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Desarrollo del periodismo y la imprenta (1902-1925)




Enviado por Ramón Guerra Díaz



  1. Resumen
  2. Desarrollo

Resumen

Período de mejoras tecnológicas para la
impresión de periódicos, revistas y libros,
predominio de un periodismo de empresa que cuenta con
magníficos periodistas, muchos de ellos escritores,
empeñados en poner al día a la naciente
República. Su trabajo sirvió de mucho en la
divulgación de las ideas, de las ciencias y la cultura
creando la simiente de la sociedad cubana y su nacionalismo
arraigado.

Desarrollo

Durante el período republicano continúa
una tradición periodística en la isla que la
distingue entre las mejores y más activas en
América Latina, tanto por sus periodistas, como por la
calidad de su equipamiento técnico.

En La Habana continúan saliendo, "Diario de la
Marina", "La Discusión", "La Lucha", "El Comercio" y "El
Mundo", todos fundados ante de la instauración de la
República. A partir de 1902 aparecen nuevos
periódicos, algunos de corta duración, como fue el
caso de, "La República" (1903) dirigido por Juan Gualberto
Gómez; "El Triunfo" (1907), con Modesto Morales en la
dirección; "Cuba" (1907) de Ricardo del Monte; "La
Prensa"(1909) de Carlos Garrido; "El Día" (1911) fundado
por un grupo de periodistas separados del "Cuba"; "La
Noche"(1912) de Marcos Antonio Dolz; "Heraldo de Cuba" (1913) de
Manuel Márquez Esterling, quien lo vendió a Orestes
Ferrara en 1915, para fundar el diario "La Nación" ese
mismo año; "El País" (1922) de Alfredo Hornedo y
"El Heraldo" (1923).[1]

El más influyente diario del país sigue
siendo, "Diario de la Marina", vocero de las fuerzas más
conservadoras del país, primero de los integristas en la
colonia y en la República, de la burguesía
antinacional de la que formaban parte muchas influyentes figuras
de origen español. Comenzó el siglo dirigido por
Nicanor Rivero, su dueño y desde 1919 pasó la
dirección a su hijo José Ignacio.

Completan el bloque de la prensa conservadora, el
diario, "La Unión Española" (1904) de Isidoro
Corzo; "El Comercio", diario político mercantil de larga
data, fundado en 1886, órgano de los comerciantes
detallistas; "El Avisador Comercial" (1872) y "The Havana Post"
(1899), impreso en inglés, dirigido por George Brandt y
que a partir de 1907 comenzó a publicar una edición
en español dirigida por Arturo R. Carricarte.

En cuanto a las innovaciones tecnológicas, el
diario, "La Lucha" introduce el linotipo en 1904, el primero en
hacerlo en Cuba. Los dueños de "El Mundo, instalan una
rotativa eléctrica capaz de imprimir 48 mil diario por
hora en 1905, con cuatro bobinas, con ello el periódico
"El Mundo" se convierte en el primer periódico de empresa
moderno, introduciendo la crónica social, la
impresión en tres colores para grabados y anuncios y el
primero en publicarse en ocho columnas en Cuba. Su suplemento
cultural dominical, "El Mundo Ilustrado" comenzó a
publicarse en 1904 con abundante material fotográfico de
actualidad cubana y extranjera y publicaba colaboraciones
literarias.

Con todas estas innovaciones y avances la prensa cubana
alcanza una mayor calidad técnica, artística y
gráfica. La información se hace mayor, alcanza
más rapidez en su difusión y se convierte en el
elemento fundamental del periódico, ocurriendo una
transición del periodismo de ideas al de empresa,
especializando a los periodistas en determinados temas sociales,
económicos y culturales. Pero esta prensa que comienza a
sentir la presión de la gran prensa norteamericana, se
alimenta principalmente del sensacionalismo, la crónica
roja y la social, con una buena dosis de manipulación de
la información que ofrece.

El periodismo de empresa se impone durante este
período, desplazando a la prensa ocasional guiada por
intereses políticos, personales, culturales o de otra
índole, que se hace intermitente y de corta
duración.

