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La Religión Crística a la luz de las enseñanzas originales de Jesús El Cristo (Parte IV)



Partes: 1, 2, 3, 4

  1. Introducción a los Evangelios
  2. El Evangelio según San Mateo
  3. El Evangelio según San Marcos
  4. El Evangelio según San Lucas
  5. Bibliografía

Introducción a los Evangelios

== EL MUNDO CONOCIDO(*) EN EL INICIO DE NUESTRA ERA

El mundo "conocido" en la época del nacimiento de Jesús, estaba representado básicamente por Europa, el Norte de África, el Cercano Oriente y al Este, hasta adonde había llegado Alejandro Magno, alrededor de 320 A.C. el río Ganges en la India.

Durante muchos siglos, los Altos Iniciados de las principales religiones (Krishna, Hermes, Zoroastro, Moisés, Buda, Lao-Tse, Orfeo…), habían hecho un esfuerzo gigantesco, para transformar las sociedades humanas a un nivel evolutivo mayor.

Después que esos Avatares pasaron, el último soplo fue conducido por Alejandro Magno. Él era iniciado en los misterios de Samotracia. Su obsesión fue la integración de Asia y Europa como un imperio global, incluyendo los aspectos religiosos. Sin embargo, sus ideas eran más sutiles que las de sus contemporáneos, engolfados en disputas apenas por el poder.

Alejandro quería también el "poder", pero su enfoque era diferente: no a través de la opresión de los pueblos y la eliminación de las otras religiones. Él quería la reconciliación de las ideas, así como una síntesis religiosa, apoyada en una autoridad científica.

Schuré (1) nos dice: "Rindió homenaje a la ciencia de Aristóteles, a la Minerva de Atenas, al Jehová de Jerusalén, al Osiris egipcio y al Brahma hindú, reconociendo bajo la misma Divinidad y la misma Sabiduría todos esos símbolos"… "La espada de Alejandro fue el último resplandor de la Grecia de Orfeo(**)".

Alejandro murió joven, no habiendo cumplido los 33 años. Más importante que su obra de conquistador es la cultural, especialmente con la construcción de Alejandría, donde la idea era integrar la filosofía oriental y el esoterismo egipcio con el judaísmo y el helenismo. En la Biblioteca Alejandrina, organizada por Ptolomeo, se llegó a tener cerca de ¡un millón de manuscritos!

Después de brillar como una luz universal, la Biblioteca fue incendiada y saqueada por los Emperadores romanos, Aureliano y Diocleciano. Lo que quedaba fue exterminado por Teodosio (ya cristianizado, que quería acabar con los textos "paganos") en 391 D.C.

En el medio tiempo entre Alejandro y la destrucción de Alejandría, se está en el inicio de nuestra Era, caracterizado por un poder único, avasallante, el de Roma, heredera de Babilonia.

¿Y que pasaba en Palestina? Estaba bajo la bota de Roma, desde que fue conquistada por Pompeyo en el año 63 A.C. En el medio de los vicios, orgías y crímenes de Roma, en la Palestina había un pueblo, vencido por las armas, pero que conservaba una institución particular: los profetas. La idea central que ellos transmitían era la de que un Rey (el Mesías), con la fuerza invencible de Jehová, aplastaría sus enemigos.

Muy probablemente, la visión que el pueblo y los profetas tenían del Mesías era muy diferente entre sí. Los Profetas, iniciados en los Altos Misterios, sabían que Él sería un Ser Superior, que daría un Nuevo Mensaje al mundo; ya el pueblo pensaba en un nuevo Sansón, en un nuevo David, en un nuevo Macabeo.

Precisamente los reyes macabeos consiguieron libertar Israel del dominio extranjero en 163 A.C. y mantuvieron la independencia durante un siglo. Así 63 años antes del nacimiento de Jesús, la Palestina estaba bajo el poder extranjero, representado por la todopoderosa Roma. En la medida que el imperio se tornaba más voraz, exigiendo impuestos más pesados, Israel renueva sus clamores en procura del Mesías que los salvará y que sería de la Casa de David, el más querido de los reyes hebreos y que había vivido un milenio atrás.

Y ese Mesías, es el niño divino que el pueblo israelita aguardaba con inmensa expectativa. El reinado de Herodes el Grande duró 33 años (37 a 4 A.C.) y fue caracterizado por lujos extravagantes, explotación creciente, y grandes masacres de descontentos. La mecha comenzaba a incendiar y la explosión se avecinaba.

En un hogar de la Galilea, en una comunidad esenia, nace un niño, que desde el primer instante muestra su naturaleza divina.

Los esenios (según Schuré, 1) eran en aquella época, el último resto de la fraternidad de profetas creada por Samuel. Pero "el despotismo de los tiranos, la envidia de un sacerdocio ambicioso y servil les había arrojado al retiro y al silencio. Ya no luchaban como sus predecesores y se contentaban con conservar la tradición".

