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Educación y democracia en Centroamérica: ¿qué democracia se enseña en la región?



Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Democracia y proceso de democratización en Centroamérica: apuntes teóricos y empíricos como contexto para la enseñanza
  4. Valores asociados a la democracia
  5. Retos y críticas a la democracia
  6. Transición a la democracia representativa en cada país
  7. Concepto y tipos de democracia
  8. Valores asociados a la democracia
  9. Retos y críticas a la democracia
  10. Consideraciones finales: una visión de conjunto
  11. Bibliografía

Resumen

El objetivo de este artículo es analizar la democracia presente en los programas de estudio de educación secundaria en Centroamérica, para contribuir en la clarificación sobre la democracia que se enseña en cada país de la región. La metodo- logía utilizada es el análisis comparativo aplicado a los programas de estudio vigentes de los países centroamericanos, en Ciencias Sociales, Estudios Sociales y Educación Cívica. Entre los principales resultados destaca que en los planes de estudio predomina la democracia participativa, hay una fuerte carga de valores en el discurso sobre democracia, hay poca presencia de críticas o cuestionamientos al sistema democrático y hay una visión fragmentada sobre el proceso de transición a la de- mocracia representativa ocurrido en cada país.

Palabras clave: democracia, currículum, enseñanza, educación, Centroamérica.

Education and Democracy in Central America: What democracy is taught in the region?

Abstract

The main objective of this article is analyzing the democracy within Centro American high school curricula, in order to con- tribute on clarifying how democracy is taught in Central America. Methodology used was the comparative analysis applied to high school curricula in Social Sciences, Social Studies and Citizen Education. Within the main results is remarkable that Central American curricula have a dominance of participatory democracy, there is a strong presence of democratic values, there are few critics to democracy, and there is a fragmentary view of the transition processes to representative democracy of each country.

Key words: democracy, curriculum teaching, education, Central America.

Introducción

Las formas de dominación, dice Max Weber (1979) se fundamentan en tres justificaciones internas o tipos de legitimación, en principio, estas tres fuentes de legitimidad son la tradición, el carisma de los líderes, y la legalidad. Es por ello que un elemento central en el análisis del perfil de un Estado es el estudio de los mecanismos mediante los cuales esas formas de legitimación se hacen efectivas en la realidad empírica, los cuales deben ser mediados por gestores de la educación tanto a nivel macro como micro educativo. La educación es uno de los espacios privilegiados de socialización política (Pereira 1992), un espacio social en el cual las tres formas de legitimación de las cuales nos habla Max Weber se encuentran presentes, pues se trata de un punto espacio temporal en el que las nuevas generaciones son socializadas en cuanto a la legitimación del Estado al que pertenecen, y se les enseñan las distintas justificaciones internas del régimen político que las clases en el poder han asumido y seleccionado como las necesarias.

El tema de la educación como espacio para la transmisión y reproducción de ideas ha sido ampliamente discutido, desde diferentes perspectivas teóricas. Por ejemplo, desde el marxismo se ha planteado que las ideas de las clases dominantes son en toda época las ideas dominantes (Marx 1968), esto ha sido reformulado por Paulo Freire (1975) quien señala que la Pedagogía dominante es la de las clases dominantes. Las condiciones materiales y de clase, desde la perspectiva marxista, son las que determinan la cultura dominante, y por lo tanto la cultura que se enseña en los sistemas educativos formales. Louis Althusser (1988) ha hablado de los aparatos ideológicos de Estado como elementos que facilitan la interiorización de la ideología estatal por parte de los individuos, uno de los principales aparatos es la escuela; Pierre Bourdieu considera que la educación es un mecanismo de reproducción social, y por lo tanto de reproducción también de ideas, las cuales se distribu- yen como formas de capital cultural. La sociología de la educación ha analizado este fenómeno desde el marxismo, la teoría crítica, el estructuralismo y desde muchas otras corrientes teóricas (Morales 2010).

Sin importar la ideología dominante en una configuración políticoestatal, ya se trate de socialismo, socialdemocracia, libera- lismo, neoliberalismo o cualquier otra forma de ideología política, la educación en manos del Estado le permite a las clases que están en uso del poder, desplegar y enseñar su ideología con tal de alcanzar la legitimación del régimen. Evidentemente, este proceso no es un mecanicismo, ni se podría pensar de manera reduccionista que la educación hace que todos los indi- viduos interioricen la misma ideología, ni que la interioricen de la misma manera. Tampoco podríamos suponer que los indivi- duos actúan, piensan y hacen, en correspondencia con la ideología que han interiorizado. En la realidad concreta el fenómeno es mucho más complejo que eso, sin embargo, un hecho objetivo de la realidad es la existencia de una ideología y el papel de la escuela como contribuyente en su legitimación. Una de las manifestaciones concretas de la forma como la ideología de las clases en el poder del Estado se materializa es el currículo. Es por esta razón que los planes de estudio que se utilizan en la educación formal constituyen una fuente de información y una evidencia empírica susceptible de ser analizada, pues con- densan lo que las clases en el poder del Estado piensan que se debe enseñar sobre las más variadas temáticas (Apple 2004).

