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El origen del hombre (página 2)




Enviado por Jesús Castro



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Ya se habían propuesto varias ideas evolucionistas previas para intentar explicar los nuevos descubrimientos o hallazgos de la biología. Hubo un apoyo cada vez mayor a estas ideas materialistas entre los anatomistas disidentes y el público en general, pero durante la primera mitad del siglo XIX la comunidad cien- tífica inglesa estaba estrechamente vinculada a la Iglesia de Inglaterra, mientras que la ciencia era contemplada como una porción de la denominada "teología natural". Las ideas sobre la transmutación de las especies fueron controvertidas, ya que entraban en conflicto con las creencias de que las especies eran parte inmutable de una jerarquía diseñada y que los seres humanos eran únicos, sin relación de parentesco hereditario con los animales. Las implicaciones políticas y teológicas fueron debatidas intensamente, pero la transmutación no fue aceptada en aquellos días por la corriente científica.

El libro fue escrito para lectores no especializados, y suscitó un gran interés a partir de su publicación. Como Darwin era considerado un científico eminente, sus conclusiones fueron tomadas en serio y las "pruebas" que presentaba generaron un gran debate científico, filosófico y religioso. El debate sobre el libro contribuyó, por otra parte, a favorecer la campaña de Thomas Huxley y sus compañeros del X Club para secularizar la ciencia y desvincularla de la teología, promoviendo el naturalismo científico. En el plazo de dos décadas se produjo un acuerdo científico general de que había ocurrido la evolución y ésta empezó a ser considerada como un hecho, con su patrón ramificado de descendencia común, aunque los científicos tardaron más en darle a la selección natural la importancia que Darwin creía conveniente. Durante el "eclipse del darwinismo", desde 1880 hasta la década de 1930, se dio más importancia a otros "mecanismos" de evolución. Pero con el desarrollo de la "Síntesis evolutiva moderna", en los años 1930 y 1940, el concepto de Darwin de la adaptación evolutiva por selección natural se convirtió en soporte fundamental para la teoría moderna de la evolución, que ahora ha conseguido establecerse como el gran concepto unificador de las ciencias de la vida.

La teoría de Darwin de la evolución se basa en supuestos "hechos clave" e inferencias extraídas de los mismos, que el biólogo Ernst Mayr ha resumido como sigue:

  • 1. Cada especie es suficientemente fértil para que si sobreviven todos los descendientes para reproducir la población, ésta crecerá (hecho).

  • 2. Aunque hay fluctuaciones periódicas, las poblaciones siguen siendo aproximadamente del mismo tamaño (hecho).

  • 3. Los recursos, como los alimentos, son limitados y son relativamente estables en el tiempo (hecho).

  • 4. Sobreviene una lucha por la supervivencia (hecho).

  • 5. Los individuos de una población varían considerablemente de unos a otros (hecho).

  • 6. Gran parte de esta variación es hereditaria (hecho).

  • 7. Los individuos menos adaptados al medio ambiente tienen menos probabilidades de sobrevivir y menos probabilidades de reproducirse; los individuos más aptos tienen más probabilidades de sobrevivir y más posibilidades de reproducirse y de dejar sus rasgos hereditarios a las generaciones futuras, lo que produce el proceso de selección natural (inferencia).

  • 8. Este proceso lento da como resultado cambios en las poblaciones para adaptarse a sus entornos, y en última instancia, estas variaciones se acumulan con el tiempo para formar nuevas especies (inferencia).

En ediciones posteriores del libro, Darwin trazó las ideas evolutivas hasta Aristóteles; el texto que cita es un resumen de Aristóteles acerca de las ideas del filósofo griego Empédocles; los Padres de la Iglesia cristiana y los eruditos medievales europeos interpretaban el relato de la creación narrativa del Génesis alegóricamente, en lugar de como un relato histórico literal; los organismos fueron descritos por su significado mitológico y heráldico, así como por su forma física. Estaba muy extendida la idea que la naturaleza es inestable y caprichosa, con nacimientos monstruosos de unión entre especies, y la generación espontánea de la vida.

La Reforma Protestante inspiró una interpretación literal de la Biblia, donde los conceptos de la creación entraban en conflicto con las conclusiones de una nueva ciencia que buscaba explicaciones con gruentes con la filosofía mecánica de René Descartes y el empirismo del método de Francis Bacon. Tras la agitación de la Guerra Civil Inglesa, la Royal Society quería mostrar que la ciencia no era una amenaza para la estabilidad política y religiosa. John Ray desarrolló una teología de la influencia natural de orden racional, en su taxonomía; las especies eran estáticas y fijas, su adaptación y su complejidad diseñada por Dios, y las variedades presentaban diferencias menores causadas por las condiciones locales. En el diseño benevolente de Dios, los carnívoros causaban una muerte misericorde, rápida, pero el sufrimiento causado por el parasitismo era un problema desconcertante. La clasificación biológica presentada por Carlos Linneo en 1735, también muestra especies fijas de acuerdo con el plan divino. En 1766, Georges Louis Leclerc sugirió que algunas especies similares, tales como caballos y asnos, o leones, tigres y leopardos, podrían ser variedades descendientes de un antepasado común. La cronología de Ussher de la década de 1650 había calculado la creación en 4004 antes de la EC (era común o cristiana), pero los geólogos de la década de 1780 suponían que el mundo era mucho más antiguo. Los seguidores de Werner pensaban que los estratos eran depósitos de la reducción de los mares, pero James Hutton propuso un ciclo de automantenimiento infinito, anticipando el uniformismo.

