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Partidos políticos en Honduras (1870-1911) (página 2)




Enviado por Darío Izaguirre



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

En lo que sigue del trabajo, haré uso del término Partido Liberal para referirme a aquel que, independientemente de sus forjadores, sigue la línea política de los introductores del liberalismo en Honduras. Así pues, el partido podrá llamarse Progresista, Nacional o Liberal pero en el fondo sus principios políticos serán liberales, todos propugnarán por la protección de la propiedad privada, las libertades individuales, la libertad de culto, la libertad de comercio y la separación de los poderes del Estado que son, entre otros, principios de orden puramente liberal. Las manifestaciones de ese liberalismo serán unas veces de tinte moderado y otros de tinte radical. Así, para el caso, las ideas propuestas por Céleo Arias son de un tipo de pensamiento liberal en su más pura expresión. Sin embargo, la idea de liberalismo propuesta por Rosa en "La Constitución social de Honduras" (que analizamos más adelante) es más orientada al desarrollo económico basado en el proteccionismo, aunque no obvia los elementos fundamentales del liberalismo, en el sentido de los libertades individuales y otros postulados.

Para 1880 expira el período presidencial de Marco A. Soto, lo que creará un ambiente de actividad política en las principales aglomeraciones hondureñas. Durante ese año, las grandes listas de legaciones militares de todo el país están presentes en todos los periódicos. Los soldados, desde el grado jerárquico más alto hasta el más bajo, le confirmaban su adhesión al presidente Soto, incitándole a su reelección, como lo evidencia el periódico La Paz.28 Tal hecho demuestra el control que ejercía el gobierno sobre el aparato represivo, y además, refleja otro síntoma de la modernización estatal llevada a cabo por Soto y sus seguidores.

Para ese año se dicta también la nueva constitución política de Honduras que revoca la de 1873. Se hace mención de esto, dado que la constitución de 1873 comienza a ser obsoleta en lo que respecta las reformas estatales. Para visualizar las diferencias entre las dos constituciones, haremos un breve análisis comparativo entre cada una de ellas.

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28S.B.U.N.A.H.-C.H. – Diario La Paz. año 2, serie XIII, Nº150 (mayo de 1880).

La constitución de 1880 viene a darnos una idea más amplia de lo que era la política liberal de Soto y sus partidarios. En esa constitución se dejan plasmados, a diferencia de la de 1873, cuestiones tan elementales como:

En lo referente al derecho público, se da una visión mas amplia de los derechos y obligaciones del ciudadano, la propiedad adquiere un carácter de mayor individualidad, y propone el impulso a la industria y el comercio basándose en las ideas de orden y progreso (una dicotomía sustancial de los positivistas del siglo XIX). En pocas palabras, los avances adquiridos con esa constitución son enormes en relación a la anterior, pero la misma se queda corta en lo referente a otros aspectos tales como el de la ciudadanía, entendida como "la condición jurídica de una persona con relación a un Estado, que le faculta a intervenir en la elaboración de la voluntad de ese Estado, y en todos los asuntos esenciales del mismo. La ciudadanía es un derecho que se adquiere en tanto se cumpla con ciertos requisitos que fija el ordenamiento jurídico nacional."29

En la constitución política de 1873, se plantea que:

ARTÍCULO 13

"CAPÍTULO V

DE LA CIUDADANÍA

Son ciudadanos todos los hondureños mayores de veinte años que tengan oficio y propiedad que les asegure un modo de vivir honesta y decentemente.

Monografias.comTambién son ciudadanos los mayores de diez y ocho años, que, con las cualidades expresadas, tengan grado literario o sean casados.

29Rafael Garzaro. Diccionario de política. Salamanca: Tecnos, 1977, pág. 53.

Los extranjeros naturalizados deben ser considerados como ciudadanos, reuniendo las cualidades que quedan establecidas.

Ninguno de los contenidos en este artículo tendrán voto pasivo, sino con arreglo a las leyes.30"

En la constitución de 1880, el artículo anterior es copiado casi íntegramente, salvo se aumenta de un año la mayoría de edad para los que no saben leer y escribir y que para los letrados no es necesario tener grado literario.31.

¿Porqué insistir en el ciudadano y en la ciudadanía? Los ciudadanos son quienes depositan el poder en manos de sus representantes. Sin embargo, en situaciones como las antes citadas no todos son ciudadanos, únicamente aquellos que tengan propiedad o renta o que sepan leer y escribir, es decir que, aún para 1880, se maneja la idea del voto censal, aunque tal vez no con la agudeza de leyes electorales derivadas de las constituciones del período de anarquía, que señalan a veces hasta el número de cabezas de ganado que se deben tener para ser ciudadano y ejercer el sufragio.

Otro aspecto importante de las constituciones que en este momento son objeto de análisis es lo referente al ejercicio del sufragio. Dichas constituciones aún no manejan la idea de la secretividad del sufragio sino que lo plantean como un acto público y directo.

Pero, aun con todas sus debilidades, la constitución de 1880 nos da la idea de ser un trabajo más elaborado, más pensado, que las anteriores y que responde a los intereses de un Estado con miras hacia la modernización y la definición de una nacionalidad, dejando bien puntualizados la mayoría de los puntos referentes al Estado como representante de un grupo en el poder.

El ambiente político del año 1880 y la promulgación de la nueva constitución generará entusiasmo por parte de algunos intelectuales hondureños que, preocupados por la situación política del país, soltarán su pluma y producirán obras de gran contenido teórico y filosófico en relación a la vida nacional. Personas que participan del poder, y otras que no, se dedicarán a promulgar sus ideas y a promover la necesidad de la organización como factor para alcanzar el poder.

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30Mejía, óp.cit., pág. 46.

31Ibíd., págs. 87-101.

Uno de los precursores del reformismo liberal en Honduras, el señor Ramón Rosa, en ese año (1880) lanza un folletín titulado "La constitución social de Honduras."32 Este folleto es un análisis elocuente de la composición de Honduras en los niveles político y social, que tiene como fin proponer la formación de un partido político progresista, y no eminentemente liberal. De ese folleto se extrae la capacidad pensante de Rosa en cuanto a que Honduras no tiene la altura moral ni la capacidad económica para pensar en promover la fundación de un verdadero partido liberal basado en los principios del liberalismo clásico. Su condición de pensador positivista, lo conduce a hacer apreciaciones empíricas pero muy apegadas a la situación real de Honduras, por tanto, aunque la propuesta de Rosa recoge gran parte de los legados del liberalismo, también visualiza el problema concreto del atraso económico nacional.

Hasta este punto es necesario aclarar que el partido de Rosa no tiene nada que ver con lo que posteriormente se denominará Partido Nacional de Honduras, y menos aún con la propuesta ortodoxa de Céleo Arias que constituye la base de la formación de le que se conoce hoy día como El Partido Liberal de Honduras. Las dos organizaciones políticas que se han repartido el poder en Honduras desde principios del siglo XX hasta las primeras décadas del siglo XXI.

El antes mencionado Arias es otro intelectual hondureño que bregará por la formación de un partido liberal. Sin embargo, para las elecciones de 1880, no logra postular sus ideas como lo hace Rosa, pero participa como candidato a la presidencia. Antonio Grimaldi nos presenta la candidatura a Arias de la siguiente manera: "Los pueblos, espontáneamente y sin indicación alguna, arrastrando peligros adoptaron la candidatura del Dr. Céleo Arias…"33. Esta cita nos demuestra que el Dr. Arias, en ese momento, únicamente era un caudillo más en la lista, aún no hacía alarde de sus dotes de intelectual como lo hacen en 1887 cuando da a luz su folleto "Mis ideas", que pasará a constituir el evangelio doctrinal de sus partidarios. Salvo por el intento de fundación de la "Unión Democrática" hacia finales de la década del 60 y principios del 70 del siglo XIX, que era un proyecto de varios intelectuales nacionales entre los que figuraban algunos curas34, sólo el proyecto de Rosa se puede proponer como el primer antecedente directo de las instituciones políticas en Honduras. El proyecto de Rosa no fue tomado en cuenta para las elecciones de 1880, y Arias constituyó un candidato débil a la par de Marco Aurelio Soto, quien desde su solio presidencial controlaba toda la maquinaria represiva y de propaganda a nivel nacional, concluyendo este episodio con el triunfo de Soto quien detentará el poder hasta 1883 cuando declina su mando en un consejo de ministros.

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32Ramón Rosa. La Constitución social de Honduras. Tegucigalpa: OFFSET/Cultura, 1980.

33Medardo Mejía. Historia de Honduras, vol. IV. Tegucigalpa: Unversitaria, 1988, pág. 77.

34I. T. A. F. – Presbítero Alejandro Flores (Documnentos inéditos). "Correspondencia del presbítero Alejandro Flores". Legajos bajo custodia del Instituto Técnico Alejandro Flores, El Paraíso. El Paraíso, 1860-1870.

