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Historia esoterica y espiritual de chile (página 4)



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Y para muestra basta un botón. Existe un personaje famoso de la Historia de España que era consejero diplomático, estadista, Masón* y militar al servicio del Rey Carlos III y de Carlos IV, del abuelo y del padre de Fernando VII, que profetizó en un documento oficial dirigido al rey Carlos III en 1783,y en una carta a un amigo en 1785, todo lo que pasaría en América del Sur, y en Norteamérica, en una amplia y penetrante mirada de águila, que abarcó mas de 200 años de historia futura. Se trata del Conde de Aranda, Don Pedro Pablo Abarca de Bolea.(† 1798) Acerca de América del Sur dijo: "Me he llenado la cabeza de que la América Meridional (del Sur) se nos irá de las manos, y ya que hubiese de suceder, mejor es un cambio que nada". Nótese que hasta ese momento no aparecía Napoleón Bonaparte en el escenario de Europa. El fue el responsable directo e indirecto de la constitución de las Juntas de Gobierno que se organizaron en España y en todos los países del Sur y de Centro América, al tomar prisionero al Rey Fernando VII en 1808 por 5 años, y por nombrar a José Bonaparte como regente de España.

Aún más notable es lo que dijo este célebre estadista y canciller español respecto de los Estados Unidos de Norteamérica, una nación que él mismo había contribuido a que fuese independiente de Gran Bretaña en 1776, consiguiéndole ayuda militar, económica y diplomática, de parte del Estado Español. Esta república federal nació pigmea, por decirlo así, y ha necesitado del apoyo y fuerza de dos estados tan poderosos como España y Francia para conseguir su independencia. Llegará un día en que crezca y se torne gigante, y aún coloso temible en aquellas regiones. Entonces olvidará los beneficios recibidos de las dos potencias, y sólo pensará en su engrandecimiento. El primer paso de esa potencia será apoderarse de La Florida (que en esa época era de España), a fin de dominar el Golfo de México. Después de molestarnos así en nuestras relaciones con la Nueva España (así se llamaba México con Florida, sur de los Estados Unidos y California), aspirará a la conquista de este vasto imperio, que no podremos defender contra una potencia formidable establecida en el mismo continente y vecina suya." Y así fue. Tal cual, paso a paso, como lo dijo el Conde de Aranda en 1783 y 1785. Y sus palabras proféticas resuenan en el éter aún hoy, en pleno siglo XXI. Los Estados Unidos de Norteamérica se han convertido en un coloso internacional, un imperio militar, económico y cultural, de poder unipolar extraordinario, que va cumpliendo lo dicho por Pedro Pablo Abarca de Bolea, Conde de Aranda, hace más de 220 años atrás, con una extraordinaria clarividencia. Afortunadamente los imperios no son eternos. Son mortales como los hombres. Solo Dios es Inmortal y Eterno.

Pero debe quedar claro al lector que Dios, el Señor de la Historia, habló por boca del Conde de Aranda, en un instante inspirado y luminoso de su vida.*No debe extrañarnos que el Conde de Aranda haya sido Masón, en un época en que España perseguía violentamente a la Masonería, pues el reinado de Carlos III se caracterizó justamente por su tolerancia y amplitud de criterios respecto de corrientes de pensamientos divergentes del Catolicismo oficial del Imperio. En 1780 ya se había creado el Gran Oriente de España. Es decir, a pesar del peligro de la Inquisición ya habían Masones desde 50 años antes de esa fecha en la Península Ibérica.

Pero el Conde de Aranda era el responsable indirecto de la Independencia de Chile por otro motivo, más allá de lo intuitivo o de lo profético. Fue él el que propuso al Rey Carlos III la idea de expulsar a la Orden Jesuita de Chile y de todos los territorios del Imperio español en 1767. Al proponer esta extrema medida al rey y al aceptarla el monarca cometió una especie de suicidio imperial, pues los jesuitas eran la fuerza espiritual más eficiente que podía sostener la confianza del pueblo criollo en el mandatario español.

Era como un puente de lealtad doble, a Roma y al Rey. Al eliminar a la Orden el proceso político de la emancipación americana se aceleraría en vez de retardarse. Así, en este preciso asunto, la filiación masónica del Conde Aranda y sus prejuicios antijesuitas, muy propio de la literatura y de las opiniones masónicas de esos años, le jugó una mala pasada de trascendencia. Esta es la opinión del historiador Francisco Encina, que suscribo ampliamente.

Y desde luego, los Estados Unidos de Norteamérica no influyeron en nuestro país sólo por medio de los Cónsules Poinsett* y de Worthington. No. Desde unos 30 años antes de 1810 ya los marinos norteamericanos que traían mercaderías de contrabando a las costas de Chile, hablaban de las maravillas de la democracia republicana a los que les compraban sus cosas. Contaban cómo se habían independizado de Gran Bretaña y las ventajas que eso había significado para sus vidas. Esas conversaciones y sus ideas iban pasando de boca en boca, de corazón a corazón, haciendo pensar a los criollos cómo sería tener un país independiente y republicano, e incluso federal. Por eso dicen los historiadores que una de las causas de la Independencia de Chile fue el ejemplo de la emancipación norteamericana del yugo inglés. Y así es. Y no solo los marinos traían esas ideas.

Habían norteamericanos viviendo en Chile y casados con chilenas, como fue Enrique Faulkner y otros aventureros, que iban abriendo caminos de deseo de revolución política en la gente de la época.*Hay evidencia documentada de que Poinsett era Masón, como el Conde de Aranda.

Y desde luego, fueron comerciantes y marinos norteamericanos los que decidieron arriesgar sus capitales y barcos, ayudando a financiar y a ejecutar la expedición que quiso organizar don José Miguel Carrera en los Estados Unidos en 1816, para venir a libertar a Chile durante el período de la Reconquista española. Cuatro barcos con armas y municiones bajaron por el Atlántico para crear un nuevo ejército libertador. Desgraciadamente para don José Miguel cuando llegó con sus barcos a Buenos Aires el Ejército de los Andes ya estaba listo en Mendoza y empezaba a moverse hacia Chile para liberarlo del dominio español al mando de San Martín y O"Higgins. Las autoridades argentinas estaban en guerra con España en la frontera con Alto Perú (Bolivia) y requisaron esos embarques de armas para sus propias fuerzas de combate, con la consiguiente indignación de los Hermanos Carrera y sus partidarios.

Otros instrumentos de la Providencia Divina en la gesta de la independencia de Chile fueron los sacerdotes católico-romanos. Ya la expulsión de los Jesuitas en 1767 había debilitado la influencia espiritual monárquica de España tanto en Chile como en el resto de América. Y tal vez por eso mismo, en 1810 ya la cuarta parte del clero chileno era simpatizante y francamente partidario de la independencia. En la famosa asamblea del Cabildo Abierto del Martes 18 de Septiembre de 1810 habían 35 sacerdotes presentes, desde luego no todos amigos de la emancipación. Pero no todos los chilenos saben que el propio Don Mateo de Toro y Zambrano se negaba a ir al Cabildo Abierto aquel 18 de Septiembre.

