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Antropología del Género




Enviado por Gloria Cospin



  1. La
    Mujer en el mundo
  2. La
    naturaleza de hombres y mujeres
  3. Historia de la feminidad
  4. Historia de la masculinidad
  5. Relaciones de Poder
  6. Relaciones de
    producción
  7. La
    sexualidad

La Mujer en el
mundo

Las mujeres constituyen el 51 % de la
población del mundo, y solo hay otro grupo humano que
convive con ellas: los hombres. Sin embargo, las mujeres
constituyen la población más pobre del mundo, cuya
pobreza ha aumentado el 50 % desde 1975 (ONU). Las mujeres
realizan 2/3 de las horas laborales de todo el mundo, producen la
mitad de los alimentos mundiales y perciben únicamente el
10% de los ingresos mundiales. Poseen menos del 1 % de la
propiedad mundial.

En algunos países, las mujeres, a
diferencia de los hombres no pueden vestirse a su gusto, conducir
un automóvil, trabajar, ni de día ni de noche,
heredar bienes o atestiguar en los tribunales. No escogen a la
persona con que se casan, no les permiten el divorcio, ni el
derecho de volverse a casar. El marido es dueño de ella y
ella le debe obediencia, además de aceptar la poligamia
del hombre. En muchos países la violencia contra las
mujeres prevalece a una escala increíble y aumenta cada
año, en todo el mundo y en todas las culturas.

Existen múltiples formas de
discriminación por motivos de género, raza o etnia,
casta, discapacidades, orientación sexual etc. que
producen a las mujeres dificultades económicas y sociales,
la exclusión y la violencia.

La discriminación de género
consiste fundamentalmente en establecer un trato desigual entre
hombres y mujeres, en donde histórica y culturalmente
aquellas les ha tocado la peor parte. Revisaremos algunos hechos
culturales e históricos que han llevado a la mitad de la
raza humana a sufrir y quedarse como la segunda clase de los
seres humanos vivientes.

La naturaleza de
hombres y mujeres

Al nacer, todo lo que somos es un cuerpecito
anatómico que lleva el color de piel de los padres, y que
está dotado de órganos externos que nos diferencian
entre varón o hembra. Es todo lo que tenemos de ser
humano, a excepción de que nos parecemos a la abuela, el
abuelo, o los tíos. Biológicamente empezamos a
funcionar: comer, dormir y tenemos una forma de avisar lo que nos
molesta (llanto). No traemos genéticamente ni
congénitamente, cómo debemos comportarnos,
cómo debemos expresarnos, como debemos vestirnos, ni
cómo actuar ante el otro sexo. . Esos menesteres nos
serán enseñados, entrenados y repetidos lenta e
ininterrumpidamente, en los próximos días, meses y
años, hasta casi la pubertad, en un proceso de
culturación o socialización en que se transmite el
bagaje de conocimientos del grupo social a que pertenecemos, y
por los individuos que nos rodean. La moñita pegada con
cinta adhesiva en la cabecita de la recién nacida, es un
inicio de la educación de género de esa
bebé. Este conocimiento sobre nuestra conducta
social-sexual es el género: la construcción
lenta y segura de lo que va a ser nuestra identidad, nuestro
comportamiento social y sexual…. Somos receptores pasivos de
una ley cultural inexorable. El género es fijo como la
idea de que la biología es destino, y en este caso la
cultura se convierte en destino. (Marcela
Lagarde).

El género así construido se fija muy
profundamente en alma y mente, y es el resorte que impulsa las
acciones cotidianas en la vida social y la vida emocional. El
conocimiento se trasmite por lo que se llama Roles de
Genero.
(En una obra teatral hay "roles" o "papeles" que se
aprenden los actores) Los roles de género se
enseñan y aprenden desde muy pequeñitos, y son las
expectativas sociales y culturales de los comportamientos
"apropiados" para las mujeres y los hombres. Por supuesto que
"decir buenos días", "gracias" y "por favor" les abre
muchas puertas desde niños. "Hay que estudiar", "Tenemos
que superarnos". Son roles sociales muy importantes. Pero: "los
hombres no lloran", "el que llora es mariquita", etc., niega al
niños su capacidad de expresión del llanto por un
dolor o por un daño, o regalarle a la niña un
"juego de escobita y palita", es introducirle en la mente que ese
es un oficio para mujeres y que "se ve bien". A la niña
(no mujercita) se le enseña que las mujeres se deben al
ámbito privado y solo salen de la casa a "pasear" y
acompañadas de un varón. A los varones se les
enseña que deben trabajar, hasta la extenuación, en
trabajos pesados, y que su ámbito de acción es
fuera de la casa o público, y que debe ser el proveedor de
los que se quedan en casa.

