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¿Cuál será la causa básica de la infelicidad afectiva?



  1. Conceptos introductorios
  2. El tedio
  3. Las preocupaciones

Conceptos introductorios

Pocas personas se han indagado acerca de un asunto de vital importancia: ¿existe una única forma obligatoria de ver el mundo, por ser la única real y verdadera o la "realidad" del mundo depende de la capacidad de percepción de aquél que la ve?

En realidad, la inmensa mayoría de las personas, mismo que sin razonar sobre el asunto, cree que "el mundo es así mismo", lo que significa que siempre hubo ricos y pobres (y por lo tanto siempre habrá); que lo más importante es la astucia, tanto para burlar los otros como para no ser burlados por ellos; que si no fuese por los otros y por las circunstancias seríamos ricos, felices y llenos de poder; que el amor es para pajarillos, sólo el sexo interesa; que cuanto más aparento, mejor me siento; que nada se puede hacer para mejorar el mundo (ni mismo a nosotros), etc. etc.

Pero ¿esto no será apenas un hábito errado de vivir? ¿No serán estas, opiniones erradas acerca de la vida? ¿No serán estas, ideas preconcebidas que fueron absorbidas desde las lejanas épocas de la infancia y cada vez más se arraigan en forma más persistente en el interior de aquellas personas? ¿No estará, quien piensa así, actuando como un ciego negando la existencia de la luz, simplemente porque nadie le enseñó su realidad?

Es bueno que sepa desde ya, que ese sentimiento de angustia, de ansiedad y de infelicidad, que hoy se esparce por el mundo entero, tiene como origen básico una visión unilateral, fija, cristalizada del universo, colocando el hombre como un grano de arena, indefenso y sometido a las fuerzas que lo rodean e impotente frente a las circunstancias, que continuamente cambian los acontecimientos. La vida pasa a ser en esta conceptuación, un caleidoscopio incomprensible y el hombre una simple marioneta o una hoja arrastrada por el viento, depositada en algún lugar por una ráfaga de azar.

En un esquema como éste, ¿no sería lógico que el hombre aprovechase las cosas "buenas" o que le dieran placer, cuando ellas caen en sus manos, sin mirar las consecuencias que pueden traer para sí y para los que lo rodean? ¿Esto no justificaría hacer todo lo que fuese favorable para nosotros, mientras sea posible? ¿Esto no nos transforma, necesariamente, en "pecadores"?

¿Y por qué nos aterrorizamos después con la ola de crímenes, asaltos y violaciones que asola todo el planeta? ¿No está en la mente de la mayoría de las personas una acumulación de pensamientos y sentimientos de odio, rabia, envidia, codicia y mezquindad? Y si sumamos esos millones de pensamientos y sentimientos, juntándolos a otros de miedo, agresividad, celos y frustración, ¿cuál será el resultado final: felicidad o infelicidad?

Todavía, en muchos casos los órganos de comunicación de masas (diarios, revistas, radios, TV), en lugar de educar, estimulando la perfección emocional y espiritual de las personas, tienen un participación deprimente en el proceso, aguzando las mentes hambrientas, con noticias y fotos espectaculares de masacres, muertes, robos y venganzas terribles; distorsionando las mentes con mensajes consumistas, que repetidas incesantemente, terminan por obligar las personas a comprar productos generalmente superfluos; colocando en la mente de las nuevas generaciones, ideas erradas sobre honestidad, moral auténtica, comportamiento social educado y sobre todo por estimular un modelo de vida, caracterizado por una fuerte egolatría y falta total de respeto por los otros.

Creemos que en las generaciones anteriores las cosas no eran mejores, pero las personas tenían normas y modelos que realmente funcionaban, reduciendo los conflictos (o tal vez sólo disfrazándolos) y sobre todo eliminando la manifestación exterior de éstos.

Por ejemplo, se admitía, aunque implícitamente, que un hombre podía tener amantes siempre que ellas quedasen ocultas, y que su esposa, mismo sabiendo, debería quedarse callada, a menos que el asunto se tornase público. Es claro que creemos que eso es completamente errado, pero lo que estamos queriendo resaltar es que ese modelo era "normal" y todo el mundo se ajustaba a él, porque de lo contrario quien así no procediese, era considerado "anormal".

Hoy en día la cosa es más complicada. Hay mujeres actuando a la antigua, otras separándose del marido y así por delante. Estamos en una época de transición, los conflictos son cada vez mayores, las personas se sienten cada vez más perdidas. ¿Habrá alguna salida en este laberinto terrible?

