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Biografía Rafael Urdaneta (1789-1845) Historia de Venezuela (página 2)



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Nuevas tareas

En 1816 la situación venezolana tiende a mejorar ante el regreso de El Libertador desde Las Antillas donde preparó dos expediciones marítimas hacia nuestro país: las de Los Cayos o de Haití. Además, internamente se habían ampliado las operaciones, especialmente en Los Llanos y Guayana. Con el arribo victorioso de Bolívar por la Isla de Margarita había entrado Venezuela al que él denominó "Tercer Período", desde mayo de 1816. Rafael Urdaneta, al saber este retorno marchó a encontrarse con el Jefe Supremo. Rafael Urdaneta va a adquirir una mayor personalidad gracias a sus dos actuaciones en Venezuela y en Nueva Granada; su madurez lo lleva a ocupar sucesivamente posiciones máximas y lo lleva a pensar en grande, lejos de la mezquindad o la mediocridad. Comparte con Simón Bolívar metas, logros y reveses y penetra en su ideario. Esa madurez lo hace respetable y querido entre sus jefes, iguales y subalternos. Su serenidad destaca mucho en su valimiento; su estricto espíritu disciplinario lo hace admirado jefe; como autoridad jamás es temible ni arbitrario. La firmeza de su carácter lo convierte en valla infranqueable a los inútiles derrotismos de una parte, y al aventurerismo personalista de algunos jefes: él es un equilibrio por el logro de las metas revolucionarias.

La presencia de Rafael Urdaneta en el Frente Oriental desde 1817 fue notable y oportuno aporte al mando bolivariano. Fuese en Barcelona o en otros sitios de Oriente, Rafael Urdaneta fue útil y conciliador; se dio cuenta de la tarea que le esperaba entre los suyos por la tensa relación entre patriotas; presenció las sobrehumanas actividades de Simón Bolívar para hacer entrar a algunos jefes díscolos a la estrategia, que tenía que ser común, unitaria, coordinada por un mando supremo y eficaz. Pero, mientras en Oriente la situación era desalentadora (caída de Barcelona, etc.), en Guayana la causa nacional tomaba auge y afianzamiento con la campaña iniciada por Piar, y que desde ahora estaba bajo la dirección de Simón Bolívar.

Guayana fue otro escenario importante para Rafael Urdaneta: las tropas allí fueron puestas a sus órdenes, cuando llegó acompañado de Antonio José de Sucre y otros compañeros en vísperas de la célebre Toma de Angostura (Ciudad Bolívar); conságrase con ahínco y diligencia a mejorar la disciplina y el adiestramiento del ejército; se organiza el Estado Mayor. En fin, fórmase un ambiente de apresto, eficiencia, actividad intensa y fe en la victoria; esta campaña -la de Guayana- dio oportunidad a los patriotas para afirmarse definitivamente en el país como un paso de adelanto en la ejecución de espectaculares sucesos, y que después serían de resonancia en el Continente. Rafael Urdaneta regresa al Apure en operaciones iniciales con la próxima Campaña de Los Llanos; luego participa en ésta, entra a Calabozo, acompañado de voluntarios extranjeros -oficiales ingleses- llegados a Venezuela; Bolívar acomete la entrada a los Valles de Aragua; nombra a Rafael Urdaneta, Gobernador de la Provincia. Pero una contraofensiva realista hace replegar a los patriotas, que vuelven al llano guariqueño. Poco antes: la tercera Batalla de La Puerta, en la que Rafael Urdaneta mandó la infantería. Morillo era el contendor, de regreso de Nueva Granada pacificada por él.

A fines de este año 1818 Rafael Urdaneta presidió el Consejo de Estado en Angostura, que era la capital de la República; luego acompañó a Simón Bolívar por los ríos Orinoco y Apure, en calidad de Jefe de Estado Mayor encargado. Mientras la guerra avanzaba, Rafael Urdaneta retorna al Oriente para apoyar maniobras importantes: realizó operaciones en Margarita, Barcelona y Cumaná, hasta volver a Guayana, centro del mando político-militar venezolano. Al comenzar el año siguiente estuvo en Margarita con instrucciones muy precisas, entre ellas recibir un abundante aporte de hombres por parte de las autoridades insulares, y desarrollar un plan estratégico global, de alcance nacional, para grandes operaciones. Pero se vio dificultado en sus tareas en la Isla por la desobediencia del valeroso General Juan Bautista Arismendi, opuesto a que sus tropas salieran hacia Costa Firme; era el Gobernador Político; sin perder su serenidad lo suspendió del cargo, lo arrestó y envió a Angostura para informar acerca de su conducta en tan enojoso e inoportuno asunto, para hacer respetar el principio de autoridad nacional.

