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La crisis económica y su impacto sobre la salud. La salud, una riqueza que se pierde



Monografía destacada

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Las crisis económicas, su origen
  4. La salud mundial en crisis
  5. La salud en México, cifras y crisis económica
  6. ¿Qué rumbo es necesario tomar para recuperar la salud de los mexicanos?
  7. Conclusiones
  8. Bibliografía

RESUMEN

Es indudable que la salud ha sido y sigue siendo considerada como un bien preciado para la humanidad. No obstante, existen sucesos que sin lugar a dudas la impactan negativamente y la menoscaban. En este trabajo se quiere hacer hincapié en la trascendente relación que existe entre crisis económica y salud; especialmente sobre los efectos que los ajustes económicos llevados a cabo por un país o nación tienen sobre la morbilidad y mortalidad de sus habitantes. Para ello, se ha realizado un análisis de los informes de salud y economía de los últimos cinco años, así como de destacados trabajos de investigadores, además de informes de organismos nacionales e internacionales de la última década.

Palabras claves: Salud, crisis económica, pobreza, morbilidad, mortalidad.

The economic crisis and its impact on health. The health… A wealth that is lost

Abstract

There is no doubt that health has been and continues to be regarded as a precious asset for humanity. However, there are events that undoubtedly, the negative impact and undermine. In this work, we want to emphasize, in the transcendent relationship between health and economic crisis, especially, about the effects of the economic adjustments carried out by a country or nation, have on morbidity and mortality of the inhabitants. To do this, we have performed an analysis of the health and economic reports of the last five years, as well as outstanding works of researchers, as well as reports from national and international in the last decade.

Key words: health, economic crisis, poverty, morbidity, mortality.

Introducción

Es bien sabido que dentro de las crisis económicas se expresa un incremento en las enfermedades, principalmente en el campo de la salud mental, así como, un aumento en la mortalidad ligado a las principales causas de muerte; asimismo, también se incrementan las separaciones, las rupturas familiares y la violencia doméstica, sin mencionar el incremento del desempleo, además, de un aumento en el número de personas en situación de calle, circunstancias todas ellas, que conllevan a problemas de otra índole como: la violencia, inseguridad, robos, asaltos, drogodependencia, adicciones, entre otros1.

Por otra parte, es también conocido, que al manifestarse las crisis económicas, las políticas públicas descuidan la protección social a partir de recortes presupuestales en el ámbito sanitario y socio-sanitario. En la actualidad, algunos países europeos, que en décadas pasadas gozaban de una aparente economía boyante, comienzan hoy en día a notar estos estragos, por ejemplo, en algunas Comunidades Autónomas de España se ha reducido un 10% el presupuesto para sanidad, además de notarse; una reducción en los días de actividad asistencial, está ocurriendo un cierre de algunos centros de asistencia, la eliminación de prestaciones asistenciales importantes, etc1. En Portugal y Grecia, los recortes presupuestales han sido mayores y alcanzan algunos beneficios sociales que los trabajadores percibían, mediante los cuales, aseguraban su bienestar social y económico; entre ellos pueden mencionarse la reducción de las pensiones por jubilación de los trabajadores, los despidos y recortes en las empresas, etc.

Todos estos eventos económicos están impactando de forma notable la salud de los europeos, con efectos que van desde el suicidio, afectación de la salud mental (depresión, estrés, tristeza, irritabilidad, tensión, desinterés o apatía entre otros padecimientos) hasta la aparición de desnutrición; pérdida de viviendas y por ende, la presencia de personas en condiciones de vida sin hogar; desempleo (pérdida de autoestima y comportamientos poco saludables); drogadicción, depresión y otros problemas de salud mental; aumento de la mortalidad; incremento de la violencia; problemas de salud ambiental y laboral; injusticia social, además de violación de los derechos humanos.

