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El Lenguaje Ordinario y las Fórmulas Lógicas



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Características del lenguaje
    humano
  3. Sistemas de
    comunicación humana
  4. El lenguaje
    ordinario
  5. El discurso que
    cumple funciones múltiples
  6. Las fórmulas
    lógicas
  7. Conclusión
  8. Bibliografía

Introducción

La necesidad de saber razonar correctamente siempre ha
constituido una necesidad prioritaria para el ciudadano. Sin
embargo, en la actualidad esta demanda es acuciante porque las
crecientes complejidades de la vida ordinaria, las distintas
situaciones críticas que se viven en todo el mundo, el
torrente informativo que nos invade a diario y los mensajes y
declaraciones contradictorios de nuestros dirigentes, demandan
una atención crítica para saber valorarlos
apropiadamente y cuando corresponda, decidir
juiciosamente.

El costo de no saber comprender cuándo algo es
incorrecto desde la perspectiva del razonamiento lógico
puede ser muy alto y con ello acarrear consecuencias indeseables.
Este analisis intenta ofrecer las herramientas básicas
para entender el razonamiento correcto dentro del contexto del
lenguaje ordinario y las fórmulas
lógicas.

Tal capacitación sólo puede lograrse a
partir de un tratamiento riguroso de los principios de la
Lógica clásica. Si bien tal procedimiento puede
parecer algo demasiado formal y alejado de nuestra realidad, por
tanto demostrar como adquirir un dominio razonable para discernir
entre lo que es lógicamente válido y lo que es
inválido en los mensajes usuales que empleamos en el
lenguaje ordinario.

La preparación de este texto no constituye una
simplificación en el tratamiento de los diferentes temas y
más bien tratan de ser consistentes y completas en el
análisis de los tópicos escogidos.

Asimismo, ya que ello constituye los principios
básicos de la Lógica clásica y alcanzan a
cubrir el análisis de los razonamientos habituales en el
uso ordinario. En tal sentido, se ha tratado que el tema elegido,
los conceptos desarrollados y las definiciones dadas apunten al
logro de un objetivo bien preciso y determinado: saber pensar
apropiadamente, desenvolver una mínima capacidad de
raciocinio y poder prevenirse acerca de distintas formas de
lenguaje ordinario y las fórmulas lógicas que
suelen encontrarse en los usos comunes de la vida
diaria.

LA NECESIDAD DE UNA NUEVA LOGICA SE
DEBE A LAS SIGUIENTE CONSIDERACIONES:

  • 1) la lógica debe operar con cualquier
    número de premisa y tres términos de la
    lógica silogística tradicional.

  • 2) La lógica silogística
    tradicional incluye muchas modalidades de proposiciones en un
    molde muy simple, como los cuatro tipos A, E I. U
    O.

  • 3) La lógica logística
    tradicional no puede diferenciarse entre clases de cosas e
    individuo, creando un alto nivel de generalidad.

  • 4) La lógica logística
    tradicional no puede referirse a las cosa de un modo
    especifico, es decir, sin la necesidad de que cada termino se
    refiera a una clase especifica de
    artículos.

  • 5) Los cuatro cuantificadores tradicionales
    "todos" "ninguna", algunos y alguno que no son", resultan
    insuficientes para abarcar todas las
    responsabilidades.

  • 6) Debe proporcionarse una simbología
    que elimine la ambigüedad de ciertas
    oraciones.

Las dos especialidades creada por los legistas modernos
son "el calculo proporcional y el cálculo
predicados".

Áreas Relacionadas

La semántica o filosofía del lenguaje: que
trata acerca del significado de las palabras y frases.

La epistemología, o teoría del
conocimiento: que se ocupa de las condiciones bajo las cuales las
afirmaciones son verdaderas.

La psicología del razonamiento: que se refiere a
los procesos mentales que se siguen en el curso de un
razonamiento.

Características del lenguaje
humano

  • 1. Características del lenguaje humano
    frente al de algunos animales

  • 2. Sistemas de comunicación
    humana:

  • a) Distintos tipos de signos empleados en la
    comunicación humana. Su
    clasificación

  • b) El signo lingüístico y sus
    características

Características del lenguaje
humano

La comunicación es el rasgo más
característico de la vida en sociedad. Con frecuencia
pensamos que la comunicación es una característica
exclusiva de los seres humanos, y sin embargo, son muchas las
especies que posen sistemas comunicativos. Uno de los ejemplos
clásicos es el de las abejas, como puedes ver en este
texto:

El mundo de las abejas está cada día
más lleno de sorpresas. Si siempre ha llamado la
atención la perfección con que construyen sus
panales, más notable es lo que se ha denominado el
lenguaje de las abejas.

