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Resumen del libro Inteligencia emocional, de Daniel Goleman (página 14)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14

4. LeDoux proporciona la corroboración
científica de la especial persistencia de estos recuerdos
en "Indebility of Subeortical Emotional
Memories",JournalofCognitive Neuroscience (1989), vol. 1
,págs.238-243.

5. Mi entrevista con el doctor Charney se publicó
en The New York Times del l2de junio de 1990.

6. Los experimentos con parejas de animales de
laboratorio me los refirió el doctor John Krystal, y se
han realizado en diferentes laboratorios científicos. Los
estudios más amplios los ha efectuado el doctor Jay Weiss
en la Universidad de Duke.

7. La mejor descripción de los cambios cerebrales
provocados por los TEPT y por el papel que
desempeña la amígdala en ellos puede encontrarse en
Dennis Charney ci al., "Psychobiologic Mechanisms of Postraumatic
Stress Disorder", en Archives of General Psvchiaírv, 50
(abril de 1993), págs. 294-305.

8. Algunas de las pruebas de los cambios inducidos por
los sucesos traumáticos en la red de los circuitos
cerebrales proceden de ciertos experimentos en los que se
inyectó a veteranos de Vietnam una sustancia llamada
yohimbina con la que los nativos suramericanos impregnan
la punta de sus flechas para paralizar a sus presas. En dosis
mínimas, la yohimbina inhibe la acción de un
receptor específico (situado en el lugar en el que la
neurona recibe el neurotransmisor)

que, en condiciones normales, frena la acción de
las catecolamínas.

Así pues, bajo los efectos de la yohimbina estos
receptores son incapaces de registrar la secreción de
catecolaminas produciéndose, en consecuencia, un
considerable aumento de los niveles de catecolaminas. Una vez que
el freno neurológico de la ansiedad fue desmantelado por
la inoculación de yohimbina, la acción de esta
subsancia disparó ataques de pánico en nueve de
cada quince pacientes aquejados de TEPT y la irrupción de
escenas retrospectivas en seis de ellos. Un veterano
experimentó una alucinación en la que pudo ver
cómo un helicóptero caía derribado envuelto
en una estela de humo y llamas, mientras que otro paciente
rememoró la explosión de un jeep en el que iban
varios de sus compañeros, la misma escena que le
atormentaba en sueños desde hacía más de
veinte años. El estudio con la yohimbina lo realizó
el doctor John Krystal, director del Laboratory of Clinical
Psychopharmacology de The National Center for PTSD de West Haven,
Connecticut. VA Hospital.

9. Escasez de receptores alfa-2 en hombres aquejados de
TEPT: véase, en este sentido, Charney, "Psychobiologic
Mechanism".

10. El cerebro, en su intento de hacer descender el
nivel de secreción de HCT, disminuye la cantidad de
receptores que liberan dicha hormona. La prueba de que esto es
que lo que les ocurre a las personas afectadas por el TEPT la
ofrece un estudio en el que se inyectó HCT a ocho
pacientes que estaban siendo tratados de este problema. En
condiciones normales, una inyección de HCT dispara un
flujo de ACTH, una hormona que se difunde por todo el cuerpo para
liberar catecolaminas. Pero, a diferencia de lo que
ocurría con los participantes de un grupo de control
integrado por sujetos normales, en el caso de los pacientes
aquejados de TEPT no se apreció ningún cambio
detectable en los niveles de ACTH, un síntoma de que sus
cerebros han anulado la acción de los receptores de la HCT
porque ya se hallan sobrecargados con la hormona del
estrés. Esta investigación me fue referida por el
psiquiatra Charles Nemeroff de la Universidad de Duke.

11. Mi entrevista con el doctor Nemeroff se
publicó en el New York Times del 12 de junio de
1990.

12. Algo similar parece ocurrir en el caso del
TEPT: por ejemplo, en un determinado experimento se pasaba
una película de quince minutos de duración
especialmente diseñada que recogía escenas de
combate procedentes de la película Platoon a veteranos de
la guerra del Vietnam diagnosticados de TEPT. A los componentes
de uno de los grupos se les inyectó naloxona -una
sustancia que bloquea la acción de las endorfinas- e,
inmediatamente después de ver la película, estos
sujetos no mostraron ningún cambio apreciable en su
sensibilidad ante el dolor. Sin embargo, en los sujetos del grupo
al que no se le administró ningún bloqueador de la
endorfina, la sensibilidad hacia el dolor disminuyó un 30%
(un indicador del aumento de la secreción de estas
sustancias). Por otra parte, estas mismas escenas no surten
efecto alguno en los veteranos que no han sido diagnosticados de
TEPT; lo cual sugiere que las vías nerviosas que regulan
las endorfinas en las personas aquejadas de TEPT se hallan
hiperactivas o hipersensibilizadas, un efecto que sólo se
hizo evidente cuando se les volvió a exponer a un
estímulo que evocó el trauma original. En esta
secuencia es la amígdala la que evalúa primeramente
la carga emocional de lo que vemos. Este estudio, realizado por
el doctor Roger Pitman, psiquiatra de Harvard, demostró
que, al igual que ocurre con otros síntomas del TEPT, este
cambio cerebral no sólo se aprende bajo condiciones de
extrema dureza, sino que puede suscitarse nuevamente cuando
algún estímulo recuerda el suceso traumático
original. Por ejemplo, Pitman descubrió que, cuando las
ratas de laboratorio recibían descargas eléctricas
en una determinada jaula, desarrollaban la misma analgesia
endorfinica constatada en los veteranos de Vietnam que
habían asistido a la proyección de la
película Platoon. Semanas después, cuando las ratas
se devolvían a las jaulas en las que habían
recibido las descargas eléctricas se volvían tan
insensibles al dolor como cuando recibieron las descargas por
primera vez (aunque esta vez sin descarga eléctrica).
Véase, a este respecto, Roger Pitman, "Naloxone-Reversible
Analgesis Response to Combat-Related Stimuli in Posttraumatic
Stress Disorders and Other Allied Psychopathologic States", en
Journal of Traumatic Stress. 5,4 (1992).

