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El rostro oculto del hombre americano (página 2)




Enviado por vientodeaguila



Partes: 1, 2

SEGUNDA PARTE

(Explorando las tradiciones nativas
americanas)

  1. Nuestros profetas

TEMA CENTRAL: "Las profecías que
hablaban en América del advenimiento de una
Edad Oscura y las nuevas profecías sobre la
llegada de una Edad Dorada"

PLANTEAMIENTOS PRINCIPALES DEL
CAPITULO:

  • Existían y existen en América
    sabios nativos que poseen, de modo similar a
    cómo relatan tradiciones de otras culturas,
    capacidades proféticas, esto es, visiones en las
    cuales vislumbran grandes acontecimientos por venir de
    importancia para sus pueblos.
  • En la América precolombina, diversos
    profetas nativos advirtieron sobre el advenimiento de
    una Edad Oscura que se iniciaría con la llegada
    de los conquistadores europeos.
  • Hoy, 500 años después, empiezan
    a aparecer también nuevos profetas nativos que
    llevan el mensaje del advenimiento de un nuevo ciclo,
    esta vez de luz,
    para los pueblos de nuestro continente.

Las profecías y los profetas han sido comunes a
muchos pueblos y culturas a lo largo de la historia humana. Los
más cercanos a nuestra cultura
cristiano mestiza son los referentes de las tradiciones griega
(vgr. el famoso Oráculo de Delfos) y judía. En el
Antiguo Testamento, vemos desfilar una serie de "hombres del
espíritu" que reciben señales y saben
interpretarlas, que escuchan voces y se "exaltan con la voz de
Dios", para decirlo en palabras de Paulo Coello. Entre los
pueblos de Abya Yala, la Isla de la Tortuga, no era tampoco
desconocida la capacidad profética de algunos hombres.
Nuestros profetas recibían sus señales y mensajes –
por ejemplo – en sus visitas al "mundo de los espíritus",
luego de consumir ritualmente los brebajes sagrados (ayahuasca,
aguacolla, peyote, etc.)

Una de las profecías más conocidas es la
que tiene que ver con el tiempo del
Pachakutik de la Oscuridad. Se trata de una profecía que,
para curiosidad del escéptico, se encontraba circulando en
diversas zonas y culturas (a veces muy distantes entre ellas) de
nuestro continente justamente en la época del arribo de
los europeos en el siglo quince. "Uno de los mitos
más difundidos entre los indígenas sudamericanos es
el de los cataclismos – dice Blanca Muratorio – (PACHACUTIS para
los indígenas andinos; IYUS en el quichua del oriente
ecuatoriano) – que desencadenan la destrucción y sucesivas
creaciones de las distintas humanidades y de la tierra en
que vivían."

Un cronista de Indias, el padre Gerónimo de
Mendieta, relata como el mismo Colón tuvo ya noticias de
esta profecía:

"Los caciques, que eran los señores, y los
bohiques (que llamaban a los sacerdotes) en quien estaba
la memoria
de sus antigüedades, contaron por muy cierto a
Cristóbal Colón y a los españoles que con
él pasaron, que algunos años antes de su venida
lo habían ellos sabido por oráculo de su Dios. Y
fue de ésta manera: que el padre del cacique Guarionex,
que era uno de los que contaban, y otro reyezuelo con
él, consultaron a su Zemí (que así
llamaban ellos al ídolo del diablo), y
preguntándole qué es lo que había de ser
después de sus días, ayunaron para recibir la
respuesta, cinco o seis días de arreo, sin comer ni
beber cosa alguna, salvo cierto zumo de yerbas, o de una yerba
que bastaba para sustentarlos para que no falleciesen del todo;
lloraron y disciplináronse reciamente, y sahumaron mucho
sus ídolos, como lo requería la ceremonia de su
religión: finalmente, les fue respondido,
que aunque los hombres esconden las cosas venideras a los
hombres por su mejoría, agora les querían
manifestar a ellos por ser buenos religiosos, y que supiesen
como antes de muchos años vendrían en aquella
isla (La Española: Haití – Sto.Domingo) unos
hombres barbudos vestidos todo el cuerpo, que hundiesen de un
golpe un hombre por
medio con las espadas relucientes que traían
ceñidas, los cuales hallarían los antiguos dioses
de la tierra,
destruyendo sus acostumbrados ritos, y derramarían la
sangre de sus
hijos o los llevarían captivos, haciéndose
señores de ellos y de su tierra."

En la visión cíclica del tiempo que es
tradicional entre las culturas nativas de nuestro continente, a
los tiempos de luz suceden los tiempos de oscuridad, a la manera
como, en el plano macrocósmico al día le sucede la
noche o a una estación de frío y lluvias le sigue
una de calor y
sequía. Estos cambios cíclicos en la historia de
los pueblos, también eran conocidos – a decir por lo que
refieren Rodríguez y Tatzo – en los Andes
sudamericanos:

"El Tahuantinsuyo fue en verdad una
civilización espléndida tanto por su cultura como
por su sistema de
vida. Sus productos
culturales, en muchas facetas, superaban a los de los pueblos
de Europa que
habían caído en la superstición y el
oscurantismo.

No obstante, en el último tiempo, el brillo de
la cultura y la civilización incaicas languidecieron
bajo la fuerza de
los imponderables que marcaban el final de esta gran
civilización (…) Esto entraba dentro de las
previsiones de los sabios de América Andina, quienes
conocían de acuerdo a los cambios cíclicos de la
historia, que cada 500 años se daban grandes movimientos
y transformaciones sociales, las cuales desembocaban en una
nueva preeminencia de valores que
alternativamente le correspondía a los pueblos de un
hemisferio del planeta sobre el del otro. Las yachags han
denominado PACHAKUTIK a la fuerza transformadora que arrastra
en su turbulencia los acontecimientos del final de una
época o período histórico. El
último Pachakutik y el inicio del interregno
coincidió con la llegada de Francisco Pizarro y sus
obsecuentes seguidores que destruyeron bárbaramente las
obras civilizatorias de los Andes, borrando oficialmente el
pasado tahuantinsuyano."

Pero Pachakutik es palabra quichua y significa "vuelta
de", "regreso" o "retorno". Da a entender – dice Rodríguez
– una edad, época o retorno de un tiempo – espacio, que no
es otra cosa sino un retorno periódico
de los valores a
la vida histórica de los pueblos. Por eso, recordar que
nuestro bisabuelos indios sabían de profecías y de
algún modo estaban preparados para el terrible tiempo que
les sobrevino, que sus yachags habían recibido el mensaje
de los espíritus y sabían que una larga noche se
cerniría sobre su cultura, es útil en este tiempo
en que nuevas profecías han empezado a hablar precisamente
del NUEVO PACHAKUTIK. Pero esta vez se trata de un Pachakutik de
luz, una nueva aurora para nuestros pueblos y un renacimiento de
los valores y maneras de vivir y entender ancestrales que se
cultivaron en nuestro continente. Así lo entiende Aurelio
Díaz Tepancali, jefe y representante de varias naciones
indias norteamericanas cuando declara:

"Este es el momento que nuestros antepasados
profetizaron, soñaron y desearon para nosotros, los
descendientes de los descendientes originales, de volver a la
casa original de nuestra Madre Tierra y de nuestro Padre Sol.
Aquí, en el Cielo y en la Tierra nos encontramos de
nuevo caminando, pero con conciencia,
con claridad. Tenemos un propósito por el cual estamos
aquí. El propósito de ser claros y verdaderos, de
ser conscientes, de estar en una buena relación con todo
lo que existe; con lo visible y con lo invisible, con el
Misterio de la vida."

Brad Berg, reportero de la revista Share
International, publicó en febrero de 1997 un revelador
artículo sobre un pueblo desconocido de los Andes del
Perú: los Quero. Según el reportero, se
trataría de los últimos descendientes directos de
los incas, una tribu
de 600 personas que buscaron refugio en alturas superiores a los
4200 metros para escapar de los conquistadores españoles.
"Durante 500 años – afirma Berg – los jefes de la tribu
Quero han conservado una profecía sagrada sobre un gran
cambio, o
pachacuti, en el que el mundo daría la vuelta, y en
el que la armonía y el orden se restablecerían,
poniendo fin al caos y al desorden. (…) Las profecías
son optimistas. Estas se refieren al final de los tiempos tal
como nosotros lo entendemos – la muerte de
una forma de pensar y de ser, el fin de una forma de relacionarse
con la naturaleza y la
tierra. En los próximos años, los incas esperan que
emerjamos en una edad dorada, un milenio dorado de paz. Las
profecías también aluden a unos cambios tumultuosos
en la tierra, en nuestra psique, volviendo a definir nuestras
relaciones y espiritualidad."

EL PACHAKUTIK DE LA OBSCURIDAD

"… apareció una isla pequeña que se
deslizaba hacia la tierra. Estaba cubierta de árboles
altos con una serie de criaturas parecidas a osos colgados de sus
ramas. Al acercarse la isla flotante se vio que los osos eran
hombres con la piel blanca y
el vello en el rostro. Estos extranjeros llevaban consigo objetos
que excitaron la curiosidad del pueblo. Y los cambios comenzaron
a producirse…"

SUEÑO DE UNA MUJER CHIPEWA –
OJIBWA

IDEAS PARA TRABAJAR EN
CLASE

  • Escribe un cuento sobre
    el encuentro entre un conquistador español y un sacerdote de cualquiera de
    nuestros pueblos nativos precolombinos. En el relato, el
    sacerdote nativo tienen un sueño donde se le presentan
    visiones sobre un tiempo de obscuridad para su pueblo. Puedes
    tomar como ejemplo el "Sueño de una mujer chipewa –
    ojibwa". En tu relato, el sacerdote contará
    también sobre los cambios que ocurrirán en las
    creencias y la forma de vida de su pueblo en este nuevo ciclo
    de obscuridad.
  • Imagina que eres un anciano sabio de una tribu
    americana de la época de la llegada de los
    conquistadores europeos. Ellos han llegado y están
    imponiendo por la fuerza su cultura, su religión y su
    forma de vida sobre tu tribu. Tú decides entonces huir a
    las montañas y buscar un nuevo territorio de
    difícil acceso para el hombre
    blanco donde poder seguir
    viviendo como tus antepasados y conservando tus creencias.
    Redacta un "diario" donde recopiles los episodios de esta
    experiencia (la llegada de los conquistadores, la huida y
    búsqueda de otra tierra, las peripecias que te
    sucedieron, etc.) Escribe también sobre las formas de
    vida y las creencias que has querido defender y por las que has
    escapado. Dibuja finalmente un mapa donde se ubique tanto la
    región que abandonaste como tu nuevo territorio. Puedes
    tomar como referencia para este ejercicio la ubicación y
    la cultura de alguna tribu nativa americana de las que
    existían en la época de la conquista.
  1. Los primeros ecologistas eran americanos y
    nacieron hace miles de años

TEMA CENTRAL: "Las cosmovisiones sobre
el
universo y la vida presentes en las tradiciones
ancestrales amerindias contienen en su esencia una
filosofía ecologista"

PLANTEAMIENTOS PRINCIPALES DEL
CAPITULO:

  • El hombre de las antiguas culturas y
    tradiciones americanas se consideró, desde
    siempre, como un Hijo de la Tierra. La Tierra era la
    Gran Madre y su relación con ella estaba marcada
    por un respeto, una gratitud y una reverencia
    inmensos.
  • Entre muchos de nuestros pueblos nativos, no
    existía el concepto de propiedad de la Tierra. La Tierra no era
    del hombre, el hombre era de la Tierra.
  • El concepto de propiedad de la tierra se
    extendió por América a raíz de la
    llegada del hombre blanco, poniendo fin a aquella
    relación secular de respeto y reverencia propia
    de los pueblos nativos.

Hay un hecho que marca y
caracteriza las formas de vida de los pueblos aborígenes
americanos: el respeto reverencial hacia la Tierra. Se trata de
unos pueblos y unas tradiciones donde han existido muchos
individuos que, sin dejarse obnubilar por los prodigios
tecnológicos de la civilización impuesta por los
europeos, han avizorado los peligros que se cernían sobre
la especie humana como consecuencia de caminar por esa senda.
Thomas Banyacya, jefe indio de una aldea hopi del noreste de
Arizona, ha dicho:

"La avanzada capacidad tecnológica del hombre
blanco se ha producido como resultado de su falta de
consideración hacia la senda espiritual y hacia todos
los seres vivos. El anhelo del hombre blanco de posesiones
materiales y
poder lo ha cegado respecto del dolor que ha causado a la Madre
Tierra en busca de lo que él llama recursos
naturales".

La Tierra, ha sido milenariamente para el hombre
americano la Gran Madre, la Pachamama. De ella, generosamente,
proviene no solo todo el alimento que necesitamos, sino
también todos los materiales de los que fabricamos los
vestidos que nos cubren y las casas que nos cobijan. De la
Pachamama provienen además todas las medicinas que nos
ayudan a sanarnos.

El hombre americano antiguo se consideró por eso
como un Hijo de la Tierra, y cuidó mucho el reverenciar
esta relación a la que consideró sagrada.
Así lo dice por ejemplo una vieja oración
sioux:

"¡Oh Unchi, Ina, nuestra Abuela y Madre,
Tú eres sagrada!

Sabemos que nuestros cuerpos han venido de
Ti."

Así como queda dicho: "también los cuerpos
provienen de la Tierra". Esto me lo dejó ver sagazmente el
taita Arturo Chiriboga en una conversación que mantuvimos
tiempo atrás más o menos en los siguientes
términos: si lo vez bien – me decía – cada bocado
que te llevas a la boca es un pedazo de la Madre Tierra. Y una
vez que lo ingieres, ese bocado de alimento se transforma y se
convierte en todas las partes que constituyen tu cuerpo
físico: tu piel, tu sangre, tu pelo, todas tus células.
Estás hecho de Tierra y gracias a la Tierra es que tu ser
vive y se renueva constantemente.

Después de estas palabras, empecé a
entender que aquel considerarse Hijos de la Tierra tan
común a tantos pueblos ancestrales de nuestro continente,
iba bastante más allá del romanticismo que
parece aparentar ante los oídos profanos. Nuestros abuelos
se consideraban Hijos de la Tierra porque habían
comprendido muy bien esta relación vital entre la
Pachamama y nosotros, sus hambrientos retoños. Ahí
empecé también a explicarme los cientos de ritos de
agradecimiento a la Tierra que tantos pueblos, no solo en
América sino en todo el mundo han creado a través
de los tiempos. Y es que entablar una relación sagrada
implica una actitud : el
mantenimiento
de un cuidado especial, una atención y unas formas reverentes que
despierten en los hombres y en las comunidades el deseo de
moverse en armonía con el objeto considerado sacro. Esto
está en la esencia misma de la actitud religiosa y es tan
consustancial al ser humano como el respirar. Lástima que
no solo la Tierra pueda ser considerada objeto de culto,
también pueden serlo el dinero o
las riquezas materiales.

Pero vivimos tiempos nuevos. Por todas partes en
América, desde Alaska hasta el sur de Chile, hay un
despertar de nuestras viejas tradiciones espirituales. Por todas
partes, cada vez más hombres y mujeres de los pueblos
nativos y de los sectores mestizos se vuelcan en búsqueda
de los guardianes de la sabiduría ancestral, y vuelven a
hacer los caminos iniciáticos que los ponen en contacto
con los rituales y ceremonias antiguas de nuestra tierra. Vuelven
de ese modo a encontrar los caminos espirituales
autóctonos y a recuperar prácticas religiosas que
se mantuvieron en la sombra durante siglos. Desde luego, es un
camino difícil y a menudo plagado de contradicciones y
snobismos. Pero así es como en los últimos
años han ido reapareciendo en América lo que
podríamos denominar – no sin cierta cautela – los nuevos
sacerdotes de nuestras religiones ancestrales. Sin
aquellas pretensiones dominadoras o sectarias propias de los
sacerdotes de las grandes religiones monoteístas, estos
hombres y mujeres han vuelto a levantar los viejos templos
nativos en nuestras selvas , cascadas, lagunas, montañas y
llanuras. Allí los encontramos ahora, volviendo a orar
como lo hacían nuestros bisabuelos indios, agregando
también a sus ceremonias – como no – entendimientos
acordes con los tiempos modernos; abriendo un espacio en sus
rituales para todo aquel que quiera recordar las maneras de
ponerse en contacto con el Creador propias de nuestro continente;
comprendiendo cada vez más que lo que está
renaciendo en América son unas viejas formas de aprender a
caminar por la vida con el corazón, y
que cuando un hombre o una mujer reencuentran su corazón,
no hay manera de imponer caminos, rituales ni ceremonias, porque
los distintos caminos son solo modos de encontrar el camino
personal de
cada uno(a).

La Tierra, muchos de nuestros pueblos nativos lo han
sabido desde siempre, es un ser vivo. Los pieles rojas en muchos
de sus relatos, llegan incluso a humanizarla. Se trata – afirman
– de "una sustancia viva que inyecta vida a todos los que se
alimentan de ella. Las plantas, los
animales y los
seres humanos reciben de ella toda su vitalidad y
energía". La relación reverencial que han guardado
con ella, es la relación y la reverencia que sus abuelos
les enseñaron a guardar para con sus propias Madres,
aquellas de quienes recibieron el cuidado, el calor, la
protección y el alimento desde antes incluso de venir al
mundo. Por tratarse de un ser vivo, está en sus creencias
naturales el afirmar que se trata de un "ser con
espíritu", de hecho, la consideran una de las
fundamentales y más hermosas manifestaciones del Gran
Espíritu (el Creador).

Este respeto natural hacia la Tierra se pone en
evidencia por ejemplo cuando constatamos que, para los antiguos
pobladores de América del Norte, no existía el
concepto de "propiedad de la tierra". Cuando los ejércitos
de la pujante nueva nación
que había sido fundada por George Washington en 1776
empezaron durante el siglo 19 a desplazar y arrinconar en
reservaciones a los indios, utilizaron como una de sus estrategias la de
proponer la compra de los territorios de los pueblos nativos.
Para los indios, esta era una propuesta descabellada, casi
aberrante. La Tierra era su Madre y no entendían
cómo alguien pudiera venir a proponerles vender a su
Madre. Hay una carta famosa,
fechada en el año de 1885, en que un jefe indio de la
tribu Dwanwish del estado de
Washington le responde al presidente W.Pierce sobre este asunto
en los siguientes términos:

"¿Cómo se puede comprar o vender el
cielo o el calor de la Tierra?

Esta idea es extraña para nosotros. Hasta ahora
nosotros no somos dueños de la frescura del aire ni del
resplandor del agua.

¿Cómo nos lo pueden ustedes comprar?
Nosotros decidiremos en nuestro tiempo.

Cada porción de esta Tierra es sagrada para mi
gente, cada espina brillante, cada orilla arenosa, cada bruma
en el oscuro bosque y cada claro, cada zumbador insecto es
sagrado en la memoria y en la
experiencia de mi gente.

Nosotros sabemos que el hombre blanco no entiende
nuestras costumbres. Para él, un pedazo de tierra es
igual a otro, porque él es un extraño que viene y
toma de la Tierra lo que necesita. La Tierra no es su hermana
sino su enemiga. Cuando la ha conquistado sigue
adelante…"

Búfalo Tigre, un indio miccosukee,
(también norteamericano)lo decía también en
sus propias palabras:

"No nos corresponde a nosotros los indios decir esta
tierra es mía. Solamente la utilizamos. Es el hombre
blanco quien compra la tierra y la cerca. Los indios no pueden
hacer eso, pues la tierra pertenece a todos ellos, y pertenece
a Dios, como ustedes lo llaman. La tierra forma parte de
nuestro cuerpo, y somos parte de ella."

Y sin embargo se impuso la fuerza de las armas, y las
tierras fueron arrebatadas de cualquier forma. No importó
nada, excepto el "progreso", y el progreso se consiguió a
costa de devastar inmensos territorios en los cuales, durante
cientos de años, los pueblos nativos habían
conseguido sobrevivir en armonía con la Tierra. En la
misma carta citada, el jefe dwanwish le hace saber al presidente
Pierce: "he visto miles de búfalos pudriéndose en
las praderas abandonadas por el hombre blanco que pasaba con su
tren y mataba. Yo soy un salvaje y no entiendo como el caballo de
hierro que
fuma puede ser más importante que los búfalos que
nosotros matamos para sobrevivir". Se siente en estas
líneas el pesar y la alarma que sacuden el corazón
del jefe indio ante las maneras nuevas que iba imponiendo la
civilización de la máquina y el hierro. La
desazón y el desconcierto de quien observa un irrespeto
inmenso hacia la vida, y se siente impotente para detenerlo. El
hombre blanco triunfó en esta batalla. Las grandes
praderas fueron atravesadas de este a oeste por los estruendosos
caballos de hierro que fuman. Hacia fines del siglo 19,
prácticamente la totalidad de los pueblos originarios de
Norteamérica habían sido reducidos en reservaciones
donde, poco a poco, se les fue prohibiendo la práctica de
sus valores culturales. Como en tantos otros lugares de nuestro
continente, los niños
indios fueron arrebatados de sus padres para ser educados en las
escuelas del hombre blanco. En las extensas y verdes praderas, en
los bosques y montañas de esa tierra que había sido
honrada y resguardada desde siempre, fue así naciendo "el
país más poderoso de la tierra".

Hoy, EE.UU es el principal responsable del deterioro
ambiental del planeta. Es sabido que su descomunal aparato
militar industrial se mantiene activo a costa de enviar a la
atmósfera
terrestre las más grandes emisiones de gases nocivos
y contaminantes. También es el primer emisor de basura y desechos
tóxicos del mundo. Sus gobiernos, sin embargo, se han
mantenido virtualmente impasibles ante el clamor de cientos de
grupos
ecologistas que alrededor del globo vienen clamando desde hace
años por medidas que pongan freno a esta situación.
La ceguera de los intocables negocios del
capital
transnacional, parece querer conducirnos por la vía del
"american way of life" directo hacia el suicidio
global.

Mirando más hacia el sur, encontramos en los
Andes concepciones parecidas respecto de la Tierra. Para el
antiguo hombre de las montañas andinas, la Pachamama es el
centro vital de la existencia, además de un "gran seno
materno fecundo, que cobija a todos los seres vivientes y les da
el alimento necesario".

Aurelio Díaz Tepancali, indígena de origen
mexicano que lidera la Iglesia Nativa
Americana, una de las más grandes organizaciones de
los pueblos originarios del norte de nuestro continente,
declaraba hace no mucho frente a la Comisión de Derechos Humanos
de las Naciones
Unidas:

"Es fundamental para nuestra religiones que se respete
a los Líderes Espirituales, las Ceremonias y los
elementos e instrumentos sagrados. Para nuestras religiones son
sagradas las plumas, las pieles de diversos animales, la pipa y
otros instrumentos ceremoniales. Son sagradas también
las plantas, los montes, ríos, lagos y la Tierra, como
Madre de los pueblos indígenas. Todo esto, por su
carácter
sagrado, es respetado por nuestra gente, porque es parte
inseparable de la cultura de las comunidades, pueblos y
naciones indígenas, hijos de la Madre
Tierra."

Dentro de esta tradición, lo recordaba Joseph
Epes Brown , la Tierra es sagrada también porque "en Ella
ponemos nuestros pies, y desde Ella le enviamos nuestras voces a
Wakan Tanka". La Tierra es sagrada porque nos sostiene, porque es
sobre ella que podemos hacer nuestros caminos y (dentro del plano
espiritual) orar y enviar nuestros pedidos y agradecimientos al
Gran Espíritu que gobierna la creación. Y es que
para el antiguo hombre americano, tal vez lo más
importante en la vida es la búsqueda del Espíritu,
el reconocimiento de que somos seres espirituales y de que esa
relación es, en último término, la que
cuenta saber encontrar y mantener. Para Hugo Basile el hecho de
que el indígena americano se vincule con el mundo desde la
búsqueda del espíritu "lo ha hecho ser mucho
más respetuoso y más consciente de su
relación y a la vez dependencia de la naturaleza, cosa que
el hombre civilizado ha maltratado hasta poner en peligro la
misma existencia humana".

Los movimientos ecologistas, hay que decirlo finalmente,
aparecieron en la segunda mitad del siglo veinte como respuesta a
los evidentes signos de deterioro ambiental provocados por el
modo de vida occidental en nuestro planeta. En las pocas
décadas que llevan trabajando en los distintos campos del
conservacionismo, han conseguido cuando menos sensibilizarnos
respecto del grave problema a que se ve abocada la humanidad
contemporánea. Pero estamos en una carrera contra el
tiempo y todavía tendrán que morir generaciones
enteras de hombres y mujeres que nacieron y crecieron ausentes al
drama ecológico. Hombres y mujeres que creyeron que la
Tierra estaba allí simplemente para proveer al ser humano
de todos los recursos que su
banal y destructor modo de vida requiriera. Los recursos – hoy lo
sabemos bien – no son inagotables, y ya ni siquiera se trata de
encontrar consensos para instaurar modelos
económicos "sustentables". Se trata, como bien ha
reconocido Raimundo Panikkar, de hacer "un pacto de alianza con
la Tierra". El movimiento
ecologista mundial, debe dar un salto cualitativo y entender que
no se trata sencillamente de encontrar "otro modo
tecnológico de explotación más racional y
duradero de la tierra." Si pretende ser una eco –
filosofía digna de tal nombre, este requiere una
relación completamente distinta con la tierra. La tierra
no es un objeto ni de conocimiento
ni de codicia. La tierra es parte de nosotros mismos. "La paz con
la tierra – señala Panikkar – excluye la victoria sobre la
tierra, su sumisión y su explotación para nuestro
uso y consumo.
Requiere colaboración, correlación y nueva
consciencia. "

Esta nueva relación, esta nueva consciencia, este
pacto de alianza y paz entre el hombre y la Tierra, es una
lección y un legado que la civilización
industrialista y de consumo puede aprender de cualquiera de los
pueblos y grupos que continúan practicando las antiguas
tradiciones nativas. Antes de que apareciera el primer movimiento
ecologista en el mundo, mucho antes, los hombres y mujeres de
nuestro continente, aquellos que conservaban las antiguas
cosmovisiones nativas, sabían bien la importancia de
mantener la armonía con la Tierra y todas sus criaturas.
Podemos afirmar, en ese sentido, que nuestros pueblos nativos
tenían una "conciencia ecologista natural", pues al
considerar sagrada su relación con la Madre Tierra, eran
virtualmente incapaces de atentar contra ella. Sabían
tomar de la naturaleza lo estrictamente necesario para su
supervivencia, con la confianza de que la Madre Tierra
seguiría alimentando a sus hijos como desde el principio
de los tiempos.

Hoy en día, pueblos como los Sioux, trabajan en
la fusión
de la espiritualidad indígena con el movimiento
ecologista. Han creado, por ejemplo, la Ceremonia del Día
de la Tierra, un ritual de agradecimiento y respeto donde, desde
prácticas tradicionales sioux, se alimenta en las nuevas
generaciones la conciencia de la importancia del cuidado del
medio
ambiente, en las distintas formas en que se presenta, como
manifestación de los 4 elementos generadores dela vida:
el Agua, el
Aire, el Fuego y la Tierra.

"La Ceremonia del día de la Tierra – relata
Eagle Man – se lleva a cabo en el campo, donde se invoca a las
cuatro direcciones, así como a los poderes de la tierra
y el cielo, para hacerle saber a estas energías que la
gente está dando todo su apoyo y respeto a la Madre
Tierra. Reconocer a las direcciones es una parte común
de las ceremonias nativas, pero aquí está
relacionado con el tema ambiental".

La conciencia ecologista, vale decirlo para terminar
esta parte, es ya parte consubstancial del mundo actual, es
más, es el marco dentro del cual ya no puede dejar de
pensarse el tema del desarrollo
futuro de nuestra especie. El "ecologismo natural" de los pueblos
y tradiciones nativas, puede aportar entonces la visión de
la profunda unidad y dependencia que existe entre el género
humano y la naturaleza. Se trata de una visión que, bien
entendida, topa el plano espiritual del ser humano, pues es a ese
nivel donde el espíritu de la Tierra (como
manifestación del Gran Espíritu Creador),
está irrevocablemente ligado al espíritu del
hombre. Tal vez las cosas empiecen a mejorar cuando empecemos a
entender – como bien lo sabían nuestros abuelos y lo
siguen repitiendo hasta el cansancio nuestros hombres de medicina –
que:

"… aquello que le hago a la Tierra, me lo hago a
mí mismo; y aquello que me hago a mí mismo, se lo
hago también a la Tierra. Porque en el plano de los
espíritus, todos somos parientes; todos estamos
interrelacionados".

NECESITAMOS APRENDER A RESPETAR LA
TIERRA

"Las formas aborígenes de economía no pueden
satisfacer, por supuesto, las necesidades de una población mundial en desarrollo que se
aproxima ya a los 6 billones. Pero el
conocimiento, y en especial, los valores de las gentes que
los practican son vitales. La comunidad
científica ha empezado a investigar recientemente las
habilidades de los aborígenes en su aprovechamiento de los
recursos. Pero es sobre todo su sabiduría la que se
necesita en la cultura occidental. Todos necesitamos aprender a
respetar la Tierra, a conservar los recursos, una equitativa
distribución de la riqueza, armonía,
equilibrio y
una modesta colaboración (…) Hoy día, todas las
naciones siguen un camino de autodestrucción. La
lección de los pueblos aborígenes es vivir con, no
contra, el único mundo que tenemos".

