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¿Es el neuroaprendizaje emocional fuente del surgimiento de líderes éticos y efectivos? (página 4)




Enviado por Alfredo Otazo



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Para Karl Albrecht, autor del texto "Inteligencia social. La nueva ciencia del éxito", Goleman intenta abarcar más allá de la cuenta con incluir las habilidades sociales o relaciones dentro de las competencias de la inteligencia emocional señalando "Una de las cinco dimensiones originales de Goleman, sin embargo – la de las relaciones – , parece estirar el modelo y el concepto más allá de sus límites prácticos. Las cuatro primeras competencias primarias identifican con claridad elementos del paisaje emocional interno, que influyen en el propio comportamiento de un modo fundamental. Desde luego influyen de una manera muy fundamental en la capacidad de una persona para interactuar bien con los demás. Sin embargo, al tratar de encajar por la fuerza la competencia social en un modelo ya amplio de competencia emocional, nos arriesgamos a abarcar demasiado y apretar poco"[34]

Antes de continuar con la explicación de lo que es la Inteligencia Emocional, nos detendremos por un instante en la propuesta de Albrecht, cuya propuesta de Inteligencia social resulta interesante desde la perspectiva del liderazgo. Para esto propone una sigla que conjuga las habilidades de interacción, S.P.A.C.E. Y las define de la siguiente manera:

– Consciencia situacional. Se entiende como la capacidad para leer situaciones e interpretar los comportamientos de la gente en esas situaciones, en términos de posibles intenciones, estados de ánimo y proclividad a interactuar.

– Presencia. Incorpora un abanico de patrones verbales y no verbales, la propia apariencia, la postura, la calidad de voz, los movimientos sutiles. Todo un repertorio de señales que los demás procesan en una impresión evaluativa de una persona.

– Autenticidad. Los radares sociales de la gente a menudo captan numerosas señales de nuestro comportamiento que las conducen a juzgarnos como honestos, abiertos, éticos, fiables y bienintencionados.

– Claridad. Consiste en nuestra capacidad para expresarnos, ilustrar ideas, transmitir datos con claridad y precisión y articular nuestros puntos de vista y cursos propuestos de acción.

– Empatía. Albrecht lo entiende como un sentimiento compartido entre dos personas. Es decir, es un estado de conexión con otra persona, que genera la base para la interacción positiva y la cooperación.

Con esto Albrecht entrega una pauta de evaluación y conocimiento de la inteligencia social.[35]

Resulta complementaria la propuesta de Albrecht a los postulados de Daniel Goleman y Howard Gardner, indicando el propio autor lo siguiente "Si ensanchamos nuestro zoom conceptual para repasar las inteligencias múltiples de Howard Gardner, nos resultará más fácil ubicar el concepto general de la IE de Goleman en términos de sus relaciones con el resto de las inteligencias. También podemos empezar a identificar los modos en que es posible combinar las diversas inteligencias de una manera sinérgica, para construir un retrato del humano competente, la auténtica "Persona del Renacimiento".

Con el debido respeto a las contribuciones tanto de Gardner como de Goleman, se diría que vale la pena vincular sus dos útiles conceptos como perspectivas complementarias. Podemos considerar la IE una dimensión de competencia interna: la autoconsciencia y el aprovechamiento habilidoso de las propias respuestas emocionales. Entonces podremos delinear con claridad nuestro modelo de inteligencia social en términos de competencias orientadas al exterior. En otras palabras, necesitamos las dos inteligencias para el éxito interpersonal.

En verdad, como ya se ha explicado eso es exactamente lo que hace el profesor Gardner en su formulación: postula una inteligencia intrapersonal -La inteligencia emocional, a todos los efectos prácticos- y una inteligencia interpersonal: la competencia en situaciones humanas. El valor de esa delineación más nítida de los conceptos reside en la oportunidad de coordinarlos e interrelacionarlos, en lugar de intentar embutirlos en un sólo recipiente conceptual."[36]

Autoconsciencia y Autoconocimiento.

Siguiendo con los planteamientos de Daniel Goleman, en el capítulo 4 de su libro inteligencia emocional, destaca la frase "conócete a ti mismo", sin duda clave dentro de los aspectos a trabajar en la IE. Como no recordar los planteamientos de Sócrates y la famosa inscripción a la entrada del templo de Delfos "Conócete a ti mismo" que constituyó una de las bases de la filosofía socrática.

Goleman se refiere con esta frase a la conciencia de uno mismo, en el sentido de una atención progresiva a los propios estados internos y agrega. "En esta conciencia autorreflexiva la mente observa e investiga la experiencia misma, incluida las emociones.

Esta calidad de conciencia está relacionada con lo que Freud describió como una "atención libremente flotante", que recomendaba a aquellos que hicieran psicoanálisis. Este tipo de atención abarca todo lo que pasa por la conciencia de una forma imparcial, como un testigo que tiene interés pero no reacciona".[37]

Desde una perspectiva más neurocientífica, Goleman se refiere a la autoconciencia señalando "Los nuevos descubrimientos parecen indicar el modo en que las regiones cerebrales relacionadas con la autoconciencia nos ayudan a aplicar la ética y a tomar decisiones en general. La clave para comprender esa dinámica es distinguir entre el cerebro pensante (el neocórtex) y las zonas subcorticales.

El neocórtex contiene centros dedicados a la cognición y a otras operaciones mentales complejas. Por el contrario, en las zonas subcorticales es donde se producen los procesos mentales más básicos.

justo por debajo del cerebro pensante, y adentrándose en el córtex, se encuentran los centros límbicos, las principales zonas del cerebro dedicadas a las emociones. Las hallamos también en el cerebro de otros mamíferos. Las partes más antiguas del subcórtex se prolongan hasta el tronco del encéfalo, conocido como "cerebro reptiliano" por tratarse de una suerte de arquitectura básica que tenemos en común con los reptiles."[38]

Dentro del concepto de autoconciencia Goleman se refiere al aspecto del "Timón Interno" y señala "¿Qué es lo que otorga a una persona una brújula interior tan firme, una estrella polar que lo guía a través de la vida siguiendo el dictado de sus valores y sus objetivos?.

La clave es la autoconciencia, la particular precisión para decodificar las claves interiores que nuestro cuerpo murmura. Nuestras sutiles reacciones fisiológicas reflejan el conjunto de nuestra experiencia en relación con la decisión que debemos tomar.

El gobierno de las decisiones derivadas de nuestras experiencias reside en las redes neurales subcorticales que reúnen, almacenan y aplican algoritmos para cada hecho de nuestra vida, creando así nuestro timón interior.

El cerebro alberga nuestro más profundo sentido de propósito y significado en estas áreas subcorticales, poco conectadas con las áreas verbales del neocórtex pero muy ligadas a lo visceral. Para definir nuestros valores, tenemos primero la sensación visceral de lo que es bueno o malo y luego articulamos estas sensaciones.

Por lo tanto, la autoconciencia es un enfoque esencial que nos sintoniza con los sutiles murmullos internos que pueden guiarnos en la vida. Como veremos, este radar interno tiene la llave para dirigir lo que hacemos y, no menos importante, lo que no hacemos.

Este mecanismo interno de control determina la diferencia entre una vida satisfactoria y una vida a los tumbos."[39]

Sin duda clave es el concepto de autoconciencia en la perspectiva de la inteligencia emocional, no menos importante es el autoconocimiento, volviendo a la idea del "conócete a ti mismo", en donde se destaca la consideración de nuestras intuiciones, consciencia de las propias emociones, evaluación de nuestras fortalezas y limites, y la autoconfianza. todos estos elementos internos que nos permiten bien adaptarnos.

"En resumen, consciencia de uno mismo significa ser "consciente de nuestro humor y también de nuestras ideas sobre ese humor", según palabras de John Mayer, psicólogo de la Universidad de New Hampshire que, junto a Peter Salovey, es quien formuló la teoría de la inteligencia emocional. La conciencia de uno mismo puede ser una atención a estados más internos que no provoque reacción ni juicio. Pero Mayer considera que esta sensibilidad puede ser también menos ecuánime; los pensamientos típicos que indican una conciencia emocional de uno mismo son, entre otros: "No debería sentirme así", "Estoy pensando cosas buenas para alegrarme" y en el caso de una conciencia de uno mismo más restringida, el fugaz pensamiento "No pienses en eso", en respuesta a algo muy perturbador.

Aunque existe una distinción lógica entre ser consciente de los sentimientos y actuar para cambiarlos, Mayer considera que a todos los efectos prácticos ambas cosas suelen estar unidas: reconocer un humor desagradable es sentir el deseo de superarlo. Este reconocimiento, sin embargo, se distingue de los esfuerzos que hacemos para no actuar movidos por un impulso emocional. Cuando decimos ¡Basta! a un niño cuya rabia lo ha llevado a golpear a un compañero, seguramente interrumpimos los golpes, pero la rabia sigue encendida. Los pensamientos del niño aún están fijos en el disparador de la ira – "¡Pero él me quitó el juguete!"-, y la ira continua viva. La conciencia de uno mismo posee un efecto más poderoso sobre los sentimientos intensos y de aversión: la comprensión de que "Esto que siento es rabia" ofrece un mayor grado de libertad; no sólo la posibilidad de no actuar sobre ellos, sino la posibilidad añadida de tratar de librarse de ellos.