13. Los datos cerebrales revisados en esta
sección están basados en el excelente
artículo de Dennis Charney, "Psychobiologic
Mechanisms.

14. Charney, "Psychobiologic Mechanisms", pág.
300.

15. El papel del córtex prefrontal en el miedo:
en un estudio realizado por Richard Davidson se midió el
grado de sudoración de los voluntarios (una suerte de
termómetro de la ansiedad) mientras oían un sonido
que iba seguido de un ruido estridente y desagradable que siempre
provocaba un aumento de la sudoración. Al cabo de un
tiempo la simple emisión del sonido bastaba para provocar
un incremento de sudoración similar, demostrando que los
voluntarios habían aprendido una respuesta de
aversión hacia el sonido. Más tarde, a medida que
fueron acostumbrándose a escuchar el sonido sin la
presencia del ruido, el miedo condicionado fue
desvaneciéndose y el sonido dejó de provocar un
aumento del sudor. Y, cuanto mayor era la actividad del
lóbulo prefrontal izquierdo del córtex de los
voluntarios, más rápida era la extinción del
miedo aprendido.

En otro experimento llevado a cabo por Maria Morgan
-alumna de Joseph LeDoux en el Center of Neural Science, de la
Universidad de Nueva York- que trataba de demostrar el papel que
desempeñan los lóbulos prefrontales en el proceso
de extinción del miedo, se condicionó a las ratas
de laboratorio a temer un sonido que iba acompañado de una
descarga eléctrica. Luego se sometía a algunas de
las ratas a una especie de lobotomia, una intervención
quirúrgica del cerebro que secciona las conexiones entre
los lóbulos prefrontales y la amígdala. Los
días siguientes a la intervención, todas las ratas
oyeron el mismo sonido (aunque esta vez sin recibir ninguna
descarga eléctrica). Así, las ratas en las que se
había inducido un miedo aprendido fueron
perdiéndolo gradualmente. No obstante, las ratas que
habían sido sometidas a la lobotomía tardaron el
doble de tiempo en desaprender la respuesta de miedo, un hecho
que sugiere el papel fundamental que desempeñan los
lóbulos prefrontales en el control del miedo y, en un
sentido más amplio, en el dominio de todas las habilidades
emocionales.

16. La recuperación del TEPT: este estudio me lo
refirió Rachel Yehuda, neuroquimica y directora del
Programa de Estudios sobre Estrés Postraumático de
la Facultad de Medicina del Monte Sinaí (Manhattan). En un
artículo aparecido el 6 de octubre de 1992 en The New York
Times expongo los resultados de esta
investigación.

17. El trauma infantil: Lenore Terr, Too Sca red to Crv
(Nueva York: Basic Books, 1992).

18. Vías para la recuperación del trauma:
Judith Lewis Herman, Trauma andRecovery (Nueva York: Basic Books,
1992).

19. «Dosificación» del trauma: Mardi
Horowitz, Stress Response Syndromes (Northvale, Nueva Jersey,
Jason Aronson, 1986).

20. Otro nivel en el que tiene lugar el reaprendizaje
-al menos en el caso de los adultos- es el filosófico.
Para ello hay que afrontar la eterna cuestión de «
¿por qué a mi?» que corroe a la
víctima. Convertirse en víctima de un trauma mina
la confianza de la persona en que el mundo es un lugar en el que
se puede vivir y de que la vida es justa o, dicho de otro modo,
de que si uno lleva una vida correcta puede ejercer cierto
control sobre su destino. Pero la respuesta a este problema no
tiene por qué ser religiosa ni filosófica; lo
único que se requiere es reestablecer un sistema de
creencias que permita que el sujeto afectado pueda volver a
confiar en el mundo y en los demás.

21. Existen estudios que demuestran que el miedo
original persiste, aunque se haya superado. En estos estudios se
condiciona a las ratas de laboratorio a temer un determinado
sonido (como, por ejemplo, el de una campana) que va
acompañado de una descarga eléctrica.

Poco a poco, en el transcurso de un año -un
periodo de tiempo muy largo para una rata, (aproximadamente un
tercio de su vida) -, las ratas van perdiendo el miedo al sonido
de la campana. Pero, a pesar de que la extinción del miedo
aprendido es un proceso que requiere varios meses, éste
reaparece inmediatamente con una sola reexposición al
sonido acompañada de una nueva descarga eléctrica.
En el caso de los seres humanos, esta misma situación se
produce cuando algún estimulo evoca ocasionalmente el
trauma original que se ha mantenido latente durante
años.

22. La investigación de la terapia de Luborsky se
expone detalladamente en Lester Luborsky y Paul Crits-Christoph,
Understaiding Traiísjéren ce: The CCRTMenhod (Nueva
York: Basic Books, 1990).

Capitulo 14. El temperamento no es el
destino

1. Véase, por ejemplo, Jerome Kagan et al.,
"Initial Reactions to Unfamiliarity", Current Directions in
Psychological Science (diciembre de 1992>. La
descripción más completa de la biología del
temperamento puede encontrarse en el libro de Kagan, Galen s
Propheqy.