Los esenios eran pacíficos, no tenían esclavos y trabajaban solidariamente, como una comunidad anarquista. Se estima que eran unos 4000 en la época del nacimiento de Jesús. Cuando Roma tenta recuperar parte de la Palestina sublevada, sus tropas destruyen el monasterio de Qumrán, cerca de Jericó (donde se encontraron los famosos Manuscritos del Mar Muerto), que testifican estas informaciones). Finalmente se refugian en la Fortaleza de Masada, que los rebeldes (celotes) conservaron en su poder hasta 73 D.C. cuando fueron arrasados por las legiones romanas, celotes y los pacíficos esenios lucharon juntos esa última batalla, a la que nadie sobrevivió.

== UNA INTRODUCCIÓN A LOS EVANGELIOS.

Este capítulo será necesariamente corto, ya que una vez finalizado, cada Evangelio tendrá un Capítulo exclusivo. Sin embargo, antes de entrar en el análisis individual de los mismos, es necesario tener una visión de conjunto, especialmente de algunos asuntos de importancia transcendental.

Como fue comentado anteriormente, la evolución de la Humanidad encarnada, corresponde a lo que podemos llamar de Proyecto Ser Humano, oriundo del Creador, auxiliado primeramente por Seres Espirituales y posteriormente por hombres que habían adquirido ciertos niveles de comprensión.

Una metáfora de esta situación, referenciada a la vida moderna puede ser hecha en función de una usina hidroeléctrica. Digamos que ella produce una energía de 100.000 voltios. En nuestras casas, los enchufes eléctricos son de 220. Naturalmente, si la energía generada en la hidroeléctrica llegase directamente a nuestra casa, la fulminaría. Es por eso que existen los transformadores (torres que se ven en los campos), conduciendo gruesos cables. Aquellos van reduciendo el voltaje a 10.000, después a 1000, hasta llegar a los 220.

Si comparásemos la hidroeléctrica con el Creador, tendríamos una situación parecida. Los transformadores más poderosos son súper humanos, pertenecientes al mundo espiritual, el Reino Angélico, comandado por los siete Arcángeles (Miguel, Gabriel, Rafael, Ezequiel, Uriel, Samuel y Jofiel).

A partir de cierto punto, un cuerpo humano evolucionado, puede resistir cierto nivel de carga eléctrica y reducirla para hacerla absorbible por personas menos evolucionadas. Este proceso siempre fue conducido por las Altas Inteligencias, que fueron instilando comprensión a aquellos seres humanos que no se conformaban con sobrevivir, como lo hacen los animales. Ellos eran instruidos en lugares protegidos de las barbaries de la época (montañas inaccesibles para grandes ejércitos y en edificios especialmente construidos, como es el caso de las Pirámides de Egipto).

A lo largo de los milenios, esos hombres más evolucionados fueron avanzando en su comprensión, siendo orientados a comunicarse entre ellos (muchas veces de manera psíquica, ya que los contactos físicos eran extremadamente difíciles en muchos casos). Ahí surge la Gran Fraternidad Blanca(*).

A través de ella, es que surgen los grandes Avatares (ver Bonilla, 2): Krishna en la India, Moisés en Palestina, Hermes en Egipto, Zoroastro en Persia, Orfeo en Grecia, Buda en la India, etc. En Palestina, sin llegar a ser Avatares y sí hombres de un desarrollo espiritual muy elevado, tenemos los Profetas: en Grecia, Pitágoras, Platón y otros, en Egipto, el gran Aquenaton, etc.

En ese marco referencial, vivía al comienzo de nuestra Era, una de las pocas comunidades, cuyos miembros tenían un desarrollo espiritual elevado, los esenios. Como ya fue explicado en el Capítulo III, fue en su seno que nació el galileo Jesús.

Sin embargo, Jesús no vino a vivificar la filosofía esenia y menos aún la religión judaica. Hasta ese momento, el desarrollo del Proyecto Ser Humano se había concentrado en la evolución de la Inteligencia y de la Sabiduría, que había alcanzado niveles significativos. Había llegado el momento de subir más un escalón.

El nuevo escalón, era introducir el principio del Amor, palabra usada con mucha frecuencia, pero que es muy compleja, porque tiene varios niveles de comprensión. Los egipcios, a través de la Ley de Amra(**), habían dado los primeros pasos en esa dirección. Ahora era necesario consolidarlos y para eso se precisaba un Ser muy especial, de naturaleza extraordinaria, nacido hombre y hecho Dios.

Ese hombre no podía ser cualquiera. Era imprescindible que él fuera un ser humano, purificado a través de sus encarnaciones, un verdadero Avatar, de lo contrario no podría resistir las frecuencias vibratorias que emanarían de lo Alto. (Algunos autores afirman que Jesús era la reencarnación de Zoroastro, el Avatar Persa).

El nacimiento de Jesús y su adoración por los Reyes Magos, que le trajeron de obsequio materiales simbólicos: oro, incienso y mirra, marcan el inicio del desarrollo del Plan Divino. El niño, después adolescente y más tarde joven, es instruido por su Iniciador Moría-El (o sea el Rey Mago Melchor), hasta que al llegar a los 30 años, está todo preparado para un hecho insólito: un Principio Cósmico incorporándose en un cuerpo humano, para revertir la "desespiritualización" del ser humano (que fue necesaria para que pudiera anclarse en el mundo físico).

