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Los caminos de la paleoantropologia (página 2)



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En un principio Dubois denominó Anthropopithecus erectus a los restos que había hallado, fue hasta 1893 cuando considerando los restos como missing link (eslabón perdido), según la denominación de Haeckel, decidió darle el nombre de: Pithecanthropus (Leakey y Lewin 1992). El mismo Dubios admite que "solamente los profesores Manouvrier de Paris y Marsh en E.U. admitieron la posibilidad de que los restos fueran una forma en transición entre el hombre y los simios […] Sin embargo, no hay duda que los huesos fósiles pertenecieron a una forma que tenía una postura erecta" (Dubios 1896: 244) y esta característica es propia del ser humano o de un eslabón en la evolución hacia el hombre según Dubios.

Aunque Dubios considera que el Pitecanthropus mantiene mayor similitud con otros primates no humanos que con el H. sapiens dice: "La principal cuestión que tuvimos que decidir fue, si el cráneo era humano o no. ¿Cuál sería el criterio de un cráneo humano? ¿Cuál sería el criterio de un cráneo de mono?¿Cómo pueden ser diferenciados?" (Dubois 1896: 253). Era evidente un desarrollo del cerebro, pero con una morfología craneal muy primitiva. Por la relación evolutiva de la estructura cerebral entre el hombre y los otros primates es evidente que "el hombre y el Pithecanthropus descienden de un ancestro común primitivamente simiesco" (Dubois 1924: 106). En opinión de Dubois "H. solonensis y H. rhodesiensis (junto con Sinanthropus) son los más importantes de todos lo fósiles conocidos del hombre, porque ellos representan los tipos más primitivos de la especie H. sapiens, a la cual pertenecen todas las razas de hombre vivos en el presente" (Dubois 1937: 106). Dubios es contundente: el "Pithecanthropus no fue un hombre" (Ibidem). Por lo que se denominó como parte de un nuevo género: "el nombre erectus fue dado a la especie sobre la cuenta de la estrecha similitud humana de la forma del fémur, la cual implica una posición y andar erecto" (Ibidem). Lo que Dubois está determinando como humano son una serie de características del cráneo, primordialmente el tamaño del cerebro y la gracilización del cráneo, porque toma en cuanta que pertenece a una línea que se continúa hasta los H. sapiens. Debido a que el desarrollo cerebral no se ajusta al propio del ser humano, los Pithecanthropus en el juicio de Dubios no son humanos. La característica del bipedismo y caminar erecto son características insuficientes para ser conceptualizado como ser humano. Ello resulta elemental si consideramos que las aves son bípedas y que los humanos aún que no lo fuesen su vivencia cultural es lo más sobresaliente. Ambas ideas hacen que para Dubois el P. erectus sea el eslabón perdido que había estado buscando.

El cambio en la denominación de Pithecanthropus erectus a Homo erectus hizo patente el carácter humano de esta especie en oposición con lo que Dubois planteó. La nueva denominación lo sitúa como una especie fundamental de la evolución humana. A tal grado llegó la importancia del nombre Homo erectus que en ocasiones una serie de restos han sido incluidos en esta especie, como el H. habilis y el H. soloensis (Howells 1966). Los Homo erectus son la especie de ancestros humanos que más amplio aspecto de tiempo han tenido. Existieron desde hace aproximadamente 2 millones de años hasta cerca de hace 700 000 años. Son un ejemplo de cómo una especie puede poseer un intervalo de existencia como unidad y al mismo tiempo como proceso evolutivo que deriva en la diversificación. En esa diversificación, directa o no, se encuentran muchas especies como Homo heilderbergensis, Homo antecesor, Homo neandertalensis y nosotros, Homo sapiens. En una primera aproximación Dubois no propone mucho al concepto hombre. Desde su perspectiva confirma la existencia del eslabón perdido, lo encuentra con una combinación de rasgos primitivos y modernos; un cerebro poco desarrollado, pero con una postura erecta. Sin embargo, es precisamente la denominación que hace de Pitecanthropus erectus lo que indica el concepto que podemos obtener. Al no ser un Homo por su reducido cerebro la conclusión es directa: el hombre está definido, en parte, por el tamaño del cerebro. Aún cuando no incluye la denominación de alalus, propuesta por Haeckel, considera esa característica como propia del Pitecanthropus. Esta premisa conceptual hace del lenguaje una característica propia del ser humano actual en la naciente paleoantropología. Los puntos principales del concepto hombre en Dubois son el cerebro y el lenguaje, además la posición erecta, pero que comparte con no-humanos.

Ante el descubrimiento del Pithecantropus la sociedad científica se dividió en la interpretación de los restos fósiles; aquellos que los aceptaron como el eslabón perdido y quienes los consideraron como idiotas microcéfalos o producto de una cruza entre simios y hombres (Leakey y Morris Godall 1973). Pero en términos generales los descubrimientos fueron ignorados y una serie de restos fósiles que Dubios había hallado los mantuvo escondidos hasta 1923 que los mostró a Alei Hrdlika y H.H. Mc Gegor. No obstante los restos del Pitecanthropus siguieron siendo de poca importancia. Fue hasta 1938 cuando Koenigswald y Weidenreich identificaron las semejanzas entre los restos del hombre de Pekín (Sinanthropus pekinensis) y los descubrimientos de Dubois cuando contaron con reconocimiento. Ahora fue Dubios quien no dio importancia a esta relación, consideró que entorpecía más que ayudar a establecer el lugar del hombre en la naturaleza. El Pitecanthropus no sería en dicho caso un hombre-mono y por lo tanto el deseado eslabón perdido. Poco tiempo después Dubios murió (Reader 1982), pero dejó como herencia intelectual claridad en la idea de que el hombre se conceptualiza por su capacidad cerebral y el prejuicio del eslabón perdido. Esta idea es dominante en la época. El fraude de Piltdown es un ejemplo palpable. La propuesta de Keith de un Rubicón cerebral, un ejemplo más.

Por lo que vemos, a finales del siglo XIX la paleoantropología esta en la posibilidad de dar formar a un concepto de hombre. Cuenta con una teoría explicativa y restos fósiles que prueban la evolución humana. Sin embargo, el concepto no se desarrolla. Para principios del siglo XX la teoría evolutiva había dejado de ser un referente importante. La naciente genética (tras el re-descubrimiento de los planteamientos de Mendel) toma su lugar y da paso a ideas lamarckianas. Así que los diversos descubrimientos sólo aportaron restos, pero no produjeron interpretaciones fructíferas. Entre los descubrimientos importantes tenemos al Homo heildelbergensis en 1907 y al neandertal de la Chapelle-Aux Saitns en 1908 (Leakey y Morris Godall 1973, Arsuaga 1999).

También a finales del siglo XIX Dilthey elabora una división entre las ciencias naturales y las ciencias del espíritu o de la cultura como denomina Copleston (1982). Las ciencias de la cultura están unidas a la parte interior, psíquica, a todo aquello que es parte de lo sensible. A través de la perspectiva histórica que desarrolla Dilthey identifica que el hombre es un ser primordialmente histórico y que puede llegar a conocerse en su historia. Aunque éste conocimiento nunca llegará a ser completo. El estudio del pasado implicaría, en éste conocerse, un contacto con las experiencias, las actitudes, los valores e ideales del pasado (Copleston 1982). Como todo trabajo de pesquisa histórica, siempre existen hiatos que pueden ser llenados, precisiones que pueden proponerse. Con la idea del eslabón perdido, en evolución se integra esta concepción histórica de lo humano.

El filósofo y filólogo del siglo XIX; Nietzsche, tiene una influencia que se ha diseminado en el siglo XX, primordialmente a partir de Freud, Heidegger, Sartre y las corrientes posmodernas. Afortunadamente Nietzsche va más allá de la moda hasta sostenerse por la profunda descripción de la época y modo de vida contemporánea. Nietzsche considera que la vida humana posee dos características divergentes, una basada en el elemento dionisiaco que es capaz de romper todas las barreras y uno apolíneo que se restringe a la medida de los límites. Por ello el hombre es un ser moldeable en uno u otro sentido. Nos caracteriza una viva lucha de contradicciones, una imperiosa furia y control. Es esa absoluta contradicción una condición de lo humano. Además Nietzsche explica la vida humana regida por una voluntad de poder que por consecuencia abarca todos los ámbitos de la vida humana. Nietzsche propone el superhombre, así el hombre se convierte en un medio, no en un fin, una cuerda entre el animal y el superhombre. El superhombre sólo es posible por la trasformación de todos los valores, superar la moral del rebaño e ir más allá del bien y del mal (Copleston 1982). Si concebimos al se humano como eslabón entre el ser animalesco y aquel que puede superarse por una construcción humana, consideraríamos la constitución de una noción de ser humano propia del siglo XIX. Es una profunda noción del ser humano que transita, como proceso evolutivo, tomando distancia de su pasado ancestral, acercándose a una propuesta de ser humano. Más siempre con ambas naturalezas propias de sí mismo. No es una noción de unidad de contrarios, sino de contrarios donde uno y luego el otro impera, se alternan. Nietzsche influye en el siglo XX en parte por Freud, pero el mismo Freud tiene su propia posición filosófica. Para Freud la vida humana gira alrededor de un núcleo que es el amor, pero con la constante confrontación entre el Eros (el amor) y el Thanatos (el instinto de muerte). Esto es, las pulsiones del lívido sexual o pulsiones de vida en oposición a la pulsión de muerte, el carácter del hombre de ser lobo del hombre. Por eso con Freud la cultura es reguladora. "La cultura designa la suma de las producciones e instituciones que distancian nuestra vida de nuestros antecesores animales y que sirve a dos fines: proteger al hombre contra la naturaleza y regular las relaciones de los hombres" (Freud 1930: 83). Así con Freud "el sentido de la evolución cultural ya no nos resultará impenetrable: por fuerza debe presentarnos la lucha entre Eros y Tanatos" (Ibidem: 113). Freud dice que existe un yo (creación cultural y por tanto reprimida) y un super-yo (que está más allá de la creación cultural y posiblemente sin su influencia, y que es crítico del yo). La cultura sirve para regular esta contradicción interna del hombre (Freud 1930).

