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Médiums escribientes o psycógrafos (página 2)



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No deja de ser conveniente el que las primeras preguntas se hagan de tal modo que simplemente requieran la respuesta de "sí" o "no", como por ejemplo: "¿Estás aquí? ¿Quieres responderme? ¿Puedes hacerme escribir?" etc. Más tarde esta precaución viene a ser inútil; en un principio sólo se trata de establecer una relación; lo esencial es que la pregunta no sea frívola, que no tenga relación con cosas de interés privado y,

sobre todo, que sea la expresión de un sentimiento benévolo y simpático para el Espíritu al cual se dirige. (Véase más adelante el capítulo especial sobre las "Evocaciones").

Todavía debe tenerse presente otra cosa mas importante que el modo de hacer la evocación, y es la calma y el recogimiento unidos a un deseo ardiente y a una firme voluntad de obtener buen éxito, y no queremos hablar aquí de una voluntad efímera que tiene intervalos, interrumpiéndose a cada minuto por otras preocupaciones, sino la voluntad formal, perseverante, sostenida, sin "impaciencia ni deseo febril." La soledad, el silencio y el alejamiento de todo lo que puede causar distracciones favorece el recogimiento. Entonces sólo queda una cosa por hacer, que es renovar todos los días las tentativas durante diez minutos o un cuarto de hora, todo lo más cada vez, por espacio de quince días, un mes, dos meses, y más si es necesario; conocemos médiums que no se han formado hasta después de seis meses de ejercicio, mientras que otros escriben corrientemente desde la primera vez.

Para evitar tentativas inútiles, se puede interrogar por otro médium a un Espíritu formal y adelantado; pero debe notarse que cuando se pregunta a los Espíritus si uno es médium o no, responden casi siempre afirmativamente, lo que no impide que los ensayos sean muchas veces infructuosos. Esto se explica naturalmente. Se hace al Espíritu una pregunta general y responde de una manera general; ya se sabe que nada es tan elástico como la facultad medianímica, puesto que puede presentarse bajo las formas más variadas y en grados muy diferentes.

Se puede, por lo tanto, ser médium sin apercibirse de ello, y en un sentido diferente del que uno cree. Si hacemos una pregunta vaga, verbigracia: ¿Soy médium? El Espíritu puede responder: "sí" ; pero si se la hacemos precisa: ¿Soy médium escribiente? puede responder: "no." También es preciso tomar en cuenta la naturaleza del Espíritu a quien se pregunta, pues los hay tan ligeros e ignorantes que responden a tontas y a locas como verdaderos calaveras atolondrados; por esto aconsejamos el dirigirse a los Espíritus ilustrados, que generalmente contestan gustosos a estas preguntas e indican la mejor marcha que debe seguirse si ven posibilidad de tener buen resultado.

Lo que muchas veces da muy buenos resultados es el auxilio momentáneo de un buen médium escribiente flexible y formado. Si éste pone la mano o los dedos sobre la mano que debe escribir, raras veces deja de hacerlo inmediatamente; se comprende el efecto de esta acción; la mano que tiene el lápiz viene a ser de cierto modo un apéndice de la mano del médium, como lo sería una cestita o una tablita; pero esto no impide que este ejercicio sea muy útil cuando se puede emplear, pues que, regularizado y repetido a menudo, ayuda a vencer el obstáculo material y provoca el desarrollo de la facultad. Basta también algunas veces magnetizar fuertemente con la misma intención el brazo y la mano de aquel que quiere escribir. El magnetizador muchas veces se limita a poner la mano sobre la espalda, y nosotros hemos visto escribir prontamente bajo esta influencia. El mismo efecto puede igualmente producirse sin ningún contacto y por el hecho sólo de la voluntad. Se concibe sin trabajo que la confianza del magnetizador en su propia potencia para producir este resultado, debe hacer aquí un gran papel, y que un magnetizador incrédulo tendría poca o ninguna acción.

El concurso de un guía experimentado es, también, algunas veces, muy útil para hacer observar al principiante una porción de pequeñas precauciones que desprecia con frecuencia en detrimento de la rapidez de los progresos; sobre todo para ilustrarle sobre la naturaleza de las primeras preguntas y de la manera de hacerlas. Su tarea es la de un profesor que deja de ser necesario cuando el médium es bastante hábil.

Otro medio que puede igualmente contribuir poderosamente al desarrollo de la facultad consiste en reunir cierto número de personas, animadas todas del mismo deseo y por la comunidad de intención; simultáneamente, en un silencio absoluto y con un religioso recogimiento, que se ensayen todas a escribir haciendo cada una evocación a su ángel de la guarda o a un Espíritu simpático. Una de ellas puede igualmente hacer, sin designación especial y por todos los miembros de la reunión, un llamamiento general a buenos Espíritus, diciendo, por ejemplo: "En nombre de Dios Todopoderoso, rogamos a los buenos Espíritus tengan la bondad de comunicarse con las personas aquí, presentes." Es raro que entre el número no haya alguno que dé luego señales de mediumnidad, o que escriba corrido en poco tiempo.

Se comprende fácilmente lo que pasa en esta circunstancia. Las personas unidas por comunidad de intención, forman un todo colectivo, cuya potencia y sensibilidad se aumenta por una especie de influencia magnética que ayuda al desarrollo de la facultad. Entre los Espíritus atraídos por este concurso de voluntades los hay que hallan en los asistentes el instrumento que les conviene; si no es el uno, es el otro, y se aprovechan.

Este medio debe, sobre todo, emplearse en los grupos espiritistas que tienen falta de médiums o que no los tienen en número suficiente.

208. Se han buscado procedimientos para la formación de los médiums, como se han buscado diagnósticos; pero hasta ahora no conocemos otros más eficaces que los que hemos indicado. Persuadidos de que el obstáculo para el desarrollo de la facultad es una resistencia enteramente material, ciertas personas pretenden vencerla por una especie de gimnástica casi dislocante de los brazos y de la cabeza. No queremos describir este procedimiento, que nos viene de la otra parte del Atlántico, no sólo porque no tenemos ninguna prueba de su eficacia, sino porque estamos convencidos que puede ofrecer peligro para las complexiones delicadas por la conmoción del sistema nervioso. Si los rudimientos de la facultad no existen nada podría darlos, ni siquiera la electrización, que se ha empleado con el mismo fin, pero sin resultado.

La fe en el médium principiante no es una condición de rigor; secunda, sí, los esfuerzos, sin contradicción, pero no es indispensable: la pureza de intención, el deseo y la buena voluntad bastan. Se han visto personas enteramente incrédulas quedarse del todo admiradas al escribir a su pesar, mientras que creyentes sinceros no lo pueden conseguir; lo que prueba que esta facultad depende de una predisposición orgánica.

El primer indicio de una disposición para escribir es una especie de estremecimiento en el brazo y en la mano; poco a poco la mano es arrastrada por un impulso que no puede dominar. Muchas veces en un principio sólo traza rasgos insignificantes; luego se dibujan los caracteres poco a poco, haciéndose cada vez más claros y la escritura acaba por adquirir la rapidez de la escritura corrida. En todos los casos es preciso abandonar la mano a su movimiento natural y no hacer ni resistencia ni propulsión.

Ciertos médiums escriben de corrido y con facilidad desde el principio, algunas veces desde la primera sesión, lo que es bastante raro; otros hacen, durante largo tiempo rayas y verdaderos ejercicios caligráficos; los Espíritus dicen que esto es para soltarles la mano. Si estos ejercicios se prolongan demasiado o degeneran en signos ridículos, no podría dudarse que se ha introducido un Espíritu atrasado o ligero que se divierte, porque los buenos Espíritus nunca permiten que se haga nada inútil; en este caso será preciso redoblar el fervor para llamar su asistencia. Si a pesar de esto no hay cambio, es preciso detenerse desde que uno se apercibe que no obtiene nada formal.

Cada día puede repetirse la tentativa, pero conviene cesar a las primeras señales equívocas para no dar esta satisfacción a los Espíritus burlones.

Además de estas observaciones un Espíritu añade lo siguiente: "Hay médiums cuya facultad no puede pasar de estos signos: cuando al cabo de algunos meses no se obtienen sino cosas insignificantes, como "sí" o "no" o letras sin sentido, es inútil persistir ensuciando papel; estos son mediums, pero médiums improductivos. Por lo demás las primeras comunicaciones que se obtienen no deben considerarse sino como ejercicios que se confían a Espíritus secundarios; por lo mismo sólo se las debe dar una mediana importancia, en razón a que los Espíritus que se emplean en esto son, por decirlo así, como maestros de escritura para desbastar al médium principiante; porque no creáis nunca que sean Espíritus elevados los que se ocupan en estos ejercicios preparatorios que hace el médium; puede suceder que si el médium no tiene un objeto formal, estos Espíritus permanezcan y se adhieran a él. Casi todos los médiums han pasado por este crisol para desarrollarse; a ellos, pues, corresponde hacer todo lo posible para conseguir la simpatía de los Espíritus verdaderamente superiores."

El escollo de la mayor parte de los médiums principiantes está en tener comunicaciones con Espíritus inferiores y deben tenerse por dichosos cuando sólo son Espíritus ligeros. Toda su atención debe fijarse en no dejarles tomar pie, porque una vez han echado el áncora no siempre es fácil desembarazarse de ellos. Este punto es tan capital, sobre todo al principio, que sin las precauciones necesarias puede perderse el fruto de las más bellas facultades.