El Gobernador de Chile fue a dicha asamblea por consejo explícito de su Director Espiritual y Confesor, fray Marcos Vásquez. Mateo de Toro y Zambrano no simpatizaba en absoluto con la idea de una junta de gobierno. Pero el Confesor, doctor en Teología, lo convenció de que tenía el sagrado deber de ir al Cabildo Abierto, en una conversación personal el día 17 de Septiembre de 1810. Desde luego este sacerdote era muy amigo del padre José Ignacio Cienfuegos, el que juró la independencia de Chile delante de O"Higgins, en 1818.

Por eso debe corregirse la idea común de que sólo Fray Camilo Henríquez era el único sacerdote que apoyaba la causa patriota. Hubo varios sacerdotes patriotas en las filas de los Diputados del Primer Congreso Nacional y en todos los Parlamentos chilenos hasta 1850. Famosos en la gestación del Cabildo Abierto de 1810 fueron también los sacerdotes Vicente y Joaquín Larraín y Salas, que junto a Fray Marcos Vásquez y al fogoso sacerdote patriota José Ignacio Cienfuegos, son los verdaderos Padres de la Patria, y deberían ser recordados junto a O"Higgins, a Carrera, y a Camilo Henríquez, con su Aurora de Chile.

He aquí las fuerzas espirituales encarnadas de la Independencia de nuestro país. Los instrumentos de la Providencia de Dios para Chile en ese momento de su historia. Esos hombres de Espíritu fueron los que dieron el sentido y la fuerza interior a la gesta libertadora de Chile. Vaya hacia ellos la vibración sutil de nuestros pensamientos de gratitud y sea aumentado su gozo en la Eternidad.

Profundicemos ahora el tema de la consagración del Ejército de Chile a la Virgen del Carmen, que derivó después en la consagración del País entero. Mucha gente es la que piensa que dicha consagración surgió solamente de la urgencia de ganar la batalla de Maipú, el 5 de Abril de 1818. La verdad histórica es que ya el 5 de Diciembre de 1811 don José Miguel Carrera Verdugo consideraba importante la consagración del Ejército a María, sin importar la advocación.(Carta de Carrera y O"Higgins al Vicario Capitular de Santiago dice:"La Santísima Virgen que se celebra es la Protectora de la Patria y a Ella se dirigen nuestros Himnos." Sin embargo, como cosa específica que tuvo un largo proceso de gestación, diré que la Consagración Formal del Ejército Chileno a la Virgen del Carmen viene desde el 5 de Enero de 1817, en Mendoza.

En aquel día, víspera de la partida del Ejército Libertador de los Andes hacia la cordillera para venir a sacar a los españoles del poder, los dos Generales, don José de San Martín y don Bernardo O"Higgins, hicieron procesión y formaron a todas las tropas en la plaza de Mendoza. Eran unos 5000 hombres, que dicho sea de paso, rezaban el rosario en las tardes junto a sus oficiales y a los sacerdotes. Y delante de toda la gente y la tropa formada, hicieron traer en andas a la Imagen de María del Carmelo desde la Iglesia de San Francisco, y luego pusieron sus respectivos bastones de mando a los pies de la Virgen, jurando servirla como reina en la guerra y en la paz, promoviendo en la patria liberada por su graciosa intercesión, los valores de la Verdad, la Justicia, la Libertad, el Orden Público, el Progreso y los Derechos de la Fe Cristiana y de la Iglesia. En una palabra, procurando que en la patria naciente fuese respetada la Ley de Dios y el Bien Común, cristianamente entendido. Las tropas formadas juraron lo mismo que sus jefes un momento después. También fue bendecida la Bandera de la Transición, azul, blanca y roja, en franjas horizontales. Al día siguiente partieron hacia el Poniente buscando los Pasos Cordilleranos que usarían por el Norte, el Sur y el Centro de Chile. El grupo mayor, de unos 4000 hombres, pasaría la cordillera a la altura de San Felipe, para llegar a Santiago por el Norte.

Una vez llegado a territorio Chileno, el Ejército Libertador de los Andes, después de dos semanas de viaje y habiendo descansado algunos días, el 31 de Enero de 1817, vuelve a consagrarse a la protección de María del Carmelo, para poder triunfar en la gran tarea de salvar a Chile del tirano español, en el pueblito de Rinconada de Silva, un poco al norte de San Felipe. Dos días después las tropas avanzaron hacia la Cuesta de Chacabuco, Y al atardecer del 11 Febrero de 1817, en la víspera de la Batalla de Chacabuco, vuelven a consagrarse a la Virgen del Carmen, con Bernardo O"Higgins a la cabeza de ese acto religioso. Y EN DICHA CEREMONIA O"HIGGINS PROCLAMA A NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN COMO PATRONA Y GENERALA DE LAS ARMAS DE CHILE. Y el 12 de Febrero ganaron la batalla contra las fuerzas españolas, y entraron en Santiago en medio de la aclamación popular. Comenzaba la Patria Nueva.

El 14 de Marzo de 1818 el Director Supremo, Don Bernardo O"Higgins, y todas las autoridades civiles, religiosas y militares, se reunieron frente a la Imagen de María del Carmelo en Santiago y juraron construir un templo de Homenaje a Ella y a la Gloria de Dios en el mismo lugar donde se produjese la batalla final que sellara definitivamente la Independencia y la libertad de Chile. Como esa batalla final fue la de Maipo, el 5 de Abril de 1818, en los llanos del sur de Santiago, Don Bernardo O"Higgins Riquelme, el 7 de Mayo de 1818 dio orden de hacer una colecta nacional para construir el templo de Maipú, justo donde se produjo el triunfo patriota. Pero los dineros no fueron suficientes y el proyecto se fue postergando año a año, hasta 1892.

Pero el templo construido en la última década del siglo XIX era demasiado pequeño para la grandeza del amor y la gratitud del alma nacional por María del Carmelo. Por lo tanto, a mediados del siglo XX fue reemplazado por uno más grandioso, el actual Templo Votivo de Maipú. Se llama Votivo por el Voto o Promesa de O"Higgins y los demás Padres de la Patria, a María del Carmen por habernos dado la Independencia Nacional, de construir el Templo a Dios y a Ella, en el lugar de la victoria final.

Otras consagraciones nacionales a María del Carmelo fueron efectuadas en pleno siglo XX, en 1922, en 1926, y en 1987, con la visita del Papa Juan Pablo II a Chile. En 1910, Monseñor Ramón Ángel Jara Ruz, el Autor de la Gran Oración Por Chile a la Virgen del Carmen, visitó Israel, y compró algunos metros cuadrados de la planicie cercana a la subida del Monte Carmelo a nombre del Gobierno y la Iglesia Chilena, puso una estatua de Santa María del Carmen sobre una columna y la Bandera tricolor en ese sitio sagrado, donde el Profeta Elías hizo el milagro de hacer bajar tres veces el fuego del cielo.

El autor de este libro posee fotografías en colores de esas estatua junto al monte Carmelo.(léase el Diario El Mercurio de Santiago del Domingo 5 de Diciembre de 1993, respecto de este pedazo de tierra al pie del Carmelo, con las fotografías respectivas) De esta manera Chile es dueño de un trozo de Tierra Santa, a los pies del Monte Carmelo, que actualmente está enteramente cubierto de templos de todas las religiones de la tierra de Occidente y del Medio Oriente. Ese pedazo de la Tierra Prometida es un símbolo de la porción de Cielo o de Patria Celestial que espera a los devotos patriotas que cumplan su misión según el Plan de Dios, y que caminen por la vida bajo la influencia espiritual, el aura o el Manto de María.