El sabio entomólogo austríaco Karl von
Frisch ha estudiado las llamadas danzas de las abejas, mediante
las cuales la abeja orienta a sus compañeras hacia las
fuentes de provisión de néctar que ha localizado
previamente.

Al regresar una abeja del campo, comienza una danza
que gira primero hacia la derecha y luego hacia la izquierda; con
esto informa de que ha encontrado flores de las que trae el
néctar, a unos 50 metros de distancia de la colmena. El
mayor o menor vigor de la danza depende de que el contenido en
azúcar sea superior o inferior al 40 por ciento. La abeja
indica además la situación del lugar del hallazgo
en relación con el Sol mediante una corta carrera
emprendida al acabar la danza: si en ella baja verticalmente
frente al panal, indica que hay que volar en dirección
recta alejándose del Sol; si se desvía hacia la
izquierda d la vertical, por ejemplo 50º, esto quiere decir
que hay que volar con igual ángulo, y así
sucesivamente para cualquier posición. La distancia mayor
de 50 metros la indica la abeja por la repetición del
ciclo de danza y carrera.

El proceso desarrollado por la abeja en esta danza
de orientación es semejante a lo que llamamos lenguaje o
habla privativo de los humanos. En efecto, la abeja en este caso
ha debido recordar la distancia que ha recorrido, establecer la
triple posición del Sol, la colmena y la fuente de
alimento, y transportar el mapa del terreno así obtenido
del plano horizontal de la realidad al plano vertical del panal
ante el que efectúa su gráfica
demostración.

El Tesoro de la Juventud, tomo 15
(adaptación)

Efectivamente, la danza de la abeja -y sucede lo mismo
en muchas otras especies animales– recuerda a la actividad
lingüística del ser humano. Tanto en el caso de la
abeja como en el del hombre, se produce un acto de
comunicación en el que intervienen los mismos elementos:
un emisor (la abeja que ejecuta la danza), un receptor (las
abejas que están en el panal), un mensaje (existencia de
flores), un código (la danza que efectúa) y un
canal de comunicación (visual).

Aunque hay otras formas de
comunicación, la comunicación humana tiene una
serie de características específicas. En el
siguiente texto se señala la diferencia fundamental entre
la comunicación verbal y otros tipos de
comunicación:

Hay un rasgo de importancia capital que sólo se
da en el lenguaje humano. Se trata de la capacidad de comprender
y producir un número infinito de enunciados. Esta
propiedad del lenguaje se conoce bajo diferentes nombres. Chomsky
la denomina creatividad, mientras que otros autores la llaman
apertura o productividad.

Los seres humanos pueden hablar de cualquier cosa
que deseen -por ejemplo, de un ornitorrinco que se cae de
espaldas escaleras abajo- sin crearse ni crear a sus
interlocutores ningún tipo de problemas. Pueden decir lo
que quieran cuando quieran. Si suena un trueno, no tienen por
qué pronunciar automáticamente una frase apropiada
a este suceso, como por ejemplo "Hay tormenta, corramos a buscar
cobijo". También pueden decir "¿No te encantan las
tormentas?", o "Hay que meter al perro", o incluso "Según
una leyenda china, el trueno provoca el choque de dos dragones en
una tina".

En contraste con ello, la mayor parte de
los animales tienen un número fijo de señales
mediante las cuales trasmiten un número también
fijo de mensajes que emplean en circunstancias claramente
definidas… Incluso el impresionante mono vervet sólo
dispone de un repertorio de treinta sonidos vocales diferenciados
y, dado que entre ellos figuran el estornudo y el vómito,
el número real de los que usa para comunicarse comprende
unos cuantos menos. Dentro de esta gama, las posibilidades de
elección son limitadas, ya que por lo general las
circunstancias indican cuál es la llamada que debe usar;
la cría separada de su madre emite el grito rrah de
soledad, y la hembra que quiere ahuyentar a un macho que la
requiere emite el grito anticopulatorio de queja.

Jean Arrchinson: El mamífero
articulado.

Efectivamente, existen características
específicas de la comunicación de los seres
humanos. Aunque la fundamental es justamente su creatividad, no
es la única.

El ser humano posee un sistema comunicativo enormemente
complejo y eficaz. Tiene, como hemos visto, algunas
características exclusivas y otras que no encuentran un
desarrollo tan completo en ninguna especie animal. De esas
características, éstas son las más
importantes:

  • Creatividad. Capacidad para construir nuevos
    enunciados que nos permiten trasmitir nuevas experiencias a
    nuestros receptores. Existe una capacidad infinita para
    expresar y comprender el significado empleando elementos
    conocidos de oraciones para producir otras nuevas (a
    diferencia del conjunto limitado y fijo de llamadas que
    emplean los animales).

