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El carisma de Eva Perón




Enviado por Maria Chevallier



Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Fundamentos
    psicológicos, sociológicos, y
    científicos de este trabajo
  4. La historia de
    Evita. La formación de su carisma
  5. El peronismo dentro
    de la historia argentina
  6. Evita seduce al
    pueblo argentino
  7. Conclusión
  8. Bibliografía

Resumen

La carismática relación de Perón y
Evita con los sectores de la clase trabajadora fue un importante
factor en la política argentina. El objetivo de este
trabajo es examinar un aspecto de la situación: el carisma
de Evita.

ABSTRACT:

The charismatic relation of Peron and Evita with the
sectors of worker

class, was an important factor in the argentine s
politic. The objective ofthis paper is examínate one
aspect offthe cuestion: the Evita' s charisma.

Introducción

María Eva Duarte de Perón (Junín o
Los Toldos, Buenos Aires,n. 1 7 de mayo de 1919 – Buenos Aires,
26 de julio de 1952), también conocida como Eva
Perón o Evita, fue una de los personajes más
importantes de la historia de Argentina, y también una de
las figuras más populares y conocidas en la historia
universal.

Peron y Evita partieron en dos la historia de Argentina.
Y no se puede comprender la Argentina sin prestarle
atención al impacto que ellos tuvieron, su influencia, y
su legado.

Sin embargo, lo que nos interesa destacar aquí es
el carisma que tenía Evita, la seducción invencible
que ella ejercía sobre el pueblo argentino -sobre,
especialmente- sus descamisados-. Y cómo, a través
de los años, este enamoramiento de gran pueblo de
Argentina (acompañado por un odio de otra parte) no ha
mermado, sino que se mantiene, como crece el culto a la figura de
Evita, los monumentos a Evita, las imágenes de Evita en
las casas de familia en Argentina, y los libros y publicaciones
sobre este personaje trascendental.

Generación tras generación el amor hacia
Evita -tan fuerte como un amor platónico, tan fuerte como
solo un verdadero líder carismático lo puede
desatar- se mantiene.

Nosotros en este trabajo nos detendremos en este
único aspecto: ¿A qué se debe ese carisma de
Evita? ¿En qué se fundamenta ese amor
idolátrico que muchísimos argentinos le siguen
teniendo, aún muchos años después de su
muerte? ¿Cómo construyó esta mujer, quien
también era actriz de profesión y que poseía
un don natural para el histrionismo, esta seducción, este
liderazgo, esta devoción hacia ella de parte de las
grandes masas?

Fundamentos
psicológicos, sociológicos, y científicos de
este trabajo

La preocupación fundamental que guía este
trabajo es entender los mecanismos y patrones que le permitieron
a Evita construir este liderazgo, y tener, justamente,
"carisma".

Para ello, utilizaremos a los conceptos más
vanguardistas y renovadores de la psicología y de la
ciencia política para comprenderlo bien. Se vuelve,
obligada, sin embargo, la referencia al sociólogo Max
Weber que entendió a la dominación
carismática, como una de las tres formas de autoridad,
siendo la dominación tradicional y la dominación
legal las otras dos.

Además, es interesante considerar la tesis del
politólogo argentino Ernesto Laclau, quien, en su libro La
Razón Populista, toma la transgresora idea de defender el
tan denostado populismo

Laclau -basado en el postestructuralismo y la
teoría lacaniana- aporta una nueva dimensión al
análisis de la lucha hegemónica y de la
formación de las identidades sociales, que es fundamental
para comprender los triunfos y fracasos de los movimientos
populares, y avanza un paso más en el proyecto
político de una democracia radical, populista.

Si hay una demanda social frustrada alrededor de la
salud, o del transporte, o de la seguridad, entre todas estas
demandas frustradas empieza a formarse un cierto parentesco, que
yo llamo "una relación de equivalencia". Y, en cierto
momento, todas esas equivalencias que de otra manera
serían sumamente difusas, tienen que cristalizar alrededor
de ciertos símbolos que las unifiquen. Ahí, el
nombre del líder puede ser aquello que las
unifica.

En el populismo hay una serie de demandas
heterogéneas que cristalizan alrededor de ciertos
símbolos. Y esos símbolos, con mucha frecuencia,
son el nombre de un líder.

En América Latina, explica Laclau, el liberalismo
fue la forma política de organización de los
estados nacionales como estados oligárquicos de base
clientelística. Y su capacidad de absorción de las
demandas democráticas de las masas fue limitada. Cuando
esas demandas emergen en forma populista en los años 20,
30, 40, adoptan formas esencialmente antiliberales.

¿Qué genera ese carisma? Que el
vínculo entre el líder y las masas se aleje de los
cánones de la supuesta racionalidad para entrar en un
terreno mítico y pasional en el que el pueblo sigue, en
una suerte de danza hipnótica, todos los caprichos de
aquella figura.

Claro que estas demandas insatisfechas no alcanzan lazos
solidarios por generación espontánea sino que para
que eso suceda es necesaria la aparición de un liderazgo
que permita el agrupamiento y Laclau reconoce que en la
relación con ese liderazgo existe, por supuesto, una
dimensión afectiva, sólo que la supuesta
irracionalidad que conlleva ese vínculo es constitutiva de
la acción política.

