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Ramon Ramonet Riu – Textos reunidos (página 23)




Enviado por Ramon Ramonet Riu



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En cuanto a la política internacional catalana que vivió Arnau de Torroja en el siglo XII, fueron tiempos que pronto pasaron a ser terribles para los occitanos, porque en 1147 el pontífice Eugenio III envió un legado al Conde de Toulouse para detener el progreso de los cátaros, pero no tuvo éxito. El Papa envió a aquellas provincias más llenas de librepensadores a sus predicadores a fin de combatir la expansión de la fe cátara pero los considerados herejes cada vez incrementaban su influencia en Occitania debido a la protección del duque Guillermo de Aquitania, así como por la gran mayoría de la nobleza occitana.

Por otra parte el joven Arnau supo bien del auge imparable de los musulmanes almohades en la mitad sur de la Península (1147-1260). Exactamente en 1172 consolidaron su victoria sobre los almorávides (el "segundo periodo" de los reinos taifas del Al-Andaluz).Una vez culminaron su puritana reforma espiritual islámica, procedieron a fortificar Cáceres, Badajoz y Sevilla, ciudad ésta que convirtieron en su capital construyendo en ella (como en todos sus principales dominios), vistosos edificios con reminiscencias del arte bizantino. Para el resto de los europeos, en aquel tiempo la Península Ibérica, recelosamente, se veía como "un Oriente" dentro de Occidente".

DESDE LA PRE-CRUZADA, A LA PRIMERA OFICIAL DEL 1099

La educación de Arnau de Torroja sin duda incluyó justificar las grandes campañas guerreras en Tierra Santa. Fueron circunstancias culturales que marcaron su carácter más quizá que su educación como miembro de la nobleza. Supo mejor que nadie de nuestro tiempo el verdadero motivo de la llamada a una cruzada concluida tiempo antes. Todo le fue explicado bien justificadamente, y una retrospectiva de los hechos hace obligado remontarse a Al-Hakim, el emir fatimí de El Cairo (a veces llamado Karim) cuando, al radicalizar la religión islámica, obligó por decreto a los cristianos egipcios (llamados coptos) a llevar una campanilla colgada al cuello siempre que se moviesen por lugares públicos. Como además dicho emir ordenó destruir el Santo Sepulcro de Jesucristo, al saberse desató el mayor odio contra todo lo musulmán en Europa y en consecuencia los hombres acudieron en masa a la llamada del pontífice. Así fue como, paradójicamente, gracias a los invasores cruzados el muy intransigente Al-Hakim se mantuvo más décadas en el poder.

Bajo sultán Al-Hakim Jerusalén fue destruida hasta sus cimientos …y luego aún debieron pasar once años más hasta que los cristianos fueron autorizados a visitar aquellas concretas ruinas, aunque no se les permitió rezar allí. Al cabo de muchos años los cristianos pudieron reconstruir otro digno santuario en el mismo sitio, gracias a un tratado de paz y especial acuerdo entre el emperador Argirópulos de Bizancio y el sucesor de Al-Hakim, el cruel radical derrotado.

Se dio la casualidad que mientras el islam se expandió hacia oriente, los turcos se expandieron hacia occidente topando ambos en la actual frontera oriental del Irán. Los turcos ladinamente se convirtieron al islam por ser la forma más rápida de continuar expandiéndose hacia poniente, de forma que se hicieron mercenarios de los califas de Bagdad (el centro neurálgico del islamismo), quienes acabaron siendo dominados por los turcos cuatro siglos antes de la primera gran Cruzada que consiguió tomar la ciudad de Jerusalén en 1099. Su actitud provocó que perdiesen el control de Jerusalén, porque desde 1076 habían dejado de respetar a los peregrinos que allí acudían. Para protegerlos, unos miles de hombres de fe, previamente a la primera Cruzada, fracasaron al tratar de resolverlo confiando en el poder de las armas.

El promotor de la primera gran Cruzada había sido uno de aquellos caballeros calabreses que, antes de ser el tan famoso monje, había logrado salvar la vida de una expedición de cristianos debido a que fueron ninguneados por los bizantinos. Éstos finalmente decidieron recoger un par de miles de dichos expedicionarios cuando ya estaban a punto de ser masacrados en la costa Palestina. Entre ellos el luego llamado Pedro "el Ermitaño", quien, al explicar al pontífice Urbano II las barbaridades que sucedían en Tierra Santa en 1095, le permitió invitar a los nobles europeos a reclutar un ejército para poder liberar la tierra pisada por Jesucristo. Actualmente hay historiadores que atribuyen mayores matanzas entre los propios expedicionarios cristianos que contra sus enemigos. En definitiva se justificaba la violencia por la fe. En nuestra actualidad sabemos de ejemplos semejantes;… pero es que incluso el resultado también lo fue: ¡ nefasto !.

Muchos de los que salvaron la vida en una pseudo-cruzada, previa a la oficial, al regresar habían pasado a residir en Apulia-Calabria en 1170. En Orval, que era propiedad de una tía de Godofredo de Bouillon, construyeron una abadía, y entre ellos también estuvo Pedro "el Ermitaño", quien parece haber sido conocedor de que en el subsuelo del lugar más sagrado de Jerusalén existían documentos referentes a la vida de Jesucristo de naturaleza "explosiva". Hoy día podemos entender eso debido al hallzago de documentos de todo tipo que no dejan de sorprendernos y todo lo cual sin duda fue bien conocido por Arnau de Torroja, aunque dedicaré un trabajo a parte para referirme a este tipo de especulaciones.

Cuando el guerrero religioso que fue Pedro "el Hermitaño" en 1152 pasó a reunirse con los que vivían en el bosque de las Árdenas cerca de Orleáns, propiedad de Godofredo de Bouillon de quien fue preceptor, acababa de regresar de Palestina, salvado de milagro de su frustrante aventura. Por otro monje ex expedicionario llamado Ursus, se adivina la conexión con los reyes merovingios en aquella fracasada empresa en los Santos Lugares, pues no en vano después "el Oso" fue un apelativo vinculado a la dicha estirpe davídica. En aquellas conexiones previas a la Primera Cruzada oficial hay que buscar el embrión de la Orden de Sión, fundada el año 1090 por Godofredo de Bouillon. Se supo de su existencia al ser mencionada una Iglesia de Sión en una bula papal del año 1178. Por poco que se crea en los llamados "Dossiers Secrets" de la Biblioteca de París, el tío de Bernardo de Claraval, de nombre Andrés de Montbard, fue uno de sus primeros miembros. En cuanto al propio Bernardo de Claraval (quien hizo edificar su primera abadía en 1135, y la segunda en Fontenay en 1139), resulta evidente que enmascaró el culto a la Magdalena tras el de la mariolatría, de ahí su inusitado empeño en ensalzar la Casa de María Magdalena en Betania.

Pedro "el Hermitaño" convenció a los franceses medievales para ofrecerse voluntarios con relativa facilidad, al ser un período cuando los europeos eran incapaces de la menor abstracción, y ello a pesar de venerar desde siglos antes las imágenes-ídolo. Por aquel entonces incluso la medicina era considerada pura superstición, y el cálculo era algo casí indescifrable. Para los musulmanes a quienes combatieron, en cambio, éstas y muchas otras disciplinas eran ya consideradas ciencias, y así fue que los cruzados al verse atacados con pólvora y con el llamado "fuego griego" y cañones, debieron padecerlas bien atónitos. Ciertamente entonces el mundo islámico era el más adelantado de esta parte del mundo.

En el siglo XII los caballeros europeos realmente se burlaban de toda actividad intelectual, vanagloriándose de su propia brutalidad, de forma que el Papa en Clemond-Ferrant tuvo el mayor éxito al predicarles para ofrecerles una salida a tanta general insensatez. En un momento de su arenga les dijo:

"Guerreros cristianos que en vano buscáis una vez tras otra pretextos para pelear, alegraos pues hoy habéis encontrado un motivo legítimo,… id y luchad por la redención de los Santos Lugares,… si os vencen tenderéis el honor de morir en el mismo lugar que Cristo…".

San Bernardo llamó a la Segunda Cruzada desde la iglesia de Vézelay consagrada a la Magdalena, pues como en mejor ocasión referiré, fue la forma de reclamar lo que en Palestina correspondía a sus legítimos descendientes. No en vano tan influyente monje escribió ochenta y seis sermones glosando el conflictivo libro "El Cantar de los Cantares", atribuido al rey Salomón.

Una vez conquistada la ciudad "Tres veces santa", Godofredo de Bouillon humildemente rechazó no obstante ser nombrado rey de Jerusalén, ejerciendo como cabeza de un nuevo Estado que se llamó Reino Latino de Jerusalén. Además del territorio perteneciente al actual estado de Israel, el Reino Franco comprendió el sur del Líbano (todavía hoy día tan conflictivo), y partes de Siria y Jordania. A partir de entonces la orden de Sión se comprometió a defender los derechos de aquella estirpe de soberanos que se consideraban descendientes del rey David, y por tanto del mismísimo Jesucristo. La orden del Temple se creó posteriormente como un necesario brazo armado para corroborar físicamente tan gran compromiso genealógico, claro está que con el pretexto de defender a los peregrinos en ruta.

EL ARZOBISPO GUILLEMO DE TORROJA, DE CONSEJERO A REGENTE DEL REINO

Guillemo de Torroja, el hermano de Arnau, mi biografiado, fue una sorpresa para mi descubrir su relevancia en la gestación de la Corona de Aragón desde que fue obispo de Barcelona, y posteriormente sus éxitos políticos como regente del reino catalano-aragonés cuando su hermano Arnau de Torroja era todavía joven. Es decir, empecé interesándome por un gran hombre a nivel internacional, y me encontré con que su hermano también tuvo una excepcional talla política, e igualmente era un paisano mío de siglos pretéritos.

