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Ramon Ramonet Riu – Textos reunidos (página 7)




Enviado por Ramon Ramonet Riu



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Obligado paso previo fue informarme acerca de las esfinges. En Egipto tuvieron su apogeo durante el Imperio Medio y llegaron a ser readaptadas por las culturas clásicas. Las esfinges presentan normalmente un cuerpo de felino agazapado con cabeza erguida de hombre entre mesopotámicos e hititas, así como entre los pueblos mayas de la antigüedad, si bien las puede haber también, con cabeza de hembra, como en Grecia. Si tienen cuerpo de toro, no son esfinges.

En el Museo de Asuán, en el sur de Egipto, se conserva un huevo de avestruz decorado exteriormente con el río Nilo al pasar por delante de las tres inconfundibles pirámides alineadas de Giza. Lo sorprendente es que su antigüedad se ha calculado por los estratos donde fue encontrado que se remontaría a unos 10.500 años. Aunque parece una exageración hay otro detalle de las mismas pirámides que el investigador Bauval ha confirmado por la posición de los tres astros del llamado "Cinturón de Orión". Aquí me referiré exactamente al ángulo de 172º de las tres citadas pirámides que sólo coincide con el que tuvieron las dichas estrellas de las mismas proporciones y alineadas nada menos también presentaban hacia el año 10500 a.C..(actualmente su ángulo es de 181º). Demos tiempo a los expertos que están en nómina de los grandes centros de investigación para que lo reconsideren.

La tan grandiosa y famosa de Giza está en contradicción con el tiempo que se ha datado, (o sea 1,04 m.) porque entonces sería el 2500 a.C., dominando el firmamento la constelación Tauro. Antony West demostró, empleando programas de informática, que el punto venal de Egipto en primavera la constelación Leo se remonta al 10500 a.C. En Tassili (hoy desierto del Sahara libio), hay pinturas rupestres de carros egipcios del año 8.000 a.C. ¿…Cuando Egipto aún no existía?

En 1956 se descubrió en Saqqara la entrada a una tumba, aún inviolada, dentro de la pirámide de Sekhemket. Para proceder a su abertura se reunieron allí grandes autoridades y muchos periodistas internacionales, dado lo insólito del hallazgo pues todos esperaban poner al descubierto los fabulosos tesoros de su interior. Pero sucedió que, como en tantos otros sarcófagos, no había nada dentro. Estaba vacío ya que una vez más tan sólo se trataba de un cenotafio.

Los espacios subterráneos en Egipto permanecen en su inmensa mayoría ignorados en su subsuelo a lo largo de curso del Nilo actual y probablemente también en el que tuvo antes de ser modificado. No obstante una muestra de aquel furor constructivo bajo tierra se puede admirar en el llamado Serapheum, unas galerías de varios kilómetros y laberínticas con 22 tumbas gigantesca clavadas en el suelo a modo de tapón, las cuales también aparecieron vacías. Lo seguro es que tanto trabajo subterráneo no se emprendiese sin la intención de desarrollar allí algún inimaginable proceso energético físico/químico, el cual humildemente debemos reconocer que todavía resulta incomprensible para nuestro actual estadio de saberes científicos. Es evidente que con tan grandes construcciones conmemoraban un acontecimiento miles de años más antiguo, de mismo modo como los templos católicos remiten a la vida y pasión de Jesucristo. Durante la IV Dinastía la Gran Pirámide se la consideraba Guardiana del Cementerio Real capaz de inspirar terror a los profanadores de tumbas por dimanar de la escultura un poder religioso aterrador. Cuando superaron aquel papel, las esfinges fueron la afirmación plástica del poder político y del orden social.

Actualmente a las 6'10 horas del amanecer del día 20 de mayo de cada año se repite exactamente el perfecto alineamiento de la Esfinge de Giza con el "Tiempo Primero", o sea, aquel que cualquier religión que se precie conmemora su repetición y en Egipto era coincidente con la época de la gran inundación del Nilo (que ahora evita la gran presa de Asuán). Ignoraron la división anual en estaciones. De aquella antigua civilización también sorprende mucho comprobar como, con el paso del tiempo, sus gentes fueron degenerando respecto a los antiguos saberes, y sucedió en todas sus expresiones artísticas.

El nombre más antiguo que se tiene constancia de aquella inmensa escultura en forma de esfinge con cabeza de faraón y cuerpo de felino agazapado, fue traducido "Horus en el horizonte". Ahora bien, aquel no sería el "Tiempo inicial" ni mucho menos. Antes de Horus estaba su padre Osiris, y antes aun Ra, para no citar al inefable Pta, que se compara al aliento creador del mundo, o sea su voz (fue "El Verbo Aj del A.T). Para empezar ya lo invocaban con la siguiente fórmula en los Textos de las Pirámides (nº 610-1713 b): "Que tú salgas (al oír mi voz), y te hagas un ser luminoso". Realmente quienes construyeron la gran pirámide de Giza dominaron un especial sonido de inimaginable frecuencia. Lo llamaré estelar porque entonces la forma estuvo en función de los templos y toda pirámide apunta al cielo.

La cultura egipcia se distinguió por su duración y por su unidad. Según Eusebio, un sacerdote egipcio llamado Manetón informó que desde el año 11.000 a.C. reinaron muchos semidioses antes del rey unificador Menes. El papiro de Ramsés II conservado en el Museo de Turín ( llamado "Canon") también ofrece una cronología de los tales semidioses, a los cuales llama Shemsu Hor.

Debido a que la relación de Maneón (quien vivió en el siglo III a.C. y que fue más cercano a nuestro tiempo que a cuando se construyó Hiéraconpolis) registra muchísimos reyes predinásticos la Arqueología no quiere saber nada de su exhaustiva labor porque se remontan a miles de años antes de todo lo conocido. No obstante, han podido constatar la veracidad de Manatón en lo referente a los nombres de los considerados gobernantes dinásticos. Los occidentales de hoy día quizá incluso podamos considerarlos a sus descendientes nuestros maestros de la escritura en símbolos, dado que en Sumer, si bien dejaron muestras más antiguas, se trató tan sólo de números para cuentas.

Para entender la importancia de la escultura en el Antiguo Egipto hay que saber que no hacían imágenes como arte ni como símbolos. Eran obras fruto de las diversas experiencias religiosas influidas por la magia autoritaria que creyeron dominar; no en vano el gran sacerdote era el "Mayor de los Artesanos" y quien mejor debió de saber activar y desactivar tanto las imágenes como los símbolos escritos así como todo el espacio del mudo. En el arte pictórico su tema principal fue el hombre, incluidas sus sagradas inscripciones, aunque no se haya aún podido verificar ni tan siquiera de los famosos Textos de las Pirámides. Para quienes los redactaron eran textos de Salida a la vida porque imaginaron otra forma de existencia después de la muerte física, cuando los difuntos renacían diariamente incorporados al sol. Tanta moral tuvo un premio: La firme y general convicción de que las personas buenas podrían vivir eternamente. Tales ideas se dispersaron triunfantes, de forma que no sólo se encuentran en el cristianismo, sino que también los alquimistas medievales usaron la metáfora de "convertir el polvo en oro" para significar el paso desde la ignorancia a la iluminación. El principal objetivo del ser humano era, es y será lograr divinizarse. La inmortalidad la ha perseguido quien ha podido, porque es la verdadera luz de la vida, del mismo modo que el sol es la luz de la Naturaleza.

Estoy tratando de explicar la existencia de gigantescas esculturas de imágenes de rostros subliminales también en su mensaje. Son obras gigantescas, las cuales, si representaron a personas que existieron realmente, hay que suponer que debieron de merecer ser inmortalizados. El caso es que, dada la ayuda que prometen para fomentar el crecimiento humano en los siglos venideros, ya encontrarían en ello su razón de ser. Porque, en efecto, una vez dada a conocer su existencia, ya no es posible ignorarlas. Con esta inesperada imagen de rostro humano, el Antiguo Egipto por psiquismo o por lo que sea logró renovar a comienzos del siglo XXI un icono de su inmortalidad, mucho más efectivamente que cuando la Piedra de Roseta resucitó su lenguaje jeroglífico;…por no hablar de la resurrección del dios Osiris por mediación de Isis, su hermana-esposa. Se objetará que es una imagen que no está de perfil como fue su norma al dibujar las cabezas, pero, a parte que se trata de un relieve, también hay otras excepciones de rostros egipcios en perspectiva frontal, y quien sabe si gracias a su frontalidad aún debe considerarse como más importante, …sino divina.

La esposa del dios Ra llamada Maat, simbolizó el orden y el equilibrio a pesar de ser hija del homosexual dios Thot (pues había tenido relaciones con Seth, de cuya cabeza había él nacido). El dios Seth, de muy largas orejas, era señor de la confusión y de todas las trasgresiones imaginables pues, además de copular con Toth, también pretendió hacerlo con su joven sobrino el dios Horus. Como se le resistió, ambos lucharon y el joven perdió un ojo al defenderse, pero su perverso tío Seth resultó entonces castrado. El final del dios Seth fue el destierro a los confines de la civilización, siendo posteriormente recordado como "señor del desierto", … el de la península del Sinaí, puesto que en aquel montañoso sur ahora se nos aparece grabada su enfurecida imagen, más cornuda que orejuda, a una escala tan inmensa. Por increíble que parezca ya sería hora de que se superase la simplona explicación de que la pelea entre Horus y Seth sólo fue un símbolo para oponer la extrema aridez del desierto a la fertilidad del valle del Nilo. Definitivamente habrá cosas en las mitologías de civilizaciones remotas que sobrepasan no sólo nuestros actuales conocimientos, sino muy probablemente también la humana razón.