El caso de las crisis económicas y su efecto en el sector salud, no es exclusivo de la situación actual que viven los países desarrollados de la Unión Europea, por ejemplo en América Latina, algunos países como Honduras han registrado en los últimos años una asociación entre la disminución del Producto Interno Bruto (PIB) y el Índice de Desarrollo Humano (IDH), manifestando los siguientes fenómenos: falta de una política social; alta prevalencia de la población en pobreza extrema y pobreza crónica; ocupar uno de los primeros lugares dentro de los países con mayor concentración económica; corrupción; deficiencias en la educación; desnutrición crónica cerca del 50%; baja expectativa de vida al nacer (63 años); asimismo, este país latinoamericano, muestra deficiencia en la atención a la salud, al tener sólo 90 médicos por cada 100"000 habitantes, entre otros. De tal suerte, que se puede aseverar que la crisis económica actual, pone al sistema sanitario, ante el reto de dar respuesta al aumento de demanda asistencial sobre todo en atención primaria y salud mental2.

Si bien, puede señalarse, que los problemas de salud de la población, no son privativos de los países en desarrollo, sí puede decirse, que cada país presenta los efectos de su crisis económica de forma particular sobre la salud de sus pobladores.

Las crisis económicas, su origen

A lo largo de la historia de la humanidad, las crisis económicas en las sociedades han sido consideradas partes fundamentales de su desarrollo; por lo general, siempre ha habido tiempos de prosperidad y, por múltiples razones, han existido también épocas de escasez.

Los estudiosos de las ciencias económicas han argumentado desde hace mucho tiempo sobre el comportamiento cíclico de la economía de los estados, e incluso a escala mundial, se habla de las crisis económicas a nivel global. De tal suerte que al interior de las denominadas crisis económicas se reconocen las llamadas fases de crecimiento, a las que también se han nombrado de expansión y fases de caída, mismas que son identificadas como periodos de recesión y que, de manera general, se caracterizan porque durante éstas, disminuyen la producción y el empleo; pueden durar entre seis meses y un año, implicando que la mayor parte de los sectores de la economía se reduzcan, dando todo ello como resultado altos costos sociales más o menos graves. Y cuando la extensión de la recesión progresa en términos de magnitud o de duración, entonces se le denomina depresión3.

Pero, ¿cuál es la explicación para la existencia de estas crisis económicas y cómo repercuten en la salud de los pobladores de un país o nación? Preexisten algunas posiciones teóricas que reconocen que las crisis no son meras casualidades ni son obligatoriamente producto de equivocaciones o decisiones desafortunadas de alguna persona (funcionario o representante gubernamental) que las indujo. Luego entonces, las crisis no pueden ser consideradas expresiones de la ineptitud de los políticos o gobernantes en turno, sino, por el contrario, son fruto de su más más aguda y obscura competencia especializada. Expresado en otras palabras, las crisis son resultado de ajustes en la economía, que muestran de forma manifiesta, acciones específicas para beneficiar a unos cuantos, en menoscabo de las condiciones de vida y de trabajo de la mayoría.

Las causas de las crisis en el sistema político y económico de nuestras sociedades modernas, el capitalismo, parecen encontrar su principal fundamento, en el fin concluyente del sistema: la ganancia, la concentración y la acumulación de la riqueza social; no en la prosperidad social o bienestar de la mayoría. Las crisis, son entonces, en nuestro sistema actual, mecanismos que permiten los ajustes en el grado de concentración y acopio de riqueza, o como lo expresa Valenzuela Feijóo4, es ilusorio pensar que la economía de mercado capitalista se autorregule y aspire al equilibrio, de tal forma que las crisis aparezcan como un evento imprevisto en la actividad habitual del sistema; por el contrario:

"Las crisis son un componente esencial del funcionamiento del sistema. Es decir, al final de cuentas son funcionales a su proceso de desarrollo. Como bien se ha dicho, operan como una purga, molesta, pero beneficiosa para el sistema."4

La salud mundial en crisis

El Banco Mundial (BM) ha señalado que 94 de los 116 países en desarrollo, han experimentado ya una recesión en su crecimiento económico; por otra parte, se estima que los 22 países más pobres del mundo, podrían necesitar 25 mil millones de dólares americanos, para hacer frente al impacto de la crisis, lo cual podría repercutir entre 200"000 y 400"000 muertes de niños y niñas menores de 5 años de edad5.

