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Nanomedicina por Dr. Robert A. Freitas Jr. (página 2)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5

El esqueleto es una estructura estable, y ya tenemos una idea bastante buena de cómo funciona. En la actualidad ya reemplazamos partes aunque la tecnología empleada para ello es muy limitada. Nanorobots enlazables nos permitirán mejorar y, en última instancia, sustituir el esqueleto. Sustituir determinadas partes del esqueleto supone hoy día una cirugía dolorosa pero sustituirlo por medio de nanorobots podría hacerse de modo gradual no invasivo. El esqueleto humano de la versión 2.0 será muy fuerte y estable, con capacidad para repararse a sí mismo.

No nos daremos cuenta de la ausencia de muchos de nuestros órganos, como por ejemplo el hígado y el páncreas, ya que no experimentamos directamente su funcionalidad. La piel, sin embargo, es un órgano que querremos conservar, o al menos conservar su funcionalidad. La piel incluye nuestros órganos sexuales primarios y secundarios, y nos proporciona una función vital de comunicación y placer. En cualquier caso, en última instancia seremos capaces de mejorar la piel con materiales resultado de la nanoingeniería que nos proporcionarán mayor protección ante los efectos físicos y térmicos del entorno, a la vez que aumentará nuestra capacidad de comunicarnos de una forma más íntima y placentera. Lo mismo podría ser válido con la boca y el tercio superior del esófago, que son el resto de componentes del sistema digestivo que utilizamos para el acto de ingerir.

REDISEÑANDO EL CEREBRO HUMANO

El proceso de revertir y rediseñar englobará también al sistema más importante del organismo: el cerebro. Es, como mínimo, tan complejo como todos los demás órganos juntos, y se emplea la mitad de nuestro código genético para construirlo. Es erróneo considerar al cerebro como un solo órgano ya que en realidad es una compleja colección de órganos procesadores de información e interconectados jerárquicamente, como fruto de nuestra historia evolutiva.

El proceso de comprensión de los principios operativos del cerebro humano ya está en camino. Las tecnologías de escaneado y modelado neuronal están escalando exponencialmente, del mismo modo que lo hace nuestro conocimiento de sus funciones. Ya hemos detallado modelos matemáticos de un par de docenas de los cientos de regiones que comprenden el cerebro humano.

La era de los implantes neuronales también está en marcha. Contamos con implantes cerebrales basados en modelos "neuromórficos" (como por ejemplo, la ingeniería inversa del cerebro humano y del sistema nervioso) para un número creciente de regiones del cerebro. Un amigo mío que se quedó sordo siendo un adulto, puede mantener conversaciones telefónicas gracias a un implante coclear, un dispositivo que se conecta directamente al sistema nervioso central. Ya está pensando en sustituirlo por un nuevo modelo con un millar de niveles de frecuencia, lo que le permitiría volver a escuchar música. Se lamenta que tiene las mismas canciones sonando en su cabeza desde hace 15 años y está deseando escuchar canciones nuevas. Una nueva generación de implantes cocleares nos proporcionará niveles de frecuencia que llegarán mucho más allá de lo que es la audición "normal".

Investigadores del MIT y Harvard están desarrollando implantes neuronales para sustituir retinas dañadas [4]. Para enfermos de Parkinson ya existen implantes cerebrales que se comunican directamente con las regiones del núcleo ventral posterior y del núcleo subtálmico del cerebro, invirtiendo los síntomas más devastadores de la enfermedad. Para personas con parálisis cerebral y esclerosis múltiple también viene de camino un implante que se comunica directamente con el tálamo lateral ventral, resultando eficaz para controlar los temblores. Rick Trosch, un médico estadounidense colaborador en estas terapias pioneras dice que "más que tratar el cerebro como si fuera una sopa, añadiendo sustancias químicas que aumentan o eliminan ciertos neurotransmisores, lo que estamos haciendo ahora es tratarlo como un sistema de circuitos".

Se están desarrollando una gran variedad de técnicas para establecer relaciones entre las analogías del procesamiento de la información biológica con la electrónica digital. Investigadores del Max Planck Institute, han desarrollado dispositivos no invasivos capaces de comunicarse con las neuronas en ambas direcciones [5]. Mostraron un "transistor neuronal" controlando los movimientos de una sanguijuela mediante un ordenador. Algo similar se ha empleado para reconectar neuronas de sanguijuela y hacer que resuelvan problemas simples de lógica aritmética. Los científicos trabajan ahora en los llamados "puntos cuánticos", o conexión de dispositivos electrónicos con neuronas, utilizando diminutos cristales de material semiconductor [6].

Estos desarrollos nos dan la posibilidad de reconectar rutas neuronales rotas en pacientes con daños en el sistema nervioso y con lesiones medulares. Durante mucho tiempo, se creyó que esto sólo podía ser viable con pacientes lesionados recientemente, debido al deterioro gradual del sistema nervioso cuando no se usa. Un descubrimiento reciente demuestra que es viable emplear un sistema neuroprotésico en pacientes con lesión medular permanente. Los investigadores de la Universidad de Utah pidieron a un grupo de tetrapléjicos que intentaran mover las extremidades de varias formas diferentes para estudiar la respuesta del cerebro por resonancia magnética (MRI). Descubrieron que, a pesar de que las vías neuronales de sus extremidades habían permanecido inactivas durante muchos años, los patrones de actividad cerebral durante el intento de movimiento eran muy similares a los que se observan en pacientes sin esta discapacidad.

Por lo tanto, seremos capaces de colocar sensores en el cerebro de una persona paralítica (como por ejemplo se hizo con Christopher Reeve), programados para reconocer los patrones cerebrales asociados con los movimientos intencionados, y por consiguiente estimularán la secuencia adecuada de movimientos musculares. Para aquellos pacientes cuyos músculos ya no funcionan, se han diseñado sistemas "nanoelectromecánicos" (NEMS) que pueden expandirse y contraerse para sustituir a los músculos dañados, y activarse tanto con nervios reales como artificiales.

NOS ESTAMOS CONVIRTIENDO EN CYBORGS

Cada vez intimamos más con la tecnología. Los ordenadores empezaron siendo unas enormes máquinas remotas en habitaciones con aire acondicionado y manejados por técnicos de bata blanca. Poco a poco se fueron instalando en nuestros escritorios, luego bajo el brazo como un libro y ahora ya los tenemos en los bolsillos. Muy pronto los acabaremos instalando en el cuerpo y en el cerebro. Acabaremos por ser más no-biológicos que biológicos.

El beneficio de superar graves enfermedades y discapacidades permitirá desarrollar esta tecnología, pero las aplicaciones médicas sólo suponen la primera fase. Cuando se establezcan estas tecnologías no existirán barreras para ampliar el potencial humano. Desde mi punto de vista, ampliar este potencial es precisamente la principal distinción de nuestra especie.

Además, todas las tecnologías subyacentes siguen acelerándose. Las posibilidades de la informática han crecido de forma exponencial en el siglo pasado y seguirá esta pauta de crecimiento en el presente siglo gracias a la computación en tres dimensiones. El ancho de banda ancha de las comunicaciones y el ritmo de la ingeniería inversa del cerebro también se está acelerando. Mientras tanto, según mis modelos, el tamaño de la tecnología se reduce linealmente 5,6 veces por década, lo que hará que la nanotecnología sea omnipresente en la década de 2020.

A finales de esa década, dejaremos de ver la informática como una tecnología aparte que necesitamos llevar encima. Dispondremos de imágenes de alta resolución, abarcando todo el campo visual, plasmadas directamente en nuestras retinas con gafas o lentes de contacto (el Departamento de Defensa de EEUU ya usa tecnología de este tipo desarrollada por Microvision, una compañía con sede en Bothell, Washington). Dispondremos también de conexiones a Internet de alta velocidad en cualquier momento. La electrónica necesaria para esto ya estará insertada en la ropa. Hacia el año 2010, estos ordenadores tan personales nos permitirán conocernos unos a otros en entornos de total inmersión, visual-auditivos y realidad virtual, permitiéndonos incrementar la visión con información específica del lugar y momento.

Hacia 2030 la electrónica que se empleará, se basará en circuitos de tamaño molecular, ya se habrá completado la ingeniería inversa del cerebro humano y los bioMEMS habrán evolucionado hasta convertirse en bioNEMS (sistemas biológicos nanoelectromecánicos). Será habitual contar con miles de millones de nanorobots (robots a escala nanométrica) corriendo por los capilares del cerebro, comunicándonos con otras personas (con una red de área local sin cables), y comunicando nuestras neuronas biológicas a Internet. Una aplicación será la de proporcionar una inmersión a la realidad virtual que incluya todos nuestros sentidos. Cuando queramos entrar a una realidad virtual, los nanorobots sustituirán la señal biológica de los sentidos reales por otras que el cerebro pueda recibir como si estuviéramos dentro de esa realidad virtual.

Podremos contar con una colección de entornos virtuales entre los que elegir, desde sitios familiares que ya conocemos hasta mundos no terrestres. Seremos capaces de desplazarnos a esos lugares virtuales e interaccionar con otras personas (reales o simuladas), y a niveles tan dispares que pueden ir desde negociaciones empresariales hasta encuentros sexuales. En la realidad virtual no tendremos que ser una única persona ya que se podrá cambiar nuestra apariencia y convertirnos en otra.

