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El legado vital de la globalización: del malestar económico al populismo emocional e irreflexivo (Parte I) (página 5)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

Cuarto, porque advirtió que su mejor vivero de electores era la clase trabajadora menos ilustrada de las zonas rurales, frustrada y venida a menos durante el paso de la era industrial a la del conocimiento. Trump le prestó la voz y los llenó de ilusiones.

Quinto, porque supo crear un relato nacionalista de víctimas y victimarios, en el que sus electores eran honrados trabajadores que padecían los atropellos marginadores de la globalización.

Sexto, porque Trump, con sus setenta años, sus tres mujeres sucesivas y su familia glamorosa, es la quintaesencia del patriarca exitoso en una sociedad (como casi todas) que no ha superado esa fase de la evolución de la especie.

Séptimo, porque el machismo y el sexismo, derivados del patriarcado, exigen a las mujeres un comportamiento diferente al de los hombres.

Octavo, porque los demócratas llevaban ocho años en el gobierno y eso genera fatiga en una parte sustancial del electorado.

Hasta aquí las razones que podrían explicar el ascenso del magnate neoyorquino. Pero él también significa otra cosa: la pérdida de estilo, el abandono de una ética y una estética asociada -acaso idealmente- a la democracia liberal y al capitalismo productivo. Para los intelectuales tributarios de esa tradición, los liberals, Trump implica una tragedia, como lo expresó con frustración un editorial de The New Yorker esta semana. El editor, sin piedad, llama al presidente electo "un hombre hueco" (a hollow man), codicioso, mendaz y fanático. Es paradójico: recurre a la misma expresión usada por T. S. Eliot para titular su célebre poema, que es una metáfora del hombre contemporáneo: "Somos los hombres huecos/ Los hombres rellenos de aserrín/ Que se apoyan unos contra otros/ Con las cabezas llenas de paja"…

Tal vez no haya que exagerar tanto la dramatización. Mejor sería que los "progresistas", en lugar de gemir, se preguntaran qué hicieron para evitar que Trump llegara a la cima. Las principales razones de su éxito tienen que ver con la injusticia.

Trump ha conseguido ganar las elecciones con la mayor parte de los medios en su contra, tal y como demuestra un análisis publicado por "Politico Magazine" el 25 de octubre. Hasta esa fecha, tan solo seis periódicos habían pedido a sus lectores que apoyaran a Donald Trump, frente a los más de 200 que pedían el voto para Hillary Clinton. Aunque a partir de entonces algunos diarios se sumaron a la campaña del magnate, llegando a sumar en torno a 20 apoyos en la recta final, en ningún momento el presidente electo se acercó a su rival en lo que respecta a periódicos a su favor.

Al margen de los números, cabe señalar también la importancia y difusión de los que apoyaron a Trump frente a los que defendieron a Clinton: mientras que diarios como el "New York Times", el "Financial Times" o "The Washington Post" pidieron el voto para la candidata demócrata, el republicano tuvo que contentarse con el aplauso de periódicos locales como el "Waxahachie Daily Light" de Dallas o el "Times-Gazette" de Hillsboro. De hecho, los únicos "grandes" de la prensa escrita que apostaron por Trump fueron "Las Vegas Review-Journal" y el "New York Observer"; el primero pertenece a Sheldon Adelson, el hombre que más dinero dio a los republicanos en las últimas elecciones, y el segundo a Jared Kushner, el yerno de Donald Trump.

Sea aduciendo ignorancia, escasa formación, color de la piel, sectarismo o torpeza para distinguir el bien del mal, la verdad de la falsedad, los sectores del establishment han insinuado que los ciudadanos no están capacitados para elegir a sus gobernantes. Y estas son ya palabras mayores. "Cuando estás convencido de que todos los demás han perdido la cabeza, tal vez debas plantearte que eres tú quien la ha perdido".

Los primeros 100 días del "sudoku" Trump (a verlas venir…)

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El contrato de Donald Trump: promesas de campaña (El Economista – 10/11/16)

El presidente electo de los Estados Unidos ya ha publicado lo que hará en los 100 primeros días de su mandato. Entre sus planes: anunciar la retirada de EU del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), bajar impuestos, derogar el Obamacare y construir el muro con México.

(Resalto en rojo todas aquellas medidas que podría suscribir)

El 22 de octubre de 2016, en Gettysburg, Pensilvania, Donald Trump, entonces candidato presidencial por el partido Republicano, presentó un "Contrato con los votantes de América" con sus propuestas para los primeros 100 días de su gobierno:

Lo que sigue es mi plan de acción de 100 días para hacer a América Grande otra vez. Es un contrato entre el votante estadounidense y yo, y comienza con la restauración, honestidad, responsabilidad y llevar el cambio a Washington. En el primer día de mi mandato, mi administración se ocupará inmediatamente de lo siguiente:

Seis medidas para limpiar de corrupción y colusión de intereses particulares a Washington, DC:

PRIMERA, proponer una enmienda constitucional para imponer límites de mandato a todos los miembros del Congreso.

SEGUNDA, suspender la contratación de empleados federales para reducir la burocracia federal a través de la eliminación de los puestos (con excepción de la milicia, seguridad pública y salud pública).

TERCERA, un requerimiento legal para que por cada nueva regulación federal se elimine dos regulaciones existentes.

CUARTA, una prohibición de cinco años para que funcionarios de la Casa Blanca y del Congreso se conviertan en lobistas después de que dejen el servicio del gobierno.

QUINTA, una prohibición de por vida para los funcionarios de la Casa Blanca para cabildear en nombre de un gobierno extranjero.

SEXTA, prohibir completamente a los cabilderos extranjeros que recaudan dinero para las elecciones estadounidenses.

Siete acciones para proteger a los trabajadores estadounidenses:

PRIMERA, anunciaré mi intención de renegociar el TLCAN o retirarme del acuerdo bajo el Artículo 2205.

SEGUNDA, voy a anunciar nuestra retirada del Acuerdo de Asociación Transpacífico.

TERCERA, daré instrucción al Secretario de Hacienda para señalar a China como un manipulador de divisas.

CUARTA, daré instrucción al Secretario de Comercio y Representantes Comerciales de los Estados Unidos para identificar todos los abusos comerciales extranjeros que afectan injustamente a los trabajadores estadounidenses y les ordenaré que utilicen todos los instrumentos de la legislación estadounidense e internacional para poner fin a esos abusos inmediatamente.

QUINTA, levantaré las restricciones a la producción de 50 billones de dólares de reservas de energía estadounidenses que producen empleos, incluyendo shale, petróleo, gas natural y carbón limpio.

SEXTA, eliminaré las restricciones de Obama-Clinton, e impulsaré los proyectos de infraestructura de energía indispensables, como el oleoducto Keystone.

SÉPTIMA, cancelaré el pago de miles de millones de dólares asignados a los programas de las Naciones Unidas para cambio climático, y usaré el dinero para limpiar la infraestructura hídrica y ambiental de Estados Unidos.

Cinco acciones para restablecer la seguridad y el estado de derecho constitucional:

PRIMERA, cancelar toda acción ejecutiva, memorándum y orden inconstitucionales emitidos por el Presidente Obama.

SEGUNDA, comenzar el proceso de selección de un reemplazo para el juez Antonin Scalia, uno de los 20 jueces de mi lista, quienes defenderán la Constitución de los Estados Unidos.

TERCERA, cancelar todo el financiamiento federal a las ciudades del santuario.

CUARTA, comenzar a deportar a los más de dos millones de inmigrantes ilegales criminales del país y cancelar las visas a los países extranjeros que no los reciban de vuelta.

QUINTA, suspender la inmigración de regiones propensas al terrorismo donde la investigación no puede ocurrir con seguridad. Todas las investigaciones de personas que vengan a nuestro país serán consideradas "investigaciones extremas".

Trabajaré con el Congreso para presentar las siguientes reformas estructurales y lucharé por su aprobación dentro de los primeros 100 días de mi Administración:

Ley de Incentivos y Simplificación de Impuestos para la Clase Media

Un plan económico diseñado para hacer crecer la economía 4% al año y crear al menos 25 millones de nuevos puestos de trabajo a través de la reducción masiva de impuestos y la simplificación, en combinación con la reforma comercial, el alivio regulatorio y levantar las restricciones a la energía estadounidense. Las mayores reducciones de impuestos son para la clase media. Una familia de clase media con dos hijos recibirá un recorte de impuestos del 35 por ciento. El número actual de niveles se reducirá de siete a tres, y las formas de impuestos también se simplificarán grandemente. La tasa para negocios se reducirá de 35% a 15%, y los trillones de dólares de dinero de corporaciones estadounidense en el extranjero podrán volver a una tasa del 10 por ciento.

Eliminar la Ley de Offshoring

Establece tarifas para disuadir a las empresas de despedir a sus trabajadores para trasladarse a otros países y enviar sus productos a los Estados Unidos libres de impuestos.

Ley Americana de Energía e Infraestructura

Aprovecha las Asociaciones Público-Privadas y las inversiones privadas a través de incentivos fiscales, para impulsar 1 billón de dólares en inversiones en infraestructura durante diez años. La tasa de interés será neutral.

Ley de Elección Escolar y Oportunidad Educativa

Redirige el dinero para la educación para dar a los padres el derecho de enviar a su hijo a la escuela pública, privada, distrital, magnet, religiosa o en el hogar de su elección. Finaliza la currícula común y lleva la supervisión de la educación a las comunidades locales. Amplía la educación vocacional y técnica, y hace que los colegios de dos y cuatro años sean más asequibles.