El momento preciso llega: al pedir Jesús que Juan lo bautice en el Jordán (Mateo 3:16), surge "el Espíritu de Dios, descendiendo como una paloma y posando sobre él". Ese Espíritu de Dios es un Principio Cósmico, El Cristo, que lo acompañará durante tres años. Surge así un nuevo Ser. Jesús El Cristo.

Jesús El Cristo empieza así a escoger, por las tierras de la Galilea, a sus auxiliares, comenzando por los 12 apóstoles, a los cuales debería transferir sus poderes, completando un cuerpo mayor de 120 personas.

En su trabajo, Jesús El Cristo se desempeña en dos niveles: al círculo externo, el pueblo en general, le habla en parábolas (porque no pueden entender la esencia de sus enseñanzas); el segundo nivel es el círculo interno, tanto el amplio de 120, como el restricto de 12, a quienes da explicaciones detalladas, más profundas a estos últimos, porque los debe preparar para usar al máximo sus poderes espirituales.

Este círculo interno era secreto y los discípulos tenían señas, símbolos y claves para identificarse, así como lugares específicos para reunirse. Estos cuidados eran necesarios, vista las persecuciones de la época, que debían ser evitadas antes de que el trabajo fuese concluido.

El propio Jesús El Cristo, con su famosa frase: "No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen y se vuelvan y os despedacen" (Mateo 7:6), confirma el hecho de la existencia de esos dos círculos.

Esta necesidad de separación no fue oriunda del ministerio de Jesús El Cristo y sí de la noche de los tiempos, pues el mismo método era usado por las escuelas místicas de la India, Persia, Egipto y otros países. Ella nació del hecho de que siempre hubo oposición de los guardianes ortodoxos de las religiones locales contra los buscadores de las verdades reveladas. Jesús, en su famosa parábola del Sembrador (Lucas, 4:8-15) muestra claramente la semilla que se pierde y la que germina, multiplicando sus frutos.

Uno de los casos más dramáticos fue el de Aquenaton, el faraón egipcio que proclamó, un siglo antes que Moisés escribiera el Génesis, la existencia del Dios Único. Él, tal vez el primer pacifista de la historia humana, creó una ciudad entera (Tell-el-Amarna) para adorar ese Dios, que llamó de Aton, para no tener que derribar al clero egipcio, que era politeísta. Sin embargo, a su muerte, éstos se vengaron, destruyendo totalmente su maravillosa ciudad.

Lewis (1), dice: "La Iglesia (cristiana) deja la impresión de que todos los misterios del Cristianismo tienen que ver con sacramentos y rituales, pero no tratan de las leyes naturales y divinas, aplicables a cosas prácticas en la vida humana"… "La Iglesia ortodoxa debería vivificar el espíritu de los Misterios y las prácticas que Jesús enseñó a sus discípulos".

Pero ¿qué Misterios son esos? Según Young (3), la palabra Misterio, tal como usada en el Nuevo Testamento significa "aquello que sólo es conocido por los Iniciados". Algunas frases de Jesús El Cristo corroboran la existencia de los Misterios, por ejemplo:

"Entonces, acercándose, los discípulos le dijeron: ¿Por qué les hablas en Parábolas? Él respondiendo, les dijo: "Porque a vosotros es dado saber el Misterio del Reino de los Cielos; más a ellos no les es dado" (Mateo 13, 10-11). Con expresiones semejantes aparece la misma idea en Marcos (4:11) y Lucas (8: 9-10). También pueden ser encontradas alusiones a los Misterios en Romanos (16:25), Corintios I (2:7; 4-1; 14:2), en Efesios, en Colosenses, en Tesalonicenses, Timoteo, etc.

En realidad los "Misterios" son los conocimientos secretos que vienen de la antigua Atlántida, de donde sus sobrevivientes pasaron a vivir en la India, en Persia, en Egipto, en la Palestina y en otros países. En cada pueblo se formó una cofradía secreta que los transmitía gradualmente a aquellos que eran merecedores. Esos Misterios precisaban una vivificación en la época que nació Jesús, y más que una vivificación precisaban una profundización. Hoy (2014) es necesaria una vivificación y una profundización más amplia que abarque más personas y no apenas a los integrantes de los círculos secretos.

Esto es así, porque la Sabiduría Antigua se oscureció, la Inteligencia (mental) aumentó en forma asombrosa, y está totalmente divorciada de la Inteligencia Emocional (ver Goleman, 4) y de la Inteligencia Espiritual (ver Zohar y Marshall, 5, y Wolman, 6). Para superar esto, es necesario un impulso cósmico..

Probablemente, la principal enseñanza de Jesús El Cristo, impregnada tanto de valor práctico, como moral y espiritual, fue la de que el ser humano es un ser triple (y no doble como hasta entonces era considerada: un cuerpo físico y un alma aprisionada dentro de él).

El tercer elemento es el que en este texto llamamos de Personalidad, que queda en el medio de los otros dos, atraído por ambos en diferentes momentos y en diferentes proporciones. La atracción hacia el Ser Exterior, a los bienes materiales, a la concupiscencia, a la explotación de los otros, etc., representa el polo negativo. La atracción hacia el Alma, a lo espiritual, a lo divino, representa el polo positivo.

