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El español (relato) (página 4)



Partes: 1, 2, 3, 4

"¿Por qué he de meterme yo en estos líos?", pensé luego. Quizá sea fácil la contestación, al estilo de los millonarios, es decir, con otra pregunta: ¿Y si es cierto que me los han metido a causa de algún interés estatal en mi persona, por considerarme servidor público con garantías, poco belicoso y fácil de someter por las buenas? Las otras preguntas serían también muy lógicas: ¿Qué haría una persona con mil kilos en una cuenta? ¿A qué me obligarían a mí? ¿A querer más a la gente? ¿A saludar mejor? Suelo hacerlo y me va muy bien. Incluso hago una reverencia en el paso de cebra al coche que me deja pasar.

Mil millones me comprometerían moralmente a dar trabajo. Habría que moverlos, como dice la gente de negocios, haciendo una o incluso ninguna transacción, meditándola bien durante uno o dos días o puede que durante años, tratando con varios especialistas para someter a buen juicio la mejor inversión.

Después de llegar a casa, en la oscuridad de mi habitación, pasadas unas horas, lo pensé nuevamente: "¿Y si ocurre y el banco no me dice nada por respeto?". ¿Quién estaría salvado ante una cosa así?, pregunto públicamente. Cualquiera puede derivar esa cantidad a una cuenta corriente, acaso a la mía, implicándome vilmente en una especulación, o dicho de otro modo, situándome durante la polémica en la corriente del dinero, donde sin duda más posibilidad existiría de ser atropellado por el vil metal. De ocurrir, no sería exagerado calificarlo de jugarreta, no digo yo que no, pero bienvenida sea si es para mantener el cuento soñado a flote. Debería ser el protagonista, jugándome la honra, el prestigio y mi amor al país, aspectos que sin dinero, como todo el mundo pensarán, más bien sirven de muy poco, como todo el mundo puede comprender.

Mil millones obligarían a darle empleo al menos a un contable, a un perro fiero que sepa controlarlos, mirando las cifras con lupa, amontonándolo en la mesa, para dar el espectáculo completo. A mi lado habría economistas, gente interesante, y yo no me negaría. "Lo estudiaré", sería mi expresión ante las múltiples ofertas.

¿Sé yo si tengo en mi agenda anotado algún nombre para ocupara el cargo de economista, por si llegara la ocasión? No son personas de ir a buscarlas en los bares, a menos que fuese un borracho. Normalmente ese tipo de personas suelen estar en Wall Street, que es el sitio indicado de la Bolsa.

En realidad no quiero crear polémica hablando de este tema, y con ese posible dinero guardado menos. ¿Conozco a algún gestor también, cautivo de los guarismos propios de las páginas salmón, alguien que me socorra de la angustia que se nota notándose rico? ¿Por qué me miró él, el director ese? Fue un momento breve, pero nuestra mirada coincidió. Acaso estaba angustiado. Quizá miró mi cuenta por casualidad y descubrió la asombrosa cifra allí: "1.000 millones para Antonio José".

-¿Qué hace este hombre con mil millones? -, preguntaría él-. ¿Quién ha sido? Es mucho dinero aquí.

Algo así sería raro, un pobre gozando de repente a favor del dinero. Él sería discreto. Quiero decir que no enviaría a nadie a mi casa para interesar un poco más el tema. Daría lugar a que la gente se apiñara en la puerta, quizá con periodistas deseosos de alguna jugosa información. "Nuevo millonario en esta ciudad", sería un buen titular.

Supongamos que el director anda angustiado en estos momentos, y que su exceso de celo, no citándome aún a su despacho, haciéndome pasar delante de todo el mundo, agrave su mal, dando lugar a que luego llegue a casa peor. Estaría tenso ante una cuenta que no para de crecer, haciéndole naufragar en mil dudas profesionales, como por otro lado es lógico en la gente responsable. ¿A quién se lo diría? ¿A algún compañero oficinista? "Aquí hay un hombre con esta cantidad". Sería probable.

Supongamos que la cosa se alarga una semana con sus continuos rumores circulando por las calles. Él, sorprendido y asustado, pensaría que la cosa puede ir a más, y que de un momento a otro recibiría una visita. Llamaría por teléfono nervioso para concertar la cita ante alguien tan rico y tan discreto, como los millonarios de toda la vida. Llamaría a sus colegas para comentar lo afortunado que es.

"Estimado Antonio José: Haga el favor de responsabilizarse de estos millones de euros, por el amor de dios", diría en caso de que yo colgara el teléfono hablando de mi apretada agenda, con desplazamientos multinacionales codeándome con todo quisque. Por eso, por las consecuencias que algo así acarrea, me lo pienso dos veces cuando estoy en la calle mirando a la gente. Lo hago con discreción para no hacer pensar que están ante un rico de tomo y lomo.

¿Por qué yo ahora, en este preciso momento de mi vida, debería tener esa cantidad, complicándome la vida tontamente? ¿De nuevo debería ser yo el importantísimo, el auténtico valor preciado de la ciudad, yo quien con mil millones construya un estadio para toda esa gente, para ganar más aún, no ya dinero, sino prestigio mundial? ¿Sería un plan maléfico cuyo guión ha comenzado aquí?

Sí, lo reconozco, esta situación me obligaría a hacer algún desmentido que otro, saliendo de mi madriguera al fin, no ya en calidad de futuro alcalde o ministro, sino incluso en calidad de presidente. Al desmentirlo, yo mismo, claro está, me entristecería propagando los rumores. Convincentemente.

ÚLTIMA HORA

España pierde una de sus mayores fortunas

De nuevo las finanzas españolas hallan un motivo para el desencanto. Según publicó la agencia EFE el lunes de la semana anterior, el millonario Antonio José ha desaparecido del horizonte habitual. Si ustedes leyeron el periódico como se debe la semana anterior, es una pena que algo así suceda, que una vieja gloria desaparezca. ¿Ha sido un secuestro?, se puede preguntar la gente.