La aplicación más importante de los nanorobots hacia el año 2030 será la de ampliar, literalmente, nuestra mente. En la actualidad estamos limitados a unos cien billones de conexiones interneuronales. Por medio de conexiones virtuales vía nanorobótica, podremos aumentarlas, lo que nos facilitará la ampliación también de ciertas habilidades, como las de reconocimiento, de recuerdo o la capacidad de pensamiento general, así como relacionarnos directamente con formas no biológicas de inteligencia.

Es importante darse cuenta de que una vez que la inteligencia no biológica llegue a ser un punto de apoyo en el cerebro (un punto que ya hemos alcanzado), aumentará exponencialmente igual que lo hacen las tecnologías de información. Un sistema de una pulgada con circuitos de nanotubos (que ya funciona a menor escala en laboratorios), será un millón de veces más poderoso que el cerebro humano. Hacia el año 2040, la parte de inteligencia no biológica de nuestro cerebro será mucho más poderosa que la biológica. De todas formas, será aún una parte de la máquina humana de la civilización, derivada de la inteligencia humana (por ejemplo creada por humanos, o máquinas creadas por humanos) y se basará, al menos en parte, en la ingeniería inversa del sistema nervioso humano.

Stephen Hawking comentó no hace mucho en la revista alemana Focus que la inteligencia artificial superará a la humana en unas pocas décadas. Defiende que "desarrollemos tan rápido como sea posible tecnologías para conectar directamente el cerebro con el ordenador, de modo que los cerebros artificiales contribuyan a ampliar la inteligencia humana más que oponerse a ella". Hawking puede estar seguro de que el programa de desarrollo que recomienda está en camino.

Referencias

1) Tao, Sarah & Dasai Tejal A; "Microfabricated Drug Delivery Systems: From particles to pores" en: Advanced Drug Delivery Reviews (2003, Vol. 55); pág.315–328

2) Jamieson, B & Buzsaki, G & Wise, KD; "A 96-Channel Silicon Neural Recording Probe with Integrated Buffers," en: Annals of Biomedical Engineering, (2000, Vol. 28 Supplement 1); pág. S-112

3) http://www.sandia.gov/media/NewsRel/NR2001/gobbler.htm

4) http://www.bostonretinalimplant.org/

5) Fromherz, Peter; "Neuroelectronic Interfacing: Semiconductor Chips with Ion Channels, Nerve Cells, and Brain" en: Nanoelectronics and Information Technology (2003) editado por Waser, R; Wiley-VCH Press; pág. 781–810

6) Winter, JO & Liu, TY & Korgel, BA & Schmidt, CE; "Recognition molecule directed interfacing between semiconductor quantum dots and nerve cells" en: Advanced Materials (2001, Vol. 13); pág. 1673–1677

EL AVANCE HACIA LA CIBERINMORTALIDAD

Dr. William Sims Bainbridge

Los avances en la tecnología de la información son imprescindibles para la mayoría de formas imaginables de lograr la inmortalidad, y fundamentales para muchas otras. Antes de introducir nanorobots en el interior del cuerpo de una persona para reparar los daños producidos por el envejecimiento, los ordenadores tendrán que analizar qué se necesita, y a partir de ahí, diseñar esos nanorobots [1; 2]. En el lento proceso de transferir una mente de un cerebro viejo a otro recién clonado, es preciso que esa mente se almacene temporalmente, en un sistema de información. Así por tanto, nos preguntamos por qué es necesario transferir de nuevo la mente del sistema de información a un cerebro humano vulnerable en lugar de hacerlo a un robot, o simplemente dejarlo en dicho sistema de información [3].

Métodos para leer la mente

Existen dos formas principales de leer los contenidos de una mente humana desde un ordenador: el modo estructural y el modo funcional. Cada uno de ellos tiene innumerables variantes que comparten un principio común.

Desde el punto de vista estructural, un proceso o dispositivo extrae la estructura relevante del cerebro y la duplica en un ordenador. El enfoque estructural dominante sostiene que la memoria, los recuerdos, las habilidades mentales y gran parte de la personalidad de un individuo están codificadas en forma de red de neuronas interconectadas. "La personalidad vive en la sinapsis" podría ser el lema de este punto de vista. De hecho, estructuras mucho más pequeñas también pueden jugar un papel, tanto dentro de las neuronas como en la superficie, cerca de la sinapsis. Incluso se ha especulado que las células gliales, que superan en número a las neuronas en el cerebro, no son meros tejidos de apoyo, sino que tienen una función activa en el pensamiento y los recuerdos. Dado por hecho que es necesario seguir investigando, debemos asumir en el presente que una mente se compone de la estructura pasajera de las conexiones neuronales. Por ahora sólo podemos imaginar cómo debería trazarse esa delicada estructura.

Las imágenes por resonancia magnética (MRI), tomografías por ordenador (CAT), tomografías por emisión de positrones (PET), electroencefalografía (EEG u ondas cerebrales) y la observación con infrarrojos, son métodos no invasivos de estudio del cerebro. De todos modos, todos tienen muy baja resolución. Por ejemplo, los MRI son generalmente incapaces de distinguir rasgos menores de un milímetro cúbico, mientras que miles de neuronas se encuentran empujándose unas contra otras en ese mismo espacio. Para apreciar estructuras menores, es necesario aumentar el poder de la MRI, pero es peligroso e infringe las normas gubernamentales en cuanto a investigación con seres humanos. Tal vez, las técnicas de análisis por ordenador puedan mejorar de algún modo esta resolución pero varios de esos métodos ya cuentan con un software sofisticado, de manera que no podremos contar con avances sorprendentes sin cambiar el planteamiento [4].

Desgraciadamente, en la actualidad es complicado saber cómo podemos trazar un mapa del cerebro en detalle sin desintegrarlo. En el Visible Human Project de la National Library of Medicine of the National Institutes of Health se congelaron a dos humanos fallecidos, y luego seccionados en lonchas de modo que se pudieran fotografiar secciones cruzadas desde la cabeza a los pies. Las imágenes se pasaron luego a un ordenador para crear, a partir de ellas, modelos tridimensionales de algunos de los órganos. La resolución de estas imágenes era al menos de una tercera parte de milímetro y aunque resulta aún demasiado grueso para registrar la delicada estructura neuronal, es probable que los métodos se mejoren notablemente. Tanto por medio de un proceso de sección mecánico similar, como mediante una aplicación intensiva de técnicas de escaneado del cerebro, el trazado de un mapa desintegrador del cerebro podría mostrar de un modo significativo las conexiones entre neuronas. Y se necesitan mayores capacidades que las actuales en tecnología de información, para el almacenamiento y análisis de los datos.

Los acercamientos funcionales poseen otro conjunto diferente de ventajas e inconvenientes, pero ya se pueden emplear para crear copias de baja calidad de una personalidad humana. Mientras que podemos imaginar muchas posibilidades para un futuro lejano, no tendrán ningún valor para los millones de personas que morirán antes de que pueda desarrollarse alguna de estas posibilidades.

Si he de hacer una predicción, yo diría que todo ser humano vivo cuando se publique este ensayo habrá muerto antes de que los métodos estructurales de lectura de mente se perfeccionen, y serán de muy poco valor hasta muy poco tiempo antes. Esto último está basado en el hecho de que necesitamos saber mucho sobre las conexiones neuronales para poder deducir el significado que tienen. Con la lectura funcional de la mente, el significado va ligado a los datos, de tal forma que incluso los detalles más pequeños pueden ser comprendidos. Una buena metáfora, sería tratar de armar un puzzle completo cuando algunas partes de la imagen ya son totalmente obvias antes de que podamos imaginarnos qué es la imagen completa.

AVANCES EN LA CONQUISTA DE LA PERSONALIDAD

La lectura funcional de la mente ya es posible a cierto nivel de calidad, y una investigación centrada en ello podría suponer un avance significativo. Tanto los tests psicológicos tradicionales como los métodos computarizados más recientes pueden almacenar enormes cantidades de datos en forma rigurosa acerca de las destrezas, creencias, comportamientos, preferencias y reacciones emocionales de una persona.

Mi propia investigación se ha centrado en registrar las actitudes y las preferencias de la gente, fundamentándose en décadas de trabajo anterior en campos que se han computarizado progresivamente, tales como la sociología y las ciencias políticas [5-7]. Las actitudes no son meramente personales, sino sociales, y mi metodología comienza con la cultura de ambiente que rodea al individuo [8]. En mayo de 1997 diseñé un website llamado The Question Factory para crear cuestionarios por medio de encuestas abiertas que pedían los encuestados, para enviar sus puntos de vista sobre distintos temas generales [9; 10]. Por ejemplo, antes de hacer un sondeo previo en The Question Factory pude exponer en Survey2000 -un cuestionario en un website enorme patrocinado por la National Geographic Society-, una pregunta abierta sobre qué ocurriría en el siglo siguiente. Respondieron unas 20.000 personas. De entre los muchos megabytes de predicciones pude editar unas 2.000 respuestas sobre el futuro para hacer de ellas las opciones fijas de mi cuestionario, abarcando todos los puntos de vista posibles que encontramos en nuestra cultura. Los encuestados tenían que de decir qué idea tiene más posibilidades de convertirse en realidad en el futuro, y qué beneficios tendría si ocurriera, así que el número final de preguntas fue en realidad de varios miles [11; 12].