Derogar y reemplazar la Ley Obamacare

Revoca completamente la ley Obamacare y la reemplaza con cuentas de ahorro de salud, la capacidad de comprar seguros de salud a través de las líneas estatales y permite a los estados administrar fondos de Medicaid. Las reformas también incluirán reducir los trámites burocráticos en la FDA: hay más de 4.000 medicamentos en espera de aprobación, y queremos acelerar la aprobación de medicamentos que salvan vidas.

Ley de Accesibilidad al Cuidado Infantil y para Ancianos

Permite a los estadounidenses deducir los servicios de cuidado de niños y ancianos de sus impuestos, incentivar a los empleadores a proporcionar servicios de guardería en el sitio de trabajo y crea cuentas de ahorros de dependientes libres de impuestos para los dependientes jóvenes y ancianos, con contribuciones igualadas para familias de bajos ingresos.

Ley para Terminar con la Inmigración Ilegal

Financiar plenamente la construcción de un muro en nuestra frontera sur con el pleno entendimiento de que el país de México reembolsará a los Estados Unidos el costo total de dicho muro; establece una pena de prisión federal mínima obligatoria de dos años por reingresar ilegalmente a los Estados Unidos después de una deportación anterior y una pena de prisión federal mínima obligatoria de cinco años por reingresar ilegalmente a aquellos con condenas por delitos graves, condenas por delitos menores o con dos o más deportaciones previas; también reforma las normas de visado para mejorar las penas por exceso de tiempo y asegurar que los puestos de trabajo abiertos se ofrezcan primero a los trabajadores estadounidenses.

Ley de Restauración de la Seguridad Comunitaria

Reduce la escalada de la delincuencia, las drogas y la violencia mediante la creación de un grupo de trabajo sobre la delincuencia violenta y el aumento de la financiación de los programas de formación y asistencia a la policía local; aumenta los recursos para que las agencias federales de aplicación de la ley y los fiscales federales desmantelen las bandas criminales y pongan a los infractores violentos tras las rejas.

Restablecimiento de la Ley de Seguridad Nacional

Reconstruye nuestro ejército, eliminando el congelamiento del gasto en defensa y ampliando la inversión militar; proporciona a los veteranos la capacidad de recibir tratamiento público de la Administración de Veteranos o asistir al médico privado de su elección; protege nuestra infraestructura vital contra ataques cibernéticos; establece nuevos procedimientos de selección para la inmigración para garantizar que los que son admitidos en nuestro país apoyen a nuestra gente y nuestros valores.

Ley para Limpiar de Corrupción a Washington

Establece nuevas reformas éticas para drenar el pantano y reducir la influencia corruptora de intereses particulares en nuestra política.

El 8 de noviembre, los estadounidenses votarán por este plan de 100 días para restaurar la prosperidad de nuestra economía, la seguridad de nuestras comunidades y la honestidad de nuestro gobierno.

Esta es mi promesa para ti.

Y si seguimos estos pasos, tendremos una vez más un gobierno de, por y para el pueblo.

Nota: Hay 21 medidas o leyes, sobre las 28 publicadas, con las que estoy de acuerdo. Por lo que, si votara en los EEUU (cosa imposible) y si creyera las "promesas" electorales (cosa improbable), podría haber votado a Donald Trump.

El "contrato" con América (y a los demás que les den…)

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Los primeros movimientos y fichajes del… ¿hombre
de paja? (entre lágrimas de los "progres" del establishment)

Para responder a la pregunta de qué tipo de presidente será Donald Trump, sus dos primeros nombramientos ofrecen una respuesta inicial bastante clara.

Como debutante político, Trump ha prometido "drenar la ciénaga" de Washington, liberar a la capital del amiguismo y la corrupción y renovar la estrategia de gobierno, con una nueva camarilla.

Con el nombramiento de Stephen Bannon como jefe de estrategia, y Reince Priebus como jefe de personal, Trump demuestra que intentará cabalgar entre ambas sendas, intentando tranquilizar a los mercados financieros y a los conservadores del establishment preocupados por si Trump está preparado para asumir la presidencia, mientras apela a las bases que le ayudaron a ganar la Casa Blanca.

Bannon fue jefe de campaña de Trump y director de la página de noticias Breitbart News, mientras que Priebus es el presidente del Comité Nacional Republicano, y aliado clave de Trump durante los meses finales de la campaña.

Bannon, exoficial de la Marina y exsocio de Goldman Sachs, fue nombrado jefe de campaña de Trump solo 82 días antes de su elección después de que otros dos jefes de campaña dimitieran en medio de un escándalo. Aunque solo ha ayudado a dirigir la campaña durante tres meses, Bannon, junto con Kellyanne Conway, son los verdaderos responsables de que Trump haya llegado a la meta.

En Breitbart, Bannon contribuyó a fomentar una prosa anti-establishment, mucho antes de la candidatura de Trump. Sin embargo, también ha sido acusado de permitir que la página web haya sido consentidora con los defensores de la supremacía blanca y los miembros de la derecha alternativa, restándole atractivo a ojos de aquellos republicanos convencionales a favor de Priebus, un nativo de Wisconsin, de perfil bajo, que trabajó sin descanso para Trump tras las bambalinas pero que ha permanecido fuera de la controversia y los focos.

Mientras algunos republicanos podrían "respirar aliviados" con el nombramiento de Priebus, a otros les podría preocupar el papel de Bannon en la Administración y lo que podría significar para la futura relación de Trump con la derecha alternativa, dice Dennis Goldford, profesor de ciencias políticas en la Drake University de Iowa. "La campaña de Trump ha dejado sueltos a los perros de caza", afirma Goldford. "La cuestión es si ahora volverá a ponerles la correa", añade.

"Donald Trump anuncia que retirará a Estados Unidos del TPP y otras 5 medidas para los primeros 100 días de gobierno" (BBCMundo – 22/11/16)

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que retirará a su país del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés).

"(El TPP) un desastre potencial para nuestro país", dijo Trump en el mensaje en video. "En cambio, negociaremos acuerdos comerciales bilaterales que generen empleos e industria en EEUU otra vez", agregó.

El TPP fue firmado en febrero del año 2016 por 12 países que, juntos, representan el 40% de la economía mundial, pero todavía tiene que ser ratificado.

La salida del acuerdo, que se considera como una de las partes más importantes de la política comercial de la presidencia de Barack Obama, fue una de las promesas de campaña de Trump.

El primer ministro japonés, Shinzo Abe, fue uno de los primeros en reaccionar al anuncio de Trump y dijo que sin Estados Unidos, el acuerdo no tiene sentido. "Ciertamente, como algunos han indicado, los demás países pueden seguir adelante con el acuerdo por su propia cuenta, pero ¿qué sentido tiene si ya no dispondrán del acceso irrestricto al mercado estadounidense?", se pregunta también Karishma Vaswani, corresponsal de la BBC sobre temas de Negocios en Asia.

Para entrar en vigor, el acuerdo tiene que haber sido ratificado en febrero de 2018 por al menos seis países que, en su conjunto, representen el 85% de la producción económica del grupo.

Trump anunció también las siguientes medidas:

Cancelar las restricciones a la producción de carbón y otras formas de energía que "eliminan puestos de trabajo", y crear empleos bien pagados.

Pedir al Departamento de Defensa "que desarrolle un plan para proteger la infraestructura vital de EEUU de ciberataques y todas las otras formas de ataques".

Al Departamento de Trabajo, le ordenará "que investigue todos los abusos de programas de visas" que afectan negativamente a los trabajadores estadounidenses.

Impondrá una prohibición para que los funcionarios del gobierno no puedan convertirse en cabilderos después de dejar sus cargos, por un periodo de cinco años.

Además, emitirá una norma para que por cada nueva regulación, se eliminen dos antiguas.

"Estas son algunos de los pasos que daremos para reformar Washington y reconstruir a nuestra clase media", dijo Trump.

"Trump, que parece decidido a convertir Twitter en lo que fue la radio para Franklin D. Roosevelt -un medio para hablar directamente con los ciudadanos-, ha levantado allí la liebre: "El general James "Mad Dog" Mattis, que está siendo considerado como secretario de Estado, ha estado impresionante. ¡Un verdadero general de generales!""… Un ministro de Defensa para derrotar al ISIS: General James "Perro Loco" Mattis (Carlos Esteban – Gaceta.es – 21/11/16)

Olviden Hollywood: el espectáculo está ahora en Nueva York y en Washington. En la capital federal los demócratas se tiran los trastos a la cabeza, culpándose los unos a los otros de la derrota, todavía sin comprender lo que ha pasado.

El presidente saliente culpa a Hillary, al sugerir que la estrategia ultraprogresista y centrada en la élite urbana le ha llevado a la derrota; Clinton culpa al sistema electoral que está, ha dicho, "amañado" para favorecer a sus rivales. Mientras, su boyante Fundación Clinton, una verdadera máquina de hacer dinero -del que una porción ínfima acababa en las causas anunciadas-, ha visto cómo se secaban de golpe las donaciones, tan drásticamente que cualquier malicioso podría pensar que ya no es el lugar adecuado para comprar favores de la Administración.

Pero la alfombra roja está en Nueva York, donde los aspirantes a figurar en el rompedor gabinete del presidente electo desfilan con todo el glamour y la expectación de una gala de los Oscar. Trump no parece haberse cansado de desconcertar ni de hacer aullar a sus críticos en la prensa; mejor: de hacer aullar a sus críticos, la prensa. Sobre todo si se confirma el nombramiento del General retirado James "Perro Loco" Mattis, del glorioso Cuerpo de Marines de los Estados Unidos, para Defensa.