Mayer opina que la gente suele adoptar estilos característicos para responder y enfrentarse a sus emociones:

  • Consciente de sí mismo. Conscientes de sus humores en el momento en que lo tienen, estas personas poseen, comprensiblemente, cierta sofisticación con respecto a su vida emocional. Su claridad con respecto a las emociones puede reforzar otros rasgos de su personalidad: son independientes y están seguras de sus propios límites, poseen una buena salud psicológica y suelen tener una visión positiva de la vida. Cuando se ponen de mal humor, no reflexionan ni se obsesionan al respecto, y son capaces de superarlo enseguida. En resumen, su cuidado los ayuda a manejar sus emociones.

  • Sumergido. Se trata de personas que a menudo se sienten empantanadas en sus emociones e incapaces de librarse de ellas, como si el humor las dominara. Son volubles y no muy consciente de sus sentimientos, por lo que quedan perdidas en ellos en lugar de tener cierta perspectiva. En consecuencia, hacen poco por tratarse de librarse del mal humor, y sienten que no controlan su vida emocional. A menudo se sienten abrumadas y emocionalmente descontroladas.

  • Aceptador. Si bien estas personas suelen ser claras con respecto a lo que sienten, también tienen tendencia a aceptar sus humores, y no tratan de cambiarlos. Al parecer existen dos ramas en el tipo aceptador: los que suelen estar de buen humor y tienen pocos motivos para cambiarlo, y las personas que, a pesar de la claridad que tienen con respecto a su talante, son susceptibles con respecto a su mal humor pero lo aceptan con una actitud de laissez-faire, sin hacer nada por cambiarlo a pesar de las perturbaciones que provoca; esta pauta se encuentra entre personas depresivas que están resignadas a su desesperación."[40]

Un líder político que normalmente navega en "aguas turbulentas" y cuya vida es verse envuelto en situaciones de alta angustia, miedo, gran estrés, serias derrotas, grandes triunfos, sensación de "éxito" en la vida, influencia por sobre otros, impotencia, rabia, en fin tantas emociones y sentimientos que más vale ser consciente de ellos y saber cómo situarse en el escenario que vive. Ante situaciones de alta complejidad, y más allá de los juicios, se viene a mi mente la situación que enfrentó Hitler previo a decidir la invasión de la ex Unión Soviética, ¿qué pensó al momento de enviar tan colosal ejercito a morir en un frio invierno y que al fragor de las batallas más de quinientos mil soldados alemanes decidieran rendirse ante tan abrumador escenario?. Sin duda, tan osada decisión del líder del Tercer Reich tuvo su fundamento en creencias e impulsos emocionales que lo llevaron a tomar tal decisión, ¿rabia?, ¿ansiedad?, quizás, sin duda, emociones hubo.

De lo anterior se desprende de que un líder debe autoliderarse, debe ser capaz de estar consciente de sus emociones y sentimientos, tiene que ejercitar el autocontrol, el dominio de sus humores, como señala Mayer, si no seremos presa de nuestra propia "ceguera".

Autocontrol.

El desarrollo del cerebro humano, durante siglos, se ha adaptado a vivir en sociedad, desapareciendo y modificándose los factores de riesgo que ponían en jaque la vida misma en lo cotidiano, desde ser presa de un depredador mayor, a tener que defenderse él y su núcleo familiar ante las posibles y reales amenazas de pérdida de vida, es decir, ya no sólo se requiere de aquel cerebro adaptado sólo a la sobrevivencia, además comienza el desarrollo de aquellas partes del cerebro menos primitivas y que no conforman lo que se conoce como el cerebro reptiliano compuesto por la amígdala. Surge así la conformación del córtex y neocórtex que nos agrega la posibilidad de racionalizar y bien administrar los impulsos del cerebro reptiliano y los aspectos emocionales centrados en el sistema límbico. Ante este cerebro con sus diversas áreas funcionales, tenemos la posibilidad de controlar emociones como el miedo que a su vez nos lleva a experimentar reacciones fisiológicas que hoy en día parecerían desadaptadas, no así en un entorno primitivo. Por ejemplo, ante el miedo y la angustia quizás la reacción innata sea arrancar, para lo cual la amígdala da la orden a aquellas partes del cuerpo, como piernas y brazos, de movilizarse rápidamente, aumentando para ello el flujo sanguíneo de aquellas zonas. Esto, quizás, en un contexto presente, deba controlarse y adaptarse a las circunstancias. Lo mismo ocurre con la rabia y la importancia actual de su control. Desde la perspectiva neurocientífica el funcionamiento de la amígdala nos permite defendernos y sobrevivir. Goleman cita un penoso caso en los Estados Unidos en dónde un padre mata a su hijo de un tiro de pistola al reaccionar a un ruido y disparar casi innatamente sin tener la conciencia de quien se estaba defendiendo, es decir, el miedo y la "alarma" de la amígdala no permitieron que actuara oportunamente la racionalidad, con los resultados desastrosos que esta acción natural trajo consigo.

Las manifestaciones físicas de las emociones primarias son:

"Ira. La sangre fluye a las manos, y así resulta más fácil tomar un arma o golpear un enemigo; el ritmo cardíaco se eleva, lo mismo que el nivel de adrenalina, lo que garantiza que se podrá cumplir cualquier acción vigorosa.

Miedo. La sangre va a los músculos esqueléticos, en especial a los de las piernas, para facilitar la huida. El organismo se pone en un estado de alerta general y la atención se fija en la amenaza cercana.

Felicidad. Aumenta la actividad de los centros cerebrales que inhiben los sentimientos negativos y pensamientos inquietantes. El organismo está mejor preparado para encarar cualquier tarea, con buena disposición y estado de descanso general.

Amor. Se trata del opuesto fisiológico al estado de "lucha o huye" que comparten la ira y el miedo. Las reacciones parasimpáticas generan un estado de calma y satisfacción que facilita la cooperación.

Sorpresa. El levantar las cejas permite un mayor alcance visual y mayor iluminación en la retina, lo que ofrece más información ante un suceso inesperado.

Disgusto. La expresión facial de disgusto es igual en todo el mundo (el labio superior torcido y la nariz fruncida) y se trataría de un intento primordial por bloquear las fosas nasales para evitar un olor nocivo o escupir un alimento perjudicial.

Tristeza. El descenso de energía tiene como objeto contribuir a adaptarse a una pérdida significativa (resignación)."[41]

Resulta fundamental asumir la creencia de que nuestra "máquina cerebral" está compuesta por diversas partes interactúantes, siendo, el desafío, lograr su cabal uso y así buscar el logro del potencial inimaginable. Desde esta perspectiva, el autocontrol es posible lograr en sus máximos niveles.

Para Samar Cajal, " Aunque todas las especies pueden sentir, sólo los seres humanos somos capaces de razonar el porqué de esas emociones. Este hecho nos diferencia del resto de la naturaleza, ya que de ese modo podemos aprender a modificar aquellas conductas que no son beneficiosas para nosotros. Sin embargo, para poder modificar algo, primero hay que conocerlo.

Los seres humanos contamos con 7 emociones básicas con multitud de variantes y graduaciones (dicha cifra puede variar en función de su estudio de referencia):

  • Miedo

  • Ira o enfado

  • Tristeza

  • Vergüenza

  • Asco o desprecio

  • Sorpresa

  • Felicidad

Para saber qué estamos sintiendo, es importante conocer a fondo cómo reaccionamos ante cada una de estas emociones. Ello lo podemos hacer preguntándonos:

¿Qué hago cuando estoy feliz/triste/enfadado…?

¿Qué pienso cuando estoy feliz/triste/enfadado…?

¿Qué me pasa cuando estoy feliz/triste/enfadado…?

¿Qué siento cuando estoy feliz/triste/enfadado…?"[42]

Por tanto el autocontrol se entiende como nuestra capacidad de autorregularnos, ser meticulosos y antes que todo ser conocedores de las emociones y sentimientos, lo que nos lleva a adaptarnos a las circunstancias, a la innovación y al cambio como fenómeno natural de la vida.

"Para que las propias emociones sean adecuadas es necesario contar con la conciencia de uno mismo. Incluye la capacidad de serenarse, de librarse de la irritabilidad, la ansiedad y la melancolía excesivas. Los que tienen éxito conservan la compostura bajo estrés, se mantienen serenos y seguros en las crisis. En los extremos, podemos apreciar que para algunas personas la conciencia emocional resulta abrumadora, mientras para otras, apenas existe. Lo que se quiere es la emoción adecuada; sentir de manera proporcionada a las circunstancias. Cuando son demasiado apagadas, las emociones crean aburrimiento y distancia; cuando están fuera de control y son demasiado externas y persistentes, se vuelven patológicas, como en la depresión paralizante, la ansiedad abrumadora, etc.

No se trata de que la gente deba evitar los sentimientos desagradables para sentirse contenta sino, más bien, de que los sentimientos tormentosos no pasen inadvertidos y desplacen los estados de ánimo agradables. En el balance final, es la proporción de emociones positivas y negativas lo que determina la noción de bienestar. Tal vez no existe herramienta psicológica más importante que la de resistir el impulso. Es la raíz de todo autocontrol emocional, dado que las emociones siempre llevan a uno u otro impulso, a entrar en acción."[43]

Son aquellos impulsos que, en ocasiones, debemos atajar antes de desencadenar la acción, para lo cual, además de conocer la emoción involucrada, ser capaz de generar emociones alternativas que lleven a la adaptación de las circunstancias. Desde el enfoque neurocientífico, y habiendo ya hecho cierta aproximación, "la zona más importante para la autorregulación es el córtex prefrontal, que en cierto sentido equivale al "jefe bueno" del cerebro, el que nos guía en nuestro mejor momento. En la región dorsolateral de la zona prefrontal se localiza el control cognitivo que regula la atención, la toma de decisiones, la acción voluntaria, el razonamiento y la flexibilidad de respuesta.

