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Saber ver el Arte




Enviado por Maithé del Toro



  1. Pintura. Guía de apreciación para obras pictóricas
  2. Escultura. Guia de apreciación para obras escultóricas
  3. Arquitectura. Guía de apreciación para obras de arquitectónicas
  4. Conclusiones
  5. Bibliografía


La cultura es un fenómeno social que tiene un carácter histórico, se configura de modo particular como consecuencia y a la vez como condición del desarrollo del hombre, de su calidad de vida y adopta formas particulares en cada una de las épocas históricas y espacios en que se enmarque.

La educación del hombre, sus prácticas sociales, científicas, laborales, jurídicas, religiosas y artísticas solo por mencionar algunas de las más importantes, se localizan en el entramado de lo que se denomina cultura. De ese modo el hombre nace siendo heredero del quehacer que le han legado otras generaciones, a través de la educación adquiere su propia cultura, la funda como suya y la recrea con nuevos signos que le propician las relaciones sociales, la época y el espacio en que se desarrolla.

La educación y cultura, resultan herramientas insustituibles en el mundo contemporáneo. La información nos hace más conocedores de la realidad que nos rodea, la educación y la cultura nos ayudan a interpretarla y a transformarla en un bien social para todos. La educación y la cultura son el complemento necesario en una sociedad informada para facilitar su mejoramiento, y su desarrollo.

La educación estética y la educación artística se van formando en el mismo proceso de desarrollo de la vida social y por tanto tienen un nivel de dependencia que se comprende a partir de lo que le aportan el ser social y la conciencia social.

La educación artística contribuye a formar una actitud del hombre hacia el arte, existe una especie de "necesidad interna" que tienen los individuos de entrar en interacción con este discurso sensible-figurativo; sin embargo, como sujetos sociales que son, ameritan un nivel de orientación que les permita salir adelante en las coordenadas de aprehensión que necesitan de la realidad inmediata a su esfera de actuación, para de hecho, estar en condiciones más plenas de desarrollar la comprensión, el conocimiento y a la vez el disfrute inherentes al arte.

Lo anterior refuerza la tesis de que la educación estética se caracteriza por la formación de una actitud estética del sujeto social hacia todo lo que posea valor estético en el universo: hacia la naturaleza, hacia los demás hombres, hacia si mismo, hacia lo multiforme de las actividades que integran su vida, hacia esa "segunda naturaleza" o mundo de las cosas y hacia el propio arte.

No basta conque existan creadores de un alto, mediano o talento promedio, sino que es necesario contar también con receptores talentosos y/o preparados artísticamente.

Por otro lado la propia educación estética del individuo y de las grandes colectividades es el resultado interactivo de la formación que él ha estado teniendo y en donde las otras formas de actividad humana y de la conciencia social han jugado un rol no desdeñable.

Esto no implica que la educación estética sintetiza los tipos de educación posible y realizable, sino que ella, por su carácter totalizador y valorativo cuenta con todo un arsenal de herramientas, que presididos por el arte logran resultados que desde otra referencia resultan más complejos.

Estos conocimientos y destrezas abarcan también el espíritu crítico y la capacidad para descifrar los mensajes de los medios de comunicación; para lograrlo, la educación debe transmitir esos códigos culturales básicos de la modernidad, la carencia de estos indudablemente constituye un pesado lastre para el desarrollo y el crecimiento espiritual e intelectual del hombre moderno.

En esta dirección la educación estética se orienta no solo hacia la práctica artística que le es contemporánea, sino también hacia los valores artísticos del pasado que funcionan activamente en la cultura del presente, se afianzan así valores éticos y morales que contribuyen enormemente a reforzar todo el andamiaje estructural, teórico y cognoscitivo de este.

Estudiosos y críticos le adjudican al arte un conjunto de funciones. La funcionalidad del arte en ocasiones se expresa como un vehículo cognoscitivo o como una plataforma valorativa acerca de la vida del propio hombre, que utiliza el reflejo artístico de la realidad para exponer determinados "discursos" cargados de sentido. Establecer cuando ese discursar se torna pesimista, ambiguo, superfluo, enajenante, optimista o triunfador es el resultado de una habilidad que adquieren los individuos para apreciar las obras de arte.

