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Evolución humana: ¿Seremos todos calvos?¿No tendremos dedo meñique?




Enviado por Dennis Quezada



  1. Un
    ejemplo real
  2. Anexo: Algunas de
    las pruebas en favor de la evolución de la
    especies
  3. Referencias

Mucho se habla de que, en el futuro, la raza humana
evolucionará para ser completamente calva, que no
tendremos el dedo meñique y que nuestros cerebros
serán más grandes porque los usamos cada vez
más. ¿Cuánto hay de cierto en estas
afirmaciones? Para poder determinar su grado de veracidad o
probabilidad, primero es preciso revisar la forma en que opera la
evolución. Hay muchos conceptos falsos y equivocados
sobre esta materia, los que, desafortunadamente, se encuentran
ampliamente extendidos. Primeramente, veamos algunos
ejemplos ilustrativos, luego contestaremos estas
preguntas.

 Considera un ciervo que vive en el
bosque. Al haber sequía, se ve obligado a comer hojas de
los árboles, de modo que tiene que estirar el cuello.
Cuando tiene hijos, puesto que la sequía continúa,
éstos deben seguir estirando el cuello. Como consecuencia,
generación tras generación, ¿el cuello de
los ciervos va aumentando? FALSO. No funciona así. Esta
idea, de que los esfuerzos que haga un individuo durante su vida,
o bien los cambios fisionómicos que pueda padecer, se
heredarán a su descendencia es completamente equivocada.
El naturalista francés Jean-Baptiste Lamarck (1744-1829),
quien formuló esta teoría, efectuó cientos
de experimentos con el fin de demostrarla. Tras muchas
generaciones de ratas de laboratorio, a las que extirpaba un
ojo y las dejaba reproducirse, jamás logró crear la
raza de cíclope roedor que predecía su
teoría. 

 La evolución, por el contrario, funciona
realmente así: un ciervo vive en el bosque y tiene
descendencia. Estos hijos no son todos iguales, no son clones y
ésta es la clave. Unos hijos son levemente más
rápidos, otros levemente más lentos; unos tienen
pelaje levemente más grueso, otros más delgado;
unos tienen el cuello levemente más largo, otros,
más corto. Dabido a la recombinación
genética (cromosomática) que ocurre en la
cadena de ADN dentro de cada óvulo fecundado, y las
posible mutaciones en los genes que espontáneamente
ocurren entre una generación y la siguiente,
no todos los hijos nacen idénticos entre
sí sino que todos tienen combinaciones de genes
levemente diferentes a las de sus padres. Ahora, supongamos que
surge en el medioambiente una amenaza para su supervivencia, por
ejemplo, la llegada de depredadores. En estas circunstancias,
serán los ciervos que nacieron levemente más
lentos los que caerán, con mayor frecuencia, presa de los
depredadores y morirán, dejando así, una menor
descendencia en comparación con los que eran levemente
más rápidos. A su vez, en la siguiente
generación, de entre los hijos de los ciervos
rápidos, los más veloces entre los veloces
serán los que, en promedio, tendrán mayor
descendencia, y así sucesivamente. Al cabo de muchas
generaciones, los ciervos más lentos terminarán por
desaparecer de la especie y sólo los ciervos descendientes
de los más veloces entre los
veloces prevalecerán, heredando y potenciando, en
forma creciente tras cada generación, esta
característica mediante sus genes (ADN), la que
será observada mayoritariamente en esa futura
población de ciervos supervivientes.

