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El hombre que está más solo. Una aproximación entre las obras de Georg Büchner y Theodor Storm (página 2)



Partes: 1, 2

La historia se nos refiere por un narrador (1), quien dice que la leyó
en una revista que ahora no puede ser consultada, por lo que la veracidad
de los hechos queda suspendida. El narrador de la historia de la revista (narrador
2) se encuentra luego de una "horrible tempestad" en una taberna
con un maestro de escuela (el narrador 3) que le refiere la historia del intendente
de diques Hauke Haien (ibíd.: 7-13). Los tres narradores, por más
que el narrador 1 haya pasado por el tamiz de la escritura y la fijación
culta de la historia, están cruzados por la oralidad. Cabe destacar
que, habiendo asumido Hauke Haien como intendente de diques, el maestro de
escuela –recordemos, el narrador 3– dice que la narración
se divide en dos: una primera parte oral con fuentes de relatos "de viva
voz"; y una segunda parte también oral, pero que proviene de "habladurías"
vinculadas con la reunión de las gentes (ibíd.: 87). Podríamos
decir que hay una parte "histórica" y una "mitológica"
acerca de Hauke Haien.

Comenzaremos por analizar la vertiente "histórica".
Hauke Haien es alguien que no comparte nada con los demás hombres:
en el trabajo, mientras los demás comen su almuerzo, él lee
su libro de Euclides; cuando las mareas son violentas él las "contemplaba
durante horas" (ibíd.: 16).14 Es en estos momentos mirando el
mar cuando "dibujaba con la mano una débil línea en el
aire, como si con ella quisiera dar al dique una vertiente menos pronunciada"
(16). Es necesario retener este gesto de Hauke Haien porque será esta
voluntad de imprimir sobre el dique su mandato lo que dirigirá sus
acciones. También, todo aquello asociado a la muerte, a las potencias
que están más allá del hombre, también lo caracterizan:
al ver vapores que se confunden con espíritus saliendo de una grieta
de hielo él dice: "¿Vivís también entre nosotros?
–gritó Hauke con voz poderosa–. ¡No me tenéis
que echar de aquí
!" (21. Las itálicas son nuestras).
Hauke quiere verse entre los espíritus.

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  • Además, agrega el narrador más adelante
    que él no gusta frecuentar a sus compañeros de escuela (Storm:
    18).

Voluntad de poder, relaciones con fuerzas que están más
allá de lo humano: rasgos que recuerdan al señor consejero público.
Otro rasgo que los acerca: el señor consejero público era un
importante constructor de diques que buscaba que su reconocimiento perdurara
a través de su hijo. La imposición de voluntad por sobre el
hijo es otro ítem que ya se vio en Hans y Heinz Kirch. Hauke
Haien accederá al cargo de intendente de diques lentamente: primero
será como asistente del intendente. Allí cambiará las
reglas tradicionales que se aplicaban para penalizar a quienes incumplían
sus deberes (41). El choque entre lo tradicional y lo actual no se dará
en el enfrentamiento de padre contra hijo y comunidad, sino entre la comunidad
y directamente Hauke Haien. Focalizar la atención sobre Hauke
Haien acota el radio de acción de la narración, polariza y logra
exponer más crudamente el enfrentamiento entre los dos modos de vida
propuestos por Theodor Storm en su obra.

Dijimos que la lucha no se da entre padre e hijo como en las otras
dos obras. Sin embargo, la muerte de Tede Haien, el padre de Hauke, produce
un quiebre significativo en la obra, dado que marca una triple inflexión:

desde las últimas palabras de su padre, había crecido
en él un sentimiento cuyo germen Hauke había llevado consigo
desde los años de su niñez; una y otra vez se repetía
a sí mismo que él era el hombre apropiado para ocupar el puesto
de intendente de diques. (ibíd.: 67)