7

Dejemos que una Caja ocupe

el Lugar de una Pierna

1

Una noche, a oscuras por la casa, Antonio José topó misteriosamente con una caja de papas que había en el pasillo. Quien allí la abandonó para que tropezara conocía ese riesgo. Pudo haber optado por dejarla abajo, en la cochera, situada en la primera planta, es decir, que pudo haberse ahorrado el esfuerzo de cargar con ella por las escaleras. Posteriormente, cuando se fuesen agotando, bastaría con ir a por ellas. Por lo tanto debió cargar la caja un hombre fuerte, cosa difícil en una mujer, y más en una anciana.

Al final anduvo bien de reflejos y pudo pasar sin lesionarse. Sin embargo después estuvo un rato dándole vueltas al incidente, que en términos legales se tildaría de doloso, llenando la mente con degollamientos y criminalidades, con gente despedazada y otras violencias. En el supuesto de que estando la caja allí hubiese entrado un ladrón, el obstáculo hubiese impedido la huida de los miembros de la casa por su pasillo, quedando atrapados a su merced. Fue lo que ocurrió una vez, años atrás, cuando descubrió a un asaltante en una de las habitaciones, al que se llevó en volandas a tortazos. En resumidas cuentas el regalo de las papas hubiese terminado costando el dinero, que en términos mercantiles se llamaría déficit.

Una vez que se tomó el esfuerzo de las escaleras no le hubiese costado alargarse unos metros más para dejarla más allá, en el patio, ahorrando esta apreciación. Era como un mariquita empeñado en ser el centro de atención de un varón, o alguien queriendo participar en su vida por encontrar vacía la suya. Puede ser que hubiera algún misterio, una cuestión en juego de índole desconocida, una cosa que solamente rondaría en su cabeza, puede que su modo de estar a sueldo de alguna organización, por provocar un problema así de tonto, quizá queriéndole culpar a él de las luces que le faltaban, puede que cobrando su regalo a cambio de una pierna, con la que tropezó.

Él era un parado, es decir, sin dinero, cosa que implicaría pensar en un cobarde. Por añadidura veía poco a sus hijos. Tener esa mala fe con alguien carente de peligrosidad, no haciéndole lo mismo a alguien con más poder, describía completamente al estúpido, por no hablar de algún tipo de retraso mental. Tampoco nunca robó ni estafó, causa por la cual llegó a pensar que el otro tal vez pretendía confundir su culpa con la suya. De ser así posiblemente el sujeto no llegaría muy lejos en la vida. Se pudo ahorrar su regalo porque su madre solía comprar las papas en el supermercado. Pudiera ser que tratara de avisar de un mal inminente, despertando la contumaz paciencia del inquilino de la casa, por faltarle supositorios o catorce marcas de mantequilla, o por cualquiera de esas fantasías que se les suelen ocurrir a los locos.

Desde luego la caja de papas hizo pensar un buen rato, puede que de una manera insana, tensión que de todas formas suele acabar revirtiendo en el causante, por una simple razón de falta de espacio en la cabeza para poder llamarla así. Por eso él era un hombre tranquilo, convencido de que eso pertenece a quien la genera. A alguien debía parecerle bien que al no haber matado nunca, agarrara una pistola y le saltara la tapa de los sesos a alguien, como si ser un criminal fuese mejor para pasar desapercibido. Estaba colmado de desdichas, pleiteando en los tribunales gran parte de su vida a causa de su profesión, cuando no por alguna cuestión matrimonial. ¿Había que tenerle cogido de algún sitio? ¿Por qué causa, cuando en el debía haber contingencias de sobra?

¿Quién o quienes se podían arrogar una acción así sin que la justicia actuara? ¿Era hora de caer en alguna trampa poniendo delante esa maldita caja de papas? "¿Quién puede ser él -se preguntó-, llegando en la oscuridad, creyendo que sus papas valen más que mi trabajo?". Luego exclamó: "¡¡Vanas papas, madre!!". Quizá estaba rodeado de enfermos mentales. Incluso se sentía culpable, como si el atropellado en un accidente fuera quien debiera darse a la fuga, y también como si la víctima de un robo de bolso tuviese que huir por las calles, como Aquiles tras aquella patada demoníaca.

¿Era todo para iniciar una novela hablando de una caja de papas? ¿Una pista trascendente para conectar con algún arcano enigmático? Alguien ahí afuera había demostrado su mala catadura, y quizá en ese momento era feliz diciéndose que había logrado su propósito. ¿Se atrevería a hacer igual en cada una de las casas, con los demás vecinos, actuando con esa amabilidad? ¿Por qué no? Todo eso ocurría porque sin Antonio José él no sería nadie.

2

Cambiando de tema, no se sabe por qué recordó el modo en que la televisión local solía dirigir la cámara, lentamente, como si fuera la mirada de un niño pensativo en un patio. No se sabía qué era peor, cuando en un plató de televisión grande, para una entrevista, quizá con un médico, la cámara avergonzaba al espectador haciéndole pensar que un tonto la manejaba, acercándose de pronto, marchándose lejos, como si realmente eso fuese lo importante.

3

Otro aspecto fue la economía. "Alguien con una idea brillante puede ganar trescientos mil millones -se dijo como premisa para elaborar un trabajo-. Significa que aunque no existiera la brillante idea, los trescientos mil millones seguirían dando vueltas".

8

Como Parerga y Paralelipomena,

de Schopenhauer

1

En la jamonería, como siempre, siguió con sus cosas.

-Como le digo, ella tras el divorcio le dejó en cueros

-¿Qué me dice usted?