  • Desplazamiento. Capacidad para referirse a hechos
    que no se hallan espacial o temporalmente presentes. Esta
    característica es fundamental para el progreso
    cultural y técnico y no se da en ninguna otra especie
    animal. Gracias a ella podemos transmitir nuestros
    descubrimientos a los demás. (A diferencia de la
    mayoría de los animales, que reflejan los
    estímulos ambientales inmediatos).

  • Semanticidad o arbitrariedad. Capacidad del lenguaje
    humano para utilizar símbolos para significar
    o referirse a objetos y acciones. Los elementos del signo no
    dependen de la naturaleza de la realidad a la que se refieren
    (a diferencia de la velocidad de la danza de la abeja, que
    refleja de modo directo la distancia de la abeja, que refleja
    de modo directo la distancia del néctar desde la
    colmena).

  • Dualidad. El lenguaje humano se caracteriza por
    poseer una doble articulación. Esto lo estudiaremos
    ampliamente al referirnos al signo lingüístico.
    Adelantamos que los sonidos que forman las palabras no tienen
    un significado intrínseco, sino que se combinan de
    modo diferente para formar elementos (como palabras) que
    trasmiten significado (a diferencia de las llamadas animales,
    que no pueden analizarse en dos niveles de estructura
    similares a éstos).

  • Dependencia de la estructura. Los mensajes verbales
    no se constituyen a partir de la simple suma de unidades
    léxicas, sino que éstas se organizan en una
    estructura jerárquica superior. También lo
    veremos por extenso en el apartado de las
    características del signo
    lingüístico.

  • Transmisión cultural. El lenguaje es una
    capacidad innata del ser humano, es decir, todos los
    niños nacen con la posibilidad de desarrollar el
    lenguaje. Pero para que esa capacidad llegue a desarrollarse
    es necesario que se produzca su transmisión de una
    generación a otra fundamentalmente por medio de un
    proceso de enseñanza y aprendizaje (a diferencia de la
    capacidad de las abejas para comunicar el lugar donde se
    encuentra el néctar, que se transmite de modo
    genético). La mejor prueba de esta
    característica nos la ofrecen los niños que se
    crían aislados del resto de los seres humanos.
    Normalmente, superada una determinada edad, no desarrollan el
    lenguaje o lo hacen de un modo muy rudimentario.

  • Intercambiabilidad. Los hablantes de una lengua
    pueden reporducir cualquier mensaje lingüístico
    que puedan comprender (a diferencia de las distintas
    conductas de cortejo de machos y hembras en varias
    especies).

  • Retroalimentación total. Los hablantes oyen
    todo lo que dicen y pueden reflexionar sobre ello (a
    diferencia de las exhibiciones visuales que a menudo realizan
    los animales en el cortejo, que no son visibles para quien
    las realiza).

  • Especialización. Las ondas sonoras del habla
    no tienen otra función que señalar el
    significado (a diferencia del jadeo audible de los perros,
    que tiene un propósito biológico)

Sistemas de
comunicación humana

Pero el lenguaje humano puede estudiarse atendiendo no
sólo al lenguaje verbal, sino a los distintos sistemas de
comunicación humana. En este campo, que sería el de
la Semiología o Semiótica,se estudiarían
todos los sistemas de signos posibles empleados por el hombre
para comunicarse.

Vivimos rodeados de signos. Constantemente los
producimos y los entendemos. Una palmada afectuosa, una palabra
de saludo… son capaces de comunicarnos algo; es decir, nos
transmiten un significado, nos llevan a una realidad. Un plano
material, sensorial: todo signo tiene que ser perceptible por los
sentidos; y un elemento significativo: aquello que el signo nos
comunica. A ese plano material del signo lo llamamos
significante y a lo que nos comunica el signo le
llamamos significado.

  • a) Distintos tipos de signos:

Los signos pueden clasificarse utilizando distintos
criterios. Dentro de los signos humanos, que son los que nos
ocupan en este tema, podemos distinguir entre:

  • Signos verbales: los que se utilizan en la
    comunicación basada en la palabra.

  • Signos no verbales: gestos, imágenes,
    etc.

Atendiendo al canal comunicativo por el que se
transmiten, se puede hablar también de:

  • Signos visuales: una señal de tráfico,
    una palabra escrita.

  • Signos auditivos: un pitido, una palabra
    hablada.

  • Signos táctiles: un codazo, una palabra
    escrita en Braille.

Atendiendo a la relación entre su significante y
su significado tenemos:

  • Indicios: signo que mantiene una relación
    natural, de causa-efecto con el significado. El humo es signo
    de la existencia de fuego, la fiebre lo es de la enfermedad,
    las canas son indicio de vejez

  • Iconos: se llaman iconos a los signos que mantienen
    una relación de semejanza con su referente. Un retrato
    es un signo icónico de una persona, de la misma forma
    que un plano lo es de una ciudad. Las onomatopeyas –
    tic-tac, miau– también pueden ser
    consideradas iconos.