Es interesante ver como el control sobre los aparatos de Estado, especialmente la prensa, el ejército y la administración, le permiten a Soto ser un candidato infalible y mantener el poder. Sin embargo, su seguridad como gobernante flaquea al sentirse desprotegido por los países vecinos, quienes lo habían llevado al poder en un principio. Además, los primeros brotes fuertes de oposición en Honduras eran evidentes y el continuismo, hasta cierto punto necesario para el seguimiento de las reformas, no tenía razón de ser. Esa coyuntura política será como la chispa que reencenderá la llama de la lucha política caudillista.

Aunque los conflictos ideológicos son imperceptibles, en tanto ninguna de las incipientes fuerzas políticas representan intereses antagónicos ideológicos o de clase, las luchas por alcanzar el poder son manifiestas. En tal sentido, los procesos políticos se encaminarán a la toma del poder y el usufructo de él por parte de los candidatos y sus aduladores. Después de Marco A. Soto, ningún gobernante introducirá reformas sustanciales al aparato estatal sino hasta entrada la segunda mitad del siglo XX.

¿El partido liberal o los partidos liberales?

Ya se ha aclarado someramente que, independientemente del ribete o divisa que utilicen los caudillos del siglo XIX y principios del XX en Honduras, la orientación política de sus partidos será el liberalismo. En tal sentido, se trata en este apartado, de anotar algunas características de los "partidos" que surgen en el último cuarto del siglo XIX en este país centroamericano.

Después de presentarse como candidato a las elecciones sin ningún programa partidario, en 1887, el Sr. Céleo Arias postula su plataforma política que intitula "Mis ideas". Por supuesto, este ideario no sale en nombre de ningún partido en especial sino a título personal, y no es casual encontrarse con afirmaciones tales como:

Fenomenal sería el triunfo de mi candidatura 35 como ya lo es mi proclamación…

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35Los subrayados son nuestros

Entre estas verdades consecuenciales quisiera… primordialmente…

Tal es el compendio de mi ideal político y administrativo.

He allí mi rojismo, el rojismo de todos los de mi escuela… 36

Como se puede ver en esas afirmaciones, quien habla es el caudillo, el aclamado, no el partido. En otras palabras, la organización partidaria estructurada como tal no existe, lo que existe es el planteamiento político de Céleo Arias, y lo que muchos han dado en llamar el programa político de Arias, olvidándose que ese ideario está muy lejos de ser un verdadero programa de gobierno, ya que redunda en el discurso proselitista.

Don Céleo Arias, un liberal probo, planteó sus ideas de forma diáfana en ese folletín que manifiesta su adhesión al liberalismo clásico. La idea liberal del libre comercio y libre competencia (Laissez faire; Laissez Passer), que perdió su vigencia cuando el Estado se volvió interventor directo en la economía nacional e incentivó la participación de capital extranjero en todos los niveles de la economía y que traerá como consecuencia el divorcio casi total del gobierno con el capital nacional.

Ante tal situación, los planteamientos de Arias buscan la reivindicación de la independencia empresarial sin intervención estatal. Arias, el liberal "ortodoxo", se enfrentará en la justa electoral contra Luis Bográn en 1887. Luis Bográn, heredero del poder por la deposición de Soto en 1883, supo mantener su prestigio y el control casi total de los aparatos de Estado lo que le granjeó la simpatía de gran parte de la población. El General Bográn continuó las obras que Soto había comenzado. El concluye la carretera del sur y en su segundo período presidencial amplía la libertad de expresión plasmada en la Constitución de 1880. Cuestiones como las ya mencionadas lo perfilan como un liberal que hace honor a sus ideas.

Arias le hace oposición combatiendo lo que él llamó continuismo. Además, en tiempos postreros, Policarpo Bonilla retomará esas expresiones, tildando a Bográn de conservador, en tanto que buscaba preservar el régimen sotista.

La candidatura de Bográn, más que en un ideario, se basó en obras concretas que, tanto a nivel personal o como funcionario de Estado, le permitirán asegurarse el triunfo.

Monografias.comLa postulación presidencial de Arias sucumbió ante la candidatura oficial de Bográn, con un margen atiborrante de votos en su contra, derrota que Céleo Arias aceptó con honradez y sin ningún tipo de protesta. Bográn, por su parte, cumplió con su período presidencial constitucional.

36Mejía, óp.cit., págs. 188, 220, 121; ver también el apéndice A

En varios escritos partidistas, Bográn es perfilado como el fundador del Partido Nacional, sin embargo, "el Gral. Bográn no fue, como se asegura, el fundador del Partido Nacional, tuvo él la idea de fundar un partido progresista que había sido antes preconizado por Rosa."37

En palabras del Gral. Carlos F. Alvarado, este acontecimiento sucedió de la forma que sigue:

"El presidente, General Luis Bográn, con ocasión de estar reunido en la ciudad de Santa Bárbara, en 1890, en el congreso extraordinario que había de aprobar el tratado de unión provisional de Centro América, firmado en El Salvador en 1889, proyectó la organización de un partido nacional 38 con un programa concebido de tal forma que en el pudieran ingresar sin dificultad todos los miembros de las diversas parcialidades… el pensamiento del General Bográn fue bien acogido por todos los diputados y en consecuencia, firmaron un acta de compromiso constitutiva del partido del que fue electo jefe el mismo General Bográn… El ocho de febrero de 1891 se reunieron nuevamente aquellas personas que en Santa Bárbara resolvieron la formación de ese partido nacional, al cual bautizaron con el aditamento de "Progresista", en vez de Nacional… Se formó el programa y estatu- tos de la nueva entidad y se propuso la organización de clubs o comités en toda la república…"39.

Este fragmento nos arroja datos de trascendental importancia, como el hecho de que a ese partido se le denomine Progresista, lo que denota la influencia que "La Constitución Social de Honduras" había ejercido sobre los fundadores de esta organización partidaria. Recordemos también que, quien propone su fundación, Luis Bográn, es considerado como un continuador de la política de Soto y, cuando él habla de la fundación de un partido nacional, se refiere, a nuestro modo de ver, a un partido que sea salvaguarda de los intereses del Estado, es decir, un aparato que represente los intereses de un grupo en particular.

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37Lucas Paredes. El Drama político de Honduras. México: Latinoamericana, 1958, pág. 53.

38Los subrayados son nuestros

39Carlos F. Alvarado. En: El Cronista, Diario Independiente Nº5384 (27 de octubre de 1932), págs. 3-4.

Por otra parte, Soto, en algún momento de su administración, planteó la necesidad de nacionalizar su sistema de gobierno (liberal) porque era el único que podía conducir a Honduras por mejores derroteros.40 De allí la idea de la fundación de un partido nacional, que en el fondo no era sino la puesta en marcha del proyecto presentado por Rosa en "La Constitución Social" en 1880.

Las derrotas constantes que sufre el Dr. Céleo Arias, ante las embestidas de los caudillos de la escuela de Soto, conducirán a que, en 1891, después de la muerte de Arias, surja a la palestra pública, encabezando al partido liberal de Arias, el señor Policarpo Bonilla. Seguidor de las ideas de Arias, Bonilla continuará lidiando en las filas de su partido hasta llegar al extremo del anacronismo, postulándose como candidato, bien entrado ya el siglo XX.

"El cinco de febrero de 1891 la convención liberal dictó en Tegucigalpa, con representantes de seis departamentos, la constitución del Partido Liberal, acogiendo en su seno las ideas fundamentales del programa de Arias…"41

En ese mismo año, los candidatos, Ponciano Leiva (liberal progresista) y Policarpo Bonilla (del partido liberal de Arias), se enfrentaron en elecciones, que en palabras de Lucas Paredes "transcurrieron tranquilas y sin alteraciones, salvo por los bochinches causados por el candidato liberal, quien repartió divisas rojas con la leyenda "viva el Partido Liberal" y que además intentó tomarse el Cabildo Municipal de Tegucigalpa…"42 Al final de la contienda, resultó ganador el Sr. Ponciano Leiva, quien toma el poder de la república el 6 de noviembre de 1891.

Un elemento que hasta ahora, y sin intención, hemos visto de soslayo, es el caudillismo. Este fenómeno político es de vital importancia para entender las diferencias entre los partidos que de por vida han conducido la vida política de Honduras. El caudillismo, que podría definirse como:

"…el sistema político y social y hasta cultural que supone un agrupamiento de una sociedad o una fracción importante de ella alrededor de la persona del cau- dillo. Igual que el caciquismo, el caudillismo implica una cultura de relaciones personales de parentesco o compadrazgo que se mezcla como estilo, cortesía o forma de conocimiento político con las nuevas costumbres y agrupaciones, así mismo, el caudillismo supone un fenómeno de relaciones sociales y culturales

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40Ibíd., pág. 3.

41Hilario R. Vallejo. Crisis histórica del poder político en Honduras. Tegucigalpa: V.A.S., S. de R.L., 1990, pág. 41.

42Paredes, óp.cit., pág. 101.

típico de las sociedades rurales o pequeñas comunidades"43.