En este punto cabe agregar un punto muy interesante
vinculado al "quiénes" son el pueblo pues Laclau hace
mucho énfasis en el rol de determinados significantes como
podrían ser "la nación", "los poderosos", "las
clases dominantes", "la gente", etc.

Ese neopopulismo exalta la aparición de la figura
de un caudillo capaz de cristalizar las demandas populares
insatisfechas y unificarlas en una causa común.

Esa figura se presenta como superadora de las fallas y
omisiones de las instituciones.

Ernesto Laclau considera que, cuando un sistema
político atraviesa una crisis que afecta las viejas formas
y estructuras, cuando aparece disperso o desmembrado como la
Argentina a comienzos de este siglo, sólo el populismo es
capaz de construir nuevamente una unidad, articulando las
demandas diferentes que estallan por todas partes y
volviéndolas equivalentes, es decir, aptas para sumarse en
un mismo campo.

Por eso, el populismo no tiene un contenido definido de
antemano, sino que depende de las reivindicaciones que se
articulen en esa nueva unidad.

Al hacerlo se traza una frontera que divide a la
sociedad en dos partes; una de ellas, el pueblo, es un componente
parcial, que aspira a ser concebido como la única
totalidad legítima.

Cuanto más demandas diferentes sean integradas,
más amplio será el campo enemigo, hasta tal punto
que el discurso populista gira en torno de un significante
vacío.

El servicial ejemplo de un grupo que pide una mejora en
el transporte transcurriría antes del advenimiento del
líder populista; con ese grupo, también en ese
momento anterior, coexistiría otro que pide un sistema de
salas de primeros auxilios y un tercero que reclama mejoras en
las escuelas elementales.

Todos tienen objetivos diferentes, pero el líder
populista puede convertir esas demandas en una cadena de
equivalencias que se enfrenten, por ejemplo, con los responsables
de una injusta distribución del gasto
público.

En ese momento se traza una línea de
separación y se funda un sujeto popular.

Ahora bien, pero ¿Qué es lo que hace al
carisma del líder? ¿Qué tiene de especial?
Si tomamos como cierto la hipótesis de Laclau acerca de
las "demandas insatisfechas" que cristalizan en la
formación de un líder nuevo, ¿dónde
está el componente afectivo, irracional, emotivo, que
permite unificar las demandas en un símbolo
nuevo?

En este caso, para bucear las razones
psicológicas del carisma, también utilizaremos los
conceptos de Martín Ross quien, en su libro El Mapa de la
Autoestima, propone un enfoque muy usado hoy en los talleres de
liderazgo, coaching, etc. y también en la ciencia
política para el estudio del carisma.

Según Martín Ross todos tenemos un "Mapa
de la Autoestima" personal que es un registro interno que nos
indica cuáles son "las hazañas" y cuáles son
"las anti-hazañas".

Cuando alcanzamos "las hazañas" (que pueden ser
éxito, belleza, honores, poder, etc.) podemos sentir
orgullo personal -ego-, y aumentar también nuestro
prestigio social. Al contrario, cuando llegamos a las
anti-hazañas, sentimos dolor en nuestra Autoestima que se
ve afectada -y puede llegar a caer si es frágil- y
también perjudica nuestro prestigio social, a tal punto
que si tenemos grandes anti-hazañas la gente puede
huirnos, despreciarnos, discriminarnos, y rechazarnos.

El "Mapa de la Autoestima Personal", es influido y
forjado por el "Mapa de la Autoestima Personal" que nos
inculcaron nuestros padres y maestros en nuestra infancia y
adolescencia, y coexiste con un "Mapa de la Autoestima Social"
que viene a ser más uniforme, y que representa los valores
más importantes de una sociedad, en un momento
dado.

Por ejemplo: si hoy en nuestros días el "Mapa de
la Autoestima Social" determina que la hazaña del
éxito económico sea una de las más
importantes -una de las que más prestigio social puede
causar-, en otro momento de la historia, en otra sociedad, lo
pudo ser tal vez el honor o la valentía.

Ahora bien: según Martín Ross, para
entender al líder carismático -así como
también la seducción y el amor romántico- es
importante bucear en las diferencias entre "la envidia" y "la
admiración".

Tanto la envidia como la admiración son
sentimientos que se desencadenan ante la contemplación de
"las hazañas" ajenas. Sin embargo, mientras que el
envidioso sufre al ver la hazaña ajena y siente necesidad
de subestimarla y quitarle brillo para dejar de sufrir, el
admirador -en cambio– disfruta de la hazaña ajena, y, para
aumentar su satisfacción, tiende a sobre-estimarla y
engrandecerla.