Bajo este supuesto, el principal objetivo de este artículo es analizar la forma como se plasma el discurso y el tema de la de- mocracia en los planes de estudio de la región centroamericana. Este análisis aporta evidencias empíricas que nos permiten dar cuenta de la pregunta que forma parte del título de este escrito: ¿qué democracia se enseña en la región? Es decir, el interés específico consiste en analizar lo que las clases en el poder del Estado han decidido que se debe enseñar sobre la democracia, con tal de contribuir en la comprensión del perfil de los Estados centroamericanos, desde el punto de vista de su discurso educativo. Específicamente, el análisis busca captar lo que se dice sobre la democracia, teniendo en cuenta algunas categorías teóricas y el proceso de democratización centroamericano, el cual ha sido un resultado de procesos altamente costosos para las sociedades de la región (Rovira 2002).

Para responder a la pregunta central de esta investigación, se analizan los planes de estudio vigentes de los países centro- americanos, respectivos a las distintas disciplinas de las ciencias sociales, las cuales constituyen el campo en el cual se analiza y se enseña con mayor profundidad el tema de la democracia como un contenido específico del currículo. Estos planes de estudio son analizados a partir de cuatro categorías principales, que sirven de marco teórico explicativo para entender lo que el currículo de cada país dice sobre la democracia. Asimismo, el análisis está focalizado sobre los planes de estudio de la educación media, pues se trata del nivel de la educación formal en el cual el tema de la democracia se desarrolla con mayor hondura conceptual e histórica, pues se parte del supuesto de que los estudiantes poseen un mayor grado de madurez cognitiva para comprender y analizar la temática. Además, se trata de estudiantes que por su edad están más cerca de hacer el uso efectivo de su ciudadanía en lo que se refiere a la participación en el sistema democrático representativo.

La estrategia de investigación y análisis que se despliega en este escrito obedece a la definición planteada por Charles Ragin (2007) sobre el método comparativo, quien señala como principal objetivo de esta metodología, el análisis de los patrones de diversidad y de parecidos que existen en los casos seleccionados, así como el análisis de la causalidad de esos patrones. Con tal de delimitar el estudio comparativo de los diferentes currícula centroamericanos, el análisis gira en torno a cuatro categorías teóricas específicas, las cuales son definidas en el siguiente apartado y sirven como marco teórico para captar la forma en que estas categorías se manifiestan en el currículo de los países centroamericanos:

Concepto y tipos de democracia Valores asociados a la democracia Retos y críticas a la democracia

Transición a la democracia representativa en cada país

Se trata entonces de dar cuenta sobre qué dicen los currícula de la región sobre estos constructos, analizar los patrones de diversidad y de parecidos en el discurso educativo con el fin de brindar finalmente una visión de conjunto sobre la democracia que se enseña en la región.

Encontramos dos limitaciones principales en este artículo, la primera tiene que ver con el acceso a los planes de estudio que anteceden a los vigentes, pues si bien sería interesante realizar un análisis de la continuidad histórica de los planes de estudio actuales, respecto de los que les antecedieron, no ha sido posible localizar los programas anteriores, y aun contando con ellos, tal análisis obedecería a otra investigación. La segunda tiene que ver con que si bien consideramos el currículo oficial como una evidencia empírica susceptible de análisis, reconocemos que existen dos fenómenos que escapan a nues- tro examen y que le adhieren complejidad al problema en su conjunto. Estos fenómenos son en primer lugar la mediación docente que se realiza para enseñar los contenidos del currículo, y en segundo lugar la resignificación que los estudiantes hacen sobre los temas a los que son expuestos. Tales procesos representan una realidad empírica que está pendiente de ser analizada en futuras investigaciones.

En la primera parte de este artículo se desarrollan las cuatro categorías teóricas que constituyen el marco analítico del trabajo investigativo. Estas categorías sirven para analizar los programas de estudio de la región, con tal de observar si son aborda- das, y qué se dice de ellas, comparándolas por países, con el objetivo de responder a la pregunta sobre qué democracia se enseña en la región centroamericana.

Democracia y proceso de democratización en Centroamérica: apuntes teóricos y empíricos como contexto para la enseñanza

Para realizar el análisis de los programas de estudio de la región, se han seleccionado cuatro categorías, las cuales son desarrolladas teóricamente en este apartado con tal de observarlas luego en su manifestación empírica en la currícula de la región. Este desarrollo echa mano de diversas perspectivas y autores con tal de obtener una visión más precisa del significado de cada una.