JULIAN BURGER

IDEAS PARA TRABAJAR EN
CLASE

  • Trata de visualizar en tu mente la imagen de la
    Tierra como una Gran Madre de todas las criaturas que habitan
    en este planeta. Encuentra ahora similitudes entre los papeles
    que cumple cualquier madre y los papeles que cumple la Tierra
    que entren dentro de esta idea central de la Tierra como una
    Gran Madre. Por ejemplo: la Tierra, a través del agua de
    sus ríos, nos limpia, igual que lo hace nuestra madre
    cuando nos bañaba en la tina cuando
    niños.
  • Recoge en una lista aquellos de los planteamientos
    propuestos por el Seathl, el jefe indio de la tribu dwanwish
    (consta como Anexo 1 de este libro) que
    te parezcan de actualidad. Expón tus
    razones.
  • Redacta el texto de una
    ley que
    propondrías a tu gobierno si
    fueras un legislador destinada a precautelar el medio ambiente.
    Haz referencia en ella a la sabiduría con la que muchos
    pueblos nativos de este continente y del mundo han desarrollado
    sus formas de vida sin atentar contra el equilibrio de los
    ecosistemas.
    (Puedes inspirarte en el texto de Julián Burger.
    "Necesitamos aprender a respetar la Tierra").
  1. Volviendo a reconocer a los dadores de la
    vida

TEMA CENTRAL: "La importancia del culto a los
cuatro elementos dentro de las tradiciones nativas
americanas"

PLANTEAMIENTOS PRINCIPALES DEL
CAPITULO:

  • Para nuestras cosmovisiones nativas, todo lo
    que existe está profundamente interrelacionado
    (Todos somos Uno). Todo lo que existe comparte, desde
    una perspectiva espiritual, la esencia del Creador y es
    por ello sagrado. No es, por otra parte, secreto para
    nadie en este tiempo, la íntima relación
    de interdependencia que guardan todas las especies y
    elementos naturales del planeta. Atentar contra la vida
    o la integridad de cualquiera de ellos, es atentar
    contra el conjunto de la vida sobre la
    Tierra.
  • Como consecuencia de esta concepción,
    nuestros pueblos nativos reconocen que la naturaleza es
    parte integrante de la vida social, así como la
    sociedad es parte de la
    naturaleza.
  • El culto a los cuatro elementos y sus
    manifestaciones está presente en diversas
    tradiciones espirituales nativas. Se trata, en esencia,
    de un reconocimiento hacia las fuentes de las cuales proviene y gracias
    a las cuales se sostiene la vida del hombre en este
    planeta.

 

Metakioasin: todos somos parientes

Hay una frase en idioma lakota: "Metakioasin". Quiere
decir: "Todos estamos interrelacionados." Se pronuncia en
diversos momentos de las ceremonias de medicina que hoy vuelven a
celebrarse en distintos puntos de nuestro continente, a la usanza
de nuestros antepasados. Aurelio Díaz Tepancalli es uno de
los líderes indígenas herederos de la
sabiduría y las tradiciones antiguas del norte de nuestro
continente, y desde principios de los
años 90 ha recorrido diversos países no solo de
América sino también de Europa enseñando los
rituales conservados por su pueblo desde hace centurias, buscando
hombres y mujeres interesados en volver a sentarse en un
círculo frente al fuego para recuperar la memoria de
algunas de las formas de la espiritualidad nativa americana.
Compartiendo con él algunas ceremonias realizadas en el
año 1999 en un lugar de la sierra sur de los Andes
ecuatorianos, pude escuchar de sus labios una explicación
más detallada del Metakioasin, especie de "mantra" que
ocupa un lugar destacado tanto en el ceremonial como en la
concepción misma que sobre la vida ha heredado de sus
antepasados. Para Tepancalli, Metakioasin es una fórmula
muy amplia, ya que su sentido literal ("todos estamos
interrelacionados"), no es ni mucho menos el único en que
se utiliza. Quiere decir también, por ejemplo: "todos
somos parientes", pues todas las criaturas somos hijos de un
mismo padre (el Sol) y de una
misma madre (la Tierra). Por eso, Metakioasin se usa
también para significar: "todos somos hermanos". Pero como
el lakota reconoce la esencia espiritual del universo en que
habitamos, dice también en ocasiones: "todos somos Uno",
pues el Espíritu lo cubre todo, y a todos. "A veces cuando
nos reunimos para comer peyote en nuestros círculos de
sanación – me decía Tepancalli en aquella
ocasión – la medicina nos brinda la visión de esta
interconexión absoluta y sagrada de todos los seres. Quien
la ha contemplado, puede haber visto el universo como una
gigantesca telaraña de haces luminosos que penetran e
interrelacionan todo lo que existe".

Alce Negro, uno de los más renombrados jefes de
la tradición sioux, que vivió hasta la tercera
década del siglo XX, tiene también
enseñanzas a este respecto:

"Debemos comprender que todas las cosas son obra del
Gran Espíritu. Debemos saber que El está en todas
las cosas: en los árboles, las hierbas, los ríos,
las montañas, y todos los cuadrúpedos y los
pueblos alados; y, lo que es aún más importante,
debemos comprender que El está también más
allá de todas estas cosas y de todos estos seres. Cuando
hayamos comprendido todo esto profundamente en nuestros
corazones, temerosos, amaremos y conoceremos al Gran
Espíritu…"

Audrey J. Butt, un antropólogo estudioso de las
tradiciones de los kapón – pemón de Venezuela,
afirma que para estos pueblos "todas las vidas son una", y lo que
cambia, aquello en que reconocen diferencias en los seres vivos,
es tan solo la infinita variedad de sus encarnaciones.
Señala también que los actos de invocación a
los espíritus de la naturaleza que realizan los
kapón – pemón en sus ceremonias, "reafirman la
suposición de una unidad y poder de comunicación a través de todas las
partes del universo y cada contacto ritualizado reactualiza el
hecho de la interdependencia y de la comunión. La
naturaleza es así en último término una
parte integral de la sociedad al igual que ésta lo es de
la naturaleza."

En la esencia del vínculo profundo de los
antiguos pobladores de diversas partes de América con la
Tierra, podemos detectar una manera específica de
percibir, una conciencia: toda la vida está
inseparablemente interrelacionada. "Los mundos material y
espiritual – señala Burger a este respecto – se entrelazan
en estas concepciones formando un tejido en el que todos los
seres vivos comparten un significado sagrado".

Lo importante del reconocimiento de esta
interrelación, de esta concepción que reconoce la
identidad
espiritual de todos los seres, es que además se convierte
en el pilar de una ética
sencilla pero muy efectiva que regula eficientemente el comportamiento
de quienes se comprometen con esta creencia. Al asumir al otro
como "sí mismo", al romper la separación ilusoria
que aparece cuando la percepción
está concentrada solo en el mundo físico, el ser
humano poco a poco entiende la importancia de estar atento a
todas sus relaciones, y va surgiendo una cierta cautela, un
cuidado natural hacia todos los seres, pues empieza a estar
presente la conciencia de que aquello que le hago a lo otros, de
algún modo me lo hago a mí mismo, y
viceversa.

Los dadores de la vida

He mencionado ya el respeto y la reverencia que las
tradiciones antiguas de América mantenían hacia los
4 elementos fundamentales: la Tierra, el Agua, el Fuego y el
Aire. Este respeto estaba basado en una consideración
fundamental: nuestros antepasados estaban conscientes de la
estrecha relación y dependencia que guarda la vida del
hombre con estos 4 elementos. Para explicármelo de una
manera sencilla, Popocateptl, un joven chamán con quien
comparto una vieja amistad desde
principios de los años 90, me contaba cierto día:
"para nuestros abuelos indios, había sólo 4 cosas a
los que ellos se permitían aplicar el calificativo de
"necesarias": la tierra, el fuego, el aire y el agua. Quita uno
solo de esos 4 elementos y la vida misma del ser humano deja de
ser posible. Ahí tienes una razón sencilla por la
que es importante guardar el inmenso respeto que guardamos para
con estos 4 abuelos: ellos son los dadores de la vida, la
vida proviene de ellos y nosotros simplemente – como nuestros
viejos – hemos aprendido a agradecer constantemente ese
regalo".

Son cuatro elementos, y el cuatro, como advierte
Germán Rodríguez, representa la constitución material de nuestro universo,
pues la materia (mater
= madre) está formada por 4 elementos.

Tenemos en primer lugar a la Tierra, que es lo que
confiere solidez, lo que da estabilidad, endurece y aísla,
tanto en la dimensión de lo físico, lo
psíquico y también en lo espiritual. A semejanza de
la Tierra, las madres (humanas y animales) poseen la capacidad de
convertir su propio cuerpo en alimento para sus hijos. En la
tierra yacen los huesos y la carne
de nuestros antepasados, y como estamos hechos de Tierra,
nuestros antepasados viven también en nosotros. "En el
vientre paciente y fructífero de nuestra Madre, la Tierra,
se esconden los embriones de plantas y hombres", dice Ohiyesa. Y
la tierra es, además, legítima dadora de
conocimiento, pues – como todos los demás elementos – "ha
estado aquí mucho antes del aparecimiento del alma humana,
y como es más vieja, posee una experiencia mucho mayor que
la del hombre".

En segundo lugar está el Agua, que tiene el poder
de unir, amalgamar y también el de disolver. Que
enseña fluidez y también adaptabilidad, es decir,
la capacidad plástica de tomar cualquier forma . El Agua
que nos enseña a ser transparentes, que es símbolo
de vida y generación, que limpia y purifica.
Todavía hoy en día, muchas ceremonias
indígenas en nuestro continente, empiezan con un lavatorio
ritual.Benito Vidal, en sus Historias Mágicas de los
indios de Norteamérica, describe una bella
tradición piel roja donde se puede apreciar la vital
presencia de este elemento para estos pueblos:

"Todos los días, el indio piel roja
descendía a las riberas del río que generalmente
estaba muy cerca de su poblado o campamento. En él se
purificaba bañándose, acto con que higienizaba
tanto su cuerpo como su alma. Después, una vez cumplido
este rito socio religioso, quedaba en paz, en silencio,
apartado del bullicio de la tribu, en éxtasis y
meditando. Normalmente acudía sólo al río.
Y si le acompañaba alguno de su clan o de su propia
familia, o
su propia esposa, jamás debían llegar juntos a
las aguas, porque cada alma debía permanecer sola en su
comunión matinal con el sol y la tierra, perfumada y
regenerada el alma por el gran silencio de la
noche."

Está en tercer lugar el Aire, que es lo que
expande, difunde y relaciona. Está presente en el aliento
del hombre y del animal, ese aliento por el cual – relatan muchas
de las tradiciones religiosas de la Tierra – el Creador infunde
vida en sus criaturas. El Aire es, por tanto, señal
inequívoca de la presencia de la vida en el hombre, y
cuando la vida lo abandona, se extingue también la
presencia del Aire, del aliento. Además, el Aire es el
vehículo de la luz.

Y finalmente está el Fuego, lo que dinamiza,
transforma y libera. "El fuego que está siempre
relacionado con el concepto de purificación,
energía primaria, vida, calor, civilización (en el
sentido más amplio de Conocimiento Superior)". El Fuego
que es el Sol mismo y que preside desde el centro muchos de los
círculos ceremoniales y rituales nocturnos de nuestros
pueblos. El Fuego que, como me lo dejaba ver en cierta
ocasión el taita Marco Vásquez, un chamán
que vive en uno de los valles aledaños a Quito, "tiene el
poder de reunir una familia, porque tú enciendes un fuego
, y enseguida el fuego convoca a tus amigos". Acampábamos
en aquella ocasión en un cerro cercano a una de las
ciudades del sur del Ecuador
más de cien hombres y mujeres venidos de todo el
continente para volver a recordar uno de los rituales más
bellos y conmovedores de nuestras tierras de América: una
danza del sol
lakota. Había un fuego encendido en el círculo de
ceremonias del campamento y a alguien se le ocurrió
difundir el rumor de que no era conveniente prender ningún
otro fuego adicional. Pero por la noche, un par de traviesos
niños, ignorantes de las formalidades rituales,
encendieron un fuego para calentarse a un costado del campamento.
Una hora más tarde, había alrededor de ese fuego
infantil más de dos docenas de hombres y mujeres, muchos
de ellos entablando amistad por primera vez, calentándose
un café en
la hoguera, compartiendo sus historias y sus bromas. Mientras
esta "familia" se había reunido espontánea y
mágicamente alrededor de este fuego de los niños,
en el fuego central del círculo ceremonial, un hombre
solitario nos observaba desde lo lejos: era el hombre que
quería un solo fuego en el campamento.

Es interesante anotar que los 4 elementos, están
presentes (bajo distintas apariencias) en muchas tradiciones, que
aún cuando no son específicamente originarias de
nuestro continente, se han asentado por vía de las
corrientes migratorias. Este es, por ejemplo, el caso de los
santeros cubanos, herederos de las tradiciones negras venidas con
los esclavos africanos, algunas de cuyas deidades contienen, en
sus poderes, los de los 4 elementos que venimos mencionando.
Así, en el panteón de los dioses de la negritud,
tenemos por ejemplo a Oggún, dios del hierro y la tierra,
una de cuyas virtudes es la creatividad;
están también Obatalá (dios del aire) y
Yemayá (dios del mar), y finalmente el poderoso
Changó, dios del trueno y el rayo, que simboliza la
verdad, la claridad y la justicia,
principios todos relacionados en múltiples culturas con el
Sol.

LA INTERRELACION ESPIRITUAL DE TODOS LOS SERES Y
ELEMENTOS

"En nuestra herencia,
nuestros Abuelos dicen: "IN LAKESH A LAKE", Tú eres yo, yo
soy tú. Nosotros miramos al Gran Espíritu y
decimos: Tú eres yo, yo soy tú. De esa manera vemos
el Misterio, de esta manera nos vemos a nosotros
mismos"

AURELIO DIAZ TEPANCALLI

LOS DADORES DE LA VIDA

"Para nuestras filosofías, el Sol es nuestro
Padre que da el calor y la energía a la vida. La Tierra es
nuestra Madre, fecundadora de vida y dadora de los alimentos. El
Aire es nuestro hermano que todos respiramos y compartimos. El
Agua es nuestra hermana, fuente de vida de la cual todos bebemos.
Estos 4 elementos son sagrados, así nos lo dijeron
nuestros antepasados y nosotros tenemos el derecho de respetarlos
y transmitir sus enseñanzas a las generaciones
futuras".

AURELIO DIAZ TEPANCALI

IDEAS PARA TRABAJAR EN
CLASE

  • La ciencia
    contemporánea ha desarrollado artefactos
    tecnológicos capaces de "hacer visible" el aura (el halo
    de luz o energía que emiten los seres humanos y otros
    seres y elementos). El invento diseñado para tal efecto
    se conoce como "fotografía Kirlian"y es una especie de
    cámara para tomar fotografías de auras. Imagina
    entonces que tienes una super cámara Kirlian y que desde
    una montaña muy alta puedes tomar la foto del aura que
    emiten todos los seres y las cosas de una de nuestras grandes
    ciudades. Elabora un dibujo de lo
    que se vería en esa fotografía.

Un dato adicional: hay chamanes que afirman haber
contemplado en ciertas visiones la "interrelación" que
existe entre todos los seres y las cosas del universo. Dicen
que en esa visión, todos los seres y las cosas aparecen
"interconectados" por una especie de haces luminosos formando
un diseño parecido al de una tela de
araña.

  • Escribe un ensayo
    donde analices el valor
    ecológico que pueden contener aquellas religiones que,
    desde antaño, consideraban sagrados a los cuatro
    elementos de la naturaleza: la Tierra, el Fuego, el Aire y el
    Agua.
  1. El culto a las direcciones
    sagradas

TEMA CENTRAL: "El culto a las direcciones
sagradas del universo"

PLANTEAMIENTOS PRINCIPALES DEL
CAPITULO:

  • Conjuntamente con el culto hacia los cuatro
    elementos, es común a distintas tradiciones
    nativas americanas el culto hacia las direcciones
    sagradas del universo.
  • En la creencia del antiguo hombre americano,
    en esas direcciones habitan espíritus que poseen
    cualidades específicas que pueden ser convocadas
    para auxiliar y mejorar la vida del hombre. En muchos
    de los rituales y ceremonias nativas de distintos
    pueblos de nuestro continente, podemos reconocible la
    presencia de estas invocaciones.

En múltiples pueblos nativos de América,
existe el culto a las Direcciones Sagradas del Universo.
Dependiendo de la tradición de que se trate, a veces se
reconocen cuatro y a veces siete direcciones sagradas. Cuando es
el cuatro el número prevaleciente, las direcciones
coinciden con los cuatro puntos cardinales: el Norte, el Sur, el
Este y el Oeste. Cuando se trata de una cultura que reconoce
siete direcciones, a las cuatro anteriores se agregan tres
más: Arriba (el cielo), Abajo (la tierra) y el Centro (Uno
mismo).

En algunas de las tradiciones de América del
Norte, se tiene la creencia de que hay poderes que habitan en
cada una de las direcciones, que se consideran por esta
razón, sagradas. Eagle Man, un chamán canadiense,
relata su manera de invocar estos poderes en una
ceremonia:

"Empiezo invocando el poder del Oeste, mientras pienso
en las lluvias dadoras de vida y en el mundo siempre presente
de los espíritus. Luego, invoco el poder del Norte, la
fuente de resistencia,
fuerza, veracidad y honestidad,
que son cualidades necesarias para recorrer el camino del bien
en la vida. Luego invoco el poder del Este. El Este es donde el
sol nace, y el sol nos trae sabiduría, la esencia de la
espiritualidad. Sin sabiduría, nos volvemos ignorantes y
causamos daño a nosotros y a otros. La cuarta
energía es el poder del Sur, que nos trae abundancia,
medicina y crecimiento."

Para Benito Vidal, la creencia en las existencia de
siete direcciones sagradas del universo es, junto con el culto a
la Tierra, el tema común que unifica las tradiciones de
todos los pueblos nativos de Norteamérica.

En la tradición antigua de los aztecas,
encontramos una interesante correspondencia entre las cuatro
direcciones y los cuatro elementos a los que nos hemos referido
hace poco. Federico González, un estudioso de la
simbología precolombina dice:

"Es sabido que las Eras, llamadas Soles, estaban
emparentadas con los elementos; el Sol de Aire es el que
encabeza la ronda de la famosa Piedra del Sol. Se lo encuentra
ubicado en el Este, y seguido al Norte por el Fuego, al Oeste
por el Agua y al Sur por la Tierra, según el curioso
orden que se expresa igualmente en códices y documentos:"

Alce Negro, jefe sioux oglala al que ya nos hemos
referido en otra parte, encuentra también una
correspondencia simbólica entre las 4 cintas de su pipa
con las cuatro direcciones del universo:

"La negra representa el Oeste, donde habitan los seres
del trueno para enviarnos la lluvia. La blanca, al Norte, de
donde procede el gran viento blanco que limpia; la roja, al
Este, donde brota la luz y donde vive la estrella de la
mañana que otorga sabiduría a los hombres; la
amarilla, al Sur, de donde proviene el verano y el poder para
crecer."

La presencia del culto a las direcciones se encuentra
también en los diseños de muchas ceremonias
nativas, sobre todo en las de los pueblos del norte del
continente. Está presente en la invocación que
hacen los cargadores de pipacuando encienden este instrumento
sagrado para expresar sus oraciones o conversar con su gente.
También la encontramos en ceremonias como la
búsqueda de visión o el temascal. Cuando nos
adentramos en la práctica de estos rituales, empezamos
poco a poco a entender la magnífica correspondencia
simbólica que hay – dentro de los diseños
ceremoniales – entre la ubicación de ciertos
participantes, sus funciones dentro
de las ceremonias y los poderes de las direcciones.

INVOCACION DE ESPIRITUS

"Entre los Kapón y Pemón tienen mucha
fuerza los taren (invocaciones) que adquieren la forma de
oraciones o "recitales poéticos" que se usan
cotidianamente para invocar espíritus cuyas cualidades
(poderes) pueden contrarrestar otros cuyas cualidades
están afectando a la persona o a la
comunidad".

AUDREY BUTT

IDEAS PARA TRABAJAR EN
CLASE

  • Los viejos poetas épicos de la Grecia
    antigua (Homero y
    Hesíodo), iniciaban sus largos cantos invocando la
    inspiración de las musas. ¿Crees que existe
    alguna relación entre esta costumbre de los poetas
    griegos y las invocaciones a los espíritus o poderes de
    las direcciones sagradas del universo que realizan muchos de
    los chamanes de los cultos nativos americanos?
  • He aquí un juego para
    que lo compartas con un pequeño grupo de
    compañeros: luego de realizar un pequeño
    ejercicio de relajación, aquieta tus pensamientos y
    trata de poner tu mente en blanco. Dirige luego tu mirada hacia
    el Norte e invoca respetuosamente el poder espiritual de esa
    dirección. Mantente tranquilo y espera a
    ver qué aparece en tu mente. El mensaje puede llegar
    bajo la forma de un recuerdo, de una imagen mental, una
    sensación o un sentimiento. Cualquier cosa que aparezca
    vale. Ejecuta el mismo procedimiento
    con los otros tres puntos cardinales. Uno de tus
    compañeros anotará el "mensaje" que hayas
    recibido de cada dirección. Después de que varios
    compañeros hayan realizado el mismo ejercicio, comparen
    los mensajes que cada uno recibió de cada
    dirección y vean si es que hay similitudes entre el tipo
    de mensajes recibidos. Un dato importante: antes de invocar el
    poder espiritual de la primera dirección y mientras
    aquietas tu mente, envía mentalmente al cielo un
    propósito para el pequeño ritual: recibir
    mensajes que te ayuden en tu crecimiento espiritual. Durante el
    juego, confía mucho en tu intuición.
  1. El tabaco y el
    poder de la palabra: la ceremonia de la pipa
    sagrada.

TEMA CENTRAL: "El tabaco: una planta sagrada
para nuestros pueblos ancestrales"

PLANTEAMIENTOS PRINCIPALES DEL
CAPITULO:

  • El tabaco es una planta originaria del
    continente americano. En la cosmovisión de
    muchos pueblos nativos americanos, el tabaco era
    considerado una planta "profesora" y se usaba
    básicamente para dos cosas: para curar (en
    muchos de los rituales de la medicina chamánica
    aborigen) o para orar.
  • El uso comercial y la transformación
    del tabaco en simple objeto de consumo es responsabilidad de los colonizadores
    europeos que nunca entendieron la sacralidad de sus
    usos.
  • La ceremonia de la pipa sagrada de los
    pueblos pieles rojas es uno de los más bellos
    legados sobrevivientes de la tradición
    amerindia. La pipa, ha sido desde siempre para esos
    pueblos un instrumento para educar a sus generaciones
    en la verdad, en la expresión del sentimiento
    del corazón. También ha servido para
    concientizar a sus hombres y mujeres en el uso de la
    palabra como un instrumento muy poderoso, que bien
    puede ser utilizado para sanar o para
    enfermar.

Hay una planta sagrada que está presente
virtualmente en todas las ceremonias de la medicina tradicional y
chamánica de las distintas tradiciones americanas, desde
Alaska hasta la Tierra del Fuego: el tabaco. Son múltiples
las concepciones y los usos que se le asignan, pero es cuando
menos curioso que un elemento tan vilipendiado por la medicina y
la cultura moderna de occidente, se encuentre tan presente en las
prácticas medicinales nativas.

El tabaco es una planta nativa de nuestro continente.
Los europeos la descubrieron después de la llegada de
Colón y, desde allí, su uso se extendió
hacia todos los rincones del planeta. Nació así el
uso comercial del tabaco. Pero el tabaco tenía entre
nuestros pueblos un uso ceremonial. Servía
básicamente para dos cosas: para curar y para orar. Era
también, como otras plantas consideradas sagradas, una
planta "profesora":

"Existen muchas plantas profesoras, y de acuerdo con
Luna, el tabaco puede – de cierta forma – ser considerada hasta
más importante que la ayahuasca, pues él
actúa como mediador entre el vegetalista y los
espíritus de las plantas. Como dice uno de sus
informantes: "sin tabaco, no se puede usar ningún
vegetal…" El tabaco es tenido como purificador del cuerpo en
tanto ayuda a expulsar la enfermedad. También es
considerado como la comida de los espíritus. El dominio del uso
del tabaco, fumado, ingerido o inhalado por la nariz es un
aspecto de la iniciación chamánica de todos los
informantes de este investigador. El tabaco está siempre
presente en las sesiones de ayahuasca realizadas por los
maestros peruanos".

Los antiguos sioux relataban la historia de como el
mismo Gran Espíritu había hecho el regalo del
tabaco a los hombres. Una bella leyenda india cuenta
que, hace muchísimos siglos, hubo un tiempo en que el Gran
Espíritu vivía con los hombres y los hombres
percibían nítidamente su presencia y
convivían cotidianamente con su Creador. Pero algo
ocurrió y el Gran Espíritu se enojó con los
hombres, y decidió partir e irse para el cielo. Los
hombres, muy acongojados, oraron y suplicaron al Gran
Espíritu que no los abandonara, pero todo fue
inútil. Pidieron entonces que por lo menos les diese un
medio para entablar comunicación de manera efectiva con
El. Y cuenta la historia que del mismo suelo que
había sido regado por las lágrimas de estos hombres
suplicantes, brotó la primera planta del tabaco. Los
hombres entendieron entonces que esta planta era el medio que el
Gran Espíritu había ofrecido a los hombres para
comunicarse con El. Desde el principio mismo, dicen los relatos
de distintos pueblos nativos norteamericanos, el tabaco fue una
planta sagrada. Los tatarabuelos de los tatarabuelos, en la noche
de los tiempos, aprendieron que debía ser usada para
orar.

Cuando los primeros europeos llegaron a nuestro
continente, en su afán de perseguir y extirpar lo que
denominaron "idolatrías" y "herejías", o
simplemente prácticas diabólicas, toparon con el
tabaco. Hay relatos de los cronistas de Indias que muestran la
percepción que los sacerdotes católicos tuvieron de
las distintas ceremonias donde se utilizaba esta planta: el
diablo está presente con frecuencia en esos relatos. Como
todo fumador novato, debieron probablemente sentir los mareos que
provoca el fumar, y decidieron que aquello solo podía ser
vehículo de la maldad. Lo condenaron y a veces prohibieron
frontalmente su consumo. Pero más temprano que tarde, se
fue imponiendo esta seductora costumbre de echar humo por la
boca, y las prohibiciones se fueron levantando. Pocos siglos
más tarde, la industria del
consumo de puros y cigarrillos se extendió por el mundo
entero, de la mano de los colonizadores blancos que fueron
propagando esta nueva costumbre aprendida en América. Pero
lo que no aprendieron, lo que no entendieron posiblemente nunca,
era que el tabaco ha sido históricamente para muchos de
nuestros pueblos nativos su planta más reverenciada. Su
uso no era comercial sino ritual. Los chamanes lo utilizaban en
sus ceremonias de curación. Los cargadores de pipa lo
usaban para invocar sus espíritus protectores. En las
tradiciones de algunos pueblos, los abuelos o los padres
preparaban tabacos envueltos en hojitas de maíz
simplemente para conversar con su familia, en el entendimiento de
que el tabaco tenía el poder de hacer visible el aliento
(el espíritu) de las personas, y de que era una forma para
poner al Creador como testigo de las conversaciones. El tabaco
daba así una dimensión sacra a la existencia
cotidiana.

Ciervo Blanco de Otoño, jefe indio de uno de los
pueblos nativos explica a su manera las consecuencias que tuvo
este "mal uso" de la planta sagrada:

"Cuando los europeos empezaron a usar el tabaco, lo
vieron como un mercado y
así corrompieron su función.
Ahora está siendo mal usado, y tú puedes ver lo
que sucede cuando un regalo que se ha dado se mal
usa".

Personalmente, llevo investigando ya más de una
década las distintas formas del chamanismo, especialmente
el americano. He tenido la suerte de estar presente en decenas de
ceremonias y presenciar el trabajo de
algunos chamanes. Todos, de un modo u otro, "trabajan" con
tabaco. No he visto encender tabacos – dentro de las ceremonias –
por el simple "placer de fumar".

De entre los usos sagrados que distintas tradiciones en
nuestra tierra han dado al tabaco, sobresale por su belleza y
simbolismo sin duda la tradición de la pipa sagrada. El
origen de su uso se pierde en la noche de los tiempos. Se trata
de un instrumento propio de los hombres y las mujeres de casi la
totalidad de las antiguas tribus de América del Norte. En
la actualidad, muchos herederos de estos pueblos, siguen
manteniendo viva la tradición. Como toda pipa, las pipas
sagradas están constituidas de dos partes fundamentales:
un caño o cañón, que es la parte por la que
se inhala el humo del tabaco, y un recipiente, denominado por
algunos pueblos "cazoleta", que es la parte en la que se coloca
el tabaco. Adicionalmente, las "chanupas" (así se
denominan también las pipas sagradas) suelen estar
ataviadas con plumas, cintas de colores o
figurillas de plata que representan plantas profesoras o
animales. Se trata de aditamentos que generalmente han sido
puestos por el dueño de la pipa y su simbolismo es
personal y muy variado. El cañón de la pipa,
representa la parte masculina del instrumento, y la cazoleta su
parte femenina. De este modo, cuando se enciende ceremonialmente
una chanupa, simbólicamente se está haciendo
también un enlace entre las energías "macho" y las
energías "hembra", que constituyen (juntas) las dos
polaridades complementarias que conforman todo lo que existe.
Para Ciervo Blanco de Otoño, heredero de la
tradición lakota, "la ceremonia de la pipa es un ritual
sagrado para conectar los mundos físico y espiritual. La
pipa es un eslabón entre la tierra y el cielo. Nada es
más sagrado, porque la pipa es nuestras oraciones en forma
física. El
humo se convierte en nuestras palabras; surge, toca todo, y se
convierte en una parte de todo lo que es (…) La razón
para usar el tabaco es para conectar los mundos es que las
raíces de las plantas penetran profundamente en la tierra
y su humo sube alto hacia los cielos". Ed McGaa (Eagle Man), un
sioux oglala, dice por su parte que la mayoría de las
ceremonias de pipa tienen la misma intención: "invocar y
agradecer a las seis energías".

En una de las versiones más conocidas, la pipa
fue un regalo que la "mujer bisonte blanco" le hizo al pueblo
indio para que pudiera comunicarse con el Gran Espíritu.
Entre las instrucciones originales que este ser mítico dio
a los hombres, estaba el entendimiento de que la pipa era una
suerte de arco con el cual disparar flechas hacia el mundo de los
espíritus. Las flechas, son las palabras que se elevan
mientras se fuma.

También, dentro de la antigua tradición
india, se encuentran con mucha frecuencia relatos que hablan de
la pipa como una "maestra de la palabra", y es que la palabra,
para nuestros abuelos indios, era también sagrada. Antes
de encargarle a un hombre o a una mujer la responsabilidad de
convertirse en un "cargador de pipa", los ancianos de la tribu
debían haberse percatado de que el cargador era un ser
humano que había aprendido a manejar su palabra con
cautela. Con la pipa, igual que con el tabaco fumado de otras
maneras, se dice "solo la verdad", pues la sinceridad (entendida
como la expresión auténtica de aquello que anida en
el corazón del hombre) es uno de los valores o cualidades
que con más empeño cultivaban nuestros antepasados.
El saludo ritual a las distintas direcciones del universo,
simboliza también el llamado que se hace a todos los
espíritus que vigilan con su poder la creación,
para que escuchen a quien los invoca. Cuando un cargador de pipa
se dirige a las direcciones de esta manera, está invocando
a todo el universo para que lo escuche, en la confianza de que su
palabra, dicha con sinceridad de esta manera, siempre es atendida
por aquellos poderes.