Ahora bien, el hombre contemporáneo bien puede preguntarse de que le sirven a él, o a su familia, o a su país tener algún tipo de consagración o de protección de las Potencias Invisibles. Pues sirven, y mucho, tal y como sirven los ideales y los uniformes en la vida de la sociedad.

Son un medio de formación moral de valores, ayudando a reducir el efecto del pecado en la mente humana, tan débil y tan receptiva a las malas influencias. Sirven para aumentar el sentido de Pertenencia, y por tanto ayudan a reducir el sentido de enajenación espiritual y social en que vive el hombre y la mujer promedios de nuestro tiempo.

Las consagraciones también ayudan a crear un escudo psíquico de protección contra entidades invisibles, defendiendo a la persona y al grupo contra ataques psíquicos y / o mágicos hostiles de todo tipo. (Tanto dentro del Tiempo como en la Eternidad y a la hora de la muerte). Y da a las personas y a los países un sentido para la vida, una razón superior para la existencia, una conciencia de misión que orienta o que ilumina su camino.

Como ejemplo exterior a la Historia de Chile recordemos el enorme efecto moral y espiritual que produjo en Europa el Ideal Caballeresco, con sus vigilias de oración nocturna, ayunos, nobleza de conducta, protección de los débiles, investidura y recepción de armas que sólo deben servir a la justicia y a causas nobles, el servicio a una Dama – visible o Invisible – hasta la inmolación de la propia vida, la búsqueda del Santo Grial, la fraternidad, la lealtad a Dios y a los jefes, la fidelidad de los caballeros a la ley de Cristo, etc.

Otro ejemplo son los Boy Scout, los Bomberos, La Defensa Civil, las Escuelas de Kárate, Judo, Jui Jitsu, Kung Fu, Ninjas, el Código Samurai, la Masonería, los Rotarios, los Leones, la Cruz Roja, Green Peace, las Iglesias, etc. Todos esos modos de vida marcados por un ideal de servicio y signados por un uniforme que los representa, ayudan poderosamente a la evolución espiritual de la humanidad, y junto con los ejércitos consagrados a María o a otro poder espiritual luminoso, son la reserva moral de los países y de la humanidad toda.

Son las fuerzas que viven según el lema latino y masónico: Ordo ab Caos, es decir, ponen Orden al Caos, hacen del mundo social inmoral, pecaminoso, ignorante y oscuro en que vivimos, un cosmos, un lugar hermoso y digno para vivir medianamente bien.

Esos consagrados bien organizados y dirigidos, son los Instrumentos de la Providencia Divina, son los Agentes del Plan Divino en la tierra, son los que hacen la vida más amable o menos dura de lo que es. Son fuerzas espirituales civilizadoras. Son la reserva de heroísmo que ayuda a la salvación de la humanidad.

Ellos encarnan las fuerzas espirituales que luchan contra la mediocridad, el egoísmo, la ambición, el prejuicio y la ignorancia. Y se computa como un servicio a Dios y a las Fuerzas del Bien, cualquier ayuda que se les brinda, tanto en lo material como en lo espiritual. Y se computa como un servicio al Poder de las Tinieblas y al Anticristo, cualquier daño que se les inflija, tanto a las personas como a las instituciones.

La Espada del Libertador Don Bernardo O"Higgins, estaba consagrada a un elevado ideal, igual que las espadas de los Samuráis. El lema grabado en la hoja de acero dice: "Nunca me saques sin Razón, nunca me guardes sin Honor". Esa espada, nunca deshonrada, y representando el Espíritu de O"Higgins, ha pasado de mano en mano, en una cadena ininterrumpida de casi 160 años, en el poder de todos los Comandantes en Jefe del Ejército de Chile. Y continuará hacia el futuro, mientras exista Chile como nación, y mientras exista el Ejército como Custodio del Alma Nacional.

Contrariamente a lo que piensan muchos humanistas y pacifistas ingenuos, los Ejércitos son Escuelas Espirituales Formadoras de Hombres y de Mujeres con Altos y Luminosos Ideales. Son la expresión terrestre, humana, y desde luego, pálida e imperfecta, de los Ejércitos invisibles y luminosos de Espíritus Superiores, que dirigidos por el General Supremo del Universo, trabajan por la salvación del alma de la humanidad, en contra de los demonios o de las fuerzas de la Oscuridad o de la Ignorancia.

Por eso en la Biblia se habla cientos de veces de Yahvé Tsabaot, el Señor de los Ejércitos. Y así lo nombra la liturgia católica hasta el Concilio Vaticano II. En la moderna liturgia el Dios o el Señor de los Ejércitos ha sido reemplazado por el concepto de Señor del Universo. Pues todos los seres del universo deben obedecer a Dios como a su superior jerárquico, y si no se someten a la Ley Divina, son simplemente, destruidos.

Y si a algún lector le parecen raros estos planteamientos, a causa de su particular comprensión del Cristianismo, le recomiendo leer el Apocalipsis. Allí, en uno de sus capítulos finales, verá a Cristo montado en un caballo blanco, al mando de un inmenso ejército de espíritus de luz, también montados en blancos jamelgos, que vienen a la tierra a combatir al maligno y al pecado.

Lea también los textos Esenios de la Biblioteca de Qumran. Allí encontrará un interesante libro que se denomina El Libro de la Guerra de los Hijos de la Luz contra los Hijos de las Tinieblas. Y lea también la Constitución Pastoral Gaudium et Spés, de los Padres del Concilio Vaticano II, en sus artículos 13 y 37. Allí encontrará una interpretación de la Historia del Hombre como una dramática lucha entre las Fuerzas de la Luz y las Fuerzas de la Oscuridad, que existe desde hace miles de años y que durará hasta el fin de los tiempos.

Falta que le hacen estas consagraciones a los jóvenes chilenos actuales, tan proclives a la falta de respeto en las aulas de los liceos y de las universidades. Tan buenos para criticar y para destruir los bienes comunitarios cuando salen a protestar por alguna cosa. Sólo les importan sus reclamos y el bien común nacional, logrado con tanto esfuerzo por sus mayores, no les importa. Hay que edificar el Bien sobre el Bien de los antepasados, sin destruir sus logros espirituales y materiales anteriores.

Bibliografía consultada acerca de la Independencia Nacional.

Archivos de Documentos de la Biblioteca Nacional, de 1810 a 1818.

Diccionario Histórico de Chile. Varios Autores. Ya mencionado en Capítulos Anteriores. Diversos Manuales de Liturgia y Misales Romanos anteriores al Concilio Vaticano II. Documentos Completos del Concilio Vaticano II. Ediciones Paulinas. 1991.

Historia de la Iglesia en Chile. Del Padre Fidel Araneda Bravo. Edición 1985. Historia de Chile. Don Francisco Encina, Obra Completa, no resumida.

Historia de la Masonería en Hispanoamérica. De Ramón Martínez Zaldúa. La Biblia, en diversas versiones.