Aunado a lo anterior, se considera que el dinero disponible en dicho organismo, para la ayuda en salud es insuficiente; a pesar de que esta cifra se hubiera duplicado entre los años 2000 y 2006 (de 6,8 mil millones US$ a 16,7 mil millones US$), estos niveles siguen estando muy por debajo de lo que se había establecido como compromiso para lograr los Objetivos del Milenio (ODM). En un momento de crisis económica como la que se vive actualmente, los países donantes, se hallan por debajo de los 40 mil millones US$ anuales, de lo que habían prometido para cumplir con su compromiso de apoyo a África. Además, ninguno de los 5 estados miembros de Acción para la Salud Global (Francia, Alemania, España, Italia y Reino Unido) distribuye el 0,1% de su PIB al sector de la salud de los países en desarrollo, ni tampoco, ha elaborado un plan en lo referente al desfase de los 8 mil millones de euros para cumplir los compromisos de la UE para el año de 20105.

De igual manera, puede destacarse que algunas problemáticas sociales (el aumento del desempleo, la generalización de la inestabilidad laboral, las nuevas formas de esclavitud, el trabajo forzado, además de la desigualdad) son ejemplos que describen cómo está siendo afectada la salud de la población; las inequidades de género, la soberanía alimentaria y la globalización se encuentran estrechamente relacionadas; como muestra de lo anterior, puede citarse, los suicidios que presentaron algunos campesinos hindúes en el año de 2004, ante las dificultades económicas en la producción y ganancia, que fue extendiéndose del sur de la India hasta el centro y norte de ese país6.

De esta forma, en la actualidad el sistema económico capitalista cada vez más impregnado de una cultura global, hace que un pequeño sector (compañías trasnacionales, organizaciones internacionales, gobiernos específicos) posean el poder de asumir decisiones que menoscaben la vida de millones de trabajadores del mundo, revelando con ello, la necesidad que existe de reducir las desigualdades en justicia social y salud, que hoy en día, existen en nuestro mundo globalizado.

Particularmente, el desarrollo económico se ha visto afectado en América Latina por la deuda externa y la globalización con los siguientes resultados: a) Caída internacional de los precios de los productos básicos, lo cual impide que las exportaciones tradicionales favorezcan el avance del crecimiento económico; b) Niveles bajos de consumo interno, lo cual tiene relación con la adquisición de bienes y servicios, mermando el nivel de vida de la población; c) Disminución de la inversión nacional, misma, que incide en la capacidad productiva futura, la tasa de desempleo, subempleo y migración; d)

Aceleración de la inflación, lo que provoca un reajuste interno en la canasta básica; e) El monto de la deuda supera con mucho al ahorro nacional y como consecuencia, disminuye el gasto social, afectando en una mayor proporción a la salud y educación; f) Incremento del empleo informal y disminución de la carga tributaria, consecuentemente el nivel de crecimiento económico no permite mantener un sistema mixto de asistencia sanitaria; g) Debido a la elevada elasticidad-renta y al rápido avance de la tecnología médica, se producen una cadena de errores en el mercado, tales como la presencia de información anómala, la selección equívoca de los requerimientos de instalaciones y equipos de salud; y por ende, acontecen los riesgos morales, quebrantándose con ello, los principios de una política de salud, basada en la equidad2.

La salud en México, cifras y crisis económica

Con base en reportes de organismos internacionales y nacionales tales como el de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE),7 el Consejo Nacional para la Evaluación para el Desarrollo Social (CONEVAL) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF)8 y otros informes elaborados por destacados investigadores nacionales, puede señalarse que la situación de salud en México viene en caída libre, esto es, ha sufrido en los últimas décadas un decremento, que no es reconocido abiertamente y que está íntimamente ligado a las condiciones de pobreza y pobreza extrema que viven los connacionales.