Aún cuando se trata de un instrumento ritual
históricamente vinculado con los pueblos de América
del Norte, desde hace algunos años, su tradición ha
empezado también a difundirse por Sudamérica. En el
año de 1992, coincidiendo con algunos de los
múltiples actos conmemorativos del denominado "Quinto
centenario" de la llegada de los europeos a América,
llegó al Ecuador Aurelio Díaz Tepancali, jefe de la
Iglesia Nativa Americana y líder
espiritual de 7 fuegos sagrados de 7 pueblos nativos
norteamericanos. Lo conocí en el año de 1995,
cuando llevaba ya cuatro años visitando distintos grupos
de indígenas y mestizos ecuatorianos para compartir con
ellos distintas ceremonias de su tradición. En sus propias
palabras, él venía con la misión
sagrada de unir las tradiciones del Cóndor y del
Águila. Una de las tradiciones que llegó al Ecuador
con este líder espiritual nativo, fue precisamente la de
la pipa. Según Tepancali, para convertirse en un cargador
de pipa, un hombre o una mujer debe haber hecho previamente un
compromiso sagrado con los espíritus. Este compromiso,
dura un tiempo mínimo de 4 años en que el aspirante
a cargador de pipa, debe subir a la montaña una vez cada
año a buscar una visión en silencio y soledad.
Transcurrido este tiempo, el aspirante ha hecho el camino
iniciático necesario para asumir la responsabilidad de ser
un cargador de la pipa sagrada, y es considerado así mismo
un guardián de la tradición. La pipa, suele ser
entregada a su cuidador en una pequeña ceremonia previa a
su última subida a la montaña, el cuarto año
de su compromiso. Por representar la palabra del hombre, la pipa
no puede ser encendida durante todos los días que dura el
ayuno en la montaña, pues el ritual de la búsqueda
de visión establece que, al recibir la pipa, el aspirante
entrega ritualmente su palabra y asume el compromiso de
permanecer en silencio durante todos los días que dure su
permanencia en la montaña. Cuando baja de la
montaña, un hombre de medicina es el encargado de encender
por primera vez su pipa, presentarla a todas las direcciones
sagradas , y dársela por primera vez para que envíe
su voz a todos los poderes del universo.

Hasta donde yo conozco, durante los diez años
transcurridos desde la venida de Tepancali al Ecuador,
aproximadamente un centenar de hombres y mujeres de nuestra
tierra han hecho los rituales y el camino de iniciación
descritos y se han convertido en guardianes de la
tradición de la pipa sagrada. Y conozco también
muchos que, ahora mismo, están en camino de llegar a
serlo.

La tradición de la pipa o chanupa sagrada es la
tradición de los guerreros de nuestro continente, de
aquellos que fueron aprendiendo ritos para transmitir a sus
generaciones los valores fundamentales a través de los
cuales querían vivir y disfrutar la vida. Es la
tradición de la "verdad a cualquier precio", pues
el antiguo indio de nuestras tierras no era un político, y
desconocía (o no le interesaba) el uso de la palabra como
estrategia de
engaño para adquirir poder dentro de su comunidad.
Según nos cuenta Ohiyesa, mentir era, desde el principio,
una ofensa capital entre los pueblos ancestrales del norte.
"Creyendo que el mentiroso intencional es capaz de cometer
cualquier crimen detrás de la mampara de falsedad y la
traición cobarde – dice -, el destructor de la confianza
mutua era rápidamente matado, para que el mal no pudiese
continuar." Así de severas eran las leyes indias
antiguas, pero se pueden contar con las manos los casos de
relatos donde se hable de la aplicación de esta pena tan
severa. Simplemente la palabra de un hombre o una mujer era
sagrada, era – para muchos – su bien más preciado, y a
nadie se le ocurría irse por ahí contando
mentirillas por temor o para obtener ventaja.

Hemos dicho líneas más arriba que la
palabra – para los hombres herederos de estas tradiciones – era
sagrada. Pero era considerada de esta manera, porque en la
tradición antigua estaba también el conocimiento de
que la palabra era depositaria de un poder muy grande. La palabra
dicha con la pipa o con el tabaco liado, la palabra cantada, la
palabra impresa en lenguajes alfabéticos o
simbólicos, la palabra pensada, todas las posibilidades de
la palabra, eran formas distintas de un poder del que el hombre
podía volverse consciente; un poder que se puede invocar,
y un poder que se puede manejar para mejorar o para dañar
la vida. En la experiencia de cualquiera está el
comprobar, de manera sencilla, la presencia permanente de este
poder. Baste con recordar la cantidad de ocasiones en que unas
"simples palabras" han sido el bálsamo necesario para
sacarnos de nuestros estados de desánimo o desazón,
cuántas veces las "sencillas palabras" de un amigo nos han
sumergido en estados de regocijo o alegría. Porque la
palabra, como rezan a veces los chamanes nahuas, es
también "una medicina". O un veneno. "Todo depende de la
‘dirección’ que aquel que habla le de a sus
palabras; todo depende de la intención que esté
latiendo en el corazón de aquel que emite las palabras",
como le gusta decir en sus ceremonias de curación al taita
Arturo Chiriboga. Porque también con palabras muchas veces
hemos permitido que nos hieran, o que nos infundan
temor.

Hablando de esta "función mágica" de la
palabra Audrey Butt relata un bellísimo ejemplo tomado de
la cultura de uno de los pueblos nativos de América del
Sur:

"La convicción básica en el pensamiento
Kapón y Pemón, aquella que subyace a sus
prácticas de invocación, es la de que una
situación o estado puede ser cambiado y remediado de
acuerdo a la intención del que invoca, y que esto se
logra llamando por su nombre y yuxtaponiendo un ancestro
primario. Esta energía ancestral (pia) es escogida de
acuerdo con las características y cualidades que se
necesitan para resolver el problema que se tiene entre manos.
Por ejemplo, después de dar a luz, las mujeres a veces
sufren dolores en el útero y tienen hemorragias
excesivas. Para curar esto, los Pemón invocan a Marutu
Pachi Pia, el ancestro Maruk de las mujeres. El pájaro
Maruk se dice que nunca se moja los pies o sus plumas y
así, siendo la representación de la sequedad, se
lo invoca a causa de esta característica para que drene
el útero."

Los magos y chamanes de todas las tradiciones del mundo,
suelen ser maestros del "encantamiento", es decir, de la palabra
hecha canto y usada en función mágica y las
canciones suelen representar momentos fundamentales dentro de sus
ceremonias. Con la palabra hecha canto, se establece una
"conexión" especial con las dimensiones espirituales, se
convoca la presencia de determinadas fuerzas para que
actúen y produzcan el cambio específico que aquel
que canta está intentando, ya sea en sí mismo, o en
los otros. Con la palabra hecha canto, podemos llegar a
sumergirnos (como en efecto nos sucede a menudo, aunque de manera
inconsciente) en estados de ánimo específicos que
se constituyen en las palancas desde las cuales impulsamos
nuestros ser hacia el cielo o hacia la tierra; o, en cualquier
caso, hacia donde estemos queriendo ir con nuestras vidas.
Nuestros antiguos eran muy conscientes de ello. Por eso las
madres cantaban determinadas canciones a sus niños incluso
desde el vientre, y los sacerdotes entonaban cantos de despedida
para aquellos que abandonaban la vida, cantos destinados a
aliviar el pesar de los vivos y también a abrir el camino
del difunto hacia el "reino del Espíritu". Había
cantos para invocar el valor cuando se iba a la guerra, y
también cantos para agradecer el calor y la vida que nos
viene del Sol; cantos para "llamar" a la lluvia o para agradecer
la infinita generosidad con que la Tierra nos brinda el alimento
cada día. Cantos para desear una unión larga y
muchos hijos a los recién casados y cantos para celebrar
alegre o ferozmente el valor de un guerrero. Cantos para atraer
los animales, el pescado o los frutos de los que se alimenta la
comunidad. Cantos, muchos mágicos cantos comunicando al
hombre con los otros espíritus de la Creación y
dando color a la vida
de nuestros pueblos de América. Muchos bellísimos
cantos deliberadamente conscientes de su poder de sanar o
enfermar. Lo que no se conocía, era el canto como
vehículo de enriquecimiento personal, o de
manipulación de las pasiones y los sentimientos de las
masas: el canto banalizado, el canto como forma de evasión
de la realidad.

LA "PIPA DE LA PAZ"

"Para un indio es inconcebible romper su palabra
después de fumar la pipa. En el pasado, la firma de los
tratados iba
acompañada de ceremonias de pipa, porque los indios
creían que fumando la pipa afianzarían el acuerdo.
Nadie cometería el error de mentir o retractarse de su
palabra una vez que se fumaba la pipa, porque la pipa era el
vehículo para llevar su palabra al Creador. Por supuesto,
todos sabemos que el gobierno de los Estados Unidos no
compartía estas comprensiones, y enviaba representantes a
los indios para usar la pipa como medio de
decepción."

LA PIPA: UN INSTRUMENTO PARA HABLAR CON LA
VERDAD

"Has enviado una vos con tu pipa a Wakan Tanka (el Gran
Espíritu). Esta pipa ahora es muy sagrada, pues el
universo entero la ha visto. ¡Así que dinos la
verdad y asegúrate de no inventar nada! Puesto que
estás a punto de poner la pipa en tu boca, debes decirnos
nada más que la verdad. La pipa es wakan (sagrada) y sabe
todas las cosas; tú no puedes
engañarla."

IDEAS PARA TRABAJAR EN
CLASE

  • El tabaco, es una planta originaria de América
    y antes de la llegada de los españoles nuestros nativos
    lo usaban básicamente para dos cosas: curar (en sus
    ceremonias de medicina chamánica) y para orar (como una
    forma de enviar un aliento visible a los cielos). Los europeos
    lo descubrieron tras la conquista y más temprano que
    tarde, lo convirtieron en un simple objeto de consumo.
    Nació también con ellos la industria del
    tabaco.

¿Puedes señalar otras plantas u objetos
que en sus orígenes tenían un uso "ritual" o
"ceremonial" y que luego la civilización occidental
convirtió en simples mercancías de
consumo?

  • Escribe un pequeño guión para
    dramatizar una ceremonia de pipa, tal como la realizaban los
    indios de norteamérica. Inspírate en los textos
    sobre la pipa sagrada que se acompañan al final de este
    capítulo.

 

  1. Búsqueda de visión y ayunos
    rituales

TEMA CENTRAL: "El ritual de la
búsqueda de visión y otras formas de ayuno
ritual"

PLANTEAMIENTOS PRINCIPALES DEL
CAPITULO:

  • Hay un viejo ritual propio de los indios
    nativos de norteamérica: la búsqueda de
    visión. Entre otros, su propósito es
    cultivar en el ser humano cuatro cualidades que se
    consideran fundamentales. Humildad, voluntad,
    sinceridad e integridad.
  • El silencio, es una cualidad muy rara en
    nuestras ruidosas sociedades contemporáneas que han
    ideado múltiples artefactos para mantenernos
    "distraídos". Así, es rara la
    ocasión en que podemos estar realmente en
    contacto con nosotros mismos. Sin autocontacto, no hay
    autoconocimiento, ni tampoco crecimiento y madurez del
    espíritu. La búsqueda de visión,
    es un rito que valora mucho el silencio. En la soledad
    de la montaña, el buscador de visión se
    mantiene durante días en silencio absoluto, sin
    distracciones, tomando contacto con su ser
    interior.
  • Otra práctica que ha sido muy
    cultivada por nuestros pueblos es la del ayuno ritual.
    Cumple, en primer lugar, una función medicinal y
    terapéutica, pues proporciona descanso a los
    órganos internos y limpieza al organismo en
    general. Pero cumple también una función
    espiritual. Quien ha practicado cualquier tipo de
    ayuno, puede testimoniar que "con la barriga
    vacía" el espíritu se afina y las
    funciones de la mente se clarifican.

 El ritual de la búsqueda de
visión de los indios de
Norteamérica.

Subir a la montaña. Encontrarse frente a frente
con el Creador. Un tiempo en soledad para poder mirarse uno mismo
sin perturbaciones, sin los distractores de que acostumbramos
echar mano en la vida cotidiana para escapar de nosotros mismos,
para no mirar aquello que nos disgusta, aquello que tememos,
aquello que yace en nuestro lado obscuro y que es parte
integrante de nuestro ser.

La primera vez que escuché los relatos que
describían el viejo ritual piel roja de la búsqueda
de visión sentí temor. También sentí
admiración por aquellos guerreros que tenían el
atrevimiento de subir a la montaña y quedarse varios
días a la intemperie, en silencio y soledad absolutos,
ayunando para purificar sus cuerpos, con solo una cobija para
protegerse del frío por las noches.

Muchos pueblos pieles rojas conservan hasta la
actualidad distintos diseños del antiguo rito de la
búsqueda de visión. En términos generales,
la experiencia básica es la misma: un ayuno ritual en
silencio y soledad que se realiza en una montaña
consagrada previamente para el efecto, durante un determinado
número de días. Este número varía
según los diseños y las tradiciones. También
hay rituales parecidos entre algunos pueblos de
Sudamérica.

Los lakotas suelen denominarlo "imploración de la
visión" y lo entienden como un tiempo en que cualquier
hombre o mujer asciende a una montaña para
"plañir".

"Hay muchas razones para ir a la cima solitaria de una
montaña a "plañir". Algunos hombres reciben una
visión cuando son muy jóvenes y cuando no lo
esperan, y ellos van a plañir para entenderla mejor.
Plañimos si deseamos volvernos valientes para una prueba
severa. Algunas personas plañen para pedir algún
favor al Gran Espíritu, como curar a un pariente
enfermo. También plañimos como una acción
de gracias por algún gran regalo que el Gran
Espíritu nos haya dado. Pero quizá la
razón más importante para plañir es que
nos ayuda a comprender nuestra unión con todas las
cosas, a saber que todas las cosas son parientes
nuestros".

En el año de 1999, tuve la ocasión de
presenciar por primera vez un ritual piel roja de búsqueda
de visión. Años antes, chamanes venidos desde
México y
Norteamérica habían consagrado una montaña
en el sur del Ecuador para este efecto. Hasta donde tengo
noticia, era la primera vez que este tipo de ritual se iba a
celebrar en el Ecuador. Más de una cincuentena de buscadores de
visión subieron en aquella oportunidad a la
montaña.

El ritual empieza, para cada buscador de visión,
semanas antes de su ascenso a la montaña. Como preparativo
para el ritual, debe confeccionar primero una larga hilera de
pequeños atados de tabaco, 365 en total. Cada atado
representa un día del año y la hilera contiene los
"rezos" que, con la atención debida, el buscador ha puesto
con su palabra al Gran Espíritu. La hilera de rezos
contiene, si se quiere, los propósitos con los que el
hombre o la mujer van a
subir a la montaña a implorar una visión.
También se confeccionan 7 bastones y 7 banderas, una por
cada uno de los colores y las direcciones sagradas del universo.
Cuando el buscador es "sembrado en la montaña" por un
hombre de medicina de la tradición, cuatro banderas se
clavan en cada uno de los 4 puntos cardinales, y con la hilera de
rezos de tabaco se forma un cerco dentro del cual el buscador
permanece durante todos los días que dura su
imploración de la visión. Dentro del cerco, suele
haber un árbol que le dará compañía,
sombra y cobijo. En la tradición piel roja que estoy
describiendo, los buscadores de visión ponen su palabra y
hacen un compromiso de subir durante 4 años a la
montaña. Un año por cada una de las 4 direcciones
que señalan los puntos cardinales, y un año por
cada uno de los 4 colores sagrados que representan estas
direcciones

El primer año, su compromiso es subir 4
días a la montaña, a implorar su visión
mirando a la dirección del Este, el lugar por donde salen
el sol y la luz, el lugar por donde viene la sabiduría.
Los 365 atados de tabaco, están envueltos este primer
año en pedazos de tela de color rojo, y la cualidad que se
implora es la humildad.

El segundo año, se sube durante 7 días a
la montaña y se realiza la búsqueda de
visión mirando al Sur, la dirección por donde viene
y se va la vida, la dirección de la medicina. Los rezos se
envuelven este año en telas de color amarillo y la virtud
que se implora es la voluntad.

El tercer año la estancia en la montaña se
prolonga por 9 días. La dirección del rezo es el
Oeste, el sitio por donde se oculta el sol, la región de
la oscuridad, del inconsciente. La cualidad que se busca en este
tercer año es la sinceridad, la verdad del
corazón.

Y el cuarto y último año se cierra el
círculo permaneciendo en la montaña durante 13
días. Se reza mirando al Norte dentro de un cerco de rezos
color blanco. El Norte representa la región del
frío, de los vientos fuertes y de la fuerza. El buscador
de visión implora este año por su
integridad.

El complejo y bello diseño de la búsqueda
de visión resulta ser pues un círculo donde el
implorador de la visión hace un camino para honrar los
colores de las cuatro direcciones, aprendiendo intuitivamente de
su simbolismo. Al mismo tiempo, el ritual es una manera antigua y
mágica de cultivar cada una de las 4 cualidades descritas:
humildad, voluntad, sinceridad e integridad, que son los valores
más apreciados por la sabiduría piel
roja.

La humildad, está representada corporalmente por
las piernas del ser humano. Dicen los viejos chamanes que es lo
primero que un guerrero debe cultivar porque sin buenas piernas,
es difícil sostenerse y es imposible aprender a caminar
bien por la vida. Cuando el guerrero empieza a comprender lo que
es verdaderamente la humildad, sus piernas se fortalecen como de
manera mágica. La humildad tiene que ver con la
aceptación de la "propia suerte", tal cual venga y se
presente. Don Juan, el famoso indio yaqui que fue maestro de
Castaneda, le decía alguna vez, hablando de este tema, que
la humildad no tiene nada que ver con esa manía de
"agachar la cabeza" que muchas veces nos han enseñado para
mejor domesticarnos. La humildad del guerrero consiste en el
cultivo del valor de aprender a mirar limpiamente a los ojos a
quien quiera. "El guerrero – decía Don Juan – no agacha la
cabeza ante nadie, pero al mismo tiempo no permite que nadie
agache la cabeza ante él". Y Charles Eastman (OHIYESA)
dice también al respecto: "el primer americano mezclaba
una humildad singular con su orgullo. La arrogancia espiritual
era extraña su naturaleza y enseñanza. Nunca sostuvo que el poder del
lenguaje
articulado fuera prueba de superioridad sobre toda la
creación; para él es más bien un don
peligroso."

La voluntad, corporalmente está representada por
el vientre, y más precisamente por un conocido centro
energético que está ubicado un poco por debajo del
ombligo y al que los hindúes – por ejemplo – denominan
"jara". Caminando con humildad, ese guerrero espiritual que es un
buscador de visión va hacia el encuentro de su voluntad.
La voluntad confiere equilibrio, disminuye la duda y afina la
capacidad de tomar decisiones. Un guerrero que ha conquistado su
voluntad, es también un guerrero que ha aprendido
paciencia, y con ella, la bella cualidad de la perseverancia.
Este guerrero puede empezar a caminar en pos de sus
sueños, con la confianza de que, más temprano o
más tarde, su empeño le conducirá hacia los
objetivos que
se ha propuesto.

La sinceridad, es casi un perogrullo, está
representada por el corazón pero además se
relaciona con la entonación de la conciencia corporal. La
mente, tras un arduo camino de atención y autovigilancia,
poco a poco se va aquietando. El diálogo
interno va cesando y empezamos a escuchar a nuestro cuerpo. El
guerrero empieza a valorar sus sentimientos, sus "ganas", y se
deja llevar por lo que quiere. No se trata de un silenciamiento
total de los pensamientos. Se trata de que los pensamientos, las
imágenes y palabras que usamos para
explicarnos y para describir y asimilar la existencia, empiezan a
ser guiados por nuestro corazón. Para decirlo en una
frase: la mente deja de caminar contra para caminar con el
corazón. El guerrero recibe entonces la bendición
de la claridad y la paz espiritual.

Y finalmente está la integridad. La cualidad que
cierra el círculo. Un buscador de visión que ha
conquistado la integridad – dicen los ancianos de esta
tradición – es un ser humano "unificado". Cuerpo, mente y
espíritu son tres dimensiones que están presentes,
"integradamente", en nuestro ser y en cada acto de nuestra
existencia. Ya no hay más separación. La presencia
del Espíritu es constante y evidente cada momento de vida,
y es la luz que ilumina al guerrero y le va diciendo que
está de nuevo en casa.

Un viejo diseño de la tradición lakota,
establece rigurosas formas de comportamiento para los guerreros
que hacen el ritual de la búsqueda de visión.
Contempla, por ejemplo, la obligación de gemir y llorar
todo el tiempo posible mientras dura la estadía en la
montaña.

"Al entrar en el lugar sagrado (el cerco donde va a
realizarse la búsqueda de visión), el
"plañidero" va directamente hacia el centro, donde se
para de cara al oeste y, sosteniendo la pipa sagrada con ambas
manos, continúa llorando. Luego, caminando muy despacio,
va al poste del oeste, donde ofrece su oración, y luego
regresa al centro. De la misma manera va a los postes del
norte, este y sur, siempre regresando al centro cada vez. Luego
eleva su pipa a los cielos, pidiendo ayuda a los alados y a
todas las cosas, apuntando luego el tallo de la pipa hacia la
Tierra, pidiendo la ayuda de todo lo que crece en nuestra
Madre".

Los buscadores de visión, los chamanes, y muchos
hombres y mujeres educados en las viejas tradiciones espirituales
de nuestra tierra tienen una característica: su
religiosidad. Esta religiosidad se expresa no sólo en la
reverencia y el respeto con el que se realizan rituales como el
de la búsqueda de visión, sino en las diversas
"formas meditativas" de que está provista la vida
cotidiana de este tipo de hombres y mujeres. Cuando hablo de
"formas meditativas", me refiero a las múltiples
prácticas y técnicas
diseñadas por las diversas culturas americanas para
producir en el ser humano aquello que todas las viejas
tradiciones espirituales de los cinco continentes consideran "la
puerta hacia el reino del Espíritu": la cesación
del diálogo interno. Sin "silencio interior", es muy
difícil afinar nuestra percepción para poder
capturar las sutiles manifestaciones de los mundos espirituales.
La vida cotidiana de muchos de nuestros pueblos indígenas,
está repleta de este tipo de prácticas, y esta es
una riqueza sobre la que, en mi criterio, no se ha puesto
todavía suficiente atención por parte de los
estudiosos de las tradiciones nativas. El término
"meditación", cada vez más al alcance de la
comprensión de todos a raíz de la
popularización de las tradiciones orientales en nuestro
continente, nos evoca imágenes de seres humanos sentados
con las piernas cruzadas, la espalda erguida y pronunciando
monótonamente palabras destinadas a mejorar la
concentración del practicante (mantras). Pero es
interesante descubrir que, dentro de nuestras culturas nativas,
se han desarrollado a lo largo de los siglos nuestras propias
"formas de meditación". Don Juan le enseñaba a
Castaneda por ejemplo a caminar entornando la mirada de una
manera especial, atento al horizonte y sin enfocarla en
ningún objeto específico. Esta forma de caminar –
lo puede saber quien la ha practicado – ayuda a silenciar de
manera natural el diálogo interno. Pero también
ayuda el ritmo monótono del sonido del tambor
que tocan muchos chamanes en sus ceremonias o las "caminatas de
atención" que aprendió Víctor Sánchez
en sus estadías con los huicholes de las sierras
mexicanas.

El valor del silencio

Subir a la montaña es abrir un paréntesis
en la forma ruidosa en que transcurre nuestra vida moderna para
estar a solas con el silencio. Cotidianamente, la cultura
occidental ha creado decenas de "distractores" que cumplen, entre
otras, la función de mantener alejado al ser humano de
sí mismo. Empleamos mucho de nuestro tiempo en actividades
destinadas a proporcionarnos los medios para el
sustento diario. Hay incluso algunos que ocupan todo su tiempo de
vida en esto. Por donde vamos, encontramos el miedo de "no
poseer", y encontramos millones de hombres y mujeres gastando
toda su energía vital en proveerse de todas las posesiones
materiales que ayuden a espantar este temor. Y cuando no estamos
trabajando, las más de las veces estamos
"distraídos". Nuestra mente vuela casi todo el tiempo del
recuerdo de las frustraciones del pasado hacia la esperanza en
que nos sumergen nuestras ensoñaciones futuras. Decimos
que "descansamos" mirando la
televisión, escuchando la radio,
hablando interminablemente por teléfono. Es verdaderamente mínimo
el tiempo que destinamos a estar a solas con nosotros mismos,
sintiendo nuestro cuerpo, observando nuestros pensamientos, en
fin, conociéndonos un poco. El silencio y la soledad, son
vividos por la mayor parte de hombres y mujeres como dos enemigos
a los que hay que combatir sin tregua. Para eso están
diseñados los superartefactos de que nos ha rodeado hasta
el exceso esta era de las comunicaciones. El artefacto que falta inventar,
sin embargo, es aquel que permita al ser humano entrar en plena
comunicación con su silencio y su soledad sin temor y
reverentemente; el artefacto que ayude al ser humano a
comunicarse con el ser frecuentemente más olvidado de la
creación: El mismo.

Pero nada perturba al implorador de una visión.
Excepto su cobija y su tabaco o su pipa, no lleva a la
montaña ningún instrumento en el cual pueda
concentrar su atención para "distraerse". Allá
arriba, en el silencio y la soledad, sólo se tiene a
sí mismo y tarde o temprano descubre que, cuando se
silencian los pensamientos y el espíritu se expande hacia
la totalidad de la creación, él puede estar muy
bien a solas consigo mismo como en la mejor de las
compañías. Y es que el silencio mismo es el Gran
Espíritu. ¿Cómo entender esta
afirmación? Dice René Guenón:

"Primero, puede recordarse a propósito que el
verdadero "misterio" es esencial y exclusivamente lo
inexpresable, que no puede evidentemente estar representado
sino por el silencio; pero además, siendo el Gran
Misterio (el Gran Espíritu) lo no manifestado, el mismo
silencio, que es propiamente un estado de no
manifestación, es como una participación o una
conformidad con la naturaleza del Principio supremo, con Dios
mismo:"

En el silencio, afirma el mismo autor analizando la
cultura de los antiguos indios de Norteamérica, el indio
va al encuentro del Espíritu, y es ese equilibrio entre
mente, cuerpo y espíritu el que le permite encontrarlo en
su propio silencio interno. "La adoración ante el Gran
Misterio era silenciosa, solitaria, sin complicación
interior. Era silenciosa porque todo discurso es,
necesariamente, débil e imperfecto (…) Era solitaria
porque pensaban que Dios está más cerca de nosotros
en la soledad, y los sacerdotes no estaban allí para
servir de intermediarios entre el hombre y el
Creador".

Si le preguntas a un indio "¿Qué es el
silencio?" – afirma Charles Eastman -, responderá:
"¡Es el Gran Misterio! ¡El silencio sagrado es Su
voz!". Si preguntas por sus frutos, él dirá: "Son
el autocontrol, la verdadera valentía o resistencia, la
paciencia, la dignidad y la reverencia. El silencio es la piedra
angular sobre la que se construye el carácter."

Otros ejemplos de ayunos rituales

Hay, finalmente, un elemento de esta tradición de
la búsqueda de visión que me queda por analizar: el
ayuno. Para muchos buscadores de visión, esta es la
verdadera prueba que deben atravesar en su búsqueda de una
visión que aclare su camino en la vida. En el silencio y
la soledad de la montaña, el buscador de visión se
somete adicionalmente a un ayuno total. Dentro de la
tradición piel roja de los 4 años, los 4 colores y
las 4 direcciones que he descrito en páginas anteriores,
el diseño del ritual de la búsqueda de
visión estipula que, en el primer año (cuando se
efectúa la subida a la montaña por 4 días),
el implorador de la visión se privará completamente
del agua y el alimento. En los años posteriores, cuando
aumenta el número de días en que se debe permanecer
en la montaña, hay reglas que estipulan un apoyo para el
buscador con algo de agua y alimento (en cantidades
mínimas siempre), cada cierto número de
días. Pero ¿cuál es la función que
cumple el ayuno dentro de esta experiencia? A primera vista, hay
una primera función que podemos denominar "medicinal". El
cuerpo, liberado por un tiempo del alimento, pone a descansar
todos los órganos internos relacionados con el esfuerzo
digestivo. Pero al mismo tiempo, el organismo entero se permite
una "limpieza general" de sus toxinas. Hay, empero, una
razón mejor que está detrás de la
práctica del ayuno. Cuando el cuerpo está
más limpio y liviano, dicen los chamanes de muchas
tradiciones, se afina el Espíritu. Dicen también,
adicionalmente, que casi todas las enfermedades que padece el
ser humano "entran por su boca".

Edward Mac.Rae, en un estudio sobre la tradición
de los bebedores de ayahuasca del culto del Santo Daime, refiere
otras razones por las cuales – en esta tradición – se
practica el ayuno:

"Todos los vegetalistas afirman que seguir la dieta es
el camino de la sabiduría. Ellos dicen que la dieta no
enflaquece y que, aunque perdieran peso, sus cuerpos se tornan
más fuertes y resistentes y hasta cambian de olor.
También afirman que cuando siguen esta dieta, sus mentes
funcionan de forma diferente, la observación y la memoria se agudizan. Es la
misma naturaleza que les revela sus secretos. Sus sueños
se vuelven claros e instructivos. De esta forma, la dieta puede
tener una función de desencadenar un estado de conciencia
alterada durante el período de aprendizaje."