En lenguaje metafórico, la primera atracción es identificada con Satanás, y la segunda, al Dios Eterno. Y en el medio fluctúa la Personalidad, aquella faceta humana que se desarrolló lentamente, desde que el hombre apareció en la Tierra, para lo que fue necesario ensombrecer su aspecto espiritual.

La lenta evolución humana acontece a partir del crecimiento de la Personalidad. Debido a las múltiplas experiencias necesarias para que ese crecimiento se acelerase, el ser humano precisó morir y reencarnar, con la expectativa de que a cada reencarnación su Personalidad se acercase un poco más al Alma (el Ser Crístico o Presencia Divina).

En el Proyecto Ser Humano, éste fue dotado de libre albedrío. O sea, estaba sujeto a las leyes naturales (si caía podría quebrar un hueso, si comía algo inadecuado podía enfermar, si recibía una cuchillada podía morir, etc.), pero era libre, en el sentido de que no había, de parte de los conductores de la evolución, caminos rígidos a seguir. Apenas sugerencias, oriundas del Alma.

Estos conocimientos formaban parte de los Misterios, pero no eran comprendidos por las personas comunes, que esperaban después de la muerte física entrar en un Paraíso, o en un Infierno, de acuerdo al grado en que evaluasen su trayectoria terrena.

Según Lewis (1), el cuerpo físico no podía ser penalizado por errores, infracciones o crímenes cometidos, porque no tenía comprensión de lo cierto y de lo errado. Por otro lado, el Alma, ser puro, no podía pecar. Por lo tanto, el tercer elemento, la Personalidad, que evolucionaba(*) a través de las encarnaciones, era el elemento a ser trabajado.

En ese sentido, el Reino de los Cielos, no era un Paraíso, donde el Alma, liberada de la carga del cuerpo pudiera gozar la felicidad por toda la Eternidad y sí la coronación del esfuerzo humano bien orientado, lo que los místicos llamaban de casamiento alquímico, o sea el apartamiento de la Personalidad, del hechizo del Ser Exterior y su fusión con el Alma. Este es el gran objetivo del Proyecto Ser Humano. Y esa es la principal misión de Jesús El Cristo.

Cuando una masa crítica de personas, se acerque a este punto, tendremos oportunidad de comenzar a vivenciar la Gran Utopía (Bonilla, 7).

Besant (8) desarrolla un raciocinio extremadamente interesante acerca del personaje Jesús El Cristo, manifestando que para un entendimiento pleno acerca de su vida y su misión, es necesario, primero separar y después integrar, tres hilos conductores: el Cristo histórico, el Cristo mítico y el Cristo místico. Así, tenemos:

  • Cristo histórico: "Es un ser glorioso, perteneciente a la Gran Jerarquía Cósmica que dirige la evolución de la Humanidad. Él empleó, durante tres años, el cuerpo humano del discípulo Jesús, consagrando el último de estos tres años, recorriendo la Samaria, la Judea y la Galilea, curando enfermos y realizando otros actos notables, cercado por un pequeño número de discípulos."

  • Cristo mítico: En realidad, un mito no es una historia fantástica, sea basada en un hecho real o en uno ficticio. En realidad, un mito es una forma metafórica de ofrecer al mundo verdades profundas. El mito a que nos referimos es la existencia de una corriente Divina que atraviesa la historia humana, lo cual se contrapone a la idea de que Jesús El Cristo apareció de repente en la Galilea como un iluminado, que salvaría el mundo con su sangre; de ese modo su colérico Padre se sentiría satisfecho y nos perdonaría a todos nuestros pecados, por gigantescos que sean.

En realidad Jesús El Cristo es la joya más preciosa (por lo menos hasta ahora), de esa corriente Divina. En todas las épocas que el ser humano existió, esa corriente lo sustentó con chorros de luz, especialmente a través de los Avatares (ver Bonilla, 2).

O sea, durante milenios antes de que Él se encarnase en el cuerpo de Jesús, había tenido predecesores que habían preparado el camino. Besant (8) dice algo grandioso: "Los Evangelios no son apenas la narración de lo que aconteció hace 2000 años y sí la verdad de todo lo que existe y existirá siempre". No es posible profundizar mejor esta idea que reproducir aquí, el largo párrafo de aquella autora: "El Salvador del mundo siempre será adorado por los reyes de la inteligencia, representada por los Magos, siempre Él multiplicará el pan eucarístico para alimentar y reconfortar las almas; siempre cuando lo invocamos a la noche, en medio de la tormenta, Él vendrá a nosotros, andando sobre las aguas; siempre extenderá su mano para ayudarnos a transponer la cresta de las olas; siempre ha de curar nuestros males y llenarnos de luz; siempre, para sus fieles, aparecerá luminoso y transfigurado, sobre el Tabor, interpretando la ley de Moisés y el celo de Elías".