Primer quiebre: se dispara la ambición. A diferencia de las
otras obras, la figura del burgués arribista se encuentra en el hijo.
Sobre lo que impondrá su ambición será los diques.15
Segundo quiebre: el narrador afirma que, si Hauke prosigue los negocios de
las tierras de su padre, no llegará nunca a hacer amistades ni logrará
el cargo que él pretende, amenazado por el popular Ole Peters. Se abandonan
las ocupaciones de la familia. Dice el narrador: "entonces se apoderó
de él un sentimiento de odio y de desprecio hacia las personas […]
aquel pensamiento […] crecía en su corazón, junto a su sentido
de la dignidad y al amor" (67). Tercer quiebre: aparece el odio a las
masas. Sin estructura familiar que lo retenga veremos cómo se despliega
con más fuerza la potencialidad de quien busca imponer su proyecto
y su voluntad contra la del pueblo.

La oralidad de las masas aparece denigrando al burgués arribista,
construyendo una versión alternativa de la historia. Días después
del nombramiento de Hauke Haien como intendente, surge un "maligno rumor"
acerca de sus capacidades y de su acceso al poder (ibíd.: 78-79). Esto
desencadena el proyecto del dique: aquí retorna la imagen del comienzo
del relato: "–¡Toda esta agua se podría contener!
[…] en su imaginación trazó una línea hasta el
dique
" (80. Las itálicas son nuestras). Este dibujo en el
aire ahora se verá materializado. Al discutir con Elke los rumores,
vemos que la potencialidad de Hauke actuará de forma triple: una, combatiendo
lo que se dice y ansiando reconocimiento ("¡Quiero demostrarles
que soy realmente un intendente de diques!" [85]); otra, combatiendo
las mitologías del pueblo y sus tradiciones al ignorar la advertencia
de su esposa que sabe por sus criados de cuando era niña que para construir
allí un dique hace falta enterrar algo vivo (85); y una más,
integrándose y luchando contra las corrientes que no se pueden controlar,
recuperando así el contacto que desea con los espíritus de las
primeras escenas de la narración (84).

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  • Hauke Haien podrá desarrollarse allí donde
    no está Tede Haien, un modo inverso de volver a traer a cuento
    por parte de Theodor Storm la pregunta del final de Hans y Heinz Kirch.

Hasta aquí la parte "histórica", que termina
con el desafío de Hauke Haien a su comunidad, a las creencias de esta
y a fuerzas superiores que él pretenderá manejar. La parte mítica
comienza con la anécdota de la Isla de las Arenas, que sirve no sólo
narrativamente para crear un ambiente propicio, sino que presenta un elemento
alegórico necesario para reflexionar acerca de la mitología
del pueblo. Iven Johns y Carsten ven en una isla una especie de osamenta que
está paciendo allí. Al viajar a la isla para ver más
de cerca al caballo, ocurre algo extraño: Carsten, quien va a domar
a la bestia y blande en tierra su látigo, no lo puede ver. Cuestionado
por su amigo, dice que allí había "¡Nada! ¡Absoluta-
mente nada!" (91). Iven, quien se había quedado en tierra, sabemos
que logró ver cómo su amigo se acercaba a la osamenta. Al estar
los dos en tierra luego del breve viaje y al contarle Iven todo lo que vio
cuando Carsten estaba en la isla y divisar los dos de nuevo la osamenta, el
primero dice: "Esto es ciertamente más de lo que tú y yo
juntos podemos comprender. Ahora te pido que no hables de todo esto en la
aldea pues no conviene que la gente lo sepa" (94).

El caballo es caracterizado como el "caballo del diablo"
durante toda la obra (p. ej.: 103 y 158). Resulta más efectivo, teniendo
en cuenta las obras de Theodor Storm que venimos analizando y en esta obra
en particular, pensar la cita en itálicas anterior no a la luz de la
religión, sino a partir de las "fuerzas del más allá"
que Hauke Haien, y también el señor consejero público,
pretende dominar. El caballo no es tanto el símbolo del demonio como
lo es de todas aquellas potencias a las que se enfrentará el intendente
de diques –las playas al oeste de su estancia, los mitos acerca de construir
un dique allí, el pueblo mismo– con el látigo de la razón
y el cálculo. Y esta breve anécdota condensa la posición
de la narración al respecto: quien intenta acercarse y domar al caballo
de la mitología e imponerle su ley a la fuerza ni siquiera puede verlo;
quien se mantiene alejado puede ver el fracaso del jinete del corcel de la
mitología.

