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Sobre la contradicción, de Mao Tse-Tung



Partes: 1, 2

  1. Las dos
    concepciones del mundo
  2. La universalidad de
    la contradicción
  3. La particularidad
    de la contradicción
  4. La
    contradicción principal y el aspecto principal de la
    contradicción
  5. La identidad y la
    lucha entre los aspectos de la
    contradicción
  6. El papel del
    antagonismo en la contradicción
  7. Conclusión
  8. Bibliografía

SOBRE LA CONTRADICCION* Agosto de
1937

La ley de la contradicción en las cosas, es
decir, la ley de la unidad de los contrarios, es la ley
más fundamental de la dialéctica materialista.
Lenin dijo: "La dialéctica, en sentido estricto, es el
estudio de la contradicción en la esencia misma de los
objetos
[ . . . ]"[1] Lenin solía calificar esta ley
de esencia de la dialéctica y también de
núcleo de la dialéctica[2]. Por consiguiente, al
estudiar esta ley, no podemos dejar de abordar una gran variedad
de temas, un buen número de problemas filosóficos.
Si obtenemos una clara noción de todos estos problemas,
comprenderemos en su esencia misma la dialéctica
materialista. Estos problemas son: las dos concepciones del
mundo, la universalidad de la contradicción, la
particularidad de la contradicción, la
contradicción principal y el aspecto principal de la
contradicción, la identidad y la lucha entre los aspectos
de la contradicción, y el papel del antagonismo en la
contradicción.

    Ha suscitado vivo interés
entre nosotros la crítica a que los círculos
filosóficos soviéticos han sometido al idealismo de
la escuela de Deborin durante los últimos años. El
idealismo de Deborin ha ejercido muy mala influencia en el
Partido Comunista de China, y no se puede decir que el
pensamiento dogmático en nuestro Partido nada tenga que
ver con dicha escuela. Por tanto, nuestro estudio de la
filosofía, en la hora actual, debe tener como objetivo
principal extirpar el pensamiento
dogmático. 

*Trabajo filosófico escrito por el camarada Mao
Tse-tung a continuación de su obra "Sobre la
práctica" y destinado, como ella, a vencer el pensamiento
dogmático, grave error que existía entonces en el
Partido. Originalmente dado a conocer en Forma de conferencias en
el Instituto Político y Militar Antijaponés de
Yenán, este escrito fue revisado por el autor para
incluirlo en sus Obras Escogidas.
 

Las dos concepciones
del mundo

A lo largo de la historia del conocimiento humano,
siempre han existido dos concepciones acerca de las leyes del
desarrollo del universo: la concepción metafísica y
la concepción dialéctica, que constituyen dos
concepciones del mundo opuestas. Lenin dice:"Las dos concepciones
fundamentales (¿o las dos posibles? ¿o las dos que
se observan en la historia?) del desarrollo (evolución)
son: el desarrollo como disminución y aumento, como
repetición, y el desarrollo como unidad de los contrarios
(la división del todo único en dos contrarios
mutuamente excluyentes y su relación
recíproca)."[3]

Lenin se refiere aquí precisamente a estas dos
diferentes concepciones del mundo.

Durante largo tiempo en la historia, tanto en China como
en Europa, el modo de pensar metafísico formó parte
de la concepción idealista del mundo y ocupó una
posición dominante en el pensamiento humano. En Europa, el
materialismo de la burguesía en sus primeros tiempos fue
también metafísico. Debido a que una serie de
países europeos entraron, en el curso de su desarrollo
económico-social, en una etapa de capitalismo altamente
desarrollado, a que las fuerzas productivas, la lucha de clases y
las ciencias alcanzaron en esos países un nivel sin
precedentes en la historia y a que allí el proletariado
industrial llegó a ser la más grande fuerza motriz
de la historia, surgió la concepción marxista,
dialéctica materialista, del mundo. Entonces, junto al
idealismo reaccionario, abierto y sin disimulo, apareció
en el seno de la burguesía el evolucionismo vulgar para
oponerse a la dialéctica materialista.