La admiración, entonces, viene a ser una
energía emocional con la capacidad de nublar la
percepción de la realidad, porque el admirador, para
disfrutar su sentimiento, tiende a "sobre-valorar" la
hazaña de su admirado, y puede causar, frecuentemente,
amores platónicos, ídolos y héroes. La
admiración es común al ser humano, y de ello lo
documentan los distintos pueblos y civilizaciones, que siempre
tuvieron ídolos, héroes y dioses. Y, cuando por
determinadas circunstancias históricas, la
admiración hacia una persona se da de forma colectiva,
entonces los admiradores se potencian a sí mismos, y este
movimiento de admiración colectiva hacia el líder
da ocasión al carisma.

Cuando el "Mapa de la Autoestima Social" de un
determinado momento histórico resulta muy agresivo con
sectores importantes de la población, los condene a la
zona de las anti-hazañas, de la vergüenza, de la
discriminación, del oprobio, es posible que la "Actitud
Política" se desate de manera generalizada, fuerte,
construyendo nuevos valores, un nuevo "Mapa de la Autoestima"
donde estos sectores sean más valorados.

En general las masas tienen envidia hacia quienes son
importantes, poderosos, y a quienes tienen las hazañas, y
con la envidia hay odio, bronca, y deseo de menospreciarlos. Por
eso, es difícil que se formen líderes, generalmente
los hombres disfrutan ver fracasar a otros hombres, y sufren al
verlos crecer. Sin embargo, en determinadas circunstancias,
utilizando ciertas habilidades, algunos hombres pueden generar
admiración, y con ella idolatría masiva, y eso se
da, muchas veces, cuando se hace necesario un cambio en los
valores del "Mapa de la Autoestima Social", para darle
ocasión a otro "Mapa de la Autoestima Social". Entonces la
admiración y apoyo al líder es una Actitud
Política generalizada, y se desata con fanatismo. Y los
mensajes del líder carismático pueden tener
más llegada en la medida en que critica, defenestra, y le
quita valor y honor social a las personas que las grandes masas
envidian, y desean menospreciar.

Aunque sería muy complejo resumir las distintas
aristas de la postura de Ross -enfocada sobre todo en la
seducción y al estudio de la propia personalidad de cada
uno-, lo importante es que le aporta al análisis
más racional freudiano propuesto por Laclau , una
exploración más psicológica, orientada a la
comprensión de los fundamentos psicológicos del
carisma, es decir a sus bases puramente
"irracionales".

Con estas bases científicas, nos adentraremos en
el estudio del carisma de Evita.

La historia de
Evita. La formación de su carisma

María Eva Duarte de Perón – que en este
trabajo llamamos "Evita" porque de esa manera la llaman
sus seguidores, que sostienen su carisma- nació en Los
Toldos, Junín, el 26 de Julio de 1952.

Sus orígenes fueron humildes, y migró a
Buenos Aires a los quince años, donde se dedicó a
la actuación, alcanzando renombre en teatro, radio teatro,
y el cine.

Vemos en este interés por el teatro, un
interés de Evita por cultivar la expresión de los
sentimientos, y por la relación con el público. Sin
lugar a dudas su esfuerzo por la representación
artística, y este tipo de ejercicios, le servirían
luego para conocer, medir, y utilizar sus emociones en lo que
serían sus discursos políticos,
diferenciándose, así, de los discursos acartonados
e intelectuales de los políticos de su
época.

Evita migró a Buenos Aires a los quince
años y se dedicó a la actuación, alcanzando
renombre en el teatro, el radioteatro y el cine. En 1943 fue una
de las fundadoras de la Asociación Radial Argentina
(ARA).

En la actuación, representaba novelas radiales,
de gran audiencia en el pueblo, y ella aprendió la
importancia de los sentimientos para generar interés en
las multitudes. Palabras como "corazón" y "alma" se
repetirían, posteriormente, en los discursos de Evita,
como si ella, durante su tiempo de actuación, hubiera
aprendido la importancia de los sentimientos, para generar
interés.

Pero… vayamos a su temprana infancia, donde,
siguiendo a Martín Ross, se habría formado el
"Mapa de la Autoestima Personal" de Evita, con el
ejemplo de sus padres y de otras figuras de autoridad.

Juan Duarte, fue el padre de Evita. Tenía
"hazañas" que, según el Mapa de la Autoestima
Social de la época, le garantizaban prestigio social,
respeto y orgullo: era un estanciero -es decir que tenía
riquezas y pertenecía a la clase alta- y, además,
era un importante político conservador de Chivilcoy, una
ciudad cercana a "Los Tordos", el pueblo natal de Evita. Con
estas hazañas, Juan Duarte, entonces, era una persona
respetada, sobre todo en aquella época era muy importante
"la clase social", pertenecer a la "clase social" era la
hazaña que daba orgullo y prestigio social y Juan Duarte,
el padre de Evita, la tenía.

Juan Duarte mantenía dos familias, una
"legítima" en Chivilcoy con su esposa legal Adela
D´Huart y sus seis hijos y otra "ilegítima", en Los
Toldos, con Juana Ibarguren, la madre de Evita. Se trataba de una
costumbre generalizada en el campo, para los hombres de clase
alta, que entonces era frecuente en algunas zonas rurales del
país.

Juana Ibaguren, la madre de Evita y de la familia
clandestina de Juan Duarte, tenía una "anti-hazaña"
muy trascendente para los valores de aquella época:
integrar la baja clase social.