El día 25 de diciembre forma parte del mito de Jesús El Cristo. En realidad, los mayores estudiosos sobre el asunto, como el canónigo Farrar, informan que "todo esfuerzo para descubrir el día real de la Natividad ha sido inútil, ya que no existen datos para determinarla, ni siquiera de manera aproximada". El hecho es que el Papa Julio I, en 337 DC, dispuso que ese día sea elegido como nacimiento de Cristo, "a fin de que los paganos ocupados con sus ceremonias (las brumelias, en honra de Baco), dejen a los cristianos celebrar sus propios ritos sin ser molestados" (ver Williamson, 9).

Sin embargo, en el mundo antiguo, antes de Jesús, existía el Mito Solar, donde el Héroe Solar, nacía en el día más corto del año (en el hemisferio norte). Ya la muerte del Héroe Solar no tiene una fecha fija, pues depende de las posiciones del Sol y de la Luna (Véase que en Occidente, la Semana Santa cae en fechas diferentes, a veces en marzo y a veces en abril). Es en esta fecha mítica que muere Osiris en Egipto, Tamuz en Asiría, Adonis en Grecia, Mitra en Persia, etc.

  • El Cristo místico: Este asunto es muy profundo, de manera que lo reduciremos lo más posible. ¿Será que un Ser humano es, en su esencia, radicalmente diferente del Cristo? Con seguridad, la inmensa mayoría de las respuestas será "SÍ". Veamos:

Nuestra respuesta será "No necesariamente". Podemos afirmar que todo hombre, potencialmente, o en su esencia, puede ser un Cristo. Los Evangelios nos narran el proceso de ese posible desarrollo (que depende de cada uno de nosotros), poseedores de libre albedrío.

Efectivamente, en los Evangelios se narran los pasos para llegar al estado de la perfección, colocados de forma tal, que puedan impactar la Personalidad. Estos pasos se llaman Iniciaciones y son cinco, descritos luego a seguir:

  • 1. Nacimiento. En los Evangelios aparece como una historia, en la que María tiene un hijo nacido en circunstancias especiales. Es el "nacer de nuevo" mencionado por Jesús El Cristo a Nicodemo y refrendado en la frase: "De cierto os digo que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos" (Mateo 18:2).

Esa Iniciación significa el nacimiento, o mejor el despertar del Ser Crístico, la Presencia Divina o el Alma en cada uno de los seres humanos. Ese ser vive dentro de nosotros, desde el inicio de los tiempos. La gran tarea que se impuso Jesús El Cristo es estimularnos para que descubramos esto y para que vivenciamos esa profunda verdad.

  • 2. Bautismo. Esta Iniciación confiere los poderes necesarios para cumplir su misión, sea la que sea. El Espíritu Divino proporciona una luz deslumbrante y así se siente preparado para cumplir su misión. Pero los desafíos y las tentaciones se le presentan mucho más intensos que en etapas anteriores. Al vencer estos obstáculos, se prepara para dar el próximo paso.

  • 3. Transfiguración. Ahora está dotado de un gran poder y de una plena comprensión. Así hace el bien, sin preocuparse con razas, riquezas o sexos. Cura, alivia, da confianza, hasta resucita muertos y como coronación experimenta la Transfiguración, encontrándose con predecesores que recorrieron el mismo camino.

  • 4. Crucifixión. Falta todavía una prueba, la decisiva. Abandonado por sus discípulos, negado por Pedro, escarnecido, torturado, insultado. Absolutamente solo, camina hacia su sacrificio, que se transforma así en lo que podemos decir la escena central de una obra teatral, para que queda grabada en la mente de la Humanidad.

  • 5. Resurrección. El Espíritu vence la materia. Ahora, el discípulo que allá llegó, se transformó en un Maestro Espiritual.

Esa escala Iniciática fue practicada desde hace milenios y con diversas situaciones específicas, la atravesaron todos los Avatares. Pero ella es válida no sólo para esos Elevados Seres y sí para las personas comunes como el autor y los lectores de este texto.

Tal vez esto puede parecer muy complicado. Con seguridad lo es. Pero no precisamos apurarnos, comencemos con el primer paso: escrutemos en nuestro interior, auscultemos nuestro corazón, meditemos con nuestra mente y comprendamos definitivamente lo esencial: hay un ser Crístico, que vive en nuestro interior. Nuestra gran tarea es contactarnos con Él, purificándonos hasta disolver la espesa capa de pensamientos y sentimientos negativos que cubren aquel grandioso Ser, cobertura de la cual somos responsables, por haber utilizado una buena parte de nuestro libre albedrío de forma errada.

Para comprender mejor esto, hagamos una comparación con el mundo físico, específicamente con una lámpara incandescente. Para que funcione precisa una usina generadora de energía eléctrica, digamos una hidroeléctrica, que en la metáfora correspondería al Creador, de donde surgiría la electricidad que llega a la lámpara, iluminando sus filamentos de modo incandescente.

Esos filamentos representan el Ser de Luz, el Ser Cristico, el Alma en el ser humano, siempre brillando, pues están abastecidos por el Ser Supremo. Después viene el vidrio de la lámpara. Él está bajo control humano, usando su libre albedrío como le parece. El libre albedrío es ejercido por la Personalidad. Puede mantener el vidrio limpio y transparente y entonces la luz del Ser Crístico se derramará por el ambiente, o lo dejará ensuciar por el Ser Exterior.