La concepción metafísica del mundo, o
concepción del mundo del evolucionismo vulgar, ve las
cosas como aisladas, estáticas y unilaterales. Considera
todas las cosas del universo, sus formas y sus especies, como
eternamente aisladas unas de otras y eternamente inmutables. Si
reconoce los cambios, los considera sólo como aumento o
disminución cuantitativos o corno simple desplazamiento.
Además, para ella, la causa de tal aumento,
disminución o desplazamiento no está dentro de las
cosas mismas, sino fuera de ellas, es decir, en el impulso de
fuerzas externas. Los metafísicos sostienen que las
diversas clases de cosas del mundo y sus características
han permanecido iguales desde  que comenzaron a existir, y
que cualquier cambio posterior no ha sido más que un
aumento o disminución cuantitativos. Consideran que las
cosas de una determinada especie sólo pueden dar origen a
cosas de la misma especie, y así indefinidamente, y
jamás pueden transformarse en cosas de una especie
distinta. Según ellos, la explotación capitalista,
la competencia capitalista, la ideología individualista de
la sociedad capitalista, etc., pueden ser halladas igualmente en
la sociedad esclavista de la antig&uumledad, y aun en la
sociedad primitiva, y existirán sin cambio para siempre.
En cuanto al desarrollo social, lo atribuyen a factores
exteriores a la sociedad, tales como el medio geográfico y
el clima. De manera simplista, tratan de encontrar las causas del
desarrollo de las cosas fuera de ellas mismas, y rechazan la
tesis de la dialéctica materialista según la cual
el desarrollo de las cosas se debe a sus contradicciones
internas. En consecuencia, no pueden explicar ni la diversidad
cualitativa de las cosas, ni el fenómeno de la
transformación de una calidad en otra. En Europa, este
modo de pensar se manifestó como materialismo mecanicista
en los siglos XVII y XVIII y como evolucionismo vulgar a fines
del siglo XIX y comienzos del XX. En China, el modo
metafísico de pensar expresado en el dicho "El cielo no
cambia y el Tao tampoco"[4], ha sido durante largo tiempo
sostenido por la decadente clase dominante feudal. En cuanto al
materialismo mecanicista y al evolucionismo vulgar, importados de
Europa en los últimos cien años, son sostenidos por
la burguesía.

En oposición a la concepción
metafísica del mundo, la concepción
dialéctica materialista del mundo sostiene que, a fin de
comprender el desarrollo de una cosa, debemos estudiarla por
dentro y en sus relaciones con otras cosas; dicho de otro modo,
debemos considerar que el desarrollo de las cosas es un
automovimiento, interno y necesario, y que, en su movimiento,
cada cosa se encuentra en interconexión e
interacción con las cosas que la rodean. La causa
fundamental del desarrollo de las cosas no es externa sino
interna; reside en su carácter contradictorio interno.
Todas las cosas entrañan este carácter
contradictorio; de ahí su movimiento, su desarrollo. El
carácter contradictorio interno de una cosa es la causa
fundamental de su desarrollo, en tanto que su
interconexión y su interacción con otras cosas son
causas secundarias. Así, pues, la dialéctica
materialista refuta categóricamente la teoría
metafísica de la causalidad externa o del impulso externo,
teoría sostenida por el materialismo mecanicista y el
evolucionismo vulgar. Es evidente que las causas puramente
externas sólo pueden provocar el movimiento
mecánico de las cosas, esto es, sus  cambios de
dimensión o cantidad, pero no pueden explicar la infinita
diversidad cualitativa de las cosas ni la transformación
de una cosa en otra. De hecho, hasta el movimiento
mecánico, impulsado por una fuerza externa, tiene lugar
también a través del carácter contradictorio
interno de las cosas. El simple crecimiento de las plantas y los
animales, su desarrollo cuantitativo, también se debe
principalmente a sus contradicciones internas. De la misma
manera, el desarrollo de la sociedad no obedece principalmente a
causas externas, sino internas. Países de condiciones
geográficas y climáticas casi idénticas se
desarrollan de un modo muy distinto y desigual. Más
aún, en un mismo país se producen enormes cambios
sociales sin que haya cambiado su geografía ni su clima.
La Rusia imperialista se transformó en la Unión
Soviética socialista, y el Japón feudal, cerrado al
mundo exterior, se transformó en el Japón
imperialista, sin que se hubieran producido cambios en el medio
geográfico ni el clima de ninguno de los dos
países. China, dominada durante largo tiempo por el
feudalismo, ha experimentado enormes cambios en los
últimos cien años y ahora está avanzando
hacia su transformación en una nueva China, emancipada y
libre; sin embargo, no han ocurrido cambios ni en su
geografía ni en su clima. Por cierto, se operan cambios en
la geografía y el clima de la Tierra en su conjunto y de
cada una de sus zonas, pero son insignificantes en
comparación con los cambios en la sociedad; los primeros
se manifiestan en términos de decenas de miles de
años, en tanto que los segundos lo hacen en
términos de miles, cientos o decenas de arios, e incluso
en pocos años o meses (en períodos de
revolución). Según la dialéctica
materialista, los cambios en la naturaleza son ocasionados
principalmente por el desarrollo de las contradicciones internas
de ésta, y los cambios en la sociedad se deben
principalmente al desarrollo de las contradicciones internas de
la sociedad, o sea, las contradicciones entre las fuerzas
productivas y las relaciones de producción, entre las
clases y entre lo viejo y lo nuevo. Es el desarrollo de estas
contradicciones lo que hace avanzar la sociedad e impulsa la
sustitución de la vieja sociedad por la nueva.
¿Excluye la dialéctica materialista las causas
externas? No. La dialéctica materialista considera que las
causas externas constituyen la condición del cambio, y las
causas internas, su base, y que aquéllas actúan a
través de éstas. A una temperatura adecuada, un
huevo se transforma en pollo, pero ninguna temperatura puede
transformar una piedra en pollo, porque sus bases son diferentes.
Existe constante influencia mutua entre los pueblos de los
diferentes países. En la época del capitalismo,
especialmente en la época del imperialismo y de la
revolución proletaria, son extremadamente grandes la
influencia mutua y la interacción entre los diversos
países en los terrenos político, económico y
cultural. La Revolución Socialista de Octubre
inauguró una nueva era no sólo en la historia de
Rusia, sino también en la historia mundial. Ha ejercido
influencia en los cambios internos de los demás
países del mundo y también, con especial
profundidad, en los cambios internos de China. Tales cambios, sin
embargo, han tenido lugar a través de las respectivas
leyes internas de dichos países, incluida China. Cuando
dos ejércitos traban combate y uno resulta vencedor y el
otro, vencido, tanto la victoria del uno como la derrota del otro
son determinadas por causas internas. Uno es el vencedor gracias
a su poderío o a la corrección de su mando, y el
otro sale derrotado sea por su debilidad o por los errores de su
mando; las causas externas actúan a través de las
causas internas. En China, la derrota que la gran
burguesía infligió al proletariado en 1927 se
produjo por obra del oportunismo que existía entonces en
el seno del proletariado chino (dentro del Partido Comunista de
China). Cuando liquidamos ese oportunismo, la revolución
china volvió a desarrollarse. El que más tarde la
revolución china haya sufrido de nuevo serios golpes de
sus enemigos es consecuencia del aventurerismo que surgió
en nuestro Partido. Cuando liquidamos el aventurerismo, nuestra
causa reanudó su avance. De esto se desprende que si un
partido quiere conducir la revolución a la victoria, ha de
basarse en la justeza de su línea política y en la
solidez de su organización.