Pensamos que sí, apenas razonando que deben ser rarísimas las personas que delante de un paquete rotulado "felicidad" y otro titulado "infelicidad" elegirán deliberadamente este último. El problema puede ser colocado entonces de la siguiente manera: las personas son infelices porque no saben cómo alcanzar la felicidad, no porque no la deseen hasta desesperadamente.

Querido amigo, querida amiga: si ustedes tuviesen que superar un problema, tal como conseguir promoción, obtener un empleo calificado o ser aprobado en un examen académico, ¿se quedarían sentados en el cordón de la vereda, esperando que llueva la victoria del cielo o empezarían a frecuentar cursos, estudiar por cuenta propia, consultar profesores y cosas de este tipo, con el objetivo de prepararse bien para cuando llegase la oportunidad?

¿Verdad que ustedes, como personas inteligentes que son, optarían por esto último? Ustedes irían a la búsqueda del conocimiento necesario para superar el desafío correspondiente. En la vida afectiva, sucede la misma cosa. Si la maravillosa sensación de amar y ser amado no acontece espontáneamente y los años van pasando uno atrás del otro, usted no puede continuar con una actitud pasiva, porque eso significará su jubilación afectiva.

Usted debe prepararse. Pero, ¿cómo? Ese era un problema serio. Ahora el problema desapareció. Usted dispondrá de veinte monografías sobre "El Arte de Amar y Ser Amado". Usted tiene en sus manos el mapa de la victoria. Pero no se apure. La victoria no es para hoy ni para ayer y sí para mañana; estudie con atención los diferentes capítulos, practique los ejercicios y poco a poco irá cambiando su mundo interior. Donde había tinieblas y el desánimo, brotará la confianza y el coraje; donde lloraba la tristeza, cantará la alegría y donde maldecía la infelicidad, estallará la felicidad coronada por la magnífica figura del amor pleno.

La causa básica de la infelicidad humana es, pues, quedar resignado frente al mundo exterior, a las circunstancias, a los acontecimientos, a las personas aparentemente todo poderosas, a los supuestos caprichos de la suerte o fuerzas sobrenaturales, no sabiendo cómo actuar para superar esas barreras y erguirse hasta la cumbre soñada de la realización afectiva. Esta resignación crea su propio ambiente negativo, poblado por los fantasmas del tedio, de las preocupaciones, del sentimiento de culpa, de la sensación de separatividad, de la insatisfacción afectiva, entre otros. En este contexto, estos fantasmas tomarán cuenta del campo mental y emocional de la persona involucrada, dañando su vida y en especial sus sentimientos y su modo de actuar y pensar.

Pero usted está en pie de guerra contra esa pereza, contra esa resignación. Usted está dispuesto a luchar hasta el fin por el premio soñado, por la recompensa prometida: amar y ser amado. ¡Felicitaciones, pues, y que Dios lo bendiga en la dura, pero maravillosa caminada!

El tedio

El tedio es uno de los ingredientes más frecuentes de la infelicidad, y él puede ser comprendido como un sentimiento de frustración, producido como consecuencia del contraste entre la situación que se está viviendo y otras circunstancias, reales o imaginarias, pero caracterizadas por un recuerdo bien más agradable.

Un caso bien típico de tedio es el representado por la mujer, cuyo marido está siempre ausente. Ella intenta "matar" el tiempo, o sea disfrazar su tedio a través de reuniones con amigas, visita a la joyería, a la peluquería o a la boutique. La expresión "matar el tiempo" representa una tentativa – en el fondo siempre mal sucedida – que los seres humanos han inventado para escapar de ese sentimiento desagradable que es el tedio. Esta tentativa pretende encontrar alguna actividad, alguna ocupación, aunque sea banal o sin interés, pero que permita el auto-engaño de que se está haciendo alguna cosa, de que no se está completamente vacío.

Los hombres generalmente enmascaran mejor su tedio que las mujeres, porque disponen – generalmente – del ancho desaguadero de las actividades profesionales, así como de la posibilidad de comprar cariño artificial según los guarismos de su cuenta bancaria. Por otra parte, muchas parejas viven sumergidos en un insoportable tedio, solo aplacado a través de constantes reuniones de fin de semana con amigos y conocidos, bien irrigadas con bebidas de diferente tipo, siendo que música en alto volumen, completa el aturdimiento y la fuga de los participantes; otras parejas, mas desinhibidas o quien sabe, con un grado más alto de frustración, necesitan estímulos más fuertes y así practican el "swing", o sea intercambio de compañeros entre parejas, o "fiestas" mas amplias hasta llegar a orgías completas.