Lo primero que debe hacerse es ponerse con una fe sincera bajo la protección de Dios y reclamar la asistencia del ángel de la guarda; éste es siempre bueno, mientras que los Espíritus familiares, simpatizando con las buenas o las malas cualidades del médium, pueden ser ligeros y también malos.

Después es preciso dedicarse con un cuidado escrupuloso a reconocer por todos los indicios que suministra la experiencia, la naturaleza de los primeros Espíritus que se comunican, y de los cuales es siempre prudente desconfiar. Si estos indicios son sospechosos, debe hacerse una evocación ferviente al ángel de la guarda, y rechazar con todas su fuerzas al Espíritu malo, probándole que uno no es su juguete, a fin de desanimarle. Por esto es indispensable el previo estudio de la teoría si se quieren evitar los inconvenientes inseparables de la inexperiencia; sobre este asunto se encontrarán instrucciones muy extensas en los capítulos de la "Obsesión" y de la "Identidad de los Espíritus." Limitándonos ahora a decir que además del lenguaje se pueden tener como pruebas "infalibles" de la inferioridad de los Espíritus, todos los signos, figuras, emblemas inútiles o pueriles, toda escritura extravagante, truncada y torcida con intención, de dimensiones exagerables o afectando formas ridículas e inusitadas; la escritura puede ser muy mala, aun poco legible, lo que depende más bien del médium que del Espíritu, sin tener nada de insólito. Hemos visto médiums de tal modo engañados, que medían la superioridad de los Espíritus por la dimensión de los caracteres, dando gran importancia a las letras de molde como caracteres de imprenta, puerilidad evidentemente incompatible con una superioridad real.

Es muy importante no caer sin quererlo bajo la dependencia de los Espíritus malos, pero lo es más aún el hacerlo voluntariamente, y es preciso evitar que un deseo inmoderado de escribir haga creer que es indiferente el dirigirse al primero que se presenta, del que no se podrá desembarazar más tarde, si no conviene, porque nadie pide asistencia a un mal Espíritu impunemente, pues que éste hace pagar caro sus servicios.

Algunas personas, impacientes por ver desarrollarse en ellas la facultad medianímica, demasiado lenta a su parecer, han tenido la idea de llamar en su ayuda a un Espíritu cualquiera, "aunque fuese malo", contando poderlo despedir en seguida.

Muchos han sido servidos a su gusto y han escrito inmediatamente; pero el Espíritu, haciendo poco caso de que le llamasen porque no podían escribir, no ha sido tan dócil en irse como en presentarse. Conocemos algunos que han sido castigados con obsesiones de años y de todas clases, por las más ridículas sofisticaciones, por una fascinación tenaz y aun por desgracias "materiales", y las crueles decepciones por creerse bastante fuertes para alejarles cuando quisieran. El Espíritu se muestra, desde luego, abiertamente malvado, después hipócrita a fin de hacer creer o en su conversión o en la pretendida potencia de subyugado, para echarle a su voluntad.

La escritura es algunas veces muy legible; las palabras y las letras perfectamente destacadas; pero con ciertos médiums es difícil descifrarlo por otro que no sea el mismo que escribe: es preciso acostumbrarse a esto. Muchas veces su forma es a grandes rasgos; los Espíritus son poco económicos de papel. Cuando una palabra o una frase es poco legible, se ruega al Espíritu que tenga la bondad de volverla a poner, lo que hace generalmente con gusto. Cuando la escritura es habitualmente ilegible, aun para el médium, éste consigue casi siempre obtenerla más clara por medio de ejercicios frecuentes y sostenidos, "poniendo una fuerte voluntad" y suplicando con ardor al Espíritu el ser más correcto.

Ciertos Espíritus adoptan muchas veces signos convencionales que quedan en uso en las reuniones habituales. Para indicar que una pregunta les desagrada y que no quieren responder a ella, harán por ejemplo una larga raya o alguna cosa equivalente.

Cuando el Espíritu ha concluido lo que tenía que decir o que no quiere responder más, la mano queda inmóvil, y el médium, cualquiera que sea su potencia y su voluntad, no puede obtener una palabra más. Al contrario, hasta que el Espíritu haya acabado, marcha el lápiz, sin que sea posible a la mano detenerse. Quiere decir espontáneamente alguna cosa, la mano coge convulsivamente el lápiz y se pone a escribir sin poder hacer oposición. Por otra parte el médium siente casi siempre en él alguna cosa que le indica si sólo hay suspensión o si el Espíritu ha terminado. Es raro que no sienta cuando éste se ha marchado.

Tales son las explicaciones más esenciales que tenemos que dar tocante al desarrollo de la psycografía; la experiencia hará conocer, en la práctica, ciertos detalles que sería inútil el referir aquí, y para los cuales se guiará según los principios generales.

Si muchos los ensayan encontraremos más médiums de lo que creen.

Todo lo que acabamos de decir se aplica a la escritura mecánica; esta es aquella que todos los médiums quieren obtener con razón; pero el mecanismo puro es muy raro y se mezcla en él muy a menudo más o menos intuición. Teniendo el médium la conciencia de lo que escribe; éste, naturalmente, se inclina a dudar de su facultad; no sabe si esto viene de él o de un Espíritu extraño. No debe inquietarse por ningún concepto y si continuar en su obra; que se observe a si mismo con cuidado, y reconocerá fácilmente en lo que escribe una porción de cosas que no estaban en su pensamiento, y aunque son contrarias a su opinión; prueba evidente que no vienen de él. Que continúe, pues, y la duda se disipará con la experiencia.

Si no le es permitido al médium el ser exclusivamente mecánico, todos los ensayos para obtener este resultado serán infructuosos, y sin embargo haría mal en creerse desheredado por esto; si sólo está dotado de la mediumnidad intuitiva, es preciso que se contente con ella y no dejará de prestarle grandes servicios si sabe aprovecharla y no rechazarla.

Si después de inútiles ensayos continuados durante algún tiempo no se produce ningún indicio de movimiento involuntario, o si éstos movimientos son demasiado débiles para dar resultados, no debe vacilar en escribir el primer pensamiento que le sugiere, sin cuidarse si viene de él o de un origen extraño; la experiencia le enseñará a distinguirlo. Sucede también algunas veces que el movimiento mecánico se desarrolla ulteriormente.

Hemos dicho más arriba que hay casos en que es indiferente el saber si el pensamiento viene del médium o de un Espíritu extraño; sobre todo cuando un médium puramente intuitivo o inspirado hace un trabajo de imaginación por sí mismo; poco importa que se atribuya un pensamiento que le fuera sugerido; si las ideas son buenas, que dé gracias por ello a su buen genio y le serán sugeridas otras. Tal es la inspiración de los poetas, de los filósofos y de los sabios.

Supongamos que la facultad medianímica esté completamente desarrollada; que el médium escriba con facilidad y que sea, en una palabra, lo que se llama un médium hecho, le sería muy perjudicial si se creyera dispensado de adquirir otras instrucciones; sólo ha vencido la resistencia material, pero entonces es cuando empiezan para él las verdaderas dificultades y cuando más necesita los consejos de la prudencia y de la experiencia sin no quiere caer en los mil lazos que se le preparan. Si quiere levantar demasiado el vuelo con sus propias alas, no tardará en ser el juguete de los Espíritus mentirosos que procurarán explotar su presunción.

Una vez desarrollada la facultad en el médium es esencial que no haga de ella un abuso. La satisfacción que procura a ciertos principiantes excita en ellos un entusiasmo que es importante moderar; deben pensar que se les ha dado para el bien y no para satisfacer una vana curiosidad; por esto es útil servirse de ella en los momentos oportunos y no a cada instante; como los Espíritus no están constantemente a sus órdenes, corren el riesgo de ser chasqueados por mixtificadores. A este objeto es conveniente adoptar días y horas determinadas, porque de este modo hay mejores disposiciones y más recogimiento, y los Espíritus que quieran presentarse están prevenidos y se disponen en consecuencia.

Si a pesar de todas las tentativas no se revela la mediumnidad de ningún modo, será menester renunciar a ella, como se renuncia a cantar cuando no se tiene voz.

El que sólo sabe una lengua se sirve de un traductor; debe, pues, hacer lo mismo, es decir, recurrir a otro médium. Nadie debe creerse privado de la asistencia de los Espíritus por falta de médium. La mediumnidad es para ellos un medio de expremirse, y no un medio exclusivo de atracción; los que no tienen afecto están al lado nuestro, seamos o no médiums; un padre no abandonará a su hijo porque sea sordo y ciego y no puede verle ni oírle; le rodea con solicitud como lo hacen los buenos Espíritus con nosotros; si no pueden transmitirnos materialmente su pensamiento, nos ayudan por medio de la inspiración.

Cambio de escritura

El cambio de escritura, según los Espíritus que se comunican, es un fenómeno muy común entre los médiums escribientes; lo más notable es que la misma escritura se reproduce constantemente con el mismo Espíritu, y a veces es idéntica a la que tenía cuando vivía; veremos más adelante las consecuencias que de esto se pueden deducir en cuanto a la identidad. El cambio de escritura no tiene lugar sino en los médiums mecánicos o semi-mecánicos, porque en ellos el movimiento de la mano es involuntario y dirigido por el Espíritu; no sucede lo mismo con los mé-diums puramente intuitivos, atendido que en este caso el Espíritu obra únicamente sobre el pensamiento y la mano es dirigida por la voluntad como en las circunstancias ordinarias; pero la uniformidad de la escritura, aun en un medium mecánico, no prueba absolutamente nada contra su facultad; no siendo el cambio una condición absoluta en la manifestación de los Espíritus, corresponde a una aptitud especial, de la que los médiums más mecánicos no siempre están dotados. Nosotros designamos a los que tienen esta aptitud con el nombre de "médiums polígrafos."