2. bm y Ralph, los prototipos del tímido y el
sociable, respectivamente son descritos por Kagan en Galens
Prophecy, págs. 155-157.

3. Los problemas vitales y los niños vergonzosos:
Iris Belí, "Increased Prevalence of Stress-related
Symptoms in Middle-aged Women Who Report Childhood Shyness", en
Annais of Behavior Medicine, 16(1994).

4. El aumento del ritmo cardiaco: Iris R. Belí et
al., "Failure of Heart Rate Habituation During Cognitive and
Olfactory Laboratory Stressors in Young Adults With Childhood
Shyness", en Annais of Behavior Medicine, 16 (1994).

5. Pánico en la pubertad: Chris Hayward et al.,
"Pubertal Stage and Panic Attack History in Sixth and
Seventh-grade Girís", en American Joarnal of Psychiatrv.
vol. 149 (9) (septiembre de 1992), págs. 1239-1243; Jerold
Rosenbaum et al., "Behavioral Inhibition in Childhood: A Risk
Factor for Anxiety Disorders", en Harvard Review of Psychiatry
(mayo de 1993).

6. La investigación sobre la personalidad y las
diferencias interhemísféricas la realizaron el
doctor Richard Davidson, de la Universidad de Wisconsin, y el
doctor Andrew Tomarken, psicólogo de la Universidad de
Vanderbilt. Véase Andrew Tomarken y Richard Davidson,
"Frontal Brain Activation in Repressors and Nonrepressors en
Journal of Abnormal Psvchologv, 103 (1994).

7. La observación de la forma en que las madres
pueden contribuir a que sus hijos tímidos se vuelvan
más seguros la realizó Doreen Arcus. Para mayores
detalles, véase Kagan, Galen"s Prophecv.

8. Kagan, Galen"s Prophecv, págs.
194-195.

9. Crecer con menos timidez: Jens Asendorpf, "The
Malleability of Behavioral Inhibition: A Study of Individual
Developmental Functions", en Developmental Psvchology. 30,6
(1994).

10. Hubel y Wiesel: David H. Hubel, Thorsten Wiesel y 5.
Levay, "Plasticity of Ocular Columns in Monkey Striate Cortex, en
Philosophical Transactions of the Royal Societv of London, 2788
(1977).

11. La experiencia y el cerebro de las ratas: el trabajo
de Manan Diamond y otros se describe en Richard Thompson, The
Brain (San Francisco: W. H. Freeman, 1985).

12. Cambios cerebrales en el tratamiento de los
trastornos obsesivo-compulsivos: L. R. Baxter el al., "Caudate
Glucose Metabolism Rate Changes With Both Drug and Behavior
Therapy for Obsessive-Compulsive Disorder", en Archives of
General Psvchiatrv, 49 (1992).

13. El aumento de la actividad de los lóbulos
prefrontales: L. R. Baxter et al., "Local Cerebral Glucose in
Obsessive-Compulsive Disorder", Archives of General Psychiatrv,
44 (1987).

14. La maduración de los lóbulos
prefrontales: Bryan Kolb, "Brain Development, Plasticity, and
Behavior", en American Psychologist, 44 (1989).

15. Experiencia infantil y «podado»
prefrontal: Richard Davidson, "Asymmetric Brain Function,
Affective Style and Psychopathology: The Role of Early Experience
and Plasticity", en Development andPsychopathology, vol. 6(1994),
págs. 741-758.

16. Conexión biológica y desarrollo del
cerebro: Sehore, Affect Regulation.

17. M. E. Phelps et al., "PET: A Biochemical Image of
the Brain at Work", en N. A. Lassen et al., Brain Work and Mental
Activitv: Quantitative Studies with Radioactive Tracers
(Copenhagen: Munksgaard, 1991).

PARTE V: LA ALFABETIZACIÓN
EMOCIONAL

Capítulo 15. El coste del
analfabetismo emocional

1. Escribí acerca de los cursos de
alfabetización emocional en The New York Times del 3 de
marzo de 1992.

2. Las estadísticas sobre los delitos cometidos
por adolescentes proceden del Uniforme Crime Reports, Crime in
the U.S., 1991, publicado por el Departamento de
Justicia.

3. Delitos violentos en la pubertad: en 1990, la
proporción de arrestos juveniles por delitos violentos
ascendió a 430 cada 100.000, un aumento del 27% con
respecto a la proporción alcanzada en 1980. Los arrestos
por violaciones se incrementaron desde el 10,9 por 100.000 de
1965 hasta alcanzar el 21,9 por 100.000 en 1990. El indice de
asesinatos se cuadruplicó en el periodo comprendido entre
1965 y 1990, ascendiendo desde el 2,8 hasta el 12,1 por 100.000.
Asimismo, tres de cada cuatro asesinatos de adolescentes
acaecidos en 1990 tuvieron lugar por arma de fuego, lo que indica
un aumento del 79% a lo largo de esta década. En el
periodo comprendido entre 1980 y 1990, los delitos con agravantes
se incrementaron un 64%. Véase, a este respecto, Ruby
Takanashi, "The Opportunities of Adolescence", en American
Psvchologist (febrero de 1993>.

4. El indice de suicidios entre los jóvenes de
edad comprendida entre los quince y los veinticuatro años
fue, en 1950, de un 4,5 por 100.000 pero esta misma causa
alcanzó, en 1989, el 13,3 un indice tres veces superior.
En lo que respecta a los niños entre los 10 y los 14
años, la proporción de sucicidios casi se
triplicó en el período comprendido entre 1968 y
1975. Las cifras sobre suicidios, victimas de homicidio y
jóvenes embarazadas se han tomado de Healrh. 1991, US.
Department of Health and Human Services, and Children"s Safety
Network.

