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Médiums escribientes o psycógrafos (página 5)



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Suponeos un hombre grave ocupado en cosas útiles y formales, incesantemente atormentado por las pueriles demandas de un niño, y tendréis una idea de lo que deben pensar los Espíritus superiores de todas las simplezas que se les dice. No se sigue de esto que no pueden obtenerse de parte de los Espíritus noticias útiles y sobre todo muy buenos consejos, pero ellos contestan más o menos bien, según los conocimientos que ellos mismos poseen, el interés que nosotros merecemos de su parte y el afecto que nos tienen y, en fin, según el objeto que se proponen y la utilidad que ellos ven en el asunto; pero si todo nuestro pensamiento se limita creerles más aptos que a los otros para darnos una reseña útil sobre las cosas de este mundo, no pueden tener por nosotros una profunda simpatía; desde entonces sólo hacen apariciones muy cortas, y a menudo, siguiendo el grado de su imperfección, atestiguan su mal humor por haberles incomodado inútilmente.

Ciertas personas piensan que es preferible el abstenerse de hacer preguntas y que conviene esperar la enseñanza de los Espíritus sin provocarlas; esto es un error.

Los Espíritus dan, sin que quepa duda, instrucciones espontáneas de muy grande importancia y que se haría muy mal en descuidar, pero hay explicaciones que muchas veces se esperarían mucho tiempo si no se solicitasen. Sin las preguntas que hemos propuesto, el Libro de los Espíritus y el Libro de los Médiums estaría aun por hacer, o sería menos completo, y una multitud de problemas de gran importancia estaría por resolver. Las preguntas, lejos de tener el menor inconveniente, son de muy grande utilidad al punto de vista de la instrucción, cuando se las sabe poner en los límites que se requieren. Tienen otra ventaja, ayudan a descubrir a los Espíritus mentirosos que, siendo más vanos que sabios, raramente sufren con ventaja por su parte la prueba de las cuestiones de una lógica cerrada por las cuales se les empuja hasta sus últimas trincheras. Como los Espíritus verdaderamente superiores no tienen nada que temer de semejante prueba, son los primeros en provocar explicaciones sobre los puntos obscuros; los otros, al contrario, temiendo tener que habérselas con mayores fuerzas, ponen gran cuidado en evitarlas; así es que recomiendan en general a los médiums que tratan de dominar y a los cuales quieren hacer aceptar sus utopías, el que se abstengan de toda controversia con respecto a sus enseñanzas.

Si se ha comprendido lo que hemos dicho hasta ahora en esta obra, puede ya formarse una idea del círculo en el cual conviene concretar las preguntas que se pueden dirigir a los Espíritus; sin embargo, para más seguridad, damos a continuación las respuestas que se han dado sobre los principales asuntos que las personas poco experimentadas generalmente están dispuestas a preguntar.

Preguntas simpáticas o antipáticas a los Espíritus

1. ¿Los Espíritus responden de buen grado a las preguntas que se les hacen?

"Según las preguntas; los Espíritus formales responden siempre con placer a los que tienen por objeto el bien y los medios de haceros adelantar. No escuchan las preguntas frívolas."

2. ¿Basta que una pregunta sea formal para obtener la respuesta?

"No, esto depende del Espíritu que contesta."

¿Pero una cuestión formal no aleja, acaso, a los Espíritus ligeros?

"No es la pregunta la que aleja a los Espíritus ligeros, es el carácter del que la hace."

3. ¿Cuáles son las preguntas particularmente antipáticas a los Espíritus buenos?

"Todas aquellas que son inútiles o que se hacen con un objeto de curiosidad y de prueba; entonces no responden y se alejan."

– ¿Hay preguntas que sean antipáticas a los Espíritus imperfectos?

"Sólo hay las que pueden hacer descubrir su ignorancia o su superchería cuando procura engañar; de todos modos contestan a todo sin cuidarse de la verdad."

4. ¿Qué hemos de pensar de las personas que no ven en las comunicaciones espiritistas más que una distracción y un pasatiempo, o un medio de obtener revelaciones sobre lo que les interesa?

"Estas son las personas que gustan mucho a los Espíritus inferiores, que, como ellas, quieren divertirse y están contentos cuando las han mixtificado."

5. Cuando los Espíritus no contestan a ciertas preguntas, ¿es por efecto de su voluntad o bien porque un poder superior se opone a ciertas revelaciones?

"Lo uno y lo otro; hay cosas que no pueden revelarse y otras que el mismo Espíritu no conoce."

– Insistiendo con fuerza, ¿el Espíritu llegaría a responder?

"No; el Espíritu que no quiere responder tiene siempre la facilidad de marcharse.

Por esto es menester esperar cuando se os dice, y sobre todo no os empeñéis en querer hacernos responder. Insistir para obtener una contestación que no se os quiera dar, es el medio seguro de ser engañado."

6. ¿Todos los Espíritus son aptos para comprender las preguntas que se les hacen?

"Lejos de esto, los Espíritus inferiores son incapaces de comprender ciertas cuestiones, lo que no les impide el contestar bien o mal, como tiene lugar entre vosotros."

Observación. – En ciertos casos, y cuando es útil, sucede con frecuencia que un Espíritu más elevado viene en ayuda del Espíritu ignorante y le indica lo que debe decir.

Se conoce esto por el contraste de ciertas respuestas, y además porque a menudo el mismo Espíritu conviene en ello. Esto sólo tiene lugar con Espíritus ignorantes de buena fe, pero nunca con los que hacen gala de un falso saber.

Preguntas sobre el porvenir

7. ¿Pueden los Espíritus hacernos conocer el porvenir?

"Si el hombre conociera el porvenir descuidaría el presente.

"Este es un asunto sobre el cual insistís siempre para obtener una respuesta precisa; es un gran mal, porque la manifestación de los Espíritus no es un medio de adivinación. Si os empeñáis en querer una respuesta se os dará por un Espíritu duende; os lo decimos a cada momento." (Véase El Libro de los Espíritus, "conocimiento del porvenir, número 868").

8. ¿No hay, sin embargo, algunos acontecimientos futuros que se han anunciado espontáneamente y con verdad por los Espíritus?

"Puede suceder que el Espíritu prevea cosas que juzga útil hacer conocer, o que tenga misión de hacéroslo saber; pero hay mucho que desconfiar de los Espíritus mentirosos que se divierten en hacer predicciones. Sólo el conjunto de circunstancias puede hacer apreciar el grado de confianza que merecen."

9. ¿De qué clase de predicciones se debe desconfiar más?

"De todas aquellas que no tienen un objeto de utilidad 'general'. Las predicciones personales casi siempre pueden ser consideradas como apócrifas."

10. ¿Cuál es el objeto de los Espíritus que anuncian espontáneamente acontecimientos que no tienen lugar?

"Lo más a menudo es para divertirse de la credulidad, del miedo o de la alegría que causan; después se ríen de la contrariedad. Estas predicciones engañosas tienen, sin embargo, algunas veces, un objeto más formal, y es el de poner a prueba a aquel a quien se hacen, a fin de ver el modo como toma la cosa y la naturaleza de sentimientos buenos o malos que hacen nacer en él."

Observación. – Tal podría ser, por ejemplo, el anuncio de lo que pueda lisonjear la concupiscencia o la ambición, como la muerte de una persona, la perspectiva de una herencia, etc.

11. ¿Por qué los Espíritus formales, cuando hacen presentir un acontecimiento, ordinariamente no fijan la techa, esto es, impotencia o voluntad por su parte?

"Lo uno y lo otro; pueden en ciertos casos hacer 'presentir' un acontecimiento; entonces es una advertencia que os hacen. En cuanto a precisar la época, a menudo no lo deben, y muchas veces no lo pueden, porque ellos mismos no lo saben. El Espíritu puede prever que una cosa tendrá lugar, pero el momento preciso puede depender de los acontecimientos, que aún no se han cumplido y que sólo Dios sabe. Los Espíritus ligeros que no tienen escrúpulo en engañaros os indican los días y las horas sin que les inquiete el resultado. Por esto toda predicción 'circunstanciada' debe seros sospechosa.

"Repito, nuestra misión es la de haceros progresar; ayudándoos tanto como podemos. El que pida a los Espíritus superiores la prudencia, nunca será engañado; pero no creáis que perdamos nuestro tiempo en escuchar todas vuestras necedades y en deciros la buena ventura; dejamos esto para los Espíritus ligeros que se divierten como los niños traviesos.

"La Providencia ha puesto límites a las revelaciones que pueden hacerse al hombre. Los Espíritus graves guardan silencio sobre todo lo que está prohibido hacer conocer. Insistiendo para obtener una respuesta os exponéis a las bellaquerías de los Espíritus inferiores, siempre dispuestos para aprovechar las ocasiones de tender la red a vuestra credulidad."

Observación – Los Espíritus ven, o presienten por inducción los acontecimientos futuros; ven que se cumplirán en un tiempo que no cuentan como nosotros; para precisar la época, les sería necesario que se identificaran con nuestro modo de calcular la duración, lo que no siempre juzga necesario; de aquí toma a menudo origen la causa de muchos errores aparentes.

12. ¿Hay hombres dotados de una facultad especial que les hace entrever el porvenir?

"Sí, aquellos cuyas almas se desprenden de la materia; entonces el Espíritu ve; y cuando es útil, Dios les permite revelar ciertas cosas para el bien; pero entre ellos hay muchos impostores y charlatanes. Esta facultad será más común en el porvenir."

13. ¿Qué hemos de pensar de los Espíritus que se complacen en pronosticar la muerte de alguno en día y hora fija?