Desde Margarita pasó a Barcelona, tomándola; luego a Cumaná con igual fin, pero al darse cuenta de no disponer de los recursos necesarios para establecer un sitio prolongado, por tierra y mar, abandonó su plan, y se dirigió a Guayana, vía Cumanacoa y Maturín. Marcha penosa por la estación lluviosa, hasta llegar a Angostura, cumplida su misión en Oriente, luego de haber observado una situación republicana con algunos síntomas de inestabilidad.

Urdaneta y la Gran Colombia

Los reveses del año de 1818 fueron compensados -sobre todo la fracasada conquista del Centro en el frente llanero- por los promisorios sucesos del siguiente, cuando se consolida la posición republicana. El principal, de carácter político, fue la reunión del Congreso en Angostura, el 15 de febrero de 1819; importante, porque restableció el orden constitucional roto en 1812 al caer la Primera República. El Congreso tuvo estos efectos saludables:

  • a) La presentación ante él del Mensaje o Discurso de El Libertador, importantísima pieza literaria entre las escritas por él: ya van tres importantes, el Manifiesto de Cartagena, la Carta de Jamaica y el presente discurso.

  • b) La designación de Simón Bolívar como Presidente Provisional de Venezuela aumentando su autoridad civil y militar, legalmente establecida.

  • c) La sanción de la segunda Constitución venezolana, de inspiración bolivariana.

El suceso de tipo militar más importante fue la Campaña de Nueva Granada o de Boyacá, que volvió el curso de la guerra en contra de los monárquicos en el hermano país, hasta 1819 la más grande hazaña guerrera bolivariana, que comenzada en la llanura apureña, siguió en el difícil Paso de Los Andes hasta concluir en la Batalla de Boyacá, el 7 de agosto de 1819, con la que terminó para siempre la guerra en Nueva Granada; Simón Bolívar entró triunfalmente en Bogotá en medio de una delirante multitud. En el orden diplomático se distinguió la proclamación de la República de Colombia o Gran Colombia, el 17 de diciembre de dicho año, al regresar El Libertador de la campaña granadina. En efecto, pidió al Congreso la unión de Venezuela y Nueva Granada, y posteriormente Ecuador (Quito) para formar una sola nación. Sancionada la Carta Fundamental de la Gran República. Bolívar fue designado Presidente General.

¿Qué papel desempeñó Rafael Urdaneta en la Gran Colombia? Es de darse cuenta que hombres como este eminente zuliano adquirieron sitio relevante en los ámbitos civil y militar. Porque fue Rafael Urdaneta en quien pudo más el honor y la ambición sagrada de servir a la Patria que otra finalidad subalterna; quien se orientó más por la ley que por el personalismo; se convirtió en una figura necesaria en el nuevo Estado. En esta etapa grancolombiana Rafael Urdaneta acrecentará más su actuación debido a su visión amplia y acertada, a su excelente colaboración en la construcción de esta nueva y extensa república. Es, además, de los que primeramente contribuyeron al auge creador y a la defensa del bolivarianismo en función emancipista e integradora.

De inmediato iba a dirigir operaciones en la Campaña del Norte (Cundinamarca) con la División de su nombre, que incluiría a Maracaibo, pero al pronto Bolívar desistió de este plan, pero sí pasó a San Cristóbal con la misión de observar a La Torre, ubicado en Mérida; allí sus actividades son básicas, precisas y metódicas, como el mejor concurso suyo a las políticas militares de El Libertador. Entre tanto advino el año de 1820, de relativa calma en las hostilidades. Hay planeada una gran campaña, visto el éxito de Boyacá, para este año, destinada a repetir éste, pero en Venezuela para clausurar la guerra; en ella tendrá cabida, y en primera línea, el héroe maracaibero, pero las circunstancias desfavorables aconsejaron diferirla para 1821, pues Simón Bolívar no cedía en su empeño por libertar a su Patria, como lo juró en el Monte Sacro (Italia) en 1805.