    La concepción
dialéctica del mundo surgió ya en la
antig&uumledad, tanto en China como en Europa. Sin embargo,
la antigua dialéctica tenía un carácter
espontáneo e ingenuo; en razón de las condiciones
sociales e históricas de entonces, no le era posible
constituirse en teoría sistemática, y por eso no
podía dar una explicación completa del universo y
fue reemplazada más tarde por la metafísica. Hegel,
célebre filósofo alemán de fines del siglo
XVIII y comienzos del XIX, hizo importantísimas
contribuciones a la dialéctica, pero su dialéctica
era idealista. Sólo cuando Marx y Engels, los grandes
protagonistas del movimiento proletario, crearon la gran
teoría del materialismo dialéctico y del
materialismo histórico sintetizando todo lo positivo
conquistado en la historia del conocimiento humano y, en
particular, asimilando críticamente los elementos
racionales de la dialéctica hegeliana, se produjo en la
historia del conocimiento humano una gran revolución sin
precedentes. Esta gran teoría ha sido desarrollada
posteriormente por Lenin y Stalin. Al ser introducida en nuestro
país, provocó enormes cambios en el pensamiento
chino.

    Esta concepción
dialéctica del mundo nos enseña principalmente a
observar y analizar el movimiento de los contrarios en las
distintas cosas, y a determinar, sobre la base de tal
análisis, los métodos para resolver las
contradicciones. Por consiguiente, es para nosotros de singular
importancia comprender concretamente la ley de la
contradicción en las cosas.  

La universalidad de
la contradicción

    Para facilitar mi exposición,
comenzaré por la universalidad de la contradicción
y luego continuaré con la particularidad de la
contradicción. Lo haré así porque la
universalidad de la contradicción puede ser explicada en
pocas palabras, pues ha sido ampliamente reconocida desde que
Marx, Engels, Lenin y Stalin, los grandes creadores y
continuadores del marxismo, descubrieron la concepción
dialéctica materialista del mundo y aplicaron con notables
éxitos la dialéctica materialista al
análisis de numerosas cuestiones de la historia humana y
de la historia de la naturaleza y a la transformación, en
muchos terrenos, de la sociedad y la naturaleza (en la
Unión Soviética, por ejemplo); en cambio, muchos
camaradas, especialmente los dogmáticos, todavía no
comprenden claramente la particularidad de la
contradicción. No entienden que es precisamente en la
particularidad de la contradicción donde reside la
universalidad de la contradicción. Tampoco comprenden
cuán importante es, para dirigir el curso de la
práctica revolucionaria, el estudio de la particularidad
de la contradicción en las cosas concretas que tenemos
ante nosotros. Es necesario, entonces, estudiar con detenimiento
la particularidad de la contradicción y dedicar suficiente
espacio a explicarla. Por esta razón, en nuestro
análisis de la ley de la contradicción en las
cosas, comenzaremos por la universalidad de la
contradicción, luego dedicaremos especial atención
al análisis de la particularidad de la
contradicción, y volveremos finalmente a la
primera.