En actitudes tales como las descritas en la definición antes citada, se resume la política hondureña de principios de siglo XX. De allí que los conflictos partidistas no eran conflictos por principios ideológicos o de clase, sino que únicamente por alcanzar el poder de la nación y beneficiarse de él. Siguiendo estos lineamientos, las agrupaciones formadas a partir de 1891 pierden su carácter de organización política y se agrupan alrededor de personalidades que conducen a sus simpatizantes al desangramiento en la guerra civil.

En resumen, lo que hasta ahora se ha abordado son únicamente los antecedentes para el surgimiento de organizaciones políticas que tienen su sustento en la ideología liberal, ya que la existencia del Partido Progresista es efímera, y el Partido Liberal, por su parte, continuará la línea de política caudillista. El Partido Progresista, que a nuestro modo de ver tiene su sustento ideológico en "La Constitución Social de Honduras", que como se dijo antes es un análisis crudo y meticuloso de la realidad social y política de Honduras que plantea que la mejor forma en que pueda progresar Honduras es mediante la fórmula orden y progreso, se perfilará como el continuador de los principios de la reforma liberal.

El Partido Liberal de Arias, que me atrevo a llamar utópico, fundamenta su ideología en el folleto "Mis ideas", un trabajo, que como ya se ha dicho, no es un análisis concienzudo de la situación nacional, sino más bien un ideal personal del Sr. Arias, que si bien es cierto en su contenido plantea cuestiones de avanzada, como la universalidad del sufragio, también cae en la falacia política, en el sueño de lograr la paz, la igualdad, la unión centroamericana, la pureza en la economía y la equidad en el manejo de los fondos públicos, etc., cosas que se verán negadas por los seguidores de su ideario cuando estos arremeten con una campaña militar en contra de Ponciano Leiva y su partido en 1893 y 1894.

Así, con el triunfo de la revuelta de 1894 y el ascenso al poder de Policarpo Bonilla por la vía armada, se instaurará la nueva constitución basada en parte en los preceptos liberales de Arias. Sin embargo, en la práctica, esta constitución se encuentra lejos de la realidad y no ayuda en nada a solventar la precaria situación política y social en que se debatía Honduras después de la revuelta policarpista, que será el inicio de otra cadena constante de guerras civiles que concluirá en 1930.

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43UNESCO. Diccionario de Ciencias Sociales. Madrid: Planeta, 1987, págs. 353-354.

Características específicas de los procesos electorales

En un estudio teórico sobre los partidos políticos el hablar de los procesos electorales debe ser considerado como un elemento importante del análisis. Ellos son un reflejo de la mentalidad y de los cambios políticos que suceden durante un período de tiempo, todo esto en relación a las reformas constitucionales o de ley que hacen adquirir o derogar derechos. Bien es sabido que los procesos políticos están íntimamente ligados a las disposiciones y la gestión que del Estado hace el grupo en el poder.

Augusto C. Coello, en la introducción a su "Digesto constitucional de Honduras", apunta: "La enumeración de derechos y garantías se sucede casi sin variaciones sustanciales, desde la constitución de 1825 hasta la de 1880, en la que se les enumera metódicamente, aunque sin ninguna reforma fundamental en ellos…"44 y esas condiciones quedan casi estáticas, co- mo se puede observar en las constituciones subsiguientes en donde los requisitos para ser ciudadano en 1866, por ejemplo, no variarán de forma sustancial sino hasta 1894.

Aunque la información de que se dispone es escasa, trataré de hacer un esbozo de la situación de los procesos electorales, partiendo de 1866. En este año, el gobierno dicta una ley electoral que en sus puntos básicos expone:

"Artículo 4. Para ser elector se requiere, ser hondureño, mayor de 20 años, de conocida honradez y poseer un capital en bienes que ascienda o que no baje de 100 pesos, u oficios que produzcan ordinariamente 3 reales diarios. También son electores los mayores de 18 años con los requisitos anteriores, que además sean casados o posean grado literario…"45.

El carácter censal del voto es muy evidente en esta ley electoral y a parte el hecho de la especificidad de la renta del ciudadano la definición se mantiene hasta en 1894 cuando las condiciones para ser ciudadano cambian radicalmente. En 1894, una reforma drástica de la constitución hace del sufragio un derecho "universal"; exceptuando, evidentemente, a las mujeres.

En relación al ejercicio del sufragio, la ley electoral de 1866, apunta lo siguiente:

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44Augusto Constantino Coello Estéves. El Digesto constitucional de Honduras. Tegucigalpa: Tipografía Na- cional, 1923, pág. 9.

45Gobierno de Honduras, óp.cit., pág. 8.

"Capítulo cuarto: del modo de practicarse las elecciones.

SECCIÓN I

De las elecciones de autoridades supremas.

Artículo 14. El Congreso convocará a elecciones de presidente de la República y de diputados, siempre que hayan cesado o estén por cesar en sus funciones

Artículo 17. Organizado el directorio, formará la lista de los electores que hu- biesen concurrido y llamándose sucesivamente por uno de los escrutadores, se acercarán a la mesa a dar su voto en voz alta por la persona o personas que se trate de elegir cuyos nombres escribirá el secretario…"46

Esta situación deja entrever que la secretividad del voto es inexistente, y que el carácter censitario del mismo restringía la participación de la gran mayoría de la población. Este problema se repetirá en lo que va de 1866 a 1894, en donde la constitución promulgada ese año (1894) nos dice entre otras cosas: "Son ciudadanos todos los hondureños mayores de 21 años, y los mayores de 18 años que sepan leer y escribir… El sufragio será directo y secreto, y las elecciones se verifican de la forma que prescriba la ley."47

La llegada de Policarpo Bonilla al poder y la puesta en práctica del ideario de Arias conducirán a la reforma de la constitución política de Honduras y a la promulgación de la constitución liberal de 1894, la cual busca la introducción de nuevas formas en el desarrollo político, dando al traste con viejas costumbres electorales. Eso en cuanto a los planteamientos teóricos del documento, porque en la práctica seguirá prevaleciendo la zancadilla política y el interés personal caudillesco, por sobre los preceptos constitucionales.

La costumbre (que Arias pretendía abolir con su ideario) de los retenes, los ejercicios militares, las detenciones forzosas, etc., durante los procesos electorales, fueron la práctica cotidiana y prevalecieron hasta bien entrado el siglo XX.

Pese a que en Honduras se habla de procesos electorales desde que se hace la disolución del lazo colonial español, estos procesos estuvieron limitados a ciertas prácticas que no necesariamente eran elecciones sino más bien ratificaciones presidenciales o legitimaciones de algún proceso de facto.

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46Ibíd., pág. 9.

47Mejía, óp.cit., pág. 133.

Para citar ejemplos, en lo que va de 1863 a 1891 la alternancia en el poder estuvo siempre regida por la intervención o la imposición desde repúblicas vecinas. De 1863 a 1876, el gobierno de Guatemala impuso a cinco mandatarios en Honduras,48 y los pocos que llegaron por elección popular siempre participaban como candidatos únicos, y en la mayoría de las veces se hacían elegir después de haber tomado discrecionalmente el poder.

Después de 1876, la práctica que prevalece es el continuismo, ya sea como postulación personal única o a través de la imposición de candidaturas oficiales. Esas candidaturas alcanzaban su objetivo con el apoyo decisivo del aparato represivo del Estado. Esta situación pone en evidencia la inexistencia de partidos políticos en el sentido estricto de la palabra. En este sentido, el Estado y el gobierno serán una presa fácil de los caudillos que tendrán como fin último la toma del poder.

Aunque en la teoría se presentarán alternativas para una práctica democrática, en el sentido liberal de la palabra, en el quehacer cotidiano y la mentalidad colectiva no se hizo sentir la diferencia, y en definitiva, las masas nunca fueron protagonistas conscientes de los hechos. Siempre estuvieron al servicio del cacique del pueblo, del caudillo, de la facción, del compa- dre o del partido. Costó, y costará mucho, que los cambios de mentalidad hacia el alcance del bien común sean un hecho palpable en donde la teoría se complemente con la práctica.

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48Paredes, óp.cit., pág. 540.

CapÍtulo 2

¿Partidos de clase o partidos de patronazgo?

Las bases teÓricas del concepto de partido polÍtico

En el capítulo anterior se expusieron los fundamentos teóricos de los partidos u organiza- ciones políticas en Honduras durante la última década del siglo XIX. En el presente apartado se tratará de puntualizar algunos rasgos que definen al partido en tanto que concepto. Par- tiendo de la conceptualización, se busca demostrar (o por lo menos intentarlo) que entre las organizaciones políticas incipientes de Honduras no existen conflictos ideológicos, sino más bien, conflictos políticos. Por otra parte, se busca definir que es un partido de clase y que es un partido de gobierno o de patronazgo.

A partir de esas definiciones, se tratará de identificar a los partidos liberales de Honduras con una de las propuestas conceptuales que se abordarán.

Para comenzar, se hará un preámbulo a cerca de lo que son los partidos políticos.