Aun cuando expongo mi parecer en lo referente a que van a ser imágenes capaces de ser un revulsivo positivo en el mundo de las ideas sociales, también reconozco que yo las he estudiado en solitario siempre. En consecuencia, mi opinión es muy subjetiva, debiendo admitir además que me he apresurado para poder divulgarlo. Para colmo, a menudo debo rectificar mis escritos al respecto, y también otros sobre descubrimientos en muy diversas investigaciónes particulares que tengo planteadas, la mayoría inéditas.

CHOCANTE IMAGEN DE CARA GEOGRÁFICA

La nueva imagen de rostro una vez ampliada la incluí muy contento en mi particular álbum de perfiles y siluetas de cara humana en montañas, rocas y costas (tengo recogidas varios centenares). Inicié mi colección al descubrir los muy enigmáticos rostros que se configuran en las cimas del Mt. Sinaí (también en Egipto), y en los 25 Km. de perímetro de la montaña de Montserrat (en Cataluña, NE. de España). Esta última imagen de rostro humano tomada por el satélite Landsat de la NASA, sólo debe a la erosión el hecho de llevarse su "funda" de tierra blanda porque está formada por dura roca del tipo pudinga.

En todos los casos no estoy seguro de que todo sea fruto de las fuerzas lentísimas de la erosión endógena. ¡Que la dinámica interna de la Tierra la juzguen los geólogos! Por mi parte yo simpatizo con las ideas del New Age y su sincera preocupación por la preservación del medio ambiente desde poco tiempo después de su divulgación inicial en 1960.

El imperio egipcio en principio sigue aún interesando mucho por haber superado (reconocidamente duró más de 3000 años) a cualquier otra civilización, pues por ejemplo la del sur de la India fue más esplendorosa en su decoración desde el furor constructivo del belicoso Rajaraicha, constructor de varias pirámides, siendo una de ellas, de duro granito, tan grande como la de Keops. Los miles de esculturas del templo de Meenakshi (Madura) y otros semejantes, merecieron por impúdicas el olvido de la sociedad victoriana que las descubrió en 1838, pero su influencia llegó hasta el complejo religioso mayor del mundo: Ankor-Vat (Camboya).

Como todos, siempre me interesé por la meseta de Giza (cuyo nombre en egipcio es Al Gizah), en las cercanías de El Cairo, motivo por el cual al ver una foto aérea del sector al completo, me concentré en la situación de cada detalle porque no quedé retenido por la famosa "mirada de la Esfinge". Mi preparación para escrutar incluso los menores repliegues de la geografía del sector me hizo dar cuenta de que allí había configurada una nueva Cara de persona para mi colección.

Supongo que los medios de comunicación no se ha hecho nunca eco de mis particulares descubrimientos, primero porque, reconociendo no ser expertos, procuran no salirse de sus cauces habituales, como son las agencias de noticias, demasiadas veces presuntamente al servicio de algún interesado protector. Quizá también consideraron las dichas imágenes de caras eran "demasiado mías"; es decir, probable fruto de trucajes, tal como tengo comprobado que se dan con frecuencia. Como no es mi caso, una vez debidamente registrada en la Propiedad Intelectual, la nueva imagen de Rostro humano en Giza la adjunté con una muy breve presentación a las páginas de Internet.

En principio la llamé "Cara de Cydonia" en la Tierra, por su hallazgo mediante la foto aérea, parecido a como se descubrió en el planeta Marte, y sobre la cual aún se sigue discutiendo acerca de su naturalidad o artificialidad. Ésta que doy conocer, ni en el caso de ser oficialmente reconocida, siempre tendrá un 17% de incrédulos, que -según J. F. Kennedy dijo- es el porcentaje fijo de opositores se haga lo que se haga.

En fin, si al comenzar yo me creía que ya lo sabía todo sobre los antiguos egipcios, cada día voy viendo más claramente que no es así, y la meseta de Giza puede aportar aún algo quizá comparable a las mismísimas pirámides. Estamos lejos de poder hoy calibrarlo. Mis palabras son enanas ante la realidad de una foto como ésta. Si resultase ser fruto de un intuible psiquismo capaz de obrar a través del tiempo y del espacio, el tal fenómeno obviamente aún sería más interesante.

Entre las cientos de mejores formas de rostro humano que tengo recopiladas, nunca se aprecian como tales caras sin una iluminación adecuada (alguna conozco que es visible solamente en determinados días del año). No sólo condiciona siempre el dicho fenómeno la luz y su ángulo sobre la dura roca, sino que sobre todo juega el punto de vista del observador,…por no hablar de una muy particular atención, obviamente imprescindible. Dicho fenómeno luminoso, que resulta tan imprescindible para mi aportación, se encuentran en escritos iniciáticos de Egipto precisas referencias documentales. Incluso aquellos sacerdotes le dieron el nombre de Aj a un ser luminoso que decían era capaz de abrir las mentes, intelectualmente hablando. Valorando las luces y sombras, este aspecto humano que ofrecen ciertas montañas, me lleva a reflexionar que puede incluso servir de norma de conducta para la vida misma.

Representa un gran problema incluir tal rostro sobre un montículo de arena entre la simbología del Antiguo Egipto conocida. La solución que propongo es compenetrarse al máximo con la fe del corpus de creencias que hicieron configurar un sol sobre las cabezas de los dioses. Quiero considerar todo cuanto pueda tener relación con el dicho hallazgo.

Seguro que otros sabrán decir después mucho más que yo. La dificultad de la investigación reside en que nuestra actual perspectiva tiene por igual toda la ancestral simbología iniciática, completamente desacreditada, aunque vivamos gozando de los frutos de quienes la cultivaron. Se me ocurre el símil de que, igualmente en la actualidad pocos son los que saben que con equinoccio de primavera (21/3) hay que empezar a plantar las semillas,… pero en el fondo todos vivimos de ello. En aquella mentalidad tan naturista, donde se interrelacionaba lo divino y lo humano mediante el telurismo, la luna, las transferencias espirituales más complejas, etc., la fiesta de la Diosa-Madre Isis se celebró justamente en tan crucial tiempo astronómico.

Desde ahora mismo aviso que nos enfrentamos a, por lo menos, unos 5000 años de misterios en Egipto y que las treinta y una dinastías de reyes históricos nos legaron obras de insuperable monumentalidad, ya que hasta construirse la Torre Eiffel en París la altura de la Gran Pirámide no pudo ser superada. Mide como ocho campos de fútbol, con 230 m. de lado, y está separada medio kilómetro de la pirámide de Kefren.

Los arqueólogos y egiptólogos en particular están fascinados más que nadie en el mundo por tanto despliegue de organización y sensibilidad, a la vez que de sabiduría, poderío físico y entusiasmo. Dichos profesionales en realidad se enfrentan a los frutos de la fe más inspiradora para aquella antiquísima cultura. ¿O tal vez no hacia falta fe, porque recordaron unos hechos consumados?

La altura de la colina Gebel Ghibli cercana a la famosa Esfinge -y segundo lugar de atención en estas páginas-, dudo que pueda ser una formación rocosa calcárea natural erosionada por el mismo desierto, tal como lo fue en principio la gran escultura de león agazapado, a la cual inicialmente tan sólo hizo falta retocarla un poco para convertir una roca del desierto en un hierático felino (colina Gebel Ghibli) para ilustrar estas páginas, porque los monumentos que existen en la meseta de Giza actúan de imán para los visitantes. En especial causa fascinación eterna el dicho cuerpo de felino relajado, con su insólito rostro humano. La Esfinge "engancha" a pesar de ser una escultura muy tosca y desproporcionada. Imagino su impacto cuando estuvo pintada con los llamativos colores que podemos ver en la riquísima máscara funeraria del joven faraón Tutankamon.

Aún después de arrancarle a la Esfinge de Giza su pétrea nariz (tal vez utilizando una palanca) nadie parece echar demasiado en falta el tal apéndice, y en cambio sí que inquieta bastante admirar su incipiente sonrisa. Se diría que fue la obra de arte precursora ancestral de "La Gioconda" de Leonardo da Vinci. Habrá de tenerse muy en cuenta lo referente a tan grande inspiradora de leyendas, aunque no seré yo quien me entretenga en ellas.

Probablemente después de conocerse mi aportación también aquella colina Gebel Ghibli y sus alrededores seran agujereadas por muchos excavadores que la convertirán en un termitero, tal como ha sucedido al entorno de los demás monumentos. Es de esperar que lo harán legalmente. ¡Que tengan éxito!. Yo divulgó una imagen rara, y si la desfiguran mucho, al menos después siempre nos quedará la foto de procedencia Stern. La presento muy ampliada en la misma página a fin de indicar su situación respecto a la pirámide del rey Micerinos).

A partir de ahora, sabiendo lo que hay que buscar, quizá se lleguen a distinguir otras fotografías con algún fenómeno semejante, pero hay que tener paciencia. Por otra parte se debería ir insistiendo, pues las fotos no sirven cuando son hechas desde la vertical aérea del dicho lugar, puesto que en tal caso no se ve en dicha colina de arena nada en absoluto por faltarle las sombras del sol poniente. Incluyo una foto aérea tomada desde encima mismo del sector donde está el que llamaré "Rostro de Ra", y no se distingue allí más que un simple óvalo (Lo rodeo en ambas fotos de flechas para su más fácil localización).

La Esfinge es obligado que sirva de referencia para situarnos, en todos los aspectos, al emprender una mejor presentación del nuevo rostro humano de la meseta de Giza. A su alrededor hay el llamado Templo de la Esfinge (que es el templo de la Pirámide de Kefrén), en cuya excavación el arqueólogo Mariette encontró fragmentos que demostraban la existencia en tiempos antiguos de unos doscientas muestras tridimensionales representando al dicho faraón. Existen otros templos, como la tumba de la hija del faraón Micerinos, a la que habré de volver a referirme porque, teniendo forma de pirámide, dejó un rastro semejante al de una ancha avenida en Giza que termina justo ante la descubierta enorme imagen de cara.

