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Factores predisponentes de caídas accidentales de Adultos Mayores (página 2)




Enviado por Celia Sanchez Pereira



Partes: 1, 2

En un trayecto de 2 metros (la longitud de una mesa de exploración) colocar una silla en un extremo, pedir al sujeto se levante y camine al extremo, dando la vuelta y regresando a sentarse; se toma el tiempo en segundos para realizar la prueba. Se considera que un sujeto tiene la prueba anormal si realiza la prueba en más de 14 segundos.

Fuerza de prensión

Con un dinamómetro manual, pedir al sujeto que presione lo más fuerte posible en tres intentos, se toma en cuenta el mejor intento. Una fuerza menor de 20 kg para mujeres, y de 30 kg para hombres se considera una fuerza de prensión anormal.

Levantarse de una silla

Pedir al sujeto que se levante de una silla sin ocupar los brazos para levantarse. Se considera que la prueba es anormal si el sujeto no es capaz de levantarse de la silla sin la utilización de sus brazos.

Short Physical Performance Battery (prueba corta de desempeño físico)

Realizar tres pruebas: prueba de balance, velocidad de la marcha y levantarse de una silla. Si la persona tiene un puntaje < 12 se considera que el resultado de la prueba es anormal. (44)

Asimismo, se ha sugerido realizar una serie de preguntas de escrutinio al anciano con la finalidad de identificar riesgos ambientales para caídas. El conjunto de preguntas pretende dirigir la toma de decisiones para cada uno de los cuestionamientos en los que la respuesta sea un "sí". (29)

Opciones de respuesta SÍ- NO

Preguntas

• ¿Los pisos y tapetes están en buenas condiciones, sin obstáculos que pudieran ocasionar tropiezos y caídas?

• ¿Están bien fijos los bordes de las alfombras?

• ¿Hay desorden en los pasillos o sitios por donde transita?

• ¿La luz es adecuada? (esto es, sin que le deslumbre o produzca destellos)

• ¿Las luces de noche están distribuidas estratégicamente en la casa, sobre todo en lugares peligrosos como las escaleras y el baño?

• ¿Las camas, sillas y sofás tienen la altura suficiente para permitir que se siente y levante con facilidad?

• ¿Los teléfonos están localizados de tal forma que no tenga que apresurarse para contestarlos?

• ¿Los cables eléctricos se encuentran en sitios de circulación?

Baño

• ¿Para limpiar el baño usa alfombra o adhesivo antiderrapante en la bañera o ducha?

• ¿Los tapetes tienen una superficie antiderrapante, sobre todo aquellos que están camino al baño?

Cocina

• ¿Los derrames se limpian pronto para evitar resbalar con ellos?

• ¿Los utensilios más usados se encuentran a la altura de la cintura?

• ¿La mesa y sillas de la cocina son firmes y seguras?

Pasillos

• ¿Hay desorden en los pasillos?

• ¿Permanecen apartados del camino cables de teléfono y de otros aparatos?

Escaleras

• ¿Cuentan, según sea el caso, con uno o dos pasamanos a lado de las escaleras?

• ¿Cuándo es posible, se coloca cinta brillante antideslizante en el primer y último escalón para indicar dónde empieza y termina la escalera?

Calzado

• ¿Tienen sus zapatos suela o tacones que eviten deslizamientos?

• ¿Utiliza zapatos, zapatillas o sandalias bien ajustadas que no se salgan del pie?

• ¿Evita caminar descalzo? (29)

El manejo del paciente con caídas en el primer nivel de atención

El manejo de la persona adulta mayor que ha presentado una caída requiere del abordaje de un equipo multidisciplinario (médico, terapista físico, psicólogo, enfermera y trabajadora social). Con la finalidad de orientar al equipo de salud se han elaborado diversos algoritmos sobre el manejo del adulto mayor con caídas. En algunos lugares se han puesto en funcionamiento las llamadas unidades de Ortogeriatría, en las que se aborda desde una visión multidisciplinaria al adulto mayor que ha presentado caídas con resultados prometedores. (39, 45)

Las acciones relacionadas con caídas tienen dos propósitos fundamentales: la prevención de un nuevo evento y el tratamiento específico de la causa que la originó. La prevención gira en torno a varios sentidos, por una parte es fundamental sensibilizar al adulto mayor, así como a sus familiares de la vulnerabilidad que le confiere la edad avanzada para que se presente una caída. Por otra parte, se deben identificar aquellos factores tanto extrínsecos como intrínsecos, que pudieran generar caídas en el paciente geriátrico, a fin de modificar por un lado el entorno potencialmente peligroso y por el otro, para intervenir preventivamente en aquellas causas que pudieran ocasionar o perpetuar este tipo de accidentes. (36)

Las acciones preventivas involucran a su vez medidas generales como la prescripción de actividad física y alimentación, que si bien con la primera no se consigue ganar masa muscular, se ha demostrado que disminuye la velocidad de la pérdida con la consecuente mantención de la funcionalidad del individuo. Evitar el consumo de alcohol, drogas y otras toxicomanías es también una medida adecuada para prevenir caídas. Las medidas específicas están enfocadas por ejemplo, a ajustar las dosis y el número de fármacos que se consumen, así como a identificar de manera temprana los nuevos padecimientos del paciente con la finalidad de evitar: la sobredosificación, polifarmacia, polipatología y las complicaciones asociadas. (29)

También se han reportado en la literatura programas de intervención multifactorial, que tienen como objetivo prevenir caídas en los adultos mayores. Estos programas sugieren: entrenar para mejorar la fuerza y el balance, evaluar e intervenir en los riesgos de casa, evaluar y tratar el déficit visual y revisar la medicación (realizando modificaciones y/o retiro). (46)

El Tai-Chi-Chuan por ejemplo, implementado por tutelaje individualizado, se ha reportado como una actividad que reduce el número de caídas en los ancianos. (47) Por otro lado, se ha visto también que el incremento en la actividad física puede impactar positivamente en la disminución de la frecuencia de caídas. (46) A nivel internacional se han desarrollado guías clínicas para el abordaje del síndrome de caídas. (29, 45)

A menudo los médicos tienden a prestar poca atención a las caídas si éstas tienen un aspecto mecánico y no acarrean consecuencias inmediatas (fracturas), para concentrarse en las precedidas por mareos o pérdida de conocimiento y con aire de gravedad, que son motivo de una exploración activa. Sin embargo, cualquier caída de un anciano, incluso la primera vez que sucede, debe manejarse no como un simple accidente, sino como un problema potencialmente grave y con un posible riesgo de recidiva. (48)

Al respecto, se estima que un 50% de estas personas sufren caídas de repetición, lo que representa alrededor del 25% en los mayores de 80 años (49). Las caídas reiteradas se asocian a un aumento de la morbimortalidad. (50)

Consecuencias y tratamiento de las caídas.