A Data Book of Child andAdolescent Jn¡urv
(Washington, DC: National Center fon Education in Maternal Child
Health, 1991).

5. En las últimas tres décadas, el indice
de gonorrea se ha multiplicado por cuatro en los niños de
entre 10 y 14 años de edad, y esa misma cifra se ha
triplicado entre los adolescentes entre 15 y 19 años. En
1990, el 20% de los pacientes afectados de sida tenían
alrededor de veinte años, lo cual significa que muchos de
ellos se habían infectado a eso de los diez años.
Por otra parte, también ha aumentado la tendencia a tener
relaciones sexuales a edades cada vez más precoces y una
investigación llevada a cabo en 1990 demostró que
más de un tercio de las adolescentes entrevistadas
confesó que se decidieron a tener su primera
relación sexual a causa a la presión de sus
compañeros, algo que, una generación anterior,
sólo afirmaba el 13% de las adolescentes. Véase, a
este respecto, Ruby Takanashi, "The Opportunities of
Adolescence", y Children"s Safety Network, en A Data Book of
Child and Adolescence Injury.

6. El uso de la cocaína y la heroína se ha
triplicado entre los blancos desde una tasa del 18 por 100.000 en
1970 hasta el 68 por 100.000 en 1990. Más alarmante
todavía ha sido el aumento de esta proporción entre
los negros en este mismo periodo, que se ha incrementado desde el
53 por 100.000 en 1970 hasta el 766 por 100.000 de 1990, un
aumento 13 veces superior. Los datos referentes al abuso de las
drogas se han extraído de Crime in the U.S., 1991, US.
Department of Justice.

7. Según encuestas realizadas en los Estados
Unidos, Nueva Zelanda, Canadá y Puerto Rico, uno de cada
cinco niños tiene problemas psicológicos que, de un
modo u otro, alteran el equilibrio de sus vidas.

El problema más común entre los menores de
trece años de edad es la ansiedad, que aflige al 10% con
fobias lo suficientemente graves como para interferir el curso de
su vida normal, otro 5% padece ansiedad generalizada y
precupación constante, y un 4% manifiesta una intensa
ansiedad provocada por el hecho de vivir separados de sus padres.
Por otra parte, la embriaguez aumenta durante los años de
la pubertad hasta alcanzar un porcentaje del 20% a la edad de
veinte años. La mayor parte de los datos sobre los
trastornos emocionales que aquejan a los niños se
publicaron en The New York Times del 10 de enero de
1989.

8. Con respecto al estudio nacional sobre los problemas
emocionales de los niños y la comparación con otros
paises, véase Thomas Achenbach y Catherine Howell, "Are
America"s Children"s Problems Getting Worse? A 13-Year
Comparison", en Journal of the American Academy of Child and
Adolescent Psvchiatry (noviembre de 1989).

9. La comparación de los datos procedentes de
diferentes países ha sido realizada por Une
Bronfenbrenner, en Michael Lamb y Kathleen Sternberg, Child Care
in Context: Cross-Cultural Perspecti ves (Englewood, Nueva
Jersey: Lawrence Erlbaum, 1992).

10. Une Bronfenbrenner estuvo hablando en un simposio
celebrado en la Universidad de Cornelí el 24 de septiembre
de 1993.

11. En lo que respecta a los estudios proplongados de
los niños agresivos y violentos véase, por ejemplo,
Alexander Thomas et al., longitudinal Study of Negative Emotional
States and Adjustments from Early Childhood Through Adolescence",
en Child Development, vol. 59 (septiembre de 1988).

12. El experimento de los niños pendencieros:
John Lochman, "Social Cognitive Processes of Severely Violent,
Moderately Agressive, and Nonagressive Boys". Journal of Clinical
and Consulting Psychology, 1991.

13. La investigación sobre los muchachos
agresivos: Kenneth A. Dodge, "Emotion and Social Information
Processing", en J. Garber y K. Dodge, The Development of Emorion
Regulation and Dvsregulation (Nueva York: Cambridge University
Press, 1991).

14. El rápido rechazo de los niños
pendencieros: J. D. Coie y J. B. Kupersmidt, "A Behavioral
Analysis of Emerging Social Status in Boys" Grups", en Child
Development, 54(1983).

15. Más de la mitad de los niños
indisciplinados: Dan Offord et al.,"Outcome, Prognosis, and Risk
in a Longitudinal Follow-up Study", Journal of the American
Acadetny of Child and Adolescent Psychiatry, 31(1992).

16. Delincuencia y agresividad infantil: Richard
Tremblay et al.. Tredicting Early Onset of Male Antisocial
Behavior from Preschool Behavior", en Archives of Getieral
Psychiatrv, (septiembre de 1994).

17. Los sucesos que jalonan la vida familar de un
niño durante el periodo preescolar resultan decisivos para
determinar su predisposición a la agresividad. Por
ejemplo, cierta investigación demostró que los
niños cuyo nacimiento había tenido complicaciones y
que habían sufrido el rechazo de sus madres cuando
tenían alrededor de un año de edad, revelaban una
mayor propensión a cometer delitos violentos a la edad de
dieciocho años. Adriane Raines et al., "Birth
Complications Combined with Early Maternal Rejection at Age One
Predispose to Violent Crime at Age 18 Years", en Archives of
General Psychiatry (diciembre de 1994).

