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Inmigración y Literatura: Españoles en la Argentina (página 4)



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Basándose en su experiencia personal, pero también en importante bibliografía, describe con emotividad la trayectoria del hombre que dejó su tierra natal en 1912, y supo abrirse camino, sobreponiéndose a los avatares de la política mundial y de la Argentina. Con entereza, enfrentó cada una de las situaciones; no lo abatió ni el encontrarse solo en Cuba siendo un  adolescente, ni la clausura de su establecimiento en el cenit de su poderío empresarial. Con una visión distinta del oficio, supo renacer de sus cenizas, mostrando qué difícil fue para muchos seguir adelante en algunas décadas de la historia de nuestro país.

Escrito con lenguaje terso y cuidado, el relato incluye poemas cuando los límites del discurso acotan el sentimiento que necesita expresarse más libre y concisamente. Surge así el poeta en este abogado que jamás hubiera soñado que su pluma abordaría ese género.

En el prólogo, afirma Pablo Rojas Paz: "La presente obra nos convoca a la lectura de una narrativa que si bien nos sitúa en la historia de una familia determinada, de una estirpe, al mismo tiempo, por medio de un recurso estilístico innovador, el de mechar de modo balanceado las dimensiones de lo literario con lo biográfico y lo histórico, nos coloca frente a la recuperación de un nombre colectivo, de una memoria plural, de una experiencia de conjunto, forjada por aquellos ancestros, que en el caso particular de la historia que nos concierne, venidos de Galicia, supieron hallar y construir rumbos en estas tierras de fábulas y mitos".

Y es tan cierto esto que dice Rojas, que a mí, leerla me retrotrajo a las historias de mi infancia, del abuelo que dejó Lugo para poner un hotel en La Habana, y que habiendo perdido todo, terminó de panadero, pasando de gran señor a obrero agobiado por el calor del horno. Todo sin una queja, sin rencor, como corresponde a la esforzada raza de nuestros mayores.

Un homenaje a su padre, y en él, a sus paisanos, realiza González Táboas en estas páginas. Algunos emigrantes fueron preclaros como Florencio González; otros, no tuvieron tanto talento, pero a todos los guió la convicción de que el tesón era su único arma en la patria nueva.

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Con la participación del Consejero de Cultura de la Embajada de España, Profesor Francisco Moldes Fontán, el escritor uruguayo Jaime Monestier y el autor, se presentó en 2015 En busca de Manuel, el libro de Walter Acosta. Asistieron el Presidente de la Federación de Sociedades Españolas y el Centro Galicia, Dr. José María Vila Alen, el Presidente de Cultura de la institución, Rafael Patiño Rogel, e integrantes de la Subcomisión, descendientes de Manuel Segade Mella, socios del centro y público en general.Elena Segade, sobrina del biografiado nacido en Boimorto, A Coruña, inició el acto explicando cómo su marido abordó la escritura de la obra. A instancias de ella, visitó Galicia y quedó impactado por la historia de ese joven, la misma triste historia de tantos… Años y años trabajó en su investigación, pidiendo material y buscándolo él mismo, hasta que al fin pudo dar forma al relato.

A continuación, el Consejero y el escritor se refirieron a este libro, y el autor, valiéndose de un audiovisual, mostró el escenario en el que transcurrió y sus personajes principales. Remarcó que a Manuel lo reclutaron, y èl debió elegir entre la suerte que le esperaba y la ignominia para su familia. Una decisión muy difícil.

Notas

1 Luna, Félix: Soy Roca. Buenos Aires, Sudamericana, 1991. Pp. 446-447.

2 Castro, Manuel: "Manuel Dopazo", en Viajero Celta, 1996.

Vascos

Escribe Andrew Graham-Yooll: "Postal de Corrientes. No la avenida, sino la esquina de Batalla de Salta y San Martín, en Mercedes, provincia de Corrientes. Del caserón en esa intersección surgió una biografía, modestamente magnífica, que debería ser el libro del año. Es la historia de un hacendado correntino, José Antonio Ansola, pronto a cumplir 91 años. Nieto de vascos, sus recuerdos de vida y familiares se extienden desde la guerra contra el Paraguay (1865-1870) hasta nuestros días. (…)"

"Che patrón, el título de la crónica de este "hacendado de Corrientes, la provincia guaraní", es producto de muchas horas de grabaciones y cientos de epístolas a Magdalena Capurro, una uruguaya instalada en Mercedes, interesada en el patrimonio intangible y directora de la biblioteca popular. Doña Magdalena, profesora de literatura y escritora, ha ordenado y escrito esta vida de Ansola (editada por Literature of Latin America, LOLA, un sello angloargentino de Buenos Aires, especializado en historia y botánica locales), que es una delicia, un canto a una época y a una cultura profundamente argentinas, que reúne lo rural heroico, lo noble en la política (Ansola es apasionado por el Partido Liberal y entusiasta de la Sociedad Rural) y lo europeo, la buena lectura y las cabalgatas interminables en Corrientes y el Chaco. (…)"

"Su trayectoria tiene una gran tristeza, que consigna en el libro. "Perdí mis campos, los que fueron de mis abuelos. Me derrotó la naturaleza, inundando, y los hombres, cobrando impuestos a las tierras bajo el agua". Pese a esto, qué hombre, qué historia, qué hermosa tierra" (1).

Notas

1 Graham-Yooll, Andrew: "Desde Corrientes", en La Nación Revista, Buenos Aires, 5 de junio de 2005.

En periodismo

Andaluces

Alvaro Abós se refiere a la ascendencia de Regina Pacini: "Ella había sido llamada Regina por haber nacido el Día de Reyes de 1871. Vino al mundo en la rua de Loreto. Era hija de una andaluza, Felicia Quintero, y de un italiano, Pietro Pacini, director escénico del Real de San Carlos y autor de noventa óperas". Al enterarse de que Regina se casaría con Alvear, "También Felicia estuvo en contra de la boda porque no quería que su hija dejara de cantar. La tirantez entre suegra y yerno duró toda la vida" (1).

El diario mendocino Los Andes recuerda que, en 1993, "Murió Miguel de Molina, cantante español. Famoso tonadillero en su patria, debió exiliarse en la nuestra en 1942, prácticamente expulsado por el franquismo, quien no veía de buen grado su manifiesto homosexualismo y su simpatía por la causa republicana. Vino a la Argentina, donde también pasó algunas penurias, aunque finalmente optó por quedarse. Poco antes de morir aquí, fue homenajeado en la embajada española con la Orden de Isabel la Católica. De algún modo la saga fílmica "Las cosas del querer" cuenta su historia. Había nacido en 1907", en Málaga (2).

Notas

1 Abós, Alvaro: "Grandes pasiones argentinas. Regina Pacini y Marcelo Torcuato de Alvear. El dandy y la diva del canto", en La Nación Revista, Buenos Aires, 9 de enero de 2005. Pp. 38-41.

2 S/F: "Un día como hoy", en Los Andes, Mendoza, 4 de marzo de 2002.

Asturianos

Aguafertes Gallegas y Asturianas "reúne los artículos que Arlt envió desde Europa al diario El Mundo, entre septiembre y noviembre de 1935" (1).

Notas

1 Arlt, Roberto: Aguafertes Gallegas y Asturianas. Buenos Aires, Losada, 1999. 184 pp.

Gallegos

César Cisnero Luces, "fundador del primer periódico gallego en Sudamérica", "nació el 22 de setiembre de 1849. Aparte de extensas actividades literarias, viajes a Cuba, Uruguay, participación en la guerra y finalmente llegada a la Argentina, fue el fundador del periódico "El Gallego". Cisneros había participado de una campaña galleguista en el diario "El Correo Español" de Buenos Aires y había incentivado así a un grupo de gallegos residentes que hicieron circular una convocatoria -de la cual Cisneros participó- que daría como resultado la fundación del primer Centro Gallego de América fundado en Buenos Aires en 1879. La participación de Cisneros fue importantísima y pocos días después, el 27 de abril de 1879, aparecía su periódico semanal "El gallego". Deseoso de alentar al recién nacido Centro Gallego, puso a su disposición a "El Gallego" de manera gratuita -a pesar de que le habían ofrecido un sueldo. (…) Reproducía en él poesías de los mejores vates gallegos; contaba con la colaboración de los escritores dispersos por América e insertaba las reseñas de todos los actos del Centro Gallego. Pero El gallego ocasionaba más pérdidas que ganancias a su fundador y propietario, director y redactor, César Cisnero Luces. (…)" (1).

José Bouchet nació en 1853 en Pontevedra, "pero se educó y formó en nuestro país. Pintor autodidacta, obtuvo una beca para estudiar en Florencia. Fue profesor en el Colegio Nacional de Buenos Aires y descolló entre los pioneros del arte local". A criterio de Juan José Cresto, "La obra de José Bouchet es numerosa y tiene dos aspectos: motivos históricos y retratos de personalidades de su época, que a veces resultan de invalorable testimonio representativo. Es el autor de El malón, Una caravana de indios, San Martín en el Plumerillo y La primera misa en Buenos Aires. Las dos últimas obras integran el patrimonio del Museo Histórico Nacional" (2).

Roberto Arlt viajó a Europa en 1935, enviado por el diario El Mundo, y remitió desde allí sus "Aguafuertes gallegas" (3), serie de notas sobre los gallegos y su relación con América, en las que tiene gran importancia el tema de la inmigración a la Argentina.

En estos artículos de Arlt son frecuentes las comparaciones: entre dos localidades gallegas, entre los gallegos y los andaluces, entre los gallegos y los argentinos. De esta última, no salimos bien parados, ya que el periodista advierte que nuestra inferioridad en cuanto a capacidad de sacrificio y laboriosidad es la que hace que un sector de nuestro pueblo desestime al gallego. El cronista nos habla de las duras condiciones en que se desenvuelve la vida en el noroeste español y le resulta lógico que para el gallego inmigrante todo sea sencillo en las Américas: "No se siembra sobre piedras. La tierra es tan tierna que en verano se la cruza en ferrocarril entre grandes nubes de polvo. Aquí, en España -agrega-, la tierra es tan dura, que en pleno verano, cruzando la llanura de la Mancha, que no es llanura sino una sucesión de suaves colinas, después de seiscientos kilómetros de travesía, conservamos la ropa limpia. (…) ¿Qué significa el esfuerzo en la gran llanura -se pregunta-, comparado con la lucha en la mar traidora o en la montaña empinadísima?".