Pérdida y suspensión de la mediumnidad

La facultad medianímica está sujeta a intermitencias y a suspensiones momentáneas, ya sea para las manifestaciones físicas, ya sea para la escritura. He aquí las contestaciones de los Espíritus dadas a algunas preguntas hechas con este objeto.

1. ¿Los médiums pueden perder su facultad?

"Esto sucede a menudo, cualquiera que sea el género de esta facultad; pero muchas veces sólo es una interrupción momentánea que cesa con la causa que ha producido."

2. ¿La causa de la pérdida de la mediumnidad está en la extinción del fluido?

"Cualquiera que sea la facultad del médium nada puede hacer sin el concurso simpático de los Espíritus cuando ya no se recibe nada, no es porque le falte siempre la facultad; muchas veces los Espíritus son los que no quieren o no pueden servirse de él."

3. ¿Qué causa puede provocar en un médium el abandono de los Espíritus?

"El uso que hace de su facultad es la más poderosa para los buenos Espíritus. Podemos abandonarle cuando se sirve de ella para cosas frívolas o con miras ambiciosas; cuando rehúsa participar nuestra palabra o nuestros hechos a los encarnados que lo desean o que lo necesitan ver para estar convencidos. Este don de Dios no se concede al médium para que se divierta, y aun menos para servir su ambición, sino para su propia mejora y para hacer conocer la verdad a los hombres. Si el Espíritu ve que el médium no corresponde a sus miras y no aprovecha las instrucciones y las advertencias que le da, se retira para buscar un protegido más digno."

4. El Espíritu que se retira, ¿puede ser reemplazado y en este caso no comprenderíamos la suspensión de la facultad?

"No faltan Espíritus que lo que más desean es comunicarse y están prontos a reemplazar a los que se retiran; pero cuando es un buen Espíritu el que abandona al médium, puede muy bien no dejarle sino momentáneamente y privarle por cierto tiempo de toda comunicación, a fin de que le sirva de lección y probarle que su facultad no depende de él "y no debe envanecerse por tenerla. Esta impotencia momentánea es también para dar una prueba al médium de que escribe bajo una influencia extraña; de otro modo no habría intermitencia.

Por otra parte, la interrupción de la facultad no es siempre un castigo; acredita algunas veces el cuidado del Espíritu por el médium a quien estima; quiere procurarle un reposo material que juzga necesario y en este caso no permite que le reemplacen otros Espíritus."

5. Se ven, sin embargo, médiums muy meritorios, moralmente hablando, que no tienen ninguna necesidad de reposo, y son muy contrariados por las interrupciones cuyo objeto no comprenden.

"Esto es con el fin de poner su paciencia a prueba y juzgar de su perseverancia; por lo mismo los Espíritus no señalan en general ningún término a esta suspensión; quieren ver si el médium se impacientará. Muchas veces también es para dejarles el tiempo de meditar las instrucciones que les han dado, y en esta meditación de nuestras enseñanzas reconocemos los Espiritistas verdaderamente formales; no podemos dar este nombre a aquellos que en realidad sólo son aficionados a comunicaciones."

6. ¿En este caso es preciso que el médium continúe sus tentativas para escribir?

"Si el Espíritu lo aconseja, sí; si le dice que se abstenga, debe hacerlo."

7. ¿Y habría un medio de abreviar esta prueba?

"La resignación y la oración. Por lo demás, basta hacer cada día una tentativa de algunos minutos, porque seria inútil perder el tiempo ensayando infructuosamente; la tentativa no tiene otro objeto que el de asegurarse si la facultad se ha recobrado."

8. ¿La suspensión supone el alejamiento de los Espíritus que tienen la costumbre de comunicarse?

"Nada de eso; el médium está entonces en la posición de una persona que perdiera momentáneamente la vista, y por eso no dejaría de estar rodeada de sus amigos, aun cuando no los viese. El médium, pues, puede y aun debe continuar conversando con el pensamiento con sus Espíritus familiares, y estar persuadido que se le oye. Si la falta de la mediumnidad puede privar las comunicaciones materiales con ciertos Espíritus, no puede privar las comunicaciones morales."

9. ¿Así es que la interrupción de la facultad medianímica no implica siempre una censura de parte de los Espíritus?

"Sin duda que no, puesto que puede ser una prueba de benevolencia."

10. ¿Cómo podríamos conocer que esta interrupción sea causada por una censura?

"Que consulte el médium su conciencia y ve el uso que ha hecho de su facultad, el bien que de ella ha resultado para los otros, 'el provecho que ha sacado de los consejos que se le han dado', y tendrá la respuesta."

11. ¿El médium que no puede escribir, tampoco puede valerse de otro médium?

"Eso depende de la causa de la interrupción; muchas veces sólo tiene por motivo el dejaros algún tiempo sin comunicaciones, después de haberos dado consejos, a fin de que no os acostumbréis a hacer nada sin nosotros; en este caso tampoco le servirá el valerse de otro médium; esto tiene también por objeto el probaros que los Espíritus son libres y no depende de vosotros el gobernarlos a vuestro gusto. Por igual razón los que no son médiums no siempre tienen todas las comunicaciones que desean."

Observación. – En efecto; debe observarse que aquel que recurre a un tercero para las comunicaciones, teniendo la cualidad de médium, muchas veces no obtiene nada satisfactorio, mientras que en otras ocasiones las respuestas son muy explícitas.

Esto depende de tal modo de la voluntad del Espíritu, que nada se adelanta cambiando de médium: parece con respecto a ésto, que los mismos Espíritus se ponen de acuerdo, porque lo que no se obtiene de uno, tampoco se obtiene de otro. Entonces es preciso abstenerse, no insistir ni impacientarse, si no se quiere ser el juguete de los Espíritus mentirosos, que responderán si tanto se desea, y los buenos les dejarán hacer para castigar nuestra impaciencia.

12. ¿Con qué fin la Providencia ha dotado a ciertos individuos de la mediumnidad de una manera especial?

"Es una misión que se les ha encargado y por lo que son dichosos; estos son los intérpretes entre los Espíritus y los hombres."

13. ¿Hay, sin embargo, médiums que no emplean su facultad sino con repugnancia?

"Son médiums imperfectos; no conocen el precio del favor que se les ha concedido."

14. Si es una misión, ¿por qué no es el privilegio de los hombres de bien y no que se dé esta facultad a personas que no merecen ninguna estimación y que pueden abusar de ella?

"Se les da porque tienen necesidad de su propio mejoramiento y a fin de que ellos mismos estén en disposición de recibir buenas enseñanzas; si no se aprovechan de ellas sufrirán las consecuencias, ¿Jesús no dirigía con preferencia su palabra a los pecadores, diciendo que es preciso dar a aquel que no tiene?"

15. Las personas que tienen un gran deseo de escribir como médiums, sin conseguirlo, ¿pueden creer por esto mismo falta de benevolencia de los Espíritus hacia ellos, por alguna causa?

"No, porque Dios puede haberles rehusado esta facultad, como puede haberles rehusado el don de la poesía o de la música; pero si no gozan de este favor pueden tener otros."

16. ¿Cómo puede perfeccionarse el hombre con la enseñanza de los Espíritus, cuando no tienen los medios de recibir esta enseñanza directa por sí mismo ni por otros médiums?

"¿Acaso no tiene libros como el cristiano tiene el Evangelio? Para practicar la moral de Jesús el cristiano no necesita oírlas palabras de su boca."

CAPÍTULO XVIII

Inconvenientes y peligros de la mediumnidad

Influencia del ejercicio de la mediumnidad sobre la salud. –Idem sobre el cerebro. – Idem sobre los niños

1. ¿La facultad medianímica es indicio de un estado patológico cualquiera o simplemente anómalo?

"Anómalo algunas veces, pero no patológico; hay médiums de una salud robusta; los que están enfermos lo están por otras causas."

2. ¿El ejercicio de la facultad medianímica puede ocasionar la fatiga?

"El ejercicio demasiado prolongado de cualquiera facultad causa fatiga; la mediumnidad está en el mismo caso principalmente la que se aplica a los efectos físicos; ocasiona necesariamente un gasto de fluido que atrae la fatiga y se repara con el descanso."

3. ¿El ejercicio de la mediumnidad puede tener inconvenientes para sí mismo desde el punto de vista higiénico, abstracción hecha del abuso?

"Hay casos en que es prudente y aun necesario el abstenerse de ese ejercicio, o al menos moderarlo, eso depende del estado físico y moral del médium. Por otra parte el médium lo conoce generalmente, y cuando se fatiga debe abstenerse.

4. ¿Hay personas para las cuales este ejercicio tiene más inconvenientes que para otras?

"He dicho que esto depende del estado físico y moral del médium. Hay personas

que deben evitar toda causa de sobreexcitación, y esta es una de ella. (Números 188 y 194)."

5. ¿La mediumnidad podría producir la locura?

"Menos que cualquiera otra cosa, cuando no hay predisposición por la debilidad del cerebro. La mediumnidad no producirá a la locura cuando el principio no existe; pero si el principio existe, lo que es fácil reconocer en el estado moral, el buen sentido dice que es menester usar de miramientos bajo todos los aspectos, porque toda causa de conmoción puede ser dañosa."