El abuelo de Charles Darwin, Erasmus Darwin, esbozó
una hipótesis de la transmutación de las especies en la década
de 1790 y Jean-Baptiste Lamarck publicó una teoría más
desarrollada en 1809. Ambas suponían que la generación espontánea
producía formas simples de vida que cada vez adquirían mayor complejidad,
adaptándose al medio ambiente por cambios heredados de adultos y causados
por el uso o desuso. Este proceso se denominó más tarde "lamarckismo".
Lamarck pensaba que había una tendencia progresiva inherente que llevaba
continuamente a los organismos hacia una mayor complejidad, en linajes paralelos
pero separados, sin extinción. Geoffroy sostuvo que el desarrollo embrionario
recapitulaba transformaciones de los organismos en eras pasadas cuando el entorno
actuó en los embriones, y que las estructuras de los animales fueron
determinadas por un plan constante como demostraban las homologías. George
Cuvier discutió con fuerza estas ideas, sosteniendo que especies fijas
no relacionadas mostraban similitudes que reflejan un diseño para necesidades
funcionales. Su trabajo paleontológico en la década de 1790 había
establecido la realidad de la extinción, que se explica por catástrofes
locales, seguido por repoblación por otras especies de las zonas no afectadas.

En Gran Bretaña, William Paley, en "Natural Theology", vio la adaptación como una evidencia del diseño beneficioso del Creador actuando a través de las leyes naturales. Todos los naturalistas en las universidades inglesas eran clérigos de la Iglesia de Inglaterra, y la ciencia se convirtió en una búsqueda de estas leyes. Los geólogos adaptaron el catastrofismo para mostrar la aniquilación repetida en todo el mundo y la creación de nuevas especies fijas adaptadas a un entorno cambiante, en un principio identificando la catástrofe más reciente como el "diluvio universal". Algunos anatomistas tales como Robert Grant fueron influidos por Lamarck y Geoffroy, pero la mayoría de los naturalistas consideraban sus ideas sobre la transmutación como una amenaza para el orden divino social.

Darwin fue a la Universidad de Edimburgo en 1825 para estudiar medicina, pero la abandonó en su segundo año para estudiar historia natural. Pasó cuatro meses ayudando a Robert Grant a investigar invertebrados marinos. Éste le reveló su entusiasmo por la transmutación de las especies, pero Darwin la rechazó. Desde 1827 en la Universidad de Cambridge, Darwin aprendió la ciencia como teología natural del botánico John Stevens Henslow, y leyó a William Paley, John Herschel y Alexander von Humboldt. Lleno de entusiasmo por la ciencia, estudió geología catastrofista con Adam Sedgwick. En diciembre de 1831 se unió a la expedición del Beagle como naturalista y geólogo. Leyó Principios de Geología de Charles Lyell y en la primera parada en tierra, en Isla de Santiago, encontrando en el uniformismo de Lyell una clave para la historia geológica del paisaje. Darwin descubrió fósiles similares a armadillos gigantes, y tomó nota de la distribución geográfica de las especies modernas con la esperanza de encontrar su "centro de creación". Los tres misioneros fueguinos que la expedición debía devolver a Tierra del Fuego eran amables y civilizados, pero sus familiares en la isla le parecieron a Darwin "salvajes miserables y degradados" y ya no veía una brecha insalvable entre los seres humanos y los animales. A medida que el Beagle se acercaba a Inglaterra en 1836, señaló que las especies podrían no haber sido formadas por diseño creativo.

Richard Owen mostró que los fósiles de especies extintas que Darwin encontró en América del Sur tenían relación con las especies vivas en el mismo continente. En marzo de 1837, el ornitólogo John Gould anunció que el ñandú de Darwin era una especie diferente del ñandú descrito anteriormente —aunque sus territorios estaban superpuestos—, que los mímidos recogidos en las Islas Galápagos representaban tres especies separadas, cada una única en una isla en particular, y que aves distintas de varias de esas islas se clasificaron como pinzones. Darwin comenzó a especular, en una serie de cuadernos, sobre la posibilidad de que "una especie cambia en otra" para explicar estos hallazgos, y alrededor de julio esbozó una genealogía de ramificación de un solo árbol evolutivo, los linajes independientes de descarte de Lamarck que progresan a formas superiores. En forma poco convencional, Darwin preguntó a criadores de palomas domésticas y animales, así como a científicos establecidos. En el zoológico tuvo su primera visión de un mono, y quedó pro- fundamente impresionado por lo humano que parecía el orangután.

A finales de septiembre de 1838, empezó a leer el "Ensayo sobre el principio de la población" de Thomas Malthus con su argumento estadístico de que las poblaciones humanas, si no son limitadas, crecerán más allá de sus medios y lucharán por sobrevivir. Darwin relacionó esto con la lucha por la existencia en la vida silvestre y con la "guerra de las especies" en las plantas del jardín botánico de Candolle. Inmediatamente i- maginó "una fuerza como de cien mil cuñas" que empujan variaciones bien adaptadas a las "brechas en la economía de la naturaleza" por la que los sobrevivientes transmiten su forma y habilidades, y las variaciones desfavorables serían destruidas. En diciembre de 1838, había observado una semejanza entre el acto de se- lección de los rasgos practicados por los criadores de animales y una selección malthusiana natural entre variantes arrojadas por "casualidad" de modo que "cada parte de la estructura recién adquirida es totalmente práctica y perfeccionada". Darwin tenía ahora el marco de su teoría de la selección natural "sobre la cual trabajar", pero estaba totalmente ocupado con su carrera como geólogo y esperó para escribir un esbozo de su teoría hasta que completó su libro "La estructura y distribución de los arrecifes de coral", en mayo de 1842.