Otra edición, publicada dos años más tarde, reúne las Aguafertes Gallegas y Asturianas (4).

En "Temas de la patria anterior" (5), escribe González Carbalho: "Quienes fueron antes que yo en mi sangre, partieron por donde yo entré en España. Recuerdo que en algún coloquio de lembranzas, hablóme mi padre de cuando se echaba a nadar en la radiante bahía de Vigo. Eran intentos para irse. Estaba haciendo la práctica para la gran travesía. El alma navegante se estaba familiarizando con la onda, el yodo, la brisa que blanquea de sal la cara. Así partió siendo niño. Y yo volví por donde él partió, siendo ya varias veces hombre. Es decir: hombre y experiencia, hombre y afán de indagar en la raíz, de sentirme en la fuente de la savia. Hombre que necesita respirar los aires de su patria anterior".

En "Los gallegos en Olavarría", Aurora Alonso de Rocha se refiere a los editores de periódicos de esa localidad bonaerense: "Establecer la presencia de los gallegos en los primeros tiempos de Olavarría no es difícil. Estuvieron, fueron muchos, se integraron, son conocimientos intuitivos. Menos sencillo es determinar la entidad del grupo en cada época, la composición del contingente, su extracción social, los modos de inserción. (…) Para empezar, buscamos en los registros de primeros pobladores (…) Por fin, los periódicos, muchos de ellos editados por gallegos y casi todos por españoles, que son la pista de aterrizaje después de haber sido la fuente primera de presunciones. Desde los años citados hubo en Olavarría por lo menos cuarenta periódicos distintos, de duración superior a un año de publicaciones y de los que dos duraron por larguísimo tiempo: "Democracia" de 1905 a 1983 y "El Popular", desde 1899 hasta hoy. Los españoles, dueños de un buen idioma hablado y, seguramente, monopolizadores del español escrito en un país babélico, eran los editores obligados. Entre ellos Segundino Couso y Lucas Gracia son gallegos, pero no fueron los únicos, a juzgar por el material literario que incluían y los giros idiomáticos" (6).

Ramón de Valenzuela (1914-1980), en vida y obra, -afirma Rodolfo Alonso- "resulta un testimonio cabal de aquella digna generación de intelectuales y artistas gallegos que, habiendo soñado con el resurgimiento de una Galicia aplastada, en lo más íntimo de su ser, por siglos de sometimiento y represión, tuvieron que enfrentarse con el alzamiento militar contra el legítimo gobierno de la República, que liquidaría también aquellas ilusiones al desencadenar la sangrienta guerra civil española que, merced a la directa intervención de la Italia fascista y la Alemania nazi, iba a culminar en la interminable dictadura franquista. Y, por si fuera poco, se trata además de una historia que continúa en ultramar. (…) Entre ellos, Valenzuela no fue de los primeros, pero sí de los más significativos. (…) Valenzuela sólo iba a escribir en dos publicaciones argentinas: Galicia emigrante, dirigida por el impar Luis Seoane, entre 1955 y 1957, y la prestigiosa página literaria del diario La Gaceta, de Tucumán, entre 1956 y 1960. En ambas publica, por primera vez, muchos de los relatos que luego se integrarían en la primera edición de O. Naranxo, realizada por el sello gallego Brais Pinto en 1974. (…) O Naranxo marcaría también el imaginario de otro artista gallego asilado en Buenos Aires: Laxeiro (autodefinido como "un anarquista indolente"), cuyos cuadros y dibujos sobre el tema se reproducen en esta feliz reedición, y que incluso acompañaron aquellas pioneras publicaciones de Valenzuela en La Gaceta" (7).

Raúl Alonso, "Cuando murió, a los setenta años, dejó 2300 obras entre óleos, pasteles, aguafuertes, tintas y dibujos. (…) De su padre, Juan Carlos Alonso (que capitaneó la publicación Caras y Caretas y la editorial Plus Ultra), heredó los genes para el arte. Dicen que Raúl dibujó desde muy chico, y que existieron precoces retratos suyos de Horacio Quiroga, de Alfonsina Storni y Baldomero Fernández Moreno. Alonso dirá que tuvo una infancia y adolescencia envueltas en un mundo intelectual: "La vida de hogar estaba comunicada con muchas personas que daban sangre al universo de aquella época: Quiroga, Alfonsina, Leopoldo Lugones, Roberto Arlt" (8).

Acerca de Eduardo Blanco-Amor, afirma María Rosa Lojo: "Desde una España atrasada y empobrecida, Buenos Aires, verdadera Reina del Plata, aparecía entonces como el más brillante escenario intelectual en las Américas de lengua hispana y La Nación como una tribuna literaria y periodística privilegiada en la que publicaban ilustres compatriotas: entre ellos José Ortega y Gasset y Miguel de Unamuno. En un medio que le garantiza la más vasta repercusión, Blanco Amor se propone presentarles a los argentinos aferrados a estereotipos despectivos (perpetuados aún en los chistes de gallegos), a una Galicia que es la cuna de la poesía peninsular en lengua romance, una nación doblegada por el imperialismo de Castilla (no deja de comparar el "problema gallego" con el "problema irlandés"), pionera en el campo de la doctrina autonómica, que después repercutiría sobre el resto de España. (…) Voz fundamental de la "Galicia exterior", no por haber ingresado a La Nación dejó de participar activamente en la prensa específica de la comunidad en la Argentina, donde encuentra el lugar para un debate político mucho más difícil de exponer en las páginas del matutino porteño" (9).

"Joaquín Coto, el papá de Alfredo, era un inmigrante gallego que tenía una pequeña carnicería en un mercado municipal que funcionaba en Retiro y desde chico Coto acompañaba a su padre en sus recorridas por el Mercado de Liniers" (10).

"El artista plástico Manuel Amigo nació en Lugo, España, en 1946. Vivió en la Argentina desde los 3 años y falleció en Buenos Aires en 1992. Artista polifacético, fue fundador y director de la revista Posta y Nudos en la cultura argentina. Participó de las tendencias artísticas ligadas al movimiento popular, militando activamente en la lucha antigolpista de 1974 a 1976 y en la resistencia a la dictadura" (11).

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Publicado por Centro Betanzos Ediciones/Xunta de Galicia, apareció en 2008 Retratos, un nuevo libro de Carlos Penelas. Ilustra la tapa: "Retrato de Rocío", por Juan Manuel Sánchez.

Hace años, leí "Los trasterrados". Me impactó, por su sencillez y su belleza. Porque sabía decir todo con las palabras exactas. Hoy, esa misma cualidad la encuentro en el nuevo libro de Carlos Penelas, un escritor al que sigo y admiro. 

En Retratos, evoca a inmigrantes y argentinos, a personalidades y a gente común. Todos ellos merecen su lugar en esta galería que está ubicada temporalmente, en su mayoría, en la adolescencia y la juventud del escritor. Es en esa época en la que pudo atesorar los testimonios que prodiga en estas páginas.

Hay inmigrantes -dije- gallegos y de otras nacionalidades. Entre los gallegos, el mozo que lo atendía en el bar Astral ("Alegre y generoso, un corazón que todo lo ocupaba"); el gallego que regresa a la aldea, después de treinta años, con zapatos nuevos, porque allá siempre había andado descalzo; Dionisia López Almada, fundadora y ex presidente de la Comisión de Familiares de Desaparecidos en la Argentina; la encargada del edificio (nacida en Trasparga, la tierra de mi abuelo), a la que lloró como a su madre. Entre los que no eran gallegos, merece comentarse especialmente la semblanza de Boleslao Lewin, el historiador venido de lejos, de una nación que vivía un presente aciago, al que reconoce muchos méritos, entre ellos, el de ser tan generoso como para ofrecer al joven Penelas el abrigo del que el autor carecía en invierno. 

Si de argentinos se trata, destacamos la semblanza de Alejandra Boero ("Jubilosa, rebelde, apasionada"), Enrique Palazzo, Roberto Santoro, Jorge Brandi, y Juan Bautista Bioy Lanusse, entre otros. También en este orden de evocaciones, nos encontramos con las espléndidas páginas acerca de Max Dickman, retratado en todas sus facetas con comprensiva pluma.

La lectura de estos retratos nos hace reflexionar acerca de diversos temas. El primero -y el más obvio-, la capacidad del escritor para rodearse, en sus años mozos, de gente valiosa. Luego, pienso en qué importante ha sido para él esa impronta, que puede evocarla con tal lujo de detalles en la madurez. Y, por último, disfruto de su talento al escribir, que lo hace capaz de trazar una emotiva semblanza, o una irónica caricatura digna del mismísimo Mujica Láinez, pero más severa.

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Al año siguiente aparece Fotomontajes, textos en los que se aúnan el amor por los orígenes, la crítica literaria y el análisis de una sociedad en franca decadencia. 

Así son los trabajos que Penelas reúne en este libro, los cuales fueron publicados originalmente entre enero de 2006 y junio de 2009 en Galicia en el Mundo, Nueva Rioja y Diario Hispano-Argentino.

Advierte al lector: "Hice una revisión y selección de ellos. El tono incluye la ironía, la mordacidad y, por momentos, la soledad. O la nostalgia, una forma celta de la soledad. Acusan degradación, oportunismo. Acusan la lectura de algunos clásicos, de algunos autores íntimos e inevitables. También escenarios donde desfilan caballeros execrables, pusilánimes, bien vestidos, jóvenes en el vértigo de la tecnología y el suburbio intelectual. Sin ser polémico intenté evocar la virtud, la ética, la dignidad".

En la contratapa, Ricardo Monner Sans afirma: "Penelas ha sabido explorarse y explorarnos desde muchos costados al reunir trabajos de notable envergadura. Muy poca gente sabe unir el contenido de lo que se expresa con la formas de volcar ese contenido. ¡Tantas veces he tropezado con la galanura del lenguaje al servicio de la nada! ¡Tantas veces he tropezado con riquísima densidad, pero debiendo incurrir en militante sacrificio para poder avanzar por sobre su lenguaje! Sépase: he leído a Carlos Penelas y jamás -sí, jamás- anduvieron divorciados el continente del contenido".