  • Símbolos: son signos que de un modo
    convencional se utilizan para transmitir significados, sin
    que presenten con ellos ni parecido ni ningún otro
    tipo de relación motivada: las banderas, la
    notación química, la representación de
    las notas musicales de un pentagrama y las palabras que
    utilizamos en la lengua hablada y escrita.

  • b) El signo lingüístico y sus
    características

De entre todos los medios de comunicación que el
hombre utiliza, la lengua ocupa el lugar de honor. Con
ella podemos construir todo tipo de mensajes sin limitaciones
temáticas; podemos hablar de lo presente y de lo ausente;
de la realidad más inmediata y de aquello que sólo
es producto de nuestra imaginación. Conviene, pues,
intentar describir la naturaleza y funcionamiento de este
complejo medio comunicativo haciendo hincapié en las
características de sus elementos mínimos
significativos, los signos lingüísticos (las
palabras habladas o escritas):

  • Los signos lingüísticos se emiten con
    una clara intencionalidad comunicativa. Cierto que no todo es
    intencionado en un mensaje lingüístico. A partir
    de determinada emisión oral, el receptor puede extraer
    ciertas informaciones a propósito del hablante: su
    edad, estado de ánimo, procedencia social. Pero no
    podemos confundir estas deducciones, que el hablante
    transmite en principio sin pretenderlo, con el significado
    lingüístico que el hablante intenta
    comunicar.

  • El mensaje lingüístico tiene como
    soporte la materia fónica, acústica. Este
    carácter hablado, oral, de las lenguas humanas no
    puede quedar oscurecido por la importancia que en nuestra
    cultura ha adquirido la escritura, sistema visual
    sustitutorio, surgido de la necesidad de dar permanencia a lo
    que en otros tiempos, sin los medios técnicos de que
    hoy disponemos, era obligadamente efímero y limitado
    en el espacio. En efecto, el signo fónico sólo
    permanecía lo que duraba la emisión de voz y
    sólo alcanzaba a un receptor o receptores
    relativamente cercanos. El signo lingüístico es,
    pues, de carácter oral, fónico. Ello no quiere
    decir que en la comunicación intervengan en exclusiva
    los signos lingüísticos. Los gestos, las
    diferentes expresiones que adopta el cuerpo -signos visuales
    todos-, colaboran eficazmente en la interacción
    comunicativa. Pero estos signos pertenecen a otro
    código y no podemos confundir lo expresado
    lingüísticamente con lo que comunicamos por otros
    signos, si bien la interrelación que entre ambos
    mensajes se establece en un acto de comunicación
    concreto es evidente.

  • El signo lingüístico es arbitrario. La
    relación que existe entre sus dos caras, significante
    y significado, es de naturaleza convencional. No existe
    ninguna semejanza entre la secuencia fónica
    correspondiente a la palabra botón y el
    objeto conocido de todos que ella nos evoca. La arbitrariedad
    del signo lingüístico, si bien no es una cualidad
    que este signo tenga en exclusiva (pensemos, por ejemplo, en
    el código de señales emitidas gracias a un
    tambor, o en algunas señales del código de la
    circulación), es una característica fundamental
    del lenguaje humano y un hecho que nos muestra la experiencia
    más inmediata: aunque para el hablante nativo las
    asociaciones que su lengua ha consagrado le parezcan
    naturales, la existencia de los diferentes idiomas que sirven
    para expresar la experiencia humana le llevará a lo
    equivocado de su primera intuición. Por ejemplo, el
    español perro, el francés
    chien, el inglés dog o el
    portugués cao remiten a un mismo significado.
    Lo dicho anteriormente se ve parcialmente negado por la
    existencia de las onomatopeyas, signos cuya
    configuración fónica guarda evidente semejanza
    con la realidad expresada, y que han nacido de una
    intención imitativa: traqueteo, cacarear, croar,
    bisbiseo, barbotar, susurrar
    , etc. La importancia
    numérica del vocabulario de origen
    onomatopéyico es relativamente escasa en el conjunto
    del léxico de una lengua; de hecho, la onomatopeya
    suele ser considerada como un fenómeno marginal dentro
    del vocabulario. (En la lengua inglesa el número de
    onomatopeyas es mayor)

  • La lengua es un sistema de signos. Esto implica dos
    hechos:

  • La existencia de unidades bien definidas.

  • Su organización o combinación de
    acuerdo con reglas también definidas.