Hay que tener en cuenta que un concepto no agota la realidad, sin embargo resulta útil como punto de partida hacia la rea- lidad empírica, pues permite tener un marco analítico contra el cual comparar los datos y casos de la realidad, siguiendo la sugerencia que brindan Bourdieu, Chamboredon y Passeron (2003), sobre la dirección del vector del conocimiento que va de lo racional teoría a lo real empiria, y cuyo resultado se convierte en una nuevas construcciones o nociones científicas, que siguiendo la concepción de Emile Durkheim (2001), sirven para sustituir las prenociones.

Concepto y tipos de democracia

En una conferencia dictada en el auditorio de la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica, el filósofo francés Michel Serres (2002) resaltó:

Entre sus mentiras políticas, los griegos inventaron la democracia, no en sus Asambleas donde su arrogancia excluía metecos y esclavos, sino en la definición geométrica de esa nueva relación, la cual como el rayo, sin derramamiento de sangre ni desgracia de muerte, se universalizó. (p. 1)

Michel Serres tiene razón, la democracia como idea y como ideal así como otras invenciones de la civilización helénica tales como la filosofía, que según Bertrand Russell (1945) inicia en la Grecia del sigo VI a.C. o la noción del concepto, que para Max Weber (1979) es un descubrimiento griego ha logrado una expansión de alcances globales, que la hacen una realidad natu- ralizada en muchas sociedades. Por supuesto que una historia de la democracia como forma de organización política y como idea, así como una historia de la democratización nos llevaría al menos hasta el origen de esta noción en la Atenas del siglo V a.C. Desde ese punto espacio temporal deberíamos partir hasta llegar al presente, tal como lo ha hecho John Dunn en sus obras Democracy: A history (2006), y en Setting the People Free: The Story of Democracy (2005), trabajos en los que repasa con detalle el devenir de la democracia en el pensamiento y en la práctica occidental desde la Grecia Antigua hasta nuestros días. En ambas obras de John Dunn se evidencia cómo durante un proceso histórico tan amplio, se pueden encontrar distintas formas de definir el concepto de democracia, así como diversas manifestaciones y maneras de llevarla al plano empírico. Además, la historia de la democracia debe considerar también momentos de gran auge de este régimen político, y momentos en cambio de deterioro o retroceso de la democracia, lo cual ha sido meticulosamente expuesto por Samuel Huntington en su célebre obra titulada Democracy"s Third Wave (1991), donde analiza las olas y las contra olas de democratización a nivel mundial en la contemporaneidad, desde 1820 hasta 19701980.

Como se trata de un fenómeno de gran amplitud histórica y conceptual, es necesario establecer lo que Norberto Bobbio (1996) llama una definición mínima de democracia, esto es precisar el concepto de democracia que sirve en este artículo como sustento teórico y marco analítico a través del cual se capta y comprende la democracia que se enseña en la región centroamericana. No está demás mencionar que alrededor del concepto existe una enorme y desarrollada mitología, la cual posee sus héroes y sus villanos, así como sus ideales. Uno de los ideales más sobresalientes sobre la democracia y que ha tenido enorme difusión, es la famosa sentencia que Abraham Lincoln decretó en la Proclamación de Gettysburg de 1861, cuando definió la democracia como el gobierno del pueblo, por el pueblo, y para el pueblo. Pero lo que interesa es aclarar las formas de democracia que realmente existen, pues siguiendo a Norberto Bobbio (1996), la democracia es un ideal límite, incluso podríamos pensar que es un meta ideal, pues incluye dentro de sí muchos otros ideales, como el del gobierno, el de los valores, el de la ciudadanía, la igualdad y tantos otros que componen y forman parte de la liturgia o el culto democrático.

El debate sobre una definición de democracia es problemático, requiere especificar, tipos de democracia, posicionamientos teóricos e ideológicos, así como morales; mas poco podría esclarecer la discusión teórica sobre una definición de democracia si no se consideran los tipos concretos en los que este concepto se manifiesta, y para considerar esos tipos concretos se necesitaría ver caso por caso, lo cual es una tarea abrumadora que excede los límites de este escrito. Con tal de afinar este punto de partida y de vista dado por la teoría, una definición de democracia que permite tener un marco de análisis, y que sirve para realizar un proceso deductivo mediante el cual es posible acercarse a los particulares concretos es la que nos sugiere Norberto Bobbio (1996):

Hago la advertencia de que la única manera de entenderse cuando se habla de democracia, en cuanto contrapuesta a todas las formas de gobierno autocrático, es considerarla caracterizada por un conjunto de reglas (primarias o funda- mentales) que establecen quién está autorizado para tomar las decisiones colectivas y bajo qué procedimientos. (p. 1)