Por ejemplo para el año de 2009 la salud de los mexicanos se encontraba entre las peores de entre los 30 países que integraban la OCDE; con uno de los porcentajes más bajos de inversión en materia de salud, con respecto al PIB. Otros datos duros de la OCDE para ese momento, referían que la mortalidad infantil, era de 15.7 defunciones por cada mil nacidos vivos, México presentaba la segunda tasa mayor en este rubro, sólo superado por Turquía, lo que representa casi tres veces más el promedio del conjunto de esos 30 países. De igual manera, la esperanza de vida al nacimiento era de 75 años, cuatro menos que la media; no obstante, la mortalidad prematura, medida en términos de años potenciales de vida perdidos antes de llegar a los 70, era la mayor del conjunto de países de esta organización. Los principales problemas de salud, que ha sufrido el país en los últimos 30 años, bosquejan un horizonte complejo, dado por el incremento sostenido durante los últimos dos períodos, hasta llegar al actual predominio de causas de muerte y enfermedad debidas a enfermedades crónicas no transmisibles, sobresaliendo entre otras: la diabetes mellitus, las enfermedades vasculares y el cáncer; la permanencia de enfermedades transmisibles fácilmente prevenibles, como las respiratorias agudas, y emergentes como el VIH/SIDA, la desnutrición calórico proteica, además de aquéllas relacionadas con los accidentes de tráfico y los homicidios9.

Panorama complejo que no sólo hace referencia a esta combinación de enfermedades vinculadas a las más diversas condiciones de pobreza e insalubridad que imperan en el país; sino también a otras desafortunadas circunstancias sociales que coexisten como son: el clima de inseguridad y de violencia social atravesando por relaciones sociales inadecuadas, la práctica de comportamientos de riesgo que asume la población, así como otras prácticas de consumo; pero que también puntualizan una distribución y extensión desigual, con la que se presentan estas enfermedades y otros problemas de salud, que no son propiamente patologías, pero que padecen los diversos sectores de la población. Problemas que algunos autores relacionan con las llamadas transiciones demográfica, epidemiológica y nutricional; mientras que para otros, en realidad son expresión de fenómenos de polarización social y epidemiológica, de un alto grado de complejidad y de retraso sanitario8.

Y es que lo que ha ocurrido en la economía mexicana en estas dos últimas décadas, está íntimamente ligado con la crisis de salud que viven los mexicanos. En primer término, se puede señalar la caída de tres indicadores: exportaciones, remesas familiares e inversión extranjera directa9. El citado informe conjunto del CONEVAL y UNICEF8 puntualizaba ya los efectos negativos que esta caída acarreó, tanto para el conjunto de la economía, como para las condiciones de salud de la población.

Entre otros sobresalían el desplome de 6.5% del Producto Interno Bruto (PIB) en el año 2009 –el más funesto en muchos años y muy por encima del acontecido en EUA-, de igual manera, el incremento en los niveles de desempleo, superiores a los observados durante la crisis económica de 1994- 1995, con una tasa de desocupación que pasó de 3.9% en 2008 a 5.3% en 2009; situación que a su vez influyó en la depreciación de los receptores de ingresos de los hogares; en otras palabras, un mayor número de personas dejaron de llevar ingresos a sus familias.

Otra de las repercusiones de esas situaciones de crisis, se dieron en la esfera de la alimentación de la población mexicana: durante el periodo 2008- 2009 el aumento del precio de los alimentos superó al de la inflación general. De la misma forma, en 2009, el valor de la canasta alimentaria, que es un indicador utilizado para la medición de la pobreza por ingresos, aumentó 10.5%, el doble del incremento en el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC). De tal manera, que, el porcentaje de familias que sufrieron inseguridad alimentaria severa, de acuerdo con los criterios establecidos por el propio CONEVAL, se duplicó en el año de 2009 al pasar de 8% en 2008 a 17% en 200910.

La magnitud de este complejo problema de la relación entre crisis económica y salud se ha visto acrecentada, de acuerdo con la Secretaría de Hacienda para junio de 2013, la deuda del sector público de México alcanzó un total de 6 billones 062 mil millones de pesos, estos datos significarían que cada uno de los 115 millones de habitantes (sin importar edad, sexo o actividad laboral) debe individualmente 52 mil 173 pesos. Con base en estas cifras, se infiere que la deuda pública total ha crecido 171 mil 157 millones durante lo que lleva este año, es decir, aproximadamente 950 millones de pesos por cada 24 horas11.

"De confirmarse la estimación de la Secretaría de Hacienda, la tasa de crecimiento económico habrá sido de 1.7 por ciento anual en el primer semestre de 2013, muy desacelerada respecto a la de 4.7 por ciento observada en la primera mitad de 2012"11.