Guillermo de Torroja (+ Tarragona 1174) fue obispo de Barcelona (1144- 1171) y arzobispo de Tarragona desde 1171, llegando a ser la más alta jerarquía religiosa en la Corona catalano-aragonesa, y a la vez un político de primera magnitud, por más que históricamente fuese eclipsado por el gran renombre del conde-rey Ramón Berenguer IV, de quien fue uno de sus principales consejeros. Como Guillermo lo sobrevivió, fue al mismo tiempo: tutor, marmesor, regente de la Corona de Aragón y arzobispo de Tarragona. Su muerte allí el día 7 de mayo de 1174 fue muy sentida por todos sus súbditos, y más por su hermano que era ya un alto dirigente templario, aunque por entonces aún le esperaban el mayor ascenso dentro de su Orden.

Creo que puedo razonar correctamente una aproximación al personaje mediante mi estudio teórico, teniendo en cuenta, por ejemplo, las exigencias que la muy poderosa Orden del Temple consideraba imprescindibles al nombrar a sus máximos líderes;… y no digamos lo exigido por parte de la orden matriz y hermana llamada "de Sión", la cual Arnau de Torroja al mismo tiempo también presidió;… una orden de cariz más iniciático que al parecer sobrevive en nuestros días activa, pero en secreto, siendo conocida como Priorato de Sión.

Debo insistir siempre en este libro en que a los grandes maestros de las dichas órdenes monástico-militares conjuntas se les exigió ante todo, el tener un historial inmejorable en las luchas en Tierra Santa, así como haber hecho otros méritos de todo tipo dentro de sus respectivas órdenes. Un obispo de la ciudad de Acre los describió cual "leones en la guerra y corderos en el hogar". Rudos caballeros en el campo de batalla capaces de transformarse en monjes piadosos en las capillas. Hombres mansos con suave carácter con sus amigos, en fin, aunque por otra parte dada su austeridad, tuvieron prohibido hacer deportes ni mostrar ira, o reír, y menos aún recordar lances amorosos de su juventud.

El prelado de la familia Torroja de Solsona enseguida debió de ver en las directrices de la novedosa Orden del Temple, la más digna de las salidas para su hermano Arnau, hecho de su misma pasta, y le aconsejó enrolase como recluta voluntario en la Orden del Temple. La ocasión era de oro, porque los favores del obispo para con los templarios bien merecería que le correspondiesen con aceptar a su recomendado hermano, prometiéndole que se le educaría para desempeñar las máximas jerarquías de los monjes con espada, si hacía los méritos exigidos para ello.

Pero dichas hazañas bélicas las comentaré a parte, porque el eclesiástico Guillermo de Torroja entonces también resulta evidente que benefició a su hermano Pedro nombrándolo abad de Vilabertrán (Figueras). Luego lo promocionó a la mitra de Zaragoza (1152), un nombramiento sumamente importante porque desde su mandato la capital del Ebro quedó de un plumazo subordinada a la metrópoli de Tarragona, concluyendo con ello un largo conflicto de límites diocesanos, ya que Castilla pretendía que aquella diócesis les perteneciese. En sólo dos años de gobierno Guillermo y su hermano Pedro de Torroja hicieron realidad el que las fronteras, antes estrictamente políticas, fuesen también eclesiásticas.

El obispo Guillermo tampoco debió de ser ajeno al enlace matrimonial de su sobrino Ramón II de Solsona con una sobrina del conde Ramón Berenguer IV, dado que se le encuentra haciendo de testimonio en su boda el año 1162. Este sobrino suyo fue quien en 1181 también intervino en la isla de Sicilia, a las órdenes del Conde de Foix (Fr.) donde se defendía la herencia de su sobrino Hug Ponç de Cervera; siendo entonces, por cierto, la primera vez que los catalanes pusieron pie en aquella isla (J. Miret Sanç: "Els vescomtes de Bas a l'Illa de Sardenya", Barcelona 1901- p.73).

A Ramón II de Solsona su tío obispo Guillermo de Torroja lo ofreció como rehén de los Genoveses hasta que no les fuesen pagadas las cantidades convenidas por su ayuda en la conquista de Tortosa (1148). Además Guillermo tuvo otros hermanos como Ponç y Berenguer, sobre los que no puedo extenderme, ya que aunque tuvieron altos cargos, no fue a nivel internacional. Remito a los interesados al opúsculo escrito por Antoni Llorens Solé, titulado: "La valuosa ajuda, bèl.lica i diplomàtica, prestada al comte de Barcelona, Ramón Berenguer IV, pels Torroja, senyors del Castell de Solsona", publicado en 1988 en la revista Medievalia, ISSN 0211-3473, nº 8. ("Estudios dedicados al Profesor Frederic Udina i Martorell"- pags. 253-264").

El obispo Guillermo de Torroja, tenía su ejército personal como todos los mandatarios de la Iglesia, y no pudo depositar su confianza en nadie mejor que suentonces joven hermano Arnau para capitanearlo. Resulta una deducción tan obvia que no voy a extenderme en demostrarla. Sería mucho menos explicable que un hermano como Arnau se hubiese quedado entretanto en la aislada Solsona. Alternar con quienes visitaban al obispo de Barcelona le haría ser de modales y trato exquisito a pesar de su juventud. El caso es, que tanto si estuvo a su lado como si no se acercó jamás por la curia, mi estimado paisano biografiado Arnau de Torroja había seguido con el máximo interés los once años que oficialmente su hermano Guillermo y Guillem-Ramon de Montcada, que era el gran senescal del conde de Barcelona gobernaban la gran coalición catalano-aragonesa, habiendo logrado exitosamente, primero promover y luego confirmar, la paz entre dos estados hermanados.

Guillermo quedó históricamente eclipsado por los muy famosos soberanos de su tiempo. La fama de Ramón Berenguer III "el Grande" invistió incluso la persona de su hijo Ramón Berenguer IV. La tradición tenía un enorme peso entonces, y más por las grandes alabanzas inmortalizadas por la "Gesta Comitum Barcinonensium", que en recuerdo de Ramón Berenguer III fue escrita por los monjes de Ripoll. Tal fue el tema de otro libro en el cual presenté al citado conde-rey catalán como el prototipo de joven héroe del cuento titulado Perseval ("Per-se-val" en vernáculo). Era inolvidable que bajo su gobierno se hubiesen construido más de 300 iglesias en Cataluña. A la versión más antigua de aquella obra "Gesta…" posteriormente aún se añadió:"… fue un hombre de bien, sabio, de gran ingenio y gran consejo y de gran fama por todo el mundo, grande de corazón y humilde y sutil en sus propósitos. Todos lo miraron por su cortés porte y vestimenta; era alto y de constitución fuerte, de corazón y manos proporcionadas en todos sus miembros, bello de corazón…"

La credulidad de aquellos incultos tiempos era suplida por la fe y entusiasmo. Así, las heroicidades de la reconquista se remitieron a líderes como Carlomagno y alguno de sus nobles. En Cataluña hubo personajes belicosos tipo el conde Arnau, y también el jovencito Peredur, quien, inspirado por Dios, era un "campeón de la inocencia", como el Perceval cuando su leyenda regresó a Cataluña envuelta por la saga del Santo Grial. Dado que Ramón Berenguer III a los 15 años había logrado hacerse reconocer como legítimo heredero al trono y obligar después a su tío fratricida a partir voluntario a las Cruzadas (de donde no volvió), obviamente el joven soberano criado en cortes francesas, fue presentado como el héroe que se valía por si mismo (Per-se-val)

Una vez explicados los motivos del por qué Guillermo de Torroja permaneció olvidado por la historia de Cataluña, le dedicaré unas obligadas pero bien merecidas páginas, para escribir las cuales me ha sido preciso reunir datos releyendo mucha letra menuda dispersa, así como las notas al final de las páginas de antiguos libros de historia medieval, y muy en especial los referentes a la nobleza de Solsona mi ciudad natal. Así como de Guillermo de Torroja quedó recogida bastante documentación en los archivos locales, en cambio hay muy poca de su hermano el Gran Maestre de la Orden del Temple de Jerusalén, cuya persona es ignorada por los más prestigiosos historiadores foráneos.

El Gran Maestre Arnau de Torroja, a pesar de su gran poder político a nivel internacional, fue por completo olvidado, hasta mi contribución, en todas las enciclopedias, y los expertos pudieron incluso dudar de su nacionalidad. Para colmo, recordaré que Arnau de Torroja fue el último Gran Maestre conjunto del Temple y del actualmente llamado Priorato de Sión (tan de moda en nuestros días), porque en efecto, pocos años después de morir Arnau ambas órdenes hermanas se separaron (1188). El castillo de Gissors donde se hizo la solemne división, pasó a ser el centro de mando de la orden del Temple en Francia, país que, dada la forma como fueron exterminados en 1314, tal parece que los templarios hubiesen pretendido llegar a convertirlo en su feudo, pues tuvieron poder para ello.

Para cualquier investigador foráneo el medieval linaje de los Torroja de Solsona presenta mayores dificultades que para los historiadores locales. Hurgar en el vacío existente sobre la personalidad de quien llegó a ser máximo dirigente de las órdenes de Sión y del Temple de Jerusalén todavía actualmente resulta tarea muy difícil, pues los pocos datos acerca de su vida se limitan a dar, como máximo y en poco más de una línea, la fecha y lugar de su fallecimiento y nada más. En francés fue llamado Arnaud de Toroge -o Torroge-, Arnold de Tour Rouge y Torre Rubea en latín. Otras variantes fueron: Arnould, Arnulf, Arnou, Arnault, Arnoo, Heroul y Herault. Lógicamente, en mi investigación sobre su persona me ayudó mucho del poder fáctico de su poderoso hermano desde que fuese obispo de Barcelona.