Son artículos en los que recuerda a sus mayores: a la madre que aprendió a leer luego de que nació su quinto hijo (el autor); al padre que inculcó verdades perennes valiéndose, fundamentalmente, del ejemplo; a cuatro hermanos que lo iluminaron,cada uno, con su forma de ver la vida. Transcribo uno de los párrafos más bellos: "Ellos, que apenas dispusieron del tiempo necesario para tener hijos y enterrarlos, educados en la sumisión, uncidos a un trabajo extenuante, me ofrendaron la poesía. Me hicieron rebelde. Cada uno de ellos, a su manera, era un maestro 'délfico y solar', abrían caminos. Desde el poema he intentado dignificar sus vidas, el calor de los mitos, el saber de la tierra".

Son artículos en los que se evidencia la gran cultura del escritor, artículos que nos hablan de Luis Franco, de Roberto Arlt, de Daniel Barenboim, que citan a María Elena Walsh. Que se refieren a Voltaire, Aristófanes, Marcos Ana. Que evidencian siempre la influencia del anarquismo.

Y son artículos en los que aparece el porteño, el mismo que ve cómo cambian las costumbres, y no para mejor, precisamente. La moral, la hipocresía, la falta de comunicación, son algunos de los temas que trata, desde su privilegiada posición, quien fue Jefe de Prensa de la Fundación Favaloro, el mismo que vive cada aniversario de la muerte del Doctor con hondo pesar, asediado por los periodistas, que saben de su cercanía con este gran Hombre.

El libro fue seleccionado por Dunken para participar en el stand argentino en la Feria Internacional de Frankfurt, en la 29º Feria del Libro de Chile y en la 23º Feria Internacional del Libro Guadalajara 2009.

De los aldeanos que desembarcaron en Buenos Aires, a la imponencia de este intelectual -que me honró escribiendo el Prólogo para mi "Volver a Galicia"-, hay una distancia que sólo puede entenderse si se piensa en el coraje y en la generosidad de una raza, a la que Penelas rinde reiterado homenaje.

Notas

1 S/F: "El Gallego", en Viajero Celta, Año I, N° 9, Julio de 1996.

2 Cresto, Juan José: "La primera misa en Buenos Aires / Cómo ver la obra", en La Nación Revista, Buenos Aires, 27 de marzo de 2005.

3 Arlt, Roberto: Aguafuertes gallegas. Santa Fe, Ameghino, 1997. Selecciòn, pròlogo y notas por Rodolfo Alonso.

4 Arlt, Roberto: Aguafertes Gallegas y Asturianas. Buenos Aires, Losada, 1999. 184 pp.

5 González Carbalho, José: "Temas de la patria anterior", en La Prensa, Buenos Aires, 21 de abril de 1957 Citado en Requeni, Antonio: "Un poeta arxentino en Galicia: González Carbalho". Separata del Boletín Galego de Literatura.

6 Alonso de Rocha, Aurora: "Los gallegos en Olavarría", en El Tiempo, Azul, 30 de octubre de 1994.

7 Alonso, Rodolfo: "La Galicia del Plata", en El Tiempo, Azul, 1º de diciembre de 2002.

8 Piotto, Alba: "El pintor insomne", en Clarín Viva, 31 de agosto de 2003.

9 Lojo, María Rosa: "Exilio, periodismo y literatura", en La Nación, Buenos Aires, 3 de abril de 2005.

10 Sainz, Alfredo: "PERFILES Un imperio tras las góndolas", en La Nación, Buenos Aires, 30 de octubre de 2005.

11 S/F: "Muestra plástica "Un arte contra el horror" ", en El Barrio Villa Pueyrredón, Abril 2006, Año VIII, Ed. Nº 84.

Castellanos 

 En octubre de 2010 se presentó en Buenos Aires "Corazón de cinco esquinas", volumen que "recupera la memoria colectiva de la emigración a través de las miradas de 31 autores".

"El libro, cuya presentación enriquece el patrocinio y presidencia este año de Castilla y León en los actos de la Fiesta de la Hispanidad en Argentina, reivindica el idioma español y la emigración para acercar a las personas y reconstruye la propia historia de Castilla y León y de sus gentes a través de la memoria colectiva de la emigración. (…) Entre los autores de "Corazón de cinco esquinas" también figuran, el presidente de la Academia Argentina de Letras, Pedro Luis Barcia; el director nacional de Migraciones de Argentina, Martín Arias Duval; Antonio Colinas, Premio Nacional de Literatura; Jesús Hilario Tundidor, Premio León Felipe; Hugo Mújica; Kalman Barsky; Enrique Battaner, ex rector de la Universidad de Salamanca; Jorge Palomar; Telma Luzzani; Carlos Palomeque, director de la Oficina del VIII Centenario de la Universidad de Salamanca; Jesús Fonseca Escartín, María González Rouco, Norma Huidobro, Carlos Aganzo o Luis González Tosar" (1).

Notas

1 https://www.diariocritico.com/noticia/231667/noticias/se-presento-el-libro-corazon-de-cinco-esquinas.html

Vascos

Abel Posse "cuenta la historia de Casimiro Aín, que bailó ante Pío XI el Ave María, de Canaro". "A las 9 de la mañana del 1° de febrero de 1924, Casimiro Aín (el Vasco o el Lecherito), pálido y seguramente un poco aterido (invierno), sale del hotelito de la vía Torino que le reservó la embajada y sube a un taxi. Lleva una modesta valija con los elementos esenciales: botines abotonados, pantalón de fantasía con trencilla, chaqueta negra con vivos, pañuelo al cuello, o lengue de seda japonesa y un puñal de madera que le parecerá conveniente no agregar al atuendo. Lleva puesto el invariable chambergo borsalino, el gacho gris arrabalero, de cinta ancha y ribete negro en el ala. Símbolo del malevaje ríoplatense" (1).

Notas

1 Posse, Abel: "Lejanas batallas del tango (I) 1924. El vasco Aín en la Santa Sede", en La Nación Revista, Buenos Aires, 5 de octubre de 2003.

Sin mención de origen

En "Un río de trigo llega a Europa", Miguel Angel De Marco recuerda al pionero Carlos Casado, "un tesonero inmigrante español, fue el principal impulsor de la importación del cereal al viejo continente, que él inició en 1878 y convirtió Rosario en principal puerto de embarque, primera etapa de una actividad que convertiría a la Argentina en "el granero del mundo" " (1).

Notas

1 La Nación, Buenos Aires, 4 de abril de 2004.

Varios

En una de sus aguafuertes porteñas, titulada "Elogio del lavacopas", Roberto Arlt homenajea a los inmigrantes españoles:

"Quiero hacer hoy el elogio del lavacopas, del lavacopas como elemento de progreso nacional, del lavacopas como ejemplo de honestidad, de contracción al trabajo, del lavacopas cuya filosofía se la enseñaron los borrachos al borde del mostrador, y cuya feroz y dulce pasión por el dinero se la enseñó la miseria del terruño y la ejemplar conducta del patrón, del patrón que, como los antiguos patrones griegos, sentaba a su mesa al esclavo y le zurraba cuando hacía falta.

En el 80 por ciento de los casos, el lavacopas del almacén porteño es español. Vino de Mondoñedo, de Alcalá de Henares, de cualquier rincón perdido en la montaña. Con pantalón de pana y saco de terciopelo, y una gorra pesada con orejeras, cubriéndole la salvaje cabeza greñuda. Unos duros anudados en la punta del pañuelo, y un deseo infinito de llegar a esa América, a esa América tan linda, tan rebonita a través de la gordura de los indianos, y de los señorones que salieron hechos unos miserables y volvieron con la familia después de cuarenta años de ausencia a darle un banquete a todo el pueblo" (1).

Notas

1 Arlt, Roberto: Nuevas aguafuertes porteñas. Buenos Aires, Hachette, 1960. 329 páginas. Estudio preliminar de Pedro G. Orgambide.

Españoles y otros

En "Tiendas de ultramarinos" escribe Enrique González Tuñón: "El personaje de Proust por el aroma de una taza de té, reconstruye todo un tiempo perdido, pasado. Huela, huela usted cuando pase por una tienda de ultramarinos. Huele a Centenario, ¿verdad? a 1910. La Infanta Isabel. El Presidente Montt. Roque Sáenz Peña. Las primeras huelgas y manifestaciones. El abigarramiento en el Hotel de Inmigrantes, las terceras, la carta de España, la Exposición, las tiendas de ultramarinos" (1).

En "El siglo disfrazado", Mauricio Kartun analiza la relación del Carnaval con la inmigración: "Fue con el vendaval inmigratorio de principio de siglo que la farra desbordó todo orden institucional, la mascarita se independizó, y el disfraz pasó a ser un atributo de fenomenal creatividad individual, un orgullo familiar en el que las mujeres de la casa lucían su solvencia con el molde y la aguja".

Una vez disfrazado el niño, debía fotografiárselo, para enviar esa imagen al país de origen: "Colas de una cuadra en Foto Bixio, o en Pascale, bajo el sol calcinante de febrero, ese que aseguraba con el resplandor de la primera tarde los mejores contrastes en la vidriada galería de pose del estudio. ¿Cómo testimoniar sino allá en el terruño el prodigio de costura, las costumbres, el crecimiento y la belleza de los chicos, engalanados y maquillados?"

El afianzamiento de la inmigración hizo que cambiaran los disfraces elegidos por las madres para sus hijos: "Viejas fotos. Sólo eso queda de aquella magnífica pasión por el disfraz. De pierrot, sobre todo, hasta los años 20 en que las colectividades tomaron peso propio. De allí en más predominaron los baturros, toreros y gaiteros asturianos, las majas, las gitanas, y los vascos pelotaris con sus paletas en miniatura, o su versión lechera con los tarros también a escala" (2).

