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La década dorada: inversiones españolas (página 2)



Partes: 1, 2, 3

En la industria sobre salta la fuerza que más dinamismo le imprime al desarrollo económico. Todas las naciones que gozan de un alto nivel de desarrollo han pertenecido al mundo industrializado. y por el contrario , los países sin industria, o con una actividad insuficiente, sufren por el rasgo común de las regiones subdesarrollada, las industrias se halla presente en todo cuanto contribuye a generar el progreso de la economía, y estas son las principales razones que justifican la conveniencia de promoverla industrialización como objetivo del más alto interés nacional para América latina.

Panorama de la economia latinoamericana

El Fondo Monetario Internacional (FMI)

Previa un aumento promedio de alrededor del 4,3% en el 2001. Además, la austeridad fiscal y monetaria, en gran parte de los países, ha tenido como resultado una inflación decreciente en la región. Esta austeridad fiscal, junto al favorable contexto internacional, posibilitaron una rebaja de déficit fiscal al situarlo en el 2,4% del PIB, frente al 3% del año anterior.

Casi todos los países flexibilizaron sus políticas monetarias para lograr una mas rápida reactivación económica, reduciendo sus déficits fiscales, aunque encontraron un escollo en el aumento de los precios del petróleo, los países no productores incluyendo de esta manera en el crecimiento de la inflación.

 Banco Mundial (BM)

Las perspectivas económicas del Banco Mundial, analizadas en su informe Global Economic Prospects 2001, pronostican un decenio de crecimiento moderado y sostenido en el contexto económico internacional, con un incremento previsto del 4,1% del PIB en el año 2001 y un potencial para duplicar el crecimiento per cápita de la pasada década, gracias a la estabilización de los mercados financieros internacionales y al florecimiento del comercio mundial. Para América Latina, el pronóstico de crecimiento del PIB es del 4,1% en el año 2001 y del 4,3% en el 2002, mientras que el crecimiento per cápita en los próximos diez años se estima entre el 3 y 3,3%, el doble del experimentado en la pasada década.

Las previsiones económicas a largo plazo, según indica el informe, están sustentadas en la tendencia hacia la aplicación de políticas de mercado en las economías más grandes, la posibilidad de aprovechar los avances tecnológicos y el incremento de la inversión extranjera directa. No obstante, estas economías en desarrollo continuarán enfrentándose a serios peligros en los años venideros, en especial, la posibilidad de una mayor inestabilidad de los mercados financieros, una abrupta desaceleración del crecimiento estadounidense, cambios bruscos en los precios del petróleo y pérdida del impulso al proceso de reformas internas.

Se ha experimentado una mejora sostenida de indicadores macroeconómicos tales como inflación, desempleocapital humano, flujos de inversión y tasas de cambio. La inflación declinó del 24% al 6% en promedio durante la última década, a excepción de Ecuador. El desempleo cayó y los salarios reales aumentaron en Brasil, Chile y México, en comparación con las tasas promedio de 1999, pero el desempleo sigue siendo alto en Argentina y Colombia. En cuanto a la inversión real experimentó un incremento del 2%, sustentado en sólidos flujos de inversión extranjera directa, los cuales subieron del 1% a casi el 4%, mientras que la apertura e integración hicieron que el flujo comercial se duplicara en los últimos diez años.

Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)

Según el Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe 2000, Publicado por este organismo, el PIB de la región se expandió a una tasa media anual del 4% durante el año 2000, lo que permitirá concluir la década de 1990 con una tasa media anual del 3,3%. La recuperación del 2000, contrasta con el prácticamente nulo crecimiento de 1999 (0,3%) y la modesta expansión de 1998 (2,3%), aunque estará por debajo del registrado durante 1997 (5,3%). Por su parte, el producto por habitante aumentó un 2,4%, con lo que se acumularía un incremento de casi un 7% en los noventa.

Este crecimiento se basó, principalmente, en el auge de las exportaciones, si bien el consumo y la inversión también tuvieron una contribución positiva. No obstante, parte del incremento de la demanda global se basó en el comercio exterior, debido al incremento de las importaciones.

La situación económica adversa por la que atravesaba la región desde finales de 1997 no se ha disipado totalmente, puesto que para la mayoría de los países persisten las restricciones de financiamiento externo.

Los países exportadores de petróleo se han visto favorecidos por la notable alza de los precios en el mercado internacional, mientras que los no exportadores debieron afrontar un deterioro en la relación de intercambio, lo que dificultó la reactivación.

La economía internacional .siempre un factor clave para la región. Registró tendencias contradictorias en el 2000. El alto crecimiento mundial favoreció las exportaciones de la región y el comercio intrarregional repuntó sustancialmente. Sin embargo, las tendencias en los precios fueron dispares: el petróleo se incrementó un 60% y los minerales subieron un 8%, mientras determinados productos agrícolas sufrieron caídas de precios.

Dado el tamaño de sus economías, la fuerte expansión de México (7%) y el crecimiento más moderado de Brasil (4%) explican la reactivación de la economía regional, ya que los restantes países, en conjunto, sólo crecieron un 2,2%.

En este sentido, es muy interesante analizar el impacto que esta desaceleración económica ha tenido sobre toda la región de América

Latina. Puesto que EE.UU. constituye el mayor mercado de exportación, el impacto comercial ha sido considerable.

Hay que señalar que la tasa de inflación media para la zona ha sido de un 9% en el año 2000, ligeramente inferior a los tres años precedentes.

También es destacable que 17 de los 22 países analizados registras en inflaciones de un solo dígito (el contrapunto estuvo en Ecuador, donde la tasa alcanzó un valor del 97%, superando el 60% registrado en 1999). Los ajustes cambiarios experimentados por varios países de la región en los últimos dos años no tuvieron mayor efecto sobre la inflación, a pesar de la recuperación productiva de este año. Argentina, por el contrario, obtuvo un nuevo descenso de los precios al consumo.

Una mayoría de países enmarcó en el 2000 su política macroeconómica definida por el deseo de flexibilizar la política monetaria para reactivar la economía, la voluntad de reducir los déficits fiscales y la necesidad de responder a los vaivenes de los mercados financieros internacionales.

Este marco se vio dificultado por el aumento de precio de los combustibles y su impacto sobre la inflación.

Un mejor contexto económico y la austeridad de la política fiscal ayudaron a disminuir el déficit fiscal al 2,4% del PIB, tras alcanzar en 1999 su nivel más alto de la última década, un 3%. En los países exportadores de petróleo hubo una destacada recuperación de los ingresos públicos y la mayor actividad económica y la recuperación del consumo permitieron incrementar los ingresos indirectos.

Los menores tipos de interés y una mayor estabilidad del tipo de cambio contribuyeron a reducir el peso de la deuda. En lo que respecta a los mercados cambiarios, éstos siguieron reacomodándose en el 2000, aunque con mayor tranquilidad. Se registró una menor volatilidad y se mantuvo la tendencia a la devaluación real (1,5% de promedio). Algunos países optaron por la dolarización (casos de Ecuador y El Salvador) para solventar sus problemas cambiarios.

Evolución económica en América Latina

América Latina se enfrentó durante el 2001 a un escenario externo más adverso que el percibido a finales del 2000. Debido a condiciones externas mucho menos favorables que las previstas originalmente y a situaciones internas adversas (problemas de abastecimiento de energía eléctrica en Brasil, demandas internas débiles y problemas políticos en otros países como Argentina para finalmente situarse en un 0,5%62) siendo probable que el año 2001 resulte decepcionante para América Latina.

Se esperaba para 2001 una expansión del PIB del 2%, tras las diversas revisiones a la baja realizada lo que supone la mitad del crecimiento logrado en el año 2000.

Esta tasa de crecimiento está acompañada de un sostenido descenso de la inflación (el promedio regional del primer semestre se redujo a menos del 8%) y de un estancamiento del elevado desempleo (equivalente a alrededor del 8,5% de la fuerza de trabajo de la región). Además, se prevé una expansión del déficit en cuenta corriente, que ascendería a 58.000 millones de dólares (3% del PIB), después de haber alcanzado los 47.000 millones el año 2000 (2,5% del PIB) debido a la disminución del excedente venezolano a consecuencia del descenso en los precios del petróleo.

A continuación, se presentan los puntos más sensibles y que inciden negativamente sobre el desenvolvimiento económico en toda la región:

Efectos sobre el comercio

El ritmo de expansión del comercio se ha reducido casi a la mitad con respecto al 2000. El crecimiento de las importaciones pasaría del 13,5% al 7% y el de las exportaciones del 9% al 5% (observándose durante el primer semestre una contracción más en las exportaciones). Para América Latina en su conjunto, el mercado norteamericano representa más de la mitad de sus exportaciones (cifras muy influidas por el comercio de México, origen de la mitad de las exportaciones latinoamericanas) y la desaceleración norteamericana ya comienza a dejarse notar: las proyecciones para el comercio de aquella zona muestran un fuerte descenso respecto a las tasas de 2000 (las exportaciones de bienes crecieron en torno al 5,5% frente a casi 20% del año anterior, mientras que las importaciones lo harán en torno al 7,5% comparando con el 16,4% del año 2000).