La mayor fuente de información sobre su hermano el obispo Guillermo de Torroja, no obstante está en la monumental Enciclopedia Espasa-Calpe, del año 1928 (vol. nº 62 – p.178), donde se explica que se distinguió especialmente por su celo, tanto en sentido religioso como patriótico. Lo más chocante fue su "invento" de gravar con un impuesto especial a los pescadores desde Sant Feliu de Guixols hasta el castillo moro de Tamarite (costa norte de Tarragona), de forma que pagasen una parte del dinero que ganaban a la Iglesia, …¡ y a perpetuidad!. Esta manipulación de la sociedad ignorante fue un gran fallo de los clérigos, y explica las simpatía popular por los templarios, pues al menos ellos sólo debían obediencia al Papa, y cuando querían podían dejar en evidencia al prepotente y corrupto clergato o a cualquier otro soberano, si se hubiese dado el caso.

El obispo Guillermo no actuó por ambición al dictar aquel impuesto, porque el dinero recaudado lo gastó en preparar la conquista de Tortosa, siendo a petición del conde-rey que le entregó además cincuenta libras de plata del tesoro de la Seo barcelonense. Para poder reunir tal cantidad, se dice que fundió no pocos objetos de culto religioso de todas las iglesias que pudo. Después de la conquista de Tortosa el obispo de Barcelona Guillermo de Torroja recibió en recompensa (15.10.1148) posesiones en las tierras ganadas a los musulmanes, y en hipoteca el castillo y bienes de Viladecans, cerca de Barcelona (según los cronistas Pujades y Diago). Todo lo entregó en su testamento a la Seo de Barcelona cuando murió, a condición que el dinero obtenido se gastase en alumbrar las lámparas de la iglesia, en especial las de la capilla de Santa Eulalia, quizá en recuerdo del monasterio que él había fundado en Santa Eulalia del Camp. También, como eclesiástico, Guillermo debió satisfacerle el hecho de que la diócesis de Tortosa incluyese después todos los pueblos de la comarca del Mataranya, que hasta 1152 había sido el límite de la frontera eclesiástica. Se le agradecería mucho entre los monjes cistercienses los favores que recibieron de Guillermo de Torroja, primero los del monasterio de Valldaura y después los de Poblet y Santes Creus.

El contexto económico del siglo XII debe ser también comentado porque el comercio pudo ser asociado al oficio de banquero, si bien esta palabra "bancheri" no se encuentra escrita hasta mediados del siglo en Génova (Italia). Eran años que florecían las poblaciones, y más aún las que estaban ubicada en cruces de caminos de rebaños trashumantes porque en ellas se inventaron las primeras ferias. Los peregrinos y comerciantes empezaron a moverse seguros por primera vez por las vías de comunicación terrestres, porque las marítimas eran aún muy peligrosas. La mayor novedad del período fueron los cambistas y los prestamistas a crédito, y más después de la protección de los caballeros templarios. Los comerciantes con vocación de banqueros también fueron los recaudadores y tesoreros de la Iglesia católico-romana los años en que el dinar musulmán y el áureo bizantino tenían el prestigio que actualmente tiene el dolar estadounidense.

En los registros del obispado de Barcelona de Guillermo de Torroja se conservan actas de algunas concesiones y consagraciones de templos, siendo el más importante la iglesia románica, hoy aún en pie, en pleno casco antiguo de Barcelona (calle Corderers). Había sido edificada por el rico comerciante y consejero real Bernat Marcús, quien tuvo propiedades incluso en la comarca del Solsonés de donde los Torroja eran oriundos. Al obispo Guillermo cierto día del año 1150, aquel noble comerciante le solicitó la consagración de dicha iglesia románica, la cual inicialmente se dedicó a la advocación de Santa María. Allí se venera Nuestra Señora de la Guía desde que pasó a ser puesto de correos a caballo (1166). Al construirse estaba fuera de las murallas de la ciudad, en un cruce de caminos ideal para las postas reales y obispales (llamados "troters", de creación anterior a los de la ciudad de París). Cerca de la dicha iglesia el obispo Guillermo de Torroja fundó un hospital (que fue absorbido, como todos los de Barcelona, por el de La Santa Cruz). Curiosamente dicha minúscula iglesia sigue aún muy presentable a base de restauraciones. Sólo conserva original su fachada,.. y también un espacioso sótano, el cual fue utilizado como polvorín durante las guerras del siglo XVIII.

El rico noble comerciante Bernat Marcús era antiguo consejero de Ramón Berenguer IV, y pudo haber sido quien recomendase a su amigo de Guillermo de Torroja para la mitra de Barcelona (recuérdese que lo fue de 1144 a 1171). No se arrepentiría el soberano de haber hecho caso a Marcús, pues una vez Guillermo fue obispo favoreció la campaña de Ramón Berenguer IV contra Almansa (1147), y al año siguiente estuvo con sus tropas procedentes de la comarca de Solsona, y la tropa armada por el capítulo barcelonés, ayudando a Ramón Berenguer IV en el sitio de Tortosa. Es más, Guillermo de Torroja como vimos incluso sostuvo con su dinero aquella campaña, aunque claro está que ello fue después que se agotaran las arcas del obispado de Barcelona. También el consejero Bernat Marcús hizo gala de una semejante generosidad, pues siempre estuvo unido al conde de Barcelona y al obispo Guillermo de Torroja. (Era el mismo año de la impotencia de los cruzados del rey Luís VII de Francia ante las murallas de Damasco, lo cual acabó con el fracaso de la "2ª Cruzada"). A pesar de sus numerosos problemas en Tierra Santa, los templarios volvieron a participar en 1149 en la conquista de Lérida.

EPISCOPOLOGIO de Barcelona en aquel periodo:

Oleguer, Santo 1116-1137 Arnau Ermengol 1137-1143 ——– Guillem de Torroja 1144-1171———– Bernat de Berga, 1172-1188

LA REGENCIA DEL ARZOBISPO DE TARRAGONA GUILLERMO DE TORROJA

Dado que el niño heredero de la Corona de Aragón era pequeño al morir la reina viuda Petronila de Aragón (en catalán Peronella), obviamente se necesitaban tutores-regentes y uno de ellos fue Guillermo de Torroja. Él fue quien desempeñó las más altas responsabilidades políticas al morir el rey Alfonso II, porque fue nombrado marmesor de la viuda reina Petronila, actuando con su amigo Bernat Marcús. Anteriormente ambos ya habían firmado como testigos de la abdicación que Petronila hizo a favor de su hijo cuando el niño-rey tenía dos años (18.6.1164). Bernat Marcús consta también en el testamento de Ramón Berenguer IV en 1162 ("CODOIN-ACA" IV, ps.202-203, 391-393 i 387-390).

El heredero del Conde de Barcelona se habría debido llamar Ramón Berenguer V, pero de cara al Vaticano se lo llamó Alfonso II de Aragón, siendo I de Cataluña, después apodado sin motivo "el Casto" fue el primer rey de la Corona catalano-aragonesa. Se le varió el nombre en beneficio de los aragoneses, pasando a considerársele Rey de Aragón…Una cuestión sólo de renombre, pero que eclipsaría el nombre de Cataluña a nivel internacional. A pesar de ser rey, por humildad, Ramón Berenguer V, ni bajo el nuevo nombre de Alfonso II quiso nunca ser llamado rey o príncipe (ni tampoco sus descendientes, aun cuando el termino Principado de Cataluña estuvo de moda en el siglo XIV). En consecuencia, mientras el nombre de Regnum Aragonum crecía, el de Cataluña casí estuvo a punto de desaparecer.

Su abuelo Ramón Berenguer III se había esforzado en hacer entrar en la órbita catalana el condado de Provenza. Entre ambos condados catalanes se ubicaba su entonces aliado el conde de Trencavel (Carcasona Albi, Beziers, etc.), haciendo posible que un siglo después durante ocho meses existiese una Gran Corona de Aragón por las alianzas de la Casa de Barcelona con los condes del norte del Pirineo catalán. Su padre Ramón Berenguer IV, en sus últimos años de gobierno se relacionó con el rey de Francia, si bien por entonces todavía dicho país no tenía la extensión ni la entidad de su vecino de Aquitania, dominada por el rey de Inglaterra (Francia no fue consolidada hasta 1124, después de guerrear contra Inglaterra). Aquella política de buen entendimiento posteriormente no se interrumpió. A Ramón Berenguer II de Provenza, que era un acompañante del rey fallecido en el Norte de Italia, el Papa le expidió un diploma por el que lo investía conde de la Baja Provenza, ratificando lo convenido tiempo antes.

Por su relación con los provenzales, el obispo Guillermo de Torroja debió de tener la idea de aprovechar la moda del país vasallo de componer rimas que luego eran interpretadas en las cortes más refinadas de Europa por los nobles trovadores. Así pues, utilizando la poesía provenzal como un arma publicitaria, procuró encontrar a nobles que divulgasen por todo el orbe católico las virtudes de su soberano catalán encubiertamente. Atrajo a la corte catalana los poetas que fueron más aptos y de fiar para, una vez instruidos, enviarlos desde Barcelona de corte en corte donde popularizaron poesías llamadas "sirventès" con sabios mensajes subliminales. Las reglas iniciales las había dictado Leonor de Aquitania con el título: "Tractat d'Amor i el seu remei", redactadas por un sacerdote.

También fue un gran mérito del obispo Guillermo de Torroja que el conde-rey catalán permaneciese en el seno de la Iglesia cuando tuvo la tentación de reconocer la legitimidad del antipapa Victor IV. A éste sí que se lo reconocía en los catalanes feudos de Provenza donde reinaba un sobrino de Ramón Berenguer III, un catalán casado con Riquilda, que era viuda del rey Alfonso VII de Castilla y sobrina del emperador Federico I "Barbaroja". Ramón Berenguer IV le rindió vasallaje en 1159, porque le tenía una gran simpatía por el soberano alemán. Para el conde de Barcelona habría sido fatal contradecir al emperador y sabiamente se doblegaron a su autoridad, de modo que tan sólo la corte provenzal reconoció al antipapa Victor IV. En fin, en otoño de 1161 el conde de Barcelona, por motivos políticos, aceptó incluso que Provenza fuese un feudo del Emperador, mientras en el sur de los Pirineos catalanes, por su independencia, se reconocía al verdadero pontífice Alejandro III.

