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Las virtudes



  1. Introducción
  2. Marco
    conceptual
  3. Clases de
    virtudes
  4. Resumen
  5. Bibliografía

INTRODUCCIÓN

En el Bautismo Dios infunde en el alma, sin
ningún mérito nuestro, las virtudes, que son
disposiciones habituales y firmes para hacer el bien. Las
virtudes infusas son teologales y morales.

Cuenta también el cristiano con los dones del
Espíritu Santo, que facilitan el ejercicio más
perfecto de las virtudes.

MARCO
CONCEPTUAL

¿Qué es la virtud?

La virtud es una disposición habitual y firme
para hacer el bien.

Las virtudes son el patrimonio moral del hombre. Ellas
le ayudan a comportarse bien en toda circunstancia, es decir, a
hacerle bueno en el sentido más verdadero y completo.
Ningún hombre nace bueno o malo, como nadie nace
médico o artesano, pero de la naturaleza recibe la
capacidad para llegar a serlo. Y el deber de ser virtuosos, es
decir, buenos en el sentido auténtico, debe ser un
empeño de todos porque todos deben buscar mejorar
moralmente. No existe otra posibilidad: o se hace uno mejor o se
hace peor. Esto significa o que se adquieren las virtudes o nos
abandonamos a los vicios.

El hombre se encuentra frente a una bifurcación:
no se puede no elegir. Se elige el bien, mejora; en caso
contrario empeora. Por ejemplo, quien elige ser mesurado en la
mesa, hoy, mañana, etc., se hace sobrio y libre ante las
atracciones de la comida. Por el contrario, quien es desordenado,
hoy, mañana, etc., se hace viciosos y esclavo de los
impulsos del momento.

El hombre virtuoso es una persona verdaderamente libre.
En cambio, el fumador empedernido está sometido por el
tabaco, el alcoholizado no es una persona libre para elegir en
materia de alcohol, el drogadicto es una persona encadenada. Son
todos ejemplos de esclavitud.

La adquisición de las virtudes es el único
camino para ser verdaderamente libres, maduros, dueños de
las propias acciones. Se comprende entonces la importancia vital
del mandato de Jesús: "Sed perfectos como es perfecto
vuestro Padre que está en los cielos
" (Mt 5, 48). Lo
que significa: haceros virtuosos, es decir, buenos, haced el bien
imitando a vuestro Padre celestial.

La virtud es un hábito bueno que hace al hombre
capaz de cumplir el bien de un modo fácil y
gratificante.

La virtud es la integridad y excelencia moral,
poder y fuerza; castidad o pureza. Es también
una cualidad que permite a quien la posee, ayudarlo en
las situaciones más difíciles para cambiarlas a su
favor. El virtuoso es el que está en camino de
ser sabio, porque sabe cómo llegar a sus metas sin
pisar las de los otros, porque pone a los demás de su lado
y los lleva a alcanzar un objetivo diferente. El virtuoso es el
que "sabe remar contra la corriente".

Virtud es la capacidad o fuerza propia del ser humano,
es un modo de vida que identifica a las personas su manera de
ser.

También, una persona virtuosa es aquella que sabe
sacar adelante cualquier problema que se avecina. Es una persona
que tiene muchas cualidades y las pone en práctica a
diario. La persona que quiere ser virtuosa lucha por adquirir ese
hábito bueno que hace al hombre capaz de cumplir el
bien.

Las virtudes se consideran cualidades positivas, y se
oponen a los vicios. Las virtudes son las cualidades buenas
y sensitivas del ser humano.

Platón plantea que el ser humano
dispone de tres poderosas herramientas: el intelecto,
la voluntad y la emoción. Para cada una de
estas existe una virtud: la sabiduría,
el valor y el autocontrol. La sabiduría permite
identificar las acciones correctas, saber cuándo
realizarlas y cómo realizarlas. El valor permite tomar
estas acciones a pesar de las amenazas, y defender los ideales
propios. El autocontrol permite interactuar con las demás
personas y ante las situaciones más adversas cuando se
está realizando lo que se debe hacer para lograr los fines
propios.

Sócrates nos dice que la virtud nos
permitirá resolver las mejores calificaciones y con ella
podremos distinguir entre el final, el mal, el bien y lo
irrespetuoso. También dice que la virtud se puede alcanzar
por medio de la educación fundamentada en nuestra moral y
en nuestra vida cotidiana.

Cree en el intelectualismo moral, el cual se basa en la
idea de que la sabiduría se basa en la ética. Si
alguien es buena persona automáticamente será
sabio. El sabio ve el mal de lejos y se aparta. También
Sócrates opina que la virtud es aquello que nos ayuda a
conseguir el bien mediante razonamientos y la
filosofía.

