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Hermenéutica de las crisis existenciales y la enajenación en tiempo de globalización



  1. Introducción
  2. El
    hombre, la actividad humana y la cultura como espacio
    generador del devenir humano
  3. La
    globalización como fenómeno histórico
    objetivo. Sus dos caras
  4. Praxis, enajenación,
    cultura
  5. El
    hombre en busca de sentido. Crisis de valores y vacíos
    existenciales
  6. Hacia
    una estrategia educativa del trabajo social, en tiempos de
    cambios y crisis sociales: La antropoética como cauce
    desenajenador
  7. Conclusiones

Introducción

Soñando…

Vivir soñando es alargar la
vida.

Hacer poesía sin estimular la
imagen.

Volar muy alto, sin potentes
alas.

Construir verdades y encontrar
creyentes.

Ver el guiño de una estrella como
sonrisa amada.

Sentir el golpe del viento como deseado
beso.

Proyectar mi yo y saber que
soy.

Convertir los detalles en cosas
grandes.

Creerse pequeño para
engrandecer.

Mirar la gente y revelar
bondad.

Despertar ilusiones y
realizarlas.

Pensar el ser sin quedarse en
él.

Enriquecer el espíritu para abrir
caminos, y

Asumir la vida queriendo ser.

¡Soñar, es elevarse,
siendo!

R. Pupo

"Si hemos de crear un mundo nuevo, una
nueva civilización, un arte nuevo, no contaminado por la
tradición, el miedo, las ambiciones, si hemos de originar
juntos una nueva sociedad en la que no existan el
«tú» y el «yo», sino lo nuestro,
¿no tiene que haber una mente que sea por completo
anónima y que, por lo tanto, esté creativamente
sola? Esto implica, ¿no es así?, que tiene que
haber una rebelión contra el conformismo, contra la
respetabilidad, porque el hombre respetable es el hombre
mediocre, debido a que siempre desea algo; porque su felicidad
depende de la influencia, o de lo que piensa su prójimo,
su gurú, de lo que dice el Bhagavad Gita o
los Upanishads o la Biblia oCristo. Su mente
jamás está sola. Ese hombre nunca camina solo, sino
que siempre lo hace con un acompañante, el
acompañante de sus ideas. ¿No es, acaso, importante
descubrir, ver todo el significado de la interferencia, de la
influencia, ver la afirmación del «yo», que es
lo opuesto de lo anónimo? Viendo todo eso, surge
inevitablemente la pregunta: ¿Es posible originar de
inmediato ese estado de la mente libre de influencias, el cual no
puede ser afectado por su propia experiencia ni por la
experiencia de otros, ese estado de la mente incorruptible, sola?
Únicamente entonces es posible dar origen a un mundo
diferente, a una cultura y una sociedad diferentes donde puede
existir la felicidad".

El libro de la vida de
Khrishnamurti.

El hombre, la
actividad humana y la cultura como espacio generador del devenir
humano

El tema del hombre, la actividad humana y
sus varios atributos cualificadores (conocimiento, valor, praxis
y comunicación), concretados en la cultura, constituye, en
esencia, el objeto de la filosofía de la cultura. Un
objeto en sí mismo integrador y transdisciplinario, en la
medida que la cultura abarca toda la producción humana, en
su proceso y resultado. Por eso el enfoque cultural es rico en
condicionamientos, mediaciones y determinaciones, y asume al
hombre en relación con la naturaleza y la sociedad como un
proceso dialéctico – unitario, donde la naturaleza
se humaniza y el hombre se naturaliza., es decir, no hay lugar
para las dicotomías estériles ni las
antítesis absolutas, heredadas de la racionalidad moderna
y el paradigma en que se expresa. Sencillamente, como
decía Marx, es necesario "asumir la realidad
subjetivamente. La conciencia no es otra cosa que el ser
consciente y el ser de los hombres, un producto de su vida
real"[1]. Y la vida real del hombre, resultado de
su actividad práctico – espiritual, toma cuerpo en
la cultura, y ésta al mismo tiempo, orienta todo su
devenir, y norma de una forma u otra, toda su conducta y
actuación.