Es decir, la lengua está organizada de modo que
en ella existen signos estables (en cuanto a su significante y a
su significado). Palabras como mar, río, arroyo,
por ejemplo, no pueden, en principio, ser descodificadas
libremente; tienen un significado que la lengua ha establecido y
que el hablante de un determinado idioma, en circunstancias
normales, no puede modificar. Esto permite que ese hablante
distinga los siguientes mensajes:

He navegado por el mar.

He navegado por el río.

He navegado por el arroyo.

En suma, la estabilidad del signo es lo que asegura la
comprensión lingüística.

Ahora bien, los signos no están aislados en la
lengua. Su presencia simultánea, hace que se opongan
delimitándose entre sí: hablamos de la existencia
de la categoría morfológica del singular porque
existe el plural, de modo que el singular es aquello que no es el
plural. Singular y plural constituyen en nuestra lengua un
subsistema constituido por dos elementos. Veamos un ejemplo en el
terreno del léxico. Según las respectivas
definiciones que figuran en el Diccionario de la Real Academia
Española:

Río.m. Corriente de agua continua y más o
menos caudalosa que va a desembocar en otra, en un lago o en el
mar.

Arroyo.m. Caudal corto de agua, casi
continuo.

Si comparamos ambos signos, observamos, en primer lugar,
que la diferencia entre los significantes asegura la
distinción entre los significados. En segundo lugar, nos
damos cuenta, en el terreno del significado, de que los dos
términos están emparentados, comparten un elemento
común: designan una corriente de agua. Pero, al mismo
tiempo, percibimos diferencia

Río

Arroyo

"caudal continuo"

"casi continuo"

"corto"

Estas diferencias hacen que no podamos usar
indistintamente ambos signos, que no sean intercambiables a la
hora de designar con ellos una determinada realidad. Pero podemos
imaginarnos una lengua que despreciase estas diferencias y en la
que sólo existiese un signo para designar cualquier
corriente de agua, fuesen cuales fuesen sus
características. En este caso, la situación
sería distinta y no tendríamos dos signos
diferentes que, como antes señalamos, al oponerse, se
delimitan mutamente.

Por otra parte, no hablamos, a no ser ocasionalmente,
mediante signos aislados. Se produce el natural encadenamiento en
la cadena hablada. Y nosotros no podemos combinarlos más
que siguiendo las pautas que nos vienen marcadas por cada lengua
en particular. Así la concordancia oracional es
obligatoria en español. Igualmente, las formas personales
del verbo no admiten el morfema de género ni los
determinantes pueden combinarse con total libertad yendo
antepuestos o pospuestos indistintamente, etc. Secuencias como
las siguientes son imposibles.

*Mis amigas se está retrasando
demasiado.

*Amigas mis (o mías) se están
retrasando demasiado.

El carácter sistemático de la lengua, con
ser un rasgo fundamental para definir su naturaleza, no es una
característica exclusiva de ella. Así, las luces
(roja, verde y ámbar) que regulan la circulación
constituyen un verdadero sistema, en el que cada elemento tiene
un significado estable, no por sí solo, sino por
oposición o contraste con los otros, de modo que el color
rojo, por ejemplo, puede tener otro significado en un sistema
diferente.

  • Los mensajes lingüísticos son lineales.
    Hablamos mediante combinaciones de signos que se emiten
    sucesivamente, es decir, siguiendo la línea del
    tiempo. Este rasgo, que no es exclusivo de las lenguas
    naturales -pensemos en la proyección de una
    película cinematográfica-, opone los mensajes
    lingüísticos, en cuanto a su producción y
    recepción, a otros mensajes, como los
    plásticos: un cuadro, por ejemplo. No existe un orden
    prefijado para su contemplación y comprensión:
    podemos comenzar con una visión global y luego
    descender a los detalles, o viceversa; podemos iniciar la
    contemplación por la derecha o por la izquierda, por
    la parte superior o por la inferior. Frente al
    carácter sucesivo del mensaje lingüístico,
    en un cuadro los diferentes elementos que lo componen forman
    un todo simultáneo, que se expresa en el
    espacio.

  • La doble articulación del lenguaje. Si
    analizamos cualquier mensaje lingüístico,
    observamos que podemos hacer una doble segmentación.
    En primer lugar, podemos dividirlo en unidades mínimas
    significativas, llamadas monemas, dotadas de una
    forma fónica y de un significado, es decir, que
    reúnen todos los requisitos de un signo
    lingüístico. Así, la siguiente
    oración:

Cuatro gatos maúllan.

Puede descomponerse en los siguientes
monemas:

Cuatro / gat-/ -o -/ -s /
maúll-/-a-/ -n.

Llegamos a la conclusión de que esta
segmentación es la correcta mediante el método de
la conmutación. Si cambiamos, por ejemplo, las unidades
cuatro, gat– y maúll– por dos,
perr– y ladr– nos encontramos con que
reconocemos el mensaje obtenido como perteneciente a nuestra
lengua:

Dos perros ladran.