María Bozzoli ha estudiado los sistemas
simbólicos que sustentan la visión del mundo de los
bribris, una etnia nativa de la cordillera de Talamanca, en
Costa Rica.
Dentro de la sociedad tradicional bribri, el ayuno ritual
está extendido como en casi ninguna otra. Los bribris
mantienen, al interior de su cultura, hábitos sociales que
prescriben el ayuno para una extensa gama de fenómenos de
la vida comunitaria e individual. Veamos lo que nos dice
Bozzoli:

"Guardar dieta (…) y confinarse en la vivienda o
cerca de ella, todo junto se conoce con el nombre de
Btsök. Esta conducta es
siempre parte de las curaciones ordenadas por los
médicos aborígenes, también se impone a
los dolientes en un deceso, a la madre al dar a luz; a los
cazadores, en la iniciación de la púber, de los
chamanes, de los sepultureros (…) los jefes, los repartidores
en la fiesta y las mujeres que ejercían en las
ceremonias; se exige a los capitanes de la pesca
comunal, a los que plantan frijoles y maíz; Btsök
era además, hasta la década de los cuarenta, el
tratamiento ordenado a todo el pueblo sin excepción por
el jefe religioso máximo (ukékar), en caso de
epidemias o plagas dela gente, los animales o los cultivos, las
guerras u
hostilidades con extranjeros, las catástrofes naturales
y hambrunas".

Esta práctica del Btsök entre los bribris,
cumple como puede deducirse de la descripción de Bozzoli, la función
de recuperar o incrementar el bienestar físico –
psicológico de cada hombre e incluso de la comunidad
entera. Pero es también – señala la autora – una
manera de aislar al individuo del trato con los demás.
"Los ayunos, abstinencias y otras formas de privación
ritual se interpretan en las religiones que los practican, como
una preparación para una unión posterior con las
agencias sobrenaturales". Los fines físicos y medicinales,
no están separados, como se puede entender, de los fines
espirituales. Y es que, como afirma el taita Arturo Chiriboga,
"lo físico y lo espiritual no existen desligados; un
cuerpo enfermo y debilitado, es también la
expresión del estado de su espíritu".

LA BUSQUEDA DE VISION

"Aquí estamos haciendo un trabajo de llevar a
la gente de nuevo a la iglesia, al Templo, al lugar al que iban
nuestros abuelos a conseguir la conexión. Nosotros
aquí los llevamos a la Montaña. (…) Los
llevamos allí para que puedan verse a sí mismos
allá, en el Universo, para que puedan darse cuenta que
están frente al Creador mismo, que están de
alguna forma identificándose ahí con el Gran
Espíritu, con ustedes mismos. Para que se encuentren y
se den cuenta quiénes son y de dónde vienen. Esto
es importante, ahí, en la Montaña, ayunando,
rezando, guardando silencio. Que la primera enseñanza de
espiritualidad de nuestra gente es saber escuchar. Entonces
nosotros le tomamos la palabra a nuestra gente, que por 4
días no va a hablar. Que va a escuchar nada
más"

AURELIO DIAZ TEPANCALLI 

IDEAS PARA TRABAJAR EN
CLASE

  • Imagina que tu país ha entrado en guerra con
    un país vecino y que tú has sido tomado
    prisionero. Te han sumergido en una celda obscura donde
    deberás permanecer dos semanas y sólo te llevan
    un poco de agua y pan cada tres días. No tienes reloj
    para medir el paso del tiempo, ni escuchas ningún sonido
    durante el día ni la noche. No tienes ningún
    objeto para distraerte. En un cuento, relata tu experiencia
    dentro de la celda. Trata de centrarte en los sentimientos,
    emociones y
    pensamientos que se te vienen con el pasar de los días.
    Permite que tu imaginación fluya libremente durante el
    relato.
  • Utilizando el cuento escrito anteriormente, elabora
    un cuadro donde clasifiques:

1. Los pensamientos más recurrentes que
tuviste.

2. Las sensaciones (por ejemplo: frío, llanto,
etc.) que viviste.

3. Los sentimientos (por ejemplo: rabia, amor, etc.)
que experimentaste.

  • Escribe finalmente, a modo de "conclusiones sobre tu
    experiencia en la cárcel", aquello que aprendiste sobre
    ti mismo al analizar el cuento que
    escribiste. 
  1. Por donde mires, ahí está el Gran
    Espíritu Creador.

TEMA CENTRAL: "La presencia extendida entre
nuestros pueblos precolombinos de la creencia en un Gran
Espíritu Creador, con características
similares al del Dios cristiano"

PLANTEAMIENTOS PRINCIPALES DEL
CAPITULO:

  • La acusación de politeísmo que
    justificó muchas de las persecuciones que
    sufrieron los cultos religiosos amerindios, no
    alcanzó (o no le interesó) a descifrar
    una realidad: la presencia en casi todas las
    tradiciones nativas del culto a un Gran Espíritu
    Creador, similar en muchas de sus
    características al Dios de los
    cristianos.
  • Existió y existe todavía en
    América un sinnúmero de pueblos
    indígenas que mantienen en su religiosidad la
    creencia en un Dios Creador. Obviamente, cada
    tradición le asigna un nombre diferente y ha
    heredado rituales propios y diversos para honrarlo e
    invocarlo.
  • El entendimiento de que el Dios Creador de
    cualquier religión es el mismo, y que todos los
    dioses menores son – de algún modo –
    manifestaciones de este Espíritu Primigenio,
    puede alimentar en el mundo contemporáneo una
    visión más tolerante del fenómeno
    religioso, que quite a los políticos la
    posibilidad de seguir utilizando a la religión
    como un pretexto para la guerra.

Decía alguna vez el Che Guevara
que el peligro de luchar por un tiempo prolongado contra un
enemigo detestable, es que uno termina, tarde o temprano,
pareciéndosele. ¿Quiénes eran, pues, los
españoles que llegaron a conquistar el Nuevo Mundo en el
siglo 15, espiritualmente hablando? Se trataba de un pueblo
católico hasta la sepa. Llevaba varios siglos de luchar a
muerte contra
los "infieles" musulmanes dentro y fuera de su territorio.
También se había entretenido, como muchos otros
pueblos, en la práctica de ese viejo y antiguo
"entretenimiento" de perseguir judíos. Pero hay algo en
que las tres grandes religiones monoteístas que hicieron
presencia en el viejo continente se parecían entre
sí: la creencia en que su Dios era el único Dios
verdadero, y su religión la única que predicaba la
verdad. Las raíces de este sectarismo, hay que ir a
rastrearlas en la antigüedad misma, pues ya los romanos del
siglo primero de nuestra era pasaron por las armas a más
de un cristiano y también a muchos judíos por
atentar contra la estabilidad del Imperio con la
predicación de tal doctrina. Después, el Cristianismo
se impuso como la religión oficial de las
monarquías europeas (la romana incluida) y la
"única religión verdadera" se atribuyó el
derecho de imponer su verdad por la fuerza.

Los conquistadores que llegaron a América, eran
hijos de esta forma de religiosidad acostumbrada a imponer por
cualquier medio la creencia en su Divinidad única. Y el
modelo
históricamente impuesto en
Europa, vino a reproducirse también en América. La
gran variedad de cultos amerindios, poco a poco, fue sometida a
persecución y borrada del mapa cultural de muchas de
nuestras comunidades aborígenes. Las prácticas
religiosas nativas, desde el principio mismo, fueron tratadas con
desprecio, y recibieron múltiples calificativos. Los
más benévolos, las consideraban "religiones
ingenuas" fruto del estadio "salvaje" en que se encontraban
nuestros pueblos a la llegada de los europeos. Pero las
más de las veces fueron demonizadas, tachadas de
repugnantes supercherías y perseguidas.

"Hasta muy entrado el siglo veinte – dice Juan
Borrás – estaba vigente la teoría de que los pobladores del Nuevo
Mundo antes del descubrimiento de Colón, eran ateos y
carentes de toda religión. Y nada más lejos de la
realidad. Tan irreal como la pretensión de muchos de
reducir la religiosidad amerindia a mera superstición,
mistificación, repugnante y espantoso vudú,
santería, brujería o magia."

Precisamente las últimas décadas del siglo
XX han empezado a producir múltiples estudios
antropológicos y análisis histórico –
filosóficos sobre las religiones nativas de nuestro
continente. Salta a la vista de esos estudios un hecho
incontrastable: tenemos una riquísima herencia espiritual.
Y es que como lo he dicho ya antes en estas páginas, las
variadísimas formas del culto religioso son precisamente
uno de los fenómenos sociales típicamente
característicos de la especie humana, desde el principio
mismo de su existencia. Por donde quiera que se mire, no importa
si se trata de los lugares más remotos de la Tierra, el
investigador tarde o temprano termina por encontrar las huellas
de todas las formas inventadas por los diversos pueblos y
culturas para "establecer contacto" con la realidad trascendente.
El continuar utilizando las grandes religiones monoteístas
(cristianismo, judaísmo, islamismo) como el
parámetro de comparación para valorar lo
"evolucionado" de un culto religioso, es una visión que no
calza con una época donde, desde un espíritu
más abierto y tolerante, empezamos a descubrir con respeto
la sabiduría presente en los cultos "menores". Es
más, el final del siglo veinte nos ha sorprendido
observando la crisis en que
se debaten las grandes religiones históricas. Tal vez como
nunca antes en la historia humana, vivimos una época donde
millones hombres y mujeres, en todos los continentes, han
empezado a encontrar respuestas a sus necesidades espirituales en
cultos considerados marginales que ofrecen visiones de la
existencia humana más acordes con los problemas y
necesidades presentes de la humanidad.

Ahora bien. Una de las acusaciones de que se han valido
desde siempre los más fervientes defensores de cierto
catolicismo sectario, y también los no menos intolerantes
fieles de las sectas protestantes de todo tipo, para atacar y
descalificar todos los cultos diferentes a los suyos, ha sido la
acusación de "politeísmo". Educados en la
intransigente creencia del "Dios único", no han tenido
esquemas donde hacer encajar aquellos cultos y formas rituales
donde es evidente la presencia de "varios dioses". Pero lo cierto
es que algunas investigaciones y
reflexiones recientes empiezan a mostrar, desde un
espíritu incluso conciliatorio, que la creencia en una
Divinidad Creadora, que es Principio Absoluto de todo lo
existente, ha estado más extendida de lo que hemos
creído hasta el presente. Dice Borrás, citando a
Métreux (un famoso etnólogo francés), que
"desde la Tierra del Fuego hasta el extremo norte del
Canadá, todas las tribus indígenas creen en la
existencia de un Gran Espíritu principio y causa de todas
las cosas y del cual depende la vida y la muerte. ¿No es
esta una perfecta definición del Dios
cristiano?"

Pero así como existe la difundida creencia en una
Divinidad Creadora, existe también entre nuestros pueblos
aborígenes una multiplicidad de ritos diseñados
para honrar las "manifestaciones" de esta Divinidad. Si el Gran
Espíritu Creador es la esencia omnipresente de todos los
seres y las cosas, todos los seres y las cosas comparten esta
esencia divina. Desde luego, esta es una concepción
filosófica difícil de aceptar para aquellas
mentalidades herederas de aquellas que, en determinados momentos
de nuestra historia, llegaron a poner en duda inclusive la
presencia de este espíritu divino en el propio ser humano,
no se diga ya en las otras criaturas de la creación.
Todavía hoy, es fácil encontrar "creyentes" que se
sorprenden ante la sugerencia de que el espíritu divino
pueda estar presente también en las plantas y
animales.

Los viejos pobladores de este continente, como muchos
otros en todas partes, además de la creencia en un Gran
Espíritu Creador, tenían asimilada la creencia de
que todo lo visible (e incluso lo invisible) no era sino una
expresión de esta Presencia Primigenia. Era, precisamente,
esta concepción "espiritualista" del universo la que les
permitía una relación armónica y respetuosa
con la naturaleza, pues si el Gran Espíritu estaba en
todo, todo era digno de cuidado y atención. Las religiones
nativas reverenciaban en sus ceremonias a los 4 elementos (en sus
variadas formas), a las aves, a los
animales que caminan con cuatro patas, a las montañas e
incluso a las rocas, porque
comprendían que todas son manifestaciones de la
Divinidad.

"Algunos autores se creen en la obligación de
poner en duda que la tradición indígena posea la
idea de Dios, y esto porque creen descubrir en ella un
‘panteísmo’ o ‘inmanentismo’ puro
y simple; pero este error no es debido sino al hecho de que la
mayor parte de los términos indígenas que designan
a la Divinidad se aplican a todos los aspectos posibles de
ésta, y no sólo a su aspecto personal; Wakan Tanka
– el Gran Espíritu – es Dios, no sólo en cuanto
Creador, sino también en cuanto esencia impersonal
omnipresente."

Lo cierto es que, dentro de las tradiciones
aborígenes americanas, por todas partes encontramos la
creencia en este Gran Espíritu, que es el correlativo
más aproximado de la tradicional idea cristiana de Dios.
Es posible que, fruto de una mirada superficial a los cultos
nativos, no se haya avanzado a atisbar este hecho incontrastable.
Puede tratarse de una desgraciada confusión originada en
la multiplicidad de nombres sagrados presentes en nuestras
religiones ancestrales. Una mirada más atenta, no tarda en
descubrir los "puntos de encuentro" donde confluyen las
más diversas creencias y cosmovisiones de nuestra tierra.
Es ahí, por ejemplo, donde el Pachakamac de los Andes se
torna semejante al Arutam de los shuaras, al Yastarisane de los
apaches y al Manitou de los indios algonquinos.

Es interesante a este respecto señalar que dentro
de las concepciones nativas, existía la sabiduría
necesaria respecto del "problema religioso" que no tuvieron (o no
les interesó tener) a los propios conquistadores blancos.
En la misma carta dirigida al presidente norteamericano Franklin
W. Pierce citada páginas atrás, el viejo jefe indio
dwanwish que se negaba a entender como el Gran Padre Blanco le
pedía que le vendiera a su Madre (la Tierra), dice
también refiriéndose al Dios de los cristianos con
palabras que bien podrían aparecernos hoy en día
como proféticas:

"Una cosa nosotros sabemos que el hombre blanco puede
descubrir algún día: nuestro Dios es el mismo
Dios. Usted puede pensar ahora que es el dueño de El,
así como usted desea hacerse dueño de esta
tierra… pero usted no puede. El es el Dios del Hombre y su
compasión es igual para el hombre blanco y para el piel
roja. Esta tierra es preciosa para El y hacerle daño a
la tierra es amontonar desprecio en torno a su
Creador. (…) Una cosa sabemos nosotros: nuestro Dios es el
mismo Dios de ustedes. Esta tierra es preciosa para El y
aún el hombre blanco no puede quedar excluido de este
destino común."

Para finalizar el presente capítulo, bien cabe
preguntar cuál es la trascendencia que puede tener el tema
que venimos analizando, esto es, la aclaración del
equívoco respecto de la presencia en nuestras religiones
ancestrales de la creencia en un Gran Espíritu Creador,
similar en muchas características al Dios Creador de las
grandes religiones monoteístas.

Vivimos una era difícil. Todavía, en
diversas regiones de nuestro planeta, incluso en aquellas
consideradas históricamente la "cuna de la
civilización", los hombres siguen utilizando sus
religiones como justificativos para la guerra. No se trata de una
idea nueva, desde luego. Los políticos de todas las eras
lo han hecho. En nombre de Dios y en defensa de determinados
cultos, se asesinó y se sigue asesinando. Todavía
se persigue en algunas partes a aquellos que no "militan" en la
"religión oficial", cualquiera que esta sea. Pero el caso
es que, – como bien lo decía el jefe dwanwish – "el Dios
de ustedes es el mismo Dios". No importa el nombre que se le haya
dado, el nombre que se utilice para invocarlo; no importan las
formas de pedir o de agradecer, ni los ritos diseñados
para pedir la protección o el auspicio de los poderes
sobrenaturales: "el Dios de ustedes es el mismo Dios". Si la
humanidad tan solo alcanzara a ver esto, es posible que
ayudáramos a sembrar, definitivamente, las semillas de un
tiempo donde, en nombre de Dios, los hombres y mujeres de todas
las razas y de todos los cultos unieran en lugar de desunir,
construyeran en lugar de destruir, amaran en lugar de odiar
devorados por el miedo.

Precisamente la belleza de muchos de los cultos nativos
consiste en que contienen esta sabiduría de la tolerancia frente
a los que sostienen una creencia diferente. Las religiones
nativas, suelen caracterizarse por su carácter "no
expansionista". Las más de las veces, se trata de cultos
locales o comunitarios, que se van transmitiendo oralmente de
generación en generación, sin la pretensión
de conquistar adeptos para su fe. Hay incluso cultos donde
expresamente se cuida este aspecto, y los rituales mayores y
ceremonias de iniciación están abiertas solo para
aquellos que han atravesado previamente pruebas
rigurosas y dado muestras evidentes de que es su corazón y
no su ambición o su egolatría lo que los mueve a
convertirse en practicantes de aquellos cultos. "Cuando topas con
un camino del corazón – me decía Popocateptl –
puedes incluso ceder a la tentación de imitar al
gurú, pero tarde o temprano el mismo camino te
mostrará con claridad la inutilidad de esta
tentación. Cuando uno transita por un camino del
corazón (y hay muchos sobre esta Tierra, por suerte),
más temprano que tarde descubre que el camino es solo una
forma de descubrir tu propio camino, y el valor para transitarlo
sin concesiones. Cuando un hombre camina su propio camino, ya no
alberga en su espíritu la pretensión de convencer a
nadie que piense o actúe como él. La
sabiduría está en apoyar a cada uno para que
descubra su propia verdad, sea cual fuere esta
verdad."

No es este, definitivamente, un tiempo para seguir
cultivando ideas guerreristas. No nos queda tiempo para continuar
insensiblemente dedicados a fomentar nuestras diferencias en
nombre de supuestas "grandes verdades" morales o espirituales. La
Tierra está enferma porque el espíritu del hombre
está enfermo. Todo lo que podamos hacer para contribuir a
sanar el espíritu del hombre, contribuirá
también a sanar la Tierra. Pero necesitamos (y ésta
es una de las ideas fundamentales que animan el presente libro)
hacer el camino del retorno definitivo al Espíritu. Ya no
es tiempo para resaltar las singularidades o supuestas
superioridades de unas religiones humanas sobre otras. Me gusta
creer que todas, aún las más fanáticas,
contienen aún cuando sea una pizca del tipo de verdad que
necesita nuestra época. Todas, de un modo u otro, son
senderos trazados para avanzar en dirección de la cualidad
espiritual, de esa cualidad espiritual que el ser humano ha
extraviado fruto de vivir en una época dominada hasta el
hartazgo por el mundo de la materia. Todo aquello que dé
luces al hombre y le ayude a retornar al Espíritu, es
válido, y no sólo es válido, es digno de
atención.

Nuestros antiguos pueblos amerindios, en la época
anterior a la conquista e imposición de la cultura
europea, entendían muy bien estas cosas, y lo que es
más importante, "conservaban la conexión". El Gran
Espíritu Creador estaba, con sus particulares nombres y
formas de representación, presente en la vida de todos,
desde el extremo Norte hasta el extremo Sur. Lo que los europeos
(posiblemente por miedo, o por falta de esquemas para poder
asimilar nuestras realidades espirituales) dieron en denominar
"supersticiones", o tildar peyorativa y peligrosamente como
"hechicerías demoníacas", eran solamente las
múltiples y variadas maneras en que nuestros pueblos
entendían su relación con el Espíritu. El
Espíritu estaba presente casi en cada acto de la vida
cotidiana, y todavía no nos habían llegado las
manías cartesianas con las que aprendimos a sembrar la
"duda metódica" en unas mentes donde, secularmente,
habían estado presentes la intuición y la confianza
en la verdad. Nuestros antepasados, no conocían esa
platónica división entre el mundo material y el
mundo de las ideas (espíritus). El mundo, el universo
entero, era para ellos una sola presencia animada, y tanto su
dimensión física visible como la espiritual
invisible, estaban perfectamente asimiladas dentro de la
conciencia del hombre americano. En múltiples tradiciones
de nuestro continente, encontramos la huella de unos hombres en
cuyo pensamiento y en cuyos actos, los espíritus
(así, en plural, porque nos referimos ahora a aquellas
"manifestaciones" del Gran Espíritu de las que hablamos
hace poco), ocupaban un lugar y estaban incorporados plenamente
dentro de la cultura y la vida diaria.

DISTINTOS NOMBRES PARA UN MISMO
CREADOR

"Wakan Tanka, Tatateo, Gran Espíritu, Gran
Misterio, Pachacamac, Viracocha, Arutam, Dios, Jehová,
Alá, Krisna, Gran Arquitecto del Universo, Teo Creador,
como quiera que los hombres y mujeres de la Tierra te nombren
en su propia lengua y en
su propio entendimiento, yo te invoco,
escúchame…

ARTURO CHIRIBOGA

IDEAS PARA TRABAJAR EN
CLASE

  • Recolecta información sobre algunos de los
    principios fundamentales de varias religiones. Trata de
    encontrar datos sobre
    cultos nativos americanos. Elabora con esa información
    un cuadro comparativo donde muestres los principios comunes que
    comparten todas o algunas de ellas. Saca conclusiones de tu
    análisis.
  • "Religión" es una palabra que deriva de
    "religare". Quiere decir "religar", "volver a unir", "volver a
    establecer el contacto", entre el ser humano y Dios. Recolecta
    con un grupo de compañeros información sobre los
    rituales con que distintas religiones honran a su Dios. Al
    hacerlo, ten presente que se trata de diferentes formas ideadas
    por el hombre para "establecer el contacto" con su divinidad.
    Encuentra elementos comunes que compartan los diferentes
    rituales (ejemplo: invocaciones, cantos, etc.)
  • Escribe un ensayo donde
    expongas tu punto de vista sobre "las guerras por motivos
    religiosos". También podrías elaborar un
    periódico sobre "guerras religiosas a través de
    la historia". 
  1. A lo mejor hay que creer para ver

TEMA CENTRAL: "La creencia nativa en un mundo
espiritual tan real y presente como el mundo
físico"

PLANTEAMIENTOS PRINCIPALES DEL
CAPITULO:

  • Una de las características principales
    del antiguo hombre americano, era la presencia de lo
    sagrado en su vida cotidiana. Se trataba de un ser que
    creía en dimensiones espirituales que coexisten
    paralelamente con la dimensión física y
    que afectan tanto como aquella al ser
    humano.
  • El "mundo espiritual" era considerado tan
    real como el mundo visible y los "espíritus"
    eran presencias constantes en la vida de nuestros
    antepasados. Se trataba de un mundo (el espiritual) al
    que el antiguo habitante de nuestro continente se
    acercaba con actitud cuidadosa y reverente, y la vida
    diaria estaba desbordada de rituales destinados a
    obtener el favor de las potencias
    sobrenaturales.
  • Para el antiguo hombre de América,
    todos los seres del mundo visible (incluido lo que
    nosotros llamamos "reino mineral") poseían
    espíritu. La realidad espiritual permeaba toda
    la creación, y nuestros abuelos indios
    reverenciaban a todas las criaturas al reconocer la
    presencia del Gran Espíritu en todas las cosas y
    criaturas.

 Profundicemos ahora en un tema que hemos venido
tratando marginalmente: la evidencia de que nuestros pueblos
nativos americanos tenían una riquísima vida
espiritual. Digamos primero que, a diferencia de los
conquistadores europeos que llegaron a nuestro continente hacia
fines del siglo 15 (y los subsiguientes), y que traían
dentro de su acerbo cultural una matriz
básicamente cristiana (en sus dos variantes:
católica o protestante), en América no
existían cultos "mayoritarios". Muchas, muchísimas
eran las religiones nativas amerindias y el hombre americano
desconocía el concepto de "iglesia". Las grandes culturas
(inca, azteca, maya), llegaron a edificar majestuosos templos
para honrar a sus divinidades, pero la inmensa mayoría de
pueblos, comunidades y aldeas donde transcurría la vida
del hombre americano, no conocía otros templos que los de
la naturaleza. Aún los pobladores de las capitales de
estas grandes civilizaciones centro y sudamericanas, llevaban
adelante varias de sus prácticas religiosas en espacios
alternativos a los templos: la casa, los cerros y montes, las
cascadas y lagunas, los ríos, los bosques y las selvas.
Nuestros antiguos sacerdotes (a diferencia de los frailes y
pastores que llegaron de Europa), no se consideraban
"intermediarios" entre los seres humanos y los dioses. Cualquier
hombre y mujer – lo sabían desde bien pequeños –
tenía la libertad y el
derecho de establecer una "conexión directa" con el
Creador, o con cualquiera de sus manifestaciones naturales. Esta
tradición es muy evidente, por ejemplo, entre las tribus
pieles rojas de América del Norte. Como bien lo recuerda
Tepancalli: " nuestro trabajo en la actualidad: decirle a la
gente que la Iglesia es la naturaleza, el árbol, el
río."

En la montaña, el árbol o el río,
en cualquier parte verdaderamente, nuestros bisabuelos
encontraban un buen lugar para meditar, para establecer esta
"conexión directa". Se trata de un hombre que, en muchos
pueblos y lugares de América, desconocía incluso el
concepto (tan caro a nosotros) de "libertad". Este era un
continente de hombres que no entendían de esclavitudes.
Miremos lo que dice Ruth Beebe Hill, por ejemplo, hablando de los
antiguos dakotas:

"En el idioma original no existen ni la palabra
‘libre’ ni ningún otro término
correspondiente: no había nada de lo que el indio
tuviera que liberarse. Su espíritu no buscaba la verdad,
sino mantenerse en dicha verdad. Y su intelecto se
nutría de la facultad optativa. Necesitara lo que
necesitase saber, la naturaleza se lo revelaba más tarde
o más temprano. Y lo único que necesitaba saber –
el mejor medio de obtener el máximo potencial del
espíritu – era a su vez el único misterio que
quería descifrar."

Unos hombres ocupados en mantener su vínculo con
el espíritu. Un hombre que buscaba, de mil formas,
penetrar la realidad del mundo del espíritu para obtener
ahí vitalidad, consejo, sabiduría. Comparto por
esto con Charles Eastman el criterio de que para el antiguo
hombre de América, sobre todo aquel que habitaba nuestras
tierras antes de la llegada de Colón, "cada acto de su
vida es, en sentido muy real, un acto religioso", pues se trata
de un hombre que "reconoce el espíritu en toda la
creación y cree que extrae poder espiritual de él".
Y también lo que dice al respecto Benito Vidal, hablando
de los antiguos pobladores de EE.UU y Canadá:

"Los pieles rojas son muy místicos. Este
misticismo hace que los pieles rojas gustaran de la
oración y la meditación, siendo la religiosidad
innata en ellos. Rara es la leyenda o historia piel roja en la
que no aparezca el hombre en actitud humilde invocando la
protección de sus dioses en los momentos más
trascendentes de sus vidas y su
civilización".

Existían muchos rituales religiosos. Casi cada
actividad de la vida diaria estaba impregnada de esta cualidad
"sagrada". Entre los mexicas, por ejemplo, se ha podido
establecer ceremonias especiales para el nacimiento, la
imposición del nombre (bautizo), ofrecimiento o ingreso a
la escuela, llegada
a la pubertad, matrimonio,
embarazo,
enfermedad grave, muerte y exequias.Las iglesias nativas de
Norteamérica realizan, todavía hoy, ceremonias para
casi todos los momentos de la existencia descritos, pero
también tienen rituales para adoptar personas, danzas del
sol (rito de fertilidad), danzas de los espíritus
(ceremonia de gratitud a los seres espirituales y antepasados de
la tribu); realizan también baños de
purificación, ceremonias de "encuentro con el fuego",
búsquedas de visión, ceremonias de pipa, ceremonias
de tributo a la Madre Tierra, temazcales, ceremonias para
recordar a los antepasados, así como rituales para afirmar
relaciones de amistad y fraternidad entre pueblos. Como puede
deducirse de esto, se trata de una manera de vivir donde el
ritual está presente en casi cada acto de la existencia.
Puede entonces hacerse la pregunta: ¿para qué
tantas ceremonias?. Dejemos que sea Tepancalli quien nos
conteste:

"… a través de nuestras ceremonias entramos a
la "Casa" de Nuestros Antepasados [seres espirituales];
allí renovamos nuestra relación, fuerza y
espíritu con nuestras familias y con el Creador; esto
nos permite vivir armónicamente con la
naturaleza".

Pero el ritual, tiene también el propósito
de conferir y renovar el sentido de la existencia en todo
momento. Con frecuencia, es el espacio y el momento para escuchar
de boca de los ancianos de las tradiciones la manera antigua
(siempre renovada, siempre renovándose, pues toda
tradición es un ser vivo, mantenido por seres vivos) de
enfocar los distintos dilemas de la existencia, de aprender a
escuchar las múltiples voces y maneras con que nos habla y
aconseja la naturaleza, de aprender también las formas de
entrar o permanecer en contacto con el mundo de los
espíritus, guardianes de la salud y el
conocimiento.

La religiosidad del antiguo hombre americano,
digámoslo de una vez, es una religiosidad que no se
extravía en las formas. Aún cuando los
términos "religión", "religioso", "religiosidad",
son propiamente de cuño europeo (latino, para ser
más exactos), y llegaron a nuestras tierras de manos de
los sacerdotes católicos y los conquistadores, nuestros
antepasados aborígenes entendían – por todas partes
– muy bien el concepto de Dios como un concepto abstracto, que da
cuenta de una Realidad Espiritual. Porque esta es la esencia de
todas las religiones: la creencia en Algo que está
"más allá" del plano físico – sensorial de
la existencia, y que es causa y origen de todo lo que existe.
Podemos decir que eran "profundamente religiosos", en la
más esencial acepción del término. Y
así como el catolicismo ha ido engendrando a través
del tiempo la creencia en diversos santos con poderes propios y
particulares, así también, además de la
creencia en una Divinidad Creadora, nuestros antiguos invocaban
en sus ritos diversidad de "presencias peculiares". No más
que no se habían dado el trabajo de humanizarlas como en
el caso de los santos católicos.

Invocaban el poder de determinada clase de árbol
– conocido por ser utilizado para construir las casas – para
proteger las uniones matrimoniales, o quemaban ramitas de salvia
para "limpiar" sus viviendas y propiciar la presencia de buenos
espíritus. No tenían santos que protegieran a sus
niños o a sus médicos pero colocaban "cazadores de
sueños" en la cabecera de las cunas de sus pequeños
para que estén protegidos de las pesadillas que agitan
innecesariamente el alma, o se ceñían cintillos de
vistosos colores y motivos sobre sus frentes para protegerse
durante sus ceremonias de curación.