Exaltación de la actuación militar de Urdaneta

Ya Venezuela estaba libre desde el 24 de junio de 1821 con el gran trofeo de Carabobo, tras continua y contradictoria, en sus resultados, lucha heroica de once años de duración. En lo que respecta a Rafael Urdaneta, es clara esta clase de actuación, por su entrega a este servicio de las armas, que fue total, persistente y productivo, y lo condujo a su encumbramiento personal. Dicha actuación realízase tanto en Nueva Granada como en Venezuela; en ésta en escenarios distintos, desde Los Andes hasta Oriente, desde el Apure y el Orinoco hasta Valencia y Coro, desde Guayana hasta Maracaibo, sin excluir Los Llanos; tal fue la amplitud geográfica de su quehacer militar. Su espada no conoció la pausa cualesquiera fueran los resultados de su empleo.

Jamás abandonó su espíritu de superación y de constancia ni aún en las derrotas. Héroe excepcional, respaldado por estas cualidades: la circunspección, la disciplina, el espíritu de organización, la inflexibilidad, la honradez; una moral inconmovible, un desprendimiento ilimitado, una actitud audaz y creadora de patrias libres. Abandonó sus comodidades personales para contribuir a hacernos soberanos, para sacrificarse sin aspirar a recompensas. Tuvo un liderazgo militar sin pretensiones caudillescas. Entendió lo heroico como un deber personal al servicio de la República.

Poseído de un don especial para el mando, sabía ejercerlo sin arrogancia sino con la actitud serena, la intención persuasiva y respetuosa. Actuaba según las circunstancias para extraer el mejor provecho de sus acciones militares, mediante el uso oportuno de la cautela, la precisión en los movimientos, la firmeza, el cálculo, la prudencia, el denuedo, la nobleza, la comprensión, el método, en fin, la ardorosidad patriótica. Comprendía suficientemente que su función militar correspondía al desarrollo, cumplimiento y éxito de la múltiple estrategia bolivariana por compartir. Rafael Urdaneta, parecidamente con el General Sucre, era del criterio de que El Libertador requería de la desinteresada, permanente y fecunda fidelidad de los oficiales inmediatos para la mejor conducción de la guerra. En ello Urdaneta fue muy lejos, por lo que obtuvo la confianza y el crédito del Jefe Supremo. Ya, pues, con su participación en la Campaña de Carabobo ha cesado la actuación propiamente guerrera del General Rafael Urdaneta, coincidencialmente con el término de las hostilidades en nuestra Patria. Noblemente ha cumplido con ella desde las duras tareas militares.

Actuación civil

Perspectiva General

La actuación civil del General Rafael Urdaneta se desarrolló también durante su participación militar, y continuó y creció durante la Gran Colombia (1819-1830) y en la República de Venezuela (1830-1845). Esta clase de actuación sirvió para elevar sus méritos ciudadanos a muy altos niveles, contribuyó a proporcionar una imagen civilista del Héroe, y, a probar ahora con más decisión se consecuente fidelidad al Libertador-Presidente de la Gran Colombia en los días más dramáticos de éste (desde 1828 en adelante). De modo que, mientras en la Guerra brilló por su espada, después de la Gesta brilló por sus dotes propias de un hombre de Estado o de íntegro civil.

En materia de Administración Pública demuéstrase apegado a la ley, honesto hasta la temeridad, democrático, amigo del orden y de la autoridad, empeñoso en las buenas relaciones entre gobernantes y gobernados; hizo gala del buen parlamentario, de funcionario progresista y de Magistrado apto para enfrentar situaciones difíciles, hasta lindantes con la anarquía. Su contacto directo con gentes de dos naciones le facilitó el desarrollo de sus gestiones militares y civiles, y en particular desde el nacimiento y hasta el término de la Gran Colombia, de la que fue servidor incansable y fructífero, influido por su espíritu de grandeza nacional.

Rafael Urdaneta, congresante

Puesto a funcionar el aparato legislativo de la Gran Colombia desde el Congreso de Cúcuta, principalmente, en el año 1821, y después en Bogotá, la vida interna de la gran nación aparentaba o era, una época de entendimiento a fin de que el Congreso se entregase a sus labores para resolver los diversos problemas; de éstos los principales eran:

  • El orden público.