Con Freud el concepto de ser humano encuentra su nicho en la mente. Aquello que la paleoantropología no ha logrado explorar es propuesto ahora por el psicoanalista. Si Darwin había construido la primera historia explicativa del ser humano en términos evolutivos, con Freud nos encontramos con la primera desde la perspectiva mental. Considero que asistimos a la primera hipótesis sobre la evolución de la mente que después será uno de los caminos más transitados por la paleoantropología.

En pleno desarrollo se encontraba la reflexión sobre el ser humano cuando nos enfrentamos a un camino oscuro y cerrado de la paleoantropología: El fraude del hombre de Piltdown. Veámoslo por su importancia histórica.

En 1912 Dawson anuncia el descubrimiento de los fósiles de Piltdown los cuales causaron una gran sensación (Leakey y Godall 1973). El hombre de Piltdown es sumamente importante pues se establece con gran fuerza por un grupo de científicos reconocidos. Entre ellos tenemos a Sir Roy Lankester, Dr. Ducworth, Sir A. Keith, Sir G. Elliot Smith (Howells 1959). Los restos generan más problemas de interpretación que soluciones para la comprensión de la evolución humana. La causa por la cual se aceptaron tiene relación con el concepto de evolución humana y el de hombre que se tenía. La principal característica reconocible de los restos, para ser clasificados como humanos, es el tamaño del cerebro. La gran cantidad de neandertales descubiertos y principalmente el hombre de Cro-Magnon eran un índice del valor del cerebro en la evolución humana. Ya lo había mencionado Darwin y era patente en el juicio de Dubois. En éste sentido el hombre de Piltdown se ajustaba a las características necesarias para ser tomado como restos fósiles importante. Pues poseía una caja craneana con las mismas dimensiones del hombre moderno Además los restos fósiles son ingleses lo que ubicaba el origen de la humanidad en Europa y más específicamente en Inglaterra que estaba a la punta de la investigación paleoantropológica.

La primera investigación de los restos se realizó el 18 de diciembre de 1912. El informe de esta reunión se publico en abril de 1913 (Leakey y Godall 1973). Una gran cantidad de investigadores dieron poco valor a los restos: Boule (Francia), Mollison (Alemania), Gioffrida-Rugger (Italia), o sólo tomaron como auténtico al cráneo: Gregory (EU), Gerrit Milleer (EU) y Friederichs (Francia). Tantas peculiaridades y precisiones tienen que ver con el celoso cuidado de los restos y al final con lo fraudulento de los mismos.

El cráneo fue denominado Eoanthropus dawsoni. Pero en realidad era la asociación de un cráneo humano y una mandíbula de mono, posiblemente un orangután (Le Gros Clark, 1963). Tanto el cráneo como la mandíbula eran contemporáneos, pero tratados para parecer fósiles y parte del mismo individuo (Leakey y Morris Godall 1973). El fraude de Piltdown fue aceptado y dudosamente tomado en cuenta por cerca de 40 años hasta que en un Boletín del Museo Británico de Historia Natural, el 21 de noviembre de 1953, el caso de Piltdown fue científicamente desenmascarado como: "una gigantesca y cruel burla" (Leakey y Morris Godall 1973: 90, Reader 1982). Esto es sólo un ejemplo de hasta donde pueden llegar los prejuicios en la validez de datos en la paleoantropología. Lo cual se justifica porque los restos no estaban sujetos a todo aquel investigador que deseara estudiarlos. La importancia del hombre de Piltdown dominó los años 20s. Al mismo tiempo en los años 20s la actividad cultural relacionada con las artes se desarrolla por un proceso de auto observación, un vistazo sobre sí misma. La representación no consciente del mundo quedó de lado. Las formas tradicionales quedaron desintegradas y se buscaron nuevas estructuras que se desarrollarían según una idea claramente preconcebida. Lo mismo ocurrió en Viena con el llamado positivismo lógico cuyos presupuestos comenzaban por dejar de lado toda metafísica y exigir que cada enunciado se expusiera de modo formal o fuera contrastable empíricamente o por el contrario carecía de sentido. Tenían como meta desarrollar una teoría de la significación y pasar todo por el filtro de la verificabilidad. Además el positivismo lógico muestra una reverencia a las ciencias naturales y la filosofía sólo sirve para aclara términos (Copleston 1982, Magee 1986). Aparentemente contrario con esta postura filosófica y guiado por un prejuicio general de la comunidad científica encargada del estudio de la evolución humana valida los restos de Piltdown. Aunque rompían un esquema al incluir restos que no se ajustaban a la filogenia posible, si se ajustaba con la idea preconcebida sobre la importancia del cerebro. Podemos decir que la concepción de hombre dominó los datos empíricos y los ajustó a sus necesidades (Reader 1982).

En la época el ser humano por su posibilidad de un desarrollo cognitivo y de conciencia supera cualquier restricción puramente animal. Los restos de Piltdown que poseían una mandíbula explícitamente primitiva, pero un cerebro aparentemente evolucionado, justificaron las precondiciones de lo humano.

La primera mitad del siglo XX muestra una particular explicación de los restos fósiles cuya causa está relacionada al concepto hombre y su evolución. La justificada importancia que se dio al cerebro hizo posible aceptar los restos falsos de Piltdown y rechazar los ahora aceptados Autralopithecus. La proliferación de fósiles y la cantidad de especies dio forma a un árbol filogenético sumamente complejo (como se observa en el trabajo de Keith de 1931), pero cuya interrelación mostró la necesidad que tenía de la teoría evolutiva que se estaba desarrollando en biología. La gran cantidad de restos fósiles (como puede verse en Howells 1944) provocó que el concepto sobre el ser humano fuera una necesidad palpable en los trabajos que lo definen. Las definiciones se desarrollaron desde perspectivas basadas en su propiedad de elaborar herramientas, y que después daría paso a su característica de poseer lenguaje.

Voy a mencionar a tres filósofos sumamente importantes en particular con relación al lenguaje: Heidegger, Cassirer y Wittgenstein. Estos autores ya han heredado la influencia conceptual señalada en paleoantropología por Haeckel, la relevancia del lenguaje para hacernos seres humanos.

Heidegger es un filósofo influyente y reconocido, su influencia en relación con el lenguaje se deja sentir hasta nuestros días. La primacía que da al lenguaje en su estudio del ser propicia anunciar que es el lenguaje la morada del ser. No que sea el ser en el lenguaje, sino que es el único modo de aproximarse al ser, y en éste sentido al ser del hombre. Heidegger busca un regreso a la pregunta por el ser, por el significado del ser. Con esta cuestión por el ser Heidegger busca explicar a todos los seres, pero no llega más allá del hombre, capaz de reflexionar por el ser. El hombre es tal porque en su seno está el ser. El hombre es el custodio del ser, el pastor del ser que se hace patente en el lenguaje y en el pensamiento del hombre (Copleston 1982, Hirschberger 1993, Steward 1997). Filosofo neokantiano, Ernst Cassirer reconoce el desarrollo de la antropología filosófica por parte de Max Scheler. Publicó la Filosofía de las formas simbólicas (1923-1929) en la que el hombre está definido por el uso de símbolos. El hombre es el creador de un nuevo mundo a través del lenguaje, éste mundo es el cultural. El hombre será unificación de las formas simbólicas del mismo, somos por ello un Homo simbolicus (Copleston 1982). Hace patente el lugar de la antropología filosófica que se cuestiona por el ser humano en cuanto tal, que plantea que somos nosotros mismos el objeto de nuestras más importantes y necesarias reflexiones.

Wittgenstein inicia su aproximación al lenguaje desde las proposiciones. Para Wittgenstein la verdad de una proposición no se adquiere por el análisis de su significado, sino por la comparación con la realidad, con los hechos empíricos. Lo que puede ser dicho, puede serlo claramente, de lo que no se puede decir con claridad hay que callar. Según Wittgenstein al decir algo sobre el "sujeto yo" el resultado es la transformación a la condición de objeto. La tarea de Wittgenstein es establecer la teoría de aquello que puede ser expresado por el lenguaje, por lo tanto de lo que puede ser pensado. La posibilidad de deslindar en el lenguaje sobre que puede y sobre que no se puede hablar. En términos de la epistemología Wittgenstein concibe al mundo configurado por el pensamiento, pensar es figurar los hechos del mundo. Por ello entre el pensamiento y el mundo hay algo común, difícil de rescatar, pero cuya existencia es innegable. Esto es, la relación entre el hecho (una proposición) y otro para que el primero sea símbolo del segundo. Wittgenstein se enfrenta a tres problemas: qué ocurre en la mente cuando se usa el lenguaje para significar algo, la relación entre el lenguaje y lo que es la referencia de éste y el uso de las proposiciones para que expresen la verdad. En Investigaciones filosóficas Wittgenstein dice que la filosofía sólo puede describir al lenguaje y no debe interferir en su uso real. Para Wittgenstein una palabra no necesariamente hace referencia a una esencia o un significado único, lo importante en ella es el uso que se le da en el lenguaje ordinario. La influencia de Wittgenstein es explicita en la filosofía del lenguaje, como en el caso de Ryle, Austin y Searle. Por ejemplo con Ryle el lenguaje es una interpretación, por lo que no puede usarse para decir la verdad (Copleston 1988, Muñoz y Reguera 1999).