Los Rollos de Qumran. Pedro Gringoire . Edamex 1995.

Pensamiento de O"Higgins. Adela Carrasco Morel. Editorial Nacional Gabriela Mistral, 1974.

CAPITULO CUARTO

Alma y pensamiento del libertador Don Bernardo O"higgins Riquelme

(Con una introducción acerca de la Presencia de la Francmasonería en la Historia de Chile) Durante el Gobierno de O"Higgins, entre 1817 y 1823, muchos chilenos piadosos pensaron que don Bernardo era un impío, un descreído y un antirreligioso. Pensaron así porque el Director Supremo tuvo muchos choques con la jerarquía eclesiástica, al punto de mandar al propio obispo de Santiago al destierro a la Argentina, por ser un cura realista, y por lo tanto, contrario a la causa patriota y a la independencia. Lamentablemente el clero de la época era mayoritariamente realista, y no podía mirar con buenos ojos o con simpatía a ese advenedizo, guacho, y autoritario Capitán General del Ejército Patriota, que ahora mandaba en el país.

La supuesta impiedad del Libertador le acarreó la antipatía de la comunidad civil ultra- católica, y fue otra de las causas de la pérdida de apoyo del Director Supremo en el ambiente de la aristocracia tradicional, y su posterior caída del poder, el 28 de Enero de 1823.

Pero O"Higgins distaba muchísimo de ser un descreído, un ateo, o de ser un antirreligioso. Era un hombre eminentemente piadoso, es decir, devocional. Era fervoroso en sus oraciones, y en el 90 % de sus cartas personales muestran a un firme y esclarecido creyente en Dios, en Cristo, en María, y en la Providencia Divina. Pero su cultura inglesa, la influencia de su Maestro Francisco de Miranda, le hacía mirar con respeto a los hombres de otras creencias religiosas. Su anticlericalismo era algo puramente circunstancial, pero en una época de catolicismo rígido y ardiente, fue mal interpretado e incomprendido, en sus pensamientos y actitudes religiosas.

Para evitar malos entendidos en la comprensión de todo este libro, y en beneficio de mis lectores debo decir que Religión no es sinónimo de Catolicismo. Por lo tanto, es señal de un prejuicio o de incultura decir que el Protestantismo o el Evangelismo No es Religión, porque busca un encuentro personal con Cristo. Y que en cambio el Catolicismo si es religión, porque aparece exteriormente como más estructurado, o más formal, o más ceremonial, que el actuar de sus hermanos luteranos, o bautistas, o Pentecostales. Eso es un error conceptual, o una señal de ignorancia. El Cristianismo, en cualquiera de sus formas, es una religión. O varias religiones emparentadas, como ramas de un tronco común, si se quiere pensar así.

El Islamismo es otra religión, el Judaísmo es otra, el Hinduismo es otra religión, y desde luego mucho más diversificada y compleja que el Cristianismo. Estar en contra de la Iglesia, o de algunas Iglesias, o en contra del clero, etc. no significa ser un descreído, o un impío, o ser antirreligioso. No. Religión es una palabra de origen Latino, que significa re-ligare, volver a ligar o volver a unir lo que estaba separado. Es decir, es religioso todo acto, sentimiento o pensamiento humano que tiende a religar al hombre con Su Creador, con su Dios.

Ya el Profeta Isaías, 700 años antes de Cristo, decía que el pecado había hecho una profunda separación entre El Señor y su pueblo.(Isaías 59,2). Y desde luego, también es religioso todo acto que tiende a religar al hombre con su prójimo, o al hombre con la Naturaleza, o consigo mismo. Por eso mismo, haciendo una especie de sociología de la religión, la lucha de clases, las guerras civiles, el odio, etc, son antirreligiosos. Y es religioso el esfuerzo de armonizar o de unir a las clases sociales, restañar las heridas de una guerra civil, vencer el odio con el amor, etc.

Es bueno que los Chilenos del siglo XXI se familiaricen con el pensamiento religioso y filosófico de O"Higgins, del mismo modo en que se han familiarizado con sus frases clásicas de guerrero, o sus slogans patrióticos y electrizantes para sus subordinados. Todo este capítulo será para profundizar ese aspecto, popularmente casi desconocido del Padre de la Patria. Y desde luego el amor profundo y ardiente de O"Higgins por su tierra y por su gente, o el amor a la Patria, también tiene un valor religioso, como lo afirma la propia Iglesia Católica, y la misma Biblia, y el propio Juan Pablo II en su último libro Memoria e Identidad, publicado en el año 2004.

Además es muy bueno conocer el pensamiento Masónico del Padre de la Patria, pues a lo menos doce Presidentes de Chile han sido Masones confesos, y algunos otros lo han sido secretamente, a causa del prejuicio Católico en contra de la Masonería. Las Encíclicas antimasónicas de diversos Pontífices y muchas publicaciones panfletarias de individuos afiliados a la Masonería, y adversos a la Jerarquía Eclesiástica, han echado mucha leña al fuego del fanatismo y de la incomprensión, entre estas dos poderosas corrientes de la Espiritualidad Occidental. Me propongo con este libro sacar y apagar algunos tizones de esa fogata enorme, que imprudentemente encendieron nuestros antepasados, y que aún no se apaga.

Afortunadamente para nosotros tenemos un enorme epistolario de Bernardo O"Higgins y de sus amigos, lo que nos permite conocer plenamente el Pensamiento y el Alma del Libertador. Pero desgraciadamente son pocos los Chilenos que conocen cómo era O"Higgins en su interioridad. Pasa lo mismo con los hijos de hoy y con sus padres. El hijo tiene una imagen física y psicológica de su padre basada en exterioridades, en apariencias, y muchas veces, dolido por la actitud autoritaria del padre, no se molesta en comprender el corazón del padre, el que muchas veces tuvo que ser duro y seco, para sanar el alma del hijo del poder del pecado o del mal, o para salvarlo de algún peligro que no era visible para el hijo, pero que el ojo amoroso y providente del padre si percibía.

Los hijos se quejan de la incomprensión de los padres, pero el problema es doble, los padres tampoco sienten la comprensión de los hijos. Y el sentido de responsabilidad y la experiencia de los padres no permite la tolerancia ni la aceptación de las conductas negativas o de las ideas del hijo, pues son para su mal mediato o inmediato. He allí la causa del distanciamiento general de padres e hijos, y es también la causa del distanciamiento de los pueblos y sus buenos gobernantes. Eso pasó con O"Higgins, con Balmaceda, con Ibáñez, y otros más.

Es el concepto personal del Bien el que aparta a las personas unas de otras, y de las instituciones, y a los alumnos de sus profesores, y a los ciudadanos de sus gobernantes, y a la Iglesia de sus ovejas descarriadas. Unir a los hombres es siempre más difícil que desunirlos. Construir es siempre más difícil que destruir. Negar es más fácil que reconocer.

Todo esto afectó dolorosamente a O"Higgins mucho más de lo que se piensa. No nos olvidemos que el Padre de la Patria murió de un infarto al corazón, al cuarto o quinto de los que tuvo en los últimos meses de vida. Infartos sucesivos que le impidieron retornar al país que tanto amaba, y aún teniendo los pasajes comprados para venirse, y aún con el visto bueno del Gobierno de don Manuel Bulnes, su amigo.