De igual manera, con base en los resultados ofrecidos por el CONEVAL12 por medio del Método de Medición Oficial de la Pobreza (MMOP), se destaca que estos se basan en una población total de 117.3 millones de personas, y que la de 2010 se fundaba en una población de 114.5 millones de habitantes, valoradas de acuerdo a la información del Consejo Nacional de Población (CONAPO) que utiliza el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

En el citado Informe se aprecia que para el año de 2010 existían 52.8 millones (45.5% del total) de personas pobres, cifra que se vio incrementada para el año 2012, con 53.3 millones de personas pobres en México (46.1%) del total de la población mexicana. De igual manera, se subraya que entre el 2010 y 2012 existe: a) una pequeña baja porcentual de la población pobre, lo cual podría deberse al error de muestreo, lo que expresaría que durante este período, la pobreza se sostuvo o mantuvo en cifras equivalentes; b) uno de cada diez mexicanos se encuentra en pobreza extrema y aparentemente la pobreza extrema va a la baja; c) mientras que la población vulnerable (por carencias sociales y por ingresos) aumentaron de manera no significativa estadísticamente.

Adicionalmente el informe del CONEVAL 201212 en su actual medición señala que:

  • 1. En el periodo comprendido entre 2010-2012, la población en pobreza extrema se redujo de 13.0 millones de personas (11.3% del total) a 11.5 millones (9.8%).

  • 2. De igual manera, se advierte que entre los años 2010 y 2012 se redujo en porcentaje y en número la cantidad de personas que sufren carencias por rezago educativo; acceso a los servicios de salud; calidad y espacios de la vivienda; acceso a los servicios básicos en la vivienda, y acceso a la alimentación.

  • 3. No obstante, para el caso del acceso a la seguridad social y el número de personas con un ingreso inferior a la línea de bienestar y con un ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo, no ocurrió lo mismo, no hubo disminución ni en el número de personas, ni en el porcentaje de las mismas, que sufrieron carencia en los rubros antes señalados.

Tal y como puede constatarse en la gráfica siguiente elaborada por el CONEVAL en su comunicado de prensa de 201212 donde se destaca que existe un incremento del 25 % en la población con ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo, en relación con las mediciones del año 2008.

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Figura 1. Población con ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo, 2008-2012 (Millones de personas). Fuente CONEVAL13.

Del mismo modo, se observa que a nivel nacional el número de personas en situación de pobreza fue de 53.3 millones en 2012, mientras que en 2010 fue de 52.8 millones. En porcentaje, esto representa una variación de 46.1% para el año 2010 al 45.5% obtenido en el 2012; tomando en cuenta que se estima que la población total del país pasó de 114.5 a 117.3 millones de personas entre 2010 y 201213.

Otras cifras relevantes del citado comunicado de prensa del CONEVAL en su informe de 2012, son las siguientes:

A nivel nacional:

  • A. En el rubro de Rezago educativo: la carencia por esta dimensión se redujo de 23.7 millones de personas (20.7%) a 22.6 millones de personas (19.2%) entre 2010 y 2012.

  • B. En el acceso a los servicios de salud: la carencia por este concepto se redujo de 33.5 millones de personas (29.2%) a 25.3 millones (21.5%) entre 2010 y 2012. El porcentaje de población con esta carencia bajó en todas las entidades federativas.

  • C. Por cuanto hace al acceso a la seguridad social: entre 2010 y 2012, la carencia por acceso a la seguridad social pasó de 69.6 millones de personas (60.7%) a 71.8 millones (61.2%).

  • D. Con respecto a la calidad y espacios de la vivienda: esta carencia se redujo de 17.4 millones de personas (15.2%) a 15.9 millones (13.6%) entre 2010 y 2012.

  • E. En lo referente al acceso a los servicios básicos en la vivienda: entre 2010 y 2012 esta carencia se redujo de 26.3 millones de personas (22.9%) a 24.9 millones (21.2%).

  • F. En cuanto al acceso a la alimentación: esta carencia se redujo de 28.4 millones de personas (24.8%) a 27.4 millones (23.3%) entre 2010 y 2012.