6. ¿Hay inconveniente en desarrollar la mediumnidad en los niños?

"Ciertamente, y sostengo que es muy peligroso; porque estas organizaciones tiernas y delicadas se conmovierán demasiado y su joven imaginación se sobreexcitaría; por lo mismo los padres discretos les alejarán de estas ideas o al menos no les hablarán sino desde el punto de vista de las consecuencias morales."

7. Sin embargo, hay niños que son médiums naturalmente, ya sea para los efectos físicos, ya para la escritura y las visiones, ¿tiene esto el mismo inconveniente?

"No; cuando la facultad es espontánea en un niño, es que está en su naturaleza y que su constitución se presta a ella; eso no es lo mismo que cuando es provocado y sobreexcitado. Observad que el niño que tiene visiones, se impresiona generalmente poco por ellas, le parece una cosa muy natural, en la cual no se fila sino débilmente, y a menudo olvida; más tarde el hecho se le presenta en la memoria y se lo explica fácilmente si conoce el Espiritismo."

8. ¿Cuál es la edad en la cual se puede, sin inconveniente, ocuparse de la mediumnidad?

"No hay edad precisa; eso depende enteramente del desarrollo físico y aún más del moral; hay niños de doce años que se afectarán menos que ciertas personas adultas.

Hablo de la mediumnidad en general, pero la que se aplica a los efectos físicos fatiga más corporalmente; la escritura tiene otro inconveniente que se refiere a la inexperiencia del niño, en el caso que quisiera ocuparse a solas y hacer de ello un juego."

222. La práctica del Espiritismo, como lo veremos más adelante, pide mucho tacto para librarse de las astucias de los Espíritus mentirosos; si los hombres son sus juguetes, la infancia y la juventud están aún más expuestos por razón de su inexperiencia. Se sabe, además, que el recogimiento es una condición sin la cual no se pueden tener relaciones con los Espíritus formales; las evocaciones hechas con aturdimiento y a manera de diversión, son una verdadera profanación que abre fácil acceso a los Espíritus burlones o malévolos; como no se puede esperar de un niño la gravedad necesaria para un acto semejante, seria de temer no hiciese de esto un juego si se entregaba a sí mismo. Aun en las condiciones más favorables, es de desear que un niño dotado de la facultad medianímica no la ejerza sino a la vista de personas experimentadas que le enseñarán con su ejemplo el respecto que se debe a las almas de aquellos que han vivido. Se ve, según eso, que la cuestión de la edad está subordinada a las circunstancias del temperamento, como del carácter. Sin embargo, lo que resalta claramente de las respuestas arriba hechas, es que no se debe excitar el

desenvolvimiento de esta facultad en los niños cuando no es espontánea, y que en todos los casos es preciso usar de esta con gran circunspección; que no se debe tampoco excitarla ni alentarla entre las personas débiles. Es necesario desviar de esto, por todos los medios posibles, a los que hubiesen dado los menores síntomas de excentricidad en las ideas o debilidad de las facultades mentales, porque hay en ellas predisposición evidente a la locura que cualquiera causa sobreexcitante puede desenvolver. Las ideas espiritistas no tienen bajo este aspecto una influencia mayor, pero viniendo a declararse la locura, tomaría el carácter de la preocupación dominante, como tomaría un carácter religioso si la persona se daba con exceso a las prácticas de devoción y se haría de esto responsable al Espiritismo. Lo que mejor puede hacerse con cualquier individuo que muestre una tendencia a la idea fija, es el dirigir sus preocupaciones por otra parte, a fin de procurar el descanso a los órganos debilitados.

Llamamos acerca de lo mismo la atención de nuestros lectores sobre el párrafo XII de la introducción del Libro de los Espíritus.

CAPÍTULO XIX

Papel del médium en las comunicaciones espiritistas

Influencia del Espíritu personal del médium. – Sistema de los médiums inertes. – Aptitud de ciertos médiums para las cosas que no conocen: los idiomas, la música, el dibujo, etc. – Disertación de un Espíritu sobre el oficio de los médiums.

El médium, en el momento que ejerce su facultad, ¿está en un estado perfectamente normal?

"Está algunas veces en un estado de crisis más o menos pronunciada; esto es lo que le fatiga y por eso tiene necesidad de descanso; pero muchas veces su estado no difiere sensiblemente del estado normal, sobre todo en los médiums escribientes."

2. Las comunicaciones escritas o verbales, ¿pueden también provenir del mismo Espíritu encarnado en el médium?

"El alma del médium puede comunicarse como la de cualquier otro; si goza de cierto grado de libertad, recobra sus cualidades de Espíritu. Vosotros tenéis la prueba en el alma de las personas vivientes que vienen a visitaros y a menudo se os comunican por la escritura sin que las llaméis. Porque es menester que sepáis que entre los Espíritus que evocáis los hay que están encarnados en la tierra: 'entonces os hablan como Espíritus y no como hombres.' ¿Por qué quisierais que no fuese lo mismo con la del médium?"

– ¿Esta explicación no parece confirmar la opinión de aquellos que creen que todas las comunicaciones emanan del Espíritu del médium y no de Espíritus extraños?

"Sólo se engañan porque son absolutos; pues es cierto que el Espíritu del médium puede obrar por sí mismo; pero esta no es una razón para que otros no obren igualmente por su Intermediario."

3. ¿Cómo distinguiremos si el Espíritu que responde es el del médium o el de un Espíritu extraño?

"En la naturaleza de las comunicaciones. Estudiad las circunstancias y el lenguaje y distinguiréis. Sobre todo en el estado de sonambulismo o de éxtasis es cuando el Espíritu del médium se manifiesta, porque entonces es más libre; pero en el estado normal es más difícil. Por lo demás hay respuestas que es imposible atribuirle; por esto os digo que estudiéis y observéis."

Observación. – Cuando una persona nos habla distinguimos fácilmente lo que es suyo o lo que sólo es su eco; lo mismo sucede con los médiums.

4. Puesto que el Espíritu del médium ha podido adquirir, en las existencias anteriores, conocimientos que ha olvidado bajo su cubierta corporal, pero de los que puede acordarse como Espíritu, ¿no puede sacar de su propio fondo las ideas que parecen extralimitar el alcance de su instrucción?

"Esto sucede muchas veces en el estado de sonambulismo o éxtasis; pero, lo repito: hay circunstancias que no permiten la duda; estudiad 'mucho tiempo' y meditad."

5. Las comunicaciones que provienen del Espíritu del médium, ¿son siempre inferiores a las que podrían ser dadas por Espíritus extraños?

"Siempre no, porque el Espíritu extraño puede ser él mismo, de un orden inferior al del médium, y en tal caso hablar con menos sensatez. Se ve esto en el sonambulismo; porque lo más a menudo es el Espíritu del sonámbulo el que se manifiesta, y por lo mismo el que dice muchas veces cosas muy buenas."

6. ¿El Espíritu que se comunica por un médium, transmite directamente su pensamiento, o bien este pensamiento tiene por intermediario el Espíritu encarnado en el médium?

"El Espíritu del médium es el intérprete, porque está ligado al cuerpo que sirve para hablar, y que es menester una cadena entre vosotros y los Espíritus extraños que se comunican, así como es necesario un hilo eléctrico para comunicar una noticia a lo lejos, y al extremo del hilo una persona inteligente que la recibe y la transmite."

7. El Espíritu encarnado en el médium, ¿ejerce una influencia en las comunicaciones que debe transmitir y que provienen de Espíritus extraños?

"Sí, porque si no les es simpático puede alterar las respuestas y asimilarlas a sus propias ideas y a sus inclinaciones, 'pero él no influye a los mismos Espíritus'; sólo es un mal intérprete."

8. ¿Es esta la causa de la preferencia que tienen algunos Espíritus por ciertos médiums?

"No hay otra; buscan el intérprete que simpatiza mejor con ellos y que manifiesta más exactamente su pensamiento. Si entre ellos no hay simpatía, el Espíritu del médium es un antagonista que opone cierta resistencia y viene a ser un intérprete de mala voluntad y muchas veces infiel. Lo mismo sucede entre vosotros, cuando la advertencia de un sabio se transmite por medio de la voz de un atolondrado o de un hombre de mala fe."

9. ¿Se concibe que así suceda con los médiums intuitivos, pero no con los mecánicos?

"Vosotros no os hacéis bien cargo del papel que juegan los médiums; hay en esto una ley que aun no habéis entendido. Acordaos que para operar el movimiento de un cuerpo inerte, el Espíritu tiene necesidad de una porción de fluido animalizado que toma del médium para animar momentáneamente la mesa, a fin de que ésta obedezca a su voluntad; pues bien: comprended también que para una comunicación inteligente hay necesidad de un intermediario inteligente, y que este intermediario es el del Espíritu del médium."

– Esto no parece aplicable a lo que se llama mesas parlantes; porque desde que los objetos "inertes", como mesas, tablitas o cestitos dan respuestas inteligentes, parece que el Espíritu del médium no tiene en ello parte.

"Esto es un error; el Espíritu puede dar al cuerpo inerte una vida ficticia, momentánea, pero no inteligente; nunca un cuerpo inerte ha sido inteligente. Es, pues, el Espíritu del médium el que recibe el pensamiento sin saberlo y lo transmite poco a poco con la ayuda de los diversos intermediarios."