Efectos sobre el financiamiento

A comienzos del año 2001 se pensaba, a raíz del plan de financiamiento multilateral aprobado para Argentina y las reducciones de las tasas de interés en los Estados Unidos, que el déficit de la cuenta corriente previsto para la región en 2001 se podría financiar con capitales nautónomos. Los dos primeros meses mostraban una continuación de la tendencia de leve recuperación de las reservas internacionales de la región, que alcanzaron 164.000 millones de dólares (el nivel más alto registrado desde la declaración de la moratoria rusa).

Desempeño económico interno

Después de la satisfactoria recuperación de las economías de América

Latina en el año 2000, la expansión del nivel de actividad se redujo en el 2001. El producto del conjunto de la región preveía un incremento del 2%, para situarse el PIB por habitante en un 0,5%. En particular, destaca el desempeño adverso de las mayores economías de la región.

La tasa de crecimiento de México, que alcanzó el 7% en el 2000, se reduciría a una tercera parte debido al fin del ciclo expansivo estadounidense, al que destina la mayor parte de sus exportaciones. En Brasil, una severa crisis en el abastecimiento de energía eléctrica, sumado al deterioro del entorno exterior, ha propiciado un frenazo en su crecimiento, y en Argentina la situación económica es muy preocupante, al desaparecer el financiamiento externo y no conseguir reducir el déficit fiscal.

Inversión, inflación y empleo

La expansión de la inversión bruta total en el año 2000 no se ha podido repetir en el 2001. La importante bajada de las corrientes de capital hacia varios países de la región, a raíz de las expectativas poco favorables de los inversionistas internacionales, han impedido alcanzar los niveles de inversión precedentes. Uno de los países más sensibles a esta disminución ha sido México, que en el año 2000 registró un incremento del 9% y que finalmente ha sufrido un retroceso del 16%. Chile y Brasil mostraron en el primer trimestre un aumento importante de la inversión aunque esta situación se revirtió a partir del segundo, mientras Argentina, Perú y Uruguay continuaron registrando caídas en los niveles de inversión al igual que en años anteriores. Por último, Colombia y Venezuela han mostrado favorables perspectivas, y se espera una mejora de la inversión en ambos países.

Por lo que respecta al empleo, la mejoría de la situación laboral a nivel regional, observado el año 2000 en lo que a generación de empleo se refiere, tiende a frenarse y a revertirse, debido a la desaceleración de la actividad económica en el 2001. La tasa de ocupación bajó al 52,6% durante el primer semestre en ocho países, comparado con el 52,9% del mismo período en el año anterior. A ello contribuyó la caída de este indicador en las economías más grandes de la región, Brasil y México, disminuyendo también en Chile, y manteniéndose constante en Argentina, Colombia y Venezuela.

Cabe esperar que en el año en su conjunto, la caída en la tasa de ocupación sea aún más marcada. De esta manera, las proyecciones regionales apuntan a un mantenimiento de la tasa anual de desempleo en el 8,5%.

CEPAL. Situación de la economía latinoamericana después del 11 de septiembre.

Según el Balance Provisional Para la Economía Latinoamericana 2001 de la CEPAL, el nivel de actividad de las economías de América Latina y el Caribe creció escasamente en el 2001, con lo que se trunca la satisfactoria recuperación iniciada en 2000. A pesar de los excelentes augurios del FMI que preveía un 4,5% en el aumento del PIB. Este deterioro se fue manifestando a lo largo del año, dada la disminución del crecimiento económico mundial y el agravamiento de la crisis en Argentina hasta desembocar en la suspensión de pagos.

Efecto del 11 de septiembre

La tragedia del 11 de septiembre, agudizó los síntomas de recesión perceptibles en los principales países industrializados desde finales del

2000 o comienzos de 2001. En los primeros días de septiembre, todavía se esperaba una recuperación de la economía norteamericana para el año

2002. En octubre, las esperanzas de esa rápida salida de la recesión en Estados Unidos se habían esfumado, debido al fuerte deterioro de las expectativas de los consumidores e inversionistas, y los analistas ya no esperaban un crecimiento mucho mejor en el 2002 que el previsto para 2001 (1.2% y 1.1%, respectivamente, según la misma fuente). También se acentuó el pesimismo en las economías de Japón y Europa. Por lo tanto, el bienio 2001-2002 sería, según los analistas, el de peor desempeño de los últimos 30 años en materia de crecimiento mundial.

La mayor incertidumbre con respecto al futuro político y económico

Global podría afectar los flujos de inversión financiera y directa hacia economías emergentes. Esto constituye una llamada de atención para las autoridades económicas latinoamericanas, que deben fortalecer la capacidad interna de financiamiento de la inversión. La comunidad internacional no debería desaprovechar las señales de mayor solidaridad Norte-Sur que surgieron luego de los atentados, y que permitieron incorporar, en mayor medida, el punto de vista de los países en desarrollo en la agenda de las negociaciones comerciales. A su vez, estas nuevas perspectivas deberían permitir acelerar la reforma de la arquitectura financiera internacional.

Las reformas estructurales se desaceleran

El proceso de privatizaciones continuó la tendencia declinante, principalmente por el agotamiento natural del proceso. En gran parte de los países se está instrumentando el procedimiento de concesiones, lo que promete dar nuevo impulso a la cooperación de los sectores público y privado. A su vez, continuaron los esfuerzos para promover una mayor competencia interna.

El año 2001 fue prolífico en propuestas legislativas de reformas tributarias, que se promulgaron en Argentina, Chile, Colombia, Costa

Rica, Ecuador, Guatemala, Perú y República Dominicana, y aún están en discusión en México y Panamá.

En el área financiera se adoptaron medidas para evitar transacciones de origen ilícito en varios países del Caribe, se profundizó la supervisión bancaria en algunos países, y se adoptaron disposiciones para ampliar el mercado de capitales en otros. Contrariando la tendencia de los últimos años, Argentina y Venezuela adoptaron medidas de control sobre el movimiento de capitales.

Caída del comercio interregional

El comercio entre las Américas cayó casi cuatro por ciento en el 2001 con respecto al año anterior. Este descenso pone fin a una década de expansión en el intercambio comercial en el hemisferio occidental, que durante ese período aumentó a más del doble de la tasa de crecimiento de las exportaciones a otras regiones del mundo.

Las exportaciones de las Américas al resto del mundo bajaron un dos por ciento en el 2001. El comercio interamericano se vio afectado por la desaceleración en la actividad económica mundial, y particularmente por la abrupta caída sufrida en los Estados Unidos. Las exportaciones de algunos países latinoamericanos sufrieron por los descensos en los precios de materias primas, como el petróleo y el café. Por ello, tras la fuerte pero breve recuperación del 2000, este año las exportaciones latinoamericanas habrían bajado casi tres por ciento.

La caída fue especialmente abrupta en algunos países andinos y centroamericanos.

En términos regionales, sin embargo, la caída de cuatro por ciento en las exportaciones mexicanas fue el factor más relevante para el desempeño de la región debido al peso de México en el comercio exterior latinoamericano.

Vulnerabilidad de la economía latinoamericana después del 11 de

Septiembre

El Informe Económico del BID, presentado durante su Reunión de la

Asamblea de Gobernadores 2002, celebrada en la ciudad de Fortaleza

(Brasil), es un referente para el análisis, pues transcurrido el impacto económico y emocional del 11 de septiembre, fijaba con claridad las ambivalencias o, si se desea, incertidumbres que acechan a la región.

Ciertamente recoge un pesimismo, en parte producto de la situación internacional, que ha golpeado, como en anteriores crisis, al conjunto de las economías latinoamericanas. Ello demuestra una vez más que la vulnerabilidad y dependencia económica y financiera siguen tan presentes, como lo atestiguan aquellos amortiguadores diseñados para salvaguardarse ante los dolorosos y desestabilizadores impactos externos que no ha funcionado.

El desempeño económico de América Latina y el Caribe desde 1997 comprende tres fases definidas por sucesos externos. La crisis de las economías emergentes de Asia a mediados de 1997 marcó el comienzo de una fase de desaceleración. La crisis rusa, un año más tarde, precipitó a toda la zona en una recesión, que culminó con el inicio de una fase de recuperación a mediados de 1999.

A continuación se presentan los aspectos clave para la economía de

América Latina el 11 de septiembre:

Panorama internacional

Desde mediados de 1997, América Latina y el Caribe han sufrido una serie de choques externos adversos. A partir de la crisis de Asia, los precios de los productos de exportación y los términos de intercambio se han deteriorado de manera significativa. Los precios de los productos básicos, excluido el petróleo, han caído cerca del 26% desde el segundo semestre de 1997. Los términos de intercambio para algunos países no exportadores de petróleo, como Chile o Perú, han caído en un 20%.

