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Los Jesuitas y la Cultura Paraguaya




Enviado por Cesar Mazari



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Semblanza histórica de la orden de los jesuitas
  3. Influencia de las misiones jesuitas en la cultura paraguaya
  4. Conclusiones
  5. Bibliografía
  6. Anexos

Introducción

En este trabajo se tratará de determinar la existencia o no de influencias en la cultura paraguaya de la época por parte de los jesuitas y su labor en el país durante el periodo colonial.

Se estará partiendo para esto desde un análisis histórico del citado grupo religioso, lo cual se desarrollará en el capítulo primero, para luego pasar a analizar en especifico los aspectos culturales de la gestión de los jesuitas en el país, tarea que se verá en el capitulo segundo.

Pero…. ¿Quiénes son los Jesuitas? , Los "Jesuitas" o "Compañía de Jesús" constituyen un instituto religioso (Congregación u Orden) de clérigos regulares (sacerdotes) de la Iglesia Católica Apostólica Romana. Esta congregación Fue fundada por san Ignacio de Loyola en 1534, en España y fue confirmada oficialmente por el papa Pablo III en 1540.

La frase emblemática de la orden es "Ad majorem Dei gloriam" (en latín, "Para la mayor gloria de Dios") y su objetivo es el de difundir la fe católica por medio de la predicación y la educación, así como trabajar en lugares y momentos en que así lo requiera con urgencia la Iglesia. Desde los primeros momentos de su historia, la enseñanza ha sido la principal actividad de la orden. En este campo, sus aportaciones han sido notables, tanto en el ámbito de la teología como en el de distintas disciplinas seculares.

Este grupo fue responsable de cristianizar a pueblos tan diversos y de todos los continentes, fue un grupo polémico, cargado de intrigas, cuestionado, aplaudido, amado y odiado, todo dependiendo de la postura política de quien emita el juzgamiento. Su presencia en nuestro país fue objeto de controversias entre historiadores, políticos y religiosos. También fue pasto de muchas obras literarias y de especulaciones.

Sabiendo todo esto, se ha elaborado este trabajo desde una óptica que trata de ser "optimista", es decir, desde el punto de "verle el lado bueno" a las cosas. Pero he buscado dotar de la mayor neutralidad posible a los comentarios. ¿Porque esto? pues porque algunas obras consultadas, en especial las escritas por autores religiosos, pintan un cuadro exageradamente bondadoso a la labor jesuita, casi místico y sobrenatural. Podría ser cierto, no se cuestiona eso, pero no está probado. Por ello, solo coloco datos que se citaron en más de una fuente bibliográfica consultada.

Obvié muchos argumentos polémicos en cuanto a lo que respecta sobre la salida de los jesuitas del país y posturas negativas hacia ellos ¿Por qué? Pues sencillamente porque no es objeto de este trabajo determinar si fue positiva o negativa su presencia en el país, sino precisar si existió una influencia en la cultura paraguayo o fue una congregación que vino, se desarrolló aquí y se fue sin dejar más que un montón de ruinas de lo que alguna vez fueron sus monasterios.

Al final de este material expongo unas conclusiones al respecto donde se responderá a la interrogante del párrafo anterior, para terminar con la Bibliografía y unos anexos.

Por de pronto, les adelanto que es un tema bastante interesante para estudiar a profundidad, pero más aun si se lleva a la parte practica y se toma la molestia de recorrer los lugares (Ruinas) donde alguna vez residieron estos jesuitas.

Acabadas estas notas introductorias, dejo en sus manos este trabajo.

Gracias.

CAPITULO I:

Semblanza histórica de la orden de los jesuitas

  • 1. SU FUNDADOR

El promotor y fundador de los Jesuitas fue el español Íñigo de Óñez y Loyola (a veces llamado por error Íñigo López de Recalde), quien nació en el castillo ancestral que su familia tenía en Azpeitia (Guipúzcoa, Pais Vasco, España) en el año 1491. Era parte de una familia noble y acomodada.

De sus años de juventud solo se sabe que fueron similares a los de los jóvenes de su época y rango social. Las armas, la vida militar y las mujeres constituían su principal atracción, y fue creciendo entre amoríos y duelos, cacerías y torneos. Nunca mostró afición a las cosas de la Iglesia sino a la vida osada, galante, y vanidosa de los nobles de ese tiempo. Era aficionado a leer sobre la vida de los héroes y los libros de Caballería, tales como la vida de El Cid Campeador o las aventuras de Amadis de Gaula.

La expulsión de los moros, la aparición de América y sus riquezas y el ascenso al trono del Gran Emperador Carlos V, llevan a España a la prosperidad y a la cumbre del dominio de Europa. Por esta época (1510) nuestro personaje fue aceptado como "gentilhombre" (rango similar al de sir o caballero) en la poderosa corte de Don Antonio Manrique de Lara, duque de Nájera y Virrey de Navarra, quien residía en Pamplona.