El tema "El hombre, la actividad humana y
la cultura" constituye hilo conductor de las varias aprehensiones
heurístico – hermenéuticas, inmanentes al
cauce cultural de búsqueda con que se asume la
investigación científica. El enfoque cultural,
devenido sentido cultural aprehensivo del objeto investigado o
método alumbrador del "edificio" del todo en lo que tiene
de esencial y significativo, descubre inusitadas vías para
revelar el devenir humano en sus dimensiones plurales. Pensar la
realidad investigada con "mirada" cultural, posee un valor
extraordinario, desde el punto de vista teórico –
metodológico y práctico. Garantiza su
asunción holístico – compleja, libre de
reduccionismos epistemológicos y de abstracciones
vacías. En síntesis, es pensar la realidad
subjetivamente como alertaba Marx, en las Tesis sobre Feuerbach,
en un proceso dialéctico, mediado por la praxis, donde lo
ideal y lo material se convierten recíprocamente, en la
construcción del conocimiento y la revelación de
valores, en un proceso intersubjetivo, fundado en la realidad,
cuyos resultados se incorporan a la cultura.

Esta perspectiva de análisis, es
decir, asumir la realidad desde el hombre y su actividad,
encarnada en la cultura, posibilita metodológicamente
aprehender con sentido cultural y sistémico una
racionalidad integradora y un lenguaje epistemológico
abierto, capaces de develar categorías y conceptos
centrales y operativos, sin perder el elan cultural que propicie
la interacción parte – todo, causa – efecto,
esencia – fenómeno, etc., evitando que "los
árboles impidan ver el bosque,"y viceversa. Así
como abordar en toda su complejidad, categorías como:
hombre, mundo, actividad, cultura, naturaleza, sociedad, objeto,
sujeto, objetividad, subjetividad, conocimiento, valor, praxis,
comunicación, identidad, diferencia, etc., que en
ocasiones, imbuidos por la herencia de la racionalidad moderna,
se han asumido dicotómicamente, en relación de
antítesis; sin embargo, sobre la base de la
comprensión del condicionamiento cultural de todo saber,
devienen unidad dialéctica.

La cultura, en sus varias aristas, religa, en sí
misma, los distintos atributos cualificadores de la actividad
humana y con ello, unifica en lo diverso las varias dimensiones
del hombre en su quehacer práctico – espiritual, es
decir, las expresiones ontológica, lógica,
gnoseológica, valorativa, praxiológica,
comunicativa, identitaria, así como las disciplinas de
carácter lingüístico, hermenéutico,
semiótico, histórico, político,
ético, estético, jurídico,
científico, económico, etc. Esto es así,
porque todas estas producciones del devenir humano, son zonas de
la cultura, y atributos cualificadores de ella. En la cultura,
las funciones integradora y transdisciplinaria resultan per se,
le son inmanentes. Su propio cauce vehicula integralidad,
interacción, vínculos, y con ello,
interdisciplinariedad, multi y transdisciplinariedad para captar
con eficacia el sentido cósmico que debe prevalecer para
dar respuesta a la era planetaria, afincado en la idea alada,
devenida utopía imprescindible de raigal humanismo, "que
es posible un mundo mejor", como alternativa a la
globalización neoliberal, que aniquila el ser esencial
humano, mediante el proceso progresivo de alienación de la
actividad y actividad de la enajenación y la
imposición de modelos culturales extraños de los
centros de poder, que traen aparejados el desarraigo y la
dependencia. Una alternativa, verdaderamente humana, es decir,
cultural, parte de las raíces con vocación
ecuménica, como bien enseñó José
Martí, en defensa del ser esencial de nuestra
América.

El carácter integrador de la cultura, y el
énfasis especial que hace en la humanidad del hombre y sus
relaciones sociales, constituye un elemento esencial para la
conformación del diálogo cultural, de la
interculturalidad, sobre la base de las identidades y las
diferencias, mediadas por la tolerancia, que respeta al otro como
ser humano, independientemente de las diferencias de credos,
razas, etc. Lo que no impide que cada cultura defienda su ser
esencial y rechace todo lo que deshumaniza y enajena. No se puede
olvidar que en la cultura misma están presentes los
sentidos de inclusión y
exclusión[2]como medio de garantizar su
desarrollo endógeno, y asumir críticamente lo
exógeno.