Consecuencias inmediatas

La gravedad a corto plazo de la caída puede deberse a la propia caída y, en este caso, depende de las consecuencias inmediatas posibles: contusión, hematoma o traumatismos más graves (luxación, aplastamientos vertebrales, hematomas cerebrales, fracturas). Sin embargo, la mayoría de las caídas no ocasiona un traumatismo físico serio: sólo el 6-8% de las caídas produciría fracturas, de las cuales un tercio afecta al extremo superior del fémur.

La gravedad a corto plazo de la caída puede deberse también a la patología aguda que provoca la caída y compromete el pronóstico vital. (48)

Consecuencias secundarias

Las consecuencias secundarias se relacionan sobre todo con la permanencia prolongada en el suelo y al hecho de que la persona no puede moverse. Esta inmovilización prolongada en el suelo, en una persona frágil, tiene una repercusión metabólica que constituye un factor pronóstico considerable. (51)

Favorece, sobre todo, el síndrome de rabdomiólisis, la insuficiencia renal y las hipotermias. También le impide al paciente tomar su tratamiento habitual (desequilibrio de la diabetes, descompensación cardíaca, etc.) o nutrirse (deshidratación, etc.). En estas situaciones se encuentran sobre todo las personas ancianas y frágiles, de modo que constituyen la población principal de este tipo de complicaciones mortales (48).

Mortalidad relacionada con las caídas

La mortalidad en las instancias inmediatas de una fractura del cuello del fémur es una de las principales causas de mortalidad en mayores de 65 años, pero la imputabilidad directa de la fractura sobre la mortalidad no ha podido demostrarse a largo plazo, pues no es fácil determinar si el exceso de mortalidad se debe a la fractura o a otra causa (52). En cambio, la mortalidad aumenta de forma proporcional a la presencia de comorbilidades o de complicaciones postoperatorias. Hay varios elementos indirectos que tienden a demostrar que la mortalidad tras una caída puede deberse más a las consecuencias metabólicas de una permanencia prolongada en el suelo que a las consecuencias traumáticas inmediatas (53).

Consecuencias psicológicas

La repercusión psicológica es un factor que debe tenerse en cuenta: la ausencia de consecuencias fracturarias o metabólicas no significa que el paciente se encuentra bien y puede caminar. En los ancianos, una caída puede provocar un trauma psicológico. De ello resultan reacciones que pueden manifestarse como pérdida de confianza en uno mismo, deterioro de la propia imagen o sensación de inseguridad. Todas estas secuelas psicológicas pueden contribuir a la aparición de un síndrome poscaída. Este síndrome tiene un componente motor, que incluye trastornos de la postura y de la marcha, y un componente psicológico.

Desde un punto de vista psicológico, el paciente puede desarrollar una gran ansiedad, sobre todo durante las fases de verticalización, que puede causar una intensa inhibición psicomotriz con bloqueo de todos los automatismos del equilibrio y de la marcha. En los casos graves puede provocar una fobia a la marcha, en ocasiones amplificada por el temor a caerse otra vez. A más largo plazo, el desarrollo de un síndrome de regresión o de desadaptación psicomotriz es posible.

Para que sea reversible, debe tratarse de forma precoz y específica, pues de lo contrario evoluciona inexorablemente hacia un estado de confinamiento en la cama irreversible. Los factores pronósticos son la incapacidad para levantarse del suelo, la permanencia de más de 1 hora en el suelo o los antecedentes de caídas.

Consecuencias sociales

La caída remite a menudo a una imagen negativa de fracaso y pérdida de autonomía. Puede vivirse como «el principio del fin»: la primera etapa de una decadencia que transita desde la institucionalización a la muerte.

La caída en sí y las lesiones resultantes son factores determinantes autónomos del deterioro funcional de los ancianos, que, al reducir sus capacidades para mantenerse independientes, también disminuyen su calidad de vida. Además, representan un factor de ingreso en la dependencia: el 40% de los ancianos hospitalizados por caída pasa luego a una institución.

Tratamiento inmediato.

Una persona víctima de caídas necesita un tratamiento especializado. Aunque la caída sea benigna, no debe tomarse a la ligera. Es preferible, por tanto, que sea evaluada por un médico.

Es difícil identificar un solo factor causal de la caída en la medida en que la persona mayor suele presentar varios factores de riesgo.

Lo ideal sería, mediante una detección global, poder aislar todos los factores que pudieran tener una parte de responsabilidad en la caída.

La búsqueda de un posible factor desencadenante, como se ha visto antes, conduce a recabar antecedentes de mareos y pérdida de conocimiento en la anamnesis, así como a la práctica de un electrocardiograma (ECG) y una prueba de hipotensión ortostática.

Además, la verticalización es una oportunidad para detectar la hipotensión ortostática. También debe buscarse de manera sistemática una causa neurológica o vestibular. En el examen se ha de investigar la existencia de un déficit motor, una semiología parkinsoniana, vestibular o cerebelosa, o de un trastorno de la sensibilidad. En todos los casos se busca un trastorno metabólico, sobre todo hipoglucemia.

El resultado de este examen permite descartar causas patentes, aun siendo difícil, frente a un trastorno metabólico, y separar aquello que forma parte de la causa de lo que representa la consecuencia de la caída.

Además, es fundamental distinguir lo que debe hacerse en la urgencia de lo que puede efectuarse después, por ejemplo, según las recomendaciones de instituciones científicas sanitarias. (48)

Estrategias de prevención.

Sufrir una caída es un factor de riesgo independiente y considerable de recidiva, ya que una persona que se ha caído triplica el riesgo de un nuevo episodio. Conviene, por tanto, prevenir nuevas caídas, teniendo en cuenta que están provocadas por la interacción de numerosos factores. Las intervenciones dirigidas a reducirlas deben ajustarse a cada caso. Además, la prevención tiene un auténtico interés económico. El desarrollo de programas de prevención de las caídas probablemente sería eficaz para reducir el coste. Los resultados publicados divergen en lo que se refiere a la evaluación médica y económica de los programas: se observa que la mayoría de las estimaciones son de origen anglosajón, es decir, difícilmente se pueden trasladar a otras poblaciones por las diferencias en la manera de tratarlas. Sin embargo, en varios estudios médico-económicos anglosajones o de simulación macroeconómica se observan resultados positivos (54).

Prevención primaria: ausencia de riesgo de caída

Esta conducta no ha dado pruebas de eficacia porque el anciano no se siente concernido en tanto no haya sufrido ninguna caída (55). Sin embargo, puede ser útil mantener alguna vigilancia en la identificación de posibles factores de riesgo de caída, la corrección de déficits neurosensoriales y el mantenimiento de un buen estado nutricional. También debe alentarse al anciano a efectuar una actividad física regular y prestar una atención particular a los pies.