  • La Esclavitud.

  • Las leyes en general.

  • La cuestión indígena.

  • La Instrucción Pública.

  • Los Impuestos.

  • Entre otros de vivo interés para los ciudadanos.

Había optimismo en el trabajo legislativo, mientras El Libertador, desde 1822 se encontraba en el Sur (Ecuador, etc.) independizando como era su tarea esencial. En este ambiente se abría paso Rafael Urdaneta como legislador.

Senador por su provincia natal, une su talento y su habilidad, su desprendimiento y su ferviente patriotismo, mas su adhesión al fortalecimiento popular, a los de los otros congresistas. Era Rafael Urdaneta uno de los legisladores nuevos, con todo aportó iniciativas felices debidas a su humana condición, al deseo suyo de ser útil a la población menos favorecida y al espíritu de justicia que orientó a su función legislativa. Defendió leyes liberales, progresistas y justas. Fue un parlamentario que empleó el planteamiento directo de los problemas, tuvo un concepto muy claro de las exigencias del Estado, utilizó la réplica oportuna y serena, exhibió respeto por el contrincante, demostró dominio en la materia que trataba e ingenio en la exposición sin caer en la oratoria vana. Su condición de militar del pueblo determinó en él este tipo de comportamiento.

Fue Rafael Urdaneta designado Presidente del Senado, y por lo mismo, del Congreso, desde cuyo alto cargo se caracterizó como atinado conductor en las deliberaciones. Entonces firmó el ascenso de Antonio José de Sucre, quien actuaba brillantemente en el Sur, a General de Brigada, se determinó el tratamiento debido a los Secretarios (Ministros) del Despacho para su concurrencia a las sesiones del Congreso, entre otros hechos muy importantes. También diseñó, aunque breve, un plan concreto de reconstrucción del país que solucionase los serios problemas de la Gran Colombia. Cupo en su mente una preocupación por la Instrucción Pública (Educación) porque la entendió como cuestión de primera necesidad, en armonía con el pensamiento bolivariano, por lo que pidió para ella protección inmediata -creación de escuelas y mejoramiento económico de los maestros-, y con plena razón la supuso palanca de primer orden en el progreso de los países.

Otro aspecto social en lo moral, fue su oposición a los juegos de envite y azar, muy generalizados en el pueblo, que lo arruinaban; también enfiló sus baterías en el Congreso contra la corrupción administrativa con medidas concretas para prevenir un flagelo de funestas consecuencias para todos. Ello producto de su honradez a toda prueba, que lo honorifica. Igualmente se perfiló en él su espíritu civilista; entre otras cosas, se mostró defensor de la libertad de pensamiento escrito como el mejor medio de comunicación popular. Partidario de la autonomía de los poderes públicos, la defendió con todo calor por saludable al buen funcionamiento del sistema republicano.

Su obra legislativa en esta etapa fue muy brillante y afirmativa, equilibrada y justiciera, progresista y favorable al pueblo menos favorecido por la fortuna. Privó en Urdaneta en su actuación legislativa el exacto conocimiento de los pueblos, como un militar que supo muy de cerca de sus sinsabores y demás penalidades en aquellos largos y sombríos años de la guerra liberadora. La apertura o amplitud y la calidad de su pensamiento, la consecuencia con sus principios y la sinceridad de sus gestos y planteamientos lo convirtieron en uno de los legisladores más importantes durante la Gran Colombia.

Rafael Urdaneta, magistrado

Dentro del difícil, complejo y disputado mundo grancolombiano sobresalía el General Urdaneta, quién sería convocado por el destino de los pueblos para ocupar la Presidencia de la República Colombiana reforzando su visión de grandeza desde su posición personal. Enfrentó con entereza la difícil situación presentada, particularmente desde 1828, que anticipaba el hundimiento de esta frágil nave en el mar de las pasiones desatadas determinantes de una próxima y disociada anarquía. En dicho año fracasó la Convención de Ocaña, reunida por El Libertador para conjurar la crisis; desde entonces fue implantada la dictadura bolivariana a fin de evitar la guerra civil o la anarquía que amenazaban la nación, extendida desde el Atlántico y el Caribe hasta el Océano Pacífico. Mientras tanto en septiembre de ese año prodújose el atentado para eliminar físicamente al Libertador-Presidente.