La amígdala es un punto desencadenante de la angustia, la ira, el impulso, el miedo, etcétera. Cuando ese circuito toma las riendas actúa como el "jefe malo" y nos conduce a realizar acciones de las que más tarde podemos arrepentirnos.

La interacción entre esas dos zonas del cerebro crea una autopista nerviosa que, cuando está equilibrada, es la base del autodominio. La mayor parte de las veces no podemos dictar qué emociones vamos a sentir, cuándo vamos a sentirlas ni con qué fuerza. Nos llegan espontáneamente desde la amígdala y otras zonas subcorticales. Alcanzamos el punto de elección una vez que nos sentimos de una forma determinada. ¿Qué hacemos entonces? ¿Cómo lo expresamos? Si el córtex prefrontal tiene los circuitos inhibidores a pleno rendimiento, lograremos alcanzar un punto de decisión que nos permita ser más astutos al guiar nuestra respuesta y, por consiguiente, al manejar las emociones de los demás, para bien o para mal, en esa situación. Desde una perspectiva nerviosa, esa es la esencia de la autorregulación."[44]

Definitivamente resulta vital para el éxito en la vida la capacidad de autogobernarse, en específico autocontrolar los impulsos provenientes de las profundidades de las emociones, y que responde a aspectos propios de la naturaleza humana, inserto en nuestra composición desde tiempos remotos. "Entrenar mi cavernícola" ante agentes estresores resulta fundamental para no caer en la desadaptación social.

Estrés y control del estrés.

El estrés aparece ante los cambios en el medio externo o interno siendo interpretados por el organismo como una amenaza a su homeostasis (equilibrio dinámico), de esto surge la pérdida de control.

El estrés es un componente normal de la vida diaria. El exceso de trabajo, el alto flujo de vehículos en las calles y su lento y trabado desplazamiento, discusiones con personas del entorno, en fin son muchas las razones que traen consigo el estrés. Quizás de esto se desprenda que la llegada de la solución al problema implique el término del estrés, sin duda, pero no definitivamente cuando estamos en presencia de un estrés crónico. Respecto al estrés crónico podemos destacar su carácter de permanente siendo el alivio algo más lejano. Los problemas de salud, dificultades económicas, descontento en el trabajo, etc, resultan ser grandes causantes de estrés crónico. Sin embargo, como todas las cosas de la vida el exceso trae nefastas consecuencias, pero un cierto grado de estrés puede ser beneficioso dado que permite que nuestro cuerpo se movilice, es decir, el cerebro instruye al cuerpo que comience el bombeo de adrenalina (también llamada epinefrina) y cortisol, dos hormonas liberadas por las glándulas adrenales (situadas encima de los riñones). Esto permite que el corazón inicie un latir más rápido, se acelera la respiración, la sangre corre con mayor velocidad por las venas, sintiendo como la mente se pone en un estado de alerta. Esto implica que nuestro organismo está preparado para cualquier cosa, ya sea huir, dar una conferencia en un auditórium, etc.

Ya mencionábamos lo nocivo del estrés crónico, sin embargo, cabe destacar que nuestro cerebro se ve muy dañado por este tipo de estrés.

"El estrés crónico constriñe el flujo de sangre que llega al cerebro, con lo que disminuye la función cerebral general, y este órgano envejece prematuramente. En una serie de estudios publicados en la revista Psychoneuroendocrinology se observó la exposición prolongada a las hormonas del estrés, en especial al cortisol, y sus efectos en la función cerebral de personas de diferentes grupos de edad. Las investigaciones demostraron que las de mayor edad con un nivel de cortisol permanentemente alto rendían peor en los tests de memoria que otras adultas con niveles de cortisol moderados o bajos. Las de mayor edad con elevados niveles de cortisol tenían, además, el hipocampo más pequeño un 14% -la zona de los lóbulos temporales que interviene en la memoria-. El hipocampo forma parte del sistema de respuesta al estrés, y se ocupa de mandar señales para detener la producción de cortisol cuando ya ha pasado el peligro. Pero cuando la cantidad de células cerebrales del hipocampo disminuye, éste deja de enviar dicha señal, lo cual provoca la liberación de cantidades de cortisol aún mayores.

Los investigadores descubrieron que los picos cortos y pasajeros de cortisol producían un efecto negativo, aunque transitorio, en las destrezas de razonamiento y la memoria de adultos jóvenes. En el caso de niños y adolescentes, se observó que los de estatus socioeconómico más bajo tenían unos niveles de hormonas del estrés más altos que los de otros niños. En su conjunto, estos estudios revelan que el estrés crónico daña la función cerebral de las personas de todas las edades.

El exceso de cortisol afecta también a otras zonas del cerebro. Investigadores canadienses realizaron estudios con imágenes funcionales del cerebro para demostrar que la exposición a las hormonas del estrés va asociada a una menor actividad no sólo en el hipocampo, sino también en la amígdala, en parte del cerebro emocional y en el córtex prefrontal. En consecuencia, es estrés crónico tiene consecuencias negativas tanto para la función cognitiva como para el equilibrio emocional.

Y peor aún. La sobrecarga continuada de cortisol reduce las reservas cerebrales, con lo que la persona queda más expuesta a muchos efectos físicos del estrés. Cuando éste hiere el cerebro, también puede hacer estragos en el cuerpo"[45]. Sin duda, el estrés crónico envejece, el mejor ejemplo se da en figuras políticas como el caso de presidentes de la república, de hecho, interesante resulta comparar fotografías antes del período presidencial y posterior a este. En muchas ocasiones hemos escuchado la frase "el poder envejece". En consecuencia, el estrés crónico produce importantes efectos en el organismo y nos condiciona directamente la calidad de vida.

Por lo anterior, se hace relevante reconocer el estrés y hacerse autoconsciente de este para generar el autocontrol.

Uno de los aspectos inherentes a la vida en sociedad y a los individuos como parte de esta son los procesos de cambio y la variabilidad del entorno, por esto, la habilidad que necesitamos los seres humanos para adaptarnos al cambio requiere de dos aspectos a considerar:

1. Correcto reconocimiento del cambio ambiental

2. Activación de la respuesta de estrés.

La capacidad de eliminar el estresor requiere el desarrollo de una habilidad para detectar o anticipar los cambios estresantes y el conocimiento o memoria de las estrategias o ajustes exitosos para evitarlos, esto es lo que se conoce como autocontrol. Así, la evolución de estas estrategias o ajustes se da cuando los eventos estresantes son predecibles, prolongados y frecuentes en relación a los tiempos generacionales de los individuos.

Manejo de las emociones, propuesta de Susana Bloch.

A modo de cita resulta interesante conocer el Alba Emoting como nuevo método de inducción emocional y como herramienta práctica para el autocontrol que todo líder debiera tomar en cuenta, sin duda que desde el yoga al mindfulnes, constituyen buenas prácticas de control emocional, autoconciencia y en consecuencia fortalecimiento de la inteligencia emocional.

"Una vez identificados los patrones respiratorios, posturales y faciales típicos de cada una de las emociones básicas, decidimos ver que pasaba si le enseñábamos a una persona no advertida de la intención del ejercicio – lo que en el lenguaje científico se denomina un sujeto ingenuo- a reproducir intencionalmente y bajo instrucciones precisas, esos mismos patrones respiratorios-posturo-faciales típicos de cada una de las emociones estudiadas.

Observamos desde el comienzo que si una persona empezaba a hacer el patrón respiratorio típico del miedo, por ejemplo, y al mismo modificaba, también bajo instrucciones, el grado de tensión de los músculos de la cara, el grado de apertura de los ojos y adoptaba una actitud corporal como de retirada, en un par de minutos, la persona comenzaba a sentirse en un estado muy próximo a la ansiedad.

Si por otra parte instruíamos a esa misma persona a respirar con el patrón respiratorio de la rabia -obviamente sin mencionarle que se trataba de esa emoción- y le pedíamos que contrajera ciertos músculos de modo que el cuerpo adoptara una posición como de ataque, en el rostro comenzaban ya a perfilarse signos inconfundibles de enojo. Al preguntarle una vez terminado el ejercicio, la persona decía haber comenzado a sentirse como irritada y que había evocado alguna situación de su vida en la que le había dado rabia.

Las experiencias a partir de la ejecución de los patrones efectores nos mostró que esta inducción emocional ocurría sin la presencia de ningún estímulo externo ni situación alguna que pudiera haber provocado en la persona estas reacciones emocionales. O sea que la simple ejecución de los patrones efectores correspondientes, podía provocar en la persona una activación subjetiva cuyo "color" emocional correspondía a la configuración efectora reproducida.

Concretamente el procedimiento seguido es el siguiente:

Se le pide al sujeto primero respirar muy pausada y calmadamente, con un ritmo regular, relajando en lo posible los músculos de la cara, manteniendo los ojos abiertos y adoptando una postura bien centrada y relajada. Es lo que corresponde al estado neutro o no emocional, o a lo que llamo el nivel cero, de "silencio emocional". Luego se le pide que adopte un ritmo respiratorio particular que se indica muy técnicamente, pero con un lenguaje bien coloquial. Por ejemplo, para el caso del patrón de la rabia se le dice:

Respira por la nariz, con la boca cerrada con inspiraciones y expiraciones bruscas regulares, como los dientes de una sierra. Luego se le instruye algo así como: "Continúa con esta respiración, y comienza a contraer los músculos de los brazos y de la espalda. Inclina un poco el cuerpo hacia adelante". Luego se agrega si es necesario "contrae la mandíbula, aprieta los labios, entrecierra los ojos fijando la mirada en un punto… frunce el entrecejo.