La universalidad o carácter absoluto de la
contradicción significa, primero, que la
contradicción existe en el proceso de desarrollo de toda
cosa, y, segundo, que el movimiento de los contrarios se presenta
desde el comienzo hasta el fin del proceso de desarrollo de cada
cosa. Engels dijo: "El movimiento mismo es una
contradicción"[5]. Lenin definió la ley de la
unidad de los contrarios como "el reconocimiento (descubrimiento)
de las tendencias contradictorias, mutuamente
excluyentes
, opuestas, en todos los
fenómenos y procesos de la naturaleza (incluso
del espíritu y de la sociedad)"[6]. ¿Son correctas
estas ideas? Sí lo son. La interdependencia y la lucha
entre los contrarios existentes en cada una de las cosas
determinan su vida e impulsan su desarrollo. No hay cosa que no
contenga contradicción; sin contradicción no
existiría el mundo.

La contradicción es la base de las formas simples
del movimiento (por ejemplo, el movimiento mecánico) y
tanto más lo es de las formas complejas del movimiento.
Engels explicó la universalidad de la contradicción
en los siguientes términos:

    "Si ya el simple cambio
mecánico de lugar encierra una contradicción, tanto
más la encierran las formas superiores del movimiento de
la materia y muy especialmente la vida orgánica y su
desarrollo…. la vida consiste precisamente, ante todo, en
que un ser es en cada instante el mismo y a la vez otro. La vida,
pues, es también una contradicción que, presente en
las cosas y los procesos mismos, se está planteando y
resolviendo incesantemente; al cesar la contradicción,
cesa la vida y sobreviene la muerte. Vimos igualmente cómo
tampoco en el mundo del pensamiento podemos librarnos de las
contradicciones, y cómo, por ejemplo, la
contradicción entre la interiormente ilimitada capacidad
cognoscitiva humana y su existencia real sólo en hombres
exteriormente limitados y que conocen limitadamente, se resuelve
en la sucesión, para nosotros al menos
prácticamente infinita, de las generaciones, en un
progreso ilimitado." "una de las bases fundamentales de las
matemáticas superiores es precisamente la
contradicción "Pero ya en las matemáticas
inferiores hormiguean las contradicciones."[7]  A su vez,
Lenin ilustró la universalidad de la contradicción
como sigue:   "En matemáticas: + y -. Diferencial e
integral. En mecánica: acción y reacción. En
física: electricidad positiva y negativa. En
química: combinación y disociación de los
átomos. En ciencias sociales: lucha de clases."[8].
   En la guerra, la ofensiva y la defensiva, el avance
y la retirada, la victoria y la derrota, son todas parejas de
fenómenos contradictorios. El uno no puede existir sin el
otro. La lucha y la interconexión entre ambos aspectos
constituyen el conjunto de la guerra, impulsan su desarrollo y
resuelven sus problemas.

    Toda diferencia entre los conceptos
de los hombres debe ser considerada como reflejo de las
contradicciones objetivas. El reflejo de las contradicciones
objetivas en el pensamiento subjetivo forma el movimiento
contradictorio de los conceptos, impulsa el desarrollo del
pensamiento y va resolviendo sin cesar los problemas planteados
al pensamiento humano.

    La oposición y la lucha entre
ideas diferentes tienen lugar constantemente dentro del Partido.
Este es el reflejo en su seno de las contradicciones entre las
clases y entre lo nuevo y lo viejo en la sociedad. Si en el
Partido no hubiera contradicciones ni luchas ideológicas
para resolverlas, la vida del Partido tocaría a su
fin.

    Así, pues, queda claro que la
contradicción existe universalmente, en todos los
procesos, tanto en las formas simples del movimiento como en las
complejas, tanto en los fenómenos objetivos como en los
fenómenos del pensamiento. Pero ¿existe la
contradicción también en la etapa inicial de cada
proceso? ¿Existe el movimiento de los contrarios desde el
comienzo hasta el fin del proceso de desarrollo de cada
cosa?