18. Aunque una baja puntuación en las pruebas de
aptitud verbal del CI parece ser un predictor eficaz de la
delincuencia (un estudio mostró, en este sentido, una
diferencia promedio de ocho puntos entre los delincuentes y los
no delincuentes), existen también pruebas de que la
impulsividad es la causa directa más determinante, tanto
de la delincuencia como de la baja puntuación del CI. Hay
que decir que los niños impulsivos tienden a no prestar la
atención necesaria para el aprendizaje del lenguaje y de
las capacidades de razonamiento sobre los que se basa el CI y,
por consiguiente, es su elevada impulsividad lo que propicia
estas bajas puntuaciones. En el Pittsburgh Youth Study, un
proyecto prolongado muy bien diseñado, se midió el
CI y el nivel de impulsividad en niños de edad comprendida
entre los diez y los doce años, comprobándose que
la impulsividad era tres veces superior al CI como predictor de
una futura tendencia a la delincuencia. Véase, a
propósito de este debate, Jack Block, "On the Relation
Between IQ, Impulsivity, and Delinquency", en Journal of Abnormal
Psychology, 104 (1995).

19. Adolescentes embarazadas: Marion Underwood y Melinda
Albert, "Fourth-Grade Peer Status as a Predictor of Adolescent
Pregnancy", ponencia presentada en la reunión de la
Society for Research of Child Development, Kansas City, Missouri
(abril de 1989).

20. La trayectoria que conduce a la delincuencia: Gerald
R. Patterson, "Orderly Change in a Stable World: The Antisocial
Trait as Chimera ",en Journal of Clinical and Consulting Psvcholo
gv, 62 (1993).

21. El escenario mental de la agresividad: Ronald Slaby
y Nancy Guerra, "Cognitive Mediators of Aggression in Adolescents
Offenders en Developmental Psychology, 24 (1988).

22. El caso de Dana: véase Laura Mufson el al.,
Inrerpersonal Psychotherapyfor Depressed Adolescenís
(Nueva York: Guilford Press, 1993).

23. El aumento de la tasa mundial de depresión:
Cross-National Colaborative Group, "The Changing Rate of Major
Depresion: CrossNational Comparisons", en Journal of the American
Medical Associa tion (2 de diciembre de 1992).

24. Una probabilidad diez veces superior de sufrir
depresión: Peter Lewinsohn el al., "Age-Cohort Changes in
the Lifetime Occurrence of Depression and the Other Mental
Disorders", en Journal of Abnormal Psychology, 102
(1993).

25. Epidemiología de la depresión:
Patricia Cohen et al., New York Psychiatric Institute, 1988;
Peter Lewinsohn el al., "Adolescent Psychopathology: 1.
Prevalence and Incidence of Depression in High School Students",
en Journal of Abnormal Psvchology, 102 (1993); véase
también Mufson el al., Interpersonal
Psychotherapv.

Para una revisión de las estimaciones más
bajas, véase E. Costello, "Developments in Child
Psychiatric Epidemiology", en Journal of íhe Academy of
Child and Adolescení Psychiatry, 28 (1989).

26. Pautas de la depresión infantil: Maria Kovacs
y Leo Bastiaens, "The Psychotherapeutic Management of Major
Depressive and Dysthymie Disorders in Childhood and Adolescence:
Issues and Prospects", en 1. M. Goodyer, ed., Mood Disorders in
Childhood and Adolescence (Nueva York: Cambridge University
Press, 1994).

27. La depresión infantil: Kovacs, op.
cil.

28. La entrevista con Maria Kovacs se publicó en
The New York limes el 11 de enero dc 1994.

29~El retraso social y emocional de los niños
deprimidos: Maria Kovacs y David Goldston, "Cognitive and Social
Development of Depressed Children and Adolescents", en Journal of
the Amencali Academv o Child and Adolescent Psvchiaírv
(mayo de 1991).

30. La impotencia y la depresión: John Weiss el
al., "Control-related Beliefs and Self-reported Depressive
Symptoms in Late Childhood" en Journal of Abnormal Psvcholo gv,
102 (1993).

31. El pesimismo y la depresión infantil: Judy
Garber. Vanderbilt University. Véase, por ejemplo, Ruth
Hilsman y Judy Garber, "A Test of the Diathesis Model of
Depression in Children: Academic Stressors, Attributional Style,
Perceived Competence and Control", en journal of
Personaliíy and Social Psvchologv, 67 (1994); Judith
Garber, "Cognitions, Depressive Symptoms, and Development in
Adolescents", en Journal of Abnorníal Psychology, 102
(1993).

32. Garber, "Cognitions".

33. Garber, "Cognitions".

34. Susan Nolen-Hoeksema el al., "Predictors and
Consequences of Childhood Depressive Symptoms: A Five-Year
Longitudinal Study", en Journal of Abnorníal Psvchologv,
101 (1992).

35. El descenso a la mitad del indice de
depresión: Gregory Clarke, Health Sciences Center de la
Universidad de Oregón, "Prevention of Depression in
At-Risk High School Adolescents" ponencia presentada en la
American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, (octubre de
1993).

36. Garber, "Cognitions".

37. Hilda Bruch, "Hunger and Instinct", en Journal of
Nervous and Mental Disease, 149(1969). Su primer libro, The
Golden Cage: The Enigma of Anorexia Nervosa (Cambridge, MA:
Harvard, University Press), no se publicó hasta
1978.