Una publicación que reaparece en este
período es "La Política Cómica"
(1905), fundada por Ricardo de la Torriente y Perucho
Muñoz, teniendo entre sus redactores a Gustavo
Robreño, Emilio Rodríguez y Juan Bautista Ubago. El
semanario circuló hasta 1931 y es el ejemplo
clásico del "choteo criollo" y símbolo de la
frustración republicana de la cual fue reflejo,
expresión desideologizada del derrotismo y el pesimismo de
la sociedad cubana, ante el fenómeno evidente de la falta
de libertad, la injerencia norteamericana y la corrupción
permanente del estado.

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En sus páginas alcanza su máxima
popularidad el "Liborio" creado por Lanzaluze, ahora
dibujado por Ricardo de la Torriente. Este personaje fue el
representante símbolo del sufrido y engañado pueblo
cubano, símbolo de la época y protagonista de las
caricaturas que hicieron célebre en su momento y hasta hoy
a "La Política Cómica".

El tema más explotado por esta publicación
fueron las relaciones cubano-norteamericanas, con un acento
anti-intervencionista, pero con una visión populista que
se queda en la epidermis del tema, que funcionó para una
época en que "Liborio" era el guajiro triste,
desorientado, que parece no comprender nada de lo que ocurre a su
alrededor.

"La Política Cómica" y el teatro
"Alhambra, con sus personajes estereotipados, son el
símbolo cultural de la República de caricatura de
este primer período republicano. Note sino que, el
semanario cómico desaparece en 1931 y el "Alhambra" en
1935, como de muerte natural, cuando eran otros los
tiempos.

En el interior del país se producen una
reanimación del periodismo, en la Cuba profunda aparecen
grupos de inquietudes intelectuales y políticas, otros
mimetizan los ecos habaneros y perpetúan una mediocridad
colonial.

Aparecen en las ciudades y pueblos del interior del
país muchos periódicos y revistas que aparecen por
breve plazo, para dar paso a otros y así sucesivamente
Abundan los semanarios, quincenarios y mensuarios, al igual que
las publicaciones de dos y tres veces por semana, dirigidas a un
público más reducido que el capitalino y con un
nivel cultural inferior. Están dedicados a reflejar la
vida social, política y cultural de la localidad. Las
revistas son más frecuentes y predominan sobre los
periódicos. Estos últimos logran cierto auge en las
poblaciones mayores, con mayor desarrollo económico y
social, siendo contados los que alcanzan una circulación
provincial.

De los periódicos del interior del país
que llega a la República sobresalen, "El Fénix"
(1897) de Sancti Spíritus, "La Correspondencia" (1898) de
Cienfuegos, "La voz del pueblo" (1899) de Guantánamo y "El
camagüeyano"(1900) de Puerto Príncipe. A partir de
1902 aparecen, "El Republicano" (1903) de Matanzas, "El Nacional"
(1903) de Cárdenas, "La Razón (1903) de Remedios,
"La voz del pueblo" (1903) de Camagüey, "El
Villareño" (1904) de Santa Clara, "La Nación"
(1907) y "El Tanameño"(1914) de Sagua de Tánamo y
en 1913, "La Prensa" de Manzanillo.

En Santiago de Cuba aparece, "El Cubano Libre (1904) y
también el "Independencia", "La Prensa", "La
República" y "El Pueblo", todos fundados en 1905. Mientras
que en 1917 Eduardo Abril funda en esta misma ciudad el "Diario
de Cuba", el más importante diario del interior del
país, que rompe los moldes provinciales y realiza un
periodismo de interés general y amplia
circulación.

Las grandes revistas de principios de siglo XX eran, "El
Fígaro" y "La Habana Elegante", ambas de corte
frívolo propias de la "Bella Época" donde la moda
imponía una revista elegante que tratara acontecimientos
de la alta sociedad, con profusión de fotos y grabados,
información de la moda del vestir, deporte, cultura y la
literatura en particular.