Dentro de los roles que enseñan la
relación entre hombres y mujeres, especialmente si hay
niñas en casa, es la idea de que el hombre es más
fuerte que las mujeres, que los varones no se acercan a la
cocina, mucho menos a cocinar, y que deben ser "servidos". Las
niñas tienen que servirle a su hermano la comida, lavar
sus platos, ordenarles los zapatos, recoger su ropa sucia y a
veces hasta lavarla y plancharla. Les da la idea de que ellos son
"los jefes " o "futuros jefes", y que ellos ostentan un poder
especial para ordenar a sus hermanas, que por ser mujeres, son
más débiles y por lo tanto deben ser sumisas. Si
ellas poseen algo de valor (monedas, joyitas), se los quitan
porque debe ser "para los hombres". Inventan juegos de "luchas"
en la cama, para ganar cuando él queda sobre su hermana,
en un signo de dominación. Y los padres o adultos que los
cuidan aprueban todo esto, porque va de acuerdo a los propios
roles de género aprendidos de antaño. Así
mismo, los juegos y los juguetes de la infancia representan los
papeles que les corresponderán a los niños y las
niñas en la sociedad, la niña jugando a las
muñecas aprende a ser mamá, y al tratarlas jugando,
se puede ver lo que han aprendido en su casa: si las golpea, o
las discrimina por el color, o si en cambio se porta muy tierna,
se da por supuesto que a futuro sabrá cuidar a su
bebé y ser cariñosa. A los niños se les
prohíbe jugar a las muñecas, porque es cosa de
mujeres, con lo que se limita la expresión de su
afectividad y sentimientos con las personas que lo rodean. Evitan
que los niños abracen y besen a sus familiares, o a los
mismos padres, porque eso "no es de hombres". Más tarde
para algunos, es imposible ser cariñosos al acercarse a
sus semejantes. Más adelante no sabrán cómo
acercarse y ser amorosos con la pareja y con sus hijos. Empiezan
a ser violentos para acercarse a la mujer, más tarde se
vuelven violentos durante el sexo. El mensaje a los varoncitos es
que deben pelear para ganar el amor de la mujer, luchar contra
dragones, ser capaces de enfrentar los peligros, usar armas,
demostrar su fuerza aunque maten a otros; les corresponde
también ser activos y violentos en sus relaciones con las
mujeres.

La familia es la primera institución en donde
aprendemos nuestros valores y a relacionarse con el entorno, pues
es lo primero que observamos y aprendemos, no es fácil
cuestionar y tratar de cambiar lo que nos han enseñado,
tan tempranamente. Es en la familia donde nos incorporan modelos
ya establecidos, donde los roles femenino y masculino tienen una
estricta jerarquía para las tareas y las formas de
relación con lo demás. Se asignan según el
sexo-genero enseñado.

Estos roles son transmitidos y perpetuados por la
familia, la escuela, la religión, que son instituciones
socializadoras y los medios de comunicación contribuyen a
su reproducción y sientan las bases para el desequilibrio
del poder entre las personas, ocasionando desigualdad social e
inequidad…

Según la insigne Simone de Beauvoir, no se nace
mujer, se llega a serlo. Existe la situación, de que la
persona que se convierte en mujer, pensando como mujer, actuando
como mujer, no sea necesariamente del sexo femenino. Esto es, que
no importando la biología, el cuerpo es un medio pasivo
sobre el cual se inscriben los significados culturales, o como el
instrumento que relaciona el cuerpo con una serie de significados
culturales, y se convierte en el género que quieren, sin
importar el sexo.