Los estoicos sostenían que la virtud
consistía en actuar siempre de acuerdo con la naturaleza,
que, para el caso del ser humano, concebido como ser racional, se
identifica con actuar siempre de acuerdo con la razón,
evitando en todo momento dejarse llevar por
los afectos o pasiones, esto es, todo lo
irracional que hay en nosotros, que no puede controlarse y por
tanto debe evitarse. Los estoicos consideraban que la virtud,
como facultad activa, era el bien supremo.

¿Qué son los dones Espíritu
Santo?

Los dones del Espíritu Santo son disposiciones
permanentes, ligadas a la caridad, que hacen al hombre
dócil para seguir las inspiraciones del Espíritu
Santo.

Los dones del Espíritu Santo son siete, a saber:
la sabiduría, la inteligencia, el consejo, la fortaleza,
la ciencia la piedad y el temor de Dios.

Los dones del Espíritu Santo se encuentran en
quien posee la caridad. Como la caridad pueden ser más o
menos intensos. Su mayor influjo caracteriza la vida
mística.

Los siete dones del Espíritu Santo son:
sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia,
piedad y temor de Dios. Pertenecen en plenitud a
Cristo.

Es la tercera y más importante de
las virtudes Divinas enumeradas por San
Pablo (1 Cor, 13,13), usualmente llamada caridad y es
definida como: hábito divinamente infundido,
inclinación de la voluntad del hombre a amar
a Dios por Sí mismo sobre todas las cosas y
al hombre por el amor a Dios.

¿Cuáles son las bienaventuranzas
evangélicas?

Las bienaventuranzas evangélicas proclamadas por
Jesús en el sermón de la montaña (Mt 5,
3-10) son:

? Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el Reino de los cielos.

? Bienaventurados los sufridos, porque ellos
heredarán la tierra.

? Bienaventurados los que lloran, porque ellos
serán consolados.

? Bienaventurados los que tienen hambre y sed de
justicia, porque ellos quedarán saciados.

? Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos
alcanzarán misericordia.

? Bienaventurados los limpios de corazón, porque
ellos verán a Dios.

? Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque
ellos se llamarán los hijos de Dios.

? Bienaventurados los perseguidos por causa de la
justicia, porque ellos es el Reino de los cielos.

CLASES DE
VIRTUDES

¿Cuántas clases de virtudes
hay?

Hay dos clases de virtudes: las virtudes teologales y
las virtudes humanas o morales.

  • 1) Las virtudes teologales, son tres: la fe, la
    esperanza y caridad.

¿Qué es la fe?

La fe es la virtud teologal por la cual creemos
en Dios, en todo lo que Él nos ha revelado y que la Santa
Iglesia nos enseña como objeto de fe.

¿Qué es la esperanza?

La esperanza es la virtud teologal por la cual
deseamos y esperamos de Dios, con una firme confianza, la vida
eterna y las gracias para merecerla, porque Dios nos lo ha
prometido.

¿Qué es la caridad?

La caridad es la virtud teologal por la cual
amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo
como a nosotros mismos por amor de Dios, con el amor filial y
fraterno que Cristo nos ha mandado.

Con relación a la virtud teologal de la caridad,
o sea, del amor, hay que tener en cuenta que el amor a Dios y el
amor al prójimo son una misma y sola cosa de modo que uno
depende del otro; por esto, tanto podremos amar al prójimo
cuanto amemos a Dios; y, a la vez, tanto amaremos al Dios cuanto
de verdad amemos al prójimo.

¿La caridad puede alcanzar la perfección
en esta vida?

Se dice que en esta vida la caridad es perfecta cuando
excluye no sólo todo pecado mortal o venial deliberado,
sino también todo aquello que puede impedir amar a Dios
con todo el corazón. El cristiano que ha alcanzado este
grado de amor vive en plenitud las bienaventuranzas
evangélicas.

¿A quién se dirige la virtud de la
caridad?

La virtud de la caridad se dirige ante todo a Dios, y
después se extiende también a nosotros mismos y a
nuestro prójimo, es decir, a todos los hombres
indistintamente, como también a los ángeles del
cielo.

¿Cómo se puede perder la
caridad?

La caridad se pierde cuando se comete cualquier pecado
mortal.

¿Cómo se puede recobrar la caridad
perdida?

La caridad perdida se puede recobrar solo con el
sacramento de la Penitencia o Confesión, o al menos con un
acto de constricción perfecta unido al propósito de
confesarse.