"Estos Espíritus son bromistas de mal género que no tienen otro objeto que divertirse por el miedo que hacen. Nunca debe hacerse caso de lo que digan."

14. ¿En qué consiste que ciertas personas sean advertidas por presentimiento de la época de su muerte?

"Muchas veces su propio Espíritu lo sabe en sus momentos de libertad, y al despertar conserva la intuición. Estas personas, estando preparadas, no se asustan ni se conmueven. No ven en esta separación del cuerpo y del alma sino un cambio de situación o, si queréis, para ser más vulgar, el abandono de un vestido grosero en cambio de otro de seda. El miedo de la muerte disminuirá a medida que se arraigarán las creencias espiritistas."

Preguntas sobre las existencias pasadas y futuras 15. ¿Los Espíritus pueden hacernos conocer nuestras existencias pasadas?

"Dios permite algunas veces que sean reveladas según el objeto; si es para vuestra edificación y vuestra instrucción, serán verdaderas, y en este caso la revelación se hace casi siempre espontánea y de una manera enteramente imprevista; pero no lo permite nunca para satisfacer la vana curiosidad."

– ¿Por qué ciertos Espíritus no rehúsan nunca el hacer esta clase de revelaciones?

"Estos son Espíritus bromistas que se divierten a vuestras expensas. En general vosotros debéis mirar como falsas, o al menos sospechosas, todas las revelaciones de esta naturaleza que no tengan un objeto eminentemente formal y útil. Los Espíritus burlones se complacen en Iisonjear el amor propio con pretendidos orígenes. Hay médiums y creyentes que aceptan como moneda corriente todo lo que se les dice sobre este punto, y que no ven que el estado actual de su Espíritu en nada justifica el rango que pretenden haber ocupado; pequeña vanidad, con la que se divierten los Espíritus burlones lo mismo que los hombres. Seria más lógico y más conforme a la marcha progresiva de los seres el que hubiesen subido y no descendido, lo que sería más honroso para ellos. Para que pudieran creerse esta especie de revelaciones sería preciso que se hicieran espontáneamente por diferentes médiums extraños los unos a los otros, ignorando lo que se hubiese revelado anteriormente; entonces parece que hay una razón evidente para creer."

– Si uno no puede conocer su individualidad anterior, ¿sucede lo mismo con la clase de existencia que ha tenido de la posición social que ha ocupado, de las cualidades y defectos que han dominado en nosotros?

"No; esto puede ser revelado, porque de ello podéis sacar provecho para vuestro mejoramiento; pero, por otra parte, estudiando vuestro presente, vosotros mismos podéis deducir vuestro pasado." (Véase El Libro de los Espíritus: "Olvido del pasado, núm. 392").

16. ¿Puede sernos revelada alguna cosa sobre nuestras existencias futuras?

"No; todo lo que os digan ciertos Espíritus con este objeto sólo será una burla; y esto se comprende: vuestra existencia futura no puede decretarse antes, puesto que será lo que vosotros mismos habréis merecido por vuestra conducta sobre la Tierra, y por las resoluciones que habréis tomado cuando seréis Espíritus. Cuanto menos tendréis que expiar, más feliz será, pero saber cómo y en dónde será esta existencia, repito que es imposible, salvo el caso especial y raro de los Espíritus que sólo están en la Tierra para cumplir una misión importante, porque entonces su ruta está de algún modo trazada con anticipación."

Preguntas sobre los intereses morales y materiales

17. ¿Pueden pedirse consejos a los Espíritus?

"Sí, ciertamente; los Espíritus buen os jamás rehúsan ayudar a aquellos que les evocan con confianza, principalmente por lo que concierne al alma; pero rechazan a los hipócritas, 'aquellos que parece que quieren pedir la luz y se complacen en las tinieblas'."

18. ¿Los Espíritus pueden dar consejos sobre las cosas de intereses privados?

"Alguna vez, según el motivo. Esto depende de aquellos a quienes uno se dirige. Los consejos concernientes a la vida privada, se dan con más exactitud por los Espíritus familiares, porque unen a una persona y se interesan por lo que la concierne; es el amigo, el confidente de vuestros pensamientos más secretos; pero a menudo les fatigáis con preguntas tan descabelladas, que os dejan. Seria también absurdo el pedir cosas íntimas a Espíritus que os son extraños, lo mismo que si para esto os dirigierais al primer individuo que encontraseis en la calle. Vosotros no deberíais olvidar jamás que la puerilidad de las demandas es incompatible con la superioridad de los Espíritus. Es también preciso tomar en cuenta las cualidades del Espíritu familiar que puede ser bueno o malo, según sus simpatías por la persona con quien se comunica. El Espíritu familiar de un hombre malo es un mal Espíritu, cuyos consejos pueden serle perniciosos, pero que se alela y cede el puesto a un Espíritu mejor, si el hombre se mejora a sí mismo. A los semejantes, sus semejantes."

19. Los Espíritus familiares, ¿pueden favorecer los intereses familiares por las revelaciones?

"Pueden, y lo hacen algunas veces según las circunstancias, pero estad seguros que los Espíritus buenos nunca se prestan a servir la ambición. Los malos hacen reflejar a vuestros ojos mil atractivos para estimularla y en seguida mixtificaros por la decepción. Sabed también, que si vuestra prueba es de sufrir tal o cual vicisitud,

vuestros Espíritus protectores pueden ayudaros a soportarla con más resignación y endulzarla algunas veces; pero en el interés de vuestro porvenir no le es permitido el libraros de ella. De la misma manera que un buen padre no concede a su hijo todo lo que desea."

Observación. – Nuestros Espíritus protectores pueden en algunas circunstancias, indicarnos el mejor camino, sin que por esto nos conduzcan con la mano; de otro modo perderíamos toda iniciativa y no nos atreveríamos a dar un paso sin su socorro, y esto sería en perjuicio de nuestro perfeccionamiento. Para progresar, el hombre necesita a menudo adquirir la experiencia a sus expensas; por esto los Espíritus prudentes, aconsejándonos, nos entregan muchas veces a nuestras propias fuerzas, como lo hace un hábil preceptor con sus discípulos.

En las circunstancias ordinarias de la vida, nos aconsejan por la inspiración y de este modo nos dejan todo el mérito del bien, como nos dejan toda la responsabilidad de la mala acción.

Sería abusar de la condescendencia de los Espíritus familiares y comprender mal su misión, el preguntarles a cada instante sobre las cosas más vulgares como lo hacen ciertos médiums. Algunos de estos por cualquier cosa toman el lápiz y piden consejo sobre las cosas más sencillas. Esta manía denota la pequeñez de las ideas, al mismo tiempo hay la presunción de creer que siempre se tiene un Espíritu a sus órdenes, no teniendo otra cosa que hacer que ocuparse de nosotros y de nuestros pequeños intereses. Es además, aniquilar su propio juicio y reducirse a un papel pasivo, sin provecho para la vida presente y con seguridad perjudicial para el adelantamiento futuro.

Si hay puerilidad en preguntar a los Espíritus por cosas fútiles, no la hay menos de parte de los Espíritus que se ocupan espontáneamente de lo que se pueden llamar detalles caseros; pueden ser buenos, pero seguramente son muy terrestres.

20. Si una persona deja al morir sus negocios en confusión, ¿puede pedirse a su Espíritu el que ayude a ponerlos en claros y se puede también preguntar sobre el haber real que ha dejado, en el caso que este haber no sea conocido, si es en interés de la justicia?

"¿Vosotros olvidáis que la muerte es salir de los cuidados de la Tierra? ¿Creéis vosotros que el Espíritu que es feliz por su libertad venga voluntariamente a volver a tomar su cadena y a ocuparse de cosas que ya no le pertenecen, para satisfacer la ambición de sus herederos que pueden haberse alegrado de su muerte con la esperanza de que les sería más provechosa? Habla de justicia; pero la justicia está en la decepción de su codicia; es el principio de los castigos que Dios reserva a su ambición por los bienes de la Tierra. Por otra parte, los enredos que algunas veces deja la muerte de una persona hacen parte de las pruebas de esta vida, y no está en el poder de ningún Espíritu el libraros, porque están en los decretos de Dios."

Observación. – La contestación anterior contrariará sin duda aquellos que se figuran que los Espíritus no tienen otra cosa que hacer que el servirnos de auxiliares lúcidos para guiarnos, no hacia el cielo, sino sobre la Tierra. Otra consideración viene en apoyo de esta respuesta. Si un hombre ha dejado durante su vida sus negocios en desorden por incuria, no es verosímil que después de la muerte tenga por ello cuidado, porque debe ser feliz de haber quedado libre de las incomodidades que le causaban, y por poco que esté elevado les dará menos importancia como Espíritu que como hombre. En cuanto a los bienes desconocidos que ha podido dejar, no tienen ningún motivo de interesarse por sus ávidos herederos que seguramente no se acordarían de él, si no esperasen sacar algún provecho, y si aun está imbuido de las pasiones humanas, puede tener un placer pernicioso por su contrariedad.

Si por el interés de la justicia y de las personas que afecciona, un Espíritu juzga útil hacer revelaciones de esta clase, lo hace espontáneamente, y para esto no tiene necesidad de ser médium, ni valerse de otro que lo sea; conduce al conocimiento de las cosas por circunstancias inesperadas, pero esto no es por las preguntas que se le hacen, atendido que esta pregunta no puede cambiar la naturaleza de las pruebas que se deben sufrir; sería más bien a propósito para agravarlas, porque casi siempre es un indicio de avaricia, y prueba al Espíritu que se ocupan de él por interés. (Véase 295).