Historia de la
feminidad

No ha sido lo mismo ser niña o varón,
vivir en la Edad Media o en el siglo XXI. La edad en la vida de
una mujer, sus cambios corporales, su apariencia, su sexualidad,
su maternidad, no ha sido igual según la época. La
prostitución, la esclavitud han cambiado. La violencia
hacia la mujer ¿ha cambiado también?

EL CUERPO DE LAS MUJERES

Empecemos por el principio: el nacimiento: la
niña es menos deseada. Anunciar es un varon" es más
glorioso que decir "es una niña", debido al valor
diferente atribuido a los sexos. El infanticidio de niñas
es una práctica muy antigua y sigue siendo masivo en India
y sobretodo en China, a causan de la limitación a un hijo
único: se elimina a las niñas hasta tener un
varón.

La primera infancia es relativamente asexuada. La
palabra "bebé" funciona como una denominación
neutra. Hasta los 4 a 5 años, los niños se visten
parecido. Al llegar al jardín de infantes se empieza a
notar la diferencia, especialmente en el vestido, aunque todos
viven todavía cerca de las faldas de la mamá.
Juegan los mismos juegos. En cuanto a las niñas más
grandes, entre los cinco y los diez años, tienen sus
primeras lecturas, sus juegos de muñecas, sus
fantasías, pero generalmente permanecen más en la
casa, más vigiladas, mas encerradas. No así, los
hermanos varones salen a jugar a la calle, juegan bicicleta,
hacen grupos, guardan amistades de la escuela y otros barrios y
veces atraviesan algunas partes de la ciudad, para otros juegos o
para entregar encomiendas de los padres.

En las épocas victorianas, si las niñas
eran muy activas se les llamaba "varones fallidos" y se las
ponía a trabajar temprano, especialmente en las familias
campesinas, de obreros o de los barrios de las ciudades. Muy a
menudo se les retiraba de las escuelas, sobre todo si eran las
hijas mayores para que ayudaran en las tareas domésticas.
Esta práctica aún se ve en los barrios pobres de
Latinoamérica. Quedan lejos de cualquier
instrucción y educación.

La escolarización de las niñas no va al
ritmo de la de los varones, sobre todo en los países
católicos, las niñas aprenden rudimentos de
lectura, oraciones y costura. Las leyes que obligan a la escuela
laica, obligatoria ygratuita, son novedades que se instalan en
Europa en 1880 y en otros países de América
alrededor del fin del siglo XIX.

Por esa época la jovencita o la muchacha se
vuelve más visible, salen a desempeñar numerosos
trabajos. Es muy recatada y prudente, y su existencia comienza en
un momento clave: la pubertad (léase : su
menarquía), que es celebrada y complicada por la madre,
pero es la entrada a otro mundo de secretos y que es la
iniciación de su vida como mujer. Sin embargo aquí
el concepto de género es que debe guardar el silencio del
pudor, la vergüenza de la impureza de la sangre de la mujer;
la sangre como flujo involuntario es "pérdida" y signo de
muerte. A comparación de la sangre masculina, la de los
guerreros "riega la tierra" para llenarla de gloria.

De su pérdida no se habla, solo enfrente de la
madre, no se queja de sus incomodidades, se esconde el dolor.
Será hasta los años 50 del siglo pasado, cuando las
madres instruidas logran llevar un mensaje del significado de la
menstruación, como "regla" en la vida de la mujer. Es
diferente de las secreciones masculinas, que son semilla, que son
vida.

También en esta época se canta, se vigila
y se cuida la virginidad de una muchacha. La iglesia la consagra
como virtud suprema. Se crea para venerar el modelo de
María, virgen y madre. El vestido blanco del casamiento es
signo de virginidad, de la pureza de la promesa. Se crean mitos
sobre que puede perderse al montar a caballo a horcajadas y se
crea un estilo sentada con piernas juntas. Se puede perder si
abren las piernas para bailar o al hacer ejercicios.