Otro trabajo realizado en The Question Factory nos proporcionó un total de 20.000 respuestas y 40.000 temas. Casi 2.000 eran de estímulos que podría provocar una de las 20 emociones diferentes que experimentamos los humanos: enfado, aburrimiento, deseo, asco, excitación, miedo, frustración, gratitud, odio, indiferencia, alegría, amor, lujuria, dolor, placer, orgullo, tristeza, satisfacción, vergüenza y sorpresa. Entonces diseñé un programa para un ordenador de bolsillo que haría más fácil que una persona respondiera a unos cuantos temas, estuviera donde estuviera a lo largo del día. Se consideró cada estímulo atendiendo al número de emociones que podía provocar en una persona y atendiendo a tres diferenciales semánticos: bueno-malo, débil-fuerte- y pasivo-activo, dando lugar a un total de 46.000 respuestas. Naturalmente, en esa investigación probé yo mismo, y con la ayuda de otras personas llegamos a dar respuesta a más de 100.000 preguntas.

A mí me resulta divertido responder preguntas, como una especie de hobby, pero en general la gente necesita estar motivada para autoexaminarse de esta manera, por lo tanto, en el futuro este tipo de encuestas estarán diseñadas para conseguir otros objetivos, como por ejemplo en psicoterapia, o como método para consejería. Hace poco diseñé un programa llamado ANNE, que funciona en un pequeño ordenador fácil de llevar. ANNE son las siglas de ANalogies in Natural Emotions, y está basado en los 2.000 estímulos emocionales para orientarse emocionalmente ante todo aquello que nos pasa en la vida.

Supongamos que he de pronunciar un discurso ante una audiencia escéptica. Introduzco "pronunciar un discurso ante una audiencia escéptica" en ANNE, selecciono una serie de teclas (o dicto mis respuestas ya que dispone de un sistema de reconocimiento de voz), considera todas las emociones y otras variables posibles, e inmediatamente ANNE compara esto con los datos que tiene almacenados, identifica los más parecidos y puedo ver los rasgos fundamentales que comparten y las estrategias que funcionaron en situaciones anteriores. Si se usa durante años, ANNE podría acumular mucha más información sobre mis reacciones de la que yo podría recordar –corroborando la paradoja de que un duplicado informático de mí mismo podría ser más parecido a mí en cualquier momento de mi olvidadiza vida.

Algunos importantes investigadores en el campo de la informática o de la ciencia cognitiva están desarrollando otros sistemas para almacenar personalidad. En cierto modo, somos lo que vivimos. En la Carnegie-Mellon University, entre 1997 y 2000, Howard Wactlar creó un sistema llamado Experience on Demand para la Defense Advanced Research Projects Agency que, discretamente, permitía la recogida de datos sobre las experiencias de la gente de forma que facilitaba compartir esos datos [13]. En Microsoft, el equipo de Gordon Bell ha encontrado distintas formas de recopilar y organizar documentos y experiencias de toda una vida en un proyecto llamado MyLifeBits [14; 15].

Otros están trabajando en métodos de computación para establecer cómo la gente percibe el entorno [16]. Otros trabajan en tecnología capaz de almacenar, no sólo entornos reales, sino también copias virtuales de los mismos, destacando el esfuerzo de la Universidad de Columbia para duplicar electrónicamente la catedral de Amiens, el proyecto Virtual Vaudeville de la Universidad de Georgia que recrea obras de siglos anteriores, como las acrobacias de Sandow the Magnificent, y el proyecto Monuments and Dust de la Universidad de Virginia, para recrear el Londres de la época victoriana, comenzando con el famoso Palacio de Cristal.

El registro de datos relacionados con la conducta incluye las expresiones faciales [17], las conversaciones interpersonales [18] y las demoras apenas perceptibles que se producen en una persona cuando responde a un estímulo [19; 20]. Lisa y Daniel Barret [21] han usado un ordenador de bolsillo para tomar una muestra aleatoria de las cosas que una persona hace o experimenta, y nos resulta fácil imaginar que en unos años todo el mundo tendrá su ordenador portátil siempre encendido, enviando palabras, hechos y sensaciones a través de Internet para que se almacenen en una biblioteca digital.

INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Una vez que los datos sobre la personalidad individual se hayan pasado a un sistema de información, necesitaremos algún método para reactivarlos. Una idea bastante común es que alguna forma de inteligencia artificial (IA) reanimará la mente de las personas, así que lo mejor sería comprobar el estado actual de la IA. En el pasado, los defensores de la IA exageraron las capacidades de su tecnología lo que supuso una estigmatización generalizada de todo el campo de la ciencia informática [22]. Hace poco, no obstante, se ha producido un resurgimiento de la IA junto con un nuevo enfoque de la misma.

La gente que tuvo la oportunidad de entrar en la página web de la National Science Foundation (NSF), podría haber presenciado una expansión de los programas subvencionados en los últimos dos años. Un nuevo programa de Computer Vision surgió a partir de un programa de Robotics and Human Augmentation. De igual forma, a partir del programa Human-Computer Interaction, surgió un programa nuevo sobre Human Language and Comunication (procesamiento computerizado multi-modal del lenguaje). Y un programa de The Knowledge and Cognitive Systems (KCS), se transformó en otro que recibió el explícito nombre de Artificial Intelligence and Cognitive Science. Da la casualidad de que me "alisté" tanto en el HCI como en el KCS durante dos años y tuve la oportunidad de trabajar en ellos detenidamente. Sea como fuere, lo que está aquí escrito no se basa en los conocimientos que se obtienen estando dentro, sino tan sólo en lo que cualquier persona puede ver en el sitio Web del NFS. Cualquiera que quiera saber con exactitud qué investigación está subvencionando cada uno de estos programas puede visitar la base de datos de NFS sobre premios, con resúmenes de todas las becas concedidas en los últimos 15 años.

Algunos de los pioneros más importantes en IA afirmaban que su trabajo estaba dando a las máquinas el poder de pensar, del mismo modo que lo hacen los humanos, pero los fallos de la tecnología para igualar la actuación humana han resultado bochornosos, ahora que ya no pueden culpar de ello a la baja velocidad o la escasa memoria de sus ordenadores. Más recientemente, la atención en la IA ha pasado de centrarse, más que en suplantar la inteligencia humana, a complementarla. El objetivo ya no es crear un robot capaz de caminar y hablar sino crear herramientas que mejoren la efectividad de los sistemas de información aplicables a las necesidades humanas. Cuando el robot Spirit estaba a punto de aterrizar en la superficie de Marte, justo antes de sus heroicos saltos en tierra firme, el ordenador de a bordo detectó que la nave se estaba moviendo hacia un lado más rápido de lo deseado, así que el sistema de control pudo rectificar y compensar el desequilibrio al instante. Ya que no había humanos a bordo, y la limitación de la velocidad de la luz dificultaba que la información y los comandos viajaran hasta, y desde la Tierra, era imprescindible un sistema de visionado autónomo. Sin embargo, el sistema de visionado no podía reconocer objetos, sino simplemente medir la velocidad con que los objetos y las texturas se movían en su campo de visión. Aunque la visión por ordenador está mejorando día a día, aún falta mucho para que se parezca un poco a la visión de un gorrión, por no hablar de la humana.

De manera similar, las técnicas de procesamiento del lenguaje natural (NLP) también avanzan rápidamente [23]. Imperfectamente aunque ya útil, los programas de reconocimiento de voz se usan en la actualidad en las empresas de información telefónica y los sistemas de reservas, y la calidad de estos sistemas mejora constantemente. Quizás, la mayor controversia en NLP ahora mismo sea cuánto se puede hacer por medio de sistemas de estadística en bruto sin necesidad de incorporar los resultados de la investigación lingüística sobre la estructuración del lenguaje y el significado de las palabras. Por ejemplo, un sistema de reconocimiento de voz consistiría en una serie de modelos matemáticos de fonemas –los sonidos individuales que comprende el habla cuando se utilizan en conjunto- y un modelo estadístico de la probabilidad de que varias palabras aparezcan juntas en la misma frase, basado en el análisis de un extenso hábeas de lenguaje escrito en que se utilicen técnicas como los modelos Hidden Markov Models (HMM). Ciertos investigadores comienzan a añadir reglas lingüísticas, definiciones de palabras y otra información procedente de otros modelos de comunicación tales como las expresiones faciales. Pero el NPL aún no es un sistema "inteligente" que pueda manejarse con soltura con las funciones de habla y escucha de una persona, ni mucho menos con los procesos.

La Inteligencia Artificial definida a grosso modo, no sólo incluye a la visión y el lenguaje computarizado, sino a todo un compendio de enfoques como pueden ser la planificación de probabilidades, el razonamiento basado en determinadas reglas, la programación lógica, el aprendizaje de las máquinas, las redes neuronales [24; 25] y otros muchos que van más allá de lo que puede hacer una mente humana como algoritmos genéticos que imitan la evolución biológica [26]. Tal vez, la principal área de aplicación esté en encontrar pautas en amplias series de datos. A menudo se oye hablar de la extracción de conocimiento, lo que implica que un ordenador puede manejar datos "en crudo" y pulirlos hasta darles sentido. La fusión y extracción de datos se refieren al hecho de extraer datos "en crudo" de diversas fuentes y cribarlos hasta lograr descubrimientos que serían imposibles de realizar por un humano por el mero hecho de que los datos son demasiados y están fragmentados. A menudo se dice que un ser humano puede tener en mente 7 cosas diferentes a la vez mientras que los sistemas de información modernos pueden manejar miles de millones [27].