La definición realza las características
principales de la caridad:

1) Su origen, por infusión divina: "el
amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por
el Espíritu
Santo 
que nos ha sido dado." (Rom. 5,5). Es, por lo
tanto, distinto de y superior a la inclinación innata o el
hábito adquirido de amar a Dios en el orden natural. Los
teólogos (v. Teología)
concuerdan al decir que es infundida junto con la gracia
santificante
, con la cual está íntimamente
relacionada ya sea por identidad real, como algunos sostienen o,
de acuerdo a una idea más común, por medio de una
emanación connatural.

2) Su morada es la voluntad humana. Aunque a
veces la caridad es intensamente emocional y frecuentemente
reacciona sobre nuestras facultades sensoriales, reside
propiamente en la voluntad racional, un hecho que no deben
olvidar aquellos que la hacen una virtud imposible.

3) Su acto específico, es decir, el amor
de benevolencia y amistad. Amar a Dios es desearle
todo honorgloria y
todo bien; y esforzarnos, en la medida que podemos, obtenerlo
para Él. San Juan (14,23; 15,14) enfatiza el rasgo de
reciprocidad que hace de la caridad una auténtica amistad
del hombre con Dios.

4) Su motivo, es decir, la bondad Divina
o amabilidad tomada absolutamente y como dada a conocer a
nosotros por la fe. No importa si esa
bondad es vista en uno, o varios, o todos los atributos Divinos,
sino que en todos los casos, nos debemos adherir a ella, no como
una fuente de ayuda o premio o felicidad para
nosotros mismos, sino como un bien en
sí mismo, infinitamente (v. infinito)
merecedor de nuestro amor, en este único sentido, Dios es
amado por Sí mismo. Sin embargo, la distinción de
los dos amores: concupiscencia,
la cual incita la esperanza; y
benevolencia, la cual anima la caridad, no deben ser forzadas a
un tipo de exclusión mutua, pues la Iglesia ha
condenado repetidamente cualquier intento por desacreditar las
obras de la esperanza cristiana.

5) Su alcance: Es decir, ambos, Dios y el hombre.
Mientras solo Dios es todo amable, puesto que como todos los
hombres, por gracia y gloria, ya sea que realmente comparten o al
menos son capaces de compartir la bondad divina, se deduce que el
amor sobrenatural (. orden
sobrenatural
) más bien los incluye que excluye, de
acuerdo a Mateo 22,39
y
Lucas 
10,27. Por lo tanto, una y la misma virtud de la
caridad concluyen en ambos, Dios y el hombre, en Dios
principalmente y en el hombre secundariamente.

En cuanto a la forma y grado de influencia que la
caridad debe ejercer sobre nuestras acciones virtuosas, para
hacerlas meritorias del cielo, los teólogos están
lejos de ponerse de acuerdo, algunos sostienen que se requiere
sólo el estado de gracia, o caridad habitual; otros
insisten sobre la más o menos frecuente renovación
de los distintos actos de amor divino. Por supuesto, el poder
meritorio de la caridad es, como la virtud misma, susceptible de
crecimiento indefinido. Santo Tomás, menciona
tres etapas principales: (1) liberarse del pecado mortal a
través de la tenaz resistencia frente a la tentación,
(2) evadir los pecados veniales deliberados por la asidua
práctica de la virtud, (3) unión con Dios a
través de la repetición frecuente de actos de
amor.

  • 2) Las virtudes humanas, llamadas
    también virtudes morales, son disposiciones estables
    del entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros
    actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra
    conducta según la razón y la fe.

Las virtudes humanas o morales son muchas, pero pueden
agruparse en torno a cuatro principales, llamadas virtudes
cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y
templanza.

¿Qué es la prudencia?

La prudencia es la virtud que dispone de
razón práctica para discernir, en toda
circunstancia, nuestro verdadero bien y elegir los medios justos
para realizarlo.

¿Qué es la justicia?

La justicia es la virtud que consiste en la
constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo
que les es debido.

¿Qué es la fortaleza?

La fortaleza es la virtud que asegura la firmes
y la constancia en la práctica del bien, aun en las
dificultades.

¿Qué es la templanza?

La templanza es la virtud que modera la
atracción hacia los placeres sensibles y procura la
moderación en el uso de los bienes creados.

La distinción fundamental es entre virtudes
adquiridas, es decir, que se adquieren con nuestro esfuerzo a
través de la repetición de acciones buenas, y
virtudes infusas, es decir, recibidas como don de Dios junto con
la gracia santificante.

¿Cuál es la utilidad de estas
virtudes?