Notas

1 González Tuñón, Enrique: "Tiendas de ultramarinos", en González Tuñon, Enrique: Viaje al fondo de una calle y otras páginas. Antología. Selección, prólogo y notas por Jorge B. Rivera. Buenos Aires, CEAL, 1980 (Capítulo).

2 Kartun, Mauricio: "El siglo disfrazado", en Clarín Viva, 20 de febrero de 2000.

En costumbrismo

Andaluces

En la revista Caras y Caretas se lee que por la Avenida de Mayo transitaba el vendedor de cigarrillos, un andaluz que pregonaba: "¡Qué distraídos, andéis! ¡Qué distraiídos!/ ¡Miraise bien los bolsillos!/ ¡Habéis orvidao los cigarriyos!" (1).

Notas

1 En Caras y Caretas, 1901.

Gallegos

En "Carnavalesca", Fray Mocho desliza la crítica social, al afirmar que a la doméstica gallega, la patrona la explota. De la abusadora señora dice el personaje: "se aprovecha de que sos d"España para sacarte el jugo por unos cuantos centavos". El retrato que hace del temible gallego hermano de la joven, es despectivo, ya que pone en boca de la doméstica este concepto: "Yo lo conozco a mi hermano y sé que a bruto y terco no le han de ganar muy fácil…" (1).

Félix Lima es el autor de "Otra vez en la milonga, trágico doblete", artículo en el que incluye su "Carta pra alá", la cual dice:

" "Señora Guesusa Pérez de Jarcía y Jrejores.

"Viju.

"Querida prima:

"Por aquí con a jerra, nos ponemus jordus, pues o que no suben os mayoristas, os subimus nosotros, por más que el jobiernu aprieta el torniquete a los especuladores y el hornu no está para janancias desmesuradas, pero tú sabés que aquí como en Lojroñu, en Londón como en Juacintón, en Hamburju comu en Ríu de Ganeiro, echa a ley, echa a trampa.

"Te comunico una noticia que te llenará de gubilu: primu Jabriel ya sentó plaza de rentadu en el ayuntamiento, pues el concegale Iñiju, pariente leganu de tíu Jaspare, le consijió esa canonjía, 160 pesiñus mensuales, con gubilación y otros previleguius, con a única condición de votar siempre por los amijotes del susodichu Iñiju.

"Primo Jabriel Sánchez Jerra ya maneja el escobillón edilicio con jarbu y empuga a carretilla con donaire, y en cuantu al uniforme, llévalo con elejancia que se la envidiaría Eduardu de Juinsur, ese tipo yoni que para mí tein guente en a azotea.

"Deseamus que a jerra sea larja para convertir nuestra actual despensiña en almacén por mayore, con siete camiones de repartu.

"Cariñus pra ti y para todos de tu prima que gamás te olvida-

Benita Fuentes de Sanjrador"……………………………………

Un galleguito aparece en un texto costumbrista de Ricardo Lorenzo (Borocotó), sosteniendo este diálogo:

"-Uno debe cantar bajo y otro alto -aconsejó El Galleguito".

"-¿Alto como las montañas de tu aldea? -¿Te juego a quién las tiene más altas?… El día que vengas a mi provincia te vas a agarrar un empacho de montañas… -interrumpió Rompehuesos, que jamás transaba en que hubiera montañas más altas que las de sus pagos. Hasta decía que las de la geografía estaban mal medidas".

Notas

1 Alvarez, Sixto A. (Fray Mocho) Cuentos. Buenos Aires, Huemul, 1966.

2 Lima, Félix: "Otra vez en la milonga, trágico doblete", en Caras y Caretas, Año XLII, N° 2137, Buenos Aires, 23 de septiembre de 1939.

3 Lorenzo, Ricardo (Borocotó): "El Diario de Comeuñas", en R. Arlt, R. Gache, Borocotó y otros: El costumbrismo (1910-1955). Buenos Aires, CEAL, 1980. Pág. 37. (Capítulo, vol. 68).

Vascos

La conversación que Fray Mocho reproduce en "Nobleza del pago" evidencia en qué medida se confundían los orígenes de los habitantes de nuestro país. Una mujer cree que su abuela es vasca. A esa convicción, le responde una parienta: "Más bien tirab"a pampa o a correntina por l"habla… ¡Si era bosalísima! El viejo parece que se juntó con ella cuando andaba de picador de carros, p"allá, pa la cost"el Salao, que fue de an"de comenzó a internarse pa l"Azul…" (1).

Godofredo Daireaux es el autor de "Matufia", en el que escribe: "Después del confortable almuerzo, se fue don Narciso a siestear, y se sentaron a la sombra de los preciosos aromas que rodeaban la estancia de don Carlos Gutiérrez, hacendado de la vecindad, don Julio Aubert, francés acriollado y mayordomo de una gran estancia vecina y un vasco, ovejero rico de por allá, que llegado a comprar carneros, a la hora de almorzar, había sido convidado por el dueño de casa" (2).

Notas

1 Alvarez, Sixto A. (Fray Mocho) Cuentos. Buenos Aires, Huemul, 1966.

2 Daireaux, Godofredo: "Matufia", en Fray Mocho, Félix Lima y otros: Los costumbristas del 900. Sel. y pról. de Eduardo Romano, notas de Marta Bustos. Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo).

Sin mención de origen

"Diego Corrientes" es uno de los textos que Francisco Grandmontagne escribió para su "Galería de inmigrantes", publicada en Caras y Caretas. No manifiesta que su personaje sea un inmigrante español; lo suponemos, por el nombre y la descripción de su tierra de origen. En esa estampa, publicada en 1899, leemos: "La falta de pan y la sobra de hijos arrojaba a Dieguillo del hogar nativo. Tenía 12 años, saludables como las vetas de joven encina; cual aguilucho, ágil y fuerte, y bello además, como engendro de dos cuerpos torneados por duro trabajo" (1).

En "¡Ficate-in-poco; ficate!", texto de 1908, Santiago Dallegri presenta a una española que quiere comprar ligas de seda. Uno de los personajes dice a la mujer: "-No s"enoje misia España, que dispués de todo, no lo hago porque me deba un par de nales sino por hacerle un bien. Pues dígame, ¿pa qué v"á gastar dinero en ligas de seda, si naides se las v"á ver?" (2).

Notas

1 Grandmontagne, Francisco: "Diego Corrientes", en Fray Mocho, Félix Lima y otros: Los costumbristas del 900. Sel. y pról. de Eduardo Romano, notas de Marta Bustos. Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo).

2 Dallegri, Santiago: "¡Ficate-in-poco; ficate!", en Fray Mocho, Félix Lima y otros: Los costumbristas del 900. Sel. y pról. de Eduardo Romano, notas de Marta Bustos. Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo).

En historietas

Gallegos

En "La historia del comic en la Argentina", trabajo "realizado por Néstor G. Giunta, en el año 2004, basándose en un texto original del profesor Oscar De Majo, quien autorizó las modificaciones y agregados efectuados aquí sobre el artículo aparecido en "Signos Universitarios" (Bs. As., Universidad del Salvador, Año XV N° 29, en el año 1996)", el autor se refiere a una inmigrante española: "La historieta pasa a la prensa diaria recién en 1920, cuando el diario La Nación empieza a publicar tiras, con gran enojo de muchos de sus lectores, que pensaban que con estas "frivolidades" se desmerecía la "seriedad" de la publicación. (…) debuta con sus personajes, en los periódicos, Lino Palacio, que crea a "Ramona" (…), en 1930, para "La Opinión" " (1).

"Cuenta la anécdota que Palacio se inspiró en una mucama gallega que trabajaba en la casa de su abuelo para crear a Ramona. Observador como todo humorista, el autor crea un personaje que es un estereotipo derivado de la inmigración poco instruida que llegó a Argentina a principios de siglo. Como tantos otros inmigrantes, Ramona es empleada doméstica. Ignorante y algo bruta, inocente y demasiado sincera, tales las características que detonan la comicidad de este personaje. Ramona es el primero de los grandes personajes de Lino Palacio, al que seguirían Don Fulgencio, Avivato y Cicuta, entre otros. Estos personajes, como los de otros autores de la época, se caracterizan por basar su humor en una cualidad que produce el efecto cómico, recurso que se repite de tira en tira. En el caso de Ramona, su ignorancia produce todo tipo de malentendidos. La interpretación literal de lo que le dicen, su incapacidad para el doble sentido, provocan las situaciones que sufren sobre todo sus patrones. Su inocencia y simpleza la llevan a una sinceridad extrema, que desemboca en algo parecido a la insolencia. Pero Ramona no tiene malicia, todo lo que hace es sólo consecuencia de lo bruta que es. Ramona fue el primer gran personaje argentino que apareció en los diarios. Comenzó a publicarse en 1930, en La Opinión, diario oficialista que salió apenas por un año. A partir de 1938 se publica en el diario La Razón, donde se hace exitosa. Varios autores se hicieron cargo de la tira: Toño Gallo, Guillermo Guerrero, Dobal y Faruk (hijo de Lino Palacio). A partir de 1958 Ramona es continuada por Cecilia, hija de Lino Palacio" (2).

En Locuras de Isidoro, historieta de Dante Quinterno, aparece un mayordomo gallego. "Quién no disfrutó alguna vez -pregunta Marcelo Benini- de los enredos protagonizados por Isidoro, ese porteño de vida disipada que rehuía a cualquier esfuerzo físico, incluido el trabajo, y pasaba sus horas en casinos, hipódromos y boites? Imposible olvidarlo: casi siempre vestía saco cruzado, polera, mocasines y tomaba whisky importado. Vivía disgustando a su pobre tío, el coronel Urbano Cañones, quien sólo confiaba en él cuando estaba acompañado por Cachorra Bazuka, una hermosa rubia de aparente compostura que en realidad era su compañera de juergas. Su otro aliado era Manuel, el mayordomo gallego, que lo apañaba ante el severo militar cuando Isidoro metía la pata. Autos deportivos, ruletas, cartas de póker, cigarrillos y noche componían la iconografía de Locuras de Isidoro, la popular revista que el inolvidable Dante Quinterno (1919-2003) publicó entre 1968 y 1976, año en que empezó a reeditarse" (3).