Prevención secundaria: ante la presencia de riesgos intrínsecos o tras una primera caída.

En la persona que tiende a sufrir caídas, se ha revelado la necesidad de aplicar un enfoque global de prevención de nuevas caídas, con el fin de reducir este riesgo de pérdida de autonomía derivada del síndrome poscaída y, de este modo, preservar la calidad de vida. En este contexto, las medidas aplicadas se dirigen a estimular la adopción de estrategias de prevención, con el desarrollo, sobre todo, de programas de rehabilitación para las personas que han sufrido caídas, en el contexto de una asistencia profesional multidisciplinar.

No hay prueba de eficacia de las intervenciones limitadas a ejercicios o a programas educativos para la prevención de las caídas. Así, sólo se han revelado eficaces las acciones que incluyen un diagnóstico de los factores de riesgo individuales o una intervención en la que se combine la corrección de los factores de riesgo con el acondicionamiento del ámbito físico.

El trabajo de prevención de la recidiva de una nueva caída es, por tanto, la ocasión de lograr un compromiso entre el deseo de permanecer en el domicilio y la seguridad de la persona.

La prescripción de kinesiterapia para mantenimiento muscular o un trabajo del equilibrio estático y dinámico pueden constituir una primera etapa, incluso asociada a la prescripción de ayudas técnicas (andador fijo o con ruedas, bastón, etc. (48)

• Principales ayudas técnicas para favorecer la deambulación (56)

  • Bastones. Deben colocarse en la extremidad contraria al lado afecto, aligera el dolor secundario a la marcha, están indicados en patología articular o neurológica. Su altura se calcula midiendo la distancia desde el suelo a la apófisis estiloides del cúbito.

  • Muletas. Se utilizan en caso de debilidad de ambas extremidades inferiores o en caso de no poder apoyar una de las dos o afectación importante del equilibrio; proporcionan sujeción y estabilidad. Pueden ser de codo o de axila, las de axila pueden producir una compresión del plexo braquial.

  • Caminadores. Se recomienda su uso en períodos prolongados de inmovilidad, cuando hay debilidad generalizada o bien cuando la marcha no es estable. Aguantan el peso de una extremidad, pero no de todo el cuerpo. Producen un desplazamiento en tres pasos, primero el caminador, después una de las extremidades y después la otra.

  • Sillas de ruedas. Deben ser cómodas, estables y distribuir las presiones de forma adecuada y facilitar las transferencias. (56)

De igual modo, hay que prestar atención a la corrección de los factores de riesgo intrínsecos y a la posible adaptación del tratamiento médico, lo que a menudo consiste en la eliminación de algunas prescripciones farmacológicas.

Además, pueden revelarse útiles algunas recomendaciones para reducir los factores extrínsecos (calzado, ropa, etc.) y también respecto a adaptaciones en el domicilio. Resultaría interesante que el anciano recibiera la asistencia de un ergoterapeuta en el domicilio. La adaptación posible no sólo sirve para la instalación de ayudas medicalizadas específicas (tabla de baño, elevadores de nivel o de pacientes, barras de apoyo, etc.), sino que también contribuye a una organización distinta de la vivienda para que sea adecuada.

Todas estas recomendaciones pueden ser, en caso de necesidad, una etapa previa a la orientación a una consulta especializada en prevención de caídas.(48)

Prevención de las consecuencias

Prevención y tratamiento de la osteoporosis

Esta conducta debe ser sistemática para reducir los riesgos de complicaciones fracturarias. Al respecto, la osteoporosis fragiliza los huesos, que además están más expuestos por la reducción de las capas protectoras de los tejidos blandos. De ello resulta, por tanto, un mayor riesgo de fracturas por disminución de la resistencia a los golpes.

También se ha demostrado que el tratamiento de la osteoporosis con vitamina D podía tener un efecto directo sobre la reducción del riesgo de caída: estos datos, procedentes de cinco ensayos clínicos aleatorizados, señalan caídas en el 37% de los controles que no tomaban vitamina D y en el 30% de los que sí la tomaban.(48)

Prevención de la permanencia prolongada en el suelo

Como se ha dicho antes, muchas consecuencias de las caídas dependen sobre todo de la permanencia prolongada en el suelo. Es fundamental contar con elementos de alarma que los pacientes pueden activar en caso de no poder levantarse por sí mismos. Sin embargo, a pesar de la expansión de las investigaciones y de las numerosas publicaciones, hasta ahora ningún sistema de detección se ha revelado fiable debido a los estancamientos tecnológicos. Hoy sólo existe el sistema de telealarma con un botón que el paciente debe accionar en caso de alerta, pero alcanza sus límites si la persona no tiene las capacidades cognitivas suficientes para dar la alerta (confusión, demencia, mareo) o ha dejado el dispositivo fuera de alcance. Por suerte, la investigación en este campo avanza y rápidamente podría contarse en el mercado con nuevos dispositivos basados en una activación pasiva integrados a un sistema de aclaración de duda, conectado a un centro de teleasistencia (57).

Con el envejecimiento de la población y una incidencia creciente de las caídas en función de la edad, la problemática en ancianos se ha convertido en una cuestión de salud pública.

Conocer mejor las etiologías y los factores de riesgo permitiría identificar una población particularmente frágil, hacia la cual deben convergir las medidas de prevención y tratamiento adecuadas.

Diseño metodológico

Se realizó un estudio descriptivo transversal en el Consultorio del Médico y la Enfermera de la Familia 4, del Policlínico Docente "50 Aniversario" de Manicaragua con el propósito de identificar los factores predisponentes asociados a las caídas accidentales de adultos mayores en el periodo 2015-2016.

La población estuvo constituida por los 181 adultos mayores de ambos sexos con edades de 60 y más años, dispensarizados en dicho consultorio.

La muestra obtenida por muestreo no probabilístico intencional quedó conformada por 47 adultos mayores que cumplieron los criterios de inclusión de la investigación.

Criterios de inclusión:

Adultos mayores:

  • Con antecedentes de caídas durante el periodo de estudio.

  • Con deambulación independiente (con posibilidad de ayudas técnicas, pero no de otra persona), con residencia habitual en el área de salud que atiende el citado consultorio.

  • Que dieron su aprobación de participación en el estudio mediante firma del consentimiento informado (Anexo 1).

Criterios de exclusión

Adultos mayores:

  • Institucionalizados.

  • Con enfermedades psiquiátricas graves, deterioro cognitivo moderado o severo que impiden la comprensión y aplicación de los instrumentos para la recogida del dato primario.

  • Que cumpliendo con los criterios de inclusión rehusaron participar en el estudio.