Las virtudes cardinales, y en general todas las otras
virtudes morales ligadas a ellas, nos permiten cumplir el bien
prontamente, con naturalidad y con alegría.

¿Es posible hacer el bien sin las
virtudes?

Sin las virtudes el hombre puede hacer alguna
acción buena, si quiere, pero la mayoría de las
veces puede hacerlo sólo con fatiga y con esfuerzos, por
lo cual no puede ser constante en el bien.

¿Es necesario creer todas las verdades
reveladas?

Es necesario creer todas las verdades reveladas por Dios
y propuestas infaliblemente por el Magisterio de la Iglesia. Si
se niega una sola verdad no se es católico.

¿Cómo se puede volver a ser creyente
católico?

Se puede recobrar la fe perdida y volver así a
ser creyente católico arrepintiéndose del pecado
cometido y creyendo de nuevo todo lo que la Iglesia
enseña. Sin embargo, es necesario tener presente que quien
ha renegado expresamente de la fe debe también pedir a la
autoridad competente la absolución de la excomunión
en la cual ha incurrido con tal pecado.

Sin embargo, las prerrogativas de la caridad no deben
ser interpretadas de forma que incluyan la inadmisibilidad. Lo
dicho por San
Juan 
(1 Jn. 3,6) "Quien permanece en El (en Dios), no
peca", significa ciertamente la especial permanencia de la
caridad principalmente en sus grados más altos, pero no es
garantía absoluta contra la posibilidad de perderla;
mientras el hábito infundido nunca es disminuido por el
pecado venial, una sola falta grave es suficiente para destruirla
y terminar así la unión y amistad del hombre con
Dios.

No obstante, el hombre debe levantarse a sí mismo
más allá de su vida natural hacia la vida Divina:
"Sean perfectos como mi Padre que está en los
cielos
" (Mateo, v, 48). Es necesario entonces tener ciertas
virtudes en medio de las virtudes sociales que son humanas, y las
virtudes ejemplares, que son divinas. Estas virtudes intermedias
son de dos grados de perfección: las menores en el alma
las que luchan por elevarse de la vida de pecado hacia la
semejanza de Dios –estas son las virtudes purificatorias
(virtutes purgatoriae)–; las mayores están en el
alma que ya se ha ubicado en la semejanza de Dios –estas
son las virtudes de las almas purificadas (virtutes jam purgati
animi)–.

En menor grado, la prudencia, movida por la
contemplación de las cosas Divinas, deja todas las cosas
terrenales y se orienta al pensamiento del alma sólo para
Dios; la temperanza o templanza abandona, en tanto lo permite la
naturaleza, las cosas que son requeridas por las necesidades
corporales; la fortaleza quita el temor de abandonar esta vida y
se enfrenta la vida del más allá; la justicia
aprueba las disposiciones antes mencionadas.

En los altos grados de perfección de las almas
que ya están purificadas y firmemente unidas a Dios, la
prudencia no conoce otra cosa que su pertenencia a Dios; la
temperanza ignora los deseos terrenos; la fortaleza no conoce
pasiones; la justicia se encuentra dentro de la mente Divina en
un contacto permanente, para hacer las cosas de manera
consecuente. Este grado de perfección pertenece a los
santificados en el cielo o a unos pocos que tienen una vida
fundamentalmente perfecta.

Estos pocos perfeccionistas son los héroes de la
virtud, los candidatos para los honores del altar, los santos de
la tierra. Conjuntamente con las cuatro virtudes cardinales, el
santo cristiano debe tener las tres virtudes teológicas,
especialmente con el amor Divino (caridad); la virtud que nos
informa, nos bautiza y nos consagra en todas las demás
virtudes; de esa manera se tiene la asociación y
unificación para participar en la vida Divina. Se
requieren de evidencias como "pruebas de heroicidad" en
el proceso de beatificación lo que sirve para ilustrar en
detalle los principios generales que se han expuesto.

Así como el amor está en la
culminación de todas las virtudes, la fe está en
los aspectos fundacionales. Es por la fe que Dios es aprehendido,
y el alma levantada a la vida supra natural. La fe es el secreto
de la consciencia; para el mundo, se manifiesta en las buenas
obras en las cuales se vive, "la fe sin obras es fe
muerta
" (Santiago, ii, 26). Tales obras son la
profesión externa de la fe, la estricta observancia de los
Divinos Mandamientos, la oración, la devoción
filial a la iglesia, el temor de Dios, el horror del pecado, la
penitencia por los pecados cometidos, la paciencia en la
adversidad, etc.