"Llamamos partido a las formas de socialización
que, descansando en un recluta- miento (formalmente) libre, tienen como fin
proporcionar poder a sus dirigentes dentro de una asociación y otorgar
por ese medio, a sus miembros activos, determinadas probabilidades ideales o
materiales… Pueden ser formas de socialización efímeras o de
cierta duración y aparecer como asociaciones de toda clase y forma:

séquitos carismáticos, servidumbres tradicionales y adeptos racionales."1

Desde otro punto de vista "… los partidos no son una institución de derecho público, pero si una de la política; ellos no son tampoco una institución formada de los miembros de la organización el Estado, sino una formada por grupos sociales, donde todo el mundo es libre de entrar y salir libremente, y en donde algunas opiniones o algunas tendencias unen a los miembros bajo una acción política común. Ellos son el producto y la expresión de diversas corrientes de espíritu público, que mueve la vida nacional en el círculo de las leyes" 2.

Entonces, los partidos son agrupaciones que se orientan hacia un objetivo fundamental, la toma del poder de una nación. Sin embargo, esta toma del poder deberá ir guiada por un principio político, es decir, un sustento teórico que fundamenta el carácter social de la organización y que, a partir de su formación, buscará la conformación de una base social, de la cual surgirán los futuros cuadros que se perfilarán como los continuadores de la obra partidaria y de la existencia del Estado como expresión política del bloque en el poder. En este sentido, "hablamos de un partido político cuando está animado por un principio político y tiene un objetivo político. En el verdadero sentido del término, es político solamente aquello que está vinculado con la existencia del Estado."3

En la lucha por alcanzar el poder, las organizaciones políticas se verán enfrentadas, generando una oposición que puede ser entendida desde dos ópticas.

Se puede hablar de un partido de oposición como aquel que, representando los intereses de un grupo o clase social, hace oposición o contrapone sus planteamientos ideológicos con otro, que al igual que éste, defenderá sus planteamientos a todos los niveles.

Por otra parte, aparecerá el partido de oposición entendido
como "…el hecho de que en el momento actual un partido ha llegado al
poder y ocupa los cargos gubernamentales, y que el otro partido está
fuera de estos…"4

1Lenk Kurt y Franz Newmann. Teoría y sociología crítica de los partidos políticos. Barcelona: Anagrama, 1980, pág. 229.

2Esta cita es una traducción libre del francés de Johann Caspar Bluntschli. La politique. Trad. por Armand de Riedmatten. 2.a ed. Publicistes & économistes contemporains. Guillaumin et cie, 1883, págs. 322-323. Esta definición aparece por primera vez en el folleto de Johann Caspar Bluntschli. Charakter und Geist der politischen Parteien. CH Beck, 1869, que se tradujo casi de inmediato en varios idiomas. No se encontró la traducción en español sino la traducción en francés incluida en la nota anterior

3Kurt y Newmann, óp.cit., pág. 128.

4Ibíd., pág. 228.

Desde las ópticas arriba mencionadas y siguiéndole la pista a Max Weber, se distinguirán entonces dos tipos de partidos: uno que se orienta únicamente hacia intereses personales, dirigidos oficialmente o de hecho " … de un modo exclusivo al logro del poder para el jefe y la ocupación de los puestos administrativos en beneficio de sus propios cuadros (partidos de patronazgo), o pueden estar dirigidos predominantemente y de modo consciente por intereses de estamentos o clases (partidos estamentales o clasistas)…"5

Los partidos de patronazgo o de gobierno únicamente persiguen intereses mezquinos de enriquecimiento y logro de status para sus gestores. En un medio donde lo que prolifera son los partidos de gobierno, también tendrá presencia la dinámica de la oposición, en el sentido de que unos están en el poder y otros fuera de él. Sin embargo, el arraigo en el poder por parte de un grupo de personas, y su prolongación a través de diferentes medios, puede causar el descontento entre la oposición, al grado de exacerbar los ánimos y desembocar en la lucha armada.

El partido de patronazgo se contrapone al partido de clase. En este último, la dinámica de oposición se centra en objetivos concretos en favor de la clase o grupo de clase que representa el partido. Los partidos de clase aglutinan a los miembros de un sector de la sociedad entorno al objetivo programático y político de la toma del poder en favor de su clase, evadiendo teóricamente cualquier posición de tipo personal.

En el partido de patronazgo predomina, por el contrario, el borreguismo. "El pueblo (integrado por miembros de diferentes clases) 6 participa, pero no es consciente de los verdaderos fines y de los intereses que favorecen el movimiento en el cual actúa…"7 Ese seguidismo pasa a constituir el soporte de los que, aludiendo ser los llamados a ostentar el poder, conducen a la heterogénea masa al desangramiento.

En síntesis, así se visualiza un partido político en su expresión conceptual, pero "El partido por ningún punto debe de confundirse con la facción. Esta última es la exageración y la degeneración del partido, ella es tan desastrosa para el Estado como tan útil es al mismo el partido. Los partidos se forman y crecen en una nación sana, miteras que las facciones prosperan en una nación enferma. Los unos son complemento del Estado, las otras lo destruyen.

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5Max Weber. Economía y sociedad (Trad. J. Medina, J. Roura, E. Ímaz, E. García y J. Ferrater). Madrid: Fondo de Cultura Económica., 1992, pág. 239.

6Los paréntesis son nuestros

7Marta Harnecker y Gabriela Uribe. Dirigentes y masas. México: Unversitaria, 1978, pág. 9.

En su crecimiento, el Estado es animado por los partidos; en su decadencia, el Estado es la presa de las facciones" 8"

Las facciones son aberraciones que deforman y castran los partidos en cuanto al alcance de sus planteamientos ideológicos conceptuales, pasando de proyectos colectivos a constituirse en un proyecto particular. Entre más sana sea la condición política de un país, más posibilidades existen de que los partidos funcionen como tales. Empero, cuando el entorno político es débil y lacerado por el parásito de la ambición y la corrupción, los partidos se deforman más, al grado de convertirse o de acercarse a las facciones.

como ya se dijo, las facciones, que pueden ser destructoras o obstaculizadoras del desarrollo del Estado, son la deformación del partido.

En consecuencia, "la facción no quiere servir al Estado, sino que el Estado la sirva, no persigue unos fines políticos, es decir de interés común, sino egoistas. En el conflicto entre el bien del Estado y el interés del partido, la facción prefiere el segundo y sacrifica al primero… la contraposición entre el partido político y la facción consiste menos en que tienen fuerzas y tendencias distintas, y mucho más en que se mueven en una corriente polar opuesta. Si los dos polos, idénticos para ambas, el espíritu particularista y el espíritu de Estado, alteran su posición dominante, entonces una misma asociación aparecerá una vez como partido político y la otra como facción9…"10

De esta forma, aunque la fundación de partidos políticos en Honduras haya sido un proyecto para la consolidación del Estado, lo enfermo de la situación nacional (debilidad política y económica, adscripción a otros gobiernos y posiciones continuistas, entre otras) conduce a que los incipientes partidos políticos se transformen en facciones egoístas, encabezadas por caudillos que niegan el carácter institucional de las organizaciones que representan, conduciendo a la masa a la confrontación armada en una lucha donde quien menos gana es el pueblo.

Se trató, en la exposición anterior, de puntualizar algunas
diferencias entre los partidos de clase, los partidos de patronazgo y la facciones.
El motivo para establecer esas diferencias radica en la necesidad de aclarar
algunos puntos respecto a las emergentes organizaciones partidarias en Honduras
durante el siglo XIX, es decir tratar de encauzar este estudio en una linea
que deje clara, de una vez, que los partidos que surgen en Honduras no son partidos
de clase, en tanto que en ellos confluyen diferentes sectores sociales. Por
otra parte, esos partidos no son antagónicos, pues su lucha, más
que ideológica, es política, pues su fin es la toma del poder
en favor del caudillo y su séquito.

8Esta cita es una traducción libre del francés de Bluntschli, La politique, págs. 322-323

9Los subrayados son nuestros

10Kurt y Newmann, óp.cit., pág. 129.

Como se anotó en el capítulo 1, aún en los planteamientos de Rosa y Arias, no existe el sustento ideológico de clase en los fines programáticos de las organizaciones que se pretenden formar. En todo caso, los proyectos organizacionales, y aún los partidos constituidos en 1891, se acercan más al partido de patronazgo. El fin último de estos partidos es llevar a su jefe al puesto dirigente, para que luego ponga los cargos estatales a disposición de sus partidarios. En consecuencia, para el análisis del surgimiento de los partidos políticos en Honduras, no se puede obviar la presencia del fenómeno caudillista. En el capítulo anterior se hace una breve referencia a lo que es el caudillismo. En su definición se deja claro que el caudillismo concentra su campo de acción en la persona del caudillo, que puede llevar a las masas al desangramiento apasionado por tal de buscar o resguardar intereses individualistas. Junto al caudillismo, también aparece una actitud de adulación por parte de los sectores que forman el conglomerado de una comunidad.