Instrumentos para la recogida de la información

Del nivel empírico: análisis documental, cuestionario y encuesta.

El análisis documental se utilizó para la revisión de las historias clínicas, así como las fichas familiares.

Se empleó una modificación del cuestionario de la OMS creado en Burdeos para el estudio de los factores que intervienen en el origen de las caídas (Anexo 2).

Este en su primera parte, se centra en datos sociodemográficos del paciente, situación funcional y fármacos consumidos. En la segunda parte se realiza un interrogatorio sobre las características de la caída.

Para reconocer la autovaloración de la calidad de vida de estos adultos mayores con antecedentes de caídas se aplicó la encuesta de calidad de vida relacionada con la salud: EUROQOL-5D (EQ-5D).

El mismo es un instrumento genérico de medición de la calidad de vida relacionada con la salud que ha sido validado en España, pudiendo ser utilizado tanto en individuos relativamente sanos (población general) como en grupos de pacientes con diferentes patologías. Se trata de un instrumento sencillo, internacional y estandarizado (Anexo 3).

El propio individuo valora su estado de salud, mediante un sistema descriptivo que permite medir estado de salud en cinco dimensiones:

1. Movilidad

2. Cuidado personal

3. Actividades cotidianas

4. Dolor /malestar

5. Ansiedad/Depresión

Cada dimensión tiene tres niveles de gravedad:

Nivel 1: no problemas.

Nivel 2: algunos o moderados problemas.

Nivel 3: muchos problemas.

Al final del cuestionario se le pide a los encuestados que indiquen su estado de salud actual comparado con su nivel general de salud a lo largo de los últimos 12 meses.

Procedimiento:

A través de visitas de terreno, dadas las características de la población a encuestar, la propia investigadora realizó la aplicación de los cuestionarios y encuestas.

Procesamiento de la información:

El conjunto de datos obtenidos a partir de cuestionarios y encuestas sirvió para la confección de una base de datos automatizada para obtener la distribución de frecuencia de las diferentes variables y establecer comparaciones. Los datos procesados se exponen en tablas y gráficos para su mejor análisis y comprensión, efectuando el procesamiento estadístico con el programa SPSS-PC V. 15 con el que se realizó la constatación o no de la significación estadística de las asociaciones encontradas describiendo las frecuencias absolutas y porcentuales correspondientes y aplicando en los casos necesarios la prueba no paramétrica de Chi-Cuadrado para valorar si las diferencias encontradas fueron significativas con un nivel de significación a=0,05.

En el caso de las variables cuantitativas edad y frecuencia de caídas, se calcularon las medidas de tendencia central y en particular para la edad se aplicó la prueba de hipótesis de diferencia de medias para comparar los promedios de edad según sexo.

De acuerdo al valor de p se clasificaron las diferencias encontradas en:

Muy significativa: Si p < 0.01.

Significativa: Si p >= 0.01 y p < 0.05.

No significativa: Si p >= 0.05.

A través de un proceso de análisis y síntesis, induccióndeducción y los resultados de los trabajos revisados que abordan la temática, se arribó a conclusiones y recomendaciones.

Consideraciones éticas

Los participantes fueron informados de los objetivos del estudio, los beneficios que de él se pueden derivar y las actividades en las que debían participar. Dejaron constancia escrita de su voluntariedad para participar y conocieron que su deseo o no de participar no interferirá con su atención por el personal de la Salud.

Se cumple con los principios éticos establecidos en la Declaración de Helsinki, correspondiente a la 52 Asamblea Médica Mundial celebrada en Edimburgo/ Escocia:

  • 1. Beneficencia / No Maleficencia.

  • 2. Autonomía.

  • 3. Respeto.

  • 4. Justicia.

OPERACIONALIZACIÓN DE LAS VARIABLES

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Resultados

Durante el periodo de estudio resultaron más frecuentes las caídas en mujeres (Gráfico 1). Con una caída se encontró, 19 adultos mayores, 9 del sexo femenino y 10 hombres, con dos caídas 12 mujeres y 8 hombres, mientras que con 3 caídas en el periodo, se detectaron 3 mujeres y 5 hombres. En total se contabilizaron 83 caídas: 42 en el sexo femenino y 41 en el sexo masculino.

GRÁFICO 1

FRECUENCIA DE CAÍDAS SEGÚN SEXO.

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FUENTE: CUESTIONARIOS

Al obtener la relación entre adultos mayores con caídas accidentales según sexo (Tabla 1), se constató que alrededor de la quinta parte de la población había sido afectada por esta causa (20.6%), determinando mayor porcentaje entre los hombres (21.9%) que entre las mujeres (19.5%).

La incidencia de caídas encontrada para el periodo fue de 36.4%, discretamente elevada pero se encuentra dentro del rango de porcentajes que cita la literatura consultada.

No se encontraron diferencias significativas en cuanto al número de caídas por sexo ni de afectados por caídas según sexo.

TABLA 1

INCIDENCIA DE ADULTOS MAYORES CON CAIDAS ACCIDENTALES SEGÚN SEXO. CONSULTORIO 4. POLICLÍNICO "50 ANIVERSARIO" MANICARAGUA.2015-2016.

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Al realizar la distribución de la población de adultos mayores con antecedentes de caídas accidentales ocurridas en el periodo de estudio según sexo y edad (Tabla 2), se observó que entre ellos, las féminas tuvieron un discreto predominio (51.1%), respecto al sexo masculino (48.9%). En cuanto a la edad que fluctuó entre 60 y 98 años se determinó una media de edad de 73.02 años, resultando inferior al promedio para el sexo masculino (74.22 años). Según grupos de edad, los adultos mayores con porcentajes más frecuentes de caídas se encontraron en los grupos de 60-64 años y 75-79 años (23.4% en cada caso), resultando lo menos frecuente adultos mayores con edades entre 65-69 años (12.8%). Al realizar esta valoración se pudo observar que a partir de los 80 años la incidencia de caídas disminuyó para el sexo femenino, mientras que se incrementó para el sexo masculino a partir de los 75 años, con porcentaje similar al grupo con edad de 60-64 años, donde se encontraron hombres con actividad laboral.

No se encontraron diferencias significativas que asocien el sexo a un grupo de edad determinado. La prueba de hipótesis de diferencias de medias no arrojó diferencias significativas entre los promedios de edad según sexo.

TABLA 2

EDAD Y SEXO DE ADULTOS MAYORES CON ANTECEDENTES DE CAIDAS ACCIDENTALES. CONSULTORIO 4. POLICLÍNICO "50 ANIVERSARIO". MANICARAGUA. 2015-2016.

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Atendiendo a la caracterización sociodemográfica (Tabla 3), según ocupación, escolaridad y estado civil, en el grupo de adultos mayores accidentados predominaron los jubilados, bajo nivel escolar (primaria y secundaria básica agrupando ambos a un 31.9% en cada caso). Según el estado civil la mayoría eran casados (46.8%), encontrando un elevado porcentaje de solteros (44.7%).