Todos estos o algunos de ellos están unidos al
heroísmo cuando son practicados con perseverancia, durante
un largo período de tiempo, o bajo circunstancias en las
cuales la perfección del hombre ordinario le hubiese
prevenido de actuar. Los mártires muriendo en los
tormentos por su fe, los misioneros dedicando sus vidas en la
propagación de la misma, y los pobres con su paciencia
infinita teniéndola en sus míseras vidas a fin de
hacer la voluntad de Dios y de cosechar los frutos
posteriormente; todos ellos son héroes de la
fe.

La esperanza es la confianza firme en la
voluntad de Dios en tanto nos da vida eterna y todos los medios
necesarios para obtenerla. Se obtiene heroicidad cuando la
esperanza se mantiene inamovible en la seguridad de la ayuda de
Dios a través de los eventos de la vida, cuando se pueden
sacrificar todos los bienes en función de la felicidad
prometida en los cielos. Tal grado de esperanza tiene sus
raíces en un grado de fe igualmente perfecto.

Abraham, el modelo del hombre fiel, es también el
modelo de quien tiene esperanza "quien contra toda esperanza,
aún cree en el esperanza… y quien no fue débil en
la fe; quien tampoco consideró su propio cuerpo muerto…
ni el vientre muerto de Sara
". (Rom. iv, 18-22).

El amor inclina al hombre al amor a Dios sobre todas las
cosas con amor de amistad. El amigo perfecto de Dios, dice con
San Pablo: "Con Cristo soy clavado en la cruz. Y no soy yo quien
vive, sino Cristo quien vive en mí" (Gal., ii, 19-20).
Porque amor significa unión. Es el tipo de unión
celestial que une a la Divina Trinidad; el alcanzar el más
alto grado en la creación de Dios, es la visión
beatífica, es la participación en la vida de
Dios.

En la tierra es la fructífera madre de la
santidad, la única cosa necesaria, la única
posesión autosuficiente. Se establece en I de Corintios,
xiii, y en el Evangelio de San Juan y las Epístolas; el
amado discípulo y el feroz misionero de la cruz son los
mejores intérpretes del misterio del amor revelado a ellos
en el Corazón de Jesús. Con el mandamiento del amor
a Dios sobre todas las cosas, Jesús indicó uno
más: "y el segundo es parecido al primero: ama a tu
prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento superior
a estos
" (Marcos, xii, 31).

La relación entre ambos mandamientos se basa en
esto: que en nuestro semejante, amamos la imagen, la
representación de Dios, sus hijos adoptivos y quienes son
de su Reino. Por tanto, al servir a nuestro prójimo,
servimos a Dios. Y los trabajos de misericordia espiritual y
temporal llevados a cabo en este mundo, decidirán nuestro
destino en el próximo: "Venid los benditos por mi Padre,
que de ellos es el Reino… porque estuve hambriento y me diste
de comer. Así te digo que lo hicisteis a uno de estos
pequeños, lo hacías a mí". (Mateo, xxv,
34-40).

Por esta razón, los trabajos del amor heroico en
alto grado, desde el principio hasta la actualidad, constituyen
una marca distintiva de la Iglesia Católica, el compromiso
de la santidad en incontables números de sus hijos e
hijas.

La prudencia nos permite que es lo que se debe
desear y que no, obtiene heroicidad cuando coincide con el
"regalo del consejo", dentro de una perspectiva de lo que en la
orientación divina es una conducta correcta e incorrecta.
Los bollandistas dicen de San Pancrasio Radbert: "Fue tan
grande su prudencia que un manantial de prudencia parecía
brotar de su mente. Se mantenía allí el pasado,
presente y futuro y fue capaz de decir, por el consejo de Dios,
que se debía hacer en cada caso
" (2 January, c. v,
n.16).

La justicia, la que da a cada uno su deber, es
el pivote alrededor del cual gravitan las virtudes religiosas de
la piedad, obediencia, gratitud, veracidad, amistad y muchas
más. Actos de justicia los encontramos en Jesús
sacrificando su vida como fue su deber, y en Abraham dispuesto a
sacrificar a su propio hijo en acto de obediencia a la voluntad
de Dios.

La fortaleza, la que nos urge a mantenernos
firmes en momentos difíciles en nuestro sendero del deber,
es en sí misma un elemento heroico en la práctica
de la virtud. Ella alcanza su pináculo cuando llega a
sobrepasar obstáculos que hubiesen sido insuperables para
la virtud ordinaria.