Si, en El señor consejero público, en las diferentes
familias que se espejaban de forma diametralmente opuesta aparecía
simbolizada la oposición entre dos formas burguesas y en Hans y
Heinz Kirch
los dos órdenes de vida aparecían representados
en las posturas del padre y el hijo; en El caballero del corcel blanco
no sólo se verá a partir del choque entre Hauke Haien y
el pueblo, sino también entre el dique nuevo y el viejo. La propuesta
de Hauke Haien revela nuevamente sus pretensiones de omnipotencia: discutiendo
con los demás comuneros, afirma: "El nuevo dique durará
[…] cientos y cientos de años, pues nunca será perforado por
las aguas" (ibíd.: 105). No solo propone un proyecto que vencerá
las fuerzas del mar, sino que, ante la enfermedad de su esposa, reconociendo
su impotencia y la de los médicos (115), dice lo siguiente: "Sé
muy bien que tampoco Tú puedes hacer en todo momento lo que deseas"
(116). Niega la omnipotencia de Dios y además se pone a su par: él
lo comprende, sabe lo que es no poder hacer todo lo que se desea.

A partir de aquí, el enfrentamiento entre Hauke Haien y las
fuerzas a las que se opone se vuelve más encarnizado. Si, en El
señor consejero público
y Hans y Heinz Kirch,
el deseo de perpetuación de la fama se daba a partir de los hijos,
la hija con retrasos mentales de Hauke Haien resulta una ironía que
Trina Jans reconoce (ibíd.: 134). Esta tara de la niña, sin
embargo, la habilita a una visión como la de Iven Johns: sus preguntas
y aseveraciones la vuelven clarividente acerca de todo lo que ocurre en la
narración. Así, pregunta: "Papá, ¿puedes
tú hacer todas las cosas que quieres?" (136) y luego ante la respuesta
del padre en la cual reafirma la omnipotencia de su dique (137) ella dice:
"El mar habla. Wieneke tiene mucho miedo" (137). Retomando la metáfora
del caballo como potencia del más allá, ella puede ver cómo
se acerca, furioso, hacia su padre.

Aquí comienza la decadencia de Hauke Haien. Luego de un período
de esplendor y reconocimiento de su dique (129), los problemas acucian al
intendente: el nuevo dique y el viejo no pueden convivir. Como una prueba
de la elección que debe tomarse entre una forma de vida u otra, mientras
que el dique viejo cedía ante las embestidas del mar,16 "el nuevo
dique por su parte […] [soportaba] las embestidas del mar" (145). No
se pueden agregar tierras para el pastoreo sin dejar otras morir. Hauke Haien
se coloca a la par de Dios nuevamente: "yo tengo que proteger estar tierras
y estas gentes del mar que Dios creó" (151). Es ya un problema
personal entre él y la divinidad. El pueblo se hace eco de esto en
su voz: rumores de plagas comienzan a circular, gestando un clima apocalíptico
para el cierre de la novela corta (154-155).

El cierre de la obra presenta los caracteres antes descriptos aun más
polarizados: con el corcel "como loco" (ibíd.: 158) ante
la tormenta que amenaza con destruir el viejo dique, Hauke Haien se dirige
hacia donde comenzaran sus devaneos de omnipotencia. Si se tiene en cuenta
el peso que le atribuía al poder de su voluntad, el siguiente pasaje
resulta especialmente significativo: "al jinete le parecía como
si allí tuviera su fin todo el poder de los hombres; como si allí
reinaran la noche, la muerte y la nada
" (162. Las itálicas
son nuestras). Ante el final del poder de los hombres, desafiando el vendaval,
Hauke Haien debe responder ante Dios, cuya omnipotencia había cuestionado.
Y a diferencia del señor consejero público y de Hans Kirch,
Hauke Haien dice: "Admito mi culpa. He fracasado en el cumplimiento de
mis obligaciones" (165) y acaba implorando por la compasión divina
(166). Es necesario contrastar el pedido de compasión con la crecida
del vendaval que acaba por matarlo. Dice el narrador 3 que "ni el vendaval
ni el mar conocían la compasión; su rumor se tragaba las
palabras del jinete"
(168; itálicas nuestras). Las fuerzas
a las que se enfrenta Hauke Haien están más allá de la
religión, de cualquier posibilidad de re-ligar al hombre con la naturaleza:
son fuerzas que se le oponen diametralmente.

