Monografias.com > Epistemología
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Como el pensamiento utópico es aplicado al sistema dialéctico



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Las utopías
    urbanas
  3. Conclusión
  4. Bibliografía

Introducción

1.1.- El pensamiento utópico.
Conceptualización y clasificación en su
relación con lo urbano.

"Las creencias que se basan en los deseos, en lugar de
en los hechos, han figurado siempre en los asuntos humanos.
Cuando la imaginación no encuentra ninguna
satisfacción en la realidad existente, aspira a encontrar
un refugio en lugares y épocas elaborados por el deseo.
Los mitos, los cuentos de hadas, las promesas religiosas de otro
mundo, las fantasías humanistas, los romances de viajes,
han sido siempre la expresión cambiante de lo que no se
hallaba en la vida real. Fueron, más bien, colores
complementarios del cuadro de la realidad existente, en la
época respectiva, que utopías que representaran una
oposición al status quo y lo
desintegraran."[1]

En el intento de conceptualización y
clasificación del pensamiento utópico que nos
permita adentrarnos, con alguna garantía, en el mundo de
las utopías urbanas, hemos creído que nos puede
ayudar el estudio clásico de Karl Mannheim. Con los
instrumentos metodológicos y conceptuales de su
sociología del conocimiento podremos avanzar en las
siguientes direcciones:

– Qué se entiende por utopías
urbanas.

– Clasificación de las utopías
urbanas.

– Distinción de las utopías urbanas de
figuras afines.

Mannheim parte de la base de que existen formas de
pensamiento que no pueden ser comprendidas mientras no se penetre
en los orígenes sociales de las mismas. Para llegar a
éste conocimiento hay que profundizar, previamente, en las
circunstancias históricas en las que se produce, se crea y
se realiza; en la acción colectiva de la que dimana pero,
también, a la que dirige.[2] Solamente a
través de la acción colectiva se produce el cambio
social y si éste va asociado a un cambio vertical entre
grupos sociales, se produce una quiebra en la
"conciencia" de la realidad y aparece la creencia de que
ésta es mutable y, por tanto,
modificable[3]En este contexto surgirán las
formas de pensamiento que intentan dar una nueva visión
del mundo; siendo, pues, la sociología del conocimiento el
instrumento necesario para comprender, en su integridad, estas
formas.

La primera clave del pensamiento mannheimiano
está situada en la diferenciación y
contraposición entre pensamiento ideológico y
pensamiento utópico:

"El concepto de "ideología" refleja uno
de los descubrimientos que surgió del conflicto
político, es decir, que el pensamiento de los grupos
dirigentes puede llegar a estar tan profundamente ligado a una
situación por sus mismos intereses, que ya no sean capaces
de ver ciertos hechos que harían vacilar su sentido del
dominio. Existe implícita en la palabra
"ideología" la intelección de que, en
determinadas situaciones, el inconsciente colectivo de algunos
grupos oscurece la situación real de la sociedad para
sí mismos y para otros; y, de este modo, la estabiliza. El
concepto de "pensar utópico" refleja el
descubrimiento opuesto de la lucha política, es decir, que
ciertos grupos oprimidos están, de modo intelectual, tan
fuertemente interesados en la destrucción y
transformación de determinada condición de la
sociedad, que, sin saberlo, ven sólo aquellos elementos de
la situación que tienden a negarla. Su pensamiento es
incapaz de diagnosticar correctamente una condición
existente en la sociedad. De ningún modo se ocupan de lo
que realmente existe. Su pensamiento jamás es una
diagnosis de la situación; puede ser usado solamente como
una guía para la
acción."[4]

En una aproximación histórica a la
concepción de la "ideología", Mannheim va
rastreando las características de ésta en el
pensamiento histórico-político europeo,
señalando que Bacon fue el primer pensador con una
concepción "ideológica" en su creación de
los "idola"; Maquiavelo le sigue con su diferenciación
entre el "pensamiento de palacio" y el "pensamiento de la calle";
Hume, con su descubrimiento del "fingimiento" de los hombres;
etc. De éste estudio va a extraer su diferenciación
entre la concepción particular de la "ideología" y
la concepción total de la
misma[5]incluyendo a los anteriores pensadores en
el concepto "particular" de la ideología; señalando
a la Ilustración, con su filosofía de la
conciencia, como el primer paso a una concepción "total",
que fructificará en Hegel y la escuela histórica
alemana, culminando en Marx, cuando al "pueblo" lo sustituye la
"clase".

Del análisis histórico del pensamiento
ideológico y utópico concluye Mannheim con un
señalamiento de la serie de etapas de la mentalidad
utópica:

1º.- El
quialismo[6]orgiástico de los
anabaptistas.[7]

2º.- La idea humanitaria liberal.

3º.- La idea
conservadora.[8]

4º.- La utopía
socialista-comunista.

Característica principal de la
periodización es que estas etapas pueden estar presentes,
coexistiendo, en un momento histórico
determinado.