La integralidad de la cultura y sus infinitas
posibilidades heurísticas y hermenéuticas, no
sólo se reducen al contenido objeto de
investigación. Incluye otro momento central, subvalorado
por el discurso cientificista, es decir, la dimensión
lingüística del hombre, que no es sólo
objetivación del pensamiento y medio de
comunicación. El lenguaje, en su condicionamiento y
aprehensión culturales, es fuente inagotable de
creación. Tanto el lenguaje directo, expresado en
conceptos, juicios y razonamientos, como el tropológico,
en sus varias determinaciones figurativas aprehenden la verdad.
Esto significa que un enfoque fundado en la cultura, es por
antonomasia, incluyente, y su discurso, plural. De lo contrario,
resulta imposible superar los reduccionismos y las abstracciones
estériles. Una metáfora es tan valiosa como un
concepto científico, y a veces más eficaz, por su
carácter suscitador y su posible recepción
múltiple.

La
globalización como fenómeno histórico
objetivo. Sus dos caras

La globalización es un fenómeno
histórico – cultural objetivo, resultado del
desarrollo de la ciencia, la técnica y la cultura en
general. Sin embargo este proceso de planetarización de
las relaciones económicas, políticas y sociales ha
devenido infecundo para las grandes masas del planeta. Resulta
interesante analizar algunas definiciones sobre
globalización, los desaciertos, las manipulaciones
ideológicas, las confusiones, las concepciones
apologéticas, así como las actitudes de sospechas
ante dicho fenómeno. Maffesoli (2004) dice que quienes
hablan de la globalización ignoran una realidad que es
sincrética y mestiza, lo cual nos remite a lo que Morin
(1999) llama unidualidad.

Concepto que pretende describir la realidad inmediata
como una sociedad planetaria, más allá de
fronteras, barreras arancelarias, diferencias étnicas,
credos religiosos, ideologías políticas y
condiciones socio-económicas o culturales. Surge como
consecuencia de la internacionalización cada vez
más acentuada de los procesos económicos, los
conflictos sociales y los fenómenos
político-culturales.

En sus inicios, el concepto de globalización se
ha venido utilizando para describir los cambios en las
economías nacionales, cada vez más integradas en
sistemas sociales abiertos e interdependientes, sujetas a los
efectos de la libertad de los mercados, las fluctuaciones
monetarias y los movimientos especulativos de capital. Los
ámbitos de la realidad en los que mejor se refleja la
globalización son la economía, la innovación
tecnológica y el ocio.

"La globalización también es identificada
como la era de la información ya que implica "La
transformación histórica multidimensional definida
por la transformación del sistema productivo, del sistema
organizativo, del sistema cultural y del sistema institucional
sobre la base de una revolución tecnológica que no
es la causa pero si el soporte indispensable." (Castells en
Calderón, 2004: 19).

Hacernos preguntas sobre lo que queremos conocer es una
manera de construir el conocimiento, "¿Qué es la
globalización?, ¿qué elementos nos permiten
definirla, reconocerla, aprehenderla?, Néstor
García Canclini (2000) califica a la Globalización
como un objeto cultural no identificado y esta
adjetivación nos permite introducirnos en un
fenómeno complejo que puede ser abordado desde diferentes
perspectivas y sobre las cuales el mismo investigador
señala: "No es cierto mucho de lo que se dice sobre la
globalización. Por ejemplo, que uniforma a todo el mundo.
Ni siquiera ha conseguido que exista una sola definición
de lo que significa globalizarse, ni que nos pongamos de acuerdo
sobre el momento histórico en que comenzó, ni sobre
su capacidad de reorganizar o descomponer el orden
social.