Es también conocido por el épico sobrenombre del "monje guerrero", porque ha permanecido soltero o, por mejor decir, se ha casado con la milicia. Ha dedicado su vida no solo a combatir en todas las guerras que le han tocado, sino también a estudiar cuanto ha caído en sus manos del viejo arte de la guerra. Participa de esa vieja tradición castrense del guerrero culto y erudito, va a todas partes con un ejemplar de las Meditaciones de Marco Aurelio y posee una biblioteca personal con más de 7.000 volúmenes. Sus dotes de líder hacen que sus colegas le respeten y sus soldados le adoren.

Es este prestigio indiscutido el que llevó a Bill Kristol, editor del órgano neoconservador The Weekly Standard y líder de la facción más furiosamente antitrumpista del Partido Republicano, los "nevertrumpers", a recurrir a él cuando buscaba un candidato rutilante para que compitiera con Trump como independiente pero con el apoyo de medio GOP. Mattis declinó el dudoso honor.

Donald Trump, que parece decidido a convertir la red social Twitter en lo que fue la radio para Franklin D. Roosevelt -un medio para hablar directamente con los ciudadanos-, ha levantado allí la liebre: "El general James "Mad Dog" Mattis, que está siendo considerado como secretario de Estado, estuvo ayer impresionante. ¡Un verdadero general de generales!".

La Torre Trump es el nuevo centro del mundo (¿símbolo de una presidencia babilónica?)

Ahora mismo, la torre más famosa del mundo es la Torre Trump de la Quinta Avenida.

Trump asegura que seguirá viviendo a caballo entre Washington y su propio edificio en la Quinta Avenida de Nueva York, donde recibe a visitantes extranjeros y aspirantes a integrar su equipo.

El presidente electo, Donald Trump, sigue acampado allí como un rey absolutista. Literalmente; con puertas dobles de oro y diamante, pilares de mármol, querubines, candelabros y un Apolo cruzando el cielo, su "penthouse" de la torre está decorado como el Palacio de Versalles. Allí recibe a los dignatarios extranjeros y a los candidatos que esperan formar su corte. Poco parece importarle a Donald Trump lo que se diga de él. Más bien al contrario. Le motiva.

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Donald Trump y Nigel Farage, durante su encuentro en la Trump Tower

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Donald Trump recibe al primer ministro japonés, Shinzo
Abe, en una sala de la Torre Trump, el 17 de noviembre de 2016

Un total de 68 plantas más abajo, la arteria más exclusiva de Manhattan ha sido cortada. Los peatones que deseen entrar a comprar en la torre han de convencer a los policías armados de la puerta. Luego son registrados, igual que los periodistas, que pasan 12 horas diarias en el vestíbulo, esperando noticias tras un cordón de terciopelo rojo.

La Torre Trump dice muchas cosas sobre el magnate. Fue erigida en solo cinco años, sobre las cenizas de la tienda de lujo Bonwit Teller. Durante la construcción, Trump prometió conservar el bajorrelieve de piedra caliza de la entrada y donarlo al museo MET. Luego descubrió que salvar el bajorrelieve llevaría 10 días. Y fue demolido. En una de sus muchas batallas jurídicas, Trump fue denunciado por usar a 200 obreros polacos indocumentados; la llamada "brigada polaca" trabajaba día y noche, cobraba cinco dólares la hora, no usaba casco de seguridad y dormía en las obras.

El vientre de la torre es un vestíbulo altísimo de mármol rosa, cascadas y balcones de oro. Las tiendas de la planta baja son un altar dedicado a San Trump; todo lleva su nombre: el bar, las corbatas, los libros, las pelotas de golf, las sudaderas, los osos de peluche. Por encima hay apartamentos de entre 2,5 y 18 millones de dólares, aunque ninguno se compara al suyo: 100 millones de dólares de gusto absolutista.

La torre es también un testimonio físico del éxito. Frente a la huella abstracta que dejan los políticos, ramificada hasta el infinito en leyes, acuerdos y claroscuros, Donald Trump ha marcado su territorio en el cielo de Manhattan. Su legado se puede oler y tocar. Y es solo un aperitivo de lo que seguramente será una presidencia babilónica.

Donald Trump actúa como un niño caprichoso. Cuanto más le digas que no haga algo, más va a querer hacerlo. Antes por dinero y ahora también por poder político, puede hacer casi lo que quiera… Trump ha hecho de Trump y ha elegido para puestos claves de la seguridad y la justicia de EEUU a viejos y polémicos halcones políticos. Lo que no logró la ultraconservadora Sarah Palin en 2008 con su Tea Party, lo ha conseguido Donald Trump sin el respaldo del Partido Republicano, de los medios, de las calles de las grandes ciudades y casi sin nada más que una lengua rápida, mordaz e impía.

La Unión Europea, obligada a "matar" al padre: ¡Thank you, Mr. Trump!

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América para los americanos y… ¿Europa para los europeos? ¡Señor, sí Señor!

Primeras reacciones de la Unión Europea ante el resultado de las elecciones en Estados Unidos. ¿Obligada a ser mayor?

"La cena del pánico"

"La Unión Europea quiere independizarse de Estados Unidos -de cuyo paraguas de seguridad depende desde el final de la Segunda Guerra Mundial– tras la elección como presidente del populista Donald Trump, cuyas políticas, al menos las que defendió durante la campaña, contradicen la posición de Bruselas en cuestiones como el cambio climático, el comercio o la defensa. Esta ha sido la principal conclusión de la reunión extraordinaria de ministros de Asuntos Exteriores de los 28 celebrada este domingo en Bruselas, que se convocó con carácter urgente nada más conocerse la victoria sorpresa del candidato republicano"… La UE busca independizarse de EEUU tras la victoria de Trump (El Español14/11/16)

El encuentro, que había sido bautizado como "cena del pánico" por algunos diplomáticos, ha sido boicoteado por el jefe de la diplomacia británica, Boris Johnson. "Se ha producido un acto democrático, hay un periodo de transición y trabajaremos con la administración actual y la futura para garantizar los mejores resultados para Gran Bretaña", ha alegado su portavoz. "Es normal que un país que ha decidido salir de la UE no esté interesado en el futuro de nuestras relaciones con EEUU", ha dicho sobre su ausencia la Alta Representante de la UE para la Política Exterior, Federica Mogherini.

Tampoco ha asistido a la reunión el ministro húngaro, cuyo Gobierno ha apoyado a Trump desde el principio. Por su parte, el francés Jean-Marc Ayrault ha alegado motivos de agenda para justificar su ausencia, ya que este lunes a primera hora recibía en París al futuro secretario general de la ONU, Antonio Guterres.

El nuevo ministro de Exteriores español, Alfonso Dastis, ha asegurado que "no existe una crisis" con Estados Unidos tras la victoria del magnate inmobiliario. "Hay preocupación por que las cosas que dijo en la campaña puedan convertirse en acciones de Gobierno. Pero al mismo tiempo hay satisfacción porque las manifestaciones que ha hecho después de ganar las elecciones muestran que es un hombre que está dispuesto a adaptarse y a interactuar con el mundo alrededor", ha dicho Dastis.

Los jefes de la diplomacia de los 28 han acordado entablar contactos de manera inmediata con el equipo de transición de Trump y hacer todo lo posible por preservar la relación transatlántica. "La UE y EEUU son socios y continuarán siéndolo por lo que a nosotros se refiere", ha proclamado Mogherini. "La relación transatlántica está por encima de los colores políticos", ha coincidido Dastis.

Al mismo tiempo, los países de la UE pretenden fortalecer su unidad interna y buscar una voz más potente en la escena internacional. "Hay consenso en la necesidad de reforzar las políticas y las actuaciones europeas de forma independiente, basándonos en nuestras posiciones", ha insistido la jefa de la diplomacia europea. Y ha citado en concreto la aplicación del acuerdo de París para luchar contra el cambio climático, del que Trump se quiere desvincular, o el pacto nuclear con Irán, que también ha sido criticado por el futuro inquilino de la Casa Blanca.

"Es necesario que los europeos refuercen su cooperación en defensa y seguridad independientemente de los cambios en la administración de EEUU", ha resaltado Mogherini. Durante la campaña, el candidato republicano puso en duda que vaya a acudir en defensa de los países de la OTAN en caso de un ataque, por ejemplo de Rusia. La defensa europea "puede ser más relevante en el futuro" si se confirma esta postura de Trump, ha dicho la Alta Representante.

"Hay temas importantes en los que debemos asumir una posición más fuerte en la escena internacional", ha coincidido el ministro de Exteriores belga, Didier Reynders. Pero este mayor protagonismo en el mundo está en riesgo por las múltiples crisis internas que vive la UE, según admitía el jefe de la diplomacia italiana, Paolo Gentiloni.

"No creo que Europa deba preocuparse de Donald Trump. Es el presidente electo de EEUU con el que la UE y los países miembros deberán colaborar ya que es nuestro principal aliado", ha dicho Gentiloni. Europa debe "concentrarse en resolver sus problemas de crecimiento económico, migración o seguridad", ha subrayado.