Nótese que el sentido de esta definición de democracia está focalizado en la democracia como un procedimiento, como una serie de reglas que determinan la forma o las formas mediante las que resulta posible alcanzar una posición que permita tomar decisiones colectivas. Esta no es una definición idealista de democracia, sino que es un intento por aproximar el con- cepto a la forma concreta en la cual funciona la democracia, esto es a las democracias realmente existentes. Muy cercana a la definición de Norberto Bobbio se encuentra el planteamiento de Alain Touraine (1993), quien ha sostenido sobre la democracia la siguiente definición:

La democracia no es un tipo de sociedad sino un régimen político; está definida por el proceso de formación y legiti- mación del poder político. La democracia es la libre elección de los gobernantes por los gobernados. La democracia se define entonces por oposición a la legitimación del poder por la tradición, el derecho divino, la conquista o la fuerza. Implica la igualdad de derechos políticos para todos, con ciertas limitaciones todavía debatidas en cuanto a los meno- res, a los condenados, o a los enfermos mentales (p.67).

Sobresaliente es la coincidencia de ambos autores en torno al carácter procedimental más que ideal de la democracia. En ambas posturas el factor de peso que define a una democracia tiene que ver con la forma mediante la cual se accede al poder con tal de tomar decisiones legítimas y de alcance colectivo. Por tanto, siguiendo a Bobbio y a Touraine, podemos asu- mir como elementos mínimos que definen la democracia el acuerdo en cuanto a los procedimientos válidos y normados que permiten acceder al poder con tal de tomar decisiones legítimas de carácter y alcance colectivo.

Es plausible pensar en otros elementos como las condiciones mínimas de la democracia, los valores o la cultura democrática, sin embargo, no son estos elementos los que definen a la democracia como régimen político, ni siquiera como fenómeno, pues se trata más bien, simplemente de una forma de acceder al poder con tal de hacer uso de ese poder para tomar deci- siones. A pesar del aparente carácter colectivista de la democracia, en el sentido de toma de decisiones colectivas, subyace un nivel individual de la democracia, tanto en su forma directa como representativa, pues las cuotas de poder se distribuyen ascendente o descendentemente entre los individuos, algunos solamente participando mediante el voto o la palabra, otros participando mediante la competencia por el acceso a los puestos de mando, otros asumiendo el carácter de líderes, tomando como recurso la legitimidad carismática de la que tanto escribió Max Weber (1979). Las formas de acceso al poder con tal de tomar decisiones difieren no solo de una época a otra o de un lugar a otro, sino que difieren también de un tipo de democracia a otro. Sobre los tipos de democracia, nos dice Giovanni Sartori (2005a) que la democracia nació siendo política, sin embargo, se suele hablar de muchos tipos de democracia, de lo cual se deriva la confusión sobre el término:

El vocablo demokratía fue acuñado en el siglo V a.C. y desde entonces hasta hace aproximadamente un siglo ha sido un concepto político. Es decir, democracia significaba democracia política. En la actualidad, empero, hablamos tam- bién de democracia en un sentido no político o subpolitico, como cuando oímos hablar de democracia social, demo- cracia industrial y democracia económica. (p.28).

Actualmente, se suelen mencionar además de las democracias citadas por Sartori, una gran cantidad de formas de la demo- cracia, al punto que podría hablarse de democracias más que usar el término en singular. Normalmente, la democracia suele dividirse en política, social, económica y cultural, pero además existen otras variedades que son normalmente subespecies de las democracias anteriores, como la democracia directa, representativa, electoral, participativa, deliberativa, constitucional, de mercado (Sartori 1994), e incluso circula en alguna literatura académica y no académica el esnobismo de la democracia digital que procede del término inglés e democracy (Kampen; Snijkers, 2003).

El interés de nuestro análisis se encuentra en la democracia política, y en las formas que adopta este tipo de democracia, so- bre las cuales es ya suficientemente aceptado por la literatura académica, nos menciona Sartori (2005b) (1994), la existencia de al menos dos tipos que se distinguen claramente. Se trata de la democracia directa y de la democracia representativa. Un tercer tipo de democracia política, que no se encuentra totalmente claro y que es comúnmente denominado democracia participativa, puede ser mencionado en abundantes textos también (Zimmerman 1992), pero como veremos, siguiendo a Ro- vira Mas (2002) y al propio Sartori (2005b), no se trata este concepto de un tipo de democracia política realmente existente, y menos aún de un régimen político institucionalizado. Una definición mínima de cada una de estas formas de democracia es necesaria, con tal de contrastar nuestras concepciones teóricas con lo que los planes de estudio de la región centroamericana nos dicen.