Ahora bien: la mayor anti-hazaña que
tendría su madre y, sobre todo, Evita era la de ser la
clandestina, ajena al matrimonio legal, algo que en aquella
época era una anti-hazaña muy
importante.

En aquella época la ley argentina
establecía una serie de calificaciones infames para las
personas si sus padres no habían contraído
matrimonio legal, genéricamente llamados «hijos
ilegítimos
». Una de esas calificaciones era la
de «hijo adulterino», circunstancia que se
hacía constar en la partida de nacimiento de los
niños.

Ese era el caso de Evita, quien en 1945 logró que
se destruyera su partida de nacimiento original, para eliminar de
allí la frase injuriosa de "hija adulterina" que ella
tenía.

Para darnos una idea del desprecio que caía sobre
Evita por ser "hija adulterina" y hacia su madre, es importante
el episodio del velorio de su padre Juan Duarte. Cuando Juan
Duarte murió, la familia de Evita viajó a
Chivilcoy, pero la familia legítima les prohibió la
entrada, todo en medio de un gran escándalo.

Gracias a la mediación de un hermano
político del padre, quien era por entonces intendente de
Chivilcoy, (y a pesar de que no pudieron entrar), pudieron
acompañar el cortejo hasta el cementerio y asistir al
entierro.

Todo ello habrá impacto fuertemente en la
personalidad de la entonces niña Evita: ella era la
familia clandestina de Duarte, portadora de las
"anti-hazañas" de la baja clase social y de no ser de un
matrimonio legal, y con esas anti-hazañas ella era
profundamente despreciada… mientras que la otra familia,
portadora de las hazañas, era la que tenía el
prestigio social y la aceptación. Para comprender el
impacto que pudo haber tenido ello en la niña Evita hay
que retrotraerse culturalmente a otra época, una
época más hipócrita, más cerrada,
más clasista, y más snob, donde, siguiendo a
Martín Ross, habría un "Mapa de la Autoestima
Social" que harían de estas cuestiones anti-hazañas
muy profundas, capaz de merecerle a quien las tiene un gran
desprecio y descrédito de parte de aquellos otros que, con
arrogancia, se encuentran en las otras zonas del Mapa de la
Autoestima
, ubicados encima de las hazañas, del
orgullo, y del prestigio social… y que, desde allí,
intentan humillar y discriminar.

No podemos indagar en cómo habrá sido el
día a día de Evita y cómo se habrá
sentido por ese desprecio, vergüenza, discriminación,
e infamia de ser la parte "escondida" de la familia. Sin embargo,
en su libro "La razón de mi vida", ella tal vez
da una idea:

"Para explicar mi vida de hoy, es decir lo que hago,
de acuerdo con lo que mi alma siente, tuve que ir a buscar, en
mis primeros años, los primeros sentimientos… He hallado
en mi corazón, un sentimiento fundamental que domina desde
allí, en forma total, mi espíritu y mi vida: ese
sentimiento es mi indignación frente a la injusticia.
Desde que yo me acuerdo cada injusticia me hace doler el alma
como si me clavase algo en ella. De cada edad guardo el recuerdo
de alguna injusticia que me sublevó desgarrándome
íntimamente
" (Evita. La razón de mi
vida).

Más tarde, la familia se mudaría a Junin,
y Evita ingresó en tercer grado en la Escuela Nº 1.
Sus compañeras y maestras, la recordarían por sus
vocaciones artísticas: a Evita le encantaba recitar
poemas, y soñaba entonces con irse a la Capital Federal, y
triunfar, brillando con una carrera como actriz.

A Evita le encantaba representar actuaciones delante de
sus compañeros, y, sobre todo, declamar poesía.
Desde entonces, su ejercicio predilecto era la
representación de los sentimientos mediante la palabra
hablada.

Eva Duarte era una adolescente cuando llegó a
Buenos Aires el 3 de enero de 1935 con quince años.
Durante los siguientes años Eva transitará un
camino de escaseces y humillaciones, viviendo en pensiones
baratas, y actuando intermitentemente para las distintas
compañías de teatro.

Sin embargo, a fuerza de talento y esfuerzo, pudo lograr
un nombre y éxito dentro de su profesión
artística: entre el radioteatro y las películas,
finalmente logró una situación económica
estable y cómoda. De este modo, en 1942 pudo abandonar las
pensiones y comprarse su propio departamento, frente a los
estudios de Radio Belgrano, ubicado en el exclusivo barrio de
Recoleta.

Cabe destacar, sin embargo, siempre situándonos
en el particular "Mapa de la Autoestima Social" de aquella
época (muy distinto al actual), que entonces ser actriz
radial no era una profesión aceptada para las mujeres. En
aquel momento, y, sobre todo para los grupos más
conservadores, ser actriz también era un
anti-hazaña. Por eso, a pesar de que había
triunfado y sus sueños se estaban cumpliendo,
todavía contaba entonces con el desprecio y el rechazo de
las personas de clase alta, más rescatadas, más
atadas a sus costumbres, y que veían en la vida de Evita
una vergüenza.