Hasta fines del 2000, los países exportadores de petróleo venían beneficiándose de los altos precios del crudo, pero desde entonces el petróleo también ha entrado en esta tendencia descendente, que se agudizó después de los sucesos del 11 de septiembre.

Resultados macroeconómicos

A partir de la crisis asiática de mediados de 1997, el crecimiento económico en América Latina empezó a perder fuerza, y a raíz de la crisis rusa, se volvió negativo entre el tercer trimestre de 1998 y el segundo trimestre de 1999. Siguió entonces un período de fuerte recuperación, aunque de corta duración, propiciado en gran parte por el dinamismo de Estados Unidos. Las caídas en los términos de intercambio, la desaceleración del comercio mundial y el deterioro de las condiciones financieras internacionales pusieron fin a la recuperación económica que ocurrió entre mediados de 1999 y el primer trimestre del 2000. Desde entonces, las tasas de crecimiento han sido moderadas y han tendido a debilitarse aún más a medida que la situación externa se fue tornando más adversa. Para 2001 se prevé un crecimiento del orden del 1% para Amé-rica Latina y el Caribe en conjunto.

Perspectivas y desafíos de política económica

Las perspectivas de crecimiento para América Latina y el Caribe en

2002 son algo más positivas que las de 2001, pero hay amplio margen para mejoras. Aunque no se espera recesión en ningún país de la región, con la excepción de Argentina, las tasas de crecimiento previstas en la mayoría de los casos son inferiores al 4% y para la región en conjunto no llegan al 2%.

En estas circunstancias nada halagüeñas, son muchos los motivos de preocupación. El más acuciante es la situación en Argentina. Durante el primer semestre del año 2000, el consenso de los mercados era que el crecimiento en 2001 sería del 4% ó 5%. Los márgenes sobre la deuda no llegaban a los 600 centésimos de punto porcentual y el país gozaba de una buena calificación de riesgo. Posteriormente, el crecimiento pasó a ser negativo y los márgenes sobre la deuda alcanzaron niveles sin precedentes, precipitando la mayor cesación de pagos de la historia y la caída del gobierno.

FMI revisa a la baja sus proyecciones económicas

Desde que se publicó la edición de mayo de 2001 de: Perspectivas de la Economía Mundial, se ha deteriorado el panorama para el período

2001-02 y han aumentado los riesgos de que los resultados sean más desfavorables que los proyectados debido a los atentados terroristas del

11 de septiembre en Estados Unidos. Posteriormente, el FMI revisó a la baja las proyecciones de crecimiento para casi todas las regiones como reflejo de distintos factores, entre los que destacan: repercusiones de la desaceleración mundial más graves de las previstas, el retraso de la recuperación de Estados Unidos, el aumento más débil de la demanda interna y de confianza en Europa, las perspectivas de un período de crecimiento más lento en Japón, dado que este país sigue emprendiendo reformas estructurales (aunque esto tendrá beneficios considerables en el mediano plazo), la continua contracción del gasto en tecnología de la información, que afecta en particular a Asia, y el deterioro de las condiciones de financiamiento en los mercados emergentes, sobre todo en América Latina

Desaceleración mundial

El aumento del PIB se está desacelerando en casi todas las regiones del mundo y al mismo tiempo se observa una aguda reducción del crecimiento del comercio exterior. Ante esta situación, muchos países .Especialmente Estados Unidos han adoptado medidas macroeconómicas más expansivas, siendo las más recientes las de mediados de septiembre tras la ofensiva terrorista. Esto, aunado a la disminución paulatina de los precios del petróleo y de otras conmociones que contribuyeron a la desaceleración económica, ayudaría a sustentar la actividad económica y la confianza en el futuro. No obstante, persisten grandes incertidumbres y riesgos porque esta fase descendente del ciclo vuelve al mundo más vulnerable ante nuevos imprevistos, y persiste el riesgo significativo de una desaceleración más profunda y prolongada.

Países en desarrollo y en transición

Se han deteriorado también las perspectivas para la mayoría de los países en desarrollo y en transición. El crecimiento fue revisado a la baja de forma acusada en América Latina, cuya actividad económica ha sufrido nuevamente los efectos nocivos de las dificultades económicas, así como los vaivenes políticos de Argentina y otras peculiaridades, como la crisis de energía en Brasil. Se han desacelerado asimismo las entradas de capital en la mayoría de los países .con excepción de México, lo cual inquieta dadas las cuantiosas necesidades de financiamiento externo de la región. En cuanto a las economías emergentes de Asia, si bien el crecimiento de China mantiene su capacidad de recuperación, mucho países han sido golpeados duramente por la desaceleración del crecimiento mundial y el giro desfavorable que ha tomado el ciclo del sector electrónico, cuyo impacto fue exacerbado por los vínculos comerciales intrarregionales y lo sucedido en Japón. Las perspectivas de crecimiento se debilitaron moderadamente también en el Oriente Medio, debido a la baja de los precios del petróleo y a los recortes de la producción, además de la crisis que está padeciendo Turquía. El crecimiento proyectado en

África se redujo, pero aún se espera que sea más alto que en el 2000, gracias a las mejores condiciones climáticas y la disminución de los problemas de seguridad en varios países. En cambio, las perspectivas para las economías en transición permanecieron prácticamente iguales.

VI. Argentina. La primera crisis económica del siglo XXI. Lecciones para una economía global

Argentina, hace aproximadamente una década, se veía abatida por una incontrolada inflación que se situaba nada menos que en el 3.000 por ciento. Esta situación le situaba en una profunda recesión, soportando fuertes desequilibrios internos y externos, lo cual era especialmente grave por hallarse en un período en que deseaba superar anteriores tiempos sombríos de la dictadura militar.

Para lograrlo, el entonces ministro de economía Domingo Cavallo diseñó en enero de 1991 una medida audaz: la Ley de Convertibilidad, que ligaba el peso argentino al dólar americano en un régimen de igualdad.

El objetivo central que perseguía era erradicar radicalmente el proceso inflacionario, para retomar la senda de la estabilidad y el crecimiento económico. Los resultados no se hicieron esperar y fueron realmente extraordinarios, pues en un corto espacio de tiempo se logró contener la inflación, crecer al 5 por ciento, recuperar la credibilidad internacional y atraer nuevamente importantes flujos de capitales externos.

Desafortunadamente, transcurrida una década, la situación se ha vuelto extremadamente preocupante, pues lo que inicialmente se situaba en un problema económico, se ha extendido peligrosamente hasta transformarse en un muy serio y complicado problema social.

Argentina está viviendo el proceso de empobrecimiento más rápido de una sociedad en tiempos de paz. el PIB cayó casi un 4% en 1999, rompiendo así una tendencia creciente iniciada en 1995, se recuperó hasta el 1% durante el 2000, para bajar hasta el 5% en 2001, y se estima que disminuirá hasta el 12% en el año 2002. A su vez, la caída de la renta per cápita durante este período recesivo (los últimos cuatro años) se ha situado en un promedio del 28%, mientras que el desempleo lo ha hecho en el 30%. El índice de pobreza se ha situado durante el 2002 en el 40%. Sin duda, estas cifras nos sitúan en la peor recesión desde 1914, siendo más grave que la de los años treinta.

Las discusiones sobre las causas de la crisis económica actual, que golpea como nunca a Argentina, son muchas, intensas y bastante duras en sus juicios, aunque en ocasiones hasta resultan exculpatorias.

Unos directamente culpan a la Ley de Convertibilidad como causante directo de una debacle anunciada. Otros, que fueron los malos manejos de las cuentas públicas; los demás, que el excesivo endeudamiento exigen ajustes fiscales que reducen las perspectivas de crecimiento. Mientras que otros achacan la falta de actuación de los organismos multilaterales, particularmente del Fondo Monetario Internacional (FMI), lo que llevó al país a esta situación caótica.

Al igual que sucediera con la crisis de la deuda externa en los años ochenta, también de esta crisis se desprenden varias lecciones que otros países en desarrollo deberían tener muy en cuenta para no incurrir en esta situación. A continuación se exponen algunos de los puntos que considero más importantes, es decir, las «lecciones más visibles», siendo éstas abiertas a la reflexión.

La primera y más visible es que, a pesar de todo: la «teoría económica» funciona. Lo demuestra que la combinación de déficits fiscales crecientes, causados por malos manejos administrativos y exceso de burocracia cuando no por una abierta corrupción, una tasa de cambio fija, que restringía la política monetaria, encadenando las reservas internacionales del país con su circulante interno, provocando una falta de financiación tanto para el gobierno como para el sector privado, dibujaban un panorama insostenible, que suponía una pérdida de confianza en el contexto internacional, todo lo cual condujo irremediablemente a una situación explosiva: la quiebra.