Ruegos y preguntas (con el miedo en el cuerpo)

– El ¿único? proyecto que puede salvar la UE: "Europeizar la globalización" (El Confidencial – 14/11/16) Lectura recomendada

Europa no se está adaptando eficazmente al nuevo orden mundial. Cuando se llega a decir que globalización es sinónimo de desigualdad y de falta de democracia, Europa asiste y asiente pasiva

(Por Alberto J. Gil Ibáñez)

El mundo está en crisis, Europa está en crisis, España está en crisis. En estas líneas, abordaremos la crisis europea, con un matiz: probablemente si resolvemos la crisis de la Unión Europea, solucionaremos de paso las otras dos. Veamos: ¿cuáles son las razones de la actual crisis? A menudo se apuntan cuatro causas externas (el Brexit, más que causa, sería consecuencia): la crisis financiera y económica global, la nueva actitud "asertiva" de Rusia, los flujos migratorios y de refugiados, y el terrorismo del Estado Islámico (algunos añadirían hoy la victoria de Trump). En realidad, esas cuatro vertientes se pueden resumir en una sola: Europa no se está adaptando eficazmente al nuevo orden mundial resultado de la globalización. Cuando se llega a decir que globalización es sinónimo de desigualdad y de falta de democracia, Europa asiste y asiente pasiva.

Todo esto tiene parte de verdad, pero no es toda la verdad, y muchos asertos están llenos de matices. La desigualdad, por ejemplo, surge de una comparación al interior de los países occidentales en relación con lo que pasaba hace 20-30 años. Si miramos a escala global o vamos más atrás en el tiempo ("casi todos los tiempos pasados fueron peores"), la desigualdad ha disminuido (según las Naciones Unidas, el número de pobres en el mundo con menos de 2,5 dólares al día ha disminuido entre 1990 y 2015 en 2,4 millones de personas). Lo cual no quiere decir que la situación actual sea para estar satisfechos. Ni mucho menos.

En todo caso, la tesis que queremos sostener aquí es que si Europa está en crisis, ello se debe más a causas internas que externas. La mayor parte de los diagnósticos suelen olvidar al enemigo más terrible de todos de cualquier sociedad, país u organización supranacional: el enemigo interno (ver capítulos 7, 8 y 9 de mi último libro, "La conjura silenciada contra España"). Todos los sistemas acaban fracasando o entrando en fase de deterioro, no tanto por la presión o ataque de los enemigos o competidores externos cuanto por los elementos internos en esas organizaciones o sociedades, a quienes suelen pillar desprevenidas porque se les tiene menos controlados e identificados.

Y ¿cuál es el enemigo interno de Europa? Aquí identificaré tres: el populismo, la corrupción y la ingenuidad. Del populismo ya se ha hablado mucho. Tzvetan Todorov lo incluye en su obra "Los enemigos íntimos de la democracia" junto al mesianismo y al ultraliberalismo. Pero ello supone olvidar que existe hoy un triple populismo, y que la mayor parte de ellos son antiliberales: el de derechas (antiinmigración y anti libre mercado), el de izquierdas (anticapitalismo internacional y "austericidio") y el nacionalista-separatista (dejemos el populismo del ISIS, que por cierto también ataca a los estados-nación tradicionales). Analizaremos los dos primeros, porque el tercero solo se da en algunos países sujetos a una especie de maldición histórica (me remito de nuevo a mi libro antes citado), mientras que los populismos de derechas (11% del electorado en Europa) y de izquierdas (10%) van creciendo y se extienden a otros lares, probablemente mucho más tras la victoria de Trump.

El populismo nace del miedo. ¿Miedo a qué? Miedo a perder la forma de vida a la que estamos habituados. Tanto el populismo de derechas como el de izquierdas están preocupados por las bajadas salariales, la mayor desigualdad en el interior de sus países, el mayor paro o el peligro que corre nuestro Estado de bienestar. El diagnóstico de los problemas en gran parte coincide, pero discrepan tanto en las recetas (algunas disparatadas) como a la hora de buscar responsables directos.

El populismo de derechas detecta otra amenaza: la paulatina pérdida de los valores tradicionales de corte occidental, gran parte (guste o no) de base cristiana. Aquí se da una cierta contradicción, el populismo de izquierdas en nombre de la sacrosanta bandera del multiculturalismo no se atreve a reconocer que están en peligro, lo queramos ver o no. Algunos derechos humanos que supuestamente encajan en su ideario: el valor de la vida, de la igualdad hombre-mujer o de los derechos, de los homosexuales o de los niños/niñas, no es igual en unas culturas que en otras. Aquí el enemigo interno europeo se llama una vez más ingenuidad.

Otro de los puntos comunes de los dos populismos es que viven de la (lógica) indignación que provoca lo que ellos llaman casta política instalada en el poder, cerrada sobre sí misma y corrupta, corrupción que con distintos matices extienden a la casta financiera o de las grandes multinacionales. El problema viene de que una vez que se acercan ellos mismos al poder comparten similar condición, ignorando así que el problema de la corrupción tiene una base cultural consecuencia de la pérdida de valores de la sociedad, lo que obliga a combatirla no solo con leyes sino desde la educación.

Finalmente, coinciden en un tercer motivo: miedo a la globalización, responsable último de todos los males. Aquí, de nuevo con matices, la respuesta no es muy diferente: renacionalización y, en el caso europeo, acabar con el euro e incluso con la propia UE, a la que se considera cada vez más cómplice que baluarte defensivo de la globalización: ver reacciones a la firma del Tratado con Canadá.

¿Todo esto tiene solución? ¿Debemos necesariamente caer en el pesimismo? ¿Es cuestión de tiempo que los populismos triunfen en toda Europa? No necesariamente.

Todo este contexto podría verse de otra manera e incluso como una oportunidad. Europa tiene varias tareas pendientes, como ponerse las pilas en el terreno de la investigación y la innovación. Pero no solo. Tal como es hoy, Europa se ha convertido en un foco atractivo para la emigración, un destino más apetecible que otros polos económicos con similar o mayor riqueza. Incluso compartiendo cultura y religión, muchos refugiados o emigrantes prefieren ir a Europa que a Arabia Saudí, Kuwait, Qatar o Corea del Sur. ¿Por qué? Porque nuestro modelo de vida resulta más atractivo que otros, incluso para personas que no comparten nuestros valores. Sería para estar orgullosos, si no fuera porque ello nos puede llevar a morir de éxito, dejando planteamientos algo ingenuos como que en un país con un 20% de paro la inmigración va a resolver el problema de las pensiones.

Lo queramos ver o no, el modelo europeo de vida no es sostenible en el tiempo con las actuales circunstancias. El Estado de bienestar se consolida después de la II Guerra mundial, y junto a los derechos humanos da lugar al modo de vida europeo. Pero las cosas están cambiando. Primero, Europa ha perdido riqueza relativa en el mundo. Hasta 1950, la participación de Europa y Estados Unidos en el PIB mundial estaba por encima del 60%, mientras que a partir de esa fecha el peso de Asia ha ido subiendo y hoy ya ocupa más del 50%. Sin embargo, a pesar de que la economía europea ha ido decreciendo en el concurso mundial (hoy, algo menos del 20% del PIB mundial), así como su población (hoy en torno al 6%), la UE ha seguido aumentando (con algunos vaivenes) su sistema de protección social hasta suponer en la actualidad el 60% del gasto total en protección social del mundo. Ello es consecuencia de que en cada convocatoria electoral, tanto la izquierda como la derecha tratan de conseguir votos con promesas de mayores ayudas (que es lo fácil), y no tanto en mejora de la gestión del sistema. Somos de las pocas zonas del mundo donde se garantiza a su población una jubilación digna, un subsidio en caso de paro, una educación y una protección sanitarias gratuitas, múltiples ayudas diversas a la dependencia y a otros sectores, así como un número de días de vacaciones pagadas sin igual en el mundo.

Ahora bien, ¿es sostenible que Europa se convierta en la proveedora mundial permanente de servicios sociales universales a coste cero? Si estamos orgullosos de nuestro modelo económico-social, primero debemos de acordar cuál es el Estado de bienestar que podemos permitirnos, asegurándonos de hacerlo sostenible en el tiempo, y luego protegerlo. Y para protegerlo hay que extenderlo a otras partes del mundo. Seamos claros: o se comparte la solidaridad con otros territorios prósperos (empezando por el sureste asiático, Australia, los Estados Unidos o la propia China) y cada parte asume su parte de responsabilidad en la acogida de los flujos migratorios, o el modelo entrará en barrena y se hará inviable. El problema de la emigración no lo puede ni debe resolver Europa, sino en su caso el G-20 o la ONU. Es un problema global, y su solución real también debe serlo.

El problema no es la globalización -ni hay que divinizarla ni demonizarla-, sino que esta pueda implicar por ejemplo que una empresa abandone el territorio europeo para buscar países que ofrezcan bajos salarios, consecuencia de la práctica ausencia de regulación laboral y protección social, lo que destruye de forma paralela riqueza y puestos de trabajo en Europa. La deslocalización de las empresas no es en sí mala, e incluso podría suponer algún tipo de redistribución, si no fuera porque busca perpetuar situaciones deficitarias en materia tanto de protección medioambiental como social. Abrir los mercados entre agentes que no juegan con las mismas reglas no es liberalismo, es ingenuidad.

Y ¿cuáles deben ser esas reglas? Pues bien, aparte del respeto al Estado de derecho y la solución pacífica de conflictos y controversias (que compartimos con otros países), quitémonos complejos de encima: ¿por qué no las que nos hemos dotado los europeos? ¿Por qué? Porque son el mejor equilibrio que se conoce. ¿Qué problema existe en pretender que África se desarrolle como lo ha hecho el centro-norte de Europa? No es que queramos imponerlo, es que es lo que sus habitantes quieren, al menos a tenor de los flujos migratorios. De forma paralela, cada país es libre de mantener sus propias costumbres y cultura, siempre que no se pongan en peligro algunos valores universales. Cuando una persona emigra a otro país, debe asumir que algunas cosas no podrá seguir haciéndolas igual. Si unos países funcionan mejor que otros, no es casualidad, y si queremos vivir como ellos o en ellos, debemos aceptar que sus valores van en el paquete.