La vida misma de Evita jaqueaba al "Mapa de la
Autoestima Social
" de aquella época en Argentina,
fuertemente machista, y eso le merecía
discriminación y rechazo. Esto demuestra en Evita la
presencia fuerte de lo que Martín Ross llama "Actitud
Política", ella se rebelaba contra un "Mapa de la
Autoestima Social" fuertemente machista, que veía como
anti-hazañas sus actos, e intentaba vivir sus
sueños.

Marquemos que entonces había valores fuertemente
machistas, que veían con desconfianza la vida de una
actriz.

La mujer no podía sino quedarse en las paredes de
la casa: no podía triunfar, y mucho menos ser actriz,
propio de una "cualquiera".

Podrían citarse numerosos testimonios del
sometimiento y la postergación femeninas. Uno, muy
elocuente, es el de la poetisa argentina Alfonsina Storni quien
en un verso publicado en 1920 describe a una mujer encinta,
arrodillada frente a un crucifijo:

"En los ojos la carga de una enorme
tristeza.

En el seno la carga del nido por
nacer

Al pié del blanco Cristo que está
sangrando reza:

¡Señor, el hijo mío que no nazca
mujer
!"

La lengua de Argentina revela con nitidez el culto de la
potencia sexual, característico del machismo. Quien se
enamora en la Argentina es un "reblandecido" un flojo. Por el
contrario el hombre auténtico es un duro, que goza del
sexo pero no es capaz de confesar su amor, a riesgo de ser
considerado un "gil" como dicen las letras de los
tangos.

Pero Evita tal vez no tendría problema en
posicionarse como una "rebelde" frente al Mapa de la Autoestima
Social de su época.

Entra dentro de lo que Martín Ross llama
personalidad del "distinto crónico" o del
"rebelde"… lugar al que, muchas veces, se llega por
frustración para alcanzar las "hazañas comunes" del
Mapa de la Autoestima.

En aquellos momentos las hazañas comunes para una
mujer eran ser "de clase alta", nacer en un matrimonio "bien
establecido", y practicar una conducta moralmente aceptable.
Ella… ¡nunca iba a ser aceptada! Es que ella, al ser
considera "hija adulterina" según si libreta de
nacimiento, aunque lo intentase, con semejante
anti-hazaña, nunca iba a poder ganar respeto social
siguiendo el camino que seguían todas las muchachas y
mujeres de ciudad. Entonces posicionarse en rebeldía con
El Mapa de la Autoestima Social de su época, cultivar la
llamada "Actitud Política" en desprecio de este,
desafiando sus valores, era su mejor manera de plantarse con
orgullo, y de ser una persona respetada. Así que el
sueño de ser actriz, y triunfar en la radio, era el
horizonte de ella, era la manera de estar más feliz, de
realizarse, y no tenía problema en desafiar el Mapa de la
Autoestima Social de la época con rebeldía,
sabiendo del desprecio que tenían por ella las clases
altas, las personas conservadoras, los machistas, y los que, en
general, tenían "las hazañas" principales de aquel
momento.

En los primeros días de 1944, Eva conoció
a Juan Perón. En esa época la Argentina atravesaba
un momento crucial de transformaciones económicas,
sociales y políticas.

El peronismo
dentro de la historia argentina

Argentina, en el centenario, había consolidado el
éxito del llamado modelo agro-exportador, colocando al
país entre las diez economías más
importantes del mundo.

Este éxito había atraído
importantes masas inmigratorias, siendo que, en 1910, de una
demografía compuesta por seis millones de habitantes, un
millón eran italianos, y ochocientos mil eran
españoles. Según el preámbulo de la
Constitución de 1853, los derechos constitucionales son
también "para todos los hombres del mundo", y Argentina –
que era una de las diez naciones del mundo, con índices
educativos y de analfabetismo inusualmente progresistas- era un
país de fronteras abiertas.

Estas oleadas inmigratorias masivas configuraban un
choque que generaba desconfianza de parte de los
locales.

Además, tenían un número importante
los denominados "cabecitas negras", que eran despreciados
simultáneamente por la inmigración europea y por
las clases altas criollas.

Este último grupo estaba originado en una
migración masiva desde el interior del país y
países limítrofes a las ciudades, especialmente al
Gran Buenos Aires; eran llamados "morochos", "grasas" y
"cabecitas negras" por las clases medias y altas, y
también por los propios trabajadores industriales
"viejos", descendientes de la inmigración
europea.

Fundamentalmente observamos cierto rechazo y
desconfianza hacia las oleadas inmigrantes masivas, de quienes
entonces integraban las clases altas.

Como ejemplo de este rechazo a los inmigrantes -que
conformaban una gran parte de la población-, podemos citar
la novela de Eugenio Cambaceres "En la Sangre",
publicada en 1887.

En el libro "En la Sangre", se relata la
historia de Genaro Piazza, un hijo de inmigrantes italianos que,
después de la muerte de su padre, decide utilizar el
dinero de la herencia para pagar sus estudios secundarios y
"elevar" su nivel de vida, adquiriendo elementos propios de la
clase alta aristocrática.