De este sucinto esquema de la obra de K.Mannheim podemos
extraer, en el campo que nos ocupa de las utopías urbanas,
las siguientes consideraciones:

* Sólo se pueden considerar utopías
urbanas, en sentido estricto, las que pretenden destruir, cambiar
o transformar lo urbano, la ciudad, tal y como existe en un
momento histórico-social dado; para lo cual, o bien hacen
un diagnóstico de los problemas existentes, o bien la
diagnosis se centra en aquellos elementos de la ciudad que
tienden a negarla.[9] El pensamiento
utópico urbano lleva dentro de sí la génesis
de un nuevo orden urbano; sólo la transformación
radical de lo existente y su sustitución complace a la
utopía. Esta transformación profunda va enmarcada,
necesariamente, dentro de una transformación mayor, total,
que afecta a la correlación de fuerzas de los grupos
sociales en litigio y, aún más, a la propia
concepción del mundo. Las notas, pues, que caracterizan a
la utopía son:

– Negación del orden/desorden urbano
presente.[10]

– Sustitución de este orden/desorden por un nuevo
orden.

– La destrucción y construcción de lo
urbano es un medio más, o una consecuencia más, de
una alteración en las relaciones de dominio de los grupos
sociales y de la concepción del mundo.

Hay que reseñar, por otra parte, que en la
teoría de Mannheim sobre las utopías, éstas
se presentan de una forma dialéctica; es decir, la
interacción y lucha de unas etapas con otras hace
evolucionar el propio pensamiento utópico.

* La distinción entre ideología y
utopía nos va a permitir diferenciar el pensamiento
utópico urbano de las distintas ideologías urbanas
que han existido:

"Las ideas que, con posterioridad, resultaron haber sido
meras representaciones falsas de un orden social pasado o
potencial, fueron ideológicas; mientras que aquellas que
fueron oportunamente realizadas en el orden social subsecuente,
fueron utopías relativas."[11]

Siguiendo a Mannheim, pues, podemos afirmar que
sólo hemos de considerar utopías urbanas aquellas
que han tenido una manifestación real posterior, que han
incidido en el planteamiento de la ciudad, o de lo urbano, y en
su concepción. Las ideologías urbanas, por el
contrario, son sólo una representación de la ciudad
desde el punto de vista de lo urbano, condicionado por el
interés del grupo social que las produce, que tiende a
mantener la posición y el poder, en la estructura social,
de ese grupo.

Las ideologías urbanas recubren con un manto
conceptual, e incluso epistemólogico, los intereses de los
grupos sociales dominantes; pero, en ningún caso,
transforman la ciudad en un sentido revolucionario, sino, todo lo
más, para permitir el funcionamiento de los mecanismos de
dominación del espacio por el grupo.

Las distintas "lecturas" de la ciudad – sean
renacentistas, barrocas, racionalistas, organicistas, etc.-
así como las incitaciones a determinadas intervenciones en
lo urbano que provocan, son ideológicas desde el punto de
vista de que no cuestionan el modelo para ser sustituido por otro
o, si lo cuestionan, lo hacen para introducir correcciones
"funcionales" en el mismo, las necesarias para permitir el mismo
sistema de relaciones de poder en el espacio o afiancen la
ocupación y "posesión" del mismo a los grupos
sociales dominantes.

* La adscripción de las utopías urbanas a
alguna de las etapas de la mentalidad utópica, siguiendo a
Mannheim[12]nos lleva a encuadrar a las que
conocemos por utopías urbanas clásicas en la etapa
correspondiente a la idea humanitaria liberal.

Los urbanistas utópicos clásicos van a
centrar su atención en la "idea"[13] como
forma de transformación del espacio social, de la ciudad,
y reguladora de dicha transformación; no será
necesaria la acción colectiva consciente, sino que la
propia "idea", por sí misma, por su bondad y conveniencia
absoluta, va a ser el catalizador que propicie la
desaparición de la ciudad "vieja", con todos sus
inconvenientes y degradaciones, sustituida por un nuevo
orden.

Es la representación espacial de una nueva clase
dominante, la burguesía cultivada ascendente, que subyace
en todos los modelos urbanos del siglo XIX. El triunfo de la
"idea", unido a un cierto anticlericalismo y
deísmo[14]está íntimamente
ligado al concepto de "progreso", unidireccional y positivo,
cuando no irremediable y ajeno a las fuerzas sociales, que
conducirá a un destino
prefijado.[15]

Por otra parte, es importante reseñar que la
utopía socialista-marxista[16]no ha
producido utopías urbanas, ya que, por definición,
el problema de las grandes ciudades sólo podrá ser
eliminado en la última fase del proceso de
destrucción del modo de producción capitalista y la
instauración del nuevo orden económico y
social[17]El nuevo orden urbano, no explicitado,
será la consecuencia directa del cambio en las relaciones
de producción, no dedicándose los autores marxistas
a la construcción utópica de la ciudad, sino que su
pensamiento urbano, curiosamente, se centrará en la
crítica de las utopías urbanas
clásicas.[18]