Los "hechos" expuestos en "El origen de las especies" fueron reunidos por Darwin mismo a lo largo de su viaje en el HMS Beagle entre 1831-1836. Sin embargo, hasta la lectura del ensayo de Thomas Malthus sobre el "principio de la población", Darwin no dio con un marco teórico que considerase adecuado para hilar la argumentación de su obra: "En octubre de 1838, esto es, quince meses después de comenzar mi estudio sistemático, sucedió que leí por diversión el ensayo sobre la población de Malthus, y comencé a estar bien pre- parado para apreciar la lucha por la existencia que se da en todas partes a partir de observaciones a largo plazo de los hábitos de animales y plantas, y de inmediato me impactó el hecho de que bajo tales circunstancias las variaciones favorables tenderían a ser preservadas, mientras que las desfavorables serían destruidas. El resultado de esto sería la formación de nuevas especies. Aquí, por tanto, por fin había una teoría con la que trabajar". El libro se puso a la venta el 24 de noviembre de 1859, en la editorial John Murray de Londres, y agotó los 1.250 ejemplares impresos en el primer día.

Como se pone de manifiesto en "El origen del hombre, y la selección en relación al sexo" (The Descent of Man, and Selection in Relation to Sex), Darwin había reflexionado ampliamente en las implicaciones de su teoría sobre el origen de la humanidad, si bien el tema de la evolución humana no había sido tratado en profundidad en "El origen de las especies". Ello puede deberse a que la publicación de sus ideas sobre la evolución fue adelantada para poder prevalecer como pionera a causa de la investigación independiente de una teoría similar realizada por Alfred Russel Wallace en 1858 —el libro de Darwin fue publicado en 1859—. Por eso, muchos consideran que Wallace merece tanto crédito como Darwin por su teoría de la "selección natural", aunque la obra de Darwin presenta la teoría con una mayor cantidad de observaciones y una mejor argumentación.

Charles Darwin hizo así mismo muchas de sus investigaciones, llegando así a sus propias teorías, con métodos rudimentarios y puramente caseros. En el jardín de su casa observaba con instrumentos muy básicos la hipotética evolución de las plantas, y así de forma completamente empírica y poco sofisticada llegaba a sus conclusiones. Enrnst Mayr distingue cinco subteorías en el "Origen": el pretendido "hecho" de la evolución, la postulación de un origen común para todos los organismos, la diversificación de las especies, el gradualismo y la selección natural. Michael Ruse distingue entre el "hecho" de la evolución, el "patrón" evolutivo (camino interpretativo del proceso histórico ocurrido desde el origen de la vida hasta la actualidad) y la teoría de la evolución (explicación teórica del cambio).

Mediante la teoría del origen común, Darwin pudo integrar en un mismo mapa explicativo testimonios procedentes de campos tan dispares como la biogeografía, la paleontología, la anatomía comparada y la embriología. La convergencia en un mismo mapa conceptual de todas estos datos se tomó como demostración e- vidente de la supuesta descendencia común de todos los organismos vivos y extintos. De este modo, Darwin ofreció lo que parecía una demostración sistemática del transformismo, oponiéndose al fijismo (defendido en el marco tanto del uniformismo como del catastrofismo) y a la teoría de las creaciones sucesivas: "Al considerar el origen de las especies, es totalmente comprensible que un naturalista, reflexionando sobre las afinidades mutuas de los seres orgánicos, sobre sus relaciones embriológicas, su distribución geográfica, sucesión geológica y otros hechos semejantes, llegue a la conclusión de que las especies no han sido creadas independientemente, sino que han descendido, como variedades, de otras especies" (Darwin, "El origen de las especies", página 56).

Darwin admite un abanico muy amplio de causas de variabilidad: "…los efectos de la acción definida del cambio de las condiciones de vida; los de las llamadas variaciones espontáneas, que parecen depender de modo muy secundario de la naturaleza de las condiciones; los de la tendencia a reversión a caracteres perdidos desde hace mucho tiempo; los de las complejas leyes de crecimiento, como las de correlación, compensación, presión de una parte sobre otra, etc." (El Origen de las especies, página 271).

Las condiciones de vida, según Darwin, pueden ejercer una acción directa (cuando actúan sobre todo el organismo o sobre ciertas partes) o indirecta (sobre el aparato reproductor). En el primer caso, los efectos en la descendencia pueden ser determinados o indeterminados: son determinadas las modificaciones que afectan a la totalidad (o a la práctica totalidad) de los individuos de una misma especie, dada su exposición durante varias generaciones a ciertas condiciones ambientales; son indeterminadas las pequeñas particularidades que distinguen a los individuos de una misma especie como resultado de la exposición de cada organismo a las condiciones de vida y que no pueden explicarse por herencia.

En el "Origen", Darwin admite también el efecto lamarckiano del uso y desuso de los órganos (páginas 200-201). El problema no es, por tanto, el de la incompatibilidad causal, sino el de discernir, en cada caso, las transformaciones debidas a la selección natural, al uso y al desuso o a su combinación (páginas 208-210).

El término "variación correlativa" que se esgrime en la teoría comprende, en realidad, tres tipos de variabilidad: la variación entre los cambios ocurridos en el embrión y su traducción en el animal adulto, la ley de la compensación y economía del crecimiento y la variación correlativa entre órganos. Algunas son admitidas completa o parcialmente; otras quedan integradas en la selección natural.

La selección natural no crea las variaciones individuales, sino que las utiliza como material de construcción, como el hombre para crear variedades domésticas (página 95). Lo único que puede hacer la selección natural es conservar y acumular variaciones útiles. "Si no aparecen éstas, la selección natural no puede hacer nada" (página 132). Pero ¿cuáles son las circunstancias que influyen en la producción de variabilidad? Darwin propone varias causas al respecto:

  • 1. La variabilidad puede cambiar entre los individuos, y el índice de variabilidad es heredable (página 178).