Así, la IA destinada a duplicar las habilidades humanas está ahora en pausa, mientras que se persigue con vehemencia la destinada a mejorar los sistemas de procesamiento de la información. Paralelamente, algunos investigadores están estudiando la intersección de la IA con la Ciencia Cognitiva. Por ejemplo, Lokendra Shastri [28-30] del International Computer Science Institute de Berkeley, California, ha estado trabajando en cómo el sistema hipocámpico del cerebro humano almacena recuerdos de episodios específicos en la vida de una persona. Los daños en el hipocampo afectan a la capacidad de aprender hechos de la vida sin necesidad de que esto bloquee el aprendizaje del lenguaje o de otro tipo de destrezas. Shastri defiende que el hipocampo y las zonas del cerebro relacionadas con él, almacenan recuerdos de episodios como conexiones entre un pequeño número de conceptos que se almacenan en otro lugar. "Juan dio un libro a María" puede representarse por medio de conexiones neuronales entre un enlace de recuerdos sobre Juan, un enlace de recuerdos sobre María, otro sobre el concepto de libro y del verbo "dio" que requiere que exista una situación en que alguien entregue algo y otro alguien lo reciba.

Nadie sabe cuantos pasajes puede recordar un adulto, pero en los debates de Ciencia Cognitiva se baraja un número de 50.000. Si Shastri está en lo cierto, un modelo del sistema hipocámpico en un ordenador no tendría porqué ser muy grande. Si los conceptos se adjuntan adecuadamente en otras partes del cerebro, un pasaje como "Juan dio un libro a María" podría almacenarse en poco menos que cien bytes. Esto podría significar que todo el sistema hipocámpico podría apañarse con tan solo 5 megabytes de memoria, una minúscula parte de la memoria que poseen actualmente los ordenadores de bolsillo. Shastri destaca que la mente humana rellena de forma imaginativa los detalles perdidos de los recuerdos, y cada recuerdo se basa realmente en muy poca información. Por lo general, no somos conscientes de las enormes lagunas en los recuerdos, como tampoco somos conscientes del punto ciego de visión en cada uno de los ojos. Shastri también destaca que los recuerdos se almacenan generalmente en varias copias, tal vez para protegerse de la pérdida en caso de que muriera alguna neurona, pero la redundancia en los recuerdos tendrá otras funciones tales como ayudarnos a combinar hechos de distintas fuentes relacionando unas copias con otras. Los recuerdos computarizados no necesitarán esa redundancia.

Este breve y rápido resumen sobre el estado actual de la IA deja entrever que no podemos predecir cuándo los científicos especializados en información e informática serán capaces de simular mentes humanas. El progreso más rápido se está produciendo hacia otras direcciones, y en unos años, posiblemente crecerá el interés por duplicar la inteligencia humana aprovechando todos los descubrimientos e inventos que se están llevando a cabo para otros objetivos. Una vez que sepamos cómo duplicar una mente en un ordenador, sabremos cuánta información y de qué tipo necesitaremos. En la actualidad no poseemos esos conocimientos, pero se está avanzando mucho en otras formas de duplicación de personalidad humana. En mi opinión ya es hora de empezar a trabajar con gente que quiere hacerlo ya, a pesar de que es poco probable que vivan hasta que hayamos madurado la tecnología necesaria para llevarlo a cabo.

LA DIFUSIÓN DE LA IDENTIDAD

En principio, y tal vez en tres o cuatro décadas, sería posible transferir una personalidad humana a un robot, ampliando por tanto, la vida de la persona a la duración de la máquina. Es una idea antigua que puede que esté pasada de moda. Una idea mejor y más actual sería crear robots semiautónomos que se actualizaran periódica o continuamente por una base de datos en red. No es necesario diseñar un robot tremendamente caro y novedoso en el que emplazar una personalidad humana, sino más bien que una persona almacenada en un sistema de información dinámico pudiera, temporalmente, usar una serie de robots relativamente sencillos durante un período de tiempo a través de enlaces inalámbricos. Estos robots serian modulares, reconfigurables y especializados. Podría haber robots acuáticos para nadar, aéreos para volar, moleculares para viajar bajo tierra, etc. –pudiendo ser todos ellos utilizados por varios individuos para resultar más económicos-.

Alguien podría preguntarse por la inteligencia distribuida: ¿dónde se encuentra? A menudo usamos el lenguaje tradicional y la situamos metafóricamente en el corazón a pesar de que la cognición se produce realmente en el cerebro. De forma subjetiva, nos encontramos allá donde nuestros sentidos recogen señales. Así, si el hardware que hospeda nuestra mente se encuentra en un laboratorio, pero las señales provienen de un robot en mitad del océano, nuestra conciencia está en el océano y no en el laboratorio. De todos modos, si el robot se hunde, nuestra conciencia estará a salvo en el laboratorio.

Las personalidades humanas almacenadas en un ordenador vivirán de nuevo en grid o malla. Grid es más que la red o la web. Internet es una red de conexiones que permite que un ordenador envíe datos a otro. La World Wide Web es el sistema más importante de intercambio de datos en Internet. Consiste en una serie de archivos de datos conectados entre sí por vínculos hipertextuales. La Cyberinfraestructure Grid incluye la red y la web pero por definición también incluye una variedad de recursos físicos como sensores y otros dispositivos de entrada, accionadores y dispositivos de salida, memorias y ordenadores. Hoy en día, la grid o malla es principalmente un método de simulación de la forma de actuar de un superordenador, uniendo un número más ordinario de ordenadores que realizan cálculos en paralelo. Los científicos informáticos comienzan a imaginar un grid futuro que reúna todos los recursos imaginables, y que pueda hacerlo en un entorno en el cual reencarnarse.

Una vez que una personalidad se ha introducido en el grid, podría usar varios recursos aunque entre ellos existiera una gran distancia, y que podrían separarse en piezas autónomas que se comunicaran o se reagruparan intermitentemente entre sí. La inteligencia, superados los límites del cráneo, se distribuirá dinámicamente por la red de información, haciéndose potencialmente omnipresente [31]. Por un lado, la difusión de identidades significa que la persona se dispersa, posiblemente esto sea incoherente aunque realmente complejo –ya no como una estrella sino como nebulosa-. Por otro lado, también significa que la persona se puede convertir en algo más grandioso que cualquier individuo, una inteligencia distribuida que se extienda sobre toda la civilización.

CONCLUSIÓN

En un futuro lejano, aprenderemos a conceptualizar nuestras vidas biológicas en la Tierra como una infancia muy larga que nos prepare para la vida real que nos espera en el ciberespacio. La metáfora de las orugas biológicas que se convierten en mariposas cibernéticas sería buena si no fuera por la proverbial fragilidad de los insectos. Y la transición de carne a datos no será tan buena metamorfosis como la liberación. Como la información contenida en una base de datos de larga vida (llamémosla StarBase), viajaremos a través de la inmensidad, crearemos nuevos cuerpos para adaptarnos a cualquier entorno posible y viviremos aventuras en el universo [32]. Fundamentalmente somos patrones dinámicos de información; la autoconciencia a la que denominamos consciencia no es un alma sobrenatural, sino la consecuencia natural de nuestra complejidad semántica que nos da la capacidad de conceptualizarnos a nosotros mismos. Al igual que la información, nosotros podemos traspasarnos de un medio de almacenamiento a otro, podemos combinarnos con otra información, podemos expresarnos por medio de una infinidad de instrumentos. Cuando salgamos al ciberespacio no deberíamos lamentar la pérdida del cuerpo que dejamos atrás más que un águila que sale del cascarón y alza el vuelo por primera vez.

Referencias

1) Roco, MC & Bainbridge, WS; Societal implications of nanoscience and nanotechnology (2001); Kluwer

2) Roco, MC & Bainbridge, WS; Converging technologies for improving human performance (2003); Kluwer

3) Kurzweil, R; The Age of Spiritual Machines (1999); Penguin

4) Bainbridge, WS; "A Question of Immortality" en: Analog (2002, Vol. 122–5); pág.40–49

5) Bainbridge, WS; Survey research: A computer-assisted introduction (1989); Wadsworth

6) Bainbridge, WS; Social research methods and statistics: A computer-assisted introduction (1992); Wadsworth

7) Bainbridge, WS; The Encyclopedia of Human-Computer Interaction (2004); Berkshire Publishing

8) Kaplan, B; Studying Personality Cross-Culturally (1961); Harper and Row

9) Bainbridge, WS; "Religious Ethnography on the World Wide Web" en: Religion and the Internet (2000) editado por Jeffrey K. Hadden y Douglas Cowan; JAI Press

10) Bainbridge, WS; "Validity of Web-Based Surveys," en: Computing in the Social Sciences and Humanities (2002) editado por Orville Vernon Burton. University of Illinois Press; pág. 51–66

11) Bainbridge, WS; "The Future of the Internet," en: Society Online: The Internet in Context (2004) editado por Philip N. Howard y Steve Jones; Sage; pág. 307–324

12) Bainbridge, WS; "Religion and Science," (2004) en Futures

13) Wactlar, H & Gong Y; "Informedia Experience-on-Demand: Capturing, Integrating and Communicating Experiences across People, Time, and Space," en: ACM

Computing Surveys (1999, Vol. 31)

14) Bell, G & Gray J; "Digital Immortality," en: Communications of the ACM (2001, Vol. 44); pág. 29–30

15) Gemmell, JG & Bell, & Lueder, R & Drucker, S & Wong C;. "MyLifeBits," en: ACM Multimedia "02 (2002); New York: Association for Computing Machinery; pág.