TABLA 3

CARACTERIZACIÓN SOCIODEMOGRÁFICA DE ADULTOS MAYORES CON ANTECEDENTES DE CAIDAS. CONSULTORIO 4. POLICLÍNICO "50 ANIVERSARIO". MANICARAGUA. 2015-2016

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Al valorar la presencia de factores de riesgo intrínsecos (Tabla 4), se pudo observar que en el grupo predominó en forma casi absoluta la polifarmacia presente en 43 de los 47 adultos mayores estudiados lo que representó el 91.5% del total. Lo anterior se corresponde con la pluripatología encontrada ya que fueron frecuentes y concomitantes enfermedades como la hipertensión arterial (57.4%), las enfermedades del sistema osteomioarticular (42.6%), obesidad y sobrepeso (40.4%), diabetes mellitus (31.9%), dislipidemias (29.8%), cardiopatías (23.4%) y asma bronquial (23.4%).

En elevados porcentajes se encontraron los defectos visuales (40.4%) y auditivos (40.4%), así como el antecedente de caídas anteriores en más de la mitad de los adultos mayores estudiados (59.6%).

TABLA 4

FACTORES DE RIESGO INTRÍNSECOS DE LOS ADULTOS MAYORES CON ANTECEDENTES DE CAIDAS ACCIDENTALES. CONSULTORIO 4.

POLICLÍNICO "50 ANIVERSARIO". MANICARAGUA. 2015-2016

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El miedo a caer es el más frecuente efecto psicológico después de una experiencia de caída por accidente, sobre todo entre los adultos mayores. Al relacionar la presencia de este factor en estos ancianos según fuera su primera caída o tuvieran experiencias previas (Tabla 5), se encontró franca asociación entre el miedo a caer y experiencias previas de caídas.

Esta asociación resultó ser estadísticamente muy significativa.

Aunque no se tabularon los datos, no se encontró asociación entre miedo a caer y sexo o grupo de edad, aunque resultó discretamente más frecuente entre las mujeres.

TABLA 5

MIEDO A CAER SEGÚN CAÍDAS PREVIAS. CONSULTORIO 4. POLICLÍNICO "50 ANIVERSARIO". MANICARAGUA. 2015-2016.

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En particular se valoró la posible relación existente entre índice de masa corporal elevado y número de caídas en el periodo estudiado (Tabla 6), determinando que existió asociación entre la malnutrición por exceso y el número de caídas accidentales ocurridas en un mismo individuo. La prueba estadística efectuada constato dicha asociación en forma muy significativa (p < 0.01)

TABLA 6

NÚMERO DE CAÍDAS SEGÚN ÍNDICE DE MASA CORPORAL DE ADULTOS MAYORES CON ANTECEDENTES DE CAIDAS ACCIDENTALES. CONSULTORIO 4. POLICLÍNICO "50 ANIVERSARIO". MANICARAGUA. 2015-2016.

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Dado el promedio de edad del grupo encuestado fue frecuente encontrar adultos mayores con déficit sensorial (Tabla 7), resultando lo más frecuente entre ellos la presencia de deficiencias visuales y auditivas (23.4%). En cuanto a la frecuencia de déficit auditivo y visual por separado se encontró igual porcentaje en el grupo (17.0% en cada caso). Al relacionar la presencia de estos trastornos sensoriales con la frecuencia de caídas en un mismo individuo, se encontró que el 50.0% de los adultos mayores con 3 caídas presentaban ambos déficit y que en este rango de frecuencia de caídas no se encontraron adultos mayores sin déficit sensorial, ya que entre estos últimos, lo más frecuente fuera presentar una sola caída. La prueba estadística realizada confirma que el déficit sensorial es un factor de riesgo predisponerte de repetición de caídas, al encontrar asociación entre su presencia y mayor frecuencia de caídas.

TABLA 7

NÚMERO DE CAÍDAS SEGÚN DÉFICIT SENSORIAL DE ADULTOS MAYORES CON ANTECEDENTES DE CAIDAS ACCIDENTALES. CONSULTORIO 4. POLICLÍNICO "50 ANIVERSARIO". MANICARAGUA. 2015-2016.

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En la actualidad existe un marcado interés por tener en cuenta las condiciones asociadas a este tipo de accidentes que no dependen del individuo, como son las características domésticas y del entorno, al tener en cuenta estos factores denominados extrínsecos (Tabla 8), en el grupo se constató que para los ancianos encuestados, el estado de los suelos o pisos influyó frecuentemente en la producción de la caída; un 22.9%, se refirió a desniveles en el piso, mientras un 19.3% consideró el piso resbaladizo como causa presente en el momento de la caída. Correspondió a tropiezos con objetos un 11.3%, encontrando igual porcentaje para las caídas que los ancianos relacionan con una iluminación deficiente (11.3%). Otros factores declarados con menores porcentajes fueron las condiciones meteorológicas inadecuadas (causadas en su mayoría por la lluvia), los muebles en mal estado y los cambios de mobiliario dentro del hogar.

TABLA 8

FACTORES DE RIESGO EXTRÍNSECOS DE LOS ADULTOS MAYORES CON ANTECEDENTES DE CAIDAS ACCIDENTALES. CONSULTORIO 4.

POLICLÍNICO "50 ANIVERSARIO". MANICARAGUA. 2015-2016

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Con respecto al lugar de ocurrencia de la caída de estos adultos mayores que viven en la comunidad (Tabla 9), se encontró que el mayor porcentaje de caídas accidentales ocurrieron en el propio domicilio (51 ancianos para un 61.5%), a estos siguieron los ocurridos en la calle (32.5%), resultando escasos los sucedidos en el ámbito laboral (6.0%), esto último se explica al tener en cuenta que en su mayoría son jubilados y amas de casa.

TABLA 9

LUGAR DE OCURRENCIA DE LAS CAIDAS DE LOS ADULTOS MAYORES.

CONSULTORIO 4. POLICLÍNICO "50 ANIVERSARIO".MANICARAGUA. 2015-2016

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Cuando se consideraron las 5 dimensiones que mide la encuesta sobre calidad de vida relacionada con la salud (Tabla 10), se obtuvo el porcentaje de problemas declarados en cada Dimensión. Se pudo apreciar que un 31.9% de estos ancianos refiere tener problemas de movilidad; el 27.6% presenta problemas de ansiedad y depresión y un 23.4% presenta problemas relacionados con dolor/malestar. Resultó menos frecuente encontrar entre estos adultos mayores encuestados que refirieran un nivel 3 en actividades cotidianas (14.9%), o en el cuidado personal (10.6%).