Apreciar la belleza en las diferentes manifestaciones de la vida pero especialmente en las obras de arte es una habilidad que se desarrolla de una manera orientada y guiada por un especialista altamente calificado por la complejidad de tal campo de estudio. Para ello se requiere la movilización de un conjunto de recursos de carácter subjetivo, expresados en la esfera de la cognición y en la esfera afectiva, de este modo la actividad de apreciar una obra de arte es un ejercicio intelectual, pero también es un momento de estimulación de la sensibilidad y una apelación a los sentimientos, es por ello que la integración en el hombre de todos esos procesos requiere de una conducción, una guía y una actividad conscientemente concebida a ese fin.

Una vía para de algún modo contribuir a viabilizar este objetivo puede ser la consulta de guías de observación, que si bien no constituyen la solución al problema, indiscutiblemente resultan una herramienta nada desdeñable a la hora de enfrentarse al fenómeno artístico.

Dentro del conjunto de manifestaciones artísticas, las artes visuales, y dentro de ellas la arquitectura, la pintura y la escultura, son posiblemente las mas cotidianas, de ahí que el uso de las siguientes guías de observación para estas manifestaciones pudieran ser un útil complemento para su disfrute y comprensión.

Una consideración general, válida para las tres guías, consiste en el hecho de que estas propuestas enfatizan el componente formal de las obras por encima del conceptual, podrá apreciarse como se subrayan más los aspectos aparenciales, que los propiamente conceptuales, lo cual obedece al hecho de tratar de suplir la carencia de un conocimiento previo de herramientas para la apreciación visual.

 

Pintura. Guía de apreciación para obras pictóricas

Pintura: Básicamente es un espacio bidimensional, sobre el que se distribuyen una serie de elementos plásticos atendiendo a varios principios de organización visual. La pintura es, sin lugar a dudas, la manifestación artística que mejor conoce el público. Sin embargo, su lenguaje es, a menudo, desconocido.  El objeto artístico en general, y el pictórico en particular, han de analizarse desde el punto de vista formal o plástico, así como desde el de su contenido y significado. Ambos aspectos precisan de una información previa basada en conocimientos de composición, una posesión de gusto estético y una comprensión del significado del tema.

Una primera condición para enfrentarse a la obra es la de huir de un apriorismo estético e ideológico que condicione la valoración. El conocimiento de la Historia del Arte es condición indispensable para no caer en errores al juzgar la pintura. Se debe hacer un esfuerzo para situarse en el espacio y en el tiempo en que fue realizada la obra y así, desde dentro, poder entenderla, aunque no se comparta una determinada estética o tendencia ideológica. Las formas adquieren su significado dentro del espacio, estructurándose en una composición. El artista ha de ordenar, de manera lógica, todos los elementos para que cumplan su función en el cuadro, condicionando esta distribución de formas en gran medida, la mayor o menor validez de la obra de arte.

Elementos a tener en cuenta al analizar una obra pictórica.

1-Título.

Nombra claramente e identifica la obra y la acción que en ella se realiza o puede, por otra parte, utilizarse como marco referencial de guía hacia el observador por parte del artista, en casos, por ejemplo, referidos al arte abstracto, donde el título puede sugerir lo que se quiso expresar, ayudando a la comprensión conceptual de la pieza. También el título de una obra puede ser totalmente contraproducente con la imagen plasmada, buscándose con esta dicotomía añadir un elemento de ironía o cinismo que a la larga resulta enriquecedor a la obra misma. En otros casos nada tiene que ver el título con la obra, lo cual también resulta importante, pues puede constituir una de las características del estilo o movimiento analizado, pudieran mencionarse por ejemplo muchas de las obras correspondientes al Surrealismo, donde a títulos como El nacimiento de los deseos líquidos, de Salvador Dalí, corresponden extrañas figuras en medio de enormes volúmenes de indefinidas formas.

2-Autor.

El conocimiento del autor de una obra resulta importante a partir de que en la mayoría de los casos el autor, o los autores estudiados, son los máximos representantes del movimiento o período estilístico al que pertenecen, de ahí que al conocer las características de su obra, de hecho se tienen las del período estilístico, lo cual resulta una ayuda al realizar algún tipo de análisis o identificación de obras. Este punto, por supuesto, no puede ser aplicado siempre, debido al anonimato histórico correspondiente a los artistas de las primeras etapas de la historia del arte, en cuyo caso la manifestación ha de analizarse de manera global (el caso del arte egipcio puede ser un buen referente).

3-Fecha de realización.