Ese grupo de "individuos que ocupan diferentes lugares en la producción social: obreros, pequeños productores, capitalistas pequeños y medianos, etc. y algunos sectores que sólo están ligados indirectamente a la producción (intelectuales, empleados del Estado, etc.)"11 y que en el lenguaje de las ciencias sociales llamamos masas, se ve, por su heterogeneidad y falta de definición de clase, enfrascado en las luchas caudillistas, cayendo en actitudes sumisas y, a veces, hasta suicidas, pues peleaban al lado de un jefe militar que, una vez obtenido el triunfo o la derrota, según el caso, se olvidaba de los hombres que llevaron su causa sobre sus hombros.

Ese sometimiento hacía que el pueblo participara "sin ser consciente de los verdaderos fi- nes y de los intereses que favorecía el movimiento en el cual actuaba. De esta manera, el papel dirigente…se acompañaba del seguidismo de la masa que no tenía educación ni consciencia de sus propios intereses, mientras más ignorante es la masa, más fácil será conducirla.12

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11Harnecker y Uribe, loc.cit.

12Ibíd., pág. 12.

Ese era el cuadro que perduró desde el período de anarquía en los países de Centroamérica. En Honduras, tras el ocaso de la paz que impuso el Dr. Marco Aurelio Soto, sobrevino un período en el que la lucha política se limitó a la toma del poder y no a la consolidación del Estado nacional como lo pretendieron los reformadores.

De esta forma, el desfile de caudillos con divisas rojas o azules, harán su aparición en la vida política de Honduras. Personalidades que aún en la actualidad son objeto de discusión (Manuel Bonilla, Céleo Arias, Marco A. Soto, Luis Bográn, entre otros) fueron más de una vez víctimas, al igual que otras fueron victimarios. En época de desorden, los jueces se volvían acusados, o a la inversa. Mientras tanto, el pueblo, la masa, se movía al ritmo de la facción o partido que escogían.

El fenómeno de la correría guerrerista de carácter caudillista, y la inserción de la masa en dicho proceso, se debe a que las condiciones superestructurales son óptimas para el surgimiento de pseudo líderes que aprovechan el atraso de la consciencia de la masa, debilidad muchas veces (por no decir siempre, al menos en nuestro caso) aprovechada por los mismos que, en nombre de una causa u otra, detentan el poder y que a veces se ven obligados a satisfacer algunas necesidades inmediatas de las masas para evitar su frustración y contar con el apoyo de ellas, en su próxima lid.

El desfile de caudillos, desde Soto hasta el Manuel Bonilla de 1911, en nuestro caso, es una muestra evidente del papel de organizaciones que ven como fin último la toma del poder y beneficiarse de éste en pro de los sectores sociales heterogéneos y minoritarios que representan. Un ejemplo visible de los partidos de patronazgo lo representa el Partido Liberal de Céleo Arias. Este partido basa sus principios en las libertades a todos los niveles y propone que el medio para alcanzar el poder son los votos de los ciudadanos. No obstante, la ambición personalista se sobrepone al interés común o de clase.

Williams Stokes apunta:

"La importancia de la obra de Policarpo Bonilla en efectuar la organización estable, permanente del Partido Liberal puede difícilmente ser sobrevalorada. No obstante, su objetivo, el establecimiento de instituciones representativas bajo procedimientos legales y pacíficos, no fue realizado. Dos razones emergen pa- ra explicar el fracaso. A pesar de su admitida oposición al personalismo en la organización del partido, Policarpo Bonilla llegó a ser la cabeza actuante y simbólica del Partido Liberal. Así, las tradiciones históricas del caudillismo y temas personales no fueron completamente eliminadas. También el Partido Liberal no fue capaz de demostrar la validez de uno de sus principales postulados, "el obtener el poder por la fuerza del voto". Aunque el fraude y asistencia oficial por parte del gobierno de Bográn sin duda ayudaron a Ponciano Leiva a derrotar a Policarpo Bonilla en la campaña de 1891, esta violación a la ley electoral difícil- mente ofrecía suficiente razón para la decisión del Partido Liberal de rebelarse contra el gobierno. Si el Dr. Bonilla hubiese edificado su partido sobre fundamentos ideológicos más firmes, hubiera rehusado el uso de la fuerza…"13

La cita anterior nos ayuda a demostrar que la concepción de partido que se maneja en Honduras desde sus inicios incluye por lo menos tres elementos fundamentales que nos conducen a pensar y a catalogar a los partidos hondureños como partidos de patronazgo o facciones y no como partidos de clase. Estos elementos son:

  • 1. El partido entendido como facción o viceversa.

  • 2. El caudillismo como afán personalista desprendido de cualquier tipo de ética.

  • 3. El afán por gobernar en favor de un reducido grupo de personas (partido de patronazgo o de gobierno).

Se entiende, según lo expuesto en páginas anteriores, que la facción no busca el beneficio del Estado sino el beneficio personal o de grupo. Así, los partidos incipientes caen en actitudes faccionarias al no pensar en función del Estado. Pero, al igual que éstos existen facciones que se denominan partidos aunque su raíz sea la misma (Manuel Bonilla y su candidatura de 1902-3). Esa situación faccionaria deja que las cabezas de los caudillos asomen. Unos, que de un modo podrían llamarse conservadores al pretender seguir en el poder a través de otras personas, y otros que, ufanándose de ser herederos de principios, caen en el personalismo y arremeten contra el gobierno negando sus principios fundamentales, como es el caso del partido liberal con Policarpo Bonilla a la cabeza en 1893.

El afán personalista hace que la organización
política pierda su canon de estructura orgánica, coarta el avance
de nuevos líderes y la formación de cuadros representantes de
clase, lo que conduce a la organización a convertirse en partido de patronazgo,
afianzado por el fenómeno del borreguismo (seguidismo ciego por parte
de la masa) hasta llegar al extremo de la matanza entre personas que comparten
un mismo sitio dentro de la structura social.

13William S. Stokes. Honduras: An Area Study in Government. Madison: University of Wisconsin Press., 1950, pág. 214.

Liberales azules y liberales rojos

A lo largo de este capítulo se ha tratado de analizar los orígenes de las instituciones po- líticas en Honduras, partiendo de supuestos teóricos que nos definen lo que es un partido, el caudillismo, la formación de facciones y la guerra. Estos cuatro elementos, al contrastarlos con la realidad, nos han permitido ver que aunque nuestros políticos decimonónicos, en consonancia con las medidas de modernización estatal emprendidas por la reforma, pretenden la formación de partidos politicos con relativamente buenos sustentos teóricos ("Mis Ideas", "La Constitución Social de Honduras") basados en los principios del liberalismo clásico.

Estas ideas,sin embargo, se quedan en puros intentos y los continuadores de las mismas convierten a las incipientes organizaciones políticas en simples facciones. Estas facciones políticas se convertirán en partidos de gobierno o de patronazgo, en detrimento de la idea original que los concibió, dando origen a una pléyade de caudillos que, al no tener capacidad política para discutir en la mesa de negociaciones el reparto del poder, se enfrascarán en campañas militares que les darán (a los caudillos) capacidad para conducir a la masa, dispersa y sin consciencia de clase, a dirimir los problemas políticos, en el campo de batalla.

En muchos estudios sobre los partidos políticos se pretende cavar un foso que separe, de forma puntual y definitiva, a los partidos tradicionales de Honduras. En algunos casos se dice que el Partido Liberal es el partido de avanzada, "el partido de las milicias eternamente jóvenes"14, y que aglutina en su seno a comerciantes y capitalistas. El Partido Nacional, por el contrario, se dice que representa a los sectores más reaccionarios y conservadores del país, y que agrupa a su interior terratenientes, militares, etc.15 Todo esto para pretender darles el sentido de partidos estamentales (Weber) o de clase (Kurt). Empero, los hechos, desde sus orígenes, demuestran que los dos partidos son fundados en una misma época, por individuos (no colectividades), y que se cobijan bajo una misma ideología política. El Partido Liberal de Honduras siempre es postulado como la primera organización política permanente en Honduras.

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14Ángel Zúñiga Huete. Liberalismo. Tegucigalpa: Sin editor, 1963.

15Véase :ibíd., José Oscar Hernández Centeno. "Historia de la Formación de los Partidos Polítícos de Honduras". Tesis previa a la investidura en el grado de licenciado en historia. U. N. A. H., 1985, Gloria Esperanza Ferrera, Alicia Betancourth Oseguera, Maria Isabel Urtecho López y Ena Yolana Romero Gómez. "Gobierno del doctor y general tiburcio carias andino: marco historico". Tesis previa a la investidura en el grado de licenciado en historia. U. N. A. H., 1985, entre otros

Estoy de acuerdo con tal postulado, pues desde que se instauró el régimen de Marco Aurelio Soto han gobernado a Honduras una gran lista de hombres de ideología liberal, que se prolonga hasta la actualidad (neoliberales). El grupo de liberales que defenestra a otro grupo en 1894 gobernará el país hasta la década del 30 del presente siglo. Fenómeno que se ve secundado por la dinámica del caudillismo, que conduce a los grupos élites rectores de la política nacional a formar agrupaciones que se denominan entre sí partidos que desde sus inicios no denotan ningún tipo de conflictos por ideología o antagonismo de clase o grupo de clase.