Quino creó al almacenero don Manolo y su hijo Manolito, personajes de Mafalda (4).

Notas

1 Giunta, Néstor G.: "La historia del comic en la Argentina", en www.todohistorietas.com.ar

2 S/F: "Ramona", en www.historieteca.com.ar.

3 Benini, Marcelo: "Isidoro Cañones era de Villa Pueyrredón", en El Barrio. Periódico de noticias, Agosto de 2003.

Ver "Testimonios: Castellanos".

Sin mención de origen

Un hombre dice a su mujer, en una historieta de Emilio Ferrero: "Pensar que voy a ser papá y le voy a contar las historias que me contaba mi abuelo… Como esa de cuando vino de España siendo muy joven y se encontró con un país rico y lleno de oportunidades…". La reflexión es amarga: "¡¡Claro que ahora, visto a la distancia, parecería que el pobre nono desde chico ya tenía arterosclerosis!!" (1).

Notas

1 Ferrero, Emilio: "S.O:S: Somos primerizos", en La Capital, Mar del Plata, 14 de mayo de 2000.

En textos escolares

Españoles y otros

Cien lecturas se titula el libro destinado a alumnos de quinto grado, que publicó la Editorial Guillermo Kraft Limitada. Son sus autores José Mazzanti e I. Mario Flores. La lectura n° 41 de esas cien, es "Los inmigrantes" (1). Transcribo un fragmento de la misma: "¿Quiénes son los que se han atrevido a desafiar así las penurias de la travesía, abandonando su hogar y su patria? Son los inmigrantes. A medida que van desembarcando, les oímos hablar veinte idiomas distintos. Ved aquel italiano, que baja, de amplio pantalón de pana y raro sombrero; aquel español, de chaqueta corta y ajustada; aquel alemán, rubio y mofletudo… Y desfilan así, con sus trajes y rasgos característicos, rusos, franceses, turcos, belgas… ciudadanos de todos los países que vienen en procura del pan y del bienestar que ofrece nuestro pródigo suelo a todos los hombres de buena voluntad que deseen habitarlo".

En ese mismo libro se incluye "La visión del puerto de Buenos Aires", texto del guatemalteco Enrique Gómez Carrillo. En él expresa: "¡La Argentina! ¿Hay alguna lengua humana en la cual estas sílabas dejen de tener la sonoridad de metal precioso? La Argentina se dice en Rusia lo mismo que en España, en Gran Bretaña lo mismo que en Oriente, en la China lo mismo que en Grecia, y siempre el alma percibe imágenes de grandeza y de trabajo, imágenes salvadoras para el que no puede contentarse con la vida de su pueblo natal; imágenes halagüeñas y generosas para todos" (2).

Notas

1 Mazzanti, José y Flores, I. Mario: "Los inmigrantes", en Mazzanti, José y Flores, I. Mario: Cien lecturas. Buenos Aires, Editorial Guillermo Kraft Limitada, 1956. 19° edición. 249 pp.

2 Gómez Carrillo, Enrique: "La visión del puerto de Buenos Aires", en Mazzanti, José y Flores, I. Mario: Cien lecturas. Buenos Aires, Editorial Guillermo Kraft Limitada, 1956. 19° edición. 249 pp.

En novelas

Andaluces

En El juguete rabioso, de Roberto Arlt, relata el protagonista: "Cuando tenía catorce años me inició en los deleites y afanes de la literatura bandoleresca un viejo zapatero andaluz que tenía su comercio de remendón junto a una ferretería de fachada verde y blanca, en el zaguán de una casa antigua en la calle Rivadavia entre Sud América y Bolivia" (1).

Eugenio Juan Zappietro es el autor de la novela De aquì hasta el alba (2), en la que narra lo acontecido a colonos, soldados e indios durante la Conquista del Desierto, en el año 1879. Bonhomìa y vileza aparecen confrontadas en una dupla de inmigrantes. Son ellos un irlandés, que llegó al desierto en 1866, y el socio granadino que lo traicionó. La posta en la que vivían los Bary había sido construida por O"Flaherty, quien "juraba que Argentina era el país del futuro. No se equivocó por mucho en cuanto a la tierra; se equivocó de hombres, pero una lanza araucana había terminado con él para evitarle la amargura de comprobarlo".

Belén Gache es la autora de Lunas eléctricas para las noches sin luna (3). En esa obra, relata la protagonista: "En 1890 mis abuelos llegaron a ese puerto, provenientes también de Sevilla. Junto con ellos traían a sus dos jóvenes hijas, que se habían pasado todo el viaje encerradas en sus camarotes vomitando. Venían a Buenos Aires porque mi abuelo, que trabajaba en el Banco de España, había sido transferido a esta sucursal del fin del mundo".

"Editorial Losada publicó Mientras la luz se va, novela de Noemí Cohen (216 pp). Esta es la historia de Elena, una joven sefardí que viaja desde Alepo a la Argentina, a principios del siglo XX, para encontrarse con su futuro y desconocido esposo. Pero es también la parábola de Setti, a quien Elena conoce en el interminable viaje hacia América y que se ha embarcado para restañar la herida de haber sido repudiada por su marido y haber perdido contacto con su única hija. Y es, además, la peripecia de Amparo, una andaluza alegre pero sumida en la desgracia de un novio muerto por amor a la anarquía en el sur argentino. Y es, entre otras, la historia de Elenita, la nieta adorada de Elena que, víctima de la última dictadura militar argentina, repite el camino de exilio de su abuela. Noemí Cohen ha creado, con esta novela admirable, un delicado tapiz donde se traman los destinos de un puñado de mujeres de ayer y de hoy. Las separan la edad, la lengua, la cultura o la religión, pero las une sutilmente una similar voluntad de conocimiento, de libertad, de belleza y de justicia" (4).

Monografias.com

Pocas novelas argentinas acerca de la inmigración argentina tan bien escritas como El Destierro de la Reina (2009), de Ana Bisignani. La escritora logra, con una trama terrible y quizás alejada del lector actual, una obra fascinante que atrapa e incita a leer más y más. Recibió elogiosas palabras de María Granata y Jorge Torres Zavaleta, autoridades reconocidas en el gènero. 

La historia de una familia que emigra de Andalucía es descripta con lenguaje sencillo, pero pleno de poesía. Ana narra admirablemente, y su mirada femenina se advierte en este libro en el que madres, hijas y abuelas cobran una importancia inusitada, mucha más -a mi entender- que la de los hombres que las sojuzgan.

El amor, la pasión, el patriotismo, la nostalgia, son temas caros a los lectores, que encuentran en Bisignani una creadora que sabe abordarlos y presentarlos de modo que la historia, "su" historia, sea la de los que descendemos de los barcos en esta tierra que dio refugio a nuestros abuelos.

Notas

1 Arlt, Roberto: El juguete rabioso. Buenos Aires, CEAL, 1981. Prólogo de Jorge Lafforgue. Pág. 5. (Capítulo).

2 Zappietro, Eugenio Juan: De aquì hasta el alba. Barcelona, Hyspamèrica, 1971.

3 Gache, Belén: Lunas eléctricas para las noches sin luna. Buenos Aires, Sudamericana, 2004.

4 S/F: "Novela de Noemí Cohen en Losada", en Raíces, www.revista-raíces.com. Noviembre de 2005. 216 pp.

Aragoneses

Manuel Gálvez presenta, en Nacha Regules, a un aragonés encargado de un conventillo: "El encargado era un aragonés testarudo, insolente y entrometido. Su pequeña cabeza desgonzábase sobre un cogote interminable. El tronco, angosto en los hombros, ensanchábase hasta las caderas, cuya anchura contrastaba ridículamente con la longitud de las flacas piernas, movedizas y simiescas. La expresión adusta del semblante y la nariz de perro, caricaturizábanle aún más. Reía explosivamente, empalmando la agonía de una carcajada con el brusco estallido de otra, lleno de gesticulaciones, agitándose íntegro, dando al cuerpo la línea oblícua y caídos los brazos que temblequeaban chocando contra los flancos y subían y bajaban sin ritmo, como émbolos descompuestos. Gustaba hacerse el gracioso, hablando a lo andaluz" (1).

Notas

1 Gálvez, Manuel: Nacha Regules. Citado en Páez, Jorge: El conventillo. Buenos Aires, CEAL, 1970.

Asturianos

En Hermana y sombra, de Bernardo Verbitsky, aparece una sirvienta asturiana. Narra el protagonista, un niño hijo de rusos: "Otra clase de confidencias inició una tarde, al referirse al reciente casamiento de Rosario quien seguía sirviendo allí y compartía ahora con su marido la misma habitación que antes ocupaba sola, pegada a la de él, que aplicaba el oído a la puerta que las separaba. Creyó al principio que se divertiría con lo que imaginó sólo podían ser cómicas parodiasde amor, pero lo que oía no lo hizo reír precisamente sino que lo indujo a inevitables y manuales desahogos, terminando por sentir miedo a la propia actuación de excitado testigo invisible, que lo perturbaba intensamente, y aún más allá de su papel de escucha pues ahora, le confesó, miraba con otros ojos las piernas blancas como la leche de la asturiana" (1).

En Las libres del Sur, de María Rosa Lojo, dice Victoria Ocampo, refiréndose a Fani, la empleada nacida en Oviedo: "me trata como a una menor de edad. Pero como su tiranía es útil, protesto un poco y la dejo hacer su voluntad. Igual que los pueblos cómodos, como el nuestro" (2).

Notas

1 Verbitsky, Bernardo: Hermana y Sombra. Buenos Aires, Editorial Planeta Argentina, 1977.

2 Lojo, María Rosa: Las libres del Sur Una novela sobre Victoria Ocampo. Buenos Aires, Sudamericana, 2004.

Castellanos

Rubén Benítez, autor de La pradera de los asfódelos, me dijo en un reportaje: "El pueblo real es el de mi madre. Allí tomé el escenario, personajes, anécdotas y muchos elementos que me permitieron completar la historia de la cual yo tenía la faz americana. Me conmovió ver el puente sobre el Agueda del que tanto hablaba mi abuela. Me impactó la visión mítica de la Patagonia -que intenté traducir- que tienen muchos de los que quedaron aguardando a os que viajaron a América y no regresaron. O la imagen de la cigüeña, con sus inmensos nidos en los campanarios, ave migratoria que regresa siempre, por un misterioso vínculo, y está identificada con el renacer primaveral" (1).