Para terminar el análisis de Mannheim sobre las
utopías, hay que hacer una breve referencia a la
utopía en la situación contemporánea. Al
respecto Mannheim es pesimista[19]en cuanto que
constata la desaparición de la utopía, como fruto o
consecuencia del triunfo total de la burguesía que ha
alcanzado el poder total, en todos los sectores del
pensamiento:

"El esquema conceptual de la filosofía social,
que permanece detrás de la obra de los últimos
siglos, al parecer, ha hecho que desaparezca la fe en las
utopías consideradas como los objetivos de los esfuerzos
humanos. Esta actitud escéptica, en muchos aspectos
fructífera, corresponde, en primer lugar, a la
posición social de una burguesía que ya ha
alcanzado el poder, cuyo futuro ha llegado a ser, gradualmente,
su presente. Las otras capas de la sociedad manifiestan la misma
tendencia conforme se aproximan también a la
realización de sus
pretensiones.[20]

Podemos acabar la reflexión sobre el pensamiento
utópico en Mannheim con esta consideración
suya:

"Dondequiera que la utopía desaparece, la
historia cesa de ser un proceso en dirección a un
último fin.(…) El concepto de tiempo histórico,
que nos permite comprender las épocas cualitativamente
diferentes, desaparece y la historia se convierte, cada vez
más, en algo parecido a un espacio
indiferenciado."[21]

1.2.- Modelos urbanos de las utopías y
utopías urbanas. Distinción entre los modelos
urbanos como soporte físico del pensamiento utópico
y la utopía urbana propiamente dicha.

En el apartado anterior hemos definido las notas que
caracterizan a las utopías urbanas, en el sentido estricto
de Mannheim, pudiendo así diferenciar a éstas de
otras formas del pensamiento urbano o del pensamiento
utópico. También hemos visto que las utopías
urbanas, como tales, se desarrollan en el siglo XIX; pero el
discurso utópico, en el sentido relativo
(ideológico) de Mannheim, comienza mucho
antes[22]con la aparición de las
utopías, que podemos llamar primigenias, de los siglos XVI
y XVII. Si las utopías primigenias son la
descripción de un mundo que no existe
(ou-tópos), un mundo mejor, diferente, que
critica el orden social, tienen que tener una base física,
construida intelictivamente, donde desarrollarse; así
nacen la Ciudad del Sol, Atlántida; Amaurota; etc.,
soportes espaciales de un mundo inexistente, pero al que se le
dota de todas las características necesarias para
posibilitar el mundo ideal que se pretende.

Como veremos en el apartado siguiente, todas las
utopías primigenias han construido un modelo urbano que,
como intentaremos demostrar, es la base necesaria para el
"funcionamiento" de esa utopía. La relación
utopía-modelo urbano hay que centrarla en dos
aspectos:

– El programa reformista que pretende una determinada
utopía no se lograría sin un modelo urbano
determinado.

– El modelo urbano propuesto es una utopía, en
sí mismo, en el contexto de lo urbano conocido en ese
momento histórico y, por lo tanto, crítica de la
ciudad existente.

Pero no todo el pensamiento utópico tiene su
modelo urbano; es decir, no todas las utopías están
encuadradas en un espacio físico que las dé
vida[23]por ello nos hemos centrado en lo que
llamamos utopías primigenias, que se han localizado en un
espacio "concreto", en una "realidad" física con todas sus
características, aunque este espacio concreto y realidad
física, sean la invención pura y simple, más
o menos compleja, de unos pensadores reformistas.

A este respecto nos es útil la distinción
que hace A. Monclús[24]entre constructos
cerrados y constructos abiertos en el pensamiento utópico
o, lo que es lo mismo, entre utopías cerradas y discursos
abiertos. Sólo en los constructos cerrados encontramos
modelos urbanos; el abandono de los constructos cerrados – en una
evolución histórica que culmina con las
utopías del XIX, últimos constructos cerrados – va
a significar la pérdida de estos modelos, aunque
curiosamente, signifique, también, el acentuamiento de la
radicalidad del pensamiento utópico[25]y la
aparición de las utopías urbanas en sentido
estricto, que en este marco deben ser consideradas constructos
cerrados.[26]

En este intento de sistematizar lo que se debe entender
por utopía urbana, en sentido estricto, debemos
diferenciarla de un concepto muy próximo y que, a veces,
podemos confundir: ciudad ideal. Podemos definir la ciudad ideal,
con Rosenau, como la que "representa una visión religiosa
o una concepción secular en la que a la conciencia social
de las necesidades de la población se suma una
concepción armoniosa de la unidad
artística".[27]

Tres son, pues, los rasgos que caracterizan el concepto
de ciudad ideal:

– Representación de una visión religiosa o
una concepción secular.

– Deseo de satisfacer necesidades de la
población.