La segunda lección, altamente importante: demuestra que en una economía global prima la confianza internacional. Mirando en retrospectiva, el cambio de opinión en los mercados financieros internacionales sobre Argentina no deja de ser sorprendente.

Recordemos que durante el primer semestre del 2000, el consenso de los mercados era que el crecimiento en el 2001 sería del 4% ó 5%. Los márgenes sobre la deuda se situaban en los 500 puntos básicos, en tanto que el país gozaba de una buena calificación de riesgo. Iniciado el año 2001, el crecimiento empezó a ser negativo y los márgenes sobre la deuda alcanzaron niveles sin precedentes, disparando los «spreads» que llegaron a rebasar los 900 puntos básicos, mientras que el riesgo país se situaban en cotas insospechadas. Así las cosas, la credibilidad internacional, tenían como parámetros centrales, la evolución fiscal que debía hacer frente al alto costo de la deuda y el monto elevado del financiamiento del sector público. La tercera lección, confirma: que funciona la «teoría económica». Nos dice que no se pueden mantener políticas contrapuestas. Sin dudas, factores externos como los señalados, no llegan por sí solos a explicar en su totalidad el excepcional deterioro de la economía Argentina, pues otros países de su entorno, con problemas similares han sido capaces de hacer frente a esta situación. Existen por tanto, razones de indudable peso interno, que certeramente explican cómo se llegó a tamaña situación. En efecto, el punto álgido del problema, se encuentra en la propia situación interna, reconocida en el mantenimiento a ultranza de la política monetaria, que generaba altas incompatibilidades con una política presupuestaria fuertemente expansiva, como lo demuestra que durante este período el gasto público se incrementó en un 150%, cuando el PIB nominal lo hizo en un 40%, lo cual provocaba que las tasas de interés continuaran muy altas, atrapando inexorablemente al país en un trágico círculo, donde los ajustes fiscales necesarios para el pago de la deuda externa reducían las perspectivas de crecimiento, lo cual hacia retroceder rápidamente la confianza de los mercados e inversores internacionales.

Para contrarrestarla, se acometieron rápidas reformas, realizando ajustes macroeconómicos y fiscales, aplicando a su vez, recortes desconocidos en los salarios públicos y la seguridad social. A estas decisiones, le acompañaban fuertes medidas para mejorar la estructura de la deuda y reducir los desequilibrios fiscales hasta situarlos en 6.500 millones de dólares (2001), desafortunadamente no se vieron cumplidos, pues solo durante el primer trimestre se situó en 4.000 millones de dólares.

La cuarta y bien reconocida es: la debilidad del sistema político e institucional argentino, cuya descomposición y corrosión provienen de antiguo, aunque en estos momentos tan críticos su papel sea determinante para hallar una solución a la crisis.

Políticamente el anterior presidente Fernando De la Rúa, junto a su ministro de economía Domingo Cavallo y ahora sus respectivos sucesores; Eduardo Duhalde y Jorge Remes, todos ellos de larga trayectoria política, no contaban entre sus planes que el FMI y la comunidad financiera internacional, optaran por el camino que han tomado; «no realizar nuevos desembolsos», pues consideran que serían «dilapidados» como anteriores créditos, que se aplicaban para tapar reiterados incumplimientos, consecuencia de una economía con escaso control y baja solvencia.

Anne Krueger (Subdirectora del FMI) así lo ha expresado: «no se tiene intención de conceder préstamos si existe el riesgo de que se malgaste el dinero». Respecto al orden institucional, la actitud del gobierno ha sido, de manera reiterada, la de no respetar la seguridad jurídica, estos es, el incumplimiento de los contratos en el tráfico jurídico y en última instancia al propio Estado de Derecho.

Las quinta, aunque no menos importante, no es menos visible: se constata el «endurecimiento» de la política de intervención económica llevada a cabo por Estados Unidos en otros países del mundo. Contrario a lo que ocurría durante el gobierno de Bill Clinton, el Secretario del Tesoro; Paúl O´Neill y su Subsecretario para Asuntos Internacionales; John Taylor, han sido claros en sus planteamientos, al decir que ni el gobierno de Estados Unidos ni el Fondo Monetario Internacional, intervendrán en economías extranjeras a menos que exista un riesgo real para el sector financiero norteamericano.

Por otro lado, la sexta lección, realmente novedosa, apunta a que: se nota una mayor amplitud de miras de los inversionistas norteamericanos respecto a la región. América Latina, ya no es vista como «el continente debajo del Río Grande». Durante la crisis asiática y rusa, el mercado de capitales internacionales se cerró para nuevas emisiones soberanas, acontecimiento que no ha sucedido con la crisis Argentina. Unas semanas después de la explosión en este país austral, México colocó 1.500 millones de dólares en el mercado norteamericano, y Brasil hizo lo propio con 1.250 millones.

Adicionalmente, también las tasas de interés reflejan una diferenciación, pues México pago por sus bonos el 7,76 por ciento, mientras que Brasil lo hizo al 12,5. Esto da prueba, que los mercados han sido capaces de discernir de forma efectiva la situación de los distintos países. A su vez, el efecto contagio no ha dado origen ha una situación de contagio generalizado en la región.

VII. Los procesos de integración económica en América latina. Del panamericanismo al ALCA. Implicaciones para la Unión Europea y España

Dentro de la actual dinámica económica integradora y globalizadora, que persigue una supresión de las barreras arancelarias y una mayor facilidad para los acuerdos y transacciones comerciales entre países, cuyos ejemplos más destacados son la Unión Europea, MercosurNafta, se enmarca el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).

Pero los antecedentes de este proyecto se remontan muchos años atrás. Se encontrarían en los comienzos del «Panamericanismo». Una fuente de información, de secular objetividad y veracidad, define aquel término, dentro de los panismos: «No puede considerarse un movimiento propiamente dicho. La conferencia de 1890 creó la Unión Panamericana, con sede en Washington. El órgano directivo de la Unión estaba compuesto por el Secretario de Estado de los Estados Unidos y los representantes de todos los países iberoamericanos.

Ya en 1881, el secretario de Estado, John Baine, lanzaba la idea de una Conferencia Panamericana ya que, opinaba, «las cosas habían madurado y se acercaba el momento en que Estados Unidos podría desplazar a Europa en el comercio con América». De esta manera, todo quedaba listo para la Primera Conferencia que se celebraría en 1889. El autor españolCamilo Barcia Tréllez escribiría años más tarde al respecto: «El panamericanismo nace en Washington, es fomentado desde Washington y en un principio acogido con frialdad no exenta de desconfianza por parte de la América Ibérica. Su fin no es anexionista; persigue otra realización: asegurar el predominio industrial de los Estados Unidos en el Nuevo Mundo».

La guerra hispano-norteamericana de 1898 interrumpió el desarrollo de ese proceso, y lo reemplazó por una actitud impositiva que, para buscar aliados en su penetración económica, no dudó en apoyar gobiernos no democráticos. Esa política contribuyó decisivamente al surgimiento del anti-imperialismo latinoamericano, que alcanzó su apogeo en la revolución cubana de 1959 y sus secuelas guerrilleras continentales a lo largo de la Guerra Fría. El fin de ese conflicto, como lo han demostrado las cumbres de las Américas de Miami (1994), Santiago de Chile (1998) y Quebec (2001), ha disipado en gran parte esa atmósfera de desconfianza mutua.

En sus primeros cien días al frente de la Casa Blanca, George W. Bush ha recibido a los presidentes de Canadá, México, Colombia, Brasil, Chile y Argentina, en una clara demostración del interés que concede su administración a los asuntos hemisféricos. Entre sus primeras visitas al exterior destacan las que se han dirigido a México y Canadá.

La idea fuerza es crear desde Alaska a Tierra del Fuego una zona donde circulen libremente «capitales y mercancías». El ALCA comprendería las economías de los 34 países del continente americano (todos, excepto Cuba) para crear el mayor área de libre comercio del mundo.

Entre los rasgos más significativos se puede mencionar:

  • 780 millones de personas.

  • 20 % del comercio mundial.

  • % del PIB mundial.

  • El PIB del ALCA es mayor en un 30 % al de la UE.

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Participación del PIB hemisférico, 1998.

Los países del Sur, con Brasil a la cabeza, tratan de proteger su mercado e industrias con altos aranceles y subvenciones que les otorguen una clara ventaja frente a otros países de su entorno. El gran interrogante reside en saber cómo se podrá articular un mercado integrado por 34 países con importantes desigualdades económicas, sociales y políticas. Baste decir que tan sólo EE.UU. y Canadá acaparan el 82% del PIB regional y, por tanto, sólo un 18% del mismo se lo reparten entre los 32 países restantes.

 El ALCA. Acuerdos e implicaciones del tratado

Los acuerdos en el marco del ALCA avanzaron de manera adecuada, la mayoría de ellos ha dejado de lado una de las ideas fuerzas de las primeras negociaciones: la contribución activa del gobierno de los EE.UU para reducir el problema de la deuda externa latinoamericana, a través de mecanismos generados con la colaboración de los organismos financieros internacionales, y las ayudas para iniciar las reformas estructurales pendientes.