Enmarcar la obra analizada en el momento de su realización resulta también importante, pues la ubica temporalmente dentro de un período o movimiento estilístico, incluso, su conocimiento puede permitir análisis más específicos, pues es común la existencia de momentos muy marcados dentro de la producción pictórica de un mismo artista, que permiten hablar de períodos dentro de su obra; tal es el caso de los períodos azul y posteriormente rosa de Pablo Picasso, los cuales tienen características totalmente distintas entre si.

4-Materiales, técnica y soporte.

Estos elementos resultan de vital importancia al analizar o tratar de identificar una obra, pues condicionan la materialidad existencial de la pieza, así como muchas de las características formales inherentes a esta, e incluso, particularizan el período mismo de la obra, recuérdese que una de las características más identificables de la pintura en la prehistoria es el hecho de estar realizada sobre las paredes de las cuevas. Como se aprecia el conocimiento del soporte de la obra, es determinante en este caso para su identificación. En otros casos, la inclusión de determinados materiales en la obra le confieren un rasgo particular o distintivo; al añadir pedazos de periódico a un cuadro, los cubistas estaban revolucionando un concepto artístico, de ahí que el conocimiento del material en este caso resulta capital para comprender la trascendencia de la obra.

5-Tema.

Constituye la esencia de la obra; a partir, y condicionado por él, se desprende la lógica de todos los factores a tener en cuenta para el análisis de la pieza. Conocer el tema de una obra contribuye necesariamente a esclarecer su esencia. Se constituye muchas veces en un elemento clave al realizar comparaciones y valoraciones de períodos estilísticos o incluso de artistas dentro de un mismo período, pues a un mismo tema de representación, por ejemplo: La Crucifixión, por citar uno de los mas conocidos, le corresponden representaciones totalmente diversas a partir de las características del arte en el período de su ejecución, o de la visión del artista, de ahí que pueda ser un elemento a tener en cuanta al tratar de valorar lo novedoso que pueda resultar la representación de un tema muchas veces trabajado anteriormente, si se piensa en el Cristo en la cruz pintado por El Greco y en el hecho por Gaugin, la aclaración resulta obvia.

6-Tratamiento espacial.

El estudio de la distribución espacial dentro de una pintura es uno de los elementos más importantes y a la vez más complejos de abordar. El espacio es el marco en el que el pintor sitúa los personajes y los objetos del tema que desarrolla, y para esto lo estructura de formas diversas. Se insiste en que lo que se ve no es la transposición de la realidad sino una nueva realidad: la plástica. El artista distribuye el cuadro ateniéndose a diferentes fórmulas de composición. La geometría, con sus múltiples recursos, cumple a la perfección esta función. Así, los elementos se ordenan en función del círculo, óvalo, triángulo, cuadrado, pentágono, hexágono, rombo, octógono, etc, algunas veces de forma individual y en otras utilizando varias de estas figuras. A la vez, la situación de los personajes y objetos organizados en líneas rectas (verticales, horizontales o diagonales) y curvas, dan sentidos diversos a la composición. Especial mención merece el análisis de la perspectiva, pues puede marcar la producción pictórica de todo un período, se señala por ejemplo, la peculiar representación espacial egipcia a partir de la perspectiva lineal en bandas superpuestas, que constituye una de sus características identificatorias, mientras los cubistas por otra parte resultan claramente reconocibles a partir del espacio intelectual que recrean en sus composiciones al violentar el espacio lógico de la realidad.

7-Tratamiento de las formas.

El fundamento de un cuadro son las formas, ya sean identificables o abstractas. Cuando se aprecia una composición pictórica lo primero que se visualiza son imágenes con una determinada forma plástica. Estas imágenes pueden ser figurativas o no figurativas, es decir, objetuales o puras. La práctica habitual al enfrentarse a un cuadro es la de tratar de reconocer los elementos representados y, a partir de ahí, valorarlos. Se cae así en el error de identificar la realidad física con la realidad pictórica. El arte abstracto, resuelto en formas puras, trabaja las formas en sí mismas. Incluso en las obras más marcadamente figurativas, lo que verdaderamente tiene interés artístico es su solución formal, la manera en que se representan y se distribuyen ante el espectador.

a) Tratamiento de la figura humana.

El análisis de la figura humana resulta de especial importancia, sus poses, su tamaño, la expresión de su rostro, la forma en que realiza la acción que representa, su posición con respecto a las demás figuras, o incluso con respecto al entorno en que se mueve, el realismo con que se muestre su anatomía, o la más acentuada desproporción, son elementos de obligado análisis al estudiar una pintura, pues en muchos casos con tan solo ver una figura humana, la cultura a que pertenece y algunos rasgos distintivos de su producción artística se hacen evidentes por la forma de esta. Este punto resulta muy útil al tener que realizar comparaciones estilísticas o entre períodos históricos pues es un aspecto muy ejemplar.