Preguntas sobre la suerte de los Espíritus

21. ¿Pueden pedirse a los Espíritus noticias sobre su situación en el mundo de los Espíritus?

"Sí, y las dan con gusto cuando la pregunta se hace por simpatía o el deseo de serles útil, y no por curiosidad."

22. ¿Pueden los Espíritus describir la naturaleza de sus sufrimientos o de su felicidad?

"Perfectamente, y esta clase de revelaciones son una gran instrucción para vosotros, porque os inician en la verdadera naturaleza de las penas y de las recompensas futuras; destruyendo las ideas falsas que os hacéis con este motivo, sirven para reanimar la fe, y vuestra confianza en la voluntad de Dios. Los Espíritus buenos son felices cuando os describen la felicidad de los elegidos; los malos pueden ser obligados a describir sus sufrimientos, a fin de provocar el arrepentimiento entre ellos; algunas veces encuentran también en esto una especie de consuelo; es el infeliz que exhala su queja con la esperanza de la compasión.

"No olvidéis que el objeto esencial, exclusivo del Espiritismo, es vuestro mejoramiento, y para conseguirlo está permitido a los Espíritus el iniciaros en la vida futura, ofreciéndoos ejemplos de los que podéis aprovecharos. Cuanto más os identificaréis con el mundo que os espera, menos hallaréis a faltar el que vosotros habitáis ahora. En suma, este es el actual objeto de la revelación."

23. ¿Evocando a una persona cuya suerte es desconocida, puede saberse por ella misma si existe aún?

"Sí, si la incertidumbre de su muerte no es una 'necesidad' o una prueba para aquellos que tienen interés en saberlo."

– Si es muerta, ¿puede hacer conocer las circunstancias de su muerte de una manera que se pueda comprobar?

"Si ella da a esto alguna importancia, lo hará; de otro modo hace poco caso."

Observación. – La experiencia prueba que en este caso, el Espíritu no está de ninguna manera excitado por motivos del interés que se puede tener por conocer las circunstancias de su muerte; si tiene intención de revelarlas, lo hace por su propia voluntad; sea por conducto medianímico, sea por visiones o apariciones, y entonces puede dar las indicaciones más precisas; en caso contrario un Espíritu mentiroso puede engañar perfectamente y divertirse haciendo buscar inútilmente.

Sucede a veces que la desaparición de una persona cuya muerte no puede hacerse constar oficialmente, pone trabas a los negocios de familia. Sólo en casos muy raros y excepcionales hemos visto a los Espíritus poner el camino de la verdad según la demanda que se les ha hecho; si ellos quisieron hacerlo, sin duda lo podrían, pero, a menudo, esto no les es permitido si estos inconvenientes son pruebas para aquellos que estuviesen interesados en eximirse de ellas.

Es, pues, el artificio de una esperanza quimérica el procurar por este medio la posesión de herencia, y lo más positivo es el dinero que se gasta con este objeto.

No faltan Espíritus dispuestos a lisonjear semejantes esperanzas, y que no tienen escrúpulo en inducir a que se gestione, dándose uno algunas veces por muy satisfecho, salvándose con un poco de ridículo.

Preguntas sobre la salud

24. ¿Los Espíritus pueden dar consejos sobre la salud?

"La salud es una condición necesaria para el trabajo que debe uno hacer en la Tierra; por esto se ocupan de la salud con gusto; pero como entre ellos hay ignorantes y sabios, tanto para esto como para lo demás, no conviene dirigirse al primero que llega."

25. Dirigiéndose al Espíritu de una celebridad en medicina, ¿se puede tener más seguridad en un buen consejo?

"Las celebridades terrestres no son infalibles y muchas veces tienen ideas sistemáticas que no siempre son justas y de las que la muerte no les libra en seguida. La ciencia terrestre es muy poca cosa con respecto a la ciencia celeste; sólo los Espíritus superiores tienen la última; sin que tengan nombres conocidos para vosotros, pueden saber mucho más que vuestros sabios en todas las cosas. La ciencia sola no hace a los Espíritus superiores, y os asombraríais del puesto que ocupan ciertos sabios entre nosotros. El Espíritu de un sabio puede, pues, no saber más que lo que sabía en la Tierra, si no ha progresado como Espíritu."

26. ¿El sabio, cuando es Espíritu, reconoce sus errores científicos?

"Si ha llegado a un grado bastante elevado para quedar desembarazado de su vanidad y comprender que su desarrollo no es completo, los reconoce y los confiesa sin que le cause pena; pero si no está bastan te desmaterializado, puede conservar alguna de las preocupaciones de que estaba imbuido en la Tierra."

27. ¿Podría un médico, evocando a sus enfermos que murieron, obtener aclaraciones sobre la causa de su muerte, las faltas que pudo haber cometido en el tratamiento, y adquirir de este modo mayor experiencia?

"Lo puede y le sería muy útil, sobre todo si se hacía asistir por Espíritus ilustrados que supliesen la falta de conocimientos de ciertos enfermos. Pero para esto sería preciso que hiciese este estudio de una manera formal, asidua, con objeto humanitario y no como un medio de adquirir sin pena saber y fortuna."

294. Preguntas sobre las invenciones y los descubrimientos

28. ¿Los Espíritus pueden guiar en las averiguaciones científicas y en los descubrimientos?

"La ciencia es la obra del genio; no debe adquirirse sino por el trabajo, porque sólo por el trabajo el hombre adelanta en su camino. ¿Qué mérito tendría si para saberlo todo no tenía más que preguntar a los Espíritus? A este precio el imbécil puede ser sabio. Lo mismo sucede con las invenciones y descubrimientos de la industria. Otra consideración: cada cosa debe venir a su tiempo y cuando las ideas están en disposición de recibirle; si el hombre tuviese este poder, trastornaría el orden de las cosas, haciendo que viniese el fruto antes de la estación.

"Dios ha dicho al hombre: Tú sacarás de la tierra tu alimento con el sudor de tu frente; admirable figura que pinta su condición aquí abajo, debe progresar en todo por el esfuerzo de su trabajo; si se le diesen las cosas hechas, ¿para qué serviría su inteligencia? Sería como un estudiante que otro le hace lo que le corresponde hacer a él."

29. ¿El sabio y el inventor no están nunca asistidos por los Espíritus en sus investigaciones?

" iOh! esto es muy diferente. Cuando ha llegado el tiempo de un descubrimiento, los Espíritus encargados de dirigir la marcha, buscan el hombre capaz de conducirlo a buen fin, y le inspiran las ideas necesarias, de manera que le dejan todo el mérito, porque estas ideas, es menester que las elabore y las ponga en obra. Así sucede con todos los grandes trabajos de la inteligencia humana. Los Espíritus dejan a cada hombre en su esfera; de aquél que sólo es a propósito para cavar la tierra no le harán el depositario de los secretos de Dios; pero sabrán sacar de la oscuridad el hombre capaz de secundar sus designios. No os dejéis pues, arrastrar por la curiosidad o ambición por un camino que no es el objeto del Espiritismo y que terminaría para vosotros en las más ridículas mixtificaciones."

Observación – El conocimiento más esclarecido del Espiritismo, ha calmado el ardor de los descubrimientos que en el principio se habían lisonjeado algunos de hacer por este medio. Hasta se habían pedido a los Espíritus recetas para teñir y hacer crecer el pelo y curar los callos, etc. Nosotros hemos visto muchas gentes que creían haber hecho su fortuna y sólo han recogido procedimientos más o menos ridículos. Lo mismo sucede cuando se quiere con la ayuda de los Espíritus, penetrar los misterios del origen de las cosas; ciertos Espíritus tienen sobre estas materias, su sistema, que no vale más que el de los hombres, y es muy prudente el no acogerle sino con la más grande reserva.

Preguntas sobre los tesoros ocultos

30. ¿Pueden los Espíritus hacer que se descubran los tesoros ocultos?

"Los Espíritus superiores no se ocupan de estas cosas, pero los Espíritus burlones, a menudo indican tesoros que no existen, o pueden también hacer ver que hay uno en un paraje, mientras que está a la parte opuesta; y esto tiene su utilidad para demostrar que la verdadera fortuna está en el trabajo. Si la Providencia destina riquezas ocultas a alguno, las encontrará naturalmente; pero no de otro modo."

31. ¿Qué hemos de pensar de la creencia de los Espíritus guardianes, de los tesoros ocultos?

"Los Espíritus que aún no están desmaterializados se aficionan a las cosas. Los avaros que han ocultado sus tesoros pueden aun vigilarlos y guardarlos después de la muerte, y la perplejidad en que están de verlos llevar es uno de sus castigos, hasta que comprenden la inutilidad para ellos. Hay también Espíritus de la tierra encargados de dirigir las transformaciones interiores y de los que por alegoría se han hecho los guardianes de las riquezas naturales."

Observación. – La cuestión de los tesoros ocultos está en la misma categoría que la de las herencias desconocidas; bien loco sería el que contase con las pretendidas revelaciones que pueden hacérsele por los bromistas del mundo invisible. Hemos dicho que cuando los Espíritus tienen o pueden hacer semejantes revelaciones, las hacen espontáneamente, y no tiene necesidad de médium para esto. Aquí tenéis un ejemplo:

"Una señora acababa de perder a su marido después de treinta años de matrimonio, y se encontraba en vísperas de ser expulsada de su domicilio, sin ningún recurso, por sus hijastros, a los que había hecho de madre. Su desespero llegaba a su colmo, cuando una tarde se le apareció su marido y la dijo que le siguiera a su gabinete; allí le enseñó su secreter que estaba aun con los sellos del embargo, y por un efecto de doble vista, le hizo ver el interior; le indicó un cajón secreto que ella no conocía y cuyo mecanismo le explicó, añadiendo: 'he previsto lo que sucedería, y he querido asegurar vuestra suerte; en este cajón están mis últimas disposiciones; os cedo el usufructo de esta casa y una renta de . . . ' ; después desapareció. El día que se quitaron los sellos nadie pudo abrir el cajón; entonces la señora contó lo que la había sucedido. Lo abrió siguiendo las instrucciones que le había dado su marido, y se encontró el testamento conforme a lo que le había sido anunciado".