38. La investigación sobre los trastornos de
origen alimenticio: Gloria R. Leon el al., "Personality and
Behavioral Vulnerabilities Associated with Risk-Status for Eating
Disorders in Adolescents Girís", en Journal of Abnormal
Psvchology, 102 (1993).

39. La niña de seis años que se
sentía gorda era paciente del doctor William Feldman,
pediatra de la Universidad de Ottawa.

40. Observación de Sifneos, "Affect, Emotional
Conflict, and Deficit".

41. La escena del desaire de Ben procede de Steven Asher
y Sonda Gabriel, "The Social World of Peer-Rejected Children",
articulo presentado en el congreso anual de la American
Educational Research Association, San Francisco (marzo de
1989).

42. La tasa de marginación entre los niños
socialmente rechazados: Asher y Gabriel, "The Social World of
Peer-Rejected Children".

43. Los datos referentes a la escasa competencia
emocional de los niños rechazados proceden de Kenneth
Dodge y Esther Ecídman. "Social Cognition and Sociometric
Status", en Steven Asher y John Coie, eds., Peer Rejecrion in
Childhood (Nueva York: Cambridge University Press,
1990).

44. Emory Cowen er al., "Longterrn Follow-up of Early
Detected Vulnerable Children", en Journal of Clinical and
Couísulíing Psvchology,41 (1973).

45. Amigos íntimos y niños rechazados:
Jeffrey Parker y Steven Asher, "Friendship Adjustment, Group
Acceptance and Social Dissatisfaction in Childhood", ponencia
presentada en el congreso anual de la American Educational
Research Association, Boston (1990).

46. El adiestramiento de los niños socialmente
rechazados: Steven Asher y Gladys Williams, "Helping Children
Without Friends in Home and School Contexts", en Children "s
Social Development: Injórinarion for Parents and Teachers
(Urbana and Champaign: University of Illinois Press,
1987).

47. Resultados similares: Stephen Nowicki, "A
Remediation Procedure for Nonverbal Processing Deficits",
manuscrito inédito, Universidad de Duke (1989).

48. Dos quintas partes son bebedores habituales:
encuesta de la Universidad de Massachusetts realizada para el
Proyecto Pulse, recogida por The Daily Hampshire Gazeite el 13 de
noviembre 1993.

49. La embriaguez: datos proporcionados por Harvey
Wechsler, director del College of Alcohol Studies de la Harvard
School of Public Health (agosto de 1994).

50. Las mujeres que beben hasta emborracharse y el
riesgo de sufrir una violación: informe del Center on
Addiction and Substance Abuse de la Universidad de Columbia (mayo
de 1993).

51. La principal causa de mortalidad: Alan Marlatt,
informe del congreso anual de la American Psychological
Association (agosto de 1994).

52. Los datos sobre la adicción a la
cocaína y al alcohol proceden de Meyer Glantz, director en
funciones del Etiology Research Section del National Institute
for Drug and Alcohol Abuse.

53. Angustia y toxicomanía: Jeanne Tschann,
"Initiation of Substance Abuse in Early Adolescence", en
Healíh Psychology, 4(1994).

54. Mi entrevista con Ralph Tarter se publicó en
The New York Times del 26 de abril de 1990.

55. Niveles de estrés en los hijos de padres
alcohólicos. Howard Moss cl al.."Plasma GABA-like Activity
in Response to Ethanol Challenge in Men at High Risk for
Alcoholism", en Biological Psyquiatry 27 (6) (marzo de
1990).

56. Deficiencias del lóbulo frontal en los hijos
de padres alcohólicos: Philip Harden y Robert Pihí.
"Cognitive Function, Cardiovascular Reactivity, and Behavior in
Boys at High Risk for Alcoholism", en Jour,íal of
Abnorníal Psychology 104(1995).

57. Kathleen Merikangas ci al Familial Transmission of
Depression and Alcoholism", en Archives of General Psychiatry
(abril de 1985).

58. La inquietud y el alcohólico compulsivo: Moss
el al.

59. La cocaína y la depresión: Edward
Khantzian, "Psychiatric and Psyhodynamic Factors in Cocaine
Addiction" en Arnold Washton y Mark GoId, eds., Cocaine: A
Cli,íician s Handbook (Nueva York: Guilford Press,
1987).

60. El enojo y la adicción a la heroína:
estos datos, basados en más de doscientos pacientes
tratados por su adicción a la heroína, me los
refirió Edward Khantzian, de la Facultad de Medicina de
Harvard en una conversación privada.

61. No más cruzadas: la frase me fue sugerida por
Tun Shriver del Collaborative for the Advancement of Social and
Emotional Learning at the Yale Child Studies Center.

62. El impacto emocional de la pobreza: "Economic
Deprivation and Early Childhood Development" y "Poverty
Experiences of Young Children and the Quality ofThcir Home
Environments", dos artículos aparecidos en Child
Developmení (abril de 1994), publicados, respectivamente,
por Greg Duncan y Patricia Garrett.

63. Rasgos emocionales característicos de los
niños más resistentes: Norman Garmezy. The
itivulnerable Child (Nueva York: Guilford Press. 1987).
Escribí acerca de los niños que se esfuerzan a
pesar de las dificultades en The New York Times del 13 de octubre
de 1987).

64. Prevalencia de los desórdenes mentales:
Ronald C. Kessler el al., "Lifetime and 12-month Prevalence of
DSM-III-R Psychiatric Disorders in the US.", en Archives of
General Psychiaírv (enero de 1994).

65. Las cifras relativas a los Estados Unidos sobre las
niñas y los niños que han denunciado abusos
sexuales proceden de Malcolm Brown, miembro del Violence and
Traumatie Stress Branch of the National Institute for Mental
Health; el número de casos comprobados se ha
extraído del National Committee for the Prevention of
Child Abuse 484485 1 and Neglect. Una encuesta a nivel nacional
ha mostrado que el porcentaje anual de abusos infantiles es del
3,2% en el caso de las niñas y deI 0,6% en el de los
niños. Veáse David Finkelhor y Jennifer
Dziuba-Leatherman, "Children as Victims of Violence: A National
Survey", en Pedía trics (octubre de 1984).

66. La encuesta nacional sobre los programas de
prevención de los abusos sexuales a menores la
realizó David Finkelhor, sociólogo de la
Universidad de New Hampshire.

67. Las cifras relativas al número de abusos
infantiles me las proporcionó Malcolm Gordon,
psicólogo del Departamento de Violencia y Estrés
Traumático del National Institute of Mental
Health.

68. W. T. Grant Consortium para la Promoción
Escolar Basada en la Competencia Social, "Drug and Alcohol
Prevention Curricula", en J.David Hawkins et al., Communities
That Care (San Francisco: Jossey-Bass, 1992).

69. W. T. Grant Consortium, "Drug and Alcohol Prevention
Curricula", pág. 136.

Capitulo 16. La escolarización de
las emociones

1. Mi entrevista a Karen Stone McCown se publicó
en The New York Times dcl 7 de noviembre de 1993.

2. Karen F. Stone y Harold Q. Dillehunt, SeljScience:
The Subject Is Me (Santa Monica: Goodyear Publishing Co.,
1978).

3. Comité para la Infancia: "Guide to Feelings",
Second Step 4-5 (1992), pág. 84.

4. Child Development Project: véase, por ejemplo,
Daniel Solomon et al., "Enhancing Children"s Prosocial Behavior
in the Classroom", en American Educational Research Journal
(invierno de 1988).

5. Los beneficios de Head Start: informe realizado por
la High/Scope Educational Research Foundation. Ypsilanti,
Michigan (abril de 1993).

6. El ritmo del desarrollo emocional: Carolyn Saarni,
"Emotional Competence: How Emotions and Relationships Become
Integrated", en R. A. Thompson, ed., Socioemotional
Development/Nebraska Symposium on Motivation 36
(1990).

7. La transición de la escuela primaria a la
enseñanza media: David Hamburg, Today"s Children: Creating
a Futurefor a Generation in Crisis (Nueva York: Times Books,
1992).

8. Hamburg, Today"s Children, págs.
171-172.

9. Hamburg. Todav~s Children, págs.
182.

10. Mi entrevista con Linda Lantieri apareció en
The New York Tinies del 3 de marzo de 1992.

11. Los programas de alfabetización emocional
como principal medida de prevención: Hawkins et al..
Communities That Care.

12. La escuela como una comunidad respetuosa: Hawking et
al., Coinnunities That Care.

13. La historia de la muchacha que no estaba embarazada:
Roger P. Weisberg et al., "Promoting Positive Social Development
and Health Practice in Young Urban Adolescents" en M. J. Elias,
cd.. Social Decision-makin~ in the Middle Scliool (Gaithersburg.
MD: Aspen Publishers, 1992).

14. La forja del carácter y la conducta moral:
Amitai Etzioni, The Spirit of Co,nniunitv (Nueva York: Crown,
1993).

15. Lecciones morales: Steven C. Rockefeller. John
Dewev: Religious Faith and Democratic Humanism (Nueva York:
Columbia University Press, 1991).

16. Hacer el bien a los demás: Thomas Lickona,
Educatingfor Character (Nueva York: Bantam, 1991).

17. Las artes de la democracia: Francis Moore Lappe y
Paul Martin DuBois, The Quickcning of America (San Francisco:
Jossey-Bass, 1994).

18. El cultivo del carácter: véase Amitai
Etzioni etal.. Character Rialding fr>r a Democratic, Civil
Society (Washington, DC: The Communication Network,
1994).

19. El aumento de un 3% de los asesinatos: "Murder
Across Nation Rise by 3 Percent, but Overalí Violent Crime
is Down", en The New York Times del 2 de mayo de 1994.

20. Con respecto al aumento de los delitos juveniles
véase "Serious Crimes by Juveniles Soar",Associated Press
(25 dejulio de 1994).

Apendice B. Particularidades de la mente
emocional

1. En diversas ocasiones he tratado, en The Ncw York
Times el modelo del «inconsciente experiencial»
propuesto por Seymour Epstein. La mayor parte de las
consideraciones presentadas se basan en conversaciones y en la
correspondencia que he mantenido con Epstein en su articulo
"1ntegration of Cognitive and Psychodinamic lnconscious (American
Psvchologist 44 [1994]), y en el libro que ha escrito con Archie
Brodsky y que lleva por titulo York Smarter Than You Think (Nueva
York: Simon & Sehuster, 1993). Sin embargo, aunque mi modelo
de la «mente emocional» se basa en su modelo de la
mente experiencial, yo tengo mi propia interpretación al
respecto.

2. Paul Ekman, "An Argument for the Basic Emotions",
Cognition and Emotion, 6, 1992, pág. 175. La lista de
rasgos que diferencian las emociones es mucho más amplia,
pero éstos son los rasgos que, en el presente contexto,
más pueden interesarnos.

3. Ekman, op. ch., pág. 187.

4. Ekman, op. ch., pág. 189.

5. Epstein, 1993, pág. 55.

6. J.Toobey y L. Cosmides, "The Past Explains the
Present: Emotional Adaptations and the Structure of Ancestral
Environments", en Ethology and Sociobiology, 11, págs.
418-4 19.

7. Aunque pueda parecer evidente que cada emoción
responde a una determinada pauta biológica, este hecho ha
pasado inadvertido para los estudiosos de la
psicofisiología de la emoción. Todavía sigue
abierto el debate sobre si todas las emociones provocan
idéntica excitación emocional o si cada una de
ellas responde a un patrón especifico. Sin entrar en
mayores detalles sobre esta polémica, mi propia
posición se almea con quienes afirman que existe un perfil
biológico característico de cada una de las
principales emociones.

RECONOCIMIENTOS

La primera persona a quien oí hablar del concepto
de «alfabetización emocional» fue a Eileen
Rockefeller Growald, a la sazón fundadora y presidenta del
Institute for the Advancement of Health. Fue esta
conversación casual la que despertó mi
interés y determinó la investigación que ha
terminado dando origen al presente libro. A lo largo de todos
estos años ha sido un placer ver la forma en que Eileen ha
ido cultivando este campo incipiente.

El apoyo del Feizer Institute de Kalamazoo, Michigan, me
ha proporcionado la posibilidad de disponer de un tiempo precioso
para explorar más detenidamente lo que pueda significar la
«inteligencia emocional» y estoy especialmente
agradecido al crucial y temprano apoyo de Rob Lehman, presidente
del Institute y a la continua colaboración de David
Sluyter, director del programa. Fue precisamente Rob Lehman quien
me alentó a escribir un libro sobre alfabetización
emocional.

Tengo una deuda muy profunda con los cientos de
investigadores que, a lo largo de los años, han compartido
conmigo los descubrimientos que he tratado de revisar y
sintetizar en este libro. A Peter Salovey, de Yale, debo el
concepto de «inteligencia emocional». Agradezco
también lo mucho que he aprendido del continuo trabajo de
tantos educadores y practicantes del arte de la prevención
primaria que están a la vanguardia del naciente movimiento
de alfabetización emocional. Su comprometido esfuerzo por
aumentar la capacitación emocional y social de los
niños y por remodelar las escuelas para convertirlas en
entornos más humanos han sido sumamente inspiradores.
Entre ellos, debo destacar a Mark Greenberg y David Hawkins, de
la Universidad de Washington; David Schaps y Catherine Lewis, del
Developmental Studies Center de Oakland, California; Tim Shriver,
del Yale Child Studies Center; Roger Weissberg, de la Universidad
de Illinois, en Chicago; Maurice Elias, de Rutgers; Shelly
Kessler, del Goddard Institute on Teaching and Learning, de
Boulder, Colorado; Chevy Martin y Karen Stone McCown, del Nueva
Learning Center, de Hillsborough, California y Linda Lantieri,
directora del National Center for Resolving Conflicts Creatively,
de New York City.

Estoy especialmente en deuda con aquéllos que han
revisado y comentado partes de este manuscrito: Howard Gardner,
de la Graduate School of Education de la Universidad de Harvard;
Peter Salovey, del departamento de psicología de la
Universidad de Yale; Paul Ekman, director del Human Interaction
Laboratory de la Universidad de California, en San Francisco;
Michael Lerner, director de Commonweal, en Bolinas, California;
Denis Prager, ex-director del programa de salud de la John D. y
Catherine T.

MacArthur Foundation; Mark Gerzon, director de Common
Enterprise, de Boulder, Colorado; Mary Schwab-Stone, MD, del
Child Studies Center, de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Yale; David Spiegel, del departamento de
psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad
de Stanford; Mark Greenberg, director del Fast Track Program, de
la Universidad de Washington; Shoshona Zuboff, de la Harvard
School of Business; Joseph LeDoux, del Center for Neural Science,
de la Universidad de Nueva York; Richard Davidson, director del
laboratorio de psicofisiología de la Universidad de
Wisconsin; Paul Kaufman, del Mmd and Media, de Point Reyes,
California; Naomi Wolf y, especialmente, Fay Goleman.

También debo agradecer los útiles
comentarios académicos ofrecidos por Page DuBois,
catedrático de griego de la Universidad del Sur de
California; Matthew Kapstein, filósofo de la ética
y de la religión de la Universidad de Columbia y Steven
Rockefeller, biógrafo intelectual de John Dewey, del
Middlebury College. Joy Nolan se encargó de recoger las
escenas que ilustran algunos de los episodios emocionales,
Margaret Howe y Annette Spychalla prepararon los apéndices
sobre los efectos del programa de alfabetización emocional
y Sam y Susan Harris se encargaron de conseguir el equipo
esencial para llevar a cabo este provecto.

Agradezco también a mis editores del New York
Times quienes me han apoyado durante la última
década en mis investigaciones sobre los nuevos
descubrimientos realizados en el campo de las emociones que han
aparecido en las páginas de este periódico y que
conforman gran parte de este libro.

Doy también las gracias a Toni Burbank, mi editor
de Bantam Books, por haberme brindado el entusiasmo editorial y
la agudeza que me han obligado a refinar mi
pensamiento.

Y, por último, agradezco a mi esposa, Tara
Bennet-Goleman, por ofrecerme el entorno de calor, amor e
inteligencia que han permitido que este proyecto terminara viendo
la luz.

 

 

Autor:

Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo
S.

"A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA LIBERTAD
DE INFORMACION"®

Monografias.com

Santiago de los Caballeros,

República Dominicana,

2014.

"DIOS, JUAN PABLO DUARTE Y JUAN BOSCH
– POR SIEMPRE"®

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14
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