Y pocos años después, en 1521, cuando Iñigo cumplía 30 años de edad, se produce un cambio fundamental en su vida, pues Navarra que había sido un reino independiente es anexado a Castilla y gobernada por el Virrey Francisco I de Francia. Lo anterior fue motivo de revueltas revolucionarias y en una de ellas los franceses atacaron la ciudad de Pamplona, e Iñigo, atrincherado en el Castillo, al mando de un puñado de valientes, defendían su posición dispuestos a entregar la vida. Pero no era solo esto lo que le iba a deparar el destino, sino algo peor: una bala de cañón le pasa entre las piernas, destrozándole la pierna derecha e hiriéndole la izquierda, sacándole de combate. Con una de sus piernas rota y desangrándose es llevado en camilla por 80 km hasta ponerlo en manos de los médicos.

Durante la larga y penosa recuperación, buscando la distracción quiso leer más libros de caballería, pero solo encontró entre los estantes del hospital libros religiosos, los cuales comenzó a leer y tras el análisis reflexivo de los mismos, creció en él el deseo de emular la vida de Jesús y de los Santos.

Cuando tenía 31 años, Iñigo partió de Loyola, con un gran deseo de vivir a "Dios Nuestro Señor". En 1522 peregrina a Aranzazu y a la capilla de la abadía de Monserrat (Barcelona – Cataluña). Aquí, la víspera de la anunciación, el 24 de marzo, da sus vestidos a un pobre y manda a colgar las armas ante el altar.

En 1522, se retiró a una cueva cerca de Manresa, donde vivió y rezó durante 10 meses con una gran austeridad, tras lo cual emprendió un viaje de peregrinación a Jerusalén.

Regresó a España en 1524 y estudió en las universidades de Barcelona, Alcalá de Henares y Salamanca. En 1528 marchó a París, en cuya universidad estudió Filosofía y Teología hasta 1535. En este periodo empezó a llamarse "Ignacio" (Versión latina de Iñigo).

En 1534, tras varios intentos frustrados, consigue agrupar a unos cuantos estudiantes universitarios que desean seguir a Cristo en total pobreza, fundando así una fraternidad piadosa que, más tarde, terminaría por convertirse en la Compañía de Jesús. entre los que se pueden citar a Pierre Favre o Pedro Fabro, notable por su obra en Europa y Francisco Javier, el gran misionero de las indias orientales, quienes eran sus compañeros de habitación en la Villa estudiantil de parís y sus primeros compañeros en el grupo de amigos.

En 1537 los miembros de la fraternidad se dirigieron a Roma, donde Loyola fue ordenado sacerdote (1538), y recibieron el permiso oral del papa Pablo III, quien emitió la confirmación oficial de la orden en 1540. La orden "Compañía de Jesús" utiliza el término Compañía en un sentido militar, en el cual esta palabra señala una parte del ejercito o unidad denominada "compañía". Se buscaba que cada miembro de la orden (jesuita) sea una autentico "soldado de Cristo".

Por la bula (resolución que dicta el papa) Mare magnum, la Compañía fue declarada exenta de jurisdicción episcopal, de tributación y de tener a su cuidado la dirección espiritual de religiosas. Un año después, Loyola fue elegido "Primer General" de la orden (máximo rango) y, además de administrar los asuntos de la Compañía, se dedicó a completar la redacción de sus Ejercicios espirituales (manual para las necesarias meditaciones sobre el sentido de la vida y sobre el perfeccionamiento de una forma de vivir, divididas en cuatro periodos o semanas) y a escribir las Constituciones de la orden, terminadas después de su muerte, el 31 de julio de 1556, que, en lo sustancial, nunca han sido modificadas. En Roma fundó los colegios Romano y Germánico.

Falleció el 31 de julio de 1556, en la ciudad de Roma, su tumba se halla en la Iglesia del Ges, en Roma.

Ignacio de Loyola fue canonizado por el papa Gregorio XV en 1622 y, debido a su obra Ejercicios espirituales, que ha servido como modelo para la mayoría de las misiones y retiros católicos, es patrón de los retiros espirituales. Su festividad se conmemora el 31 de julio.

  • 2. INICIOS

Cuando fundó la Compañía, Ignacio de Loyola pretendía organizar peregrinaciones a Tierra Santa (Jerusalén) para convertir a los musulmanes. Sin embargo, con el estallido de la guerra contra los turcos otomanos, todos los planes para la peregrinación a Tierra Santa se desvanecieron. No obstante, la Compañía creció rápidamente y los jesuitas centraron sus esfuerzos en dos aspectos principales: 1- las "Misiones" (ir a evangelizar para cristianizar a pueblos paganos), 2- La "educación superior" (para combatir a la Reforma Protestante con la Contrarreforma Católica, adaptada a las nuevas ciencias y la Filosofía renacentista).

Con respecto al primer punto, es decir, el aspecto misionero, la actividad de los jesuitas en este sentido tuvo mucho éxito, por citar como especialmente importantes a las misiones emprendidas por san Francisco Javier en India y Japón. La Compañía de Jesús se expandió más tarde por el interior de China y por las costas de África.