La temperanza o templanza nos mantiene
alejados de las pasiones, cuando estas últimas nos
inclinan a actuar incorrectamente, se origina el compromiso, la
modestia, la abstinencia, castidad, sobriedad, y otras virtudes.
Ejemplos de templanza heroica se tienen en San José y San
Juan el Bautista. Debe notarse que cada acto de virtud derivados
de los principios Divinos tienen en nosotros elementos de todas
las virtudes; sólo el acto de análisis mental, ve
el mismo acto desde varios aspectos.

Hay quienes, opinan que las virtudes humanas, son
diez:

1.- Resiliencia: Seguir adelante cuando sólo
vemos oscuridad en nuestro futuro. Aceptar que las decepciones y
los reveses forman parte de cualquier vida humana. No asustar a
otras personas con nuestros miedos.

2.- Empatía: La capacidad de conectar con
las experiencias de otra persona. Y también el coraje de
ponerse en el lugar del otro y mirarse a sí mismo con
honestidad.

3.- Paciencia: Con frecuencia perdemos los nervios
porque creemos que las cosas tendrían que ser perfectas.
Los humanos hemos avanzado mucho en algunos aspectos (por ejemplo
en la tecnología) pero muy poco en otros: por ejemplo, en
la capacidad para aceptar que las cosas no siempre son como
queremos.

4.- Sacrificio: De forma natural, todos buscamos
nuestro propio beneficio. Pero también tenemos una
capacidad milagrosa para, en algunas ocasiones, olvidar nuestros
intereses personales y sacrificarnos por otra persona o por una
causa.

5.- Buenos modales: Los buenos modales tienen mala
fama. Normalmente asumimos que "ser educado" es sinónimo
de "ser falso" y lo contrario de "ser nosotros mismos". Pero los
modales son una regla necesaria para cualquier
civilización y están íntimamente asociados a
la tolerancia: la capacidad de vivir junto a personas con las que
nunca estaremos de acuerdo.

6.- Sentido del humor.

7.- Consciencia de uno mismo: No hacer responsables
a los demás de todos nuestros problemas o cambios de
humor.

8.- Perdón.

9.- Esperanza: El pesimismo no es necesariamente un
signo de "inteligencia y profundidad intelectual", ni el
optimismo un reflejo de necedad.

10.- Confianza: A veces no alcanzamos nuestros
sueños por el simple hecho de que no nos atrevemos a
intentarlos. La confianza no es arrogancia, sino la consciencia
de que nuestras vidas son cortas y de que, en realidad, tenemos
muy poco que perder cuando nos arriesgamos a luchar por lo que
queremos.

Los frutos del Espíritu son
perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como
primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia
enumera doce: "caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad,
bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia,
continencia, castidad
", (Ga 5,22-23).

RESUMEN

La virtud es una disposición habitual y firme
para hacer el bien.

Las virtudes humanas son disposiciones estables del
entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos,
ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta
según la razón y la fe. Pueden agruparse en torno a
cuatro virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y
templanza.

La prudencia dispone la razón
práctica para discernir, en toda circunstancia, nuestro
verdadero bien y elegir los medios justos para
realizarlo.

La justicia consiste en la constante y firme
voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es
debido.

La fortaleza asegura, en las dificultades, la
firmeza y la constancia en la práctica del
bien.

La templanza modera la atracción hacia
los placeres sensibles y procura la moderación en el uso
de los bienes creados.

Las virtudes morales crecen mediante la
educación, mediante actos deliberados y con el esfuerzo
perseverante. La gracia divina las purifica y las
eleva.

Las virtudes teologales disponen a los cristianos a
vivir en relación con la Santísima Trinidad. Tienen
como origen, motivo y objeto, a Dios conocido por la fe, esperado
y amado por Él mismo.

Las virtudes teologales son tres: la fe, la esperanza y
la caridad (cf 1 Co 13, 13). Informan y vivifican todas
las virtudes morales.

Por la fe creemos en Dios y creemos todo lo que
Él nos ha revelado y que la Santa Iglesia nos propone como
objeto de fe.

Por la esperanza deseamos y esperamos de Dios
con una firme confianza la vida eterna y las gracias para
merecerla.

Por la caridad amamos a Dios sobre todas las
cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor
de Dios. Es el "vínculo de la perfección"
(Col 3, 14) y la forma de todas las virtudes.

 Contra soberbia, la
Humildad Contra avaricia, la Generosidad Contra
lujuria, la Castidad Contra ira, la Paciencia Contra
gula, la Templanza Contra la envidia, la Caridad Contra
pereza, la Diligencia.

La tradición de la Iglesia
Católica afirma unánimemente que las virtudes
infusas –con excepción de la fe y de la
esperanza– desaparecen con el pecado mortal y que no
pueden "disminuir" dado que no provienen de la
repetición de actos.