Estas instrucciones son muy precisas y se van ajustando a las acciones que ejecuta el que las recibe. A menudo basta con la sola respiración especial para que aparezcan los demás elementos del patrón emocional. Al cabo de uno o dos minutos de hacer este ejercicio, la persona presenta todos los signos expresivos, en este caso, de la cólera, el enojo, o la irritación. Si luego de pedirle volver a una respiración pausada y a una postura relajada y normal (o sea, nuevamente el retorno al nivel cero, lo que hemos llamado "step-out") se le pregunta qué sintió, en la gran mayoría de los casos el sujeto experimental respondía haber "sentido" un comienzo de irritación o enojo. Con frecuencia aparecían imágenes o recuerdos específicos relacionados con esa emoción.

Repetimos el mismo protocolo experimental para el modelo efector de cada una de las seis emociones básicas ya nombradas: alegría-risa; llanto-pena; miedo-angustia; rabia-agresión, y las dos expresiones básicas del amor: el erotismo-sexualidad y el amor filial-ternura-amistad.

El resultado fue que efectivamente, la reproducción correcta del patrón respiratorio-posturo-facial de una emoción básica desata, en el que lo reproduce, vivencias, sensaciones o recuerdos relacionados con esa emoción y no con otra. O sea, se logra inducir un estado emocional genuino, sin que exista ninguna causa real ni imaginada que lo provoque…

"Step-out": Procedimiento para "salir de la emoción".

Uno de los hechos que observamos muy a menudo durante las primeras veces que utilizamos el procedimiento de inducción emocional era que los sujetos en quienes se inducía la emoción a través de la reproducción de los patrones efectores, se quedaban, por así decir, "atrapados" en ella, tal como ocurre en la vida real.

Así por ejemplo, después de reproducir el patrón de la pena, la persona solía quedar triste, o bien tenía sueños tristes por la noche. Como en ese tiempo seguíamos muy de cerca a los actores y estudiantes que se prestaron como sujetos experimentales, afortunadamente pudimos hacer esta importante observación muy al comienzo de la aplicación del método.

Para evitar este efecto que he llamado la "resaca emocional", era necesario lograr desactivar la emoción inducida, haciendo el camino inverso. Necesitábamos una técnica de "salida" de la emoción. Desarrollamos el concepto de "step-out", que quiere decir literalmente "paso de salida" y que correspondería a retornar a un estado emocional neutro, en el que la persona está atenta al exterior pero fundamentalmente centrada en sí misma, con un ritmo respiratorio regular y tranquilo.

Pero, ¿cómo aprender a controlar esta poderosa y útil herramienta?

A partir de mi propio entrenamiento en diversas técnicas de trabajo corporal y de meditación desarrollé una técnica específica para "step-out", que consiste, grosso modo, en terminar cada reproducción de un patrón efector con, al menos, tres ciclos completos de respiración lenta, profunda y regular, seguida de una completa relajación de los músculos de la cara y cambios de la postura corporal…

Esta técnica es esencial para que las personas que practiquen con Alba Emoting tengan una herramienta que les permita, en cualquier momento, volver a un estado de calma y centrarse de nuevo en sí mismas. La técnica es obviamente aplicable después de cualquier reacción emocional fuerte, sea esta "activada" por Alba Emoting o por cualquier situación en la vida cotidiana".[46]

Automotivación.

Siguiendo por el camino de la inteligencia emocional, se presenta ante nosotros la energía movilizadora y generadora de la acción, la automotivación, indispensable para el logro de nuestros objetivos y para alcanzar la autoeficacia. Estrechamente ligado al concepto de resiliencia entendido como la capacidad que posee cada cual de recuperarse ante la adversidad, superar situaciones complejas y de pérdida al cual nos vemos enfrentados en diversas etapas de la vida, en fin, fundamental para el líder y la comprensión de trabajar esta capacidad.

Dentro del concepto de la automotivación, es necesario, "desmenuzar" la importancia de la autoeficacia en los seres humanos. Aquí aparece la figura del psicólogo Albert Bandura que en el año 1986, elaboró la teoría del aprendizaje social que consiste en la regulación de la motivación y la acción humana, implicando tres tipos de expectativas: las expectativas de situación resultado, las expectativas de acción resultado y la autoeficacia percibida.

Resulta clave el concepto de creencias y cómo estas pueden potenciar la posibilidad de logros al generar la más alta confianza en las capacidades que poseo. "En la teoría de Albert Bandura, se define que la autoeficacia es un constructo principal para realizar una conducta, ya que la relación entre el conocimiento y la acción estarán significativamente mediados por el pensamiento de autoeficacia. Las creencias de autoeficacia, es decir, los pensamientos que tiene una persona sobre su capacidad y autorregulación para poner en marcha dicha conducta serán decisivas.

De esta manera las personas estarán más motivadas si perciben que sus acciones pueden ser eficaces, esto es si hay la convicción de que tienen habilidades personales que les permitan regular sus acciones. Bandura considera que influye a nivel cognitivo, afectivo y motivacional. Así, una alta autoeficacia percibida se relaciona con pensamientos y aspiraciones positivas acerca de realizar la conducta con éxito, menor estrés, ansiedad y percepción de amenaza, junto con una adecuada planificación del curso de acción y anticipación de buenos resultados.

El Papel de la Autoeficacia.

Todo el mundo puede identificar los objetivos que quieren lograr o los aspectos de su vida que les gustaría cambiar. Sin embargo, no todos piensan que llevar estos planes a la acción es algo fácil. Las investigaciones han demostrado que la autoeficacia de cada individuo juega un papel importante a la hora de afrontar una meta, tarea o desafío.

Los individuos con una autoeficacia alta están muy interesados en las tareas que participan, ven los problemas como desafíos estimulantes, experimentan un compromiso elevado hacia sus intereses y actividades, y se recuperan rápido de sus fracasos. Por el contrario, los individuos con una autoeficacia baja o débil: evitan tareas u objetivos desafiantes, piensan que las metas difíciles están fuera de su alcance, e interpretan los fracasos como algo personal.

Desarrollo de la Autoeficacia.

Las creencias de autoeficacia se desarrollan en edades tempranas de la infancia mientras se viven diferentes experiencias o situaciones. No obstante el desarrollo de la autoeficacia no termina en la infancia o adolescencia, sino que continúa su evolución a lo largo de la vida mientras la gente adquiere nuevas habilidades, conocimientos o vive nuevas experiencias.

Las creencias de autoeficacia se forman a partir de la información aportada por un total de cuatro fuentes:

1. Los logros de ejecución.

Las experiencias pasadas constituyen la fuente de información de autoeficacia más importante, ya que se basan en la comprobación del dominio real. Repetir el éxito en determinadas tareas aumenta las evaluaciones positivas de autoeficacia mientras que los fracasos repetidos las disminuyen, especialmente cuando los fracasos no pueden a circunstancias externas.

2. Experiencia vicaria u observación.

El modelado es importante ya que al ver (o imaginar) a otras personas ejecutar exitosamente ciertas actividades, una persona puede llegar a creer que el mismo posee las capacidades suficientes para desempeñarse con igual éxito. Esta fuente de autoeficacia adquiere particular relevancia en los casos en los cuales los individuos no tienen un gran conocimiento de sus propias capacidades o tienen poca experiencia en la tarea a realizar.

3. Persuasión Verbal.

La persuasión verbal es otra importante fuente de autoeficacia, especialmente en aquellas personas que ya disponen de un nivel elevado de autoeficacia y necesitan solamente de un poco más de confianza para realizar un esfuerzo extra y lograr el éxito.

4. Estado Fisiológico del individuo.

Los múltiples indicadores de activación autonómica, así como los dolores y la fatiga pueden ser interpretados por el individuo como signos de su propia ineptitud. En general las personas tienden a interpretar los estados elevados de ansiedad como signos de vulnerabilidad y como indicadores de un bajo rendimiento. El humor o los estados emocionales también van a tener impacto en cómo uno va a interpretar las experiencias".[47]

En la inteligencia emocional la automotivación se relaciona con la generación de ambientes psicológicos que tiendan y propicien el optimismo y confianza, siendo fundamental para crear buenos pensamientos. Al respecto, Hendrie Weisinger, estadounidense, experto en inteligencia emocional, señala que la motivación puede alcanzarse a través de cuatro fuentes:

1. Uno mismo.

2. Entorno cercano (amigos, familiares y colegas)

3. Un mentor.

4. Entorno global.

Para esto es fundamental generar pensamientos positivos, teniendo claro que para todo problema hay una solución. Además es indispensable creer que se puede hacer, es decir, ser optimista con uno mismo, uno es el autor y el espectador de las propias acciones. En definitiva, de gran ayuda será relacionarse con personas positivas que no caigan en la condescendencia pero si generen optimismo con objetividad.

Daniel Goleman señala "las palabras "motivación" y "emoción" tienen orígenes muy parecidos: las dos están relacionadas con el concepto de movimiento. La motivación es lo que nos impulsa a actuar para conseguir un objetivo. Todo lo que nos motive nos hace sentir bien. Como me dijo un científico, "para conseguir que hagamos lo que le interesa, la naturaleza lo convierte en un placer".

Las motivaciones determinan dónde encontramos placeres, pero con frecuencia cuando llega el momento de lograr esos objetivos la vida presenta dificultades. Sin embargo, si nos topamos con contratiempos y obstáculos en la consecución de las metas a las que nos empujan nuestras motivaciones se activan unos circuitos que convergen en una zona del córtex prefrontal izquierdo con el fin de recordarnos las buenas sensaciones que vamos a experimentar cuando alcancemos los objetivos. Cuando algo sale mal, eso nos ayuda a seguir adelante a pesar de las dificultades.