  • 2. La producción de variabilidad depende del número de individuos sobre los que actúa la selección: cuanto mayor sea, mayor probabilidad hay de que surjan variaciones favorables. De ahí que las especies que pertenecen a géneros mayores sean las que con más frecuencia presentan variedades. Puesto que la selección natural obra mediante formas que tienen alguna ventaja sobre otras en la lucha por la existencia, actuará principalmente sobre aquéllas que tienen ya una ventaja, y la magnitud de un grupo muestra que sus especies han heredado de un antepasado común alguna ventaja en común. Por consiguiente, la lucha por la producción de descendientes nuevos y modificados será principalmente entre los grupos mayores, que están todos esforzándose por aumentar en número. Un grupo grande vencerá lentamente a otro grupo grande, lo reducirá en número y hará disminuir así sus posibilidades de ulterior variación y perfeccionamiento. Dentro del mismo grupo grande, los subgrupos más recientes y más perfeccionados, por haberse separado y apoderado de muchos puestos nuevos en la economía de la naturaleza, tenderán constantemente a suplantar y destruir a los subgrupos más primitivos y menos perfeccionados. Los grupos y subgrupos pequeños y fragmentarios desaparecerán finalmente (página 186). La subordinación de unos grupos a otros queda explicada por la tesis de que las especies con mayor variabilidad son las de mayor distribución. Así, los grupos grandes tienden a continuar aumentando. Y como los descendientes que varían de cada especie procuran ocupar el mayor y más diferente número de puestos posibles, tienden constantemente a divergir en sus caracteres. Por último, las formas que aumentan en número y divergen en caracteres tienen una tendencia a suplantar y exterminar a las formas precedentes menos divergentes y perfeccionadas.

  • 3. De este modo se explican dos hechos siempre presentes en las clasificaciones: 1) "todos los organismos vivientes y extintos están comprendidos en un corto número de grandes órdenes y en un número menor de clases" (página 572); y 2) "los descendientes modificados procedentes de un progenitor, quedan separados en grupos subordinados a otros grupos" (página 553).

  • 4. El tiempo es también un factor determinante: a mayor tiempo, mayor probabilidad de que aparezcan variedades.

  • 5. Según Darwin, los cambios en las condiciones de vida producen una tendencia a aumentar la variabilidad (página 139).

  • 6. La existencia de "nichos vacíos" que puedan ser explotados sin competencia.

"A esta conservación de las diferencias y variaciones individualmente favorables y la destrucción de las que son perjudiciales la he llamado yo selección natural o supervivencia de los más adecuados" (página 137).

En el "Origen", Darwin utilizó la selección artificial como una analogía fundamental para la comprensión del supuesto mecanismo de la selección natural. La analogía de las técnicas agrícolas y ganaderas había sido ya utilizada por Lamarck como evidencia de la eficacia de su ley de uso y desuso de los órganos (Lamarck, PhZ, página 226). También Darwin, instigado por John Herschel, encuentra en la analogía un gran aliado metodológico. Tanto la selección artificial como la "selección natural" tienen como resultado la transformación de las especies gracias a la acumulación progresiva de variaciones. La gran diferencia estriba en la dirección del cambio: dirigida hacia la utilidad del hombre, en un caso, ciega en el otro (página 81). Sin embargo, en muchos casos la selección artificial se remonta a épocas tan remotas, que su efecto resulta in- consciente para los hombres (página 88). La supervivencia del más fuerte "incluye no sólo la vida del individuo, sino también el éxito al dejar descendencia" (página 118).

La influencia de la teoría de Malthus en la formulación de la teoría de la selección natural se reconoce explícitamente en "El Origen": "De la rápida progresión en que tienden a aumentar todos los seres orgánicos resulta inevitablemente una lucha por la existencia […], pues de otro modo, según el principio de la progresión geométrica, su número sería pronto tan extraordinariamente grande que ningún país podría mantener el producto. De ahí que, como se producen más individuos que los que pueden sobrevivir, tiene que haber en cada caso una lucha por la existencia, ya de un individuo con otro de su misma especie o con individuos de especies distintas, ya con las condiciones físicas de vida. Ésta es la doctrina de Malthus, aplicada con doble motivo al conjunto de los reinos animal y vegetal, pues en este caso no puede haber ningún aumento de alimentos ni ninguna limitación prudente por el matrimonio" (páginas 119-120).

La teoría de la selección natural logra interpretar multitud de hechos biogeográficos: " Las relaciones que se acaban de discutir —a saber: que los organismos inferiores tienen mayor extensión geográfica que los superiores; que algunas de las especies de los géneros de gran extensión se extienden también ellas mucho; hechos tales como el de que las producciones alpinas, lacustres y palustres estén generalmente relacionadas con las que viven en las tierras bajas y tierras secas circundantes; el notable parentesco entre los habitantes de las islas y los de la tierra firme más próxima; el parentesco aún más estrecho de los distintos habitantes de las islas de un solo archipiélago— son inexplicables dentro de la opinión ordinaria de la creación in- dependiente de cada especie; pero son explicables si admitimos la colonización desde el origen más próximo y fácil, unida a la adaptación subsiguiente de los colonos a su nueva patria" (página 547).

Gradualismo: "La selección natural obra solamente mediante la conservación y acumulación de pequeñas modificaciones heredadas, provechosas todas al ser conservado; y así como la geología moderna casi ha desterrado opiniones tales como la excavación de un gran valle por una sola honda diluvial, de igual modo la selección natural desterrará la creencia de la creación continua de nuevos seres orgánicos o de cualquier modificación grande y súbita en estructura" (pagina 155). "Nada vemos de estos cambios lentos y progresivos hasta que la mano del tiempo ha marcado el transcurso de las edades; y entonces, tan imperfecta es nuestra visión de las remotas edades geológicas, que vemos sólo que las formas orgánicas son ahora diferentes de lo que fueron en otro tiempo" (página 141).