Para un buen egipcio al parecer la muy enigmática Esfinge, con 73 m. de longitud y 20 m. de altura es tan apreciada, o más, que las mismas Pirámides, las cuales tiene tan vecinas que podrían considerarla incluso su "guardián". Con su alma la gente la quieren más a pesar de la diferencia de tamaño, y ello no puede ser sólo debido a la reconocida afición de aquella cultura ancestral por combinar en sus esculturas la sensibilidad y poderío de ciertas especies animales con las del ser humano. Gracias al nuevo rostro, descubierto muy cerca de la Esfinge podríamos estar por fin ante aquello que dictó las preferencias para hacer tan felina escultura milenios antes de la IV Dinastía de reyes de Egipto, quienes se supone que fueron unos muy desmesurados constructores. (Tutmosis IV, el año 1400 a.C. tan sólo la hizo limpiar de tierra hasta su base, eso sí, por primera vez).

Bastantes excavaciones de Giza han dado testimonios de diferentes esculturas de cabezas rituales. Si no lo dijese ya su mismo rostro, todo en la enigmática Esfinge de Giza nos remite a un aprecio por plasmar la cara humana, y a veces desmesuradamente grande. Referente a la extraña escultura sobre la arena, diré que a pesar de ser un difícil trabajo el configurarlo para ser admirado puntualmente gracias a la visión aérea, recordaré la reconocida maestría artística lograda en el fascinante rostro de la reina Nefertiti. Pero lo que tiene mucha mayor importancia es el hecho de acertar con una iluminación "divina", porque su exclusivo monopolio es una condicionante que metafóricamente ha sido siempre bien aprovechado por las religiones y sectas desde antes de construirse las pirámides. Tal fenómeno aplicado sobre un montículo no puede ser debido a la casualidad y en cambio es justo lo sublime que se esperaba de quienes en la antigüedad, esclavos de la evolución de las estrellas y el desbordamiento del Nilo, practicaron con la mayor fe la más elaborada de las iniciaciones que se tiene noticia.

La Esfinge, a la que durante siglos se ha reconocido como: "Un ser a medio camino entre cielo y tierra", ha estado cuatro veces enterrada de arena hasta su cuello, siendo otras tanta desenterrada, y ello contando tan sólo desde el año 1400 a.C. y hasta la iniciativa del egiptólogo Gastón Maspero. Admitida como un vínculo entre las divinidades y su obsesión de venerar las cabezas -y más si tienen el sol encima, como la Esfinge tuvo, inicialmente con pleno volumen tridimensional-, sirvan a estas páginas cual idóneo punto de apoyo para testimoniar la súbita aparición en el mundo antiguo de una sabiduría y saber hacer, el cual resulta insólito admitir propio de un pueblo de nómadas del desierto al mezclarse con muy humildes pescadores del Nilo ¿Que misterio pudo llevarles a creer, justificada y prematuramente, que ellos eran los elegidos para estar más cerca de los dioses que el resto de los demás mortales?

No parece que en la meseta de Giza antes de construirse las Pirámides existiese ninguna altura comparable a la de la misteriosa colina Gebel Ghibli sobre el que reclamo la mejor atención. La merece, ya sólo por el esbelto obelisco que se puede observar (desde la Esfinge) sobre el lado derecho. Los sacerdotes llamaron al obelisco primitivo Ben-ben, y allí había nacido el primer rayo de sol, quedando petrificado. Siguen visibles su base sobre la privilegiada colina Gebel Ghibli de Giza, y conserva un lado con el mismo ángulo de caída de las grandes pirámides vecinas que tanto sorprenden por combinar su colosal volumen con precisión arquitectónica. Del Ben-ben nació la idea aplicada a la punta de los afilados obeliscos, algunos de los cuales han viajado a otros continentes, pero otros no se concibe como pudieron pensar en ponerlo erguidos, ya que no se podrían "plantar" ni empleando para ello las más potentes grúas del siglo XXI. Puesto que hay certeza de que en su punta tuvieron la mayoría una funda metálica, debieron tener utilidad de pararrayos;…idea que incrementa la funcionalidad que se adivina en las pirámides, puesto que reproducen la proa de un navío.

Aquella tan provocadora como bien perfilada colina Gebel Ghibli, reclama la atención a gritos, no ya por tener cerca una imagen de cara, sino también por tener una espaciosa oquedad con arco de medio punto. Ésta cegada, pero por muy disimulada que esté se habría debido sospechar de aquel pórtico tan bien enfocado hacia la Esfinge de Giza. No se debería descartar que desde allí se entrase a un mundo subterráneo kilométrico, por el mero hecho de que los construyeron por doquier, y con el exclusivo propósito de enterrar tan sólo momias, por ejemplo, de varios millones de aves ibis envueltos con mortajas. Era su estilo de hacer las cosas.

Atendiendo a este último dato tengo una reserva que al menos voy a traspasar a continuación. Puesto que la Gran Pirámide está tan próxima a un gran abismo (quizá por desmoronamientos sucesivos a lo largo del tiempo) me pregunto: ¿cómo es que disponiendo de máquinas que abren los túneles del metropolitano, no se orada la meseta por aquella parte baja del precipicio para alcanzar en quince días el subterráneo centro de la Gran Pirámide? Los beneficios no sólo podrían ser turísticos, sino científicos, etc., pues tal vez allí cayó algún meteorito que abrió un cráter ¿Quedará algún fragmento negro como su diosa Isis?

Mucho me quedará hoy por revelar específicamente de la construcción de las dos mayores pirámides de Giza, pues lo haré dentro de unos años, porque quiero asegurarme, pero anticipo que será muy sorprendente. Por el momento observaré que algunas de Egipto tienen su cámara principal en la vertical del eje central. Por ejemplo, en el centro de la pirámide de Saqqara existe un agujero de 32 m. de profundidad (otro pozo igual está en sus cercanías), cuyos ciclópeos megalitos de piedra se habrían puesto en sus cuadrados muros desde antes de tener intención de edificar una pirámide escalonada encima.

Hoy contrasta la falta de iniciativa de los egipcios, con el esfuerzo que representaron tantas tumbas de la orilla oeste del Nilo. No se profanaría nada excavando el antes citado túnel bajo la Gran Pirámide, aún considerada tumba de Keops (puesto que está claro que su padre no se habría construido tres tumbas). En la Gran Pirámide se supone que, además, está la secreta Cámara de los Archivos ubicada 20 m. más abajo de la Cámara de la Reina, y todo ello en la dicha vertical del eje, incluyendo el pozo más profundo allí conocido, que está a 30m. debajo del suelo de la meseta de Giza. Heródoto describió otro pozo que estaría aún otros 30m. más profundo. Parece que en el Antiguo Egipto siempre se trató de excavar pozos.

Hay muchos y variados motivos, pues, para perforar hasta la vertical del eje, y la única excusa sólo ha de ser el temor a dar con el foco de unas misteriosas emanaciones que, al menos en la vecina pirámide de Kefren, se demostraron capaces de altrar los sofisticados detectores de los científicos. A fin de fotografiar las pirámides de la meseta de Giza, cuando al salir el sol del día del equinoccio la cara de la gran Pirámide se divide en dos claras vertientes contrastadas (un fenómeno ingeniado por aquellos antiguos veneradores del dios Ra), algunos fotógrafos suben a la cumbre de la pedregosa atalaya que es la colina Gebel Ghibli, sólo relativamente alejada. Tal "destello solar" es lo que me impide afirmar rotundamente que los constructores se equivocaron al dar cuatro vertientes a la pirámide de Keops. En la "2ª PARTE" de mi investigación de las varias estrellas de seis puntas "dibujadas" en el planeta Marte se verá que habría sido más sabio haberlas diseñado en forma de tetraedro.

Dicho fenómeno tan sofisticado en el arte de la construcción a gran escala, sucede a las 6 horas de la madrugada del "día de la diosas Isis". Recibe el nombre de relámpago por su fugaz percepción, siendo de toda lógica que, ante tan magníficos estímulos visuales de todo cuanto existe a su alrededor, quedase eclipsado el gran mirador que representa la colina Gebel Ghibli. Ya merecería mucha atención por el mero hecho de que los planificadores de la Gran Pirámide ya se fijarían en la composición de su piedra el día que buscaban una cantera, siendo juzgada probablemente de mala calidad por los sacerdotes y capataces de las primeras culturas de aquel sector. No era la adecuada para sus propósitos. Pero no se ha sondeado suficiente lo qué el montículo de Gebel Ghibli tiene debajo, y creo que por lo descubierto tan íntimamente relacionado con el astro rey que divinizaron, aquellas alturas habrán de dar en el futuro muy grandes sorpresas.

Voy a permitirme una muy arriesgada suposición. Si bien es improbable, en cambio no sería imposible que el descubierto rostro de Giza incluso pudiese haber tenido igualmente un subterráneo antiguamente tan vacio como para que, una vez que se hundió allí el suelo, se formaran en su frente los dos descomunales huecos configurando ahora lo que son sus desmoronadas cuencas orbitales. Entre ellas además presenta un pequeño montículo al modo de la señal hindú llamada "Tercer Ojo". Todo ello no puede ser casualidad, serían muchas en poco espacio. Son demasiadas, y parece que me esté dando la razón el hecho (comprobable mediante Google Hearth) de que después de mi publcación en la WWW se ha removido millones de toneladas de tierra en aquel subsuelo,…y parece que allí aún seguirán excavando. Lástima que no piensen en horadar el montículo Gebel Ghibli sobre el cementerio musulmán. A propósito de los ojos, en aquella antiquísima llamémosle religión, según el Papiro Ebers (III,125,6) médicamente hablando: "El dios Ra gobernaba la salud del rostro (Her); así como los ojos de la cara humana (Irty) estaban bajo protección de la diosa Hathor". Lo cual hago constar porque ambos están con insistencia presentes a lo largo de estas páginas.