La medicina psicosomática sabe que los infartos al corazón no son solo efecto de una alimentación rica en grasa, que tapa las arterias coronarias. Las decepciones reiteradas y los golpes emocionales, la tristeza profunda, también dañan el corazón. Sus restos mortales llegaron a Santiago el 12 de Enero de 1869, y fueron sepultados con Honores militares en el Cementerio General de Santiago, hasta que un año después del Bicentenario de su nacimiento fueron trasladados al Mausoleo grandioso que ahora ocupa junto a la Llama de la Libertad, frente al Palacio de la Moneda, por iniciativa del Gobierno de don Augusto Pinochet Ugarte.(Fue el 20 de Agosto de 1979).

Veamos ahora lo que el Padre de la Patria pensaba acerca de la Independencia y la libertad de Chile en relación con la Providencia Divina: "Si al Gran Regulador de acontecimientos humanos somos verdaderamente deudores de nuestras portentosas libertades, ¿Quién es el que piensa acerca de tan grandes victorias ganadas a los enemigos de nuestra independencia, que no admite la evidencia que esos triunfos DEBEN considerarse como portentos Decretados por Una Sabia y Buena Providencia para el alivio de multitudes de la oprimida humanidad". (Carta de O"Higgins a Mariano Ramón de Aris, el 27 de Marzo de 1833.) Es decir, el Libertador no era un mero Deista, como muchos intelectuales de hoy y de ayer. Era un Teista. Creía en Dios como Señor de la Historia, como Regulador de los Destinos humanos, que utiliza diversos instrumentos, conscientes o inconcientes, para el logro de sus Planes o de sus Fines. Los Deistas creen que Dios es un ser trascendente e indiferente a las vicisitudes de la humanidad y de las naciones. Y que ha dejado a los hombres el manejar su vida como deseen, en libertad absoluta, como dueños de su destino.

Veamos ahora lo que O"Higgins pensaba sobre la Madre de Cristo y el destino de Chile: "El Estado de Chile es deudor de la protección de la Madre de Dios, bajo la advocación del Carmen, de la Victoria de Maipo. Ella lo salvó del mayor peligro que jamás se vió."(Decreto del 18 de Noviembre de 1819, para abrir una suscripción ciudadana de dineros para cumplir con el Voto o Promesa de los Padres de la Patria y de él mismo, de construir un templo en el lugar mismo donde fuese otorgada la victoria final contra los realistas.

El Padre de la Patria creía que él no había nacido por pura casualidad en tierra chilena. Y en esa época en particular. Tenía un sentido de misión y de predestinación personal como libertador de Chile, que venía de Dios mismo. Es lo que los religiosos denominan Vocación. Así lo decía a su amigo José Joaquín de Mora, en carta del 8 de julio de 1834: "Si un charlatán aristócrata se ha repletado al decir en un cierto periódico, que mi nacimiento fue obra de la casualidad, sin duda para dedicar a esa oscura deidad las Glorias de Chile, yo puedo asegurar que desde que tuve el uso de mi razón mi alma conocía otra filosofía más engrandecida, que representaba mi nacimiento no para mi mismo, sino que, mi Soberano Creador, en su Voluntad, para la gran familia del género humano y para la libertad de Chile, mi tierra natal. Ella me prevenía como un crimen dañar a alguno de mis hermanos, y me ordenaba abstenerme de injurias y de violencias, debiendo en su lugar ILUMINARLO, AMONESTARLO Y MEJORARLO SI FUERE POSIBLE, siendo, pues, este conocimiento el que ha gobernado mi conducta y a mis ciudadanos." Obsérvese que O"Higgins llama a Dios como su Soberano Creador, en esta carta. Eso significa que él consideraba al Señor como su Rey, su Dueño, y él mismo como un súbdito y servidor del Supremo Hacedor. Además, obsérvese que O"Higgins siente la ley moral en si mismo, ley eterna que le ordena hacer el bien y no el mal.

El tema de la Divina Providencia es reiterativo en muchas de las cartas y en el Pensamiento Habitual del Libertador. Como ejemplo: Poco antes de la Batalla de Chacabuco, el 28 de Enero de 1817, cuando ya el Ejército Libertador ya ha atravesado la cordillera de los Andes, dirige una carta a don Juan Florencio Terrada, en estos términos: "… No obstante, si la Divina Providencia fuese servida coronar al Ejército Libertador con la Victoria,… ". Y quince días después, la batalla fue ganada para Chile. En una carta a don Juan Mackenna, el 5 de Enero de 1811, dice: " La Providencia me ha dado una constitución vigorosa, jamás dañada por los excesos ni por las enfermedades, salvo tan solo el ataque de fiebre amarilla que tuve en Sanlúcar en el año 1801, de cuyos efectos estoy ahora, a Dios gracias, completamente restablecido…. Un gran principio moral que me enseñaron desde mis primeros años. Esto es, que debemos poner el amor patrio inmediatamente después del amor a Nuestro Creador." Cuando Chile ya va saliendo de la anarquía por el triunfo de las fuerzas del General José Joaquín Prieto y del Coronel Diego Portales, escribe desde el Perú a don Joaquín Echeverría, el 15 de Octubre de 1830: "Aseguro a Ud. mi querido amigo, que esta tranquilidad también ha sido interrumpida y acibarada por lo que se me dijo de su falta de salud y por los temores de que se agravase en la lamentable dislocación política que ha sufrido nuestra amada patria, que gracias a la Providencia, parece presentar alguna vislumbre de cesación de hostilidades. Ella derrame sus bendiciones sobre un país que habiendo progresivamente marchado a la vanguardia… "(se refiere Chile, y a su atraso por el período de ocho años de anarquía. Y confía en que saldrá adelante.) Efectivamente, la intuición del Plan Divino y la confianza del Libertador en la Divina Providencia no quedaron frustradas, el régimen Portaliano se afirmó por más de 30 años a partir de ese momento, y su influencia de orden y progreso llegó hasta el año 1891, quebrándose bruscamente con la Revolución de Congreso contra Balmaceda.

En una carta a don Juan Martínez de Rozas, el 1 de Enero de 1813, O"Higgins, hablando de los conatos de rebelión de algunos, que pueden poner en peligro la Independencia de Chile, dice: "… si la Divina Providencia, que tiene decretada nuestra libertad, no les hubiera cortado de algún modo el hilo de sus depravadas intenciones…" Deliberadamente pongo las fechas de las cartas con años muy diversos, para demostrar que la fe del Padre de la Patria en los Divinos Decretos a favor de Chile son algo permanente, desde su juventud, y no un producto del envejecimiento, o de la maduración del espíritu al acercarse a la muerte.

Como Teista el Padre de la Patria era bueno para orar. En una carta a don Andrés de Santa Cruz, del 10 de Noviembre de 1838, formula una plegaria personal: "El cielo lo conceda, mientras ruego humildemente al Todopoderoso inflame sus corazones y dirija sus juicios sanos y benéficos para aceptar mi proposición y, por tanto, intitularme las bendiciones que Dios promete a los pacíficos que procuran la paz entre los hombres". Los Deistas no hacen oraciones pues consideran que Dios no tiene ni el interés ni la capacidad de intervenir en la vida humana. Es un creer sin funcionalidad alguna.

