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Los milagros y la ciencia




    Los milagros y la CienciaMonografias.com

    En las leyes naturales se presentan, a veces, grietas inexplicables a la razón y al sentido común. Esto significa que las, que creemos, infalibles leyes de la naturaleza a veces no se cumplen con exactitud, debido al Principio de Incertidumbre; este enseña que no se puede medir y ubicar en un mismo evento cuántico la posición y la velocidad de una partícula atómica; es decir, cualquiera de estos dos valores, sea la posición o la velocidad, es aleatoria debido a que es la una o la otra.

    En mi opinión esto, podría extenderse también, al mundo macro porque el universo físico se compone de la sumatoria de millones de átomos y moléculas para conformar la materia visible, o lo que llamamos el mundo real. En un lenguaje familiar, podemos expresar lo anterior, de la siguiente manera: entre más rigurosos y exactos queramos tener una medida de un fenómeno natural, menos exacto resultará dicha medición.

    Por consiguiente, las leyes en el mundo cuántico se describen y comprenden con probabilidades estadísticas, por el motivo de que no hay certeza de que ocurran.

    Tal y como lo afirma el catedrático, Moisés Wasserman: "La estadística y "las leyes del azar" nos dicen que podemos esperar lo inesperado, y nos dicen por qué. El argumento común de que como no lo puedo explicar debe ser un milagro resulta insuficiente. Cosas inusuales suceden, y a todos nos han sucedido."

    Si hacemos extrapolaciones al mundo macro de la materia de la cual estamos hechos, las leyes del Cuanto se podrían aplicar en las relaciones de la vida cotidiana de los humanos, es decir, el Principio de Incertidumbre de Heisenberg se extiende y afecta también a todos los eventos de la vida diaria.

    Esta ley de la naturaleza, no puede quedarse confinada su influencia solamente al mundo subatómico. Si la materia es discontinua, como lo afirman los físicos, sus leyes también deberían serlo. Esta ley natural, podría explicarnos, de alguna manera, lo que llamamos milagros como las grietas que tienen las leyes de la naturaleza, pues en estas operan probabilidades matemáticas de que arrojen determinados resultados, pero no hay certeza absoluta de que así sea.

    Esto nos conduce a postular que, todos los fenómenos naturales y también los emprendimientos humanos están atravesados por la Incertidumbre Cuántica. Siempre nos acompaña la Incertidumbre, que muchos llaman el caos o el azar de la vida, también le dicen, en el lenguaje cotidiano, la buena o la mala suerte.

    El corazón de la materia está regida por la aleatoriedad. Sin embargo, es difícil de aceptar que la incertidumbre y la aleatoriedad gobiernan las leyes del universo.

    Debo recordar, que esta visión de la Física de las partículas, nunca la acepto Albert Einstein, debido a que siempre rechazó la Incertidumbre del Cuanto. Su posición la resumió con una lapidaria frase: Dios no juega a los dados. Queriendo decir, con ello, que las leyes naturales se cumplen rigurosamente. A lo cual, Stephen Hawking, comenta al respecto, que Dios no solamente es un inveterado jugador, sino que también los tira a donde no los veamos.

    Pienso, que de esa forma se inventó también, el trabajo para los científicos. Sin embargo, lo que llamamos milagro es una brecha a la ley natural, es una discontinuidad a la ley, es la excepción que sorprende y desconcierta a la razón y a nuestro sentido común.

    Ese suceso extraordinario que, a veces, observamos y experimentamos, que no podemos explicar con nuestro esquema de pensamientos lineal y racional, le decimos milagros. Es un fenómeno excepcional, pero no por ello deja de ser natural.

    Por otra parte, es muy importante articular y sumergir al ser humano en los fenómenos de la vida universal. En la mecánica cuántica se ha reivindicado el papel de la mente humana en los fenómenos de la naturaleza, a la cual se le denomina el observador. Es decir, en el fenómeno cuántico, el observador y el evento están ligados por medio del mecanismo de la interacción.

    Entendiendo por ésta como el intercambio de energía e información entre el observador y el fenómeno observado. Para esta teoría científica, es crucial y determinante la presencia y la interacción del ser humano en los fenómenos de la naturaleza.

    Debido a que no existe, aquí, una dicotomía entre el yo observador y el fenómeno natural allá afuera, como lo propone el dualismo cartesiano, avalado por la física de Newton; pero en el mundo cuántico, sus fenómenos y el observador hacen parte de una misma realidad porque están hechos de una sustancia común que es la energía y la información del universo; cabe recordar, que desde ciertos sectores de avanzada de la Mecánica Cuantica, se afirma: todo es mente, todo es información. En consecuencia, la conciencia es relevante y determinante en los fenómenos y leyes de la naturaleza.