La gente cuyo punto de ajuste emocional se inclina hacia el lado izquierdo tiende a ser más positiva emocionalmente, pero, según ha constatado Davidson, es propensa a la ira, en especial cuando se malogra un objetivo importante. En esos momentos se frustran y se enfadan, lo cual es bueno, porque moviliza la energía y centra la atención en el esfuerzo necesario para superar los obstáculos y alcanzar la meta en cuestión.

Por el contrario, señala Davidson, la activación de la zona prefrontal derecha funciona como lo que se denomina un "inhibidor de la conducta": esos individuos tiran la toalla con más facilidad cuando las cosas se tuercen. También son demasiado reacios a correr riesgos, no porque tomen precauciones sensatas, sino porque aplican un exceso de cautela. Adolecen de falta de motivación, suelen ser más ansiosos y miedosos y están más pendientes de posibles amenazas.

Las investigaciones de Davidson indican que el hemisferio izquierdo se pone en funcionamiento con solo pensar en conseguir un objetivo relevante. La actividad de la zona prefrontal izquierda se relaciona con algo más importante que una meta cualquiera: es la sensación de tener un norte en la vida, las grandes empresas que dan sentido a la existencia".[48]

No se puede pasar por alto el relato y reflexiones del médico judío alemán Víctor E. Frankl, quien estuviera en un campo de concentración en plena segunda guerra mundial, y quien diera a conocer la importancia del sentido de la vida y lo relevante de esto desde la perspectiva de la automotivación. Su obra "El hombre en busca de sentido", es el resultado de sus estudios a partir de sus experiencias en los campos de concentración nazis. Sostuvo que el filósofo Friederich Nietszche estaba en lo cierto, dado que aquellos que tienen un sentido de vida, pese a lo adverso de la situación, resistirán y sobrevivirán. Pudo darse cuenta que las personas que tenían la ilusión de volver a ver a sus seres queridos o que tenían proyectos que consideraban inconclusos, o simplemente porque tenían una gran fe, parecían tener mejores posibilidades que aquellos que habían perdido toda la esperanza.

"Su terapia se denomina logoterapia, de la palabra griega logos, que significa estudio, palabra, espíritu, Dios o significado, sentido, siendo esta última la acepción que Frankl tomó, aunque bien es cierto que las demás no se apartan mucho de este sentido. Cuando comparamos a Frankl con Freud y Adler, podemos decir que en los postulados esenciales de Freud, (éste consideraba que la pulsión de placer era la raíz de toda motivación humana) y Adler (la voluntad de poder), Frankl, en contraste, se inclinó por la voluntad de sentido.

Frankl también utiliza la palabra griega noös, que significa mente o espíritu. Sugiere que en psicología tradicional, nos centramos en la "psicodinámica" o en la búsqueda de las personas para reducir su monto de tensión. En vez de centrarnos en eso; o más bien, además de lo anterior, debemos prestar atención a la noödinámica, la cual considera que la tensión es necesaria para la salud, al menos cuando tiene que ver con el sentido. ¡A las personas les gusta sentir la tensión que envuelve el esfuerzo de una meta valiosa que conseguir!.

No obstante el esfuerzo puesto al servicio de un sentido puede ser frustrante, la cual puede llevar a la neurosis, especialmente a aquella llamada neurosis noögénica, o lo que otros suelen llamar neurosis existencial o espiritual. Más que nunca, las personas actuales están experimentando sus vidas como vacías, faltas de sentido, sin propósito, sin objetivo alguno…, y parece ser que responden a estas experiencias con comportamientos inusuales que les daña a sí mismos, a otros, a la sociedad o a los tres.

Una de sus metáforas favoritas es el vacío existencial. Si el sentido es lo que buscamos, el sin sentido es un agujero, un hueco en tu vida, y en los momentos en que lo sientes, necesitas salir corriendo a llenarlo. Frankl sugiere que uno de los signos más conspicuos de vacío existencial en nuestra sociedad es el aburrimiento. Puntualiza en cómo las personas con frecuencia, cuando al fin tienen tiempo de hacer lo que quieren, parecen ¡no querer hacer nada!. La gente entra en barrera cuando se jubila; los estudiantes se emborrachan cada fin de semana; nos sumergimos en entretenimientos pasivos cada noche; la neurosis del domingo le llama.

De manera que intentamos llenar nuestros vacíos existenciales con "cosas" que aunque producen algo de satisfacción, también esperamos que provean de una última gran satisfacción: podemos intentar llenar nuestras vidas con placer, corriendo más allá de nuestras necesidades, teniendo sexo promiscuo, dándonos la "gran vida". O podemos llenar nuestras vidas con el trabajo, con la conformidad, con la convencionalidad. También podemos llenar nuestras vidas con ciertos "círculos viciosos" neuróticos, tales como obsesiones con gérmenes y limpieza o con una obsesión guiada por el miedo hacia un objetivo fóbico. La cualidad que define a estos círculos viciosos es que, no importa lo que hagamos, nunca será suficiente.

Igual que Erich Fromm, Frankl señala que los animales tienen un instinto que les guía. En las sociedades tradicionales, hemos llegado a sustituir bastante bien los instintos con nuestras tradiciones sociales. En la actualidad, casi ni siquiera eso llegamos a tener. La mayoría de los intentos para lograr una guía dentro de la conformidad y convencionalidad se topan de frente con el hecho de que cada vez es más difícil evitar la libertad que poseemos ahora para llevar a cabo nuestros proyectos en la vida; en definitiva, encontrar nuestro propio sentido.

Entonces ¿Cómo hallamos nuestro sentido?. Frankl nos presenta tres grandes acercamientos: el primero es a través de los valores experienciales, o vivenciar algo o alguien que valoramos. Aquí se podrían incluir las experiencias pico de Maslow y las experiencias estéticas como ver una buena obra de arte o las maravillas naturales. Pero nuestro ejemplo más importante es el de experimentar el valor de otra persona, v.g. a través del amor. A través de nuestro amor, podemos inducir a nuestro amado (a) a desarrollar un sentido, y así lograr nuestro propio sentido.

La segunda forma de hallar nuestro sentido es a través de valores creativos, es como "llevar a cabo un acto", como dice Frankl. Esta sería la idea existencial tradicional de proveerse a si mismo con sentido al llevar a cabo los propios proyectos, o mejor dicho, a comprometerse con el proyecto de su propia vida. Incluye, evidentemente, la creatividad en el arte, música, escritura, invención y demás. También incluye la generatividad de la que Erikson habló: el cuidado de las generaciones futuras.

La tercera vía de descubrir el sentido es aquella de las que pocas personas además de Frankl suscriben: los valores actitudinales. Estos incluyen tales virtudes como la compasión, valentía y un buen sentido del humor, etc. Pero el ejemplo más famoso de Frankl es el logro del sentido a través del sufrimiento. El autor nos brinda un ejemplo de uno de sus pacientes: un doctor cuya esposa había muerto, se sentía muy triste y desolado. Frankl le preguntó, "¿Si usted hubiera muerto antes que ella, cómo habría sido para ella?. El doctor contestó que hubiera sido extremadamente difícil para ella. Frankl puntualizó que al haber muerto ella primero, se había evitado ese sufrimiento, pero ahora el tenía que pagar un precio por sobrevivirle y llorarle. En otras palabras, la pena es el precio que pagamos por amor. Para este doctor, esto dio sentido a su muerte y su dolor, lo que le permitió luego lidiar con ello. Su sufrimiento dio un paso adelante: con un sentido, el sufrimiento puede soportarse con la dignidad.

Frankl también señaló de forma poco frecuente se les brinda la oportunidad de sufrir con valentía a las personas enfermas gravemente, y así por tanto, mantener cierto grado de dignidad. ¡Anímate!, decimos, ¡Sé optimista!. Están hechos para sentirse avergonzados de su dolor y de su infelicidad.

No obstante, al final, estos valores actitudinales, experienciales y creativos son meras manifestaciones superficiales de algo mucho más fundamental, el suprasentido. Aquí podemos percibir la faceta más religiosa de Frankl: el suprasentido es la idea de que, de hecho, existe un sentido último en la vida; sentido que no depende otros, ni de nuestros proyectos o incluso de nuestra dignidad. Es una clara referencia a Dios y al sentido espiritual de la vida".[49]

La sola conciencia de tener un sueño, un norte, un objetivo, lleva a los seres humanos a tener la capacidad de discernir, priorizar, distinguir entre lo importante y menos importante, de movilizarse y sentir que está en un estado de tranquilidad, confianza y seguridad. Esto trae consigo el concepto de incertidumbre y ligado a este, estrechamente vinculado, está la acción del líder, quien debe orientarse a generar mayor certidumbre. Al respecto, disciplinas como la administración, se desarrollan con el sentido de disminuir los grados de incertidumbre y por tanto, definir claramente los objetivos. Es así como cobra trascendencia la actividad de planificar y su rol de encauzar el racional uso de esfuerzos y recursos. He aquí una de las bases de la motivación y la automotivación del líder, produciéndose una simbiosis e interacción permanente entre todas las personas, generadora de una creciente motivación como variable sinérgica de toda organización.

Desde esta óptica, el líder político es un ente movilizador de voluntades y un generador de visiones de futuro, entregando de esta manera, el sentido de vida que los ciudadanos buscan.

Aportes de la PNL en la motivación.