A lo largo del texto, Genaro trata de que no se lo
desprecie por ser un inmigrante, "inferior" a los criollos
según el autor del libro. Sin embargo, logra todo lo que
tiene gracias a la mentira, a la trampa y a la estafa.

Otro ejemplo del sentimiento de la época es la
novela "La Bolsa" (1890) del autor Julian Martel, que
también tiene contenidos antisemitas.

La generación del 80 veía al inmigrante
con cierto desprecio y temor. Este sentimiento poco optimista se
debía a una política indiscriminada sobre el
fenómeno de la inmigración durante la
administración de Julio A. Roca (1880-1886) y de Miguel
Juárez Celman (1886-1890). En este período llegan
italianos y españoles, luego en menor grado franceses,
alemanes e ingleses. La mayoría de estos "gringos" se
asentó en las grandes ciudades como Buenos Aires y
Rosario, dando origen, con el tiempo, a la clase media y al
proletariado urbano, reforzado este último por las
inmigraciones de los países limítrofes: esta
inmigración, más despreciada (si cabe) que la
europa por la arrogante y temerosa clase alta, parecía
condenada a realizar el trabajo sucio, el trabajo que nadie
quería realizar, y sin ningún derecho.

Esta oleada inmigratoria creó enormes
dificultades en Buenos Aires, pues la ciudad no estaba preparada
para recibirlos, lo que dio lugar a la formación de los
conventillos, verdaderos hacinamientos que provocaban las
epidemias como la fiebre amarilla y el cólera.

La generación del 80, entonces, construye un
discurso, de desprecio hacia el inmigrante y hacia "las cabecitas
negras". Una imagen estereotipada del inmigrante con una fuerte
carga negativa que los caracterizaba por su brutalidad, avaricia
y miseria. Esta visión pesimista originó un
sentimiento de xenofobia contra los inmigrantes, que coincide con
el pensamiento de Cambaceres, y que se expresaba en los diarios
de la época, para luego desparramarse en espiral, hacia el
resto de la sociedad. El clasismo tradicionalista se daba en el
día a día de los argentinos: se despreciaba a los
de distinta clase social -y mucho más si querían
progresar-, y ese desprecio y esa altivez era parte corriente de
las relaciones cotidianas de cada persona.

Una clase alta de entonces se autoproclamaba "patricia"
-se había inventado títulos nobiliarios, que se
consideraba noble- intentaba cerrarse sobre sí misma, y
mirar con desprecio a todos aquellos outsiders que no la
integraban. Este discurso dominante decía que esta clase
alta era la autora del éxito de la Argentina en el mundo,
en el centenario, y los inmigrantes eran avariciosos, trepadores,
faltos de escrúpulos, y culpables de un futuro
sombrío del país. La clase alta se había
apropiado del Martín Fierro, siendo ellos los gauchos, y
los inmigrantes, los "cocoliches", los "grasas" y "los
gringos".

La ideología clasista decía que lo
importante era "pertenecer" a la clase social, más
allá de las riquezas porque, si viniendo de cuna humilde,
lograbas triunfar, entonces eras tildado de avaricioso, trepador,
ambicioso. Esta ideología clasista, este sistema de
valores, se esparcía desde los centros urbanos hacia todos
los sectores, inclusive a las mismas clases
trabajadores.

Así es como tenemos un "Mapa de la Autoestima
Social" (usando la tesis de Martín Ross), impuesto con
aquel discurso de la generación del 80 de desprecio y
temor a los inmigrantes, y donde "la hazaña" más
importante era pertenecer a esas clases altas criollas y
"supuestamente" patricias que conformaban la dirigencia del
país, representaban todo lo bueno, todo lo puro, todo lo
perfecto, que estaba amenazado por los inmigrantes y por los
trabajadores.

Arturo Jauretche, en su obra titulada " el medio
pelo de la sociedad argentina (apuntes para una sociología
nacional
)" (1966), describe muy bien este Mapa de la
Autoestima Social
que, en tiempos de la generación
del 80, era aún mucho más intenso que cuando lo
visualizó Jauretche.

Tomando estos apuntes de Jauretche, se puede ver en las
clases medias una propensión a identificarse con esta
supuesta "aristocracia patricia". Es que pertenecer a este
círculo era "la hazaña", y estar afuera "la
anti-hazaña", pero pronto las distintas familias de clase
media pudieron renegar de sus orígenes, y embellecerlos
para que entren en este "Mapa de la Autoestima Social",
y todos pudieron hablar de los imaginarias estancias perdidas de
sus bisabuelos, y de sus imaginarios títulos
nobiliarios.

Entre este conjunto de familias antiguas de Argentina
que componían la clase alta, y aquellas otras que, sin
serlo, se desvivían por parecerlo, a través de una
mitología que se trasmitía de padres a hijos, se
solidificaba este "Mapa de la Autoestima Social" que
repartía en diferentes graduaciones el prestigio social
hacia los que tenían la supuesta "sangre azul", y la
vergüenza, el desprecio y la discriminación…
hacia aquellos que, por tener las anti-hazañas, no
encajaban: los inmigrantes, los cocoliche, los grasas, los
cabecitas negras. Estos últimos representaban la parte
mala de la historia, los enemigos del país, los
ambiciosos, trepadores, y embaucadores como el Gennaro Piazza de
Cambaceres…. un discurso que se potenciaba a sí
mismo porque repetirlo era importante para "pertenecer",
aumentando el desprecio a las masas obreras.