La ausencia o rareza de variedades de transición en el registro fósil fue una de las objeciones más reiteradas contra la teoría darwiniana. En el capítulo "Dificultades de la teoría", Darwin alegó distintas razones para poder explicar la ausencia de variedades intermedias:

  • 1. La transformación de partes aisladas en territorios actualmente continuos.

  • 2. Las variedades más numerosas tendrían mayor ventaja evolutiva y harían desaparecer a las minoritarias.

  • 3. La lucha entre las especies de un mismo género es más encarnizada (página 182).

  • 4. Enfrentándose a Lyell, quien oponía la fragmentariedad del registro fósil al gradualismo filogenético, Darwin lo califica de incompleto. El capítulo "De la imperfección de los registros geológicos" está destinado a intentar refutar los "hechos" que desde la paleontología se objetaron contra el hipotético gradualismo de la teoría evolutiva.

Según el principio de la "divergencia de caracteres", los grupos con más géneros resultaban ser los que presentaban más especies y más subespecies. Darwin lo explicó recurriendo a la selección natural: "los grupos biológicos obtienen ventajas al diferenciarse lo más posible, en forma similar a como las obtienen los miembros de un mismo grupo al diferir entre sí" (Origen, página 172). Darwin comparaba el principio de la divergencia con la "división fisiológica del trabajo" de Henri Milne-Edwards, que sostenía que mientras más especializadas son las distintas partes del organismo más eficaz es el organismo en su conjunto. (Origen, pá- gina 242).

En "El Origen", Darwin ofrece varios argumentos contra la concepción morfológica de especie. Así, recurre al dimorfismo sexual y otros polimorfismos (la alternancia de las generaciones, de larvas frente a los adultos y de las diferentes formas de flores que existen en una serie de especies de plantas) para tratar de demostrar que el concepto morfológico de especie no tiene ningún sentido como base adecuada para la construcción de un lenguaje biológico. Sin embargo, el concepto de especie defendido por Darwin continúa siendo una cuestión controvertida. Según Mayr, sus cuadernos de notas muestran que hacia 1837 había abandonado el concepto tipológico de especie, desarrollando un concepto biológico basado en el aislamiento reproductivo. Sin embargo, argumenta Mayr, quince años más tarde, a partir de sus estudios de variedades de plantas, abandonó el concepto biológico para volver a una definición entre tipológica y nominalista como la defendida en el "Origen".

Ghiselin sostiene que el problema es más complicado y que el concepto darwiniano de especie se acerca considerablemente al concepto biológico de la síntesis evolutiva moderna. Aunque nunca llegó a defender la definición biológica de especie en su sentido estrictamente moderno, es decir, las especies como poblaciones reproductivamente aisladas, Ghiselin sostiene que Darwin consideraba a las especies como unidades evolutivas y, por lo tanto, reales. Basándose tanto en declaraciones explícitas de Darwin en los cuadernos de no- tas como en su práctica sistemática, Ghiselin demuestra que "Darwin no consideró que las especies fueran necesaria y totalmente arbitrarias y que no se basó simplemente en la distinción y la semejanza morfológica". Lo que negaba Darwin no era la realidad hacia la que apuntaban los taxones, sino la clasificación pro- puesta en forma de categorías taxonómicas.

El origen del hombre

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"El origen del hombre" (en el original inglés: The Descent of Man, and Selection in Relation to Sex), traducido también como "El origen del hombre y la selección en relación al sexo", es un libro sobre la teoría de la evolución centrada en la evolución humana, del científico y naturalista Charles Darwin, publicado por primera vez en inglés el 24 de febrero de 1871, y en español en 1880.

Es éste el segundo libro sobre la teoría de la evolución de Charles Darwin, después de su libro de 1859 titulado "El origen de las especies". En "El origen del hombre", Darwin aplica la teoría de la evolución y de la selección natural a la supuesta evolución humana, haciendo especial hincapié en la importancia de la selección sexual. Además, el libro aborda muchos otros aspectos del fenómeno humano y que posteriormente han dado paso a la psicología evolutiva, ética evolutiva, a la explicación evolutiva de las diferencias entre las distintas razas de seres humanos, así como el papel dominante de la mujer en la elección de compañeros de apareamiento. El autor, al final de su libro, nos indica cuál es la principal conclusión a la que llega en relación al origen del hombre: "La principal conclusión a la que aquí se ha llegado, y que actualmente apoyan muchos naturalistas que son bien competentes para formar un juicio sensato, es que el hombre desciende de alguna forma altamente menos organizada. Los fundamentos sobre los que reposa esta conclusión nunca se estremecerán, porque la estrecha semejanza entre el hombre y los animales inferiores en el desarrollo embrionario, así como en innumerables puntos de estructura y constitución, tanto de importancia grande como nimia (los rudimentos que conserva y las reversiones anómalas a las que ocasionalmente es propenso) son hechos incontestables".

A través de las páginas del libro se puede comprobar fácilmente que la idea que tenía Darwin acerca del origen de la humanidad era de extracción simiesca, por ejemplo: " Éstos [los simios] se separan entonces en dos grandes ramas, los monos del Nuevo Mundo y los del Antiguo Mundo; y de estos últimos, finalmente, es de donde en remotísima época provino el hombre, maravilla y gloria del universo" (página 164). "Llegará un día, por cierto, no muy distante, que de aquí allá se cuenten por miles los años en que las razas humanas civilizadas habrán exterminado y reemplazado a todas las salvajes por el mundo esparcidas / … / y entonces la laguna será aún más considerable, porque no existirán eslabones intermedios entre la raza humana que pre- pondera en civilización, a saber: la raza caucásica y una especie de mono inferior, por ejemplo, el papión; en tanto que en la actualidad la laguna sólo existe entre el negro o australiano y el gorila" (página 156).