-Se quedó con todos sus bienes. ¡Vamos, que si le llegan a crecer dos centímetros de pellejo, se los queda también!

-Pobre hombre. ¿Y qué fue de él?

-Desapareció, dejando tan sólo una nota en su casa. "Corro por el bosque", decía.

Antonio José, en voz baja, mirando al frente, añadió: "Como Odiseo".

2

La gente dice cosas. La gente, por hablar, habla de todo. Hay cosas que necesariamente merecen la pena, y una de ellas suele ser el dinero.

-¡¡No te vayas a gastar esos mil millones que dice la gente que tienes en tonterías!!

La gente, por hablar, es capaz de hacer de una mentira una tontería verdadera.

3

Enésima carta de un millonario a los reyes magos. "Por favor, no me traigáis ningún proyecto atractivo más".

4

Documento antiguo de la lápida: "Dejo aquí para lo posteridad, para quienes hollen la estancia que ocupé en el Partenón, unas palabras acerca del ordenador, que me permitió disfrutar de mi fortuna".

5

En boca de un millonario cualquier palabra puede ser objeto de análisis.

-Por favor, un Fortuna -, dijo.

6

Poco después.

Tú filtras larragarraga. Lo sé, a veces no se entiende lo que digo. Digamos que es una regla mnemotécnica.

-¿Un poco más de vino, amigo?

-No, por favor, no quiero abusar. Con este tengo suficiente. Muy amable.

7

"A Hipócrates de Cos: Una cosa es que el agua de mar sea buena para la salud y otra cosa es atracarse de agua".

8

"Parece que fue ayer cuando conocí a Diomedes, aquella vecina bella y jovial. Ayer mismo parece que la vi el espejo, cuando la sometí analmente. En aquel instante sus ojos parecían querer salirse de las órbitas, como si debiera diagnosticarle tiroiditis. Después Diómedes, con una barba cerrada postiza de cuatro días, salió por la puerta como debe hacerlo un caballero, es decir, conmigo, hablando de todo un poco, sin alterar demasiado a nadie".

9

"Al parecer el número uno del Centro Nacional de Inteligencia se ofrece para un secuestro. Al parecer eso hará huir a las mafias con sus trompetas. Por lo tanto es el momento de inventarle la clásica leyenda del héroe, para lo cal comenzaremos llamándole huidizo, gesticulante, lascivo y vil".

10

"Aún no me explico yo el empeño de Homero queriendo que sus personajes se abrazaran a las rodillas de la gente. Haría sospechar que es una mujer contando simplemente unos cuantos escalones".

11

Aquel cliente era alguien habitual, y cuando llegó se fijó en él, en el centro del escaparate.

-Yo era mudo.

-Usted era mudo, ¿de verdad?

-Así es.

-¡¡Milagro!!

-Sí, eso digo yo.

A continuación llegaron algunas personas aficionadas a esas cosas, y después le nombraron Alcalde de la Corte. Con trompo.

12

"Me han dicho que Usaín Bolt, el gran corredor de atletismo, está en apuros. Desde que se supo su fichaje, se ha recluido en una casa con los guardaespaldas, parece ser que viviendo todos juntos, según la foto del periódico. Pienso que se trata de una casa demasiado pequeña.

-¿Un hombre convertido en Rey por correr demasiado? ¿En ministro? ¿En algo importante?

-Puede que no sea así. La gente que destaca no tiene por qué acabar necesariamente en la pocilga.

13

A veces se oyen resuellos en la Bolsa de Valores. Hay un señor con gabardina con los dedos presto ante las teclas del marcador que señala las cifras. A veces se habla de gente que acaba saliendo en camilla de allí, dionisíacamente, con el chumbo emotivo pelado, mojándolo la miel, como los grandes señores. El otro día el marcador echaba humo y el tipo temía seguir tecleando. Después apareció el técnico para la reparación, cosa que la prensa no suele mencionar, quizá para transmitir una sensación de infalibilidad, como está mandado.

-Nervios de iridio -dijo él-. Como los míos.

14

"¿Qué si puede usted acercarse y preguntarme usted algo? Naturalmente. Tiene a su disposición, en aquella furgoneta que hay aparcada en la esquina, un formulario por si desea extenderse en ello".

15

La furgoneta de Pepe Calatrava estaba aparcada allí, en una esquina. "Lo ha vuelto a hacer Pepe Calatrava, aparcándola de nuevo ahí. Lleva un buen rato dentro, sin comparecer. Parece una furgoneta espía, como las del cine, con cristales oscuros y teléfonos móviles y luciérnagas electrónicas dentro. Puede que esté haciendo algo, causa de que tarde tanto en salir. Fue esta mañana cuando entró y desde entones no se supo más de él. Cristales negros…".

-¡Ahí aparece Pepe con los jamones!

"Sí -pensó finalmente-. Es él".

16

"Ella es una vampira, bella, gentil, femenina, con su bolsa de la compra y un tacón alto estilizando el paso. Me pregunto adónde iría un país como el nuestro sin espías haciendo alguna vez de vampiro. De no ser así, tendremos que arriesgar cierto balates de comida en cuanto a comodidad, tocantes a etiqueta, aplomo y saber estar, como suelen ser habituales, es decir, sacrificando nuestro grácil manejo de la situación a favor de las nuevas corrientes vampireñas".

17

"¿Para qué otra cosa, si no para espías, pueden servir los parados? En este sentido tampoco me creo nada. A mí modo de ver, como he dicho alguna vez, esta faceta se cubre con un par de radares. El resto lo llevan los vecinos por sí solos".

18

"Si toda simpleza es susceptible de causar pensamientos complejos, acaso las cosas simples del hogar, la sartén finalmente sería el volante del ovni. Significa que simple será también la correspondencia de la línea del tiempo, acaso simplemente con la escalera. La persona sube y después baja, desde la azotea al cuarto de abajo, cosa que implica una velocidad y un tiempo, ambos factores relacionados con la edad, es decir, con una madre arriba tendiendo los trapos en comunicación con el hijo mediante el clásico baile celular".