Estos tres autores producen distintas tendencias filosóficas. La diferencia más clara está entre Heidegger y Wittgenstein, el primero con influencia en posturas filosóficas como las de Gadamer, Foucault y las corrientes posmodernas, el segundo tiene mayor influencia en la filosofía del lenguaje y la mente, más próximos a las ciencias cognitivas. Sin embargo, ambos coinciden en la importancia del lenguaje como referencia a la realidad y característica exclusiva del ser humano. Creador de un mundo simbólico, como dice Cassirer. Su ubicación en esta sección está acorde con la gran influencia que tienen en el pensamiento, del mismo modo en que Keith influye en la paleoantropología.

Autoridad en paleoantropología Keith publicó New Discoveries Relating to the Antiquity of Man (1931) que es un complemento de su libro Antiquity of Man. Con Keith asistimos a la clara definición del ser humano por el tamaño del cerebro "El hombre es lo que es por su cerebro"[20] (Keith 1931: 33). Esta posición de Keith se hará famosa como el Rubicón cerebral. La noción que existe un límite en el tamaño del cerebro que una vez cruzado se puede considerar propio del ser humano, previo al límite nos encontramos con formas primitivas.

Por una parte el Rubicón cerebral es resultado de la búsqueda de la objetividad científica en el estudio de la evolución humana. Su postura es el resultado de la comparación biológica del hombre con otros primates, dice: "el cerebro del hombre es muy superior a la de todos los otros primates, ha hecho al hombre del animal dominante del mundo, el problema esencial de la evolución del hombre es la notable expansión de su cerebro – en tamaño, en complejidad y en el poder[21](Ibidem: 53). Aquí Keith demuestra que considera al cerebro el sistema más importante para definir al ser humano por las capacidades que proporciona y que relaciona con el tamaño.

El cerebro, en el contexto de la investigación paleoantropológica, será más que un órgano para convertirse en el lugar donde lo humano reside. Dicho por Keith: "que es lo que hace que el cerebro humano se sometiese a este incremento inicial notable no sabemos, pero está justificada la elaboración de la conclusión de que la humanidad del cerebro se determina durante la infancia y que mucho antes de los primeros molares permanentes aparecen el tamaño adulto de un cerebro"[22](Ibidem: 68). Keith propone un tema que la paleoantropología solo ha abordado de forma distante. Esto es; ¿de qué forma el desarrollo infantil hace possible el proceso evolutivo de la especie? La cuestión de hasta qué punto la ontogenia es el proceso que crea la filogenia[23] Incluso para Keith el cerebro puede servir como un marco de referencia en la distinción de los grupos étnicos: "Cuando buscamos entre las razas humanas conocidas, tanto vivos como extintos, por los representantes más cercanos de la gran cerebro, largo, tipo fuerte de cara que trajo la cultura Auriñaciense" [24]Ibidem: 386). Lo que hace Keith es buscar un referente biológico para comprender las diferencias entre los seres humanos. Como para Keith el conocimiento constituye el modo de vida, lo ubica en el cerebro y considera que está relacionado con el tamaño. Con el tiempo se ha demostrado que no es el tamaño cerebral lo que determina sus capacidades y desarrollo cognitivo, sino la plasticidad y conexiones neuronales que le constituyan. Para Keith por el tamaño del cerebro pueden compararse los restos fósiles y determinar si son o no humanos. Como lo muestra Keith al decir: "la humanidad final del Pithecantrhopus fue establecida por el cerebro fundido tomado del cráneo; su patrón de convoluciones es humano, no antropoides […] El descubrimiento en Trinil planteó la pregunta: ¿Qué es un hombre? Mientras que en Taung: ¿Qué es un mono? " [25]Ibidem: 87). Así históricamente se da relevancia al descubrimiento de Dubois y en la época se demerit la importancia evolutiva de los Australopithecus recien descubiertos en Taung por Dart.

En terminus de nuestra concepción de lo humano esto significa que el hombre está determinado por la evolución del cerebro: "debemos asumir que la evolución humana se ha desarrollado a un ritmo rápido para transformar un cerebro como el de Sinanthropus en el gran órgano que se encuentra en hombre de La Chapelle en el curso de 200 000 años" [26]Ibidem: 290). El tamaño del cerebro es el único índice con el que cuenta para conocer lo propio de nuestra especie: "Estaremos en condiciones de analizar la mentalidad de esas formas ancestrales y saber que se nos presenta sólo por los cráneos fósiles fragmentarios" [27]Ibidem: 482).

Si bien Keith reconoce características como el bipedismo y la habilidad manual, busca en el cerebro el lugar donde identificar tanto lo estructural como lo psicológico en una interdependencia: "Hemos llegado demasiado lejos, sin embargo, para tener la certeza de que el hombre es lo que es por su cerebro, su peculiar pie, su mano hábil y su postura erguida no son más que accesorios humanos. El problema central de la evolución del hombre es el aumento de su tamaño del cerebro y de la complejidad. Sabemos las manifestaciones mentales del hombre moderno; sabemos que el tamaño y el patrón de circuvoluciones de su cerebro, tenemos razones para creer que estos dos aspectos de su cerebro-la estructural y psicológica-son interdependientes" [28](Ibidem: 468).

Aquí vemos a Keith en la búsqueda de concordar con la postura de Malinowsky quien provee de una influencia general en las ciencias humanas. Malinowsky es el formulador de la antropología en las primeras décadas del siglo XX. En Malinowsky tenemos una explicación antropológica completa del ser humano ligada con la cultura, mientras que Keith sólo tiene para ello su argumento ligado al tamaño del cerebro. Para Malinowsky el hombre se define por los roles, las funciones y posiciones en los actos de su actividad social. El hombre es tanto un animal social como psicológico. El hombre es una combinación colectivista e individualista. También da una nueva concepción al término cultura, pues no sólo serán artefactos, mercadería, procesos técnicos, ideas, hábitos y valores, también está incluida la organización social. Estas diversas categorías principales de la cultura se originan al mismo tiempo. El funcionalismo de Malinowsky busca comprender la cultura, descartar los prejuicios, cualquier acción está relacionada con satisfacer alguna necesidad básica. La cultura es algo que esta por encima de lo biológico, el mecanismo es la adaptación de las instituciones (como la familia) a sus funciones (Horowitz 1974).

En el trabajo de Keith se encuentra claridad en su concepto, los índices fósiles tienen una relación con lo que se dice de ellos y sus ideas poseen una congruencia interna al mismo tiempo que lo hacen con la teoría evolutiva, cuyo desarrollo en la Síntesis Evolutiva aún estaba por venir. Para cuando Keith escribió este libro, había validado los restos del Eoantropus dawsoni, que se ajustaba a su concepto hombre según un cerebro desarrollado junto con rasgos simiescos de la mandíbula y de hecho había elaborado una reconstrucción de dicho fósil. Sin embargo, su concepto del cerebro como fundamental es de gran influencia y nunca ha dejado de ser importante para definir a los homínidos.

En 1949 Keith juzga el carácter humano según un rubicón cerebral (Keith 1949: 205) acorde a la idea de su anterior libro, donde plantea la importancia del cerebro para determinar la "humanidad" de los restos fósiles. Basado en la idea de que lo característico del hombre es su volumen cerebral. El Rubicón cerebral nace de hacerse la pregunta: "¿Cómo le va a ser posible introducir en una continuidad de naturaleza anatómica, un orden de corte psíquico que le permita fijar el momento en que un ser que puede llamarse hombre hace su aparición sobre la tierra?" (Piveteau 1968: 120). La respuesta fue establecer una capacidad mínima cerebral, esto es el rubicón cerebral, que se establece con un valor límite de 759 cc (Keith 1949). Eso quiere decir que quienes poseen mayor volumen son considerados humanos. Por ello acepta lo humano de los Pithecanthropus y lo niega a los Australopithecus. Si recordamos ya desde Lyell y resaltó con Darwin, el cerebro es una característica cuya asociación con el concepto de humano. El trabajo de Dubois y la clasificación del Pithecenthropus apoyaba la postura. En el trabajo de 1931 de Keith ya había insistido en la importancia del cerebro. En su trabajo de 1949, Keith propone el rubicon cerebral. Sin embargo, Keith no se reduce a esto su concepto, sino también lo asocia con la idea de naturaleza humana: "La naturaleza humana es un producto de la evolución y también se ocupa en el proceso de la evolución" [29]Keith 1949: 1). Lo que pudiese reconocer como naturaleza humana resulta del proceso evolutivo, al mismo tiempo, la naturaleza humana influye en la evolución.