Praxis,
enajenación, cultura

La praxis y la enajenación son conceptos
filosóficos de gran significación para explicar el
hombre y la sociedad, en su devenir histórico – cultural.
Dan cuenta de la complejidad de la existencia humana en su
quehacer material y espiritual. Si bien el hombre, a
través de la praxis realiza su ser esencial, en tanto
transforma la realidad y la cambia en función de
satisfacer sus necesidades e intereses, también en
determinadas condiciones históricas, su propio ser
esencial resulta enajenado, ajeno a sí mismo, pues no se
realiza como sujeto. Su actividad no lo afirma como hombre, sus
resultados no le pertenecen y lo dominan, a tal punto que como
bien dice Marx, entonces lo que es humano deviene animal, y lo
animal, humano. Se produce un proceso ininterrumpido de actividad
de la enajenación y alienación de la actividad.
Precisamente, la sociedad actual es la causa de ese inhumano
proceso enajenador. Las verdaderas relaciones humanas se
cosifican, en un proceso donde tanto el patrón como el
obrero se enajenan, pero con la diferencia que uno "disfruta" con
la enajenación del otro.

Globalización y enajenación.

En los momentos actuales, con la globalización
neoliberal, si bien las formas han cambiado, el contenido es el
mismo, la enajenación progresiva lo invade todo. La
aprehensión cultural resulta quimérica para las
grandes masas, y con ello, se ahondan las diferencias sociales.
El consumismo enajena el ser esencial humano y la "cultura" del
ser es sustituida por el tener desmedido. Con ello resultan
sociedades enfermas, donde pulula la crisis de los valores y los
vacíos existenciales, que tratan de resolverse a
través del vicio, de la drogadicción y otras formas
alienantes de la naturaleza humana.

La globalización neoliberal acrecienta el proceso
progresivo de enajenación humana y sociocultural en
general. Su acuciante tendencia a la imposición de la
"cultura" del mercado y el consumismo, y junto con ello, los
valores de la cultura dominante, trae consigo el desarraigo de
los pueblos en detrimento de su sentido identitario. Es como
destruir las raíces que sostiene un árbol para con
su caída eliminar todos los obstáculos de la
resistencia y la lucha, en función de sus intereses
económicos.

Hoy el mundo vive un momento difícil, pues la
globalización neoliberal no sólo impide el
desarrollo del llamado tercer mundo, sino que está
poniendo en peligro la propia existencia de nuestro planeta con
su acción depredadora. Por eso urge una
hermenéutica ecosófica que funde una conciencia de
resistencia y de lucha. Una utopía realista, sustentada en
la cultura del ser y la existencia humana para bien de todos. De
lo contrario, no habrá ni perdedores ni ganadores, sino
desaparición del planeta y de toda la
humanidad.

La cultura tiene mucho que decir y hacer.

En este panorama sombrío la cultura tiene mucho
que decir y hacer, en defensa de su propia existencia. Como
realmente no ha ocurrido una globalización de la humanidad
de la cultura, fundada en la tolerancia, el diálogo, la
solidaridad, la equidad y la justicia social, es necesario, desde
la cultura misma, defender nuestras identidades con
espíritu de raíz y vocación
ecuménica. El ensayo de Martí "Nuestra
América", puede servirnos de guía. Es un manifiesto
identitario, que alumbra con luz de estrella. La identidad
nacional integra en su expresión sintética la
comunidad de aspectos socioculturales, étnicos
lingüísticos, económicos, territoriales, etc.,
así como la conciencia histórica en que se piensa
su ser esencial en tanto tal, incluyendo su auténtica
realización humana, y las posibilidades de originalidad y
creación. Por eso la globalización neoliberal de la
cultura resulta insostenible. La aprehensión cultural
cuando está huérfana de ideas y propósitos
raigales mata la creación humana. Y la
globalización neoliberal de la cultura lo único que
puede "aportar" es el intercambio de actividad y productos
enajenado.

El hombre en
busca de sentido. Crisis de valores y vacíos
existenciales

¿Cuál es el sentido de la vida? Hacer la
vida, realizarla humanamente.