La persona hastiada, vive angustiada y preocupada en como va a hacer para enfrentar el tedio; que diversiones, juegos, artimañas o tareas compulsivas va a inventar para escapar de esta sensación tan desagradable. La sociedad moderna colabora en este proceso, ofreciendo actividades más o menos alienadoras para enmascararlo: luces y escaparates brillantes con mil artículos a la venta, telenovelas sentimentaloides, prostitutas disfrazadas de masajistas, ilusiones de todo tipo: boîtes, discotecas de músicas aberrantes; tiendas de artículos para sexo artificial; drogas de diversos efectos y una inmensa variedad de productos de todo tipo.

En verdad, el tedio ha existido en todas las épocas, sobre todo en las clases altas de las diferentes civilizaciones, pero él tiene su punto culminante en la sociedad moderna, superficial, mecánica, llena de falsas atracciones que parecen mantener ocupados los sentidos, pero de una forma ficticia. En verdad, estas atracciones son anestésicos que consiguen adormecer a las personas durante un cierto tiempo, pero cuando su efecto pasa, el dolor es más intenso, y como nadie puede vivir permanentemente anestesiado, el tedio enmascarado durante un cierto periodo, vuelve y cada vez con más intensidad, haciendo muy infeliz a la persona, obligándola a programar diversiones, distracciones y actividades cada vez más elaboradas y también más artificiales para obtener aquella pausa de alivio. Las dosis deben ser cada vez más altas, pero también es más intensa la deterioración física, moral, emocional e intelectual.

El ser humano es mucho más que un animal egoísta, más que sus cinco sentidos apenas, más que un hedonista(*) exclusivo. Él es, antes de todo, un haz de sentimientos, y todo aquello que no los alimente ni los fecunde y que solo sirva para deformarlos y distorsionarlos, es antagónico a las ansias íntimas del hombre, contrario a su verdadera esencia interior, opuesto a su naturaleza divina.

Y el tedio es uno de los elementos que deforma y distorsiona la vida interior del ser humano, extendiéndose como una mancha dentro de él, bloqueando sus energías auténticas y desarrollando en su lugar, burdos remedos, infelices combinaciones, direcciones negativas. Quien transita por las sendas del tedio, recorre caminos opuestos a aquellos correspondientes al amor, a la realización afectiva y nunca podrá llegar a través de aquellos caminos hasta el maravilloso bosque donde florece el sueño más acariciado por el ser humano: amar y ser amado.

Si su problema fuera "tedio", atáquelo ya. Y no peque por falta de coraje, porque tenemos una buena noticia para darle. Hasta sería razonable felicitarlo. No considere esto una broma, porque se trata de una realidad palpitante. Analicemos el caso con cierto detalle.

Antes de todo, usted precisa concordar con la idea de que los seres humanos no somos granos de polvo perdidos en el medio de inmensas constelaciones y universos y si maravillosas piezas creados con infinito amor por el Artífice Divino.

Y usted es un ser humano, por lo tanto una criatura maravillosa. Medite un poco en esto. No sabemos su edad, sexo, profesión, aspecto físico ni el número de su cuenta bancaria; ¡pero afirmamos – sin duda – que usted es un ser maravilloso!

¿Acaso le estaremos diciendo esto para adularlo? ¿O tal vez sea un recurso psicológico para estimular el aprendizaje?

Ninguna de estas hipótesis es cierta. Decimos que usted es una criatura maravillosa, apenas como consecuencia de un raciocinio a nivel más elevado. En efecto, sabemos que el Ser Supremo creó todo lo que existe, y en particular su obra más perfecta: el ser humano. Por lo tanto, considerando que el Creador es infinitamente sabio, no puede haber hecho al hombre sin ninguna finalidad, propósito u objetivo.

El objetivo Divino sólo puede haber sido uno: crear el ser humano para ser feliz, para que ame y sea amado, para que expanda su Gloria por los confines de la Tierra, para que sea su manifestación en el mundo material. ¡Y eso acontece con todas las personas y por lo tanto con usted!