El concepto de naturaleza humana Keith lo tomó de Hume. Por lo que Keith se establece como un heredero de la filosofía empirista inglesa. Es patente en su concepción para justificar sus aseveraciones exclusivamente por la contrastación empírica, esto lo podemos ver cuando dice: "Se reconoce […] que la naturaleza humana sigue siendo la misma en sus principios y operaciones […] La ambición, la avaricia, el amor propio, la vanidad, la amistad, la generosidad, el espíritu público; estas pasiones, mezclados en diferentes grados, se distribuyen a través de la sociedad y han sido, desde el principio del mundo, y siguen siendo, la fuente de todas las acciones y de las empresas que se han observado entre los hombres …" [30]Ibidem:102).

En éste punto veamos el camino que trazó Keith con claridad. Es un camino de búsqueda por todo aquello que puede explicar al ser humano. Si en la propuesta del Rubicón Keith se muestra reduccionista, el pretende una comprensión de la naturaleza humana que no se reduce al tamaño cerebral. Pues para Keith el tamaño se reaciona con la function y en los seres humanos los cerebros ambicionan, aman, se envanecen, quieren, dan y se apasionan en unidad con el cuerpo y como vivencia de la persona.

Y es así como la concepción del ser humano para Keith muestra una nueva riqueza que no se encuentra antes y que no se mencionará después en paleoantropología, la dualidad del hombre: "Hume reconoce la dualidad mental del ser humano recognizes, aquella que para la mente civilizada puede calificarse como maldad es una cualidad constitutive esencial tanto como lo es la bondad o el virtuosismo" [31](Ibidem: 102). La característica dual del ser humano se extiende por temas fundamentales como; amor y odio. En paleoantropología Keith rescata una filosofía de la naturaleza humana con carácter dual: "La naturaleza humana tiene una constitución dual"[32](Ibidem: 101). A esta naturaleza dual se suma que la naturaleza humana no fue creada, sino que es resultado del proceso evolutivo.

La construcción conceptual de Keith tien dos partes: La primera se refiere al tamaño del cerebro, una vez llegado a cierto punto se adquiere la característica de humano: "Los factores principales en la obtención de aislamiento fueron (a) un estado mental que nos impulsa a favorecer a los nuestros y ser indiferentes o reacios a todos fuera de nuestra especie, y (b) el estado de ánimo por medio del cual Gidding da el nombre de conciencia de clase …" [33]Ibidem: 5). Está asentado científicamente en la referencia al Rubicón cerebral: "Cuando nuestro grupo ha cruzado el Rubicón con seguridad mental y pasó así en el reino de la humanidad, se ha llevado consigo todos los impulsos instintivos que servían en el otro lado. El cambio único reside en esto: el aumento en la masa y en la especialización de la corteza cerebral dio un mayor grado de control sobre los impulsos o impulsos innatos" [34]Ibidem: 207).

La segunda parte se refiere a la naturaleza humana: "La naturaleza humana es a la vez un producto y un proceso. Se ha construido como un producto de la evolución del hombre, pero se ha desarrollado a modo de servir en el proceso de cambio evolutivo. Además de las cualidades de la naturaleza humana que sirven directamente a uno u otro de los dos códigos del hombre en cuanto a la moralidad (el código de la amistad y el código de la enemistad)" [35]Ibidem:6). Según Spencer: "el código de amistad está a favor de la vida adulta y la maduración de todas esas cualidades de la naturaleza humana como la amistad, la buena voluntad, el amor, el altruismo, el idealismo, la fe, la esperanza, la caridad, la humildad y la abnegación. Bajo el código de la enemistad surgieron aquellas cualidades que son condenadas por todas las mentes que emulan lo civilizado; la envidia, el espíritu competitivo, el engaño, la intriga, el odio, la ira, la ferocidad, y la enemistad" [36]Ibidem: 7). Con la cita de Spencer, Keith se hace participe del pensamiento evolucionista del siglo XIX. Keith es heredero de la historia paleoantropológica que surge en el siglo XIX con Darwin, de igual modo retoma la perspectiva evolucionista integrada en la postura filosófica de Spencer. La ubicación de todos los aspectos del hombre enmarcados en una perspectiva evolutiva.

Keith reconoce varios factores de la evolución humana entre ellos: el liderazgo, la lealtad y la conciencia. Tiene un comentario en el cual sugiere un aspecto relevante que debe resaltarse. Cito: "hay otro constituyente de la naturaleza humana que a primera vista parecen estar fuera del esquema de la evolución del grupo" [37]Ibidem: 111). Poco importa conocer ese otro constituyente, pues podría no ser extrictamente científico y disponer a polémicas. Lo relevante es que sitúa todos aquellos como parte de una naturaleza humana que ha evolucionado dentro de la población. Lo que son los seres humanos no es independiente, sino directamente dependiente de la vida social.

La riqueza del trabajo de Keith recuerda al hombre en toda su extensión como representante de la vida misma. La dualidad del hombre hace patente la constante confrontación, la dinámica de la vida. Así como entre la primera y segunda guerra mundial y a partir de La decadencia de occidente de Oswald Spengler (1944) alcanzó popularidad la postura naturalista influenciada por Nietzsche. Según esta postura lo que mueve la historia es la voluntad de dominio, por lo que la verdad, la justicia, todo queda de lado ante la fuerza de la vida que se impone. La vida es acción y fuerza que da posibilidad a la história (Hirschberger 1993). Esta dialéctica dinamiza la existencia humana y nos representa como entes en contínuo proceso de cambio. Su propuesta supone que el hombre, como un todo, puede comprenderse de manera científica y que la paleoantropología realiza un papel primordial en éste sentido.

Capítulo 3

Más allá de los eslabones viene la explicación

En los años 40s y 50s del siglo XX resurge con gran importancia la idea Darwiniana del eslabón perdido, como consecuencia, los trabajos de esta época muestran una concepción de un paso intermedio entre organismos "primitivos" y el hombre. Las características de estos "eslabones perdidos" también serán intermedias. Ejemplos claros son el Pitecanthropus de Dubios y el hombre de Piltdown.

De esta época es el trabajo de Oakley Man the Tool-maker (1949). Aunque la idea del hombre como un fabricador de herramientas no es de Kenneth Oakley si es a partir de este trabajo que se hace popular más allá del ámbito académico. Oakley es un evolucionista influenciado por las ideas de Spencer. Considera a la evolución como un camino de progreso que avanza paso a paso en el descubrimiento de más y mejores materiales para explicarnos. Para Oakley esto significa nuevos descubrimientos y un progreso cultural generado por el hombre que posee, en sí mismo, la característica de experimentar y probar nuevos materiales. Según su propuesta, es la necesidad de herramientas lo que conduce la experimentación y la invención.

El concepto de Oakley sobre el ser humano es el siguiente: El hombre es un animal social, que se distingue por la "cultura": la capacidad de fabricar herramientas y comunicar ideas. El empleo de herramientas parece ser su principal característica biológica, puede considerarse funcionalmente como extensión separable de la extremidad anterior […] Cuando los precursores inmediatos del hombre adquieren la capacidad de caminar en posición vertical, sus manos quedaron en libertad de hacer y manipular herramientas, actividades que en primer lugar depende del aumento de los poderes mentales adecuados de mental […] el hombre se convirtió en el más adaptable de todas las criaturas. Hacer fuego, la construcción de viviendas y el uso de ropa seguidas del uso de herramientas, y estas actividades culturales han permitido al hombre no sólo para responder a los cambios del medio ambiente, sino para extender su rango en todas las zonas climáticas [38]Oakley 1949: 1).

Oakley muestra una riqueza en la relación de las propiedades que considera definitorias del hombre: la cultura, indicada por las herramientas, la postura erecta que permite manipular herramientas y una capacidad cognitiva, mental, para fabricarlas: "la toma sistemática de herramientas implica una notable capacidad para el pensamiento conceptual" [39]Ibidem: 3) dice Oakley. Es en la posibilidad del pensamiento donde la actividad simbólica reside: "Los hombres que hacían herramientas de tipo estándar como hachas de mano Abbevillian, deben haber sido capaz de formar en sus mentes imágenes de los extremos a los que trabajaban. La cultura humana en toda su diversidad es el resultado de esta capacidad de pensamiento conceptual, pero los factores principales en su desarrollo están al parejo entre tradición e invención" [40]Ibidem: 78).

Además, la habilidad para fabricar herramientas también lo hace un organismo que puede manejar el fuego y controlar su medio: A través de su capacidad de observar y comparar experiencias, hombre fue capaz de ajustarse a diferentes condiciones y modificar su entorno. Aprender a controlar el fuego fue el mayor paso adelante en la dirección de lograr la libertad de la dominación de medio ambiente, pues aunque las actividades de su uso del hombre ya no se determinó por la oscuridad, él fue capaz de extenderse en las regiones frías [41]Ibidem: 82).

El control del ambiente es una concepción que se hace patente a mediados del siglo XX. Si bien en la cultura Occidental la lucha con el ambiente siempre tiene al ser humano como artífice de su progreso. A mediados del siglo efectivamente ha dominado el mundo. El Planeta Tierra ha sido explorado de Polo a Polo, se han descubierto todas las selvas, por lo que se sabe en todas las regiones del Mundo han pasado seres humanos. No es de extrañar que Oakley tenga esta referencia como característica del ser humano.