La democracia directa se trata de la democracia de los antiguos, y su origen está en la Grecia del siglo IV a.C. Esta forma de democracia se caracteriza fundamentalmente por la participación directa de todos los ciudadanos en cuanto a los procesos de toma de decisiones sobre todo lo atinente a la polis. Nos dice Henri Giroux (2003), que la educación ciudadana en la antigüedad estaba centrada y diseñada para la participación política de los ciudadanos, pues esta forma de democracia directa, es quizá el mecanismo más prístino de concepción de la democracia y de la vida en la comunidad cívica. En la democracia directa, el demos, esto es todos aquellos que poseen la categoría de ciudadanos, se reunían en la ekklesía o asamblea, donde podían participar mediante la expresión de sus puntos de vista, la discusión y mediante el voto, en los asuntos que conciernen a la vida de la polis. Sin duda, como todo régimen, se trata de una forma de organización que era excluyente, pues hay muchos individuos que por su condición ya fuese de esclavos, de metecos, de menores de edad o de mujeres no podían participar. Sin embargo, esta forma de democracia ha alcanzado un alto nivel de idealización por ser uno de los pocos regímenes políticos en el que prácticamente todas las decisiones se toman por mayoría.

Para efectos de interpretación, en este trabajo el concepto de democracia directa se entiende, como una forma de organización política en la que todos los ciudadanos tienen la capacidad de discutir, participar y decidir por medio de la mayoría, sobre todos los asuntos relativos a la vida política. Para Sartori (1994) la democracia directa es por definición, una democracia sin representación, que es tal en cuanto elimina a los representantes (74). La democracia representativa, en cambio, se trata de una forma de democracia indirecta, en la cual los ciudadanos no son quienes toman las decisiones sobre los asuntos de la vida en comunidad, sino que eligen a quienes los representarán en los procesos mediante los cuales esas decisiones son tomadas. De reciente invención, tradicionalmente situada en el siglo VII y en Inglaterra, la democracia representativa puede asumir distintas formas o sistemas, por ejemplo se puede tratar de un régimen político parlamentario o presidencialista, o bien expresiones más o menos intermedias de estos regímenes.

Lo esencial de la democracia representativa es la elección de autoridades que son quienes toman las decisiones en lugar del demos autogobernado. Esta forma de democracia soluciona problemas prácticos tales como la imposibilidad de preguntarle a todos los ciudadanos, la opinión y el criterio sobre distintos temas, la imposibilidad de congregar a todos los ciudadanos cuando se trata de estados de gran población, y la incapacidad de todos los ciudadanos para estar bien informados en cuanto a temas que en los tiempos actuales pueden ser materia de especialistas. La democracia representativa es más que la de- mocracia electoral, unas elecciones libres poco dicen sin la libre opinión, y sin otras libertades fundamentales. Tomando en consideración las ideas de Ralph Milliband (1983), unas elecciones libres no dicen nada si la competencia es desigual, como lo suele ser en las elecciones de los Estados capitalistas, donde las condiciones de clase y de posición en cuanto al capital poseen una incidencia directa en las condiciones de participación en la competencia por el poder del Estado.

Ralph Milliband representa la crítica marxista a la democracia y en especial a la teoría pluralista elitista competitiva de la democracia, que expone al sistema de democrático representativo como una forma de organización política que admite la participación por igual para todos los ciudadanos en la competencia por el acceso al poder. La crítica marxista a esta concepción de la democracia representativa esencialmente trata de poner en perspectiva esa noción de competencia pluralista, haciendo notar que el elemento de clase social y de relación que se tenga con el capital, condiciona la competencia por el poder y desencadena lo que Milliband llama competencia imperfecta (1983).

El marxismo desde sus orígenes ha sido reacio a aceptar la democracia representativa capitalista como un régimen político idóneo para el gobierno del demos, y capaz de eliminar las desigualdades de clase social. En el Dictionary of marxist thought editado por Tom Bottomore (2001) se lee sobre la concepción marxista de la democracia lo siguiente:

From his earliest writings, Marx was committed to the ideal of direct democracy. His early conception of such democracy involved a Rousseauesque critique of the principle of representation, and the view that true democracy involves the disappearance of the state and thus the end of the separation of the state from civil society, which occurs because Society is an organism of solidary and homogeneous interests, and the distinct "political" sphere of the "general interest" vanishes along with the division between governors and governed. This view reappears in Marx"s writings about the Paris Commune, which he admired for its holding every delegate at any time revocable and bound by the formal instructions of his constituents. (p.133).