Pero ha cambiado su significado ligüístico:
las variaciones de la forma fónica han traído
consigo un cambio de significado.

Lo mismo sucede si conmutamos gato
s por gatas. Llegamos
a la conclusión de que, en este caso, el cambio de la
vocal o por la a conlleva un cambio de
significado: el que expresa la alternancia entre el género
masculino y el femenino. Igualmente podremos conmutar la
s de gatos por su ausencia, con lo que nos
encontramos con la expresión de la categoría del
número. Podemos enfrentar maúlla a
maulló, y así descubrimos la
expresión tanto del tiempo como del aspecto verbales. Por
último, si conmutamos maúlla por
maúllan, nos damos cuenta de que la n expresa, en
este caso, la noción de plural en el verbo. Cada una de
las unidades obtenidas puede formar parte de un número
incalculable de mensajes.

Cuatro niños pasean.

  • Dos gat- os juegan

  • Vari-o-s amig- o- s charlan.

  • Más que hablar, aquella mujer maull-
    aba.

  • Cobr- a mucho dinero.

  • Gast- a – n cantidades
    fabulosas.

Las unidades significativas así obtenidas
constituyen la primera articulación del lenguaje y, como
hemos adelantado, se denominan monemas. Es fácil
observar que no coinciden necesariamente con la
palabra.

Pero no se detiene aquí el análisis.
Tomemos cualquier unidad de la primera articulación:
casa. Podemos distinguir en ella cuatro unidades, cuya
pronunciación aislada representaremos así: /k/,
/a/, /s/, /a/.
Aplicando la ley de la conmutación, se
obtendrá una unidad significativa distinta, simplemente
cambiando /k/ por /p/: pasa; o por
/m/: masa; o por /l/: cala, y
así sucesivamente. Observamos que un mínimo cambio
formal en el significante lleva aparejado un significado
totalmente distinto, sin que podamos afirmar que la unidad
conmutada signifique, por sí misma, el cambio que se ha
operado: la /p/ no significa el concepto de
pasa ni ninguna de sus características, como
puede comprobarse oponiendo pata a bata. En
suma, las unidades lingüísticas /k/, /s/,
/a/,
aisladamente, carecen de significado; su función
es meramente distintiva. Tienen por misión distinguir
significantes, que remitirán a diferentes significados,
pero en sí mismas, no están asociadas a significado
alguno.

Llamamos fonemas a estas unidades
mínimas distintivas, que tienen forma fónica pero
no significado, y que, combinadas de una determinada manera,
constituyen los significantes. Son las unidades de la segunda
articulación del lenguaje.

En suma, la doble articulación del lenguaje en
unidades significativas y unidades distintivas constituye el
rasgo diferenciador de las lenguas naturales frente a otros
sistemas de comunicación. Este carácter permite
que, a partir de un conjunto finito y relativamente corto de
fonemas (variable según las lenguas), podamos construir un
número elevadísimo de unidades portadoras de
significado. La lengua no está obligada a ligar
indisolublemente un significado complejo a una expresión
fónica totalmente diferente en cada caso. Tiene la
posibilidad de contar con unidades estables, de diferente rango,
que, en sucesivas combinaciones, de acuerdo con las posibilidades
y restricciones que ofrece el sistema de cada lengua en
particular, producen un número infinito de mensajes. Este
rasgo hace de las lenguas naturales instrumentos comunicativos
económicos y eficaces, aptos para transmitir los
contenidos más simples o los más complejos,
expresados variadamente y en número incontable.

En castellano, además de los
fonemas, como rasgos distintivos también tenemos el acento
y la entonación, lo que conocemos con el nombre de los
rasgos suprasegmentales.

En nuestra lengua, el acento se realiza
mediante el aumento de la intensidad espiratoria (y la
elevación del tono) en una sílaba determinada de la
palabra.

Esa sílaba, acentuada o tónica, contrasta
con las inacentuadas o átonas.

El español posee acento libre, a diferencia d
otras lenguas (por ejemplo, el francés, que tiene acento
obligatorio en la última sílaba). Esta libertad
acentual permite que la posición del acento de intensidad
haga posible la distinción de significados. Palabras o
segmentos más amplios constituidos por la misma secuencia
de fonemas, pero con diferente esquema acentual, remiten a
significados diferentes: ánimo/animo/animó;
líquido/liquido/liquidó;
práctico/practico/practicó; lámina/lamina;
suministro/suministró; revólver/ revolver
,
etc.

Esta mayor intensidad relativa que adquiere una
determinada sílaba acentuada, en la medida de su valor
distintivo, es un rasgo que nos viene dado por la lengua. Pero en
condiciones comunicativas concretas, dependiendo de los intereses
del emisor, de la presencia de ironía, de énfasis,
etc., el hablante puede convertir en acentuadas sílabas
átonas:

El préstamo que me pides es
imposible.