– Concepción armoniosa de la unidad
artística[28]

Algunas de estas notas pueden darse en las
utopías urbanas e, incluso, darse simultáneamente
todas ellas[29]cuando así suceda estaremos,
además de ante una utopía urbana, contemplando una
ciudad ideal; pero para que una propuesta de ciudad ideal tenga
la consideración de utopía urbana en sentido
estricto, debe reunir los requisitos exigidos: destrucción
del orden urbano existente, sustitución de éste por
uno nuevo y producir una alteración en las relaciones de
dominio social. Consecuentemente, ciudad ideal y utopía
urbana son dos conjuntos distintos que pueden tener una zona de
intersección, en la que determinadas propuestas
utópicas sean, además, ciudades ideales y
viceversa.[30]

Helen Rosenau realiza un estudio histórico sobre
la ciudad ideal[31]que partiendo de la
antigüedad clásica, bien a través de un
estudio de la iconografía, bien a través de los
restos arqueológicos, nos lleva hasta la Edad Media y el
Renacimiento[32]época que va significar el
inicio consciente de la planificación urbana a nivel
ideal[33]Es en el Renacimiento donde se incardinan
las que hemos llamado utopías primigenias; constatando
Rosenau la fascinación que los utópicos
clásicos sienten por la planificación
urbana[34]fascinación que se va a perder en
la etapa barroca[35]recuperándose con los
reformadores clásicos (Boullée y Ledoux), hasta
llegar, pasando por el neoclasicismo, Quatremère de Quincy
y Bentham, a los socialistas utópicos, considerados por la
autora como planificadores plenos de ciudades
ideales[36]Siendo esta la zona de
intersección, que señalábamos, entre
ciudades ideales y utopías urbanas; la zona en la que se
comparten los sueños por un espacio urbano
mejor.

Para terminar este apartado podríamos usar la
siguiente cita de Helen Rosenau:

"La experiencia nos dice que para alcanzar lo posible
hay que aspirar a lo imposible. Dicho en otras palabras, una
sociedad y sus miembros viven en gran parte de la esperanza.
(…) El cambio más importante en la visión de la
ciudad ideal es la introducción de una dimensión
histórica y de un elemento dinámico. La ciudad
ideal formal se consideraba como algo atemporal y finito. Ahora,
la conservación y ampliación de las ciudades ha
adquirido enorme importancia; este ideal desea compaginar lo
antiguo con lo nuevo, favoreciendo así la variedad. Los
modelos han cambiado, pero sigue en pie la búsqueda del
ideal, lo que introduce los conceptos de historicidad e
individualidad en los proyectos
globales."[37]

Las
utopías urbanas

"Las imágenes que nos han quedado como restos de
propuestas utópicas, de ficciones especulativas sobre la
ciudad, o de hipótesis de transformación de la
realidad existente. Estos casos (…) son los que contienen la
mayor carga de sugerencias, y ello es natural porque en general
las utopías, y mucho más las
arquitectónicas, nacen siempre no como sueños
idealistas estériles, sino como proyectos posibles y
efectivos de transformación de la realidad, y porque
además es sabido que todos necesitamos de utopías.
Estos proyectos utópicos son de un inmenso valor para las
arquitecturas posteriores, en primer lugar porque constituyen un
gran estímulo para sus arquitectos, y en segundo lugar
porque, estoy pensando en Aranguren, las utopías, de
alguna forma o en un tiempo posterior, paradójicamente se
realizan siempre."[38]

2.1.- Lo urbano como
modelo/plasmación/instrumento del pensamiento
utópico.

En este apartado vamos a estudiar los modelos urbanos
implícitos en tres utopías pimigenias –
"Utopía", "La ciudad del Sol" y "La Nueva
Atlántida"- , aunque previamente haremos referencia
sucinta a la Atlántida platónica, por la influencia
que va a tener en las utopías clásicas.

2.1.1.- Platón.

Quizás la más famosa creación de
una ciudad ideal se la Atlántida, realizada por
Platón y expuesta, de una forma más o menos
fantástica, en "Critias" y "Timeo", dos de sus
diálogos más conocidos. En ellos el filósofo
griego quiere representar su doctrina política,
explicitada principalmente en "La
República"[39] y "Las
Leyes"[40], y es ésta doctrina
política la que quiere ser "verdadera" y no la leyenda de
la Atlántida, a la que sólo considera un lugar
lógico para su argumentación[41]En
"La República" construye Platón idealmente una
sociedad perfecta de hombres perfectos, aunque en el fondo es un
tratado de medicina política con aplicación a los
regímenes existentes en su tiempo, principalmente las
tiranías, como último estadio evolutivo de los
sistemas políticos conocidos en su época
(timarquía, oligarquía, democracia y
tiranía)[42] y a los cuales va a enfrentar
el ideal del gobierno de los filósofos.