El final de esta obra nos retrotrae al final de El señor
consejero público.
Si recordamos, ve- remos que los diques del
señor consejero público no tuvieron reconocimiento (120). El
de Hauke Haien, por su parte, según el narrador 3, "continúa
en pie después de cien años de su construcción"
(170). Recordemos la cronología: la muerte de Arquímedes, hijo
del señor consejero público, se da por las tensiones que hay
entre las fuerzas endogámicas y exogámicas de su familia. En
Hans y Heinz Kirch, la estructura y la ambición familiar se
repiten pero el hijo logra eludirlo y crear otra legalidad fuera de donde
la ley del padre domina. La última de las novelas cortas del corpus
presenta los papeles invertidos: la liberación de la ley del padre
es la posibilidad del burgués arribista para realizar su proyecto en
toda su potencia, viéndose también la reacción de la
Heimat y de las fuerzas que se le oponen. Éstas últimas
son las que ponen freno a la ambición, que finalmente logra reconocimiento
después de la muerte pero sólo al precio de pedir clemencia
y admitir su impotencia frente a fuerzas su- periores. En El jinete del
corcel blanco
atendemos no sólo a una crítica profunda,
sino a una "solución literaria" de los conflictos que acuciaban
a Alemania en la época del autor: de nada sirve la ambición
si no es guiada por valores superiores y acompañada por la comunidad.

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  • Cabe destacar que la tierra está debilitada por
    un "enjambre de ratones" (Storm: 144). Como una maldición
    que viniera a buscarlo, el gato de Trin Jans que él mata al comienzo
    de la obra hubiera impedido esto.

Conclusiones

Habiendo concluido el análisis separado de las obras de cada
autor y extraído las nociones de sujeto en cada caso, resta ver si
es posible el acercamiento entre las nociones de sujeto que eleva cada corpus.

Para comenzar, quisiéramos que se relean los títulos
de las obras analizadas: La muerte de Danton, Lenz y Woyzeck
por un lado, y El señor consejero público, Hans y Heinz
Kirch
y El caballero del corcel blanco por el otro. Este es
un buen punto de partida: todas ellas ponen de relieve desde la presentación
de la obra misma a los sujetos de las obras. Como vimos, las acciones de las
narraciones están centradas sobre ellos.

Siguiendo con las similitudes vemos que en todas las obras hay enfrentamientos
entre los protagonistas y otras fuerzas de las obras. En La muerte de
Danton, Lenz
y Woyzeck, son totalidades imposibles de abarcar
–la revolución, la naturaleza– aquellas que se enfrentan
con el sujeto. Como vimos en Woyzeck, la obra se presenta desde el
lugar del marginado, operando una inversión. Se desenmascara la falsa
pretensión de querer imponer una conceptualización y una reducción
al mundo.

Algo similar ocurre con las obras de Theodor Storm. En El señor
consejero público
y en Hans y Heinz Kirch atendemos a
la oposición de dos órdenes con valores antagónicos,
uno de los cuales buscará alcanzar y perpetuar o alcanzar el prestigio
sin miramientos por los medios que se utilicen. Aquí ingresa la familia
como herramienta para perpetuar el "éxito" burgués,
que acaba por ser su propia condena y el fracaso, como en las obras de Georg
Büchner: en la imposición de la ley del padre para la consecución
de sus objetivos, se encuentra la muerte

–como es el caso de Arquímedes o Phia Sternow– o
el abandono –el caso de Heinz Kirch. En cualquiera de los dos casos,
significa el fin de la posibilidad de narrar la historia de la burguesía
arribista.