Hay que señalar que la primera condición para el éxito de las negociaciones es la autorización para promover nuevos acuerdos comerciales (el antiguo fast track o vía rápida) que el presidente de EE.UU., George Bush, se ha comprometido en Quebec a conseguir antes de final de año. En este sentido, es necesario indicar que la última vez que el Congreso concedió esta autorización fue a George Bush padre, lo que permitió firmar el Tratado de Libre Comercio con México y Canadá.

Los países latinoamericanos lo exigen para evitar que las Cámaras estadounidenses puedan modificar sustancialmente los acuerdos alcanzados con el Gobierno Bush.

Finalmente, es importante destacar que la evolución de las negociaciones estuvo marcada durante la segunda mitad de los 90 por un contexto global y regional muy particular. Desde el punto de visa global, se pueden mencionar algunos acontecimientos que condicionaron la evolución de ALCA:

  • a) Culmina la Ronda Uruguay y se crea la OMC después de muchos años de negociación, lo cual implica un avance en el proceso de liberalización comercial a nivel mundial.

  • b) La economía norteamericana inicia un ciclo expansivo, que viene acompañado de una abundante oferta de capitales que financia el crecimiento acelerado de las economías en desarrollo.

  • c) Se amplía el grupo de países emergentes que se ven favorecidos por las nuevas corrientes de inversión, en el caso de América Latina: México, Argentina y Perú se van incorporando al grupo .hasta entonces compuesto por los tigres asiáticos y Chile.

  • d) El tránsito al capitalismo de los países de Europa del Este resulta más complicado de lo previsto inicialmente, disminuyendo las perspectivas de que los mismos generaran un boom económico. Este fenómeno se interpreta de forma positiva ya que Europa no desplaza sus inversiones y permite complementar la estrategia de integración de América Latina.

Desde una perspectiva regional, a mediados de los 90 América Latina recuperaba la senda del crecimiento, de la mano de la estabilidad macroeconómica, la apertura comercial y el auge de las inversiones extranjeras directas, logrando aliviar el peso de la deuda externa, como consecuencia del plan Brady y la caída de las tasas de interés internacionales. Entre los hechos más significativos podemos mencionar:

  • a) La incorporación de México al acuerdo de libre comercio EEUU-Canadá (conformándose el NAFTA), en un contexto en el cual se verifica una mayor disposición de los EEUU para encarar acuerdos comerciales preferenciales.

  • b) El NAFTA permite un marco de discusión sobre algunos temas esenciales para EEUU y que no habían sido incorporados con éxito en la Ronda Uruguay (propiedad intelectual y servicios).

  • c) El fortalecimiento del MERCOSUR como proceso de integración genera una mayor predisposición de los EEUU para ampliar el NAFTA hacia otros países de la región.

 EL ALCA y la vía rápida

Una de las condiciones previas para que el Tratado del ALCA se materialice en la práctica es que la Administración norteamericana consiga la autorización conocida como fast track que le permita negociar acuerdos internacionales de comercio por la vía rápida. En mayo del año 2002, el Senado norteamericano controlado por la oposición demócrata, alcanzó un principio de acuerdo por el que se concede a la Casa Blanca la Autoridad de Promoción Comercial (Trade Promotion Authority), denominada comúnmente vía rápida (fast track).

El acuerdo llegó tras un proceso de negociaciones no exento de problemas. El acuerdo llegó tras un proceso de negociaciones no exento de problemas. La oposición demócrata exigió cláusulas de protección contra importaciones consideradas desleales. Si el principio de acuerdo deviene en una autorización final del Senado, permitirá que la Administración Bush negocie acuerdos comerciales sin la autorización del legislativo.

 Las nuevas motivaciones de EE.UU. y América Latina

América Latina es un mercado de gran actividad para los EEUU y uno de los pocos con los que registra un balance comercial con saldo positivo, y se ha transformado de manera creciente en un importante destino de IED norteamericana. Debido a los temas pendientes de la Ronda Uruguay (servicios, propiedad intelectual, compras públicas) hay un mayor interés por lograr avances a escala hemisférica. Las negociaciones del ALCA permitirían contrarrestar efectos de desvío comercial que podrían ocasionar los nuevos acuerdos regionales intralatinoamericanos o las negociaciones en curso con la UE (UE/ Mercosur).

Como resultado del proceso de apertura comercial llevado con decisión por los países latinoamericanos durante los años 90, los EEUU han podido incrementar fuertemente sus exportaciones a la región, las cuales crecieron entre 1990 y 1998 a una tasa de casi el 12% anual acumulado. Por otra parte, el saldo de la balanza comercial de los EE.UU. con Latinoamérica y el Caribe ha mejorado sustancialmente durante los años recientes, observándose una reversión favorable de más de veinte mil millones de dólares, tal y como se aprecia en el Gráfico 9.

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 Saldo comercial de EE.UU. con América Latina y el Caribe.

Entre las principales estimulaciones de América Latina, se encuentra la posibilidad de un mayor acceso al mercado norteamericano, y la construcción de un ambiente favorable al incremento del flujo de inversiones extranjeras. En el caso de las inversiones directas americanas en América Latina y Caribe, éstas se han multiplicado por tres en los últimos nueve años (véase Gráfico X). Para algunos países del MERCOSUR, o el caso de Chile, la ventaja viene dada por la posibilidad de ejecutar en paralelo distintos acuerdos de acceso preferencial (Mercosur, acuerdo con la UE, y obviamente, ALCA) lo cual consolida los procesos de liberalización comercial y financieros emprendidos año atrás.

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Inversiones directas de EE.UU. En América Latina y El Caribe.

Tomando en cuenta las ventajas e inconvenientes que la negociación e implementación del ALCA impone a los procesos en marcha de integración en América Latina (especialmente el caso del MERCOSUR) pueden mencionarse los siguientes:

  • a) En primer lugar, la posibilidad de eliminar o disminuir subsidios agrícolas y restricciones que distorsionan el comercio de productos agropecuarios en el hemisferio y la eliminación de barreras no arancelarias que no favorecen las preferencias arancelarias contenidas en el Sistema General de Preferencias.

  • b) En segundo lugar, crear una suerte de lock-in sobre los procesos de apertura comercial unilateral e impulsar un mayor ritmo en la profundización de la integración interregional.

  • c) Por último, la posición negociadora ante otros importantes socios comerciales como la UE se ve favorecida. Sin embargo, estos desafíos tiene algunos inconvenientes que se deben tener en cuenta, como son por ejemplo la incorporación de temas nuevos en la negociación (servicios y compras públicas).

El ALCA. Implicaciones para la unión europea

La Unión Europea es el principal socio comercial de Mercosur: de las 25 mayores compañías extranjeras que operan en la región: 14 son europeas y 11 norteamericanas, si bien en el conjunto de la región, durante 1999, los países de la UE compraron sólo el 14.4% de las exportaciones latinoamericanas, frente al 47.7% de EE.UU.

El comercio entre la UE y América Latina, aunque se multiplicó por diez en los años noventa, no alcanza al que mantiene con Suiza, mientras que para EE.UU. supone un 22% del total (sin México, esa cifra es del 8%, lo que indica su potencial de crecimiento). La Administración Bush anticipa que, con un ALCA en pleno funcionamiento en el 2010, sus exportaciones al área superarán a las que dirige a la Unión Europea, especialmente en maquinaria, servicios financieros y productos electrónicos.

Las exportaciones latinoamericanas, principalmente bienes de consumo tales como minerales, textiles, acero, alimentos y madera, pero también automóviles. Aumentarían según el BID un 6% adicional cada año, mientras que el PIB regional lo haría en un 1.5%. El año pasado, las exportaciones latinoamericanas crecieron un 23% debido a los crecientes intercambios interregionales.

Convergencia económica e integración

Si bien es cierto que un análisis sobre el ALCA debe descansar en una descripción detallada de los acontecimientos y cuestiones relacionadas con las características económicas de los países involucrados, también resulta oportuno avanzar en algunas líneas finalistas del análisis y, en ese sentido, resulta necesario hacer una reflexión sobre la posibilidad de que un esquema de esta naturaleza logre consolidar un proceso de convergencia económica real que implique una mejora en el bienestar de las sociedades más atrasadas sin impedir el crecimiento de los países más adelantados.

El concepto de convergencia

Dejando de lado los antecedentes históricos, se puede considerar que el interés actual por la convergencia tiene su origen en la discusión sobre dos familias de modelos de crecimiento económico.

  • El primero de ellos (modelos neoclásicos de crecimiento), postula que los países pobres tienen una ventaja sobre el resto ya que crecen más deprisa que los países ricos, lo cual no asegura la completa igualdad pero sí, al menos, una tendencia hacia la estabilización a largo plazo.