Desempeñaba Rafael Urdaneta el Ministerio de Guerra y Marina, quien fue designado presidente del tribunal encargado de juzgar a los conspiradores. Con esta tarea se perseguía vindicar la persona de Simón Bolívar, asegurar la paz pública e intentar la unidad nacional. Su actitud en el presente caso fue categórica, enérgica sin temer el juicio de la posteridad. Momento decisivo en la actuación pública del prócer zuliano cuando demostró la más ruda franqueza, la valentía y la estricta fidelidad al Jefe Supremo. Afortunadamente, en lo espiritual se encontraba preparado para tan grave y desconcertante situación como la presente.

Dos años después, en momentos sombríos para la República, al borde del colapso, y cuando además la salud de El Libertador declinaba raudamente, le tocó ascender a la Presidencia de Colombia, luego de los brotes revolucionarios que siguieron a la renuncia de Simón Bolívar a dicho cargo. Su paso por éste dio a Rafael Urdaneta la oportunidad para demostrar una vez más su civilismo consagrado. Conduce el Gobierno como Encargado del Poder Ejecutivo, en medio de altas tensiones, con gran actividad y optimismo, atinadas decisiones y el respeto a las leyes. Su desinterés, su sobriedad y su aliento patriótico infundían respeto y acatamiento. Sabedor de lo que tenía bajo su responsabilidad, briosamente dio curso a su gestión.

Durante ésta, el 17 de diciembre de 1830, falleció nuestro Libertador en Santa Marta. Impuesto de tan infausto suceso dictó la Proclama en homenaje al Héroe, fechada el 6 de enero de 1831, cuyo primer párrafo dice: ¡colombianos! Agobiado por el peso del dolor, me esfuerzo, no obstante, por cumplir con el más triste de mis deberes como magistrado, como ciudadano, como amigo. Os anuncio que ha cesado de existir el más ilustre entre todos los hijos de Colombia, El Libertador, el fundador de tres Repúblicas, el inmortal Simón Bolívar. Después de haber agotado hasta las últimas heces el cáliz de amargura que le ofreció la suspicacia de algunos conciudadanos suyos, ha pasado a la región de las almas, dejando un vacío inmenso en Colombia, en América, en el orbe civilizado.

Ya la Gran Colombia era inexistente: Venezuela primero y luego Ecuador se habían separado definitivamente del proyecto integrador surgido en Angostura en 1819. Con todo, Rafael Urdaneta hizo esfuerzos concretos ante los Generales José Antonio Páez y Juan José Flores, respectivamente, Jefes de Venezuela y Ecuador, para mantener la unidad, sin éxito.

Rodeado de distinguidos neogranadinos y algunos venezolanos, procuraba un entendimiento entre adversarios y amigos del Gobierno. Pero fue tal el estallido de odios y la intensa pugnacidad, que cuando hizo de su parte para pacificar el país, no dio resultado afirmativo. Triunfaron la exaltación pasional, el personalismo y la ambición.

Entendiéndose con el General Caicedo, Vice-Presidente de la Nación, logró firmar el Tratado de Apulo, mediante el cual éste asumía la Presidencia, y ambos influirían entre sus respectivos partidarios a fin de calmarlos y devolver la paz a Colombia. Triunfó, pues, la idea de Rafael Urdaneta de evitar la anarquía con un gobierno de transición, pacífico y acatado. Logró sabiamente su oportuna y prudente retirada del mando, cumplida su misión pacificadora. Recibió del Consejo de Estado en Bogotá el agradecimiento por sus importantes servicios, su conducta equilibrada y su patriotismo puesto en bien de todos. Cumplida la transmisión del poder, el General Rafael Urdaneta se retiró con su familia, airoso y prestante, hacia la costa atlántica -Santa Marta. Con rumbo al exterior. De consiguiente, había concluido: su residencia en la Nueva, Granada, a donde había llegado muy joven y hubo contraído matrimonio, y su actividad pública de tanta brillantez.