235–238

16) Bianchi-Berthouze, N; "Mining Multimedia Subjective Feedback," en: Journal of Intelligent Information Systems (2002, Vol. 19); editado por Bianchi-Berthouze; pág. 43–59

17) Thalmann, NMP & Kalra, P & Escher M; "Face to Virtual Face," en: Proceedings of the IEEE (1998, Vol. 86); pág. 870–883

18) Lin, W & Hauptman AG; "A Wearable Digital Library of Personal Conversations," en: Joint Conference on Digital Libraries (JCDL"02) (2002); pág. 277–278

19) Greenwald, AG & McGhee, DE & Schwartz JLK; "Measuring Individual Differences in Implicit Cognition: The Implicit Association Test" en: Journal of Personality and Social Psychology (1998, Vol 74); pág. 1464–1480

20) Greenwald, AG & Farnham SD; "Using the Implicit Association Test to Measure Self-esteem and Self-concept," en: Journal of Personality and Social Psychology (2000, Vol. 79); pág. 1022–1038

21) Barrett, LF & Barrett DJ; "An Introduction to Computerized Experience Sampling in Psychology," en: Social Science Computer Review (2001, Vol. 19); pág. 175–185

22) Crevier, D; AI: The Tumultuous History of the Search for Artificial Intelligence (1993); Basic Books

23) Jurafsky, D & Martin JH; Speech and Language Processing (2000); Prentice Hall

24) Bainbridge, WS; 1995a. "Minimum Intelligent Neural Device: A Tool for Social Simulation" en: Mathematical Sociology (1995, Vol. 20); pág. 179–192

25) Bainbridge, WS; "Neural Network Models of Religious Belief," en: Sociological Perspectives (1995, Vol. 38); pág. 483–

26) Bainbridge, WS; "The Evolution of Semantic Systems," en: Annals of the New York Academy of Science (2004)

27) Witten, IH & Moffat, A & Bell TC; Managing Gigabytes: Compressing and Indexing Documents and Images (1999); Morgan Kaufmann

28) Shastri, L; 2001. "A Computational Model of Episodic Memory Formation in the Hippocampal System," en: Neurocomputing (2001); pág. 889–897

29) Shastri, L; "A Computationally Efficient Abstraction of Long-term Potentiation," en: Neurocomputing (2002 Vol. 44–46); pág. 33–41

30) Shastri, L; "Episodic Memory and Cortico-Hippocampal Interactions," en: Trends in Cognitive Sciences (2002); pág. 162-168

31) Mitchell, WJ; ME++: The Cyborg Self and the Networked City (2003); MIT Press

32) Bainbridge, WS "The Spaceflight Revolution Revisited," en: Looking Backward, Looking Forward (2002) editado por Stephen J Garber; Washington, D.C.: National Aeronautics and Space Administration; pág. 39–64

¿HEREDARÁN LA TIERRA LOS ROBOTS?

Dr. Marvin L. Minsky

"Acostarse y levantarse temprano, hace a un hombre sano, rico y sabio".

Benjamin Franklin

Aunque todos queremos sabiduría y riqueza, nuestra salud a menudo se agota antes de conseguirlo. Para aumentar la duración de la vida y mejorar la mente, necesitaremos cambiar en el futuro, tanto el cuerpo como el cerebro. Para esto, debemos tener en cuenta, primero cómo la evolución Darwiniana nos ha llevado hasta donde estamos. Luego, hemos de imaginar diferentes formas para reemplazar las partes gastadas de nuestro cuerpo y resolver así la mayor parte de los problemas de salud. Por tanto, debemos inventar estrategias que amplíen el cerebro y nos hagan alcanzar mayor sabiduría. Eventualmente, reemplazaremos el cerebro completamente usando la nanotecnología. Una vez liberados de las limitaciones de la biología seremos capaces de decidir la duración de nuestra vida (con la opción de la inmortalidad) y escoger entre otras capacidades inimaginables. En un futuro así, la salud no será un problema; el problema será controlarla; obviamente, estos cambios no son fáciles de prever. Algunos aún dicen que estos avances no son posibles, especialmente en el campo de la inteligencia artificial, pero la ciencia necesaria para lograr esa transición ya se está desarrollando y va siendo hora de pensar en cómo será ese nuevo mundo.

Salud y longevidad

Un futuro así no se logrará sólo mediante la biología. En los últimos tiempos hemos aprendido mucho sobre la salud y sobre la manera de conservarla. Hemos concebido miles de tratamientos específicos para enfermedades y discapacidades. Los científicos se plantean seriamente la posibilidad de ampliar al máximo la expectativa de vida humana pero aún no lo han conseguido. Según Roy Walford, profesor de patología en la UCLA Medical School, el promedio de vida en la antigua Roma era de 22 años; de 50, en los países desarrollados en 1900, y hoy se encuentra alrededor de los 75 años. Aún así, ese índice parece acabar cerca de los 115 años [1]. Siglos de mejoras en cuanto a salud y cuidados no han afectado mucho a este tope.

¿Por qué nuestra expectativa de vida es tan limitada? La respuesta es sencilla: la selección natural favorece los genes de aquellos con mayor número de descendientes. Este número tiende a crecer exponencialmente con el número de generaciones, lo que favorece los genes de aquellos que se reproducen a edades tempranas. La evolución no favorece, generalmente, a los genes que alargan la vida más allá de los adultos necesarios para atender y cuidar a las crías. De hecho, puede incluso favorecer a los hijos que no tienen que competir con sus padres vivos. Esta competición podría promover la acumulación de genes que provocan la muerte. Parece que los humanos son los animales de sangre caliente con la vida más larga, pero ¿qué presión selectiva nos habría llevado hasta alcanzar la longevidad actual, casi el doble que la de nuestros parientes primates? ¡El conocimiento! Entre todos los mamíferos, nuestros hijos son los menos preparados para sobrevivir por sí mismos. Quizás no sólo necesitamos a nuestros padres sino también a nuestros abuelos, para que nos cuiden y nos traspasen sus preciosos consejos de supervivencia.

Pero incluso con estos consejos, existen muchas causas de mortalidad que nos hacen sucumbir. Algunas muertes son resultado de procesos infecciosos; nuestro sistema inmune ha desarrollado formas versátiles de enfrentarse a la mayoría de las enfermedades. Por desgracia, esos mismos sistemas inmunes a menudo nos perjudican tratando algunas partes de nuestro organismo como si fueran también invasores infecciosos. Todo esto nos lleva a padecer diabetes, esclerosis múltiple, artritis reumatoide y otras muchas enfermedades.

Estamos también sujetos a otro tipo de daños que nuestro organismo no puede reparar, como por ejemplo accidentes, desequilibrios alimenticios, envenenamiento químico, calor, radiación y otros muchos factores que pueden deformar o alterar químicamente las moléculas de las células de tal modo que se vuelvan incapaces de funcionar. Algunos de estos problemas se corrigen sustituyendo las moléculas defectuosas; sin embargo, cuando la tasa de reemplazo es muy lenta, los problemas se acumulan. Por ejemplo, cuando las proteínas de las lentes oculares pierden su elasticidad, perdemos la capacidad de enfocar y entonces necesitamos gafas bifocales.

DESGASTE BIOLÓGICO

Parece más que probable que la senectud sea inevitable en todos los organismos biológicos. A medida que aprendamos más sobre los genes y la bioquímica celular, seremos capaces de corregir, o al menos ralentizar, algunas situaciones que nos amenazan en nuestros últimos años. Sea como fuere, incluso si encontráramos un tratamiento para cada enfermedad específica, tendríamos que enfrentarnos aún al problema general del desgaste. La función normal de cada célula conlleva miles de procesos químicos, cada uno de los cuales presenta a veces errores aleatorios. Nuestro organismo se vale de diversas técnicas de corrección que se derivan de un tipo de error específico. De todas formas, esos errores aleatorios ocurren de formas tan diferentes que cualquier plan a baja escala para corregirlos sería muy complicado.

El problema es que nuestra genética no está diseñada para mantenerse estable a largo plazo, y la relación entre genes y células es extremadamente indirecta. Para reparar defectos a gran escala, un organismo necesitaría una especie de catálogo que especificara dónde se emplazan los distintos tipos de células, o bien tratamientos continuos y de gran envergadura aplicando la medicina regenerativa del futuro. Es fácil instalar en un programa informático esta redundancia; muchos ordenadores tienen copias de sus sistemas más críticos y chequean su integridad de forma rutinaria, pero ningún animal ha desarrollado esos planes, posiblemente porque esos algoritmos no pueden desarrollarse por selección natural. El problema es que esa corrección del error detendría la mutación, lo que en última instancia ralentizaría la tasa de evolución en la descendencia animal, hasta tal punto que sería incapaz de adaptarse a los cambios de su entorno.

¿Podríamos vivir siglos cambiando solamente algunos genes? Después de todo, nos diferenciamos de nuestros parientes evolutivos (gorilas y chimpancés) en tan solo unos pocos miles de genes (y vivimos casi el doble). Si aceptamos que sólo una pequeña parte de esos nuevos genes son los causantes de tal aumento en la expectativa de vida, entonces quizás eso signifique que no hay más que un centenar de ellos implicados en el proceso. Pero aunque este hecho fuera cierto, cambiar otros cientos de genes tampoco sería una garantía para poder obtener otro siglo de vida ya que podemos necesitar cambiar sólo unos cuantos o bastantes más.

Fabricar genes nuevos e instalarlos en el organismo es cada vez más factible, pero ahora estamos explotando otra forma de combatir el desgaste y desgarro biológico: sustituir los órganos que amenazan con fallar por otros órganos biológicos o artificiales. Algunas sustituciones ya se han vuelto rutinarias, mientras que otras aún se ven muy lejanas. Un corazón no es más que una simple bomba; los músculos y huesos son motores y vigas; el sistema digestivo es un reactor químico. En último caso, solucionaremos los problemas asociados a los transplantes o sustituciones de cada una de estas partes.