Naturalmente, esa suciedad impedirá que la luz se expanda y se muestre como real en el mundo físico. Hasta parece que Ella no existe, que Ella es una invención de fanáticos, desequilibrados o comerciantes inescrupulosos que la venden a precio de oro. Esa es la esencia del asunto.

La inmensa mayoría de los habitantes del planeta, inclusive el autor, no poseen una lámpara transparente. El grado de suciedad y pegajosidad es variable, desde la opacidad total hasta una cierta transparencia, capaz de reflejar algunos rayos de Luz. Aunque tenues, esos rayos son la esperanza de la Humanidad.

Una única vida no es suficiente para liberar el Ser Crístico (a no ser que se trate de una Personalidad muy evolucionada). Es por eso que precisamos reencarnar una y otra vez, con la expectativa de que en cada oportunidad, dejemos trasparecer de forma más intensa, la luz que brilla eternamente dentro de nosotros.

Esa luz es nuestra Presencia Divina, nuestro Ser Crístico, nuestra Alma.

El Evangelio según San Mateo

== INTRODUCCIÓN

Hay pocas informaciones históricas sobre este personaje. Lo poco se sabe es que era de la tribu levítica, hijo de Alfeo y publicano (recaudador de impuestos) a servicio del tetrarca de Galilea, Herodes Antipas. Los publícanos, en esa época, eran muy odiados por los hebreos, pues le cobraban pesados impuestos que repasaban a los romanos. En general, eran considerados traidores por los israelitas.

Mateo, conocido por Levi, estaba sentado en el banco de recaudación de impuestos cuando lo vio Jesús y le dijo: "Sígueme. Y levantándose lo siguió" (Marcos 2:14). El apóstol se despidió con una fiesta de familiares y amigos, entre los que había publícanos (como el propio Mateo) y "pecadores", lo que escandalizó a fariseos y saduceos que por allí pasaban. El Maestro, al oír la indignación de aquellos, les dio una de sus primeras lecciones: "Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores" (Marcos 2:17).

Uno de los puntos más controvertidos de este Evangelio, es el relativo a la genealogía de Jesús. Según este Evangelio (1: 1-17), ella se remonta a Abraham, 42 (7×6) generaciones antes, pasando por el Rey David. Esta genealogía es diferente a la de Lucas, que enumera 77(7×11) generaciones y va hasta Adán, pero también pasa por David. Steiner (1) hace una original interpretación de este hecho, que simplificadamente, esclarece que esas genealogías se refieran a diferentes aspectos de Jesús: uno de ellos es oriundo de Dios, a través de Adán; el otro humano, a través de Abraham.

Pero, independiente de estas sutilezas, subsiste el hecho de que ambas genealogías acaban en José, que así sería su padre carnal. ¡Con razón que la Iglesia Católica, sólo proclamó en 1854, la Inmaculada Concepción, después de arduas discusiones conciliares!

El nacimiento de Jesús no ocurrió en un establo, como metafóricamente se afirma. Ver Mateo (2:11), donde se dice: "Y al entrar en la casa (los Reyes Magos(*)), vieron el niño con su madre María y postrándose lo adoraron". Segundo Lewis (10), apoyado en el Evangelio "apócrifo" de Jaime, en Patriarcas como Tertuliano (200 DC) y San Jerónimo (375 DC), así como modernamente en el canónigo Farrar, esa casa era una "gruta".

Esas grutas habían sido construidas por los esenios a lo largo de los caminos y servían de albergue, hospitales y posadas. Esas grutas aún existen en Palestina según aquel autor y son suficientemente grandes como para abrigar "diez o veinte aposentos muy amplios, en un ambiento exento de humedad, calor o frío". Muerto Herodes Antipas, los padres de Jesús con él vuelven a la Galilea. En este Evangelio, pasan 30 largos años sin que se hable una palabra de Jesús.

Hasta que llega Juan el Bautista, predicando en el desierto de Judea, el arrepentimiento de los pecados cometidos. Él tampoco habló una palabra sobre el pecado "original", prometiéndolos bautizar con agua, "pero el que vendrá detrás de mi, cuyo calzado no soy digno de llevar; él os bautizará con Espíritu Santo y fuego" (Mateo 3:11).

Luego acontecerá el hecho más deslumbrante de la Historia humana: al ser bautizado Jesús por Juan, "he aquí los Cielos fueron abiertos y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma y venía sobre él. Y hubo una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia" (Mateo 3:16-17).

== EL MINISTERIO DE JESÚS

EL SERMÓN DEL MONTE

Él comienza su ministerio, cuando sabiendo de la muerte de Juan el Bautista, vuelve a Galilea, especialmente a la ciudad de Capernaum (Mateo: 4-13), donde comienza a reclutar sus discípulos, inicialmente dos pares de hermanos (Simón, al que llamó de Pedro y Andrés) y (Juan y Jacobo) hasta completar los doce, casi todos galileos.

La primera acción predicadora de Jesús El Cristo, es memorable. Se trata del "Sermón del Monte" o "Sermón de la Montaña"(*). Mateo (5:1) dice textualmente "Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él, sus discípulos".