Descendió de la Suprema Magistratura como ascendió: sin caudales económicos pero provistos de reconocida y considerable riqueza moral debido a su indiscutible cualidad de gran ciudadano. Demostró en tal elevado cargo sus óptimas condiciones para sortear exitosamente tantas complicaciones políticas, fortalecido por su tenaz voluntad, Se le vio luchar serenamente por encauzar las distintas corrientes de la apasionada opinión pública. Con firmeza encaró turbulencias. Fue la suya, la pedagogía de acendrado civismo, emanado de un militar magnánimo, pleno de cordura y convivencia. Y, finalmente, supo comprender la llegada de nuevos tiempos en la fenecida Gran Colombia, apartándose con honor del encendido medio granadino al que sirvió con ejemplaridad.

Actuación civil en Venezuela

Realizada la separación de Venezuela de la Gran Colombia, quedó como Jefe Civil y Militar del país, el General José Antonio Páez, respaldado por venezolanos de gran influencia; ello ocurrió desde 1830 y a poco fue proclamado Presidente Constitucional de la República iniciándose nueva etapa histórica en la nación, o sea la República Contemporánea. Ante la nueva situación al General Rafael Urdaneta no quedó otro camino que el de volver a su patria luego de una estadía en Curazao por razones ajenas a su voluntad. Desde 1833, está dispuesto, ya en Venezuela, a servirle; continúa su actuación civil en la que era un experimentado, paciente y humildemente se entregó al quehacer político amparado en su patriotismo.

Su nueva presencia en el país despertó natural expectativa por ser uno de los selectos venezolanos que regresaban de sus aventuras gloriosas sembrando la libertad en suelo americano. Por lo que se le solicitó su participación para reconstruir la República. Producto de su bolivarianismo lo fue su iniciativa de crear la Sociedad Bolivariana, el 28 de octubre -Día de San Simón- de 1842, a escasos meses antes de la repatriación de los despojos mortales del Héroe. Este organismo tuvo el objeto de difundir y mantener los sentimientos de veneración y de gratitud que los venezolanos debemos al Padre de la Patria, y era una institución privada.

Nos imaginamos al General Rafael Urdaneta ubicado en una Venezuela cálida en su ambiente político, ávida por encauzarse hacia un civilismo reforzado, sometida al paternalismo civilista de Páez; saturada de problemas de variada índole que determinaban una miseria general; optimista en cuanto que sucedían los primeros gobiernos respetuosos de la Ley y amigos del progreso; en fin, una Venezuela que se reagrupaba después de gastar tantas energías dentro y fuera de ella por lograr la Independencia, y volver en sí misma para rehacer su imagen institucional. Nueva expectativa para un ciudadano de la talla de Urdaneta. Le era propicio el momento para nuevas acciones en el curso de su vida civil.

Asume ahora interesantes funciones: resultó electo Senador por la Provincia de Coro (1837), cargo en el cual prosiguió demostrando sus condiciones de congresista diligente por la causa popular. Tema que sobresalió en sus ocupaciones legislativas fue lo relativo a la población, convencido de que era necesario aumentarla. Se esforzó en estimular la natalidad por medio de medidas dirigidas a fortalecer la familia, como crear elevado impuesto a quienes viviesen en concubinato, tan generalizado como tolerado; la creación de una prima de 500 pesos por cada hijo varón y 250 por cada hembra, que nacieran de una misma familia legalmente establecida. Otra medida: adjudicar gratuitamente 5 hectáreas de terrenos cultivables a la familia que comprobara haber tenido 5 hijos o más, en el mismo matrimonio.

Se ocupó de los núcleos hoy llamados marginales, de la siguiente forma: a moradores pobres de zonas urbanas se les adjudicarían una vivienda por cada grupo de 5 hijos en su matrimonio, y una pensión de 300 pesos anuales hasta ciertas limitaciones. La escasez de recursos económicos por parte del Tesoro Nacional impidió, naturalmente, la realización de este prometedor proyecto del General maracaibero. En suma, su actuación parlamentaria se desarrolló a la altura de la Venezuela de esa época, reconstituida en nación soberana; estuvo caracterizada por iniciativas sociales urgentes y de justicia.