Y desde luego como Teista O"Higgins era un agradecido de Dios, que lo había sacado de tantos peligros en las muchas batallas en que participó, rodeado de balas, lanzas y sables, con daños mínimos. Y de muchos conflictos y problemas de la vida personal y política. Y así lo dice por escrito, hablando de su vida entera como de una jornada tremenda, al general José María de la Cruz, el 5 de Abril de 1840 (recordando el día de la Batalla de Maipú):"Es imposible que usted y yo olvidemos jamás este día, que ha transcurrido por veintidós años, ni dejemos de estar reconocidos al Gran Disponedor de los Acontecimientos, no solamente por habernos librado de los riesgos de esta jornada tremenda, sino también por habernos favorecido por tantos años, y conferido sobre nosotros la primera de las bendiciones sobre la Tierra, la buena salud. Por mi parte estoy penetrado de la más profunda gratitud al Todopoderoso por la extraordinaria protección que tantas veces he experimentado, rodeado de los mayores peligros, desde el día en que fui atacado en España del Vómito Negro, hasta el presente, en que he corrido un espacio de más de treinta y seis años. Y créame usted, mi querido amigo, que mientras viva haré todo lo que esté a mis alcances para manifestar mi gratitud por tan desmerecida bondad y merced". Por todos los textos anotados debe estar claro para el lector que don Bernardo O"Higgins no era impío ni descreído. No era un ateo ni un agnóstico. Por tanto, los prejuiciados e ignorantes aristócratas chilenos, que no veían en él un alma religiosamente motivada, estaban profundamente equivocados. Y su condición de Masón no le impidió crecer espiritualmente en la gracia de Dios, pues en las Constituciones de Anderson, que rigen la vida masónica desde 1717 y 1723, establecen que un masón no puede ser un hombre antirreligioso, un impio o un ateo. Lo cual no impide que, ocasionalmente, un masón sea anticlerical, sobre todo en una época en que la iglesia como jerarquía, tenía demasiado poder, ya que el Estado y la Iglesia estaban unidos, y los monarcas, y todos los gobernantes cristianos, aunque fuesen elegidos por sus conciudadanos, basados en doctrinas bíblicas, se sentían como representantes de Dios en el seno de cada sociedad.

O"Higgins, como creyente, conocía la Biblia y tenía noción de la vida eterna en un dimensión superior del espíritu. Así lo dice en una carta a una pariente que ha perdido a su marido, doña Mercedes Velasco de Rodríguez, el 25 de Octubre de 1841, a un año justo de su propia muerte, que acaecería el 24 de Octubre de 1842: "…. Caritativo y desprendido, tuvo el carácter de los llamados al goce de la Patria celestial. Dios es el que en la dilatada mansión de los siglos ha marcado el término de nuestra vida, de cuyo punto no haya de pasar. El es justo en sus decretos, eterno, misericordioso en sus disposiciones, lo ordena todo con acierto y con la mayor equidad. No hay, pues, ni el más pequeño lugar de duda sobre tan interesante punto del elevado lugar a que ha entrado. Y que grande y que abundante consuelo que los cristianos debemos colegir al meditar lo que dijo nuestro Señor Jesucristo a sus discípulos, cuando estaban afligidos al respecto de su partida y separación de ellos: "Si me amaseis- les dice- os gozaríais ciertamente porque os he dicho que voy al Padre". Del mismo modo, nosotros los cristianos, cuando vemos partir de esta vida nuestros deudos, o nuestros amigos y lo más querido, debe consolarnos el pensar que ellos van a ser más felices que lo que podrían serlo entre nosotros. Si, mi respetable señora; su virtuoso esposo está ahora gozándose con Aquel a quien amó su alma: el se ha reunido a la sociedad celestial del justo, hecho perfecto, y recibido de Aquel Adorable Redentor en quién confió, la corona de gloria que ha prometido a todos los que le aman y le sirven….". ¿Acaso intuía su propia muerte en esa carta a su tía. Tal vez sí. El Libertador, en sus últimos años de vida se hizo miembro de la Orden Tercera de San Francisco, los que siendo laicos, a la hora de la muerte tienen el derecho de usar como mortaja el Hábito o Sayal de San Francisco, para que sus almas, al desprenderse de sus cuerpos, estén envueltos en el aura y las oraciones salvíficas que San Francisco hace por sus discípulos en la Eternidad, desde el cielo. Se muere protegido por el Santo.

Por eso, el 24 de Octubre de 1842, el Libertador, en su lecho de aflicción y de muerte, pide a sus familiares que le pongan el Hábito y el Cordón de la Orden Franciscana, y su voluntad se cumple de inmediato. Un sacerdote y un médico le asisten a la hora final. Se celebra misa en su dormitorio. A las doce treinta horas su alma inmortal se retiró de su cuerpo enfermo, pero un segundo antes de ascender hacia la Mansión de los Escogidos, o de entrar al Oriente Eterno, a la Logia Celestial, como dicen los Masones, abre los ojos y los labios por última vez, para abarcar con su pensamiento y su voz, a la patria lejana e ingrata, diciendo:"¡Magallanes!". Tal vez a las generaciones actuales de Chilenos esa última palabra que sale de la boca del Padre de la Patria no les diga nada. Es porque no saben que en dicha época el territorio de Chile llegaba desde el río Loa, por el norte, hasta el Archipiélago de Chiloé por el Sur. Las autoridades de nuestra nación no se interesaban en el Estrecho de Magallanes ni en las tierras adyacentes, aunque al comienzo de la Conquista a los Españoles les interesaban dichos territorios. Pero O"Higgins sabía que las potencias europeas, Inglaterra y Francia, si tenían interés en esas lejanas areas del mundo. Afortunadamente, el General don Manuel Bulnes, amigo de nuestro Héroe, había recibido cartas del Patriarca exiliado, en que le sugería tomar posesión de esos territorios.

Providencialmente, el Presidente Bulnes hizo caso de las palabras del Libertador. Mandó al Intendente de Chiloé, don Domingo Espiñeira, que hiciera contruir la goleta Ancud, con la cual, y con 22 chilotes, entre ellos 8 soldados, una mujer y 11 pescadores, carpinteros, agricultores y dos cañones, tomó posesión del Estrecho de Magallanes y fundó el Fuerte Bulnes, a nombre el Gobierno de Chile, el 21 de Septiembre de 1843, a los 11 meses de la muerte de O"Higgins. Y al día siguiente de ser izada la bandera de Chile en su asta, llegó al Estrecho de Magallanes un navío francés, el Phaetón, con marinos que traían órdenes explícitas de tomarse el Estrecho para Francia. De inmediato, el pequeño grupo de patriotas se hizo presente en el lugar, e hicieron que el capitán francés arriara la bandera de su país, pues Chile era el dueño de esas tierras y de ese brazo de mar. Así fue como el Patriarca de Nuestra Nacionalidad pudo descansar tranquilo en su sepulcro. La última orden dada al borde de la tumba había sido obedecida por sus hijos, justo un día antes de que un pedazo de la tierra que él tanto amaba, cayera en manos de una potencia extranjera.