Las virtudes según
Aristóteles.

Virtudes dianoéticas o intelectuales:

Propias del intelecto teórico:

Inteligencia (nous)

Ciencia (episteme)

Sabiduría (sofía)

? Propias del intelecto práctico:

Prudencia (frónesís)

Arte o técnica (tekne)

Discreción (gnome)

Perspicacia (sínesis)

Buen consejo (euboulía)

Virtudes éticas o del carácter:

Propias del autodominio:

Fortaleza o Coraje (andreía)

Templanza o Moderación (sofrosine)

Pudor (aidos)

Propias de las relaciones humanas:

Justicia (dikaiosine)

Generosidad o Liberalidad (eleutheriotes)

Amabilidad (filía)

Veracidad (aletheia)

Buen humor (eutrapelía)

Afabilidad o Dulzura (praotes)

Magnificencia (megaloprepeia)

Magnanimidad (megalofijía)

Santo Tomás de Aquino y las Virtudes.

¿Alguna vez ha escuchado la frase "Una virtud sin
prudencia, no es virtud? Tal vez al escucharse esto por primera
vez parezca confuso, pero después de razonarlo y pensarlo
por unos segundos nos daremos cuenta de que es cierto.
¿Acaso no es la virtud de la Magnanimidad el punto medio
entre la soberbia y la pusilanimidad? Pero ¿cómo
podemos clasificar y llegar a la conclusión de que las
virtudes son precisamente eso?

Esto fue posible gracias a Santo Tomás de
Aquino
, un teólogo y filósofo italiano, nacido
en 1224. Era hijo de una familia influyente, quienes se opusieron
a que entrara a la Orden de los Hermanos Predicadores, lugar
donde pensaba estudiar teología. Al ser encarcelado por
sus hermanos, decidió aprenderse muchas frases de la
Biblia de memoria, sus hermanos no pudieron quitarle la idea de
volverse religioso. Al salir fue llevado a estudiar a Alemania,
donde destaco y se graduó en teología, para luego
obtener un doctorado y dar clases en la Universidad
de París  Es reconocido como Santo por la
Iglesia Católica. Sus aportaciones más destacadas
figuran en diversas materias como la metafísica,
lógica, psicología, ética, razón y
ley natural, además de las 5 vías para
conocer a Dios.

Sobre las virtudes, Santo Tomás las
definió como el punto medio entre dos vicios opuestos.
Esto quiere decir que una virtud debe vivirse con prudencia, ya
que al llevarla al extremo negativo (ausencia de la virtud) se
vuelve un vicio, así como también lo es  el
extremo al que le podríamos llamar positivo (a pesar de
que no lo sea) es el que se da cuando la virtud se lleva al
extremo, cuando se vive sin prudencia. Un ejemplo claro es la
modestia. Primero definamos la modestia y sus dos
extremos.

Modestia: "Humildad, falta de vanidad y no
ostentación de los propios
méritos
."

La modestia es el punto medio entre estas ya que en un
punto, no se acredita lo que se debe, y en el otro se ignora, o
se atribuye más de lo merecido.

Desvergüenza: "Falta de vergüenza,
insolencia
."

Timidez: "Falta de seguridad en uno mismo,
dificultad para hablar en público o relacionarse con otras
personas
."

Además de esto clasifico las virtudes en morales
e intelectuales y agregó las teologales. Define a las
intelectuales como, hábitos del entendimiento,
consecuencia de la práctica de estas, que son posibles
debido a la voluntad debido al conocimiento. Las morales como los
hábitos del alma que se adquieren al ejercitarlos y que
habilitan una vida moralmente buena. Y las teologales se definen
como las que Dios otorga a la voluntad e inteligencia humana para
poder actuar divinamente al desprendernos de los impulsos
egoístas terrenales.

Estas clasificaciones nos ayudan a entender mejor las
virtudes, y diferenciar cuando un hábito es positivo, o es
llevado a uno de los dos extremos posibles y se convierte en un
vicio. Además de identificar si se vive por que la
inteligencia lo ve como algo bueno, o porque esta moralmente bien
vivir esa virtud. El estudio de estas virtudes nos lleva a un
extenso campo de conclusiones e incógnitas nuevas. Sin
duda esto es un gran aporte de Santo Tomás de Aquino, y
que tiene un valor inmenso para varias materias, que siguen
estudiando esto hoy en día basándose en estos
conceptos.

BIBLIOGRAFÍA

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    Jésus
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    Católica"). 1906. Londres, Inglaterra.