Fue en realidad exclusivo mérito del obispo Guillermo de Torroja el que el Conde de Barcelona nunca aceptase al antipapa impuesto por "Barbarroja", un hombre vigoroso y ambicioso que estuvo imbuido de las gestas de Carlomagno, debiendo renunciar a su objetivo inicial de imponer su autoridad desde Borgoña hasta Provenza. Las galeras provenzales y las de Pisa vigilaban conjuntamente las costas del Mediterráneo a fin de que el pontífice Alejandro III estando entonces en Aviñon (Fr.) no pudiese regresar a Roma; en Cataluña, en cambio, hay cartas del año 1163 que confirman que era reconocido como Papa legítimo. El Papa legal Alejandro III escribió a Guillermo de Torroja agradeciéndole el haber sabido conservar en el seno de la Iglesia a Ramón Berenguer IV, para lo cual no se pude dudar que el obispo Guillermo debió de desplegar argumentos de mucho peso con gran diplomacia:

"Recuerdo con cuanto cuidado y diligencia procurasteis atraer a nuestra devoción y a la de la Iglesia a aquel barón de digna memoria, Ramón, que fue conde de Barcelona, su tierra, y cuan solicito y cuidadoso habéis estado para animar y conservar en la misma devoción el cristianísimo hijo nuestro, Alfonso, ilustre rey de Aragón, hijo suyo…"

Transcrito por J. de Zurita: "Anales del reino de Aragón", (libro II, cap.18 -folio 70). El original era escrito en latín y lo transcribió A. Rovira Virgili en su monumental obra: "Historia Nacional de Cataluña" (Ed. Bilbao 1.977- p.73).

Con motivo de la muerte de Ramón Berenguer IV camino de la ciudad de Turín (6 de agosto de 1162) cuando iba a entrevistarse con el emperador Federico "Barbarroja", el Papa de nuevo volvió a agradecerle al obispo Guillermo de Torroja todas sus gestiones para que su hijo heredero Alfonso II de Aragón no se apartase de la Iglesia, aduciendo en favor del conde Ramón Berenguer IV grandes y sentidos elogios hasta culminar el escrito diciendo que: "…De no haber muerto, aún habría podido alcanzar otros grandes méritos".

Una muestra más de lo agradecido que estuvo el Sumo Pontífice con Guillermo de Torroja, lo tenemos en que intervino personalmente en los litigios de la colegiata de Sant Vicens de Cardona, de Sant Ruf de Avinyó, e incluso con carácter civil, en la bula papal dirigida al obispo de Urgel (11.10.1178) en la que reconoció la ciudad de Puigerdà como capital de la Cerdaña. Las dos primeras estaban muy unidas a la comunidad monacal de Santa María de Solsona, en la ciudad de donde eran oriundos la familia Torroja.

El meollo de que hubiese antipapas fue debido a que al ser elegido Alejandro III (1159-1181), en mala hora se opuso a Federico "Barbarroja", quien, prepotente por sus éxitos militares, en 1159 no quiso aceptar a su legítimo sucesor al papa inglés Adriano IV y nombró a Victor IV, que fue un antipapa coronado en la basílica de San Pedro del Vaticano (murió el 20.4.1164, sucediéndole Pascual III). El resultado fue que el legítimo Alejandro III los excomulgase a los dos, envalentonado por la protección recibida del rey Luís VII de Francia (1137-1180). Allí el pontífice auténtico debió refugiarse hasta 1165, año en que ya pudo regresar a la sede del Vaticano apoyado por otro emperador llamado Manuel Comneno de Bizancio (1143-1180).

Ramón Berenguer IV había recibido del pontífice Adriano IV quejas del conde de Toulouse del Languedoc, a la que respondió el obispo Guillem con gran virtuosismo empleando toda la retórica de su época, lo nunca visto en recurso escrito anteriormente en aquella incipiente "cancillería" (conservado en ACA). El conde-rey se reconoció vasallo del Papa y con gran devoción accedía a todos sus preceptos, por lo cual la Santa Sede admitió a Ramón Berenguer y a todos sus súbditos bajo su protección, aunque le negó el título de Príncipe de Aragón, sí que se lo otorgó a su hijo Alfonso II (CODOIN, 389-ACA). Como aún era muy niño, gozó de la protección del rey Enrique II de Inglaterra, si bien su regencia nunca se hizo efectiva por asumirla el conde de Provenza que no tenía herederos. Ramón Berenguer y Enrique compartieron dominios en el Sur de Francia, llegando a prometerse el que sus hijos e hijas respectivos en Toulouse el año 1154. No rompieron sus pactos ni cuando finalmente Ricardo "Corazón de León" se casó con una princesa de Navarra.

En realidad Ramón Berenguer IV pugnaba entre dos influencias contrarias (aquel conflicto duro 17 años), porque su obispo Guillermo de Torroja era partidario del papa legítimo y ejerció una incesante presión sobre el conde de Barcelona. Lo hace evidente la adjudicación de la mitra de Zaragoza a Pedro de Torroja (+1195, quien era hijo de un homónimo que había sido consejero de Ramón Berenguer IV). Pedro de Torroja es otro personaje que merecería mayor atención, pues en 1181, en vida de Arnau de Torroja, y en 1185, como ya anticipé, viajó a la isla de Cerdeña con tropas del rey de Aragón para defender los derechos de su sobrino Hugo Ponç (Sus descendientes fueron los señores de Bas). Pedro de Torroja, por cierto, como obispo también presidió un acuerdo de límites respectivos en aquella zona entre los caballeros templarios y hospitalarios.

El emperador "Barbarroja" aceptó la amistad del conde de Barcelona por la necesidad que tenía de no crearse más adversarios y se conformó con que al sur de los Pirineos no apoyasen al verdadero pontífice sino que permaneciesen neutrales (Paul Fournier "Le royaume d'Arles et de Vienne", p.20). En el Arxivo Capitular de Barcelona se conserva una encíclica del papa Victor IV contra el legítimo Alejandro III y sus partidarios, fechada el 19 de noviembre de 1160 escrita en Pavia, donde se lee que el emperador afirmaba que su antipapa era obedecido en Hispania, condado de Toulouse y en la Provenza, así como en otros lugares. El 18 de agosto de 1162 "Barbarroja" incluso elogió al conde de Barcelona. Era el mismo año que se volcó contra Italia, destruyendo Milán. Allí capturó a media docena de ciudadanos principales y sólo a uno le dejó un ojo para guiar a los demás emisarios a parlamentar. Milán rápidamente capituló sin condiciones,… porque no sospechaban que la ciudad fuese luego saqueada (excepto las iglesias), y para colmo el Emperador incluso mandó que toda aquel area ciudadana fuese derruida fuese arada y sembrada con sal.

"Barbarroja" después estuvo muy ocupado tratando de pacificar su propio reino, porque durante su ausencia su querido sobrino llamó a la sublevación general intentando derrocarle en vano. Una vez "Barbarroja" lo recuperó, armó un nuevo ejército y regresó a Lombardía, donde fue derrotado por la liga en Legnano (1171). Aquello menguó el prestigio de "Barbarroja" por lo que en Venecia debió reconocer finalmente al pontífice Alejandro III (1.8.1177). Para hacerse perdonar, Barbarroja incluso prometió emprender una nueva Cruzada para liberar Tierra Santa (1183) de la amenaza de Saladino cuando todavía Arnau de Torroja era Gran Maestre del Temple, pero éste murió antes de verla comenzar en 1189. El mismo año que se sometió al Papa legítimo, "Barbarroja" firmó la paz con la liga lombarda en la ciudad de Constanza. Además hizo otro pacto de paz con los normandos de Sicilia, pero luego optó por la idea de casar a su hijo con la heredera de dicha isla. Enrique VI fue coronado rey de Germania, Nápoles y Lombardía en la catedral de Milán como sucesor de "Barbarroja", haciendo efectivo el primer paso hacia un nuevo orden mundial que llamó "Iperium mundi", en el cual el poder espiritual estaría subordinado al emperador siguiendo el modelo que existía de sus relaciones con el patriarca de Constantinopla. Ni al sumo pontífice, ni a los templarios, ni al rey de Jerusalén les gustaban los descritos acontecimientos, ya que suponían para todos otra amenaza.

Hay que tener en cuenta el grave trastorno que sufrieron los caballeros templarios, y en especial sus máximos dignatarios, por el trasiego de Papas y antipapas en el gobierno de la Iglesia porque, como orden religioso-militar, ellos tan sólo debían obediencia al legítimo sucesor de san Pedro apóstol. Afortunadamente para Arnau de Torroja, hasta el 1166 (año en que murió allí Ramón Berenguer IV), no fue nombrado Gran Maestre provincial, pero a partir de entonces vivió muy de cerca los altibajos de la política que tanto afectaba al Sumo Pontífice de turno, comenzando por no dudar de cuál era el verdadero Papa al que le debía obediencia. En la vida de Arnau de Torroja hubo un total de dieciséis pontífices, de los cuales cuatro son considerados antipapas. Cuando Arnau fue Gran Maestre general de las órdenes de Sión y del Temple de Jerusalén debió de tratar siempre con Urbano III (1181-1185) que lo sobrevivió.

La reina Petronila hizo reunir cortes en Huesca y rebautizó a Ramón Berenguer V, con el nombre de Alfonso II de Aragón (1162-1196), luego también apodado con sobrados motivos "el Trovador", ya que como todos los de su tiempo escribió sus poesías en lengua provenzal según norma dada por la exquisita dama Leonor de Aquitania, hija de un rey, quien fue dos veces sucesivas reina y también madre de otros tres reyes. Todos los trovadores que salieron de la Corte de Barcelona cantaron en provenzal (Bertrán de Born, Guillerm de Berguedà, etc.), y las historias catalanas se exportaron gracias a los séquitos de las bodas de la nobleza catalano-aragonesa, como estudió R. Olivar Bertrand en su libro: "Bodas reales entre Francia y la Corona de Aragón" (Barcelona 1947).