10. ¿Parece resultar de estas explicaciones que el Espíritu del médium nunca está completamente pasivo?

"Está pasivo cuando no mezcla sus propias ideas con las del Espíritu extraño, pues no es nunca enteramente nulo; su concurso es siempre necesario como intermediario aun en los que vosotros llamáis médiums mecánicos."

11. ¿No hay más garantía de independencia en el médium mecánico que en el médium intuitivo?

"Sin ninguna duda, y para ciertas comunicaciones es preferente un médium mecánico; pero cuando se conocen las facultades del médium intuitivo, esto viene a ser indiferente, según las circunstancias; quiero decir que hay comunicaciones que requieren menos precisión."

12. Entre los diferentes sistemas que se han emitido para explicar los fenómenos espiritistas, hay uno que consiste en creer que la verdadera mediumnidad está en cuerpo completamente inerte, en la cestita o en el cartón, por ejemplo, que sirve de instrumento; que el Espíritu extraño se identifica con este objeto y no sólo le da vida, sino inteligencia; de aquí viene el nombre de médiums inertes dado a estos objetos; ¿qué pensáis de todo esto?

"Una sola palabra basta para contestar á esto: si el Espíritu había transmitido la inteligencia al cartón al mismo tiempo que la vida, el cartón escribiría solo, sin el concurso del médium; sería muy singular que el hombre inteligente se volviese máquina, y que un objeto inerte se volviese inteligente. Este es uno de los numerosos sistemas nacidos de una idea preconcebida y que caen, como otros tantos, ante la experiencia y la observación."

13. ¿Un fenómeno bien conocido podría acreditar la opinión de que hay en los cuerpos inertes animados más que la vida, más aun, la inteligencia, es el de las mesas, cestitas, etc., que expresan por su movimiento la cólera o la afección?

"Cuando un hombre agita un palo con cólera, no es el palo el que está encolerizado, ni la mano que tiene el palo, sino el pensamiento que dirige la mano, las mesas y las cestitas no son más inteligentes que el bastón; no tienen ningún sentimiento inteligente, pero obedecen a una inteligencia; en una palabra, no es el Espíritu el que se transforma en cestita, ni siquiera el que fije en él su domicilio."

14. ¿Si no es racional el atribuir inteligencia a estos objetos, puede considerárseles como una variedad de los médiums, designándoles bajo el nombre de "médiums inertes"?

"Esto es cuestión de palabras y poco nos importa, con tal que os entendáis. Sois libres para llamar al hombre un muñeco."

15. Los Espíritus sólo tienen el lenguaje del pensamiento, no tienen el lenguaje articulado; por esto no hay para ellos sino un idioma; según eso podría un Espíritu expresarse por la vía medianímica en un lenguaje que no hubiese jamás usado viviendo; y en este caso, ¿de dónde sacaría las palabras de las cuales se sirve?

"Acabáis de responder a vuestra pregunta diciendo que el Espíritu tiene una sola lengua que es la del pensamiento; esta lengua todos la comprenden, lo mismo los hombres que los Espíritus. El Espíritu errante, dirigiéndose al Espíritu encarnado del médium, no le habla ni francés ni inglés, sino la lengua universal, que es la del pensamiento; para traducir sus ideas en un lenguaje articulado, transmisible, saca sus palabras del vocabulario del médium."

16. Si así fuese, el Espíritu no debería poder expresarse sino en el idioma del médium, mientras que se les ve escribir en idiomas desconocidos de este último; ¿no hay en esto una contradicción?

"Notad primero que todos los médiums no son igualmente a propósito para esta clase de ejercicio, al mismo tiempo que los Espíritus no se prestan a ello sino accidentalmente, cuando juzgan que puede ser útil; pero para las comunicaciones usuales y de cierta extensión prefieren servirse del lenguaje familiar del médium, porque les presenta menos dificultad material para vencer."

17. La aptitud de ciertos médiums para escribir una lengua que les es extraña, ¿acaso no sería el resultado de que esta lengua les fue familiar en otra existencia, de la que pueden conservar la intuición?

"Ciertamente puede suceder de este modo, pero ésta no es una regla; el Espíritu puede, con algunos esfuerzos, sobrepujar momentáneamente la resistencia material que encuentra, esto es lo que sucede cuando el médium escribe en su propia lengua palabras que no conoce."

18. Una persona que no supiese escribir, ¿podría escribir como médium?

"Sí; pero se concibe que aun en esto hay una grande dificultad mecánica que vencer, no teniendo la mano la costumbre del movimiento necesario para formar las letras. Lo mismo sucede con los médiums dibujantes que no saben dibujar."

19. Un médium muy poco inteligente, ¿podría transmitir comunicaciones de un orden elevado?

"Sí, por la misma razón que un médium puede escribir en un idioma que no conoce. La mediumnidad propiamente dicha, es independiente de la inteligencia, así como de las cualidades morales, y en falta de un instrumento mejor puede el Espíritu servirse del que tiene a la mano; pero es muy natural que para las comunicaciones de cierto orden prefiera el médium que le ofrece menos dificultades materiales. Hay, además, otra consideración: el idiota muchas veces sólo es idiota por la imperfección de sus órganos, pero su Espíritu puede estar más adelantado que vosotros creéis; tenéis la prueba por ciertas evocaciones de idiotas muertos o vivos."

Observación. – Este es un hecho probado por la experiencia; nosotros hemos evocado varias veces a idiotas vivientes que han dado pruebas patentes de su identidad y respondían de un modo muy sensato y aun superior. Este estado es un castigo para el Espíritu que sufre por el embarazo en que se encuentra. Un médium idiota puede, pues, algunas veces, ofrecer al Espíritu que quiere manifestarse más recursos que se cree. (V. La Revista Espiritista, julio de 1860, artículo sobre la "Frenología" y la "Fisionomía.")

20. ¿De dónde viene la aptitud de ciertos médiums para escribir en verso a pesar de su ignorancia en poesía?

"La poesía es un lenguaje; pueden escribir en verso así como pueden escribir en un lenguaje que no conocen; además pueden haber sido poetas en otra existencia, y como se os ha dicho ya, los conocimientos adquiridos nunca se pierden para el Espíritu que debe llegar a la perfección en todas las cosas. Entonces lo que ellos supieron les da, sin que lo conozcan, una facilidad que no tienen en el estado ordinario."

21. ¿Sucede lo mismo con aquellos que tienen una aptitud especial para el dibujo y la música?

"Sí; el dibujo y la música son también modos de expresar el pensamiento; los Espíritus se sirven de los instrumentos que les ofrecen más facilidad."

22. ¿La expresión del pensamiento para la poesía, el dibujo o la música, depende únicamente de la aptitud especial del médium o de la del Espíritu que se comunica?

"Unas veces del médium, otras del Espíritu. Los Espíritus superiores tienen todas las aptitudes; los Espíritus inferiores tienen conocimientos limitados."

23. ¿Por qué el hombre que tiene un talento superior en una existencia, no lo tiene en una existencia siguiente?

"No sucede siempre así porque muchas veces perfecciona en una existencia lo que ha empezado en otra, pero puede suceder que una facultad superior dormite cierto tiempo para dejar a otro más libertad para desarrollarse; es un germen latente que encontrará más tarde, y del que siempre quedan algunas señales, o al menos una vaga intuición."

El Espíritu extraño comprende, sin duda, todos los idiomas, puesto que los idiomas son la expresión del pensamiento, y que el Espíritu comprende por el pensamiento; pero para manifestar este pensamiento es necesario un instrumento; este instrumento es el médium. El alma del médium que recibe la comunicación extraña no puede transmitirla sino por los órganos de su cuerpo; así, pues, estos órganos no pueden tener para una lengua desconocida la flexibilidad que tiene para la que les es familiar. Un médium que sólo sepa el francés podrá, accidentalmente, dar una respuesta en inglés, por ejemplo, si al Espíritu le place el hacerlo; pero los Espíritus que encuentran ya el lenguaje humano demasiado lento en comparación con la rapidez del pensamiento, puesto que abrevian tanto como pueden, se impacientan de la resistencia mecánica que experimentan, y por esto no lo hacen siempre. Es también la razón porque un médium novicio que escriba lentamente y con pena aun en su propio lenguaje, en general no obtiene más que respuestas breves y sin desarrollo; así es que los Espíritus recomiendan también que no se hagan por su intermediario sino preguntas sencillas.

Para las de una grande importancia, es preciso un médium formado que no ofrece ninguna dificultad mecánica al Espíritu. Nosotros no tomaríamos, para que nos leyera, un discípulo que deletrease; un buen obrero no se sirve de malas herramientas. Añadamos otra consideración de grande interés por los que concierne a los idiomas extranjeros.

Los ensayos de este género siempre se hacen por curiosidad y de experimento; nada es más antipático a los Espíritus que las pruebas a las cuales se les quieren someter. Los Espíritus superiores jamás se prestan a ello y se van en el momento que quieren hacerlo. Tanto como se complacen en las cosas útiles y formales, les repugna el ocuparse de cosas tontas y sin objeto. Dirán los incrédulos: esto es para convencernos y este fin es útil, puesto que puede ganar adeptos para la causa de los Espíritus. A esto responden ellos: "Nuestra causa no necesita a los que tienen demasiado orgullo para creerse indispensables; nosotros llamamos a "los que nosotros queremos", y a menudo estos son los más pequeños y los más humildes. ¿Hizo Jesús los milagros que le pedían los escribas? ¿Y de qué hombres se sirvió para revolucionar el mundo? Si queréis convenceros tenéis otros medios que la fuerza; empezad primero por someteros; no está en el orden que el discípulo imponga su voluntad al maestro".