"El Fígaro" mantiene su calidad, dirigido por
Pichardo y Catalá, se fue adaptando a los "nuevos tiempos"
logrando llegar hasta la década del treinta. Su
hegemonía está dada por la calidad de sus
colaboradores, que incluye lo mejor de la intelectualidad
habanera y muchos de Hispanoamérica, sus fotograbados de
magnifica factura y su impresión en papel satinado con una
excelente tipografía. Salía los domingo y en 1909
su tirada alcanzaba los 12 500 ejemplares que llegó a 16
000 en 1919. Era el modelo de revista de este tiempo.

En este período se perfila un nuevo tipo de
revista basada en los avances de la poligrafía, la
ilustración y la composición, tomando las
características del "magazine". En ella se trata de
recoger la actualidad cultural, se reproducen con
fotografías los hechos más importantes y se brinda
una información variada y amena sobre variados temas,
incluyendo la crónica social.

La primera revista con estas características fue,
"Bohemia" (1910), fundada y dirigida por Miguel Ángel
Quevedo y la dirección artística del pintor Antonio
Rodríguez Morey. En principios parte del viejo molde de
"El Fígaro", para ir ganando poco a poco su nuevo perfil.
La revista informa sobre espectáculos, deporte,
crónica social, arte, actualidad política mundial,
colaboraciones literarias y reproducción de obras de
pintores cubanos. La fotografía y la gráfica en
general tienen en ella un amplio protagonismo.

En 1913 Conrado Massaguer funda, "Gráfico", una
revista de información internacional a través de
fotografías, a la que añade colaboraciones
literarias y de historia. En 1916 el propio Massaguer funda
"Social", considerada la revista de mayores pretensiones de la
época, tanto en lo informativo, como en lo
gráfico.

"Social" tenía por objetivo reseñar la
farándula habanera y dirigida a la burguesía en el
delirio de su derroche por la bonanza azucarera. Pero aquella
revista, bien escrita y diseñada, estimuló una
atmósfera cultural propicia para dar cabida a textos
políticos y culturales de avanzadas y será
más adelante la tribuna del Grupo Minorista, al cual
perteneció Massaguer. Fue la primera revista del mundo
publicada con el sistema fotolitográfico (offset) a partir
de 1919.

Los Hermanos Oscar y Conrado Massaguer fundaron en 1919
el "Instituto de Artes Gráficas de La Habana", una
imprenta que sirvió para publicar las revistas "Social" y
"Carteles", fundada ese mismo año, con el objetivo de
divulgar noticias y programas de cine, teatro y deporte y
dirigida hasta 1924 por Oscar H. Massaguer,

Otra revista con estas características fue,
"Chic" (1917), la "revista de lujo", fundada por Lorenzo Castro,
con salida quincenal y luego mensual, reflejando la
crónica social, como tema principal, aunque recibía
colaboraciones literarias.

La prensa cultural tuvo un peso importante por el
número de publicaciones en el período con la
revista, "Cuba y América" a la vanguardia. Fundada en
Nueva York por Raymundo Cabrera en 1897, comenzó a
editarse como revista de pensamiento y al pasar a Cuba durante la
ocupación norteamericana abrió sus páginas a
otros géneros literarios y completó su perfil en la
República al aparecer como revista de información,
variedades, deportes, crónica social e ilustraciones, con
una tirada quincenal.

La revista "Azul y Rojo" (1902-1905) patrocinada por
Miguel A. Campa y Alfredo Montes, núcleo a los más
significativos exponentes de la primera generación
republicana. Continuadora de este esfuerzo aparece en 1905 la
revista, "Letras" dirigida por Néstor Carbonell y Carlos
Garrido, en la que continúan colaborando los intelectuales
de la época, poco después la revista da cabida a la
información gráfica y sociales.

La Universidad de La Habana comienza a publicar la
"Revista de la Facultad de Artes y Ciencias" (1905), bimestral y
dirigida por Evelio Rodríguez Ledián. En sus
páginas aparecen importantes estudios literarios y
científicos lo que le da cierta jerarquía entre las
publicaciones culturales de la época.