Los significados universales, que se podrían
definir como valores, sí pueden ser transferidos, pero el
significado irrepetible debe ser comprendido por cada hombre
singular. Y aquí hace Frankl una llamada a la conciencia
personal que es para él el órgano que procura este
significado. En este tiempo en el que desaparecen las
tradiciones, la educación debe ser, con mayor motivo,
educación de la conciencia personal para no verse obligado
a hacer lo que otros quieren (totalitarismo) o querer lo que
otros hacen (conformismo). "Verdaderamente -concluye Frankl-
necesitamos la conciencia para permitir al hombre de hoy
encontrar también mañana el significado de las
situaciones, a pesar de la desaparición de las tradiciones
y de los valores transmitidos con ellas".

Cada vida tiene su propio sentido, pero se puede ayudar
a encontrarlo.

Evitar el vacío existencial o crisis de los
valores.

El hombre es un ser empeñado en la
búsqueda de un sentido, del logos. Ayudar al hombre a
encontrar ese sentido es un deber de la psicoterapia y el
objetivo de la logoterapia. Hoy como ayer, el hombre que no
encuentra sentido a su vida, se hunde en el vacío
existencial. Este es el diagnóstico que viene afirmando
ininterrumpidamente el psiquiatra austríaco Víctor
E. Frankl a lo largo de medio siglo y que ahora retoma en su
nuevo libro "La voluntad de sentido".

Preparar para el trabajo creador y la vida con
sentido.

Muchas personas en la actualidad hacen lo
que no quieren y tal vez quieren lo que no hacen, o posiblemente
imaginen querer o deseen hacer lo que otros parece que quieren.
En el fondo, unos y otros parece que ni siquiera saben ya lo que
quieren. Tal vez lo que determina finalmente su toma de
decisiones es el deseo de imitar lo que los demás hacen
(conformismo) o secundar dócilmente y realizar sólo
aquello que los demás quieren que realicen
(totalitarismo).Es probable que una persona que se comporta de
esta forma descubra, años más tarde, la inutilidad
de su existencia. En el fondo, su existencia estaba vacía
mucho tiempo atrás, antes de que lo descubriera, puesto
que las opciones por las que se decidió en ningún
caso comprometieron, como sería de esperar, su libertad
personal, sino que eran más bien irresponsables. A esa
falta de contenido de la propia vida es a lo que el autor
denomina "vacío existencial".

Sentido de la vida y esencia humana.

Cuando un hombre no encuentra sentido a su
vida, es posible que satisfaga esa primaria y elemental necesidad
de entregarse a la satisfacción de otras necesidades
jerárquicamente más bajas ( alcohol, drogas, etc.).
A lo que parece, de lo que toda persona humana tiene necesidad es
de encontrar un sentido para su propia existencia. Pero el modelo
antropológico que pone de manifiesto esta necesidad
primordial ha sido sistemáticamente ignorado por el hombre
de nuestro tiempo.Preguntarse por el sentido de la vida, por su
valor, no es una manifestación sintomática de que
el hombre esté enfermo, como pensaba Freud. "El hombre, al
interrogarse por el sentido de la vida, más que eso, al
atreverse a dudar de la existencia de tal sentido, sólo
manifiesta con ello su esencia humana (…); tal pregunta no es
la manifestación de una enfermedad psíquica sino la
expresión de madurez mental, diría yo", enfatiza
Víctor Frankl.

Las diez tesis franklianas sobre la
persona.

1. La persona no se puede subdividir, ni
escindir porque es una unidad.2. La persona no es sólo un
individuum; sino también un insummabile. Esto quiere decir
que no solamente no se puede partir sino que tampoco se puede
agregar. El hombre no es sólo una unidad, sino que es
también una totalidad.3. Cada persona es absolutamente un
ser nuevo.4. La persona es espiritual. La persona es un fin en
sí misma y no un medio; por eso, no le compete el tener un
valor utilitario, sino el tener dignidad. 5. La persona no es
fáctica ni pertenece a la facticidad, sino un ser
facultativo que existe de acuerdo a su propia posibilidad para la
cual o contra la cual puede decidir-se. Ser hombre es ante todo
ser profunda y finalmente responsable. En la responsabilidad se
incluye el para qué de la libertad humana —aquello
para lo que el hombre es libre—, en favor de qué o
para qué se decide. La persona no está determinada
por sus instintos sino orientada hacia el sentido.