En ese libro, un hombre que se marchó cuando llamaron a su quinta, escribe a una madre española: "Cuando el muchacho crezca, mándamelo. Hay campos inmensos sin labrar que pueden dar dos o más cosechas al año. Los animales, que no se cuentan sino de tanto en tanto, andan sueltos. Aquí hará fortuna. Cuando convoquen a su quinta mándalo. Y si quieres venir tú con él, vente. No te arrepentirás. Sobra lugar y faltan manos". La madre exclama: "No, hermano. Prefiero que lo manden a Marruecos antes de que escape a la Patagonia. De Marruecos regresan todos, de la Patagonia no vuelve ninguno" (2).

El viajero de Agartha (3), de Abel Posse, fue distinguida con el Premio Internacional de Novela Novedades y Diana 1988-1989 en México. El protagonista de la novela es Walther Werner, graduado en lenguas orientales y arqueología, teniente coronel de las fuerzas especiales nazis, quien se define como "el mensaje de salvación arrojado al mar enfurecido". "Soy un SS -afirma-: mi primer mandato es matar o morir matando esa sucia rémora hija de una cultura pestilente y sentimental: la nostalgia, la roñosa humanidad y su engendro bastardo, el mentado "humanismo" ". Es justamente esa postura ante la vida la que hace que se desvincule del hijo que tuvo con una española, que apareció muerta en Burgos "cuando entraron las fuerzas vencedoras de Franco". Recuerda el momento en el que, en Madrid, cortó el débil lazo que lo unía al niño; entonces aparecen las referencias a la Argentina, país en el que se cría el pequeño, lejos de su padre.

En Las libres del Sur, Una novela sobre Victoria Ocampo (4), de María Rosa Lojo,. aparece un castellano. Uno de los personajes "no supo decirles nada nuevo, salvo pedirles que esperasen al patrón, un gallego de Logroño que conocía probablemente a todos los españoles de la zona".

Notas

1 González Rouco, María: "Rubén Benítez: el regreso a la entrañable tierra", en El Tiempo, Azul, 10 de septiembre de 1989.

2 Benítez, Rubén: La pradera de los asfódelos. Bahía Blanca, Siringa, 1988.

3 Posse, Abel: El viajero de Agartha. Buenos Aires, Emecé.

4 Lojo, María Rosa: Las libres del Sur, Una novela sobre Victoria Ocampo. Buenos Aires, Sudamericana, 2004.

Catalanes

En la adolescencia, el protagonista de La gran aldea (1), de Lucio V. López, acude a la escuela de dos maestros. Uno de estos maestros era inmigrante: "Don Josef era oriundo de Cataluña y se vanagloriaba de haber nacido en el castillo Monjuich, de haber salvado la vida a varias personas, de haber presenciado un naufragio y de haber sido casi víctima del hambre de una tigra mansa; preciábase de haber conocido a la reina de España, doña Cristina, de haberla visto comer una olla podrida en un día de toros. Hacía sacrificio de confesarse descendiente de don Gonzalo de Córdoba, pero no se prestaba a pregonar mucho el parentesco, y lo repudiaba con majestad, porque no quería que nadie sospechase que él aprobaba las rendiciones de cuentas de su poco escrupuloso antepasado. Vivía crónicamente colérico, sin que esto importe decir que no supiera interrumpir sus accesos para hablar con fruición, de los tesoros de Potosí y de fortunas colosales como las de los cuentos de hadas, porque el buen viejo tenía altamente desarrollada la nota de la codicia".

María Angélica Scotti evoca, en Diario de ilusiones y naufragios (2), la vida de una inmigrante española, desde que, en la infancia, deja España con su madre; a ellas se unirá un italiano que la mujer conoce a bordo. "El primer recuerdo que me aparece es el viaje", dice la protagonista de la novela que mereció el premio Emecé 1995/6. "En verdad, es más lo que me contaron que lo que vi con mis propios ojos -continúa. No sólo porque era muy pequeña sino también porque hice la travesía encerrada en un camarote muy especial: viajé oculta bajo las faldas de mamita", porque "apenas zarpamos de Barcelona, mamita notó que yo tenía el cuerpo y las mejillas repletos de manchuelas coloradas. Ella ya había oído decir que a los enfermos los obligaban a bajar en el primer puerto, y por eso resolvió esconderme" .

En Lunas eléctricas para las noches sin luna, de Belén Gache (3), la protagonista se refiere a un canillita de ese origen: "A unos metros, un grupo de muchachos se reúne alrededor de una caja de zapatos. Son los canillitas. Llevan medias largas y pantalones cortos y sus cabezas se encuentran cubiertas con boinas. Cargando pesadas pilas de diarios, se encaraman a los tranvías en movimiento de forma tan descuidada que, más de una vez, han provocado accidentes. Ya varias veces he visto cómo los agentes de policía les llaman la atención. Entre los muchachos, reconozco a Gregorio, un chico de origen catalán, amigo de Mirko".

El padre de Gregorio, imprentero, es anarquista: "Hoy por la tarde por fin me decidí y fui a buscar el reloj de papá a la relojería. Estaba por llegar al local de Copelius cuando vi que de ahí salía un policía. Pocos segundos después, salían dos agentes más llevando a la rastra a don Antonio, el padre de Gregorio, ataviado con su mameluco gris manchado de tinta".

En El infierno prometido, de Elsa Drucaroff, Vittorio "salió a buscar a Julián Soto, el hombre que le había indicado el Catalán. Si, tal como prometió, el Catalán había enviado un telegrama, los compañeros tenían que estar aguardándolos" (4).

Notas

1 López, Lucio V.: La gran aldea. Costumbres bonaerenses. Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo).

2 Scotti , María Angélica: Diario de ilusiones y naufragios. Buenos Aires, Emecé, 1996.

3 Gache, Belén: Lunas eléctricas para las noches sin luna. Buenos Aires, Sudamericana, 2004.

4 Drucaroff, Elsa: El infierno prometido. Una prostituta de la Zwi Migdal. Buenos Aires, Sudamericana, 2006. 336 pp. (Narrativas históricas). Pág. 265.

Gallegos

En la novela En la sangre (1), de Eugenio Cambaceres, el protagonista y su madre "se detuvieron frente a la Universidad en cuya puerta, mostrando un grueso manojo de llaves colgado de la cintura, estaba de pie el portero, un gallego ñato de nariz y cuadrado de cabeza".

En La gran aldea, Lucio V. López presenta gallegos trabajando junto a los criollos: "daban las cuatro y, no bien había entrado el gallego cotidiano con las viandas, don Narciso se engolfaba en los antros profundos de la trastienda". Lucio V. López menciona otro gallego relacionado con la tienda: "Caparrosa, el cadete de Bringas, un galleguito ladino y vivaracho" (2).

Escribe Manuel Gálvez, en Nacha Regules: "Monsalvat imaginó que sus palabras engendrarían entusiasmo y agradecimiento. Pero no fue así. Unos torcieron el rostro, otros cuchichearon. Una vieja se puso a hacer pucheros, y un gallego protestó contra el abuso de querer echarles de la casa para después subir los alquileres". El gallego decía que "Si ellos se encontraban bien, ¿por qué obligarles a aceptar lo que no pedían? ¿Qué vivían como los cuerpos? ¡Bah! Acaso vivieron antes de otra manera? Eso que decía el patrón: la higiene y el aire, era bueno para los ricos. ¡Los pobres estaban tan conformes sin aire! Y respecto de la higiene, maldita la falta que les hacía. Además, si la vida de los pobres era dura, no correspondía a los ricos pretender mejorarla. Y que no les dijeran que sus ofrecimientos eran desinteresados, porque no lo creerían. Ya conocían demasiado a los ricos. Todos iguales. Si a veces cedían por un lado, era para reventarlos por otro. Podía, pues, el patrón marcharse con sus rebajas de alquiler y la reforma del conventillo. No aceptaban la rebaja, no. ¡Ellos no se moverían de allí!" (3).

En un conventillo reúne a sus discípulos José Luna, personaje de Megafón, novela de Leopoldo Marechal: "En la sala única del púgil se juntaban sin armonizar el comedor, el dormitorio y una cocina de leña, cuyo tiraje pésimo fue un manantial de humo que, sin embargo, nunca molestó en adelante ni a José Luna ni a sus tres discípulos, en las discusiones que mantuvieron sobre las metáforas del Apocalipsis. Los tres discípulos eran Juan Souto, llamado "el gaita", Vicente Leone, o "el tano", y Antenor Funes, conocido por "el salteño" " (4).

En Hacer la América (5), Pedro Orgambide evoca, entre otros inmigrantes, a una familia gallega.

Manuel Londeiro junta trabajosamente el dinero para traer de Galicia a su familia. En la fonda "pide pan y tocino. Después, una sopa con carne, porotos y papas. Se promete ir al almacén de su primo, y firmar una letra, un documento, lo que sea a cambio del dinero para los pasajes. Si comes tanto no podrás ahorrar, dice su primo, si sólo piensas en comer, si El pan de Manuel Londeiro no llega a la boca. Lo coloca en un pañuelo y lo anuda. Ya tiene su cena".

Al gallego, "El albanés lo desafía a una pulseada. Uno es fuerte como un caballo, piensa Manuel, pero uno no tiene ganas de pulsear. El albanés ha puesto su dinero sobre la mesa. No, yo no juego por plata. No me importa que mis amigos piensen que el albanés es más fuerte que yo. Yo no me juego el jornal". Sin embargo, lo hace: "Manuel Londeiro le dobla el brazo contra la mesa y caen las monedas en el suelo entre el jolgorio y el griterío de los estibadores".