Fernando Ortiz emprende en 1910 una importante labor
cultural al impulsar la reaparición de la "Revista
Bimestre Cubano" de la Sociedad Económica de Amigos del
País la cual dirigiría hasta 1959. La revista
mantuvo una línea enciclopedística al abarcar todos
los temas culturales, principalmente los que interesaban a Cuba,
esto unido al prestigio de sus colaboradores y la minuciosa
selección de lo publicado, la hace figurar entre las
más prestigiosas revista culturales del
país.

En enero de 1913 aparece, "Cuba Contemporánea",
la revista de pensamiento más importante del
período. De secuencia mensual y dedicada al estudio de los
problemas de Cuba, entonos los órdenes, aunque sin tomar
actitud militante, ni plantear soluciones

Otras revistas literarias habaneras de este primer
período fueron: "Cuba intelectual" (1909), "Alma Latina"
(1911), "Alma Cubana" (1911) y "América" (1917), entre
otras, caracterizadas por su breve circulación y corta
tirada.

En el interior del país el periodismo literario
cobra un destacado auge en determinadas ciudades y regiones.
Sobresale Santiago de Cuba por el número de ellas: "Cuba
literaria" (1904) de Max Henríquez Ureña, de muy
buena acogida por la calidad de sus colaboradores, casi todos
intelectuales de la zona oriental del país, pero de muy
breve vida; "Oriente Literario" (1910), dirigida por Enrique Gay
Carbó, quien años después funda la revista
"Renacimiento"; José Maury da a conocer, "La
Ilustración Cubana" (1904), periódico
artístico y literario con formato de revista en el que se
publicaba poesía, cuentos y relatos; y reportaba el
quehacer teatral santiaguero. Apenas salieron cuatro ejemplares.
Las revistas, "El Pénsil" (1907) y "Páginas
Culturales" (1916), también acogieron a los creadores
orientales. Importante fue también la página
literaria dominical del periódico, "El Cubano Libre", que
luego se transformó en Suplemento Literario.

En Manzanillo se desarrolla uno de los más
importantes grupos intelectuales de la isla, nucleados alrededor
de la revista "Orto", la única revista del interior del
país que se publicó durante todo el período
republicano. Aparecida en 1912 y dirigida en principio por
Filiberto Guerra, propietario de la imprenta "El Arte" y luego
por Juan Francisco Sariol, quien al comprar la imprenta se
convierte en el impulsor y mecenas del grupo.

En "Orto"" publica no solo el grupo manzanillero, sino
lo mejor de la intelectualidad cubana de este y de los
períodos posteriores de la cultura republicana:
José Manuel Poveda, Regino Boti, Luis Felipe
Rodríguez, Manuel Navarro Luna, Fernando Ortiz, Enrique
José Varona, Rubén Martínez Villena,
Félix Pita Rodríguez, Nicolás
Guillén, Juan Marinello, Ángel Augier, Enrique
Serpa, Emilio Ballagas, Raúl Roa, y otros muchos.
También en "Orto" aparecieron colaboraciones de
prestigiosas figuras internacionales, como fueron los casos de
Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca,
José Machado, Rubén Darío y Berta Sigerman,
entre otros.

"Orto" es un legítimo orgullo de la cultura
nacional cubana, por su honesta defensa de los intereses
nacionales y su militancia al lado de las más genuinas
causas populares. José Sariol la dirigió durante
este largo transito de la cultura cubana y mereció ser una
de las instituciones culturales que perviviera con la
Revolución.

Junto con la revista Sariol creó la
colección "José Martí" y publicó
muchos libros cubanos importantes, entre ellos "Versos
precursores" de José Manuel Poveda y "Con el
eslabón", de Enrique José Varona, por mencionar dos
de este período.