6. La persona es yoica, o sea no se halla
bajo la dictadura del ello, como sostenía Freud al afirmar
que el yo no era el dueño de su propia casa. Tan clara es
la libertad del yo, que a la fe en Dios y a Dios mismo no se me
arrastra sino que yo debo decidirme por Él o contra
Él; la religiosidad es del yo, o no existe en absoluto.7.
La persona no es sólo unidad y totalidad en sí
misma, sino que representa un punto de interacción, un
cruce de tres niveles de existencia: lo físico, lo
psíquico y lo espiritual.8. La persona es dinámica
y tiene capacidad de distanciarse y apartarse de lo
psicofísico. Existir significaría salirse de
sí mismo y enfrentarse consigo mismo. Y eso lo hace la
persona en cuanto que se enfrente como ser espiritual a sí
misma como organismo psicofísico.9. El animal no es
persona puesto que no es capaz de trascenderse y de enfrentarse a
sí mismo. Del mismo modo que el animal desde su entorno no
puede entender el mundo humano, el hombre tampoco puede
aprehender el mundo superior, excepto por un intento de
alcanzarlo, de presentirlo por la fe.10. La persona no se
comprende a sí misma sino desde el punto de vista de la
trascendencia. Más que eso: el hombre es tal, sólo
en la medida en que se comprende desde la
trascendencia.

Hacia una
estrategia educativa del trabajo social, en tiempos de cambios y
crisis sociales: La antropoética como cauce
desenajenador

  • Necesidad de un diseño de trabajo
    concreto.

  • Edgar Morin, presenta un proyecto interesante en su
    obra "Los siete saberes necesarios para la educación
    del futuro, a partir de los vacíos que descubre en la
    educación, los cuales se concretan en:

  • La ceguera del conocimiento: el error y la
    ilusión. No se enseña el riesgo del error y la
    ilusión.

  • Los principios del conocimiento pertinente:
    separación de las disciplinas, del objeto y el sujeto,
    lo natural y social, separación del contexto,
    etc.

  • Enseñar la condición humana. El
    significado de ser humano. No todas las ciencias
    enseñan la condición humana. Enseñar la
    calidad poética de la vida, desarrollar la
    sensibilidad. Necesidad de una convergencia de la
    condición humana.

  • Enseñar la identidad terrenal. Conciencia de
    que se es ciudadano de la Tierra. Se comparte un destino
    común y se confrontan problemas vitales. Identidad
    terrenal, paz, globalización…

  • Enseñar a afrontar las incertidumbres. Las
    ciencias enseñan muchas certezas, pero no los
    innumerables campos de incertidumbres.

  • Enseñar la comprensión. Enseñar
    a establecer un diálogo entre las culturas.
    Enseñar y explicar cómo integrarnos al otro.
    Tolerancia. Empatía hacia el otro.

  • Enseñar la ética del género
    humano. Una ética basada en valores universales. La
    humanidad debe convertirse en verdadera humanidad y encontrar
    su realización en ella.

Conclusiones

Una tarea impostergable: Construir el mundo o ayudarlo a
hacerlo, que es al mismo tiempo: cognitivo – emocional,
valorativo, comunicativo y práctico. La educación
debe preparar para el trabajo creador y la vida con sentido, y
con plena libertad, ser…

El alcance teórico – metodológico y
práctico de la ética de la comprensión
planetaria de Edgar Morin, se funda y concreta en la idea rectora
de la humanidad como destino planetario. Idea que al mismo tiempo
posee una fuerza semántica de extraordinario valor, por el
cauce cultural y complejo que la sostiene. La humanidad como
destino planetario es en sí misma un horizonte que
guía las acciones humanas hacia la humanización de
su ser esencial.

Acertadamente, como culmina Edgar Morin su
antropoética, « la comunidad de destino
planetaria permite asumir y cumplir esta parte de la
antropoética que concierne a la relación entre el
individuo singular y la especie humana como un todo.

Esta debe trabajar para que la especie humana, sin dejar
de ser la instancia biológico-reproductora del humano, se
desarrolle y dé, al fin, con la participación de
los individuos y de las sociedades, concretamente nacimiento a la
Humanidad como conciencia común y solidaridad planetaria
del género humano.