Un párrafo aparte merece El caballero del corcel blanco.
En esta obra es donde encontramos mayores similitudes y puntos de comparación
con las de Georg Büchner. Antes veíamos que la oposición
entre órdenes opuestos se daba en el marco de la familia. En
la última obra analizada, como ya se destacó en el trabajo sobre
el texto, se verá el franco enfrentamiento de un individuo contra una
comunidad entera. Esto ya traza una línea de comparación respecto
de La muerte de Danton: los sujetos políticos, sean líderes
revolucionarios o intendentes de diques, se encuentran enfrentados a la masa.

Pero no es solamente a la masa a la que se enfrentan, sino que ambos
afirman la presencia de fuerzas que los superan. El pueblo en La muerte
de Danton
no es meramente un puñado de individuos, sino una fuerza
histórica con una potencia propia que conduce las voluntades. De modo
similar, los "espíritus" del mar que ve Hauke Haien al comienzo
de la narración, la religión y las mitologías que rondan
a la construcción del dique en las playas del oeste son fuerzas que
conducen las acciones de los hombres durante años y que Hauke Haien
buscará desafiar.

Dos fuerzas que, si bien son diferentes, superan las individualidades
y acaban por destrozarlas a su paso. Afirmada la diferencia de estas fuerzas,
las materializaciones metafóricas que encuentran en las obras son similares.
Si Hauke Haien intentaba domar al caballo de la mitología, sabemos
que Danton y Robespierre buscarán guiar el recorrido del corcel de
la revolución. En una nota aparte Woyzeck, por su parte, será
puesto como aquel caballo que se intenta domar y que sin embargo no se deja
ser domado.

Por su parte en Lenz, la religión como puesta en abismo
del momento de re-ligar al hombre con una totalidad puede pensarse en tándem
con la religión como polarizaciones de las fuerzas que se oponen en
El caballero del corcel blanco. La religión es un tópico
a partir del cual se trata la relación con las fuerzas superiores en
ambas obras, y en las dos los protagonistas piden actuar a través de
Dios, buscan ser Dios de formas distintas. Lenz intenta revivir a la niña;
Hauke Haien se iguala a Dios y acaba oponiendo sus fuerzas a las de la creación
divina.

Siguiendo con Lenz, resulta interesante que se nombre lo inmenso
de la naturaleza como mar (146). Esta imagen debe sumarse a la de los baños
que se daba el protagonista de esta obra para calmarse. La representación
de la totalidad relacionado con lo marítimo se repite en La muerte
de Danton
: Robespierre llama a la revolución un "navío"
del cual él tiene su mando. Ese navío, sabemos, acabará
naufragando en las tempestades de la historia. En El caballero del corcel
blanco,
la relación entre Hauke Haien y el mar es una forma de
metaforizar nuevamente la oposición del individuo con fuerzas que intenta
dominar. Los finales de La muerte de Danton y de El caballero
del corcel blanco
nuevamente muestran una increíble similitud:
mientras que Hauke Haien asiste frente al mar al fin del poder de los hombres,
Danton dice que "la nada es el dios universal que está por nacer"
(131). Sobre estas frases cabe decir una cosa más, recordando la cita
de Woyzeck acerca de la muerte como experiencia igualadora: la muerte
no igualará en las obras de Theodor Storm, dado que hay formas de sobre-vivir
–recordemos el reconocimiento que finalmente obtiene el dique de Hauke
Haien.

Las diferentes representaciones del pueblo en las obras merecen su
espacio. Mientras que en las obras de Georg Büchner aparece solamente
en La muerte de Danton y en Woyzeck, este elemento recorre
toda la obra de Theodor Storm. En las producciones del primero, asistimos
a como el cancionero popular y el consignismo contribuyen a mostrar la miseria
material y espiritual de las clases populares, desenmascarando los intentos
totalizadores de la ciencia, la moral y la religión en Woyzeck
y de la política en La muerte de Danton, y a conducir
los derroteros de los protagonistas de las obras.