La génesis de la ciudad, como condición
necesaria de la vida humana y satisfacción de sus
necesidades[43]va a centrar el modelo
político platónico, que después va a
representar en la lucha de Atenas contra Atlántida,
representación del bien y del mal, pero realizada con una
base física perfectamente planeada; esta base
física puede constituir una ciudad ideal: no sería
muy extensa, ni muy poblada, para que todos los habitantes se
conocieran y para defenderse más fácilmente; no
practicaría ni el comercio ni la navegación,
actividades que pueden traer su destrucción por el deseo
incontrolado de riquezas de los que gobiernan, para lo cual
sería muy conveniente que no estuviera muy cerca del mar;
su base económica sería agrícola;
estaría cerrada sobre sí misma, para impedir que la
contaminaran culturas extrañas; su norma principal, tanto
para los gobernantes como para los gobernados, sería la
moderación[44]

Atlántida era una isla más grande que
Asia[45]con una tierra extremadamente
fértil, donde no se carecía de ningún
producto, así como de todos los animales útiles.
Atlántida también se llamaba la capital de la isla,
y a su norte se extendía un llanura rectangular de 191.381
kilómetros cuadrados, en la que los reyes habían
construido una red de canales que se cruzaban perpendicularmente,
veintinueve de norte a sur y diecinueve de este a oeste. La
llanura estaba flanqueada, por sus cuatro costados, por un canal
que recogía todas sus aguas; el agua de esta zanja se
repartía por la red de canales y por otros construidos
oblicuamente que se utilizaban para transportar maderas y
productos del campo.

La capital estaba situada en lo alto de una colina, en
el centro de la isla, rodeada de tres canales de agua
concéntricos, separados por dos de tierra, estos canales
circulares reciben el agua por medio de un canal
rectilíneo que los cruza y une el círculo exterior
con el mar. En el centro de la ciudadela se encontraba el templo
de Poseidón, el palacio real, las dependencias de la
guardia y los edificios públicos. Los canales que rodean
esta pequeña isla central, de ochocientos ochenta y ocho
metros de diámetro, están recubiertos por paredes
hechas con auricalco (metal mitológico) el primero, con
estaño el segundo y el más cercano al mar con
bronce. Los minerales se han extraído de debajo de la isla
central y de los anillos de tierra, formándose así
grutas que sirven de puertos cubiertos.

Las construcciones están hechas con piedras
blancas, rojas y negras, lo que produce un gran efecto
estético. Además, levantaron torres y puentes
simétricos e hicieron entre los canales unos pasajes
cubiertos con techo, de manera que la navegación interior
venía a ser subterránea.

Este modelo, que en sí es bueno, fracasa,
según Platón, porque su organización
política no es la perfecta: el gobierno de los
filósofos y la negación a éstos, y
sólo a éstos, de la propiedad privada, que admite
en los militares, trabajadores, comerciantes y campesinos;
ésta es la base política de
Platón.

De las descripciones que hace Platón de la ciudad
de Atlántida y su comarca, podemos extraer unos patrones
urbanísticos que aparecen claros:

– Un modelo económico que va a definir la forma
de ocupación del espacio: agricultura, comercio y
navegación.

– La retícula ortogonal de la llanura, atravesada
por líneas oblicuas, como forma de división
lógica de un extenso territorio para facilitar el acceso a
todo el espacio; corrigiendo los defectos intrínsecos al
sistema con los canales transversales.

– Canal de circunvalación de toda la llanura que
comunica, además, con la capital.

– Centralidad: tanto de la capital con respecto a la
isla, como la ciudadela con respecto al resto de la
ciudad.

– Los círculos concéntricos como forma de
organización espacial de la ciudad, en contraste con la
retícula en que se organiza el espacio agrario
circundante. División espacial y
simbólica.

– El eje central, canal que divide la ciudad
concéntrica en dos, como solución a los problemas
de conexión de los círculos.

– Sistema de transporte integrado en la propia
estructura urbana y, además, subterraneidad del
mismo.

– Señalamiento de la importancia de la
estética en la ciudad y en sus construcciones.

– Sectorización: el centro, dedicado a la
residencia del poder político y religioso; en las zonas
intermedias jardines y campos deportivos y en el exterior a la
ciudadela concéntrica, los barrios mercantiles.

Este modelo urbano tiene importancia en el discurso
platónico toda vez que es la base que considera perfecta
de una ciudad ideal. ¿Cómo explicar entonces que
dicha ciudad fuera destruida y vencida? La explicación hay
que encontrarla en el mismo pensamiento filosófico de
Platón: la ciudad lleva en sí el germen de su
propia destrucción; no olvidemos que el modelo deja de
serlo por la incapacidad de los gobernantes de controlar sus
deseos de riqueza[46]pero el resto del modelo es
válido y va a ser el paradigma que van a imitar los
pensadores del Renacimiento para desarrollar sus ideas de un
"mundo mejor". El paradigma platónico, una ciudad modelo,
en un marco geográfico idealizado, donde se desenvuelven
unas instituciones políticas y sociales óptimas y
arquetípicas, va a servir como marco ideal para exponer lo
que A. Monclús denomina constructos cerrados: las
utopías originarias, como seguidamente veremos.