  • G. Es de destacar que el ingreso inferior a la línea de bienestar: entre 2010 y 2012, se vio incrementado, ya que la población que percibe ingresos inferiores a esta línea pasó de 59.6 millones de personas (52.0%) a 60.6 millones (51.6%).

  • H. De igual manera, el Ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo aumentó: debido a que la población con ingresos inferiores al costo de la canasta alimentaria pasó de 22.2 millones de personas (19.4%) a 23.5 millones (20.0%) entre 2010 y 2012.

Por otro lado, el impacto de la crisis económica sobre la salud de los mexicanos en estos últimos años ha sido evaluada a través de La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012 (ENSANUT 2012)13. Se trata sin lugar a dudas, de la observación más reciente del eje del Sistema Nacional de Encuestas de Salud, que permite describir con una información actualizada y detallada, cómo se encuentra el estado de salud y nutrición de la población, a partir de una muestra representativa de los mexicanos, tanto en lo que se refiere a su distribución geográfica, como a sus niveles socioeconómicos.

Aquí solo se hará referencia a tres de los flagelos más relevantes de la salud de los mexicanos: La hipertensión, la diabetes, la obesidad y el sobrepeso. Ello no quiere decir que no existan otros padecimientos importantes que minan la salud de los habitantes de México, tales como el cáncer, la desnutrición, las enfermedades de transmisión sexual, el VIH-SIDA, las muertes por accidentes y producto de la violencia social, entre otras. No obstante, la cortedad del presente artículo impide la inclusión de todos estos aspectos; por lo que se hará hincapié en los tres primeros mencionados, dada su magnitud y trascendencia.

En la tabla 1 puede apreciarse que existen actualmente 22.4 millones de mexicanos con hipertensión arterial, la llamada asesina silenciosa, y que de este porcentaje, solamente 5.7 millones de personas llevan un control de su padecimiento, esto es 25 % de las personas diagnosticadas reciben y llevan un tratamiento regular para su control, 11.2 % cuentan con un diagnóstico previo y 8.2 % de las mismas reciben un tratamiento farmacológico.

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Tabla 1. Frecuencia (en millones) y porcentaje de mexicanos con hipertensión arterial. Fuente: ENSANUT13

Por cuanto hace a la Diabetes Mellitus, si se compara su prevalencia actual con respecto a los años pasados, puede constatarse que ésta ha ido en aumento. Y que desafortunadamente, la prevalencia de diabetes ha pasado de 5.7 a 9.1 en los últimos doce años, tal y como se observa en la figura 2.

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Figura 2. Prevalencia ajustada de diabetes por diagnóstico médico previo a la encuesta de acuerdo al sexo y al año. Fuente: ENSANUT13

Con relación al comportamiento de la Diabetes Mellitus en el año de 2012, se destaca que existen 6.4 millones de mexicanos que tienen diabetes tipo 2, mismas que han sido diagnosticadas con esa enfermedad y que saben que la padecen; de las cuales 1.6 millones reciben tratamiento y están controlados, cifra que solo representa a un 25 % del total de quienes la sufren. No obstante, es posible que haya muchas otras personas que posean este padecimiento y lo desconozcan.

Otro problema de salud pública, que aqueja a los mexicanos, es el del sobrepeso y la obesidad, mismo que afecta tanto a niños como adultos. Por ejemplo, la prevalencia de sobrepeso y obesidad en menores de cinco años ha registrado un ligero ascenso a lo largo del tiempo, casi 2 puntos porcentuales (pp) de 1988 a 2012 (de 7.8% a 9.7%, respectivamente). El principal aumento se registra en la región norte del país que alcanza una prevalencia de 12% en 2012, 2.3 pp arriba del promedio nacional.

De igual manera y de acuerdo con los resultados de la ENSANUT 2012, 35% de los adolescentes tiene sobrepeso u obesidad. En el contorno nacional esto significa que alrededor de 6"325"131 individuos entre 12 y 19 años de edad, presentan estos problemas de salud. Por lo que, puede concluirse que uno de cada cinco adolescentes tiene sobrepeso y uno de cada diez presenta obesidad.