Al fin, reúne el dinero que posibilita tan ansiado encuentro. Su mujer, Carmen, viajando con los hijos, piensa: "Es como si nunca hubiera tenido una casa, Manuel. Como si nunca más pudiera pisar la tierra firme y Dios nos condenara a vagar por el mundo en este barco. No pienses que estoy loca, Manuel. A otras mujeres que viajan aquí les ocurre lo mismo. Extrañan el olor de sus cocinas y el calor de sus camas. Una vieja me contó que todas las noches soñaba con su corral y sus puercos; otra, con un jardín de Andalucía. En América ¿tú sueñas con la casa, Manuel? Los hombres se ríen de esos sueños, son cosas de hembras, dicen, haremos otras casas allí, sembraremos el trigo, cuidaremos las viñas, vamos a trabajar en los aserraderos, en los muelles… Es que los hombres son más parecidos al mar, les gusta andar de un lado a otro. Algunos, sin embargo, se asoman al océano como si trataran de ver o que dejaron. Una les ve las caras de viudos de la tierra, caras de hombres como tú, Manuel, trabajadas por el sol y el granizo, por los días de labranza ¿no se extraña la tierra, Manuel? ¿el olor de la tierra?"

Llegan Carmen y los hijos, Paco y María. En el patio del conventillo, la niña juega a las estatuas con las hijas del árabe: "se quedaba inmóvil con un pie en el aire. (…) -¡Míralas! Se creen unas reinas… pero tarde o temprano van a parir como nosotras -vaticina la Carmen y apoya su mano en el hombro de Magdalena".

Paco, que no quiso sufrir lo que su padre sufrió por motivos políticos, se dedicó a la música. María, en cambio, inspirada en el espíritu paterno, fue líder en el movimiento de las costureras.

María Rosa Lojo define a su novela, Canción perdida en Buenos Aires al oeste, como "la historia de una familia narrada a través de siete personajes, de siete voces: la voz central es la de Irene, que en sus treinta años rescata ese nudo de vidas que conforma sus propios orígenes, como quien canta una canción. Una canción perdida porque es la de la infancia y la adolescencia, la de la vida tramada por el amor, la dicha, la desdicha, la enfermedad, la muerte, los extravíos y las recuperaciones que constituyen el tiempo irrestañable e incorruptible, como el agua fluyente, que la palabra, por un momento, crea la ilusión de retener" (6).

Después de muchos años de exiliados, los padres de Irene sufrían el mismo desarraigo que los acompañaría hasta el final de sus días. En su hogar del oeste, "era el sol de la casa nativa que iluminaba sus rostros. Los rasgos de mi madre, silenciosos y bellos, como una estampa antigua; los ojos de mi padre, tristes de mar, empañados de tiempo recorrido. La mesa del domingo, cuando comíamos callados y mi padre, sólo mi padre recitaba, tácitamente, como para sí: "Donde yo me he criado…" Y ya no escuchábamos; lo demás se perdía en la bruma nebulosa de un mito siempre repetido, desesperado y patético como una plegaria inútil. La única plegaria que papá se permitía decir" (7).

Horacio Vázquez-Rial es el autor de Frontera Sur. "Prostitutas, fantasmas, jugadores, gallos de riña, socialistas primitivos, héroes del trabajo, anarcosindicalistas o músicos que se cruzan en la vida de tres generaciones de emigrantes gallegos, van tejiendo la trama de Frontera Sur y la historia de Buenos Aires, entre 1880 y 1935. Roque Díaz Ouro, que llega viudo y con un hijo a la capital argentina, que se enamora de una prostituta de alto vuelo y que recibe en su carrera ascendente la ayuda del espectro de un compadrito degollado, es protagonista de este relato épico, junto al alemán Hermann Frisch, portador de un bandoneón y de los principios de la organización obrera. Pero también aparecen en él figuras legendarias como Yrigoyen, Durruti o el propio Gardel, que definieron el espíritu de una época y de una ciudad apasionantes" (8)

Graciela Cabal, en Secretos de familia (9), recuerda su aprendizaje de muñeira: "A mi amiga Rodríguez tampoco la dejan estudiar baile, pero ella igual sabe bailar la muñeira, porque la muñeira se la enseñó la madre. (La madre de Rodríguez es de un lugar donde todos saben bailar la muñeira desde que nacen, sin que nadie se la enseñe). Me da mucha vergüenza, pero igual voy y le digo a la mamá de Rodríguez si por favor, por favor, me enseña a mí a bailar la muñeira. La mamá de Rodríguez dice que ella con mucho gusto me enseñaría, pero hace tanto tiempo que no baila… "Sea buena, mamita", le dice Rodríguez a la madre, y la arrastra al patio. Y entonces la madre empieza a cantar bajito mmmmm mmmmm mmmmm y a dar unos pasos. Y después se ve que se anima porque se pone a cantar fuerte y se mueve rápido y hasta se saca las chancletas y el delantal, y sigue, sigue, sigue. Y justo llega el papá del trabajo y primero se asusta y pregunta qué es lo que está pasando en esa casa, y después se ríe y se pone a bailar enfrente de la madre. Y yo ya no aguanto y le digo a Rodríguez si quiere bailar, porque algo aprendí, de mirar. Y todos bailamos, cantamos y nos reímos, hasta la mamá de Rodríguez, que nunca se ríe. A la mamá de Rodríguez, cuando baila la muñeira ni se le notan los bigotes".

En Agua de nadie -novela distinguida con el Premio "Dr. Alfredo A. Roggiano" de la Municipalidad de Chivilcoy, 1993-, Mabel Pagano evoca a dos sastres gallegos: "Porque era muy chico y recién se iniciaba en el oficio junto a los gallegos López y García, propietarios de un gran taller, no tuvo ocasión de conocer a don Hipólito, aunque quizás Yrigoyen no hubiera gastado en un traje lo que él llegó a cobrar, decían que era tan raro el Peludo… (…) La tarde anterior, los gallegos habían insistido en su intento de llevarlo a Mar del Plata para la inauguración de la tan soñada sucursal y nuevamente él rechazó la invitación, hablando de compromisos impostergables, aunque sin aclarar sobre la naturaleza de los mismos y tratando de que no se ofendieran, ya que era forzoso que lo reconociera, él les debía mucho a los dos. Esa noche, cuando estaba a punto de retirarse del taller, los patrones lo invitaron a comer en un restaurante de Sarandí, donde había ido varias veces acompañándolos. Quiso negarse diciendo que estaba muy cansado de la tarea de toda la semana, cosa que era rigurosamente cierta, pero López insistió, vamos hombre, nos comemos la paella y regresamos temprano, al mismo tiempo que García lo palmeaba empujándolo hacia la puerta" (10).

En Latas de cerveza en el Río de la Plata -novela de Jorge Stamadianos distinguida con el Premio Emecé 1994/95- aparece un padre gallego que oculta a su hijo, desertor en la Guerra de las Malvinas. Relata el protagonista: "Aunque no podía verle la cara al gallego porque me había quedado esperando en la planta baja, oía su voz retumbando a través de la escalera y me imaginaba la vena saltándole en la frente como una lombriz que no quiere subirse al anzuelo" (11).

En Virgen (12), novela de Gabriel Báñez que resultó finalista en el premio Planeta, aparece un titiritero gallego: "Sara lo había encontrado deambulando medio muerto de hambre a los costados de la aduana, sin documentación y con unas pocas pesetas en el bolsillo que guardaba como rezago de un viaje de cuarenta días desde su Pontevedra natal hasta Santos, donde desembarcó. En Brasil se había dedicdo al incipiente negocio de refinar aceite de coco, pero por muy poco tiempo, ya que en apenas tres meses tuvo la fulminante certeza de que su arte jamás se adaptaría al portugués. No por él, sino por sus títeres, que extrañaban horrores el castellano y no se adaptaban a ese idioma pegajoso y transpirado. Filadelfio Pérez era un trotamundos infatigable, aunque en su juventud se había dedicado al deporte de los guantes sin mayor fortuna, (…) Durante las representaciones se hacía llamar Maese Pérez, y se valía de su arte para desbocar argumentos y acomodarlos a su pasión republicana con ogros franquistas y brujas de la Falange. Pero las mejores obras las escribía él, y resultaban de una belleza conmovedora, lo mismo que sus muñecos, enormes y con ojos siempre idénticos: de foca o de mujer intensa y húmeda, tristísmos, los más hermosos del mundo".

Guillermo Saccomanno es el autor de El buen dolor -novela distinguida con el Premio Nacional de Literatura en 2002-, obra en la que escribe sobre su abuela gallega, la que le contaba cuentos de su tierra: "Aunque la abuela era madrugadora y de acostarse temprano, sufría de insomnio. Por la noche ella y vos, acostados en su pieza, en la oscuridad, escuchaban Radio Porteña, que transmitía desde los teatros. La obra predilecta de la abuela era La Malquerida, interpretada por Lola Membrives. Ay, esa madre, se desgarraba la Membrives en la oscuridad de la pieza. Ay, repetía la abuela. Apenas terminaba la obra, la abuela apagaba la radio. Y como no podía dormir, te contaba un cuento" (13).

En La fuga, distinguida con el Premio Emecé 1998/99, Eduardo Mignogna presenta a Adela y Angel Villalba, una pareja de carboneros que tiene un sobrino en Mendoza: "En la esquina de Coronel Díaz y la avenida Las Heras había un bar y al lado un corralón y después una ferretería. El barrio se llamaba, o le decían, Tierra del Fuego, y en el sitio donde estaba la ferretería había en 1928 una casa de venta de carbón y leña atendida por un matrimonio mayor de españoles petisitos y reservados, oriundos del pueblo gallego de Betanzos. El comercio era angosto y con piso de tierra, y en el aire flotaba eternamente un polvillo oscuro que emanaba de las bolsas de arpillera" (14).

Ochoa, uno de los personajes de Hotel Edén, de Luis Gusmán, "recuerda entonces la iglesia de San Nicolás de Bari. La historia de su familia materna está escrita en esa iglesia. Su abuelos, inmigrantes, primos hermanos casados con primos hermanos, provienen de Galicia. Ochoa dispone de poca información, y por lo tanto ignora por qué terminaron viviendo en la calle Carlos Pellegrini. Su abuelo administraba una casa, que nunca quedó claro si era de inquilinato, a la que llamaba "las oficinas" " (15).