Pero junto con esas bendiciones fue concedido al hombre otro atributo: el libre albedrío. Su voluntad es libre, ella no está presa a los objetivos Divinos. El Creador es paciente. Él espera hasta que cada uno de nosotros venza su orgullo absurdo y supere su ignorancia enorme. Muchas lecciones y experiencias serán necesarias vivir en esta caminada en dirección a la luz; mucho sufrimiento acontecerá en la marcha, pero hay una meta y ella es maravillosa.

Precisamente cuando el vacío, el tedio, invaden la vida de una persona y ellos se hacen insoportables, estamos en los primordios de una transformación increíble: la horrible oruga está pronta para convertirse en una bellísima mariposa. ¿Qué está aconteciendo? Cuando el tedio está en esta fase, es que nuestra Alma comienza a rebelarse contra el modo que percibimos el mundo, aquel modo único e inmodificable. Nuestra Alma ya no suporta más la prisión, porque sabe que hay otra forma de vivir, repleta de mágicos cantares de paz y amor. Hemos completado un ciclo, hemos aprendido la lección.

Si usted está en esta fase, si ya no aguanta más una vida vacía y sin sentido es porque ya agotó su capacidad de errar. Acontece como si una luz nueva se encendiese en su interior y le indicase que toda su lucha antigua, su desesperación, su angustia y su ansiedad son insoportables. Usted debe liberarse de ellas ya. Siga el rastro de la nueva luz que amanece en su interior, acompañe su vislumbre y verá que ella lo empuja en dirección a su evolución espiritual. Esté muy atento.

Su Alma está comenzando a expresarse y su destino es maravilloso: las playas de la felicidad y el calmo puerto del amor correspondido. ¡Felicitaciones!

Las preocupaciones

La sociedad moderna es un mecanismo que expande las preocupaciones por todo su ámbito. En especial, las personas que trabajan fuera de casa son sometidas a una serie interminable de procesos agotadores, tales como: recorrer la distancia que existe entre el domicilio y trabajo, sea de auto, de ómnibus o por otros medios, con embotellamientos, bocinazos, frenadas y barullos de todo tipo; permanecer ocho horas en el servicio, haciendo la mayoría de las veces tareas rutinarias sin ningún contenido creativo, vigilar los colegas más rápidos o eficientes ante el miedo permanente de ser sustituidos por ellos, etc.

Toda esta situación, más la inflación, los aumentos del alquiler o de las mensualidades de la casa propia, los anuncios del aumento de la nafta, del pan, de la leche, de la carne y todo tipo de productos, deja a las grandes masas de la población en un estado lamentable de nerviosismo y preocupación, abriendo así un desaguadero para ampliar el sentimiento de infelicidad.

Es claro que no sólo los obreros, los empleados de comercio y los bancarios, los profesores y los funcionarios sienten este agotamiento físico y mental. Tal vez éste sea sentido en un grado aún mayor por los empresarios, comerciantes e industriales, grandes, medios y pequeños, con la quiebra amenazando muchas veces sus negocios.

Pero esas son apenas las preocupaciones relacionadas con el mundo material, con los asuntos financieros. Otro sector importantísimo, donde las preocupaciones constituyen una de las causas más importantes de la infelicidad humana, se deriva de un sentimiento de pequeñez, por el cual las personas se auto-consideran como algo insignificantes y solitarias, como una especie de astros errantes perdidos en las tinieblas insondables.

La mayoría de las personas, en su mundo interior, está permanentemente ocupada y dominada por las preocupaciones. Estas actúan como bombarderos, atacando a toda hora y dejando a sus víctimas en un estado próximo a la postración. Las preocupaciones atacan a su antojo, de día y de noche, sacando el sueño de aquellos que dominan.

En el campo afectivo, las preocupaciones se originan de sentimientos profundamente significativos, tales como: celos, resentimientos, envidia, posesividad, rabia, egoísmo e inseguridad. Muchos fantasmas nacen, se desenvuelvan y pasan a operar en la vida real de las personas, fabricados por mentes trastornadas por preocupaciones afectivas.

"¿Federico me continuará queriendo?"… "¿Será que Silvia prefiere a mi o a Ronaldo?"… "¿Gustavo me engaña?"… "Juliana no satisface mis necesidades sexuales. ¡Como tengo rabia de ella!"… "Agustín es mío, ¡nadie puede mirarlo!"… "Si él quiere casarse conmigo tendrá que satisfacer todos mis caprichos, ¿pero será que él concuerda?…" "Isabel es más bonita que yo, ¿qué podré hacer para quedarme con Andrés?"… " ! Que desesperación!, Miguel es bonito pero pobre; Raúl es rico, pero feo, ¿con quien me casaré?"