La solución no es que todo el mundo venga a vivir a Europa, sino que todo el mundo pueda vivir como viven los europeos en su país de origen. La receta pasa una vez más por 'más Europa', solo que esta vez a escala global. Como en anteriores crisis, debemos ser ambiciosos, buscar un proyecto que nos una y que sea al mismo tiempo más grande que nosotros. Seamos claros, sin unas reglas claras y comunes en términos de protección social y derechos humanos, no puede haber globalización. O la podrá haber, pero Europa no sobrevivirá, porque ni somos ni podemos ser una isla. Necesitamos un nuevo proyecto europeo que tenga fuerza de arrastre y pueda provocar orgullo sano e ilusión: europeizar la globalización. O hacemos sostenible nuestro Estado de bienestar y lo extendemos en el mundo, o se hará inviable y la globalización lo/nos destruirá. Todo ello, si no queremos que tarde o temprano gane el populismo y acabe de todas formas con cualquier intento de mantener el sueño europeo.

No seamos ingenuos.

(Alberto J. Gil Ibáñez es doctor en Derecho Europeo y administrador civil del Estado)

– Europa ensimismada (Vozpópuli – 17/11/16) Lectura recomendada

Si Estados Unidos ya no es la tierra de las oportunidades, Europa dejó de ser aquello que era, lugar de libertad y dignidad.

(Por Juan Laborda – 17/11/16)

Europa ensimismada, mirándose al ombligo. "Lo que ha pasado en Estados Unidos aquí no puede pasar", braman algunos. ¡Miopes! Claro que está pasando. Tanto en Estados Unidos como en Europa las democracias han sido secuestradas por la superclase, una mezcla de poder corporativo y clase político-funcionarial que todo lo abarca. El poder corporativo se transforma en una coparticipación globalizadora con el Estado. El Estado se orienta cada vez más hacia el mercado. Ambos están interrelacionados, conchabados. Y faltaba la guinda, unos medios de comunicación cada vez más concentrados y aduladores del poder. No solo eso, todo aquello que amenace a ese poder debe ser aplastado, humillado. Me entienden, ¿verdad?

Los síntomas son comunes a ambos lados del Atlántico. El hartazgo de la gente. Las medias verdades, cuando no directamente mentiras. Grupos económicos que medran, al margen y contra la ciudadanía, tanto en Washington, Bruselas como en cada una de las distintas capitales europeas. Grupúsculos que se apropian de las rentas de todos -rentas del suelo, burbujas,….-. Lobbies que se lanzan como aves de rapiña sobre servicios y derechos públicos, o se apropian de monopolios naturales -¿han visto la última factura de la luz?-. Políticos -conservadores, liberales y socialdemócratas- que de manera permanente acuerdan ventajas fiscales para los de arriba; miran a otro lado cuando se habla de paraísos fiscales; devalúan el salario; y, como colofón, bajo la tenue luz de una vela en algún lugar oscuro, apoyan tratados de libre comercio engañando a la ciudadanía -clausula ratchet, tribunales especiales,…-. Medios de comunicación donde, previo pago generoso de alguna institución, solo se oyen ciertas voces. Académicos que dan coartadas a políticas injustas e ineficientes -austeridad y devaluación salarial-. Todo por la pasta-. Los "Juegos del Hambre" en estado puro.

Un botón de muestra

La forma de actuar siempre es la misma. Veamos, como ejemplo, la defensa que las élites extractivas hacen del Tratado Transatlántico de Libre Comercio e Inversión, más conocido por su acrónimo en inglés TTIP. Envían a tertulias y demás manifestaciones de arte circense a políticos y economistas que repiten una y otra vez el mantra y las coletillas de siempre. ¿Quién se va a oponer a las ventajas y a la prosperidad que supone para España y Europa el TTIP y el libre comercio? Pamplinas. ¡Se trata de acuerdos súper secretos de los cuales no sabemos nada! Nos ocultan todo.

Pero no solo es que nos oculten lo que pactan. Además parten de mitos falsos sobre el libre comercio. Los estudios del economista coreano Ha-Joon Chang, posiblemente el mayor experto mundial en Economía del Desarrollo, echan por tierra todos y cada uno de esos mitos. Chang es un economista crítico de las visiones neoliberales dominantes en décadas recientes. Responsabiliza a economistas y a hacedores de política económica de la última crisis financiera global. Sugiere que la forma como se ha entendido la economía recientemente -desregulación, privatización– ha ralentizado la economía mundial, aumentando la inequidad y hecho más propensas las crisis financieras. Y de eso va el TTIP, de desregulación y privatizaciones. Su invitación es a rechazar el consenso de Washington y reformar las reglas del comercio mundial para prevenir futuras crisis globales, regulando las finanzas nacionales e internacionales. Chang recomienda la promoción de soluciones heterodoxas como el uso extensivo de política industrial selectiva, combinación de proteccionismo con subvenciones a la exportación, regulaciones duras a la inversión extranjera directa, el uso activo de empresas de propiedad estatal y la protección laxa de patentes y derechos de propiedad intelectual, entre otras.

Estimados políticos, digan la verdad o al menos estudien algo en su vida. El TPPI socava garantías constitucionales y la soberanía nacional. Se pretende, en realidad, eliminar los impedimentos comerciales no tarifarios, es decir, que los estándares de producto, las obligaciones relativas a la protección del clima y todas las demás limitaciones comerciales, excepto los aranceles, den mayor facilidad a la compraventa de mercancías y servicios entre la Unión Europea y los Estados Unidos. Se ansía eliminar todas las garantías que en Europa se han conseguido de protección del consumidor y del medio ambiente. Y para rematar, la cláusula trinquete (ratchet), un mecanismo por el que no se podrán revocar determinadas liberalizaciones de servicios ya firmadas o se recortarán ámbitos esenciales del derecho de autonomía de los municipios como la posibilidad de remunicipalizar los servicios públicos anteriormente privatizados. Tremendo, ¿verdad?

Entonces, ¿quién se beneficia realmente del libre comercio? Sólo aquellas empresas multinacionales establecidas libremente a lo largo del planeta para buscar y escrutar los talleres de explotación más crueles y la mano de obra más barata. El libre comercio, tal como le entienden, es una carrera global que arrastra al factor trabajo al fango, a la cuasi-esclavitud.

Déjenme finalizar con ciertos tópicos sobre Europa. Si Estados Unidos ya no es la tierra de las oportunidades, Europa dejó de ser aquello que era, lugar de libertad y dignidad. ¿No les parece cínico que después de promocionar una guerra en Siria para tocar las narices a los rusos, se creen campos donde encerrar a los refugiados que huyen de esa guerra? ¿O no les parece cínico que esos mismos políticos se lleven las manos a la cabeza por ciertos muros cuando aquí se ha hecho lo mismo o peor? ¿O no les parece cínico hablar de derechos de los inmigrantes cuando aquí se realizan "expulsiones en caliente"? Lo dicho, Europa ensimismada.

TTIP: hay cadáveres que gozan de mejor salud

"La canciller alemana, Angela Merkel, ha reconocido este jueves que el acuerdo de libre comercio (TTIP por sus siglas en inglés) entre Estados Unidos y la Unión Europea no se podrá firmar después de la elección de Donald Trump como presidente del país norteamericano, quien se ha mostrado en contra de este tratado y ha sugerido una política comercial proteccionista durante la campaña electoral"… Merkel admite que no habrá un acuerdo de libre comercio entre la UE y EEUU (RTVE.es – 17/11/16)

"Aún estoy muy involucrada en la conclusión del tratado, hemos hecho grandes progresos en las negociaciones, pero ahora no podemos llegar a la conclusión (del mismo)" ha asegurado Merkel en una rueda de prensa conjunta con el presidente de EEUU, Barack Obama, en la que ha deseado que se pueda volver algún día al tratado.

El 16 de noviembre (2016), el semanario Wirtschaftwoche adelantó extractos de un artículo que Obama y Merkel firmaron y en el que defendían la importancia del TTIP. A su juicio, está fuera de toda duda que del tratado se beneficiarían tanto los empresarios como los trabajadores, los consumidores y los agricultores alemanes y estadounidenses. "Somos más fuertes cuando trabajamos juntos", manifestaban.

Lo cierto es que antes de que Merkel diera por imposible el TTIP, el acuerdo de libre comercio ya estaba herido de muerte tras haber levantado numerosas protestas dentro de la propia UE. De hecho, los ministros de Comercio de la Unión Europea asumían hace una semana que el tratado pasaría "un tiempo en el congelador" después de la victoria de Trump.

A finales de septiembre la Unión Europea ya había renunciado a llegar a un acuerdo sobre el tratado antes del final del mandato de Obama. Lo hizo después de que Francia subrayara que la negociación había fracasado y pidiera el fin de la misma. Incluso el vicecanciller alemán, el socialdemócrata Sigmar Gabriel, había dado ya por fracasado de facto el TTIP.