Cuando nos planteamos reemplazar un cerebro no nos sirve un transplante. No podemos cambiar un cerebro por otro y que siga siendo la misma persona, pues perdería conocimientos y procesos que constituyen la identidad personal. No obstante, deberíamos ser capaces de sustituir ciertas partes dañadas de un cerebro trasplantando tejidos cultivados con células madre. Este procedimiento no restauraría el conocimiento perdido, pero esto no es tan importante como puede parecer. Probablemente almacenamos el conocimiento en diferentes lugares y de formas diferentes por lo que las partes nuevas del cerebro podrían ser recicladas y reintegradas junto con el resto, y algunas podrían aparecer de forma espontánea. El progreso en medicina regenerativa en los últimos años ya se está acercando a esta forma de tratamiento para estados neurodegenerativos como los del Parkinson.

LIMITACIONES DE LA SABIDURÍA HUMANA

Incluso antes de que nuestro organismo se desgaste, sospecho que toparemos con las limitaciones del cerebro. Como especie, parece que hemos llegado a una meseta de nuestro desarrollo intelectual, no hay evidencias de que nos estemos volviendo más inteligentes. ¿Fue mejor científico Albert Einstein que Newton, o Arquímedes? ¿Algún dramaturgo moderno ha superado a Shakespeare, o a Eurípides? Hemos aprendido mucho en dos mil años, y a pesar de eso, buena parte del conocimiento antiguo parece sólido (lo que me hace pensar que no hemos hecho grandes progresos). Aún no sabemos cómo tratar los conflictos que se producen entre los intereses individuales y los globales; nos cuesta tanto tomar una decisión importante que, siempre que podemos, dejamos al azar aquello de lo que no estamos seguros.

¿Por qué nuestra sabiduría es tan limitada? ¿Porque no tenemos tiempo para aprender mucho, o porque perdemos capacidad? ¿Es porque, como dice la leyenda popular, sólo utilizamos una parte del cerebro? ¿Podría ayudar una educación mejor? Desde luego que podría, pero sólo hasta cierto punto. Hasta los más prodigiosos aprenden sólo dos veces más rápido que el resto; nuestro cerebro es terriblemente lento y por eso nos lleva tanto tiempo aprender. Desde luego, ayudaría el hecho de disponer de más tiempo, pero la longevidad no es suficiente. El cerebro, como otras cosas finitas, debe alcanzar ciertos límites de lo que puede aprender; no sabemos cuales son esos límites, y tal vez podría seguir manteniendo el conocimiento durante algunos siglos más. En último caso, no obstante, necesitaremos aumentar su capacidad.

Cuanto más sepamos sobre el cerebro, más formas encontraremos de mejorarlo. El cerebro consta de cientos de áreas especializadas; sólo sabemos algo de lo que hace cada una de ellas, pero tan pronto sepamos cómo trabajan, los investigadores tratarán de idear formas de aumentar la capacidad de dicho órgano. Incluso concebirán nuevas capacidades que la biología no ha proporcionado aún. A medida que estas innovaciones se acumulen, trataremos de conectarlas, tal vez por medio de millones de electrodos microscópicos insertados en el gran haz nervioso llamado cuerpo calloso, el mayor bus de datos del cerebro. Con ulteriores avances, no quedará ninguna parte del cerebro a la que no se puedan adjuntar nuevos accesorios. Al final, encontraremos formas de sustituir cada parte del cuerpo y del cerebro, y así reparar todos los defectos e imperfecciones que hacen que nuestra vida sea tan breve.

SUSTITUYENDO AL CEREBRO

Casi todo el conocimiento que adquirimos está encarnado en varias redes dentro del cerebro. Estas redes consisten en un enorme número de diminutas células nerviosas, y un número aún mayor de estructuras más pequeñas, llamadas sinapsis, que controlan el modo en que las señales saltan de una célula nerviosa a otra. Para sustituir un cerebro, necesitaríamos saber algunas cosas sobre la forma en que cada sinapsis se relaciona con las dos células que une. Deberíamos también saber cómo cada una de esas estructuras responde a los campos eléctricos, hormonas, neurotransmisores, nutrientes y otras sustancias químicas que se encuentran activas a su alrededor. El cerebro contiene miles de millones de sinapsis, así que no es algo de poca importancia.

Afortunadamente no necesitaríamos conocer cada detalle. En organismos biológicos, por lo general cada sistema ha evolucionado hasta volverse cada vez más insensible a un número cada vez más alto de detalles de lo que ocurre en los subsistemas menores que dependen de él. Así, para copiar un cerebro funcional, debería ser suficiente con duplicar la función de cada una de las partes para producir sus efectos en otras partes.

Supongamos que queremos hacer una copia de una máquina, como un cerebro, que contiene un billón de componentes. Hoy día, si tuviéramos que montar cada componente por separado, no podríamos hacerlo, ni siquiera contando con el conocimiento necesario. De todos modos, si tuviéramos un millón de máquinas constructoras que pudieran crear miles de partes por segundo, nuestra tarea sólo nos llevaría unos minutos. En las próximas décadas las máquinas harán que esto sea posible, pero mucha de la fabricación de hoy en día se basa en materiales voluminosos. Por el contrario, el campo denominado "nanotecnología" pretende crear materiales y maquinaria, ubicando cada átomo y molécula en el lugar preciso.

Por medio de estos métodos, podríamos crear partes realmente idénticas, y por tanto escapar de la aleatoriedad que entorpece el trabajo de las máquinas hechas tradicionalmente. Hoy en día, por ejemplo, cuando queremos grabar circuitos muy pequeños, el tamaño de las conexiones varía tanto que no podemos predecir sus propiedades eléctricas. Sin embargo, si pudiéramos localizar con exactitud cada átomo, esas conexiones serían imposibles de distinguir. Esto nos llevaría a nuevas clases de materiales (no se podrían crear con las técnicas actuales) y podríamos dotarlos de una resistencia increíble o de propiedades cuánticas nuevas. Estos productos, a su vez, nos proporcionarían ordenadores tan pequeños como sinapsis, con una velocidad y una eficiencia sin parangón.

LOS LÍMITES DE LA MEMORIA HUMANA

Si queremos considerar el aumento del cerebro, antes deberíamos preguntarnos cuánto sabe una persona hoy día. Thomas K. Landauer, de Bell Communications Research supervisó algunos experimentos en los que se pedía a gente que leyera un texto, observase imágenes y escuchara una serie de palabras, frases, pequeños fragmentos musicales y sílabas sin sentido [1]. Más tarde se les preguntó de distintas formas, para comprobar lo que recordaban. En ningún caso fueron capaces de aprender y recordar más de 2 bits por segundo, independientemente del tiempo que se les diera. Si pudiéramos mantener esa tasa durante 12 horas al día, durante 100 años, el total sería de unos tres mil millones de bits, menos de lo que podemos almacenar en un CD de 5 pulgadas. En el plazo de 10 años, más o menos, esta cantidad debería caber en un simple chip informático.

Aunque estos experimentos no se parecen a lo que hacemos en la vida real, no tenemos ninguna evidencia de que la gente pueda aprender a mayor velocidad. A pesar de las leyendas populares sobre gente con "memoria fotográfica", nadie parece haber aprendido, palabra por palabra, el contenido de un centenar de libros, o de una simple enciclopedia. Las obras completas de Shakespeare contienen unos 130 millones de bits. El límite de Landauer implica que una persona necesitaría al menos cuatro años para memorizarlas. No tenemos datos fehacientes de la cantidad de información que necesitamos para desarrollar destrezas como pintar o esquiar, pero no encuentro ninguna razón por la cual esas actividades no deberían estar igualmente limitadas.

Se cree que el cerebro contiene unos cientos de billones de sinapsis, que dejarían mucho espacio para unos pocos miles de millones de bits de memoria reproducible. De todas formas, por medio de la nanotecnología, algún día será posible crear tanto espacio de almacenamiento en un paquete del tamaño de un guisante.

EL FUTURO DE LA INTELIGENCIA

Una vez que ya sepamos lo que necesitamos, la nanotecnología nos posibilitará crear cuerpos y cerebros de reemplazo, que no estarán obligados a funcionar arrastrando el paso del "tiempo real". Los chips de nuestro ordenador ya trabajan millones de veces más rápido que las células cerebrales. Por tanto, podríamos diseñarnos para pensar un millón de veces más rápido que ahora. Para tales seres, medio minuto podría parecer tan largo como un año, y cada hora tan larga como toda una vida.

Pero ¿podrían existir realmente estos seres? Muchos pensadores afirman que las máquinas nunca pensarán como nosotros, sin importar cómo las construyamos, puesto que siempre faltará algún ingrediente vital. Denominan de formas diversas a esta esencia, como por ejemplo estado consciente, conciencia, espíritu o alma. Los filósofos escriben libros enteros para probar que, debido a esa deficiencia, las máquinas no pueden sentir o comprender las cosas que sienten o comprenden las personas. Sin embargo, todas las pruebas de esos libros son erróneas y ya asumen lo que pretenden probar: la existencia de una especie de chispa mágica que posee propiedades imperceptibles.

Para pensar de forma eficaz necesitamos múltiples procesos que nos ayuden a describir, predecir, explicar, abstraer y organizar lo que hará nuestra mente a continuación. La razón por la que podemos pensar no es porque alberguemos talentos y dones misteriosos, sino porque utilizamos asociaciones que trabajan sincronizadas, que evitan que nos atasquemos. Cuando descubramos cómo funcionan esas asociaciones, podremos introducirlas también en los ordenadores, y así si un procedimiento en un programa se atasca, otro podría proporcionar una solución alternativa. Si viéramos una máquina haciendo algo así, realmente creeríamos que tiene conciencia.