El ser humano como tal podrá ser brevemente definido por su capacidad para hablar y hacer herramientas: Los homínidos eran probablemente fuctionalmente lo suficientemente avanzados para el discurso, pero el discurso mucho menos como hubiéramos sabido que puede haber sido, un desarrollo cultural e invención relativamente tardía. El primer modo de expresión de las ideas fue tal vez por la gesticulación, principalmente de boca en boca y las mano, acopañados por los gritos y gruñidos para llamar la atención […] incluso en etapas relativamente tempranas de la cultura el hombre era capaz de imaginar, deduciendo de, y especulando sobre las relaciones observadas entre las cosas." [42]Ibidem:78).

Según Le Gross Clark y citado por Oakley: "El criterio de humanidad está en hablar y hacer herramientas" [43]Ibidem:78). La referencia al lenguaje remite a la importancia general que tiene en la filosofía. Lo menciona Darwin, está sugerido en Dubois y planteado por Keith. Sin embargo, las diversas corrientes filosóficas remiten la importancia del lenguaje a la concepción del hombre, tanto Heidegger como Wittgenstein y a partir de ellos las corrientes del pensamiento tanto continentales como en Inglaterra y E.U.

Oakley reconoce que un paso hacia la civilización será el control del alimento: "El hombre sólo puede avanzar en la civilización por el control del alimento" [44](Ibidem:84) y una nueva actividad, hoy considerada humana, que se originó con los entierros de los neandertales: "los neandertales fueron en ocasiones canivales, con predilección por el cerebro, pero ellos también comenzaron a enterrar a sus muertos, y en ocasiones con alguna ceremonia" [45]Ibidem:56). Lo que plantea Oakley es cómo las necesidades básicas, alimentación, son transformadas por el ambiente cultural de existencia hasta el desarrollo de sistemas de relación. Los dos que menciona son la civilización y la idea de la vida después de la muerte.

Oakley identifica al ser humano como el tool maker, el fabricante de herramientas. La fabricación de herramientas significa el paso creativo de no sólo hacer un arma sino un utensilio cultural que permite fabicar más y más aditamentos culturales. Ello implica reconocer el carácter emergente del ser humnao que va más allá de lo natural, como es clásico en la antropología. El humano está caracterizado por poseer y ser un estado de emergencia de lo biológico que supera lo puramente biológico por la cultura. La fabricación de herramientas y en su sentido general, la cultura es el rasgo fundador del lugar del hombre en la "cima" evolutiva de la vida orgánica.

En Oakley se encuentra la referencia, que como resultado de ser un fabricador de herramientas, hace posible grupos de cazadores (Oakley 1958). Esta característica de la caza la explotará Dart y hará famosa Ardrey como definitoria del hombre. Oakley es preciso en sus enunciados y busca dar pruebas de los mismos basado en el registro paleoantropológico. Su trabajo es congruente y la influencia que genera es palpable en investigadores como L. Leakey, Le Gros Clark y Raymond Dart.

Raymond Dart es un personaje que funda uno de los caminos de la paleoantropología más importantes y fecundos del siglo XX. Su inicio es tortuoso, pero el valor para la paleoantropología nadie volvión a dudarlo una vez establecida la importancia de los Australopithecus. Dart estudio anatomía en Australia, después en Inglaterra bajo la tutela de los más importante investigadores de la época: Sir A. Keith y Sir G Elliot Smith a quienes reconocerá la deuda intelectual durante toda su carrera (Howells 1959). Dart descubrió los restos de lo que denomino Australopithecus africanus en 1924. En contraste con los restos de Piltdown los restos de Australopithecus recibieron poco interés. Antes de 1925 toda la evidencia fósil había sido hallada en Asia y Europa, fue hasta que Dart descubrió restos en Sudáfrica que se comenzo a ver a Africa como un continente con importantes restos de la evolución humana (Leakey y Lewin 1992). La publicación de los resultados del descubrimiento de Dart causó interés. Pero no todos consideraron, como Dart, que los restos eran de un antepasado del H. sapiens. Reader(1982) considera que se desconfió de Dart por los antecedentes que una hipótesis infundada propuesta, había dejado en la comunidad científica acerca de la evolución del cerebro. Además los restos de Piltdown causaban demasiado interes como para poner atención en los menos interesantes de Sudafrica, y al parecer poco importante.

En julio de 1925, Keith escribió en Nature que el descubrimiento de Dart "arrojaba nuevas luces sobre la historia de los monos antropoides, pero no sobre la del hombre, y seguía manteniendo que el Pithecantropous permanecía aún como el único eslabón conocido entre el hombre y el mono" (Leakey y Godall 1973: 103). No se identificaba a los Australopithecis, como en la actualidad, como un paso evolutivo determinante de la evolución humana.

En 1933 Broom, que ya era famoso como paleontólogo, comenzó a visitar Sudáfrica y a Dart para dar inicio a otra fructífera etapa de su carrera. Su concepto ser humano es una combinación de la idea de un cerebro grande que permite fabricar herramientas y la posición erecta como una condición necesaria. Howells dice que Broom era el rey midas de la paleontología, todo lo que tocaba se convertía en oro. Después del descubrimiento de los ahora conocidos como Parantropus robustus, los Autralopithecus de Dart comenzaron a ser reconocidos como una parte fundametal de la evolución humana (Howells 1959).

Fue hasta 1947 que el reconocido paleoantropólogo Sir Arthur Keith admite la validez de los Australopithecus :

Arthur Keith reconoce que los Autralopithecus son homínidos, y que Raymond Dart y Robert Broom estaban en lo cierto. En la reivindicación de los Australopithecus por parte de la comunidad científica jugó un papel crucial en anatómico británico y profesor de Oxford Wilfrid E. Le Gros Clark. Este autor viajó a Suráfrica en 1947 para estudiar los originales, llegando a la conclusión, sobre todo a partir de la evidencia dental, de que los australopithecus eran antepasados del hombre. Le Gros Clark presentó sus conclusiones, inmediatamente después de la visita a Suráfrica, en el Congreso Panafricano de Prehistoria de Nairobi (organizado por Louis Leakey) y ese mismo año en Londres ante la Sociedad Anatómica. Le Gros Clark sufrió la oposición de dos distinguidos miembros de la Sociedad: Solly Zuckerman (que demandaba pruebas estadísticas de las diferencias entre los australopitecinos y los antropomorfos) y Wood Jones (que creía que los humanos no procedían de los antropomorfos y demás símios, sino directamente de los társidos del Eoceno) (Arsuaga 2001: 380).

Raymond Dart y Dennie Craig (1959) publican Adventures with the Missing Link. Es la historia de Dart y su descubrimiento. La escritura parece estar a cargo de Craig. El concepto que sobre el ser humano expone inicia por ser una explicación de un organismo que fabrica instrumentos. La misma idea que propuso Oakley: "necesitaba pruebas no del uso, sino de la manufactura de instrumentos de piedra para poder llamar hombre a un determinado ser" (Dart y Craig 1959: 209), decía Dart, para después terminar en la concepción del hombre como la de un ser agresivo.

La fabricación de herramientas ya es vista como una actividad cultural que proporciona la característica de humano. Así lo volverán a plantear:

Aquellos seres, considerados en 1925 hasta por mí como antropoides, ahora habían demostrado por encima de toda duda que eran humanos. Habían inventado, practicado y transmitido a su posterioridad humana sapiente la manufactura deliberada de instrumentos. No sólo tuvieron unas cultura; inventaron sierras, raspadores, hachas, puñales a instrumentos para cavar que sirvieron a la humanidad hasta tiempos muy recientes (Ibidem:276) Por la capacidad de fabricar instrumentos el ser humano se transformaría un ser cazador: "ningún ser excepto el hombre, fue cazador, de facultades tan amplias en el agua o en los árboles, sobre o bajo la tierra, capaz de capturar reptiles, pájaros, roedores, carnívoros, primates y también ungulados" (Ibidem: 247). Al ser cazador los autores lo asocian con otras características humanas: "el constructor de utensilios fue un ser con sentido humano para usar sus dos manos trabajando la una en oposición con la otra" (Ibidem: 280).

De ser caracterizado como un cazador Dart considera al hombre como un organismo asesino y por lo tanto agresivo por naturaleza: "…la naturaleza humana en general, a saber, que todos tenemos alma de asesino" (Ibidem: 296). De los datos, no totalmente comprobados (posiblemente por la influencia social de dos guerras mundiales y los estudios de Lorenz sobre agresividad) Dart concluye que es propio del ser humano; ser cruel. Una asociación sin fundamento, con la cual trabaja en su libro The Osteodontokeratic culture of Australopithecus prometeus: "La aborrecible crueldad de la humanidad para el hombre es un producto inevitable de su gusto por la sangre; esta característica humana diferencial sólo puede explicarse por el origen carnívoro y caníbal del hombre" (Dart y Craig 1959: 299).

Para la concepción del ser humano, Dart reconoce que son insuficientes las características anatómicas, de ahí la importancia de las actividades como la caza y el uso del fuego: "Si los medios anatómicos que separa al hombre de los antropoides se han hecho inútiles, entonces puede concebirse que el uso del fuego entre en dicha definición; pero nadie puede decir hoy que todos los tipos fósiles reconocidos como humanos hayan usado el fuego. En realidad, el mismo Oakley piensa que muchos hombres primitivos no tuvieron conocimiento del fuego" (Ibidem: 248). En esta cita Dart está apuntalando una renovación de la paleoantropología que será objeto de los próximos capítulos: Cómo tratar de comprender al ser humano más allá de sus restos óseos.