El indio americano creía en los espíritus.
El mundo de los espíritus era simplemente "otro plano del
mundo real", un plano al que todos, por ejemplo, accedemos
involuntariamente durante las horas del sueño. Existen
incluso tradiciones como la de los antiguos chamanes toltecas,
que desarrollaron conocimientos y técnicas para producir
un acceso voluntario a estos planos durante el sueño. Son
muy interesantes a este respecto los relatos de Castaneda sobre
las técnicas de "ensueño" que le transmitió
Don Juan Matus, su maestro, pues nos permiten atisbar las cumbres
y abismos en los que alcanzó a penetrar el hombre
centroamericano en su búsqueda de conocimiento y en su
relación con los planos espirituales.

El espíritu está presente en todo, tanto
en los seres animados como en los inanimados, aunque este
término ("inanimado") mismo ya representa problemas, pues
oculta la falta de presencia de "ánima" (alma), en algunos
seres. Para nuestros antepasados, todo tenía alma, si cabe
la expresión, pues eran capaces de percibir la presencia
del Espíritu también en los seres de eso que nos
han enseñado a llamar "mundo mineral". Las piedras, los
montes, los ríos y las cuevas, tenían alma porque
"tener alma" es equivalente a "poseer espíritu". Hay
muchas tradiciones esotéricas americanas que, a la par de
sus similares en muchas otras regiones del planeta, desarrollaron
esta consciencia entre sus adeptos, y consideraban a todo el
universo como un ser vivo y consciente. La vida, desde luego, no
estaba caracterizada por la presencia o ausencia de determinados
ciclos (nacimiento, crecimiento, reproducción, etc.). Todo estaba vivo
porque, en la dimensión invisible, todo estaba impregnado
del Espíritu.

"Naturalmente magnánimo e imparcial, el hombre
rojo prefiere creer que el Espíritu de Dios no
está insuflado solo en el hombre, sino que todo el
universo creado participa de la perfección inmortal de
su Hacedor".

Los chamanes andinos, por su parte, tienen
también hoy en día maneras de explicar esta
omnipresencia del mundo espiritual:

"Los yachags afirman que más allá del
mundo que se nos aparece a los cinco sentidos, que lo vemos,
palpamos y oímos, existen niveles de vibración
mucho más sutiles que pueden ser percibidos con un
adecuado desarrollo de nuestras facultades. Los yachags afirman
la existencia de la fuerza vital y de las fuerzas elementales
de la naturaleza como trasunto de la naturaleza externa,
visible".

Audrey J. Butt, por su parte, investigando la
cosmovisión de los Kapón y Pemón, dice lo
siguiente:

"Los Kapón y los Pemón creen que todas
las cosas vivientes poseen dos partes esenciales: un cuerpo y
una energía vital, que habita en él. El cuerpo es
una manifestación material.

La materia, la substancia o la carne de un cuerpo
material se denomina ‘pön’. Esta palabra
describe materiales de todas las clases: paños, metales,
arcilla para vasijas, lo mismo que tejidos
animales y vegetales".

Abundando sobre este tema, Butt refiere que, entre los
Kapón y Pemón, hay la conciencia del cuerpo como
una especie de "casa que contiene habitantes vivientes", pues
dentro de esta casa hay algo que da al hombre (como
también al animal y a la planta) la "fuerza para vivir".
Los Kapón y Pemón denominan "meruntö" a esta
fuerza o energía, así como los lakotas suelen
llamarla "skan", la fuerza vital. Para los Kapón y
Pemón, esta energía vital hace que el cuerpo
material viva y esté activo, y ella es, además,
"una porción de la fuerza cósmica que se deriva de
la luz radiante del sol". Poseen también otras dos
palabras: "akwaru" o "ekaton" para designar la cualidad
específicamente espiritual de la energía vital. El
akwaru-ekaton es lo que capacita al individuo que lo posee para
crecer y sentir, lo que determina su grado de inteligencia,
conocimientos, sabiduría, felicidad y sensibilidad. Un
hombre con un akwaru-ekaton (espíritu) débil o
enfermo, es un hombre en el que no están presentes las
cualidades antedichas. Pero el akwaru-ekaton no está
presente únicamente en el ser humano. "Todas las cosas en
el pensamiento Kapón y Pemón – señala Butt –
poseen irradiación y puede por lo tanto decirse que tienen
espíritu personal, o alma, sean montañas, selvas,
agua, arcilla, minerales,
artefactos tales como herramientas y
utensilios, estrellas y constelaciones. Las categorías
ambientales, personificadas y en parte antropomórficas
como en el caso de los ‘Amos’ y ‘Amas’
que gobiernan las especies y los recursos, en forma similar
poseen irradiación (akwaru-ekaton) y se los designa como
espíritus".

SOBRE LA PRESENCIA DE UNA EXTENSA VIDA RITUAL ENTRE
NUESTROS PUEBLOS PRECOLOMBINOS

"… pues no queremos hacer por amor de Cristo la
centésima parte de lo que estos [indios] hacían por
mandado del demonio y de sus ministros que para ello
tenían escogidos, el cual se les aparecía muchas
veces y en diversas figuras, y siempre feas como lo es él,
y les hablaba dando respuestas a lo que le era preguntado, o
mandado a sus ministros lo que quería que persuadiesen al
pueblo".

FRAY GERÓNIMO DE
MENDIETA

IDEAS PARA TRABAJAR EN
CLASE

  • Para muchos de los antiguos habitantes nativos de
    nuestro continente, la "Iglesia" era la naturaleza. Los montes,
    las cascadas, las cuevas, bien podían desempeñar
    el papel de
    "templos" donde realizar ritos y ceremonias religiosas. Escribe
    un comentario sobre esta visión nativa de los lugares
    apropiados para invocar y honrar a Dios y ejercita una
    comparación con la tradición de las grandes
    religiones monoteístas (judía, cristiana,
    musulmana) de construir edificios para cumplir esta
    función.
  • Construye maquetas donde estén representados
    templos de diferentes religiones y también una maqueta
    inspirada en la frase: "la iglesia es la
    naturaleza".
  • Investiga el proceso de
    "extirpación de idolatrías" a través del
    cual los conquistadores europeos impusieron el cristianismo en
    América y trataron de erradicar los cultos nativos.
    Supón luego que eres un sacerdote español del
    tiempo de la conquista y escribe una carta informando a tu rey
    sobre las acciones que
    haz llevado adelante para erradicar las religiones no
    cristianas entre los nativos. 
  1. El mundo de los chamanes

TEMA CENTRAL: "Quién es y qué
hace un chamán: la extendida presencia del
chamanismo en nuestro continente"

PLANTEAMIENTOS PRINCIPALES DEL
CAPITULO:

  • Puede definirse al chamán como un ser
    humano dotado de experiencia en el "mundo de los
    espíritus". La práctica chamánica
    se remonta a los orígenes mismos de la historia
    humana y su presencia puede ser rastreada en todos los
    continentes.
  • América es, espiritualmente hablando,
    un continente magnético. El chamanismo es una
    práctica viva que vuelve a florecer a todo lo
    largo y ancho de nuestras geografías. Cada vez
    son más los hombres y mujeres que encuentran
    satisfacción a sus búsquedas personales
    en los cultos de las religiones nativas. Hay,
    inclusive, un marcado interés por parte de muchos
    europeos, en la sabiduría guardada por los
    chamanes de nuestro continente.

 Los distintos nombres y
funciones del chamán

Hay un personaje arquetípico que simboliza
aquellas formas de ser, de pensar y de representarse el universo
en que vivimos que, a lo largo de todo este libro, vengo
presentando: el chamán. En el se resumen – de modo
complejo y hasta contradictorio muchas veces – las tradiciones
antiguas y nuevas de nuestro continente, aquellas
prácticas y cosmovisiones sobre la existencia que, en mi
opinión, guardan el potencial de mostrarnos aquel "rostro
oculto del hombre americano"; un rostro nuevo hecho de saberes
antiguos; una manera de comprender la vida y de relacionarnos con
todo lo que existe dotada de la capacidad de regenerar al ser
humano, de mostrarle nuevos horizontes en una época
marcada por la confusión, el aburrimiento y las tristes
rutinas de la sociedad de consumo.

Chamán, es un término relativamente
contemporáneo. Según MacRae, "la palabra es
originaria de la tribu de los Tungs de Siberia, pero denota
prácticas ampliamente difundidas en todo el planeta."
Ingrid Batson, ha investigado el origen etimológico del
término y afirma:

"La palabra usada internacionalmente, "chamán",
es de origen manchú – tungu y llegó al
vocabulario etnológico a través del ruso. La
palabra tungu original de chamán (xaman) se deriva del
verbo scha, (saber), por lo que chamán significa por
tanto alguien que sabe, sabedor, que es un sabio. Algunas
investigaciones etimológicas explican que la palabra
proviene del sánscrito por mediación chino
budista al manchú – tungu (En Pali es schamana, en
sánscrito sramana es algo así como ‘monje
budista asceta’. El término chino intermedio es
scha – men) Los pueblos siberianos y de Asia Central
tuvieron también denominaciones locales para el
chamán. En el turco altaico era kam, entre los buriatos
böo, en Asia Central bakshi, para los samoyedos tadibe,
para los lapones moita, entre los finlandeses se lo denominaba
tietöjö y los húngaros lo llamaban
táltos."

En cualquier caso, sea cual fuere el origen de este
término que cada vez se ha vuelto más familiar
entre nosotros, es indudable que se trata de un genérico
adoptado para designar un tipo especial de ser humano (hombre o
mujer, es bueno aclararlo) caracterizado por cierto tipo de
prácticas "espirituales" específicas y que, desde
la más remota historia humana, ha estado presente en todos
los rincones y pueblos de nuestra Tierra.

"Una de las cuestiones que hacen del fenómeno
chamánico un hecho admirable es su presencia
generalizada entre todos los grupos que formaron nuestros
antepasados. Sus prácticas, aunque se desarrollen en el
momento actual, funcionan como elementos, referencias
básicas, símbolos y emociones, ya presentes desde
el origen de la humanidad.

Al estudiar la distribución geográfica
de las prácticas chamánicas es de resaltar la
presencia de actividades análogas en los cinco
continentes."

Como no podía ser de otro modo, también lo
encontramos en América. Y también en América
encontramos una gama muy variada de nombres con los cuales,
ancestralmente, nuestros pueblos han denominado a sus
chamanes.

Para Rodríguez y Tatzo, por su parte, "en la
dimensión humana del yachag reencontramos aquella estirpe
de seres humanos que han recibido nombres en sus respectivos
pueblos y en su propia forma de expresión cultural, tales
como: swamis, yoguis, rishis, lamas, mahatmas, shamanes, sabios o
maestros".

Es complejo, por otra parte, intentar definir al
chamán por el tipo de prácticas, ritos o
cosmovisiones que maneja. Como variadas son las expresiones
culturales de los pueblos de esta Tierra, variadísimas son
también las formas que ha ido adoptando, a lo largo de
milenios, la práctica chamánica. Es posible, sin
embargo, encontrar ciertos "nudos de conexión" que
permiten mirar puntos de semejanza dentro de esta vasta
diversidad. De modo general, considero válido afirmar que,
en los distintos tipos de chamanismo ( y de chamanes) que han
sido engendrados por las diversas culturas humanas, hay algunos
elementos "típicos" que pueden permitir una
caracterización más o menos genérica, a
saber:

  1. La creencia en una dimensión espiritual
    (metafísica) que es parte del universo y
    que está en relación y afecta la existencia de
    los seres humanos.
  2. La creencia de que hay caminos que permiten al ser
    humano tomar conciencia de la presencia de esa
    dimensión espiritual y de que es posible
    "manipularla"

    conciencia; rituales que suelen tener – casi
    siempre, pero no de modo obligado – la forma

    de un "rito de curación".

  3. La práctica de los más variados
    rituales y ceremonias para posibilitar la apertura de
    esa
  4. Frecuentemente, la figura del chamán
    está asociada también al del "sacerdote" de un
    culto nativo, que sirve como puente o "instrumento" de contacto
    entre las personas que requieren sus servicios y
    los poderes del mundo espiritual.
  5. Es usual así mismo encontrar la
    figura del chamán relacionada con el de un "maestro
    espiritual", un sabio que ha hecho cierto camino a la largo de
    su vida para encontrar mucho conocimiento sobre sí mismo
    y sobre la condición humana. El chamán, suele por
    eso ser un maestro del dolor, la enfermedad y la muerte, y es
    por eso que se lo encuentra frecuentemente ejerciendo las
    funciones de médico, psicoterapeuta o consejero
    espiritual.

En cualquier caso, lo cierto es que el chamanismo ha
estado presente en nuestro continente y en el mundo entero desde
los orígenes mismos de la experiencia humana. Sus
prácticas y conocimientos resultan atractivos (y temibles
a veces) para el hombre común, educado en los valores y
principios de la civilización occidental, porque abarcan
un mundo al que la ciencia y
el conocimiento de los últimos siglos ha echado
virtualmente en el olvido: el mundo del Espíritu. Se trata
de un mundo misterioso y oculto precisamente porque misterioso y
oculto se torna aquello que sale de la experiencia común
del ser humano. No siempre ha sido así, pero puedo afirmar
que, sobre todo en los dos últimos siglos ha sido
así. Se trata sin embargo de un mundo con el que nuestros
antepasados precolombinos estaban íntimamente
familiarizados; un conjunto de saberes que los indios de
Norteamérica, de Mesoamérica, los runas, mamas,
taitas, curacas y yachags de nuestras tierras vienen practicando
y transmitiendo oralmente de generación en
generación.

El chamanismo: una práctica que está
viva en nuestro continente.

En nuestro continente, todavía sobreviven en la
actualidad muchísimas formas de chamanismo. La verdad es
que nunca dejaron de estar presentes, ya sea camufladas tras la
máscara cristiana de los cultos y prácticas
sincréticas, o escondida en lugares apartados del ojo del
hombre blanco. Tras la "larga noche" de la conquista y el
coloniaje, nuestros viejos chamanes empiezan nuevamente a
aparecer sin los temores engendrados por siglos de intolerancia,
persecución y ostracismo. La práctica de valores
democráticos en nuestras sociedades ha posibilitado que,
poco a poco, vuelvan a salir a la luz los ritos de nuestras
religiones ancestrales, nuestras viejas formas de medicina, la
sabiduría antigua de nuestros hombres americanos. Bajo su
influjo, miles de hombres y mujeres, de jóvenes y
niños, se empiezan a reencontrar con las fuentes arcaicas
de sabiduría que permitieron durante milenios la
existencia en América de unos hombres y unos pueblos que
fueron tan ricos, dignos, vigorosos y sabios como cualquier otro.
Ya va siendo hora de enterrar, de una vez por todas, aquel error
de concepción que es capaz de mirar todo el "progreso", la
"cultura", la belleza y la bondad, sólo en los valores que
nos han legado cinco siglos de civilización occidental. Es
el tiempo de regresar a ver aquello que habíamos olvidado,
de beber en nuestras propias fuentes, no porque sean mejores o
superiores a cualquier otra, simplemente porque son "nuestras",
más a tono con el ser auténtico de estas tierras y
con la predilección ancestral del hombre americano.
También porque, como ya lo están reconociendo
muchos hombres y mujeres en Europa, la vieja sabiduría que
ha sido custodiada por los chamanes americanos, contiene formas
de espiritualidad que parecen haber desaparecido hace rato del
viejo continente, o que no están vivas en las
prácticas de las grandes religiones oficiales. Y es que
hay que decirlo en este punto: Europa está buscando desde
hace rato, ansiosamente, "algo" con qué llenar el
vacío de un modo de vida donde se ha puesto tanto
énfasis en la solución de los problemas materiales
del ser humano, que no se sabe bien cuándo extravió
el espíritu. Desde hace algunos años, decenas de
"medicine men" de distintos pueblos nativos de
Norteamérica, chamanes shuaras de la Amazonía del
Ecuador, yachags de distintos pueblos andinos, "ayahuasqueros" de
las selvas del Perú, entre otros, cruzan el
Atlántico para llevar a nuestros viejos hermanos blancos
sus medicinas y ceremonias de sanación, así como
nuestros entendimientos y visiones sobre la salud, el
conocimiento y la existencia humana. El taita Arturo Chiriboga,
que ha sido testigo presencial de este fenómeno en algunos
lugares del viejo continente, ironiza encantadoramente afirmando
que se trata de una especie de "viaje de conquista" similar al
que – hace ya cinco siglos – hicieron los europeos que vinieron a
América. A este respecto, me relataba que tuvo el agrado
de presenciar una conferencia
dictada en 1992 por un líder espiritual indígena
americano en Madrid donde, ante un auditorio cautivado por los
relatos mágicos de la tradición amerindia y
consciente del efecto poderoso que habían causado sus
palabras entre aquel público europeo, afectando una
seriedad sombría y con un tono de voz profundamente
humilde, concluyó su disertación con estas
sorprendentes palabras: "Por estos días hacen cinco siglos
que sus tatarabuelos llegaron a las tierras de mis tatarabuelos.
Dijeron que venían a conquistarnos, que vivíamos
como salvajes y que no sabíamos nada de la manera
apropiada como había que vivir la vida. Dicen los libros que
acostumbraban levantar en la una mano una cruz y en la otra una
espada y que, con este ademán, pronunciaban las palabras
definitivas: ‘Quedáis todos conquistados’.
Pues vean como es la vida, cinco siglos después me
encuentro yo aquí, asombrado de ver el efecto que tiene el
que venga a recordarles que hay que volver a amar a la Madre
Tierra y que si la seguimos tratando de la manera como ustedes
mismo nos han enseñado, vamos a acabar con ella y con
nosotros mismos que somos sus hijos. Asombrado de ver que
sí encuentro oídos cuando les digo que ya no vivan
como salvajes, que respeten a todos los seres porque todos
estamos hermanados en el Espíritu, que todos somos
parientes. Asombrado de que ustedes sí entiendan
cuál es la manera apropiada como hay que vivir la vida.
Pues bien hermanos blancos, yo estoy aquí de alguna manera
para devolverles, amistosamente, la visita de sus tatarabuelos:
Quedáis todos conquistados."

Los viajes,
empero, se dan también en la otra dirección. Cada
vez son más los hombres y mujeres del viejo continente que
cruzan el océano en búsqueda de la espiritualidad
americana. Son conocidos los relatos que hablan de como, a
principios de los años 70, miles de "hippies" europeos y
norteamericanos se lanzaron en búsqueda de Don Juan, el
mítico chamán yaqui de los libros de Castaneda, y
prácticamente "barrieron" el desierto de Sonora intentando
encontrarlo. Eran, de algún modo, los padres de una
avanzadilla exploradora que empezaba a entender que los
sueños del "american way of life" estaban convirtiendo al
mundo en un paisaje poblado de electrodomésticos,
deslumbrantes luces de neón y toneladas de basura
plástica, pero que aquel paisaje, era un paisaje robado:
el paisaje que las lavadoras, los automóviles y la
televisión le había arrebatado a los
pájaros, los osos, los bosques y praderas. Hoy, muchos de
sus hijos continúan viniendo. Nunca encontraron a Don
Juan, pero cada vez son más los chamanes que abren sus
ritos y ceremonias para estos "turistas del espíritu". Hay
quienes cuestionan estas prácticas, pero en mi
opinión todo esto está muy bien. Sin duda, muchos
de estos buscadores de "experiencias espirituales" habrán
topado en su camino con más de un charlatán que
revestido con el plumaje apropiado les habrá vendido su
experiencia "chamánica" a cambio de un buen puñado
de billetes, continuando esa viejísima tradición
europea de cambiar el oro por baratijas. Un chamán
verdadero diría que – en cualquier forma – ellos
encontraron justamente aquello que necesitaban, pues nada es
gratuito en la intrincada senda del Espíritu. Muchos otros
también han tenido la suerte de dar con los chamanes
auténticos, de vivir las ceremonias, de enamorarse de
nuestras formas. He podido conocer incluso algunos hombres y
mujeres que, abandonado las comodidades y rutinas de sus ciudades
occidentales, se han internado en nuestras selvas y
montañas para convertirse en aprendices de los chamanes,
para no citar el caso de algunos científicos sociales
(antropólogos especialmente) que buscando las "fuentes
directas" para hacer sus estudios de campo, han terminado siendo
absorbidos por la fuerza magnética que emana de las
filosofías y modos de vida de nuestros hombres de
conocimiento.

La vieja espiritualidad americana, aquella que
está viva en la sabiduría y las prácticas de
nuestros chamanes, atraviesa ahora mismo por un período de
renacimiento. América es espiritualmente hablando – un
"nuevo mundo", poblado de novedades para el ojo atento de quien
quiera tomarse el trabajo de comprobarlo por su propia cuenta.
Para el europeo, huérfano de vivencias que llenen el
vacío espiritual de la sociedad de consumo, es cada vez
más un continente seductor, poblado de "brujos" y
"hechiceros" (todas las culturas, desde siempre, han tenido esta
clase de personajes), pero también un continente poblado
de respuestas para las más viejas preguntas del hombre: de
dónde venimos, hacia dónde vamos, y cuál es
una buena manera de hacer el camino.

QUIEN ES UN CHAMAN

"Ser chamán – continuó Don Juan – no
significa practicar hechizos, o tratar de afectar a la gente, o
ser poseído por los demonios. El ser chamán
significa alcanzar un nivel de conciencia que da acceso a cosas
inconcebibles.(…) Los chamanes luchan por alcanzar una meta que
nada tiene que ver con la búsqueda del hombre
común. Los chamanes aspiran a llegar al infinito, y a ser
conscientes de ello.

CARLOS CASTANEDA

EL CHAMANISMO: UNA PRACTICA EXTENDIDA POR LOS CINCO
CONTINENTES

"Lo que hace que a través de lo chamánico
encontremos la esencia del hombre, es el hecho de que el
chamanismo es un sistema establecido en todo el mundo, pues todas
las tribus originarias de cada continente, han tenido y tienen
grupos o comunidades que practicaban y practican el
chamanismo"

HUGO BASILE

QUE HACE UN CHAMAN

"La meta principal
del chamán es la de curar, sanar. Y busca actuar siendo
él mismo un remedio. Sus tareas pueden ser: restaurar la
salud, limpiar, purificar, reparar, mejorar las relaciones del
individuo con su grupo y entorno y dar sentido a lo que
está ocurriendo, explicándolo o
reencuadrándolo de una manera significativa".

LOS CHAMANES DE LA AMAZONIA

"Entre los pueblos indígenas de la
amazonía brasileño – peruana se encuentra una
figura con funciones, técnicas y atributos bastante
uniformes: el shamán. Este personaje, como sus
equivalentes en otras partes del mundo, se encarga de establecer
contacto con el mundo sobrenatural, buscando influir en la cura
de las enfermedades, servir de oráculo, lograr buenos
resultados en la cacería, evitar las catástrofes
naturales y organizar ceremonias religiosas".

LOS MISTICOS MODERNOS

"Los místicos modernos están bien
informados y conocen los problemas medioambientales. Al igual que
los pueblos tradicionales, sienten un respeto activo, casi
ritual, por la naturaleza. Todos expresan su gran
preocupación por la supervivencia del entorno y, por ende,
de nosotros mismos. Muchos consideran el chamanismo como un medio
potencial para aumentar la concienciación sobre nuestra
íntima relación con la naturaleza e invertir las
tendencias progresivamente devastadoras de la humanidad
industrializada. Todos están empeñados en detener
la polución industrial, invertir el calentamiento por
efecto
invernadero, y averiguar los límites
del crecimiento a corto plazo, de modo que podamos alcanzar el
crecimiento sostenible, ecológico y a largo plazo, del que
depende el futuro de la humanidad."

HANK WESSELMAN

IDEAS PARA TRABAJAR EN
CLASE

  • Recopila información sobre el fenómeno
    del chamanismo (quién es, qué funciones cumple y
    qué tipo de prácticas realiza un chamán).
    Busca por otra parte datos similares sobre brujas, hadas,
    duendes, hechiceros, magos, adivinos, profetas y personajes
    similares que pueblan la historia y la literatura de
    todas las culturas del mundo. (Puedes utilizar películas
    y relatos mitológicos como fuentes de consulta). Con
    base en esta investigación, elabora un cuadro de
    semejanzas entre las dos clases de personajes. Escribe
    conclusiones de tu trabajo identificando elementos comunes que
    aparecen en las distintas culturas humanas de las que has
    extraído información.
  • ¿Son comparables las funciones que realizan
    los chamanes a los de los sacerdotes de cualquiera de las
    grandes religiones tradicionales? Escribe un ensayo para
    contestar esta pregunta y argumenta tu respuesta.
  • Comenta esta frase de Castaneda: "los chamanes
    aspiran a llegar al infinito y a ser conscientes de ello".
     
  1. La medicina chamánica y el uso de plantas
    de poder

TEMA CENTRAL: "Las características de
la medicina chamánica y el uso de plantas de poder
como uno de los ejes centrales de esta práctica
médica".

PLANTEAMIENTOS PRINCIPALES DEL
CAPITULO:

  • Existen formas de medicina aborigen que son
    tan legítimas como cualquier otra. De hecho, son
    las formas tradicionales con las que se restauraba la
    salud de nuestros antepasados, antes de la
    imposición de la medicina clínica
    occidental.
  • El personaje central de estas formas
    terapéuticas americanas es el
    chamán.
  • La medicina chamánica contiene en sus
    fundamentos una concepción integral e
    integradora del ser humano que no posee la medicina
    occidental. El concepto de salud mismo, va más
    allá de la simple supresión de
    síntomas físicos en el ser humano.
    Alcanza a valorar otras facetas como el equilibrio
    mental y espiritual y la armonía en las
    relaciones del individuo con su comunidad.
  • Dentro de las prácticas de la medicina
    chamánica, desde siempre ha ocupado un lugar
    especial (aunque no obligatorio) el uso de plantas de
    poder. Se trata de plantas cuyo fin especial es el
    provocar una limpieza profunda en el organismo
    así como la amplificación de la
    percepción tanto del chamán como de sus
    pacientes, para tener acceso a planos de la realidad
    que se escapan a la percepción
    normal.

Dentro de las viejas tradiciones de la especie humana,
hay una que tiene relación con el consumo ritual de
plantas y substancias enteógenas. Se trata de una
práctica muy difundida y tan antigua como el hombre. Como
bien señala Mac.Rae: "Actualmente es común afirmar
que el uso de sustancias de efecto psicoactivo constituye una
práctica difundida por toda la humanidad desde sus
orígenes. Una práctica que algunos estudiosos
asocian a una necesidad innata del hombre de provocar
alteraciones periódicas de su consciencia". Muchas
culturas, a lo largo de los siglos, la conocieron y usaron con
fines específicos: la búsqueda de estados ampliados
de conciencia (amplificación de la percepción hacia
otras dimensiones de la existencia), la exploración del
inconsciente, la búsqueda de conocimiento, entre otras. En
América, las más diversas culturas del Norte, el
Centro y el Sur del continente, las han utilizado desde la
antigüedad y han dejado muchos testimonios sobre su valor.
Las plantas de poder más conocidas y utilizadas por los
chamanes de nuestra tierra son el peyote, la ayahuasca, el San
Pedro, algunas clases de hongos, la hoja
de coca y también el guanto o floripondio.

El peyote es un pequeño cactus que crece
fundamentalmente en los desiertos del norte de México.
Tiene forma de "botón" y se consume directamente o bajo la
forma de "polvo seco", obtenido a través de la
deshidratación de los botones y posterior pulverizado
hasta obtener una substancia de características similares
a la tierra. Su uso más difundido y tradicional se
encuentra entre los chamanes de México y la región
suroccidental de los Estados Unidos.

La ayahuasca es una infusión producida a partir
del bejuco Banisteriopsis caapi y de la hoja Psychotria viridis a
la cual a veces se añade otras plantas. Este preparado
recibe diversos nombres como natem, natema, yajé, nepe,
kahi, caapi, según se trate de la región
específica de la selva amazónica sudamericana donde
se la prepare. Es la "medicina" tradicional de todos los chamanes
de la amazonía.

El San Pedro, conocido en el Ecuador también con
el nombre de Aguacolla, es también una infusión
obtenida a partir de la corteza de un cactus que crece
básicamente en las sierras de los Andes. Su consumo
más extendido se encuentra en las serranías del
Ecuador y Perú.

La hoja de coca es la antigua medicina ritual de las
sierras altas de Bolivia y
Perú. Su consumo, es una tradición entre los
pobladores de estas regiones y es muy anterior a la conquista
española. Más que un "amplificador de la
conciencia", se trata de una planta "levantadora del
espíritu". Los chamanes que guardan su tradición
cuentan que ayuda a mantenerse despierto, y a caminar durante
días por regiones donde el oxígeno
escasea, sin hambre y sin cansancio. Hablan de ella como de "una
guerrera".

El guanto o floripondio, se bebe en forma de té,
y se obtiene a partir de una infusión de flores del
árbol del mismo nombre. Según el yachag Arturo
Chiriboga, era la medicina tradicional de los curanderos y
chamanes de lo que actualmente es Quito. Su uso es muy
infrecuente en la actualidad, por tratarse de un enteógeno
muy poderoso y cuya tradición ritual se encuentra casi
desaparecida.