LOS FALLOS DE LA ÉTICA

Este apartado se basa en el derecho de tener hijos, a modificar nuestros genes o a morir si así lo deseamos. Ningún sistema ético, ya sea humanista o religioso, ha sido capaz de encarar retos que ya se nos enfrentan. ¿Cuántas personas deberían habitar la Tierra? ¿Qué tipo de personas deberían ser? ¿Cómo deberíamos repartirnos el espacio disponible? Sin duda alguna debemos cambiar nuestras ideas en cuanto a tener más hijos. Las personas se conciben actualmente al azar; sin embargo, puede que algún día se "creen" de acuerdo con deseos y diseños concretos. Además, cuando construyamos nuevos cerebros, no tendrán porqué salirse de lo que ya hacen los nuestros, teniendo en cuenta el escaso conocimiento del mundo que tenemos. ¿Qué cosas deberían saber nuestros nuevos hijos? ¿Cuántos deberíamos producir y quién tendrá que decidir sus características?

Sea lo que sea, lo que nos depare el futuro, ya estamos cambiando las reglas para las que estamos hechos. Aunque muchos tengamos miedo del cambio, seguramente otros estarán deseando escapar de las limitaciones actuales. Cuando decidí escribir este artículo, propuse estas ideas en diferentes grupos y les hice responder a modo de votaciones informales. Me sorprendió ver que al menos tres cuartas partes de los encuestados parecía pensar que nuestra vida ya es demasiado larga. Me preguntaban cosas como: "¿Por qué querría alguien vivir quinientos años? ¿No sería aburrido? ¿Y qué pasa si sobrevives a todos tus amigos? ¿Qué harías con todo ese tiempo?". Parecía como si, secretamente, tuvieran miedo a vivir tanto, y me pareció aun más preocupante que mucha gente ya esté resignada a morir.

Mis colegas científicos presentaron inquietudes tales como: "Hay un montón de cosas que me gustaría averiguar, y tantos problemas que querría resolver que me llevarían varios siglos". Realmente, la inmortalidad puede parecer poco atractiva si es sinónimo de padecimientos interminables, debilidad y dependencia de otros, pero alcanzaríamos un estado de perfecta salud. Algunos expresaron un problema mayor: "Los mayores deben morir porque los jóvenes necesitan eliminar sus ideas pasadas". De todos modos si, como me temo, fuera cierto que estamos llegando a nuestros límites intelectuales, esta respuesta no es válida, pues interrumpiría nuestra búsqueda de ideas en los océanos de conocimiento que hay más allá de nuestro dominio [2].

Referencias

1) Landauer, TK; "How Mucho Do People Remember? Some Estimates of the Quantity of Learned Information in Longterm Memory" en Cognitive Science (1986) pág. 10, 477-493

2) Este artículo apareció por primera vez en Scientific American en octubre de 1994, con algunas revisiones posteriores.

VIAJE MÉDICO EN EL TIEMPO

Una cuestión de ciencia

Dr. Brian Wowk

Los viajes en el tiempo son un problema resuelto. Einstein demostró que si viajáramos en una nave espacial durante meses, a una velocidad cercana a la velocidad de la luz, podríamos regresar a la Tierra al cabo de unos siglos. Por desgracia, para los posibles viajeros en el tiempo, estas naves no estarían disponibles hasta dentro de varios siglos.

Y más que en Einstein, la naturaleza se basa en Arrhenius para concretar los viajes en el tiempo. La ecuación química de Arrhenius describe cómo las reacciones químicas se ralentizan a medida que baja la temperatura. Y ya que la vida es pura química, la propia vida se ralentiza a temperaturas bajas. Los animales que hibernan, hacen uso de este principio para viajar en el tiempo de un verano a otro, evitando los inviernos, cuando la comida escasea.

La medicina también aplica ya ese tipo de viaje biológico en el tiempo. Cuando órganos trasplantables como corazones o riñones son extraídos del cuerpo de un donante, empiezan a morir tan pronto como se detiene el suministro sanguíneo; estos órganos sólo disponen de un par de minutos de vida. Pero gracias a soluciones especiales para preservarlos y a la congelación, estos órganos pueden soportar horas y miles de kilómetros hasta acabar en un receptor. El frío ralentiza procesos químicos que serían fatales en períodos de tiempo muy cortos.

¿Puede viajar la gente en el tiempo, al igual que los órganos conservados? Sorprendentemente, la respuesta parece ser afirmativa. Aunque no sucede casi nunca, algunas veces la medicina conserva a personas como si fueran órganos esperando un trasplante. Algunas intervenciones quirúrgicas en los vasos principales del corazón o el cerebro, sólo pueden llevarse a cabo si se detiene por completo la circulación corporal [1; 2]. La detención total de la circulación sería normalmente fatal al cabo de 5 minutos, pero bajando la temperatura corporal hasta los 16ºC, se consigue que el organismo se mantenga vivo, en una especie de estado "apagado" durante cerca de 60 minutos [3]. Con sustitutos sanguíneos específicos o mayor enfriamiento hasta una temperatura de 0ºC, se puede prolongar la vida hasta las tres horas, sin latido del corazón, ni circulación [4]. A pesar de que actualmente no hay un uso quirúrgico para la detención circulatoria durante varias horas [5], en el futuro podrá aplicarse para permitir la reparación quirúrgica de heridas causadas por traumas severos, antes de restablecer la circulación sanguínea [6].

Mientras algunos procesos biológicos simplemente se ralentizan por congelación, otros se detienen por completo. La actividad cerebral es un ejemplo importante; la actividad eléctrica en el cerebro suele detenerse a temperaturas inferiores a los 18ºC, y desaparece por completo en todos los casos cuando se alcanzan temperaturas de congelación [7]. Y se puede sobrevivir a esas temperaturas. De hecho, el cerebro no sólo puede recuperarse tras ser "apagado", sino que los cirujanos suelen emplear fármacos para obligar al cerebro a "apagarse" cuando la temperatura no es suficiente para lograrlo [8]. Y hacen esto porque si el cerebro se encuentra activo cuando se detiene la circulación, los remanentes de energía vital pueden reducirse hasta llegar a causar la muerte. Esto nos recuerda que la muerte no se produce cuando la vida se apaga; la muerte se produce cuando la química de la vida se daña de forma irreversible.

Pero la cirugía especializada no es el único caso en el que se detiene la actividad cerebral para luego reiniciarla. Un simple paro cardíaco, a temperatura corporal normal, también ocasiona que la actividad eléctrica del cerebro se detenga unos 40 segundos [9]. El corazón puede estar parado durante ese tiempo varias veces y no causaría daños importantes en el cerebro. Los anestésicos, por ejemplo los barbitúricos, pueden bajar el nivel del EEG (actividad eléctrica cerebral) durante horas, sin afectar la recuperación posterior [10]. Esta eliminación prolongada de la actividad cerebral e inducida por fármacos se emplea, en ocasiones, como tratamiento de daños cerebrales [11]. Los pacientes no salen de ese coma como pizarras en blanco, como es lógico, un humano no requiere de operaciones continuas como los chips informáticos. El cerebro almacena la memoria a largo plazo en estructuras físicas, no en patrones eléctricos efímeros.

Tal vez, el ejemplo más extremo de cerebros totalmente detenidos que funcionan de nuevo son los experimentos de Isamu Suda, que aparecieron en el boletín Nature [12] y alguna otra publicación [13] en 1966 y 1974. Suda mostró la recuperación de la actividad EEG en cerebros de gatos reanimados con sangre templada tras conservarlos a una temperatura de –20ºC durante 7 años.

Los experimentos reversibles en los que toda actividad eléctrica se detiene y la química se aproxima al paro virtual, desmienten la creencia del siglo XIX de que hay una "chispa de la vida" en las cosas vivientes. La vida es química. Si la química de la vida se conserva de forma adecuada, existe vida; si la estructura química y la organización de una mente humana se conserva de la forma adecuada, entonces existe una persona.

Los cerebros congelados de gato de Suda se deterioraban con el paso del tiempo. Los cerebros descongelados después de 5 años presentaban patrones de EEG casi idénticos a los obtenidos antes de la congelación. Pero los descongelados después de 7 años, presentaban una actividad ralentizada. A una temperatura de –20ºC aún se puede apreciar la existencia de agua en estado líquido en una solución concentrada de cristales de hielo. El deterioro químico se produce en esa solución líquida fría.

Preservar la química de la vida durante períodos ilimitados de tiempo requiere temperaturas inferiores a –130ºC [14]. Por debajo de esta temperatura, cualquier posible líquido que no se haya congelado en cristales de hielo, sufre una "transición vítrea". Las moléculas se adhieren a sus vecinas por medio de lazos débiles de hidrógeno. En lugar de moverse de un lado a otro, las moléculas vibran en un solo lugar. Y sin el movimiento libre de las moléculas, toda la química se detiene.

Para que las células sobrevivan a este proceso, debemos añadirles sustancias químicas llamadas crioprotectores. Los crioprotectores, como el glicerol, son pequeñas moléculas que penetran libremente en las células y limitan el porcentaje de agua que se convierte en hielo durante el proceso de congelación. Esto permite a las células sobrevivir a la congelación gracias a bolsas aisladas de solución anticongelante entre los cristales de hielo [14]. Por debajo de la temperatura de transición vítrea, las moléculas de esas bolsas quedan atrapadas y las células se conservan dentro de esa mezcla de agua cristalizada y crioprotector.