Este tipo de racismo – del cual insigne escritor
Cambaceres, es un buen exponente- desconfiaba de la apertura
democrática que se dio con el fin del fraude, la llegada
del voto universal, y se consolidó con el gobierno de
Yrigoyen. No podemos olvidar que los niveles de educación
masiva de aquella Argentina rica y pujante eran insualmente altos
en el mundo, y, entonces, las grandes masas tenían
adecuada formación, y crecientes intereses
políticos, reclamando su propio lugar en la
historia.

Yrigoyen representaban a los sectores bajos y medios de
la sociedad que desde principio de siglo se oponían a la
conducción política que ejercían las
llamadas familias aristocráticas. Por ello, representaba
también a los sectores que tenían la
anti-hazaña de no pertenecer a la elite de familias
aristocráticas. Los sectores conservadores, de forma
despectiva, se referían a Yrigoyen como "la chusma
radical", marcando con esa palabra "chusma" la importancia que
tenía en aquel momento el pertenecer a la despectiva y
arrogante alta clase social. Dentro de "la chusma" cabían
los inmigrantes europeos recién llegados y los de tierra
adentro porque las familias de la clase alta se sentían
portadoras de sangre azul, y representativas de la
Argentina.

Así es como este nacionalismo anti-inmigratorio,
racista, encuentra puntos de simpatía con el fascismo de
Mussolini, y se consolida en el golpe de Uriburu, del cual
participa Juan Perón (más tarde se
arrepentiría) como militar de rango que lo era.

Es que Perón, para ser invitado por Uriburu a
participar del golpe, gozaba de cierto prestigio social dentro de
aquellos ambientes, que caracterizarían luego a lo que les
alcanzaban los papelitos para no ser mirados con desprecio por la
imaginaria "oligarquía". No pertenecía él a
las masas que en aquellos círculos se describían
como "la chusma", por tener la anti-hazaña de ser
"cabecitas negras" o "grasas".

En paralelo a todo esto, corrientes ideológicas
provenientes del marxismo, del socialismo, y de la doctrina
social de la iglesia, empezaban a empujar la idea, en el mundo,
de que las masas postergadas de trabajadores industriales
merecían derechos sociales.

Sin embargo, a pesar de estas tendencias, los gobiernos
de Uriburu y de los de la "década infame", se negaban a
procesar estas demandas legítimas de la población,
en aras de la ampliación de derechos.

Por ello: allí se verificaba un quiebre, una
imposibilidad del sistema, que daba ocasión a lo que
Laclau llama "demandas insatisfechas"… que van
tensando el sistema, posibilitando el surgimiento del
populismo.

Más tarde, en el gobierno de Farrel, surge el
peronismo, con un hábil Perón que tejía
alianzas con el sindicalismo, y le daba protagonismo a un sector
social que hasta entonces había sido intencionalmente
relegado: el de las masas proletarias.

Inútil fue intentar desplazarlo del poder que iba
ganando, porque sus sindicatos aliados -y las masas proletarias
que estos representaban- valoraban los derechos sociales nuevos,
y el 17 de Octubre iban a pedir su retorno, impidiendo de forma
definitiva que lo puedan desterrar de la historia.

En resumen, en este marco, aparece Perón, como un
integrante de la clase dirigente de entonces, que tiene el olfato
político para reconocer la importancia creciente de las
masas trabajadoras, y la astucia para tejer una importante
alianza con los sindicatos.

Evita seduce al
pueblo argentino

Eva, con 24 años, conoció a Perón,
viudo desde 1938, el 22 de enero de 1944 en un acto realizado en
el estadio Luna Park por la Secretaría de Trabajo y
Previsión con el fin de condecorar a las actrices que
más fondos habían recaudado en la colecta de
solidaridad con las víctimas del terremoto que
asoló la ciudad de San Juan (Caucete). Las actrices que
resultaron primeras fueron Niní Marshall y Libertad
Lamarque.21

En febrero Perón y Eva ya estaban viviendo
juntos, en el departamento de esta última de la calle
Posadas. Cabe destacar que el mismo Perón fue criticado
por su ambiente, al enamorarse de una mujer que tenía
conductas que, según el Mapa de la Autoestima Social
machista de la época, eran anti-hazañas. No
podía una mujer en aquel momento dedicarse a ser actriz de
teatro, era tildada de ser prostituta por ello. Perón
enfrentó cierto desprecio de su círculo por estar
con Evita, y luego, los enemigos del peronismo, habrían de
señalar para siempre estas transgresiones de Evita,
tildándola de prostituta.