La tradición de los hongos, es fundamental pero
no exclusivamente centroamericana. Está probado que su uso
se remonta a épocas precolombinas porque existen relatos
de los cronistas de Indias que dan cuenta de ello. En
México, su tradición está muy relacionada
con el nombre de una famosa curandera india: María
Sabina

Dentro de las diversas tradiciones chamánicas
existen diferentes nombres para denominar a estas plantas:
"plantas de poder", "plantas maestras", "plantas profesoras",
"abuelas", "medicinas". En cualquier caso, lo evidente es que los
chamanes que las utilizan, las consideran "sagradas" y les
aplican consideraciones reverenciales dentro de sus distintos
rituales. El peyote, la ayahuasca, los "honguitos" y
demás, son espíritus que, convocados por una
persona iniciada en la relación con ellos, están
dispuestos a "enseñar" a aquel que requiera de su apoyo.
Suele denominárselas "abuelas" como un modo respetuoso de
reconocer su antigüedad y de honrar el larguísimo
tiempo de ventaja que nos llevan de experiencia sobre esta
Tierra, pues su presencia es muy anterior a la del ser humano.
Son consideradas "medicinas" porque todo ritual chamánico
es – bien entendido – un ritual de medicina, de curación.
Aún cuando los asistentes a la ceremonia no presenten
síntomas precisos de afectación de sus cuerpos
físicos, desde el entendimiento chamánico se
considera que todo ser humano está siempre sometido a una
tensión equilibrante entre la salud y la enfermedad. Los
conceptos de salud y enfermedad de las medicinas
chamánicas, bueno es señalarlo, difieren
además substancialmente de los conceptos clásicos
de la civilización occidental. Para empezar, los chamanes
tienen una concepción "integral" del ser humano, y lo
conciben como una entidad compuesta, cuando menos, de tres
dimensiones unificadas: cuerpo, mente y espíritu. Subrayo
el término unificadas a propósito, pues ayuda a
comprender que para los chamanes, el ser humano es una especie de
"divina trinidad" donde cuerpo, mente y espíritu, son Tres
pero son Uno al mismo tiempo. Nada de lo que ocurre en alguna de
las tres dimensiones, le es ajeno a las otras dos. En palabras
simples: siempre que nos enfermamos del cuerpo, necesariamente
hay una afectación en la dimensión mental y en la
dimensión espiritual. Es frecuente, aunque no absoluto,
encontrar en la persona del chamán (experto en los
trabajos que tienen que ver con la dimensión espiritual),
incorporadas también las personas del curandero y el
psicoterapeuta (los expertos en las dimensiones física y
mental, respectivamente). Aunque tal vez sería más
preciso aseverar que, dentro de las prácticas de la
medicina chamánica estas "barreras dimensionales" no
funcionan de manera estricta y los límites entre una y
otra dimensión son verdaderamente frágiles, pues la
gran mayoría de rituales de los que tengo conocimiento
incorporan en sus sesiones curativas elementos de una u otra
dimensión.

La medicina clínica occidental, está presa
todavía de una concepción mecanicista que le ha
impedido ir más allá de la primera
dimensión: el cuerpo. Cuando más, hay
médicos que se aventuran (tanto en sus diagnósticos
como en sus prácticas curativas) hasta los linderos de la
dimensión mental, cuando relacionan las dolencias del
cuerpo físico con problemas como el estrés
(que no es otra cosa que tensión mental) o cuando hablan
de "enfermedades psicosomáticas". La dimensión
espiritual, desde luego, es el gran ausente del festín de
la medicina clínica; casi ningún médico
occidental habla de ella… porque no la conocen. El ser humano –
lo saben los chamanes – es bastante más que un cuerpo que,
a la manera del motor de
cualquier máquina (aquí la concepción
mecanicista) sufre "averías" que deben ser reparadas. Con
esta concepción, se pueden sin duda reparar motores de carro,
pero no devolver plenamente la salud a las personas. Entre seres
humanos enfermos, no es tan sencillo como intercambiar "piezas"
dañadas por otras que estén en buen
estado.

La ventaja de la medicina chamánica, como la de
muchas otras medicinas "alternativas" radica a mi modo de ver,
precisamente en esta concepción "integral" o "integradora"
del ser humano. Las tres dimensiones a que me he referido,
conforman una estructura
donde todas las partes son imprescindibles para el pleno
funcionamiento del todo. Con la ayuda de este esquema, se puede
empezar a comprender entonces que, es perfectamente posible
afectar al todo actuando sobre una de sus partes. En otras
palabras: es plenamente factible "curar" un cuerpo doliente,
actuando ya sea desde la dimensión mental o desde la
espiritual. En mi criterio, mucho del misterio y el temor que
suele rodear a las prácticas chamanísticas, tienen
que ver precisamente con este problema: la falta de una
visión integral del ser humano, que hace imposible
comprender como es que una migraña que nos ha torturado
durante años puede sanar con una "soplada" de trago o con
una "chupada del mal" efectuada directamente sobre la cabeza del
enfermo por un chamán. Incluso en el caso de algunos
chamanes que "dejan actuar solamente a la medicina", subyace en
sus prácticas un entendimiento de que no es
únicamente la substancia de la medicina la que
actúa sobre el paciente requerido de curación, sino
también el "espíritu de la medicina". Esta es,
digámoslo de paso, una manera de entender las experiencias
"visionarias" que suelen acompañar a la ingestión
de plantas de poder y que bien pueden ser asimiladas por quien
las experimenta como estados alucinatorios, o como verdaderos
contactos con la dimensión espiritual.

Mac.Rae ha señalado también la presencia
de la concepción "integral unificada" del ser humano en la
medicina chamánica de los practicantes del Santo
Daime:

"Para esos individuos [los practicantes de este culto]
el cuerpo, la psique y el espíritu están
inexorablemente articulados, y el concepto de salud incluye
elementos no siempre percibidos como ligados al funcionamiento
del cuerpo
humano, como por ejemplo, la escala de
valores, la manera de relacionarse con los otros o con el medio
ambiente. Entre estas personas, la salud es concebida como
equilibrio con la unidad armónica del Todo, casi
sinónimo de virtud, belleza y verdad".

Aportando otros elementos a este tema, Rodríguez
y Tatzo vinculan dentro de la concepción de la medicina
chamánica andina un elemento sacral:

"Nuestra medicina sitúa el problema de la salud
– enfermedad dentro de un contexto Etico – Cósmico,
dentro del cual el médico opera como un restaurador de
la salud. Esta es también la razón por la cual,
aún el más ignorante practicante, no desliga lo
médico de lo ritual y sagrado, como partes de un gesto
primordial que sintetiza un modo de saber y hacer la medicina.
Desde el curador que al hacer la limpieza del enfermo reza un
padrenuestro o recita una imprecación en quichua (…)
hasta el Yachag que le invita a pensar en Dios o Pachakamac y
maneja sabiamente las leyes de la Naturaleza, ningún
jambi runa [practicante de la medicina aborigen] separa una
esfera de otra"

La ingestión de estas viejas "medicinas"
chamánicas, por otra parte, suele estar frecuentemente
acompañada por ciertos cambios físicos,
anímicos y perceptuales. Son comunes reacciones corporales
de vómito,
interpretadas por los chamanes como necesarios procesos de
limpieza del organismo. Así mismo, la ingestión de
plantas de poder suele a veces ser acompañada por la
presencia de "visiones",malestares corporales y alteraciones de
la percepción "normal". Sobre estas alteraciones de la
percepción, son sin duda pioneros e interesantes los
extensos análisis de Castaneda quien, como aprendiz de un
chamán yaqui llegó a la conclusión de que
dentro del camino que conduce al ser humano hacia el Poder
(Espíritu), precisamente de lo que se trata es de
descubrir que nuestra percepción cotidiana del mundo es
una cárcel en la que no estamos obligados a permanecer
toda la vida. Como parte de su aprendizaje, hubo un tiempo en que
Don Juan, su maestro, lo sometió continuamente a la
ingestión de diversas plantas de poder, como una
estrategia diseñada para "romper las barreras de la
percepción" y permitirle el acceso a aquellas dimensiones
de la realidad que escapan a la percepción normal
ordinaria. Para Don Juan, "el mundo es como es" porque hay toda
una especie de confabulación cultural que ha
enseñado al individuo a percibirlo de ese modo. Si nos
entrenáramos para abrir nuestra percepción a la
posibilidad de otras realidades (por ejemplo la espiritual),
tarde o temprano aquella barrera tendrá que ceder y el ser
humano se dará cuenta de que la realidad (el mundo) es
muchísimo más extenso y complejo que lo que
pensamos, pues abarca mucho más que la reducida
dimensión física a la que lo hemos comprimido.
Seguramente por eso es que los indios de Norteamérica
usaban la palabra "Misterio", para referirse al mundo que
potencialmente está al alcance del hombre.

Las plantas maestras, no cabe duda, tienen el poder de
abrir canales perceptivos que, aún cuando forman parte de
nuestras capacidades naturales, ordinariamente no utilizamos.
Entre las experiencias que pueden caber dentro de este
fenómeno que denomino "ampliación de la
percepción", y que suelen ocurrir como consecuencia de la
ingestión ritual de estas plantas, caben por ejemplo :
percepciones alteradas del tiempo, visiones de animales que
revelan al hombre las propiedades de las plantas, conocimiento
revelado de la condición de seres espirituales que tienen
plantas y animales, recuerdos vívidos de experiencias
ocurridas mucho tiempo atrás y que habíamos
sepultado en el inconsciente, imágenes de acontecimientos
que todavía no han sucedido, revelación de las
causas profundas que están detrás de alguna
enfermedad, fenómenos de telepatía con otras
personas, con animales o incluso con las piedras u otro seres
naturales.

Hay quienes han cuestionado tanto el valor como la
eficacia de
las múltiples formas de la medicina chamánica
americana, desconociendo que se trata de prácticas ligadas
a la cultura y a la tradición ancestral de nuestros
pueblos y comunidades. Es costumbre asentada el mirarlas como
meras "supersticiones", pero hay también cierto
espíritu policial que, desde antaño, las viene
calificando francamente como "brujerías" y que ha
conseguido inclusive imponer legislaciones para proscribirlas en
algunos de nuestros países. También hay
legislaciones que, sin estudios serios sobre el uso y los efectos
de la ingestión ritual de plantas de poder, han amontonado
en un solo tacho de basura a la ayahuasca, el San Pedro, la hoja
de coca y otras plantas maestras, junto con todos los
estupefacientes ligados al negocio del narcotráfico. Desde luego, está
todavía por descubrirse la primera banda traficante de
ayahuasca, o el primer narcotraficante que hizo su fortuna con el
comercio de
peyote. En este aspecto, somos una vez más herederos de la
visión inquisitorial que, desde los albores mismos de la
conquista europea, impuso en nuestras tierras el uso de estos
calificativos para quitar valor y poder empezar a erradicar sin
problemas "la presencia del diablo" en América. Sin
embargo, no está de más advertir que en este tema
del uso de plantas maestras siempre hay que andarse con un poco
de cuidado, pues el ojo ávido de los hijos del capitalismo
también ha visto la posibilidad de un buen negocio con la
caza de incautos "buscadores de experiencias chamánicas".
En cualquier caso, hay una regla de muchas tradiciones
espirituales que afirma que cuando un buscador espiritual
realmente está buscando conocimiento desde su
corazón, el Espíritu mismo se encargará de
ponerle al alcance los maestros adecuados para su
aprendizaje.

UNA MEDICINA QUE TIENE EN CUENTA EL PLANO
ESPIRITUAL

"El criterio que piensa de la enfermedad como algo
localizado en una parte del organismo y dependiente solamente de
ella, difiere grandemente del que concibe la enfermedad como un
disturbio global que ha sido provocado por la interacción
de la parte energética de un elemento como el aire, el
agua, la tierra o el fuego. Recordemos que el runa concibe al
mundo en forma animista; para él, la Pacha Mama
está poblada por miríadas de seres que viven en los
elementos como partes activas y operantes a los que denomina
espíritus de la naturaleza."

GERMAN RODRIGUEZ

MEDICINA CHAMANICA KAPON – PEMON

"En el caso de enfermedades menores, los chamanes
kapón – pemón tienen que devolver las fracciones
dañadas o perdidas de irradiación a sus
acostumbrados contenedores, y, en casos serios, reunir el cuerpo
con el alma en su totalidad. A fin de hacerlo, ellos dirigen
búsquedas por el cosmos (la Tierra, cerca del cielo y en
el mundo inferior de la Tierra) a fin de localizar las fracciones
del espíritu perdidas o capturadas de su
paciente."

AUDREY BUTT

USO DE PLANTAS DE PODER (ENTEOGENOS) EN EL
MUNDO

MESOAMERICANO PRECOLOMBINO.

"Hoy se sabe que a pesar del violento proceso de
aculturación y adoctrinamiento católico, en
diversos lugares los mexicanos siguieron practicando el consumo
de diferentes enteógenos, no solo peyote, bajo formas
simbólicas cristianas. Tal uso de hongos embriagantes les
mantenía en contacto con la experiencia catártica,
centro de sus valores religiosos, sociales, morales y
estéticos, y ello puede dar una indicación del
enorme valor que tenía – y tiene – la experiencia
enteógena para los indígenas
mesoamericanos".

JOSEPH M. FERICGLA

IDEAS PARA TRABAJAR EN
CLASE

  • Después de leer las citas de Rodríguez
    y Butt que anteceden, puedes tener una idea del tipo de
    prácticas que maneja la medicina chamánica. Este
    era el tipo de medicina que existía en América
    antes de la conquista. Todavía hoy, cinco siglos
    después, su uso está muy presente, especialmente
    en muchísimas comunidades rurales del continente.
    ¿Puedes encontrar razones que expliquen por qué
    este tipo de medicina ha permanecido viva entre nuestra
    gente?
  • Imagina que eres un mago que en un sueño
    recibe el mensaje de que debe empezar a curar a su pueblo.
    Inventa un tipo de medicina mágica para cumplir este
    mandato. Describe la forma como realizarás tus
    diagnósticos y los procedimientos
    que utilizarás para la curación de tus
    pacientes.
  • Investiga qué dice la legislación
    vigente en tu país sobre uso de substancias
    psicoactivas. ¿Qué dice sobre las plantas
    tradicionales de poder? (ayahuasca, hoja de coca, tabaco, San
    Pedro, etc.)
  1. Rituales chamánicos de la tradición
    amerindia

TEMA CENTRAL: "Descripción de algunos
rituales de la tradición chamánica de
nuestro continente".

PLANTEAMIENTOS PRINCIPALES DEL
CAPITULO:

  • Las tradiciones y cosmovisiones nativas
    americanas descritas y analizadas en los
    capítulos precedentes, cobran vida en los
    rituales chamánicos que son descritos en el
    presente capítulo.
  • Este capítulo, escrito a manera de
    epílogo, tiene el propósito de entregar
    al lector un relato básicamente descriptivo de
    tres rituales chamánicos tradicionales que se
    siguen practicando en nuestro continente. El lector
    podrá, de este modo, tener una idea aproximada
    del mundo mágico y mítico que ha sido
    presentado a lo largo de los capítulos
    precedentes.

Este capítulo final de El Rostro Oculto del
Hombre Americano puede leerse a manera de epílogo. Su tono
es, a diferencia de los anteriores, marcadamente personal y se
aparta del discurso académico para intentar transmitir
algunas experiencias que la vida puso en mi camino durante los
últimos años. El libro que el lector tiene en sus
manos, lo empecé a soñar a finales del año
1998, como consecuencia de mi descubrimiento definitivo de la
riqueza oculta en el mundo del chamanismo americano. Durante los
años siguientes, tuve la intención de escribirlo y
cada vez que pensaba en esta tarea, visualizaba el libro como un
conjunto de relatos básicamente descriptivos de
enriquecedoras experiencias personales en ese mundo. Dos veces me
senté a emprender la tarea y en cada ocasión fui
frenado por acontecimientos urgentes de la vida cotidiana. Los
chamanes dirían a lo mejor que no era todavía
tiempo de escribirlo. Quiso la suerte finalmente que, impelido
por la necesidad de redactar una tesis para
licenciarme en pedagogía, me animara finalmente a escribir
el libro que venía soñando. Por los requerimientos
impuestos por
la vida académica universitaria, El Rostro Oculto del
Hombre Americano tomó definitivamente la forma de las
páginas que anteceden, pero no he podido resistirme a la
tentación de escribir este último capítulo,
tal vez para probar el sabor que hubiera tenido un texto como el
que quería al principio, más cercano al discurso
vivencial y poético de la literatura , que al discurso
académico de una tesis universitaria. A lo mejor el relato
y la poesía
son discursos que
se prestan mejor para la descripción de un mundo donde la
magia está todo el tiempo a la orden del día.
Concluyo entonces estas páginas con el relato sobre tres
rituales tradicionales del chamanismo amerindio.

El Temascal

Corría el año de 1996 cuando por primera
vez que tuve la oportunidad de asistir a una ceremonia de
Temascal. Un joven chamán amigo iba a unirse en matrimonio
en una ceremonia india tradicional y me honró
escogiéndome como uno de sus "padrinos". Yo tenía
alguna información por aquel entonces sobre las
características del ritual. Lo que más me
había impresionado eran los relatos sobre el insoportable
calor que puede llegar a producirse dentro de la cabaña de
sudar. Acudí a la ceremonia impelido por mi curiosidad,
pero también con algo de temor. La ceremonia de matrimonio
iba a realizarse en una finca en las afueras de Quito y cuando
llegué al lugar, los ayudantes del chamán que iba a
dirigir la ceremonia se encontraban colocando cobijas sobre una
estructura circular hecha a base de delgados troncos de sauce.
Esta era, pues, la famosa cabaña de sudar de la que tanto
había oído
hablar. Estaba bien recubierta con las cobijas, excepto una
pequeña abertura en forma de arco que hacía las
veces de puerta de ingreso ala cabaña, que tenía un
diámetro de aproximadamente 3 metros. Frente a esta
puerta, un gran fuego recubría y calentaba a su vez 33
"abuelas piedras". Cuando iba a empezar la ceremonia de temascal,
los novios y los padrinos fuimos ingresando al interior de la
cabaña y nos colocamos apoyados contra sus paredes. En el
centro, había un agujero donde serían depositadas
dentro de poco las piedras que saldrían del fuego. La
puerta de entrada miraba en dirección del Oeste, y el
chamán que dirigía la ceremonia se colocó de
espaldas a la puerta, mirando hacia el Este. Cuando todo estuvo
dispuesto al interior de la cabaña, un ayudante
empezó a sacar las piedras del fuego y con ayuda de una
pala las fue ingresando a la cabaña. Otro ayudante las
recibía y las colocaba en el agujero central. Entraron
primero cuatro piedras y luego un recipiente con agua que el
chamán colocó entre sus piernas. Después de
esto el chamán pidió al ayudante de afuera que
cerrara la puerta. Nos quedamos en la más absoluta
obscuridad. Entonces nos dio la bienvenida a la ceremonia y
explicó que la cabaña era una representación
del vientre mismo de la Madre Tierra, y que el rito del Temascal
era, en primer lugar, un rito de renacimiento, un volver al calor
y la obscuridad del vientre materno, para renacer purificados y
con el espíritu renovado. Mi primera gran impresión
fue el observar, en la obscuridad, el fulgor que
desprendían las piedras calentadas hasta el rojo vivo.
Habían permanecido por espacio de un par de horas en ese
gran fuego y por sí solas emitían un calor que
entibiaba el interior de la cabaña. Tras estas primeras
palabras, el chamán explicó que íbamos a
tener una ceremonia de cuatro "vueltas", es decir, que por cuatro
veces se abriría la puerta para permitir el ingreso de
más "abuelas piedras". El cuatro es, dentro de la
tradición que relato, un número sagrado, y aparece
de múltiples maneras en el diseño que guía
la realización de esta y otras ceremonias. El
chamán que "corría" el Temascal en esta
oportunidad, había aprendido el diseño del ritual
de chamanes del norte de México. Las cuatro vueltas del
temascal, simbolizaban en esta oportunidad las cuatro edades por
las que atraviesa el ser humano en su camino por la vida: la
niñez, la adolescencia o
juventud, la
madurez y la ancianidad o sabiduría. Al interior de la
cabaña, se nos explicó también,
existían cuatro puertas sagradas para honrar los
espíritus de las cuatro direcciones del universo. En esta
primera vuelta de la niñez, los participantes tuvimos que
presentarnos ante los espíritus, pronunciando nuestro
nombre en voz alta y comunicando también el
propósito que nos había animado a ingresar en la
cabaña para el rito. Mientras empezaba a agradecer a todos
los abuelos que guardaron la sagrada tradición del
Temascal a lo largo de los siglos para que pudiera llegar hasta
nosotros y la cabaña comenzaba a calentarse al modo de un
sauna natural, nos contó también que aquella era
una ceremonia diseñada para recordar la presencia
constante de los cuatro elementos que hacen posible la vida.
Estaba primero la presencia de la Tierra, sobre la que
estábamos sentados y literalmente nos estaba sosteniendo.
En este punto volvió a recordar que la cabaña
representaba un vientre materno, y que nosotros éramos, en
ese instante, los hijitos que pronto iban a ser paridos de la
oscuridad hacia la luz. Luego habló del Agua, que se
esparcía sobre las piedras para darnos el calor
sentíamos, pero que también estaba presente en el
sudor que empezaba a correr por nuestro cuerpo, o en las
lágrimas que a veces hay que dejar correr para aliviar
nuestros sentimientos. En tercer lugar habló del Aire, del
aire caliente que, aún cuando dificultaba nuestra respiración, nos volvía conscientes
de la presencia indispensable de este elemento para nuestro
bienestar. Y finalmente habló del Fuego que había
calentado las piedras de la ceremonia, que estaba ahora mismo
presente en esas piedras que emitían vapor al contacto con
el agua, habló del Sol como un Padre dador de la
energía necesaria para la vida y como un Gran Fuego que se
encontraba en el centro del sistema solar,
proveyéndonos de la luz y el calor necesarios para vivir.
Después de esta explicación, nos invitó a
reconocer la presencia de los cuatro elementos en nosotros
mismos, y cantó la primera canción de la ceremonia.
El ritmo de esta canción era monótono, como es
usual en los cantos chamánicos, y la letra tenía
cuatro estrofas que se repitieron cuatro veces. La canción
decía:

Tierra es mi cuerpo

Agua es mi sangre

Aire es mi aliento

Y Fuego es mi espíritu.

Soy hombre de Tierra

Soy hombre de Agua

Soy hombre de Aire

Y soy hombre del Fuego

Soy mujer de Tierra

Soy mujer de Agua

Soy mujer de Aire

Y soy mujer del Fuego

Soy hombre sagrado

Soy hombre

Soy mujer sagrada

Soy mujer

Hubo más cantos y finalmente el chamán
pronunció en voz muy alta una fórmula en idioma
lakota: "Metakioasin", que era la señal para que el
ayudante de afuera abriera la puerta. Quiere decir: "Todos
estamos relacionados".

Tras esperar unos minutos para que descansáramos
y nos aliviáramos un poco del intenso calor del interior
de la cabaña. Dio inicio la segunda vuelta del Temascal.
Esta vez ingresaron siete abuelas piedras. Mientras el ayudante
de adentro las iba colocando en el agujero del centro, el
chamán nos contaba que el denominativo de "abuelas" era
muy antiguo, y que se usaba como una forma de reconocer que el
alma de las piedras (que es el alma de la Tierra misma) era
más vieja que la del hombre. Ellas, las piedras,
habían presenciado hace millones de años el
mismísimo nacimiento de la Tierra, y tenían por eso
mucha más experiencia y sabiduría que nosotros los
humanos y podían relatarnos – si abríamos nuestro
espíritu – historias de mucho valor para mejorar nuestras
vidas. De hecho, es una costumbre heredada de los abuelos el
acudir de forma reverente a tomar contacto con la naturaleza para
pedirle consejo y guía en muchos momentos de la
existencia.

Esta segunda vuelta, la vuelta de los jóvenes,
nos recordaba de alguna manera la pérdida de la inocencia
que lleva consigo el tránsito de la niñez a la
adolescencia, los dolores y resentimientos comunes a esta edad.
Pero era también la vuelta de la curación y de la
gratitud, la vuelta donde debíamos armarnos de humildad y
de coraje para agradecer por todas las relaciones que
habíamos mantenido durante nuestras vidas. Nos
invitó de esta manera a agradecer al Gran Espíritu
por nuestros padres, por nuestros hermanos, familiares y amigos,
por todos aquellos que habían topado nuestras vidas en
cualquier tiempo, porque todos habían venido a
enseñarnos algo. No importaba que no hubiéramos
entendido el propósito de una u otra relación,
igual se nos invitaba a agradecer y, de algún modo, a
perdonar cualquier cosa que hubiéramos vivido como
agravio. El chamán decía que ese era un buen
momento para dejar ir sobre la Tierra, de cualquier forma que
queramos, todo aquello que íbamos cargando por la vida
como un peso, una molestia, un sufrimiento. Las canciones de esta
segunda vuelta eran canciones de gratitud, y las iba entonando
mientras dentro de la cabaña empezaban a escucharse
llantos, quejas y gratitudes. Una de las canciones que recuerdo,
hablaba de la gratitud hacia la Madre Tierra:

Unchí yayá

Unchí yayá

Tlatzo kamati

Tlatzo kamati

iyanaje ne youé

Muchas gracias

Muchas gracias

Madre Tierra

Muchas gracias

Por la vida

Muchas gracias

Para la tercera vuelta ingresaron nueve piedras a la
cabaña. Esta vuelta de la ceremonia, nos decía el
chamán, es la vuelta del Poder; la vuelta donde, una vez
que aliviado nuestros dolores y aflicciones, tomábamos la
fuerza para pedirle al Poder que nos escuche. Es la vuelta de la
adultez, esa edad de la vida donde aprendemos a hacernos
responsables de nuestras propias elecciones. La elección
que nos proponía era la de escoger la confianza para
volver a creer en nuestros sueños y echarlos a volar al
viento.

En la cuarta y última vuelta, entraron trece
piedras a la cabaña. Era la ronda final, la ronda del
Espíritu, aquella vuelta donde podíamos aprender
que lo imposible puede volverse posible; la vuelta para aprender
a volar como los pájaros. Mientras pronunciaba estas
palabras, el chamán dejó de echar agua sobre las
piedras y agitó vehementemente el ala de un pájaro.
El calor del interior se tornó, en esos momentos,
verdaderamente insoportable; el aire que respirábamos era
muy caliente y casi todos los participantes nos inclinamos con el
rostro pegado a la tierra para encontrar un poco de alivio. Esta
vuelta fue más corta que las anteriores y luego de entonar
un par de cantos que hablaban de aprender a volar como los
cóndores y las águilas, el chamán
volvió a pronunciar en voz alta "Metakioasin" y se
abrió la puerta. Apenas si tuve fuerzas para arrastrarme,
en mitad del intenso calor del interior de la cabaña,
hacia la puerta de salida. Cuando estuve afuera, se me
pidió que fuera agradeciendo uno por uno a los
demás participantes de la ceremonia que esperaban formando
una fila a un costado de la cabaña. Luego el chamán
se dirigió hacia el fuego donde se habían calentado
las abuelas piedras y depositó en él un
puñado de inciensos, dando por concluida la ceremonia del
Temascal y pidiéndole al Gran Espíritu muchas
bendiciones para los caminos de todos los que habíamos
participado de ese rezo ancestral. Tardé unos minutos en
recuperarme plenamente del esfuerzo hecho al interior de la
cabaña. Mientras lo hacía, notaba que en mi
corazón había en esos momentos un intenso
sentimiento de amor y gratitud para con todo y con todos. Me
sentía hermanado con todos los participantes de la
ceremonia y los colores del paisaje se me aparecían
más vívidos y hermosos que de costumbre.

Tras ese primer encuentro, he tenido la oportunidad de
participar al menos en un centenar de oportunidades de esta
ceremonia de la cabaña de sudar. Mi interés me ha
llevado por distintas geografías y he disfrutado de la
suerte de conocer diversos chamanes que hacían el rito a
su manera. Hasta donde tengo noticia, el Temascal es originario
de las regiones del Norte del continente. Es un rito que
está presente en casi la totalidad de las tradiciones
indias de Norteamérica. Entre los antiguos lakotas,
recibía el nombre de "inipi", y también era muy
conocido y practicado por diversos pueblos antiguos de
Centroamérica, especialmente en las regiones de lo que
actualmente es México. De hecho, en México es una
tradición que ha vuelto a cobrar vida en muchísimos
lugares y un chamán de Morelia me contaba que inclusive
conocía de una pareja de chamanes que habían
sembrado una cabaña de sudar al interior de una
penitenciaría, para llevar esta vieja forma de la medicina
nativa a los presos.

A fines de 1999, tuve la oportunidad también de
participar por vez primera de la ceremonia de "plantado de la
cabaña". Para el efecto, nos convocamos temprano una
mañana de septiembre en un bosque cercano a la ciudad de
Quito y pude presenciar los diversos momentos rituales que
acompañaban esta ceremonia. Todo comenzó con una
petición reverente hecha por el chamán Arturo
Chiribogaa cada uno de los árboles que iban a ser talados
para la construcción de la cabaña. Frente a
cada uno de ellos, dejándose todo el tiempo necesario,
Arturo fue depositando un puñado de tabaco. En sus propias
palabras: "siempre que tomas algo de la Tierra, es bueno
retribuir con una pequeña ofrenda en agradecimiento". Me
impresionaron mucho los diálogos que tenía con los
árboles. Les hablaba con un sentimiento muy profundo y su
diálogo no difería del que le he visto en otras
ocasiones tener con cualquier persona, salvo por el tono de
disculpa que mantenía con cada árbol, queriendo
darles a entender que él, en su corazón,
sentía mucho el tener que tomar sus vidas, pero al mismo
tiempo pidiéndoles comprensión, pues las estaba
tomando para un propósito sagrado: el contribuir para el
mejoramiento de la salud de su gente. Ahí, viéndolo
comportarse de esa manera, empecé aquel día a
entender que el respeto que nuestros abuelos nos habían
enseñado para con la Tierra y los hijos de la Tierra, eran
bastante más que palabras líricas puestas en boca
de los indios para dar un toque romántico a las antiguas
leyendas.
Aquel hombre, heredero auténtico de las viejas
tradiciones, se me mostró aquel día de pies a
cabeza como un ser íntegro, es decir, como un hombre que
vivía plenamente y desde su corazón aquello en que
creía. Sus actos no estaban separados de sus palabras,
sino que las confirmaban plenamente.