OTAN: que cada palo aguante su vela

"La canciller de Alemania se ha comprometido ante el presidente de Estados Unidos, Barak Obama, a aumentar el gasto en defensa y ha afirmado que su Gobierno había "entendido" los mensajes de Washington en esa dirección. Una de las grandes bazas de la campaña electoral de Donald Trump fue precisamente pedir a los socios de la OTAN que asumiesen más gasto, ya que el mayor porcentaje recae sobre las arcas norteamericanas"… Merkel anuncia más gasto en la OTAN (Gaceta.es – 17/11/16)

"Alemania ha entendido ese mensaje y ha empezado a reaccionar", ha asegurado la canciller, tras su reunión con Obama, para destacar a continuación que ese era el compromiso compartido por Alemania y restantes países europeos.

Obama, por su parte, ha recordado como la OTAN había sido un pilar de la seguridad transatlántica durante siete décadas.

"La cooperación con nuestros socios europeos en la OTAN ha sido un pilar de nuestra seguridad durante siete décadas", ha dicho Obama.

Ambos han subrayado que esa cooperación está dictada en parte por intereses pero también y ante todo por valores comunes entre los que se destaca la defensa de la democracia.

Obama realiza su última visita a Berlín como presidente de Estados Unidos y ha asegurado que sigue manteniendo la misma fe en los valores occidentales que tenía durante su primera visita, cuando todavía no era presidente.

"Recuerdo mi primera visita hace ocho años. Todavía no era presidente y todavía no tenía el pelo gris pero sigo teniendo la misma fe que entonces en los valores occidentales", ha explicado.

Asimismo, Merkel ha añadido que a Alemania le interesa tener relaciones de buena vecindad con Rusia, aunque ha subrayado que ambos países seguirán discutiendo sobre los asuntos en los que tienen discrepancias serias, informa RIA Novosti. "Rusia es nuestro vecino y, por supuesto, estamos interesados en mantener buenas relaciones", ha declarado la mandataria.

– Merkel asume el liderazgo de Occidente (Expansión – FT- 18/11/16) Lectura recomendada

(Por Philip Stephens – Financial Times)

Alemania sigue considerándose el guardián del orden internacional.

Angela Merkel es la última líder europea que resiste. La canciller alemana pronto anunciará su intención de ir a por el cuarto mandato en las elecciones del año que viene. No hace tanto parecía que había perdido posiciones por la crisis de los inmigrantes, coincidiendo con el auge del Partido populista Alternativa para Alemania.

Ahora, con la tormenta Trump atravesando el Atlántico, da la impresión de que Alemania y Europa no se pueden concebir sin ella. La reacción cuidadosamente condicional de Merkel a la victoria de Donald Trump expresó lo que piensan la mayoría de los líderes europeos pero que temen verbalizar. "A Alemania y a EEUU les unen valores como la democracia, la libertad y el respeto por el estado de derecho y la dignidad del ser humano, con independencia de su origen, color de su piel, género, orientación sexual o política", declaró la canciller. "Sobre la base de esos valores, Berlín trabajará con la nueva Administración", añadió.

Da la impresión de que Alemania sigue considerándose el guardián del orden internacional de posguerra, tan rechazado por Trump.

Merkel, nacida en la Alemania Comunista, sabe muy bien lo que significa libertad. La canciller no rendirá pleitesía a un presidente cuya agenda esté escrita por supremacistas blancos. Fue Boris Johnson, el controvertido ministro de Asuntos Exteriores británico, el que mostró la otra cara de la moneda, asegurando que Trump representa una oportunidad. El presidente electo ha prometido disolver la alianza de seguridad transatlántica, llegar a un acuerdo con Rusia y echar por tierra el sistema de comercio global. Aun así, Johnson sigue diciendo que todo va bien: Trump podría llegar a un acuerdo comercial post Brexit con Reino Unido.

El presidente electo asegura que ya ha tenido suficiente "globalización" y que la sustituirá por "americanismo". Justo en el momento en el que Reino Unido se ha autoexcluido de Europa.

A nadie sorprende que Barack Obama eligiera Berlín para su última reunión con los líderes europeos. Merkel, según el presidente de EEUU, ha sido su "aliada internacional más cercana" François Hollande, Matteo Renzi y Theresa May también se han despedido del presidente saliente. Públicamente Obama ha intentado enviar un mensaje de calma. Su sucesor no abandonará la Alianza Atlántica, las realidades geopolíticas se impondrán y EEUU no renunciará a su liderazgo.

No obstante, el rechazo que ha mostrado Trump por la OTAN y su admiración por Putin vienen de antes de la campaña electoral. Merkel se siente cómoda hablando de los valores que sostienen nuestra civilización. Trump firma acuerdos.

Las potenciales colisiones transatlánticas hablan por sí solas. La UE se prepara para renovar las sanciones impuestas a Putin por la anexión a Rusia de Crimea y la invasión del Este de Ucrania. Algunos miembros de la UE han mostrado su disconformidad con los costes comerciales de las sanciones. El autoritario primer ministro de Hungría, Viktor Orban, prefiere rendir homenaje a Putin. Pero Merkel se ha encargado de que los 28 países miembros se unan en torno a una posición común. Proceder de otra forma sería como reconocer que, una vez más, las fronteras de Europa se pueden cambiar por la fuerza.

Un acuerdo entre Trump y Putin para aceptar el revanchismo de Moscú invalidaría de inmediato el acuerdo de seguridad que ha prevalecido desde 1945 y apuntaría a un futuro en el que Europa vuelve a dividirse entre distintas esferas de poder. Putin seguramente no quiera tomar el control de los países Bálticos, Georgia o Bielorrusia. Pero quiere asegurarse que sus vecinos rusos actúan sólo con su permiso. Dicho lo cual, cabe preguntarse dónde queda a largo plazo Polonia, un país que, bajo su actual liderazgo reaccionario, quiere que sean sus socios occidentales los que garanticen su seguridad.

Trump no conseguirá todo lo que se proponga. El presidente electo ha prometido acabar con el acuerdo de Naciones Unidas que limita el programa nuclear de Irán, lo que daría alas a Teherán para reanudar sus planes nucleares. El compromiso de no proliferación nuclear es muy importante para Europa. Trump ha llegado a afirmar literalmente que no se inmutaría si Japón o Corea del Sur deciden fabricar sus propias bombas.

Europa está en modo de espera. ¿Cuántas promesas hechas en la campaña hará realidad Trump cuando llegue al poder? Parece que el resultado será entre malo y muy malo. Los europeos han luchado mucho para mantener sus valores frente al autoritarismo y el populismo. El peligro llega ahora del otro lado del Atlántico. Le corresponde a Merkel ser la portavoz de lo que durante las últimas siete décadas hemos conocido como Occidente.

– Hay que rehacer la UE para resolver las desavenencias (Expansión – FT – 18/11/16)

(Por Nicolas Sarkozy – Financial Times) Lectura recomendada

Europa no tiene que hacer reformas para atraer a Reino Unido, sino porque su futuro y supervivencia depende de ello.

El 23 de junio, el pueblo británico decidió abandonar la UE. Lamento que lo hiciesen porque pienso que Reino Unido forma parte de Europa. No se me ocurre nada peor que su decisión pueda no ser respetada.

Las negociaciones políticas en ciernes serán difíciles, y los tecnicismos asociados complejos. El Artículo 50, el mecanismo para abandonar la UE, da un periodo de dos años para llegar a un acuerdo, que de no alcanzarse resultaría en una salida automática. La pregunta es si Reino Unido y sus 27 naciones socias tendrán el tiempo suficiente para alcanzar un acuerdo mutuamente satisfactorio que consagre la mayoría de los lazos que ya comparten, o si se verán forzados a una ruptura mucho más severa. Nadie conoce la respuesta aún.

Lo que me parece incuestionable, no obstante, es que estas conversaciones tienen que ofrecer resultados coherentes. Nadie puede estar dentro y fuera al mismo tiempo, o disfrutar de privilegios sin responsabilidades. Esto no es una represalia: es simple lógica. Ningún gobierno europeo podría aceptar darle a Reino Unido acceso al mercado único si Londres no acata normas, obligaciones y concesiones, incluido el libre movimiento de ciudadanos europeos, a cambio.

El respeto de la elección del pueblo británico también implica el reconocimiento de que sus dudas sobre el proyecto europeo no pueden achacarse a una estrechez de miras o por su idiosincrasia. Otras naciones europeas podrían haber votado en el mismo sentido si se les hubiera dado la posibilidad, simplemente porque el distanciamiento entre Europa y sus ciudadanos es más grande que nunca.

Y la única manera de proceder para los europeos en nuestro mundo globalizado, donde la competencia es cada vez más feroz, los desafíos cada vez más complejos y las amenazas más numerosas, es permanecer unidos. Europa sigue siendo una idea profundamente moderna, pero el proyecto europeo tal y como lo conocemos ha envejecido. Por eso creo que Europa necesita una revisión, así como reformas.

En primer lugar, esto implica reconocer finalmente que hay más de una Europa. La Europa del euro y la Europa de la unión de 27 miembros, por ejemplo, siguen caminos distintos.

La Europa del euro tiene que profundizar su integración, bajo un gobierno económico sólido, de una vez por todas. Las bases para ello se asentaron durante la crisis de 2010-2011, cuando se creó el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) y empezaron las cumbres de la eurozona. Esta Europa tiene que avanzar, proporcionando un liderazgo más permanente para sus cumbres de la eurozona, estableciendo una secretaría central que actúe como Tesoro de Europa, y convirtiendo el MEDE en un fondo monetario europeo pleno.