Las representaciones del pueblo en las obras de Theodor Storm son bien
distintas. Nunca se trata de un pueblo acuciado por la miseria, de hecho siempre
tiene oficios, ocupaciones, festividades y sirve como contrapunto ideal para
el burgués arribista que únicamente tiene su deseo por el éxito.
Las mujeres adúlteras cumplen una función clave en La muerte
de Danton
como en Hans y Heinz Kirch. Mientras que son las mujeres
las que defenderán la opción por el sensualismo en La muerte
de Danton,
mostrando una forma ajena a la política de acercarse
a la totalidad que interpela a los protagonistas de la obra; Wieb, hija de
una mujer adúltera, sirve para formar la comunión de un orden
alternativo al de Hans Kirch.

Hemos encontrado similitudes en las nociones de sujeto en ambas obras
en varios niveles: en los títulos, en la presentación de un
enfrentamiento polarizado de sujetos con fuerzas superiores, en las metáforas
de esta batalla, en las conceptualizaciones de los polos que combaten y en
los desenlaces. Para concluir este trabajo, retornemos al epígrafe.
En Un enemigo del pueblo, Henrik Ibsen muestra cómo un hombre
debe comunicar a su pueblo una verdad que puede perjudicarlos económicamente.
Haciéndolo, todo el pueblo se pone en su contra, obligándolo
al ostracismo, motivando una solución utópica –la vida
en una comunidad apartada– y la frase final: "El hombre más
poderoso del mundo es el hombre que está más solo". Ante
las obras de Theodor Storm y Georg Büchner cabe reformular la afirmación
del doctor Stockmann en forma de pregunta: ¿Es el hombre que está
más solo el hombre más fuerte del mundo? Estos dos autores parecen
proponer absolutamente todo lo contrario. Mientras que Georg Büchner
afirma continuamente los fracasos de los individuos dictatoriales que intentan
devorar el mundo de un solo bocado sin tener en cuenta la intensidad y la
inmensidad de sus fuerzas, Theodor Storm realiza la misma condena al afirmar
que todo aquel que intente ir por sobre las voluntades y las creencias populares
está condenando cada una de sus iniciativas al olvido. Sólo
será, como lo hace al final Hauke Haien en El caballero del corcel
blanco,
pagando el precio de reconocer fuerzas superiores a él
mismo que logrará el sujeto la conciliación con la comunidad
y el reconocimiento. El hombre más fuerte no es el que está
más solo, sino aquel que está dispuesto a reconocerse acompañado
a la hora de cambiar el mundo.

Bibliografía

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Trotta. Trad. y notas: Carmen Gauger.

Burello, Marcelo. 2011. "Un estudio patológico
con forma épica; Lenz de Georg Büchner". En Vedda,
Miguel (comp.), El realismo en la Literatura Alemana.

Nuevas interpretaciones. Buenos Aires: Ediciones
de la Facultad de Filosofía y Letras, UBA.

Dalmaroni, Miguel. 2005. "Historia literaria y corpus
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Droz, Jacques. 1974. "El movimiento liberal y nacional
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Buenos Aires: Gorla. Trad. y notas: Miguel Vedda.

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Madrid: Destino, pp. 289-296. Trad. y notas: Javier Orduña.

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corta". En Aren, Rotem- berg, Vedda (estudios preliminares, trad. y notas),
Antología de la novela corta alemana. De Goethe a Kafka.
Buenos Aires: Colihue.

. 2007. "Introducción". En Storm, Theodor,
Un doble y otras novelas cortas.

Buenos Aires: Gorla, pp. 5-62.

 

 

 

Autor:

Ignacio Martín Azcueta

Estudiante avanzado de la carrera de Letras (FFyL, UBA) y adscripto
a la cátedra de Literatura Argentina I (Iglesia). Becario de grado
de la Universidad de la República (Montevideo, Uruguay). Ha publicado
en Revista Luthor (ISSN 1853-3272) y asistió como expositor las XLII
Jornadas de Estudios Americanos
, organizada por la Asociación
Argentina de Estudios Americanos. ?

Revista del Departamento de Letras

www.letras.filo.uba.ar/exlibris

Enviado por:

César Agustín Flores

Partes: 1, 2
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