Después de cortar los veintiún eucaliptos
jóvenes que iban a servirnos para armar la estructura de
la cabaña, nos dirigimos hacia el lugar donde
íbamos a plantarla. Nuevamente Arturo tomó
puñados de tabaco y los fue depositando sobre el espacio
de la Tierra donde queríamos sembrarla, al tiempo que
oraba encarando cada una de las 7 direcciones sagradas del
universo y ponía un rezo pidiendo la bendición y
protección de los espíritus para aquello que
íbamos a hacer. Terminado este rezo, trazamos un
círculo sobre la Tierra y empezamos a cavar los
dieciséis hoyos que necesitábamos. Todos quienes
participábamos de la ceremonia, fuimos poniendo
puñados de tabaco y pidiendo bendiciones a la Tierra y a
los espíritus para llevar adelante de una buena manera el
sembrado de la cabaña. Se nos recomendó que
pidiéramos permiso a la Tierra para excavar en su vientre.
Los dieciséis troncos que formarán parte de la
estructura de la cabaña se siembran siguiendo la
línea del círculo trazado previamente, a la misma
distancia uno de otro. Luego se procede a doblarlos (son troncos
delgados, y se prestan para esta operación) y, poco a
poco, se va consiguiendo una hermosa estructura
semiesférica, que toma una forma parecida a la de los
iglúes de los esquimales. Para conseguirlo, se va atando
con delgadas cuerdas unos troncos con otros, hasta conseguir la
forma deseada. El sembrado de los troncos, aquel día,
estuvo acompañado en algunos momentos por canciones de la
tradición que entonábamos mientras uno de los
acompañantes tocaba vivamente un tambor de agua. La tarea
era de veras ardua y los cantos, me explicó Arturo en
algún momento, tenían la función de elevar
el espíritu y contribuir a que los guerreros superaran su
natural cansancio y siguieran trabajando con felicidad. Cuando la
estructura ya cobró forma semiesférica, todo aquel
que necesitaba ingresar a la cabaña para atar cuerdas
desde dentro, debía hacerlo por la puerta de entrada que
miraba hacia el Oeste y pronunciar la fórmula ritual
"Metakioasin". Como es frecuente en las ceremonias de los
chamanes, los participantes de aquella ceremonia de siembra de la
cabaña se movían sigilosamente y en silencio,
guardando una especial atención a todos sus actos y
movimientos. A mi juicio, esta es una función especial que
cumple todo rito chamánico, y me atrevo a decir que todo
rito en general: el enseñar al practicante la importancia
que tiene el desarrollo de la atención; la atención
es un vehículo que enseña a su vez a concentrarse
plenamente en la tarea que se está realizando en el
presente, sin caer en la tentación de dejar "volar la
mente" hacia nuestras preocupaciones cotidianas. Con la
práctica de la atención, se va consiguiendo poco a
poco el "silencio interior", o la cesación del
"diálogo interno", para decirlo con palabras de Castaneda,
y esta es la puerta que todas las tradiciones espirituales de la
humanidad dicen que debe abrirse para ingresar en el mundo del
Espíritu.

Hacia el atardecer, habíamos concluido nuestra
tarea y Arturo procedió a colocar frente a la
cabaña las piedras que iban a ser utilizadas en la primera
ceremonia de Temascal en aquel lugar. Las piedras se van
colocando en diferentes "capas", tratando de formar un bulto
compacto. Hay chamanes que gustan de colocarlas de modo que
formen una pequeña pirámide. Luego se colocan
maderos alrededor y sobre ellas, y se procede a elevar un rezo de
agradecimiento tanto para las piedras como para los
árboles que han puesto su vida para que pueda realizarse
la ceremonia del Temascal. Entonces se procede a encender el
fuego que calentará las piedras.

Tras algunos años participando de ceremonias de
Temascal, he ido comprendiendo que no existe "una manera" de
correr temascales. Cada chamán, aún cuando es
heredero de un diseño más o menos
específico, le aporta siempre su "toque personal" a la
ceremonia. Y es que toda tradición es algo que va pasando
"de ser vivo en ser vivo", de generación en
generación, y cada ser vivo es único y diferente en
el universo así es que tarde o temprano y como fruto de su
propio autoconocimiento, va descubriendo su ser auténtico
y su auténtica manera de guardar las tradiciones de los
abuelos. El Temascal es un rito muy antiguo de nuestra
América. Aurelio Tepancalli me contó una vez que,
según se lo había contado su abuelo, ya hace cinco
mil años se celebraba esta ceremonia en tierras de
Norteamérica. Hoy en día, y en mucho gracias al
trabajo de encuentro de las tradiciones del Norte y del Sur del
que Tepancalli en un pionero, se han sembrado muchos temascales
en tierras de diversos países de Sudamérica. Tengo
conocimiento de que en la actualidad, se corren temascales en el
Ecuador, Colombia,
Perú, Uruguay,
Brasil y
Chile. Sólo en el Ecuador, mi país, sé que
existen hoy por hoy cuando menos diez lugares donde se han
sembrado cabañas y se realizan ceremonias con regularidad.
Así mismo, cada año se realiza una ceremonia grande
que da inicio a una Búsqueda de Visión y
posteriormente a una Danza del Sol donde se da la
bendición para correr temascales a aquellos que han hecho
el camino iniciático de cuatro años, necesario para
poder enfrentar adecuadamente la tarea de ser guardianes de la
tradición del Temascal.

Los pagos a la Tierra

Hay un entendimiento de nuestros abuelos que guarda una
sabiduría muy grande: ellos decían que no existe
mejor forma de orar y de dirigirse al Creador que rezar
agradeciendo. La gratitud, es sin duda uno de los valores
antiguos más preciados en esta tierra de América, y
muchos han sido los pueblos que, desde que aprendían a
hablar, enseñaban de diversas maneras a sus niños a
agradecer, a agradecer por todo y por todos.

Entre los pueblos y tradiciones donde la cultura de
occidente no ha logrado borrar de la memoria la creencia de que
habitamos en un mundo encantado, poblado por todas las especies
que conocemos pero también por espíritus, existen
muchos ancianos que mantienen viva la convicción de que es
precisamente en aquella dimensión, la espiritual, desde
donde se teje el entramado fundamental de la vida de cada hombre
y mujer que vive sobre la Tierra. Los espíritus nos rodean
todo el tiempo, aunque no seamos capaces de percibirlos. Dicen
los viejos que todo el tiempo están actuando para modelar
la vida de todos nosotros, que nos escuchan, y lo que es
más, que están permanentemente atendiendo nuestros
pedidos. De algún modo – dicen – todo aquello que le
ocurre a cada quien, escapa del inexistente reino de las
casualidades y es consecuencia de aquello que hemos estado
"rezando" para nuestras vidas. Aconsejan por lo mismo volverse
muy atento con aquello que sale de nuestra boca, con aquello que
cultivamos como pensamiento, y también con lo que
anhelamos en nuestro corazón, porque todas estas no son
sino "maneras de orar". Todo el tiempo – aseveran – de un modo u
otro, el hombre está rezando, y tarde o temprano todos sus
rezos son escuchados. Enseñan por eso a sus niños y
a sus jóvenes, a sus hombres y a sus mujeres, a rezar
"bien", esto es, a no pedir más que aquello que van a
poder sostener en sus vidas.. Y enseñan mucho la gratitud,
porque desde esta concepción de la vida, aquella que educa
en la absoluta responsabilidad para con nuestros "rezos", todo lo
que recibimos es solamente una atención de los
espíritus para con nuestros pedidos y debe ser agradecido.
Incluso las experiencias que solemos considerar como más
extremas y dolorosas.

Caminando por los senderos de América con los
chamanes, he podido constatar fehacientemente lo que vengo
afirmando. Los chamanes son seres de la gratitud. En boca de
muchos de ellos he escuchado muchos rezos y palabras de
agradecimiento. He oído agradecer al Creador por la vida,
por el regalo de estar vivo y poder maravillarse con los paisajes
y las criaturas de la creación; he escuchado agradecer por
la belleza del Agua y por todas las hermosas formas que adopta el
Agua aquí en la Tierra, por el sublime canto de las
cascadas, por el tronar de las olas del mar y por la abundancia
que trae como promesa la lluvia; he visto hombres y mujeres que
agradecían por sus hijos, por la compañía de
la luna en la oscuridad de la noche y la del canto de los grillos
en la soledad de las montañas; y he oído mucho
agradecerle a la Tierra, a la Gran Madre que nos nutre, nos
sostiene y nos entrega aquello que necesitamos para seguir
caminando por esta vida.

Entre los indios de Norteamérica y otros que
cultivan y guardan sus tradiciones, aprendí hace tiempo
que uno de los secretos de una buena vida consiste en aprender a
convocar con nuestra palabra, con nuestro pensamiento y con toda
la fuerza de nuestra alma, aquello que soñamos como la
realización más plena de nuestra existencia. La
primera vez que un chamán cargador de pipa puso su
instrumento entre mis manos, temblé de miedo ante una voz
interior que me aseguraba que tenía que poner mucho
cuidado en lo que iba a decir, porque todo el universo me estaba
escuchando y estaría acechando la oportunidad de
complacerme. Aquella vez, sólo se me ocurrió
agradecer al Gran Espíritu la oportunidad de poder vivir
la experiencia que estaba viviendo y pedir por mi felicidad. Todo
lo demás que venía a mi mente, todos los pedidos
que se me ocurrían se me aparecían
extrañamente peligrosos. Decidí entonces que la
mejor opción era el silencio, pues así por lo menos
me sentía protegido de mis propias palabras. Ahora
sé que empecé bien. No alcanzo a concebir mayor
felicidad que aquella que vivo cuando puedo amanecer y anochecer
cada día con un sentimiento de gratitud hacia la vida,
hacia todo y hacia todos. Los pieles rojas me enseñaron el
mágico secreto del agradecimiento constante y yo – como
hacen ello – aprendí más temprano que tarde a
agradecer incluso por aquellos sueños que todavía
no había realizado. Cierto día, el taita Arturo
Chiriboga, líder espiritual del Fuego Nativo de
Itzachilatlan, me dejó presenciar una pequeña
ceremonia de Pago a la Madre Tierra.

Era un soleado día del verano quiteño y
habíamos salido de un temascal. Nos vestimos e
inmediatamente volvimos a reunirnos alrededor del círculo
sagrado. Un fuego pequeño crepitaba todavía desde
el centro y algunas mujeres se afanaban en una cocina cercana
poniendo a punto algunos alimentos. Ibamos a concluir aquel
día la ceremonia con una comida ritual. Cuando todo estuvo
listo, las mujeres ingresaron al círculo portando sendas
bandejas con carne, maíz cocido que en el Ecuador llamamos
mote, frutas y pan negro. Mientras colocaban los alimentos frente
a la puerta de la dirección del Este del círculo,
todos los demás entonábamos un canto de gratitud a
la Tierra por el alimento. El taita Arturo dirigía el
canto sagrado y tocaba con mucho brío su tambor. A su
lado, lo acompañaba un ayudante con una maraca. La
canción se prolongó por espacio de una media hora y
cuando concluyó, Arturo "armó" un tabaco en una
hoja seca de maíz. Se dirigió hacia el lugar donde
la mujer más anciana guardaba los alimentos que
íbamos a consumir y se lo entregó. En esta
tradición – explicó a los presentes – las mujeres
preparan y cuidan el alimento no porque seamos unos pobres
machistas; lo hacen porque ellas, de algún modo, tienen la
energía de la Tierra, que es la energía de la
Madre. Es una energía que nuestros abuelos consideraban
bien sagrada, una energía portadora de uno de los
misterios más maravillosos de la creación: el
misterio del ser que sabe hacerse a sí mismo alimento para
sus hijos. Por esto nomás les encargamos esta tarea.
Porque queremos honrar ese don de las mujeres. Después de
todo, el mismo Gran Espíritu es el que
diseñó de esa manera la vida, y quién soy Yo
para andarle cambiando sus diseños. Cuando terminó
de hablar, la mujer que guardaba los alimentos encendió el
tabaco y puso con palabras cargadas de sentimiento un rezo de
inmensa gratitud para la Tierra, dadora de todos los alimentos
que íbamos a consumir. Luego se puso de pie y fue pasando
su tabaco, el "tabaco de las mujeres", por las manos de otras
mujeres al tiempo que les pedía que sumaran también
sus palabras de gratitud a la Tierra a las de ella. Al concluir
esta ronda de rezos, le devolvió el tabaco a Arturo quien
explicó que, antes de que nos fuera servido el alimento,
El iba a hacer un pequeño "pago" a la Tierra. Se
dirigió hacia donde se encontraban las bandejas, y fue
tomando un puñado de alimento de cada una de ellas.
Envolvió todo en una hoja de atzera como formando un
paquetito y me pidió que tomara una pala. Lo
acompañé hacia un costado del círculo de la
ceremonia donde se encontraba un árbol de acacia. Me
pidió que tomara un puñado de tabaco de su bolsa y
que pusiera un rezo pidiendo permiso a la Madre Tierra para abrir
su vientre. Después de que lo hice, me pidió cavar
un hueco lo suficientemente amplio como para contener el paquete
que llevaba en su mano. Cavé el agujero y entonces
él, antes de depositar en el interior de la tierra los
alimentos, se extendió en un intenso rezo de gratitud. Le
escuché dar gracias por la inagotable generosidad con que
la Tierra, no importa todo lo que le hagamos, nos sigue
alimentando; agradeció por poder seguir consiguiendo el
alimento con que sus hijos crecían sanos y fuertes; le
pidió en un tono de ruego emocionado y humilde que se
siguiera acordando de todos nosotros, que no nos abandonara ni un
solo día, que lo hiciera como una muestra de
generosidad para con estos hijos que todavía se acordaban
de darle las gracias por el alimento. Mientras pronunciaba su
rezo, fumaba el tabaco con el que habían rezado las
mujeres. Dijo estas cosas y muchas otras más que no
recuerdo. Depositó finalmente el bulto con los alimentos
en el agujero y me pidió que lo tapara. De vuelta en el
círculo, nos recomendó a todos el que de tiempo en
tiempo nos acordáramos de agradecerle a la Tierra, que
cuidáramos esta relación como una de las más
sagradas, que nos pusiéramos en armonía con el
espíritu de la Tierra y que de cuando en cuando
también sacrificáramos una parte de nuestro
alimento para "pagarle" a la Tierra por su generosidad.
Sólo hacía falta tener un poco de ganas, preparar
un tabaco como él nos lo había mostrado, recordar
que el humo del tabaco se lleva nuestras palabras hacia todos los
confines de la Tierra, y sembrar con un buen sentimiento en el
corazón un poco de "comidita" en el vientre de la Madre
Tierra. De este modo – decía – la Tierra nos iba a seguir
cuidando, alimentando, protegiendo y sanando, porque el alimento
era también una medicina, una medicina muy sagrada, y era
muy bueno aprender a tratarla con respeto. Entonces
comimos.

La limpia ritual de fuego

Entre las tradiciones chamánicas propias de la
región Andina de nuestro continente, una de las más
difundidas es sin lugar a dudas la ceremonia de limpia o
"limpieza" que se realiza a base de soplar aguardiente sobre el
cuerpo del paciente. De hecho, ni aún en los momentos
más duros de la conquista, los españoles lograron
erradicarla de nuestras tierras. No conozco con precisión
cuáles son sus orígenes, pero debe tratarse de una
forma de curación posterior a la llegada de los
colonizadores, porque el aguardiente y el vino (las bebidas
más utilizadas para el ritual) son de origen
hispánico. La mayor parte de chamanes "sopladores de
trago", son originarios de las regiones andinas del Ecuador, pero
he presenciado también hacerlo a algunos chamanes de la
amazonía.

Fue a mediados del año de 1998 que fui invitado a
conocer al taita Manuel Flores, un anciano yachag nativo de una
pequeña comunidad del norte de la serranía
ecuatoriana. El taita Manuel es un hombre misterioso. Quienes lo
conocen aseveran que es posiblemente el yachag vivo más
viejo de cuantos guardan todavía la tradición de la
limpia ritual de fuego. Vive rodeado de montañas, al pie
del volcán Cotacachi, en las cercanías de la bella
laguna del mismo nombre. Aquella noche del año 1998, la
ceremonia tuvo lugar en una pequeña habitación de
su casa, una antigua construcción de adobe con techo de
zinc donde trabaja desde hace años, según me
contaban los amigos con quienes llegué hasta el lugar. Una
pequeña bombilla daba algo de luz al lugar. El piso era de
tierra y tres bancos de
madera
constituían todo el mobiliario. Cuando ingresamos, el
yachag nos fue pidiendo todos los instrumentos necesarios para el
ritual. Previamente, habíamos comprado sendas botellas de
aguardiente y vino dulce de consagrar, así como manojos de
algunas plantas tradicionales de limpia: hortiga, congona,
tigradillo y ruda. Cada uno de nosotros traía
adicionalmente un ramo de claveles, una porción de
jengibre, un huevo, una vela blanca, y paquetitos de palo santo y
canela en polvo.

Sentado contra una de las paredes de la
habitación el taita nos pidió primero los claveles,
y empezó el armado de su "mesa" chamánica. Con los
claveles formó un corazón (el centro de su mesa) y
a su alrededor fue disponiendo más de una docena de
piedras negras redondas (cantos rodados). En el centro del
corazón, colocó una bola de cristal de mediano
tamaño y alrededor de esta algunas puntas de flecha de
madera de chonta. A la derecha de los claveles, nos pidió
que colocáramos las plantas. Luego nos pidió los
huevos y los colocó también sobre los claveles.
Después nos alcanzó un tazón de metal en el
que previamente había puesto algunas raíces de
jengibre, y nos ordenó empezar a machacarlos con una
piedra de moler. Cada uno de nosotros, a su turno, realizó
esta operación por algunos minutos. Cuando el jengibre
estuvo reducido a hilachas, vació sobre el tazón un
poco de aguardiente y procedió también a deshojar y
agregar a la mezcla hojitas de ruda, tigradillo y congona. La
preparación de la "medicina" concluyó cuando
agregó finalmente un poco de canela en polvo y nos la dio
a beber a todos. La mezcla de aguardiente con jengibre me
apeteció como fuego puro en la boca y sentí en todo
el cuerpo un sacudón y algunos ligeros temblores. Tras
ingerirla, me sentí más despierto.

Tras estos preparativos, nos pidió que
frotáramos la vela que había traído cada uno
sobre la piel de nuestro cuerpo. Nos desnudamos hasta quedar solo
en ropa interior y procedimos a hacerlo. Yo había
presenciado ya con anterioridad esta operación
chamánica del frotado de la vela, y sabía que hay
que tener mucho cuidado para no romperla. Cuando cualquiera de
nosotros concluía su frotamiento, debía colocar su
vela sobre una pequeña tabla dispuesta frente al
chamán, detrás de los claveles. En este punto de la
ceremonia, la atención de todos los participantes estaba
muy concentrada en las velas, que iban tomando de a poco las
formas más inverosímiles. Había velas que se
doblaban. La mía, empezó en cierto momento a
"chorrearse" y quedó como recubierta de algunas
lágrimas de cera por todos los costados. El yachag,
tomó en sus manos una botella de aguardiente y nos
brindó un trago. Este brindis se realizaría algunas
veces durante la ceremonia, pero no pude darme cuenta si
existía alguna pauta que seguía las rondas de
ingestión de la bebida. Después de que tomamos este
primer trago, el taita tomó la botella en sus manos y
mientras la movía en círculos empezó a
recitar oraciones en quichua. En un momento determinado, cesaron
las oraciones y apuntó a la primera vela de la tabla con
su mano izquierda. Preguntó el nombre de "esa vela". Era
la mía y yo le dije mis dos nombres y apellidos completos.
En tono imperativo y como si no me hubiera escuchado,
volvió a preguntar "¡como se llama esa vela!". Me
sorprendí pero volví a decirle mis nombres
completos. "¡Demasiada gente!", me respondió. Me
sentí verdaderamente incómodo, y traté de
disimular detrás de una sonrisa esa incomodidad. El taita
se rió con una risa pícara y volvió a
hacerme la misma pregunta. Le volví a decir mis nombres y
apellidos. Entonces, el pronunció en voz alta solo mi
primer nombre y mi primer apellido, tomó un trago y
sopló sobre mi vela. Sentí alivio cuando
pidió el nombre de la segunda vela. En algunos casos,
después de pedir los nombres de las velas el yachag
pronunciaba algunas oraciones en quichua. Pude distinguir en
estas oraciones los nombres de Jesucristo, la virgen de "Agua
Santa" y los nombres de algunos cerros de la zona. De rato en
rato, el taita se permitía también hacer un
pequeño comentario sobre lo que estaba viendo en la vela
de alguno de nosotros. Generalmente eran comentarios serios sobre
nuestros estado de salud o nuestro estado espiritual, pero los
hacía con mucha gracia y en un tono ligeramente burlesco,
que le quitaba gravedad a todo el asunto.

Cuando terminó de "llamar al espíritu" de
cada uno de nosotros, se levantó de su asiento llevando la
botella de aguardiente y salió de la habitación.
Uno de mis amigos, que conocía ya al yachag desde hace
algunos años nos dijo que ahora venía lo bueno: el
taita se iba a transformar en la Mama Isabelita Flores Cotacachi.
Desde el exterior de la habitación, nos llegó
entonces uno de los diálogos más
inverosímiles que yo había presenciado en toda mi
vida. Primero se escuchó una voz como de mujer vieja, que
saludaba a todos y decía Buenas noches. Se trataba de una
voz atiplada y chillona. Mi amigo me contó posteriormente
que cuando se escuchaba aquella voz, significaba que el
espíritu del Cotacachi, un monte hembra cercano,
había descendido sobre el yachag y estaba listo para
ayudarle a curar. Tras saludarnos, la voz de mujer saludó
también al taita Manuel y él le respondió
con su voz normal. Luego, como si se tratara de la función
de un ventrílocuo experto, nos fue dado escuchar un
diálogo muy fluido entre el taita y la Mama. Recuerdo que
era un diálogo muy familiar porque la Mama le preguntaba
cosas como su estado de salud o le averiguaba si ha estado
"curando" gente últimamente. Después, sin mediar
pausa, la voz de la mama preguntó desde afuera por el
nombre de la primera vela. Volvió a cogerme desprevenido,
pero esta vez me repuse más rápidamente de la
sorpresa. Tras decir mi nombre en voz alta, la voz lo
repitió desde afuera, recitó oraciones parecidas a
las que el taita había recitado antes y escuché el
soplido de un bocado de trago. La misma operación
continuó para con todos los presentes. Algo que me
llamó la atención fue una habilidad que
tenía la voz para cambiar los nombres que
pronunciábamos por otros de sonido muy parecido pero con
distintas connotaciones. Todo esto, la Mama lo hacía con
una deliberada intención de chiste, y nos causó
mucha gracia a todos, pero en medio de las risas, no dejé
de darme cuenta de que los "nombres inventados" surtían en
mi ánimo el efecto que surte el descubrimiento de un
importante "mensaje oculto". Terminada la faena, la Mama se
despidió de todos nosotros desde el exterior, se
despidió también del taita Manuel y éste le
agradeció por su presencia y le pidió que vuelva la
próxima vez que él vaya a curar gente.

El taita ingresó nuevamente a la
habitación y sin más trámite nos
pidió alistarnos porque ahora sí iba a curarnos uno
por uno. Nos fue entregando una de las piedras negras (cantos
rodados) que había situado previamente sobre el
corazón de claveles y nos dijo que nos frotáramos
todo el cuerpo con ellas. Luego me pidió que me pusiera de
pie y me dirigiera a un costado del cuarto. Me di cuenta de que
yo iba a ser el primero en "ser curado". Tomó el
tazón con la medicina de jengibre y depositó en mis
manos una porción de su contenido. Volvió a decirme
que me frotara todo el cuerpo con ella. Después de que lo
hice, se me acercó de frente con un manojo de las hierbas
de limpiar (aquellas que he descrito más arriba) y
comenzó a golpear y frotar todo mi cuerpo con ellas.
Primero la parte delantera, luego por detrás. Al hacerlo,
volví a escuchar que pronunciaba todo el tiempo oraciones
en su lengua. El contacto con la hortiga era una de las cosas que
más me preocupaba de todo el ritual. En mi memoria,
guardaba un recuerdo doloroso y sumamente picante de mi
niñez de una ocasión en que, por un descuido,
tropecé con unos matorrales y caí de bruces contra
una enorme mata de hortiga. Recordaba como si fuera ayer el
tremendo escozor que me produjo este "encuentro" no previsto y
los gritos de alarma de mi madre cuando me vio aparecer con las
piernas y el vientre completamente enronchados. Por todo esto
aquella noche esperaba no sin cierta resignación volver a
enroncharme y sufrir molestias parecidas. Nada de esto
ocurrió sin embargo. El taita me frotaba con la hortiga y
yo no sentía más que una ligera picazón en
el estómago y la espalda. Me dije para mis adentros que a
lo mejor el manojo no estaba muy fresco y la planta había
perdido algo de su "poder" por esta causa.

Pasado el susto de la hortiga, vino empero el susto
mayor. El yachag sostenía el manojo con su mano derecha y
con la izquierda recogió la botella de aguardiente. Se
tomó un trago y sopló sobre mi cuerpo entero,
primero por delante y luego por detrás. Un segundo trago y
sopló sobre las hierbas. Las acercó entonces a mi
vela y vi como las hierbas se encendieron. Tomó
inmediatamente otro trago y, poniendo el manojo encendido en
frente de su rostro, sopló sobre mi cuerpo. Cuando quise
darme cuenta, vi venir sobre mí algo que me gusta
describir como "el aliento furioso de un dragón". Y
entonces me encendí. Toda la parte delantera de mi cuerpo
que va desde el pecho hasta la cintura estaba prendida. Me
tomó un par de segundos asimilar lo que estaba ocurriendo,
y sentir la quemazón. El taita, al observarme, me dijo
conteniendo la risa: "Despertaraste hijito, despertaraste". En el
segundo siguiente me encontré intentando apagarme
desesperadamente con las manos; estaba asustado y a punto de
pedirle al taita que no lo volviera a hacer, pero ni bien me hube
apagado, una segunda ráfaga de fuego me prendía ya
las dos piernas y sólo tuve tiempo de contener mi
desesperación y continuar apagándome. Cuando lo
hice, el taita me pidió que me diera la vuelta y le
mostrara la espalda. En ese instante algo en mí vino en mi
auxilio y me dije que ya que había llegado hasta
allí, no me iba a perder el final. Me volteé y
sentí el fuego en mi espalda. Esta vez el taita y mi amigo
estaban listos y me apagaron en un segundo. Acto seguido, me
solicitó que vomitara todo lo "malo" que tuviera sobre las
hierbas, mientras él me las sostenía a la altura de
mi pecho. Hice un esfuerzo grande, arcada tras arcada, pero no lo
conseguí. Me pidió que escupiera algunas veces
sobre las hierbas y lo hice. Entonces agarró con su mano
una botella de vino y me dijo que ahora me iba a soplar para la
suerte y para el Amor. Le
agradecí y me sopló por el frente. Luego me
pidió que le enseñara las palmas de las manos
abiertas y sopló vino sobre ellas. En mi interior
seguía preocupado de que volviera a encender el fuego pero
ya no lo hizo más. Terminada la tarea con el vino
pidió que le pasaran un huevo de la mesa y, sin dejar de
pronunciar sus oraciones, me frotó con el huevo todo el
cuerpo, empezando por la cabeza y terminando por los pies. Al
final de esta operación, me dijo que escupiera tres veces
sobre el huevo y lo depositó en una funda de basura donde
previamente había arrojado las hierbas con las que me
había limpiado. Me entregó otras dos piedras de su
mesa y me dijo que me frotara bien con ellas. Es importante
anotar que, durante toda la noche, desde el inicio mismo de la
ceremonia, el yachag se mantenía fumando. Un cigarrillo
tras otro, todo el tiempo que duró el ritual no
dejó de fumar y a mí me sorprendió porque
hacia el final de la noche, hice cálculos con mi amigo y
había consumido unas cuatro cajetillas de
tabacos.

La "limpia" de mis amigos fue similar a la que he
descrito para mí. Para concluir el ritual, el taita
volvió a sentarse en el lugar desde el cual
presidía la ceremonia y nos fue llamando uno a uno. Nos
tomaba de la cabeza y hurgaba en ella con detenimiento. Mientras
lo hacía, pronunciaba algunas observaciones que yo deduje
estaban referidas a nuestro estado mental. Las palabras fueron
desde la franca alabanza para algunos, hasta burlonas expresiones
que simulaban compasión para otros. A algunos de nosotros
nos "fumó" en la cabeza. Cuando terminó, eran las
dos de la madrugada y me di cuenta de que habíamos
permanecido seis horas dentro de la habitación. Me
sentía muy cansado y tenía sueño. El yachag,
sin embargo, parecía estar casi tan fresco como cuando
iniciamos. Luego de pagarle por sus servicios, nos despedimos muy
amistosamente ofreciendo volver con otros amigos que "andaban
bien sucios". El taita nos contestaba – como lo había
hecho casi toda la noche – con monosílabos, lo que no hizo
sino aumentar en mí la sensación de que se trataba
de un ser misterioso, casi impenetrable. Pero la última
sorpresa nos aguardaba todavía. Horas antes, mientras
hacíamos el viaje desde Quito hacia la comunidad del taita
Manuel, Santiago, el amigo que me había servido de
contacto para llegar hasta donde el yachag, había
comentado en el auto que siempre que iba a visitar al taita se
aparecía por el camino algún animal especial.
Contaba de una ocasión en que había visto un lobito
al borde de la vía y de otra, esta sí casi
fantástica, en que encontró un puma recostado en
pleno centro de la carretera. Aquella oportunidad – me relataba –
la cosa ocurrió después de salir de donde el taita
Manuel con otro chamán amigo. El puma es una especie casi
en extinción en el Ecuador, y era de veraz
inverosímil el toparse, manos a boca, con uno en una zona
relativamente poblada como aquella. Esa vez – me decía –
empecé a creer que de verdad hay brujos que tienen el
poder de transformarse en animales porque no solo que el puma no
escapó ante la presencia del vehículo en que
viajábamos, sino que se nos quedó mirando un
instante y luego comenzó a caminar en frente del
automóvil; lo seguimos por un trecho de unos cien metros,
a velocidad casi
cero hasta que finalmente se volteó, nos echó una
última mirada y se perdió por uno de los bordes del
camino.

La cosa es que aquella tarde de mi primer viaje donde
Manuel Flores, yo iba conduciendo el auto y llevaba muy presente
la historia de los animales "fantásticos". Era ya de noche
y un par de kilómetros antes de llegar, de unos matorrales
hacia la derecha del vehículo salió volando un
pájaro grande. Santiago iba a mi lado y también lo
vio. Le comenté que, aunque nunca había visto un
búho en toda mi vida, aquel pájaro me había
parecido uno. En todo caso, no dejamos de celebrar la
espléndida visión. Horas más tarde, al salir
de la casa del yachag y tomar el camino de regreso, apenas
habíamos avanzado unos doscientos metros en el auto cuando
salió volando desde el costado izquierdo de la vía,
justo junto a mi ventana, un hermoso y grandísimo
búho. Esta vez no cabía la menor duda, era un
búho blanco con las alas moteadas y lo más
increíble fue que se echó a volar casi en frente de
mis narices. Me pegué literalmente al volante del carro
para observarlo mejor, y tuve que acelerar un poco porque en un
momento nos tomó una ligera delantera. Voló justo
en frente de nosotros por un espacio aproximado de cincuenta
metros. En un instante, justo antes de perderse por un costado,
vi como claramente y sin dejar de volar, volteaba a mirarnos y
nos mostraba sus hermosos ojos, hechos sin duda para taladrar los
misterios de la noche.