En Matanzas se edita la revista, "El Tipógrafo"
(1901) de carácter literario y una gran calidad en su
diseño, lo que le valió ser premiada con medalla de
plata en la Exposición de Buffalo, Estados Unidos en 1901.
También en Matanzas aparece, "El Estudiante" (1904), que
devendrá en órgano de la renovación
poética, contando con la dirección y
colaboración de Agustín Acosta y los poetas Regino
Boti y José Manuel Poveda. Más tarde
aparecerá la revista literaria, "Alborada"
(1912)

Artemisa estrena su revista de artes y ciencias, "La
Golondrina" (1902); en Sancti Spíritus reaparece la
revista, "La Fraternidad" (1903) de la Sociedad El Progreso, y se
publican las revistas, "Aurora" (1905), "Hero" (1907), "Revista
Latinoamericana" (1909), "Ibis" (1909) y "Brisas del Yayabo"
(1911)

Completando el panorama de las publicaciones culturales
de este primer período republicano, aparecen numerosas
revistas especializadas, la mayoría de corte
científico: "Revista de Medicina tropical" (1900), pionera
en América sobre este tema y galardonada en la
exposición de San Luis, Estados Unidos en 1904; "Revista
de la Asociación Médico Farmacéutica de la
Isla de Cuba" (1900), premiada con medalla de oro en la
exposición de Charleston, Estados Unidos en
1902.

Otras publicaciones médica fueron, "Revista
Médica Cuba" (1902), "Revista Dental" (1908), "Vida
Nueva", dedicada a la higiene y las ciencias sociales, "Revista
Cubana de Medicina Veterinaria" (1908) y "Archivo de Medicina
Mental" (1910). Además se publican, "Boletín
Científico" (1902) en Cienfuegos; "La Policlínica"
(1906) en Camagüey y "Oriente Médico" (1909) en
Santiago de Cuba.

Las revistas pedagógicas cobran auge en esta
época, en La Habana se edita, "La Escuela Moderna" (1899),
"Revista Pedagógica Cubana" (1900), "Cuba
Pedagógica" (1904) y la prestigiosa, "Revista de
Educación" (1911), dirigida por el profesor Alfredo M.
Aguayo. Esta revista alcanzó prestigio internacional por
su calidad en los temas de la enseñanza. En el interior
del país se editan dos revistas sobre estos temas,
"Cienfuegos Pedagógico" (1900) y "El Magisterio" (1904)
esta última editada en Sancti Spíritus.

La Biblioteca Nacional José Martí
editó, la "Revista de la Biblioteca Nacional" (1900-1912),
dedicada a los temas bibliográficos y
bibliotecológicos, aunque aceptaba colaboraciones en otros
temas culturales.

Con diversas temáticas científicas
circularon, "Revista de Construcciones y Agrimensura"
(1899-1915), "Revista de la Sociedad Cubana de Ingenieros
(1905-1916), "Servicios de Meteorología,
Climatología y Cosechas" (1905-1916), "Revista de Ciencias
Físicas, Química y Biológicas" (1901),
"Revista de la Posición Eléctrica y de Electricista
de Cuba" (1903) y "Revista de Ingenieros y Arquitectos de La
Habana" (1904).

En cuanto a la infraestructura para estas publicaciones,
el país cuenta a principios del siglo XX con un
equipamiento actualizado con novedosas técnicas
poligráficas, la mayor parte de estas radican en la
capital del país, que absorbe casi toda la actividad de
impresión de la isla. Entre las mayores imprentas radicada
en La Habana, "La Moderna Poesía" de José
López Rodríguez; "La Habanera", de Bolaño y
Cerqueda; "Rambla, Bouza y Co."; "La Tipografía", de
Manuel Romero Rubio y "La Moderna", de Aurelio Miranda, que
más tarde pasará a llamarse "El Siglo XX", entre
otras.

"La Moderna Poesía" hacía los billetes de
Lotería Nacional, los Sellos del Timbre, los formularios y
modelos administrativos y los libros escolares de las escuelas
públicas. En 1914 comenzó a imprimir los sellos de
correo, utilizando planchas impresoras fabricadas en los Estados
Unidos.