8- Tratamiento del color.

La obra pictórica no se conforma sólo a través del dibujo y la geometría, sino que tiene en el color un elemento imprescindible. Los colores pueden ser de dos tipos: fríos o cálidos. Los primeros comprenden la gama de azules o violetas, mientras que los cálidos van de los rojos a los verdes. El artista tiene en cuenta el color cuando pretende que la obra penetre en el espectador captándolo o, por el contrario, distanciándolo. Los colores fríos son usados de manera intelectual y se corresponden a momentos en los que la racionalización  o cripticismo de las obras es mayor. Por el contrario, los colores cálidos permiten el acercamiento sensorial a la obra. El Manierismo y el Renacimiento son dos estilos antitéticos que definen perfectamente esta dualidad. El primero utiliza colores fríos mientras que el segundo hace uso de los cálidos. No se debe olvidar, sin embargo, que lo que convierte un medio artístico en frío o cálido no depende únicamente del color, sino de su formulación plástica general. Los pintores tienen en cuenta las armonías de tonos que consiguen dar unidad cromática a la pintura o los contrastes para hacerla más activa o incluso hasta agresiva. Movimientos artísticos como el fovismo o el expresionismo alemán manejan relaciones estridentes de color para conmocionar al espectador llevando el lenguaje plástico hasta cimas inexploradas hasta entonces. Otro caso puede verse al usar el color con un fin simbólico, para expresar a partir de las tonalidades empleadas determinados estados de ánimo, así Picasso trabaja con negros, ocres y grises su célebre Guernica, logrando impregnarla de un dramatismo superlativo, mientras su Período Rosa (llamado así por el predominio de este color) refleja un lapso feliz de su existencia.

9- Tratamiento de la luz.

La luz es factor determinante en el conjunto de la composición. Lo que interesa en el análisis de un cuadro o dibujo es su luz propia o autónoma, existente en sí y por sí, tanto en conjunto como en cada uno de los elementos que lo constituyen. El binomio color-luz es indispensable para valorar cualquier composición, ya que ambos sirven para crear y conformar el espacio. Según su origen se subdivide en luz propia y luz iluminante. La luz propia es intrínseca a la pintura e ilumina a los elementos de manera homogénea. La luz iluminante incide en la composición de distintas maneras, a partir de reflejos, reverberaciones, etc. El empleo de luces y sombras también puede ser trabajado para lograr determinados simbolismos en las composiciones (en La Última Cena, de Leonardo, el rostro de Judas permanece oculto en las sombras, como signo de su traición).

La iluminación de un cuadro es variada y, a título de ejemplo, se cita las siguientes: el Renacimiento utiliza una luz intensa en los primeros planos, que disminuye gradualmente hacia el fondo. Esta solución se contrapone a la tenebrista propia del Barroco holandés en la que las figuras, fuertemente iluminadas, se recortan sobre un fondo oscuro.

10-Tipo de pincelada empleada.

El análisis visual de la pincelada empleada por un artista resulta significativo, pues esta, como elemento expresivo, puede signar la obra de un pintor o de todo un movimiento pictórico. Resulta un elemento determinante a tener en cuenta al realizar valoraciones comparativas, pues en cada caso analizado tendrá rasgos diferentes así como intencionalidades diversas. Así se distingue entre formas conformadas por el dibujo, es decir por la línea, y las producidas por una pincelada abierta o pictórica.

La pincelada fragmentada del Impresionismo resulta imprescindible al referirse a este, asimismo no puede estudiarse la obra de Van Gogh sin analizar el valor expresivo de los gruesos empastes de su pincel.

Escultura. Guia de apreciación para obras escultóricas

Escultura: Básicamente es volumen, un volumen que puede ir desde la tridimensional, hasta el volumen negativo del hueco relieve, por eso cualquier análisis de obras escultóricas debe partir del presupuesto de la organización visual y espacial dada a las masas que componen la obra. El objeto escultórico es por tanto tridimensional y ocupa un espacio real.

La apreciación de obras escultóricas, al implicar la tridimensionalidad, supone la visión total de la obra en todo su derredor y no la limitada a la unilateralidad de un solo punto de vista.

Elementos a tener en cuenta al analizar una obra escultórica

1-Título.