  • El segundo grupo (modelos endógenos), por el contrario, afirma que el conjunto de países ricos crece más deprisa y por lo tanto el grado de desigualdad es cada vez mayor. Las implicaciones políticas también son muy diferentes: en el caso del modelo neoclásico (representante de la primera familia) el equilibrio es estable y eficiente mientras que en los modelos endógenos (representante de la segunda familia) la existencia de externalidades pueden justificar diversas formas de intervención pública.

 Convergencia e integración económica

La noción de convergencia contiene una serie de análisis que pueden afectar el camino del crecimiento en los distintos países (regiones) la cuestión de fondo que nos ocupa en este capítulo tiene que ver con la influencia que tiene la integración económica sobre la noción de convergencia.

De manera general, teoría de la integración económica considera la formación de un gran mercado común como un proceso que va unido de manera indisoluble con el crecimiento económico. Si este proceso tiende a profundizarse a través de la integración monetaria y política, su vinculación con el crecimiento económico se relaciona directamente con la idea de convergencia económica entre los países y las regiones.

Un buen ejemplo para entender la relación entre convergencia e integración es el caso de la Unión Europea (UE). En este sentido, es necesario preguntarse (y lo mismo debería incorporarse a la discusión del ALCA): ¿la integración económica permite, a través de sus mecanismos internos, que los países más atrasados alcancen a los países más adelantados, y que la dispersión de la renta per cápita en el bloque tienda a reducirse con el paso del tiempo? (en definitiva, si se cumple la convergencia sigma y beta).

PARTE II

Una década de inversiones españolas en América Latina (1999-2000)

I. LAS INVERSIONES ESPAÑOLAS EN AMÉRICA LATINA

La opción latinoamericana

En términos de historia económica comparada, Cuba era diferente (también lo fue para los pioneros independentistas de principio del siglo XIX). La importancia en términos absolutos de Cuba como comprador y vendedor en el mercado internacional eran únicos en América Latina.

Durante estos años de crisis coloniales, hacia finales de siglo (1898), España es un país dominado por el capital extranjero, que depende cada vez más estrechamente de las grandes potencias para asegurar su equilibrio económico. Desde hace mucho tiempo ya no es más que una potencia de segundo orden. Sin embargo, y contra toda evidencia, sigue manteniendo el mito imperial. De donde el desarrollo del americanismo, que no hay que confundir con las preocupaciones cubanas. La pérdida de Cuba en 1898 no es más que un episodio particularmente doloroso de una descolonización comenzada mucho tiempo antes. Sin embargo, los militares españoles sufren profundamente la humillación de la derrota.

España no es ajena a la globalización, sino todo lo contrario, se ha incorporado en tiempo y espíritu, logrando de esta manera, no perder el tren de la historia y sintonizar con las coordenadas competitivas de la economía global: tamaño y dimensión internacional. Seriamente decididas a ser parte activa y protagonistas de primer nivel en esta economía, que definitivamente se dirige hacia la configuración de un único espacio para competir, el mundo, nuestras empresas han elegido aquél que le resulta más próximo en lo cultural, en lo psicológico, en lo afectivo: América Latina. Estos referentes, sin duda, los considero vectores determinantes de esta expansión, pero adviértase, que la extraordinaria posición alcanzada en este continente ha sido posible gracias a nuestro venturoso aliado; el idioma, que nos confiere toda la proximidad y vinculaciones con el mundo latinoamericano.

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En el grafico 11, se muestra la evolución desde 1960 hasta el año 2000, de la economía mundial, y la situación en cada uno de los períodos de la expansión española en Latinoamérica. Asimismo, España como todos los países, incluso los desarrollados, tiene una interdependencia económica que aunque no es comparable con la de Latinoamérica por condiciones históricas, económicas y geográficas, diferentes, facilita también una mutua comprensión. Todo esto permite, dando fin a la teoría del pasado, que se establezcan las bases de una cooperación, relaciones económicas comerciales, que fortalezcan lazos históricos.

Evolución de la económica mundial y expansión española en América latina.

La economía española y el PIB

España contribuye con el 1.75% de lo que se produce cada año en el mundo, muy lejos del líder indiscutible, Estados Unidos, cuyo peso en la capacidad de generar riqueza es enorme, nada menos que el 21.66% del PIB mundial en términos de poder de compra (datos del FMI correspondientes a 1998).

El gran desarrollo que se ha dado en la riqueza nacional es consecuencia de factores como el crecimiento de la población activa pero, sobre todo, por el aumento de la productividad del factor trabajo. La población total en 1960 era de 30 millones de personas, pasando en el 2000, según las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), por primera vez, la barrera de los 40 millones de españoles. De esta cifra, 16,94 millones componen la población activa6 (ocupados y parados), lo que supone cuatro millones más que en 1970.

La productividad, del mismo modo, ha avanzado notablemente debido a las nuevas técnicas de producción, la incorporación sistemática de las nuevas tecnologías y la organización más eficiente en términos económicos del factor trabajo. Respecto a la productividad por persona ocupada, ésta ha pasado de 1,4 millones de pesetas durante 1970 a 4,25 millones en 2000, lo que significa multiplicar casi por tres el valor de lo producido por un mismo trabajador en menos de 30 años. Este aumento productivo ha sido especialmente relevante en sectores como el agrícola, que pese a tener actualmente casi la cuarta parte de los ocupados en 1970 (un millón frente a 3,7 millones), aumentó su capacidad de crear riqueza debido a la mecanización que han sufrido las tareas agrícolas.

La productividad por ocupado en el campo español se ha multiplicado por 5,3 veces en los últimos 30 años, pasando de 383.800 pesetas a los 2,09 millones del año 2000.

Evidentemente, el aumento del PIB durante estos años se ha producido en un contexto de cambios radicales en su composición. Situada la economía española, en sus grandes cifras, con su vector más destacado como es el PIB, puede comprobarse, lo importante y trascendente de la posición en términos económicos y empresariales que España ha tomado en América Latina.

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Evolución del PIB en España, cuarenta años de historia económica PIV en moneda nacional a precios corrientes. Billones de pesetas.

Presencia Española en América Latina

Durante la pasada década, los flujos de inversión extranjera directa (IED) hacia Latinoamérica y el Caribe registró un crecimiento sin precedentes, pasando de los 9.200 millones de dólares de 1990 a los casi 100.000 de 1999. Esto ha significado que más del 65% del actual acervo de IED durante el siglo XX se haya acumulado durante la década de los noventa.

Efectivamente, durante esa década la inversión extranjera directa ha manifestó un extraordinario dinamismo, tanto a nivel internacional como en Latinoamérica. México, el primer receptor de IED en importancia durante 1990-1995, fue desplazado desde entonces por Brasil, donde la IED aumentó de niveles inferiores al 1% del PIB durante la década de los ochenta hasta situarse en el 3% del PIB durante la década de los noventa. Su impacto no sólo ha sido considerable desde una perspectiva macroeconómica, sino que también ha permitido la generación de una nueva estructura productiva y de organización industrial, paralelo a un significativo proceso de modernización económica.

El caso de México, además, es particularmente interesante debido a que el destino de la inversión extranjera hasta 1993 se había concentrado en la compra de activos estatales durante su proceso de privatización. Posteriormente, y con elevados montos, la IED ha cobrado una nueva modalidad, y se ha orientado de manera creciente a la adquisición y fusión de empresas, así como a la creación de nuevos activos y participación en las privatizaciones de bancos (2000), como fueron la adjudicación de Bancomer y Serfin, segundo y tercer banco mexicano respectivamente a los bancos españoles BBVA y SCH, así como Banespa, tercer banco brasileño, al SCH.

El dominio generalizado de las empresas estadounidenses ha sido neutralizado por la masiva llegada de firmas europeas, principalmente de España, Reino Unido, Francia y los Países Bajos.

A pesar de que el interés de los inversionistas extranjeros se concentró en las mayores economías de la región, se aprecia un incremento gradual de la atención por los países más pequeños, pero Brasil por sus privatizaciones de banca y telecomunicaciones, y México, por sus cambios en sectores como el bancario y comercial, como el Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea son los más dinámicos a la hora de recibir las grandes inversiones, especialmente por parte de bancos y empresas españolas con la crisis argentina, México se hace más atractivo para los inversionistas españolas.

La compra de activos existentes, ha sido la modalidad más utilizada por los inversionistas extranjeros para entrar o expandir su presencia en la región. Primero, a través de los masivos programas de privatizaciones y, posteriormente, mediante la adquisición de firmas privadas locales.

4. Características de la inversión extranjera directa en Latinoamérica

Los volúmenes de inversión, que durante los últimos tiempos han llegado a la región, tienen su origen en los países desarrollados. Esto es así, porque la mayor parte de los flujos netos de inversión extranjera directa en los años recientes nacieron en estos países. De estas naciones, el Reino Unido superó a los Estados Unidos como principal país inversor mundial en 2000, generando inversiones directas equivalentes a casi 200.000 millones de dólares.