Resulta de eso que, salvas algunas excepciones, el médium manifiesta el pensamiento de los Espíritus por los medios mecánicos que están a su disposición, y que la expresión de este pensamiento puede y aun debe lo más a menudo resentirse de la imperfección de estos medios; así es que el hombre inculto, el labriego, podrá decir las cosas más hermosas, expresar los pensamientos más elevados, los más filosóficos, hablando como un labriego; porque ya se sabe: para los Espíritus el pensamiento lo domina todo. Esto contesta a la objeción hecha por algunos críticos con motivo de la falta de corrección de estilo y de ortografía que puede tenerse que reprochar a los Espíritus, y que pueden provenir del médium, así como del Espíritu. Pararse en semejantes cosas es una trivialidad. No es menos pueril el ocuparse en reproducir estas incorrecciones con una minuciosa exactitud, como lo hemos visto hacer algunas veces.

Pueden, pues, corregirse sin escrúpulo, a menos que sean un tipo característico del Espíritu que se comunica, en cuyo caso es útil conservarlas como prueba de identidad.

De este modo, por ejemplo, hemos visto a un Espíritu escribir constantemente Jule (sin s) hablando de su nieto, porque cuando vivía escribía de este modo y esto que el nieto que servía de médium sabía perfectamente escribir su nombre.

La disertación siguiente, dada espontáneamente por un Espíritu superior, que se ha revelado por las más elevadas comunicaciones, resume de la manera más clara y más completa la cuestión del papel de los médiums.

"Cualquiera que sea la naturaleza de los médiums escribientes, mecánicos, semi-mecánicos o simplemente intuitivos, nuestros procedimientos de comunicación con ellos no varían esencialmente. En efecto, nosotros comunicamos con los Espíritus encarnados, como con los Espíritus propiamente dichos, por la sola difusión de nuestro pensamiento.

"Nuestros pensamientos no tienen necesidad de la palabra para que sean comprendidos por los Espíritus, y todos perciben el pensamiento que deseamos comunicarles con sólo dirigirlo hacia ellos, y esto es en razón de sus facultades intelectuales, es decir, que tal pensamiento puede ser comprendido por algunos, según su adelantamiento, mientras que para otros, no despertándoles este pensamiento ningún recuerdo, ningún conocimiento en el fondo de su corazón o de su cerebro, no es perceptible para ellos. En este caso el Espíritu encarnado que nos sirve de médium es más propio para manifestar nuestro pensamiento a los otros encarnados, aun cuando él no lo comprenda, que un Espíritu desencarnado y poco avanzado no podría hacerlo sin estar obligado a recurrir a su intermediario; porque el ser terrestre pone su cuerpo como instrumento a nuestra disposición, lo que no puede hacer el Espíritu errante.

"De este modo, cuando encontramos un médium con el cerebro bien provisto de conocimientos adquiridos en la vida actual y su Espíritu rico de conocimientos anteriores latentes, propios para facilitar nuestras comunicaciones, nos servimos de él con preferencia, porque con él el fenómeno de la comunicación nos es mucho más fácil que con un médium cuya inteligencia fuese limitada y cuyos conocimientos anteriores hubiesen quedado insuficientes. Vamos a ver si podemos hacernos comprender por algunas explicaciones limpias y precisas.

"Con un médium cuya inteligencia actual o anterior se encuentra desarrollada, nuestro pensamiento se comunica instantáneamente de Espíritu a Espíritu, por una facultad propia a la esencia del mismo Espíritu. En este caso encontramos en el cerebro del médium los elementos propios para dar a nuestro pensamiento la forma de la palabra correspondiendo a este pensamiento, y esto que el médium sea intuitivo, semi-mecánico o mecánico puro. Por esto cualquiera que sea la diversidad de los Espíritus que comunican con el médium, los dictados que se obtienen por él, aunque procedan de Espíritus diversos, llevan el sello de la forma y del calor personal de este médium. Sí; bien que el pensamiento sea del todo extraño a él, bien que el asunto salga del circulo en el cual se mueve habitualmente, o bien que lo que nosotros queremos decir no provenga de ningún modo de él, no por esto deja de influir menos la forma, por las cualidades y las propiedades que son adecuadas a su individuo. Es absolutamente como cuando vosotros miráis diferentes puntos de vista con anteojos de diferentes matices, verdes, blancos o azules: aun cuando los puntos de vista u objetos mirados estén enteramente opuestos y enteramente independientes los unos de los otros, no por esto afectan menos siempre un tinte que proviene del color de los anteojos. Mejor aún, compararemos los médiums a estas vasijas llenas de líquidos de colores y transparentes que se ven en el mostrador de los farmacéuticos; pues bien: nosotros somos como las luces que iluminamos ciertos puntos de vista morales, filosóficos e internos a través de los médiums, azules, verdes o encarnados, de tal modo que nuestros rayos luminosos, precisados a pasar a través de los cristales más o menos bien tallados, más o menos transparentes, es decir, por médiums más o menos inteligentes, no llegan sobre los objetos que queremos iluminar sino tomando el tinte, o mejor, la forma propia y particular de estos médiums. En fin, para terminar por la última comparación, nosotros, los Espíritus, somos como los compositores de música, que hemos compuesto o queremos improvisar un aire y no tenemos a la mano sino un piano, un violín, una flauta, un bajo o un silbato de dos cuartos. Es incontestable que con el piano, la flauta o el violín, ejecutaremos nuestro trozo de una manera muy comprensible para nuestros oyentes; y aun cuando los sonidos proviniendo del piano, del bajo o del clarinete, sean esencialmente diferentes los unos de los otros, nuestra composición será idénticamente la misma, salvo los cambios del sonido.

Pero si sólo tenemos a nuestra disposición un silbato o un embudo, esta es nuestra dificultad.

"En efecto, cuando nos vemos precisados a servirnos de médiums poco avanzados, nuestro trabajo es más largo y mucho más penoso, porque nos vemos obligados por recurso a tomar formas incompletas, lo que para nosotros es una complicación; porque entonces nos vemos forzados a descomponer nuestros pensamientos y proceder, palabra por palabra, letra por letra, lo que es enojoso y fatigante para nosotros, y una traba real para la prontitud y el desarrollo de nuestras manifestaciones.

"Por esto somos felices cuando encontramos médiums bien apropiados, bien útiles, dotados de materiales prontos a funcionar, buenos instrumentos, en una palabra, porque entonces nuestro periespíritu, obrando sobre el periespíritu que nosotros "medianimizamos", no hay más que dar impulsión a la mano que nos sirve de porta plumas o de lapicero; mientras que, con los médiums insuficientes, estamos obligados a hacer un trabajo análogo al que hacemos cuando nos comunicamos por golpes, es decir, designando letra por letra, palabra por palabra, cada una de las frases que forman la traducción de los pensamientos que queremos comunicar.

"Por estas razones nos dirigimos con preferencia a las clases ilustradas e instruidas, para la divulgación del Espiritismo y el desarrollo de las facultades medianímicas escritoras, aun cuando entre estas clases se encuentren los individuos más incrédulos, los más rebeldes y los más inmorales. De la misma manera que dejamos hoy a los Espíritus burlones y poco avanzados el ejercicio de las comunicaciones tangibles de golpes y aportes, de la misma manera los hombres poco formales entre vosotros prefieren la vista de los fenómenos que hieren sus ojos y sus oídos, a los fenómenos puramente espirituales, puramente psicológicos.

"Cuando queremos proceder por dictados espontáneos obramos sobre el cerebro, sobre el archivo del médium y reunimos nuestros materiales con los elementos que nos proporciona y siempre sin que él lo sepa; es como si tomásemos de su bolsillo las monedas que tuviese en él y las colocáramos siguiendo el orden que nos pareciera más útil.

"Pero cuando el médium quiere preguntarnos el mismo de cualquier manera que sea, es bueno que reflexiones formalmente a fin de que pueda preguntarnos de un modo metódico, facilitándonos así nuestro trabajo de contestación. Porque, como ya se os ha dicho en una instrucción precedente, vuestro cerebro está, a veces, en un desorden confuso, nos es tan penoso como difícil el movernos en el laberinto de vuestros pensamientos. Cuando las preguntas deben hacerse por terceros, es bueno, es útil que la serie de preguntas sean comunicadas anticipadamente al médium para que éste se identifique con el Espíritu del que evoca y se impregne de ellas, por decirlo así; porque nosotros mismos tenemos entonces mucho más facilidad para responder, por la afinidad que existe entre nuestro periespíritu y el del médium que nos sirve de intérprete.

"Ciertamente nosotros podemos hablar de matemáticas por la mediación de un médium que parezca no entender nada; pero a veces el Espíritu de este médium posee este conocimiento en el estado latente, es decir, personal, al ser fluídico y no al ser encarnado, porque su cuerpo actual es un instrumento rebelde o contrario a este conocimiento.

Lo mismo sucede con la astronomía, la poesía, la medicina y los diversos idiomas, así como con todos los otros conocimientos particulares de la especie humana.

En fin, tenemos, además, el medio trabajoso de la elaboración con médiums completamente extraños al objeto de que se han tratado, reuniendo las letras y las palabras, como en tipografía.