La Humanidad dejó de ser una noción
meramente biológica debiendo ser plenamente reconocida con
su inclusión indisociable en la biósfera; la
Humanidad dejó de ser una noción sin raíces;
ella se enraizó en una "Patria", la Tierra, y la Tierra es
una Patria en peligro. La Humanidad dejó de ser una
noción abstracta : es una realidad vital ya que desde
ahora está amenazada de muerte por primera vez. La
Humanidad ha dejado de ser una noción solamente ideal, se
ha vuelto una comunidad de destino y sólo la conciencia de
esta comunidad la puede conducir a una comunidad de vida; la
Humanidad, de ahora en adelante, es una noción
ética : ella es lo que debe ser realizado por todos y
en cada uno.

Un hombre culto, sensible, con riqueza espiritual, es
capaz de aprehender la verdad, la bondad y la belleza en su
expresión unitaria. No importa la profesión que
ejerza. Está en condiciones de mirar su entorno con ojos
humanos, ya sea, ante un teorema matemático, una
fórmula química, una bella flor, una pieza musical,
la salida y puesta del Sol, contemplar la Luna y el cielo
estrellado y asumir el drama del hombre con compromiso social y
ansias de humanidad. En fin, puede crear con arreglo a la
belleza, a la bondad y a la verdad. Es tolerante, comunicativo,
sencillo y soñador. Puede revelar la realidad compleja en
sus matices varios y "dar a mares", siguiendo la ética
martiana, porque espiritualmente está lleno.
Sencillamente, está preparado para el trabajo creador y la
vida con sentido.

 

 

Autor:

Prof. Titular consultante Rigoberto Pupo
Pupo

Doctor en Filosofía. Doctor en
Ciencias.

Pedagogo destacado del siglo XX
cubano

Premio Internacional al Mérito
histórico, Sociedad de Historia, Geografía y
Estadística, NL, 2013

Universidad de La Habana, Cuba

Universidad "José Martí" de
Latinoamérica

Multiversidad Mundo Real "Edgar
Morin"

[1] Ver Tesis sobre Feuerbach de Marx, y La
Ideología Alemana (1er. Capítulo).

[2] “Aprender a ser a ser, ser o no
ser, la cultura también está en el centro de la
constitución de las identidades, es decir, de las
plurales definiciones incluyentes del “nosotros” y
excluyentes para nombrar a los otros. En todos los casos, la
cultura también opera como nuestro sentido de la
inclusión, de nuestra pertenencia, afiliación o
tradición a ciertas construcciones de sentido, sistemas
todos ellos que se generan y aprenden en la vida social
(…) La cultura es, sin lugar a dudas, el principio de
todas “nuestras” esperanzas Vinculada al mundo-real
(claramente definido y preinterpredo) y a los mundos-posibles,
la cultura es raíz y ligadura con todo lo que hemos
venido siendo, haciendo, penando y gozando. Por ello recuerdo
selectivo de los pasos caminados, de nuestros orígenes,
de nuestros muertos, de nuestros fracasos, de los espacios, los
tiempos y los momentos que hicimos -a fuerza de sentido –
memoriosamente nuestros. Memoria de lo que hemos sido y de lo
que alguna vez pudimos ser, la cultura le da espesor al
presente y amanecer al porvenir. Muchos mundos-reales,
infinitas memorias copresentes, variados mundos posibles todos
trenzados, la cultura jamás tiene sólo eje u
origen, es siempre multifocal, mosaico compuesto de muchos
“nosotros” sincopadamente múltiples;
realidades plurales de sociedades igualmente numerosas y
complejas. La cultura es un verbo que se conjuga –
necesariamente – en plural. La otra cara de la inclusión
es precisamente la de la construcción social de los
“otros”. En una dialéctica constante, hacer
un sentido de pertenencia siempre va acompañado de la
elaboración del sentido de lo que no somos”
(González, Jorge, A. Culturas(s) y Caber_cultur[arroba]…(s).
Universidad Iberoamericana, México, 2003, pp. 115
– 116).

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