¿DE QUIÉN APRENDIERON TANTA CIENCIA?

Las pirámides siempre estuvieron asociadas al poder. Desde el punto de vista iniciático, y también considerando el esfuerzo que supusieron a las comunidades que eligieron estupas, trullos o túmulos dolménicos para cubrir las formas de toros huecos, hay que considerar incluso las formas cónicas o los zigurats cual pirámides. Las terrazas de ladrillos superpuestas que en Mesopotamia llamaron Zigurats, se supone que fueron más antiguos que las Pirámides de Giza, de dura piedra, pero ni siendo los zigurats muy altos, no pueden justificar el tamaño de las pirámides. Los más primitivos egipcios habrían recibido conocimientos científicos rigurosos para poder construir con básico diseño muy gigantescas construcciones. Tales ayudas arquitectónicas incluirían en la Gran Pirámide datos tan sorprendentes como: la Ley de Variación de la Constante de Gravedad sobre la superficie de la Tierra; o bien, la distancia exacta entre nuestro planeta y el sol; o la Ley de Variaciones Periódicas de las estaciones, y también la frecuencia de los terremotos. La altura de la Gran Pirámide de Giza es de 149 m. resultando ser la milmillonésima parte de la distancia entre el sol y la tierra, dato éste que hasta el siglo XX no pudo ser establecido. La intencionalidad de dichos 149 m. se confirma por muchas otras medidas que en la IV Dinastía no podían haber sido capaces de calcular. Entre el misterio y el absurdo, alguien dijo que prefería el misterio, con lo cual yo estoy de acuerdo. Si a las diferentes medidas geométricas de la Gran Pirámide se le añaden -a cada una siempre igual- nueve ceros, resulta que se obtienen datos referentes al planeta tierra y a su relación con el cosmos. Para empezar, dos "codos" del Antiguo Egipto suman lo mismo que un metro del siglo XXI, o sea 1,04 m. Además, el premio novel de física L. Pawlirig defendió que cada molécula de agua es una estructura de forma piramidal con lados en ángulo de 52º. Pero también la forma piramidal es una sabia estructura capaz de evocar el interior de las personas porque las 206 hiladas de megalitos superpuestos en la Gran Pirámide, son también el número de huesos del cuerpo humano… ¿Más íntimo todavía?: Las moléculas de agua que estén dentro de su campo magnético se equilibrarán hasta resultar menos oxidables, pues el poder antibacteriano del interior de la pirámide evita la descomposición de los líquidos.

Por otra parte, la pirámide misma se puede presentar cual la macro escala de una molécula de agua (52º). Copiar la estructura molecular del agua, representa admitir que dispusieron en tan remoto período de una tecnología comparable a los actuales microscopios electrónicos. Dejaré de lado -por mis limitaciones- el presentar la relación de la forma piramidal con la estructura del diamante, que es carbono puro, pues al parecer de los científicos es también muy íntima. Así pues no ha de faltar razón a los que defiendan que habitar a un tercio de la vertical del eje de una pirámide aporta beneficios terapéuticos, pudiendo ser cierto que incluso la emoción humana bajo una forma piramidal tienda a purificarse. Además, da la casualidad que se descubre todo ello en la mayor construcción del Mundo Antiguo…y situada en uno de los tres vértices formados por el hipotético triángulo configurado por el fértil delta del río Nilo.

En el año 1877, el investigador J.Seiss en Giza quedó sorprendido también por la constante del número cinco en todas sus mediciones, comenzando por los cinco vértices de las Pirámides. Ello le hizo escribir acerca del "contenido de un gran sistema de números interrelacionados, pesos medidas, ángulos, grados, temperaturas, problemas geométricos y referencias cósmicas" de aquel monumental conjunto en la meseta de Giza. Otros han encontrado referencias a la medida del "año solar", del "año sideral" y del "año anomalístico", las leyes de precisión de los equinoccios, y también de la variación de la longitud del perihelio. Se conocen evidencias de todo tipo: en las artes, medicina, etc..

Habla de la moral de aquellos constructores, ya no las Pirámides, sino un obelisco que yace en Assuán pesa entre 1200 y 1500 tn., y mide 41,5 m. de largo por 4 m. de lado. Obviamente lo trabajaron para que, después de haberlo arrancado de la cantera, de alguna manera poder levantarlo y quizá trasladarlo, cosa que en nuestro siglo XXI aún resulta irrealizable.

Por lo dicho, no ha de extrañarnos que algo anterior de todo lo conocido hasta ésta mi contribución, hubiese inspirado la realización de tamañas empresas físicas. Hay muchos libros que desarrollan, incluso por separado, todos los aspectos de aquella cultura desde los tiempos predinásticos, resolviéndose que los conocimientos de los sacerdotes del Antiguo Egipto fueron tanto más exactos, cuanto más va descubriendo la ciencia. Por ejemplo, ahora se admite que en sus procesos de momificación ya emplearon la radioactividad;…un arte que por lo visto en Egipto también se consigue situando un cadáver justo en el centro de cualquier pirámide (no importa su tamaño) con tal que no sea hecha de material conductor.

Es absurdo pensar que el padre de Keops, constructor de tantas pirámides, pretendía ser enterrado, descuartizado, depositando parte de su cuerpo en cada una de ellas. En efecto las pirámides no sólo se construyeron para culto a un faraón quien, una vez embalsamado, partiría hacia las estrellas mirando la proa del navío, el difunto viviente se convertía en un ser de luz en el cielo.

Por otra parte, si hiciéramos caso de las "Profecías de las Pirámides", éstas curiosamente terminan sus vaticinios en el inicio del siglo XXI. Baste lo dicho y evito mencionar, como hacen otros, su vertiente mágico-esotérica. No hay que caer de nuevo en el error, históricamente tan lamentable, de atribuir algo enigmático a determinada cultura, como sucedió por ejemplo con los dólmenes megalíticos pues escribí un libro defendiendo cual pudo ser su cuna durante el Neolítico. Naturalmente me estudié bien su dispersión a partir del norte de la Santa Montaña de Montserrat en Cataluña.

Dichos monumentos megalíticos tan abundantes en la Europa occidental,
reprodujeron en piedra cuerpos de toro. Si antes se creyeron hechos por los
druidas galos, fue por ignorar mejores candidatos, así como tampoco admitirse
tiempos más remotos. Sucede lo mismo con la Esfinge y las Pirámides
de Giza. Sería deseable que se propiciase un acuerdo a nivel científico
a fin de poder beneficiarnos de las ventajas de haber pisado ya otros cuerpos
celestes… y ello a pesar de nuestra todavía "rudimentaria"
tecnología. Los criterios de científicos de otros siglos, dictaron
soluciones hechas a su medida, suponiéndolo todo con la motivación
funeraria del Antiguo Egipto. Ello ha servido, pero ya no sirve, para el estudio
serio de los dólmenes megalíticos europeos.

LAS CREENCIAS EN EL ANTIGUO EGIPTO

Por el mero hecho de que las piedras semipreciosas en estado bruto ofrecen de su natural formas piramidales, quizá el modelo visual para la construcción de las pirámides fuese tan simple como, por ejemplo, copiar la forma que adopta un montón de arena del desierto si se la deja caer en vertical sobre el mismo punto. Otro efecto natural para diseñar una pirámide pudieron ser los rayos solares pasando a través de un agujero en las nubes. El ejemplo de la arena tiene la ventaja de que, al amontonarse, adopta un exacto ángulo de 52º, o sea, como la mayor de las pirámides de la meseta de Giza. Quizá fuese la única norma, dado que no tuvieron un modelo estándar de planificación durante el siglo que duró la moda de construir pirámides.

La hipótesis más plausible quizá sea la de inspirar la construcción de pirámides sobre el mismo lugar donde admiraban frecuentemente espejismos. Se trata de un fenómeno natural que, por ejemplo, hace ver una isla cual si se tratase de una mesa con patas y muy ancha base. Al reproducir dicho fenómeno virtualmente, dando al ordenador una temperatura ambiente de 40º, cualquier pirámide una vez construida adopta la forma de un cáliz perfectamente simétrico.

Mi experiencia personal al experimentar con un haz de luz láser (de bolsillo) dirigido sobre una cara de pirámide de tamaño manejable, pero hecha de material transparente, es que lo refleja y proyecta el haz con el mismo ángulo perpendicular a la superficie, o cara. Tal dirección reflejada es la misma que dentro de la Gran Pirámide se proyectaron los llamados "canales de ventilación".

Se ha argumentado que, a pesar de que los egipcios dejaron dibujos en una de las criptas del templo de Dendera donde representan muy enormes bombillas, no se les puede conceder que dominaran la electricidad en aquella temprana edad de la Humanidad;…porque si la tuvieron, ya no haría falta la luz solar para ver el aspecto de la descubierta imagen de ROSTRO de efebo configurado sobre la arena, ni tan sutil efecto luminoso en las pirámides. La existencia del reflejo de la luz láser lo experimentarían con facilidad metiéndose en el interior de una habitación obscura en la que se hubiese practicado un agujero para dejar entrar un sólo rayo de luz el cual incidiese sobre un cuerpo piramidal de cristal de roca. Por cierto, ésta herramienta transparente si la utilizaron como supongo, aún pudo ser más diminuta que la pirámide decorativa de plástico que utilicé en mi experimento. Tal efecto visual incluso para mi evolucionado entendimiento tuvo algo de místico.