De tal suerte, que la prevalencia nacional combinada de sobrepeso y obesidad en adolescentes es de alrededor de 35.8% para el sexo femenino (lo que representa a 3"175"711 adolescentes del sexo femenino en todo el país) y 34.1% en el sexo masculino (representativos de 3"148"146 adolescentes varones) en 2012. De la misma forma, la proporción de sobrepeso es más alta en mujeres (23.7%) que en hombres (19.6%, 4 pp mayor); y para obesidad los datos muestran que el porcentaje de adolescentes hombres con obesidad es mayor (14.5%) que en las mujeres adolescentes (12.1%, 2.4 pp mayor).

Dichas prevalencias se hallan entre las más altas del mundo. Sin lugar a dudas, el hecho de que 7 de cada 10 adultos tengan sobrepeso y que de estos la mitad presenten obesidad, configura un serio problema de salud pública, por lo que es ineludible, que se redoblen los empeños para disminuir estas prevalencias que están incrementando el riesgo de enfermedades crónicas no transmisibles, con enormes costos directos e indirectos para el Estado.

Si bien la desnutrición no puede ser descartada aún como un problema de salud pública que demande una atención importante, hoy en día, es preciso considerar a la obesidad, como una de las principales prioridades en la agenda nacional.

En suma, puede decirse que los grandes problemas de salud, que hoy por hoy parece enfrentar México son: la hipertensión arterial, la obesidad y el sobrepeso y como problema asociado de modo significativo a estos dos últimos; se encuentra sin lugar a dudas, la creciente prevalencia de la diabetes mellitus. Y todas ellas, a su vez, conducen al incremento de la mortalidad cardiovascular14,15. Por ello, se hace necesario una mayor identificación de estos padecimiento en etapas tempranas entre la población, un diagnóstico más efectivo de la diabetes mellitus y de la hipertensión arterial. Así como un control y prevención del sobrepeso y de la obesidad en todas las etapas de la vida, primordialmente en la infancia y niñez.

¿Qué rumbo es necesario tomar para recuperar la salud de los mexicanos?

En una parte de este trabajo, se formulaban las preguntas ¿Cuál es la explicación para la existencia de estas crisis económicas? ¿Cómo repercuten en la salud de los pobladores de un país o nación?, otras más han surgido de forma inherente al análisis de las cifras y datos que sobre la situación económica y de salud de los mexicanos se ha presentado aquí. ¿Cómo está siendo impactada la salud de la población mexicana, principalmente la de los grupos sociales más desamparados y vulnerables, por las crisis?, ¿Qué repercusión ha tenido o está teniendo la llamada reforma de salud, sobre la salud de los grupos más desprotegidos?

En primer lugar, habría que decir que son variados los aspectos a considerar para encontrar una ruta que trate de explicar y resolver esta difícil problemática. En primer término, es necesario diferenciar entre los efectos sobre la salud y efectos sobre el bienestar. Los efectos de las crisis sobre la salud, están producidos, por el entorno institucional y la vinculación con la sociedad en donde acontecen; de tal modo, que en este tipo de relación influyen sin lugar a dudas, el hecho de que los gobiernos establezcan dispositivos de resguardo y protección hacia los habitantes. De igual forma, es importante considerar las características particulares de los grupos sociales, en donde han de tomarse en cuenta que existen en ellos, organizaciones autogestoras y autónomas, asimismo, lo ideal sería que tuvieran redes de apoyo fuertes, en estos casos las consecuencias serían mínimas, y por el contrario, si no se poseen las condiciones antes señaladas, los efectos serían devastadores. Un ejemplo de lo antes mencionado, sería el de los grupos indígenas en México del norte y centro del país; los cuales carecen de organizaciones autónomas, no cuentan con programas gubernamentales de protección, y además no tienen redes de apoyo fuertes, en estos grupos el impacto sobre su salud y bienestar es notablemente más catastrófico; que en el de aquellos grupos rurales o urbanos que cuentan con los elementos antes mencionados.

Estudiosos del tema, advierten que también es imprescindible reflexionar, sobre la forma diferencial que tienen las repercusiones de las crisis sobre las personas y las familias, sobre los gobiernos y las políticas, ya que dependiendo del tipo de régimen de que se trate, democrático, socialista, dictatorial etc. es que a su vez estos acabarán afectando a las personas y las familias, específicamente en lo relativo a la distribución de la riqueza y las desigualdades sociales16.