    La escuela de Deborin, a juzgar por
los artículos en que la critican los filósofos
soviéticos, sostiene que la contradicción no
aparece en el comienzo de un proceso, sino sólo cuando
éste ha alcanzado determinada etapa. Si así fuera,
el desarrollo del proceso hasta ese momento no obedecería
a causas internas sino externas. De esta manera, Deborin
retrocede a la teoría metafísica de la causalidad
externa y al mecanismo. Aplicando este criterio al
análisis de problemas concretos, la escuela de Deborin
estima que, en las condiciones de la Unión
Soviética, sólo existen diferencias, pero no
contradicción, entre los kulaks y las masas campesinas, y
así coincide por entero con la opinión de Bujarin.
Al analizar la Revolución Francesa, sostiene que antes
dé la Revolución existían asimismo
sólo diferencias, pero no contradicciones, dentro del
Tercer Estado, integrado por los obreros, los campesinos y la
burguesía. Tal punto de vista de la escuela de Deborin es
antimarxista. Esta escuela ignora que toda diferencia
entraña ya una contradicción, y que la diferencia
en sí es contradicción. Trabajadores y capitalistas
han estado en contradicción desde el nacimiento mismo de
estas dos clases, sólo que la contradicción no se
agudizó al comienzo. Aun en las condiciones sociales de la
Unión Soviética, existen diferencias entre los
obreros y los campesinos, y estas diferencias en sí mismas
constituyen una contradicción, sólo que ésta
no se intensificará hasta el punto de transformarse en
antagónica ni tornará la forma de lucha de clases,
como es el caso de la contradicción entre trabajadores y
capitalistas; los obreros y los campesinos han formando una
sólida alianza en el curso de la construcción
socialista y van resolviendo gradualmente esa
contradicción en el proceso de desarrollo del socialismo
al comunismo. De lo que aquí se trata es de
contradicciones de distinto carácter, y no de la presencia
o ausencia de contradicciones. La contradicción es
universal, absoluta; existe en los procesos de desarrollo de
todas las cosas y recorre cada proceso desde el comienzo hasta el
fin.

¿Qué es la aparición de un nuevo
proceso? La vieja unidad y los contrarios que la constituyen,
dejan lugar a una nueva unidad y sus correspondientes contrarios;
así nace un nuevo proceso en reemplazo del viejo. Termina
el viejo proceso y comienza el nuevo. El nuevo proceso contiene
una nueva contradicción e inicia su propia historia, la
historia del desarrollo de su contradicción.

    Como señaló Lenin, Marx
dio en El Capital un modelo de análisis del
movimiento de los contrarios, que recorre todo el proceso de
desarrollo de una cosa desde el comienzo hasta el fin. Este es el
método que ha de emplearse al estudiar el proceso de
desarrollo de cualquier cosa. El propio Lenin también
empleó correctamente este método, que impregna
todas sus obras. "En El Capital, Marx comienza por
analizar la relación más simple, ordinaria
y fundamental, más común, más cotidiana de
la sociedad burguesa (mercantil), una relación miles de
millones de veces presente: el intercambio de mercancías.
El análisis revela en este fenómeno
sencillísimo (en esa 'célula' de la sociedad
burguesa) todas las contradicciones (o los
gérmenes de todas las contradicciones) de la
sociedad contemporánea. La posterior exposición nos
muestra el desarrollo (a la vez crecimiento y
movimiento) de dichas contradicciones y de esa sociedad en
la ? [suma] de sus partes individuales, desde su comienzo
hasta su fin." Lenin agregó: "Tal debe ser el
método de exposición (o de estudio) de la
dialéctica en general"[9]. Los comunistas chinos deben
asimilar este método, pues sólo así
podrán analizar correctamente la historia y la
situación actual de la revolución china y deducir
sus perspectivas futuras.  

La particularidad de
la contradicción

La contradicción existe en el proceso de
desarrollo de cada cosa y lo recorre desde el comienzo hasta el
fin; tal es la universalidad o carácter absoluto de la
contradicción. A esto ya nos hemos referido más
arriba. Detengámonos ahora en la particularidad o
carácter relativo de la contradicción. Hay que
estudiar este problema en varios planos.

    Ante todo, las contradicciones de las
diversas formas del movimiento de la materia poseen, cada una, un
carácter particular. El conocimiento que el hombre tiene
de la materia es el conocimiento de las formas de su movimiento,
pues en el mundo no hay más que materia en movimiento, y
el movimiento de la materia reviste necesariamente formas
determinadas. Al abordar una forma dada del movimiento de la
materia, debemos tomar en consideración lo que tiene de
común con otras formas del movimiento. Pero aquello que
encierra especial importancia, pues sirve de base a nuestro
conocimiento de una cosa, es atender a lo que esa forma del
movimiento de la materia tiene de particular, o sea, a lo que la
distingue cualitativamente de otras formas del movimiento.
Sólo así podemos distinguir una cosa de otra. Toda
forma del movimiento contiene su propia contradicción
particular. Esta contradicción particular constituye la
esencia particular que diferencia a una cosa de las demás.
He aquí la causa interna o, por decirlo así, la
base de la infinita variedad de las cosas del mundo. Hay muchas
formas del movimiento en la naturaleza: movimiento
mecánico, sonido, luz, calor, electricidad,
disociación, combinación, etc. Todas estas formas
del movimiento de la materia son interdependientes, pero, en su
esencia, cada una es diferente de las otras. La esencia
particular de cada forma del movimiento de la materia es
determinada por la contradicción particular de dicha
forma. Esto ocurre no sólo en la naturaleza, sino
también en los fenómenos de la sociedad y del
pensamiento. Todas las formas sociales y todas las formas del
pensamiento tienen, cada una, su propia contradicción
particular y su esencia particular.