En realidad manipulaban una ciencia con categoría de sagrada a nivel de Estado, según descubrimos por los objetos de arte suntuario recuperado en excavaciones en gran abundancia. Y debió de partir de la grandiosa realidad que todo en la vida procede de los rayos solares. Así, parece lógico que los antiguos egipcios más que nadie en el mundo, en su delirio, o por reconocer su insignificancia, aplicasen el sabio axioma: Valen más dos prevenciones que una; y por ello buscasen no sólo asegurarse la vida cotidiana, sino también procurasen -mientras fuese posible- su triunfo ante la realidad última, que para todos sigue siendo el traspaso a la otra vida.

Lo que finalmente les importó, y es intrínseco al alma humana, fue que -gracias al muy evidente gran esfuerzo comunitario empleado en construir las pirámides-, cada faraón consolidó su efectivo aplastante mando sobre el resto de los mortales. Su persona después era contemplada cual un poderosísimo "rey-puente-dios" entre sus súbditos y sus divinidades. No hubo una manera más efectiva de hacer evidente su superioridad que llegar a materializar la muy sabia forma piramidal en una tan gigantesca proporción. Si aplicamos el sabio ejemplo a nuestro tiempo, lo siguen practicando con éxito ciertas obras propuestas por la clase política y por la empresarial. Es imperioso recuperar la armonía perdida entre la ética y la estética.

El faraón no fue el único prepotente de su tiempo, porque los iniciados magos sacerdotes supieron como emplear en sus rituales y fuera de ellos, tanto sus palabras como sus gestos. Es más, gracias a la escritura de jeroglíficos pudieron "envasar" dicho poder mágico de forma que lo conservaron durante siglos activado. De la escritura se pasó a las representaciones pictóricas y al arte escultórico. Algo tuvieron todas las dinastías en común: Perpetuar el recuerdo de un tiempo inicial, o al menos muy especial.

Los antiguos egipcios, que veneraron a diferentes familias divinas en diversos templos del país, quizá por ignorancia con el paso de los años no tuvieron reparo en aunar las peculiares leyendas sobre sus divinidades, siempre en beneficio de los dioses que representaban las fuerzas opuestas de la naturaleza. Para empezar, la idea de la muerte y el renacimiento se asoció con la alternancia día-noche. Sucedió lo mismo con otros conceptos igualmente contrarios, incluyendo la tierra desértica y los campos de cultivo junto al Nilo, pues si uno era Seth, el otro era Osiris, el dios de la cara verde. Con su forma de pensar, que sigue oculta a los actuales científicos, ellos exploraron y fomentaron las reacciones del pánico mental, que sigue siendo aterrador para quienes creen en la magia. Tuvieron ocasión de verificar los efectos de sus rituales miles de veces, según sus propios testimonios, y es de creer que pudieron a veces obrar milagros. Sabían que el pánico reside en los riñones, que la glándula tiroides gobierna las emociones, etc., y lo utilizaron (También a veces se equivocaron, por ejemplo, en las funciones que tiene el corazón).

Cuando el rostro descubierto en una duna de Giza pudo ser admirado desde el aire al ser debidamente iluminado por el sol poniente, el tal fenómeno debió de interpretarse como un poder palpitante acorde con sus gigantescas proporciones. Es lo que se debe opinar de aquellos magos, súper-iniciados planificadores de los demás monumentos de la meseta de Giza. Me estoy refiriendo a unos sacerdotes que en su tiempo gozaron de tanto prestigio como hoy deben tener poco más de un centenar de científicos en todo el mundo. En 1972 en el Museo Egipcio de El Cairo fueron expuestos 14 modelos de aeroplano procedentes de la prehistoria. Eran todos diminutos y fundidos con metales nobles. Una de aquellas maquetas de avioneta faraónica lleva grabados jeroglíficos que dicen: "Quiero volar". Otros modelos de avión semejantes se encontraron en China, India y Suramérica, todos igualmente prehistóricos y de semejantes carácterísticas).

La ventaja aún debe estar a favor de aquellos antiguos iniciados egipcios, por el hecho de que ellos edificaron siempre con objeto de poder mejorar la comunicación efectiva con la divinidad; que ya es mucho más de lo que hoy por hoy somos capaces de entender. Por cierto que dicha comprensión sería exigible a cuantos pretenden penetrar en el alma de tan prepotentes líderes espirituales de tiempos pretéritos. No se conseguirá solamente a base de demostrar su capacidad para hacer excavar aquel subsuelo.

Un ejemplo de que las ideas ocultas de los egipcios antiguos nos pueden pasar desapercibidas, lo encuentro en el fracaso, a todo los niveles, de uno de mis mejores libros. En él recogí ideas sobre el Bien y el Mal digeridas durante más de una década. Lo comento aquí porque subliminalmente también me remitía al dios Seth, aquel que el egiptólogo J.G. Griffits (Berlin 1966 p.51) tradujo que, aun siendo un dios, fue cabalgado cual un asno por su vencedor el dios Horus. Plutarco, en cambio, dice que Seth huyó de su vencedor montando un asno durante siete días,…y lo más interesante es que según él: sus dos hijos Hierosolimos y Judaios darían origen al nombre judío. Son muchas las similitudes que existen aparte de la semana de siete dias. Me remito a Pitágoras que vivió veinte años en Egipto y presentó a Osiris cual Dioisios, nacido en Grecia de una virgen y también crucificado (Orfeo, Badler, Tammuz y Mitra ¿podrían compartir nuestra celebración pascual?). Desde que Pitágoras mezcló la ciencia con el arte aquella iniciativa estuvo vigente hasta el siglo XIX porque los investigadores negaban que hubiese conocimientos definitivo de nada. Al pasar a constar en nómias sujetas a intereses político-económicos se terminó la garantía de dignidad entre académicos.

Volvamos al dios Seth, pues lo elegí como la clave para desarrollar la simbólica estructuración del dicho libro LA CARA HUMANA DE MONTSERRAT, el cual libro me tuve que auto-editar en 1990, al no haberse atrevido los editores de oficio (la distribución y venta. Hasta los fotolitos los hice yo mismo, siendo por ello quizá el último de los libros "artesanales" del mundo occidental).

Al fin, después de haber obtenido de una foto de satélite de la NASA la imagen de un rostro de circunspecto varón barbudo, la presenté en mi libro resaltándose clara y diáfana de la parte alta de la montaña de Montserrat (1200 m. de altura máxima) gracias a que casualmente la encontré muy bien iluminada por el sol. Dediqué la Segunda Parte de mi dicho libro a recopilar, en breve síntesis, todo cuanto encontré escrito acerca de los asnos a lo largo de cincuenta siglos, siempre con la intención de moralizar distrayendo jocosamente. Me siento orgulloso de que la única conexión entre dos temas tan dispares (una imagen en foto satélite y los asnos) fuese la escena bíblica conocida como "La burra de Balam".

Mi propósito fue el de presentar veladamente el Bien y el Mal, porque si por una parte disponía de una imagen de cara, parecida a un ángel de Dios, por la otra el asno representa en la cultura clásica mediterránea al cornudo dios Seth (al cual está representado en el templo de Esna en su copia más tardía). Reconozco que no fui entendido pero a pesar de todo, no rectificaría nada de lo escrito después de catorce años de su publicación.

¿PARA QUÉ CARAS EN LUGARES SAGRADOS?

La racionalidad humana sigue impotente ante los grandes enigmas de la naturaleza, y quiero pensar que para ayudarnos recibimos estas imágenes de enormes rostros, los cuales aparecen configurados en lugares que ya se tenían siempre antes por muy sagrados. Hoy puedo defender que, con su presencia, son obras que tratan de estimularnos a fin de poder llegar a encontrarnos a nosotros mismos. Quizá las configure el mismo efecto que hace las insólitas imágenes de las caras que aparecen en una casa de Belmez (Jaén). Las enormes imágenes de cara a las que me enfrento en solitario, es como si me recordasen la sabia máxima griega: "Conócete a ti mismo".

Después de décadas de beneficiarme del dicho primer hallazgo (mi investigación y libro presentándola, llegó muy tarde) cuando yo escrutaba las cualidades objetivas de la Montaña Santa de Montserrat, resultó ser una vía de penetración en los misterios de la mente humana, la cual por milenios que pasen seguirá teniendo mucho para ser "explicado".

Mi peculiar evolución personal se inició después de haber detectado una forma de rostro -como de momia descarnada- en el negativo de una foto hecha a una maqueta de Montserrat, la cual ni tan sólo está hecha a una perfecta escala. La realidad y perfección de una forma de rostro obtenida años después, gracias a una foto de satélite, pude confirmar en efecto una imagen de varón barbudo y circunspecto (que por cierto, incluye todo el perímetro de la montaña de Montserrat: 10 x 5 km.). Después pareció como si paulatinamente fuese inducido a entrar en diálogo con la montaña y preguntarle: "-¿Para qué sirves?" La respuesta sólo podía ser: "-Te sirvo a ti". No fue instantánea, pero si bien manifiesta. En breve tiempo debo reconocer que gané muchísimo más equilibrio emocional, era más reflexivo, ético, y tenía más autocrítica,… tanta que casi me impidió divulgar lo conocido. Es evidente que todo en el mundo está sujeto a la metamorfosis. Envejecer es transformar el vigor que sobra en sentimiento que falta. Todo cambia, y para darse cuenta de ello no hace falta contemplar los niveles de la nano realidad que los científicos son ya capaces de manipular mediante los telescopios electrónicos de última generación. Vivimos en un mundo que en su mayor parte, comenzando por nuestro entorno inmediato, nos resulta invisible a pesar de que actúa agitándonos interiormente, tanto como nuestro exterior, de manera incesante. Es decir, que no son sólo los diferentes tipos de radiaciones solares (caloríficas y luminosas) o gravitatorias las que nos afectan. Todo vibra, varía y renace incesante y frenéticamente, interactuando todo en todos y viceversa.