Cuando el Beagle regresó el 2 de octubre de 1836, Darwin se había convertido en una celebridad en los círculos científicos, ya que en diciembre de 1835 Henslow había promovido la reputación de éste (su anterior discípulo) distribuyendo entre naturalistas seleccionados un panfleto de sus comunicaciones sobre geología. El padre de Darwin organizó las inversiones que permitieron a su hijo ser un caballero científico sustentado por sus propios ingresos, y le animó a hacer una gira por las instituciones de Londres para asistir a recepciones en su honor y buscar de ese modo expertos para describir las colecciones de especímenes incorporadas.

Charles Lyell, entusiasmado, se encontró con Darwin por primera
vez el 29 de octubre y pronto le presentó al prometedor anatomista Richard
Owen, quien disponía de las instalaciones del Real Colegio de Cirujanos
de Inglaterra para poder trabajar en los huesos fosilizados recolectados por
Darwin. Entre los sorprendentes ejemplares que clasificó Owen se encontraban
los de perezosos gigantes extintos, un esqueleto casi completo del desconocido
Scelidotherium, un roedor del tamaño de un hipopótamo, que recordaba
a un capibara gigante, y fragmentos del caparazón de Glyptodon, un armadillo
gigante, tal y como inicialmente su- puso Darwin. Estas criaturas extintas estaban
estrechamente relacionadas con especies vivas de Sudamérica.

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Darwin publicó la obra "Diario del viaje del Beagle", que, para mayo de 1839, era ya un éxito total. Luego, durante más de una década, se dedicó a realizar pruebas de cruce de animales y numerosos experimentos con plantas, mediante los cuales encontró indicios de que las especies no eran realidades inmutables y con ello consilidó las implicaciones de su teoría. Hacia el mes de julio, Darwin había ampliado su esbozo a un ensayo de 230 páginas, destinado a completarse con el resto de sus investigaciones en el caso de una muerte prematura. En noviembre la opinión pública reaccionó con polémica ante la publicación anónima de la obra "Vestigios de la historia natural de la Creación", escrita por el escocés Robert Chambers (1802

-1871). Se trataba de una obra bien redactada, que llamó la a- tención sobre el tema de la transmutación. Darwin censuró su bisoñez en geología y zoología, pero las críticas que recibió esta defensa chambersiana de la evolución hicieron que Darwin actuara con cautela y revisara cuidadosamente sus propios argumentos evolucionistas.

Aunque menos controvertida que los "Vestigios" de Cambers, la publicación de "El origen de las especies" atrajo un amplio interés internacional, provocando acalora- dos debates tanto en la comunidad científica como en la religiosa, los cuales se vieron reflejados en la prensa popular. En el ámbito popular, la reacción más recurrente, reflejada en las sátiras y caricaturas publicadas en los periódicos y revistas de la época (tal y como se refleja en la figura anterior), afectó a las consecuencias de la teoría de la evolución para la posición de la especie humana en la jerarquía animal. A pesar de que Darwin sólo había afirmado que su teoría arrojaría nueva luz sobre la cuestión del origen del hombre, la primera reseña del "Origen" lo acusó de hacer un credo de la idea, en realidad sostenida ya en los "Vestigios", según la cual el hombre procedía del mono. El supuesto vínculo genealógico entre el hombre y otros primates enfrentó también a la comunidad científica.

Por otra parte, otros puntos de fuertes críticas contra la teoría de Darwin y su descripción de la naturaleza humana incluyen la relación de la teoría darwiniana con la eugenesia (aplicación de las leyes biológicas de la herencia al perfeccionamiento de la especie humana), el desarrollo del darwinismo social y la tesis de "la supremacía del más fuerte" como argumento para los países neoimperialistas europeos de imponer poder político en África y América. Además, existen otras controversias sociales respecto a la posible postura machista o sexista en la tesis de Darwin.

En su libro "El origen del hombre" (1871), Darwin describe al sexo masculino con un cerebro "absolutamente más grande", con una "mente" y un "genio más inventivo", con una "eminencia" y un grado "superior" en comparación a la mujer: "El hombre es más valiente, combativo y enérgico que las mujeres, y tiene una genialidad más inventiva. Su cerebro es absolutamente más grande" (capítulo XIX: Hombre – Diferencias sexuales. Página 557). "La distinción principal entre las facultades intelectuales de los dos sexos es mostrada por el logro del hombre en una eminencia superior, en todo lo que toma, de lo que la mujer puede, ya sea la exigencia de una profunda reflexión, razón o imaginación, o simplemente el uso de los sentidos y manos. Si se hicieran dos listas sobre los hombres y mujeres más eminentes en la poesía, la pintura, la escultura, la música (inclusive tanto en composición como en interpretación), la historia, la ciencia y la filosofía, con media docena de nombres en cada materia, las dos listas no podrían ser comparadas. También podemos inferir, a partir de la ley de la desviación de los promedios, tan bien ilustrada por el Sr. Galton, en su obra sobre

`Genio hereditario´, que si los hombres son capaces de una determinante preeminencia sobre las mujeres en muchos temas, el promedio de la facultad mental en el hombre debe estar por encima del de la mujer. […] A- sí, el hombre ha llegado a ser finalmente superior a la mujer" (capítulo XIX: Hombre – Diferencias sexuales. Páginas 564-565). "A fin de que la mujer pueda llegar al mismo nivel que el hombre, ella debería, cuando sea casi adulta, ser entrenada con energía y perseverancia, y tener su razón e imaginación entrenada al punto más alto, y entonces ella probablemente transmitiría estas cualidades sobre todo a sus hijas adultas. Todas las mujeres, sin embargo, no podrían crecer de esta manera, a menos que durante muchas generaciones aquéllas que destacaran en las virtudes más vigorosas se casaran, y produjeran descendencia en un mayor número que las demás mujeres" (capítulo XIX: Hombre – Diferencias sexuales. Página 565).