Marx (1973) resalta y expresa juicios positivos sobre la Comuna de París, exaltando el carácter democrático directo esta for- mación política, sin embargo, no deja de mostrarse crítico frente a tal acontecimiento social, pues creía que la clase obrera no debía limitarse a tomar el poder del Estado, y a utilizar ese poder en su beneficio tal como lo hacía la burguesía, sino que la Comuna debía, desde el punto de vista de Marx, abolir o superar todos los mecanismos de centralización del poder que habían sido gestados hasta el momento, con tal de que fuese el propio pueblo el que alcanzase la capacidad de autogobernarse.

La crítica a la democracia representativa y su apoyo a la democracia directa ha sido constante en el marxismo, sin embargo, el principio de representación es el que ha tenido éxito histórico, y donde se habla de democracia o democratización, se trata normalmente de democracia representativa. En términos ideales la democracia representativa se diferencia fundamentalmente de la directa en la forma como se toman las decisiones, pues no es el pueblo o los ciudadanos quienes deciden directamente. Además, hay que tener en cuenta que no se trata solamente del principio del sufragio el que le da sentido a la democracia representativa, pues esta supera a la democracia electoral, e incluye tanto a la participación como a la democracia refrendaria. Las democracias representativas realmente existentes se caracterizan por la igualdad formal de los ciudadanos, pero por la desigualdad real en términos de participación, y en términos de representación de los intereses del demos y de sus partes. Sartori (2005a) presenta la democracia representativa de esta manera: La democracia representativa puede definirse, para nuestros fines actuales, como una democracia indirecta en la que el pueblo no gobierna, pero elige representantes que lo gobiernen (150).

Además, de la democracia directa y de la indirecta en términos de Sartori, el último tipo de democracia política del cual hacemos mención es la democracia participativa, la cual es aun de más reciente aparición probablemente alrededor de la segunda mitad del siglo XX. El problema con la democracia participativa tiene que ver con que a diferencia de las anteriores democracias políticas definidas, no se trata de una forma de organización política, ni institucional con reglas y leyes que permitan establecer mecanismos y procedimientos para el acceso al poder y la toma de decisiones. Tanto en la democracia directa como en la representativa existe participación, por lo que mayor participación no necesariamente significa que estemos en presencia de una nueva forma de democracia, ni ante nuevos mecanismos institucionalizados para el proceso de toma de decisiones, de manera que el principio de participación no es un elemento característico de esta posible subespecie de la democracia política.

El concepto de democracia participativa es común en el discurso político y periodístico, y muchas veces su uso no deja de ser parte de la demagogia, asimismo, el concepto posee defensores también en el campo académico, dos ejemplos sobresalientes: primero el trabajo del sociólogo canadiense Crawford Macpherson titulado The Life and Times of Liberal Democracy (1977) quien en el capítulo titulado Model IV: Participatory Democracy, trata de dar cuenta sobre cómo se podría implementar la democracia participativa como un modelo de acción política, y argumenta que se trata de una de las formas de la democracia liberal; segundo y más reciente, el sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos realiza una larga apología de la democracia participativa en su obra Democratizar a democracia. Os caminhos da democracia participativa (2002), y a partir de la argumentación académica y de algunos casos de toma de decisiones a partir de la participación de sectores populares en la India, el Sur de África o en Brasil, concluye que la democracia participativa o lo que el autor llama micromovimientos sociales, es la salida a la crisis actual de la democracia y del sistema económico capitalista. Pero la principal crítica a esta noción o pretendida forma de la democracia política es su falta de claridad en cuanto a los procedimientos, y al hecho de que la participación así como un mayor grado de esta, no hace que se produzca una ruptura en el ordenamiento político y se establezca un nuevo sistema de acceso al poder y a la toma de decisiones. Sobre este problema, y en referencia al concepto de democracia participativa, Jorge Rovira Mas (2002) ha planteado:

Se trata de un ideal bastante difuso, pero emocionalmente muy atractivo, que cobro actualidad y atrajo cierta atención en algunos países especialmente durante los años sesenta y setenta del siglo XX. Y se refiere a un anhelo por una "mayor participación" que entonces supuestamente daría origen a una nueva subespecie de democracia política, cualitativamente distinta de las otras, la democracia participativa. (p.16).

Rovira Mas concuerda con la tesis de Sartori (1965) sobre la problemática definición de lo que realmente es la democracia participativa, y sus limitados alcances en términos de establecimiento de mecanismos institucionalizados que nos permitan suponer una plausible superación de la democracia directa o de la democracia electoral y representativa. La postura que asumimos en este trabajo concuerda con ambos autores, sin embargo se trata de captar qué es lo que se dice sobre la democracia participativa, así como sobre las otras subespecies de la democracia política en los planes de estudio de la región, con tal de entender cuál es la democracia que se enseña en Centroamérica, y qué tipos de democracia son los que se les muestran a los jóvenes centroamericanos.