Millares de variantes de estas preguntas, o sea de preocupaciones, traspasan todos los días la mente de enorme número de hombres y mujeres, haciéndolos víctimas de intenso sufrimiento y desajuste emocional. La falta de disciplina en la mente de las personas y una gran dosis de egoísmo hacen con que las preocupaciones no puedan ser dominadas y tienden a aumentar en número y grado da intensidad.

Como se puede percibir, analizando cada uno de los casos anteriormente descriptos, se nota, en general, falta de madurez y en varios, un egoísmo acentuado. Por ejemplo, la mujer que duda entre Miguel y Raúl es inmadura, egoísta e insegura, dudando entre el dinero y la belleza, olvidándose de la existencia del amor. El hombre que tiene rabia de Juliana está muy preocupado con las actitudes sexuales de ella, pero tampoco la ama; apenas se interesa en su propio placer. La "propietaria" de Agustín está con las uñas prontas para arañar a quien ose mirar para su perrito humano.

A pesar de las numerosas variantes, todos los casos tienen un fondo común: las personas están preocupadas, porque tienen miedo e inseguridad, siendo que alguna persona del sexo opuesto aparece como la tabla de salvación, de ahí los celos, la posesividad y el rencor, cuando aquella actúa de forma diferente a la esperada. Estas personas dependen emocionalmente del mundo exterior y cualquier oscilación en la conducta del compañero – real o imaginaria – conduce a intensos sufrimientos.

Las afirmaciones anteriores no implican en que lo normal o deseable sea vivir de forma independiente de los demás, impermeable a las emociones y los sentimientos generados por otros seres humanos. Nos parece que la forma más adecuada de vivir es teniendo relacionamientos afectivos profundos con algunas personas, en particular con aquella que amamos, como también es natural el deseo de ser amado por la misma. El problema surge cuando dependemos emocionalmente del compañero, cuando la inseguridad interna exige que él sea nuestra propiedad, o en otros casos, nuestro dueño. El compañero deja, pues de ser una persona y se transforma en un objeto, tal vez valiosísimo, pero apenas un objeto.

Para alcanzar la maravillosa cumbre de la realización afectiva, el tope del sagrado monte del amor correspondido, la deleitosa realidad de amar y ser amado, es necesario que los dos compañeros tengan autonomía, libertad interna. Esto no significa que cada uno va a tener vida separada e independiente, ni es una invitación al libertinaje. Autonomía y libertad interna, simplemente, significa tener espacio mental y emocional para crecer, para desarrollar nuestra personalidad de acuerdo con la matriz de nuestra historia, nuestra experiencia y nuestros objetivos de vida.

Tener autonomía y libertad interna, significa estimular en nosotros y en el compañero, la voluntad de ser cada vez mejores, significa considerar la capacidad maravillosa de amar y la recompensa gloriosa de ser amado, como una dádiva cósmica, como un privilegio concedido por el Creador, a quien debemos agradecer permanentemente por tan espléndido regalo.

Tener autonomía y libertad interna significa, finalmente, reconocer que no somos dueños de nada externo, ni siquiera del agua que bebemos, ni del aire que respiramos, por lo tanto, mucho menos de la persona que decimos amar; en cambio somos dueños exclusivos de nuestro mundo interior y ahí está el secreto para acabar con las preocupaciones: cuando armonizamos nuestros sentimientos, pensamientos y actitudes, con el padrón cósmico, divino, entramos en contacto con fuerzas maravillosas, con energías de altísima frecuencia. Veamos esto con más detalles.

Cuando una persona se armoniza con el padrón cósmico, o sea, cuando calma sus engranajes mentales y entra en meditación o halla refugio en la oración – siempre que su pensamiento sea constructivo, benevolente y amoroso – se liga a la Fuente Universal, a la esencia del propio Creador, y nadie puede evitar esto, a no ser la propia persona, influenciada por los nefastos efectos de la Mente Colectiva. Aquella es la maravillosa fuerza interna que yace en el centro de nuestros corazones y que usted va a utilizar para alcanzar la gloria de la afectividad plena.