Nombra claramente e identifica la obra y la acción que en ella se realiza o puede, por otra parte, utilizarse como marco referencial de guía hacia el observador por parte del artista, en casos por ejemplo referidos al arte abstracto, donde el título pude sugerir lo que se quiso expresar, ayudando a la comprensión conceptual de la pieza.

2-Autor.

El conocimiento del autor de una obra resulta importante a partir de que en la mayoría de los casos el autor, o los autores estudiados, son los máximos representantes del movimiento o período estilístico al que pertenecen, de ahí que al conocer las características de su obra, de hecho se tienen las del período estilístico, lo cual resulta una ayuda al realizar algún tipo de análisis o identificación de obras. Este punto, por supuesto, no puede ser aplicado siempre, debido al anonimato histórico correspondiente a los artistas de las primeras etapas de la historia del arte, en cuyo caso la manifestación ha de analizarse de manera global (el caso del arte egipcio puede ser un buen referente).

3-Fecha.

Siempre a tener en cuenta al situar el análisis correctamente objetivado temporalmente.

4-Técnica.

El conocimiento de la técnica empleada en la obra escultórica que se analiza, resulta sumamente importante a partir de lo relativamente numerosas que estas pueden ser y de cómo integran las características del período a sus propias particularidades, no es lo mismo analizar una escultura exenta, que un relieve, incluso, no es igual apreciar un alto, que un bajo, o un hueco relieve. Todos impondrán sus posibilidades o sus limitaciones, de ahí que por ejemplo, al valorar la obra de Lorenzo Ghiberti, se pueda percibir su maestría y su grandeza técnica, al lograr en un relieve escultórico, efectos inherentes a la pintura como la perspectiva atmosférica.

5-Material.

Conocerlo es imprescindible en el análisis de una obra, pues a menudo impone sus características a la forma artística, permitiendo en unos casos efectos y acabados exquisitos, mientras en otros logra efectos sumamente expresivos a partir de las posibilidades que le son inherentes, por ejemplo, las sublimes figuras de mármol de Fidias en la Grecia clásica, y por otra parte en los ríspidos bronces de Giacometti. Se puede hacer una buena escultura con cualquier material, pero no hay duda de que la apreciación de la obra está condicionada en parte por él.

6-Tema.

Constituye la esencia de la obra; a partir y condicionado por el, se desprende la lógica de todos los factores a tener en cuenta para el análisis de la pieza. Conocer los temas de las obras contribuye necesariamente a esclarecer la esencia de la escultura. Se constituye muchas veces en un elemento clave al realizar comparaciones y valoraciones de períodos estilísticos o incluso de artistas dentro de un mismo período, pues a un mismo tema de representación, por ejemplo el David bíblico, por citar uno de los mas conocidos, le corresponden representaciones totalmente diversas a partir de las características del arte en el período de su ejecución, o de la visión del artista, de ahí que pueda ser un elemento a tener en cuanta al valorar lo novedoso que pueda resultar la representación de un tema muchas veces trabajado anteriormente, si se piensa en el David esculpido por Miguel Ángel y en el hecho por Gian Lorenzo Bernini la aclaración resulta obvia.

7-Escala dimensional.

El tamaño de la obra es importantísimo al analizar una escultura, pues constituye un reflejo inequívoco de la visión del mundo que se pretende proyectar, así como de la intencionalidad jerárquica que se pretenda imponer, recuérdese la monumentalidad de las figuras escultóricas egipcias, expresión de la inconmensurabilidad e infinitud de su cosmogonía, contrastando con las perfectas y matemáticas proporciones canónicas en la estatuaria del mundo griego, con un hombre centro del mundo y medida de todas las cosas como expresión de su visión humanista y antropocéntrica. Puede decirse que proporción y desproporción son constantes de la historia del arte y por tanto de la escultura. Sólo a la luz de lo que cada período intente expresar podrá medirse la oportunidad o el desacierto de las proporciones empleadas.

8-Tratamiento corporal.