Ese mismo año, Estados Unidos fue el segundo mayor inversionista global, al originar flujos de IED por unos 150.000 millones de dólares, seguido de Francia, con una cantidad cercana a los 108.000 millones. Otros inversionistas importantes de la Unión Europea fueron Alemania, con unos 50.000 millones de dólares, los Países Bajos con casi 46.000 millones y España con, aproximadamente, 35.000 millones de dólares. Fuera de Europa, Japón11 alcanzó los 23.000 millones de dólares.

En el grafico 15, se aprecia cómo durante la última década se ha abierto la brecha entre flujos de IED hacia países desarrollados, donde el crecimiento es casi exponencial, y flujos de IED hacia países en desarrollo, con una tendencia al alza mucho más moderada. Por su parte, los países en desarrollo recibieron durante el 2000 un total estimado de casi 200.000 millones de dólares en inversiones extranjeras directas, cantidad similar a la de 1999. Los países asiáticos, especialmente China, y los latinoamericanos, destacado como principales receptores Brasil y México, concentraron casi el 95% de los flujos de IED hacia las regiones en desarrollo, y se encuentran, por tanto, entre los más favorecidos.

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Flujos mundiales de inversión extranjera directa 1991-2000.

Tras triplicarse entre 1994 y 1999, los flujos anuales de IED hacia América Latina y el Caribe, sin embargo, cambiaron de tendencia durante el primer año de la nueva década. De este modo, los volúmenes de IED que llegaron a la región alcanzaron los 86.000 millones de dólares en el año 2000, lo que representa una caída de más del 22% con respecto a los casi 100.000 millones recibidos durante 1999.

A pesar de la caída anual, los flujos que han entrado en la región durante el 2000 han triplicado, con suficiencia, el promedio de los recibidos en el período 1990-94. Además, si del total de recursos entrantes en 1999, se descontasen los correspondientes a tres operaciones muy relevantes (la adquisición de YPF en Argentina por Repsol y las compras de Endesa Chile y Enersis en Chile por Endesa España) la diferencia prácticamente desaparece.

Razones de la elección de América latina como principal destino inversor Español

Las razones de por qué Latinoamérica como centro casi exclusivo de los flujos de capital español, son muy variadas, y unas y otras están frecuentemente ligadas. En su conjunto, lograron que, durante la década de los noventa (especialmente en su segunda mitad), los países emergentes de América latina se configurasen como un excelente destino para los capitales españoles, ayudado por un clima económico internacional favorable, y sin olvidar la ventaja competitiva derivada de una comunidad cultural compartida.

Uno de los grandes determinantes de la opción estratégica latinoamericana, y que no ha perdido fuerza en ninguno de estos años, es su calificativo como región emergente. El potencial de fuerte desarrollo poblacional es una solución al embudo demográfico que sufre nuestro país. Al enorme crecimiento poblacional previsto en América Latina hay que añadir el también aumento de los stocks de capital y de productividad totales, cuyos índices, actualmente en niveles muy bajos, permiten grandes mejoras. La posibilidad de concluir exitosamente reformas Estructurales futuras, es, indudablemente, un incentivo inversor muy destacado, así como las posibilidades generales de crecimiento, pese a la desigualdad, también creciente, del mismo.

Argentina fue el país en ir más lejos a la hora de aplicar políticas habituales en el resto de países latinoamericanos durante esos años, y especialmente en la reducción del papel del Estado en el ámbito productivo y de provisión de servicios. Junto a la privatización de empresas, principalmente las del sector servicios, y dentro de un marco de políticas de liberalización comercial y financiera, se llevó a cabo la desregulación de mercados estratégicos y la implantación de planes de incentivos para la localización nacional.

Esto favoreció la llegada de capitales extranjeros, especialmente españoles, que aprovecharon la compra de empresas a precios bajos, con rentabilidades crecientes e importantes márgenes para el desarrollo de su tamaño empresarial, lo cual favoreció la constitución de posiciones muy fuertes para nuestras empresas en muy poco tiempo, y con ello la posibilidad de una fácil defensa ante ofertas públicas de adquisición hostiles.

En síntesis, algunas economías latinoamericanas, y especialmente la argentina, se convirtieron, de una forma veloz, en las más transnacionalizadas del mundo, gracias a medidas de corte liberalizador, y dentro de condicionantes políticos y económicos estables. Las empresas españolas fueron agentes más dinámicos no sólo a la hora de su volumen de inversión, sino también para la reestructuración de las economías domésticas, dada su necesidad de apoyo mutuo.

Características de la inversión española latinoamericana

Esta introducción dinámica en el mercado mundial, actúa como catalizador de su expansión, adquiriendo estos aspectos una especial relevancia dentro de los mercados latinoamericanos, donde, como venimos expresando, se han conseguido cotas de inversión verdaderamente significativas, con presencia en prácticamente todos los sectores de actividad: destacando especialmente los de industria, energía, banca, telecomunicaciones, infraestructuras, y más importante aún: la capacidad competitiva está resultando ser de primer nivel, por lo cual es de prever que estas inversiones, además de permanecer, se incrementarán, salvando situaciones de corto plazo (como es el caso argentino).

En cuanto a los bancos SCH y BBVA, han invertido más de 18.000 millones de dólares en su proceso de expansión latinoamericano durante el período 1990-2000 (véase Tabla 16). Banco Santander y Banco Central Hispano (actualmente SCH), junto con el BBVA, han visto en la región una oportunidad única para alcanzar una dimensión que les permita competir más eficientemente en los exigentes mercados financieros internacionales, y de este modo mantener su identidad, defenderse de una posible adquisición hostil de un competidor, y utilizar su dimensión y dominio del mercado latinoamericano ante posibles operaciones de alianzas o fusiones transeuropeas.

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Inversión Española en América Latina: 1985-2000.

Esta proximidad cultural, es clave para los mecanismos que básicamente disponen las empresas multinacionales españolas para controlar la actuación de sus filiales; como son la centralización y la formalización. La centralización se refiere al grado en que decisiones tales como la introducción de nuevos productos, el cambio en el diseño de los productos o los cambios en el proceso de producción, se adoptan en la central. Por su parte, la formalización depende de la existencia de un conjunto bien definido de reglas y procedimientos que regulen las tareas y la manera de actuar ante distintas situaciones. Este mecanismo limita la autonomía de la filial en la toma de decisiones, pero también disminuye la involucración directa de la central en las filiales, dado que se reemplaza el control directo por reglas y procedimientos.

España, sexto país del mundo en inversiones en el exterior 1999

Prevalecida la recesión económica española de 1993, los flujos de inversión directa emitida no dejaron de crecer en toda la década pasando de 1.043 millones de dólares (1993) a 4.163 (1994). En el año 1997 se produjo otro hecho de singular importancia: la inversión directa emitida supera a la recibida, y con ello nuestro país se convierte, por primera vez en un exportador neto de capitales, situándose en 5.653 millones de dólares.

Todo lo anterior resultó positivamente en el crecimiento y papel de España como protagonista de los flujos de salida de capital mundiales. Mientras que en 1995 nuestro país alcanza un 1,15% sobre el total de IDE mundial, en el 2000 este valor se había multiplicado por cuatro (4,67%). Destaca durante el año 2000 la compra de la compañía de servicios de Internet Lycos por la filial de Telefónica, Terra Networks, por importe de 12.500 millones de dólares, permite situar a Estados Unidos como el primer destino del capital español durante este ejercicio, algo singular y a tener en cuenta en cuanto a posibles operaciones en el mercado americano. El valor total de las operaciones internacionales de fusión y adquisición de empresa (F&A) durante el 2000, alcanzaron los 643.000 millones de dólares (unos 1.157 billones de pesetas).

Las inversiones extranjeras realizadas por las empresas a escala mundial se elevaron a 190 mil millones de dólares. General Electric, encabeza la lista de las 100 primeras empresas del mundo clasificadas por sus activos en el extranjero, seguida de General Motors y de Shell. El país más activo de Europa en la IED durante 1999 fue el Reino Unido, cuyas empresas realizaron el 39% de las inversiones llevadas a cabo por la UE.

En la Tabla 8, se observan los diferentes destinos geográficos de las inversiones españoles en América Latina. Puede apreciarse el crecimiento exponencial de las mismas en Argentina, el fuerte y reciente impulso de las mismas en Chile o la caída en países como Perú o Puerto Rico.

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Una década de inversiones Españolas en América Latina (1) (1990-1999)

La inversión extranjera en América Latina durante el año 2000

En América del Sur, en cambio, se dirigió hacia actividades tradicionales que buscan recursos naturales o producen manufacturas para los mercados locales y, en consecuencia, la IED no generó mejoramientos significativos en la competitividad internacional de los países. Los recursos destinados a fusiones y adquisiciones de empresas privadas durante el período 1999-2000 fueron principalmente a servicios, con una participación algo menor del sector primario y una muy baja del sector manufacturero.