Entre 1917 y 1920 se publicaron en el país
más de 1924 títulos, entre libros y folletos, a un
promedio de 500 por años, en el primer trienio, y una
caída editorial en 1920, solo se publicaron 376
títulos, provocado por la crisis
económica.[2] El cuatrienio 1921-24, trae
una recuperación gradual hasta alcanzar promedios
superiores a 500 títulos por años, para un total de
2008 en ese período.[3] En cuanto a los
temas predominan, la literatura, historia, medicina y
religión.

En cuanto a las imprentas del interior del país
las mayores eran, "Arroyo y Hermanos", de Santiago de Cuba; "El
Arte" de Manzanillo y "Quiñones" de Santa Clara. El mayor
auge de esta empresa es hasta 1920, período en el que
publica 20 obras, entre libros y folletos. Otras empresas
editoriales de la época fueron, "Cuba Intelectual", "El
Fígaro", "América" y "Hermes", todas en La
Habana.

En 1918 se funda adjunta a la revista, "Cuba
Contemporánea", la "Sociedad Editorial Cuba
Contemporánea", con el fin de imprimir libros, folletos,
publicaciones periódicas, compra-venta de efectos de
imprimir, librería y papelería.

Gonzalo de Quesada y Arostegui, inicia en 1900 una
hermosa labor bibliografía que tendrá un
altísimo valor para la nación cubana, ese
año justamente el 19 de mayo, sale a la luz en Washington
el primer volumen de las obras completas de José
Martí:

"En el quinto aniversario de su consagración
heroica se publican estas páginas -a manera de guía
para posteriores y más perdurables ediciones- como primera
piedra del monumento que le ha de levantar mi admiración y
mi gratitud."[4]

En medio de sus múltiples obligaciones
diplomáticas Gonzalo de Quesada encuentra tiempo para ir
recopilando y organizando los tomos correspondientes de los
escritos de José Martí, la simiente necesaria para
que su pueblo y los pueblos latinoamericanos conocieran el
pensamiento del más universal de los cubanos, ese que
lejos de su patria había laborado por su libertad,
independencia y futuro, y que tan desconocido era en este primer
período de vida republicana.

Ante la indiferencia oficial por el empeño de
Quesada este no se rinde y de su propio peculio paga la
edición de los primeros quince volúmenes,
misión que solo dejó de cumplir cuando lo
rindió la muerte[5]aunque dejó la
encomienda a su hijo que continuó la titánica
labor.

"Acuérdese de que ya dije en el segundo
volumen que estas publicaciones no eran más que
"guía para posteriores y perdurables ediciones". Esas las
harán los literatos. Mi misión -y apenas hay tiempo
para ella- es ir a la mina y sacar el mineral. ¡Trabajo de
obrero infeliz; pero sincero! (…) después
vendrán los artistas y escogerán. Para el obrero
tenga, pues, generosidad y justicia (…) Deje de ser por un
momento artista y sea obrero."[6]

La publicación de estos primeros tomos,
más la persistente labor de las personas que conocieron a
Martí[7]publicando en la prensa de la
época documentos del Apóstol hicieron que la figura
de Martí no solo fuera conocida sino que creciera de forma
militante en los sectores más progresistas de la sociedad
cubana.

 

 

Autor:

Ramón Guerra Díaz

 

[1] Datos tomados de “La Imprenta en
Cuba” de José R. Ricardo. La Habana ,1989

[2] José, J. Ricardo: “La
Imprenta en Cuba”. La Habana, 1989

[3] Ídem

[4] Quesada y Arostegui, Gonzalo:
Prólogo Volumen I Obras Completas de José
Martí. Washington, 1900

[5] Gonzalo de Quesada murió en
Berlín el 9 de enero de 1915

[6] Carta de Quesada a Néstor
Carbonell, 4/9/1909

[7] Fermín Valdés
Domínguez fue otro de los que insistieron en dar a
conocer la obra de José Martí en la prensa de la
época.

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