Otras críticas sobre la descripción darwiniana de la naturaleza humana son señaladas por personajes como Harun Yahya, entre otros, que acusan a los escritos darwinianos de tener múltiples tintes racistas que indudablemente sirvieron de inspiración para el darwinismo social, fundamentalmente el libro "El origen del hombre", donde Darwin frecuentemente habló de "razas humanas" divididas en dos clases principales: 1) las "razas civilizadas", y 2) las "razas salvajes", entendidas estas últimas como los aborígenes australianos. Esto resalta afrentosamente cuando Darwin habla de la supuesta relación entre las facultades intelectuales y el tamaño del cerebro, y cita una clasificación craneométrica en la que se describe a los europeos con la mayor capacidad intelectual, mientras que describe a los asiáticos y aborígenes autralianos con la menor capacidad: "La creencia de que existe en el hombre alguna estrecha relación entre el tamaño del cerebro y el desarrollo de las facultades intelectuales se apoya en la comparación de los cráneos de las razas salvajes y las razas civilizadas, de los pueblos antiguos y modernos, y por la analogía de toda la serie de vertebrados. El Dr. J. Barnard Davis ha demostrado, por muchas medidas cuidadosas, que la capacidad interna media en el cráneo de los europeos es 92'3 pulgadas cúbicas, en los americanos es de 87'5 y en los asiáticos es de 87'1, y en los australianos es de sólo 81'9 pulgadas cúbicas. El profesor Broca ha encontrado que en el siglo XIX los cráneos de las tumbas en París eran mayores que los de las tumbas del siglo XII, en el periodo de 1484 a 1426,

y que el aumento de tamaño, comprobado por mediciones, era exclusivamente en la parte frontal de la cráneo – la sede de las facultades intelectuales" (Charles Darwin, El origen del hombre, 1871, Parte I, páginas 54-55). Así mismo, el autor dedica el capítulo 5 (Natural Selection as affecting Civilised Nations) a tratar la forma en la que él creía que la selección natural afectaba a lo que llamaba "naciones civilizadas", articulando los conceptos de "raza inferior" y "raza superior" a la vez que comentando lo que él consideraba como "obstáculos" importantes para el incremento numérico de "hombres de cualidades superiores": "Existe en las sociedades civilizadas un obstáculo importante para el incremento numérico de los hombres de cualidades superiores, sobre cuya gravedad insisten Grey y Galton, a saber: que los pobres y holgazanes, degradados también a veces por los vicios, se casan de ordinario a edad temprana, mientras que los jóvenes prudentes y económicos, adornados casi siempre de otras virtudes, lo hacen tarde a fin de reunir recursos con que sostenerse y sostener a sus hijos. […] Resulta así que los holgazanes, los degradados y, con frecuencia, viciosos, tienden a multiplicarse en una proporción más rápida que los próvidos y en general virtuosos […] En la lucha perpetua por la existencia habría prevalecido la raza inferior y menos favorecida sobre la superior, y no en virtud de sus buenas cualidades, sino de sus graves defectos" (Parte 1, Capítulo V, página 186). En el mismo libro, escribió que en un futuro no muy distante la exterminación de las "razas salvajes" del hombre genera- ría sin duda alguna un "estado más civilizado": "En algún periodo del futuro, no muy distante, como en cuestión de siglos, es casi seguro que las razas civilizadas del hombre exterminarán y reemplazarán a las razas salvajes en todo el mundo. Al mismo tiempo, los monos antropomorfos, tal como el profesor Schaaffhausen ha señalado, serán sin duda exterminados. La ruptura entre el hombre y sus aliados más cercanos entonces será más amplia, porque intervendrá en el hombre en un estado más civilizado, como podemos esperar, incluso que el de los caucásicos, y algunos monos tan inferiores como el mandril, en lugar de como ahora [pasa] entre el negro o el australiano y el gorila" (Capítulo VI, "En el lugar de nacimiento y la antigüedad del hombre").

Múltiples representantes del movimiento eugenésico y el darwinismo social a nivel político tomaron como bases teóricas dichas ideas darwinianas. De hecho, varios de los hijos de Darwin destacaron como líderes del movimiento, y Darwin llegó a escribir sobre eugenesia activa. En 1911, su hijo Leonard se hizo presi- dente de la Sociedad Eugenésica, y en el mismo año, se formó un grupo eugenésico en Cambridge, en el cual figuraban tres de los hijos de Darwin: Horance, Francis y George. Así mismo, se dice que Adolf Hitler y Be- nito Mussolini fueron seriamente influenciados por las implicaciones teóricas y metodológicas de la teoría eugenésica darwiniana. De hecho, en general, múltiples críticos a menudo vinculan la teoría evolutiva y la ideología del darwinismo social con la posterior generación de racismo, la creación del nacionalismo, la propagación de la política neoimperialista y parte de los pilares ideológicos del fascismo y el nazismo, que derivó en consecuencias fatales cuando se le dio aplicación política a la idea de la "supremacía del más fuerte". Durante la segunda mitad del siglo XX, el darwinismo siguió recibiendo un profundo rechazo por parte de grupos religiosos, conservadores, etc., especialmente del sector del fundamentalismo cristiano en Estados Unidos, que se oponía a que la teoría de la evolución fuera enseñada en las escuelas.