Valores asociados a la democracia

La democracia, habíamos planteado, es un metaideal, pues se trata de una idea que está compuesta por otra cantidad mayor de ideales o de valores que le dan sentido, y que la asientan en las conciencias individuales. Pero antes de adentrarnos en cuáles son algunos de los valores que constituyen a la democracia, conviene tener una definición mínima de lo que se en- tiende por el concepto de valor. Los valores han sido un núcleo temático fundamental de discusión desde la filosofía griega hasta la filosofía contemporánea, así como en las ciencias sociales desde su nacimiento. Ejemplo de ello son La crítica de la razón práctica (2001) y La crítica del juicio (2000), en los que Inmmanuel Kant trata de dilucidar el tema de los valores como principios orientadores en el plano de la vida práctica y en el plano del goce estético. En cuanto a la cultura griega, en su ya clásica obra Paideia. Los ideales de la cultura griega, Werner Wilhelm Jaeger (1962) nos muestra lo fundamental del desarrollo de la cultura griega en el plano educativo, intelectual y también en el campo de los valores más importantes de esa cultura, así como los conflictos entre distintos ideales que se dieron en la antigüedad clásica. Esto es importante, pues en lo fundamental, el espacio social es un lugar propicio para el enfrentamiento entre valores opuestos, y el conflicto entre ideales. Desde la sociología, el tema de los valores ha sido un tema central, por ejemplo en el trabajo de Max Weber (2001), quien puso en correspondencia el tema de los valores protestantes, específicamente calvinistas del norte de Europa, y el desarrollo de formas de racionalización económica que se convirtieron en un motor para el despliegue del capitalismo europeo.

Además, para Max Weber (1973) el tema de los valores no fue solo un interés de exploración empírica, sino que constituye una parte fundamental de su teoría sociológica, como un elemento que compone su clasificación de la acción social racional, cuando menciona la racionalización con arreglo a valores, un tipo de acción social que está orientada por una adhesión incondicional a algunos valores, a lo que se considera bueno o malo, con independencia de los medios que sean necesarios, para alcanzar los fines que los valores dictan. Por ejemplo, quien considera que el hecho de ejercer el sufragio es un valor cívico, independientemente de las opciones políticas por las que se pueda votar, verá en el hecho de votar, un fin en sí mismo, en cuanto es un valor. Sobre la importancia en términos metodológicos y analíticos que posee el tema de los valores en la obra de Max Weber, Jorge Rovira Mas (2004) ha escrito:

El tema de la relación entre ciencia social y valores posee, en la obra de Max Weber, tres dimensiones fundamentales, que son las siguientes: a. El estudio empírico e histórico, teóricamente sustentado, de los valores como orientadores de la conducta social… b. La cuestión, vinculada al proceso personal (subjetivo) de selección de los objetos de investigación que realiza todo científico… c. El reconocimiento de que existen dos esferas heterogéneas, que son esenciales de distinguir para evitar su mezcla confusa y las consecuencias perjudiciales que de ello se derivarían para el trabajo científico y el académico (p.128).

Estas tres dimensiones están presentes en la vida de cualquier científico social, ya sea consciente o inconscientemente, y constituyen uno de los problemas aún vigentes en las ciencias sociales desde su institucionalización hasta nuestros días, de manera que no pueden pasar inadvertidos en cualquier discusión sobre el tema de los valores. Pero aun así, necesitamos una definición mínima del concepto de valor.

Con tal de solventar esta necesidad, tomamos la concepción de valores que trabaja Oscar Fernández (1992) en su texto ¿Qué valores valen hoy en Costa Rica?, quien sugiere, a partir de la discusión teórica de diversos autores, que los valores son esencialmente concepciones de lo deseable, las cuales no necesariamente están organizadas en una especie de escala de valores, tampoco son interiorizadas de la misma manera por todos los agentes sociales, ni debemos suponer que estos agentes actúan siempre en correspondencia con los valores que expresan haber interiorizado. Teniendo como base esta definición del concepto de valor, podemos adentrarnos en las principales concepciones de lo deseable que están ligadas al meta ideal de la democracia como forma de organización política. Desde el punto de vista de Norberto Bobbio (1996), los ideales o valores en una democracia son esenciales con tal de lograr que la democracia sea más que un terreno de la tecnocracia basado en reglas y procedimientos para el acceso al poder:

Para terminar, es necesario dar una respuesta a la pregunta fundamental, a la pregunta que he oído repetir frecuentemente, sobre todo entre los jóvenes, tan fáciles a las ilusiones como a las desilusiones: si la democracia es principalmente un conjunto de reglas procesales ¿cómo creer que pueda contar con "ciudadanos activos"? Para tener ciudadanos activos ¿no es necesario tener ideales? Ciertamente son necesarios los ideales. Pero ¿cómo es posible que no se den cuenta de cuáles han sido las grandes luchas ideales que produjeron esas reglas? ¿Intentamos enumerarlas? (p.9).

