicia, del dominio de sí y del ejercicio de las virtudes.

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