El conflicto es en algún caso un conflicto político de transformación dentro de la misma corriente de pensamiento. Es, para el caso, la necesidad de acabar con el régimen censitario, o la abolición de la pena de muerte o cualquier otra reforma, pero sin salirse del más puro liberalismo. La otra cara de la moneda es el conflicto personal o la simpatía personal que a veces se ve agraviada por la ambición personal. Es el caso de la generosidad supuesta de Manuel Bonilla, quien retiró su candidatura en 1898 en favor de Terencio Sierra, quien no hizo lo mismo por su compañero de armas en 1902 16.

Aunque la idea de fundar partidos politicos que asegurasen la supervivencia en el poder de un determinado grupo social fue vista con buenos ojos por algún sector de la comunidad hondureña, los hechos demostraban que el grupo dominante de Honduras no era lo suficientemente maduro para organizar brazos políticos que les permitieran su consolidación en el poder y la consecuente solidez económica, hecho que fue bien aprovechado por manos extrañas para hacer aumentar su capital, contribuyendo a desangrar al pueblo en matanzas inútiles. Por otra parte, los sectores desposeídos de Honduras, acostumbrados a serle fiel a su patron, participaban de la guerra civil como simples borregos, y al final de la jornada nada cambiaba para ellos.

Entonces ¿Existieron en Honduras partidos políticos con diferencias ideológicas en lo que va de 1891 a 1911? Nuestra respuesta es categórica, no creemos que existieron tal tipo de organizaciones. Lo único que existieron fueron partidos de patronazgo, facciones, caudillos y lucha política entre grupos de liberales cuya única diferencia era, en principio, la viñeta azul o la roja, que después se transformó en lucha entre el gendarme de una firma norteamericana u otra. Creemos que los intentos reales por la organización de partidos como tales se dan hasta bien tarde en la primera mitad del siglo XX, aunque todavía persiste el flagelo del caudillaje que tanto daño causo a Honduras en tiempos pretéritos.

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16Ver Ángel Zúñiga Huete. Presidentes de Honduras vol. II. Desde Céleo Arias hasta un cápitulo de historia Nacional. Tegucigalpa: IPGH, 1988 y Mejía, Historia de Honduras, vol. V

CapÍtulo 3

Caudillismo y guerra civil (1883-1907)

Debilidad polÍtica y continuismo, principales causas del resurgimiento de la guerra civil en Honduras

Para hablar del surgimiento de los partidos políticos no se puede obviar el hecho de que ellos nacen ligados a procesos armados que irrumpen en el corto período de vida pacífica que vivió Honduras después de 1876 y que, como dijimos antes, permitió el surgimiento de los primeros brotes de organización política. Estos procesos de enfrentamientos armados por causas políticas también tienen su interpretación teórica, la que nos permite ver el fenómeno de la guerra no como simple recuento de hechos, sino como parte de un proceso histórico en el que las contrariedades políticas son dirimidas en los campos de batalla. En esa línea, el fenómeno de la guerra en general se da dentro de un contexto de actitudes políticas que llevan al enfrentamiento a bandos contrarios, no necesariamente antagónicos. Para el objeto de este análisis, el antagonismo implica la contradicción extrema de intereses de clase y principios ideológicos. Pero, cuando los enfrentamientos se dan entre miembros de un mismo grupo social que utilizan a otros para alcanzar sus intereses, no se puede llamar antagonismo. Llamémoslo contrariedad o simplemente ambición personal.

¿Qué es la Guerra? De la forma más sencilla la guerra es un acto de violencia encaminado a forzar al adversario a someterse a nuestra voluntad. Pero ese acto de violencia no es tan simple como parece, pues tiene implicaciones más concretas que le permiten constituirse en un fenómeno de trascendencia dentro de una sociedad. Un teórico de la guerra apunta:

"La guerra es un acto de violencia, y no existe límite alguno en la manifestación de esa violencia, cada uno de los adversarios impone al otro la ley, de donde resulta una acción recíproca, que en tanto concepto debe ir hasta los extremos"1.

Esta acción recíproca implica que cualquier adversario que no logre vencer se tendrá que someter a las disposiciones del vencedor, quien en última instancia tratará por todos los medios sacar ventaja del vencido.

¿Cuáles son las motivaciones de la guerra? Si bien es cierto la guerra es producto de fenómenos de tipo económico, ya sea por cambio de estructuras o simplemente para el beneficio personal de un caudillo y su grupo, la implicación primaria de la guerra es la de orden político que, junto con las económicas, formarán el marco conceptual del acto bélico. En este sentido, toda guerra tiene como motor primario la acción política que busca la utilización de medios de fuerza para consolidar su posición en la esfera estatal.

"La guerra de una nación o comunidad nace siempre de una situación política y es el resultado de un motivo político. He aquí porque la guerra es un acto político. Sin embargo, si este fuera un acto completamente independiente, una manifestación de violencia absoluta tal como pudiera ser ésta extraída de su puro concepto, la guerra ocuparía el lugar de la política en el instante mismo en que fuera provocada por ésta…2"

Empero, la política no es sustituida por la guerra porque cuando el objetivo político de la guerra es cumplido, la guerra pasa a simple instrumento de la política.

"Luego si se piensa que la guerra nace de un designio político resulta natural que ese motivo inicial del que ella brota siga constituyendo la consideración primera y suprema que dicta la forma en que el conflicto bélico ha de ser conducido… Por eso la política impregna completamente el acto de guerra, ejerciendo sobre éste una influencia constante, en la medida que lo permita la naturaleza de las fuerzas explosivas en acción…3"

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1Claus Von Clausewitz. Arte y ciencia de la guerra. México: Grijalbo, 1972, pág. 30.

2Ibíd., pág. 30.

3Ibíd., pág. 31.

Así, el objetivo político, como móvil inicial de la guerra que es, facilitará la medida, tanto de la finalidad a alcanzar por la acción militar, como los esfuerzos necesarios para ello… tal medida afectará en cualquier forma a los adversarios enfrentados4.

Entonces la guerra entre naciones o aún entre grupos sociales dentro de un mismo marco geográfico es producto, en última instancia, de las motivaciones políticas que conducen a la exacerbación de los ánimos al grado de la matanza. Pero la guerra no solamente es un acto político, sino un instrumento del que la política y los políticos hacen uso en sus campañas.

En otras palabras, la guerra será "… una continuación de las relaciones políticas, o la realización de esas por otros medios. El carácter particular de toda guerra de- pende del carácter particular de los medios que ésta pone a contribución. El arte de la guerra en general – y del comandante en cada caso específico – puede exigir que las tendencias y las intenciones específicas de la política no sean compatibles con dichos medios. Pero por muy poderosamente que la guerra reaccione en ciertos casos contra las intenciones políticas, ello sólo debe ser considerado como una modificación de estas intenciones; pues la intención política constituye el fin, en tanto que la guerra es el medio, no cabe concebir el medio independiente del fin5.

Este breve marco conceptual nos permite visualizar el fenómeno de la guerra desde una óptica teórica, misma que es argumentada en base a su contraste con la práctica, de donde se desprenden algunos elementos fundamentales para la aplicación de la teoría de la guerra en el caso de nuestra investigación. Estos elementos son:

  • 1. La existencia de dos adversarios enfrentados en el campo e inmersos dentro de un contexto político social.

  • 2. La guerra como acto de violencia, concebida como medio para la realización del objetivo político.

  • 3. El objetivo político como parte esencial de la acción bélica que se manifiesta por la disparidad de criterios en relación a un concepto político objetivo.

  • 4. La guerra entendida como la prolongación de la política por otros medios.

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4Ibíd., pág. 20.

5Ibíd., pág. 32.

Siguiendo esta línea de análisis se busca, a partir de los elementos teóricos, encauzar los procesos armados que se dan en Honduras, producto de la inestabilidad política que se inicia a finales del siglo XIX, y darles así el carácter de verdaderos procesos históricos.

Queda claro que la política tiene mucho que ver con el desencadenamiento de procesos armados. Si la política es entendida de forma sintética como: "…la dirección de las actividades del Estado en una u otra esfera de la vida social (y que además D.I.)6…la política es la expresión concentrada de la economía, su síntesis y coronación…7", entonces el resurgir de la guerra civil en Honduras tendrá sus raíces en algunos factores que, concomitantemente, colaboran al desarrollo o estancamiento de un sistema que, a nivel de opinión pública, vislumbraba la formación de un Estado moderno.

Los factores que colaboran al resurgimiento de la guerra civil en Honduras después de 1883, según mi opinión, son tres:

A.- La debilidad económica del Estado hondureño. Esta debilidad tendrá su manifestación en una debilidad política que hace que los gobernantes tengan que adscribirse a otros gobiernos más fuertes. La debilidad económico-política frustrará el surgimiento de partidos de clase, precisamente porque la sociedad hondureña no desarrolló esas clases antagónicas que lucharían por la toma del poder. En este sentido, los partidos incipientes generaron, a nuestro modo de ver, otro fenómeno que contribuye al rebrote de la violencia hacia finales del siglo XIX.