La otra Europa, la unión de 27 miembros, debería volver a sus funciones originales -garantizando que el mercado interno opere con fluidez y centrándose en no más de 10 asuntos de verdadera importancia estratégica- como la política agrícola e industrial para estimular el crecimiento; la política de investigación, que tiene que ser más audaz; la política de competencia, que tiene que ser menos dogmática; y la política comercial fundamentada en la reciprocidad. Todo lo demás es mejor dejarlo en manos de los Estados miembros.

Esta Europa ampliada también tiene que revisar las prerrogativas de la Comisión, para prevenir que ignore a los legisladores europeos y nacionales, y que asfixie unilateralmente a nuestros emprendedores y a nuestros ciudadanos con las restricciones técnicas que les impone.

Finalmente, Europa necesita una nueva política de inmigración. Necesita un nuevo Schengen, políticas de inmigración y asilo compartidas, y leyes laborales coherentes sobre los extranjeros para poner fin a la explotación de los trabajadores. Los extranjeros no deberían recibir beneficios no contributivos hasta que hayan completado un periodo de residencia de cinco años. Tenemos que proteger eficazmente las fronteras de Europa. Tenemos que unir fuerzas para enviar a los que han entrado de forma ilegal de vuelta a sus países de origen. Tenemos que incluir la cooperación entre nuestras prioridades en política exterior para detener la inmigración ilegal. A los países que se nieguen a cooperar se les debería denegar la ayuda de la UE. Esto tiene que combinarse con un "plan Marshall" europeo para África.

Entretanto, pienso que deberíamos dejar en suspenso las nuevas incorporaciones, incluso en el caso de los países con fundamentos para unirse, como los estados balcánicos. Y, como ya he dicho anteriormente, me opongo categóricamente a la adhesión de Turquía.

Una vez que Europa culmine sus ajustes, les corresponderá a los líderes británicos decidir si consultan a sus ciudadanos sobre la incorporación de nuevo a la unión. La elección será del pueblo británico, y sólo de ellos. Europa no tiene que hacer reformas con la esperanza de atraer de nuevo a Reino Unido: tiene que aplicar reformas porque su futuro y su supervivencia dependen de ello; porque la reforma es tan urgente como vital.

Algunos ejemplos de la Europa "imposible": un socialismo "sin" planificación y un capitalismo "sin" mercado (lo peor de ambos mundos)

La "esquizofrenia" de Europa: un "socialismo" sin planificación y un "capitalismo" sin mercado

"El Estado posee capital propio en 81 compañías francesas, desde Alstom a Orange, con un valor aproximado de 90.000 millones de euros y que generan 1,7 millones de puestos de trabajo"… Francia debate su modelo de participación en las empresas (Michael Stothard – Financial Times – Expansión – 18/11/16)

En el mes de octubre (2016), en un intento desesperado por salvar una instalación del grupo Alstom, el Gobierno francés se gastó cerca de 500 millones de euros en trenes de alta velocidad que el país no necesita. Estos trenes de última generación, que recorren 320 km/h, se emplearan en vías regionales en las que la velocidad máxima es de 200 km/h.

A pocos meses de las elecciones presidenciales, en las que se prevé la derrota del Partido Socialista, algunos en Francia se toman este acuerdo con humor. El chiste que se contaba en las salas de junta de París era que, si la industria de Defensa pasaba por un mal momento, el Estado podría simplemente utilizar los aviones de combate Rafale de Dassault Aviaton como autobuses. Otros sugirieron que el agua potable se cambiase por leche para ayudar a Danone.

"Me reí", declara un banquero. "¿Qué puedes esperar antes de unas elecciones?".

Otros no le encuentran la gracia, alegando que es el último ejemplo de la caótica, politizada y, últimamente, imprudente intervención del Gobierno en el mundo empresarial.

El Estado posee capital propio en 81 compañías francesas, desde Alstom a Orange o EDF, con un valor estimado de 90.000 millones de euros y con 1,7 millones de puestos de trabajo. Maneja con mano firme a otras cien empresas más, dispuesto y preparado a defender sus intereses.

François Fillon, que se presenta candidato a las primarias del partido de centroderecha Los Republicanos, opina que la adquisición de los trenes fue "ridícula" y "estúpida". El periódico de centroderecha Le Figaro la tachó de "nauseabunda" y "desastrosa desde cualquier punto de vista"; L"Humanité la describió como "una tirita a corto plazo" y el periódico católico La Croix comentó que "muestra las carencias" de la política industrial.

La indignación ha fomentado las críticas al papel del Gobierno en las empresas francesas, que surgieron a raíz de que este año estuviese a punto de caer en bancarrota Areva, la multinacional del Estado que se dedica a la energía nuclear, y de otras controvertidas intervenciones en grupos entre los que se incluyen SNCF, la empresa ferroviaria, o Renault.

"El modelo de intervención francés está lleno de deudas, necesita una reforma", afirma Jean Peyrelevade, director del banco estatal Crédit Lyonnais. En los 90, cuando Europa se sometía a grandes privatizaciones, Francia mantuvo su compromiso con las compañías que poseía y usó su poder para inmiscuirse en los asuntos empresariales día tras día. Pero, desde hace tiempo, se ha discutido hasta qué punto puede entrometerse.

Ahora que las encuestas sugieren que el país está a punto de cambiar hacia el centroderecha y que las empresas estatales y las crecientes restricciones presupuestarias están fracasando, se consolida la petición de una reforma.

Los detractores de la política del Gobierno opinan que el dinero que se perciba de estas participaciones podría emplearse para liquidar la deuda nacional de 2.000 millones de euros o para invertir en los colegios o en las fuerzas policiales.

Todos los candidatos que compiten en las primarias de Los Republicanos exigen una menor intervención empresarial del Estado. "En los últimos años ha quedado retratada la política de la participación estatal. Opino que el Estado no sabe ser un buen accionista", escribió Alain Juppé, alcalde de Burdeos y candidato a las primarias de Los Republicanos, en su manifiesto Pour un État Fort.

Fillon declaró: "Quiero que el Estado se aparte lo máximo posible de las compañías en los sectores competitivos. Estoy a favor de la competencia".

El amor de Francia por la intervención del Estado se remonta al siglo XVII. Durante los siguientes 400 años ha contribuido a crear algunas compañías con liderazgo global. Saint Gobain, fundada por Colbert, es hoy el mayor distribuidor europeo de cristal y materiales de construcción.

En las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, este modelo de dirigismo tuvo especial éxito, igual que la economía francesa. El gobierno creó campeones industriales en nuevos y fascinantes sectores. SNCF construyó las líneas del tren de alta velocidad. Air France fue de las pioneras en volar el Concorde. EDF construyó una red de 58 reactores nucleares.

Pero a finales del siglo XX y principios del XXI, algo cambió. A pesar de las iniciativas a favor de la empresa de los últimos tres años, el crecimiento en Francia va a la zaga del Reino Unido y Alemania, mientras que el desempleo supera el 10%.

Los problemas con la política de intervencionismo industrial son cada vez más patentes, con lo que inversores, políticos e incluso la oficina independiente de auditoría piden un giro radical.

Las últimas críticas provienen del rescate de Areva. La compañía nuclear, propiedad del Gobierno en un 87%, ha recibido 5.000 millones de euros del Estado tras desplomarse bajo el peso de la deuda. La crisis nuclear que siguió al desastre de Fukushima en 2011; el proyecto para construir un reactor nuclear en Finlandia, que lleva una década de retraso y excede en más de 5.000 millones de euros el presupuesto; o las pérdidas que siguieron a la adquisición de la compañía canadiense Uramin en 2007 contribuyeron al desastre.

El valor de EDF, cuyo 85% pertenece al Gobierno francés, ha caído de 150.000 millones de euros en 2007 a 20.000 millones de euros hoy.

Otros grupos con participación estatal, como Air France-KLM, Engie, La Poste y SNCF, también han tenido problemas. El valor de la participación estatal en grupos cotizados ha caído en un quinto solo en el último año, hasta 57.000 millones de euros.

El Estado también ha sido acusado de mangonear sin entender las consecuencias. En 2014, Renault vio cómo el Gobierno aumentaba su participación de un 15% a casi un 20% antes de una votación clave en la junta general anual.

El movimiento le permitió obligar a aceptar una ley que duplicaba sus derechos de voto. Carlos Ghosn, consejero delegado del fabricante de coches, se mostró indignado. El hecho afectó al frágil equilibrio de la estructura de propiedad cruzada que tiene con Nissan.

La acusación de cortoplacismo se produce una y otra vez. El Tribunal de Cuentas criticó el año pasado la estrategia de inversión del Estado afirmando que en algunos casos -La Poste, Engie, EDF, SNCF- la demanda del gobierno de obtener altos dividendos ha ido en detrimento de las empresas.

"El Estado no es un accionista normal", dice François Soulmagnon, director general de Afep, un lobby que representa a más de cien de las grandes compañías francesas. "Lo que hace no es por el bien de las empresas, sino por otras razones".

Martin Vial, director de la APE, el órgano que gestiona las inversiones estatales, afirmó recientemente en Le Monde que las críticas son injustas, ya que la gente no reconoce los éxitos. Entre estos, Peugeot, que el Estado rescató en 2014. Sus acciones han subido desde entonces un 70%. También ha ayudado a los grupos de servicios petrolíferos CGG y Technip ante la caída de los precios del petróleo.

"El Estado tiene un papel ofensivo y defensivo que jugar como promotor de las políticas industriales, como regulador y como accionista", afirmaba el año pasado en FT el exministro de Industria.