La técnica de conservar células individuales por congelación fue demostrada por primera vez hace un siglo [15]. Ahora se aplica de forma rutinaria en diferentes tipos de células, incluyendo embriones humanos. Conservar tejidos organizados mediante congelación ha resultado ser mucho más complicado. Mientras que las células aisladas pueden acomodar hasta un 80% del agua que las rodea cuando se congela, los órganos son mucho menos compresivos ya que no hay espacio entre las células para que se genere el hielo [16]. Los cerebros de gato de Suda sobrevivieron a la congelación ya que la temperatura relativamente templada de –20ºC, hacía que pequeñas cantidades de glicerol evitaran la formación de hielo entre las células, dentro de unos límites tolerables.

En 1984, el criobiólogo Greg Fahy propuso una nueva solución al problema de la conservación de tejidos complejos a baja temperatura [17]. En lugar de congelarlos, Fahy propuso cargar los tejidos con tanta cantidad de crioprotector que se evitara la formación de hielo a cualquier temperatura negativa. Por debajo de la temperatura de transición vítrea, todos los órganos se convertirían en sólidos cristalizados (sólidos con la estructura molecular de un líquido), evitando así los daños ocasionados por el hielo. Este proceso se denominó "vitrificación". La preservación por vitrificación, demostrada por primera vez con embriones [18], se ha aplicado a diferentes tipos de células y tejidos de complejidad cada vez mayor. En el año 2000 se demostró la vitrificación reversible de vasos sanguíneos trasplantables [19].

Nuevos avances en la reducción de la toxicidad de las soluciones vitrificantes [20] y en la adición de moléculas sintéticas bloqueadoras de hielo [21; 22], se siguen produciendo paso a paso. En el año 2004 se realizaron trasplantes de riñones de conejo después de estar sometidos a temperaturas de –45ºC [23]. Estos riñones fueron sometidos al tratamiento de protección sustituyendo más de la mitad del agua que albergaban por productos químicos vitrificantes. Sorprendentemente, los órganos pueden sobrevivir a este tratamiento extremo si las sustancias químicas se introducen y se extraen a bajas temperaturas de forma muy rápida.

La vitrificación reversible de los órganos principales es una posibilidad razonable a alcanzar en esta década. Pero, ¿qué pasa con la vitrificación de animales enteros? Ese es un problema más complicado. Algunos órganos, como los riñones o el cerebro, son órganos privilegiados para la vitrificación debido a su alto flujo sanguíneo, lo que permite que las sustancias químicas penetren y salgan de ellos antes de que se produzcan efectos tóxicos. La mayor parte de tejidos no sobrevivirían a una exposición de sustancias químicas durante el tiempo necesario para absorber una concentración suficiente que prevenga de la congelación.

Resulta útil distinguir entre la vitrificación reversible y la vitrificación morfológica. La vitrificación reversible es aquella en la cual los tejidos se recuperan del proceso de vitrificación en un estado viable. La vitrificación morfológica es aquella en que se conserva un tejido sin congelarlo con una buena preservación estructural, pero en la que resultan dañadas una serie de enzimas clave u otras biomoléculas por las sustancias vitrificantes. Quedó constancia fotográfica de la vitrificación morfológica de un riñón en el artículo original de Fahy [17], pero 20 años después, aún se persigue la vitrificación reversible de un riñón.

Según todo esto, ¿cuáles son las posibilidades de vitrificar reversiblemente a un humano? En teoría es posible, aunque las posibilidades aún están lejanas. La vitrificación morfológica de la mayoría de los órganos y tejidos del organismo ya es posible, pero transformar la vitrificación morfológica en reversible requerirá de conocimientos fundamentales de los mecanismos de toxicidad de los crioprotectores y, por tanto, intervenir en dichos mecanismos.

Si se desarrolla la vitrificación reversible de humanos en las próximas décadas, ¿qué aplicaciones tendría este tipo de "animación suspendida"? Se ha sugerido que una de ellas podría ser los viajes espaciales, pero, los viajes en el tiempo (y en especial los viajes médicos en el tiempo) parecen ser la aplicación primaria. Las personas que mueren de enfermedad, especialmente los jóvenes, y que esperan ser tratados en años venideros, serían los más interesados en probar esta nueva tecnología de animación suspendida. Los gobiernos seguramente no permitirían que nadie, excepto los moribundos, se sometan a un proceso tan extremo, sobre todo en los comienzos. Las aplicaciones a viajes espaciales, llegarían mucho después.

El viaje médico en el tiempo, por definición, implica la anticipación tecnológica. En algunos casos, esa anticipación puede ir más allá de la simple curación de una enfermedad. Después de todo, si las personas son criopreservadas para futuros tratamientos, ¿qué ocurre con los tratamientos futuros para las imperfecciones del actual proceso de preservación? A medida que se acercan las posibilidades médicas de la animación suspendida reversible, la tentación por simplificarla se hará mayor. De hecho, mucha gente ya lo está haciendo.

En 1964, cuando la ciencia de la criobiología aún estaba en pañales, Robert Ettinger propuso congelar personas recién fallecidas hasta que la ciencia pudiera resucitarlas [24]. Esta propuesta asumía que la causa de la muerte, los estados iniciales de la muerte clínica, y la preservación, serían reversibles en el futuro. Incluso se invertiría el envejecimiento. Esta propuesta se hizo en la ausencia total de un conocimiento detallado de los efectos de la detención del flujo sanguíneo o de la congelación del cuerpo humano. Esta propuesta se conocería más adelante como "criónica".

La criónica tuvo la habilidad de sortear los obstáculos legales para criopreservar personas, actuando en el otro lado de la línea legal divisoria de la muerte. En cualquier caso, 40 años después y en razón de la cantidad de gente involucrada y la aceptación científica del campo, la criónica sigue siendo una práctica alternativa. ¿La razón? Seguramente porque actuando como lo hace, la criónica se ve más como un sepelio que como medicina. Hay organizaciones como el Cryonics Institute que están autorizados para funcionar como cementerios. Se anuncia que profesionales funerarios ofrecen sus servicios allí, como si eso fuera una promoción. Hoy en día, los diccionarios definen la criónica como "congelación de seres humanos muertos". ¿Y aún nos asombra que la criónica sea tan impopular? ¡Es un error por definición!

Pero, ¿está justificado biológicamente este punto de vista? En la década de los 80, otra organización, la Alcor Life Extension Foundation, adoptó un entendimiento diferente de la criónica. Bajo el liderazgo del investigador en cirugía cardiotorácica Jerry Leaf y el técnico en diálisis Mike Darwin, Alcor trasladó los métodos de la medicina moderna a la criónica. Lo que Alcor buscaba era validar cada paso de su proceso de criopreservación como reversible, comenzando por mantener la vida inmediatamente después de un paro cardíaco, y manteniendo durante horas, la circulación con soluciones que sustituyeran la sangre. Leaf y Darwin mostraron que grandes animales podrían ser reanimados con éxito después de estar varias horas sometidos a temperaturas próximas a la congelación, y bajo condiciones similares a aquellas que se daban en las primeras horas de casos criónicos reales [25]. Los índices hematológicos y de oxígeno obtenidos en casos criónicos reales demostraron, más tarde, que la aplicación de técnicas de soporte vital (resucitación cardiopulmonar mecánica y máquinas de circulación extracorpórea) podían mantener biológicamente vivos a sujetos tratados criónicamente, incluso en un estado de paro cardíaco y muerte legal [26].

Al día de hoy, todo esto sitúa a la criónica en una posición interesante. Se la estigmatiza como algo que no puede funcionar, ya que los sujetos están legalmente muertos; y en circunstancias ideales, estos sujetos están aparentemente vivos si atendemos a todos los criterios indicadores, exceptuando el pulso. En principio, son biológicamente iguales a los pacientes que se someten a operaciones a corazón abierto a pesar de las etiquetas legales. La fase de criopreservación de la criónica, aún no es reversible, pero los especialistas dirían que esto no implica muerte, ya que la muerte sólo ocurre cuando la bioquímica se daña de forma irreversible, y la "irreversibilidad" depende por completo de la tecnología.

Para aclarar estos temas, los crionicistas han propuesto el "criterio teórico de información" para establecer la muerte [27]. Según este criterio, uno no muere cuando se detiene la vida (esto ya lo sabemos gracias a la medicina clínica), ni cuando se daña la bioquímica, sino que sólo se muere cuando la bioquímica está tan dañada que ninguna tecnología, ni siquiera la nanotecnología molecular [28], pueden restablecer estos niveles bioquímicos con la memoria intacta. De acuerdo con esto, alguien que hubiera sufrido días atrás un paro cardíaco en la selva estaría realmente muerto. Pero alguien que sufriera un paro cardíaco de unos pocos minutos y no estuviera expuesto durante un largo período de tiempo a la toxicidad del crioprotector durante la vitrificación morfológica, tal vez no.

Tanto si uno acepta este criterio teórico de información como si no, la criónica moderna que aplica los equipos de soporte vital para reanimar el cerebro después de la muerte legal, plantea temas importantes. Entre ellos, el hecho de que la criónica no puede ser descartada simplemente por decir que sus pacientes están muertos. Dos minutos de paro cardíaco seguidos de un restablecimiento de la circulación no hacen un muerto. Debería existir una norma que impidiera pronunciar la palabra "muerto", cuando hablamos de criónica. Es una difamación que no implica nada científico.

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