Para mancillar la virginidad, existe la
violación. Es robar algo muy preciado y con violencia . Es
una ofensa moral, ética además de física. Es
un rito de iniciación tolerado en la Edad Media.. Se
forman grupos de jóvenes, generalmente de familias
influyentes, buscando una presa. La pobre mujer que se deja
atrapar o que le es imposible defenderse, sufre cualquier forma
de humillación. De ahí en adelante se cree que es
una mujer fácil. Desflorada por varios hombres, y
deshonrada, ya no encontrará quien se case con ella. Y
estará condenada a la Prostitución. En el siglo XIX
se avanza al condenar en los tribunales la violación
colectiva. Actualmente la violación es delito
grave.

Hay diferencias sociales que marca el futuro de una
mujer. La joven aristócrata , cuidada por sirvientes y
familia, que se dedica a leer poemas y a jugar cartas. comparada
con la joven burguesa, educada por su madre iniciada en las
tareas del hogar y algunas artes de ocio, que además
aspira el matrimonio. Aspiran al matrimonio como llave al estado
normal de la mujer, deseado por la mayoría de las mujeres
en un 90%, no importa la clase de relación que tenga con
el cónyuge. Sin embargo es colocada desde muy temprano en
la servidumbre, en cuyo trabajo se verá sometida a
trabajos duros y a problemas relacionadas con la promiscuidad y
la seducción por sus empleadores. No es fácil estar
en su lugar, poco libre para hacer sus decisiones, expuesta a la
seducción y al hijo no deseado, pues le es prohibido
buscar al padre, de acuerdo con la ley napoleónica en
Francia. En otros estados se quedará con el hijo no
deseado al que tendrá que mantener con sus escasos
recursos.

En el caso que encuentre el matrimonio, estará
ligada de por vida a ciertas reglas inexorables: pierde su
apellido, es dependiente sexual y económica, está
obligada al "deber conyugal" y a la maternidad y recibirá
corrección y maltrato del esposo, quien es depositario del
orden doméstico, y lo guarda muy bien, corrigiendo con
golpes al o a la que se sale de su norma.

Actualmente la longevidad de las mujeres e comun. Hay
mucho más abuelitas que abuelitos. Pero no siempre fue
así. En la edad Media y en la edad moderna la tasa de
mortalidad de las mujeres era superior a la de los hombres,
debido a la fuerte mortalidad en el momento del parto. La
maternidad era devastadora, no había medios de atender
partos difíciles, pero sobre todo en caso de dificultades
era preferible salvar al niño antes que la madre.
Actualmente, todavía los países en desarrollo
tienen como lucha principal evitar la mortalidad materna . La
longevidad femenina es un hecho del siglo XX y XXI, ligado al
desarrollo de la ginecología y obstetricia, la anestesia,
a la mejor nutrición de las madres y los tratamientos
modernos de las complicaciones del embarazo. Hay mayor
educación preventiva y mayores recursos médicos. El
resultado es que ahora existe la cuarta edad , y ésta es
femenina. Ahora los hogares geriátricos están
llenos de mujeres, Pero estas mujeres están solas,
pauperizadas, dotadas de una jubilación miserable, menor
que la de los hombres y con bajos recursos. Esta situación
es una ambivalencia del mundo actual.

El trabajo de las mujeres

El trabajo domestico es fundamental en la vida de las
mujeres, de su familia y de la sociedad. Pesa sobre los hombros
de las mujeres la responsabilidad de una familia sana,
equilibrada y de un funcionamiento financiero y económico.
Hace las compras, planea las comidas, limpia la casa, arregla la
ropa y atiende al marido, Mientras haya correspondencia por el
marido, entregando lo necesario para mantener el sistema, se
considera un trabajo no compartido, pero satisfactorio porque
están preparadas para él. Permite y asegura la
reproducción y el cuidado de la familia. Pero cuando
sucede ese pequeño detalle de "no entregar lo necesario" y
decidir salir de su casa para trabajar y ganar el dinero que
necesita para balancear de nuevo su sistema, se presenta el
dilema de quién va a hace el trabajo de la casa, y
contrata a otra mujer u otras mujeres para que ayuden a las
tareas de la casa. Y al cuidado de los niños. O se
envían a los niños a lugares "para cuidarlos". Los
trabajos domésticos propiamente dichos desaparecieron para
ella. Se reemplazan por la atención de la salud de los
hijos, sus estudios y sus distracciones. Es decir el trabajo de
las mujeres puede hacerse por otras mujeres, no por el marido o
por otros hombres. En épocas modernas cuando la mujer
empezó a trabajar fuera de casa, en oficina, fabricas y
otros lugares donde se podía aprovechar su conocimiento,
resultó que muy pocas podían ejercer una labor de
alto nivel, por su falta de preparación. La mujer es una
aprendiz rápida, especialmente bajo la necesidad de ganar
un salario. Surge entonces que le pagan menos por un trabajo
igual al de los hombres. Se establecen criterios para reconocer a
una persona como diferente, y actuar en función de esa
diferencia y no por las características positivas e
individuales de esa persona. No hay igualdad de oportunidades, o
derechos en el trabajo: jornadas laborales muy largas,
condiciones pésimas para trabajar (de pié por
largas horas, o entre substancias tóxicas). Estas
condiciones las comparten con los niños, que
también trabajan por bajos emolumentos. Estas condiciones
han mejorado en las ultimas décadas por la lucha de las
mujeres por la equidad y la igualdad.