Cómo primer paso, antes de extraer los aportes de la Programación Neurolingüística a la motivación, se procederá a explicar en qué consiste. Si dijéramos que la relación cerebro, mente, cuerpo y entorno, se reduce metafóricamente a la existencia de un hardware y un software, los que se encuentran absolutamente condicionados por las señales y estímulos del entorno, entenderíamos que el software, al igual que el hardware, puede sufrir diversas modificaciones, más aún, podríamos suprimir funciones del software y habilitar otras nuevas. En este sentido, la PNL se entiende como tal, asumiendo que su rol de programación, es decir, suprimiendo, actualizando o instalando nuestro software mental, se puede cambiar la manera de pensar y, como resultado, la manera de actuar. En relación al aporte de la neurología, esta disciplina incluye el concepto de Neuro y tiene que ver con la manera en que procesamos la información que llega a través de los cinco sentidos, relacionados al cerebro y al sistema nervioso. Por último, la lingüística tiene relación con el uso del lenguaje, es decir, todos los sistemas de símbolos, incluyendo gestos y posturas, para codificar, organizar y atribuir significados a nuestras representaciones internas del mundo, y para comunicarnos interna y externamente.

Mucha de la información que proviene de nuestro exterior es utilizada y almacenada, sin embargo otra, es eliminada lo que nos lleva a tener distintas percepciones entre los seres humanos. La PNL constituye una excelente herramienta para condicionar a las personas hacia el logro de objetivos que nos permiten mejorar nuestra voluntad y rendimientos. En consecuencia, la automotivación de cada cual se ve beneficiada y fortalecida al mejorar los aspectos a los cuales apunta la PNL, es más, los beneficios que trae consigo, produce el positivo efecto en la motivación, siendo estos:

– Permite saber lo que se quiere y cómo conseguirlo.

– Ayuda a construir relaciones humanas más fuertes y profundas.

– Aumenta la autoconfianza y la autoestima.

– Refuerza la capacidad de conectar con los demás.

– Se aprende a llevar el timón de la propia vida.

– Genera una comunicación más efectiva y persuasiva.

– Ayuda a sacar lo mejor de si.

– Genera un desmontaje de creencias limitantes para lograr más allá de lo que pienso y puedo lograr.

– Aumenta la creatividad.

– Ayuda a autocontrolar la manera que sientes, piensas y actúas.

Cabe señalar que la PNL trabaja a base de ciertas presuposiciones que otorgan una interesante visión de la vida y que ayuda no tan sólo al aspecto motivacional, más bien a todo el ámbito de la inteligencia emocional. Estas presuposiciones permiten proveer una plataforma de crecimiento personal y profesional importantes. Son el marco teórico que sustenta los patrones, modelos, técnicas de cambio y perspectivas de la PNL.

1. El mapa no es el territorio. La representación de la realidad de cada persona no es más que eso, una representación.

2. Todo el mundo vive en su modelo personal del mundo. Se asocia al anterior y consiste en que actuamos según el modelo personal de cada uno.

3. La experiencia posee una estructura. Se relaciona a la manera en que percibimos, filtramos y fijamos la realidad, es decir, como codificamos las cosas, como el tiempo, las emociones y los recuerdos en nuestro cerebro y en nuestro cuerpo, no siendo esto al azar, sino de modo coherente y sistemáticamente organizada.

4. La vida, la mente y el cuerpo son un único sistema. Nadie es una isla, según Robert Dilts, "nuestros cuerpos, nuestras sociedades y el universo forman una ecología de sistemas y subsistemas complejos que interactúan e influyen unos en otros".

5. El significado de la comunicación es la reacción que obtienes. El mensaje que intentamos comunicar no es siempre el que los demás reciben. Esto implica que debemos obligarnos a responsabilizarnos por nuestros mensajes, esto significa que no podemos culpar a los demás por no escucharnos o por reaccionar de una manera equivocada. Por tanto, se debe ser consciente de la reacción para saber si tú mensaje ha tenido éxito, o si necesitas adaptar tu enfoque.

6. No puedes dejar de comunicarte. Todo es comunicación, es decir, no solo lo que expreso verbalmente, los gestos, los silencios, inflexiones de voz, en fin, todo puede ser recepcionado como mensaje por la otra persona.

7. Debajo de todo comportamiento existe una intención positiva. Siempre existe un propósito, una razón, una "intención positiva" detrás, que surge cuando se ha desarrollado el comportamiento por primera vez.

8. La gente elige las mejores opciones que tiene a su disposición.

9. No existe el fracaso, sólo feedback. Este presupuesto es tremendamente motivador, porque una vez que lo adoptas, puedes intentar todas las cosas que antes tenías miedo de hacer. Cuantos más fracasos tengas, más aprenderás.

10. Los recursos para conseguir lo que queramos están en nosotros. los recursos para desarrollar talentos o competencias los tenemos, son sólo las creencias quienes nos limitan.

11. Si una persona puede hacer algo, todo el mundo puede aprender a hacerlo.

12. La gente trabaja perfectamente. Si una persona no sabe seguir una dirección o simplemente hacer las cosas, la persona puede buscar otro camino o modo de hacer las cosas.

13. La persona con mayor flexibilidad controlará el sistema. Es decir, las personas flexibles tienen más probabilidades de conseguir lo que quieren.

14. Elegir es mejor que no tener ninguna opción en absoluto. Existen diversos modos de hacer las cosas.

Finalmente, desde la perspectiva de la PNL, es fundamental tender a adoptar y trabajar con la inserción de creencias potenciadoras y el desmontaje de creencias limitantes, en específico, la automotivación de cada persona tiene relación con el sistema de creencias que fortalezcan esta variable movilizadora del éxito.

Modelo de inteligencia motivacional con PNL de Carlos Quiroga.

Desde este ángulo la motivación resulta el principal motor de la acción y desde aquí se acuña el concepto de inteligencia motivacional que consiste en manejar nuestros propios hilos para convertir sueños en realidades, lograr éxitos y ser felices, evitando que otros nos conviertan en marionetas vivas. Las personas que son capaces de automotivarse son más inteligentes, pues echan mano de recursos insospechados, llegando concretamente a la acción. Por tanto, se define Inteligencia Motivacional como "el uso estratégico de la emoción positiva, tanto para automotivarnos como para motivar a los demás. La primera se llama inteligencia motivacional intrapersonal. La segunda es la inteligencia motivacional interpersonal o liderazgo".[50]

Sin duda, un líder requiere el desarrollo de ambos aspectos de la motivación, es decir, automotivarse y saber motivar a los demás, resulta imprescindible que la gente vea un líder con claridad de objetivos, dinámico, entusiasmado con lo que hace y con mucha seguridad de si mismo.

Desde esta perspectiva, el libro "Inteligencia Motivacional" de Carlos Quiroga, expone el ejemplo histórico de un gran líder como lo fue Abraham Lincoln, recepcionándose de este relato un sentimiento de admiración y ganas de seguir su ejemplo. A caso, ¿no es esto lo que debe generar un líder?, Está claro que su vida la enfrenta con un criterio de aprendizaje y ganas de alcanzar sus sueños, desde este prisma el fracaso "nunca existió". A modo de modelaje, siempre es bueno interiorizarse, desde la perspectiva de la PNL, en la vida de grandes personajes y rescatar lo que se pueda aprender de él.

" El proceso de imitar a los grandes personajes se denomina "modelaje" en PNL. Permite contactar con prohombres y aprender de ellos.

Una regla de oro en inteligencia motivacional es unirse o al menos copiar a personas extraordinarias, dignas de ser modeladas.

Seres que nos llenas de ideales, nos queman el alma con sus deseos de fuego, sacándonos de la mediocridad maloliente, de la inercia, de la ruina mental.

Busca con una linterna mágica a esos preclaros, a esos sublimes autores de libros motivacionales que constantemente cambian personas mejorando naciones, familias y al propio planeta. Ojala puedas contar con la amistad de seres valiosos. Al menos cultivar su trato.

Personas importantes, emprendedores, desinteresadas, trabajadoras, animosas, honradas, valientes, voluntariosas, generosas, cuyo ejemplo sublime, estremece tu corazón, eleva tu alma y potencia tu mente, mostrándote el camino al triunfo. Abriendo tus alas psíquicas.

Abraham Lincoln nace en el año 1809 y cuando tenía 9 años fallece su madre. Corría 1818.

– En 1831 fracasa en los negocios.

– En 1832 pierde su empleo.

– En 1832 contiende por una legislatura estatal y pierde.

– En 1833 vuelve a fracasar en un negocio.

– En 1833 un amigo le presta dinero para emprender nuevamente pero, a fines de ese año se declara en quiebra. Pasa los siguientes 17 años de su vida pagando la deuda.

– En 1834 nuevamente contiende por una legislatura.

– En 1835 se compromete en matrimonio. Su novia muere y él queda destrozado en vida.

– En 1835 es elegido para la legislatura pero, ese mismo año muere su prometida.

– En 1836 sufre una seria crisis nerviosa y permanece en cama medio año.

– En 1838 es derrotado para presidente de la cámara.

– En 1838 aspira a convertirse en portavoz de la legislatura estatal pero ¡nuevamente es derrotado!.

– En 1840 se postula para ser miembro del Colegio Electoral pero ¡es vencido!.

– En 1843 fue derrotado para las elecciones del congreso.

– En 1843 en segundo intento es elegido para el congreso pero, vuelve a perder ese puesto a los dos años.

– En 1848 contiende para ser reelecto en el congreso y pierde.

– En 1849 aspira al trabajo titular de la oficina del catastro, en su estado natal y ¡es rechazado!.

– En 1854 contiende para el senado de los Estados Unidos y pierde.