Si ahora me preguntasen qué cosa busca en el mundo el enorme rostro descubierto en Montserrat, caso de ser -como creo- una ayuda de orden superior y bien viva, yo debería recurrir a modificar un tópico muy divulgado entre los científicos de la NASA en su empeño para localizar planetas habitados. Este rostro pétreo en la montaña más sagrada de Cataluña, el mismo que para unos estará muy serio, mientras que para otros parecerá esbozar una incipiente sonrisa: Busca vida verdaderamente inteligente entre la Humanidad.

Si bien son todas las imágenes de rostros en foto aérea fenómenos tan sólo visuales, lo cierto es que puedo compararlos incluso al valor que los números tienen sobre lo cuantitativo. Estos rostros, o al menos todos los que he descubierto en lugares sagrados de este mundo, incluido el de Giza en los alrededores de la Esfinge, todos los que yo mismo he dado a conocer de una u otra forma, posibilitan al interesado para mantener conexiones reales entre la materia y la psique. Tengamos por seguro que si se reciben sus efectos con la debida consideración, quienes lo deseen ganarán en calidad humana, lo cual no quiere decir que no siga habiendo gente que "duerma en la paja" durante muchos de los siglos venideros.

Otro apunte a este respecto. El hombre, por sus pensamientos, puede convertirse en una especie de mediador vivo ("interruptor") que encontrándose en determinado espacio sagrado detectado por su poder telúrico (energía solar) puede ser capaz de sintonizar con redes subyacentes de energía que son como la trama de un vestido de origen solar. Su sonido fue conocido con el nombre de La Bicha entre los druidas, y por propia experiencia puedo decir que recuerda el sonido producido por limaduras de hierro cayendo desde cierta altura sobre una plancha metálica. Los dólmenes sirvieron para amplificar tales energías descargadas y con su interior vacío llegaron a potenciarlas acústicamente.

LOS INICIOS DE EGIPTO "A VISTA DE PÁJARO"

Mi sincera justificación de la vida es la incesante acumulación de conocimientos del tipo humanista, es decir, enriquecedores, y así tan sólo tengo que limitarme a considerar aquellas "crestas" de las culturas clásicas que convencionalmente son las más acreditadas del mundo. Los resultados, ahí están para quién se digne a leerlos.

Mi intromisión en las creencias de los religiosos del Antiguo Egipto está justificada al haber descubierto casi equidistante de las tres principales pirámides del sector, una muestra de sofisticado "arte escultórico" de gran sutileza. Mi empeño, más que otra cosa, será pues procurar que lo detectado, sea lo que sea, no desaparezca conmigo. Se que llegará un día que gente más preparada podrá apreciarlo en su justa medida.

Este "arte" subliminal logrado gracias a la puntual iluminación del sol poniente de una determinada duna bastante elevada, opino que es una obra hecha tan a mi gusto, que la suscribiría. La prefiero incluso más que las pirámides, ya que éstas no precisan del concurso del sol para poder ser admiradas. Al que no quiera entenderlo así, es decir, con una exigida y muy deseable dosis de esfuerzo para saborear tal muestra de fe en la otra vida (ya que para quienes las planificaron serían mucho más que arte).

Hay que decir sin más dilación que resulta evidente que en la cosmología egipcia siempre se partiese del deseo de dominar todo tipo de caos a todos los niveles. Para conseguir tan ambicioso objetivo inventaron una divinidad para cada poder, así que, si el Bien fue personificado por el dios Horus, en cambio el dios Seth simbolizaba el desorden, o en otras palabras, lo que entendemos por el Mal.

Creyeron en una especie de tiempo primero, y sería cuando el dios Ra, llamado el Oculto, empezó a gobernar aquel privilegiado país, ayudado por su parte femenina llamada Raet, la cual parece que se evitó dibujarla. Fue una divinidad que acabaría absorbiendo la mayoría de ideas religiosas.

En cuanto a su figura humana, Ra se presentó con una cabeza de halcón y un sol sobre ella, lo que alude por una parte quizá a la iluminación del rostro que surge del suelo cerca de la Esfinge, y también a la capacidad del dios Ra para dominar los cielos; una necesidad muy obvia si se quería admirar la dicha imagen de rostro allí excavada desde cierta altura. (Es de notar que la mención del Espíritu luminoso fue para referirse a los magos, según se desprende de varias epístolas de aquel tiempo y lugar).

Las divinidades del Antiguo Egipto escondían ante todo una básica idea arquetípica de la humanidad. El sol, era y es, con ventaja, el creador de toda vida y también de todos los objetos que su luz hace visible. Tal función iluminadora es, en efecto, omnipresente, por más que haya sido aislada para cada caso en particular. Ya no vemos tanto el poder del sol como ellos, sino que ha pasado a valorarse la voluntad de Dios cuando tratamos de dilucidar el misterio de la Creación.

El ritual iniciático de aquellos sacerdotes egipcios partía del hecho innegable de que el Astro Rey reúne en su esfera el máximo poder creador y la difunde por todo el planeta. Lo reconocieron así con sinceridad, y sería para su entendimiento una fuerza depositada incluso en la instintiva conducta de muchas especies animales. Dejaré aparte que la veneración de algunos irracionales tuvo lugar por otras circunstancias especiales, como cuando un hipopótamo arrolló y mató al rey Menes (llamado también Namer, sucesor del que sólo se conoce que tuvo por símbolo un escorpión). Namer es considerado el primer unificador de Egipto, al cual siguieron otros 75 reyes más. Lo cierto es que la tal unificación que le dio renombre, habría precisado al menos de cinco generaciones de soberanos anterior a él.

Después de mi descubrimiento me propuse informarme a través de muchas vías, y no sólo atendiendo a la arqueológica. Me animó a ello el hecho verificable que hace un siglo que los arqueólogos ya consideraron que: de Egipto se sabía todo y no hacía falta excavar más desierto. Hoy sabemos que, por citar sólo un ejemplo, con tal criterio se habría ignorado Hieracónpolis, la ciudadela del dios halcón que fue Horus. Un templo que parece ser el más ancestral de Egipto, y prototipo de todos los demás.

Opino que el estudio del Antiguo Egipto acaba de empezar. Parto de la base de que nada fue dejado al azar por aquellos sabios que pasaron sus vidas previniendo su renacimiento en el "más allá". Sucedió lo mismo en Machu Picchu -por cierto, mi próxima website pondrá al descubierto su famoso misterio- y volvió a suceder de nuevo en las muchas pirámides de Centroamérica.

Los constructores de las pirámides de Giza es obvio que construyeron con muchísima perspectiva. Otras veces, como cuando se ha argumentado que la Gran Pirámide es mucho más antigua -por diversos motivos- de lo que la Egiptología admite, yo lo tomo en consideración. No es lógico que para datarlas se sirvan de las construcciones funerarias a su alrededor, porque pueden ser posteriores, como por ejemplo lo son las tumbas de los obispos que cubren el suelo de las catedrales góticas. Leo atentamente a los defensores de que la gran pirámide sólo sirvió de modelo, con más o menos acierto, para levantar las demás (tan sólo se conocen unas ochenta, aunque sobrepasaron el centenar y fueron hechas en poco más del curso de un siglo. He aquí una gran pregunta para la que no tengo respuesta alguna: ¿Por qué la Gran Pirámide es tan hermética? Está sellada a conciencia tanto de dentro hacia fuera, como de fuera hacia dentro; y es que, el garantizar su estabilidad, no puede ser la única explicación.

Me gusta meditar libremente cuantas noticias me llegan y las cosas que observo desde un ángulo mucho más general que la visión poliédrica recomendada. La subjetiva perspectiva que tienen de las cosas y de las ideas las demás gentes la sobrepaso y, metafóricamente, veo la rigidez de las disciplinas científicas como una cuña muy capaz de desgarrar el tronco del gran simbolismo que encierra el arte egipcio, pero sucede que actúa como en la tragedia de Milón de Crotona.

Al escrutar la planicie de Giza varias veces buscando una forma de cara humana que podría enriquecer mi colección, detecté una enorme imagen de rostro humano "petrificado" de este tipo de fenómenos visuales, gracias a cuyas visiones panorámicas de montañas puedo afirmar que gentes de tiempos prehistóricos pudieron experimentar, al verlas, cierto estímulo de superación, tal como me sucede a mí entendiéndolas cual una garantía visual de la existencia de un orden superior a lo mundano. La gran Verdad debe verse mejor que la televisión en color, por eso, siendo yo de pensamiento simple, me gusta el Salmo nº 94: 9, que dice:" El que hizo el oído ¿no oirá? El que formó el ojo ¿no verá?"

La gran verdad no depende de mi percepción ni de la de nadie. Cuanto nos rodea quizá sólo nos sirva ante la ley natural de causa-efecto que advierte del peligro de usar mal de la libertad. Trae tan pésimas consecuencias no entenderlo bien como el saltarse indicaciones básicas para uso de un vehículo. No deberá quejarse quien, con el depósito de su motocicleta lleno, se adentre libre y alegremente en un desierto, por ejemplo.

Del orden universal no se debe nunca dudar. Ahora bien, hay una diferente percepción mental entre las especies de este mundo: La hormiga ignora el peligro que representa el cruzar por debajo de un pie. No percibe en ello ninguna temeridad. Visto así, a mi ya me es suficiente para no descartar que exista algún modo de vida superior a nuestro entorno;… lo cual podría explicar en el plano físico que nos movemos todo aquello que con humano entendimiento es imposible justificar, o sea, las contradicciones que se atribuyen a la idea que tenemos de Dios, como por ejemplo, cuando permite un mortal sufrimiento a los niños. Una idea que a pesar de todo es realmente muy útil.