B.- El caudillismo. Aunque las dos organizaciones partidarias que surgen en 1891 son pro- ducto de una misma corriente política, las manifestaciones de estas tendencias se venían reflejando en la personalidad de algunos individuos que se mantenían en oposición en tanto unos estaban en el poder y otros no. Sin embargo, la corriente sotista se había esforzado por mantener la situación a la que había llegado, lo que la perfila como una corriente conservacionista dentro del liberalismo. El conservatismo hace que esos otros grupos, que en el momento no estaban en el poder, formen los cimientos para el surgimiento de un partido. Empero, la debilidad política de ambos grupos hará que la lucha política se manifieste en una lucha de caudillos que buscan, unos mantenerse en al poder, y otros llegar a él, sin importar los medios que usasen para ello.

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6los paréntesis son nuestros.

7Blauberg, óp.cit., págs. 272-273.

C.- La injerencia extranjera. En la dinámica caudillista generada por la debilidad política, los caudillos verán a la guerra como el único medio para alcanzar el poder. En ese proceso de manifestaciones de violencia, los bandos en disputas tendrán que proveerse de recursos para la guerra y apoyo político. Esos recursos y ese apoyo serán adquirido mediante el intermedio o la participación directa de gobiernos o capital extranjero. Esa injerencia desembocará en el aletargamiento del desarrollo del Estado y en la consolidación de los caudillos y sus "partidos".

Continuismo, elecciones y guerra civil

Tomando como punto de partida los tres factores que hacen resurgir la guerra civil en Honduras, así como también los postulados teóricos sobre la guerra, me propongo, en esta sección, interpretar de manera somera los acontecimientos bélicos más importantes que son antecedentes y consecuentes al surgimiento de los partidos políticos y a las elecciones de 1891.

Los reformadores liberales se vieron enfrentados a serios problemas. Uno de esos problemas fue la desintegración del territorio nacional8, que hacía que algunas regiones de Honduras se presentaran como autosuficientes, escapando al control del Estado, debido a la falta de medios de comunicación. Sin embargo, esa desintegración no sólo era territorial, sino económica y política. Tal situación no permite la conformación de grupos sociales económicamente fuertes, que se consoliden en una sola clase. En consecuencia, tampoco surgirá una clase que entre en lucha antagónica con la clase dominante.

Pese a los intentos constantes de los reformadores liberales por sanear la economía de Honduras, esa economía continuó débil y sin mayores posibilidades de desarrollarse. La regionalización del país evita también la formación de grupos políticos nacionales, es decir que su radio de acción fuera el territorio nacional. En tal sentido, tanto Soto como Bográn se mantuvieron en el poder gracias al control que ejercían sobre sus comandantes de armas, que les aseguraban los votos mediante la coacción física a la oposición. Esa práctica de coacción fue vista, por algún sector del liberalismo reformista, como negación de los principios liberales de absoluta libertad. La violación a esos principios generará oposición y disidencia dentro de la corriente reformadora, pero esa oposición no es organizada, sino caudillista y dócil. En consecuencia, el gobierno de Bográn se presentará como uno débil y acosado por el resurgir de la violencia caudillista.

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8Filander Díaz Chávez. Sociología de la desintegración regional. Colección Investigación y teoría / Universidad Nacional Autónoma de Honduras. U. N. A. H., Dirección de Extensión Universitaria, 1972.

Cuando en 1883 el presidente Soto interpone su renuncia ante el congreso, la imagen de Luis Bográn se perfila como el heredero del legado sotista. En su gestión administrativa, Bográn dará continuidad a las políticas reformistas de Soto con dos características funda- mentales, el verticalismo y el autoritarismo, que le generaron grandes problemas.

Durante sus gestiones administrativas, se enfrentará al problema de como hacer continuar el proyecto reformista. El continuismo, entendido como imposición de personas o la postulación personal para ejercer la presidencia de la república, ya no tenía razón de ser. Además, los mandatos que desde 1883 hasta 1891 se manifiestan en Honduras ya no eran tan sólidos como los del 1876 a 1883. Las gestiones administrativas de Bográn presentarán un fraccionamiento dentro de la corriente liberal reformista.

El fraccionamiento de los liberales, después de la caída de Soto, conduce a que se vislumbren dos tendencias bien claras: una que tiene como meta conservar el modelo legado por Soto, y otra más radical, en tanto busca apegarse al liberalismo clásico. El fraccionamiento del que hacemos mención denota la debilidad política del grupo en el poder que, al no poder unificar criterios en torno a la construcción del Estado nacional, se enfrascó en la formación de organizaciones dispersas y de corte personalista.

En lo que va de 1883 a 1891, Luis Bográn enfrentó una oposición virulenta pero sin mani- festaciones partidarias. Es así que los levantamientos armados en contra de su gobierno son muchos.

Según Medardo Mejía, Bográn en su afán de sanear el erario público formó una comisión para investigar al ex mandatario Soto. Este, ante tal acusación, respondió a Bográn financian- do dos expediciones militares por mar a partir de New York en 1865 y 1866 sucesivamente. Las dos invasiones fueron repelidas por las fuerzas del Gobierno9. Ante los fracasos marítimos Soto estimula los encantamientos enfrentamientos armados por tierra destacándose uno en particular por su magnitud.

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9Mejía, óp.cit., pág. 111.

En 1886, el Gral. Emilio Delgado se levanta en armas. Este entra por Nicaragua, se desplaza hasta Flores en el departamento de Comayagua, obtiene allí una victoria ante las fuerzas del Gobierno y continua su movilización hacia Copán donde esperaba refuerzos. Finalmente es derrotado y fusilado junto con sus lugartenientes en Comayagua. Bográn continua en el poder y Soto no es juzgado por fraude y dilapidación de fondos públicos10

Otro levantamiento importante durante el gobierno de Bográn y ya para el fin de su gestión administrativa, es el del Gral. Longino Sánchez en Tegucigalpa, el 8 de noviembre de 1890. Sánchez era oriundo de Nicaragua, participó a la derrota de José María Medina y se estableció en Honduras. Los gobiernos de Céleo Arias, Soto y Bográn lo estimularon en su carrera militar llevándolo del grado de Coronel al de General de División y poniéndole a la cabeza de la comandancia de armas de Tegucigalpa. Las razones de su rebelión no son claras porque ella no fue apoyada por los liberales policarpistas quienes prestaron ayuda a las fuerzas del Gobierno11. Esta ayuda puede ser interpretada como una estrategia política de la parte de la oposición liberal, en el sentido que, si apoyaban la revuelta de Sánchez, la represión del gobierno contra ellos sería enorme. Además, ese apoyo al gobierno podría granearles cierto caudal político en las próximas justas electorales. Hecho que es palpable en los escritos de Policarpo Bonilla en lo que sigue los hechos de 1890.

Pero en lo que nos ocupa, la importancia de las rebeliones que se dan en las administraciones de Bográn radica en que ellas ayudan a demostrar dos cosas:

  • 1. El dominio de Bográn y su grupo sobre algunos aparatos de Estado. Me refiero al do- minio sobre los aparatos represivo, administrativo y de propaganda, entre otros. Estos aparatos le permitieron a Bográn sortear cualquier tipo de crisis que podrían sobrevenir.

  • 2. La debilidad política de los sectores de oposición al gobierno de Bográn, quienes no lograron aglutinar las fuerzas necesarias para hacer frente a los aparatos de Estado.

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10Ver ibíd., pág. 111y Zúñiga Huete, óp.cit., pág. 31

11Mejía, óp.cit., pág. 115.

Para 1891, el Gral. Bográn convoca a elecciones que serían desarrolladas en septiembre de ese año. Bográn, quien necesita la continuación en el poder y, no teniendo justificación para su reelección, decide fundar el "Partido Progresista". Por otro lado, ante la muerte del Lic. Céleo Arias "el 28 de mayo de 1890" , la corriente liberal que el dirigía se vio acéfala, coyuntura aprovechada por el Sr. Policarpo Bonilla, quien tomó la dirección de lo que el llamaría más tarde el "Partido Liberal"12.

Las elecciones del 5 de septiembre de 1891 son precedidas por dos hechos fundamentales: La supresión del estado de sitio "el 13 de agosto de 1891"13 y la toma del cabildo municipal de Tegucigalpa el "4 de septiembre de 1891 por parte de los liberales hasta el grado de requerir la intervención de la Fuerza Armada…"14

El hecho de la toma del cabildo de Tegucigalpa se revierte en contra de los liberales acaudillados por Policarpo Bonilla y pasa a ser, a nuestro modo de ver, uno de los motivos para la pérdida, por parte de Bonilla, de las elecciones. Esta situación hace de Bonilla uno de los principales opositores del gobierno próximo a instalarse.