2.1.2.- Tomás Moro.
"Utopía".

En 1.516 publica Sir Tomás Moro "Utopía",
la obra que va a dar nombre a toda una forma de expresión
del pensamiento político y social que, por
extensión, se va a convertir en un adjetivo que califique
cualquier idea con dos connotaciones precisas: deseable, pero
irrealizable.

Moro nace en Londres en 1.478, escribe este libro, su
tercero publicado, a los treinta y ocho años,
pudiéndosele considerar como una obra con la que inicia su
madurez, que va a coincidir con el reinado de Enrique VIII, al
que al principio apoyó, como esperanza de un cambio del
despotismo de su padre Enrique VII; siendo nombrado primero
consejero privado, después embajador en distintos
países, luego tesorero real y, finalmente, primer
ministro. Pensador comprometido directamente en la acción
política, escribió varios tratados jurídicos
y filosóficos, pero bastaría con "Utopía"
para asignarle un destacado lugar entre los pensadores
políticos del siglo XVI. Moro analiza los vicios de la
tiranía, ensalza la justicia y es fiel a los ideales
erasmistas, aunque sigue siendo un representante del pensamiento
político tardomedieval[47]que ve con
aprensión el surgimiento de nuevas formas
económicas, de nuevas fuerzas sociales, el mercantilismo
en suma, que va a trastocar el orden moral en el que ha planteado
su pensamiento[48]"Utopía" es un ataque al
mercantilismo que está surgiendo en toda Europa, pero
desde una concepción del pasado: la comunidad cooperativa,
inspirada en Platón y recogida por los Padres de la
Iglesia.

En la estructura del juicio de Moro hay que
señalar dos características: la ley
natural[49]y la "razón". La ley natural
viene atemperada por una concepción cristiana de la misma
o, mejor aún, con un identificación entre ambas,
siendo la crítica religiosa precisamente la que hace a
elementos del cristianismo de su siglo que resultan en
contradicción con la ley natural que describe. Por otra
parte la razón, como capaz de engendrar el buen juicio,
opera para sistematizar las fuerzas sociales y darles la forma
necesaria para encuadrarlas en la ley natural, así se
construirá Utopía.

La descripción de Utopía está
precedida de un diálogo[50]puramente
erasmista, en el que Moro critica la realidad política de
su tiempo y sienta las bases de los problemas existentes y que
van a ser solucionados en el país utópico;
crítica de la monarquía, de la nobleza y de las
órdenes religiosas, como zánganos que absorben la
fuerza de un estado. Al igual hace con el sistema de
posesión de la tierra, la administración de
justicia, etc. En esta crítica de los estados existentes
llega, finalmente, a proclamar la conveniencia de la
abolición de la propiedad privada, la tierra
principalmente, y sobre este axioma edificará una
utopía igualitaria.[51]

Pasamos, seguidamente, a analizar las ideas con
contenido sobre lo urbano, que subyacen en la descripción
que de Utopía y sus ciudades, principalmente Amaurota su
capital, hace Tomás Moro en los capítulos I y V de
su obra.

En el capítulo I nos describe la isla de forma
generalizada:

"En Utopía hay cincuenta y cuatro ciudades
amplias y magníficas, que permitiéndolo el suelo
sobre el cual están asentadas, tienen iguales
disposiciones y son gobernadas por las mismas leyes. (…) Estas
ciudades se hallan a unas veinticuatro millas de distancia las
unas de las otras, estando las más alejadas a una jornada
de camino a pie."[52]

De este párrafo podemos deducir las siguientes
características que van a ir conformando un espacio
físico ideal:

– Amplitud de las ciudades.

– Magnificencia, como criterio estético, que va a
repetir más de una vez en sus descripciones.

– Uniformidad; todas tienen las mismas leyes, todas
hablan la misma lengua.

– Accesibilidad a escala humana, no dependencia de
medios de transporte.

– Ciudades articuladas en red; las cincuenta y cuatro
ciudades se reparten por el territorio en forma de malla radial,
con el centro en Amaurota ("Amaurota se halla en el centro de la
isla, y los diputados pueden llegar de todas partes con igual
comodidad"[53]).

"Las tierras de labor de Utopía, ya en tiempos de
la conquista, fueron repartidas con tanta justicia, que los
límites de cada poblado son de unos veinte mil pasos de
circunferencia, y aunque los pueblos más lejanos
estén algo más favorecidos, los habitantes,
satisfechos de los lindes asignados, nunca han promovido disputas
para engrandecerlos. Por otra parte, esta loable
moderación es asimismo consecuencia de que, según
las leyes de Utopía, nadie es propietario, sino que todo
el mundo es sencillamente usufructuario.

Cada hacienda tiene su alquería (con todos los
aperos necesarios para los trabajos agrícolas), y las
familias que las habitan cuentan al menos con cuarenta personas,
entre hombres y mujeres, y además dos criados. Son
gobernadas por el varón más anciano y la matrona de
la casa, y por cada trescientas casas o familias existe un
philarcos o inspector. De cada grupo familiar de
cuarenta personas, veinte de ellas, después de haberse
practicado en los trabajos agrícolas durante dos
años, vuelven a la ciudad, desde donde marchan al campo un
número igual de aprendices de labriego.