"Así como lo hemos dicho ya, los Espíritus no tienen necesidad de vestir su pensamiento; perciben y comunican los pensamientos por el solo hecho de que existen en ellos. Los seres corporales al contrario no pueden percibir el pensamiento sino revestido. Mientras que la letra, la palabra, el sustantivo, el verbo, la frase, por decirlo de una vez, os son necesarias para percibir aunque sea mentalmente; ninguna forma visible o tangible es necesaria para nosotros. ERASTO Y TIMOTEO."

Observación. – Este análisis del papel de los médiums, y de los procederes con ayuda de los cuales se comunican los Espíritus, es tan claro como lógico. Se desprende de este principio, que el Espíritu saca no "sus ideas", sino los materiales necesarios para expresarlas en el cerebro del médium y que cuanto más este cerebro es rico en materiales, más fácil es la comunicación. Cuando el Espíritu se expresa en un lenguaje que es familiar al médium, encuentra en él las palabras completamente formadas para revestir la idea; si es en una lengua que le es extraña, no encuentra en él las palabras si no sólo y simplemente las letras; por esto el Espíritu está obligado a dictar, por decirlo así, letra por letra, de la misma manera que si nosotros quisiéramos hacer escribir en alemán al que no sabe ni una palabra. Si el médium no sabe leer ni escribir, tampoco posee las letras entonces es preciso conducirle la mano como a un discípulo; aquí hay una dificultad aun más grande que vencer. Estos fenómenos son, pues, posibles, y se tiene numerosos ejemplos; pero se comprende que este modo de proceder está poco acorde con la extensión y la rapidez de las comunicaciones, y que los Espíritus deben preferir los instrumentos más fáciles, o como ellos dicen, los médiums bien surtidos a su punto de vista.

Si aquellos que soliciten estos fenómenos como un medio de convicción, hubiesen estudiado con anticipación la teoría, sabrían en qué condiciones excepcionales se producen.

CAPÍTULO XX

Influencia moral del médium

Cuestiones diversas. – Disertaciones de un Espíritu

sobre la influencia moral.

1. ¿El desarrollo de la mediumnidad está en razón del desarrollo moral del médium?

"No; la facultad propiamente dicha depende del organismo; es independiente de la moral; no sucede lo mismo con el uso, que puede ser más o menos bueno, según las cualidades del médium."

2. Se ha dicho siempre que la mediumnidad es un don de Dios, una gracia, un favor. ¿Por qué, pues, no es el privilegio de los hombres de bien y por qué se ven hombres indignos que están dotados de ella al más alto grado, y de la que hacen un uso malo?

"Todas las facultades son favores de que debe darse gracias a Dios, puesto que hay hombres que son privados de ellos. ¿Podríais también preguntar por qué Dios concede buena vista a los malhechores, destreza a los tramposos, la elocuencia a aquellos que se sirven de ella para decir cosas malas? Lo mismo sucede en la mediumnidad, son dotadas de ellas personas indignas, porque tienen necesidad de esta facultad para mejorarse. ¿Acaso pensáis que Dios rehúsa al culpable los medios de salvación? Los multiplica a su paso; 'se los pone en las manos'; a ellos toca el aprovecharse. ¿Judas, el traidor, no hizo milagros y sanó enfermos como apóstol? Dios quiso que tuviese este don, para que su traición fuese más odiosa."

3. Los médiums que hacen mal uso de su facultad, que no se sirven de ella con las miras del bien o que no se aprovechan para su instrucción, ¿sufrirán las consecuencias?

"Si hacen mal uso de esta facultad, serán doblemente castigados, porque tienen un medio más para ilustrarse y no se aprovechan. El que ve claro y tropieza es más vituperable que el ciego que cae en el hoyo."

4. Hay médiums a quienes éstos dan espontáneamente y casi constantemente comunicaciones sobre un mismo motivo, sobre ciertas cuestiones morales, por ejemplo: sobre ciertos defectos determinados. ¿Tiene esto objeto?

"Sí; este objeto es el de iluminarles sobre este punto muchas veces repetido, o para corregirles de ciertos defectos; por esto a los unos les hablarán incesantemente de orgullo, a los otros de la caridad; sólo la saciedad puede al fin abrirle los ojos. No hay médiums que hagan mal uso de su facultad, por ambición o por interés, o comprometiéndola por una falta capital, como el orgullo, el egoísmo, la ligereza, etcétera, que no reciba de tiempo en tiempo algunas amonestaciones de parte de los Espíritus; lo malo es que la mayor parte de las veces no toman esto para sí."

Observación. – Los Espíritus usan muchas veces la prudencia en su lecciones, las dan de un modo indirecto para dejar el mérito al que sabe aplicarlas y sacar provecho; pero la ceguedad y el orgullo son tales entre ciertas personas, que no se reconocen en el cuadro que se les pone delante de los ojos; tanto más el Espíritu les da d entender que se dirige a ellas, se enfadan y tratan al Espíritu de mentiroso o bromista de mal género.

Esto solo prueba que el Espíritu tiene razón.

5. En las lecciones que se dictan a un médium de una manera general y sin aplicación personal, ¿no obra éste como instrumento pasivo para servir a la instrucción de otro?

"Muchas veces estos avisos y consejos no se dictan para él personalmente, sino para los otros, a los cuales no podemos dirigirnos sino por la intervención de este médium, pero el mismo debe tomar su parte si no le ciega el amor propio.

No creáis que la facultad medianímica se haya dado para corregir sólo a una o dos personas, no; en fin es más grandes: se trata de la humanidad. Un médium es un instrumento muy poco importante como a individuo; por esto, cuando damos instrucciones que deben aprovechar a la generalidad, nos servimos de aquellos que poseen facilidades necesarias, pero admitid como cierto que vendrá un tiempo en que los buenos médiums serán bastante comunes, para que los buenos Espíritus no tengan necesidad de servirse de malos instrumentos."

6. Puesto que las cualidades morales del médium alejan a los Espíritus imperfectos, ¿en qué consiste que un médium dotado de buenas cualidades transmita contestaciones falsas y groseras?

"¿Conoces tú, todos los pliegues de tu alma? Por lo demás, sin ser vicioso puede ser ligero y frívolo; y algunas veces tiene necesidad de una lección a fin de que esté preparado."

7. ¿Por qué permiten los Espíritus superiores que las personas dotadas de un gran poder como médiums, y que podrían hacer mucho bien, sean los instrumentos del error?

"Ellos procuran influirles, pero cuando se dejan arrastrar por el mal camino les dejan ir. Por esto se sirven de ello con repugnancia, porque 'la verdad no puede ser interpretada por la mentira'."

8. ¿Es absolutamente imposible el tener buenas comunicaciones por un médium imperfecto?

"Un médium imperfecto puede, algunas veces, obtener cosas buenas, porque si tiene hermosa facultad, los Espíritus buenos pueden servirse de él a falta de otro en una circunstancia particular; pero esto sucede sólo momentáneamente, porque desde que encuentran uno que les conviene mejor le dan la preferencia."

Observación. – Debe observarse que cuando los buenos Espíritus juzgan que un médium cesa de estar bien asistido, y por sus imperfecciones viene a ser presa de los Espíritus mentirosos, provocan casi siempre circunstancias que descubren sus faltas y les separan de las personas formales, y bien intencionadas, de cuya buena fe podría abusarse. En este caso cualquiera que sean sus facultades no son de envidiar.

9. ¿Cuál es el médium que podríamos llamar perfecto?

"¡Perfecto! ¡Ah! vosotros sabéis que la perfección no está sobre la Tierra; de otro modo no estaríais en ella; di, pues, médium bueno, y esto será ya mucho, porque son raros.

El médíum perfecto sería aquel a quien los malos Espíritus no se hubieran 'atrevido' jamás a hacer una tentativa para engañarle; el mejor es aquel que, no simpatizando, sino con buenos Espíritus, ha sido engañado menos veces."

10. ¿Si no simpatiza sino con buenos Espíritus, cómo éstos pueden permitir que sea engañado?

"Los buenos Espíritus lo permiten algunas veces con los mejores médiums para ejercitar su juicio y enseñarles a discernir lo verdadero de lo falso; además, que por bueno que sea un médium nunca es tan perfecto que no pueda dar lugar a ser atacado por algún flanco débil; esto debe servirle de lección. Las falsas comunicaciones que recibe de vez en cuando son advertencias para que no se crea infalible y no se enorgullezca, porque el médium que obtiene las cosas más notables no puede envanecerse por ello, pues le sucede como al que toca el organillo, que produce muy buenos aires dando vueltas al manubrio de su instrumento."

11. ¿Cuáles son las condiciones necesarias para que la palabra de los Espíritus superiores nos llegue pura de toda alteración?

"Querer el bien, desterrar el 'egoísmo' y el 'orgullo', lo uno y lo otro es necesario."

12. Si la palabra de los Espíritus superiores no llega a nosotros pura, sino con las condiciones que con dificultad se encuentran, no es esto un obstáculo para la propagación de la verdad?

"No, porque la luz llega siempre para aquel que quiere recibirla. El que quiere ver claro debe huir de las tinieblas y las tinieblas están en la impureza del corazón.

Los Espíritus que vosotros miráis como la personificación del bien no se presentan de buena gana al llamamiento de aquellos cuyo corazón está manchado por el orgullo, la ambición y la falta de caridad.