Preguntas sobre los otros mundos

32. ¿Qué grado de confianza puede haber en las descripciones que los Espíritus hacen de los diferentes mundos?

"Esto depende del grado de adelantamiento 'real' de los Espíritus que dan estas descripciones; porque vosotros comprendéis que los Espíritus vulgares son tan incapaces de daros noticias con respecto a esto, como un ignorante entre vosotros para describiros todos los países de la Tierra. Muchas veces dirigís preguntas científicas sobre estos mundos a Espíritus que no las pueden resolver; si son de buena fe, hablan de ellos según sus ideas personales; si son Espíritus ligeros, se divierten dándoos descripciones extravagantes y fantásticas, tanto más que estos Espíritus que no están desprovistos de imaginación en la erraticidad como en la Tierra, sacan de esta facultad la narración de muchas cosas que nada tienen de real. Sin embargo, no creáis en la imposibilidad absoluta de tener sobre estos mundos, algunas aclaraciones, los mismos Espíritus buenos se complacen en describiros aquellos que ellos habitan, a fin de serviros de enseñanza para mejoraros, y convidaros a seguir el camino que puede conduciros a ellos; es un medio de fijar vuestras ideas sobre el porvenir y no dejaros en la vaguedad."

¿Qué comprobación puede haber para la exactitud de estas descripciones?

"La mejor comprobación es la concordancia que puede haber entre ellas; pero acordáos que tienen por objeto vuestra mejora moral y que por consiguiente podéis ser informados mejor sobre el estado moral de sus habitantes que sobre el estado físico o geológico de estos globos. Con vuestros conocimientos actuales, ni aun podríais comprenderlo; este estudio no serviría para vuestro progreso en la Tierra, y cuando estaréis allí tendréis toda la posibilidad de hacerlo."

Observación. – Las cuestiones sobre la constitución física y los elementos astronómicos de los mundos, entran en el orden de las investigaciones científicas de las que los Espíritus no deben ahorrarnos el trabajo; sin esto, un astrónomo encontraría muy cómodo el hacerles hacer sus cálculos, con lo que se guardaría muy bien de convenir sin duda. Si por la revelación podan los Espíritus ahorrar el trabajo de un descubrimiento, es probable que lo hicieran en favor de un sabio bastante modesto para reconocer abiertamente el origen, más bien que en provecho de los orgullosos que los niegan, y a los que por el contrario conducen a menudo las decepciones de amor propio.

CAPÍTULO XXVII

De las contradicciones y de las mixtificaciones

De las contradicciones

Los adversarios del Espiritismo, no se descuidan de echar en cara a los adeptos del Espiritismo, que no están acordes entre ellos; que no todos participan de las mismas creencias; en una palabra, que se contradicen. Ellos dicen: Si la enseñanza se os ha dado por los Espíritus, ¿en qué consiste que no es idéntica? Un estudio formal y profundo de la ciencia es lo único que puede reducir este argumento a su justo valor.

Démonos prisa en decir primeramente que estas contradicciones, de las que ciertas personas hacen un grande aparato, en general son más aparentes que reales; que a menudo tienden más a la superficie que al fondo de la cosa y que por consiguiente, no tienen importancia. Las contradicciones provienen de dos orígenes: los hombres y los Espíritus.

Las contradicciones de origen humano se han explicado suficientemente en el capítulo de los "sistemas", num. 36, al que nos remitimos. Todos comprenderán que en el principio, cuando las observaciones eran aun incompletas, se originaron opiniones divergentes sobre las causas y las consecuencias de los fenómenos espiritistas, opiniones cuyas tres cuartas partes han caído ante un estudio más formal y más profundo. Con muy pocas excepciones y aparte de algunas personas que no quieren abandonar fácilmente las ideas que han abrigado o creado ellas mismas, se puede decir que hoy hay unidad en la inmensa mayoría de los espiritistas, al menos en cuanto a los principios generales, a excepción puede ser, de algunos detalles insignificantes.

Para comprender la causa y el valor de las contradicciones de origen espiritista, es menester haberse identificado con la naturaleza del mundo invisible, y haberlo estudiado en todas sus fases. En un principio, puede parecer extraño que los Espíritus no piensen todos del mismo modo, pero esto no puede sorprender al que se haya hecho cargo del número infinito de grados que deben recorrerse antes de llegar a lo último de la escala. Suponerles una apreciación igual de las cosas, sería suponerles también en un mismo nivel; pensar que todos deben ver justo, sería admitir que todos han llegado a la perfección, lo que no es así ni puede ser, si se considera que no son otra cosa sino la humanidad despojada de la cubierta corporal. Pudiendo manifestarse los Espíritus de todas clases, resulta de esto que las comunicaciones llevan el sello de su ignorancia o de su saber, de su inferioridad, o de su superioridad moral. Es preciso distinguir lo verdadero de lo falso, lo bueno de lo malo, según las instrucciones que hemos dado.

Es menester no olvidar que entre los Espíritus hay, como entre los hombres, falsos y semi-sabios, orgullosos, presuntuosos y sistemáticos. Como sólo es dado a los Espíritus perfectos el conocerlo todo, para los otros, así como para nosotros, hay aún misterios que explican a su modo, según sus ideas, y sobre las cuales pueden hacerse opiniones mas o menos justas, que su amor propio se empeña en hacer prevalecer y que desean reproducir en sus comunicaciones. El mal consiste en que algunos de sus intérpretes han admitido con demasiada ligereza opiniones contrarias al buen sentido y en haberse constituido los editores responsables. De este modo las contradicciones de origen espiritista no reconocen otra causa que la diversidad en la inteligencia, los conocimientos, el juicio y la moralidad de ciertos Espíritus, que aun no son aptos para conocerlo y comprenderlo todo. (Véase Libro de los Espíritus, "Introducción", § XIII; "Conclusión , párrafo IX)..367

Algunos dirán, ¿para qué sirve la enseñanza de los Espíritus, si no nos ofrece más certeza que la enseñanza de los hombres? La respuesta es muy fácil. No aceptamos con igual confianza la enseñanza de todos los hombres y entre dos doctrinas, damos la preferencia a aquella cuyo autor nos parece más ilustrado, más capaz, más juicioso, menos accesible a las pasiones; lo mismo debe hacerse con los Espíritus. Si en el número no los hay más adelantados que la humanidad, hay también muy crecido número que han ido más allá y éstos pueden darnos instrucciones que en vano quisiéramos recibir de los hombres más instruidos. Es menester que nos dediquemos a distinguirles de la turba de Espíritus inferiores, si uno quiere ilustrarse, y esta distinción conduce al conocimiento profundo del Espiritismo. Pero estas instrucciones tienen también un límite, y si a los Espíritus no les es dado el saberlo todo, con mucha más razón debe suceder lo mismo con los hombres. Hay, pues, cosas que se preguntarían en vano, sea porque les está prohibido revelarlas, sea porque las ignoran ellos mismos, y sobre las cuales sólo pueden darnos su opinión personal; los Espíritus orgullosos dan estas opiniones personales como verdades absolutas. Insisten sobre todo en querer decir lo que debe estar oculto, como el porvenir y el principio de las cosas con el fin de darse la importancia de estar en posesión de los secretos de Dios; en estos puntos sobre todo es en donde hay más contradicciones. (Véase el capítulo precedente).

He aquí las respuestas dadas por los Espíritus a las preguntas siguientes relativas a las contradicciones:

1. ¿Comunicándose el mismo Espíritu en dos centros diferentes, puede sobre un mismo asunto transmitir respuestas contradictorias?

"Si los dos centros difieren entre sí de opiniones y de pensamientos, la respuesta podrá ser disfrazada, porque están bajo la influencia de diferentes columnas de Espíritus: la respuesta no es la que es contradictoria, sino el modo como se da."

2. Se concibe que una respuesta pueda ser alterada; pero cuando las cualidades del médium excluyen toda idea de mala influencia, ¿en qué consiste que los Espíritus superiores tengan un lenguaje diferente y contradictorio sobre un mismo asunto con personas perfectamente formales?

"Los Espíritus realmente superiores no se contradicen nunca, y su lenguaje es el mismo siempre, con las mismas personas. Puede ser diferente según las personas y los lugares; pero es menester tener cuidado, que a menudo la contradicción sólo es aparente; está más en las palabras que en los pensamientos; porque reflexionando se ve que la idea fundamental es la misma. Además el mismo Espíritu puede responder diferentemente sobre la misma cuestión, según el grado de perfección de los que le evocan, porque no siempre es bueno que todos tengan la misma contestación, puesto que no están tan adelantados. Es exactamente como si un sabio y un niño te hicieran la misma pregunta; ciertamente contestaría al uno y al otro de manera que pudieran comprenderte y satisfacerles, la contestación, aunque diferente, tendría sin embargo el mismo fondo."

3. ¿Con qué objeto los Espíritus formales parece que quieren acreditar con respecto a unas personas, ideas y aun preocupaciones que combaten respecto a otras?