Desde muy joven Arnau de Torroja supo también por su hermano el obispo Guillermo que el rey de Inglaterra, gran amigo del conde de Barcelona, tenía una vida familiar muy azarosa. Arnau, siendo en su vejez Gran Maestre, todavía vio como degeneraba aquella regia familia,… y ello a pesar de que justamente el muy refinado rey inglés fue el primero de Europa que tuvo en su corte un vanguardista baño de agua caliente.

En 1148 se divulgó entre la nobleza un escándalo internacional, y hasta el joven Arnau de Torroja sabía que la heredera Leonor de Aquitania (1137 -1152), una excepcional y muy docta soberana, recién casada con el rey francés Luís VII, se había empeñado en acompañarlo a la cruzada militar en Tierra Santa (cosa insólita para una dama). Lo peor fue que tan sólo desembarcar allí se enamoró de su propio tío príncipe de Aquitania, hasta el punto que al regresar a París se divorció de su regio esposo Luís VII. Leonor era hija del duque Guillermo de Aquitania, que tiene renombre de haber sido el primer trovador. Era una dama extraordinariamente culta y gran carácter, que dominaba el doble de territorio que la Francia de su ex marido. Hasta 1152 fue reina de Francia y hasta 1154 lo fue de Inglaterra y Aquitania, pues se casó al poco tiempo con el rey Enrique II de Inglaterra (1154-1189), del que tuvo ocho hijos después de haber sido repudiada por su ex marido,… ¡ acusada de estéril!. Su nuevo marido era un descendiente de los normandos que el 14 de octubre de 1066, tras vencer en la batalla de Hastigs, dominó los dos lados del Canal de la Mancha. Entonces realmente comenzó una nueva Era en las relaciones políticas internacionales, con incidencias religiosas,… de las que no se consideró ajeno ni el cometa Halley, puesto que había cruzado el cielo en abril del año de la dicha gran victoria de ultramar.

El rey catalano-aragonés tenía lazos familiares con Enrique II de Inglaterra consistentes en que, mientras Petronila era la reina de la Corona de Aragón, su prima la Leonor lo fue de Aquitania. La boda de Ramón Berenguer IV se celebró Barbastro en 1150 (estaba comprometido desde cuando tenía casí 30 años) con Petronila, la heredera de Aragón, entonces de muy poca edad. Fue Guillermo de Torroja quien años después tuvo que hacer una solemne validación de antigua promesa de enlace marital. Recuérdese que se remitía a cuando la herencia recayó en el conde catalán Ramón Berenguer III "el Grande", con lo cual salieron muy beneficiados los templarios (a pesar de renunciar a sus derechos en 1140), pues los dos años siguientes hicieron posible la repoblación de Daroca. Fue por dicho testamento del rey de Aragón, el difunto suegro de Ramón Berenguer IV, que los templarios entraron en Navarra, cuyo rey Sancho por cierto, en 1164 encarceló en una mazmorra al gran conquistador pirenaico Arnau Mir de Tost (Otro gran conquistador catalán injustamente olvidado).

Enrique II Plantagenet había extendido su poder sobre todas las Islas Británicas (Escocia e Irlanda incluidas), y su persona interesa a estas páginas porque ayudó al Conde de Barcelona en el sitio de Toulouse del Languedoc en 1159, el mismo año cuando comenzó la primera "Guerra de los Cien Años" entre Francia e Inglaterra. Enrique II mantuvo una estrecha relación con el obispo de Barcelona Guillermo de Torroja siendo consejero del conde Ramón Berenguer IV, (y probablemente cuando Arnau, su hermano, fue nombrado Gran Maestre de los templarios también debió de tratarlo,… si es que no lo había conocido antes).

Los Torroja y los Plantagenet se entenderían probablemente hablando en occitano, ya que Enrique II nunca habló inglés, ni tampoco sus tres hijos herederos sucesivamente del trono de Inglaterra. El esposo de Leonor, aquella dama ideal considerada la "Reina de los Trovadores", dominaba desde los Pirineos a Inglaterra, siendo el más firme aliado de la Corona de Aragón, facilitando con ello las difíciles gestiones del obispo Guillermo de Torroja, pues los catalanes para mantenerse en Provenza debieron superar la férrea oposición del conde Raymundo de Toulouse del Languedoc. Esta gran capital del Languedoc estaba situada en el Camino de Santiago cuando, gracias al "Códice Calixtinus", el finisterre de Galicia empezaba a atraer multitudes, pero es que además también estaba entre los dominios del conde de Barcelona y Enrique II de Inglaterra. Ambos se aliaron pues contra los Toulousinos, repitiéndolo de nuevo en campañas conjuntas contra Tortosa, Lérida, etc.. El conde de Baus era partidario del conde Raymundo de Toulouse, y las llamadas Guerras Baucenas, entre 1142 y 1162, hacían necesario cuanto más apoyo mejor para Cataluña.

Las disputas con los condes de Toulouse no cesaron hasta medio siglo más tarde, y para vergüenza de la Iglesia fue para formar un frente común contra los cruzados enviados por el pontífice Inocencio III contra cientos de miles de personas que finalmente fueron masacrados sin que ni uno sólo hubiese cometido el menor delito. El Conde de Barcelona, el de Toulouse, el de Foix, el de Carcasona y el de Bearn se confabularon en primavera del año 1209 para presentar batalla conjuntamente contra la internacional tropa invasora. Capitaneados por el rey Pedro II los catalanes (siendo cuatro veces más soldados) no pudieron detener al ejército de Simón de Montfort, de mala memoria, porque el gigantesco conde catalán, después de pasar una noche extraordinariamente lujuriosa, de madrugada y sin esperar la llegada del resto de su ejército, osó insensatamente alardear en el campo de batalla de Muret (burgo a unos 20 km. al sur de Toulouse del Languedoc), quizá sintiéndose muy prepotentemente porque en 1212 había vencido en las Navas de Toulouse. Su muerte fue calamitosa para todos los habitantes de cada lado del Pirineo catalán.

LA ORDEN DEL TEMPLE SE INTRODUCE EN CATALUÑA.

Presentar el ambiente de la sociedad en que vivió Arnau de Torroja será otra forma de conocer su pensamiento dentro del contexto del siglo XII. Los hechos de la nobleza de los países vecinos durante la Segunda Cruzada informan también de aquellas instituciones, o bien de ciertas personas que a él le interesaron porque fueron asuntos sociales muy conocidos a nivel popular. Los beneficios que se notaron con la aparición de aquellos jinetes de capa blanca y espada repercutieron en la seguridad vial de los caminos que protegieron los templarios contra asaltos de bandidos. Tanto se movieron la gente que fue necesario establecer precozmente un sistema de transferencias de dinero de una ciudad a otra. En el pagaré de destino escribieron un "pin" que luego la persona descrita para poder cobrarlo debía saberse de memoria. Asimismo la propia Orden se revelaría que eran unos prestamistas más fiables que los judíos, porque era una actividad que ellos ejercieron religiosa y cristianamente. La administración de los "Pobres caballeros" era de una legalidad intachable.

Los templarios en el Midi-Pyrénnées estuvieron establecidos, desde años antes que en Cataluña y permanecieron durante seis siglos en las muy bien conservadas ciudades templarias de Lazac (Vila du Pas de Jaux, Sainte Eulalie, y las anexas Cavalerie y Couvertoirale), que es una zona equidistante de Montpelier y Toulouse del Languedoc, y tan alejada de la frontera pirenaica como lo está Barcelona. En todo el Languedoc francés ya les habían hecho sustanciosas donaciones a la Oren del Temple, y sucedió lo mismo tan pronto fue presentada oficialmente al Conde de Gerona, el cual les dio diversos bienes, invitando a sus nobles y vasallos a imitarle. A partir de entonces sellaron pactos con los obispos y nobles regionales por los cuales los templarios recibirían una quinta parte de lo conquistado, además de otros porcentajes y franquicias.

Cuando en 1143 un noble delegado de las órdenes de Sión y del Temple se introdujo en Cataluña, procedente de Perpiñan (Fr.), lo hizo por la puerta grande. El principal comisionado era un monje con espada llamado Hugo de Rigaud, y se presentaba como Procurador de las órdenes de Sión y del Temple (era Maestre Provincial en Francia, y había sido uno de los fundadores de la Orden en 1119).

Lo acompañaba otro ilustre monje-guerrero llamado Pere Rovira, por entonces Maestre de Provenza y la parte N.E. de la Península Ibérica para los intereses de los templarios, que era el nombre con el que públicamente las dos órdenes co-hermanadas se dieron a conocer. Su inmediato sucesor en el dicho cargo, el maestre Arnold de Bedocio, tuvo ya diferentes delegados que se movieron también por Aragón y Navarra, entre los cuales el templario Raymond Gaucebert, citado como 'bailiff' en la documentación de Barcelona y Vic entre 1135 y 1142.

Entre 1128 y 1136 Hugo de Rigaud se había hecho cargo de las posesiones que recibió en la Cataluña Vieja,así como de cuantos bienes el conde de Barcelona les cedió al sur del río Llobregat. El conde Ramón Berenguer IV y el obispo de Barcelona fueron convencidos con la misma facilidad de otros mandatarios de la necesidad de ampliar el número de nobles deseosos de enrolarse a la "Milicia de Cristo", exponiéndoles lo trascendente de una tal colaboración, como después el tiempo se encargó de demostrar.