Las cartas que escribieron los misioneros jesuitas que trabajaban en Canadá, en las que enviaban información de tipo etnológico, histórico y científico, fueron publicadas con el nombre de Relaciones Jesuíticas, formando una única y muy valiosa fuente de información referente a los nativos de ese país. Sin embargo, el trabajo de las misiones jesuíticas más conocido del Nuevo Mundo fue la fundación de las reducciones, siendo las más famosas las de Paraguay, que serán tratadas más adelante.

Con respecto al segundo punto, es decir, el aspecto educativo, los jesuitas fundaron escuelas y centros de estudios superiores en toda Europa. Durante 150 años dirigieron los más importantes centros educativos europeos y, hacia 1640, contaban con más de 500 centros de estudios superiores repartidos por todo el continente. Aproximadamente un siglo después, esta cifra alcanzaba ya los 650; además, la orden tenía a su cargo, en forma total o parcial, la dirección de 24 universidades.

También establecieron más de 200 seminarios y casas de estudios para sus miembros. Durante el periodo de la Contrarreforma, la educación jesuítica se enfocó principalmente a fortalecer la fe católica frente a la expansión del protestantismo. Si bien la educación jesuítica para laicos estaba dirigida principalmente a la nobleza europea y a estudiantes pudientes, también tenían a su cargo escuelas profesionales y, en los territorios donde trabajaban en misiones, escuelas para los pobres.

Las Misiones jesuíticas o misiones constituidas por la Compañía de Jesús en América del Sur eran vistas por sus misioneros como una "Conquista espiritual" de los indios. Por un lado, la presencia de los Jesuitas en América del Sur era con fines educativos, en especial la creación de colegios, universidades y seminarios, y por el otro lado "misionero- evangelizador" de los indios.

La primera experiencia de los Jesuitas en esta parte del mundo fue llevada a cabo en Juli (Perú), para luego adentrarse en la zona de triple frontera entre Paraguay, Argentina y Brasil.

En 1549, nueve años después de la fundación de la Compañía de Jesús, San Ignacio de Loyola envió a Manuel de Nóbrega (fundador de la ciudad Salvador, Bahía) y José de Anchieta (fundador de la ciudad San Pablo) y sus compañeros al Brasil para una misión experimental a los efectos de tratar con los indios Tupí. En 1567 estos jesuitas españoles fueron destinados al Perú donde se estableció una "Provincia Jesuítica" (misión permanente), de allí en 1587 algunos llegaron al Paraguay en modo experimental para trabajar con los indios, pero luego se desistió de enviar una misión completa por no tener aun los recursos suficientes para esta tarea.

Algunos años después, y tras ser nombrado el padre Claudio Acquaviva como "General de los Jesuitas" tras la muerte de Ignacio de Loyola, el obispo franciscano de Asunción pidió ayuda al General de los Jesuitas en 1607, este nombró al Padre Diego de Torres Provincial de la nueva Provincia Jesuítica del Paraguay, que incluía los territorios actuales de Argentina, Chile, Bolivia, Paraguay y partes del Brasil. Un territorio de 490 mil kilómetros cuadrados, aproximadamente del tamaño de Europa occidental. Este sacerdote junto con otros debía venir a esta parte del mundo, educar a su población y cristianizar indios en las misiones.

Cabe agregar que ya antes de la llegada de los jesuitas, en 1537, los Franciscanos habían comenzado a organizar a los indios en asentamientos. El franciscano Fray Luís Bolaños había redactado la primera gramática y un libro de oraciones en la lengua guaraní. Pero sus asentamientos tuvieron poco éxito porque llegaron a ser tierra fértil para la cosecha de esclavos, a pesar de que Paulo III hubiera formulado una enérgica condena de la esclavitud y los reyes de España habían promulgado leyes humanitarias en su defensa. Finalmente, con la ayuda del Gobernador de Paraguay, Hernando Arias de Saavedra, conocido como Hernandarias, y de las famosas ordenanzas del juez Francisco de Alfaro (1609), se habían calmado las revueltas de los indios y aquellos no encomendados fueron exentos de pagar impuestos a la corona.

Los jesuitas fueron dirigidos a zonas más alejadas de Asunción, una Real Cédula del 16 de marzo de 1608 ordenó al gobernador del Paraguay, Hernando Arias de Saavedra, (Hernandarias), que los jesuitas se dirigieran al Paraná, al Guayrá y a la región de los guaycurúes en donde los indígenas quedarían eximidos del servicio de la encomienda.

La "Encomienda" era una institución característica de la colonización española en América, que, jurídicamente, era un derecho otorgado por el monarca en favor de un súbdito español (encomendero) con el objeto de que éste percibiera los tributos o los trabajos que los súbditos indios debían pagar a la monarquía, y, a cambio, el encomendero debía cuidar del bienestar de los indígenas en lo espiritual y en lo terrenal, asegurando su mantenimiento y su protección, así como su adoctrinamiento cristiano. Muchos colonizadores españoles abusaron de este instituto y transformaron a la encomienda en una "esclavitud disfrazada" y encima justificada religiosamente. Contra esto debían combatir los jesuitas.

En 1609 se estableció la primera Reducción en San Ignacio Guazú, Paraguay, y le siguieron otras cuarenta fundaciones situadas en torno a los ríos Paraná, Uruguay y Tape que, a mediados del siglo XVIII contaban con cerca de 150.000 habitantes.

Las misiones jesuíticas guaraníes o reducciones jesuíticas guaraníes fueron un conjunto de treinta pueblos misioneros fundados a partir del siglo XVII por la Compañía de Jesús entre los indios guaraníes y pueblos afines, que tenían como fin su evangelización y que se ubicaron geográficamente 8 en Paraguay, 15 en Argentina (las actuales provincias de Misiones y Corrientes) en Argentina y 7 restantes en las denominadas Misiones Orientales, situadas al suroeste del Brasil.

La principal población aborigen sujeta a las misiones fueron los guaraníes, pero también existían otros pueblos tales como los guaicurúes, mbayas, tupi, que fueron evangelizados.

La población indígena, seminómada, tuvo que variar su forma de vida y reunirse, bajo la dirección de los religiosos, en pueblos de indios dispuestos en torno a una plaza en la que se celebraban todos los acontecimientos públicos. En ellos las viviendas colectivas sólo servían para almacenar los enseres, ya que la vida transcurría al aire libre. Estos pueblos contaban con iglesia, colegio, talleres de diferentes oficios artesanales, hospitales, cementerios y casa para viudas y estaban rodeados por tierras dedicadas al cultivo intensivo, especialmente de la yerba mate, que era uno de los elementos fundamentales del comercio, libre de impuestos, con la sociedad colonial. La economía se organizaba a partir del trabajo y la participación comunitaria de los bienes y el intercambio se establecía a través de la reciprocidad entre sus miembros y los diferentes pueblos. El guaraní fue la lengua empleada para la enseñanza y la práctica de la doctrina cristiana.

Los jesuitas también se asentaron en otros lugares del país, en todos los cuales fueron creadores de lugares de cultura y civilización, por citar el colegio Asunceno, la Estancia de Paraguarí, que luego pasaría a ser la ciudad capital de este departamento y otras localidades.

  • 4. COMUNEROS Y GUERRA GUARANITICA

Los comuneros (facción de ciudadanos de Asunción) solicitaban que las misiones quedaran gobernadas por corregidores españoles y que se acabara con la autonomía y autarquía de estas; así como la autonomía de los jesuitas en materia judicial. Esto se debía a que la corona española apoyaba mucho y daba privilegios a los jesuitas en vez de dárselos a los comuneros de Asunción.

En 1724 estos enfrentamientos se trasladaron al campo de batalla cuando éstos últimos (Jesuitas), siguiendo las órdenes del virrey del Perú José de Armendáriz, prepararon un ejército de dos mil indios a orillas del río Tebicuary para ir a detener al ejercito comunero que venía hacia ellos. Los guaraníes fueron atacados sorpresivamente por un ejército asunceño superior y vencidos.

A pesar de ello, en 1726 los jesuitas, gracias a su apoyo al gobierno real, consiguieron la autonomía total frente al gobernador de Paraguay.

Seis años después movilizaron siete mil indios para defender el Tebicuary de nuevos ataques desde Asunción. En 1735, Bruno de Zavala, gobernador del Río de la Plata, decidió organizar una expedición con la que acabar con los rebeldes de Asunción. Los jesuitas inmediatamente le dieron su apoyo, organizaron más de 6000 guaraníes cerca del Tebicuary y otros 6000 quedaron de reserva en sus misiones.

Pronto se sumaron a la tropa de Zavala, más de 8000 hombres, que el 14 de marzo de 1735 obtuvo la decisiva victoria de Batalla de Tabapy marcando así el fin de la insurrección de los comuneros de Asunción.

La demostración del poder militar de las misiones impresionó e intimidó a los vecinos de Asunción y Corrientes, que desde entonces desconfiaron de los misioneros sobremanera. Pocas décadas después se produjo la guerra guaranítica que terminó siendo usada como el principal argumento para expulsar a los jesuitas, a los que no se consideraba leales al rey.

En cuanto a la guerra guaranitica, esta se debió a la rebelión de los indígenas en contra de las consecuencias de un tratado de delimitación de fronteras, firmado entre España y Portugal (Permuta) y que obligaba al abandono de los siete pueblos más orientales, cuyas tierras pasaban a depender del imperio brasileño.

Durante más de dos años los guaraníes (guiados por los jesuitas) se enfrentaron a los ejércitos hispano portugueses en un movimiento desesperado, cuyos ecos resonaron profundamente en Europa, avivando una agria polémica en cuyo centro se encontraban las actividades de la Compañía de Jesús. Tras algunos años de lucha, la resistencia fue masacrada, el ejercito guaraní prácticamente exterminado y los jesuitas puestos en entredicho, a tal punto de terminar con su expulsión.

  • 5. EXPULSIÓN Y REGRESO.

La historia de la Compañía de Jesús estuvo marcada por una constante oposición a su labor por parte de potencias políticas, pues los jesuitas tenían una especial devoción y obediencia al Papa, lo cual era perjudicial para los reyes y nobles quienes también querían igual trato. Dentro de la iglesia, debido al gran entusiasmo que ponían los jesuitas en todo lo que significaran reformas eclesiásticas, se ganaron la enemistad del clero (sacerdotes normales).

La Compañía fue expulsada de diferentes países europeos, ocurriendo esto en España en el año 1767, por el rey Carlos III. Con esto los jesuitas debieron abandonar también Paraguay, las misiones y hasta las estancias. Para peores males, el 21 de julio de 1773, el papa Clemente XIV publicó la bula Dominus ac Redemptor en la que ordenaba la supresión de la Compañía.

El rey de Prusia, Federico II el Grande, y la emperatriz de Rusia, Catalina II la Grande, admiradores de la labor educativa y del conocimiento de los jesuitas, se negaron a aceptar el documento y hacer efectiva la publicación del mismo. En estos países la orden se mantuvo hasta el año 1814, en el que el papa Pío VII restauró canónicamente la Compañía y le permitió operar en los países que les concedieran el permiso.

Los jesuitas recién volvieron a Paraguay el 2 de enero de 1927, tras muchas gestiones y pedidos por parte del Obispo de Asunción Juan Sinforiano Bogarin. Los 5 jesuitas erar el Superior P. Felipe Lérida con dos sacerdotes, Eustaquio Zurbitú y Antonio Crespí, y dos hermanos, Leonardo Jun y Justo Farías.

Sobre la vuelta de estos religiosos, quien sería el futuro presidente de la República, el Dr. José Patricio Guggiari, opinó lo siguiente: "Un verdadero acontecimiento histórico es la vuelta de los jesuitas al Paraguay, después de 158 años de exilio. Como se sabe, esa orden fundó en nuestro país una verdadera República, que por su organización, por la valía de sus dirigentes y por sus obras llamo la atención de las más altas cabezas pensantes del mundo".

En los años siguientes llegaron a muchos pueblos del interior, en especial Paraguarí y Misiones y actualmente existen aproximadamente 70 jesuitas en nuestro país, que se encuentran trabajando en distintos lugares a favor de los más pobres y de la educación tales como los bañados de Asunción, en San Pedro, en Paraguarí, Ciudad del Este, Santa María y San Ignacio (Misiones) y en Encarnación.

CAPITULO 2:

Influencia de las misiones jesuitas en la cultura paraguaya

  • 1. VISIÓN Y MISIÓN HUMANITARIA JESUITA

Para entender el sentido de la obra de los jesuitas y porque estas influenciaron tanto en la cultura del país, es necesario hacer un sondeo previo sobre la visión y misión humanitaria que tenían los miembros de esta orden.

Los jesuitas tenían una idea muy clara de la dignidad del indio. Su humanidad y el hecho de ser personas queridas por Dios los llevaba a una actitud de respeto que ni siquiera se desdibujaba por la violencia de los castigos corporales propios de la época.

El indio era tan persona como cada uno de ellos y no podía ser reducido a la esclavitud ni vendido en los mercados. Esta visión del hombre fue fundamental para los Jesuitas. Veían a todo el hombre, en todas sus dimensiones, desde su necesidad de relación con la trascendencia hasta la más pequeña relación familiar. Esta visión surge de sus famosos Ejercicios Espirituales donde en la Contemplación de la Encarnación contemplaban como Dios ve a toda la humanidad, "algunos riendo, otros llorando, algunos naciendo otros muriendo, algunos blancos, otros negros…" y decide hacerse hombre para salvarlos. Veían a todo hombre como objeto del amor divino, siendo esta su máxima dignidad.

Por ello los Jesuitas protegían a los indios, porque eran perseguidos y esclavizados. Ellos fundaron las reducciones, ya que de lo contrario en el aislamiento en la selva, estos eran fácil presa de los colonizadores. Es más, los Jesuitas estudiaban sus costumbres y sus lenguas, convivían con ellos y les hablaban en sus propios idiomas. Un dato muy significativo fue el descubrimiento de la importancia que para ellos tenía la música.

Encontraron que sobre todo los indios Chiquitanos, en lo que hoy es Bolivia, tenían una increíble facilidad para la música. Un jesuita músico italiano Domingo Zipoli compuso la famosa "Música barroca Chiquitana" que se canta allí hasta hoy en día. Pero también elaboraban los primeros diccionarios y redactaban catecismos en guaraní. De esta manera lograban que el indio se sintiera realmente acompañado en sus expresiones culturales más intimas y por consiguiente diera lo mejor de sí mismo.

  • 2. INFLUENCIA EN MATERIA RELIGIOSA

Su visión integral de la realidad les facilitaba la realización de la síntesis entre evangelización y promoción humana. Había que atender a todas las necesidades de "todo" el hombre, lo cual incluye su dimensión trascendente, es decir, su vida religiosa, junto con sus "necesidades materiales" (comida, vestido, vivienda, protección).

Aquí existe algo nuevo en el modo de evangelización con respecto a los métodos utilizados por otras órdenes, las cuales solo se habían limitado a dimensiones estrictamente religiosas como fomentar la vida sacramental y la formación moral, mientras que los jesuitas buscaban mejorar la vida "espiritual" y también "material" de los evangelizados, en este caso, los indios.

Este simple hecho izo que los integrantes de las reducciones tengan concepto de autosubsistencia, que perduraría hasta la independencia y luego durante todo el gobierno del Dr. Francia y los López.

El hecho de que los Jesuitas se ocupaban de la promoción humana es muy conocido por todos: no sólo cultivaban la tierra, sino que organizaban la comercialización y exportación con la colaboración de los Padres Procuradores en las ciudades y se realizaban estudios sobre las distintas propiedades de las plantas. A ellos se atribuye la introducción de la forma de tomar yerba mate con una bombilla y un calabacín. En un primer momento debieron ofrecerle al Rey una cuantiosa suma de dinero para que permitiera la existencia de las Reducciones.

Pero también tenían muy organizada la vida religiosa, con ceremonias alegres a la usanza de los mismos indios, sus celebraciones dominicales, su vida sacramental. Procuraban la difusión de los valores evangélicos, pero sin imposiciones.

En su método de evangelizar, tampoco trataban de imponer una religión. Los Jesuitas eran muy respetuosos de las tradiciones y costumbres, llegando hasta tolerar la poligamia sobre todo entre los jefes con la idea de reducirla con el tiempo. Sobre esto, utilizaban técnicas de cristianización de creencias.

Un ejemplo de lo anterior sería el siguiente: los guaraníes tenían entre ellos las figuras de los "karai" que eran una especie de sacerdotes que buscaban la unidad de las distintas "tekuas" o aldeas, para poder emprender una forma de vida física y espiritual que lleve a la perfección y a la "Tierra Sin Mal".

En este sentido, los jesuitas se presentaban como una especie de "Karai" pero no solo guaraní, que buscaba no solo la unidad de unas aldeas sino la de toda la humanidad (catolicidad) a trabes de una práctica de valores que lleven a una perfección religiosa y con ello a la "vida eterna" en el cielo. Esto hizo que los guaraníes asimilen más fácilmente el mensaje cristiano, por considerarlo similar al que ellos poseían solo que con otros nombres y ceremonias diferentes.

Otro ejemplo aun más complejo sería el de la antropofagia guaraní, que consistía en que un guerrero guaraní hecho prisionero en combate, era devorado por sus captores a los efectos de acumular su fuerza y energía para poder llegar así a la "Tierra Sin Mal". Es decir, esta antropofagia tenía un sentido religioso y allí entraron los jesuitas a explicar que con el mensaje de Cristo, ya no se necesitaba hacer eso, pues el pan de la misa es el mismo cuerpo de Cristo que entra en cada uno de los que comulgan acumulando energía, gracia y bendiciones.

  • 3. INFLUENCIA EN MATERIA ECONOMICA

Las reducciones jesuitas estaban relacionadas entre ellas. No se utilizaban monedas sino se intercambiaban bienes. También se implementó un sistema rudimentario de cooperación y complementación: por ejemplo, Si una reducción tenía buenos músicos o escultores o estancieros se intercambiaban los bienes y conocimientos.

El poco comercio que se realizaba con los españoles y que era externo a las reducciones era básicamente para pagar los tributos que como vasallos de la Corona tenían que pagar al rey.

La principal ocupación era la agricultura: cultivaban maíz, legumbres, batata, mandioca, caña de azúcar y otros. Esta importante agricultura fue complementada con la ganadería que suministró a los aborígenes carne, leche y cuero.

También se destacó el cultivo de la yerba mate, el cual era bien comercializado en toda la provincia. Antes, los guaraníes consumían el Ka"a miní (yerba mate) que crecía en los montes. Los jesuitas mandaron traer estas plantas y las cultivaron en plantaciones cerca de las reducciones, facilitando su explotación comercial.

El régimen de propiedad era mixto, aceptando la propiedad individual privada y la propiedad colectiva. La propiedad individual privada o ava mba´e, permitía que cada jefe de familia dispusiera de una chacra con la extensión necesaria para sembrar en ella todo el cultivo indispensable para el sustento anual familiar. La propiedad colectiva o "tierra de Dios" (tupa mbaé, de tupa, "dios", y mbae, "dueño") se utilizaba para el cultivo de algodón, trigo y legumbres. Generalmente existían dos campos en los que se trabajaba comunitariamente.

Cada reducción se especializaba en unos oficios, trabajando el hierro y la plata, carpintería, cocina-panadería, chapado en oro, vajillas, telas, elaboración de sombreros o instrumentos musicales. Desde allí se promoverían excelente escultura, pintura y música barrocas guaraníes.

Las misiones jesuíticas guaraníes aventajaron en casi trescientos años al derecho del trabajo contemporáneo. Fijaron la jornada laboral en seis horas diarias lo que permitía que los indios contaran con tiempo suficiente como para su realización de otras actividades, entre las que se destacaron las obras religiosas.

  • 4. INFLUENCIA EN MATERIA POLÍTICA

En materia política, los jesuitas implementaron un sistema que les facilitó grandes beneficios a la hora de permitir una más fácil adecuación de los guaraníes en las reducciones. Decidieron mantener el sistema del cacicado de los guaraníes, pero adaptado al estilo español.

Como gobierno local, en cada reducción funcionaba un Cabildo (especie de Municipalidad actual) precedido por el Corregidor (similar a un Intendente), que era además la autoridad principal del pueblo, conocido entre los guaraníes como "parokaitara" (el que dispone lo que se debe hacer). Se elegía por votación de los guaraníes y elegían generalmente a sus caciques.

No obstante, debe tenerse en cuenta que las reducciones eran una opción ante la figura de la Encomienda y el Patronazgo español. Básicamente, por estas instituciones un español asumía la función de educar en la fe a un indio, pero en contrapartida tenía derecho de emplearlo en trabajos que considere.

Los jesuitas permitían a los indios librarse de estas instituciones si aceptaban entrar en la reducción, por lo que al final, eran estos sacerdotes quienes tenían a su cargo el gobierno real de las reducciones siendo los verdaderos administradores de los bienes de los pobladores y contando con facultades de intervención directa no sólo en la actividad espiritual sino también temporal, económica, cultural, social y hasta militar.

En materia judicial, se aplicaban leyes españolas, pero se reducían las penas corporales, evitando la pena de muerte y los suplicios (tortura).

Desde el punto de vista demográfico, las reducciones alcanzan un máximo en 1732, con 141.182 habitantes, para, desde entonces, entrar en una fase de decadencia, en la que a duras penas sobrepasan los 100.000 indígenas reducidos. Aparte de algunas epidemias notables y de importantes conflictos, que no pueden olvidarse (rebelión de los comuneros, guerra guaranítica), da la impresión de que las misiones hubiesen entrado en una etapa de estancamiento en la que el desarrollo de los primeros tiempos dio paso a una cierta paralización.

En materia de Organización militar las misiones guaraníes constituyeron un importantísimo freno a las aspiraciones expansionistas de los portugueses del Brasil, que liderados por los bandeirantes se dedicaban a la caza de indios para venderlos como esclavos en São Paulo y Río de Janeiro.

Los jesuitas formaron milicias de indios guaraníes equipadas para la batalla. Los permanentes ataques de los bandeirantes forzaron a una mayor militarización de las misiones. Las reducciones empezaron a fortificarse y a formar milicias armadas con armas de fuego y entrenadas en tácticas de guerra modernas combinadas a sus tácticas selváticas clásicas gracias al entrenamiento con veteranos de las guerras europeas. De esta manera se constituyeron milicias permanentes.

Los milicianos guaraníes participaron también de las numerosas campañas de castigo contra otros indios como los guaycurúes, payaguás y mbyás, feroces tribus del Gran Chaco que lanzaban frecuentemente ataques contra las haciendas y pueblos del Paraguay. En 1702, además, derrotaron a los charrúas con los que habían entrado en conflicto por extensos territorios de la Banda Oriental aptos para que pastaran sus ganados.

Las milicias de las misiones tuvieron también una participación importantísima en la supresión de la Segunda revolución comunera del Paraguay (1721-1735).

  • 5. APORTES PARA LA EDUCACION

Los jesuitas implementaron su sistema de enseñanza a través de colegios en las ciudades, en especial el de Asunción y en las Reducciones jesuíticas con los indios guaraníes, por otra, marcaron profundamente los comienzos de la futura nación paraguaya.

Además del Colegio de Asunción, fundado en 1609, la Compañía de Jesús tenía otros siete en su provincia del Paraguay, dos en el gobierno del Río de la Plata (en Buenos Aires y Santa Fe) y cinco en el Tucumán (en Córdoba, Santiago" del Estero, San Miguel del Tucumán, Salta y La Rioja). Todos ellos constituían importantes centros de enseñanza, y bases de operaciones para la labor evangelizadora.

Aparte de la muy concurrida escuela de primeras letras, en el colegio asunceño se dictaron cursos de Gramática, Artes Liberales y Teología Moral. El nivel de la enseñanza jesuítica era en relación con el entonces usual en la materia, y los niños jóvenes de la clase directiva, hijos de encomenderos y de oficiales superiores de las milicias provinciales, integraban de preferencia su alumnado.

La iglesia pegada al colegio servía también las necesidades del culto era muy concurrida de fieles. En 1767, al producirse la expulsión definitiva de estos religiosos, tenían en construcción un templo de grandes proporciones y de buena arquitectura, que al quedar inconcluso, se destruyó. Sus ornamentos y otros materiales fueron aprovechados a fines de este siglo para las obras de la nueva catedral, a la cual también se traspasó el tesoro y la imaginería.

Los religiosos del referido colegio influían activamente en la vida política y religiosa de la provincia, y tomaron partido en las diversas pugnas internas que se suscitaron en el transcurso de los siglos XVII y XVIII. Esta participación en el quehacer provincial, sumada a otras circunstancias relativas a sus reducciones, les produjo no pocos contratiempos. Por lo general, los jesuitas se pronunciaron contra el bando comunero, que representaba en ese tiempo a la clase directiva criolla y al pueblo mestizo que estaba comenzando a tener noción de sí mismo.

Enfrentados con el Obispo Gobernador Fray Bernardino de Cárdenas, éste los expulsó de la ciudad de Asuncion en 1649 , y sólo después de su derrota lograron aquellos ser restituidos. Nueva expulsión sufrieron en agosto de 1724, por orden de D. José de Antequera y debido a su decidido embanderamiento con el depuesto gobernador Reyes Valmaseda. Restablecidos durante el gobierno de O. Martín de Barúa, volvieron a ser extrañados en 1732 por el "Común" aliado en armas, al recibirse la noticia de la ejecución de Antequera y Mena, de la cual la opinión popular los sindicaba como principales promotores.

Esta solidaridad de casi un siglo de los jesuitas con el bando anticomunero contribuyó a restarle posibilidades de influir más acentuadamente en el desarrollo social del pueblo paraguayo.

Colegio, biblioteca y templo anejo, a los que se sumó en las postrimerías de su acción una casa de ejercicios, permanecieron abiertos hasta 1767, año en que se dio cumplimiento a la orden de expulsión de los dominios españoles dictada contra los jesuitas por Carlos III. La clausura definitiva del colegio de la Compañía de Jesús causó grave perjuicio a la cultura paraguaya y sólo se vio subsanado éste en 1783, al abrir sus puertas el Real Colegio Seminario de San Carlos, bien dotado de recursos y con un programa de estudios bastó para la época y el lugar.

En cuanto a la educación en las misiones, debe tenerse en cuenta que los reyes de España, como parte del proceso de evangelización, ordenaron que "hubiese escuelas de doctrina y de leer y escribir en todos los lugares de indios". Este decreto real, al que se le prestó por lo general en América un acatamiento sólo nominal, fue cumplido con rigor por los misioneros jesuitas, dedicándole la atención necesaria que permitió fundaciones de escuelas y centros de formación de distintos niveles que fueron verdaderos centros de educación y de transmisión de los valores del catolicismo.

En todas las reducciones funcionaron escuelas de primera enseñanza, donde los varones de seis a doce años aprendían a leer, escribir y hacer operaciones matemáticas elementales. Las niñas de la misma edad tenían escuelas separadas donde aprendían a leer, escribir, hilar y cocinar por lo que la formación de las mujeres menores fue un punto importante en la organización educativa de estos pueblos guaraníes.

El castellano se enseñaba para lograr la unidad lingüística en todas las posiciones españolas. Los jesuitas hablaban correctamente el guaraní, utilizando la lengua como el mejor medio para llegar a los naturales. Los hijos de los caciques incluso llegaron a aprender algo de latín.

En las misiones los jesuitas publicaron libros en guaraní sobre gramática, catecismo, manuales de oraciones y hasta un diccionario.

Las reducciones contaron con la primera imprenta fundada por los padres Juan Bautista Neuman y José Serrano, quienes armaron una prensa, fundieron los tipos necesarios y publicaron los primeros libros. Las impresiones se hicieron en las reducciones Nuestra Señora de Loreto, San Javier y Santa María la Mayor.

El primer libro publicado fue el Martirologio Romano en el año 1700; más adelante el Flos Sactorum del padre Pedro de Ribadeneyra en edición guaraní, y De la diferencia entre lo temporal y lo eterno del padre Juan Eusebio Nieremberg. Fue muy rica y variada la producción bibliográfica, conservándose todavía la mayoría.

  • 6. APORTES PARA EL ARTE

Con respecto a las Edificaciones y Arquitectura; a pesar de la escasez de piedra en la región, todos los edificios jesuitas fueron levantados con piedras, sobre todo los templos, notables por su amplitud y adornos.

La característica principal de la arquitectura barroca fue la utilización de composiciones basadas en líneas curvas, elipses y espirales, así como figuras policéntricas complejas compuestas de motivos que se intersecaban unos con otros. La arquitectura se valió de la pintura, la escultura y los estucados para crear conjuntos artísticos teatrales y exuberantes que sirviesen para ensalzar a los monarcas que los habían encargado.

Los misioneros se preocupaban en desarrollar aptitudes artísticas de los indígenas, dirigidos por maestros jesuitas llegando a transformarse cada población en una verdadera escuela de artes y oficios. Había talleres de carpinteros, herreros, tejedores, sombrereros, etc. Algunos llegaron a sobresalir en las artes de las pinturas y escultura sobre todo en la talla de madera dura policromada. Todo el arte fue consagrado al culto religioso.

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