La delimitación entre las diferentes ciencias se
funda precisamente en las contradicciones particulares inherentes
a sus respectivos objetos de estudio. Así, es la
contradicción peculiar de un determinado sector de
fenómenos lo que constituye el objeto de estudio de una
rama dada de la ciencia. Por ejemplo: los números
positivos y los negativos en matemáticas; la acción
y la reacción en mecánica; la electricidad positiva
y la negativa en física; la disociación y la
combinación en química; las fuerzas productivas y
las relaciones de producción, y la lucha entre una clase y
otra en las ciencias sociales; la ofensiva y la defensiva en la
ciencia militar; el idealismo y el materialismo, la
concepción metafísica y la concepción
dialéctica en filosofía, etc., — cada una de estas
parejas de fenómenos constituye una contradicción
particular y tiene una esencia particular y, precisamente por
eso, ellas son objetos de estudio de ramas distintas de la
ciencia. Cierto es que si no se comprende la universalidad de la
contradicción, no hay manera de descubrir la causa
universal o base universal del movimiento o desarrollo de las
cosas; pero, si no se estudia la particularidad de la
contradicción, no hay manera de determinar la esencia
particular que diferencia a una cosa de las demás, ni de
descubrir la causa particular o base particular del movimiento o
desarrollo de cada cosa, ni de distinguir una cosa de otra, ni de
delimitar los diversos dominios de la ciencia.

En cuanto al orden que sigue el movimiento del
conocimiento humano, el hombre parte siempre del conocimiento de
lo individual y particular para llegar gradualmente a conocer lo
general. únicamente después de conocer la esencia
particular de multitud de cosas distintas, el hombre puede pasar
a la generalización y conocer la esencia común a
las diversas cosas. Luego de haber llegado a conocer dicha
esencia común, el hombre se sirve de este conocimiento
como guía para seguir adelante y estudiar distintas cosas
concretas que no han sido estudiadas todavía o que no lo
han sido en profundidad, a fin de descubrir la esencia particular
de cada una de ellas; sólo así puede acrecentar,
enriquecer y desarrollar su conocimiento de dicha esencia
común y evitar que este conocimiento se marchite o
fosilice. Estos son los dos procesos del conocimiento: uno, de lo
particular a lo general, y el otro, de lo general a lo
particular. El conocimiento humano siempre avanza en forma
cíclica y cada ciclo (si se observa estrictamente el
método científico) puede elevar el conocimiento
humano a una etapa más alta y hacerlo más profundo.
El error de nuestros dogmáticos a este respecto consiste
en que, por una parte, no comprenden que es imperativo estudiar
la particularidad de la contradicción y conocer la esencia
particular de las cosas individuales para poder conocer
plenamente la universalidad de la contradicción y la
esencia común a las diversas cosas, y, por otra parte, no
comprenden que aun después de conocer la esencia
común a las cosas hay que seguir adelante y estudiar las
cosas concretas todavía no estudiadas profundamente o
aquéllas recién surgidas. Nuestros
dogmáticos son perezosos y rehusan dedicar el menor
esfuerzo al estudio de las cosas concretas; consideran las
verdades generales como surgidas de la nada y las convierten en
fórmulas puramente abstractas, ininteligibles, y, de este
modo, niegan por completo e invierten el orden normal que sigue
el hombre para llegar a conocer la verdad. Tampoco comprenden la
interconexión entre los dos procesos del conocimiento
humano: de lo particular a lo general y, luego, de lo general a
lo particular. Los dogmáticos no entienden nada de la
teoría marxista del conocimiento.

    Es preciso estudiar no sólo la
contradicción particular y la esencia, por ella
determinada, de cada gran sistema de formas del movimiento de la
materia, sino también la contradicción particular y
la esencia de cada proceso en el largo curso del desarrollo de
cada forma del movimiento de la materia. En toda forma del
movimiento, cada proceso de desarrollo, real y no imaginario, es
cualitativamente diferente. En nuestro estudio debemos poner
énfasis en este punto y comenzar por él.