El último resquicio del eslabón perdido está en Dart quien denomino Australopithecus prometeus (una especie hoy no reconocida) al ancestro del hombre porque: "Prometeo dio al hombre mucho más que el fuego; trajo toda la cultura: la domesticación de animales, la navegación, la medicina, la profecía, las matemáticas, la astronomía, la metalurgia, y todas las artes" (Ibidem: 241). Ese eslabón ya no contará con trascendencia, sólo remite a la importancia de la cultura para la paleoantropología.

El concepto del ser humano como un cazador será retomado posteriormente por Ardrey que lo hará famoso. No obstante la claridad del concepto, las pruebas actualmente no parecen demostrar su validez y se ha sustituido la idea del cazador por la del carroñero. Al menos en las primeras etapas de la evolución humana, esto es, con los Australipithecu, nuestros ancestros no son tan eficientes cazadores como si potenciales carroñeros. La caza sólo vendría hasta la evolución de los H. erectus como sugiere Johanson (1996). La concepción del hombre como un cazador a Pilbeam (1969) lo lleva a proponer esta característica como el punto de inicio de la ética, así que, en tanto cazador, sería un animal ético. Una postura similar la mantienen Pfeiffer (1969) y Ardrey (1975) que además ven en la actividad de la caza la posibilidad que el hombre tiene de reflexionar acerca de la muerte y el concepto muerte revela una revolución del pensamiento. Lo que Dart hace es interpretar registros fósiles a la luz de su concepción de hombre como un cazador y ser agresivo. No va al registro fósil y lo estudia para obtener, después, una conclusión. Para Dart, el A. prometeus significó la emergencia de la humanidad y la cultura osteodontoquerática que describe sería el inicio de la evolución cultural. Los hábitos que asocia al A. prometeus son propios del hombre, tanto los lugares de acumulación, el modo de caza, como la forma de cazar las presas. Esto significa que la caza, la colección de materia prima, los hábitos de hacer herramientas, las industrias técnicas, el proceso cultural y la vida social, en otras palabras: la cultura, caracterizan al ser humano (Dart 1957). Aquí vemos ya la idea de cultura que parte de Boas, comprender al ser humano por la diversidad de sus culturas y Dart retoma de Kroeber, así como la asociación con las ideas de cultura que después remiten al llamado neoevolucionismo. Esto se observa al promover la importancia del medio en la actividad cultural. Dart concibe a la cultura como el modo de hacerse la vida más fácil, una protección entre el hombre y la naturaleza, de modo similar a Nietzsche y Freud. La cultura como lo que da más poder al hombre. También Dart remite a Darwin y a Kroeber para explicar cómo el control de las emociones, una actividad mental, la inteligencia y la destreza manual hicieron posible que el A. prometeus fabricara herramientas. Además la cultura generada es transmitida por aprendizaje de generación en generación. Con esto Dart argumenta que la cultura hace del ser humano un ser capaz de hacer y hablar de sus herramientas (Dart 1957).

Para Dart la postura erecta: "fue el primer paso hacia la hominidad" (Dart y Craig 1959: 289). "En 1871 expresó Darwin la idea de que el principal factor que convirtió al antropoide en un ser humano fue la adopción de la posición erecta" (Ibidem: 292). Porque es la postura erecta la que libera las manos. "Los seres humanos están orgullosos de su postura erecta; la diferencia de los otros animales" (Ibidem: 337). Así que la postura erecta y el lenguaje son los elementos del concepto de hombre en Dart unidos a su idea de cazador. Ve la evolución como un proceso lineal, explica el proceso como sucesivos eventos adaptativos y es teleológico. Son algunas críticas que pueden hacerse al modelo explicativo de Dart que darán como resultados explicaciones más concienzudas en paleoantropólogos posteriores.

Para entonces la postura erecta es una característica propia del ser humano sin lugar a dudas señalada por el resgistro fósil. El paso siguiente estaba en comprender la evolución del lenguaje. "Dubois […] Sollas, Elliot Smith, Arthur Keith y casi toda la última generación de antropólogos físicos, creían que la falta de lenguaje es lo que principalmente diferenció a los antropoides del hombre, y que el Pithecanthropus había salvado ese obstáculo y conquistado la facultad de hablar" (Ibidem: 323). La importancia del lenguaje la menciona ya Oakley. Dart refiere al lenguaje en las posibilidades que da al ser humano: la organización social, el conocimiento cultural, la aspiración espiritual son lo que separa al hombre de los simios (Dart 1957). Y esta es una asociación clara con la filosofía del lenguaje en su importancia esencial en la constitución de lo humano. Incluso Dart menciona el elemento simbólico como parte de lo fundamental del hombre asociado con el lenguaje. Acepta la idea de que las palabras funciona como herramientas que poseen un significado con vías de obtener ciertos objetivos. La civilización es producto de la acumulación de las herramientas del hombre y sus capacidades simbólicas. El lenguaje es un correlativo de la herramienta como será planteado por Leroi-Gourham (1971).

El concepto de ser humano de Dart es revolucionario desde su base. Parte de un organismo al cual no considera Homo, pero lo define por características humanas. Estas características son la caza, la fabricación de herramientas, la postura erecta y el cerebro. Pero el hombre no se reduce a estas características, es en su ser cultural a travéz del lenguaje que adquiere la condición propia de ser humano. El énfasis que Dart pone en el lenguaje remite a una síntesis del concepto. Si bien Dart fue más allá de los restos fósiles para proponer una explicación del ser humano. Con el paso de los años sólo se le reconoce como el descubridor de los Australopithecus. Ha tenido la fortuna de ser identificado por el valor de su descubrimiento, por la fuerza argumentativa de una etapa evolutiva del ser humano. Con ello es el fundador de la paleoantropología Africana que va a ser la que nos dará la explicación cierta del Origen y Evolución más antigua de la Humanidad.

Hasta aquí a mediados del siglo XX nos hemos encontrado con una forma sobresaliente de explicar al ser humano por la cultura. Primero por Oakley, luego con Dart. Un esfuerzo más fue la sistematización de las ideas hasta el momento por parte de William Howells.

William Howells fue profesor de antropología en la Universidad de Wisconsin. Su obra se tradujo al español y al frances, contó con sucesivas ediciones en E. U. (12) desde 1944 hasta 1955. En Mankind So Far de 1944, Howells considera que el Pitecanthropus no es un humano, si, en cambio, el Sinanthropus (actualmente ambos son clasificados como H. erectus). Esta distinción la hace por una diferencia de 300ml en el tamaño del cerebro de esos especímenes. Así que al considerar sumamente importante al Sinanthropus muestra la importancia que da al cerebro. Al Sinanthropus asocia la capacidad para el habla, una dominación de una de las manos sobre la otra y el uso del fuego. Para Howells los humanos son los H. sapiens actuales. La influencia del rubicón cerebral de Keith es evidente. De hecho cuando se publica, en su primera edición, el libro de Howells, acepta los restos de Piltdown.

Howells ordena las species descubiertas hasta entonces en nueve, cinco de ellas en el género Homo, sin embargo, considera: "el número actual de diferentes tipos humanos es problamente menor comparado con el que debió existir"[46] (Howells 1944: 166). Esta idea, de una gran cantidad de especies, remite a la idea gradualista de Darwin. Para llegar al hombre moderno tendría que pasar por una numerosa cantidad de pasos intermedios, en última instancia la idea del eslabón perdido.

Las especies que cita son:

Pithecanthropus erectus Pithecanthropus pekinensis (o Sinanthropus pekinensis) Africantropus njaransesis Eoanthropus dawsoni Homo heidelbergensis

Homo neanderthalensis

Homo rhodesiensis Homo soloensis Homo sapiens (Ibidem).

Lo propio del ser humano que permite clasificar como Homo es el cerebro, dice: "cerebros, por encima de todo, son la marca de un hombre" [47]Ibidem: 130). Howells considera que la forma de vida cultural está señalada directamente por la importancia del cerebro: "en desarrollo como los demás un gran cerebro y una postura recta, también fue más allá en un adelgazamiento de la calavera y la reducción de la cara, y este fue el Homo sapiens, con toda probabilidad, el mejor dotado de toda" [48]Ibidem: 207). Además del cerebro Howells se refirió a otras características. Primero al bipedismo, luego a la inteligencia. También al lenguaje: "el discurso fue inventado para que el hombre pudiera hablar del tiempo. Si no hay ninguna justificación para la idea, es que cuando se está inventando idioma el tiempo era sin duda algo de qué hablar" [49]Ibidem: 113). Se suma directamente la cultura: "mejoras concretas en los alimentos, ropa y vivienda, y el hombre se convirtió en el momento en que el primer animal domesticado" [50]Ibidem: 125) y la referencia a la actividad de alimentarse de carne: "el se convirtió esencialmente en un consumidor de carne" [51]Ibidem). Lo cual hace adaptable al hombre según los términos de Howells: "El hombre, a pesar de sus debilidades, es ahora uno de los animales más difíciles, más tenaces, más adaptables en el reino, y todavía no especializado. Con todo, y estoy seguro de que él está aquí para quedarse " [52]Ibidem: 312). En la obra de Howells se encuentra la conjunción de las propuestas anteriores: la característica del cerebro mencionada desde Darwin, aclamado por Keith; la cultura referida con particular importancia por Oakley y el papel de domesticación (idea filosófica de Spencer y con se mejanzas en Nietzsche y Freud) que retomará L. Leakey; el lenguaje que menciona Dart con la mayor preocupación e interés, así como la alimentación por la actividad de caza; y el bipedismo, importante característica desde Darwin y particularmente relevante en el caso de Dubios.