Últimas actuaciones

Para un hombre como Rafael Urdaneta no había lugar para la pausa en su quehacer público, por lo que estaba llamado constantemente a asumir elevadas funciones de Estado, a las cuales, de paso, estaba habituado y para las que tenía las mejores disposiciones, conocimientos y honestidad. A pesar de que la República se había reiniciado con estabilidad y ciertos rasgos de progreso, persistían desajustes por enfrentar y corregir, y cuestión delicada era el Ministerio de Guerra y Marina. En 1836 el Presidente Soublette le confirió esta responsabilidad: se mostró pacificador cuando alguna insurrección tuvo lugar; por sus aptitudes personales fue uno de los más íntimos colaboradores de este Presidente. Pero dos años antes enfrentó la Revolución de Las Reformas como Segundo Jefe del Ejército Nacional encargado de dominar a los alzados en contra del entonces Presidente doctor Vargas; puso en juego su apego a la legalidad, su republicanismo y su digna trayectoria militar.

En 1842, fue Gobernador de la Provincia de Guayana -toda ella evocación de épicas jornadas en la década anterior-; dejó una huella de justicia, progreso y honestidad. Otra manera de servir a la nación, y muy especialmente a su inolvidable jefe, guía, amigo y maestro -El Libertador- fue el hacer comandado las tropas que rindieron postrer homenaje al Padre de la Patria durante el traslado de los restos suyos a Caracas, cuando la Segunda Presidencia del General Páez (1842). En el último trienio de su vida pública que también lo fue de sus existencia, tocó a Rafael Urdaneta transitar por el delicado, fino y honorífico sendero diplomático: por fallecimiento del doctor Alejo Fortique en España, quien conducía la negociación de un Tratado de Reconocimiento, Paz y Amistad entre ambos Estados, fue designado para sucederle; se encargaría de canjear las ratificaciones de dicho tratado y lograr un empréstito destinado a la abolición de la esclavitud.

EL SÚBITO DECESO

El General Rafael Urdaneta no pudo cumplir tan importante misión debido a su súbito fallecimiento en París, el 23 de agosto de 1845, hora aciaga para la Patria. Además, como se había pensado en él para ser llevado a la Presidencia de la República, habría sido nominado por su considerable prestigio en las elecciones de 1846, y meditamos: posiblemente el rumbo de la nación habría sido otro, muy distinto del que tomó a partir de dicho año.

Imagen civil de Rafael Urdaneta

Cuando nos proponemos distinguir los elementos del civilismo del General Rafael Urdaneta nos encontramos con los siguientes: entre otros, una profunda y jamás desconocida conciencia republicana como norte general de esta actuación no armada de un guerrero en función civil; un arraigado y sincero sentimiento de legalismo, por entenderlo como soporte indispensable para la República y una muy firme tendencia institucionalista en beneficio popular.

La imagen que proyecta este militar-civilista es la del político sin arrebatos ni pretensiones excluyentes y por ende, egoístas -personalistas-; sea en el Congreso, en la Presidencia o en la Gobernación Provincial observó la misma conducta: atinar, dentro del desafío de los momentos en que ejerció tan altas funciones.

Es fácil encontrar en las condiciones de sus ejecutorias civiles: su estricto sentido justiciero, su pulcro equilibrio personal, su reconocida inclinación por las buenas leyes y los actos administrativos favorables a la mejor evolución del pueblo, además de su sobrado espíritu de desprendimiento. Muy cerca personalmente de Bolívar, es norma viviente, efectiva, rigurosa y ejemplar en una realidad tan compleja y variable. Entendió el inmenso contenido doctrinario y la grandeza civilista de El Libertador, y por lo mismo, le brindó sin dobleces su respaldo noble, útil, oportuna y lealmente en aras de la unidad nacional y el triunfo de la República. Su alma de gobernante tuvo su fuente de inspiración en las acciones bolivarianas. Indudablemente, Rafael Urdaneta está inscrito por propio valimiento en la galería de los auténticos estadistas producidos en Venezuela.

El mensaje de Rafael Urdaneta

  • El General Rafael Urdaneta es el Héroe Epónimo el Zulia, uno de los grandes venezolanos de todos los tiempos, y constituye y no de los Ilustres Próceres de la Emancipación sudamericana, como personalidad histórica reconocida nacional y continentalmente.

  • Significa el más valioso, elevado, considerable y prestante aporte humano de la tierra zuliana al heroísmo venezolano y latinoamericano (Gran Colombia) por su densa y brillante obra procera.