Con los años cada vez se hacía más evidente el poder de las órdenes de Sión y del Temple en Cataluña y Aragón, porque fueron reclutando muchos jóvenes de nobles familias, siendo considerado un gran privilegio que algún miembro formase parte de la "Milicia de Cristo", por cuyo auge en pocos años se asentaron hasta más allá de Teruel, fundada hacia 1170, con las tropas del rey Alfonso II de Aragón. De entoces es la iglesia roánica de Sarrión, a unos 20 km al SE. ya en la comarca de Javalambre, donde anualmente se siguen cantando el largo "Salid-hijas-de-Sión"

Desde 1142 los templarios habían hecho posible la repoblación de la zona de Daroca, y alrededores, y en 1149 sus muchos castillos se alternaban con los monasterios cistercienses en las tierras antes fronterizas con los musulmanes. Cuando los monjes del cister llegaban a la plenitud de su monasterio, elegían un nuevo abad para que saliese a fundar otro muy alejado, Para ello salía acompañado de doce monjes más. La expansión de los templarios mediante sus encomiendas no debió de ser diferente, dado que se regían por una Regla casí idéntica a los cistercienses. Los nobles les hacían sustanciosas donaciones en razón de su clase social, al considerar que estaban en sintonía con el elevado espíritu que alentaba a los templarios. En la provincia donde antes sólo tenían un maestre provincial, él era el único administrador de los dominios templarios, como era el caso de la Corona de Aragón donde llegaron a tener más de treinta "encomiendas", o sea, unas espacios fortificados (18 en Cataluña, 14 en Aragón y una en Mallorca). Obviamente les urgió nombrar pronto otro administrador para tantas posesiones recibidas en el reino castellano-leonés, donde se establecieron poco después que en Aragón, colaborando igualmente en la tarea de la Reconquista. En Portugal, donde el rey les benefició muy precozmente, la sede central de los templarios fue desde el año 1160 el imponente castillo de Tomar. En 1171 el Gran Maestre Gualdim Pais construyó en aquella costa una inexpugnable fortaleza en un pedregoso islote en mitad del río Tajo, cerca de Brabante, al cual llamaron Almourol (En 1357, por decisión de Nuno Rodriguez, los bienes de los templarios los dieron a sus herederos llamados Orden de Cristo).

Para la noble juventud europea, el ingreso a la Orden representó, ante todo, hacer realidad los ideales caballerescos del siglo XII. El fervor religioso y el afán de protagonizar hazañas bélicas, eran entonces un ansia general, pues el camino a Tierra Santa había sido abierto y los viajes de los peregrinos y comerciantes debían ser garantizados. Todo ello se consiguió y se lo debían a aquellos monjes autorizados a matar en defensa de su fe. Aún las gentes no sabían que en su corta historia las órdenes de Sión y del Temple, y exactamente la segunda, dejó en el campo de batalla del Próximo Oriente unos 20.000 muertos. Realmente en el contexto medieval a que me estoy refiriendo, se podría presentar a templarios como la regia y blanca columna sobre la cual se presentaba esplendorosa la Cruz de Cristo, símbolo de la salvación del mundo.

Los templarios claro está que no fueron a Solsona a convencer a Arnau de Torroja para que entrase en su Orden. Tenían mucho trabajo con las donaciones de bienes y era imperioso reclutar gente de la misma zona que habitaban en las áreas mejor comunicadas. En efecto, el procurador de dichos monjes guerreros recibió tantas muestras aceptación en Cataluña, que debió buscar con urgencia hombres capaces de administrar tantas propiedades, prevaleciendo no obstante la misión de afiliar nuevos aspirantes a formar parte de los caballeros de la Orden del Temple. Hasta 1155 las comarcas de Berga y Solsona las administraban desde su encomienda fortificada de Palau del Vallès-Barcelona. Según A. Forey, autor del libro "Les Templiers" (p.91), cuando templarios se establecieron en Santa Perpetua de la Mogoda (Vallès) las donaciones a las órdenes de Sión y del Temple se incrementaron mucho. La mayor concentración de encomiendas catalanas estuvo entre el castillo de Granyena prácticamente situado casí en el límite sur de la comarca del Solsonés, y los alrededores de Lérida. Fueron cinco en total, y la de Barbens desde 1166 los Templarios la tuvieron gracias a las donaciones de los familiares del entonces recién nombrado Maestre Arnau de Torroja. Ello no impidió que hasta 1182 aquellos frays mantuviesen varios pleitos con los monjes del monasterio de Poblet para poder consolidar la dicha propiedad. Desde su castillo natal en Solsona, Arnau, gracias a su hermano el obispo, tanto antes como después de ser caballero templario, cuando se desplazaba a Barcelona (donde probablemente residiría largas temporadas), hacía noche en el castillo de El Papiol. La estancia más probable que le suponemos en el Llobregat fue no obstante el llamado castillo Ciuró,…por llevar el mismo nombre que una aldea limítrofe de la comarca actual del Solsonés con el Alto Urgel.

De hecho, en Solsona tan sólo se tiene noticia documentada de que hubo destinado un comendador templario en 1170. Se llamaba Guillermo de Solsona, siendo un administrador itinerante, pero capaz de haber convencido al conde Galcerán de Pinós para que diera a la Orden toda la zona de la montaña Palomera, situada al N.W. de Puig-Reig (cerca de Manresa). Poco después era de templarios toda la tierra alrededor de la emblemática montaña catalana Pedraforca, entre Baga y Sant LLorenç dels Piteus. En fin, el Solsonés fue administrado conjuntamente con la comarca del Pallars y otros pueblos alejados.

Los templarios en 1143 se instalaron en la encomienda de Palau (donde parece que estaban desde hacía tres años) y en Novillas. La primera donación a templarios en Cataluña fue en 1126, posterior a las donaciones hechas a la orden de San Juan del Hospital. En 1130 antes de morir Ramón Berenguer III les dio el castillo de Granyena de Segarra donde ya consta un comendador en 1181, instalándose más tarde en Mas-Deu, en el Rosellón, la cual zona acabó incorporada a la Corona de Aragón. En 1140 el 'Pater Maestre de Rovira' vendió dicho palacio de Palau a Raymond Gaucebert, Raymond Arnold y a un capellán llamado Ponç.

Las órdenes de Sión y del Temple, reclamaron bienes al rey de Aragón, dada su superior implicación en las campañas, y a cambio la Orden se comprometió a enviar diez caballeros desde Tierra Santa a España para formar un núcleo de caballeros nativos. Para ello se les cedió los castillos de Daroca, Osso y Belchite, además de otras plazas que se fuesen recuperando de los árabes. El conde Ramón Berenguer III decretó además que su milicia siguiese el modelo de los caballeros del Temple de Salomón en Jerusalén que defendía la Iglesia en el Oriente Próximo.

Dicho acuerdo se alcanzó en 1143 y en las siguientes conversaciones les dieron los castillos de Mongay, Barbará, Calamera, Belchite, Remolins y Monzón, así como los derechos reales de Corbins. En adición también 1000 sueldos de lo recaudado en Zaragoza y Huesca, además de una quinta parte de lo reconquistado, quedando exentos de pagar impuestos. Por su parte el conde de Barcelona escribió al Gran Maestre de las órdenes de Sión y del Temple entre 1137 y 1143: "…el rey Alfonso dejó su reino en herencia al Santo Sepulcro al Hospital y al Temple,…porque gracias a ellos el reino podía ser defendido".

Como es lógico, también los nobles catalanes con el paso del tiempo creyeron que las donaciones que les hizo Ramón Berenguer IV resultaban excesivas, pues ya se habían olvidado de cuando templarios se enfrentaron con los almorávides que, extendidos por el este de la Península, dominaron las orillas de los ríos Ebro y Segre.

El primer Gran Maestre de Provenza e Hispania de origen catalán fue Pere Rovira, quien se comprometió ante el conde Ramón Berenguer III a proteger sus dominios contra los enemigos de la fe cristiana. Asimismo, quedaba a cargo de las órdenes de Sión y del Temple la dirección estratégica de las campañas bélicas contra los musulmanes peninsulares. Al quedar legitimada la Orden ante el Conde de Barcelona, éste incluso accedió a no pactar con los musulmanes absolutamente nada sin someterlo a la aprobación previa del Gran Maestre especializado.

Pere Rovira estaba muy bien informado,… y curtido por haber guerreado en Tierra Santa. El historiador J. Miret Sanç en su libro "Las casas del Temple y del Hospital…", dejó escrito su convencimiento de que el dicho Maestre catalán describió muy bien la desastrosa campaña de los cruzados en Palestina durante la Segunda Cruzada. Pudo saberlo, porqué para poder tener el liderazgo de la Orden del Temple en Provenza y España se le exigió, como a todos, que hubiese hecho los debidos méritos en el otro extremo del mar Mediterráneo. Aunque con referencia a Arnau no haya pruebas, es muy plausible tal suposición al tratar de agotar las posibilidades de interpretación de sus vivencias.

El sucesor de Pere Rovira se benefició ya de unas jerarquías intermedias entre los templarios porque su expansión hizo difícil enlazar la casa-madre de las órdenes de Sión y del Temple de Jerusalén con sus muy distantes encomiendas diseminadas por incontables condados de Europa, aunque estuviesen ayudados por los monjes de los conventos cistercienses. El continuador de Pere Rovira fue el también catalán Hugo de Barceló (Gran Maestre in parte nostre Hispania) en 1160, quien debió de ganar igualmente su cargo jerárquico por haber hecho méritos en Palestina. Al Gran Maestre Barceló lo sucedió en el cargo Hugues Gaufed (1163-1164). En 1156 Aimeric de Torroelles fue Maestre de Tortosa, y nueve años después lo fue del castillo de Miravet, adquirido en 1153. Ambos castillos fueron comandados en 1165 por Guillermo Bernard, quien fue comendador de dos jurisdicciones de templarios en Cataluña.

Referente a la exigencia de hacer méritos en Palestina, en Cataluña aún existe una inquietante leyenda que el resto de Europa ignoró siempre: Pretende que una hermandad de caballeros del Conde de Barcelona fueron el germen inspirador de la Orden de los templarios. Dicha hermandad habría sido fundada por dos capitanes de los cruzados catalanes cuando, en 1099 fueron la tropa de choque que forzaron la Puerta de San Esteban y primero entraron en Jerusalén. Tal hazaña les dio renombre entre todos los cruzados, y los mismos catalanes, viéndose elegidos por designios divinos, se organizaron para conmemorarlo para el resto de sus vidas. Dichos capitanes eran los hermanos Pinós-Bagà, hijos de Berenguela de Montcada, quienes, como todos, habían participado en la Primera Cruzada como tropa del Conde de Toulouse, a las órdenes de Godofredo de Bouillon.