Al comparar por niveles las cinco dimensiones se encontraron diferencias muy significativas que asocian nivel 1 (óptimo) para cuidado personal, intermedio para la dimensión de dolor y nivel 3 para movilidad y depresión.

TABLA 10

AUTOVALORACIÓN DEL ESTADO DE SALUD ACTUAL DE LOS ADULTOS MAYORES CON ANTECEDENTES DE CAÍDAS ACCIDENTALES.

CONSULTORIO 4. POLICLÍNICO "50 ANIVERSARIO". MANICARAGUA.

2015-2016

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Con respecto a la autovaloración del estado de salud actual en comparación con los últimos doce meses (Gráfico 2), la mayoría, no sólo producto del accidente, sino también de la presencia de otras afecciones, seleccionó en el instrumento la categoría de peor (51.1%), con porcentaje bastante similar se encontraron aquellos que marcaron "igual" (46.8%) y sólo un adulto mayor en el grupo refirió encontrarse mejor (2.1%)

GRÁFICO 2

AUTOVALORACIÓN DEL ESTADO DE SALUD ACTUAL EN COMPARACIÓN CON LOS ÚLTIMOS DOCE MESES.

Monografias.comFUENTE: EQ-5D

Discusión

Las caídas representan uno de los problemas más importantes dentro de la geriatría y son una de las principales causas de lesiones, deterioro funcional e, incluso, defunción en este grupo de población. Son un problema de salud pública importante y son también un reto para todo profesional que atiende a pacientes de edad avanzada. Datos globales, corroborados también en nuestro país, apuntan que, aproximadamente, un tercio de las personas mayores que viven en la comunidad se caen cada año y cerca de la mitad de ellas se caen más de una vez. En instituciones, la incidencia y la prevalencia de caídas son mayores.

El aumento de la esperanza de vida genera poblaciones cada vez más ancianas y con mayores necesidades y demandas. Uno de los problemas sociosanitarios más importantes en los ancianos son las caídas, tanto por la frecuencia con que suceden como por la relevancia de sus consecuencias en términos de morbimortalidad, dependencia y consumo de recursos sanitarios, con elevados costes, sin olvidar la pérdida de calidad de vida que conllevan. (58)

En el presente estudio la frecuencia de caídas fue superior en el sexo femenino, sin embargo como incidencia en la población predominó el sexo masculino. Más de la mitad de estos adultos mayores presentaron varias caídas en el periodo de estudio por lo que deben considerarse los factores de riesgo tanto extrínsecos como intrínsecos para ser modificados, así como realizar planes de prevención de próximas caídas. En general puede decirse que la relación de caídas mujer: hombre fue de 1.02: 1, durante el periodo estudiado. La edad fluctuó entre 60 y 98 años con un promedio de 73.02 años, lo que coincide con oreas series revisadas (26)

En un estudio socio-epidemiológico realizado en Cuba, se determinó que el grupo de edades predominante en la totalidad del estudio de una muestra de 300 pacientes, fue la edad de 71-80 años, con 116 ancianos (38,7%), siguiéndole las edades de 60-70 años, con 89 pacientes (29,6%), teniendo en cuenta que los de mayor edad conllevan una serie de factores intrínsecos y extrínsecos que aumenta el riesgo de presentar algún tipo de accidentes y los de menos edad por llevar una vida más activa lo cual puede aumentar la frecuencia de estos, correspondiendo al sexo masculino el de mayor afectación, pues ejecutan más actividad que las del sexo femenino. (26)  El mayor número de ancianos residían en zonas urbanas. Comportándose igualmente de forma general, en la mayoría de la literatura revisada. (59, 60)

En el estudio, al valorar la frecuencia de accidentes durante el año, se encontró que el grupo que lo presentó una vez en el año fue el más frecuente en ambos sexos con 234 (78,0%), igualmente seguido por el de dos ocasiones con 42 (14.0%) ancianos. (26)

Por lo general, en todas las revisiones realizadas según avanza la edad, aumenta los riesgos de más accidentes por las pérdidas fisiológicas de estos pacientes durante el año. (45, 61, 62)

Las caídas ocurren por la modificación del sistema del equilibrio corporal, la pérdida de fuerza y la disminución de la velocidad ambulatoria y de reflejos. Pero, se presume que ser mujer es un factor que condiciona un estado de salud más vulnerable. Tanto la prevalencia de dependencia funcional como las caídas varían por sexo, pues es mayor en mujeres. En parte, tiene que ver con que las mujeres reportan con mayor frecuencia sus problemas de salud y tienen mayor exposición a caídas debido a su mayor longevidad. (63, 64)

Manrique-Espinoza y cols., (65) en su trabajo expone que en general, 30.9% de los AM presentaron algún grado de dependencia funcional, es decir, tenían dificultad para realizar al menos una de las actividades de la vida diaria. La prevalencia de dependencia funcional se incrementó con la edad: 25.2% entre los 70 y 79 años, 38.3% de 80 a 89 años y 52% para la cohorte de nacimiento de mayor edad (90 años y más), de tal manera que esta diferencia es estadísticamente significativa (p-tendencia<0.001). En todos los grupos de edad la actividad básica que presentó mayor dificultad fue caminar.

Existen ciertos grupos de personas en los que es mayor el riesgo de sufrir una caída, especialmente en los extremos de la edad. Las personas mayores de 65 años representan los porcentajes más altos y está claramente evidenciado que a mayor edad aumentan los riesgos para sufrir este tipo de eventos. Al hablar de género masculino y femenino, ambos corren el riesgo de sufrir caídas en todos los grupos de edad y todas las regiones geográficas. Algunos estudios señalan a la mujer con mayor riesgo a caídas; sin embargo, hay autores que han reportado en los resultados de sus investigaciones que los hombres son también una población vulnerable. (66)

En este estudio al realizar la caracterización sociodemográfica de los adultos mayores del Consultorio 4, se encontró predominio de jubilados, lo que es común a otros estudios cubanos y extranjeros, dada la edad muestral. Aunque se trata de una población urbana el nivel de escolaridad es bajo en la muestra a pesar de la edad promedio, dados los esfuerzos que se realizan en el país para el sostenimiento de la educación y la salud.

Manrique-Espinoza y cols. (65) exponen que el riesgo de caída se incrementa en aquellos adultos mayores que trabajan, lo que en realidad depende del tipo de trabajo que se realice.

Según la ocupación que realizaban, Breijo Mato y cols., (26) encontraron que los jubilados fueron los más frecuentes en sufrir algún tipo de accidente en ambos sexos con 153 (51,1%) ancianos, continuando por orden los obreros con 53 (17,7%) y las amas de casa con 35 (11,6%).