"Es menester que nos hagamos comprender Si alguno tiene una convicción bien fija sobre una doctrina aunque sea falsa, es menester que le separemos de esta convicción, pero poco a poco; por esto nos servimos muchas veces de "sus términos" y parece que abundamos en las mismas ideas, con el fin de que no se ofusque de repente y cese de instruirse por nosotros.

"Por lo demás, no es bueno contradecir bruscamente las preocupaciones; éste sería el medio de no ser escuchado por esto los Espíritus hablan muchas veces según la opinión de aquellos que les escuchan con el fin de conducirles poco a poco a la verdad. Apropian su lenguaje a las personas, como tú mismo lo haces si eres orador un poco hábil; por esto no hablarán a un chino o a un mahometano como a un francés o a un cristiano, porque estarían seguros de ser rechazados.

"No puede tomarse por contradicción lo que muchas veces sólo es una parte de la elaboración de la verdad. Todos los Espíritus tienen su tarea señalada por Dios; la cumplen con las condiciones que juzgan convenientes para el bien de aquellos que reciben sus comunicaciones."

4. Las contradicciones, aun aparentes, pueden poner dudas en el Espíritu de ciertas personas. ¿Qué comprobación puede haber para conocer la verdad?

"Para discernir el error de la verdad, es menester profundizar estas respuestas y meditar mucho tiempo formalmente; debe hacerse todo un estudio. Para éste como para estudiar las demás cosas, es necesario el tiempo.

"Estudiad, comparad, profundizad; os lo decimos sin cesar, el conocimiento de la verdad se adquiere a este precio. ¿Cómo queréis llegar a la verdad cuando lo interpretáis todo según vuestras ideas limitadas que vosotros tomáis por grandes? Pero no está lejos el día en que la enseñanza de los Espíritus será uniforme por todas partes, así en los detalles como en las cosas principales. Su misión es de destruir el error, pero esto no puede venir sino sucesivamente."

5. Hay personas que no tienen ni el tiempo ni las aptitudes necesarias para un estudio formal y profundo, y que aceptan lo que se les enseña sin examen. ¿Hay inconveniente para ellas en comunicarle los errores?

"Que practiquen el bien y que no hagan mal, esto es lo esencial; para esto no hay dos doctrinas. El bien es siempre el bien, que lo hagáis en nombre de Allah o de Jheo-vah, porque sólo hay un Dios en todo el Universo."

6. ¿Cómo Espíritus que parecen desarrollados en inteligencia, pueden tener ideas evidentemente falsas sobre ciertas cosas?

"Ellos tienen su doctrina. Los que no están bastante adelantados, y creen estarlo, toman sus ideas por verdades. Sucede lo mismo que entre vosotros."

7. ¿Qué hemos de pensar de las doctrinas según las cuales podría comunicarse un solo Espíritu y que éste seria o Dios o Jesús?

"El Espíritu que enseña esto quiere dominar, por esto quiere hacer creer que es solo, pero el desgraciado que se atreve a tomar el nombre de Dios expiará caro su orgullo. En cuanto a estas doctrinas, se refutan por sí mismas, porque están en contradicción con los hechos más verídicos; no merecen examen formal porque no

tienen raíces.

"La razón os dice que el bien procede de un buen origen y el mal de un origen malo. ¿Por qué quisierais que un buen árbol diese mal fruto? ¿Habéis cogido nunca un racimo de uvas de un manzano? La diversidad de comunicaciones es la prueba más patente de la diversidad de su origen. Por lo demás, los Espíritus que pretenden comunicarse solos se olvidan de decir el porqué los otros no pueden hacerlo. Su pretensión es la negación de aquello que el Espiritismo tiene por más hermoso y consolador: las relaciones del mundo visible y del mundo invisible, de los hombres con los seres que les son queridos, y que de este modo se habrían perdido para ellos sin ninguna esperanza. Estas son las relaciones que identifican al hombre con su porvenir, que lo separan del mundo material; suprimir estas relaciones es sumergirle en la duda que es lo que hace su tormento; es dar pábulo a su egoísmo. Examinando con cuidado la doctrina de estos Espíritus, a cada paso se encontrarán contradicciones injustificables, las señales de su ignorancia sobre las cosas más evidentes, y por consiguiente los signos ciertos de su inferioridad. El Espíritu de Verdad."

8. De todas las contradicciones que se notan en las comunicaciones de los Espíritus, una de las más notables es la que hace relación a la reencarnación. Si la reencarnación es una necesidad de la vida de los Espíritus, ¿en qué consiste que no todos los Espíritus la enseñan?

"¿No sabéis que hay Espíritus, cuyas ideas son limitadas, por ahora, como entre muchos hombres de la Tierra? Creen que lo que pasa por ellos debe durar siempre; no ven más allá del círculo de sus percepciones y les tiene sin cuidado el no saber ni de dónde vienen ni a dónde van, y por lo mismo deben sufrir la ley de la necesidad. La reencarnación es para ellos una necesidad con la que no piensan hasta que llega; saben que el Espíritu progresa, pero ¿de qué modo? Para ellos es un problema. Entonces si les preguntáis, os hablarán de los siete cielos, sobrepuestos como pisos; aun habrá quien os hable de la esfera de fuego, de la esfera de las estrellas, después de la ciudad de las flores y de la ciudad de los elegidos."

9. Concebimos que los Espíritus poco adelantados, no comprendan esta cuestión; pero ¿en qué consiste que Espíritus de una inferioridad moral e intelectual notoria, hablen espontáneamente de sus diferentes existencias, y de su deseo de reencarnarse para rescatar su pasado?

"En el mundo de los Espíritus pasan cosas que es bien difícil que podáis comprender ¿No tenéis entre vosotros, personas muy ignorantes sobre ciertas cosas, y que están ilustradas sobre otras; personas que tienen más criterio que instrucción, y otras que tienen más genio que criterio? ¿No sabéis también que ciertos Espíritus se complacen en mantener a los hombres en la ignorancia, haciendo como que les instruyen, y que se aprovechan de la facilidad con que dan crédito a sus palabras?

Podrán seducir a aquellos que no buscan el fondo de las cosas, pero cuando se les conduce al fin por el razonamiento, no sostienen su papel por mucho tiempo.

"Por lo demás es menester tener cuidado con la prudencia que en general los Espíritus ponen en la promulgación de la verdad: la luz demasiado viva y repentina deslumbra y no da claridad. Pueden, pues, en ciertos casos juzgar útil el esparcirla sino gradualmente según los tiempos, los lugares y las personas. Moisés no enseñó todo lo que enseñó Cristo: y el mismo Cristo dijo muchas cosas, cuya inteligencia estaba reservada a las generaciones futuras. Habláis de la reencarnación y os admiráis que este principio no se haya enseñado en ciertos parajes; pero es menester que penséis que en un país en el que la preocupación del color tiene su reinado absoluto, en donde la esclavitud está arraigada en las costumbres, se hubiera rechazado el Espiritismo sólo porque proclamaba la reencarnación, porque la idea de que el que es amo o señor puede ser esclavo, y recíprocamente, hubiera parecido monstruosa. ¿No valía más hacer aceptar el principio general, para después sacar las consecuencias? iOh, hombres! qué corta es vuestra vista para juzgar los designios de Dios; sabed, pues, que no se hace nada sin su permiso y sin un fin que vosotros muchas veces no podéis penetrar. Ya os he dicho que la unidad se hará en la creencia del Espiritismo; y tened por cierto que las disidencias, ya menos profundas, se disiparán poco a poco a medida que los hombres se ilustrarán y que al fin desaparecerán completamente, porque tal es la voluntad de Dios, contra lo cual no puede prevalecer el error.

El Espíritu de Verdad".

10. ¿Las doctrinas erróneas que pueden enseñarse por ciertos Espíritus, tienen por objeto el retardar el progreso de la ciencia verdadera?

"Vosotros quisiérais tenerlo todo sin trabajo; sabed que no hay campo en que no crezcan malas yerbas que el labrador debe extirpar. Estas doctrinas erróneas son una consecuencia de la inferioridad de vuestro mundo; si los hombres fuesen perfectos, sólo aceptarían la verdad; los errores son como las piedras falsas que sólo un ojo ejercitado puede distinguir; os falta, pues, un aprendizaje para distinguir lo verdadero de lo falso; pues bien, las falsas doctrinas son útiles para que os ejerciten en la práctica de distinguir la verdad del error."

– ¿Los que adoptan el error, retrasan su adelantamiento?

"Si adoptan el error es que no están bastante adelantados para comprender la verdad."

Esperando que se haga la unidad, todos creen que la verdad está de su parte y sostienen estar ellos solos en lo verdadero; ilusión que no deja de ocupar a los Espíritus mentirosos; ¿en qué puede basarse el hombre imparcial y desinteresado para formar juicio?

"La más pura luz no la obscurece ninguna nubecilla, el diamante sin mancha es el que tiene más valor: juzgad, pues, a los Espíritus por la pureza de su enseñanza. La unidad se hará del lado en que el bien no habrá estado nunca mezclado con el mal; a este lado se reunirán los hombres por la fuerza de las cosas porque juzgarán que es en donde está la verdad. Observad, por lo demás, que los principios fundamentales por todas partes son los mismos y deben reuniros en un pensamiento común: el amor de Dios y la práctica del bien. Cualquiera que sea, pues, el modo de progresar que se suponga para las almas, el objeto final es el mismo y el medio de conseguirlo es también el mismo: hacer el bien; no hay, pues, dos modos de hacerlo. Si nacen disidencias capitales en cuanto al principio de la doctrina, tenéis una regla cierta para apreciarlas. Esta regla es la siguiente: La mejor doctrina es aquella que más satisface al corazón y a la razón, y que más elementos tiene para conducir a los hombres al bien; yo os aseguro que es la que prevalecerá. El Espíritu de Verdad".