Si bien muchas personas hoy día ya tienen atrofiada mi facultad para reconocer perfiles de cara humana tras los pliegues panorámicos de la geografía, también he de avisar que conozco quien, para mi sorpresa, es capaz de ver mucho más que yo en las pétreas formas de determinadas colinas y piedras. Es un recurso natural; un don muy humano, y muy apreciado en la prehistoria. Creo que antes la gente de todas las latitudes debió de saber aprovecharlo muy bien.

El rostro aparecido en Egipto, nada menos en una parcela tan acreditada en monumentos, deberá ser tenido muy en cuenta porque, como cualquier otra cara humana, informa de lo que lleva en el fondo de su mente. Es en nuestro interior donde deberíamos buscar la que podría ser presentada como "montaña perfecta", pero es obvio que habrá que valorar, y mucho, esta nueva visión del ESPACIO COMÚN que se nos brinda para su atenta observación, tal como haríamos con cualquier otro rostro de una persona muy querida.

Recordando a Tomás de Aquino ("Sum. Teol." 2-2,81): "La atención que se presta a cualquier manifestación especial, nunca se detiene en su contemplación, sino que deseamos saber cuál fue la realidad que la creó". Hemos de sincerarnos admitiendo que, como se debe a la luz del sol, nosotros cuantas más luces tengamos, también más enigmas se nos ofrecerán. Así pues, me entretuve en admitir la intención y motivaciones que aconsejaron esculpir un rostro sobre el suelo. Con objeto de reforzar la defensa de intencionalidad en la cara de Giza, presentaré las divinidades del Antiguo Egipto, siempre con la idea puesta en dilucidar quién pudo estar interesado en plasmar semejante imagen, entre la Esfinge y la colina llamada Gebel Ghibli, la cual en determinadas tardes se aparece en una estrecha franja de tierra, cerca de donde hay dos cementerios reunidos, uno copto y otro árabe.

Los arqueólogos a fin de desacreditar el hallazgo divulgan que por la dicha zona transitaron los obreros cuando accedían a sus puestos de trabajo, pero desde tiempos de la nieta de Keops (o sea, antes de que aquellos reyes se llamasen faraones), existen noticias de que el paso por allí estuvo vallado.

Quienes creyeron que por aquel sitio cruzaría todo el tránsito, no consideran que se trata de una considerable altura de arena que se evitará siempre, y por otra parte, entonces no existía allí el actual gran cementerio. Cuando en él casi no había tumbas, sí fue la ruta de los constructores, habitantes del poblado que se ha descubierto fuera del llamado Muro del Cuervo, limitado por una muralla que cerraba la zona sagrada de Giza, a la cual se accedió tan sólo por una entrada con un muy gran megalito por dintel.

El muro que el faraón Zoser hizo construir alrededor de la primera mastaba sobre su tumba en Sakara, impidió a la gente admirarla. A fin de que la admirasen los profanos, construyó una mastaba menor encima de la existente, y luego otra, hasta parecer un zigurat mesopotámico. En Giza también se previno un espacio inmenso protegido. Más atrás del Muro del Cuervo, hubo otro que fue rectangular que resulta visible a pesar de haber desaparecido en su mayor parte, las foto de satélite hacen evidente que por un lado incluyó la colina Gebel Ghibli, y por el opuesto sobrepasó un terreno que ha desaparecido por milenios de corrimientos de tierra hacia el valle, o sea, muy cerca de la Gran Pirámide. Dicho espacio vallado fue accesible para los obreros, pero aún existía el antes citado recinto cercado con el Muro del Cuervo más cercano a los monumentos, el cual fue sólo accesible a los sacerdotes pues lo tenían por mucho más sagrado. Por las fotos de satélite vemos, pues, que no hubo sólo dos recintos alrededor de la docena de pirámides de Giza, sino que las tres faraónicas tuvieron su vallado propio.

Dentro del recinto más sagrado se distingue una ancha avenida en forma de "L" que era la zona del barrio residencial de los cuidadores de la pirámide túmba de la hija del faraón Micerinos. Con construcciones a cada lado, al parecer eran diez los recintos modulares dispuestas a lo largo de la calzada. Según el arqueólogo americano M. Lehner: "…consistente en edificios separados, un patio con graneros, terraplenes, y túnel bajo la calzada, era para la administración posiblemente una residencia real simbólica". Fue una forma bien eficaz de evitar todo el tránsito por aquella mini-ciudad al servicio de la pirámide de Khenthawes. Con mi descubrimiento del rostro ya existe justificación para tal muralla, formando un ángulo en su parte final.

El caso es que con el tal complejo destinado al servicio y rituales, se cerró ya entonces el acceso por allí a la necrópolis de Giza. El suelo donde se aparece el rostro quedó protegido, además, por la considerable elevación del terreno arenoso, pues el camino bordea el dicho lugar al discurrir encauzado por otro montículo vecino por el lado de poniente y también configurado con la forma de un óvalo.

Khenthawes, llamada Rudye-Dyed-Et cuando ejercía de gran sacerdotisa del Templo de Ra en Heliópolis, dada su categoría religiosa y regia debió de conocer aquel fenómeno del oculto rostro encima de un montículo incluso antes de casarse con el sacerdote Sajebu, gran vidente de Ra en el mismo templo de Heliópolis. Las dudas habrían de estar en si su esposo, luego promovido a soberano, también conocía aquel lugar con rostro fenoménico, y si traspasaron el secreto a sus tres hijos que con el paso de los años fueron sucesivamente faraones.

CULTO SOLAR DEL UNIFICADOR REY MENES

Mil años antes de que en el antiguo Egipto se momificasen faraones, ya lo habían conseguido entre las tribus negroides del centro del desierto del Sahara empleando una muy elaborada técnica. Lo reveló el hallazgo de un cuerpo momificado de niño en una gran cueva del valle de Mujubiac, al sur de Libia. Las pinturas rupestres del entorno así lo han confirmado. Hicieron otras precocidades, como son los grabados de bóvidos en la dura peñas (a unos 100 kilómetros en dirección a Egipto). Éstos decoran un altar ritual donde se sacrificaron. Las semillas analizadas del entorno informan de que alrededor de los montes Akakus existió una muy exuberante flora junto a desaparecidos ríos llenos de cocodrilos. Lo hizo posible la variación del eje de la Tierra cuando, por su movimiento de precesión, los monzones subieron hacia el norte de Nigeria. Del sur, y de raza negra, fueron los primeros veneradores del perro Anubis de los egipcios, ya que allí su imagen la grabaron mil años antes. Aún hay que advertir que, entre la zona citada y el Nilo, existe un complejo monumento formado por muchos menhires en círculo, por lo cual también es de creer que el control de los astros fue una idea llegada del centro del Sahara libio un milenio antes de las más antiguas pirámides.

Los coptos, actuales herederos de la tradición del Antiguo Egipto, se remontan al mítico palacio de los "Montes de la luna" ubicándolo en el corazón de Kenia. Allí el dios Osiris se dice que moraba en la "montaña de occidente", donde pasó la misma transformación que el patriarca Moisés en el monte Sinaí. Hoy se admite que hubo un foco migratorio que, procedente del Sahara, se distribuyó en las orillas del sur del Nilo.

Según los arqueólogos, entre los años 4000 y 3000 a.C. hubo un desequilibrio evolutivo cada vez mayor entre los nilóticos del sur y los del fértil delta los cuales estuvieron más influenciados por las creencias de Mesopotamia. El encuentro y fusión de ambas zonas la empezaría el mítico rey Escorpión, siendo su sucesor, el rey Menes, quien fundó la llamada Primera Dinastía de Egipto.

Entre los años 8000 y 9000 a.C. el desierto a poniente del Nilo era un sector verde donde los arqueólogos han descubierto en Playa Nabta hay 28 piedras-menhires hincadas formando un círculo artificial de 2,5 x 1,5 Km., el cual tuvo utilidad de calendario solar, así como les indicó las salidas de la estrella Sirio y las constelaciones Osa Mayor y Orión. A ésta la señalaron varios milenios antes que lo hiciesen con la Gran Pirámide. Además compartieron con los egipcios el ritual de enterrar a sus bóvidos ceremonialmente. Los testimonios de rituales al sol, pues,son bien evidentes desde antes de que un gran cambio climático obligó a aquella cultura pre-egipcia a trasladarse a orillas del Nilo.

El núcleo que primero fue habitado a orillas del gran "río de la vida" sería Hiéraconpolis, llamada "ciudad del dios halcón", donde también fue erigido el más antiguo prototipo de templo religioso, el cual luego se repitió al menos en sus más peculiares aspectos, edificándolos a lo largo de todo el río Nilo. A tan ancestral período parece que deben de ser remontados los orígenes de la veneración al "dios-hijo" Horus. Dicha ancestral referencia lleva a pensar que la proliferación de divinidades en Egipto fue más antigua de lo que parecía. De hecho, como se trató de unificar zonas con diferentes dioses, pronto debieron tener necesidad de hacerlos congeniar entre si; y como se consiguió gracias a la hegemonía de Ra, su mayor poder nunca más sería olvidado.

A la citada ciudad capital del Alto Nilo le salió una urbe contrincante llamada Buto, y ubicada en el delta. Por la cerámica recuperada de Buto es obvio que en el mismo periodo 3500 a.C., su cultura era inferior a la desarrollada en Hiéraconpolis. Hacia el 3200 a.C. cuando tuvo lugar la conquista bélica del rey Menes de la zona del delta del Nilo. Este rey unificó las dos tierras y se representó en los grabados luciendo la doble corona del Alto y Bajo Egipto.