No obstante cabe mencionar que un Artista -y Evita lo
era- se pone por encima de las convenciones sociales, de los
valores tradicionales, y construye su prestigio desde un lugar
distinto. Evita había logrado ser una mujer respetada pese
a todo porque ella había logrado su éxito
profesional, y un lugar en la radio. O sea: a través de la
carrera de Artista ella siguió una trayectoria que le
permitió posicionarse en cierto lugar del Mapa de la
Autoestima donde ella, a pesar de ser rechazada por machistas y
conservadores, tenía hazañas de peso igualmente,
como haber triunfado en la ciudad, ser famosa, ser reconocida por
su trabajo.

En Perón, Evita seguramente vio una persona de
hazañas muy parecidas a las de su padre: un
político, proveniente de una clase social superior,
prestigioso e inteligente. No nos cabe duda que sintió
admiración hacia él instantánea.

A ella Perón no le pareció alguien de "su
raza", un "descamisado", un "grasita", del "pueblo" (como la
familia "clandestina" y adúltera de su padre, que ella
integraba) sino superior, (como su padre).

Tiempo después, en "Mi Mensaje", Evita
escribiría:

"En mí, no tiene importancia ni tiene valor
todo lo que yo siento de amor y de cariño por mi pueblo,
porque yo vine del pueblo, yo sufrí con el pueblo. En
cambio, el amor de Perón por los descamisados vale
infinitamente más, porque dada su condición de
coronel, el camino más fácil de su vida era el de
la oligarquía y sus privilegios. En cambio se
decidió por el pueblo, contra toda probabilidad, venciendo
las resistencias de muchos compañeros y abrazó
nuestra causa definitivamente.
" (Evita)

Eva comenzó abiertamente su carrera
política acompañando a Perón, como su
esposa, en la campaña electoral con vistas a las
elecciones presidenciales del 24 de febrero de 1946.

La participación de Eva en la campaña de
Perón fue una novedad en la historia política
argentina. En aquel momento las mujeres carecían de
derechos políticos y las esposas de los candidatos
tenían una presencia pública muy restringida y
básicamente apolítica. Pero con la
participación definitiva de Evita, aparece el peronismo en
toda su dimensión a jugar en la historia de
Argentina.

Evita daba órdenes a Ministros para conseguir lo
que quería y cuando lo quería, y manejaba la
Fundación Eva Perón, y lideraba la rama femenina
del partido peronista con mano de hierro.

La presencia de Evita permitió que Perón
no tuviera que compartir su liderazgo con otro hombre, o usar el
Ministerio de Trabajo contra él, como Perón lo
había hecho con Farrel. Evita fue "líder
carismático" en sentido puro, porque su autoridad no se
sostenía de lo legal ni de lo tradicional.

Han intentado reducir su carisma, al hecho de que
repartía dineros públicos y hacía obras, y a
otros beneficios para las clases trabajadoras. Y, sin lugar a
dudas, su decisión de volcar la ayuda del estado y de la
Fundación Eva Perón a favor de los más
humildes, desposeídos, ancianos, niños y mujeres le
granjeó el respeto de los pueblos.

Sin embargo, a nuestro entender, siguiendo algunos
lineamientos de Martín Ross sobre la personalidad del
líder carismático, lo más importante, para
desatar verdadera admiración y fanatismo, es que
encarnó en ella misma una propuesta de cambio del
"Mapa de la Autoestima Social" de aquella época
(fuertemente despectivo hacia los trabajadores, los "cabecitas
negras", los "grasitas", los inmigrantes, y que enaltecía
como hazaña principal el pertenecer a la "verdadera
aristocracia criolla"), por un nuevo "Mapa de la Autoestima
Social
" donde estos grupos antes marginados y despreciados,
pasaban a tener más orgullo por sí mismos, y a
merecer más respeto social.

Estas masas de descamisados pasaban a tener derechos
ahora, a tener beneficios, a mejorar en su situación, y
-sobre todo- a ser más respetados. Y tenían una
ídola, una ídola a quien idolatrar, a quien
considerar por encima de todos los otros políticos, porque
-cuanto más valiosa era ella- más importancia
tenían ellos, y más honroso era su rol.

La admiración hacia Evita de partes de millones
de argentinos hizo de ella un mito, una leyenda: hablamos de una
idealización que la puso por encima de todo, y que le dio
así también poder. Max Weber sostiene que el
carisma consiste en facultades extraordinarias que tiene el
líder carismático, y se distingue porque los
seguidores le atribuyen al líder condiciones y poderes
superiores a otros dirigentes.

En su libro "Economía y Sociedad", Max Weber
sostiene que el carisma es "la cualidad que pasa por
extraordinaria (condicionada mágicamente en su origen, lo
mismo si se trata de profetas que de héroes o de
hechiceros, jefes de cacería o caudillos militares) de una
personalidad por cuya virtud se considera en posesión de
fuerzas sobrenaturales o sobrehumanas – o por lo menos
específicamente extra cotidianas o no asequibles a
cualquier otro-, o como enviados de dios, o como ejemplar, y en
consecuencia, como jefe, caudillo, o
líder
"

Y eso es lo que había construido Evita: sus
seguidores disfrutaban admirarla, y para admirarla todavía
más, la idealizaban, y veían en ella cualidades
extraordinarias.

Partes: 1, 2

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