Bobbio (1996) enumera cuatro ideales que considera fundamentales para el funcionamiento de la democracia como régimen político, estos valores son la tolerancia, la no violencia, el libre debate de ideas y la fraternidad. Para Sartori (1994) hay dos valores más que son necesarios, la libertad y la igualdad. En sentido estricto, todas estas estrategias valorativas son construcciones liberales (Macpherson 1977), que posteriormente pueden coincidir con otras posiciones ideológicas y políticas, pero en principio se trata de nociones liberales clásicas, lo cual nos recuerda la estrecha relación entre liberalismo, capitalismo y democracia al menos en su forma electoral y representativa.

Para Bobbio (1996) lo fundamentalmente novedoso de la democracia es que introdujo la posibilidad de la convivencia entre individuos que pueden pensar distinto, sin la necesidad de imponer violentamente los puntos de vista propios sobre los de otros, y además, se trata de un régimen político que permite que el poder no sea adueñado de manera absoluta por una clase social, o por un individuo; para Sartori (2005a) evidentemente estamos en el plano de lo ideal, mientras que en las democracias realmente existentes podemos encontrar evidencias empíricas que contradicen cada uno de estos ideales, sin embargo, se trata precisamente de ideales, de concepciones de lo deseable, no de realidades indiscutibles. Estos seis valores son los que componen nuestra categoría de análisis de valores asociados a la democracia, con tal de observar si se mencionan y que se dice de ellos en los planes de estudio de la región.

Retos y críticas a la democracia

En su texto El futuro de la democracia, Norberto Bobbio (1996) establece lo que él llama las promesas incumplidas de la democracia, las cuales sirven como marco teórico para establecer los retos y las críticas a la democracia representativa, con tal de analizar los planes de estudio de la región centroamericana, estos retos planteados por Bobbio son los siguientes:

La sociedad pluralista: a pesar de que la democracia nació ofreciendo la inclusión de todos los agentes sociales, no ha lo- grado que prevalezca la voluntad de todos los individuos, sino que, en palabras de Bobbio, los resultados en la esfera política representan artificiosamente la voluntad individual, y la hacen pasar por colectiva.

La reivindicación de los intereses: no todos los intereses de todas las clases sociales, han sido reivindicados, ni si quiera representados, pues coincidiendo con Milliband (1983), la relación que se posee con el capital, permite obtener mayores posibilidades de reivindicar intereses.

Persistencia de las oligarquías: ligado a lo anterior, existen grupos económicos y sociales que se han mantenido en el poder del Estado gracias a su mayor capacidad de competir por en el juego democrático debido a su poder económico.

El espacio limitado: existe una distribución desigual del poder, la cual es descendente o ascendente en función de la clase social.

El poder invisible: hay influencias en las autoridades que acceden al poder del Estado, que escapan al control democrático, y de las cuales muchas veces no se tiene noticia, pero que influyen ciertamente en las decisiones que se toman.

El ciudadano no educado: con tal de participar razonadamente en el juego democrático se necesitan sistemas educativos que posibiliten la formación política, y el desarrollo de una ciudadanía activa y crítica, sin embargo, los sistemas educativos (Centroamérica es un buen ejemplo de esto) a veces no cuentan ni siquiera con las condiciones materiales necesarias para desarrollar una educación mínima.

Podríamos enumerar una gran cantidad de retos y críticas más, sin embargo, para efectos de delimitación, y de fundamentación teórica, hemos seleccionado estas promesas no cumplidas por la democracia apuntadas por Bobbio, con tal de observar si se mencionan, y qué se dice de ellas en la educación política centroamericana.

Transición a la democracia representativa en cada país

El proceso de transición a la democracia en la región centroamericana ha sido estudiado en profundidad por varios autores, por lo cual no se trata en este apartado de hacer un estudio detallado del proceso de transición democrática en cada país, sino de tener claro cuál fue el tipo de transición que se dio en cada caso nacional, con tal de analizar si se menciona y qué se dice de ello en los programas de estudio de la región. Es importante clarificar qué se entiende por transición a la democracia, para este fin nos resulta valiosa la definición que hace Jorge Rovira Mas (2002) de este concepto:

¿En qué consiste, entonces, la transición a la democracia? Con este término se alude a un proceso de cambio en el régimen político, a un periodo o etapa intermedia entre dos regímenes, tradicional o autoritario el primero, y la democracia política, en concreto la democracia representativa el segundo; y a la dinámica sociopolítica (de confrontación, negociación y compromiso entre actores) e institucional el establecimiento de instituciones que comprende dicho proceso y periodo de cambio (p.34).

Partes: 1, 2

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