 Supongamos ahora que no hubiera sido la llegada de
depredadores, sino otra la amenaza que hubieran tenido que
enfrentar los ciervos. Por ejemplo, la llegada de un cambio
climático hacia una era glacial. En este escenario en
donde todo estuviese cubierto de nieve, habrían sido los
hijos con pelaje levemente más grueso (mejor
para hacer frente al frío) los que hubieran
prevalecido, mientras que los con pelaje más delgado
habrían terminado por desaparecer. En nada
ayudaría o dificultaría a la supervivencia el ser
rápido, ya que, en este escenario hipotético, esa
característica es irrelevante, puesto que hemos asumido
que no hay depredadores. Lo que cuenta ahora es no morir de
frío. En consecuencia, los con pelaje
más delgado habrían sido los que hubieran
terminado por desaparecer mientras que los con pelaje
más grueso habrían sido los que
prevalecerían. Tras muchas generaciones, el
pelaje grueso habría sido el rasgo observado
mayoritariamente en esa futura población superviviente,
bajo este nuevo escenario.

 Si la circunstancia amenazante hubiera sido, en
lugar de una era del hielo o depredadores, una prolongada
sequía que acabase con la posibilidad de pastar,
habrían sido los hijos con cuello levemente más
largo (que permite alcanzar el follaje de las copas de los
árboles) los que hubieran prevalecido. Ser rápido o
tener pelo grueso es, en este escenario, no tan relevante
para sobrevivir como tener un cuello algo más largo y
no morir así de hambre. De esta manera, los con cuello
más corto habrían terminado por desaparecer, en
favor de los con el cuello más largo entre los largos.
Tras muchas generaciones, el rasgo "cuello largo" habría
sido el observado mayoritariamente en esa futura población
superviviente, bajo este otro escenario.

 En resumen, por mucho que un ciervo se esfuerce y
estire el cuello, el ADN que va a pasar a sus hijos no
variará en lo absoluto. Lo que determina que el cuello
cambie en una especie, a lo largo de las generaciones, no es el
ejercicio, ni el esfuerzo que haga cada generación,
sino el hecho de que los ciervos con "ADN de cuello levemente
más largo que el resto", que es determinado al nacer (no
se gana haciendo ejercicio) tendrán, en un escenario de
sequía prolongada, más probabilidades de
sobrevivir, tener descendencia y traspasar así esta
característica genética. De este modo, y tras
muchos ciclos de selección en favor del "ADN con cuello
más largo que el resto", los ciervos de cuello
corto tenderán finalmente a desaparecer y
extinguirse, mientras que los descendientes de los ciervos
con "ADN de cuello más largo entre los largos"
prevalecerán, aumentando así, tras cada
generación, el cuello observado de la
especie.

 Cuando las condiciones medioambientales son
adversas para una especie, se establece entre ellos una lucha por
la supervivencia, en la cual sólo sobreviven los
individuos cuyas características genéticas
heredadas favorecen, casualmente, una mejor adaptación al
cambio que las del resto. De esta manera, se produce
selección natural en favor de los individuos, casualmente,
más aptos para hacer frente a la circunstancia
medioambiental puntual que pone en peligro la especie.
Generación tras generación, únicamente los
que sobrevivan son los que podrán reproducirse y
transmitir así sus características genéticas
a la siguiente generación haciendo prevalecer y
potenciando, creciente y subsecuentemente, aquéllos rasgos
que favorecieron la supervivencia. Esta es la idea
fundamental expuesta por el naturalista inglés Charles
Darwin (1809-1882) en su obra titulada "El origen de las
especies", donde, tras una larga travesía por el mundo
observando la naturaleza, presentó sus conclusiones sobre
la transformación de las especies. Darwin aportó
numerosos ejemplos biológicos que apoyaban su
teoría, los cuales se enumerarán como anexo al
final de este documento. 