La ejecución de estas prudentes medidas da por
resultado que la provisión de grano sea siempre abundante,
lo cual podría no suceder si los labriegos fueran
inexpertos en los trabajos del campo. El legislador ha
establecido esta emigración anual de los habitantes de los
pueblos al campo, y de los que están en el campo a la
ciudad, para evitar el disgusto de los ciudadanos, que
podrían cansarse de trabajar demasiado tiempo seguido en
tareas penosas o en otras hacia las cuales sintieran una natural
repugnancia."[54]

Cuatro ideas, con contenido urbanístico, surgen
en este pasaje:

Cálculo de la unidad de suelo productivo para
cada poblado, perfectamente delimitada.

– Propiedad pública del suelo, siendo los
utopianos simple usufructuarios de ésta.

– La unidad de convivencia, así como de
producción, tiene un tamaño
estandarizado.

– División/ diferenciación del
campo-ciudad, rural- urbano, y superación de la misma
mediante un sistema de migraciones periódicas, sucesivas y
temporales.

– Base económica centrada en la agricultura,
aunque la ciudad se caracteriza por ser el foco principal de
atracción, con una identificación de ciudad igual a
ocio, centro de relación.

El capítulo II está dedicado a la
descripción de los pueblos de Utopía y de la
capital Amaurota:

"Quien haya visto una de las poblaciones de la isla,
puede decir que las ha visto todas, ya que no ofrecen más
diferencia que la producida por la naturaleza del terreno. (…)
Amaurota se extiende en forma de anfiteatro cuadrado,
agradablemente situada a una altura media, al pie de una colina,
y su ancho es de unos dos mil pasos hasta el río Anydros,
que baña sus muros casi de un extremo a otro. (…)
Delante de Amaurota, el cauce del río es de quinientos
pasos de ancho, y sus aguas desembocan en el océano
sesenta millas más abajo de la capital. (…) En la
ciudad, un muelle de piedra limita el río, y para
atravesarlo hasta las casas del suburbio hay un hermoso puente de
piedra, bajo el cual pueden pasar embarcaciones.- Por medio de
ciertos trabajos hidraúlicos, dentro de Amaurota se
encuentra recogida la corriente de otro riachuelo, de manera que,
en caso de guerra, el enemigo no puede cortar ni envenenar el
agua; y por bajo tierra se han construido, de obra,
tuberías suficientes para abastecer de agua las partes
más bajas de la ciudad. En donde no puede llegar el agua
hay cisternas. Todas las calles tienen unos treinta pasos de
ancho, y las casas son sencillas en el exterior y limpias por
dentro, y están edificadas una al lado de otra, en la
misma línea y de igual forma, con jardines, los cuales,
desde lejos, parecen formar uno solo muy extenso y delicioso.
Todas las casas tienen dos entradas, la de la calle y la del
jardín. (…) En ningún lugar he visto unos
vergeles como los de Utopía, ni unos huertos más
fértiles y risueños. Los habitantes tienen gran
empeño en que sean hermosos, no sólo por la
satisfacción de disfrutarlos, sino para superar al vecino.
(…) Conviene decir que si bien el trazado actual de la ciudad
de Amaurota es el mismo que Utopos ideó, como sea que la
obra de un hombre nunca es perfecta, los sucesores de los
primeros habitantes han ido aumentando las comodidades y bellezas
de sus habitaciones. (…) Todas las casas, altas de tres pisos,
son de piedra y ladrillos, con paredes, tabiques y techos
recubiertos de un mortero muy económico que las preserva
de la humedad y de los incendios, ya que resiste como si fuese
metálico."[55]

Podemos extraer de este capítulo los siguientes
conceptos:

– Uniformidad, tanto de las distintas ciudades como de
las propias construcciones dentro de ellas. La uniformidad es
consustancial con la idea de "modelo" y con la de "razón",
que ha experimentado lo mejor para el hombre, al que se considera
único y universal, sin variantes.

– La ciudad es cuadrada, contrastando así con la
legendaria Atlántida circular. Construida en anfiteatro,
idea muy querida en el Renacimiento, con las ventajas que tiene
para la posición espacial y la centralidad, el suave
declinar del territorio convergiendo en un centro.

– Se dan las medidas del cuadrado, dos mil pasos, que la
convierte en fácilmente recurrible con las propias fuerzas
y, por lo tanto, fácilmente comprensible y
entendible.

– Toda ciudad debe ser fluvial, de ahí la
importancia que Moro concede al río que la circunda y la
protege, al mismo tiempo que la comunica con el mar, con el
exterior.