En cuanto a la precisión en el concepto de Howells, su concepto es de lo propio del hombre moderno, un animal adaptable, de ahí que su libro termina con referencia a las "razas". La variabilidad humana es donde su concepto encuentra su índice, ya sea a partir de los restos fósiles o de las "razas" actuales. Aunque su trabajo es escrito cuando el hombre de Piltdown es tomado como válido, el autor no lo considera con tanta relevancia. Piltdow es más problemático que explicativo. La congruencia de Howelss con la teoría evolutiva es patente.

Dice Howels que después de 15 años de Mankind So Far, había decidido hacer una segunda edición, pero ante el cúmulo de información decidió elaborar un nuevo libro. De este modo Mankind in the Making (1959) viene a ser una obra de una riqueza renovada, con la descripción sumamente rica de los descubrimientos más importantes. Además en esta obra encontramos el concepto del ser humano del autor con la mayor claridad. Howells da un concepto donde relaciona las características como el cerebro, la elaboración de herramientas y el lenguaje, pero con una teoría evolutiva como fundamento:

Tal vez la mejor distinción sería decir que los euhominidos habían logrado un esqueleto que no se puede distinguir del nuestro, por lo que sabemos, y que eran todos tan grandes en cuerpo tal como somos. También, todos ellos muestran una reducción definitiva en el tamaño de los dientes molares en comparación con los australopitecinos, así como una disminución de la mandíbula, y así finalmente de la cara. En cualquier caso, sus cerebros sin duda pronto se hicieron más grandes. Y ellos estaban haciendo herramientas tan atrás en el tiempo como podemos rastrear y fueron sin duda que empezando a hablar [53](Howells 1959: 137).

Homo sapiens […]Por su cráneo es más ligero que era la típica de cualquiera de los hombres que hemos revisado. Él es el único hombre con una cabeza muy abombado y la frente alta, con lados verticales y redondeado de vuelta a su caja craneana. Y él es el único hombre con tan delgado-amurallado cráneo y tan ligero deshuesado rostro […] Esta cara es muy delicada en su estructura, un bien tirado abajo en la frente, tirando de la nariz hasta el alivio […] Nuestros dientes son muy reducidas en algunas carreras, pero no en todos, no hay grandes diferencias. Pero la barbilla huesuda sentada en la parte delantera de la mandíbula es una buena insignia del Homo sapiens, aunque es menos un tanto de la inteligencia y la determinación que de una hundida en la cara una mandíbula débil […] La diferencia más importante y característico sabemos entre el hombre sapiens y sus primos es el colapso de las cejas[54]Ibidem: 209).

Howells supera a los anteriores autores que veían la cultura reducida a la fabricación de herramientas y en esta característica la posibilidad de definir al hombre. Con Howells la cultura es: una idea de invención y comunicación dentro de un grupo y lo que hace característico al hombre. Si bien la cultura ha sido un referente en los conceptos, desde Howells una concepción más amplia de cultura va a caracterizar y dar contenido: "que son "seres humanos", en el sentido de que tienen la cultura, como nosotros: en que se comunican las ideas entre sí, y crean cosas en común" [55]Ibidem: 342). De hecho cita a Dart en los agradecimientos, así como a Oakley y a G.H.R. von Koenigswald, pues también dan un papel fundamental a la cultura.

El único inconveniente es su idea de hombre como un fin. Lo que es más sorprendente en una época donde el neodarwinismo se ha establecido firmemente y el material por el cual se trasmiten las características biológicas de un organismo a su descendencia ha sido descubierto a prueba de cualquier duda. Incluso agradece a E. Mayr y a A.S. Romer, distinguidos biólogos y el primero participe de la síntesis evolutiva.

La causa de esta aseveración está en que Howells considera que el mundo ha sido creado para nosotros y para comprobarlo se basa en el libro del Génesis. Por ello la pregunta no es si descendemos de otros animales, sino: ¿cómo ha ocurrido la vida a partir de la materia inerte? Howells no da una respuesta, pero presenta una idea al aseverar que somos una extraordinaria muestra del designio y la organización. Para él, el hombre expresa toda la potencialidad de organización que podemos llegar a comprender. En este sentido, el lugar especial del hombre en el universo lo acerca a la postura de Teilhard de Cardin. Además Howells termina su libro con la esperanza de que sirva como fundamento para ver al hombre en perspectiva, sus las largas y profundas raíces de la humanidad con base en la moral.

El concepto de Howells es un ejemplo de precisión. El problema de definición, que en todos los autores está patente, Howells lo explicita: "de hecho, es más difícil que nunca ahora que decir lo que un hombre "verdadero" es, y sólo depende del que está hablando" [56]Ibidem: 138). El concepto que aporta es el resultado de la reflexión que sobre los datos empíricos busca obtener. El único problema de congruencia externa está en tomar al hombre como una meta, un organismo cuya aparición es guiada o necesaria.

Estos son los avances de la paleoantropología a mediados del siglo XX. Lo más importante es una sólida base paleoantropológica que seruvirá de base para la crítica y para construir sobre tierra firme los consensos que requiere el desarrollo de una disciplina. Esa será la tarea a la que se abocarán los próximos paleoantropólogos que vamos a revizar.

Capítulo 4

Búsqueda de consenso

El tema que tratamos en este libro es la evolución, es particularmente atractiva por ser la evolución de nuestra especie. Todo lo que ha sido dicho con respecto a nuestro proceso evolutivo depende de la teoría sobre la evolución que nos ayuda a interesarnos, analizar y comprender el proceso. Antes de Darwin y Wallace los restos fósiles no tenían significado en nuestra concepción de nosotros mismos. El siguiente paso sustancial en nuestra comprensión fue el desarrollo de la Teoría Sintética de la Evolución. Este constructo teórico es el que va a sostener la explicación evolutiva de la vida y aplicamos a nosotros mismos. Si bien la Teoría Sintética con el tiempo ha tenido que ser ampliada y precisada, los postulados de la misma siguen siendo válidos. Por lo cual haré su presentación con valor histórico y teórico para nuestra comprensión del ser humano.

Si los caminos mostrados hasta ahora son transitados por muchos, el camino principal es el de la teoría de la evolución.

La síntesis evolutiva tiene un profundo sentido en la comprensión de nosotros mismos. En la primera mitad del siglo XX, aun cuando genera muchos aportes sustanciales en evolución humana, la idea sobre evolución no es tan simple, concreta y explicativa. Existe una variedad de escuelas del pensamiento evolutivo. Algunos científicos son neo-darwinianos que siguen las ideas de Weisman y Wallace de finales del siglo XIX, otros son neo-lamarckianos que se apoyan en ideas mutacionistas para promover la idea de herencia de caracteres. También existen vitalistas que con una perspectiva filosófica buscan explicar el proceso de transformación humana. Tenemos incluso finalistas que presuponen un proceso evolutivo determinado para el ser humano. Esta diversidad de puntos de vista pone a la evolución en una gran confusión (Simpson 1949). La teoría sintética de la evolución genera un todo coherente para tratar la evolución y en particular comprender la evolución humana. La teoría evolutiva ya bien afianzada en los años 50s es un parte-aguas en la comprensión y explicación de la evolución humana. Ya no son supuestos sujetos a actos de fe, no son creencias, ideas, ni solo hipótesis, la explicación de la evolución humana ahora es cierta. Certeza basada en evidencias fósiles sustentadas en una Teoría. Nos encontramos ahora con el camino de la explicación científica de la evolución humana. La confianza que observaremos en las siguientes décadas es resultado de esta época de consensos en biología evolutiva.

En la presentación de la Serie de Clásicos de Evolución de la Universidad de Columbia, Eldredge y Gould definen la evolución como la proposición de que todos los organismos están relacionados por descendencia. Esta proposición se ha demostrado como verdadera por un número, actualmente, incontable de evidencias. "El término "síntesis evolutivas" fue introducido por Julian Huxley en Evolution: The Modern Synthesis (1942) para designar la aceptación general de dos conclusiones: la evolución gradual […] y los fenómenos evolutivos […] pueden ser explicados de una manera que es compatible con los fenómenos genéticos conocidos" (Mayr 1980 en Eldredge 1985: 13). Es una síntesis entre lo más pequeño y contenedor de la vida codificada y lo más grande del proceso evolutivo de las especies. Dos realidades en los extremos de la vida, la base molecular de la herencia y los patrones evolutivos que generan la biodiversidad, ambas visiones de la vida se encontraron como una teoría explicativa.

El paso fundamental en el desarrollo de la teoría evolutiva fue el desarrollo de la genética de poblaciones y su relación con la selección natural. Desde principios del siglo XX resaltan los trabajos de Hardy y Weinberg de 1906, con su prueba matemática del equilibrio, la síntesis entre biometría y mendelismo de Fisher de 1918 donde se concibe a la herencia como un proceso consistente basado en unidades mendelianas matemáticamente analizables, también su trabajo de 1930 donde se liga con la selección natural, Morgan con su teoría del gen de 1920, el trabajo clave de Haldane de 1932 donde se unifica la genética clásica con la genética de poblaciones, la mecánica cromosomal, la citología y la bioquímica en su libro Las causas de la evolución, el trabajo de Wright de 1931 donde surgen ideas clave como deriva génica, paisaje adaptativo y poblaciones altamente estructuradas. Como una primera síntesis Fisher, Haldane y Wright construyen la teoría de la selección en términos de la genética mendeliana de poblaciones (Kutschera and Niklas 2004, Sarkar 2004). La diferencia con los posteriores investigadores fue la cohesión interna de la propuesta, junto con la amplitud de visión, la promoción de las propuestas como una síntesis y la comunicación de mutuo apoyo.