LA GRAN GESTA DE RECONQUISTAR TORTOSA JUNTO AL RÍO EBRO

En mi empeño de escribir la reseña más exacta del noveno Gran Maestre de las órdenes de Sión y del Temple, presentaré una elaborada aproximación a los años de juventud que vivió Arnau de Torroja, siendo de desear que el pensamiento filosófico y la sensibilidad artística me proporcionen argumentos suficientes, del mismo modo que, si los lograse equilibrar, me permitirían desarrollar ópticamente el lado místico y espiritual de su existencia. Aun cuando Arnau de Torroja fue un paisano mío que vivió en un muy lejano siglo XII, todavía puedo adivinar algunas de las sensaciones que hicieron vibrar su alma ante muy concretas obras de arte piadosas. No sólo me remito al ábside de la iglesia de nuestra ciudad, sino que, dada la estratégica posición militar del castillo de Cardona, a unos 30 km lejos de Solsona, seguramente debió de contemplar las escenas de las bóvedas pintadas de la iglesia de Santa María de Cardona, que están hoy expuestas en el Museu d'Art Romànic de Barcelona (MNAC), pues datan del año 1040. Situándose debajo de dichos frescos, quien hoy lo desee podrá conectar con la admiración que debió de sentir aquel piadoso joven, puesto que de los pintados en el templo románico de Santa María de Solsona ya no queda ni rastro.

La gran epopeya bélica que culminó con la conquista de Tortosa, interesa especialmente a esta biografía de Aranu de Torroja justamente porque en aquella campaña intervinieron los caballeros del Temple, y porque fue donde el intrépido joven de Solsona encontró la primera ocasión de hacer evidente su especial temple, quizá estimulado por una juvenil ansia de sorprender a su hermano obispo de Barcelona y a los veteranos de armas de su sobrino Ramón II de Solsona, quienes años antes habían participado en la toma de Almería. Se puede dudar si Arnau de Torroja también había galopado con ellos en el sur de España, pero no hay duda de que él sí estaba en la conquista de Tortosa. Los catalanes del Prepirineo eran hombres muy admirados por estar bregados en expulsar a los musulmanes de sus tierra. Es más, con su empuje sus conquistas incluso habrían llegado más lejos de Almería, pero se impuso un límite a las conquistas de los catalanes, debiendo éstos renunciar a Murcia (por el Tratado de Cazorla) a cambio de no rendir el homenaje debido al rey de Castilla por las conquistas de la Corona de Aragón, aunque el conde de Barcelona le siguió siendo sumiso.

Era norma común de aquellos años que se repartiesen las posesiones de los musulmanes bastante antes de haberlas conseguido ganar con la batalla prevista. Así lo hizo Ramón Berenguer III con la ciudad de Tortosa, y por entonces también tenía prometido repartir los bienes la población de Artal, en el condado del Pallars. En 1136 Ramón Berenguer IV hizo concesiones semejantes a Guillermo de Montpelier y a Guillermo Ramón de Montcada, así como a las tropas genovesas que le ayudarían. No obstante alguno se quedó sin lo prometido. El historiador J. Miret Sanç afirmó que el gran senescal Guillermo Ramón de Montcada y los genoveses, sí que recibieron la proporción acordada, pero los templarios sólo un quinto del tercio restante. Sus reclamaciones fueron las que primero se atendieron y los templarios recibieron por fin lo que esperaban de aquella campaña, aunque el conde de Montcada tomó parte en asuntos de la nueva administración y ellos no.

El año siguiente de dicha conquista las órdenes de Sión y del Temple también obtuvieron un quinto de lo conquistado en Lérida en 1149, desde Corbins en el norte, y hasta Gebut en el sur. Un tercio quedó para el Conde de Urgel que no tuvo señorío sobre lo dado a los templarios, pero en compensación recibió el castillo de Ascó. Otros dos tercios de Tortosa fueron del propio Conde de Barcelona.

Después de la conquista de Lérida éste dio a los templarios el castillo de Gardeny, en el Segriá (Alfonso I de Aragón había construido aquel castillo en 1123 pero debió cederlo porque no lo podía mantener). El Conde de Barcelona también dio a los templarios algunos derechos sobre el castillo de Fontanet, en la orilla opuesta de donde está Gardeny en la capital leridana. En 1153, después de dominar toda la orilla del Segre, Ramon Berenguer IV también les dio buena parte de la Ribera de Ebro, desde Mequinenza a Benifallet, y además de Miravet, incluyó fortalezas menores como: Algars, Batea, Corbera, Gandesa, Pinell, y Rasquera. Pero ellos hicieron reclamaciones, siendo la más conocida la del castillo de Remolins, a orillas del río Segre, que se les había prometido en 1143. Se celebró un juicio en 1154 y el obispo de Lérida se lo concedió por fin. La gratitud a las órdenes de Sión y del Temple fue algo habitual bajo Ramón Berenguer III y su hijo Ramón Berenguer IV.

En definitiva fueron propiedad de las órdenes de Sión y del Temple: Mequinenza, Flix, Ascó, García, Mora de Ebro y Tivisa, así como diversos bienes en Marsá. En la nueva frontera entre la Cataluña nueva y la Vieja, sus encomiendas intercaladas entre los monasterios cistercienses de Poblet (1151) y Santes Creus (1159), complementaban sus esfuerzos, aunque tampoco puede decirse que lo hiciesen en buena armonía. Lo cual es extraño, ya que además de ser monjes todos bajo casí la misma Regla, si unos eran la intendencia por cultivar las nuevas tierras, los otros medio-guerreros, les prestaban ayuda como cirujanos y protección en tierras fronterizas. Pero ahora debo ocuparme ya del periodo posterior a las dos primeras grandes cruzadas en Tierra Santa, las cuales en tiempo de Arnau de Torroja ya eran historia pasada en Palestina.

ARNAU, RECLUTADO, VIAJÓ EN BARCO HASTA TIERRA SANTA

Todos los nobles medievales como Arnau de Torroja, desde que tenían capacidad de guerrear viajaban mucho debido a su contribución en todas las empresas que se los requería, desde su propio castillo hasta las posesiones que muy a menudo compartían con otros nobles o los mismos reyes. En Europa no eran tiempos de grandes propiedades, pero si de grandes propietarios. Cuanta más responsabilidad un noble o un rey tenía, tanto más cabalgaba por mucho que nos cueste de imaginar, y los detallados desplazamientos del rey Jaime I nos ofrecen la mejor prueba de dicha movilidad. De hecho sólo les retuvieron las grandes nevadas.

A fin de evitar la ruta marítima directa con Próximo Oriente, los voluntarios europeos reclutados fueron por tierra a la primera y a la segunda grandes cruzadas, pues había el contratiempo de que las islas del Mediterráneo estaban infectadas de piratas. Posteriormente, al acudir a la tercera Cruzada (hubo ocho en total entre 1095 y 1291, todas para conquistar los Santos Lugares), los puertos de Marsella y Génova ya fueron puntos de embarque para los cruzados, pero dada la importancia comercial de Venecia y las vías templarias que garantizaron desde allí itinerarios terrestres, debemos suponer que Arnau de Torroja, aunque en la primera parte de su viaje se beneficiase de la travesía naval hasta Marsella, llegó a Venecia a caballo en su tramo final desde Génova. Éste era el más antiguo puerto de la Orden del Temple en Europa y su acceso lo tenían protegido con cadenas, tal como era costumbre entonces ponerlas también en los ríos para evitar en ellos la navegación no deseada. Venecia entonces era capital de una nación imponente, al extremo de que, según le explicaron a Arnau, el año que él había nacido los venecianos habían derrotaron a la flota egipcia, arrebatándoles las ciudades que tenían en la costa fenicia.

Así pues, Aranu de Torroja la primera vez que se embarcó hacia Tierra Santa llegaría en navío hasta Génova, vía Marsella, para desde allí galopar cuatro días (gracias a que iría cambiando de caballos en las encomiendas templarias del camino). A pesar de ser un hombre de mundo, mi biografiado debió de sorprenderse más que cualquier persona de hoy día al descubrir el peculiar encanto de la ciudad de Venecia, porque no había foto capaz de haberle prevenido de sus señoriales calles de agua. En Venecia se presentó donde debía embarcase con el resto de los voluntarios, ya que desde aquel puerto comercial se hacían los viajes más seguros por el Mediterráneo, pues las islas Baleares, y las de Cerdeña y Sicilia estaban en poder de los musulmanes (Hasta morir Roger II en 1154, los normandos no los expulsaron definitivamente de Sicilia. En el resto de Italia, Arnaldo de Brescia que instauró la República, murió ejecutado en 1155).

En vida de Arnau de Torroja en la costa de Barcelona sólo empezaba a despertar el arte de navegar, y ello contando que incluso el propio conde catalán Ramón Berenguer III (1114) había pirateado por las costas de las islas Baleares. Su madre era una princesa vikinga llamada Mafalda de Calabria (al Sur de Sicilia). Ramón Berenguer "el Grande" no desistió de su habitual recurso de piratear hasta que en cierta ocasión, al regresar a Barcelona la encontró arruinada por el saqueo de moro Almanzor. Piratear, dicho conde catalán lo llevaba en sus genes, y por ello lucrarse en el mar quizá fue también una preferencia de su nieto el rey Pedro.

El Papa Nicolás II en 1291 pretendió acabar con la piratería por lo que prohibió comerciar con los musulmanes. No obstante era un negocio demasiado lucrativo para cumplirse dicha prohibición, pues los navíos catalanes entonces ya estaban comerciando en Málaga y en el Norte de África. Más aún, fue por dicho éxito que los condes de Barcelona se plantearon arrebatar Sicilia a la Casa de Anjou 1282, a pesar de protegerlos el Papa de Roma. Por aquel entonces las casas de Barcelona y Anjou pugnaban por hacerse con el sur de Italia. La proclamó suya la reina Constanza de Sicilia, después que Roger de Luria impidió que la flota de la Casa de Anjou invadiese Cataluña, derrotándolos en Palamós y Rosas. A partir de entonces realmente el Mediterráneo fue un "mar catalán",… hasta el año 1500, que fue cuando irrumpieron los descastados barberiscos (actual Argelia). La conquista de Menorca fue encomendada por el monarca a Ramón de Serra, un templario que más tarde sería Maestre provincial.