Aquellos, pues, que quieren ver claro que se despojen de toda vanidad humana y humillen su razón ante el poder infinito del Criador; esta será la mejor prueba de su sinceridad, y esta condición cada uno puede llenarla."

Si el médium, desde el punto de vista de ejecución, sólo es un instrumento, ejerce con relación a la moral una gran influencia. Puesto que para comunicarse el Espíritu extraño se identifica con el Espíritu del médium, esta identificación no puede tener lugar sino cuando entre los dos hay simpatía y, si puede decirse así, afinidad. El alma ejerce sobre el Espíritu extraño una especie de atracción o de repulsión, según el grado de su semejanza o diferencia; así, pues, los buenos tienen afinidad por los buenos y los malos por los malos; de donde se sigue que las cualidades morales del médium tienen una influencia capital sobre la naturaleza de los Espíritus que se comunican por su intermediario. Si es vicioso, los Espíritus inferiores vienen a agruparse a su alrededor y están siempre prontos para tomar el puesto de los buenos que se han llamado. Las cualidades que atraen con preferencia a los buenos Espíritus son: la bondad, la benevolencia, la sencillez de corazón, el amor al prójimo, el desprendimiento de las cosas materiales; los defectos que les alejan son: el orgullo, el egoísmo, la envidia, los celos, la ira, la ambición, la sensualidad y todas las pasiones por las cuales el hombre se une a la materia.

Todas las imperfecciones morales son otras tantas puertas abiertas que dan entrada a los malos Espíritus, pero lo que ellos explotan con más habilidad es el orgullo, porque es el que menos deja conocerse a sí mismo; el orgullo ha perdido a muchos médiums dotados de las más bellas facultades, y que, sin esto, hubieran podido ser sujetos notables y muy útiles; mientras que, habiendo sido la presa de los Espíritus mentirosos, sus facultades se han pervertido en primer lugar, después aniquilado, y más de uno se ha visto humillado por las más amargas decepciones.

El orgullo se traduce en los médiums por señales no equivocas sobre las cuales es tanto más necesario el llamar la atención como que es una de las extravagancias que deben inspirar desconfianza sobre la veracidad de sus comunicaciones. En primer lugar es una confianza ciega en la superioridad de estas mismas comunicaciones y en la infalibilidad del Espíritu que se los da; de aquí dimana cierto desdén por todo lo que no viene de ellos por que se creen el privilegio de la verdad. El prestigio de los grandes nombres con los cuales se adornan los Espíritus para justificar que les protegen, les ofusca, y como su amor propio sufriría confesando que son engañados, rechazan toda clase de consejos; los evitan aun alejándose de sus amigos y de cualquiera que pudiese abrirles los ojos; si son condescendientes en escucharles, no hacen caso de sus avisos, porque dudar de la superioridad de su espíritu, es casi una profanación. Se ofuscan por la menor contradicción, por una simple observación crítica, y algunas veces llegan hasta aborrecer a las personas que les han hecho favores. Merced a este aislamiento provocado por los Espíritus que no quieren tener contradictores, éstos están satisfechos con entretenerles en sus ilusiones; de este modo les hacen aceptar a su gusto los más grandes absurdos por cosas sublimes. Así, pues, confianza absoluta en la superioridad de lo que obtienen, desprecio de lo que no viene de ellos, importancia irreflexiva dada a los grandes nombres, no admitir consejos, tomar a mal toda crítica, alejamiento de aquellos que puedan dar avisos desinteresados, creencia en su habilidad a pesar de su falta de experiencia; tales son los caracteres de los médiums orgullosos.

Es menester convenir también que el orgullo está excitado en el médium por aquellos que le rodean. Si tiene facultades un poco trascendentales, es buscado y elogiado; se cree indispensable y muy pronto afecta el aire de suficiencia y desdén cuando presta su concurso. Hemos tenido más de una vez el sentimiento de haber elogiado a ciertos médiums con el fin de animarles.

Al lado de eso pongamos a la vista el cuadro del médium verdaderamente bueno, aquel en que se puede tener confianza. Supongamos, en primer lugar, una facilidad de ejecución bastante grande para permitir a los Espíritus el comunicarse libremente y sin inconvenientes por ninguna dificultad material. Obtenido esto, lo que más interesa considerar es la naturaleza de los Espíritus que habitualmente le asisten, y para esto no es al nombre al que se debe atender, sino al lenguaje. Jamás debe perder de vista que las simpatías que se conciliará entre los Espíritus buenos, estarán en razón de lo que hará para alejar a los malos. Persuadido de que su facultad es un don, que le ha sido concedido para el bien, no abusa y no se hace de ello ningún mérito. Acepta las comunicaciones buenas que se le hacen, como una gracia de la que es menester que se esfuerce en hacerse digno por su bondad, por su benevolencia y su modestia. El primero se enorgullece por sus relaciones con los Espíritus superiores; éste se humilla, porque nunca se cree merecedor de este favor.

La instrucción siguiente se nos ha dado con este objeto por un Espíritu del que ya hemos dado algunas comunicaciones.

"Ya lo hemos dicho: los médiums, en su calidad de médiums, sólo tienen una influencia secundaria en las comunicaciones de los Espíritus; sus funciones son las de una máquina eléctrica que transmite los despachos telegráficos de un punto distante a otro de la Tierra. De este modo, cuando nosotros queremos dictar una comunicación, obramos sobre el médium como el empleado del telégrafo sobre su aparato; es decir, de la misma manera que el "tac-tac" del telégrafo designa a distancia de millares de leguas sobre una tira de papel los signos reproductores del despacho, de la misma manera nosotros también comunicamos a través de distancias inconmensurables, que separan el mundo visible del mundo invisible, el mundo inmaterial del mundo encarnado, lo que nosotros queremos enseñaros por medio del aparato medianímico. Pero también así como las influencias atmosféricas obran y turban a menudo la transmisión del telégrafo eléctrico, la influencia moral del médium, obra y turba algunas veces la transmisión de nuestros despachos de ultratumba, porque nos vemos obligados a hacerles pasar por un ambiente que les es contrario. Sin embargo, esta influencia se anula por nuestra energía y nuestra voluntad y ningún acto perturbador se manifiesta. En efecto, los dictados de una alta importancia filosófica, las comunicaciones de una perfecta moralidad son transmitidas algunas veces por médiums poco a propósito para estas enseñanzas superiores; mientras que por otro lado se transmiten algunas veces comunicaciones poco edificantes por conducto de médiums que se avergüenzan de haberles servido de conductor.

"En tesis general, se puede afirmar que los Espíritus semejantes llaman a sus semejantes y que rara vez los Espíritus de pléyades elevadas se comunican por aparatos malos conductores, cuando tienen a la mano buenos instrumentos medianímicos, buenos médiums, en una palabra.

"Los médiums ligeros y poco formales llaman, pues, a los Espíritus de la misma naturaleza; por esto sus comunicaciones están llenas de elogios, frivolidades, ideas sin continuidad y a menudo muy heterodoxas, espiritísticamente hablando. Ciertamente pueden decir y dicen algunas veces cosas buenas; pero sobre todo en esto caso es menester practicar un examen severo y escrupuloso; porque entre estas cosas buenas, ciertos Espíritus hipócritas insinúan con habilidad y con una perfidia calculada hechos calumniosos y aserciones mentirosas, a fin de engañar la buena fe de sus oyentes. Entonces debe uno quitar, sin consideración, toda palabra, toda frase equívoca, y no conservar del dictado sino lo que la lógica acepta o lo que la doctrina ha enseñado ya.

Las comunicaciones de esta naturaleza sólo son temibles para los espiritistas aislados, los grupos recientes o poco instruidos; porque en las reuniones en que los adeptos están más adelantados o han adquirido la experiencia, el grajo que se adorna con las plumas del pavo real es siempre irremisiblemente despedido.

"No hablaré de los médiums que se complacen en solicitar y escuchar comunicaciones obscenas; dejemos que se complazcan en la sociedad de los Espíritus cínicos. Por lo demás, las comunicaciones de este orden por ellas mismas buscan la soledad y el aislamiento; en todo caso, sólo podrían despertar el desdén y el disgusto entre los hombres de los grupos filosóficos y formales. Pero donde se hace sentir realmente la influencia moral del médium, es cuando éste sustituye sus ideas personales a las que los Espíritus se esfuerzan en sugerirle; igualmente, cuando saca de su imaginación teorías fantásticas que él mismo cree de buena fe que resultan de una buena comunicación intuitiva. En tal caso puede entonces hacerse la apuesta de mil contra uno que esto sólo es el reflejo del Espíritu personal del médium; acontece también el hecho curioso de que la mano del médium se mueve algunas veces casi mecánicamente impulsada por un Espíritu secundario y burlón. Contra esta piedra de toque vienen a estrellarse las imaginaciones ardientes; porque arrastrados por el ardor de sus propias ideas y por el oropel de sus conocimientos literarios, los médiums desconocen el modesto dictado de un Espíritu prudente, y abandonado la presa por la sombra lo sustituyen por una paráfrasis pomposa. Contra este escollo terrible vienen igualmente a estrellarse las personalidades ambiciosas que, en defecto de comunicaciones buenas que los Espíritus buenos les rehúsan, presentan sus propias obras como obra de los mismos Espíritus. Aquí tenéis por qué es preciso que los jefes de los grupos espiritistas estén dotados de un tacto exquisito y de una rara sagacidad para discernir las comunicaciones auténticas de aquellas que no lo son, y para no herir a aquellos que se hacen ilusión a sí mismos."

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