– En 1856 aspira a ser nominado para vicepresidente en la convención nacional de su partido. Obtuvo menos de cien sufragios, una de las votaciones más bajas de la historia.

– En 1858 contiende una vez más para el senado de los Estados Unidos y vuelve a perder."[51]

Hasta aquí, quizás parezca tragicómico la seguidilla de fracasos de Abraham Lincoln, sin embargo, la vida continuaba y sus creencias no limitaban su actuar. Es más en el año 1860 Abraham Lincoln es elegido Presidente de los Estados Unidos.

Abraham Lincoln nace en muy malas condiciones económicas, en una discreta choza sin puertas ni ventanas, sin piso y sin muebles, es decir, en la pobreza más absoluta. En su niñez y adolescencia araba la tierra, cosechaba heno y talaba bosques. No tuvo la posibilidad de asistir regularmente a la escuela, simplemente fue durante 12 meses. Sin embargo, bastó para aprender a leer, se convirtió en un incansable lector. Desde esta perspectiva logró automotivarse permanentemente, transformándose en un gran orador y con un gran sentido de servicio público.

En definitiva. Lincoln es reconocido como uno de los más grandes presidentes de los Estados Unidos.

Resiliencia.

Del ejemplo anterior, claras conclusiones se pueden extraer de lo que es la resiliencia, cómo, una y otra vez, Abraham Lincoln era capaz de reponerse al obstáculo o derrota y seguía su caminar al objetivo. Esta capacidad humana, es inherente a nuestra naturaleza y para ello debemos hacernos conscientes de nuestras capacidades y recursos. Por esto, la automotivación resulta elemental cuando "hemos caído en un precipicio profundo", sabiendo que el obstáculo es sólo un break en el camino. Sin duda, ser resiliente es ser inteligente emocionalmente.

"Los líderes exitosos se destacan por su perseverancia y por su alta motivación de logro. Están llenos de energía y se sienten apasionados por su trabajo. En general, consideran que lo que hacen tiene mucho sentido y creen en lo que están empeñados en lograr. Más aún, frente a las dificultades se muestran capaces de salir fortalecidos y muchas veces se reinventan a si mismos para superar las crisis. Los líderes que tienen éxito aceptan sus responsabilidades, admiten sus faltas y errores y se ocupan de solucionar los problemas, sin obsesionarse con el fracaso.

Esto nos muestra la capacidad de resiliencia del líder, característica que se encuentra muy relacionada a un componente de la inteligencia emocional, la propia motivación. Este componente de la inteligencia emocional tiene que ver con ser capaz de ordenar las emociones en pro de un objetivo, con empuje, iniciativa, afán de éxito y adaptabilidad.

¿Cómo logran salir adelante las personas después de situaciones difíciles que cambian sus vidas? La muerte de un ser querido, la pérdida del trabajo, enfermedades serias, ataques terroristas y otros eventos traumáticos, son algunos ejemplos de situaciones límites que ocurren en la vida. Muchas personas reaccionan frente a estas situaciones límites que ocurren en la vida. Muchas personas reaccionan frente a estas situaciones con un torrente de emociones fuertes y angustia frente a la incertidumbre.

Sin embargo, en general las personas logran adaptarse a los acontecimientos críticos de la vida y a las continuas condiciones de estrés. ¿Qué les permite hacerlo? Esta respuesta requiere de resiliencia, un proceso psicológico que toma tiempo, esfuerzo y que implica una serie de pasos. La resiliencia se refiere a la capacidad para adaptarse bien en situaciones adversas, traumas, tragedias, amenazas o en situaciones de estrés en la familia y en sus relaciones cercanas, problemas de salud serios, estrés laboral o financiero. La capacidad de ser resiliente nos permite rebotar a partir de estas experiencias difíciles.

La investigación ha demostrado que la resiliencia es ordinaria y no extraordinaria. Las personas frecuentemente demostramos resiliencia".[52]

Dentro del escenario de política práctica, las posibilidades de experimentar derrotas electorales y situaciones de alta incertidumbre, con fuertes grados de angustia, resulta ser una condición inherente en la actividad. Es así que la reinvención constituye una característica de despegue que puede ocurrir más de una vez en la vida. El "subir" y "bajar", el ascensor de la vida, es un clásico y máxima al cual debemos acostumbrarnos. En política, al ser por esencia una actividad de fuertes emociones, resulta imprescindible el desarrollo de los aspectos de la inteligencia emocional y en específico la capacidad de resiliencia. Cómo no traer a colación a Nelson Mandela, gran político sudafricano, cuya capacidad resiliente lo convirtió en uno de los más grandes líderes en la historia de la humanidad. Un hombre que fue capaz de soportar las penurias de la cárcel, durante muchos años y que dio un ejemplo al mundo de cómo no caer en la emocionalidad y sentimientos de odio y rabia, ni siquiera el resentimiento, siendo capaz de sobreponerse a todo para lograr su sueño a base del respeto y el cariño a la vida. Tantos otros que nos pueden servir de ejemplo, pero quien lee en este momento este texto, a caso, ¿no tiene sus propios ejemplos e historias de vida del cual se puede aprender?, no cabe dudas que la respuesta es un sí rotundo, pues bien, hacer memoria entonces de cómo fue el proceso de reconstitución.

La naturaleza dotó al ser humano de esta capacidad, para lo cual, una vez más la explicación se encuentra en nuestro cerebro, surgiendo desde la neurociencia y el psicoanálisis importantes respuestas del fenómeno. Aquí aparece el concepto de neuroplasticidad y cómo nuestro cerebro se adapta ante factores estresores, generando una serie de nuevas redes neuronales. "Desde el punto de vista de la biología y la neurociencia, el cerebro es el órgano ejecutor central del sistema biológico responsable de la resiliencia y el encargado de regular los mecanismos neurobiológicos, cognitivos y psicológicos del individuo vinculados con la respuesta al estrés y la resiliencia.

En este contexto, el estrés podría definirse como el conjunto de respuestas de un organismo frente a los cambios y estímulos que atentan contra la homeostasis (equilibrio dinámico). Si bien en un principio el estrés constituye un mecanismo fisiológico necesario, especialmente durante la etapa aguda (estrés agudo), el estrés crónico induce alteraciones en el cerebro y en el funcionamiento de todo el organismo.

En íntima relación con el concepto de estrés aparece el término alostasis, introducido por Sterling y Eyer en 1988 para referirse al proceso activo mediante el cual el organismo responde a los cambios diarios, manteniendo la homeostasis o equilibrio dinámico. Cuando la magnitud de los cambio supera la capacidad adaptativa del sistema (aumento de carga alostática), el cerebro y el cuerpo pueden sufrir consecuencias deletéreas a nivel de las funciones fisiológicas, psicológicas y conductuales.

Para comprender los mecanismos mediante los cuales el organismo en su totalidad y el cerebro como órgano principal actúan frente al estrés, es pertinente diferenciar entre la respuesta aguda y la respuesta crónica al estrés. Asimismo, el cerebro deberá ser considerado como un sistema altamente dinámico que tiene la capacidad de modificar permanentemente su estructura y función según las necesidades percibidas.

Esta propiedad del cerebro y del SNC (Sistema Nervioso Central), que ha sido estudiada en profundidad durante los últimos quince años, se conoce como plasticidad o neuroplasticidad. Los cambios plásticos incluyen mecanismos estructurales (sinaptogénesis, arborización dendrítica y neurogénesis) y neuroquímicos (mediadores celulares de las respuestas fisiológicas). Para ello, un importante número de neurotransmisores, neuropéptidos, neurotrofinas, citoquinas y hormonas se pone en juego con el propósito de mediar las respuestas biológicas inducidas por el estrés. Estos mediadores se caracterizan por cumplir funciones biológicas y metabólicas (p, ej., aporte de energía a la célula) como funciones más complejas de condicionamiento conductual (p. ej., recompensa, condicionamiento al miedo y conducta social).

En resumen, la evidencia empírica sugiere que los determinantes de la resiliencia son complejos e incluyen factores sociales, psicológicos y biológicos (genéticos y epigenéticos). En los individuos resilientes, las variables constitucionales, biológicas y genéticas interactúan con las variables ambientales y las conductas aprendidas para resolver determinadas situaciones adversas, evitando o previniendo un trastorno psiquiátrico.

Podemos entonces considerar a la resiliencia como una función o propiedad compleja de los sistemas biológicos, que opera en los diferentes niveles o sistemas de organización de los seres vivos (desde el nivel molecular y celular hasta el nivel social y de adaptación ambiental). La resiliencia permite al organismo adaptarse a las situaciones y a los cambios permanentes; por un lado mantiene la homeostasis de las funciones biológicas principales, y por el otro, hace posible que el sistema regrese a un estado previo de funcionamiento fisiológico y adaptativo, cuando un factor estresante provoca daño o alteración"[53].