    Contradicciones cualitativamente
diferentes sólo pueden resolverse por métodos
cualitativamente diferentes. Por ejemplo: la contradicción
entre el proletariado y la burguesía se resuelve por el
método de la revolución socialista; la
contradicción entre las grandes masas populares y el
sistema feudal, por el método de la revolución
democrática; la contradicción entre las colonias y
el imperialismo, por el método de la guerra revolucionaria
nacional; la contradicción entre la clase obrera y el
campesinado en la sociedad socialista, por el método de la
colectivización y la mecanización de la
agricultura; las contradicciones en el seno del Partido
Comunista, por el método de la crítica y la
autocrítica; la contradicción entre la sociedad y
la naturaleza, por el método del desarrollo de las fuerzas
productivas. Los procesos cambian, desaparecen viejos procesos y
contradicciones y surgen nuevos procesos y contradicciones, y, en
consecuencia, varían los métodos para resolver las
contradicciones. En Rusia fueron radicalmente diferentes tanto la
contradicción resuelta por la Revolución de Febrero
y la resuelta por la Revolución de Octubre, como los
métodos empleados para resolverlas. Resolver
contradicciones diferentes por métodos diferentes es un
principio que los marxista-leninistas deben observar
rigurosamente. Los dogmáticos no observan este principio,
no comprenden las diferencias entre las condiciones de los
distintos tipos de revolución y, por eso, tampoco
comprenden la necesidad de usar métodos diferentes para
resolver contradicciones diferentes; antes al contrario, siguen
invariablemente una fórmula que suponen inalterable y la
aplican mecánicamente y en todas partes, lo cual
sólo puede causar reveses a la revolución o llevar
a hacer muy mal lo que podría hacerse bien.

    Para descubrir la particularidad de
las contradicciones en el proceso de desarrollo de una cosa,
consideradas en su conjunto, en sus interconexiones, es decir,
para descubrir la esencia del proceso de desarrollo de una cosa,
hay que descubrir la particularidad de cada uno de los aspectos
de cada contradicción de ese proceso; de otro modo,
será imposible descubrir la esencia del proceso. En
nuestro estudio también debemos prestar mucha
atención a esto.

    En el proceso de desarrollo de toda
cosa grande existen numerosas contradicciones. Por ejemplo, en el
proceso de la revolución democrático-burguesa de
China, existen la contradicción entre todas las clases
oprimidas de la sociedad china y el imperialismo, la
contradicción entre las amplias masas populares y el
feudalismo, la contradicción entre el proletariado y la
burguesía, la contradicción entre el campesinado y
la pequeña burguesía urbana, por un lado, y la
burguesía, por el otro, las contradicciones entre los
distintos grupos dominantes reaccionarios, etc.; la
situación es sumamente compleja. Estas contradicciones no
pueden ser tratadas de una misma manera, ya que cada una tiene su
propia particularidad; además, los dos aspectos de cada
contradicción tampoco pueden ser tratados de una misma
manera, puesto que cada uno tiene sus propias
características. Los que nos dedicamos a la
revolución china no sólo debemos comprender la
particularidad de las contradicciones en su conjunto, es decir,
en sus interconexiones, sino también estudiar los dos
aspectos de cada contradicción, único medio para
llegar a comprender el conjunto. Comprender cada uno de los
aspectos de una contradicción significa comprender
qué posición específica ocupa cada uno de
ellos, qué formas concretas asumen sus relaciones de
interdependencia y contradicción con su contrario, y
qué medios concretos emplea en la lucha con su contrario
tanto mientras ambos aspectos están en interdependencia y
contradicción como después de la ruptura de la
interdependencia. Estudiar estos problemas es de suma
importancia. A esto se refería Lenin al decir que la
esencia misma del marxismo, el alma viva del marxismo, es el
análisis concreto de la situación concreta[10]. En
contra de las enseñanzas de Lenin, nuestros
dogmáticos nunca usan su cerebro para analizar ninguna
cosa concretamente, y en sus escritos y discursos recurren
siempre a frases vacías y estereotipadas, introduciendo de
esta manera una pésima práctica en nuestro
Partido.