19

"Alguien me cuenta que si mi padre hubiera estado vivo cuando me denegaron el trabajo, el concejal hubiera pagado con su vida, pasándole con la apisonadora por encima. Quiero decir que me llamaron después de protestar por la autovía con aquel cono, y presenté un proyecto para la radio. Solamente puedo decir que para significar algo en la película de una estrella, a veces el secundario piensa que debe ponerse en contra.

20

El individuo dijo así:

-Le hubiese citado en las Explanadas a las claras del día, convencido de acabar con un delincuente peligroso, capaz de llevar a un país a una guerra por una tontería. A continuación lo hubiese tirado al arcén y hubiese montado en la apisonadora, pasando por encima una y otra vez, mesándose la cara de gusto. Luego, de haber quedado siquiera un pelo mal puesto, se hubiera bajado y lo hubiese pegado de un martillazo, sin contemplaciones, como si acabara con una rata. Antonio José dijo:

-Yo confío demasiado en mí para anotar en mi vida la idiotez de ningún imbécil. El tipo era un castigo en sí mismo. Feo, tonto, torpe. Es lógico hasta cierto punto que el incapaz, el inútil o el vividor, aprovechando su poder crea que se puede columpiar de más. Yo no hubiese sido tan cruel. Simplemente le hubiese pegado un tiro en la nuca, pero claro, ni soy policía ni nada de eso. En fin, supongo que acaso hay que morir pensando que un imbécil queda por encima.

21

"Cuando yo era niño a veces visitaba el barrio de la calle Milagros una banda de fanfarrones que asustaba a la gente. Franco aún estaba vivo y aquellos eran los ridículos representantes del país. Una vez aparecieron en el descampado y provocaron una pelea con unos obreros. Ellos, al término de la jornada laboral, tan sólo se reunían en el bar. Uno era Pirri, nuestro vecino, que cuando torcía la esquina para regresar a casa fue asaltado por uno de aquellos fanfarrones, doblegándole por el cuello. Papá acababa de llegar del trabajo y estaba en la puerta fumándose un cigarro, y cuando vio aquello, entró dentro a por la machota y acudió para repellar a martillazos contra la esquina al fanfarrón. Se alteró todo el barrio. Mi padre un hombre muy conocido y de haber habido escopetas hubiera sido la guerra civil. Era tremendo oírle casi ladrar, como un ayatolah delante de miles de personas.

-¡¡Otra vez vienen a provocar los hijos de puta de Nazaret!! -, decía.

Pegarle a Pirri era una cobardía manifiesta, porque era tan bueno que si alguna vez le hubieran dado una estaca acabaría dándosela al agresor. Los vecinos, al ver que era mi padre reaccionando de aquel modo, pasaron miedo de verdad. Lo enterró a porrazos. A pocos metros, en el descampado, había una morcillería de sangre por una reyerta, pues los otros sacaron incluso navajas.

-¡¡Otra vez el marrano de Nazaret dando el coñazo aquí!! -, gritaba.

En un instante había congregadas mil personas. Alertado por el jaleo apareció un guardia a caballo, pero en ese instante un león presto se lanzó a por él a comérselo vivo. Era yo, que por entonces era un bebé".

20

"Puede que fuese un sueño, una de tantas alucinaciones de la infancia".

21

"Supongo, caballero, que de haber sido cierta una cosa así, me hubiera comentado algo la gente en estos años. Mi padre era un hombre atildado e inteligente, y hubiera actuado de un modo más fino, aunque claro que en caliente nunca se sabe si hay que tirar a matar. Yo, que tengo más estudios que él, tendría una mala leche demoníaca".

22

"Cuando me fui con el cono a Sevilla pensé: "Bueno, basta así para ser primeros también en semiótica". Después, cuando regresé, me negaron el trabajo y quedé desubicado. Si llego a tener una pistola acabo con el pleno municipal enseguida y los meto en la cárcel. Una cosa es poner de los nervios a alguien anónimo, y otra cosa es la provocación. Por eso lo digo claramente. Hubiese matado a dos o tres, cuando no al jefe de la guardia civil por connivencia, porque eso era como decir que mi trayectoria no valía, que mi casa hizo mal en cumplir con la sociedad, que no debía amar a las mujeres, tratar con respeto a los amigos. Eran muchas cosas para no entrar allí y reventarlos a estacazos. La razón es que un niñaco no puede poner en peligro a la sociedad, sembrando la desconfianza, cuando se veía claramente que era un triunfo categórico, de una máxima elegancia. Me dije: "Bueno, el cono no es un explosivo, así que están premiando a ETA, a gente así". Así es como digo como se hace también un país".

23

"En Marbella, por ejemplo, durante una temporada no dejaban de aparecer casos de corrupción, que si la mafia rusa, que si los yugoslavos. Se tarda una semana en limpiar, discretamente, atrancando cuatro ascensores, para llegar a tiempo a tomarse la tapa a mediodía, sin necesidad de armar ningún destripe. Pero, ¿cómo mierda se creen estos niñacos que se hace un país?".

24

"Yo ya no quiero radio, y aquí menos. He expuesto mi opinión y me sentiría condicionado".

25

"Pensé del concejal y de sus amigos que quizá estaban pagados por otra potencia. Teniendo ahí a los moros me dije: "Bueno, tiro para allá con las botas de hierro y me cargo a quien sea".

26

"Era difícil de creer, que un hombre con un cono sea considerado peligroso porque la sensibilidad es otra cosa, y estos, a lo que se ve, eran sus representantes. Al parecer era necesario convertirme en un criminal, quizá como ellos, cuando yo me he dedicado toda la vida a ganarme la vida con la cabeza. ¿Es que en este país por cojones hay que hacerse el macho de otro modo?".

27

"Llegué a pensar que esta gente me quería matar. Me dije: "Estoy en peligro. Me sacaré el carnet de los cuatro o cinco partidos que haya, por si me ocurre algo, que se muerdan entre ellos, hasta que salga el cabrón". Quiero decir que en un situación extrema soy capaz paralizar yo solo una ciudad. Por eso pensé: "Bueno, estos son tontos. ¿Puede haber algún tonto bueno, con sus complejos y tal?". Me dije: "Voy a dejar de ver a mis hijos. Ellos viven en otra ciudad. A ver si son locos y debo yo proteger a mi familia". Hubiera dado dinero por una pistola. Lo prometo por mis niños. Hubiera acabado con el país en un rato".

28

"Yo en la radio, a la vista del fantocheo que suponían veinticinco años sin autovía, me hubiera dedicado a hacer reír, a poner música. ¿Pero a mí qué diablos me importa hablar para todo el país que hacerlo para un pueblo? "¿Estos quiénes son?", pensé.

29

-Su padre, de haber estado vivo, le hubiese pasado con una apisonadora, se lo digo yo a usted. Le hubiera citado en las Explanadas y una y otra vez lo hubiese dejado niqueladamente estampado en el arcén, poniendo en fuga a las ratas.

30

"Por supuesto pensé, tras las elecciones, que ganaron por un pucherazo, como diciéndose e poder: necesitamos un paripé de derechas en esa zona. Debió de llamar alguien por teléfono. No lo sé. "Oiga, a Antonio José Martín no lo pongan el la radio, que os tira al río. Ese pegaría patadas en las espinillas con el rollo del cachondeo".

31

"Iré por la calle sin tocar siquiera a la gente, no vayamos a poner en peligro esta democracia. ¡A ver si voy a hundir yo a un país por ser simplemente normal! Yo hubiese pedido la independencia de Motril totalmente, mandando a tomar por saco a un rezno llamado España con Cataluña y todo lo demás. Una cosa es ser un hombre valiente, y otra cosa, después de algo así, era no saber ya contra quién era la lucha. Ahí ya me alerté y supuse que a la más mínima me podía cargar a alguien, complicándome la vida. Cargármelo significa ir a suicidarme, no un empujoncito, sino con un coche bomba que me hubieran aparcado en la puerta. Por lo tanto el Estado español perdió un valor a favor de otro país, poniendo en juego el sistema, a causa de un subnormal".

32

"Desde entonces no me castigo creyéndome nada del telediario en absoluto. Para mí es como un elenco actoral deseando que la gente se trague su basura".

33

"Estos asesinos fachas me quieren hacer asesino facha a mí", pensé.

34

"Nunca hablo de mi padre para no dar la sensación de que me apoyo en su valor. Además un difunto induce la lástima y ponérselo en la boca de modo constante me parece un españolada con lástima. Pero pensé que tiraban por tierra la labor de un currante que durante treinta años había cotizado a la seguridad social. Fue un delito en toda regla. "A estos maricones les debe molestar también que me gusten las mujeres", me dije en el colmo de la confusión. "Estos son como mariquitas malas". Nunca veo la tele, pero cuando alguna vez lo he hecho he pensado que quizá era actores de un culebrón hablando en los plenos para ser emitidos en una teleserie de por ahí".

35

"A mí me da lo mismo si se independiza hasta Oklahoma. Respecto a la independencia catalana me pilla también muy lejos. Sólo me preguntaría a título filosófico cómo actuaría la mente si se independizara tan sólo la provincia de Lérida, o siquiera una avenida, para que se metan todos allí a darse por culo".

36

"Para mí tener cerca a maleante es como ver a un marciano o un bicho, como si estuviera viendo una alimaña o un enfermo mental. No sería creíble que yo me lo creyera. Debo decir que he paseado por el país a cualquier hora, de día y de noche, durmiendo en cualquier lugar, y que jamás he tenido un problema. A mí se me nota enseguida que puedo solventar la situación perfectamente solo, repartiendo unos trancazos descomunales si acaso no bastara la palabra. "Bueno, este simplón -me diría ante el chorizo- sin duda no sabe con quién está tratando". Un día se lo comenté a mi hija, tomando café: "Si se acercara en este momento no me inmutaría". Le diría simplemente: "¡¡Tira pallá, esnoclao!!". Yo sí revestiría peligro atacando, mas no entiendo por qué he de pensar en esa tesitura, acaso porque al caporal del cortijo, como se diría, no le alcancen las luces para más.

Vamos a suponer que es cierto. Acaba el hombre de llegar de su pueblo y observa a Rambo. Para sí se dice: "Ese tipo no sería abogado, filósofo o médico". ¿Cómo se supone que tendría que ver yo a esa persona? ¿Digna? ¿Usted qué quiere, una paliza pensando? Tenga usted una paliza intelectual. ¿Quiere usted la otra? Yo por mí lo emparedo de un mazazo. ¿Qué es lo que ocurre? Pues que lo mío es genética familiar, y obviamente la luzco con orgullo. ¿Qué pasa? ¿Ponemos de ejemplo español a un tarado, en un melindres, a un nabo? Igual ese concejal al que aludo se sentía un asqueroso en su pellejo, incapaz de no hablar de otra cosa que no fuese de su perro, llamándole tal vez paisano".

37

"En definitiva, respecto al choricismo, no voy a pedir disculpas acerca de cómo deben disfrutar la libertad los ciudadanos. Otra cuestión que me duele es ir a pasear y ver basura, por ejemplo en la playa. Es una agresión porque la tónica general del paisaje es la limpieza. ¿Pero quién está gobernando esto?, me digo. Pero si eso sería para trincar una escopeta y abatir una pieza. Por eso pienso que el ser superior comparte su planeta con una raza totalmente inferior, indigna de la especie, fastidiando a quienes se esfuerzan al menos en ver el contenedor. Yo esto lo diría en público, es decir, importándome un bledo quedar bien ante los votantes o la legalidad reinante. Eso de tirar basura en una playa es una actitud fascista, y además de un fascismo pueril y tonto. La gente tiene por costumbre en parajes así comentar cosas lindas, y considero que una familia no tiene por qué ensuciar su lenguaje comentando la mierda. Es aterrador pensar que hay ese tipo de animales sueltos. Yo haría un cartel con un manco junto a una papelera con una bolsa de basura: "Este tío no puede". Hombre, esto acarrearía debatir un poco con los supuestos sectores sensibles de la sociedad, que si invita al jaleo, que si nosequé. La respuesta sería: "Bueno, el manco ha cobrado por ponerse ahí". Es una cuestión ridícula, maricona y torpe".

38

"El pueblo no merece más que las simpáticas simpatías de las teleseries norteamericanas".

39

"De mi ciudad en general pienso que es aristocrática. Tiene clima y playas, y además una gastronomía de primer nivel, cosa que se aprecia cuando está uno fuera. No admite comparación. Por eso me duelen cosas como los perránganos sin bozal por las calles. Un perrángano muerde en un papel y sale un hospital. Aunque no fuese así, intimida. Hay que dejarle pasar, llevándote en la cabeza las ideas de perro que se le ocurran al dueño. Alguna vez me he dicho al ver venir a alguno: "En caso de ataque le parto la cabeza al dueño". La razón es que la mente del dueño predomina sobre su discípulo. Los he visto de noche por el paseo, bajo la penumbra de la farola, grandes pastores alemanes. Es como si un tío maricón hubiera dicho: "Bueno, en vez de que los hombres se fijen en el culo bonito de las hembras, vamos a hacer lo posible para que se fijen más en los perros". Pienso pues que hay un estilo viril de gobernar poco dado a las pamplinas. Los perros además transmiten enfermedades, y con sus cagadas en parques y jardines evitan que el ciudadano los disfrute. Dicho de otro modo, el que los paga con sus impuestos tiene que estar pendiente de que haya un mal olor durante su siesta bajo la palmera.

En cierta ocasión sufrí un percance yendo a la playa. Normalmente, detrás de la alambrada de una finca aparecía el clásico perrángano desatado volcando sus babas, cuyo ladrido era horrísono, transmitiendo una sensación de clandestinidad terrible. El colmo fue que una tarde de verano apareció en la mismísima puerta, tumbado y viéndome venir. Me dije entonces: "Bueno, qué le vamos a hacer, voy a pasar". Entonces oí el gruñido, incorporándose a cuatro patas, a punto de ponerse a ladrarme detrás. Conservé la calma y continué sin acelerar el paso, pero me llevé una idea criminal en la cabeza. Desde entonces me lo pienso para pasear por una calle de mi ciudad, la misma que suelen transitar turistas y deportistas. De haber sido yo el alcalde, no hubiese tardado ni veinticuatro horas en meter la máquina excavadora para arramplar con la finca, con dueño y todo dentro, como quien quita de en medio una mierda. Acaso luego, de sobrevivir, en el juzgado le volvería a despellejar hasta dejarle con ganas de pegarse un tiro. Envié una carta al concejal que se suponía encargado del asunto, del cual no recibí contestación, haciéndome pensar que en realidad no mandaba, sino que era otro amocafre del elenco. Le quería hacer ver dirigiéndome a él en privado que de ese modo se ahorraba que yo escribiendo desmereciera la imagen de la ciudad. Entonces pensé que era todo para provocarme a mí, como cuando se suelta un toro para que lo capee la multitud.

Otro día, estando en la parada del autobús, observé en la acera de enfrente no un culo bonito de mujer, sino a una perra preñada, fea como la muerte, ladrando en mitad de la vía pública y con el dueño ridículamente tirando de la trabilla para evitar el enredo con un perrito que venía de frente. El ridículo fue vera a una vieja pretendiendo pasar. Yo me fumé tranquilamente mi cigarro pensando en enfermos mentales sueltos. Si tengo una pistola en ese instante lo dejo seco con total frialdad. Algún dueño podría alegar: "Hombre, es que mi perro está educado y no reviste problema". La contestación sería por qué pues habría que duda de un tipo paseando con un hacha, del que se supone algo más de racionalidad.

Son asuntos tan simples que uno llega a decirse: "Bueno, quien sea ha llenado la ciudad de subnormales por haber pagado una fortuna para ver cómo les rebanan el cuello". El jefe de la guardia civil tendría que estar cesado".

40

Nuevo día de asueto en la jamonería.

-España en un árbol.

-Cuidado, porque un eslogan de ese tipo puede molestar a algunos.

Algunos quiere usted decir que no a todos.

-Bueno, ya me entiende.

-No. No le entiendo. No es lo mismo algunos que todos. Eso en un juicio tiene un valor. ¿Quiénes son? ¿Les conoce, para hacer una lista de sensibles? Es posible que les guste más este: "España sin el árbol".

-Cuidado, porque pudiera molestar a algunos un eslogan así.

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"Nota de humor.- Antaño acudir a un combate de Casius Clay, que solía noquear a enseguida a sus contrincantes, debía ser muy parecido a salir de casa un momento a comprar tabaco. Si este gag sale en una película, me deben dinero".

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"Un país que abusa de lástimas y penas moras es un país de perdedores. Como digo hablo poco de mi padre por eso. Su vida fue suya y se murió a la edad que se tenía que morir. Me parece que un día me contó que estando en la mili se dedicaba a escribirles cartas a los soldados, dictándolas de viva voz a cambio de algún paquete de tabaco o de una permuta de guardias. Sería fácil imaginarle tumbado en el camastro con el amanuense tomando nota: "Querida Inés: Es mucha la distancia que nos separa. Sabes de sobra que lo que yo tengo es una ametralladora Tarugo 25. La munición, como sabes también, está compuesta de buenas paellas, mucho zumo de limón y gambas. Quítate el saquito cuando leas esto, si acaso te acaloras. Te pido que al menos tengas presente que la culpa de la distancia fue tuya, por no saber apreciar de qué modo defendí yo el paraíso, haciéndolo más grande. Me despido con un beso, Inés. Quiero decir que te lo des tú misma donde puedas".

"Al final apareció una máquina de escribir con un hombre sensato al teclado, gastando juntos la tarde cumpliendo con el servicio de enamorar a las novias de los demás. Sería fácil imaginar una reunión grande de soldados en la habitación, oyéndole dictar la misma carta contada siete veces, satisfaciéndolas a todas juntas.

"Bueno, este tipo de Motril -debieron pensar- podría ser quien le diera la gana".

Después iban a Correos llenos de alegría. Debía haber de todo, no ya cartas de amor, sino de desengaños y despechos, con aroma racial, poéticas y maternales, a un amigo cualquiera, al otro amigo el barrio, a un rábano frito con boquerones. Todas las cartas juntas hubieran formado un libro.

-Le toca a usted, Ramírez.

-Mi hija. Me tiene loco.

-Usted quiere decir, suboficial, que una hija suya le tiene loco de amor, no de pastillas. ¿Estamos de acuerdo?

-Las dos cosas.

-Bien. Procedamos. Ma-nuel-l, por favor, a la máquina. Título: "Regomellos Distinguidos".

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"Fue torero cuando joven, antes de marcharse a la mili. Se fugó de casa con quince años, y estuvo dos años por ahí. Le dejó una nota escrita a la madre diciéndole: "Si alguna vez vuelvo, será en un ataúd o en un Mercedes". Yo he pensado alguna vez que no fue para torear, sino para ir a la Universidad. Algo así. Por eso nunca me contó demasiados detalles, y yo entonces debía fiarme de unas fotos cuando niño, dando un pase natural en la plaza".

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"Cuando el filósofo griego hablaba de Baco, se refería al dios del vino. Al filósofo griego le costaba decir que dios en realidad era el propio vino. En fin, rarezas de los analfabetos".

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"Yo mismo en el sofá puedo pasar por dios en ocasiones. Dicen que los dioses lo que tienen en realidad es un gran talento regionalista, moviendo la geografía como si fuera un tablero de ajedrez".

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"A propósito de Herodoto, resulta extraño que en el libro III de su memoria histórica, utilice la palabra motor. Lo es a menos que se refiera al motor ocular del nervio abducente, en cuyo caso no dejaría de parecer curioso".

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"Enterrado bajo aquella lápida en aquella época de Grecia, acaso junto a un enemigo, yo pude haber dicho que dio origen al célebre Diálogo de las Calaveras, del que desconozco su paradero".

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"Entrañable aquella camiseta de fútbol que me regaló mi madre cuando era pequeño, de color blanquiazul, del Español, con su escudo flamante en el pecho. ¿Me estaba ella recordando una vida pasada, a mayor gloria de la Humanidad? Pensar en esto creo que me hace viejo. En el apartado sicológico detalles así sirven para explicar el fascinante mundo del escritor, que termina acomodando sus recuerdos a una historia con visos de verdad".

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"Si yo supongo un obstáculo para el normal desenvolvimiento de las circunstancias patrias, estudiaría seriamente nacionalizarme francés. ¿Pero y si atacándome a mí, atacan a Francia y se arma el lío? No quisiera provocar un conflicto internacional por eso, si acaso mi presencia en el mundo fuese así de exacta. Hoy francés, mañana inglés… Un hombre mundano debe atreverse con todo, incluso a chapurrear un poco el alemán".

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"No es descartable que en estos momentos los científicos investiguen la célula que viaja en el tiempo. Quiero decir que si dentro del cuerpo hay una célula de tal naturaleza, significaría simplemente que dicho tiempo está también dentro del cuerpo. Supongamos que algún fulano de la Grecia antigua, en virtud de este asunto, estuviera aquí paseando por las calles, incluso ahora detrás de mí, ahora mismo, al girarme, recién llegado en la viola turística".

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Los clásicos chistes del gremio cárnico:

-Oiga, se deja usted aquí el lomo.

-Ay, ge ge ge, qué tontería. Gracias.

-¿No se habrá usted comido las costillas del vecino?

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"¿Nostalgia? No es exacto. Soy alérgico a la nostalgia. No soporto el grimorio de pasear por el parque pensando en andanzas infantiles en los columpios. Significa que se ha hecho uno mayor. Quienes se regodean la nostalgia me parece gente de poca monta, en el sentido clínico de la palabra, queriendo que todo el mundo, amablemente, se muera. Yo no. Yo soy un vitalista. Yo he resucitado mujeres a pollazos, cambiándoles el parámetro mental, dirigiéndolas al triunfo. A mí no me vale con un simple polvo, pues es algo demasiado fácil, y resultaría una cosa mecánica. Yo he de entrar completamente, hasta el mesencéfalo, motivo por el cual ha sido habitual que terminan dándome las gracias. Ha habido alguna que creía estar con un gorila o algo así, castigándola a marchamartillo, quitándole de la cabeza las pamplinas y la idea de las fajas. Sin embargo no me envanezco, pues me parece un servicio de atención amorosa, y eso a mí me parece que el ser humano ha de gozarlo. Yo soy de los que no soportaría llegar al clímax sin ella".