Con respecto al miedo al caer, frecuente en el presente estudio y vinculado al número de caídas precedentes, Pellicer García y cols, (67) reportan que la manifestación de sensación de miedo a sufrir una segunda caída correspondió al 84,6% de las mujeres y en los varones un 75%.

El grupo de estudio de la presente investigación se caracterizó por la polifarmacia debido a la correspondiente pluripatología donde predominan las afecciones cardiovasculares y las enfermedades osteomioarticulares, estando presente también en elevado porcentaje el sobrepeso y la obesidad, encontrando relación directa entre la malnutrición por exceso y mayor frecuencia de caídas.

Resultados afines a los del presente estudio muestran Pellicer García y cols. (67), pues exponen que la media de IMC en el total de los participantes del estudio equivalía a 26,6 kg/m2. Mediante las pruebas estadísticas realizadas se observó cómo la variable sobrepeso sí estaba relacionada con sufrir una caída.

Breijo Mato y cols., en su estudio de accidentes en el adulto mayor donde predominaron las caídas encontró que en gran mayoría de los pacientes más de una relación de las mismas; apreciaron que las de mayores frecuencias fueron en el sexo masculino, los trastornos motores, ingestión de medicamentos y déficit visual y en el femenino la ingestión de medicamentos, déficit visual y trastornos motores, lo cual es muy semejante estas alteraciones en ambos sexos, algo que se corresponde con los cambios fisiológicos según avanza la edad en estos ancianos. Destaca que la mayor frecuencia de patologías asociadas a esos pacientes correspondió a la hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus; enfermedades del SOMA, etc., pero haciendo la salvedad que la mayoría de estos pacientes presentan más de una patología. (26)

Caracterizar esta problemática en los adultos mayores, permite establecer un plan de promoción y prevención de salud encaminado a garantizar una vejez saludable desde las etapas más tempranas y por consiguiente, incidir favorablemente en el incremento de la calidad de vida.

Otros autores plantean que en lo referente al estado clínico, las alteraciones neurológicas, cardiacas, respiratorias, metabólicas y mentales, fueron los factores intrínsecos que más incidieron en las caídas de los pacientes (25.9%). Algunos estudios sugieren que los pacientes con el diagnóstico de insuficiencia cardiaca congestiva, o bien, de una enfermedad de medicina general, neoplasia o accidente cerebrovascular, pueden tener un mayor riesgo de caerse. Los pacientes con estado emocional alterado tienen un riesgo potencial de sufrir caídas, tal y como sucede con la ansiedad, la excitación, la desvalorización, las tendencias suicidas, la depresión, la presencia de somnolencia, el sopor, el estupor, las alteraciones de la memoria o la conducta, la incapacidad para comprender o cumplir las indicaciones y con los pacientes renuentes a solicitar ayuda. La alteración del estado cognitivo es el factor más comúnmente identificado en pacientes hospitalizados que sufren caídas; esta situación se ha descrito como confusión o desorientación, pero la memoria limitada o la incomprensión también pueden aumentar el riesgo de caída en un paciente. (66)

Otro factor que está fuertemente asociado con las caídas intrahospitalarias es la deambulación; diversas investigaciones muestran que los problemas en la movilidad y la deambulación fueron las causas que propiciaron 74 y 65% de las caídas, respectivamente. Existen también patrones de marcha característicos de determinados procesos patológicos que influyen en la incidencia de este accidente, como en la enfermedad de Parkinson, el evento vasculocerebral, las mielopatías, entre otros. (66, 68-71)

Por otra parte, existe una correlación directa entre el número de fármacos ingeridos y la predisposición a caer, de tal forma que a partir de cuatro fármacos el riesgo se incrementa. Los hipotensores, diuréticos, antiarrítmicos y los psicofármacos, son los más frecuentemente encontrados como responsables. Las benzodiazepinas, fundamentalmente las de vida media larga, son también factores predisponentes. Los neurolépticos, principalmente los clásicos, pueden condicionar caídas por la producción de parkinsonismo farmacológico, efectos anticolinérgicos cardiovasculares o sedación excesiva. Los antidepresivos tricíclicos pueden también presentar efectos secundarios anticolinérgicos y ser causa predisponente de caídas. (66)

Como se señaló en las caídas accidentales ocurridas en los ancianos de Manicaragua, los adultos mayores siempre se refirieron a causas domésticas o ambientales.

Breijo Mato y cols., al referirse a los factores extrínsecos señala que se presentaron con mayor frecuencia los desniveles de piso, la iluminación insuficiente, escaleras en mal estado y otras, manifestándose en ambos sexos. (26)

En el área de salud Guanabo, (72) entre los factores de riesgos extrínsecos más representados figuraron: mobiliario en mal estado, suelos desnivelados o irregulares e iluminación deficiente, y los intrínsecos: hipertensión arterial, uso de hipotensores, alteraciones visuales, hábito de café y artrosis. Otros autores (23) también hallaron los factores antes citados, que constituyen causa común de accidentes, los primeros ocurridos generalmente en el hogar y los segundos, influyen en la estabilidad y salud del adulto mayor e incrementan la posibilidad de sufrir caídas. (72)

A diferencia de los resultados obtenidos en la investigación, Pellicer García y cols., (67) reportan que el calzado más usado en el momento de la caída fue las zapatillas, en un 38,1%. La mayoría de las caídas ocurrieron de mañana con un porcentaje del 47,6%; el 90,5% de las mismas tuvo lugar con una iluminación óptima, y en el 71,4% no había ningún objeto que la favoreciese. Por tanto cabe pensar que las caídas podrían estar influenciadas por factores intrínsecos, pudiendo ser importante la pluripatología del anciano.

En este estudio realizado en el Consultorio 4 de Manicaragua, la muestra procede de adultos mayores que residen en la comunidad lo que explica que en su mayoría las caídas accidentales hayan ocurrido en el domicilio. De igual forma en otros estudios de adultos mayores institucionalizados, la mayoría de las caídas accidentales ocurre dentro de las instituciones sin lugar de mayor frecuencia. (67)

El hábitat doméstico cobra gran relevancia en la vejez. Motivos culturales y económicos pueden ser causa de que en los hogares no se cumpla con las mínimas condiciones de seguridad que garanticen, en la cotidianeidad, la autonomía del adulto mayor. (23)

En el presente estudio las dimensiones más afectadas resultaron ser la movilidad y la depresión, obteniendo mayoría de resultados óptimos para la dimensión de cuidado personal. Con respecto al estado de salud actual predominaron aquellos que señalaron estar en peor estado de salud, aunque muchos marcaron sentirse igual.