Un
ejemplo real

 El antecesor del actual guepardo fue
el Acinonyx pardinensis, un animal de gran tamaño,
más robusto pero menos veloz que el actual, disperso por
África, sur de Europa y Oriente Medio. Con la llegada de
la era del hielo, gran parte del hemisferio norte se
congeló, mientras que en las regiones tropicales, la falta
de agua (retenida en los glaciares polares) provocó un
clima más seco. Como consecuencia, la mayor parte de los
guepardos se extinguieron y sólo sobrevivieron los de
la descendencia sucesiva con "ADN de
contextura más delgada" (para consumir menos
recursos) y con "ADN para correr más
rápido" (para cazar animales pequeños y
rápidos, más abundantes en condiciones de
escasez). De esta forma, y tras muchas generación de
selección natural en favor de estos
rasgos, catalizada además por una
reducción drástica de la población, la
especie perdió rápidamente muchos de
sus rasgos normales y se potenciaron otros como
la delgadez extrema, el tamaño pequeño
y una asombrosa velocidad. Antes de la era del
Hielo, estos ADN de guepardos no dejaban mucha
descendencia, pero ahora, con el cambio climático y
frente a una población diezmada, fueron,
precisamente, los rasgos más adecuados para
sobrevivir.

 Conociendo lo anterior, es fácil entonces
responder a las siguientes preguntas:

  ¿Afecta tus posibilidades de
supervivencia o de tener descendencia el hecho de que tengas
más o menos pelo? No. Hace cientos de miles de años
podría haber afectado a tus posibilidades de
supervivencia, ya sea porque sin pelo en la cabeza hubieras
sufrido insolaciones o porque con demasiado pelo te hubieras
sofocado en la sabana. Hoy en día, ni una cosa ni la otra
pasan. Nadie se muere ni tiene menos posibilidades de tener hijos
por tener mucho o poco pelo. Papiros egipcios con más de
cuatro mil años, ya mencionaban la anatomía del
cuero cabelludo y fórmulas para combatir la
alopecia.

 ¿Afecta tus posibilidades de supervivencia
o de tener descendencia el hecho de que tengas un dedo
meñique? En lo absoluto. Nadie se muere o tiene menos
descendencia por tener dedo meñique. Para que la raza
humana pierda paulatinamente el dedo meñique haría
falta que tener dedo meñique supusiera una menor
posibilidad de tener descendencia o, equivalentemente, que
aquellos que presentarán dedos meñiques cada vez
más pequeños tuvieran mayor posibilidad de
descendencia. Esto no ocurre ni se ven razones para ello en el
futuro.

 Como vimos, por mucho que ejercites tu cerebro no
crecerá el tamaño del cráneo. No funciona
así. Si el día de mañana las personas con
tamaño de cerebro grande tengan más posibilidades
de descendencia que las con tamaño del cráneo
menor, entonces sí podría verse un aumento en el
tamaño del cerebro. Pero, por mucho que pienses, tu ADN no
va a cambiar, y el que vas a pasar a tus hijos, si tienes, va a
ser el mismo con el que naciste. Que tú entrenes tu mente
no sirve de nada a tus hijos, al menos en términos
genéticos. El cerebro de tu descendencia no
aumentará de tamaño por esta
razón.

 Ahora uno podría preguntarse
¿qué característica haría que las
posibilidades de supervivencia o de tener descendencia de una
persona se reduzcan o aumenten? Algunos podrían pensar que
la situación económica, el coeficiente intelectual
o la apariencia y contextura física podrían ser
algunos candidatos, sin embargo, hoy vemos tanto personas ricas
como pobres, brillantes como básicos, esbeltos
y descuidados, todos tienen hijos en proporciones similares.
¿Significa esto que hemos llegado al estadio final de la
evolución humana? Si se consideran las circunstancias o
amenazas externas del medioambiente, puede que la respuesta sea
sí.

 Sin embargo, tal vez, en el futuro, exista la
forma de modificar el ADN de manera relativamente sencilla con lo
que la raza humana podría evolucionar, ya no según
lo que las circunstancias medioambientales
amenazantes determinen, sino que en la forma en
que nosotros queramos. En el futuro, quizás, los
padres prefieran escoger una genética deliberada y sin
sorpresas para sus hijos, erradicando así
la posibilidad de enfermedades genéticas o
degenerativas, en lugar de la actual lotería que supone
el proceso reproductivo natural; o tal vez no. Nadie
puede saberlo a ciencia cierta. Sin embargo, una cosa es segura,
cualquiera sea el curso de los cambios evolutivos futuros de la
raza humana, y gracias a nuestra capacidad de modificar y
dominar nuestro medioambiente, capacidad que no tiene
el resto de las especies, esos cambios no serán dictados
por la naturaleza, sino que, necesariamente, por nuestros
propios deseos y/o valores culturales.