– La ciudad está amurallada, lo que junto con la
posición del río, del muelle y del puente, va a
contribuir a su defensa. Curiosamente esta ciudad ideal tiene que
ser defendida, aunque en toda la obra se nos dice que no tiene
enemigos, excepto aquellos pueblos que han infringido las leyes
naturales. Esta relevancia dada a la defensa de la ciudad es
fruto de la época
renacentista[56]

– La ciudad tiene suburbios que se conectan a la misma a
través de un puente sobre el río; aquí se
establecerán aquellas actividades que son se consideran
idóneas para ser ejercidas en el interior
urbano.

– Las calles son homogéneas, con una anchura
especificada, y las edificaciones son adosadas y están
alineadas, guardando las debidas dimensiones; el crecimiento y
evolución han sido controlados mediante la
transformación de las primitivas
cabañas.

Integración del jardín en la casa,
formando un todo único y, por acumulación, formando
un jardín urbano más amplio y
extenso[57]Las casas de tres alturas, de piedra y
ladrillo, con vidrios en los huecos o tela encerada, techo de
mortero que sirva de aislante térmico. El uso del vidrio y
de la tela encerada es reflejo de la necesidad de claridad dentro
del hogar, éste uso va a permitir más aperturas de
huecos en los muros a partir del Renacimiento; por eso Moro lo
considera algo necesario, aunque no habitual en su
época.

– Como última idea, aunque quizás la
más importante, hay que reseñar que la ciudad es
una ciudad planificada, cuyo trazo lo dió el mítico
fundador Utopos; dicho trazo ha sido respetado por las siguientes
generaciones.

En el capítulo III nos habla de la
división administrativa de las ciudades, que coincide con
una división física: "como sea que las ciudades
están divididas en cuatro barrios, los habitantes de cada
una de ellos proponen un ciudadano, el cual presentan al Senado,
y de estas cuatro personas elegidas, los sifograntes escogen una
para que ocupe la presidencia."[58] Esta
división físico-administrativa tiene relevancia
central en el sistema de elección, democrático y
con voto secreto, de los magistrados que van a gobernar la
ciudad, con un periodicidad anual. Introduciendo Moro,
así, el sistema democrático, en la elección
de los rectores de la ciudad, lo que es una revolución en
un mundo urbano que está saliendo de la Edad Media, en el
que las ciudades o son de patrimonio regio o están
controladas por la nobleza o los gremios.

Los capítulos IV y V van a exponer una serie de
instituciones que van a ser recogidas, posteriormente, por casi
todos los pensadores utópicos, así como la
regulación estricta de los actos más comunes de la
vida cotidiana: "En Utopía, todo el mundo ejerce una
profesión, u oficio, en el cual son adiestrados tanto los
hombres como las mujeres: la agricultura; la teoría en las
escuelas y prácticamente en el
campo."[59]

"Después de cenar el asueto sólo dura una
hora, que en verano se pasa en el jardín, y en invierno en
unos grandes comedores o en la sala común de la familia.
En estos refectorios se dan conciertos o se pasa el rato hablando
de cosas instructivas."[60] Estas ideas y
comportamientos adecuados en la comunidad, casi literalmente
recogidos, nos las vamos a encontrar en los utopistas urbanos del
XIX, principalmente en Fourier.

"Las poblaciones están divididas en cuatro partes
iguales, y en el centro de cada una de ellas se encuentra el
mercado, que siempre está bien provisto. Los almacenes que
lo forman son espaciosos y limpios. (…) Cerca de los almacenes
de que os he hablado, se encuentran las paradas en donde son
apilados ciertos comestibles, así como pan, verduras,
frutas y legumbres. Las carnicerías, pescaderías y
paradas de aves de corral están fuera de la ciudad, cerca
del río, lugar escogido por lo fácil que es
tenerlas siempre limpias."[61]

Otras ideas: el mercado en la centralidad urbana y
equidistante de los cuatro barrios; contrastando con esta
centralidad se produce la expulsión al exterior de lo que
podríamos considerar actividades molestas, mostrando la
preocupación por la limpieza del hábitat
inmediato.

"En cada calle hay grandes hosterías, y en ellas
viven los sifograntes; y a un lado y a otro de su domicilio
están las casas de las treinta familias que rigen, y que a
las horas de comer acuden a los grandes comedores, en donde los
encargados de hacerlo tienen preparada la
comida."[62]

Además de la primera división en cuatro
barrios, la ciudad se sigue dividiendo, físicamente, en
células más pequeñas, distritos de treinta
familias que forman una calle, con una hostería o comedor
común para cada una de ellos. La división del
territorio va acompañada de la asignación de una
institución para cada una de estas divisiones que, por un
lado, le da sentido propio y, por otro, sirve como un perfecto
medio de control social; control social que es muy acusado y que
puede llevar a la uniformidad y a la falta de
libertad.[63]

Podemos terminar este apartado dedicado a
"Utopía" con una cita de Lewis Mumford, en la que la
compara con la ciudad de Venecia, como fruto, también, del
pensamiento y la creación medieval:

Partes: 1, 2

Página siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter