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Biografia política de Josep Stalin (página 2)



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 Al reunirse en Bruselas los 43 delegados del congreso, había entre ellos solamente dos economicistas. Sin embargo, en la época inmediatamente anterior, habían estallado algunas contradicciones dentro de la misma redacción de "Iskra". En realidad siempre habían existido divergencias entre Lenin y Plejanov. Este, que había realizado una gran labor teórica en contra del populismo señalando el papel dirigente del proletariado en la revolución rusa (los populistas afirmaban que la revolución rusa seria una "revolución campesina") subvaloraba el papel del campesinado y sostenía que el aliado principal del proletariado estaba constituido por la burguesía liberal. En esto Plejanov tenia un punto de contacto con los economicistas, que corno hemos visto, afirmaban que la lucha en contra de la autocracia era asunto de la burguesía liberal, y que el proletariado no tenía papel autónomo en esta batalla.

 En el curso del congreso estalló además una importantísima divergencia sobre la concepción del Partido. Martov, uno de los seis redactores de "Iskra", presentó un proyecto de redacción del artículo primero de los Estatutos del Partido que estaba en contradicción con las posiciones de Lenin. Martov quería que la militancia en el Partido se concediera también a personas que simpatizaban con su línea política aún no integrándose en ninguna organización del mismo. Lenin, que concebía el Partido como una organización de vanguardia, integrada por militantes revolucionarios, se opuso a la posición de Martov. Este hizo bloque con los economicistas, con los delegados del "Bund" y con Trotski. Plejanov se mantuvo del lado de Lenin, pero éste fue derrotado y Martov obtuvo la mayoría.

 Pero después el congreso aprobó el programa del Partido redactado por Lenin. En cierto momento los delegados del "Bund' y los dos economicistas abandonaron las sesiones y los partidarios de Lenin se encontraron en mayoría. Los leninistas obtuvieron la mayoría en los organismos dirigentes del Partido (la redacción de "Iskra", el Comité Central y el Consejo del Partido), y a partir de ese momento fueron conocidos como bolcheviques (mayoritarios), mientras que los partidarios de Martov fueron conocidos como los mencheviques (minoritarios)  Martov, que había sido elegido para la redacción de "Iskra", rompiendo la disciplina del Partido, se negó a formar parte de la misma. El congreso había elegido para esta redacción, además de Martov, a Lenin y a Plejanov. Este último a las pocas semanas del congreso abandonó a Lenin y se pasó al lado de los mencheviques. Un proceso análogo se produjo dentro del Comité Central. Sucedió así que el Partido, cuyo congreso, había dado la mayoría a Lenin y había aprobado un programa leninista, se encontró dominado, en sus organismos dirigentes, por los adversarios de Lenin. La "Iskra" de cuya redacción Lenin se vio obligado a dimitir, se convirtió en un órgano antileninista. La actividad del Partido se vio paralizada y una división definitiva, con bases políticas e ideológicas irreconciliables, se abrió en el Partido socialdemócrata ruso.

 A su vuelta de Siberia, Stalin se enteró de lo acontecido en el II Congreso y tome postura decididamente a favor de los bolcheviques. También mientras se encontraba en la cárcel, a comienzos de 1903, había tenido lugar el primer congreso de las organizaciones socialdemócratas del Cáucaso. Stalin había sido elegido miembro del Comité pese a hallarse ausente.

 La tarea principal marcada por Lenin, en este momento, era la de crear las condiciones para llegar a la convocatoria de un tercer congreso que pusiera fin a la situación irregular que se había creado en el Partido. Se trataba de lograr que la mayor parte de los organismos locales se pronunciaran por los bolcheviques y en contra de los organismos dirigentes del POSDR que actuaban en contra de la línea marcada por el congreso.

 En 1904, Zordana, a su vuelta del congreso en el cual había participado situándose del lado de los mencheviques, había logrado que la mayoría de los socialdemócratas de Tiflis se pronunciaran por el menchevismo. La situación era muy distinta en Bakú, en donde los obreros de las grandes fábricas se inclinaban mayoritariamente por los bolcheviques. Esta situación en Georgia se mantendría durante mucho tiempo. Años después, Stalin caracterizaría así la situación de las dos ciudades: "si Bakú es importante como centro de la industria petrolera, Tiflis puede considerarse importante solamente como centro cultural y comercial-administrativo. En Tiflis los obreros industriales no son más de 20.000, es decir, menos que los soldados y policías. El único gran establecimiento está constituido por los talleres de ferrocarril (cerca de 3.500 obreros) Las demás empresas cuentan 200, 100 y, en la mayoría, 40-20 obreros. Tiflis pulula literalmente de empresas comerciales a las cuales está ligado el proletariado del comercio… Lo que es obvio en Bakú adquiere claridad en Tiflis solamente después de largas discusiones: los discursos intransigentes de los bolcheviques se digieren con grandes dificultades". Esta caracterización de las dos ciudades principales de Georgia se mantendrá prácticamente hasta la revolución de Octubre.

 Stalin se basó en la posición de fuerza de los bolcheviques en Bakú y en su particular posición de miembro del Comité de Transcaucasia para desarrollar una gran polémica en contra del menchevismo. Como miembro del Comité podía escribir en el órgano del mismo, "Proletariatis Brdzola", que se editaba en una imprenta que él mismo había creado en Alvabar.

 En este periódico, en septiembre de 1904, aparece su primer artículo sobre la cuestión nacional. Es un artículo en el que se ataca las posiciones del "Bund", que en el II Congreso se había opuesto a Lenin, pretendiendo hacer del PSDOR un partido de estructura "federal", en el cual los proletarios de las distintas nacionalidades se organizaran de una forma independiente. En este articulo, Stalin aborda por primera vez algunas cuestiones que desarrollaría  profundamente en una época posterior.

En enero de 1905 publica otro articulo en el cual sintetiza eficazmente las divergencias surgidas en el II Congreso sobre la cuestión del articulo primero de los Estatutos: "Hasta hoy nuestro Partido se asemejaba a una familia patriarcal y hospitalaria, dispuesta a acoger a todos los simpatizantes. Pero nuestro Partido, desde que se convirtió en una organización centralizada se ha despojado de su aspecto patriarcal, se ha convertido en una fortaleza, cuyas puertas no se abrirán más que a los que sean dignos de ello".

 En el mes de mayo del mismo año publicó un folleto ("Brevemente sobre las divergencias en el Partido") que representa su primer trabajo de cierta envergadura. Este trabajo fue publicado en tres idiomas (georgiano, ruso y armenio) y fue alabado por Lenin en el órgano central del Partido. Todos estos escritos de Stalin contribuyeron a popularizar las posiciones de Lenin mantenidas en el II Congreso y a reforzar el movimiento de cara a la convocatoria de un III Congreso.

 Stalin compaginó esta batalla con la lucha para organizar a los obreros en el Partido y para desarrollar su movimiento sindical. En diciembre de 1904, junto a Giaparidze, organizó una huelga de los obreros de Bakú que duró del 13 al 31 de ese mes. La lucha termino con un contrato colectivo entre los trabajadores y los industriales del petróleo. Se trataba de un hecho histórico: fue éste el primer contrato colectivo de la historia del movimiento obrero ruso. En el curso de esta huelga los bolcheviques tuvieron que pelear duramente contra una nueva organización sindical montada por la familia de los Sendrikov, unos hábiles demagogos que habían obtenido la confianza de ciertos sectores obreros. Los Sendrikov, que eran personas alejadas del movimiento socialdemócrata, acabaron obteniendo el apoyo de los mencheviques. En realidad la organización de los Sendrikov era una organización de tipo zubatovista, es decir, uno de los hábiles montajes sindicales del jefe de la policía política zarista, Zubatov, del mismo tipo de la creada en San Petersburgo por el cura ortodoxo Georgij Gapón.

 Todos los acontecimientos que hemos relatado más arriba y en particular la lucha de cara al III Congreso, se desarrollan mientras la guerra ruso-japonesa está en curso y en vísperas de la revolución de 1905. Apenas Stalin conoció los acontecimientos de San Petersburgo (la masacre de 140 personas en el curso de la manifestación ante el Palacio de Invierno) y los acontecimientos políticos que siguieron, lanzó un llamamiento a los obreros del Cáucaso en el que les alertaba ante las posibles maniobras del Gobierno. Ante el inmenso movimiento de masas que se había desencadenado en todo el imperio, el zar vacilaba y hablaba tímidamente de reformas y concesiones. En su llamamiento, Stalin escribía:

"La autocracia zarista sitiada abandona como una serpiente, su vieja piel y mientras la Rusia descontenta se repara para el asalto decisivo deja (¡como si lo dejara!) el látigo y, vistiendo una piel de cordero anuncia una política de conciliación". El manifiesto seguía con las siguientes palabras:

"¡La autocracia nos tiende sin vergüenza sus manos ensangrentadas y nos aconseja la conciliación! Ella ha publicado cierto "decreto soberano" con el cual nos promete cierta "libertad"… ¡Viejos bandidos! ¡Piensan dar de comer con palabras a millones de proletarios rusos hambrientos! Y concluía de esta manera:

 "¡En vano los señores liberales se esfuerzan por salvar al tambaleante trono del zar! ¡En vano tienden su mano al zar para salvarle! Ellos tratan, con sus suplicas, de obtener de él una limosna y de inclinarle en favor de su "proyecto de Constitución" para abrirse, con alguna pequeña reforma, los caminos del poder político…"  La revolución de 1905 situó directamente las contradicciones entre bolcheviques y mencheviques en el terreno político. La cuestión de la actitud a asumir ante la burguesía liberal, es decir, la cuestión de la autonomía del proletariado en la revolución democrática, paso de ser una cuestión teórica y de principio a ser una cuestión táctica y política de alcance inmediato. ¿Qué actitud había que asumir ante las promesas y vacilaciones del zar? ¿Qué actitud había que asumir ante las vacilaciones de la burguesía liberal que manifestaba conformarse con las promesas y concesiones recortadas del zar?  Estas cuestiones se mezclaban y entrecruzaban con algunas otras de trascendental importancia. La revolución había sacado las diferentes organizaciones políticas de su forzosa clandestinidad y les permitía actuar ahora a la luz del sol. La lucha política no se realizaba ya en círculos reducidos y los distintos planteamientos no necesitaban cauces organizativos complejos para llegar a las amplias masas. La batalla política se realizaba en grandes mítines y debates públicos, en los cuales los principales líderes hablaban abiertamente. Se trataba en esta situación de modificar aceleradamente los métodos y el estilo de actuación del partido.

 Había, por fin, otra cuestión de gran trascendencia: la de la lucha armada. Todo el movimiento de masas que se iba desarrollando en el curso de 1905, tendía irresistiblemente hacia la insurrección armada y se manifestaba en formas cada vez más violentas. Esto suponía la necesidad de ir organizando la lucha armada de las masas y de encauzarla por el justo camino.

 En todas estas cuestiones, los mencheviques y los bolcheviques se veían abiertamente enfrentados. Los mencheviques se situaban a remolque de la burguesía liberal. Y ésta, por su parte, lejos de aprovechar la situación favorable para arreciar la lucha en contra del zarismo, se colocaba completamente en la órbita de sus maniobras, dando a entender que se estaba produciendo una evolución en "sentido liberal" de la autocracia. Cuando en el mes de octubre, con un manifiesto, el zar convocó la Primera Duma de Estado (un Parlamento puramente consultivo, ni siquiera elegido por sufragio universal y directo) los mencheviques comenzaron a difundir la idea de que "ya se había acabado la autocracia" y de que "ya existía democracia en Rusia", sobre esta base comenzaron a trabajar para desarmar a las masas.

 M. Toroscelidzé, un bolchevique de Tiflis, recuerda así aquellos acontecimientos: "El día de la publicación del manifiesto se convocó un mitin en Nadzeladevi (Tiflis). Noé Ramisvili, un menchevique muy conocido, se encuentra en la tribuna y, emborrachado por la `victoria', proclama con voz solemne: `La autocracia ya no existe; la autocracia ya ha muerto. Rusia ocupa su puesto entre los gobiernos monárquicos constitucionales (…)'. Los demás oradores que se sucedieron en la tribuna repitieron todos lo mismo. Por fin uno de ellos terminó su discurso con estas palabras: "Nosotros no queremos armas, !abajo las armas!". El público le aplaudió también a él calurosamente… En este momento el camarada Koba (Stalin) apareció en la tribuna".

 Stalin, según sigue contando Toroscelidzé, reprochó duramente a los asistentes por aplaudir a todo el mundo, dijese lo que dijese. Sostuvo que resultaba completamente contradictorio aplaudir a la revolución y decir al mismo tiempo "¡Abajo las armas!". Y así concluye:

 « ¿Qué revolución podría triunfar sin armas y que revolucionario puede decir ¡Abajo las armas!? Quien hable de esta forma es sin duda un tolstoiano y no un revolucionario. Y, sea quien sea, es un enemigo de la revolución y de la libertad del pueblo… ¿Qué nos hace falta para ganar la verdad? Para ello necesitamos tres cosas: la primera, tener armas; la segunda, tener armas; la tercera aún y siempre, tener armas".

 Las cuestiones fundamentales de la táctica en la revolución de 1905 fueron formuladas por los bolcheviques en el Congreso de Londres, que tuvo lugar en el mes de abril. Frente a la resistencia de los mencheviques, y ante el suceder de los acontecimientos. Lenin decidió convocar el III Congreso de manera unilateral. Los mencheviques fueron invitados pero no acudieron y convocaron una Conferencia aparte.

 El III Congreso del Partido reconocía el carácter democrático-burgués de la revolución en curso, pero afirmaba que las clases mas vitalmente interesadas en que la misma llegara hasta el fondo eran los obreros y los campesinos. Los obreros estaban interesados en conquistar las libertades políticas y los campesinos en la conquista de las tierras, conquista que podía ser posible solamente a través de un proceso revolucionario profundo. La burguesía liberal no tenia interés en una victoria completa de la revolución, y podía aceptar solamente una democratización parcial, pues necesitaba de la represión zarista en contra del proletariado.

Por ello, el Congreso había establecido que la victoria de la revolución dependía de que el proletariado se situara a su cabeza, de que lograra fraguar la alianza entre los obreros y los campesinos; se necesitaba además que la socialdemocracia fuera el principal organizador y animador de la insurrección y de la lucha armada; se necesitaba por fin que, como resultado de la insurrección, surgirá un Gobierno Provisional que convocara la Asamblea Constituyente; en este Gobierno la socialdemocracia, de acuerdo con el principio de la hegemonía del proletariado en la revolución democrática, de ser posible debía de participar.

 En su Conferencia, los mencheviques hablan llegado a conclusiones totalmente opuestas. El carácter democrático-burgués significaba para ellos que el principal aliado del proletariado era la burguesía liberal. La principal tarea del proletariado, después de la victoria de la revolución, seria la de mantenerse apartado para no asustar a este aliado suyo. De ninguna forma el proletariado debía participar en el Gobierno provisional que surgiría de la revolución, pues el Gobierno tendría un carácter democrático-burgués. Por fin los mencheviques rechazaban la consigna de la Asamblea Constituyente y afirmaban que había que contentarse con la Duma zarista. En su opinión había que presionar sobre ésta desde afuera, para que se hiciera cargo de tareas constituyentes y se transformaría en un verdadero Parlamento ante el cual el Gobierno fuera responsable.

 Las decisiones del III Congreso del Partido encontraron un reflejo inmediato en los artículos que Stalin publicó en los meses siguientes en la prensa georgiana, en el "Proletariatis Brdozola" y en algunos periódicos legales que el Partido comenzó a editar por aquellas fechas.

 En el mes de julio publica un articulo ("La insurrección armada y nuestra táctica") en el cual la idea de Lenin, aceptada por el Congreso, según la cual el proletariado no podía alcanzar la dirección de la revolución democrática si el Partido no se convertía en el principal organizador de la revolución armada, encuentra una inmediata aplicación organizativa.

 Stalin ataca a quienes afirman que "nosotros debemos de limitarnos a la propaganda y a la agitación de la idea de la insurrección, de la idea del "auto armamento" de las masas; que debemos conseguir solamente la "dirección política". Estas ideas, afirma Stalin, pertenecen a quienes no ven el papel hegemónico del proletariado en la revolución en curso, y ni siquiera toman en cuenta las condiciones específicas en las cuales van produciéndose los primeros brotes de lucha armada. Las armas son pocas y no se puede plantear la cuestión del armamento general de las masas como una tarea inmediata. La escasez de armas pone en primer plano la necesidad de ir creando grupos especiales de combate: "Por ello nuestros comités deben comenzar sin demora a armar al pueblo localmente, a crear grupos de distrito para procurarse armas, a organizar laboratorios para la preparación de sustancias explosivas, a elaborar un plan de ocupación de los depósitos de armas y de los arsenales privados y estatales". De esta forma, afirma Stalin, hay que preparar los grupos de combate que constituyen la tarea prioritaria. Estos grupos no deben permanecer inactivos en espera de la insurrección, sino que, desde ya, deben hacerse cargo de un sinfín de tareas defensivas frente a las bandas armadas de la reacción, preparándose así, en la práctica, para la insurrección armada.

 El artículo de Stalin hay que colocarlo en la situación específica que la revolución de 1905 iba creando en Georgia. Las masas campesinas se habían sublevado. En los primeros cuatro meses de 1905 en la región del Guria hubo 111 atentados y muertes de funcionarios locales. Muchos pueblos de la región estaban en manos de comités de campesinos. Los funcionarios se habían refugiado en las ciudades, "más seguras" (a pesar del movimiento revolucionario allí presente), por la existencia de numerosos contingentes de tropas. Pero las zonas rurales vivían una situación de guerrilla permanente que constituía uno de los puntos más avanzados del movimiento campesino ruso, que se encontraba en una fase de nuevo ascenso (no por casualidad en esta época surge el Partido Socialista Revolucionario, la versión "más moderna" del populismo).

 Stalin veía también los lados débiles de este movimiento. En primer lugar su "espontaneidad", es decir, el hecho de que el Partido no constituía su corazón organizativo. En esta espontaneidad Stalin veía el reflejo de un poderoso impulso de masas, pero se daba perfecta cuenta de la peligrosidad del "espontaneismo", es decir, de la política menchevique que propugnaba una actitud pasiva por parte del Partido ante el movimiento armado de las masas, y que negaba la necesidad de dar al mismo mayor cohesión, mayor impulso y, sobre todo, una dirección única a través del Partido.

 La situación se hizo más grave a partir del manifiesto de octubre. A partir de este momento los mencheviques asumieron una actitud abiertamente liquidacionista ante el movimiento de masas armado. Comenzaron a propugnar la necesidad de desarmar al pueblo, alegando que "la democracia ya se había conquistado". El líder menchevique Ramisvili se entrevistaba a menudo con los funcionarios del zar y a cada una de estas entrevistas seguían llamamientos apremiantes a la "pacificación".

 La situación específica de Georgia se veía complicada por la cuestión nacional. En el Cáucaso convivían numerosas nacionalidades (judíos, armenios, georgianos, turcos, kurdos y muchas otras). Esta situación había sido explotada en el pasado par el zarismo que alentaba los odios raciales y nacionales, sobre todo en los momentos de crisis. En particular el zarismo en las fases de auge de la lucha popular se esforzaba por desviar esta lucha atizando el odio en contra de los armenios, los cuales, por dedicarse en su gran parte al comercio y a otros negocios podían ser fácilmente el blanco de la ira popular.

 El suegro de Stalin, Allilujev, recuerda así la situación que se creó en el Cáucaso a mediados de 1905: "Las autoridades, apoyadas activamente a todos los niveles por sus departamentos que se adherían a las centurias negras de Bakú y por la policía de la ciudad y del distrito, armaron a la hez de la Unión del Pueblo Ruso. En un primer momento las bandas atizaron a los niños armenios y turcos, los unos en contra de los otros. Luego, alrededor de los niños heridos surgieron violentas peleas entre los adultos. Los hombres de las centurias negras al acecho, mataron a armenios y a turcos y pegaron fuego a las casas. Avivando los odios con toda clase de trampas, las autoridades alcanzaron el fin que perseguían: en agosto, armenios y turcos se lanzaron salvajemente a masacres reciprocas. En la ciudad resonaban constantemente disparos. Las tiendas armenias eran saqueadas, las casas despojadas de todo. En las calles yacían cadáveres abandonados; por todas partes se oía gemir a los heridos. Aquí y allá se veían grupos de soldados y de guardias que asistían tranquilamente a la matanza. Más tarde, los hombres de las centurias negras incendiaron las fábricas y los pozos de petróleo, difundiendo el rumor de que los incendios habían sido obra de los huelguistas. Con la excusa de luchar en contra de los incendios devastadores, bandidos y asesinos empezaron a dar la caza a los representantes más conocidos de nuestro Partido (…) Para todos nosotros la vida se había convertido en una especie de infierno. En las plantas petrolíferas los incendios se hacían cada vez más amenazadores. Alrededor de nosotros el fuego, aterrador, salvaje, indomable; y en todas partes muerte y destrucción".

 En estas difíciles circunstancias Stalin se esforzó por dar forma a las directrices del III Congreso sobre la lucha armada. Creó un organismo militar a nivel provincial. Apoyándose en Krasin creó un laboratorio clandestino para la fabricación de explosivos. Se crearon numerosos grupos de combate que protagonizaron muchas acciones en contra de las centurias negras. Se mantuvieron conexiones con la guerrilla campesina (atendiendo a esta tarea fue detenido por primera vez, a los 19 años, Sordozonikidze, un bolchevique que tendrá un papel importante en los acontecimientos sucesivos).

 Este esfuerzo, en el terreno de la lucha armada, no dio todos los frutos que los bolcheviques perseguían, pues, por una serie de factores, subjetivos y objetivos, que  veremos más adelante, la revolución de 1905 a partir de finales de año, comenzó a entrar en una fase de retroceso. En esta época, sin embargo, y a través de este trabajo práctico, el Partido adquirió una serie de experiencias y sentó algunos principios que revelarían toda su eficacia doce años después.

 En esta compleja situación, al mismo tiempo que se esforzaba por dar bases organizativas al movimiento armado de masas, a la creación de grupos de combate frente a las maniobras mencheviques y las provocaciones reaccionarias, Stalin desarrolla las consignas políticas centrales del III Congreso del Partido. En su polémica con los revisionistas defiende las consignas del Gobierno revolucionario provisional y de la Asamblea Constituyente. En un artículo del 15 de agosto de 1905 define el programa de este Gobierno y, por lo tanto, los objetivos de la revolución en curso. Objetivos de la revolución son el armar a las masas y el desarme de las fuerzas reaccionarias, la libertad de palabra, prensa y reunión, la supresión de los impuestos indirectos, la organización de comités campesinos que regulen la cuestión de la tierra, la separación de la Iglesia y el Estado. Pero el objetivo fundamental del Gobierno provisional debía de ser la convocatoria de una Asamblea Constituyente.

 Stalin combate, en toda una serie de artículos, la idea, sustentada por mencheviques y cadetes, de que la realización de un programa democrático integral no era compatible con el mantenimiento de la monarquía zarista. En un llamamiento del 19 de octubre escribía:

"La nave de la revolución ha levantado sus velas y corre bacía la libertad. Esta nave es guiada por el proletariado de Rusia… El proletariado no pedirá al Gobierno pequeñas concesiones, no le pedirá el fin del estado de sitio y de las ejecuciones en algunas ciudades y pueblos… él tiene una única reivindicación a plantear a la autocracia zarista: ¡abajo la autocracia, muerte a ella! … El zar no dará la Asamblea Constituyente de todo el pueblo, el zar no destruirá a su misma autocracia ¡jamás lo hará! la "Constitución" recortada que él nos "da", es una concesión provisional, una promesa farisea del zar y nada más".

 El 20 de noviembre escribía:

"El zar y el pueblo, la autocracia del zar y la soberanía del pueblo son dos principios hostiles, diametralmente opuestos. La derrota del uno y la victoria del otro pueden ser consecuencia solamente de una batalla decisiva entre los dos, de una pelea desesperada, de una lucha a muerte…; la burguesía liberal trata de evitar esta batalla fatal. Ella opina que ya es tiempo de acabar con la "anarquía" de comenzar el pacifico trabajo "constructivo", el trabajo de la "edificación del Estado".

 Esta posición de la burguesía liberal se explica por el hecho de que teme al proletariado y necesita, para reprimirle, de la autocracia. Expresión de este compromiso es el programa de los cadetes que Stalin analiza en su articulo "La burguesía tiende la trampa". Los puntos principales de este programa son: abierta postura antisocialista, aceptación de la monarquía y renuncia a la Republica democrática, dos Cámaras para garantizar el equilibrio conservador, limitación del derecho de huelga y oposición al principio de la confiscación, sin indemnizaciones, de las tierras de los latifundistas. Este programa llevaba, además, a los cadetes a apoyar a la Duma zarista (su consigna era la de reforzar los poderes de la Duma y hacer a los ministros responsables ante la misma) renunciando así a la lucha por un Parlamento auténticamente democrático, fruto de la revolución, del derrocamiento del zarismo y de la Asamblea Constituyente.

 En el mes de diciembre de 1905 Stalin participa como delegado en la Conferencia de Tammerfors. Por primera vez acude a una reunión política central del Partido. Por primera vez también conoce personalmente a Lenin: "Vi por primera vez a Lenin en diciembre de 1905, en la Conferencia bolchevique de Tammerfors (Finlandia). Esperaba ver al águila de las montañas, al gran hombre de nuestro Partido, a un hombre no solo grande desde el punto de vista político, sino también, si queréis, desde el punto de vista físico, porque me imaginaba a Lenin como un gigante apuesto e imponente. Cual no seria mi decepción cuando vi  a un hombre de lo más corriente, de talla inferior a la media y que no se diferenciaba en nada, absolutamente en nada de los demás mortales".

  Stalin, además de su modestia, sacó de este encuentro una profunda impresión de la claridad y de la fuerza lógica de las argumentaciones de Lenin. La Conferencia de Tammerfors se celebró en el momento culminante de la revolución de 1905, en vísperas de la insurrección de Moscú y en un clima de extraordinario entusiasmo. N.Krupskaya recuerda:

"Esta fue la cumbre de la revolución: todos los camaradas eran presa de gran entusiasmo, todos estaban listos para la batalla. En los intervalos de las sesiones aprendíamos a disparar. Una tarde nos encontramos en una reunión de masas, que tenía lugar a la luz de las antorchas y la solemnidad de aquella  reunión correspondía íntegramente al estado de ánimo de los delegados. Estoy segura de que ninguno de los delegados presentes en aquella Conferencia jamás podrá olvidarla».

 La Conferencia adoptó dos decisiones principales: boicotear las elecciones para la primera Duma y tomar la iniciativa de la reunificación del POSDR. En la Conferencia de Tammerfors Stalin fue nombrado miembro de la comisión política encargada de la redacción de las resoluciones de la Conferencia.

 A su vuelta a Georgia, Stalin se lanzó en la campaña al boicot de la primera Duma. En el mes de marzo, después de la derrota del Ejército zarista en Manchuria, escribía: "Hoy también, como es conocido, el Gobierno recibe el mismo doble golpe: desde el exterior la derrota en Manchuria, desde el interior la revolución popular. Como es sabido el Gobierno, golpeado en dos frentes, se ve obligado, una vez más, a ceder, y habla, como entonces, de reformas desde arriba". Esta reforma desde arriba es la Duma del Estado que no es un verdadero Parlamento sino un órgano puramente consultivo. Además, señala Stalin, no existen las condiciones para elecciones verdaderamente libres. Tampoco se trata de un Parlamento elegido por sufragio universal y directo; el número de diputados obreros es establecido de antemano. Stalin, en su artículo pone el acento sobre el hecho de que el proletariado se encuentra a la ofensiva y la situación permanece revolucionaria: en estas condiciones, participar en las elecciones seria sembrar peligrosas ilusiones entre las masas.

En realidad, después de la derrota de la insurrección de Moscú, la revolución se encontraba en una fase de declive, pero, como Lenin observará más tarde, los bolcheviques aún no habían tomado conciencia de ello y sólo sucesivamente se darán cuenta de que la fase abierta con los acontecimientos de enero de 1905 estaba llegando a su punto final. Por ello, más tarde, en una fase ya de reacción abierta, modificarán su táctica de cara a la Duma y defenderán su participación en ella para conservar una tribuna política desde la cual dirigirse a las masas, en momentos en los cuales las demás formas de propaganda encontraban una difícil aplicación.

 En el mismo contexto, la Conferencia de Tammerfors había llegado a la conclusión de la necesidad de realizar un esfuerzo de cara a la reunificación del Partido. De hecho, en el plano "formal", el POSDR seguía existiendo. Como hemos visto, los bolcheviques habían invitado también a los mencheviques al III Congreso, pero éstos no habían acudido. Sin embargo, de cara a las amplias masas, el POSDR seguía existiendo como un partido único, y amplios sectores obreros seguían considerando las contradicciones existentes como contradicciones en el seno del mismo partido.

 En la situación revolucionaria de 1905 los bolcheviques estimaron necesaria la convocatoria de un Congreso de unificación. La división que existía entre bolcheviques y mencheviques tenía profundos reflejos en el movimiento de masas y amplios sectores obreros, en una situación de lucha generalizada, pedían a sus dirigentes un esfuerzo de unidad. Lenin decidió apoyar esta reivindicación de los obreros, con la condición de que no se ocultaran en el Congreso las divergencias existentes, los mencheviques se vieron forzados a aceptar.

 El Congreso de Estocolmo (Congreso de unificación o IV Congreso del POSDR) tuvo lugar en el mes de abril de 1906. Stalin participó en él e hizo dos intervenciones que se han conservado y que se encuentran en sus Obras Completas. En Estocolmo los mencheviques salieron victoriosos, aunque por una pequeña minoría debida al gran peso que, para las elecciones de los delegados, habían logrado entre los sectores intelectuales y pequeño-burgueses.

 Stalin nos ha dejado algunos recuerdos sobre ese Congreso: "Por primera vez vi a Lenin en el papel de vencido. No se parecía ni en un ápice a esos jefes que después de una derrota, lloriquean y se desaniman. Al contrario, la derrota convirtió a Lenin en la personificación de la energía, que impulsaba a sus partidarios a nuevos combates, a la victoria futura". Y más adelante: "Me acuerdo de que nosotros, los delegados bolcheviques, agrupándonos en torno suyo, mirábamos a Lenin pidiéndole consejo. Los discursos de algunos delegados dejaban traslucir el cansancio, el desaliento. Me acuerdo que Lenin, contestando a aquellos discursos, dijo mordaz, entre dientes: "No lloriquéis camaradas: venceremos sin duda alguna, porque tenemos razón".

 Aún no logrando imponer sus propios planteamientos los bolcheviques desencadenaron en el Congreso una gran batalla. Tal y como Lenin había deseado, las posiciones respectivas quedaron claramente delimitadas.

 Sobre el Congreso de Estocolmo existen dos escritos de Stalin de gran importancia. El primero es un folleto aparecido en 1906, titulado "El momento actual y el Congreso de unificación de] Partido obrero". En él Stalin analiza las posiciones mencheviques, tal como resultaron del Congreso. Stalin observa que el paralelo propuesto por los mencheviques entre la revolución rusa y la revolución francesa es un paralelo abstracto que no tiene en cuenta las profundas diferencias existentes entre los dos países y las dos épocas. En Francia la revolución había sido realizada por el pueblo pero la burguesía se había hecho con el poder. Pero, observa Stalin, el proletariado ruso es mucho más fuerte y numeroso, y sobre todo mucho mejor organizado: a su cabeza, además se encuentra un partido marxista revolucionario. Este partido no puede limitarse a un papel de fuerza de choque, dispersa sin ambiciones políticas. La fuerza del proletariado ruso determina también una profunda desconfianza de la burguesía ante la revolución. La esencia de las divergencias, observa Stalin, estriba en la cuestión de la hegemonía del proletariado. De las contradicciones existentes sobre ésta cuestión se derivan todas las demás (en el Congreso Stalin había dicho: "O la hegemonía del proletariado o la hegemonía de la burguesía democrática –he aquí cómo se plantea la cuestión en el Partido, he aquí la sustancia de nuestras divergencias").

 Stalin plantea, dentro de esta perspectiva, la cuestión de la Duma. Los mencheviques, observa, establecen un paralelo arbitrario entre la Duma zarista, y la Asamblea Nacional durante la revolución francesa. Pero si nosotros admitimos que en nuestra revolución rusa la hegemonía pertenece al proletariado, debemos admitir también que el centro político revolucionario esta fuera de la Duma, que esta en la calle. Además la Duma es conservadora, en ella dominan los cadetes, un partido conciliador. La Duma defiende, frente al zar, ciertos cambios secundarios en el sistema autocrático, mientras que, frente al pueblo, plantea la renuncia de toda una serie de objetivos del movimiento revolucionario para "congraciarse" con la autocracia. ¿Puede la socialdemocracia -se pregunta Stalin- proponerse el objetivo de limitar el alcance de las reivindicaciones populares? Los argumentos desarrollados por Stalin en su análisis del IV Congreso, demuestran lo profunda que había sido ya su asimilación de los planteamientos y del método leninista. Los paralelos mecánicos entre la revolución francesa y la revolución rusa constituían el argumento teórico favorito del menchevismo. La versión mecanicista del marxismo era el instrumento ideológico utilizado por la burguesía para convencer a los obreros a limitar el alcance de su propia acción política revolucionaria con la excusa de que quien debía de dirigir la revolución burguesa era al fin y al cabo la burguesía misma. El instrumento de esta presión ideológica burguesa era el menchevismo.

 El IV Congreso hizo también un balance de la revolución de 1905. La posición menchevique se sintetizaba en el punto de vista de Plejanov: "No debíamos empuñar las armas". Esta posición guardaba relación con la obsesión menchevique de que el peor error que se podía cometer era el de "asustar" a la burguesía. Stalin en un folleto escrito poco después de la insurrección de Moscú ("Dos choques") había llegado ya a conclusiones completamente opuestas. La insurrección de diciembre había sido superior a la de enero justamente por el hecho de que las masas habían dado al movimiento un carácter más ofensivo, más violento. En la insurrección de enero las masas habían actuado casi desarmadas, sin ninguna organización, ya encabezadas, en una primera fase, por elementos reaccionarios (el pope Gapón). Por el contrario en diciembre el pueblo se encontraba armado y actuó enarbolando las banderas rojas.

 Las insuficiencias de la insurrección de diciembre, observa Stalin, fueron debidas al hecho de que este movimiento armado no fue animado por un auténtico espíritu ofensivo y por la escasa organización que tuvo. Hubo un llamamiento a la insurrección, pero no un trabajo de Partido, largo y tenaz, dirigido a preparar la insurrección ("En realidad hubo solamente la aspiración a una insurrección simultanea y organizada"). Por fin jugaron un papel negativo las divisiones existentes en el movimiento obrero, la inexistencia de un partido único del proletariado que dirigiera el movimiento.

 Los bolcheviques por lo tanto opinaban que el fracaso de la revolución de 1905 no había sido debido al hecho de empuñar las armas sino al hecho de no haberlas empuñando con una suficiente decisión y organización.

 Otra cuestión que en el Congreso fue profundamente debatida fue la cuestión campesina. En el Congreso se manifestaron tres posturas; la primera defendida por Stalin y por la mayoría de los bolcheviques del interior (los "prácticos" como se les llamaba entonces) que defendían el reparto de las tierras entre los campesinos; los mencheviques que defendían la municipalización de las tierras; Lenin y una minoría de bolcheviques (los "teóricos") que defendían la nacionalización de las tierras.

 Stalin, en su "Introducción" a sus Obras Completas, afirma que tres eran las razones que los "prácticos" avanzaban para defender su punto de vista: a) los campesinos querían la propiedad de las tierras de los latifundistas; b) los campesinos interpretarían la medida de la nacionalización como un atentado a la propiedad de sus tierras; c) la revolución pendiente era una revolución democrático burguesa y la nacionalización seria una medida de tipo socialista.

 "Los partidarios del reparto se basaban en el supuesto, aceptado por los marxistas rusos, comprendidos también los bolcheviques, de que, después de la victoria de la revolución democrático-burguesa, comenzaría una época más o menos larga de pausa de la revolución, un período de intervalo entre la revolución burguesa victoriosa y la futura revolución socialista".

 Stalin observa que Lenin en el Congreso no defendió su punto de vista con decisión y acabó sumando su voto (junto con los demás partidarios de su tesis) al de los "prácticos".

 La razón de estas diferencias estribaba en el hecho de que entre los bolcheviques aun no se había asimilado el concepto (desarrollado por Lenin en su obra "Dos tácticas…") de la "revolución interrumpida" es decir de la transformación de la revolución democrático-burguesa en revolución socialista. "Nosotros los prácticos no profundizamos en la cuestión y no comprendíamos su gran importancia, por nuestra insuficiente preparación teórica y también por la indiferencia propia de los prácticos por las cuestiones teóricas".

 La cuestión campesina sufrirá profundas y sucesivas elaboraciones por parte de los bolcheviques.

 La unidad que se pretendía alcanzar en Estocolmo "se realizó sólo formalmente. En realidad bolcheviques y mencheviques conservaban sus concepciones respectivas y sus propias organizaciones". Además el Congreso había aceptado el programa menchevique. Si la revolución de 1905 había planteado urgentemente la necesidad de un partido único del proletariado, también habían planteado la necesidad de que ese partido se guiara por unos principios auténticamente revolucionarios. Esta condición no podía ser cumplida por un partido en cuya dirección y en cuyo programa prevalecieran los elementos mencheviques.

 Después del Congreso de Estocolmo, Stalin volvió a Transcaucasia. Aquí, junto con Macharadze, Tsakaija y Saumjan dirigía el centro local bolchevique que, de una manera no oficial, mantenía su existencia. Stalin dirigía los periódicos legales del Partido y en esta época publicó su primera importante obra teórica: "socialismo o anarquismo?".

 En sus artículos se plantean todas las cuestiones políticas centrales del momento. Lenin no se había desanimado en absoluto por la derrota de Estocolmo e insistía sobre la necesidad de la convocatoria de un V Congreso. En Estocolmo se había decidido la incorporación en el Partido de las organizaciones de Polonia y Letonia (junto con el "Bund") que en su mayoría eran bolcheviques. Además los acontecimientos sucesivos al IV Congreso iban inclinando a une gran mayoría de obreros y de militantes del POSDR del lado de los bolcheviques.

 En la época sucesiva al IV Congreso los bolcheviques habían decidido modificar su actitud táctica de cara a las elecciones y de participar en las mismas alegando los motivos que ya hemos mencionado. Pero la táctica bolchevique seguía siendo profundamente distinta de la táctica menchevique. Los mencheviques pretendían participar en las elecciones con una plataforma común con los cadetes. Para justificar esta postura agitaban el espantajo de los "cien negros", de la necesidad de una coalición en contra de la extrema derecha, del peligro de una involución autoritaria. Los bolcheviques afirmaban que una coalición con los cadetes, debido a la postura conciliadora de éstos últimos hacia el zarismo, solamente podía realizarse sobre la base del abandono de todas las reivindicaciones políticas esenciales de las masas. Los bolcheviques por su parte se inclinaban por una alianza con el Partido Socialista Revolucionario que en esta fase, en el marco de la agudización del movimiento campesino, mantenía posiciones más radicales.

 El problema se planteó con gran agudeza en San Petersburgo y la táctica menchevique desembocó en un completo desastre. Los intentos de llegar a un acuerdo con los cadetes fracasaron a pesar de que los mencheviques claudicaran sobre toda una serie de cuestiones esenciales, en primer lugar la de la monarquía (los cadetes ni siquiera eran republicanos y se definían "monárquicos constitucionales"). El hecho de que a pesar de todas estas concesiones los mencheviques se vieran completamente aislados y tuvieran que replegar a última hora sobre la alternativa bolchevique, les causó gran desprestigio.

 La organización de la capital se inclinó decididamente del lado de los bolcheviques y lo mismo sucedió a numerosas organizaciones. Según los cálculos de Lenin en este momento había en el Partido unos 53.000 bolcheviques y unos 51.000 mencheviques. Sin embargo, en el Comité Central había siete mencheviques y cuatro bolcheviques.

 En esta situación el Comité de la capital pidió un Congreso extraordinario que acabaría celebrándose en Londres en el mes de mayo de 1907.

 Stalin participó como delegado en el Congreso de Londres. El Congreso representó una estrepitosa victoria de los bolcheviques. Stalin recuerda: "entonces vi  por primera vez a Lenin en el papel de vencedor". "Generalmente la victoria embriaga a cierta clase de jefes, los llena de vanidad, los hace presuntuosos… Pero Lenin no se parecía en un ápice a esta clase de jefes. Al contrario, precisamente después de la victoria ponía de manifiesto una vigilancia y una prudencia particulares. Recuerdo que Lenin repetía entonces con insistencia a los delegados: -'lo primero es no dejarse deslumbrar por la victoria y no envanecerse de ella; lo segundo, consolidar el éxito obtenido; lo tercero, rematar al enemigo, porque solo está abatido y dista aun mucho de haber sido rematado'-. Se burlaba de los delegados que afirmaban a la ligera: -'se ha acabado para siempre con los mencheviques'-. A él le fue fácil demostrar que los mencheviques tenían todavía raíces en el movimiento obrero y que había que combatirlos con habilidad, evitando por todos los medios la sobreestimación de las fuerzas propias, y, sobre todo, el menosprecio de las fuerzas del enemigo.

En una serie de artículos publicados entre junio y julio de 1907 Stalin analizó los resultados del Congreso. En el mismo habían participado 85 mencheviques. 92 bolcheviques, 54 bundistas, 45 polacos y 26 letones. Pero esta división se había mantenido solamente en las cuestiones secundarias. En las cuestiones de principio el Congreso se había dividido en dos bloques: mencheviques y bolcheviques. Los polacos (guiados por Rosa Luxemburgo) apoyaron a todos los bolcheviques. Los letones apoyaron a los bolcheviques en su mayoría. Los bundistas apoyaron en su aplastante mayoría a los mencheviques. El resultado había sido una mayoría absolutamente bolchevique. Trostki trató de organizar un pequeño grupo "centrista" pero fracasó completamente.

 La actitud de los mencheviques fue de "justificarse" por la política de absoluta claudicación ante los cadetes por ellos seguida: "la relación de Martov… consistió más que nada en el relato conmovedor de cómo según el orador el inocente Comité Central se había puesto a dirigir el Partido y el grupo parlamentario, de cómo los "horribles" bolcheviques le impidieron actuar, por no dejarle en paz con su manía de los principios". Los bolcheviques rebatieron estas argumentaciones mencheviques y conquistaron a la mayoría de los delegados.

 Stalin en su escrito realiza un análisis de la composición de clase de los delegados en el Congreso y demuestra que la fracción bolchevique era la que tenía el mayor número de obreros y de representantes de las regiones de máxima concentración proletaria ("resultó que la fracción menchevique es un fracción de intelectuales").

 En su "Historia del Partido Comunista (b) de la URSS" Stalin sintetizó así los resultados del Congreso de Londres: "La unificación efectiva de los obreros de vanguardia de toda Rusia en un único partido bajo la bandera de la socialdemocracia revolucionaria: este es el significado del Congreso de Londres, éste es su carácter general".

 El 3 de junio de 1907, con un autentico golpe de estado el zar disolvió la II Duma y mandó detener al grupo parlamentario socialdemócrata (que fue deportado a Siberia) comenzó así un período de represión en contra del movimiento popular que se  conoce por el   nombre de "reacción Stolypin".

 La "reacción de Stolypin" marca el fin de la revolución de 1905. En su "Historia del PC(b) de la URSS" Stalin sintetiza así las causas de la derrota de la revolución: a) Debilidad de la alianza obrero-campesina muchos campesinos no entendían que sus reivindicaciones no podían ser satisfechas más que través del derrocamiento del zarismo; b) Escasa influencia revolucionaria entre los soldados; e) Los sectores atrasados del proletariado se pusieron en movimiento cuando la vanguardia ya se había debilitado; d) División del POSDR y en consecuencia de la clase obrera; e) El imperialismo apoyó al zar en la represión; f) La paz con el Japón dio un respiro  a la autocracia.

 La primera medida del zar después del golpe de Estado de junio fue la de convocar una III Duma: Se trataba de una Duma aún más reaccionaria que la anterior con un número aún menor de delegados obreros y campesinos. Los bolcheviques decidieron participar en las elecciones considerando, que en el contexto de feroz represión que se estaba perfilando, era aún más vital conservar una base para realizar propaganda abierta en ese "parlamento".

Stalin redactó personalmente el "mandato para los diputados para la III Duma". En el se establecen los siguientes principios: 1) el grupo socialdemócrata en la Duma debía de ser independiente y sometido al Comité Central; 2) debía defender una política proletaria de clase y no confundirse con los partidos burgueses 3) debía desenmascarar no solamente a los partidos autocráticos, sino también a los partidos pequeño-burgueses; 4) debía influir positivamente en los partidos de base campesina, pero, 5) criticando sus errores: 6) diciendo al pueblo que la vía armada es la única que puede permitir la conquista del poder; 7) su fin no es la elaboración de leyes sino la critica y la agitación A su vuelta del Congreso de Londres, Stalin se estableció en Bakú. En la situación dificilísima creada por la reacción de Stolypin logró que el movimiento obrero georgiano no retrocediera y organizó una huelga de los obreros del petróleo que Lenin definirá como "los últimos mohicanos de la huelga política de masas".

 Más tarde, refiriéndose a este periodo de su vida Stalin escribirá:

"Dos años de trabajo revolucionario entre los obreros de la industria del petróleo me templaron, hicieron de mi un combatiente en la práctica, uno de los dirigentes en la acción. En contacto por una parte con los obreros de vanguardia de Bakú, con Vazek, Seratozev, etc., comprometido por otra parte en la borrasca de los conflictos más agudos entre obreros e industriales del petróleo, aprendí por primera vez lo que suponía dirigir las grandes masas de obreros. Allí, en Bakú, recibí un segundo bautismo del fuego revolucionario».

 A su vuelta a Bakú, Stalin se había encontrado con una situación de aguda lucha sindical. Los industriales del petróleo estaban dispuestos a firmar un nuevo contrato colectivo; pero sobre todo esta cuestión había una fuerte polémica entre las organizaciones políticas y sindicales del país.

 La situación sindical en Georgia se había modificado profundamente desde los tiempos en los cuales la organización zubatovista de los Sendrikov mantenía una fuerte influencia entre los obreros más atrasados. La labor de Stalin y de los bolcheviques de Georgia había reducido a nada esta organización.

 Entre los obreros del petróleo actuaban dos sindicatos de mayor prestigio. El de más importancia era el "Sindicato de los obreros de la Industria del petróleo", influido por los bolcheviques, y que comprendía a obreros de todas las categorías de la industria del petróleo (extractores, mecánicos, refinadores, peones, etc.). Había además el "Sindicato de los obreros mecánicos", de influencia menchevique, mucho más débil y organizado por categorías. Los mencheviques manifestaban la intención de crear también sindicatos de otras categorías y por lo general defendían este criterio frente a los bolcheviques que apoyaban la línea de "un sindicato único" para todas las categorías. Entre los obreros del petróleo había también elementos "socialistas revolucionarios" y anarquistas.

 Frente a la propuesta de los patronos de convocar una conferencia para negociar el contrato colectivo las posturas se encontraban divididas. Los mencheviques defendían la propuesta de acudir a la conferencia bajo cualquier condición. Los "eseristas" y anarquistas se inclinaban por el boicot de principios de las negociaciones. Los bolcheviques, por boca de Stalin se pronunciaban como sigue:

"El problema de la participación en la conferencia de los industriales del petróleo no constituye para nosotros una cuestión de principio, sino de oportunidad práctica. Nosotros no podemos boicotear una vez para siempre todas las conferencias y cualquier conferencia, como nos proponen hacer algunos "individuos" radicalizados y no del todo normales. Y, por otra parte, no podemos decidir una vez para siempre la cuestión en favor de la participación en la conferencia como nos proponen nuestros compañeros "cadetoformes". Nosotros debemos abordar la cuestión de la participación y del boicot en base a los hechos reales y solamente a los hechos reales".

Stalin a continuación explicaba por qué la conferencia, tal como la proponían los industriales del petróleo debía boicotearse, y bajo qué condiciones los obreros podían apoyarla. El análisis de estas condiciones representa un interesantísimo ejemplo de estudio concreto de una situación sindical y de las relaciones existentes entre sindicato, delegados obreros y asambleas de fábrica.

 La primera condición, afirma Stalin, es que la fecha de las negociaciones no sea la establecida unilateralmente por los empresarios. En las negociaciones del contrato anterior a la elección de una mala fecha (el Volga helado determinaba un estancamiento en los negocios) habría resultado un factor negativo para los obreros. En segundo lugar es preferible que las negociaciones se realicen en un ambiente de lucha. Es cierto que a veces las negociaciones evitan la necesidad de una huelga, pero ello sucede raramente por ello es mas ventajoso negociar desde unas posiciones de fuerza.

Los industriales del petróleo estaban actuando de una forma muy hábil. Por una parte empujaban a los obreros más avanzados, los de los talleres, que tenían una mayor tradición de lucha hacia una huelga prematura y con escasas probabilidades de éxito. Por el otro, trataban de impulsar hacia negociaciones apresuradas a los obreros de los pozos, los más atrasados, que probablemente se contentarían con concesiones menores. Stalin planteaba la necesidad de que los obreros de los talleres se lanzaran a la huelga solamente en el momento en que estuvieran seguros de arrastrar a los trabajadores de los pozos y de aceptar la conferencia en ese momento.

 Una segunda condición planteada por Stalin era la aceptación de un papel dirigente de los sindicatos en la organización de la conferencia. Sin embargo Stalin alertaba a los sindicatos frente a cualquier intento de la patronal de negociar con el sindicato sin una participación directa de los trabajadores. Observaba que los industriales del petróleo querían "reunirse y concluir un contrato no con las masas, no delante de los ojos de las masas, sino con un grupo de individuos, a espaldas de las masas; ellos saben muy bien que solamente de esta forma es posible engañar a las masas…"  Stalin proponía que en los talleres los obreros eligieran directamente delegados en proporción de uno por cada cien obreros. Esta asamblea de delegados debía tener carácter permanente y reunirse con los representantes obreros que participaban directamente en las negociaciones, los cuales debían rendir cuentas frente a la asamblea y recibir de ella directrices. Los delegados obreros debían tener el derecho de reunir además a los obreros de los talleres en asambleas generales para discutir la marcha de las negociaciones. En estas asambleas de fábrica los dirigentes de los sindicatos debían tener el derecho de participar, pero sin voto. Por fin, el consejo de delegados debía ser un todo único y no dividirse por categorías.

 Stalin consideraba a estas reivindicaciones como irrenunciables para la participación en la conferencia.

 Entre el 10 de octubre y el 1 de noviembre de 1908 se reunieron asambleas en los talleres y en los pozos. Los 2/3 de los obreros se pronunciaron en contra de la propuesta menchevique de una conferencia "sin condiciones" y decidieron boicotear la conferencia a menos que ésta no se desarrollara bajo las condiciones propuestas por los bolcheviques.

 Stalin planteó a continuación la cuestión de cómo debía de elaborarse la tabla reivindicativa a presentar en la conferencia. La tabla debía ser elaborada por una comisión sindical, pero antes de ser presentada debía ser aprobada por las asambleas generales de los obreros.

 Stalin no pudo dirigir hasta el final esta batalla de los obreros de Bakú. El 25 de marzo de 1908 fue detenido y desterrado a Siberia, en Solvicegodsk.

 Es importante destacar que esta lucha se desarrolló en plena "reacción de Stolypin" y representó un episodio que destaca grandemente en el contexto de declive del movimiento obrero ruso que caracteriza todo este periodo.

 El 24 de junio de 1909 Stalin regresó de Siberia para volver a Bakú. De paso por Georgia estuvo varios días en San Petersburgo. Aquí pudo darse cuenta de la situación del Partido, de sus dificultades, de los estragos que habla causado en sus filas la reacción de Stolypin.

 Años más tarde Stalin caracterizará así esta época. "Era un periodo de falta de fe en el Partido, un periodo en que no sólo los intelectuales, sino también parte de los obreros, desertaban en masa del Partido, un periodo en que se rechazaba toda actividad clandestina, un periodo de liquidacionismo y desmoronamiento. No sólo los mencheviques, sino también los bolcheviques, estaban divididos entonces en numerosas fracciones y tendencias, en su mayoría desvinculados del movimiento obrero. Es sabido que fue precisamente en aquel periodo cuando nació la idea de liquidar por completo las actividades clandestinas del Partido y organizar a los obreros en un partido legal".

 El liquidacionismo ya había hecho su aparición en el V Congreso. En el curso del mismo los mencheviques habían propuesto la convocatoria de un "Congreso Obrero", que debía organizarse según criterios no bien definidos y "sin discriminaciones ideológicas". De este congreso debía nacer un "nuevo partido obrero". Los mencheviques llegaron a negar que el POSDR pudiera considerarse un auténtico partido proletario e insistían sobre la necesidad de un partido obrero "basado en las masas". El POSDR, decían, reúne a una minoría ínfima de obreros y es en realidad un "grupo" de intelectuales "marxistas".

 Planteando la cuestión del "congreso obrero" los mencheviques resucitaban la vieja polémica del II Congreso sobre la concepción del Partido como partido de vanguardia. Pero había algo más. Se manifestaba en este caso una tendencia claramente liquidacionista, porque los argumentos de los mencheviques se ligaban a la voluntad expresa de liquidar las estructuras existentes del Partido, para llegar a la creación de otro partido sobre bases ideológicas y organizativas distintas, a partir de un congreso, no de marxistas revolucionarios, sino de "obreros".

 En el congreso de Londres estas concepciones fueron derrotadas, pero volvieron a aparecer durante la "reacción de Stolypin", bajo otras formas. Se empezó a teorizar la necesidad, en las condiciones de feroz represión existentes, de liquidar la estructura clandestina del Partido y de crear otro Partido, "legal", que se estructuraría alrededor del grupo parlamentario socialdemócrata en la Duma.

 En una situación como la que existía entonces en la cual, con palabras de Stalin, "las más inofensivas instituciones legales, como las sociedades de cultura" eran objeto "de las más feroces persecuciones", ello significaba renunciar a las reivindicaciones revolucionarias del Partido, "enterrarlo y no renovarlo".

 Además de la lucha contra el "liquidacionismo", los bolcheviques se enfrentaron con graves problemas en sus propias filas. "La descomposición, la desmoralización eran profundas sobre todo entre los intelectuales. Los "compañeros de ruta", que se habían unido a las filas de la revolución en la época de su ascenso arrollador, los "compañeros de ruta" en los días de la reacción abandonaron al Partido. Algunos se pasaron al campo de los enemigos abiertos de la revolución; los otros, que se habían refugiado en las sociedades legales de la clase obrera que habían sobrevivido, trataban de apartar al proletariado del camino revolucionario y desacreditar al Partido revolucionario del proletariado".

 Esta situación tuvo su reflejo también entre algunos intelectuales que ocupaban importantes puestos dirigentes en el Partido. Bogdanov, junto con otros, comenzó a dudar, en libros y artículos suyos, de las mismas bases del marxismo (en contra de él, Lenin escribirá su famosa obra "Materialismo y Empirocriticismo") Lunaçarski manifestó desviaciones de tipo religioso. Alrededor de estos intelectuales (que serian expulsados del Partido) comenzó a formarse una fracción en la cual confluyeron algunos elementos "extremistas", partidarios del boicot a la Duma. Trotski, por su parte, fomentaba estas divisiones y arreciaba sus ataques contra Lenin.

 Stalin, a las pocas semanas de su vuelta a Bakú, centra su atención en los gravísimos problemas organizativos del Partido. Los escritos de Stalin de esta época ofrecen un particular interés. A través de ellos Stalin ofrece soluciones y proposiciones organizativas de una manera independiente, plantea propuestas propias a Lenin y a los organismos centrales del Partido, adopta ya la actitud de dirigente nacional del Partido que asumirá plenamente, en el Comité Central, pocos meses más tarde.

 En agosto de 1909 publica un artículo, "La crisis en el Partido y nuestras tareas", que ofrece particular interés.

 Stalin comienza por trazar, a grandes rasgos, la gravísima situación del Partido: "Es suficiente el ejemplo de Petersburgo -en donde en 1907 teníamos a 8.000 miembros y ahora podemos reunir a apenas de 300 a 400- para entender toda la gravedad de la crisis". Y en otro punto: "Hubo un tiempo en que nuestras organizaciones tenían en sus filas a miles de hombres y arrastraban detrás de si a decenas de miles. El Partido tenía entonces sólidas raíces entre las masas. Hoy no es lo mismo. En lugar de los miles de hombres quedan decenas; en el caso mejor, centenas. En cuanto a la dirección de centenares de miles, más vale no hablar de ello".

 Lo que ha permanecido, observa Stalin, es la influencia ideológica del Partido, su prestigio. Este prestigio es evidentemente superior al que existía antes de 1905. Pero "de por si la influencia ideológica está muy lejos de ser suficiente. De hecho la amplitud de la influencia ideológica choca contra lo limitado de nuestra consolidación organizativa". El resultado es una desconexión entre el Partido y las masas.

 Otro problema lo plantea el aislamiento de las distintas organizaciones del Partido. "Los periódicos existentes en el exterior (…) no ligan y no pueden ligar entre si a las  organizaciones esparcidas por toda Rusia, no pueden darles una vida única de Partido". Obviamente la situación no puede compararse a la existente en la época de los círculos. Hoy por lo menos existe una unidad ideológica de fondo. Pero, concluye Stalin, permanece una desconexión organizativa.

 ¿Como salir de esta Situación? Stalin avanza una serie de propuestas concretas. La primera consiste en la necesidad de centrarse en las reivindicaciones concretas de las masas, en situar en un primer plano los problemas que las amplias masas sienten como propios. Para esto hay que basarse en los comités de taller y de fábrica. A partir de esta rectificación será posible una nueva labor de reclutamiento para el Partido. La base de este reclutamiento debe estar en los elementos obreros más avanzados de los comités de empresa. Muchos de estos obreros deben de incorporarse, además, a los organismos dirigentes del Partido a nivel local. Es cierto, observa Stalin, que muchos de estos hombres, no tienen experiencia, y que su nivel ideológico y teórico es bajo, pero en esto los intelectuales que han permanecido fieles al Partido y en general los militantes más expertos, pueden resultar muy útiles ayudando a los nuevos militantes a través de cursillos, etc.

 De cara a la segunda cuestión, la desconexión existente entre las distintas organizaciones del Partido, Stalin observa que las conferencias periódicas del Partido y el periódico editado en el exterior ya no son suficientes para cohesionar a la organización, "Es posible unir a las organizaciones esparcidas por Rusia solamente sobre la base del trabajo común del Partido. Y un trabajo en común no es posible si la experiencia de las organizaciones locales no se remite a un único centro general desde el cual la experiencia generalizada del Partido se difunda hacia las organizaciones locales". La solución estriba en la creación de un periódico ilegal para toda Rusia que dependa del Comité Central del Partido y que se editará en el interior del país.

 Machaconamente Stalin insiste en estos conceptos en todos los escritos, artículos, resoluciones que escribe en este periodo. En un artículo de condena a Bogdanov (27 de agosto) plantea la necesidad de una Conferencia del Partido. En sus "Cartas desde el Cáucaso" (febrero de 1910), tras analizar la situación del Partido en Georgia observará que es mejor que en el resto de Rusia, con 300 militantes en el Partido y algunas posibilidades legales, insiste en la necesidad de una conferencia bolchevique, en la cuestión del periódico, en la necesidad de inspecciones periódicas del Comité Central. En una resolución del Comité de Bakú (enero de 1910) su propuesta se amplia aun más: pide que se cree un centro para el trabajo práctico en el interior, que el nuevo periódico dependa de este centro, que se creen órganos de prensa en las principales ciudades industriales.

 El 23 de marzo de 1910 la policía de Bakú le detiene y le reconoce a pesar de su documentación falsa. Es encerrado en la cárcel de Bailov y sucesivamente enviado a Siberia, a Solvicegodsk. Desde aquí escribe una carta al Comité Central reiterando la necesidad del centro en el interior y precisando que este centro debía depender del Comité Central.

 El 1 de junio de 1911 se reúne en Paris el Comité Central. La situación del Partido permanece extremadamente difícil, la actividad de los liquidacionistas, de los elementos "extremistas" (otzovistas y ultimatistas) agrupados alrededor del "Vperiod" de Trotski crean grandes dificultades. Los bolcheviques han realizado un bloque temporal con Plejanov (que se oponía a los mencheviques liquidacionistas) pero Lenin ha llegado a la conclusión de que ya han madurado las condiciones para una ruptura organizativa definitiva con el menchevismo y con todos los oportunistas.

 En Paris se decide aceptar la proposición de Stalin de una conferencia bolchevique. Se decide organizar una comisión organizadora de la conferencia en el interior. Se encargan de ello Rykov y Orgionikidze. Rykov es detenido a su llegada a Rusia pero Orgionikidze logra contactar en Bakú a Spandarjan y, posteriormente, a Stalin, que, tras escaparse de la "residencia obligatoria" de Vologda que se le había asignado después de cumplida su condena en Siberia, se escondía en el campo.

 Los tres georgianos logran organizar la comisión organizadora tras contactar a varias organizaciones del Partido, entre las cuales la de San Petersburgo. El 15 de enero de 1912 se abría en Praga la VI Conferencia del POSDR.

 Stalin no estuvo en Praga. El 9 de septiembre, en San Petersburgo, había sido detenido otra vez y encerrado en las cárceles de la capital, mientras estaba dando los últimos retoques a la preparación de la Conferencia. Pero aún encontrándose nuevamente en Vologda, condenado a una permanencia vigilada de tres años, y por lo tanto imposibilitado de asistir personalmente a la Conferencia, su presencia política en Praga es muy grande. Stalin ha sido el principal organizador de la Conferencia. Durante meses ha sido su principal animador, la ha pedido incesantemente.

 En Praga se adoptaron además todas las propuestas de Stalin. Se decidió crear el centro práctico en el interior y Stalin fue encargado de su discusión (integraban este centro también Sverdlov, Spandarjan, Orgionikidze y Kalinin) Se decidió también crear el periódico en el interior (la "Pravda") y se decidió que Stalin asumiera su dirección. Para que Stalin pudiera asumir todas estas tareas se decidió que Orgionikidze, después de la Conferencia, fuera a Vologda y organizara la fuga de Stalin de aquella localidad.

 La Conferencia de Praga marcó el nacimiento del Partido bolchevique como partido político independiente también en el plano organizativo. Sobre la Conferencia de Praga, Stalin escribiría años después: "Aquella Conferencia tuvo una importancia muy grande en la historia de nuestro Partido, pues trazó una línea de demarcación entre bolcheviques y mencheviques y unificó las organizaciones bolcheviques de todo el país en un único partido bolchevique".

 La Conferencia de Praga, por fin, decidió la cooptación de Stalin al Comité Central del Partido.

 Queremos detener aquí un instante nuestro relato para hacer algunas consideraciones de fondo acerca del papel de José Stalin en la historia del Partido bolchevique y del movimiento obrero ruso.

 Todas las biografías burguesas de Stalin, que tienen su base "documental" en los relatos de Trotski y en las "interpretaciones" de éste ultimo, insisten machaconamente sobre un punto: Stalin seria una figura "gris", un hombre de segundo plano dentro del Partido bolchevique antes, durante y después de octubre por lo menos hasta la muerte de Lenin. Siempre según estas interpretaciones, Stalin ascendería repentinamente al poder en el curso de los años veinte, "sorprendiendo" con este ascenso repentino a sus mismos adversarios.

 Naturalmente estos "historiadores" para sustentar sus tesis encuentran algunas "dificultades": Stalin fue, por lo menos a partir de la Conferencia de Praga una figura de primer plano en el Partido, y antes había sido un dirigente destacado del movimiento obrero y del bolchevismo georgiano. En realidad -hemos seguido su historial político desde sus comienzos- el ascenso de Stalin dentro del Partido no fue nada "repentino": pocos dirigentes bolcheviques de la época de Octubre habían tenido una actividad militante tan rica, ocupando en el Partido cargos a todos los niveles, desde sus primeros pasos en una organización local, hasta ocupar una posición dirigente a escala regional y, posteriormente, en esferas dirigentes del Partido.

 Alrededor de la figura de Stalin se ha creado en los últimos años un clima tan irracional, de agresión tan salvaje, que historiadores y académicos muy prestigiosos (gentes que se sentirían muy avergonzadas por equivocar en un día la fecha de algún episodio medio desconocido de la historia medieval) se sienten autorizados para proporcionar con la mayor seriedad las interpretaciones más fantasiosas, increíbles manifestaciones falsas, de la historia contemporánea, cuando el protagonista es José Stalin. Cuando se trata de Stalin, personas acostumbradas a las más sutiles disquisiciones políticas se abandonan directamente al insulto y a la tergiversación infundada.

 Creemos que nadie puede dudar, independientemente de su posición política e ideológica, que Stalin ha sido un personaje central de la historia contemporánea. Una biografía, escrita con criterios científicos, debería explicar por qué razones sus particulares actitudes, orientaciones, ideas, capacidades, a medida que se han ido formando, han coincidido de una manera profunda con las necesidades de un partido, de una clase social, de un pueblo, de un país, de una época a escala internacional, hasta destacarle a una posición de primer plano en la Historia.

 Pero, como hemos visto, la mayor preocupación de muchos de los biógrafos de Stalin, es demostrar que este hombre era una nulidad, un hombre "gris", poco "brillante", una figura de segundo plano en el Partido.

 Para cumplir con este empeño estos biógrafos han tenido que abandonar el terreno firme de las explicaciones políticas y del rigor científico y escoger el camino turbio de una pseudo ciencia "psicológica". Stalin era poco inteligente, pero "astuto". Era un hombre "gris", pero en la sombra iba trabajando. El hecho de encontrarse postergado en el Partido había desarrollado en él una extraordinaria ambición. Nadie le veía, y de esta forma organizaba complots. De esta forma, totalmente fantasiosa, los mismos elementos que hacen inaceptable la versión que se nos ofrece se convierten en la base de la argumentación. Lo que hace verosímil lo increíble es una figura mítica, inexistente en la realidad, pero cuya existencia se da por sentado, el protagonista de una delirante novela negra, un personaje de pesadilla, al cual, en cuanto protagonista de una novela (de una obra de fantasía por lo tanto), se pueden atribuir los actos que se quieran para el fin que se quiera. Los biógrafos de Stalin se convierten así en los autores de una compleja obra de reconstructores, no ya de su figura, sino de los hechos en función de una figura ya determinada de antemano, de un fantasma cuya existencia quieren afirmar a toda costa.

 La leyenda del Stalin "gris", hombre de segundo plano hasta la muerte de Lenin, es la idea fija, el eje, de todos los relatos de los biógrafos burgueses de Stalin, idea fija que éstos recogen directamente de Trotski, y "desarrollan" con los argumentos -es el caso de decirlo- mas extraordinarios. Para Robert C. Tucker, en su "Stalin el revolucionario "en el momento de la muerte de Lenin, Stalin era un hombre "tratado con cierta condescendencia en las altas esferas del Partido" (en ese momento Stalin era ¡Secretario General del Partido!) Las mil páginas de "Stalin" de Adam B. Ulam, un conocido profesor de la Universidad de Harvard, consisten en el relato de una alucinante serie de complots a través de los cuales Stalin se apodera del "poder" en el Partido. Que Stalin pronuncia el discurso conmemorativo de Lenin en su funeral, es porque Trotski se encontraba de viaje y Stalin le había comunicado una fecha equivocada para la ceremonia. ¿Lenin encarga a Stalin el tratado sobre las nacionalidades? Es porque no tenía a otro "georgiano" o "ucraniano" disponible en ese momento. ¿Stalin entra en el Comité Central? Por algunas "circunstancias" no había otros de quienes echar mano.  Isaac Deutscher, un trotskista autor de la parte dedicada a Stalin en la Enciclopedia Británica (es curioso que esta "erudita" obra de la ciencia burguesa se dirija a un trotskista para una información "objetiva" sobre Stalin) hablando del Octubre de 1917 escribe: "a Stalin le hacían sombra no solamente L.D. Trotski… sino también G. E. Zinoviev, A. V. Lunacharki, A. Kollontai y otros lideres bolcheviques de menor importancia". De todos los nombres citados por Deutscher el único que hubiera estado durante largo tiempo en el Partido antes de la revolución de febrero es Kamenev que fue, como todos sabemos, un tozudo opositor de Lenin y de la línea prevaleciente en el Partido en todo lo que va desde febrero hasta octubre de 1917. Trotski era un hombre que había ingresado en el Partido después de la revolución de febrero. Alexandra Kollontai había sido miembro muy conocido del Partido menchevique hasta pocos meses antes de la revolución de febrero. Lunacharki había abandonado el Partido con la fracción de Bogdanov desde hacía diez años. Pero éstos, según Deutscher, eran los líderes del Partido bolchevique.

 Este afán por afirmar que Stalin era una figura de segundo plano en el Partido hasta la muerte de Lenin, corresponde en realidad a un preciso objetivo político e ideológico. Con ello se pretende desdibujar la unidad profunda que siempre existió entre Lenin y Stalin y la total identificación que existió, durante toda su vida, entre Stalin y el leninismo. Además se pretende insinuar la idea según la cual, Stalin fue un cuerpo extraño en el proceso revolucionario ruso, que no fue un ardiente revolucionario comunista, sino un burócrata que penetró en las filas del Partido para alcanzar fines no bien identificados, y que en el Partido aprendió mañas y trucos para afirmarse en la fase post-revolucionaria, es decir, en una fase "más burocrática". A los autores de semejantes inventos poco les importa la evidencia de que Stalin fue, durante toda su vida, un combatiente de primera fila, un hombre forjado en el combate diario entre dificultades inmensas, cuya personalidad resulta claramente, de los hechos y de los documentos, como radicalmente opuesta a tales tergiversaciones. Esto, a los biógrafos burgueses de Stalin, no les importa nada.

 Es curioso observar que los biógrafos burgueses de Stalin esgrimen en contra de él, el que fuera esencialmente un excelente organizador (un "hombre de los comités" como ellos dicen) y de ello deducen directamente que no fuera una figura muy importante. Stalin, se dice, no era, como fueron otros, un brillante orador y escritor. Ello es totalmente falso porque Stalin fue un teórico profundo y un escritor prolífico y eficaz. Sus escritos no tienen tal vez la calidad literaria de los escritos de Marx o de Lenin, pero es un prejuicio de intelectuales el que los grandes hombres políticos tengan que ser también grandes literatos. Pero lo que no se puede soslayar aquí es la cuestión de lo que significaba ser un buen organizador en el Partido de Lenin.

 En la visión pequeño-burguesa, el ser buen "organizador" comporta una serie de cualidades "burocráticas". Ser un "revolucionario" supone por el contrario una actitud vagamente anárquica ante la vida y la sociedad, una incurable tendencia al desorden, una aspiración destructiva más que constructiva, en fin, todo menos el espíritu práctico-organizativo. No hace falta mucho para demostrar que esto no tiene nada que ver con la concepción leninista. La realidad es que Stalin, en cuanto dirigente, fue un producto orgánico del Partido leninista, y su característica de organizador práctico del Partido y de sus luchas durante un largo periodo, junto con sus capacidades naturales, hizo de él un dirigente del bolchevismo, un cuadro de la escuela de Lenin.

 Pocos autores ponen de relieve que en la Conferencia de Praga se produce una profunda renovación en la composición del centro dirigente del Partido. Con la Conferencia de Praga pasan a un primer plano una serie de cuadros que han destacado no tanto en las batallas teóricas (batallas cuya importancia nadie disminuye), sino en el trabajo de organización del Partido al frente de las organizaciones locales. Estos cuadros, en los años anteriores habían desempeñado un papel de fundamental importancia también en el terreno político e ideológico trabajando "oscuramente" para vincular a Lenin (que hasta la victoria tuvo que permanecer en el exilio o en la clandestinidad) con la masa viva del Partido. Incluso podemos decir que en el curso de estos años, en la dura, terrible y, a veces, agotadora batalla de Lenin en los organismos dirigentes del POSDR, la victoria de las Posiciones leninistas fue asegurada por Stalin y algunos otros cuadros periféricos que conquistaron para las posiciones bolcheviques muchas organizaciones locales. La Propaganda trotskista siempre hizo gran hincapié sobre las características del "oscuro dirigente de una organización local" de Stalin, de este "hombre del aparato" contraponiéndole a los "brillantes oradores" y "escritores de valor" del centro del POSDR. En realidad, mientras Stalin batallaba en una "oscura organización local" por el Partido leninista una pléyade de "escritores", entre ellos Trotski, daba rienda suelta a sus "brillantes" plumas en la nueva "Iskra" o en "Vperiod", en contra de Lenin.

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