Es claro, las personas no sabrán que usted está operando en ese mundo maravilloso, porque él es interno, oculto, secreto, sagrado; pero ellas sentirán sus vibraciones y sin saber por qué, usted se constituirá en un imán para los otros, y sobre todo para esa persona que usted tanto ama. En la alegría insuperable del amor correspondido, tendremos la prueba indiscutible de que Dios es justo, auxiliando aquel que merece. Y usted merece, porque recorrió los caminos positivos, las sendas constructivas, los caminos del Bien y los senderos, a veces escondidos, de la Fe, la esperanza y la confianza.

Ahora, también no se haga ilusiones exageradas, pues no existen botones mágicos y sí procesos graduales. Nadie está libre de enfrentar problemas, dificultades, incomprensiones y situaciones embarazosas durante el resto de la vida. Simplemente porque todos estos accidentes forman parte de las varias lecciones que debemos aprender durante el pasaje por esta vida terrena. El gran y vital detalle es: ¿cómo enfrentamos el problema? ¿Nos dejamos vencer por él o decidimos superarlo?

Por ejemplo: supongamos que usted es mujer, tiene 34 años y es soltera. ¿Se siente vencida, derrotada, jubilada, condenada a ser solterona y a la soledad afectiva? ¿O está dispuesta a luchar por su felicidad? Recuerde, antes de todo, que aquel que ya avanzó alguna cosa en la senda de la Felicidad aprendió una lección inolvidable: cada piedra con la cual tropezó, tenía escondida alguna enseñanza.

Muy probablemente, todas las piedras con las cuales usted tropezó – excepto alguna lección específica – tenían escondido un mensaje bastante general: la necesidad de un cambio radical en el modo de percibir la vida. O sea, si usted hace mucho que está queriendo dar expresión a sus ansias de amor, a su necesidad imperiosa de amar y ser amada, a su sueño de realización afectiva y no consigue alcanzar sus objetivos, no será con una simple redistribución de su vida exterior que llegará a las doradas playas de la felicidad. Sus preocupaciones y sus sufrimientos no desaparecerán mudando el corte de cabello o el modo de vestir.

Concientícese, eso sí, de dos cosas fundamentales. La primera: es necesario cambiar su forma de ver, de sentir y de actuar sobre el mundo exterior; la segunda: es necesario hacer este proceso en forma gradual. Las indicaciones básicas del mismo, están contenidas en el cuerpo de este Capítulo.

Recuerde que el futuro está en abierto. Por mayores y aparentemente insuperables que sean sus preocupaciones afectivas, tal como las percibe hoy, hay un mundo florido a su espera. Pero para verlo, será necesario cambiar de lentes. Se deben cambiar los lentes del Mundo Externo, fabricado por la Mente Colectiva y por lo tanto pesados, oscuros y feos, por los leves, claros y bonitos lentes de su Mundo Interior, fabricados por la chispa divina que allí se aloja.

Los bellos lentes del Yo Interior permiten fluir la luz Divina que yace en nuestro íntimo. Sin esa Luz, el ser humano sería apenas como una frágil hoja castigada por el viento o un pajarillo azotado por un huracán implacable, un grano de polvo esparcido por el viento. El drama de la Humanidad es que, cautivada por el Mundo Externo – a través de la Mente Colectiva – sobre todo por los sofisticados bienes materiales que la moderna sociedad de consumo ofrece, acaba desdeñando, despreciando o ignorando aquella Luz. Pero, cuando reconocemos su existencia, se crea un sólido cimiento para apoyarnos en el imprescindible cambio, se crea la base indispensable para rehacer nuestra vida y transformarla en una experiencia fascinante, digna de ser vivida.

Reconocida pues la existencia de la Luz Divina(*) en nuestro interior,
o sea el vinculo con el Ser Supremo, se abren maravillosas perspectivas de una
harmonización con Él, a través de un proceso gradual, en
el cual la dirección predominante es una vida positiva, irradiante de
bendiciones y buena voluntad para todos, de perdón para aquellos que
nos ofendieron o perjudicaron. Así haciendo, una fortaleza de fe y esperanza
será levantada en su corazón y usted reposará, magníficamente
protegido, en el Refugio del Altísimo, de donde surgirá una luz
purísima que descenderá suavemente hasta su corazón, trayendo
paz, alivio y solución definitiva para todos sus problemas y preocupaciones.:

 

 

Autor:

Prof. José A. Bonilla

(Universidad de la República, Uruguay; Universidad Nacional de Tucumán, Argentina, Universidad Federal de Minas Gerais, Brasil)

 

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