Por aquel entonces las casas de Barcelona y Anjou pugnaban por hacerse con el sur de Italia. La proclamó suya la reina Constanza de Sicilia, después que Roger de Luria impidió que la flota de la Casa de Anjou invadiese Cataluña, derrotándolos en Palamós y Rosas. A partir de entonces realmente el Mediterráneo fue un "mar catalán",… hasta el año 1500, que fue cuando irrumpieron los descastados barberiscos (actual Argelia).

Volviendo a los tiempos de mi biografiado, en 1162 por la ruta marítima llamada "de cabotaje", los barcos venecianos transportaban hierro para los templarios porque entonces aún no disponían de una efectiva flota propia, aunque ya trabajaban para tenerla, dada su necesidad de transportar por mar también sus caballos. Al final de aquel siglo la Orden declinó sus preferencias por el puerto de Marsella y, según el cronista catalán Ramón Muntaner, el principal punto de aprovisionamiento de los templarios posteriormente fue Brindisi, ya que les dejaba más cerca del Vaticano y Roma, pues dicho puerto situado en la costa del mar Adriático que, metafóricamente hablando, es donde Italia tiene "el talón de su bota".

Los primeros viajes marítimos de Arnau de Torroja los hizo en galeras largas y estrechas impulsadas por remeros, pero ayudadas por el velamen. Como apenas sobresalían del agua navegaban rápido, y ello a pesar de que además de personas transportaban el obligado avituallamiento de cada expedicionario para no desfallecer durante la travesía, así como su equipo bélico y ropas. A cada caballero le acompañaban varios sirvientes y sus caballos. Y es que incluso los famosos nueve templarios fundadores de la Orden habrían sido acompañados de sus escuderos, de imprescindible ayuda al vestir al caballero con armas y su muy pesada cota de malla o armadura.

En tan largo trayecto al joven Arnau y a los demás distinguidos nobles se le informó más detalladamente de la situación histórico-política de su próximo lugar de residencia, así como de todo aquellas campañas históricas y normas básicas de la Orden del Temple a la que se habían acabado de afiliar. Aquel bautizo de mar, junto a otros muchos nobles de diferentes países, sin duda le hizo darse cuenta de la importancia de saber hablar muchos idiomas. Estaba agradecido a los buenos consejos de su hermano obispo, y esperaba de no defraudarle ascendiendo rápidamente de jerarquía dentro de la Orden. Tenía grandes proyectos y por el momento navegar le debió de parecer cual vivir un bello sueño.

Su vigorosa juventud gozaba con la exigencia de trasladarse al Oriente Próximo para hacer los méritos necesarios, y no le representaba ningún sacrificio, sino todo lo contrario. Deseaba enfrentarse con sus armas a los herederos político-religiosos de Mahoma, de quienes sabía que perpetuamente vivían muy divididos entre sí. Los musulmanes suníes, que reconocían al califa de Bagdad, provocaron que en Egipto reinasen los califas fatimís. Los sunitas de El Cairo fueron desplazados por los abasies, siendo los que en la España musulmana alcanzaron máximo poder al fundar un califato independiente en Córdoba.

Cuando Arnau de Torroja llegó a Palestina (entonces llamada "Outremer"), debió agobiarse por aquellas intrigas y luchas intestinas cada vez más graves, como referiré en otro momento, puesto que se trata de intentar recrear las situaciones que le tocó vivir. Para empezar hay que advertir que por lo general las relaciones entre los templarios y los habitantes musulmanes del país fue intensa y duradera.

El Gran Maestre de las órdenes del Temple y de Sión en persona era quien mandaba el ejército de los cristianos, a veces de forma oficiosa, porque nadie como ellos podían transmitir tan elevada disciplina y arengar a las tropas con las más acertadas frases. (Cuando los templarios se negaban a participar en alguna campaña, los sustituían los estrategas hospitalarios).

También en las batallas los caballeros templarios siempre habían demostrado la superior eficacia de sus normas, entre las cuales la de no retroceder jamás si el enemigo no les triplicaba en número. Se justifica, porque sus espadas tuvieron doble filo como lo requería un gesto de brazo, tan secreto como extraordinariamente efectivo. La daga era, en cambio, de filo único pero de muy ancha hoja,… a saber con que utilidad. Luchaban por sus ideales muy religiosa y organizadamente, siendo controlados por diversos mandos intermedios perfectamente jerarquizados según un esquema publicado en el siglo XIX por una autoridad en la materia). Tanto empeño les era bien necesario cuando pretendían el control de las vías de comunicaciones, las cuales la historia confirma que fueron realmente seguras, y con más impacto en el desarrollo de aquella sociedad que la red de autopistas europeas en el siglo XX. En definitiva, su fe, nobleza y sentido del honor, no lo podrá olvidar la historia, y lo que más cautiva de los templarios es la altanería con que se entregaban al peligro, y que, como era de esperar, los hizo morir a miles en el curso de sus muchas batallas contra infieles.

Entre los siglos XI y XIII, 25.000 europeos, entre ellos 7.000 nobles como Arnau de Torroja, se establecieron en Tierra Santa cual si se tratase de una masiva migración que prorrumpió en Oriente Próximo como una masa compacta que llevaba a cuestas todas sus pertenencias. Los primeros Cruzados en acudir a la liberación de Jerusalén, inicialmente ocuparon Biblos, cerca de Beirut en el Líbano, que pasó a ser un feudo dependiente del vecino condado de Trípoli (Biblos no volvió a ser de los musulmanes hasta finales del siglo XII, ja fallecido mi biografiado). Cuando Arnau de Torroja llegó allí, ya encontró edificado el castillo más emblemático de los caballeros cruzados (1104).

LA HISTORIA DE JERUSALÉN QUE ARNAU DE TORROJA ESTUDIÓ

Además de lo visto al llegar a su destino, sin duda que Arnau de Torroja ya antes de enrolarse también debió de informarse bien acerca de la orden en la cual él quería militar. Así pudo saber que los cruzados conquistaron Jerusalén el 15 de julio del 1099. Su intención inicial era la de devolver su esplendor al Santo Sepulcro. Al principio solamente retocaron la construcción existente sobre la tumba de Jesús. En el 1119 la aedicula entera fue completamente reconstruida por el escultor boloñés Renghiera. Fue durante esta reconstrucción que el vestíbulo de la tumba fue añadido (pues había sido sacado durante la construcción de Constantino).

Si esta semblanza de Arnau de Torroja en lugar de pretender ser una biografía eligiese la trama de una novela, dedicaría un largo capítulo a explicar gran el efecto que tanto exotismo causó en el joven noble caballero de Solsona. Es más, la sola descripción detallada del ambiente medieval de su ciudad natal ya daría para un extenso capítulo, pero dejo para otros el describirlo, así como evito referirme a describir el colorido y el bullicio que se vivía en la Palestina a su llegada. Aunque veía a muchos musulmanes y hebreos, en cambio en la misma Jerusalén había pocos, y además lo único que se hablaba en dicha capital era el francés y el latín. Entonces aun faltaba un siglo para la irrupción de los mamelucos de Egipto, y dos para que entrasen en la historia los otomanos turcos que ocuparon Anatolia.

Los europeos que llegaban a Tierra Santa a mediados del siglo XII pudieron presumir de sus cotas de malla, pero por otra parte ignoraban lo eficaces que pueden llegar a ser para comunicarse, el vuelo de las palomas mensajeras de los musulmanes, siendo legendarias las del gobernador turco, o sea el sultán de Siria llamado Nur ad-Din, o más exactamente Noor äd-din, al que para abreviar en los sucesivos capítulos escribiré simplemente Nuradín (+ 1174), puesto que habré de referirme muchas veces a él. Las palomas mensajeras fue un medio de comunicarse tan rápidamente que en su tiempo parecía insuperable, si bien al poco tiempo, en la misma Palestina, aún lo mejoró mucho más el carismático líder musulmán Saladino inicialmente al servicio del dicho sultán unificador de Siria.

Por aquel prolongado intercambio cultural y progreso de las vías de comunicación, el fracaso general de las Cruzadas, siendo de balance desastroso por los fines que los europeos pretendieron, en cambio marcó el inicio del auge de la Europa Occidental, porque si para todo islamita aprender alguna cosa de los Cruzados era comparable a traicionar su fe, los europeos sí que aprendieron de los orientales todo lo que pudieron, en especial su lengua y además con rapidez. Lástima que una vez en Europa, tantos conocimientos nuevos sólo pudieron ordenarse, para lo cual al menos se crearon universidades donde aplicar nuevos términos (cifra, álgebra, cénit, etc.) oriundos de la India, pues los musulmanes por lo general aparte de alguna técnica, sólo fueron cual una correa de transmisión de saberes.

Al haberse abierto los caminos que permitían pisar el mismo suelo donde vivió Jesucristo, hace comprensible que de toda Europa acudiese gente, y muchos buscando descaradamente fortuna. Los caminos eran muy transitados algo que hay que tener en cuenta para hacerse mejor idea del ambiente. Ciertamente la gran mayoría de caballeros cruzados que sobrevivieron regresaron a Europa, pero no así los de las órdenes militares, quienes en su gran mayoría se quedaban (Arnau de Torroja fue una de las pocas excepciones). Allí tenían su cuartel general fijo en el siglo XII, pudiendo hacer méritos en los países de todo el vasto alrededor de Palestina con mayor facilidad que en España, donde musulmanes y cristianos confraternizaban todavía perfectamente. La multitud de lenguas habladas en Tierra Santa entonces era muy impresionante, y los capaces de servir de interpretes lógicamente eran muy buscados incluso en los estamentos oficiales.

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