¿Casualidad o designio divino De este modo misterioso se cumple con lo prometido en la solemne Declaración de la Independencia del 12 de Febrero de 1818. En 1849, tras seis años de penurias, los colonos del Fuerte Bulnes se trasladaron a un lugar más benigno desde el punto de vista climático, y se fundó la ciudad de Punta Arenas. Gradualmente los países del mundo se fueron enterando que esas tierras eran de Chile y no de otra nación. El uso del Estrecho y la instalación de la navegación a vapor para los viajeros, en reemplazo del Cabo de Hornos, acortó notablemente los tiempos de navegación de los navíos de la época. Era una real ventaja, para nuestro país y para la navegación a vela y a vapor por esas lejanas latitudes, el tener un puerto seguro en el centro del Estrecho de Magallanes. Esa pequeña colonia, que por algunos años fue un presidio de criminales peligrosos, se transformó gradualmente, desde finales del siglo XIX, en una próspera ciudad, que hoy tiene más de 140.000 habitantes.

La futura prosperidad de Punta Arenas, que eclosionaría durante el siglo XX, fue anunciada proféticamente por un sueño supraconsciente desde Italia por nada más y nada menos que por San Juan Bosco, cuando ese villorrio chileno tenía apenas unos 5000 habitantes, el 30 de Agosto de 1883. Ese santo sacerdote, patrono de la juventud, clarividente, taumaturgo y profeta, de fama internacional como iluminado de Dios, soñó que viajaba a América del Sur, empezando por el Puerto de Cartagena de Indias, en Colombia, luego tomaba un tren, bajando por la costa occidental de América del Sur, pasando por Ecuador, Perú, el norte y centro de Chile, Iquique, Valparaíso, Concepción, Puerto Montt, y terminando en Punta Arenas.

Allí terminaba la línea férrea, y al bajarse del tren observó que esa ciudad que apenas figuraba en los mapas, era una gran ciudad, llena de industrias, escuelas, universidades, iglesias, cientos de miles de habitantes, pujante en actividades múltiples. Todo lo cual no existía en el plano físico. Pero si existía en la Mente de Dios. Este sueño profético, y varios otros relacionados con Chile, le sugirieron que sus discípulos, los padres Salesianos, debían comenzar la evangelización en la Patagonia Chilena y Argentina, y tierra del Fuego, y tener como una fuerte base de actividad apostólica, la ciudad de Punta Arenas. Y así lo hizo. Hasta su muerte, el 31 de Enero de 1888, impulsó con gran entusiasmo el envío de misiones de las Hijas de María Auxiliadora, sus discípulas, y de la Orden Salesiana, sus hijos espirituales, pues consideraba que era Voluntad de Dios llevar la Luz de Cristo a esas lejanas regiones.

Y todo por un sueño divino, sueño unificado con la voluntad póstuma de don Bernardo O"Higgins, de colonizar Magallanes. Por eso puede afirmarse, sin lugar a dudas, que el alma de O"Higgins y la de San Juan Bosco, se dieron un gran abrazo fraterno en la eternidad. Y como ambos eran grandes devotos de María, ese abrazo místico se efectuó bajo la mirada atenta de la Madre de Cristo. Dios trabaja en nuestra historia de un modo misterioso pero eficaz. Pero hay que tener un ojo especial para ver la mano de Dios en la historia de los Pueblos.

No en vano la visión de San Juan Bosco y el amor de O"Higgins por las tierras magallánicas estaban hermanadas a los ojos de la Providencia Divina, pues en 1940, diversos estudios geoquímicos indicaron que el único lugar de Chile donde había Petróleo en el subsuelo era en el Estrecho de Magallanes y en sus regiones adyacentes. Y en 1945 comenzó a explotarse sistemáticamente el oro negro, y así reducir en algo las compras de Petróleo y gas natural a otros países. Y, ya a mediados del siglo XX, los gobiernos chilenos se dieron cuenta de la importancia de la Antártica, para su propio futuro y el futuro de la humanidad, y como un homenaje póstumo al Padre de la Patria que antes que nadie, miró más lejos hacia el sur del mundo, bautizaron como Tierra de O"Higgins a aquel extremo del continente helado que estiraba su brazo hacia el norte, como para tocar las tierras magallánicas.

Y la Iglesia Católica, haciéndose un eco de los propósitos apostólicos de San Juan Bosco para esas lejanas regiones y como un reconocimiento a esos sueños proféticos del santo, como signos de Dios, nombró a San Juan Bosco como Patrono de la Tierra del Fuego y de la Patagonia, en 1962 y 1966. Véa el lector cómo del mismo modo en que O"Higgins pensaba en Chile y en Magallanes a la distancia, San Juan Bosco hacía lo mismo desde Italia. La verdad profunda y esotérica es que el Señor, Dios de la Historia, pensaba a través de en ellos la existencia y el futuro de Chile. Y del mismo modo en que lo hacía por medio de las visiones de los Bardeci y las Carmelitas durante el siglo XVII.

Por lo demás, se sabe que O"Higgins es el primer padre de la Patria que en Agosto de 1802, navegó por el Mar de Drake, que separa al Cabo de Hornos de la Punta de la Antártica, a bordo de la Fragata Española Aurora, cuando venía de regreso desde Inglaterra y España, tras seis años llenos de penurias, en tierras europeas, y de otros cinco años en Perú. Incluso su viaje de ida a España en 1795, desde el Perú, había sido por el Mar de Drake, y sintió en su carne el gélido y cortante frío del viento que venía desde la Antártica. Y en esas dos ocasiones debe haber avistado ballenas y algunos hielos flotantes en la lejanía.

Para un historiador la génesis de un gran hombre como O"Higgins, con tan rica personalidad y liderazgo, es evidente que no se formó de la nada, como un árbol silvestre. Dios le puso su esencia espiritual y su destino, pero los hombres, algunos hombres muy especiales, lo formaron moral e intelectualmente. Don Juan Albano, amigo de su padre, don Ambrosio O"Higgins, fue su primer tutor. Fray Francisco Javier Ramírez, fue su primer profesor, de letras, de números y de catecismo. Como ayudante docente Fray Ramírez tuvo al padre Gil Calvo. Entre los dos educaron al futuro Padre de la Patria hasta los 13 años.(1791) A esa edad su padre lo mandó a estudiar a Lima, a un Instituto denominado Colegio de los Estudios, luego al Colegio San Carlos. En ambos establecimientos aprendió el Latín y la Filosofía. En 1795 su padre le envía a Cádiz, España, a la casa de don Nicolás de la Cruz. En 1796 viaja a Londres a estudiar Inglés, literatura francesa, geografía e historia, y dibujo técnico y artístico. A comienzos de 1798 conoce a su profesor de Matemáticas, el gran apóstol y precursor de la Independencia Americana, el Venerable Maestro Masón, don Francisco de Miranda.

En un solo año en que se conocieron y se trataron, el joven Bernardo terminó de entender cual era su misión en la vida. Debía luchar por la independencia de Chile, y si era posible, por la de toda América del Sur, igual como su Maestro. Pero esta misión, a juzgar por sus cartas, no era entendida como una mera cuestión política, de simple resentimiento contra el imperio español y sus autoridades. No. Era entendida y sentida como algo fundamentalmente religioso, como un llamado de lo Alto, un mandato a ser instrumento de Dios para la liberación de Chile y de América latina, y que era constantemente confirmada en la protección divina que el Padre de la Patria experimentaba en los campos de batalla.