PARA TERMINAR…

"Los senderos del chamán, la persona que camina
con belleza y gracia en el mundo, están actualmente a
disposición de todos nosotros. Necesitamos desmitificarlos
y aprender a honrar y respetar nuestra Madre, la Tierra, y a
nuestro Padre, el Sol, y los cielos… y aprender de todo y todos
a nuestro alrededor."

GERMAN RODRÍGUEZ

ANEXOS

ANEXO 1

(Carta de Seathl, jefe indio de la tribu Dwanwish del
estado de Washington, dirigida al presidente norteamericano
Franklin W. Pierce, en respuesta a la proposición de
compra de tierras a la tribu.)

El Gran Jefe de Washington manda palabras.

El Gran Jefe manda también amistad y
bienaventuranza.

Esto es muy amable de su parte ya que nosotros sabemos
que El tiene muy poca necesidad de nuestra amistad.

Nosotros tenemos en cuenta su oferta, porque
sabemos que si no lo hacemos así, el hombre blanco
vendrá con sus pistolas y tomará la
tierra.

Lo que el jefe Seathl dice, es que el Gran Jefe de
Washington puede contar con las palabras del jefe Seathl como
nuestros hermanos blancos con el retorno de las estaciones. Mis
palabras son como las estrellas: ellas no se ocultan.

¿Cómo se puede comprar o vender el cielo,
o el calor de la Tierra?

Esta idea es extraña para nosotros.

Hasta ahora nosotros no somos dueños de la
frescura del aire ni del resplandor del agua.

¿Cómo nos lo pueden ustedes comprar?
Nosotros decidiremos en nuestro tiempo.

Cada porción de esta Tierra es sagrada para mi
gente, cada espina brillante, cada orilla arenosa, cada bruma en
el oscuro bosque y cada claro, cada zumbador insecto es sagrado
en la memoria y en la experiencia de mi gente.

Nosotros sabemos que el hombre blanco no entiende
nuestras costumbres. Para él, un pedazo de Tierra es igual
a otro, porque él es un extraño que viene y toma de
la Tierra lo que necesita. La Tierra no es su hermana sino su
enemiga. Cuando la ha conquistado, sigue adelante. Deja las
tumbas de sus padres atrás y no le importa; secuestra la
Tierra de sus hijos.

A él no le importan las tumbas de sus padres, y
son olvidados los derechos de sus
hijos.

Su apetito devorará la Tierra y sólo
dejará atrás un desierto.

La vista de sus ciudades vuelve a la vista del piel
roja.

Pero tal vez es porque el hombre piel roja es un salvaje
y no entiende.

No hay ningún lugar tranquilo en las ciudades de
los hombres blancos, ningún lugar para escuchar las hojas
de la primavera o el susurro de las alas de los insectos. El
ruido solo
parece insultar los oídos. Pero tal vez es porque yo soy
un salvaje y no entiendo.

Y, ¿qué queda de la vida si el hombre no
puede escuchar el hermoso grito del pájaro nocturno o los
argumentos de las ranas alrededor de un lago en la
noche?

El indio prefiere el suave sonido del viento lavado por
la lluvia del mediodía o la fragancia de los
árboles. El aire es valioso para el hombre piel roja,
porque todos los seres comparten la misma respiración: las
bestias, los árboles, el hombre.

El hombre blanco parece que no notara nada en el aire
que respira, como un hombre muerto por muchos días es
indiferente a la hediondez.

Si decido aceptar, pondré una condición:
el hombre blanco deberá tratar a las bestias de esta
tierra como hermanos.

Yo soy un salvaje y no entiendo obra, camino.

He visto miles de búfalos pudriéndose en
las praderas abandonados por el hombre blanco que pasaba con su
tren y mataba. Yo soy un salvaje y no entiendo como el caballo de
hierro que fuma puede ser más importante que los
búfalos que nosotros matamos para sobrevivir.
¿Qué es el hombre sin las bestias? Si todas
desaparecieran, el hombre moriría de una gran soledad en
el espíritu, porque cualquier cosa que le pase a las
bestias, también le pasará al hombre. Todas las
cosas están relacionadas. Todo lo que hiera a la Tierra,
herirá también a los hijos de la Tierra.

Nuestros hijos han visto a sus padres humillados en la
derrota.

Nuestros guerreros han sentido la vergüenza, y
después de ella, convierten sus días en tristezas y
contaminan sus cuerpos con comidas dulces y bebidas
fuertes.

De poca importancia será el lugar donde pasemos
nuestros días – no quedan muchos – unas pocas horas
más, unos pocos inviernos… y ninguno de los hijos de las
grandes tribus que una vez existieron sobre esta tierra, o que
anduvieron en pequeñas bandas en los bosques,
quedará para lamentarse ante las tumbas de una gente que
fue entera, poderosa y tan llena de esperanza como
ustedes.

Una cosa nosotros sabemos que el hombre blanco puede
descubrir algún día: nuestro Dios es el mismo Dios.
Usted puede pensar ahora que es el dueño de El, así
como usted desea hacerse dueño de esta tierra… pero
usted no puede. El es el Dios del Hombre y su compasión es
igual para el hombre blanco y para el piel roja. Esta tierra es
preciosa para El y hacerle daño a la tierra es amontonar
desprecio en torno a su Creador.

Los blancos también pasarán, tal vez
más rápido que otras tribus.

Continúe contaminando su cama y alguna noche
terminará asfixiado entre sus propios desechos.

Cuando los búfalos sean todos masacrados, los
caballos salvajes todos amansados y los rincones secretos de los
bosques inundados de otros olores; la vista de las
montañas inundada de esposas habladoras, ¿en
dónde estará el águila? Desaparecida. Y,
¿qué es decir adiós a los prados y a la
caza, al fin de la vida y al comienzo de la
subsistencia?

Nosotros tal vez entenderíamos si
supiéramos qué es lo que el hombre blanco
sueña. Qué esperanzas le transmite a sus
niños en las noches largas del invierno. Qué
visiones le queman la mente para que pueda desear el
mañana. Pero nosotros somos salvajes y los sueños
del hombre blanco están ocultos para nosotros.

Por aquellos sueños encendidos, nosotros iremos
por nuestro camino. Si aceptamos será para vivir como
deseamos los pocos días que nos quedan.

Cuando el último piel roja haya desaparecido de
la tierra y su memoria sea solamente la sombra de una nube
cruzando la pradera, estas costas y estas tierras
albergarán todavía el espíritu de mi gente,
porque ellos aman esta tierra como el niño recién
nacido ama el latido del corazón de su madre.

Si nosotros aceptamos entregarles nuestra tierra,
ámenla como nosotros la hemos amado, cuídenla como
nosotros la hemos cuidado, retengan en sus mentes el recuerdo de
la tierra tal como esté cuando ustedes la
tomen.

Y con todas sus fuerzas, con todo su poderío y
con todos sus corazones consérvenla para sus
hijos.

Y ámenla como Dios nos ama a todos

Una cosa sabemos nosotros: nuestro Dios es el mismo Dios
de ustedes. Esta tierra es preciosa para El y aún el
hombre blanco no puede quedar excluido de este destino
común.

ANEXO 2

La Ceremonia del Día de la
Tierra

Según Eagle Man, la nación Sioux toma del
Día de la Tierra muy en serio y realiza una ceremonia
poderosa en su honor. La ceremonia se lleva a cabo en el campo,
done se invoca a las cuatro direcciones, así como a los
poderes de la tierra y el cielo, para hacerle saber a estas
energías que la gente le está dando todo su apoyo a
la Madre Tierra. Reconocer a las direcciones es una parte
común de las ceremonias nativas, pero aquí
está relacionado con el tema ambiental. Eagle Man
explica:

"Hablamos de las lluvias dadoras de vida que vienen del
Oeste. Hablamos de las aguas limpias. Y preguntamos:
¿Cómo podemos ayudar nosotros a limpiar el agua?
Hablamos de gastar menos el agua. También hablamos de
luchar por no contaminar el agua.

"Entonces nos dirigimos al Norte y apreciamos la
limpieza y la pureza. Sabemos que tenemos una batalla
difícil, al igual que la mayoría de los activistas
ecológicos. Pero nosotros pedimos que el poder del Norte
nos fortifique y nos dé gran fuerza para resistir nuestras
aventuras en el ambientalismo.

"Pedimos el poder del Este y hablamos sobre la
sabiduría, sobre educar a los niños. Vemos eso
más hoy en día. Los niños tienden menos a
tirar basura por las ventanas de los automóviles. Hace
poco yo llevaba tres pasajeros en mi automóvil. Uno
tiró el agua de su vaso de papel, pero no se le
ocurriría tirar ese vaso de papel en el césped. Si
hubiera tirado el vaso, yo habría detenido el
automóvil, dado la vuelta, lo habría
regañado y le hubiera hecho recoger el vaso de papel. No
parece mucho, pero todos los esfuerzos se suman. Así que
hablamos sobre la sabiduría.

"Acudimos al poder del Sur y pedimos que les quite los
dotes a las personas que están desperdiciando. Lo
único que les importa a los ejecutivos de negocios es
ganar más y más dinero. A
ellos no les importa tomar sus dotes y aplicarlos a las
necesidades de la Madre Tierra. Nosotros pedimos que los dotes
sean distribuidos entre las personas que harán uso de
ellos para la Madre Tierra, y para los proyectos que
generarán una miríada de artículos
ambientales que puedan causar menos contaminación."

Finalmente, dirigirse a las direcciones lleva a la
comunión con el Creador. Pero los indios no se enfocan
directamente en el Gran Misterio que todo lo ve. Más bien,
hablan a Su Creación como se manifiesta en la Naturaleza,
representada por cada dirección.

TOMADO DE: Rituales lakota, página
web:
www.elexion.com/lakota/rites/cerem.html

ANEXO 3

Los Documentos

(Un análisis de la visión de los
Cronistas de Indias sobre las ceremonias religiosas nativas donde
se usaba plantas de poder)

Sahagún nos dice que la primera cosa que los
indios comían en sus convites eran unos honguillos negros
llamados nanacatl los cuales emborrachaban, hacían ver
visiones y aun provocaban a lujuria. Los comían con miel y
cuando se comenzaban a calentar unos bailaban, cantaban o
lloraban; unos no querían cantar sino sentarse en sus
aposentos y allí se estaban como pensativos. Veían
en visión que se morían, que los devoraba alguna
bestia fiera o que los cautivaban en la guerra. Otros
veían en visión que habían de ser ricos y
tener muchos esclavos; otros que habían de hurtar o
adulterar y les habían de hacer tortilla la cabeza por
este caso; otros veían en visión que habían
de matar a alguno y por el caso habían de ser muertos;
otros que vivirían y morirían en paz; otros que se
ahogaban en el agua, caían de lo alto y morían de
la caída o que se sumían en el agua, en
algún remolino. Todos los acontecimientos desastrados que
suelen haber – termina Sahagún – los veían en
visión. Desque había pasado la borrachera de los
honguillos hablaban los unos con los otros acerca de las visiones
que habían visto.

En el libro décimo de su Historia General de las
cosas de la Nueva España,
vuelve el fraile sobre el tema: "…tenían gran
conocimiento de yerbas y raíces y conocían sus
cualidades y virtudes; ellos mismos descubrieron y usaron primero
la raíz que llamaban peyotl: y los que la comían y
tomaban la tomaban en lugar de vino. Y lo mismo hacían de
los que llaman nanacatl; que son los hongos malos que emborrachan
también como el vino: se juntaban en un llano
después de haber comido, donde bailaban y cantaban de
noche, y de día a su placer: y esto el primer día,
y luego el día siguiente lloraban todos mucho y
decían: que se limpiaban y lavaban los ojos y caras con
sus lagrimas".

Y todavía en el libro XI , añade estos
valiosos pormenores sobre los hongos: "…los que los comen
…sienten vascas del corazón y ven visiones a las veces
espantables y a las veces de risa; a los que muchos de ellos
provocan a lujuria y aunque sean pocos. Y a los mozos locos o
traviesos dícenles que han comido nanacatl".

Por su parte, el médico de Felipe II , Francisco
Hernández, nos ha dejado en su Historia Plantarum Novae
Hispaniae esta nota interesantísima: "Otros (hongos)
cuando son comidos no causan la muerte pero causan una locura a
veces durable, cuyo síntoma es una especie de hilaridad
irresistible. Se les llama comúnmente Teyhuinti. Son de
color leonado, amargos al gusto y poseen una cierta frescura que
no es desagradable. Otros más, sin provocar risa, hacen
pasar ante los ojos visiones de todas clases como combates o
imágenes de demonios. Otros más, siendo temibles y
espantables, eran los más buscados por los mismos nobles
para sus fiestas y banquetes, alcanzaban un precio extremadamente
elevado y se les recogía con mucho cuidado: esta especie
el de color oscuro y de cierta acritud".

Las descripciones de Sahagún y de
Hernández, tan notables, ofrecen una perspectiva
luciferina, pero no asociada directamente al diablo. Es el
vehemente Motolinia el que las identifica con el mismo demonio,
viendo en el rito indígena de comer los hongos sagrados
una ceremonia semejante al rito de la comunión cristiana:
"Tenían – dice – otra manera de embriaguez que los
hacía más crueles: era con uno hongos o setas
pequeñas, que en estas tierra los hay como en Castilla;
más los de esta tierra son de tal calidad, que
comidos crudos y por ser amargos, beben tras ellos y comen con
ellos un poco de miel de abejas; y de allí a poco rato
veían mil visiones y en especial culebras; y como
salían fuera de todo sentido, parecíales que las
piernas y el cuerpo tenían llenos de gusanos que los
comían vivos, y así medio rabeando se salían
fuera de casa deseando que alguno los matase; y con esta bestial
embriaguez y trabajo que sentían, acontecía alguna
vez a ahorcarse y también eran contra los otros más
crueles. A estos hongos llámanles teunamacatlh, que quiere
decir carne de Dios o del Demonio que ellos adoraban y de la
dicha manera con aquel amargo manjar su cruel dios los
comulgaba".

Comunión. No con Dios sino con el Diablo, ese
Diablo terriblemente activo que impregna de su olor las
crónicas y que siempre asoma los cuernos y la cola
detrás de todos sucesos. ¡Cómo reconocemos la
prosa y el espíritu de nuestro siglo XVI en esos
sombríos fragmentos! Fuera de la visión de una
futura riqueza y una muerte apacible, los informantes de
Sahagún o de Motolinia no comunicaron ninguna hermosa
alucinación y si la comunicaron los frailes se guardaron
mucho de consignarla en sus escritos.

Tampoco podemos afirmar que se trate de una
versión deformada a propósito. Esta visión
es auténtica, pero limitada; ofrece sólo una mitad
de la verdad, el descenso a los infiernos, la desgracia, la
liberación de los instintos malignos, el remolino que
arrastra y ahoga, la locura y la risa, pero aún la risa es
una risa convulsiva y de naturaleza demoníaca. La otra
mitad de las visiones, la que se refiere al ascenso
místico o a la seducción de ciertas
imágenes, se callan o se ocultan porque en el siglo XVI
todo se observa con una finalidad moral y todo
posee un sentido didáctico, ejemplar. El mundo de los
indios es el mundo de la oscuridad y del demonio, como el mundo
de los conquistadores es el mundo de la luz y del Dios verdadero.
Este Dios está vivo, como está vivo el Diablo, los
dos se combaten sin cesar empeñados en aniquilarse y los
cronistas religiosos, como los seglares – recordemos a Juan
Suárez de Peralta y a Baltasar Dorantes de Carranza –
tienen el deber de ayudar a su Dios en esta lucha que no da
cuartel ni lo pide.

Por ello el antropólogo y el fraile van siempre
de la mano. Se describen los hongos y sus efectos con rigor, sin
ahorrar detalles, pero ninguno es capaz de sustraerse a la
consideración primordial de que esos hongos no solo
pertenecían a los ritos de los vencidos, sino que en
cierta forma, eran la carne y la sangre del demonio y con ellas
comulgaban – una manera de meterse al diablo en el cuerpo – como
los cristianos comulgan con la carne y la sangre de Cristo
representados en la sagrada forma.

Así pues los españoles rescatan las
antiguas culturas y al mismo tiempo las proscriben sin
misericordia y condenan en masa a la destrucción
ídolos, templos, códices, drogas
mágicas, porque todo estaba asociado al demonio y todo
pertenecía a ese mundo de tinieblas que era necesario
aniquilar para crear sobre sus ruinas el mundo de la luz, de la
pureza y de la verdad propio de los conquistadores.

Sin embargo, la Colonia demuestra que es mucho
más fácil hacerse de los cuerpos de los vencidos
que de sus almas. Los indios fueron reducidos sin grandes
dificultades a la esclavitud, pero
los ídolos siguieron alentando ocultos a veces en los
altares cristianos y los hongos y el peyote continuaron siendo
devorados por millares de hechiceros y brujos en el sigilo de sus
montañas apartadas no obstante los esfuerzos del clero y
del auxilio que le prestaba el Santo Oficio.

TOMADO DE: Benítez, Fernando, Los hongos
alucinantes, Ediciones Era, México,
1972

ANEXO 4

Calentamiento global y responsabilidad de
EE.UU

María Cristina Rosas

Página Uno, suplemento de
Unomásuno , México, mayo del
2001.

En enero pasado, un grupo de científicos
confirmó lo que todos los defensores del medio ambiente
saben: que la temperatura de
la atmósfera terrestre podría elevarse en seis
grados centígrados hacia el año 2100, incremento
sin precedentes en los pasados 10 mil años. Si bien todos
sospechaban que la temperatura del planeta aumentaría, los
datos recién revelados ubican el calentamiento global para
este siglo en dos grados por encima de las predicciones
originales. Así las cosas, el nivel del mar
aumentaría 88 centímetros para el 2100, con lo que
millones de personas en países en desarrollo como China,
Bangladesh y Egipto
quedarían sin hogar.

El informe confirma
que la década de los 90 fue la más calurosa de los
últimos mil años, dado que las temperaturas se
elevaron 0.6 grados centígrados, en promedio, en el pasado
siglo, aumentando las inundaciones y las sequías.
Asimismo, el estudio señala que los niveles de
dióxido de carbono se
elevaron en 31 por ciento desde la revolución
industrial, atribuible, sobre todo, al empleo de
combustibles fósiles.

A continuación, el peor de los escenarios, de
mantenerse las prácticas productivas e industriales
imperantes sin cambio: las zonas costeras se inundarán y
habrá grandes cambios demográficos.
Desaparecerán gran parte de los glaciares del mundo, con
resultados catastróficos sobre la agricultura.
Baste mencionar que en diversos países africanos la
estación de cultivo de granos se acortaría como
consecuencia del cambio climático, debido al exceso de
calor y a la ausencia de humedad, en tanto en la Europa
mediterránea la zona estaría excesivamente seca
como para cultivar cereales. Asimismo, gran parte de los bosques
del planeta perecerían ante los cambios en el
abastecimiento de agua y el calor creciente.

Pese a la seriedad del estudio de referencia, dado a
conocer justo en el mismo momento en que George W. Bush era
investido como el cuadragésimo tercer presidente de
Estados Unidos, el flamante mandatario lo minimizó y
sólo alcanzó a decir que no estaba convencido de
que el cambio climático estuviera ocurriendo en
realidad.

Ese comentario probó ser cabalístico, dado
que a finales de marzo, la
administración Bush decidió no ratificar el
Protocolo de
Kioto sobre calentamiento global, pese a las fuertes
críticas que esa decisión arrancó a gran
parte de la comunidad internacional. Bush argumentó que la
decisión era tomada debido a que las actuales tendencias
económicas y energéticas no son compatibles con las
soluciones de
largo plazo que fueron planteadas en Kioto. En otras palabras: la
inmediatez se impone y como de costumbre, el costo ambiental
no es ponderado en los cálculos sobre el modelo
económico imperante. Asimismo, el presidente Bush
señaló que lo primero son los intereses de los
estadounidenses. Sin embargo, grupos estadounidenses defensores
del medio ambiente se preguntan si sus preocupaciones son
genuinamente ponderadas por la actual administración republicana.

Evidentemente, el protocolo de Kioto es ambicioso.
Plantea cortar la emisión de gases responsables del
llamado efecto invernadero entre 5 y 7 por ciento por debajo de
los niveles imperantes en 1990 para el año 2012, pese a
que las emisiones siguen incrementándose año tras
año en las naciones industrializadas, especialmente en
Japón y
Estados Unidos. De hecho, la pasada ronda de negociaciones para
la implantación del protocolo fracasó debido a las
diferencias de opinión entre Washington y la Unión
Europea, específicamente en torno al crédito
que merecen unos y otros en la reducción de emisiones
contaminantes a través del manejo de la agricultura y la
silvicultura. Para minimizar el colapso de las negociaciones, los
delegados estadounidenses señalaron que si hubiese habido
más tiempo, podría haberse llegado a un
arreglo.

La verdad de las cosas es que Bush y el senado
norteamericano desean un acuerdo internacional que comprometa por
igual tanto a las naciones industrializadas como a los
países en desarrollo respecto a las metas estipuladas en
torno a las emisiones de gases contaminantes. Como es
comprensible, los países en desarrollo temen que un
arreglo de este tipo los condene a mantener bajos niveles de
industrialización y a ensanchar la brecha norte –
sur.

Lo irónico del caso es que el Protocolo de Kioto
concretó años de negociaciones internacionales de
buena fe en torno a la instrumentación de la Convención
Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático de 1992,
firmada por el entonces presidente George Bush padre y ratificada
por el Senado estadounidense. Dicho tratado compromete a
Washington a realizar un trabajo conjunto con el resto del mundo
a fin de disminuir las emisiones de gases que generan el efecto
invernadero e invita a las naciones industrializadas a encabezar
los esfuerzos en esa dirección.

Estados Unidos es el mayor emisor de gases generadores
del efecto invernadero, situación que entraña una
gran responsabilidad y que naturalmente demanda
acciones concretas. Si bien de enero a marzo del 2001 Bush
modificó un poco su discurso de incredulidad por uno en el
que reconoce la seriedad del problema, dejando en claro que
trabajaría con otras naciones en su solución, lo
cierto es que el no a Kioto tiene un efecto perverso sobre las
corporaciones, muchas de las cuales, desde la óptica
posibilista, intentan maximizar beneficios y, presuntamente,
minimizar costos,
aún cuando ello incremente el daño ambiental.
Asimismo, la postura estadounidense da un mal ejemplo a otras
naciones industrializadas que podrían seguir sus
pasos.

Más preocupante es saber que la
administración Bush carece de un plan alternativo
para enfrentar el problema del calentamiento global, sin el cual,
los esfuerzos hasta ahora realizados para su solución se
encuentran en un punto muerto.

Y es que mientras la comunidad científica de todo
el mundo ha llegado a un importante consenso en torno a los
efectos del calentamiento global, los políticos y los
intereses corporativos hablan otro lenguaje. De hecho, en el
informe de los especialistas dado a conocer en enero del 2001, se
menciona que el empleo de combustibles fósiles será
la fuerza dominante sobre el medio ambiente en los años
por venir. Se insiste también en que en los pasados 420
mil años no se había llegado a producir la cantidad
de dióxido de carbono que se genera hoy en día,
dado que su crecimiento se produce a razón de 4 por ciento
cada año.

Con estas tendencias, no pasará mucho tiempo
antes de que George W. Bush tenga sed y se enfrente a la escasez
del líquido vital. Pero para entonces tal vez habrá
cambiado de parecer para afirmar de nueva cuenta que no
está convencido de que el cambio climático
efectivamente está ocurriendo y destapará una Coca
– cola para alimentar los intereses corporativos.

FUENTES DE
INFORMACION

1. Bartet, Leyla: Globalización y Medios Masivos de
Comunicación, ponencia en Encuentro Latinoamericano y
Caribeño sobre el Diálogo entre
Civilizaciones.

2. Basile, Hugo: La experiencia
chamánica,pág. web:
home.abaconet.com.ar/abraxas/extras.html

3. Batson, Ingrid: Pensamiento lógico y
analógico, Cuatro Vientos Editorial, Argentina,
1989.

4. Beebe Hill, Ruth: Hanta Yo, Grijalbo, Barcelona,
1980.

5. Benítez, Fernando: Los hongos alucinantes,
Ediciones Era, México, 1972.

6. Burger, Julián: Aborígenes, Celeste
Ediciones, España, 1992.

7.Borrás, Juan: Las religiones amerindias
precolombinas, pág. web:
www.guia-activ.com/artic/19980401jb.html

8. Castaneda, Carlos: Una realidad aparte, Ed. Fondo de
Cultura Económica, México, 2000.

9.Castaneda, Carlos: Relatos de Poder, Ed. Fondo de
Cultura Económica, México, 1976.

10.Castaneda, Carlos: El Arte de
Ensoñar, Emecé Editores, Barcelona,
1993.

12. Castaneda, Carlos: La rueda del tiempo, Plaza y
Janés, Barcelona, 1999.

13. Colón, Cristóbal y otros: Cronistas de
Indias: Antología, Ancora Editores, Bogotá,
1995.

14. De Mendieta, Gerónimo Fray: Historia
eclesiástica indiana, Libro I – Capítulo VII,
pág. web:
www.geocities.com/Athens/Atrium/9449/mendieta.htm

15. Díaz Tepancali, Aurelio: Declaración
ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU,
1992.

16. Díaz Tepancali, Aurelio: Palabras en el
foro sobre espiritualidad
indígena, Morelia – México, 1996.

17. Diccionario
Etimológico, Fernández Editores, México,
1989.

18. Eastman, Charles (Ohiyesa): La espiritualidad de los
sioux, pág. web:
www.elexion.com/lakota/wisdom/texto19.htm

19.Fericgla, Joseph y otros: Los enteógenos y la
ciencia, Abya Yala, Quito, 2000.

20. Fericgla, Joseph: El peyote y la ayahuasca en las
nuevas religiones mistéricas americanas, pág. web:
www.google.com/search?q=cache:sl1lbfjljhkc:home.abaconet.com.ar/abraxas/fericgla2.htm

21. González, Federico: El redescubrimiento de
América, artículo en pág. web:
www.geocities.com/Athens/Atrium/9449/

22. González, Federico: Apuntes para un
diccionario de símbolos precolombinos, artículo en
pág. web:
www.geocities.com/Athens/Atrium/9449/

23. Guenón, René: El Gran Espíritu
entre los indios de Norteamérica, Gallimard, París,
1976.

24. León Portilla, Miguel: El tiempo y los
rituales, artículo en pág. web:
www.academia.org.mx/Academicos/
AcaCurriculos/Leon/Leon9.htm

25. MacRae, Edward: Guiado por la Luna: shamanismo y uso
ritual de la ayahuasca en el culto del Santo Daime, Abya Yala,
Quito, 1998.

26. Matos Moctezuma, Eduardo: Los Dioses de la Muerte,
artículo en pag.web:
www.promocultur.com.mx/AZTECAS/azteca.htm/ página web de
la oficina de
promoción cultural de México:
www.unam.mx/dioses/text5.html

27. Martínez – Cava, Carlos: Lo sagrado en la
cultura europea, artículo en pág. web:
es.geocities.com/msrvalencia/x_dior_099.htm

28. Neihardt, John (Arco Iris Llameante): Alce Negro
habla, Ed. Hesperus, Barcelona, 1984.

29. Niekisch, Ernst: La Técnica, devoradora de
hombres, ponencia en Encuentro Latinoamericano y Caribeño
sobre el Diálogo entre Civilizaciones.

30. Owen, George y otros: La memoria del hombre rojo,
Ed. Zeus, México, 1999

31. Panikkar, Raimundo: Hacer la paz con la Tierra,
pág. web: usuarios.lycos.es/geosofia/paz.htm

32. Pawels y Bergier: La rebelión de los brujos,
Plaza y Janés Editores, España, 1990.

33. Rodríguez, Germán y Tatzo, Alberto: La
faz oculta de la medicina andina, Abya Yala, Quito,
2001.

34. Rodríguez, Germán: La sabiduría
del cóndor, Abya Yala, Quito, 1999.

35. Sartori, Agnese: Simbólica de la
Tradición Precolombina, artículo en Revista
Electrónica Internacional SÍMBOLOS,
pag.web: www.geocities.com/Athens/Atrium/9449

36. Subirats, Eduardo: Crisis civilizatoria y
diálogo entre culturas, ponencia en Encuentro
Latinoamericano y Caribeño sobre el Diálogo entre
Civilizaciones.

37. Varios autores: Las religiones amerindias, Abya
Yala, Quito, 1989.

38. Vidal, Benito: Historias mágicas de los
indios norteamericanos, Ediciones Abraxas, Barcelona,
1998.

39. Wesselman, Hank: Encuentros con el Espíritu,
Plaza y Janés, Barcelona, 1998.

40. Wesselman, Hank: El mensaje del Chamán, Plaza
y Janés, Barcelona, 1999.

AGRADECIMIENTOS

Quiero agradecer a Sebastián Granda por sus
valiosos comentarios y sugerencias. Sin ellos, este libro no
tendría el orden final que ha llegado a tener.

A Jorge Oviedo Rueda, con quien en largas y
enriquecedoras noches de conversación fui aclarando
algunos de los conceptos centrales de mi visión sobre las
tradiciones nativas americanas y los límites
históricos del racionalismo.

También un agradecimiento especial para
Sebastián Mazón, mi hijo, quien colaboró
tipografiando algunos de los anexos del libro en semanas en que
yo corría contra el tiempo.

Este libro está dedicado
a:

Francisco , mi primer maestro de artes
marciales y de la vida consciente Tepetl Tiaui y Popocateptl,
guerreros y taitas, pero sobre todo hombres de corazón que
son vivos ejemplos de la vitalidad de las tradiciones ancestrales
americanas. Y a mi padre, el hombre más generoso que he
conocido.

 

Jorge Duque

Partes: 1, 2
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