Esta predicación es, probablemente la más completa de Jesús El Cristo, narrada en la Biblia, incluyendo unos veinte asuntos. De ellos seleccionaremos "las bienaventuranzas".

Son ocho bienaventuranzas dirigidas a "los pobres de espíritu", a "los que lloran", a "los mansos", a "los que tienen hambre y sed de justicia", a "los misericordiosos", a "los de limpio corazón", a "los pacificadores" y a "los que padecen persecución por causa de la justicia" (Mateo 5:3-10).

De estas bienaventuranzas, la menos comprendida es la primera: "Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos".

Probablemente, es la frase más importante del Sermón de la Montaña. Pero también se trata de una frase extraña para la comprensión común: ¿por qué los "pobres de espíritu", tendrán derechos al Reino de los Cielos, y los remediados y los ricos, no?

En Yahoo (11) se pregunta ¿cuál es el significado de la expresión "pobre de espíritu"?. De las siete respuestas exhibidas, una dice que es un error de traducción (pero no informa la traducción cierta); cinco la entienden como: "incapacitados racionales"; "los que solo critican, provocan e insultan las creencias de los otros, son los pesimistas, inseguros, débiles, indecisos, etc.",…"los que no tienen nada para ofrecer, no tienen sentimientos ni carácter"; "son aquellos que se dedican a las prácticas descritas en Gálatas 19,20,21: adúlteros, prostitutas, herejes, envidiosos, borrachos, etc."(**)

Sin embargo, el séptimo participante da una respuesta más animadora: "A nadie será concedida la entrada a ese Reino, sin la simplicidad de corazón y humildad de espíritu; o sea, el ignorante poseedor de esas cualidades, será preferido al sabio que más cree en sí que en Dios". Parece que vamos mejorando.

Ya la Enciclopedia Católica (12), da una explicación poco comprensible: "Los bienaventurados son pobres en espíritu, que por su propia voluntad están dispuestos a soportar por amor de Dios, esta dolorosa y humilde condición, incluso aunque sean ricos y felices, mientras que, por otro lado, los realmente pobres pueden no alcanzar esta pobreza de espíritu".

Lo más rescatable de todo esto es que la expresión "pobres de espíritu" podría significar humildad, modestia, falta de arrogancia. Todo bien. Esto parece tener cierta coherencia. Pero hay otra mitad del versículo: "de ellos es el Reino de los Cielos".

Si seguimos la visión cristiana ortodoxa, ese Reino tiene una significado: es el lugar donde las personas que mueren, si tuvieron buen comportamiento, pasan a vivir una vida Eterna en el Paraíso. (¿Alguien ya pensó lo aburrida que sería esa vida, llena de buenas músicas, comida abundante, vida sin preocupaciones, protección directa de Dios, etc., etc.? ¿Pero qué mundo es ese? El Universo es evolución permanente, no un lago con sonidos, flores y perfumes congelados. El Creador precisa y precisará siempre de nosotros para que seamos sus auxiliares en el mundo físico, hasta que alcancemos vuelos más altos y quizás podamos crear nuevos mundos.

En Capítulos anteriores se mencionó que una de las enseñanzas más importantes(*) de Jesús El Cristo tiene relación con el "Reino de los Cielos". Él no está en un lugar escondido, al que sólo podemos llegar una vez fallecidos. El Reino de los Cielos está dentro de nosotros. Es la Partícula Divina (Alma o Ser Crístico) que nos fue otorgada cuando el "soplo" divino, electrizó el "polvo" de donde nació nuestro cuerpo físico.

Este concepto fue explicado de manera grandiosa por Steiner (14), dándole una densidad mística fortísima. La traducción inteligible que él hace del versículo en pauta es: "Bienaventurados los pobres de espíritu (los que imploran por ser alcanzados por él), porque ahora por sus propios medios (a través de un intenso trabajo interior) encontrarán el Reino de los Cielos.

La clave de esto, se encuentra en la Iniciación antigua, realizada en los Templos por los Iniciadores y sus asistentes, y la que ahora trae el Cristo:" Ha llegado el tiempo en que el hombre encontrará el Ser Crístico en su propio interior, si realmente busca el Reino de los cielos(**).

Esa Iniciación antigua acontecía con aquellos que eran merecedores, a través de la atenuación (o mejor, adormecimiento de la conciencia normal del iniciando). Ella era realizada después de cuidadosa preparación, debiendo quedar el candidato, en un estado inmóvil, cataléptico durante tres días, al cabo de los cuales volvía a su conciencia normal, con el recuerdo de un maravilloso viaje interior.

Sin embargo, el proceso evolutivo no se podía detener ahí. El ser humano precisaba avanzar un paso más. La llegada de El Cristo le dio el Impulso Cósmico necesario Este asunto será discutido en la próxima Monografía) . Es por eso que precisó ser planificada durante siglos, con precisión matemática Lo que El Cristo experimentó en su corta vida encarnada nada tiene que ver con satisfacer con su sangre la cólera de un Dios vengativo (¡qué horror!), ni justificaría "salvar" de sus pecados a los impíos, pues el don del libre albedrío es necesario para que cada uno, según sus actitudes, progrese o retroceda en su proceso evolutivo.