Definitivamente, estamos dotados, por naturaleza, de una extraordinaria capacidad para reinventarnos, manejar el estrés y flexibilizar ante las situaciones que se crucen en el camino de la vida. Hoy el político enfrenta una profunda crisis de credibilidad y además de confusión de cuál es su rol y cómo debe ser su actitud y conducta, para lo cual, las señales del entorno, manifestadas en las diversas noticias que vemos a diario, constituyen el síntoma de una enfermedad muy profunda y que encuentra su arraigo en un distorsionado proceso educativo histórico, alejado de lo que es la naturaleza humana y más lejos aún del desarrollo de las capacidades propias que no cabe duda son infinitas. En este escenario complejo, la autoconsciencia, la capacidad autocrítica y los factores estresores del entorno se localizan como el foco a atender para considerar en los nuevos procesos educativos y de aprendizaje que se hace imperioso tener en cuenta y aplicar desde la primera infancia. Desde aquí, la resiliencia se verá fortalecida por el nuevo criterio y actitud de las personas. En conclusión, la resiliencia, estrechamente ligada a la capacidad de automotivación dependerá de cómo los seres humanos se sometan a procesos de aprendizaje que generen el despertar de conciencias, haciendo que la actitud y el sistema de creencias asociados fortalezcan esta notable capacidad humana, en mi juicio aquí está la clave de del proceso de adaptación a las nuevas variables de la sociedad y la correcta orientación para convivir en una sociedad que hoy, con sus síntomas, nos dice a gritos "necesito una reorientación y curar mis males éticos y morales", no cabe duda, es hora de comenzar el proceso.

Resiliencia desde la perspectiva del Psicoanálisis.

Siguiendo con los aspectos profundos de la resiliencia, desde la perspectiva del psicoanálisis, resulta útil tener en cuenta que la exposición social nos puede llevar a eventos que pueden convertirse en situaciones traumáticas y que pueden dañar gravemente la continuidad en la política. Por esto, vale la pena considerar la visión psicoanalítica.

"¿Es posible que lo traumático sea percibido y estudiado por el psicoanálisis actual desde una perspectiva diferente a la de la repetición patogénica? ¿Puede ser que los psicoanalistas mirando repetidamente hacia arriba no veamos el cielo tal como escribe Dylan?

El descubrimiento freudiano de la existencia de mecanismos inconscientes que regulan el comportamiento humano constituyó una conocida revolución en la concepción del hombre y un aporte capital para el tratamiento de sus distintas condiciones patológicas. Freud y los grandes desarrollos postfreudianos han explicado exhaustivamente cómo y por qué se enferma y también por qué se mantiene la enfermedad. Las distintas teorías clínicas han dado cuenta de este hecho y también desde Freud el papel de los vínculos ha sido relevante para explicar la patología ya sea por carencia o exceso tal cual es expresado en el clásico Malestar en la Cultura.

El sufrimiento nos amenaza por tres lados: desde el propio cuerpo […] condenado a la decadencia y a la aniquilación […]del mundo exterior capaz de encarnizarse con fuerzas destructoras implacables […] de las relaciones con otros seres humanos. El sufrimiento que emana de esta fuente quizás nos sea más doloroso que cualquier otro.

Sin embargo, como es sabido, numerosos desarrollos postfreudianos y distintos avances en investigación en psicoterapia, han puesto en evidencia que "esas relaciones con otros seres humanos" son a su vez la fuente de reparaciones y evoluciones saludables. Y a la vez la teoría psicoanalítica y su concepción de la ambivalencia ha evitado caer en ingenuidades clínicas o teóricas. Por otra parte, existen investigaciones que sostienen la existencia de motivaciones inconscientes primarias para resolver problemas y que el vínculo analítico permitiría desarrollarlas (Weiss 1998). También son importantes las consideraciones sobre la "virtualidad sana" (García Badaracco 2006) que existiría aún en los pacientes más graves, pues esto implicaría la existencia de potenciales inconscientes solutogénicos, coexistiendo con las tradicionales resistencias inconscientes, que podrían ser activados en determinada condición relacional.

Pero una cuestión particular se plantea cuando se trata de la clínica de lo traumático. En especial el problema de los eventos disruptivos de origen social de definida eficacia patogénica, constituyen un campo donde se juegan el valor de los dispositivos de asistencia psicosocial, las capacidades de los damnificados y su potencial evolutiva. En realidad es conocido que la eficacia traumática de un evento no depende solo de su magnitud sino más bien de su forma de ser vivenciado (Freud. 1926/1973; Baranger, M., Baranger W., Mom J. (1987); Benyakar, 2003). La vivencia traumática suele generar y/o estar asociada a una condición vulnerable que implica un modo de funcionamiento psíquico donde predominan las respuestas somáticas y/o comportamentales independientemente de la clasificación nosológica que se realice. Esto significa que tradicionalmente se asocie trauma con vulnerabilidad y que esta condición, que se expresa clínicamente en distintas manifestaciones, implica un funcionamiento psíquico con dificultades de procesamiento y recursos de afrontamiento variables…

Es aquí necesario entonces sintetizar cuáles son los puntos de partida teóricos para formular un modelo de aparato y funcionamiento psíquico que dé cuenta de lo hasta ahora planteado. Estas nociones son cuatro y provienen de las articulaciones y correspondencias no reduccionistas entre psicoanálisis, disciplinas de la subjetividad y neurociencias:

a) La noción de heterogeneidad del inconsciente: existen varios funcionamientos u operatorias con características diferentes de modo que no es posible hablar de un inconsciente homogéneo. Los desarrollos de Bleichmar (1999) y su modelo modular-transformacional en psicoanálisis son un ejemplo de esta noción.

b) La noción de coexistencia: los distintos funcionamientos se dan simultáneamente y las producciones finales incluyen siempre aspectos variables de los mismos, de modo que cualquier manifestación clínica es siempre mixta. Esta noción lleva implícita la de predominio y gradiente y por lo tanto implica un cuestionamiento de la idea de estructura psicopatológica.

c) La noción de complejidad: los funcionamientos tienen recursividad por lo que no existen determinismos lineales causa-efecto. Todos los mecanismos que se describen por ejemplo desde la perspectiva psiconeuroinmunoendocrina tienen esta característica.

d) La noción de vincularidad reestructurante: a las clásicas perspectivas sobre el valor estructurante del vínculo primario se agrega el potencial reestructurante de los vínculos secundarios. Esta noción está asociada con la moderna concepción de neuroplasticidad y con la idea de que nuevos vínculos construyen nuevas subjetividades…

En las últimas décadas se ha desarrollado considerablemente la noción de resiliencia definida clásicamente como la capacidad humana de enfrentar, sobreponerse y ser transformado por experiencias de adversidad (Grotberg, 2001). Existen otras definiciones pero por lo general el problema crítico se plantea cuando se la asocia con las historias de los self made men, o cierta valoración especial de actitudes "positivas". De allí que nuestra perspectiva psicoanalítica enfatiza la idea de "transformación" que se produciría a partir de la condición adversa para definir estrictamente la resiliencia. En realidad este constructo parece ser una evolución de la vulnerabilidad, es decir de que la posibilidad de lo traumático -a partir de un encuentro vincular significativo- active potenciales subjetivos transformadores. En general para hablar de desarrollo resiliente las condiciones comunes a las distintas posturas teóricas son:

a) La existencia de adversidad que corresponde definir en su eficacia traumática y sin la cual no correspondería el uso del concepto. De allí que ciertas circunstancias estresantes (las "pruebas" de Cyrulnik, 2001) no alcanzan para definir un desarrollo resiliente. Diversas experiencias (duelos, conflictos laborales, afectivos, sociales, etc.) pueden ser elaborados exitosamente sin que ello implique un desarrollo resiliente.

b) Una evolución contraintuitiva con características de transformación, que implica un funcionamiento psíquico que se manifiesta en comportamientos determinados que brindan bienestar subjetivo y presencia de cambio objetivo. Esto implica que cuando se esperan las manifestaciones clínicas de la vulnerabilidad éstas no se producen o lo hacen parcialmente.

Por otra parte y desde una perspectiva psicoanalítica, es importante diferenciar actitudes y comportamientos sobreadaptados (Liberman et al, 1982) que pueden impresionar como formas exitosas de afrontar la adversidad, pero que no implica transformación alguna. Es decir que el funcionamiento psíquico – que suele caracterizarse como omnipotente- y con vivencia de "invulnerabilidad"- es un funcionamiento de riesgo que caracterizamos como "subjetividad aquileica". Y aquí es donde adquiere particular relevancia el papel de los vínculos pues esta última condición psíquica por lo general desmiente necesitarlos o los subestima de modo que semeja al "superman" que menciona Cyrulnik (2001), mientras que la subjetividad resiliente es más cercana al "poeta" que narra y crea.

Además este autor jerarquiza el valor fundamental de los vínculos a tal punto que desarrolla la noción de tutor de resiliencia definido como "[…] alguien, una persona, un lugar, un acontecimiento, una obra de arte que provoca un renacer del desarrollo psicológico tras el trauma. […] un encuentro significativo puede ser suficiente".

Se trata de otro que brinda amor incondicional y de hecho corrige un desarrollo a través de una interacción que se construye como un tejido, como una trama productora de nueva subjetividad. Aquí es donde se define con claridad el desarrollo resiliente a través del papel fundamental que posee la calidad de la narrativa y su construcción con otro. Este "otro" es el que en la historia sirvió para configurar un apego seguro asociado a la mentalización (Marty, 1990; Fonagy, 1999) y que se describe en la base de la resiliencia.

La importancia del otro y del apego adquieren valor si se tiene en cuenta también la afirmación de Bowlby que relata Marrone (2001):

Para simplificar: una persona de cualquier edad que siente confianza en que una figura de apego va a estar disponible y receptiva en caso de necesidad, probablemente se sienta relajada y tenga recursos para que le vaya bien en la vida. En cambio, es probable que una persona que esté preocupada por sus vínculos de apego no funcione de una manera óptima.

La confianza en otro incrementa la autoconfianza, condición que Dryzun (2006) define como posición subjetiva propia de la clásica noción de desafío. Pero además esta última idea de Bowlby, jerarquiza en realidad los desarrollos de las corrientes psicosociales que se ocupan del valor de las redes sociales y del apoyo social"[54]

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