    En este sentido, somos los cocreadores con ésta de nuestra propia realidad. Por tal motivo, cuando la mente y el corazón del observador se encuentran alineados con los designios de ésta, el universo conspira en favor para que los deseos de los humanos se realicen.

    Carl Jung, llama este evento entre los individuos y la naturaleza, la sincronía del universo. Por tal motivo, en la mayoría de los casos, más no en todos debido a la Incertidumbre, lo que soñamos y lo que deseamos, lo materializamos con nuestro perseverante trabajo.

    Cuando hacemos uso de los mecanismos de la mente, tales como la meditación y la oración los convertimos en atractores de la conciencia coadyuvantes para estos propósitos, porque focalizan el poder de la atención e intención y contribuyen, de una manera desconocida todavía por la ciencia, a que la Incertidumbre Cuántica juegue en favor de los sueños y los deseos humanos, pero obedeciendo, desde luego, a las leyes de la probabilidad estadística. Cuando esta se resuelve a nuestro favor, con resultados positivos, los llamamos milagros, cuando es adverso, ¡es una maldita desgracia!

    En ambos casos, se manifestó la aleatoriedad de las leyes naturales.

    DIOS: una necesidad de la psique humana.

    La creencia en un Dios universal es una visión sagrada y mística que tiene cada quien en la vida, pero no es patrimonio exclusivo de nadie. Sin embargo, hay organizaciones religiosas en el mundo que se apropian del nombre de Dios para someter y manipular a los pueblos. Cualquier advenedizo puede autoproclamarse un enviado divino y afirmar que ha conversado con Dios para recibir sus mensajes sagrados, se atreve hacerlo, porque sabe que Este nunca se nos revelara para desmentirlo o confirmarlo.

    Las pruebas que se aportan sobre estos hechos son precarias, todas son controvertibles y falsificables. La Divinidad es una visión sagrada y amorosa muy personal por todo lo creado, obedece a un sentimiento compasivo por una entidad superior que reporta seguridad y consuelo a sus devotos ante los avatares de la vida.

    Los sentidos y el corazón de los humanos, tienen una nostalgia por un Creador de la vida que le aporte consuelo a sus angustias existenciales. Esto va ligado a la evolución espiritual de cada quien, entre más amplia y universal sea ésta, mejor y más universal se tiene una visión de Dios. Es un sentimiento sagrado y una empatía por todo lo existente, nacida en el corazón. Sabemos que las emociones no requieren de demostraciones racionales, además son imposibles de hacerlo, simplemente se sienten tomando forma de creencias personales o colectivas y se fortalecen, como una tabla de salvación para el más allá, en la mente inconsciente con la fe. Así quedan esculpidas en la memoria como ideas, imágenes y emociones inamovibles.

    Por tal motivo, no es necesario ninguna demostración de sus enseñanzas, basta que estas provengan de alguna autoridad.

    La única certeza que tenemos en esta vida, avalado por la razón y la experiencia, es que estamos aquí sin saber de dónde venimos, y que nos iremos de aquí sin saber cuándo, ni para dónde. Esta necesidad emocional e ignorancia humanas la aprovechan los fundadores de las muchas teologías existentes para predicar sus credos.

    Hemos discutido antes, que la razón es un mecanismo de la mente que tiene dos caras, por un lado, con un buen silogismo racional, podemos demostrar impecablemente la existencia de Dios. Se aportan demasiadas premisas a su favor para llegar a tan afortunadas conclusiones.

    El cosmos, con sus infinitos multiversos, el esplendor de la naturaleza que aprecia nuestros sentidos de todo lo terrenal con la variopinta de los seres vivos; todas estas sorprendentes maravillas naturales están en favor de una entidad creadora superior. Lo menos que podría esperarse, es que existe un autor del gran diseño universal con sus armoniosas leyes. Incluyendo el milagro de la vida humana y sus absurdas paradojas que vemos con sus relaciones sociales donde construye la vida y también la destruye por medio de las guerras.

    Pero veamos la otra cara, estas paradojas que presenta el homo sapiens, en su relación con los demás, son las que hablan en contra de una divinidad suprema. Por lo tanto, también existen muchos argumentos que van en contravía de un Dios amoroso y las demuestra permanente el ser social a través de la historia. Ante semejante contradicción experimentada históricamente, no podemos sino concluir, que el homo sapiens tiene una visión muy equivocada de Dios, porque lo entiende como una entidad antropomórfica, caprichosa, manipulable plegada a los intereses humanos.

    En este sentido, haciendo uso de una metáfora bíblica, este podría ser, más bien, el pecado original que nos arrojó del Paraíso. Nuestra precaria evolución espiritual actual, nos impide tener una verdadera visión universal de una divinidad absolutamente amorosa, sin el condicionamiento del ego, que se manifieste a través de nuestro corazón.

    Cuando lleguemos a este nivel de evolución, nuestra visión de Dios, la va entender el corazón y la razón. Para llegar a esta fase, debemos desechar toda visión de un Dios con los atributos y defectos de los humanos.

    Al atribuirle a Dios las debilidades y cualidades del sapiens, profanamos su nombre y esto lo han hecho quienes detentan el poder religioso y político en el mundo. Por eso, de acuerdo a su cultura, cada aldea, cada pueblo, tiene una visión de un dios que obedece a sus intereses y costumbres, por lo tanto, esta divinidad no es universal.

    Sin embargo, existe una alternativa: el sueño del humano estelar, es la de llegar a sentir y divulgar una teología universal, despojada de todo sesgo, sin la contaminación del ego.

    Una creencia en una Divinidad universal, que no ataca ni discrimina a nadie; al contrario, es una visión sagrada coherente con la vida, que es un factor de unión entre todos los pueblos del mundo.

    Un Dios que lo sienta el corazón y lo comprenda la razón porque no tiene paradojas, libre de celos, egoísmo, codicia y la necesidad de ser adorado y sobornado con la construcción de costosos templos; que llegue a todas las criaturas a través del amor, independiente de quien crea o no en El, porque este ama a su creación sin condiciones. Sin embargo, desde su mirada compasiva, podría entenderse que por la poca evolución espiritual del sapiens, se le rinda culto desde cualquier orientación, creencia o religión y se le nombre como Jehová, Jesucristo, Dios, Alá, o la Pacha Mama. Por tal motivo, estas devociones hay que rendirles el respeto que se merecen.

    Debemos hacer hincapié que este Dios no tiene un fenotipo humano, como continuamente lo presentan las religiones del mundo, porque este es la Fuente divina de la creación, la Energía, la Información, la Mente universal, es la Naturaleza misma que se manifiesta con todos sus fenómenos y sus leyes naturales que rigen para toda su creación.

    El Diseñó el universo con sus leyes afinadas y articuladas para que la naturaleza fuera sostenible por eones en el tiempo. Esa energía, esa información, esa mente universal, interpenetra todos los universos físicos, visibles e invisibles. En algún nivel de nuestra realidad y experiencia humana, somos los portadores de los atributos espiritual, mental y material de la creación. Y corresponde a cada quien, como criaturas manifiestas, desarrollar y construir estos valores.

    Desconfiemos de una visión de un Dios antropomórfico porque nos oculta su verdadera naturaleza. Estas son pues, hasta ahora, las leyes conocidas de la creación universal:

    1. la relación de causa y efecto. Cada acción física o mental origina su reacción.

    2. El libre albedrio. Somos los herreros de nuestro propio destino.

    3. La relación del principio de la polaridad da origen a las interacciones que vemos en la naturaleza y que describen las leyes de la Física: La gravedad, el electromagnetismo, las interacciones fuerte y débil.

    4. Con el componente primario universal, que es la información, la naturaleza construye y manifiesta la realidad material de los mundos por medio de la interacción de elementos contrarios.

    5. Creámoslo no, a todo fenómeno natural y a cada emprendimiento humano, siempre la acompaña la Incertidumbre Cuántica que es la contraparte del determinismo.

    6. Hay un denominador común a todo acontecer del mundo, que es el amor el cual da luz a la conciencia humana.

    Podría esperarse, que estas leyes naturales operan con total autonomía de su Creador y rigen para todos, pues, El no ataca, ni interviene en su propia obra, ni hace excepciones a la ley, pues de éstas se encarga el Principio de Incertidumbre, tal como lo explicamos en las páginas anteriores cuando nos referimos a los milagros.

    El ser humano, para no ser devorado por estas leyes, las debe entender
    y obedecer para que jueguen a su favor. Nótese que digo jueguen a nuestro
    favor, ya que dicho vocablo implica el azar, la Incertidumbre Cuántica.

     

     

    Autor:

    Nestor Jaramillo Hernandez

    Medellín, julio 12 2017

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