La Teoría Sintética de la Evolución, también conocida como Teoría Sintética o Nueva Síntesis Evolutiva se gestó como un proceso académico que construyó las bases teóricas que dan coherencia a la Biología como Ciencia. Los constructores de la Teoría fueron: Fisher con Genetical Theory of Natural Selection de 1930, Dobzhansky autor de Genetics and the Origin of Species de 1937 con una segunda edición sobresaliente de 1941, Mayr y su obra Systematics and the Origin of Species de 1942, Simpson con Tempo and Mode in Evolution de 1944, entre otros libros que vendrán en los años 50s. Eldredge ha dedicado su obra Unfinished Synthesis (1985) al análisis de los últimos tres textos con la tendencia de explicar sus vínculos con una teoría evolutiva ampliada y completa.

Los principios de la Teoría Sintética de la Evolución son: 1. La unidad evolutiva es la población, 2. La variabilidad ocurre por mutación y recombinación, 3. La selección natural es la fuerza que da forma y curso a la evolución fenotípica, 4. La especiación se genera por alopatría, 5. La evolución es fundamentalmente gradual y 6. La microevolucón en un amplio intervalo de tiempo se convierte en macroevolución (Kutschera and Niklas 2004). Veamos estos postulados que constituyen la teoría evolutiva imperante en los años 50s.

La teoría sintética se basa en resolver la relación entre la genética y la teoría evolutiva. El problema, siempre presente de la teoría evolutiva, es cómo se genera la relación entre una generación y la siguiente que hace posible la continuidad y sostiene el cambio evolutivo. Dobzhansky asegura que los trabajos de genética de los años 20s resolvieron el problema y fue en la siguiente década que los genetistas de poblaciones establecen la relación. Para el autor citado, la biología se había dedicado a una especialización que hacía difícil su comprensión general. La síntesis evolutiva hace posible aplicar los nuevos conocimientos a todas las formas de vida.

Considero que como primer punto debe situarse la demostración de cómo la mutación y la selección trabajan juntas para hacer posible la variación con carácter evolutivo. La mutación es un cambio permanente en el material genético, su preservación es positiva (se fija en la población) si la selección natural la preserva por su valor para la supervivencia. La mutación es eliminada por selección natural si es perjudicial para la sobrevivencia diferencial del organismo. Si no es vista por la selección natural, la mutación es neutra o casi neutra y se fija en la población por azar. De estas formas se genera la variabilidad y en el proceso de enfrentarse los organismos a su existencia en el proceso de selección natural. Dobzhansky en Genetics and the Origin of Species considera a la mutación como el origen de la diversidad biológica. Por ello define a la evolución como el cambio en la composición genética de las poblaciones. El otro proceso que genera variabilidad es la recombinación, pero sólo es una modificación del orden en la información preexistente, no hay nueva información.

Lo dicho supone un principio de la teoría sintética, el proceso evolutivo sucede en la población. En esta época se reconoce la evolución como el cambio en las frecuencias génicas dentro de las poblaciones. La mutua confluencia entre selección y mutación probó la existencia material de la herencia poblacional que conecta a las formas de vida en el proceso de ancestría-descendencia, y proceso selectivo como núcleo de la evolución. La existencia del proceso evolutivo se dará en la población. Desde entonces la biología tiene como fundamental un pensamiento poblacional para entender la vida.

La teoría sintética pone énfasis en la importancia de la selección natural como el proceso que efectivamente genera la reproducción diferencial en las poblaciones. Dobzhansky la define como éxito reproductivo diferencial. Con ello se hace heredera directa del trabajo evolutivo de Darwin y Wallace. Pero no por ello se ignora que existen otros procesos evolutivos. Entre ellos se encuentran: la deriva génica como el proceso de fijación de alelos dependiendo del tamaño poblacional y al azar en sus consecuencias, la migración como el proceso de movimiento de alelos de una población a otra, y la endogamia como el proceso de reproducción entre sistemas genéticamente cercanos.

Dobzhansky define a la selección natural en los siguientes términos:

Si, pues, la población se compone de una mezcla de tipos hereditarios, algunos de los cuales están más adaptados al medio ambiente, y otros bastante menos, es de esperar que sobreviva una mayor proporción de los primeros que de los últimos. En lenguaje moderno esto quiere decir que, entre los supervivientes, habrá una mayor frecuencia de portadores de ciertos genes o estructuras cromosómicas que entre los antepasados, y consecuentemente los valores q y (1-q) se modificarán de generación en generación [Es decir, las frecuencias alélicas] (Dobzhansky 1939: 149 en Eldredge 1985: 34).

La selección natural es probablemente más importante cuando el medio ambiente sufre cambios, porque es el único mecanismo capaz de producir una reconstrucción de la estructura genética de la población de la especie a partir de los elementos existentes. Esa reconstrucción puede ser necesaria para que las especies permanezcan en sintonía con las demandas del medio ambiente y eviten la extinción (Dobzhansky 1939: 186 en Eldredge 1985: 38).

La adaptación es un proceso que muestra cómo el organismo se enfrenta a las condiciones del medio, con qué características lo hace y cómo logran los organismos reproducirse y dejar descendencia viable a la siguiente generación. Por ello la adaptación se observa a partir de características fisiológicas, morfológicas y conductuales en los organismos. La adaptación es el resultado más acusante de la acción del proceso evolutivo. La adaptación gracias a Wright se comprende como un paisaje dinámico donde los picos son óptimos adaptativos a los cuales ascienden las poblaciones por selección natural. La selección natural siempre empuja al pico adaptativo más cercano. "los arquitectos de la síntesis vieron que el origen, mantenimiento y modificación posterior de las adaptaciones mediante selección natural era el proceso evolutivo central" (Eldredge 1985: 12).

Un postulado más de la teoría sintética es el ritmo de la evolución. Se refiere a cómo se caracteriza el proceso, si es rápido o pausado. La propuesta supuso un proceso de cambio gradual como defendió Darwin. El gradualismo de la teoría sintética pronto fue criticado, pero con el tiempo se ha dejado ver que, junto con los equilibrios puntuados (cambios rápidos que puntúan un proceso de estasis), son ambos procesos reales de la evolución biológica. Eso quiere decir que la evolución puede ser gradual, lenta y pausada, el resultado de una acumulación de pequeños cambios. Así como también puede incluir etapas de no cambio morfológico (estasis morfológica) después de lo cual pueden sucederse cambios rápidos (puntuados) o graduales.

Un concepto fundamental para la biología es el concepto de especie. Las unidades vivas se consideran relacionadas por evolución, eso supone un orden jerárquico en el tiempo. Sin embargo, persiste la pregunta sobre por qué se generan unidades independientes unas de otras. Más profundamente la pregunta es por la existencia de esas unidades en la naturaleza. En biología se conocen con el nombre de especie y en la teoría evolutiva sintética Mayr (1942) propone el concepto biológico de especie y asegura la existencia de las mismas como unidades discretas individuales. El concepto biológico de especie de Mayr dice que es un grupo de organismos que pueden tener descendencia fértil. El concepto de especie significa la comprensión del proceso de su generación; la especiación. Las especies son discontinuidades y variación morfológica, la especiación explica el origen de esa variación. Mayr defenderá el mismo proceso de especiación que Darwin, la especiación que se debe a que dos poblaciones quedan aisladas por una barrera geográfica, la especiación alopátrica. La evolución se explica como el cambio gradual en las especies que se aíslan reproductivamente unas de otras. El proceso de biodiversificación es resultado de una especiación adaptativa. Par Dobzhasky la existencia de la especies es resultado de la presenciad de muchos picos en el paisaje adaptativo. La especie es un estadio en el proceso evolutivo, efectiva o potencialmente apta para la reproducción.

Por los procesos argumentados, la microevolución, que es la evolución vista al nivel del cambio en las frecuencias alélicas, se extiende en el tiempo por selección adaptativa que genera especiación hasta ser la explicación de la macroevolución, la evolución desde el nivel de la especie hacia taxa superiores como géneros, familias, órdenes y clases.

Quien pudo explicar esta relación fue Simpson, aún que no termino de ser una propuesta simple y tal cual la sugiere en Tempo and Mode in Evolution es modificada en la versión de los 50s The Major Features in Evolution (Eldredge 1985). Para Simpson las causas de los cambios pueden ser dependientes de los caracteres o completamente independientes, la tasa de cambio en un carácter puede someterse a variación genética en el tiempo, en linajes separados las tasas de cambio pueden tener un patrón particular. Simpson considera en Tempo and Mode in Evolution tres modos de la evolución: la especiación, la evolución filética y la evolución cuántica. Cada modo posee características peculiares. La especiación coincide con lo que argumentan Mayr y Dozhansky, implica diferenciación en zonas adaptativas. La evolución filética es donde propone que se dan cambios evolutivos con una tendencia. En estos dos niveles busca establecer la necesaria vinculación entre genética y paleontología. En la evolución cuántica plantea la relación entre los grandes cambios evolutivos y los procesos evolutivos que solo actualmente la macroevolución está desentrañando. Son cambios rápidos de poblaciones bióticas en desequilibrio a un equilibrio distinto en una nueva zona adaptativa.

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