En medio de los silbidos de las balas y del estrepitoso sonar de los cañones, y del entrechocar de las espadas. La fe de un hombre, en último término, no es una cuestión de dogmas o de creencias, es una cuestión de experiencia de cada día, a lo cual se agregan las experiencias místicas y / o los milagros. Muchos intelectuales se equivocan, en su miopía, al emitir juicios descalificadores contra los dogmas de la iglesia o contra las creencias de cualquier grupo religioso importante. No saben que todos los dogmas o doctrinas fijadas a través de los tiempos, no nacen del aire. Nacen de la experiencia religiosa de los grandes hombres y de sus discípulos, de sus iluminaciones proféticas, de comprobaciones misteriosas de verdades profundas en el campo de la vida misma.

Ejemplo adecuado es el tema de la reencarnación. La gente lo toma como un dogma oriental y Pitagórico. Pero su origen real es la memoria extra-cerebral, es decir, el recuerdo de vidas pasadas. La Parapsicología ha descubierto que existen decenas de miles de personas en todo el mundo, que recuerdan vidas anteriores. Una vez situado y anotado claramente el recuerdo, los científicos van a viejos archivos parroquiales, y municipales del Viejo Mundo, o de otros continentes, archivos de cementerios, etc. y procuran descubrir si los recuerdos de esa persona, obtenidos bajo hipnosis o sin ella, son o no son verdaderos. En la mayoría de los casos de memoria extra-cerebral estudiados, los recuerdos son verdaderos. Por lo tanto existe la posibilidad científica de comprobar un dogma religioso por medio de experiencias psíquicas especiales y apoyo documental adecuado. Lo mismo hacen los parapsicólogos con el tema de la supervivencia después de la muerte. Pero no nos corresponde profundizar más por ahora, en estos temas paranormales, que iremos abordando poco a poco, hasta los capítulos finales de este libro, en los daremos explicaciones mucho más detalladas y profundas acerca del asunto.

Veamos ahora un breve resumen biográfico de Don Francisco de Miranda, el Maestro de Bernardo O"Higgins, de Simón Bolivar, y de varios otros Patriotas americanos. Nació en Caracas, en 1750, cuando Venezuela era un solo país con Colombia. A los 24 años viajó a los Estados Unidos de Norteamérica, para participar en la lucha por la independencia de ese país contra Gran Bretaña. Se hizo amigo de Washington y de Franklin. En 1780 se inició en la Masonería, en la misma Logia de los Patriotas Norteamericanos ya anotados. Después viajó a Francia y participó en los hechos de la Revolución Francesa, donde corrió peligro de muerte a manos de los Jacobinos. Viajó a Rusia, donde se hizo amigo y confidente de la Emperatriz Catalina II la Grande † en 1796. En 1795 presidió en Paris una gran asamblea de Diputados independentistas americanos.

En 1798 tomó como alumno a Bernardo O"Higgins Riquelme, integrándolo a su Logia Masónica Americanista de Londres. En 1799 envió a O"Higgins con importantes documentos a la Logia Legalidad de Cádiz, aprovechando de que el joven chileno debía viajar a España, precisamente a la ciudad de Cádiz, por problemas económicos que le impedían continuar en Londres. Debe hacerse notar que en esa época no existía nada parecido a un sistema de correos. Las cartas se enviaban a sus destinatarios por medio de personas de confianza que debían viajar a esos lugares, o se les pagaba por el servicio completo si es que se tratara de un remitente con muchos recursos. En este caso particular, la correspondencia era rigurosamente secreta. Y en caso de ser descubierto, O"Higgins arriesgaba una pena de cárcel con toda seguridad.

En esa Logia Masónica de Cádiz se iniciaron varios patriotas de la Independencia sudamericana, entre ellos Don José de San Martín, desde luego antes de comenzar la gesta libertaria de Argentina. Y antes de conocer a Bernardo O"Higgins. En esa época era muy peligroso pertenecer a la Masonería. Varios masones pagaron con su vida y sus bienes el pertenecer a esa Orden en aquella época de España. De hecho, al saberse en la Corte de que el joven O"Higgins estaba conspirando contra la Corona en este grupo masónico americanista liderado por Miranda, su padre don Ambrosio fue avisado de las actividades subversivas de su hijo y despojado del cargo de Virrey del Perú. En esas circunstancias Miranda actuaba respaldado por la simpatía del rey de Inglaterra, en esa época, enemigo jurado de España.

En 1806 Don Francisco Miranda lideró un intento fallido de invasión de Venezuela para liberarla del yugo español con apoyo norteamericano.(Recuérdese la profecía del Conde de Aranda a Carlos III, en 1783, descrita en el Capítulo anterior). En 1810 volvió a Venezuela en gloria y majestad con Bolívar, en 1811 hizo aprobar por los patriotas de ese país su declaración de independencia, fundó la Gran Logia de Costa Firme, unía a varias Logias pre-existentes en Caracas, y gobernó su país como generalísimo y dictador por dos años. Pero los españoles le obligaron a rendirse y se lo llevaron prisionero a España, donde falleció de muerte natural en la cárcel en 1816, a los 66 años.

Volviendo al tema del alma y pensamiento de O"Higgins, debe hacerse notar que el Libertador se alejó de la Masonería al venirse a Chile a comienzos de 1802. En nuestro país no habían Logias establecidas. Y no las hubo hasta 1817 y 1827. El contacto fraternal se restableció en una primera instancia a mediados de Octubre de 1814, cuando O"Higgins, con sus hombres y su familia, atravesaron la Cordillera de los Andes y se refugiaron en Mendoza, tras la derrota de Rancagua. Allí el Padre de la Patria conoció al General José de San Martín, hermano Masón que había fundado las Logias Lautarinas en Buenos Aires y en Mendoza algunos años antes. A comienzos de 1815, O"Higgins, estando en la Capital de Argentina fue invitado a ingresar a la Logia Lautarina de esa ciudad, por una recomendación de San Martín a los demás patriotas argentinos que la componían. Al mes siguiente del triunfo de la batalla de Chacabuco, San Martín y O"Higgins procedieron a fundar una filial de la Logia Lautarina en Santiago.(Marzo de 1817) Con esa fundación, que sería de corta vida, por estar muy vinculada al tiempo en el poder de Don Bernardo O"Higgins y de José de San Martín, se cerraba el círculo de las conversaciones de Miranda con nuestro Héroe. Pues justamente la admiración que sentía O"Higgins por Lautaro, libertador de Arauco, había sido tema de conversación con Francisco Miranda en Londres, luego con los hermanos de Cádiz, convirtiéndose en un símbolo de la lucha exitosa de los pueblos del cono sur contra el opresor español. Y como San Martín había estado en la Logia Legalidad de Cádiz, tomó ese ideal o arquetipo y lo trajo a Buenos Aires, y a Mendoza, y finalmente a Chile, donde estaba el origen histórico e ideológico del modelo o paradigma patriótico de Lautaro.

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