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"Mamá cambiándome los pañales. Yo estaba en la cama aquel día, muerto de risa con sus pellizquitos. Entonces oí la puerta y giré la cabeza. Era mi padre.

-¡¡Mírame, papá!! -, grité, creándole una gran confusión, pues era ilógico que un bebé supiera hablar de ese modo. Papá después debió pensar que lo soñó, que es lo más probable, para sobrevivir a la idea".

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"Cuando un escritor trabaja sin parar un tema, lo acaba aprendiendo de memoria. Después de haberlo leído mil veces, pierde la noción del tiempo narrativo y lo maneja con soltura, sin hacer consultas acerca de lo que va antes o después. Es como una amnesia, viendo cómo encajan las cosas por sí solas, como una piel desprendiéndose de sus células muertas. Intuyo pues que a la vuelta de este texto habrá auténticos explosivos. Sin embargo, no lo daré. Llevo así demasiado tiempo y empiezo a estar harto de lo que escribo".

55

-Ahí hay algo.

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"Los arqueólogos por fin han dado con la lápida, tras dos mil quinientos años de leyenda, y escuchan de qué modo al otro lado del mar Estambul reclama Grecia".

57

"Es probable que aún se recuerde mi visita al Bernabéu en compañía de las míticas trece mil viudas negras.

-Es Alláh -, parece que dijo el comentarista durante los cinco segundos que me enfocaron.

Enfrente estaba él, el otro Rey, en el palco, con cierta angustia, ante el mismísimo El Español".

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"Si acaso, en virtud de la línea del tiempo, desde antiguo me guió un ordenador por vete tú a saber qué caprichos de la tecnología, perfectamente se me pudiera llamar Yo Robot. Qué le vamos a hacer. La fama debería saber soportar esas cosas.

-He de irme, señores. Buenos días. El hombre más poderoso de la Tierra se retira. Además he dejado a mamá en la oscuridad de casa con una caja de papas.

ESCENA FINAL

Un local y un hombre saliendo de él

"Enciendo el mechero, y me hago una última pregunta muy lógica: ¿Puede alguien estar dos mil quinientos años sin encender un mechero?".

El hombre avanza calle arriba, dejando atrás una lavandería. A lo lejos parece un escayolista, puede que un arqueólogo. Sube a continuación una cuesta y es ahí donde le abaten a hachazos, cortándole un brazo y luego el otro. Nota en el último suspiro que la ropa, los pantalones y las mangas le quedan grandes. Es como volver a la infancia. Al fondo aparece una anciana con el rostro en lágrimas, gritando su nombre una vez más, sin que se la oiga.

"Ya. Ya vuelvo, mamá", suspira él.

Se oye un murmullo acuático.

FIN DE LA EMISIÓN

EPÍLOGO

Todo Pudo Haber sido Peor

Era lógico que hubiera sospechosos del crimen en la ciudad, tal vez en número recalcitrante. Se supo que al jamonero, por ejemplo, no le caía bien del todo. Su madre, Encarnita, la hija de María, la de Los Tablones, apareció en la calle. Se sabía que ambos mantenían desde hacía algún tiempo cierta tirantez. Respecto al hombre del estanco, Diodoro, el hijo de Casiopea, recién llegado de Tasmania, mantenía algún rencor personal, puede que debido a aquellos bisojos de seducción con Marinieves, la apetecible azafata de Marlboro, durante una tarde de abril. También era sospechoso el maestro de twakuondo chino de la tienda de caramelos. Se supo, por otra parte, que en la asociación de vecinos de la playa, presidida por Juan y vicepresidida por Enrique Sarna González, de Quito, no le perdonaban su afición a bañarse alguna mañana en pelotas, a la vista de la gente, sin pudor ninguno en la orilla. Su hijo, por otro lado, también podía estar en el ajo, y posiblemente su hermana, Aurelia. Incluso había que pensar en gente de otros pueblos, como el barbudo de la sábana, el hijo de Conchi, recién llegado de Creta de la Frontera. El rey de España, el otro rey, al mismo tiempo tenía motivos sobrados para indagar un poco más en ese individuo. Luis, el que se dedicó a la política una vez, derrotado en varios juicios teniéndole de oponente, quizá necesitaba ultimar la venganza, como debía suponer todo el mundo. Con Flor, la alcaldesa, desde aquella vez en que desestimó una oferta de trabajo, las cosas también se torcieron. Respecto a ese tipo de paradojas de los viajes en el tiempo, tampoco se descartaría, en virtud de esos caprichos de la mente que tanto desconocemos, que el autor fuese él mismo, matándose tras encontrarse de frente en la calle. Debería hablarse también de Pirrón, el auténtico Pirrón, así como de Zenón de Citio y otros posibles esbirros del mencionado fenómeno filosófico. También pudo haber regresado desde allende los mares alguno de sus antepasados nobiliarios, al objeto de cobrarse alguna ruina de doce o trece siglos atrás. Son cosas que nunca se saben. Con Paco, el de los subnormales, recién llegados de la taberna un día, tuvieron ambos sus más y sus menos, hablando de camellos y animales delicados. No hay que olvidar tampoco al tío aquel del piso de estudiantes, el de las papas. ¿Cómo se llamaba? ¿Candombé? Pericles acaso estaría también detrás del asunto, vengándose por la caja de madalenas que se encontró en el Partenón, de un modo similar, yendo por el pasillo a oscuras, cuya autoría fue achacada a su ex mujer, tras su separación, pretendiendo con eso, claro está, que se dejara de tonterías y volviera con los niños, asunto que provocó una gran polémica en Atenas. Era de lamentar que cuando falleció no tuviera un seguro alto en Agencia Marciano o Luis Díaz, para que al menos su familia se hiciera rica póstumamente.

Fdo.- El Difunto

 

 

 

Autor:

Antonio José Martín Merlo

 

Partes: 1, 2, 3, 4
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