La figura humana (o animal), es un elemento protagónico en la casi totalidad de la Historia del Arte, a partir del siglo XX el arte abstracto irá subvirtiendo este orden, pero antes de eso, fue la gran protagonista, de ahí que su análisis sea la piedra angular en la apreciación de obras escultóricas. Uno los elementos más importantes aquí es la sensación de movimiento en la figura, si sus músculos están en tensión, sus escorzos, la posición de los brazos y las piernas con respecto al cuerpo, así como la posición de este en la composición, pues en muchas ocasiones esto es suficiente para identificar un período o una cultura a partir de estos elementos. La superficie rizada, los pliegues en las ropas y en el cabello sugieren un movimiento que por lo general es puramente estilístico. Si el reposo predomina, entonces priman formas rectas y verticales. La ausencia de movimiento, por otra parte, es un factor artístico al servicio de un contenido y no implica necesariamente incapacidad expresiva, otro extremo llega en el siglo XX con la escultura con movimiento real, los «móviles» de Calder son esculturas que se mueven realmente, a impulsos del agua o el aire.

La proporcionalidad de las figuras será otro elemento importante a considerar así como el detallismo en la anatomía de los cuerpos.

9- Tratamiento facial.

El tratamiento de los rostros en la estatuaria de cualquier época reviste una especial importancia, ya que a partir de su análisis se puede acceder a conformar la visión de la época que se esta analizando, además de constituir un elemento importantísimo a la hora de establecer valoraciones comparativas entre períodos estilísticos, se cita por ejemplo como la expresividad y el dramatismo facial del arte griego del período helenístico constituyen una de las diferencias mas notables con el griego clásico que le antecedió solo un siglo antes. Es esencial el análisis de la boca, las comisuras de los labios, si se expresa tristeza o alegría, los ojos, la forma de las cejas y los gestos y las arrugas del rostro. En las expresiones de risa y asombro la posición de las cejas es fundamental, y en los instantes de tensión el entrecejo se arruga. No menos importante es el cabello, que en las escenas de movimiento ondea libremente redondeando la acción representada.

10- Tratamiento espacial.

Muy relacionado con el punto 7 (Escala dimensional) y con el 8 (Tratamiento corporal), se refiere a el marco espacial en que se realiza y transcurre la acción, esto puede referirse a la distancia existente entre varias figuras, o incluso a sutilezas tales como hacia donde mira la figura y hacia donde esta girado su torso, todo esto contribuye a crear la existencia de un marco interno (espacio) donde transcurre lo anecdótico o lo visible de la obra.

11-Tratamiento de la luz.

La luz y la sombra dan el toque maestro y el acabado final a una obra escultórica. A partir de cómo se distribuyen las zonas más y menos iluminadas en la composición, el artista puede enfatizar o soslayar aquellas partes, acciones o elementos que considere necesarios para lograr el efecto final de su obra, asimismo debe tenerse en cuenta aquí, los casos en la producción escultórica donde se incluya la pintura en sus superficies, tales como en la estatuaria egipcia, la griega, la escultura en madera del barroco español, etc.

La luz de la escultura es exterior. Pero es preciso advertir que la escultura posee dos luces: la propia, la que el mismo escultor procura al trabajar los planos del volumen, con sus salientes y entrantes, y la del foco luminoso que la alumbra. Se puede, pues, percibir conjuntamente un foco luminoso, el claroscuro de la escultura y las sombras que emiten los volúmenes más allá de la figura.

Una escultura puede parecer más o menos estática, de mayor o menor realce, conforme varíe la luz que recibe. La articulación de las superficies es evidentemente un problema formal, pero incluye entre sus factores a la luz.

Arquitectura. Guía de apreciación para obras de arquitectónicas

Esta manifestación es sin duda la más difícil para el obsevador, a partir de que posee un vocabulario muy específico y que para su correcta valoración requiere de un conocimiento mínimo de elementos de lectura de plantas arquitectónicas, así como del uso de una perspectiva valorativa mas amplia a partir de la connotación de la manifestación en si misma, dado por el alcance social que tiene, y la simbología de poder icónico que le es inherente en las diferentes épocas. Por tanto debe tratar de recoger los elementos fundamentales que permitan su identificación a partir de sus características esenciales.

Arquitectura: Básicamente es espacio, un espacio delimitado por muros y cubiertas, por tanto el elemento fundamental en la apreciación y valoración de una obra arquitectónica es el análisis del tratamiento espacial dado a la construcción, los elementos empleados para esto, y las características formales de estos elementos, además de que a diferencia de las otras manifestaciones, aquí es determinante el valor funcional de la obra pues a partir de este se establecerán las diferentes tipologías constructivas y temáticas. El estilo arquitectónico refleja también determinados valores o necesidades sociales, independientemente de la obra que se construya, no estando condicionado sólo por el gusto o los cánones estéticos del momento, sino que debe tener en cuenta una serie de cuestiones prácticas, estrechamente relacionadas entre sí: la elección de los materiales y su puesta en obra, la disposición estructural de las cargas y el precepto fundamental del uso al que esté destinado el edificio. El tratadista romano Vitruvio fijó en el siglo I a.C. las tres condiciones básicas de la arquitectura: Firmitas, Utilitas, Venustas (resistencia, funcionalidad y belleza) las cuales esencialmente se mantienen vigentes hasta hoy.