Observación. – Las contradicciones que se presentan en las comunicaciones espiritistas pueden depender de las siguientes causas: de la ignorancia de ciertos Espíritus; de la superchería de Espíritus inferiores, que por malicia o maldad dicen lo contrario de aquello que ha dicho en otra parte el Espíritu cuyo nombre usurpan; de la voluntad del mismo Espíritu que habla según los tiempos, los lugares y las personas, y puede juzgar útil no decirlo todo a todo el mundo; de la insuficiencia del lenguaje humano para expresar las cosas del mundo incorporal; de la insuficiencia de los medios de comunicación que no siempre permiten al Espíritu manifestar todo su pensamiento; en fin, de la interpretación que cada uno puede dar a una palabra o a una explicación, según sus ideas, sus preocupaciones o el punto de vista desde el cual mira la cosa. El estudio, la observación, la experiencia y la abnegación de todo sentimiento de amor propio, pueden solos enseñar a distinguir estas diferencias.

De las mistificaciones

Si es desagradable el ser engañado, lo es más aun el ser mixtificado; por otra parte es uno de los inconvenientes más fáciles de salvar. Los medios de descubrir las astucias de los Espíritus mentirosos se han manifestado en todas las instrucciones precedentes; por esto hablaremos poco sobre el particular. Aquí están las respuestas de los Espíritus sobre este asunto:

1. Las mixtificaciones son uno de los escollos más desagradables del Espiritismo práctico; ¿hay un medio de preservarse de ellas?

"Me parece que podéis encontrar la respuesta en todo aquello que se os ha enseñado. Sí, cierto, hay para esto un medio sencillo, es no pedir al Espiritismo más que aquello que puede y debe daros; su objeto es el mejoramiento moral de la humanidad; si no os separáis de esto nunca seréis engañados, porque no hay dos modos de comprender la verdadera moral, la que puede admitir todo hombre de buen sentido.

"Los Espíritus vienen a instruiros y a guiaros por el camino del bien, y no por el de los honores y de la fortuna o para serviros en vuestras mezquinas pasiones. Si nunca se les pidiera nada trivial o que esté fuera de sus atribuciones, no se daría motivo a los Espíritus mentirosos; de donde debéis sacar en consecuencia que el que es mixtificado es porque lo merece.

"La misión de los Espíritus no es para enseñaros las cosas de este mundo, sino para guiaros con seguridad en lo que pueda seros útil para el otro. Cuando os hablan de cosas de aquí abajo, es porque lo juzgan necesario, pero esto no es según vuestra pregunta. Si viéseis en los Espíritus los substitutos de los adivinos y de los hechiceros, entonces sería cuando quedaríais engañados.

"Si los hombres sólo tenían que dirigirse a los Espíritus para saberlo todo, no tendrían ya su libre albedrío y se saldrían de la vía que Dios ha trazado a la humanidad.

El hombre debe obrar por si mismo; Dios no envía a los Espíritus para allanarles el camino material de la vida, sino para preparar el del porvenir."

– ¿Pero hay personas que no piden nada y son engañadas indignamente por los Espíritus que vienen espontáneamente sin que nadie les llame?

"Si no piden nada, dejan que digan, que viene a ser lo mismo. Si acogiesen con reserva y desconfianza todo lo que se separa del objeto esencial del Espiritismo, los Espíritus ligeros no les engañarían tan fácilmente."

2. Por qué permite Dios que personas sinceras que aceptan el Espiritismo de buena fe sean mixtificadas? ¿no podría esto tener por inconveniente el hacerles vacilar en su creencia?

"Si esto hiciera vacilar su creencia, su fe no sería muy sólida; las que renunciasen al Espiritismo por una simple contrariedad, probarían que no lo comprenden y que no se dedican a la parte formal. Dios permite las mixtificaciones para probar la perseverancia de los verdaderos adeptos, y castigar a aquellos que hacen de él un objeto de diversión. El Espíritu de Verdad".

Observación. – La truhanería de los Espíritus mixtificadores, sobrepuja muchas veces a todo lo que uno puede imaginarse; el arte con que dirigen sus tiros y combinan los medios de persuadir, sería una cosa curiosa, si sólo se tratase siempre de bromas inocentes, pero estas mixtificaciones pueden tener consecuencias desagradables para aquellos que se descuidan; somos bastante felices por haber podido abrir a "tiempo" los ojos a muchas personas que quisieron pedirnos nuestro consejo y haberles evitado acciones ridículas y comprometidas. Entre los medios que emplean estos Espíritus, es menester colocar en primera línea, como a más frecuentes, los que tienen por objeto tentar la avaricia, como la revelación de los pretendidos tesoros ocultos, el anunciar herencias u otros bienes de fortuna. También es menester mirar como sospechosos en primer grado los pronósticos en épocas fijas, así como todas las indicaciones precisas tocante a intereses materiales; guardarse de dar ningún paso prescrito o aconsejado por los Espíritus, cuando el objeto nos es eminentemente racional; no dejarse nunca cegar por los hombres que toman los Espíritus para dar una apariencia de verdad a sus palabras; desconfiar de las teorías y sistemas científicos aventurados; en fin, de todo lo que separa del objeto moral de las manifestaciones. Podríamos llenar un volumen muy curioso con la historia de todas las mixtificaciones que han venido a nuestro conocimiento.

CAPÍTULO XXVIII

Charlatanismo y juglería

Médiums interesados. – Fraudes espiritistas

Médiums interesados

Como todo puede llegar a ser un objeto de explotación, nada tendría de extraño que se quisieran explotar a los Espíritus; falta saber cómo tomarían ellos la cosa si alguna vez se intentara introducir semejante especulación. Diremos en primer lugar que nada se prestaría más al charlatanismo y a la truhanería que semejante negocio. Si se ven falsos sonámbulos, aun se verían más falsos médiums y esta sola razón sería un

motivo fundado de desconfianza. El desinterés, por el contrario, es la respuesta más perentoria que pueda oponerse a aquellos que sólo ven en los hechos una hábil maniobra. No hay charlatanismo desinteresado. ¿Cuál sería, pues, el objeto de las personas que usasen la superchería sin provecho, con más motivo, cuando su honradez notoria no permite sospechar de ellos?

Si las ganancias que un médium sacara de su facultad podían ser un motivo de sospecha, no sería una prueba que esta sospecha fuese fundada; podría, pues, tener una aptitud real y obrar de muy buena fe aun haciéndose retribuir: veamos si en este caso podemos razonablemente esperar un resultado satisfactorio.

Si se ha comprendido bien lo que hemos dicho sobre las condiciones necesarias para servir de intérprete a los buenos Espíritus, las causas numerosas que pueden alejarles, las circunstancias independientes de su voluntad que muchas veces son un obstáculo para que vengan, en fin, todas las condiciones "morales" que pueden ejercer una influencia sobre la naturaleza de las comunicaciones, ¿cómo podría suponerse que un Espíritu por poco elevado que fuese viniese a todas horas del día a ponerse bajo las órdenes de un empresario de reuniones y someterse a sus exigencias para satisfacer la curiosidad del primero que se presente?

¡Se sabe la aversión de los Espíritus por todo lo que es concupiscencia y egoísmo, el poco caso que hacen de las cosas materiales, y se quisiera que ayudasen a traficar su presencia! Esto lo repugna el pensamiento, y sería necesario conocer muy poco la naturaleza del mundo de los Espíritus para creer que pueda ser de este modo. Pero como los Espíritus ligeros son menos escrupulosos y sólo desean ocasiones de divertirse a nuestras expensas, resulta que si uno no es mixtificado por un falso médium, corre todo el peligro de serlo por alguno de entre ellos. Estas solas reflexiones dan la medida del grado de confianza que debería concederse a las comunicaciones de este género. Por lo demás, ¿para qué servirían los médiums pagados, puesto que si uno mismo no tiene esta facultad, puede encontrarla en su familia, entre sus amigos o conocidos?

Los médiums interesados no son únicamente aquellos que podrían exigir una retribución fija; el interés no se traduce siempre por la esperanza de una ganancia material, sino por las miras ambiciosas de todas las clases sobre las cuales se pueden fundar esperanzas personales; éste es también un mal paso del que saben muy bien aprovecharse los Espíritus burlones, con una destreza y una truhanería verdaderamente notables, entreteniendo con engañosas ilusiones a los que de este modo se ponen bajo su dependencia. En resumen, la mediumnidad es una facultad dada para el bien, y los buenos Espíritus se alejan de cualquiera que pretenda hacer de ella una maravilla para conseguir cualquier cosa que sea que no esté conforme con las miras de la Providencia.

El egoísmo es la plaga de la sociedad; los buenos Espíritus la combaten, no se puede suponer que vengan a servirle. Esto es tan racional, que sería inútil insistir más sobre este punto.

Los médiums de efectos físicos no están en la misma categoría; generalmente estos efectos son producidos por Espíritus inferiores menos escrupulosos. No decimos que estos Espíritus sean necesariamente malos por esto: se puede ser mozo de cordel y hombre muy honrado; un médium de esta categoría, que quisiera explotar su facultad, podría, pues, tener quien le asistiera sin gran repugnancia; pero aun en esto se presenta otro inconveniente. El médium de efectos físicos, lo mismo que el de comunicaciones inteligentes, no ha recibido la facultad para su recreo; se le ha dado a condición de hacer de ella un buen uso, y si abusa puede serle retirada, o volverse en perjuicio suyo porque en definitiva los Espíritus inferiores están a las órdenes de los Espíritus superiores.