Conclusión

Tiene sentido haber comenzado el estudio acerca del origen del hombre deteniéndonos precisamente en Darwin y sus teorías evolutivas y antropogénicas, puesto que son el fundamento de las actuales creencias globales en esta materia. También tiene sentido, como nos plantearemos hacer en subsiguientes monografías, examinar la consistencia y solidez del evolucionismo, ya que, a pesar de que existen muchísimas gargan- tas que vociferan en favor de que se trata de un hecho indiscutible, lo cierto es, más bien, que el darwinismo y sus derivados teóricos posteriores presentan numerosos flancos muy discutibles y un soporte criteriológico que en muchos ambientes académicos huele a dogmatismo beligerante.

El individuo que ha venido al mundo en esta época y que por fuerza se topa con una realidad personal, social y natural compleja a la que no tiene más remedio que adaptarse, comienza su andadura por la vida haciéndose preguntas, como todos los niños en todas las épocas. Las principales y más abundantes respuestas las recibirá del entorno social que lo acoge y lo protege: los padres, la familia, la escuela, los amigos, el medio cultural, etc. Por lo tanto, las cuestiones acerca del origen de la humanidad y, consecuentemente, de sí mismo como descendencia o prole de antepasados, las recibirá del neodarwinismo (darwinismo actual: teoría sintética moderna, ala mayoritariamente aplastante del evolucionismo contemporáneo), a menos, claro está, que inusualmente haya nacido en un poblado perdido en el bosque tropical o en un reducto aislado y distante de la sociedad internacional. En tal reducto, desgraciada y probablemente, recibirá doctrinas de disparata- da necedad basadas probablemente en el fetichismo, la magia, la tradición irracional o quién sabe qué tipo de mitología peregrina.

La "síntesis evolutiva moderna" (también llamada "nueva síntesis", "síntesis moderna", "síntesis evolutiva", "teoría sintética", "síntesis neodarwinista" o "neodarwinismo") significa en general la integración de la teoría de la evolución de las especies por la selección natural de Charles Darwin, la teoría genética de Gregor Mendel como base de la herencia genética, la mutación aleatoria como fuente de variación y la genética de poblaciones. Los principales artífices de esta integración fueron Ronald Fisher, J.B.S. Haldane y Sewall Wright. Esencialmente, la síntesis moderna introdujo dos argumentos importantes para el sostenimiento de un darwinismo que estaba en apuros ante nuevos hallazgos que no lo confirmaban, a saber: la unidad básica de la evolución (los genes) con el mecanismo fundamental de la evolución (la selección natural). Con esta nueva argumentación, que no era otra cosa que una acuciante reforma de la antigua, se pudo contemplar la unificación teórica de varias ramas de la biología que anteriormente tenían poco en común, especialmente la genética, la citología, la sistemática, la botánica y la paleontología.

La adopción del punto de vista neodarwinista puede llevar a un individuo preclaro a sentir que la sociedad en la que vive se encuentra sustentada sobre pilares incoherentes, con terribles consecuencias. Por citar un ejemplo entre otros muchos, la mente del esclarecido puede que se detenga a pensar en los denominados "juicios de Nuremberg", acaecidos tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Así, desde el paradigma evolutivo, el abominable Hitler no podría ser visto como una alimaña humana, ni como un transgresor de los derechos humanos, sino más bien como un eventual perdedor en la arena sangrienta de obligados y combativos gladiadores que están confinados en el universo evolucionario. En esa arena no existen buenos ni malos, sino simplemente competidores, o sea, púgiles condenados a perpetuar una lucha sin final para medrar a toda costa.

Así, si nuestro superdotado personaje adopta sin discusión la óptica evolucionista, los juicios de Nuremberg, llevados a cabo contra los criminales nazis de la Segunda Guerra Mundial, se tornan en una farsa contradictoria, pues los magistrados que los presidieron pertenecían, en su mayoría, a las potencias aliadas vencedoras y éstas admitían abierta o tácitamente las doctrinas evolutivas propuestas por el británico Charles Darwin; y, a su vez, paradójicamente, esas mismas doctrinas darwinianas constituían una parte importan- te del combustible ideológico utilizado por Hitler para dar impulso a su maquinaria nazi. Verdaderamente, es éste todo un conflicto existencial para nuestro preclaro pensador, quien, como muchos otros esclarecidos que le precedieron, no tendrá más remedio que impulsarse hacia la búsqueda de alguna solución, si es que desea que su efímera e incierta vida adquiera alguna clase de sentido.

No obstante, con un poco de suerte (o de desgracia, según los inmovilistas), se podría topar con algunos documentos antiguos estudiados por la palegrafía, como, por ejemplo, con los que aportan información a- cerca de la genealogía de Jesucristo. Entonces, guiado por un amigo versado en este tipo de documentos, se percataría de que existen alternativas a la teoría antropogénica evolucionista no menos serias ni peor atestiguadas por los elementos museológicos, es decir, reliquias de un pasado histórico bastante desconocido e insospechado por los investigadores actuales. Ciertamente nuestro buen amigo se toparía con pruebas completamente antagónicas al neodarwinismo, y mucho mejor consolidadas que las esgrimidas por ése. Por consiguiente, en una próxima monografía, si puede ser, intentaremos tratar este asunto.

No queremos cerrar este artículo sin antes dar las gracias a la Wikipedia por el gran servicio que nos ha prestado, al hacer gratuita mucha información y al haber provisto la misma con un alto sentido de objetividad y buena erudición.

 

 

 

Autor:

Jesús Castro

 

Partes: 1, 2
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