En la apreciación arquitectónica se introduce un nuevo factor: el sujeto. La posición que el espectador ocupe frente a la obra, o en su interior, es definitiva para la percepción final que tendrá del hecho arquitectónico. Si se limita a situarse en un punto concreto y no se aparta de él, el sujeto tendrá una visión bidimensional, máxime tridimensional, como si se hallase frente a una pintura o un relieve. Pero si se mueve en torno a la construcción, si se recorre su interior, se obtendrá una nueva experiencia: es la cuarta dimensión. Múltiples puntos de vista ofrecen diversas visiones de un mismo edificio.

Elementos a tener en cuenta al analizar una obra arquitectónica.

1-Nombre de la obra.

En el caso de la arquitectura el nombre generalmente posee un carácter netamente identificatorio de la obra, no siendo común su empleo con un significado simbólico o conceptual, aunque en ocasiones pudiera recurrirse a este recurso por parte del artista, por ejemplo el estadio olímpico de Beijín recibió el nombre de Nido de Pájaro, para acentuar su forma, pero esto no es lo mas común.

2- Autor.

El conocimiento del autor de una obra resulta importante a partir de que en la mayoría de los casos el autor, o los autores estudiados, son los máximos representantes del movimiento o período estilístico al que pertenecen, de ahí que al conocer las características de su obra, de hecho se tienen las del período estilístico, lo cual resulta una ayuda al realizar algún tipo de análisis o identificación de obras. Este punto, por supuesto, no puede ser aplicado siempre, debido al anonimato histórico correspondiente a los artistas de las primeras etapas de la historia del arte, en cuyo caso la manifestación ha de analizarse de manera global (el caso del arte egipcio puede ser un buen referente).

3- Fecha de construcción.

El conocimiento de la fecha exacta o aproximada de construcción de una edificación brindará varios elementos de juicio acerca de la misma, el período estilístico en que se enmarca, la rapidez en su ejecución como indicador del poder económico de sus promotores, si puede estar sujeta a "contaminaciones" con otros estilos al abarcar temporalmente más de uno, etc.

4- Material constructivo empleado en la edificación.

Conocer el tipo de material empleado en una construcción es importante a la hora de tratar de enmarcar esta en una cultura o un estilo, el mármol por ejemplo tipifica la arquitectura griega del período clásico, los ladrillos de barro cocido, las construcciones mesopotámicas, el hierro, la arquitectura ferro vítrea del siglo XIX francés, y así sucesivamente.

5- Carácter de la edificación (doméstico, religioso, militar, administrativo, etc).

Resulta obvio definir este componente, pues a partir de él, la funcionalidad y las características formales del edificio serán establecidas, incluso para comprender el valor simbólico de la construcción (analizado en el punto 13 de esta guía) además el conocimiento del carácter del edificio permite seguir la evolución del tema a través de las diferentes épocas y las variaciones sufridas en las tipologías constructivas.

6– Escala dimensional.

Este es un elemento definitorio para comprender una obra arquitectónica y en muchos casos para clasificarla o enmarcarla dentro de un período, estilo o cultura, o para establecer juicios comparativos; los ejemplos son innumerables, se cita el carácter desmedidamente monumental de las construcciones egipcias a partir del carácter funerario y sobre todo religioso de su cultura en contraposición de la escala humana desarrollada por los griegos a partir de la concepción humanística de su civilización.

7- Decoración exterior.

Este elemento resulta suficiente en muchos casos para lograr identificar la cultura o el estilo a que pertenece la obra analizada, a veces incluso, esta identificación se logra a partir, aunque parezca paradójico, de la no existencia de decoración exterior. El arte románico por su marcado carácter defensivo carece casi de elementos decorativos, lo cual lo hace muy característico y particular; el empleo del rosetón en las fachadas remite automáticamente al estilo gótico, mientras la pirámide como forma estructural a la cultura egipcia.

8- Decoración interior.