A los Espíritus inferiores les gusta mucho mixtificar, pero no quieren ser mixtificados; si se prestan voluntariamente a la broma y a las cosas de curiosidad, es porque quieren divertirse; no quieren que se les explote más que a los otros, ni servir de figurantes para que marche la conducta, y prueban a cada momento que tienen su voluntad, que obran cuando y como mejor les parece, lo que hace que el médium de efectos físicos esté aun menos seguro de la regularidad de las manifestaciones que el médium escribiente. Pretender el producirlas en días y horas fijas sería probar la mayor ignorancia. ¿En este caso qué es lo que se hace para ganar su dinero? Simular los fenómenos; es lo que puede suceder no solamente a aquellos que harían de esto un oficio reconocido, si que también a personas sencillas en apariencia que encuentran este medio más fácil y más cómodo que el trabajar. Si el Espíritu no da de sí, se le suple: ¡la imaginación es tan fecunda cuando se trata de ganar dinero! Siendo el interés un motivo legitimo de sospecha, da un derecho para el examen riguroso, de que uno no podría ofenderse sin justificar las sospechas. Pero cuanto más legítima es la sospecha en este caso, tanto más ofensiva es frente a frente de personas honradas y desinteresadas.

La facultad medianímica, aún limitada a las manifestaciones físicas, no se ha dado para hacer aparato sobre las tablas, y el que pretendiera tener a sus órdenes a los Espíritus para exhibirles en público, con mucho derecho puede ser sospechoso de charlatanismo o de prestidigitación más o menos hábil. No se olvide que todas las veces que se verán anuncios de pretendidas sesiones de "espiritismo" o de "espiritualismo" a tanto la entrada, debe recordarse el derecho que se compra al entrar.

De todo lo que precede, sacamos en consecuencia que el desinterés más absoluto es la mejor garantía contra el charlatanismo: si no asegura siempre la bondad de las comunicaciones inteligentes, quita a los Espíritus malos un poderoso medio de acción, y cierra la boca a ciertos detractores.

Quedaría lo que puede llamarse escamoteo de aficionados, es decir los fraudes inocentes de algunos bromistas del mal género. Sin duda podría practicarse como pasatiempo en las reuniones ligeras y frívolas, pero no en los grupos formales en los que no se admiten sino personas de carácter. Por lo demás, puede uno proporcionarse el placer de una mixtificación momentánea; pero sería menester estar dotado de una singular paciencia para hacer este papel durante meses y años, y cada vez durante muchas horas consecutivas. Sólo algún interés puede dar esta perseverancia, y lo repetimos, el interés puede hacerlo sospechar todo.

Puede que se diga que un médium que da su tiempo al público por interés de la cosa, no puede darlo si no le pagan, porque es menester vivir. ¿Pero es en el interés de la cosa o en "el suyo" que lo da, no es más bien porque en ello entrevé un oficio lucrativo? A este precio se encontrarán siempre personas adictas. ¿No hay más que esta industria a su disposición? No olvidemos que los Espíritus, cualquiera que sea su superioridad o su inferioridad, son las almas de los muertos, y cuando la moral y la religión hacen un deber de respetar sus restos, la obligación de respetar a su Espíritu es aun mayor.

¿Qué se diría del que sacase un cuerpo de la tumba y lo exhibiese por el dinero, porque este cuerpo había de llamar la atención? ¿Es menos irrespetuoso exhibir el Espíritu que el cuerpo bajo el pretexto de que es curioso el ver trabajar a un Espíritu? Notad bien que el precio de entrada estará en relación de las cosas que podrá hacer y del atractivo del espectáculo. Ciertamente si cuando vivía hubiese sido cómico, regularmente no hubiera creído que después de su muerte hubiera encontrado un director que le haría representar gratis, en su provecho.

No olvidar que las manifestaciones físicas lo mismo que las manifestaciones inteligentes, no las permite Dios sino para nuestra instrucción.

Prescindiendo de estas comunicaciones morales, no podemos negar que haya médiums interesados, honrados y concienzudos, porque en todos los oficios hay personas buenas; sólo hablamos de los abusos; pero se convendrá, por los motivos que hemos expuesto, que el abuso tiene más razón de estar entre los médiums retribuidos que entre aquellos que, mirando su facultad como un favor, no la emplean sino para hacer un servicio.

El grado de confianza o de desconfianza que puede concedérsele a un médium retribuido, ante todo depende del aprecio que se hace de su carácter y de su moralidad y además de las circunstancias. El médium que con un fin eminentemente formal y provechoso, estuviese impedido de utilizar el tiempo de otro modo y por esta razón "exhonerado", no puede confundirse con el médium "especulador", aquel que con designio premeditado se hiciera una industria de la mediumnidad. Según el "motivo" y el "objeto", los Espíritus pueden pues, condenar, absolver y aun favorecer; juzgan más bien la intención que el hecho material.

Los sonámbulos que utilizan su facultad de un modo lucrativo, no están en el mismo caso. Aunque esta explotación esté sujeta a abusos y que el desinterés sea una gran garantía de sinceridad, la posición es diferente, atendido a que su propio Espíritu es el que obra; de consiguiente le tiene siempre a su disposición, y en realidad se explotan a si mismos, porque son libres de disponer de sus personas, como ellos lo entienden, mientras que los médiums especuladores, explotan las almas de los difuntos. (Véase núm. 172, "médiums sonámbulos").

No ignoramos que nuestra severidad con respecto a los médiums interesados amotina contra nosotros a todos aquellos que explotan o tendrán intención de explotar esta nueva industria, y se nos hacen enemigos encarnizados, lo mismo que sus amigos que naturalmente toman su defensa; nos consolamos de ello, pensando que los mercaderes arrojados del templo por Jesús no debían mirarle con muy buenos ojos. Tenemos además contra nosotros a las personas que no miran la cosa con la misma gravedad; sin embargo, nos creemos con el derecho de tener una opinión y emitiría; no forzamos a nadie para que la adopte. Si se ha unido a ella una inmensa mayoría es que la encuentra justa; porque en efecto, no vemos cómo se podría probar que no hay más suerte en encontrar el fraude y los abusos en la especulación que en el desinterés. En cuanto a nosotros, si nuestros escritos han contribuido a poner en Francia y en otras partes el descrédito en la mediumnidad interesada, creemos que no será uno de los menores servicios que habrán hecho al Espiritismo "formal".

Fraudes Espiritistas

Los que no admiten la realidad de las manifestaciones físicas, generalmente atribuyen a fraude los efectos que se producen. Se fundan en que los prestidigitadores hábiles, hacen cosas que parecen prodigios cuando uno no conoce sus secretos; de aquí sacan la consecuencia que los médiums no son otra cosa que escamoteadores.

Hemos refutado ya este argumento, o más bien esta opinión, notablemente en nuestros artículos sobre Mr. Home y en los números de la "Revista" de enero y febrero de 1858; no diremos, pues, sino algunas palabras antes de hablar de una cosa más formal.

Por lo demás, hay una consideración que no puede pasar desapercibida a cualquiera que reflexione un poco. Sin duda hay prestidigitadores de una habilidad prodigiosa, pero son raros. Si todos los médiums practicaban el escamoteo, sería preciso convenir en que este arte hubiera hecho en poco tiempo progresos inauditos y hubiera venido a ser de repente muy común, puesto que se encontraría en estado innato entre gentes que no lo pensaban y aun entre los niños.

¿Por que hayan charlatanes que venden drogas en las plazas públicas, porque haya también médicos que sin ir a la plaza pública, abusan de la confianza, se sigue de esto que todos los médicos sean charlatanes y el cuerpo facultativo de medicina quede perjudicado en su consideración? ¿Por que haya gentes que venden tinte por vino, todos los taberneros son falsificadores y no puede haber vino puro? Se abusa de todo, aun de las cosas más respetables, y puede decirse que el fraude tiene también su genio. Pero el fraude tiene siempre un fin, un interés material cualquiera; en donde no hay nada que ganar, no hay ningún interés en engañar. Hemos dicho también a propósito de los médiums mercenarios, que la mejor de todas las garantías es un desinterés absoluto.

De todos los fenómenos espiritistas, los que más se prestan al fraude son los fenómenos físicos por motivos que es útil tomar en consideración. En primer lugar, porque se dirigen más a los ojos que a la inteligencia, éstos son los que la prestidigitación puede imitar muy fácilmente. En segundo lugar, llamando más la curiosidad que los otros, son más propios para atraer a la multitud, y por consiguiente más productivos. A este doble punto de vista, los charlatanes ponen todo el interés en simular esta clase de manifestaciones; los espectadores extraños a la ciencia en su mayor parte, generalmente van para procurarse una diversión más bien que una instrucción formal, y se sabe ya que se paga más lo que divierte que lo que instruye.

Pero además de esto hay otro motivo no menos perentorio. Si la prestidigitación puede imitar efectos materiales, para los que sólo necesita la destreza, no le conocemos, hasta el presente, el don de improvisación que requiere una dosis de inteligencia poco común, ni el de producir estos bellos y sublimes dictados, llenos a menudo de cosas que vienen muy a tiempo, que los Espíritus dan en sus comunicaciones. Esto nos recuerda el siguiente hecho.

Un letrado bien conocido vino un día a vernos y nos dijo que era muy buen médium escribiente "intuitivo", y que se ponía a la disposición de la sociedad espiritista.

Como tenemos por costumbre el no admitir en la sociedad sino médiums cuyas facultades nos son conocidas, le rogamos que viniera más adelante para hacer las pruebas en una reunión particular. En efecto, vino; muchos médiums experimentados dieron ya sea disertaciones, ya sea contestaciones de una notable precisión sobre las preguntas propuestas y asuntos desconocidos para ellos. Cuando a este señor le tocó el turno, escribió algunas palabras insignificantes; dijo que este día estaba mal dispuesto, y no lo hemos visto más; seguramente vio que el papel de médiums de efectos inteligentes era más difícil de representar de lo que había creído.

En todas las cosas, las personas más propensas a ser engañadas son aquellas que no son del oficio; y lo mismo sucede con el Espiritismo; los que no le conocen, son engañados muy fácilmente por las apariencias, mientras que un estudio preparatorio y atento les inicia, no solamente en la causa de los fenómenos, si que

también en las condiciones normales en las cuales se pueden producir, y de este modo les proporciona el medio de reconocer el fraude, si existe.

Los médiums mentirosos son sellados como lo merecen en la siguiente carta que hemos reproducido en la "Revista" del mes de agosto de 1861.

"París, 21 julio 1861.

"Señor:

"Puede uno no estar acorde en ciertos puntos, y estarlo perfectamente sobre otros. Acabo de leer en la página 213 del número último de su diario, reflexiones sobre fraudes en materia de experimentos espiritualistas (o espiritistas) y tengo la satisfacción de asociarme a ellas con todas mis fuerzas. Allí toda disidencia en materia de teorías y de doctrinas desaparece como por encanto.

"Puede que yo no sea tan severo como usted con respecto a los médiums que bajo una forma digna y conveniente, aceptan una remuneración como indemnización del tiempo que consagran a los experimentos, muchas veces muy largos y pesados; pero lo soy tanto – y no podría uno serlo bastante – con respecto a aquellos que en semejante caso, suplen en momentos dados, por la fullería y el fraude, la ausencia o la insuficiencia de los resultados prometidos y esperados. (Véase número 311).

"Mezclar lo verdadero con lo falso, cuando se trata de fenómenos obtenidos por la intervención de los Espíritus, es una infamia y habría alteración del sentido moral en el médium que creyese poderlo hacer sin escrúpulo. De la misma manera que usted lo hace observar "perfectamente, es desacreditar la cosa en el espíritu de los indecisos, desde el momento en que se conoce el fraude". Añadiré que es comprometer del modo más deplorable a los hombres honrados que prestan a los médiums el apoyo desinteresado de sus conocimientos y de sus luces que se declaran garantes de su buena fe, y de algún modo les apadrinan; es cometer con ellos un verdadero delito.

"Todo médium que estuviese convicto de maniobras fraudulentas; que se sorprendiese para servirme de una expresión trivial, con la mano en el saco, merecería ser proscripto por todos los espiritualistas o espiritistas del mundo, porque éste sería un deber riguroso para quitarles la máscara o para avergonzarles.

"Si a usted le conviene insertar estas cuantas líneas en su periódico, las pongo a su servicio.

"Reciba usted, etc.

Matieu".

No todos los fenómenos espiritistas se imitan con la misma facilidad, hay algunos que desafían evidentemente a toda la habilidad de la prestidigitación: tales son notablemente el movimiento de los objetos sin contacto, la suspensión de los cuerpos graves en el espacio, los golpes que se dan en diferentes partes, las apariciones, etc., salvo el empleo de los secretos y la inteligencia con algunos amigos; por esto decimos que lo que conviene hacer en casos semejantes, es observar con atención las circunstancias, y sobre todo hacerse cargo del carácter y de la posición de las personas, del objeto y del interés que podrían tener en engañar: este es el mejor de los comprobantes, porque hay ciertas circunstancias que quitan todo motivo de sospecha. Creemos, pues, en principio, que es menester desconfiar de aquel que hiciere de estos fenómenos un espectáculo o un objeto de curiosidad o de diversión y pretendiera producirlos a su gusto y en un punto dado como lo hemos dicho ya. No sabemos cómo repetirlo, las inteligencias ocultas que se nos manifiestan tienen sus susceptibilidades, y quieren probarnos que tienen también su libre albedrío y que no se someten a nuestro capricho. (Núm. 38).

Nos bastará el señalar algunos subterfugios empleados, o que es posible que se empleen en ciertos casos, para prevenir contra el fraude a los observadores de buena fe.

En cuanto a las personas que se obstinan en juzgar sin profundizar, sería perder el tiempo procurar desengañarles.

Uno de los fenómenos más ordinarios es el de los golpes íntimos dados en la sustancia misma de la madera, con el movimiento de la mesa o sin moverla, o de otro objeto del que se sirva para el caso. Este efecto es uno de los más fáciles de imitar, sea por el contacto de los pies, sea provocando pequeños crujidos en el mueble; pero es una pequeña maña especial que es muy útil de manifestar. Basta poner las dos manos extendidas sobre la mesa y bastante juntas para que las uñas de los pulgares se apoyen con fuerza el uno contra el otro; entonces, por un movimiento muscular casi imperceptible, se les hace experimentar una frotación que hace un pequeño ruido seco, que tiene una gran analogía con el de la tiptología íntima. Este ruido se refleja en la madera y produce una ilusión completa. Nada hay más fácil que hacer oír tantos golpes como se deseen, una banda de tambores, etc., responder a varias preguntas por "sí" o por "no", por nombres y también con la indicación de las letras del alfabeto.

Una vez sabido, el modo de reconocer el fraude es muy sencillo. No es posible si las manos están separadas la una de la otra y se tiene la seguridad que ningún otro contacto puede producir el ruido. Los golpes reales se caracterizan también porque cambian de punto y timbre a voluntad, lo que no puede tener lugar cuando se debe a la causa que hemos dicho o a otra cualquiera análoga; que salga de la mesa para trasladarse a otro mueble cualquiera que nadie toque, en las paredes, en el techo, etc., o que responde a preguntas no previstas. (Véase núm. 41).

La escritura directa es aún más fácil de imitar; sin hablar de los agentes químicos bien conocidos para hacer aparecer la escritura en un tiempo dado en el papel blanco, lo que puede descubrirse con las precauciones más vulgares, podría suceder que por medio de un escamoteo hábil, se substituyera un papel por otro. Podría suceder también que aquel que quisiera cometer el fraude, tuviese la maña de distraer la atención mientras que escribiese con destreza algunas palabras. Se nos ha dicho también haber visto escribir de este modo con un pedazo de lapicero de plomo metido disimuladamente en la uña.

El fenómeno de aportes no se presta menos al artificio, y se puede con mucha facilidad ser engañado por un escamoteador más o menos diestro, sin que por esto sea necesario habérselas con un prestidigitador de profesión. En el artículo especial que hemos publicado más arriba (núm. 96) los mismos Espíritus han determinado las condiciones excepcionales con las cuales se puede producir, de donde debe sacarse la consecuencia que la obtención "fácil" y "facultativa" puede poco o mucho tenerse por sospechosa. La escritura directa está en el mismo caso.

En el capítulo de los "médiums especiales" hemos mencionado con respecto a los Espíritus, las aptitudes medianímicas comunes y las que son raras. Conviene, pues, desconfiar de los médiums que pretenden tener estas últimas con demasiada facilidad, o que ambicionan la multiplicidad de facultades, pretensión que rara vez se justifica.

Las manifestaciones inteligentes son, según las circunstancias, las que ofrecen más garantía y sin embargo no están al abrigo de la imitación, al menos por lo que toca a las comunicaciones ligeras y vulgares. Se cree tener más seguridad en los médiums mecánicos, no sólo por la independencia de las ideas, sino también contra las supercherías; por esta razón ciertas personas prefieren los intermediarios materiales.

Pues bien, es un error. El fraude se desliza por todo, y sabemos que con la habilidad se puede también dirigir un cestito o una tablita que escriba y dar todas las apariencias de los movimientos espontáneos. Lo que quita todas las dudas, son los pensamientos que se expresan, que vengan de un médium mecánico, intuitivo, auditivo, parlante o vidente.

Hay comunicaciones que están de tal modo fuera de las ideas, de los conocimientos y aun del alcance intelectual del médium, que sería preciso engañarse de un modo extraño para hacerle honor. Reconocemos al charlatanismo una gran habilidad y fecundos recursos, pero aun no le reconocemos el don de dar sabiduría a un ignorante o genio al que no lo tiene.

En resumen, lo repetimos, la mejor garantía está en la moralidad notoria de los médiums y en la ausencia de toda causa de interés material o de amor propio, que podrían estimular en él el ejercicio de las facultades medianímicas que posee; porque estas mismas causas pueden inducirle a simular las que no tiene.

CAPÍTULO XXIX

Reuniones y sociedades espiritistas

De las reuniones en general. – De las sociedades propiamente dichas. -Objetos

de estudio. – Rivalidad entre las sociedades

De las reuniones en general

Las reuniones espiritistas pueden tener grandes ventajas, porque permiten ilustrarse por el cambio recíproco de pensamientos, por las preguntas y las observaciones que cada uno puede hacer y de las que se aprovechan todos; pero para sacar de ellas todo el fruto que se desea, requieren condiciones especiales que vamos a examinar, porque no se tendría razón en asimilarías a las sociedades ordinarias. Por otra parte, formando las reuniones un todo colectivo, lo que les concierne es la consecuencia natural de las instrucciones precedentes; tienen que tomar las mismas precauciones y preservarse de los mismos escollos que los individuos; por esto hemos colocado este capítulo en último lugar.

Las reuniones espiritistas tienen caracteres muy diferentes según el objeto que se proponen, y por lo mismo su condición de ser debe diferir también. Según su naturaleza pueden ser "frívolas", "experimentales" o "instructivas".

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
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