    Al estudiar un problema, debemos
guardarnos del subjetivismo, la unilateralidad y la
superficialidad. Por subjetivismo se entiende no saber abordar
los problemas objetivamente, es decir, no saber abordarlos desde
el punto de vista materialista. De esto ya he hablado en mi
trabajo "Sobre la práctica". Por unilateralidad se
entiende no saber abordar los problemas en todas sus facetas. Por
ejemplo, comprender sólo a China y no al Japón,
sólo al Partido Comunista y no al Kuomintang, sólo
al proletariado y no a la burguesía, sólo a los
campesinos y no a los terratenientes, sólo las condiciones
favorables y no las difíciles, sólo el pasado y no
el futuro, sólo las partes y no el todo, sólo los
defectos y no los éxitos, sólo al acusador y no al
acusado, sólo el trabajo revolucionario secreto y no el
trabajo revolucionario abierto, y así por el estilo. En
una palabra, significa no comprender las características
de cada uno de los aspectos de una contradicción. A esto
se llama enfocar un problema unilateralmente; o puede llamarse
ver la parte y no el todo, ver los árboles y no el bosque.
De esta manera no es posible encontrar el método para
resolver las contradicciones, ni cumplir las tareas de la
revolución, ni llevar a buen término el trabajo
encomendado, ni desarrollar correctamente la lucha
ideológica en el seno del Partido. Cuando Sun Tsi
decía en su exposición del arte de la guerra:
"Conoce a tu adversario y conócete a ti mismo, y
podrás librar cien batallas sin correr ningún
riesgo de derrota"[11], se refería a las dos partes
beligerantes. Wei Cheng, de la dinastía Tang,
también comprendía lo errónea que es la
unilateralidad cuando decía: "Si escuchas a ambas partes,
se hará en ti la luz; si escuchas a una sola,
permanecerás en tinieblas."[12] Pero nuestros camaradas a
menudo examinan los problemas de manera unilateral y, por eso,
dan con la cabeza en un muro. En la novela A la orilla del
agua
, Sung Chiang lanza tres ataques contra la aldea de
Chu[13]. Dos veces es derrotado porque no conoce las condiciones
locales y no emplea métodos correctos. Más tarde
cambia de métodos; comienza por investigar la
situación y llega a conocer el laberinto de senderos,
después logra deshacer la alianza entre las aldeas de Li,
Ju y Chu y, empleando una estratagema similar a la del caballo de
Troya de que habla una leyenda extranjera, envía a sus
hombres disfrazados a mantenerse a la espera en el campo enemigo.
Y en el tercer ataque obtiene la victoria. Hay muchos ejemplos de
dialéctica materialista en A la orilla del agua,
de los cuales el episodio de los tres ataques a la aldea de Chu
es el mejor. Lenin dijo: "Para conocer realmente un objeto hay
que abarcar y estudiar todos sus aspectos, todos sus
vínculos y 'mediaciones'. Esto jamás lo
conseguiremos por completo, pero la exigencia de estudiar las
cosas en todos sus aspectos nos prevendrá contra los
errores y la rigidez."[14]. Debemos tener presentes sus palabras.
Por superficialidad se entiende no considerar ni las
características de la contradicción en su conjunto
ni las características de cada uno de sus aspectos, no
reconocer la necesidad de ir al fondo de las cosas para estudiar
minuciosamente las características de la
contradicción, sino limitarse a mirar de lejos y,
después de una ojeada a los contornos generales de la
contradicción, tratar inmediatamente de resolverla
(responder a una pregunta, zanjar una disputa, manejar un asunto
o dirigir una operación militar). Esta forma de proceder
lleva inevitablemente a consecuencias funestas. La razón
por la cual los camaradas dogmáticos y empíricos
chinos han cometido errores reside precisamente en que su modo de
examinar las cosas es subjetivista, unilateral y superficial. La
unilateralidad y la superficialidad son también
subjetivismo, porque todas las cosas objetivas se hallan en
realidad ligadas unas con otras y se rigen por leyes internas;
sin embargo, hay personas que, en lugar de reflejar las cosas tal
como son, las consideran de modo unilateral o superficial
ignorando sus relaciones recíprocas y sus leyes internas;
por tanto, el método que siguen es subjetivista. No
sólo el proceso total del movimiento de las
contradicciones en el desarrollo de una cosa, consideradas en sus
interconexiones, y cada uno de los aspectos de cada
contradicción tienen rasgos particulares, a los que
debemos prestar atención, sino que cada etapa del proceso
tiene también sus rasgos particulares, que deben ser
igualmente atendidos.

    La contradicción fundamental
del proceso de desarrollo de una cosa y la esencia de
éste, determinada por dicha contradicción, no
desaparecen mientras el proceso no termina; sin embargo, en un
proceso de desarrollo prolongado, la situación
generalmente varía de etapa a etapa. La razón es
que, si bien no cambia ni la naturaleza de la
contradicción fundamental del proceso de desarrollo de la
cosa ni la esencia del proceso, la contradicción
fundamental se va agudizando a medida que pasa de una etapa a
otra en este proceso prolongado. Además, de las numerosas
contradicciones, grandes y pequeñas, determinadas por la
contradicción fundamental o sujetas a su influencia, unas
se agudizan y otras son temporal o parcialmente resueltas o
atenuadas, y surgen algunas nuevas; es por esto que hay etapas en
el proceso. Si no se presta atención a las etapas del
proceso de desarrollo de una cosa, no se puede tratar
apropiadamente sus contradicciones. Por ejemplo, cuando el
capitalismo de la época de la libre competencia se
desarrolló y convirtió en imperialismo, no
cambió ni la naturaleza de las dos clases radicalmente
contradictorias, el proletariado y la burguesía, ni
tampoco la esencia capitalista de la sociedad; pero se
agudizó la contradicción entre estas dos clases,
surgió la contradicción entre el capital
monopolista y el no monopolista, se agudizó la
contradicción entre las metrópolis y las colonias,
y se manifestaron con especial intensidad las contradicciones
entre los distintos países capitalistas, originadas en la
desigualdad de su desarrollo; así surgió una fase
especial del capitalismo: el imperialismo. El leninismo es el
marxismo de la era del imperialismo y de la revolución
proletaria precisamente porque Lenin y Stalin han explicado
correctamente estas contradicciones y han formulado la
teoría y las tácticas correctas de la
revolución proletaria para resolverlas.

Partes: 1, 2

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