Este punto es un complemento importantísimo del anterior, pues en la mayoría de los casos la decoración interior de una construcción está en concordancia y realza lo que se muestra en el exterior, pero en otros se establece una dicotomía decorativa dentro – fuera, que constituye uno de los rasgos distintivos del período, o de la obra en si misma, la exuberancia barroca se aprecia tanto en los interiores como en los exteriores de las edificaciones, no así en el arte románico donde se limita al interior, o en el barroco americano, donde a una fachada de elementos barrocos le corresponde un interior espacialmente neoclásico.

9- Características y tipología de las aberturas al exterior (tipos de vanos, puertas y ventanas del edificio).

Muy vinculado al punto 7 (decoración exterior), pero referido fundamentalmente a los elementos constructivos del exterior y no al empleo de esculturas o elementos añadidos para dar realce visual a la construcción, puede ejemplificar la arquitectura de una cultura, las ventanas ojivales representan indiscutiblemente al gótico, mientras que la distribución de las ventanas superpuestas con vanos diferentes en cada piso caracteriza la arquitectura civil renacentista.

10- Tipo de cubierta empleado (abovedada, de cúpula, a dos aguas, a cuatro aguas, etc).

El análisis de la cubierta de un edificio permite acceder a una serie de elementos que posibilitan una mejor comprensión e identificación de la obra, el período o el estilo analizado, así por ejemplo los techos a dos aguas tipifican la arquitectura griega, los egipcios utilizan amplia cubiertas lisas sobre amplias salas hipóstilas y el empleo del hormigón posibilitó los revolucionarios diseños del racionalismo.

11- Tipología de los arcos y columnas utilizados en la edificación.

En este punto se hace referencia específicamente a arcos y columnas a partir de la visualidad de estos elementos y su representatividad icónica para definir e identificar períodos específicos en la historia del arte, así se ve por ejemplo como los órdenes dórico y jónico definen la arquitectura clásica griega, los arcos ojivales definen la gótica, mientras las columnas palmiformes, lotiformes y campaniformes signan la producción egipcia, solo por citar algunos ejemplos.

12- Análisis espacial a partir del tipo de planta del edificio (rectangular, ortogonal, elíptica, estrellada, de cruz latina, circular, etc).

Este es quizás uno de los aspectos más difíciles de aplicar para el estudiante, pues implica un entrenamiento en la lectura de plantas arquitectónicas, con toda la simbología que estas llevan implícitas, aquí es fundamental el análisis del espacio a partir del tipo de planta empleado, pues este puede ser definitorio en determinados períodos a partir de un carácter simbólico, por ejemplo las plantas medievales en forma de cruz son una alusión explícita a la Pasión de Cristo, mientras que las plantas circulares, propias del Renacimiento, son una referencia a la perfección e infinitud el Universo, la discontinuidad espacial define al barroco, mientras la linealidad al neoclásico.

13- Representatividad o simbolismo de la edificación.

En algunos casos la función simbólica de la construcción tiene tal trascendencia que el edificio carece de cualquier otro sentido fuera de ella; se diría que más que arquitectura es monumento. Tradicionalmente, la arquitectura ha estado al servicio del poder político y eclesiástico, mientras que hoy son cada vez más numerosas las referencias al poder económico. Esto no se manifiesta por igual en todos los períodos históricos, sino que en algunos de ellos alcanza un mayor desarrollo, pero puede constituir un elemento de identificación estilístico.

 

Conclusiones

El conocimiento del Arte y el saber ver y apreciar el dinámico entorno visual del mundo contemporáneo, constituyen una necesidad para cualquier individuo en la "era de la información", cualquier recurso o herramienta que faciliten o propicien el desarrollo de esta habilidad, debe constituirse si no en la vía mas eficaz, en al menos un punto de partida para lograr este fin. Con este objetivo presentamos estas propuestas de guías para un acercamiento mas conciente a la apreciación de en este caso las artes plásticas.

 

Bibliografía

  • AA.VV.(1995). Medir y evaluar el desarrollo. Monográfico. Revista internacional de Ciencias Sociales. Ed. UNESCO.
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Autor:

MSc. René Felipe Ojeda Alfonso

Rene Felipe Ojeda Alfonso, es graduado de Licenciatura en Historia del Arte en la Universidad de La Habana, Master en Ciencias de La Educación Superior, es profesor auxiliar en la Universidad de Matanzas, Cuba y actualmente se desempeña como profesor Principal en la especialidad de Animación Turística en el Centro de Capacitación del Turismo en Varadero, Cuba.

Enviado por:

Maithé del Toro

 

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