Es improbable que el dirigismo muera por completo tras las elecciones de primavera, dice Mark Thatcher, economista de la London School of Economics. Las privatizaciones de la década de los 90, afirma, no acabaron con la interferencia estatal. "El Estado francés siempre jugará un papel en la Francia corporativa", añade.

Pero la creciente lista de fracasos y críticas ha contribuido a un cambio en el ánimo político. Juppé afirma que si es elegido venderá la mayor parte de las acciones que el Estado posee en las empresas francesas, con la excepción de los sectores de energía y defensa, donde solo "reducirá" la participación.

Incluso la izquierda está cambiando de actitud. Pierre-René Lemas, jefe de personal de François Hollande antes de ser nombrado en 2014 director de la Caisse des Dépôts, dice que "no tiene sentido" que el Estado mantenga muchas de sus participaciones en grandes compañías.

Una de las principales razones por las que mantiene su participación en docenas de grandes empresas es para protegerlas de opa extranjeras. Muchas firmas son hoy vulnerables.

Cuando veas las barbas de tu vecino…: la UE cambiará la austeridad por los estímulos

La sorpresiva llegada de Donald Trump a la Casa Blanca trastocará los planes económicos de medio mundo. Después de años de austeridad, la Unión Europea se prepara para consumar un claro viraje al terreno de las políticas expansivas con un doble objetivo: contrarrestar los potenciales efectos negativos sobre el PIB del más que posible retorno de EEUU al proteccionismo; y combatir, con inversión y si es posible rebajas de impuestos, el avance del populismo, que se ha erigido en voz de una clase media golpeada por la crisis y que está decidida a votar a políticos que se declaren antisistema. En este sentido, Bruselas animó a los socios comunitarios a aprobar medidas de estímulo del PIB europeo por valor de 50.000 millones de euros.

Una de las primeras medidas anunciadas por Trump, en campaña y tras alzarse con la victoria el 8 de noviembre (2016), ha sido la de que estimulará la economía doméstica norteamericana con una inyección de medio billón de dólares para invertir en el campo de las infraestructuras. Un gesto más propio de un gobernante socialista que de quien fue tildado de ultraderechista por los medios y numerosos líderes mundiales, pero que impactará de lleno en el PIB de EEUU.

Ese impulso vendrá acompañado de una clara apuesta por el made in América, lo que mejorará la posición de las empresas de aquel país, pero impactará de forma notable en las exportaciones del resto del mundo, especialmente de sus socios comerciales. Y he aquí el problema: entre los principales se encuentran Reino Unido, aún en la UE, Francia, Italia y España.

No es de extrañar, por tanto, que el vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Victor Constancio, advirtiera de que la recuperación en Europa sigue siendo débil -el crecimiento no llegará al 2 por ciento ni este año ni los dos próximos- y puede sufrir un deterioro adicional en caso de "incertidumbres" como la de la política que vaya a llevar a cabo Trump y su posible impacto en los mercados emergentes.

"Será necesario aplicar medidas de estímulo y reformas encaminadas a mejorar la competitividad en el seno de la eurozona", advirtió Constancio, en una clara advertencia a la Comisión Europea y a los países más defensores de las políticas de austeridad -Alemania, Austria, Finlandia y Holanda, entre otros-. No es un mensaje nuevo de manos del BCE, que lleva más de un año advirtiendo sobre la necesidad de estimular la renqueante economía europea y de subir salarios para favorecer el consumo y, en último término, elevar una inflación en estado comatoso.

Detrás del viraje de las instituciones europeas no solo existen motivos económicos, sino también políticos. Trump ha ganado las elecciones de EEUU apelando a la clase media, la más perjudicada por los efectos de la crisis económica y que ha dejado de confiar, como también puso de manifiesto el Brexit del 23 de junio (2016), en los mensajes de la clase política dirigente de las últimas décadas.

En el seno de la UE y entre los líderes de las grandes economías del continente existe una gran preocupación por el hecho de que haya prendido la mecha antisistema, mucho más después de la victoria de Trump. Ni la respuesta más socialdemócrata a la crisis, llevada a cabo por Obama; ni la más ortodoxa, practicada a este lado del Océano Atlántico, han funcionado. UKIP en Inglaterra, el Frente Nacional en Francia, la AFD en Alemania; el Movimiento 5 Estrellas en Italia, Syriza en Grecia y Podemos en España han experimentado un auge en el que pocos creían hace solo un par de años. Hoy, de hecho, los gobiernos de tinte populista se han hecho con el poder en Grecia y Hungría, donde gobierna el ultranacionalista Fidesz de Víktor Orban, y ostentan el poder en regiones y ciudades hasta ahora gobernadas por la izquierda y la derecha más tradicionales.

El problema es que el fenómeno parece ir a más justo cuando el calendario se pone más peligroso. En diciembre (2016) el primer ministro italiano, Matteo Renzi, se juega su supervivencia política a través del referéndum de reforma constitucional en el que el no, que defienden los partidos más radicales, tiene tantas opciones de victoria como el sí. Y es el mismo mes en el que la ultraderecha puede hacerse con el poder en las elecciones de Austria aprovechando la coyuntura de la crisis abierta por la ola de refugiados.

En el año (2017), Francia, con Marine Le Pen encabezando los sondeos, celebra elecciones. Y hasta la canciller alemana, Angela Merkel, podría terminar perdiendo el poder ante el ascenso de la AFD y de los partidos más a la izquierda.

Antes de consumar un viraje tan radical, las autoridades europeas están dispuestas a intentar ganarse de nuevo el apoyo de la clase media, en un momento en el que la tasa de paro de la UE sigue bordeando el 10 por ciento y el crecimiento apenas rebasa el 1,5 por ciento; pero en el que el déficit, inferior al 3 por ciento, y la deuda pública, menor al 90 por ciento, parecen haber sido contenidos.

Esa preocupación por el populismo se deja notar incluso en el discurso de los líderes de las grandes economías de la Unión. Por entonces, y desde Alemania, el presidente español Mariano Rajoy reconoció, como "uno de los problemas más importantes" vividos por Europa, "la proliferación de fuerzas políticas sui generis que acaban provocando muchos problemas y malas noticias para los ciudadanos". Se refería, sin citar, al caso griego, cuando la Syriza de Alexis Tsipras prometió acabar con la austeridad para alzarse el poder y ha tenido que someterse finalmente a condicionantes fiscales más duros de lo previsto por parte de la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

El miedo a ese tsunami populista en las elecciones del año 2017 en Francia, Alemania y también Holanda ha conducido a que la Comisión Europea proclame el fin de la austeridad, informa Jorge Valero desde Bruselas. Y, para probarlo, está dispuesta a respaldar el impulso fiscal que cada vez más voces le recomiendan a Europa.

Bruselas propuso por primera vez el pasado miércoles una orientación fiscal expansiva del 0,5 por ciento del PIB en 2017 para el conjunto de la eurozona (unos 50.000 millones de euros). Sin embargo, lo cierto es que el impulso será significativamente menor, dado que la institución que preside el luxemburgués Jean Claude Juncker -"no soy un fanático de la austeridad", llegó a espetar ante la prensa- ya espera que la zona euro se mantenga en una posición fiscal positiva de alrededor del 0,2 por ciento el próximo año, sin necesidad de adoptar ninguna decisión más.

Este tímido paso tiene por ahora más de simbólico que de otra cosa, ya que el renacimiento de la política fiscal expansiva está por ahora limitado por la necesidad de no incrementar la deuda; la falta de un colchón europeo para dar este estímulo adicional; y la oposición de Alemania, la única con el espacio fiscal necesario como para liderar ese cambio.

En este sentido, sin embargo, incluso los más férreos de la ortodoxia presupuestaria pueden encontrarse graves problemas en el camino a la hora de defender su postura. El vicecanciller alemán, el social-demócrata Sigmar Gabriel, ya ha pedido públicamente "el fin de la austeridad en Europa cuanto antes", en una clara advertencia a su jefa de Gobierno, una Angela Merkel cada día más presionada a izquierda y derecha. No es baladí, de hecho, el escrupuloso silencio que Merkel y su todopoderoso ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, guardan ante la actuación del director del BCE, Mario Draghi, quien inmediatamente anunció una prórroga del programa de compras del supervisor europeo.

Al margen del auge populista y de la llegada de Trump al poder, lo cierto es que la subida de la inflación, que en el año 2017 "podría superar coyunturalmente el 2 por ciento en España y en otros países de Europa", según el Instituto de Estudios Económicos (IEE), adelanta un cambio de ciclo que tendrá que traducirse en un cambio en las políticas económicas.

La Reserva Federal parece dispuesta a subir tipos en el mes de diciembre (2017), y algunos expertos advierten de que si las medidas de Trump elevan el PIB -en este sentido algunos como Raymond Torres, de Funcas, se muestran incrédulos respecto a que "se vaya a doblar el crecimiento"- el organismo dirigido por Yanet Yellen puede acelerar el ritmo de esos incrementos.

El efecto contagio sobre otros bancos centrales será cuestión de tiempo, y al progresivo fin de los estímulos de mano de los reguladores tendrá que sucederle una actuación más firme por parte del Estado, al estilo de la anunciada por el magnate republicano en EEUU.

A Merkel rogando… ¿y con el mazo dando?

– Trump y la identidad europea: Angela Merkel "non va plus" (El Confidencial – 19/11/16) Lectura recomendada

La etapa abierta por Trump es un catalizador probable para acelerar la integración europea hacia finales del año que viene si los comicios salvan los escollos populistas

(Por Fernando Primo de Rivera García-Lomas)

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