  /dqv 

Anexo: Algunas de
las
pruebas en favor de la evolución de la
especies

 Las pruebas taxonómicas: Todas las especies
semejantes se agrupan dentro del mismo género, todos los
géneros semejantes se agrupan en una misma familia, etc.
Estas semejanzas se deben a que comparten un antecesor
común. Si no fuera así, lo que cabría
esperar es que las especies fueran tan distintas entre sí
que sería imposible agruparlas por su semejanza.
Igualmente, la existencia de formas intermedias, como el
ornitorrinco, que posee características de reptil (es
ovíparo y tiene un pico córneo como las tortugas) y
de mamífero (tiene pelo y las crías son alimentadas
con leche) queda mejor explicada mediante un proceso de
evolución desde los reptiles a los mamíferos que
por una creación independiente.

 Pruebas biogeográficas: Se observa que
cuanto más alejadas o aisladas están dos zonas,
más diferencias presentan su flora y su fauna. Si las
especies surgieran por creación independiente, esta
característica no tendría porqué darse.
Ejemplo de ello, lo constituyen las distintas
características morfológicas de los pinzones y
tortugas de las islas galápagos que Darwin
estudió.

 Pruebas paleontológicas: El estudio de los
fósiles revela que, a medida que transcurre la historia de
la Tierra, existe un incremento en la complejidad estructural de
los organismos y en la diversidad de las especies. Si todas las
especies hubieran aparecido por creación, debido a las
extinciones, habría cada vez menos especies y si hubiera
habido varias creaciones sucesivas, no tendrían por
qué tener una estructura interna más compleja que
las especies anteriores, como normalmente se observa.

 Pruebas anatómicas: Hay órganos en
distintas especies que, aunque tengan una estructura interna
distinta y un origen embriológico diferente, cumplen una
misma función. Ejemplo de estos son las alas de un insecto
y las de un ave, o las aletas de los peces y las de los delfines
(que son mamíferos). Esta similitud se debe a la
adaptación a una misma función (volar y nadar,
respectivamente). Compartir un mismo ambiente, como el aire o el
mar en estos casos, ha provocado, mediante selección
natural, una gran similitud en especies de origen evolutivo muy
distinto. De igual forma, los órganos residuales (como las
alas de un avestruz) que realizaban una función
útil en los organismos predecesores se han reducido e
inutilizado en organismos actuales. También están
las pruebas bioquímicas, embriológicas, ADN
comparado, etc. Todas ellas respaldan las ideas de Darwin al
igual que la selección sistemática que
años se ha en perros, gatos, caballos, ovejas, cerdos
y otros que han dado como resultado razas que poseen
determinados rasgos convenientes para la humanidad. Como dato, no
existen registros fósiles de perros anterior a 70.000
años lo cual confirma su aparición como
raza a partir de lobos hecha por nuestros
antepasados mediante selección artificial
(domesticación).

Monografias.com

Referencias

http://www.eltamiz.com

http://amesweb.tripod.com/ccmc02.pdf

http://www.youtube.com/watch?v=TKgUeuO8xJc

https://www.facebook.com/notes/dennis-andr%C3%A9s-quezada/evoluci%C3%B3n-humana-seremos-todos-calvosno-tendremos-dedo-me%C3%B1iqueseremos-m%C3%A1s-inteli/4326802840950#!/notes/dennis-andr%C3%A9s-quezada/evoluci%C3%B3n-humana-seremos-todos-calvosno-tendremos-dedo-me%C3%B1iqueseremos-m%C3%A1s-inteli/4326802840950

 

 

Autor:

Dennis Andrés
Quezada

 

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