Queda claro entonces, que el impacto de las crisis económicas no ocurre de forma lineal o unidireccional; sino que dependiendo de una serie de condiciones, de factores y relaciones entre las mismas, es que se ve afectada la salud de los pobladores.

"Las crisis económicas terminan afectando a la salud por la vía de los cambios en la concentración del poder económico"16. Luego entonces, el panorama para México en la etapa actual, no parece ser muy prometedor, a menos que en un análisis responsable y serio, se tome en cuenta la trayectoria histórica con que los diversos gobiernos de las últimas décadas, han enfrentado los problemas de salud de los connacionales, mismas que no han dado resultados positivos, sino que han ido agravando, acrecentando esta problemática.

De igual forma, hace falta comprender la concurrencia de las diferentes crisis que abaten al país, con miras a mejorar, desarrollar y obligarse a vislumbrar contextos y escenarios futuros y posibles, en los cuales los derechos fundamentales del ser humano, el derecho a una vida digna y saludable, sea considerado como una facultad íntegra para todos los mexicanos. Para ello, hacen falta muchos cambios y transformaciones en la sociedad mexicana; entre otros: mejorar las condiciones de vida y de salud de amplios sectores de la población mexicana; resolver lo relativo a los derechos fundamentales, venciendo las grandes desigualdades que imperan en nuestra sociedad.

Del mismo modo, es imprescindible favorecer la transformación de las relaciones Estado y sociedad, por otras que promuevan la edificación de contextos que favorezcan a las personas, a sus familias y comunidades; de manera que cuenten con una atención permanente y mantenida; en las diferentes etapas del proceso salud-enfermedad: diagnóstico, tratamiento y rehabilitación, de prevención de enfermedades y de promoción de la salud.

CONCLUSIONES

Al momento, se puede llegar a concluir que los retos permanecen: ya que subsisten la segmentación, la fragmentación, la inequidad de acceso a los servicios de salud y de su cobertura, persiste el supremacía de un sistema de salud asentado en la reparación del daño, en la atención a la enfermedad; es decir, no existe una cultura de prevención de la enfermedad, o de promoción de la salud.

Consecuentemente, los desafíos más urgentes para luchar contra estas inequidades que hoy existen deben considerar: a) Una reducción de la inequidad en el acceso a servicios de salud a población de bajos recursos; b) programas universales preventivos y multisectoriales con participación de la sociedad civil, y c) un entorno propicio para el desarrollo de programas y políticas de salud acordes con la nueva problemática.

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Forma sugerida de citar: Torres Fermán IA, Saldívar González AH, Lin Ochoa D, Barrientos Gómez MC. La crisis económica y su impacto sobre la salud. La salud… una riqueza que se pierde. Revista Electrónica Medicina, Salud y Sociedad. [Serie en internet] 2013 septiembre [citado septiembre 2013];4(1); 81-101 [aprox. 21 p.]. Disponible en: http://www.medicinasaludysociedad.com.

REVISTA ELECTRÓNICA MEDICINA, SALUD Y SOCIEDAD

Universidad Veracruzana, Veracruz, México.

 

 

 

Autor:

Irma Aída Torres Fermán

Atenógenes H. Saldívar González

Dolores Lin Ochoa

Ma. Del Carmen Barrientos Gómez

Profesores e investigadores de la Facultad de Medicina Humana "Alberto Romo Caballero" del CUTM de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, Tampico, Tamps. México: Dra. Irma Torres, Doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación. Correo electrónico: aida_irmata[arroba]hotmail.com; Dr. Atenógenes H. Saldívar, médico cirujano Doctor en Medicina por la Universidad de Granada. Correo electrónico: asaldiva[arroba]uat.edu.mx; Dra. Dolores Lin Ochoa, Médico cirujano. Correo electrónico: dlin[arroba]uat.edu.mx; Dra. Ma. Del C. Barrientos, médico cirujano. Correo electrónico: cbarrien[arroba]uat.edu.mx.

Fecha de recepción: 17 de junio de 2013; Fecha de aceptación: 15 de agosto de 2013.

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