Cuando producimos un enunciado, no nos limitamos a la
mera sucesión de fonemas, sílabas, signos, etc.,
sino que esta secuencia va acompañada de otro elemento de
carácter fónico que se superpone a ella, llamado
entonación. En efecto, cada una de las sílabas se
dice en un determinado tono (más grave o más
agudo), de lo que se deriva que el enunciado se produzca con una
determinada melodía. Esta melodía tiene una doble
función: unificar como un todo la secuencia que constituye
cada enunciado y dotarla de un significado independiente del
expresado por la simple sucesión y combinación de
fonemas.

Si comparamos los siguientes
enunciados:

Ya se ha fijado las fechas de los
exámenes.

¿Ya se han fijado las fechas de los
exámenes?

Nos damos cuenta de que están constituidos por la
misma secuencia de fonemas, morfemas y palabras, pero no tienen
el mismo significado. En el primer caso se asevera; en el
segundo, se pregunta. Y esta diferencia se expresa
lingüísticamente mediante dos curvas melódicas
(o sucesión de tonos) distintas.

De este hecho se deriva el que la entonación no
sea un simple añadido superpuesto, sino que tiene
carácter de signo. El significante viene dado por una
determinada curva melódica, que remite a un significado:
una modalidad igualmente determinada del enunciado, entendiendo
por modalidad la actitud del hablante ante lo comunicado. En
nuestra lengua existen cuatro curvas de entonación
distintas, que responden a las modalidades fundamentales del
enunciado: enunciativa, interrogativa, imperativa y
exclamativa.

Los planos de análisis del
lenguaje

Al hablar emitimos linealmente unas
secuencias fónicas que tanto el hablante como el oyente
asocian a un significado global:

Prepárame una taza de
café.

Esta operación tan cotidiana
esconde, de hecho, un mecanismo muy complejo, en el que
intervienen simultáneamente aspectos diferentes de la
lengua que sólo la abstracción nos permite
distinguir:

Emitimos una secuencia de sonidos, que
reconocemos como fonemas, combinados de acuerdo con unas
determinadas reglas propias de cada lengua. Por ejemplo, una
secuencia cono *Pferd no sería correcta en español,
y sí lo es en alemán (donde significa "caballo").
Al mismo tiempo intervienen los que hemos llamado rasgos
suprasegmentales: el acento y la entonación. Todo ello
pertenece al plano o nivel fónico de la lengua, su soporte
perceptible. La parte de la Lingüística encargada de
su estudio sería la Fonética.

  • La combinación de fonemas produce signos que
    nos remiten a un significado, a los que hemos llamado
    monemas. De estos nos interesan aquellos cuyo significado nos
    remite a una realidad extralingüística: pan,
    mar, casa, fiel, bien, amar
    evocan en nuestra mente
    seres, cualidades, procesos, etc., que están en la
    realidad, esa realidad de la que estamos hablando. Estas
    unidades constituyen el plano léxico de la lengua. La
    Semántica sería la disciplina que se
    encarga de su estudio.

  • Por último, los signos, se combinan en
    diferentes unidades (palabras, sintagmas, oración),
    siguiendo unas reglas combinatorias propias de cada lengua.
    Todos los hablantes de español reconocemos como
    incorrectas las siguientes secuencias: *los niño;
    *los perro medita; *salí mis amigos con; *lo ayer
    hice
    . Estas normas de formación, de
    combinación, lo más abstracto del lenguaje,
    constituyen el nivel morfosintáctico. La
    Morfología y la Sintaxis se ocupan
    de su estudio.

Definición de lenguaje

La gran amplitud del término "lenguaje" es un
problema por todos reconocido. A pesar de que las definiciones
son muchas, podríamos agruparlas en tres según
presenten una visión más amplia o más
restringida del término.

En primer lugar, tenemos los que consideran que "el
lenguaje es el medio por el cual los animales (incluido el
hombre) se comunican o se piensa que se comunican entre
sí".

Otros piensan que se trata de un término
sólo aplicable a la actividad humana y lo definen como "un
modo sistemático de comunicar ideas o sentimientos
mediante el uso de signos, sonidos, gestos o marcas
convencionales que tienen significados comprensibles".