  • Por su aportación a la causa de la Libertad representa uno de los más significativos y pulcros fundadores de la Nacionalidad: su actuación pública comprendió los ámbitos militar y civil.

  • Fue sabiamente utilizado por su jefe inmediato, El Libertador, por su caudalosa serenidad y firmeza, su excepcional ética, su consecuente lealtad, su esclarecido talento, su ecuánime actuación privada y pública, siempre ajustada a la ley y a la disciplina. Extraordinaria en él su aptitud para cubrir retiradas que le dieron celebridad. En una palabra, sus condiciones de guerrero indiscutible y victorioso lo condujeron a la cima de la Historia Militar en la parte septentrional de Sur América.

  • Su espada se paseó triunfal y justiciera por casi todos los lugares de Venezuela dejando en ellos imborrables huellas de su gran trayectoria militar, debido a su talento y pericia como contribución extraordinaria a la Independencia Nacional.

  • Sobresale en Rafael Urdaneta su leal, eficiente y continua adhesión y asistencia a nuestro Libertador, gracias a sus dotes personales, y, quien por lo mismo, lo distinguiera al asignarle máximas delicadas responsabilidades en su doble faz: heroica y civil.

  • Tuvo esmerada atención por los asuntos de contenido popular en su gestión de legislador con la proposición de medidas oportunas y efectivas que merecieron apoyo y debida consideración.

  • Su actuación civil completó la imagen integral de este Prócer campo en el que fue esclarecido como Ministro, Diputado, Senador y Supremo Magistrado, habiendo dejado huella indeleble por su espíritu institucionalista.

  • Dio despliegue a su pensamiento escrito como lo demuestran sus obras "Memorias" y "Apuntamientos", en las que con gran sencillez, claridad y la expresión propia de un soldado comunicó nutrida información de tipo personal y vinculada con la Guerra Magna y el Gobierno, a los cuales se consagró. Relatos escritos sin ostentación ni artificios retóricos y sí prevalecen, en cambio, la verdad escueta, la nobleza, el laconismo, la reflexión, la modesta elegancia y la humildad, en armonía con su temperamento.

  • Se le reconocen numerosas condiciones personales, que lo inmortalizaron, entre ellas: lealtad a toda prueba, serenidad y firmeza; probidad, pundonor y perseverancia; valentía, decoro y solicitud; laboriosidad, espíritu público, de organización y de humanidad; coraje, caballerosidad y capacidad parlamentaria; pulcritud, sencillez, dotes de estadista, y, todas, presididas por su patriotismo eminente y forjador de patrias.

  • Por sus méritos y condiciones excepcionales se le consideró como eventual sucesor de El Libertador para conducir la Gran Colombia, de la que tenía profundo conocimiento; en momentos de grave crisis fue Encargado del Poder Ejecutivo de esa gran nación, por lo que ocupó el Solio Presidencial del Gran Héroe.

  • En la República de Venezuela, a contar de 1830, se pensó en él como futuro Candidato Presidencial, lo que fue lamentablemente impedido por su prematura desaparición física.

  • Simboliza la personalidad que realizó un formidable esfuerzo durante su actuación en dos naciones, por lo que su obra constituye un legado de venezolanismo integral y creativo.

  • La vocación de su nombre revela que Rafael Urdaneta es uno de los grandes venezolanos: encarna un mensaje de trascendencia nacional. Intérprete de su pueblo y de su época, se convirtió en uno de los máximos forjadores de nuestra Nacionalidad.

  • Su vida y su obra son patrimonio de los venezolanos y constituyen provechosos estímulos para hacer de Venezuela una gran Patria, tal y como fueron sus aspiraciones.

  • Para los escolares y jóvenes venezolanos, en especial zulianos, Rafael Urdaneta es guía permanente, ejemplo vivo y lección elocuente y, fresco y aleccionador mensaje nacionalista.

Concepto de El Libertador sobre el General Urdaneta:

"El más sereno y constante Oficial del Ejército"#

"¡Hombres virtuosos, hombres patriotas, hombres ilustrados constituyen las Repúblicas!"

SIMÓN BOLÍVAR

 

 

 

Autor:

Edgar Alexander Tovar Canelo

 

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