Varas-Fabra y cols., (73) en un estudio realizado con adultos mayores de la ciudad de Córdoba (España) señalan como resultados de su investigación que la prevalencia de caídas es del 31,78%. Un 12,9% presentó más de una caída en el último año. El 55,3% ocurrió en el domicilio. El 71,8% sufrió lesiones físicas, con un 7,8% de fracturas. El 44,7% manifestó miedo a una nueva caída y el 22% limitó su movilidad desde la caída. El 30% contactó con el sistema sanitario, y un 3,3% precisó hospitalización. Los factores que se relacionaron con mayor riesgo de presentar caídas fueron: tener mayor edad, ser mujer, estar viudo/a, sin estudios, presentar dificultad para mover ambas extremidades superiores y orientarse en el espacio, consumir un mayor número de fármacos, y un peor estado de salud percibido.

Varas-Fabra y cols., (73) en su estudio sobre prevalencia, consecuencias y factores asociados a caídas en ancianos al aplicar en el sistema descriptivo de 5 dimensiones del Euro-Qol-5D, encontraron que el 48,1% de nuestros ancianos refiere tener problemas de movilidad, el 31,5% para sus cuidados personales y el 39,8% para realizar sus actividades cotidianas. El 67,9% tiene mucho o moderado dolor a diario, y el 44,5% refiere estar moderadamente o muy ansioso o deprimido. Al preguntar a los encuestados sobre su estado de salud actual, el 52,2% afirmó que se encontraba igual de salud que hace un año, el 34,5% peor y el 13,2% mejor.

En el modelo de salud occidental, desde la década de los 80 se presenta lo que Barsky y otros autores denominan "la paradoja de la salud", término que alude a una situación de muchos países, especialmente desarrollados, donde se tienen múltiples logros en macroindicadores de salud poblacional, se utilizan cada vez más los servicios de salud y se aplica la ciencia y la técnica, pero simultáneamente se presenta gran insatisfacción en lo referido a la salud percibida y el bienestar de los pacientes debido a la creciente medicalización, el deterioro de la relación médico paciente y el aumento de las dificultades con la práctica clínica y la salud pública.

Sumado a esto, en la práctica clínica actual se impone el "modelo médico hegemónico" caracterizado por su concepción metodológica positivista, dominio de un marco teórico-ideológico evolucionista y cartesiano, práctica curativa basada en la eliminación del síntoma, individualismo, biologismo, subordinación técnica y social del paciente, asocialidad y concepción del paciente como ignorante o portador de un saber equivocado. (74)

Dicha perspectiva genera información relevante para los perfiles de morbilidad, discapacidad y mortalidad, pero no da cuenta de la importancia de los contextos familiar, social, psicológico, espiritual y ambiental del individuo. Frente a esta realidad, en los últimos años ha crecido el interés por abordar dichos contextos en los que se desarrollan los procesos de salud-enfermedad y por cambiar la forma de evaluarlos, surge así, el concepto de calidad de vida.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define calidad de vida como la manera en que el individuo percibe su vida, el lugar que ocupa en el contexto cultural y el sistema de valores en que vive, la relación con sus objetivos, expectativas, normas, criterios y preocupaciones, todo ello permeado por las actividades diarias, la salud física, el estado psicológico, el grado de independencia, las relaciones sociales, los factores ambientales y sus creencias personales. (75)

En atención primaria la medición de la calidad de vida relacionada con la salud (CVRS) conlleva una serie de retos importantes, especialmente debido a las condiciones de medición: la falta de tiempo, de espacios tranquilos para la cumplimentación de los cuestionarios y la gran variedad de pacientes de características sociodemográficas y afecciones muy distintas.

Para la medición de la CVRS en estas condiciones, se requieren cuestionarios muy robustos, que puedan administrarse de manera rápida y sencilla, y que permitan obtener resultados a la vez fiables y válidos. Hoy día existen relativamente pocos cuestionarios con estas características. Para la medición de la CVRS en condiciones habituales de práctica clínica en atención primaria, el EQ-5D presenta numerosas ventajas. Una de las más destacables es que se

trata de un instrumento muy corto y sencillo de rellenar. (76)

Morera Salas y cols., (77) plantean que en lo que respecta a la utilización del instrumento EuroQol-5D, se pudo observar que este es bastante bueno para obtener la percepción autoreportada, por parte de los miembros de la muestra, por lo que recomiendan esta metodología de medición del estado de salud para posteriores análisis a poblaciones específicas.

La II Encuesta Nacional de Factores de Riesgo de Enfermedades no Trasmisibles (II ENFRENT), en el año 2001, abarcó toda el área urbana del país, en el período de tiempo comprendido entre noviembre del año 2000 hasta marzo del 2001. Sus resultados son representativos para la nación y para las provincias. A partir de la aflicción del EQ-5D se encontró que en Cuba el aumento en años de edad, el tener una situación económica percibida desfavorable y el pertenecer al sexo femenino, disminuyen la probabilidad de tener una calidad de vida relacionada con la salud (CVRS) óptima. (78)

Al aumentar el número de ancianos su presencia se convierte, no solo en un fenómeno demográfico, sino en un asunto político y económico, y es hoy una de las más urgentes preocupaciones en los estamentos gubernamentales. (79-80) La vejez, hasta ahora, asunto esencialmente privado y familiar, se transforma en un fenómeno social que requiere de intervención a todo nivel y sobre todo tomar conciencia de que envejecer no es llegar a los 60 años, envejecer se inicia al momento de nacer. (80)

Conclusiones

  • En el periodo estudiado la incidencia de caídas accidentales en los adultos mayores en el consultorio 4 del Policlínico "50 Aniversario" durante el período examinado fue elevada, superior en la población masculina.

  • En el grupo de adultos mayores predominó el sexo femenino, edades entre 60-64 años, jubilados, con escolaridad de primaria y secundaria básica y estado civil casado.

  • Entre los factores intrínsecos predisponentes de las caídas accidentales destacaron la polifarmacia y la presencia de enfermedades crónicas como la hipertensión arterial, las enfermedades del sistema osteomioarticular y la obesidad.

  • El miedo al caer, la malnutrición por exceso y la presencia de déficit sensorial se asociaron significativamente con una mayor frecuencia de caídas.

  • En todos los casos estos adultos mayores refirieron la presencia de al menos un factor extrínseco como causa de la caída resultando el más frecuente el estado de los pisos.

  • La autovaloración de la calidad de vida relacionada con la salud mostró la existencia de problemas frecuentes de movilidad, depresión y malestar, por lo que la mayoría estima sentirse peor respecto a meses anteriores.

Recomendaciones

Realizar un diagnóstico de causas extrínsecas de caídas accidentales en el Área de Salud, que permita diseñar e implementar un plan de acciones con el fin de prevenirlas.

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Autor:

Dra: Yudelkis Villavicencio Sánchez.

Laura de la Caridad González Sánchez.

Yovalis Sánchez Ojeda.

Tutora: MSc. Celia Sánchez Pereira.

Partes: 1, 2
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