Los últimos estrechan aún más el
cerco y entienden por lenguaje "la facultad de expresión
verbal y el uso de palabras en el trato humano"

  • 2. Características de la
    comunicación humana hablada frente a la de algunos
    animales

Si ya la definición del término lenguaje
es algo en lo que los lingüistas no se ponen de acuerdo,
imagínate a la hora de definir las características
del lenguaje humano. Nosotros vamos a intentar definirlas
según un estudio realizado por el lingüista americano
Charles Hockett, que parte de la definición de lenguaje
como la facultad que tiene el ser humano de comunicarse a
través de signos verbales frente a los animales. En este
sentido sus características serían las
siguientes:

  • Canal auditivo-vocal: se emplea el sonido para
    salvar la distancia entre la boca y el oído, en
    contraposición a un medio visual, táctil o de
    otro tipo.

  • Transmisión emitida y recepción
    direccional. Cualquier sistema auditivo puede oír una
    señal a su alcance y es posible localizar la fuente
    por medio de la capacidad auditiva para localizar
    sonidos.

Desvanecimiento rápido. Las señales
auditivas son transitorias y no esperan a que el oyente
esté dispuesto a oírlas (a diferencia de las
huellas de un animal o de la escritura).

El lenguaje
ordinario

El lenguaje es un instrumento muy sutil y complejo que
sirve para una gran cantidad de empleos y una multiplicidad de
significados. Esto demanda de quienes lo usamos que pongamos un
gran cuidado si nuestra intención es utilizarlo y
comprenderlo adecuadamente.

Uno de los usos más corrientes del lenguaje es
transmitir información y la formulación de ella se
concreta a través de las proposiciones. En estos casos se
dice que el lenguaje cumple una función
informativa
. En la proposición

"Los artículos de consumo alimenticio
subieron de precio"

se informa acerca de algo que sucedió con los
precios de los artículos de consumo
alimenticio.

Otro uso habitual del lenguaje es el expresivo,
tal como es bien reconocible en, por ejemplo, la poesía.
En el siguiente ejemplo

¡Ni todos los huracanes del
mar,

ni los mil vientos helados de las altas
montañas

podrán separarme de ti

mi muy querida y bien amada!

no se intenta informar nada acerca de accidentes
geográficos o los fenómenos climatológicos,
sino que se quiere expresar un sentimiento amoroso y una
determinación decidida. El lenguaje tiene una
función expresiva cuando es empleado para transmitir o
expresar sentimientos, emociones, actitudes y/o intenciones. El
lenguaje expresivo no es verdadero ni falso.

El lenguaje cumple una función directiva
cuando se lo emplea para impulsar o evitar una determinada
acción. Las órdenes, las sugerencias, los pedidos y
formas afines se usan con el propósito de originar o
impedir una acción manifiesta. Ejemplos del uso directivo
del lenguaje son

Alumnos, pongan más atención
!!

Por favor, salgan todos a la calle.

Las oraciones directivas no son ni verdaderas ni falsas
en ningún sentido literal. Se pueden aplicar criterios de
razonabilidad o adecuación a esta clase de oraciones, pero
no de verdad o falsedad.

Así, la siguiente indicación puede o no
ser razonable

Acompaña a tus hermanos a la
calle

Pero carece de sentido aplicar los criterios de valores
de verdad a ella. O sea que la indicación es sensata o no,
pero en modo alguno se puede afirmar que es verdadera o
falsa.

La triple división de las funciones del lenguaje
que aquí se indica es realmente una simplificación
que hasta puede llegar a ser excesiva, pero ella ha sido hallada
bastante útil por muchos autores de obras de lógica
y lenguaje, por lo cual nos ajustaremos a ella para nuestros
fines ya especificados, que son el estudio de los razonamientos
en el lenguaje ordinario.

En sí mismo el lenguaje es algo complejo y muy
variado, y es por ello que su estudio profundo ha merecido
tratamientos extensos de parte de los especialistas. Asimismo
resulta de interés su relación con otras ramas del
saber humano, tales como la psicología y la
sociología. En el campo de la Lógica, interesan las
formas "estructuralmente puras", tales como las indicadas en el
apartado anterior, al menos en las primeras instancias de su
estudio. Tales tipos de estructuras se suelen denominar de "forma
canónica".

Sin embargo se debe destacar que no siempre el uso del
lenguaje se puede clasificar biunívocamente en alguno de
los tres tipos indicados anteriormente, ya que a veces se dan
ciertas combinaciones de sus funciones. Así, por ejemplo,
en la formulación de un poema puede haber un uso
preponderantemente expresivo del lenguaje pero también
puede tener un empleo del tipo directivo, si la intención
es impulsar o aún insinuar una determinada
acción.

La Lógica se aplica solamente al discurso
informativo y en tal sentido se debe ser capaz de detectar y
separar la función de esta clase en un determinado pasaje
de cualquier otro tipo de función que se pueda encontrar
(o sea el expresivo y/o el directivo). Este análisis
demanda al lector el uso del raciocinio y la inteligencia
así como de su percepción sensible para llevar a
cabo tan delicado proceso.

Partes: 1, 2

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