Él vino a otra cosa. Vino a mostrar como una obra teatral, el nuevo proceso de Iniciación del Ser Humano, a través del cual, este podría alcanzar, por esfuerzo propio(***) el Reino de los Cielos, o sea el Dios Inmanente (el Ser Crístico que está dentro de él).

Para que esa cambio, absolutamente crucial, el mayor ocurrido hasta ahora en la historia de la Humanidad, quedase grabado en la conciencia humana, era necesaria todo un ritual, escrupulosamente organizado: nacimiento, bautismo, transfiguración, crucifixión y resurrección

Realmente, a través de su vida encarnada (y no sólo con la sangre vertida), El Cristo vino a "salvarnos". Pero no de la forma infantil en que esta "salvación" es generalmente entendida (y que obviamente no ocurrió, porque los "pecados" continúan aconteciendo, aumentando de tamaño y color en la medida que la población crece).

Lo que Él vino a ofrecernos fue el instrumento de nuestra "salvación" y para eso hizo su representación grandiosa, que por primera vez se dio en un ser encarnado. Metafóricamente, con su sangre limpió y abrió el camino para nosotros. Pero quien debe recorrerlo somos los seres humanos, desarrollando nuevos niveles de comprensión, elevando nuestras frecuencias vibratorias.

Steiner (14) dice esto de forma magnífica: "Si antes se decía: debéis elevar la mirada hacia los reinos donde se halla la fuente divina de existencia y debéis esperar que lo divino irradie desde el Reino de los Cielos(*), ahora: lo divino no sólo irradia hacia vosotros, sino que la voluntad de las alturas debe penetrar en lo más hondo de la naturaleza del ser humano y allí debe transformarse en Voluntad del propio Yo(**).

Es interesante resaltar que en los antiguos, la capacidad de clarividencia y de profecía era normal para los Iniciados. Eso se fue perdiendo con el tiempo, porque se entró en un nuevo proceso evolutivo. Lo mismo ocurre en el mundo físico: si una persona quiere ser Doctor en Matemáticas, en la medida que profundiza en esta área, va olvidando los conocimientos de Botánica, Historia o Geografía, que había aprendido durante sus estudios lineales.

Con esta explicación, la expresión "pobres de espíritu" alcanza su verdadero significado: la pérdida o reducción significativa de la visión espiritual transforma (a los habitantes pre-cristianos), en "pobres de espíritu". Pero ahora con el advenimiento de Jesús El Cristo, al revelar que el secreto de las fuerzas divinas, también puede fluir de nuestro Ser Crístico, la bienaventuranza es ofrecida a aquellos.

El libro de Steiner (14) es complejo y muy profundo. Para el que desee profundizar en estos asuntos, a la vez deslumbrantes y asustadores, recomendamos leerlo. Pero se precisa coraje.

De lo anteriormente dicho, parece que no habrá una segunda venida del Cristo, porque Él nos dio las condiciones para que evolucionemos por nosotros mismos. Cuando haya una masa crítica suficiente de seres humanos, caminando en la dirección señalada, el trabajo será hecho por muchos Seres Crísticos. De esta manera, cuando el nivel vibratorio necesario sea alcanzado, un Impulso Cósmico(***) tal vez más poderoso que aquel que emanó del Creador en ocasión del bautismo de Jesús, iluminará nuestro planeta y finalmente, nos conducirá a la Gran Utopía (Bonilla, 7).

== LAS CURACIONES DE JESÚS EL CRISTO

En este Evangelio se habla en varias oportunidades de las curaciones hechas por Jesús El Cristo, especialmente las siguientes: sanación de un leproso (8:1-4), sanación al siervo del centurión (8:5-13), sanación a la suegra de Pedro (8:14-17), expulsión de los demonios en los dos gadarenos (8:28-34); sanación a un paralítico (9:1-8); sanación del hombre de la mano seca (12:9-14); sanación a la hija de Jairo (9:18-26); sanación a dos ciegos (9:27-31); un mudo habla (9:32-34), etc.

Las curaciones informadas y otras contenidas en otros Evangelios han sido consideradas por muchos creyentes como prueba de la Divinidad de Jesús El Cristo. La verdad es que Él no precisa de estas pruebas y si ellas fueran lo más importante, no habría motivo para considerarlo un Principio Cósmico, un Ser Divino.

Esta argumentación se justifica por el hecho de que en la Antigüedad hubo curadores famosos (los que eran imprescindibles en una época en la que no había exámenes laboratoriales, anestesia, Rayos X, ni antibióticos). En América, desde épocas remotas existen los xamanes, los "gurús" de las tribus indias.

En muchos casos, la sugestión era fundamental. Algunos de los mayores médicos de la Humanidad fueron Esculapio (( 1200 AC) e Hipócrates (( 400 AC), que hicieron curas maravillosas e instantáneas sin disponer de instrumentación moderna. Los esenios y los llamados terapeutas (griegos) también practicaron curaciones espectaculares.

Por lo tanto, en la época de su advenimiento, las curaciones de Jesús El Cristo no fueron algo inusitado, único, sólo posible por un "Hijo de Dios". Entonces ¿por qué figuran?

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