La del Alto Egipto, donde se cree que nació el rey Menes, ya lo presentaba tocada su cabeza con un alto gorro blanco parecido al cónico capirote de nuestra fervorosa Semana Santa española, sólo que acabado con una forma esférica en su extremo superior. Parece ser como un símbolo jerárquico ceremonial en la cabeza de los faraones. Representó también la iluminación de una cabeza por el sol (borla esférica), y el resto del gorro los rayos materializados que conectan con la divina cabeza (es el Atep, también llamado gorro blanco). Con un poco de imaginación se puede interpretar que, entre la citada borla del extremo de sombrero de los "reyes de las dos tierras" y su cara, se imaginó que aquella forma de embudo eran compactos rayos solares capaces de dar vida sobrenatural al rostro del faraón de turno, del mismo modo que el sol coronaba a los dioses, como vemos en su sorprendente arte.

Por lo descubierto en Giza, que sólo cobra sentido con el adecuado ángulo de los vivificadores rayos solares, al fin se encuentra sentido a la siempre presente inclusión del disco solar en la cabeza de las principales divinidades de aquella religión (que por cierto sobrepasa nuestro concepto de idolatría), alcanzando al faldillero dios grecorromano Serapis, al que sorprende ver en las imágenes que han llegado hasta hoy el contraste entre sus barbas y un braserito "Grial" con fuego sobre la cabeza.

Hemos superado la creencia que el primer gnomon astronómico conocido fuese el círculo de trilitos de Stonehenge, edificado hacia el 2800 a.C. al SW. de Gran Bretaña. En efecto, antes también existieron otros mini-Stonehenges, y siempre con idéntica función de espacio para el ritual debido a los dioses relacionados con el cielo. El más famoso de ellos debió de ser el considerado un calendario pétreo construido por Gudea de Lagash a orillas del río Eufrates. Para su construcción, también es casualidad que emplease un tipo de piedra que, como en Stonehenge, se debió de trasportar desde muy lejos. El rey constructor llamado Gudea la hizo acarrear desde Egipto y Nubia, primero por tierra y luego por mar hasta el templo abovedado de Girsu, que por lo que parece pudo haber sido el primer planetario del mundo.

Según observaciones del autor Zecharia Sitchin, el mismo día que Gudea culminaba la ceremonia de la erección del Templo de Girsu en Lagash, el líder bíblico Josué mandó erigir un tosco círculo de doce piedras en Gilgal, cerca del río Jordán, por el hecho milagroso de que gracias a ellas, los israelitas habrían podido cruzar en seco aquel curso de agua.

Continuando con la autoridad que le da haber traducido las tablillas cuneiformes sumerias, Z. Sitchin en su obra profusamente ilustrada, titulada "Al principio de los tiempos" (Ed. Dic. 2002), especuló si la veneración por las enigmáticas doce piedras en ambos episodios, pudo deberse a los orígenes y creencias sumerias del patriarca Abraham. Su padre, llamado Téraj, había nacido el año 2193 a.C. en Nippur (Sumer), de donde era sacerdote del templo cuando el dios Ninurta (el mismo dios astrónomo que en Egipto fue llamado Toth), autorizó la construcción en Lagash de una pirámide-templo (Eninnu) para su veneración en Sumer, para lo cual dio instrucciones precisas.

Así pudo dicho autor considerar que todo tipo de círculo astronómico de piedras, que primero "regalaron" los celestiales Anunaki (An.unna.ki) a los sumerios, siempre reprodujo dentro de un círculo el zodíaco celeste. Por otra parte, el "Punto Cero" de aquella civilización se situaría entre los signos zodiacales de Tauro y Géminis. En la argumentación que precede, la pregunta es: ¿en que fase de crecimiento cultural, deberíamos ubicar el círculo de piedras casí sahariano?

EL SINCRETISMO RELIGIOSO

Los dioses egipcios eran "ricos en nombres" según presumieron los mismos sacerdotes de tan antigua cultura ante los griegos,… quienes por cierto les copiaron todo, empezando por Ra, al cual llamaron Zeus. A pesar de ello, quizá ni los propios egipcios sabían que, nombres aparte, tuvieron en total más de 1500 divinidades. En el caso de los setenta y cinco nombres del dios Ra, podrían justificarse por la división en catorce pedazos (número copiado de sus otras tanta principales constelaciones) que hizo de su cadáver su hermano y vencedor el dios Seth. Pero es que el dios Amón, su divinidad asociada posteriormente, escribieron que tenía incontable número de nombres. Al menos los de la diosa Hathor, que fueron escritos en los muros del templo de Edfú, sólo consta que tuvo un nombre para cada día del año. Su misterio consiste en que eran siete sus hermanas, como muy diversas culturas ya detectaron en tiempos remotos que la constelación de Pléyades tuvo "siete hermanas", como Hathor, todas en una y además las creyeron vestidas de rojo.

A pesar de tanta exageración, durante el Imperio Medio dejaron una inscripción en la tumba de Merykarh que afirmaba: Dios conoce todos los nombres. (Por ello debo escribir Dios con la letra "D" mayúscula). En Egipto dicha divinidad era el sol, con su triple visión de ser luz, dar calor y forma circular. El resto de divinidades fueron al fin y al cabo simples atributos, o intermediarios al modo como en el catolicismo se veneran una cantidad incontable de santos según en un determinado lugar o templo se tenga preferencia por unos u otros. Lo diferente en Egipto quizá fuese una gran tendencia a que entre los dioses se buscase agruparlos en clanes familiares, haciéndose de un modo u otro según los sacerdotes de los templos tuviesen sus determinadas preferencias.

Desde el año 1934 el alemán H. Junker defendió que en sus inicios la religión egipcia debió de ser monoteísta, degenerando paulatinamente después. Aquella proposición nunca ha sido del todo descartada y menos lo será por mí. Opino que entonces sucedería más o menos lo mismo que con la veneración del extensísimo santoral católico al que normalmente rezamos los creyentes hoy día, proliferando las canonizaciones más que nunca por iniciativa del recientemente fallecido Papa. En tiempos remotos es obvio que no pudieron tener sus magníficos misterios litúrgicos tan claros como en la actualidad, pues era un estado embrionario de nuestra soberbiamente elaborada Teología. Los dioses del Antiguo Egipto fueron traspasados a los personajes más relevantes del Nuevo Testamento tan pronto como los judíos egipcios de Alejandría se enteraron de la destrucción de Jerusalén. Su empeño en crear un nuevo culto superior les hizo fijarse en el culto iniciático del dios Osiris, al cual llamaron Serapis vistiéndolo frívolamente con minifalda y portando un cesto sobre su cabeza.

En pocas palabras, no veo el conflicto que por "marear la perdiz" han venido presentando los autores Herik Hornung, Jan Assmann y, en 1999, James Allen. En todas las versiones egipcias de su creación del mundo los iniciados sacerdotes afirmaron que Ra creó a todos los demás dioses y a todos los seres humanos de la tierra, y también todo lo existente, motivo por el cual pudieron llamarlo tanto padre como madre sin temor a equivocarse. Todos los dioses egipcios se asemejaron entre si en lo más fundamental, pero a pesar de la inmensa polvareda dejada por la multitud de dioses locales, no pudieron evitar que aún se nos revele un monoteísmo semejante al de las más grandes religiones del mundo centradas en un dios único, inmortal, increado y oculto en su inaccesible esencia.

Los antiguos egipcios no tuvieron reparo en aunar muy diferentes leyendas sobre sus divinidades, en beneficio de aquellos dioses que representaban fuerzas de la naturaleza, y también por otra parte, los sacerdotes responsables del culto en los diferentes templos de Egipto se confundieron y mezclaron las leyendas de tan numerosos dioses. En la ya evolucionada XVIII Dinastía, todo cuanto se lee referido al dios Amón, para solucionar el enredo basta con que mentalmente se sustituya su nombre por el de Ra para que se entienda lo mismo que se explicaba desde tiempos remotos.

Se lee en un himno al dios Amón: "Tres son todos los dioses". Aparte de que parece que también tuvieron su Trinidad, hay que dejar claro que a Ra "Padre de todos los dioses", se le asociaron durante el llamado Imperio Nuevo las divinidades Osiris y su hijo Horus. Dejando aparte la herencia artística, mis preferencias sobre Egipto ya no llegan a este período, así como me entristece que se hable tanto de Tutankamon. A aquellos gobernantes ya les faltó casta. Veamos si no.

Además de llamarse tan pomposamente faraones, después del 1500 a.C. incluso algún gobernante ya fue incluso del sexo femenino. Habría sido un escándalo inconcebible para los faraones antiguos como Snefru. En poco más de cien años, durante la IV Dinastía se admite que se manipuló más piedra de que habrían acarreado entre todas las dinastías posteriores. Snefru además pasó a la historia por haber inventado la forma piramidal luego tan famosa). Por otra parte, además de los numerosos pueblos de navegantes vecinos que atacaron a las Dinastías XIX y XX, aún hay que tener en cuenta la coalición de pueblos del mar Mediterráneo noroccidental (luego llamados: sardos, catalanes, sicilianos y los etruscos "turshas") que si bien fueron finalmente derrotados por Ramses III, también es evidente que a partir de entonces Egipto ya fue de capa caída.

En el Segundo Período Intermedio gobernaron Egipto simultáneamente tres dinastías: XV, XVI (Hycsos) y XVII, esta última entre 1640 y 1552 a.C., después de la cual Ahmosis I reunificó el valle del río Nilo (su "Cuerda de salvación"). Partiendo de la ciudad de Tebas, él mismo inauguró el llamado Imperio Nuevo hacia el año 1640 a.C.. Fue a partir de entonces cuando las pirámides cedieron su simbolismo astral a los pilonos de las fachadas de los templos, que utilizaron una mucho más liviana piedra del tipo arenisca. La IV Dinastía se había distinguido de las anteriores, primero por encerrar dentro de un cartucho el nombre del rey. Fue en la V Dinastía que se empezaron a trabajar los obeliscos (siempre a pares) para erigirlos ante las entradas de los templos.

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