La paz interna de la que había gozado el país duró muy poco. Después de las elecciones de septiembre de 1891, el partido dirigido por Policarpo Bonilla salió perdedor, ganando las mismas el Partido Progresista. Esto dio pie para que el Sr. Bonilla comenzara sus acusaciones en contra de Bográn, en el sentido de que, este último, era propiciador del continuismo, debido a que su paso por la presidencia de la república por dos veces consecutivas, y el apoyo a la candidatura de Ponciano Leiva en 1891, lo hacía perfilarse como conservador al continuar la aplicación de los métodos iniciados por Soto y Rosa para que el país se reformara social y políticamente.

Desde nuestro punto de vista, las afirmaciones que desde sus periódicos formulaba Bonilla tenían mucho de cierto. Sin embargo, las reformas comenzadas en años anteriores tenían que continuar, y quién mejor para hacerlo que los partidarios de los iniciadores de la reforma.

Bonilla y sus seguidores decidieron de acusar de conservadores a los que pretendían continuar esas reformas mediante planes concebidos a largo plazo. Es así que, después de arduos combates desde las trincheras de la prensa, comienzan los combates armados auspiciados desde el exterior, pero que habían tenido ya sus precedentes internos.

Ya Von Clausewitz, en su obra Arte y Ciencia de la Guerra, nos dice que esta es la continuación de la política por otros medios, apuntando que el fin político es el que tiene mayor importancia en el desarrollo de los acontecimientos armados. Eso no implica, por supuesto, que no existan elementos económicos que motiven la guerra. En tal sentido veremos en lo que sigue de esta exposición como el elemento del caudillismo, y el fin político de la guerra, conducen al desangramiento de un país que parecía salir del período de anarquía y que daba visos para la instauración de un capitalismo incipiente.

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12Paredes, óp.cit., pág. 67.

13Ibíd., pág. 69.

14Ibíd., pág. 69.

Como dijimos, las elecciones presidenciales de 1891 generaron acontecimientos que desembocaron en una guerra civil de casi tres años, promovida por un partido de gobierno o de patronazgo y acaudillada por los líderes de ese partido que, no aceptando la determinación del sufragio, pretendieron continuar su actividad política por la vía armada.

En un ambiente de amenaza de guerra, "…el 30 de noviembre toma posesión de la presidencia de la República el Sr. Ponciano Leiva, quien inaugura su mandato el primero de diciembre de 1891."15 Leiva, ante la actitud virulenta de los perdedores en las justas electorales, demostró una actitud tambaleante que lo condujo a tomar medidas extremas. Así, dos semanas después de la toma del poder se decretó estado de sitio, "…el 14 de diciembre de 1891"16 . Posterior al decreto de estado de sitio, y ante las embestidas periodísticas que desde El Bien Público hacía Policarpo Bonilla, el gobierno decretó el encierro para los cabecillas de la oposición.

"El 6 de mayo de 1892"17, el Lic. Policarpo Bonilla fue condenado al confinamiento en la Isla de Roatán. La orden dictada por el presidente, debía ser ejecutada por el Gral. Domingo Vásquez comandante de armas de Tegucigalpa. Esta orden es desobedecida y en lugar de partir hacia Roatán, Bonilla y parte de sus seguidores son desterrados hacia Nicaragua18.

Estos acontecimientos pusieron de manifiesto la debilidad de los sectores que regían la vida política de Honduras en ese período. Leiva no fue capaz de darle una respuesta política a las acusaciones de continuismo que le achacaba a Policarpo Bonilla. Al contrario, ratifica tales acusaciones al expulsar a los liberales hacia otro país. La actitud de Leiva hace que los partidarios de Bonilla comiencen una labor de organización para la realización de un movimiento armado en Honduras, al que denominaron Revolución reivindicadora.

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15Ibíd., pág. 73.

16A. N. H. – Estado de Sitio Decretado por el Gobierno, el
14 de Diciembre de 1891. La Regeneración. Año 1, Nº
176 (4 de enero de 1895), pág. 1.

17A. N. H. – Sucesos que antecedieron la Batalla de El Corpus.
La Regeneración. Série 1, Nº8 (29 de marzo de

1894), pág. 1.

18Paredes, óp.cit., pág. 77.

En el desarrollo de la actividad bélica que va de 1891 a 1894, también queda demostrado que la oposición que hizo el Partido Liberal fue débil, los partidarios de Bonilla, y Bonilla él mismo no fueron capaces de enfrentar sus adversarios en el campo politico.

Una vez expulsados los liberales del territorio hondureño comienza la confrontación armada. Los primeros enfrentamientos tienen lugar en La Ceiba donde el coronel Leonardo Nuila asalta el cuartel de esa ciudad el 23 de junio de 189219. Ese levantamiento pone de manifiesto otro factor que se hará recurrente en los enfrentamientos faccionarios en Honduras y colabora al resurgir de la guerra civil, me refiero a la intervención que durante esos movimientos hacen las firmas extranjeras. En el caso del levantamiento de Nuila las firmas Oteri y Pizzati, contribuyen al desarrollo de los acontecimientos colaborando de manera descarada con los dos bandos. 20

Pese a que el levantamiento contó con el apoyo logístico y físico de otros jefes milita- res como es el caso de Manuel Bonilla, quien se movilizó desde Guatemala para reforzar el levantamiento, llegando a La Ceiba el 24 de julio de 189221, tal acción fue frustrada por las tropas del Gobierno.

Al mismo tiempo que en la costa norte se dan esos levantamientos armados, en las zonas de El Paraíso22 y Choluteca23 se desarrollan otros conatos de insurrección, que al igual que el de Ceiba fueron controlados por el ejército del gubernamental. Sin embargo, durante el año de 1892, los movimientos armados de oposición al gobierno de Leiva no fructifican y las escaramuzas son controladas fácilmente por el ejecutivo.

La causa de esos fracasos se encuentra, desde nuestro punto de vista, en dos factores:

  • 1. La dispersión de la base social del Partido Liberal.

  • 2. La no intervención inmediata de otros gobiernos vecinos de Honduras.

El primer elemento (la dispersión de los liberales policarpistas) se manifiesta en la falta de coordinación en las acciones militares. Esto les generó una pérdida casi total de sus brazos militares en los primeros años de la revuelta, debido a la capacidad estratégica y logística que demostró el ejército leivista.

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19A. N. H. – Levantamiento de Nuila en la costa norte. La Regeneración.
Série 2, Nº11 (9 de abril de 1894), pág. 1.

20Véase ibíd., pág. 1 y el capítulo 4 de este texto.

21A. N. H. – Heróica resistencia de Manuel Bonilla en la Ceiba. La Regeneración. Série 2, Nº13 (16 de abril de

1894), pág. 1.

22A. N. H. – Batalla de Las Anonas. La Regeneración. Série 1, Nº2 (1894), pág. 1.

23A. N. H. – Salida de Tegucigalpa. La Regeneración. Série 1, Nº3 (12 de abril de 1894), pág. 1.

Durante el desarrollo de los acontecimientos, Policarpo Bonilla trató de conseguir ayuda de los gobiernos vecinos. Sin embargo, no la consiguió, pese a que en algún momento las tropas hondureñas llegaron a violentar la soberanía de Nicaragua. Es el caso de la incursión de tropas hondureñas al pueblo nicaragüense de Calpules, el 30 de enero de 189324. Ante tal atentado, el gobierno nicaragüense no reaccionó, aún sabiendo que contaba con el apoyo de los liberales exilados.

Esa correría, por parte de Bonilla en busca de ayuda por parte de los gobiernos vecinos, denota aún más la debilidad del Partido Liberal. El caudillo de ese partido, ante los fracasos de sus escaramuzas armadas, tiene que llamar a una tregua25 que desembocó en una serie de "conferencias" por correspondencia26, con el fin de concertar la paz.

Las conferencias de paz se ven entorpecidas por dos situaciones cruciales: una, la crisis de poder por la que pasa el Partido Progresista. Esta crisis se manifiesta cuando Ponciano Leiva se declara incapaz de seguir en el poder, y deposita su gobierno en el Lic. Rosendo Agüero el 8 de febrero de 189327. La otra situación es la referente al ascenso del Gral. Domingo Vásquez a la jefatura del ejército. Vásquez quien, desde de su faro militar, divisa la posibilidad de apoderarse del Gobierno creyendo que cuenta con el apoyo del grueso de la tropa toma del poder "el 18 de abril de 1893"28.

La crisis de poder de los progresistas pone aún más de manifiesto la actitud caudillista por parte de los dos bandos en contienda. Por lo que se deduce de la información analizada la lucha de Bonilla ya no se centra ahora en contra de las políticas de un partido sino en contra de un enemigo personal, Domingo Vásquez. Debido a la confrontación entre los caudillos Domingo Vásquez y Policarpo Bonilla, el primero queriendo quedarse con el poder y el segundo frustrado por todos los intentos castrados de hacerse con el gobierno, la "ansiada paz" no se logra.

Ante la caída de Rosendo Agüero, Bonilla, conocedor de los giros que se estaban dando en la política nicaragüense, y siendo consciente de su incapacidad militar, decide cambiar de táctica, replegándose hacia Nicaragua.

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