Jorge Torres Zavaleta, en La noche que me quieras, presenta un vasco y un gallego. Este último es evocado como un trabajador, en su clásica ocupación de dueño de bar, desconfiado ante los pedidos de sus clientes sin dinero: "era como si todos nosotros fuéramos miembros de una barra y los mayores solamente aquellos a los que teníamos que engañar. Como el gallego que nos dará un whisky o un café a cuenta, mirándonos de reojo por debajo de las cejas pobladas mientras se ocupa de asuntos serios" (16).

En La logia del umbral, Ricardo Feierstein recuerda a algunos de los gallegos que vivían en Villa Pueyrredón, a mediados del siglo pasado: "Cruzando la avenida Mosconi estaba la farmacia (…) Luego el negocio de medias del gallego Alvarez, cuya hija sería directora de televisión; (…) Después del bar, ya en esta vereda, venía mi casa y, siguiendo el recorrido, el almacenero González (gallego de ley), (…) Por las mañanas, en la escuela pública donde todos concurríamos, conviví (…) con el galleguito Pérez" (17).

La casa de Myra (18), de Aurora Alonso de Rocha, fue distinguida en 2001 con el Segundo Premio para Autores Inéditos, en el "Concurso organizado por la Fundación El Libro, en el marco de la 27ª Exposición Feria Internacional de Buenos Aires "El libro del Autor al Lector" ". En esa obra, protagonizada por una gallega tomada cautiva por los indígenas, narra un personaje: "En unos meses se le puso la piel del color del cuero sobado, se le hicieron unos manchones del solazo debajo de los ojos y como no los tiene oscuros como las otras se ven como gemas transparentes. En lo que se ve del descote es pura mancha y peca y tiene el pelo cerdoso, enrulado y reseco de tanta agua e intemperie. Igual que las chinas va mexclada de cristiana y de india: le cuelgan unas ajorcas pesadas, se ata las clinas con seda trenzada y las botas son las de media caña, de pata de potro pero finísima, muy retobada (¡Que las quisiera para mí!), con lazos de colorines y bordados. Por arriba usa un vestidito de percal que ha de ser el que traía cuando la encontré en el puerto, según recuerdo, así que va medio disfrazada pero tan cargada de lazos y joyas como una princesa".

En Los gallegos, una novela inédita, Gloria Pampillo evoca la inmigración de sus mayores. El abuelo de Gloria Pampillo era comerciante, y había elegido el mismo nombre para todos sus negocios: "Celta, como el nombre que mi abuelo le ponía a cada uno de los bienes que acá se iba ganando, desde su barco hasta los toros. Un toro negro, morrudo, que ahora le dibujo en su escudo de comerciante, como tantos otros dibujaron una espiga en el almacén o en la panadería: La flor de Galicia". Gloria Pampillo recuerda la voluntad de unión de los emigrantes gallegos: "Lo que van a hacer ahora es lo mismo que hizo mi abuelo cuando llegó a la Argentina en 1870. Van a agruparse en cofradías. Que esas cofradías formen un ejército o una Sociedad de Socorros Mutuos, poco importa. Lo que tienen en común es que lejos de la tierra, "da mía terra", como dijo una mujer en el seminario con un dolor que me volvió de barro el corazón, van a buscarse entre ellos".

Guadalupe Henestrosa ganó en 2002 el V Premio Clarín de novela, con Las ingratas (19), novela en la que evoca la inmigración de cinco hermanas españolas y la hija de una de ellas. Seis gallegas, recién bajadas del barco, llegan a una pensión en la que la mayor se empleará como cocinera. Allí las asalta la nostalgia: "Esa noche entre esas paredes húmedas, escuchando las palabrotas que venían desde el patio, las chicas extrañaron la casa de piedra en las montañas. Por primera vez desde aquella madrugada cuando dejaron a su padre, Vicente, solito junto al fogón, se sintieron lejos de todo, perdidas, a merced de unas gentes desconocidas, con quién sabe qué costumbres. ¿Cómo encontrar el alma en una tierra donde todas las cosas tenían otro olor?".

En Los jardines del Carmelo, escribe Ana María Guerra: "El campo se subdividió; la casa y unas parcelas quedaron en manos de los Ruiz, tres hermanos venidos de Galicia, que aconsejados por Marga, establecieron un burdel. Las dificultades de los primeros tiempos fueron incontables; los carros se empantanaban, los jinetes entraban con barro hasta en las fajas, y apenas caían unas gotas la gente se acobardaba, quedando el prostíbulo vacío. Finalmente, los Ruiz decidieron deshacerse de él" (20).

En Amor migrante, de Stella Maris Latorre, un empleado del Hotel de Inmigrantes agrede a un gallego. Le dice: "-Ya te oí, crees que soy sordo gallego sucio, muerto de hambre. Avelino, Manuel y todos cruzaron sus miradas: "Este era el recibimiento que le hacían los habitantes de ese país que prometía tanto, todos apretaron los labios y endurecieron sus puños, todos… para no responder a esa provocación; pero a todos también se les partió el corazón y quisieron estar en Galicia aunque no encontraran el oro tan prometedor, pero ya era tarde, ahora había que ser fuerte, apechugar ya estaban en el tablao, había que zapatear. Avelino tomó su pequeña valija, un bolsito pequeño también Manuel hizo lo propio, juntos lentamente recorrieron ese largo pasillo, jurando no voltear la cabeza para no ver a sus paisanos, que realmente si estaban mal presentados; pero eran honrados, y venían a trabajar, a poner la espalda para que este país al cual recién llegaban floreciera a fuerza del sacrificio de ellos, que en ese momento necesitaban; la guerra, la mala situación de su país los llevó a cruzar el mar en busca de un futuro mejor, pero en el interior de esos hombres, de esas mujeres de rostros sufridos, existía un rubí en bruto, sí, en bruto, como lo siguieron llamando y muchas veces se mofaron de ellos, haciendo bromas de mal gusto, chistes donde siempre, el tonto, el bruto era el gallego; pero si de algo no podían mofarse era de su honradez, de su fortaleza para el trabajo y la voluntad a pesar de a veces tragarse las lágrimas que estaban prestas a salir de sus pupilas, pero las sujetaban, no fueran a pensar que eran débiles, no, no lo eran, eran más fuertes que un roble" (21).

En 2004 se editó Las libres del Sur, Una novela sobre Victoria Ocampo (22), de María Rosa Lojo. En esa obra, aparecen varios gallegos. Los principales son Carmen Brey Moure y su hermano Francisco. Acerca de Carmen, escribe: "El casquito de fieltro con un capullo de gasa, las mejillas redondas, el tailleur liso y el talle bajo acentuaban su aspecto cándido de colegiala en vacaciones. Un toque de rouge y de polvo Arlette sobre la nariz no la cambiaron mucho. Se encontró ligeramente similar (aunque más delgada, y más joven) a una poetisa de moda: Alfonsina Storni". Francisco era "un hombre robusto y curtido, en quien Carmen fue reconociendo, a medida que se acortaba la distancia, y como quien despeja las capas superficiales de un palimpsesto, los rasgos de su hermano".

En 2005 apareció Finisterre, también de María Rosa Lojo. Rosalind Kildaire Neira, nacida en Galicia, llega a la Argentina en 1832. Ella recuerda: "Buenos Aires era entonces una ciudad blanca y baja, quizá sólo atractiva desde la lejanía. Ilusionaba los ojos a la distancia pero a medida que los barcos iban acercándose a la entrada del río ancho y playo, donde resultaba imposible fondear, cedía el encantamiento. (…) Las calles eran irregulares y sucias, pantanosas de a trechos. Animales muertos y montones de desperdicios se acumulaban en algunas esquinas" (23).

En El infierno prometido, de Elsa Drucaroff, el Loco va a la pensión en que vivía Vittorio. "La desconfianza de la dueña se esfumó cuando el Loco le contó que era periodista de Crítica. Le convidó con mate, bizcochitos de grasa, y contó con marcado acento gallego que el señor Comencini no vivía más en esa pensión". La gallega se entusiasma: "¡Ayudar a la prensa! (…) anote mi nombre y apellido: María Dolores Pontevedra, con ve corta. Pensión Pontevedra. ¿Va a venir un fotógrafo?" (24).

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Tuve el honor de prologar El Agua y el Fuego, novela escrita por Marga Mangione (Dunken, 2010). Un gallego emigrante la protagoniza. En las primeras páginas, la autora describe la circunstancia en la que el niño ve la luz -es quizás, este capítulo, el más bello de todos-. Luego, la vida da al protagonista momentos amargos y otros alegres. Siempre que hay una desgracia, encuentra una mano amiga, que le ayuda a sobrellevarla. Sus vivencias son reflejadas con ternura y verosimilitud, por una escritora que sabe transmitir hechos y sentimientos. El final, impensado, es un canto a la esperanza, encarnado en ese inmigrante que tanto sufrió y que, sin embargo, es capaz de dar amor.

El relato no se limita a las historias de la colectividad española, sino que muestra con gran detalle también a una familia italiana, incluyendo frases en el idioma original. Tres generaciones de italianos son evocadas en esta obra, desde el nono viudo, amargado y despótico, hasta los nietos que disfrutan de un padre comprensivo. 

Los más variados matices de la psicología de grandes y chicos aparecen retratados fielmente en esta obra tan documentada, tan emotiva, tan convencida de que la generosidad y el afán de superación son lo único que salvará al ser humano.

Para gallegos, y para quienes no lo son, para italianos, para judíos, para todos es esta espléndida novela, que nos retrotrae a la Argentina pródiga que alguna vez fuimos.

Notas

1 Cambaceres, Eugenio: En la sangre. Buenos Aires, Plus Ultra, 1968.

2 López, Lucio V.: La gran aldea. Costumbres bonaerenses. Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo).

3 Gálvez, Manuel: Nacha Regules. Citado en Páez, Jorge: El conventillo. Buenos Aires, CEAL, 1970.

4 Marechal, Leopoldo: Megafón. Citado en Páez, Jorge: El conventillo. Buenos Aires, CEAL, 1970.

5 Orgambide, Pedro: Hacer la América. Buenos Aires, Bruguera, 1984. Pág.20.

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