Según el informe UNCTAD 200023, una serie de países receptores de inversión extranjera directa, en sus ambientes económicos, políticos y en los medios de comunicación, existe la preocupación de que la entrada de esta inversión extranjera para absorber una empresa nacional no resulte beneficiosa, sino claramente perjudicial para el desarrollo económico del país receptor que la entrada de una inversión extranjera para establecer nuevas instalaciones productivas.

Si las empresas adquirientes son grandes multinacionales, pueden perfectamente llegar a dominar el mercado interior. Además, las fusiones y adquisiciones (FAS) transfronterizas pueden utilizarse deliberadamente para reducir la competencia en el mercado interior. La preocupación por los efectos de las FAS transfronterizas en desarrollo de la economía del país receptor, surge incluso cuando la fusión o adquisición da buenos resultados desde el punto de vista empresarial.

Pero también suscita preocupación la posibilidad de que la fusión o adquisición no llegue a dar buenos resultados. Esto se aplica tanto a las IED en fusiones y adquisiciones, como las IED en nuevas instalaciones. La razón principal es que los objetivos comerciales de las empresas multinacionales y los objetivos de desarrollo de las economías receptoras no coinciden necesariamente.

Factores determinantes de la inversión extranjera 1990-2000

Si España destaca en su determinación inversora frente al líder histórico en la región; Estados Unidos, es necesario señalar que existen diferencias asimétricas y estratégicas clave. Por lo general, la inversión estadounidense se centra en el sector de los bienes comercializables como automóviles o industria electrónica, mientras que la inversión española se orienta mucho más hacia los servicios: banca, telecomunicaciones, y energía (electricidad, gas y petróleo).

Entre los factores determinantes que animan y hacen posible a las empresas españolas invertir en la zona, está la posibilidad de diversificación cíclica que ofrece la región. Los ciclos económicos entre América Latina y España han estado negativamente correlacionados en los últimos 15 años, mientras que la correlación cíclica de la economía española con la de los países de la Unión Europea ha sido positiva y creciente en el tiempo.

Otro factor, es que los gestores de las empresas españolas están, en gran medida, acostumbrados a operar y hacer negocios en entornos volátiles. Hace diez o quince años, los fundamentos de la economía española no eran tan diferentes de los actualmente existentes en América Latina.

Consolidación y expansión de la inversión española

Las estrategias inversoras de las grandes compañías españolas pretenden que nuestro país mantenga su hegemonía como primer inversor extranjero en la región al menos durante los próximos tres años: 2000-2003. El año 1999 consolidó a España como el primer inversor mundial en este continente y el 2000 lo reafirmó.

Igualmente se deben tener presentes las interesantes perspectivas que abre el Tratado de Libre Comercio entre la Unión Europea y México, que ha comenzado a potenciar aún más, el interés de las compañías españolas por este país, que constata cómo la banca española «participa activamente en el proceso de fortalecimiento y capitalización del sector bancario mexicano».

El considerable agravamiento de la situación económica en Argentina, las posibilidades de contagio a sus vecinos, como lo sucedido en el caso de Uruguay, unido todo a la espera de que se despeje la situación en Brasil, producida más por el lado político (elecciones generales del 6 de octubre de 2002) que por los fundamentos económicos, junto a la desaceleración de la economía mexicana, perjudicada en gran medida por la caída y no recuperación de la economía americana, ha determinado que la inversión española y la del resto del mundo se haya frenado radicalmente durante el 2002 y sus perspectivas no sean tan optimas como en los últimos años.

II. LA BANCA ESPAÑOLA EN AMÉRICA LATINA

La internacionalización

El proceso de internacionalización financiera es aquel por el que los agentes e instituciones se ven obligados a superar los límites nacionales para buscar mercados a escala mundial. Términos como, internacionalización y globalización, son usados, muy a menudo, en la literatura financiera como sinónimos. El Sistema Financiero Español está a la altura, tanto en desarrollo estructural como organizativo, de los sistemas más avanzados, contando con un elevado nivel de competencia.

La adaptación de la legislación española a las Directivas de la Comunidad y la participación activa en el proyecto de Unión Europea han sido fundamentales para la integración de las finanzas españolas, primero a escala europea y posteriormente a escala mundial. El proceso de internacionalización de la banca española tomó una particular y singular fuerza desde los inicios de la década de los noventa. A ello contribuyó el irse despejando favorablemente un número de variables e incógnitas que presionaban sobre el futuro de la actividad bancaria más tradicional, como era la banca al por menor.

Por consiguiente, el fenómeno de la internacionalización forma parte de un creciente proceso de globalización en la industria de los servicios financieros, proceso al que España no puede sustraerse. La proyección de la actividad financiera apunta, a un escenario de globalización de los mercados, con una tenue diferenciación entre los domésticos y los internacionales. Este fenómeno se ha apoyado en dos factores:

• De una parte: la banca de los países industrializados tiene exceso de capital

La expansión en América Latina

Para justificar la expansión de la banca española en el continente latinoamericano, consideramos, fundamentalmente, los siguientes puntos:

• Por idioma y cultura.

• Por la estructura de mercado.

• Por oportunidad de los ciclos económicos y por el proceso de consolidación y liberalización del sector financiero.

• Por la poca competencia inversora.

• Por la importancia estratégica del área para la banca española de cara al futuro.

• Por el grado de bancarización bajo de la economía.

• Por la consabida debilidad del negocio tradicional y el estrechamiento de márgenes, han llevado a buscar fuentes de beneficio en estos mercados latinoamericanos.

El principal argumento que ha conducido al sector bancario a realizar estas cuantiosas inversiones, ha sido el alto grado de maduración alcanzado por la banca española en nuestro país. Esta situación, conlleva una disminución en los márgenes financieros obtenidos por las entidades que operan en el mercado español. Esta profunda transformación que ha sufrido la actividad bancaria durante las dos últimas décadas ha propiciado un incremento extremo de la rivalidad en el sector.

Además, la liberalización creciente de este sector, ofrecía amplias oportunidades de hacer negocios ya que los márgenes de intermediación eran altos y, por consiguiente, las rentabilidades a obtener eran muy superiores a las españolas. A todo esto, habría que añadir la gran proximidad cultural, existente entre estos países y España, lo que ha allanado considerablemente el camino, unido a la importancia estratégica de esta zona geográfica de cara a establecer futuras alianzas y/o acuerdos con otros bancos europeos y americanos. Fundamentalmente las entidades españolas están utilizando tres modelos:

• El basado en la adquisición mayoritaria de las entidades latinoamericanas.

• El basado en la alianza continental a través de la constitución de un holding inversor.

• El basado en acuerdos con socios locales.

Cada uno de estos modelos presenta ventajas e inconvenientes. Obviamente cada entidad apostará por el suyo, pero, en cualquier caso, los tres demuestran la vitalidad de las entidades financieras españolas.

Por estos motivos y otros, Latinoamérica es y seguirá siendo el punto de referencia central para la banca española. En términos generales, y pese a que el atractivo de los distintos países es muy diverso, todo el continente presenta un gran potencial de negocio desde el punto de vista financiero. Si en España el 98% de las personas mayores de dieciocho años tiene relaciones bancarias, en Latinoamérica este ratio no supera el 30%-35% de media.

Ventajas de la expansión latinoamericana

La decidida apuesta que la banca española está realizando hay que valorarla muy favorablemente. Este positivo vigor empresarial que representa la banca, debe tener, además, efectos beneficiosos directos, e indirectos, para el conjunto de la economía española fundamentados en tres puntos:

• La expansión de la banca debería servir de apoyo a la internacionalización.

• Facilitar el acceso a nuevos productos y mercados a sus clientes.

• La influencia política española.

A su vez, esta dinámica conlleva diferentes movimientos que seguramente modificarán estas instituciones, como pueden ser:

• Plantea un singular reto de integración cultural, de gestión y también de responsabilidad social.

• Exigirá ajustes organizativos, adaptación al cambio de manera permanente, primando los organigramas flexibles.

• Será aún más necesario contar con amplios equipos de profesionales.

• Demandará una mayor implicación del Consejo de Administración y la alta dirección de cada institución.

Respecto a los riesgos latentes de la expansión internacional: Eran significativas las palabras del Ex Gobernador del Banco de España, Luis Ángel Rojo donde advirtió que «estas prospecciones son legítimas en sí, pero indudablemente entrañan riesgos y requieren por parte de las entidades un análisis riguroso y prudente de sus estrategias».

Por su parte el Gobernador del Banco de España Jaime Caruana, con motivo de la crisis de Argentina expresaba su convencimiento de que ambas instituciones «están gestionando debidamente el impacto de la crisis. Les hemos solicitado que gestionen bien los riesgos y que hagan las provisiones correspondientes, y creo que eso es exactamente lo que están haciendo».

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