Cajamarca, 09 de Junio del 2014.

_____________________________________

* El Dr. Navarrete Obando, Luis Alberto, es
Abogado de Profesión; Ex – Catedrático Principal de
la Universidad Nacional de Cajamarca; Catedrático invitado
de la Escuela de Post Grado de la Universidad Nacional de
Trujillo (http://www.pg.unitru.edu.pe/); Condecorado
como "Doctor Honoris Causa" por la Universidad Nacional
de Trujillo (La Libertad–Perú)
(http://unitru.edu.pe/); Catedrático Honorífico por
la Universidad Nacional Autónoma de México, D.F.
México; Condecorado como "Doctor Honoris Causa"
por la Universidad Nacional Autónoma de México,
D.F. México; Ensayista, Escritor, Poeta e Historiador
autodidacta; Magister en Educación Universitaria por la
Universidad Nacional de Trujillo; Doctor en Educación
Universitaria por la Universidad de Sao Paulo – Brasil;
Doctor en Investigación Universitaria por la Universidad
de La Habana – Cuba; Doctor en Teología, Filosofía
y Humanidades por la Universidad La Salle, Barcelona –
España; con estudios en Teología, Seminario de
Santo Toribio de Mogrovejo, Lima – Perú; colaborador
de las Revistas Virtuales de http://www.monografias.com
(Universidad de Madrid, España); http://www.rie@oei.uh.cu
(Universidad de La Habana, Cuba); http://unam.mx; http://www.contacto@servidor.unam.mx
(Universidad Nacional Autónoma de México); http://www.unim.it (Universidad de
Milán, Italia); http://www.derechoycambiosocial.com
y http://www.juspolis@hotmail.com
(Revista Virtual especializada en temas de Derecho, Sociales,
Culturales, Literarios, Económicos, entre otros); http://www.DERECHOYPOLITICA@groups.msn.com
y/o http://proups.msn.com;
(Revista Virtual CIENCIAs JURÍDICAs &
POLÍTICAs); Consultor Permanente de la UNESCO, en
representación de la Universidad UNAM de México, en
temas de Educación, Cultura y Desarrollo Social para
América Latina y El Caribe (http://www.unesco.org.pe);
colaborador en la elaboración del "Diccionario
Histórico Jurídico" de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación de México" y en el "Anuario de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación" (http://www.jespinoza.contacto@servidor.scjn.mx)
de dicho país; Miembro Numerario de la "Sociedad
Latinoamericana Iusfilosófica
" (http://sli.org.es/);
Miembro Numerario de la "Sociedad Peruana de Leyes"
(http://www.spda.org.pe/); Aprobación y aplicación
de la materia jurídica "Epistemología
Jurídica" por la Universidad de Milán, Italia
(http://www.unim.it);
incorporado como "Honorarium Member" por la "Federal
Association of Lawyers of Los Angeles (EE.UU
); colaborador
en diferentes Diarios y Revistas especializadas en Perú
(http://www.elperuano.com.pe;
http://www.la republica.com.pe; http://www.elcomercio.com.pe);
y, columnista en el Diario Oficial "Panorama Cajamarquino"
(Derecho y Sociedad – (http://www.derechoysociedad@panoramacaj.com;
http://www.panoramacaj@hotmail.com),
(http://www.panoramacaj@hotmail.com); Director de la
"Fundación para el Desarrollo y Bienestar Familiar"
– FUNDEBIF (http://www.fundebif.org.com.pe;
fundebif@hotmail.com);
Gerente General del Estudio Jurídico Contable: NAVARRETE
& OBANDO – ASESORES, CONSULTORES & ANALISTAS
(http://www.navarreteabogados.org.com.pe;
navarrete_abog@hotmail.com).
Publicación de Libros especializados en materia de
Derecho; publicación de Libros de naturaleza social y
Poemarios. Ganador del Poeta más joven del Perú;
Ganador de los XII Juegos Florales Universitarios del
Perú; y, Ganador de los I Juegos Florales Universitarios
Latinoamericanos (Chile); En talleres, el Ensayo: "La
Revolución Campesina del Valle Chicama".

® Derechos reservados de Autor, registrado en
INDECOPI; "Derecho y Sociedad", Código de marca
registrada LANO-CPP-1420-P.

 

 

 

Autor:

Dr. Luis Alberto Navarrete Obando*

ABOGADO – DOCENTE UNIVERSITARIO –
ESCRITOR

navarrete_abog[arroba]hotmail.com

http://www.navarreteabogados.org.com.pe

http://www.rie[arroba]oei.uh.cu

http://www.unam.mx

Las virtudes

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