Historia de la
masculinidad

Como ya se explicó ampliamente, el
género se interioriza a través de la
socialización, entendida como un complejo y detallado
proceso cultural de incorporación de formas de
representarse, valorar y actuar en el mundo. Como bien
señala Carmen Sáez (1990), este proceso no ocurre
sólo durante la infancia y la adolescencia sino a lo largo
del ciclo de vida.

La masculinidad sería entonces un
conjunto de atributos, valores, funciones y

conductas que se suponen esenciales al
varón en una cultura determinada. Para

el caso de América Latina considero
que existe un modelo hegemónico de masculinidad visto como
un esquema culturalmente construido en donde se presenta al
varón como esencialmente dominante y que sirve para
discriminar y subordinar a la mujer y a otros hombres que no se
adaptan a este modelo.

Con sus variantes nacionales, podemos
considerar que en nuestros países existe

una forma hegemónica de socializar a
los hombres que está cultural ea[histórica-
mente construida y que tiene sus variaciones por clase o por
etnia, pero que sirve siempre de referente incluso a las formas
de socialización alternativas o marginales En esta
socialización podemos encontrar ciertas claras ventajas
para el varón, algunas de las cuales, con el tiempo y su
endurecimiento, se pueden ir transformando en un costo para su
salud y su vida (y la de las mujeres y otros hombres) y para sus
relaciones sociales..

Ejemplo de esto son una mayor
independencia, la agresividad, la competencia y

la incorporación de conductas
violentas y temerarias en aspectos tan diversos

como la relación con
vehículos, las adicciones, las relaciones familiares y la
sexualidad (de Keijzer, 1998a). Esto lo trabajaremos a mayor
profundidad más adelante.

Hay autores que han estudiado la constitución de
diferentes manifestaciones de las masculinidades en contextos y
en momentos históricos diferentes, llamando a esas
manifestaciones "masculinidades". Estas masculinidades tienen
modo particular de configurar la subjetividad, la corporalidad
y la posición existencial
de los hombres comunes y
anular la jerarquización social de otras
masculinidades.

El termino masculinidad es de significado diverso y
alude tanto al significado "correcto" de ser hombre como a las
diferencias con la feminidad. Se trata de las dos
categorías de la polarizada definición
genérica de las personas que alude a los que significa ser
(o no ser) hombre. Esta es la Masculinización
Hegemónica (MH), que es un camino de la
construcción de la identidad masculina, que está en
lo mas alto por su valoración social, en la
jerarquía de las masculinidades posibles. Este tipo de
masculinidad es resultante de los procesos de organización
social de las relaciones hombre/mujer a partir de la cultura de
dominación y jerarquización masculina, construido a
partir de la legitimación del dominio masculino y la
desigual distribución del poder.

Relaciones de
Poder

En la literatura feminista y en los estudios de
género se destaca el tema del poder como elemento
constitutivo de la identidad masculina. Con la expresión
de Kauffer que dice "El deseo de poder y control forma la parte
fundamental de nuestra noción de masculinidad y
también la esencia misma el proyecto de convertirse en
hombre" se da la idea de que todos los hombres son poderosos o
tratan de serlo , pero existen hombres no poderosos, subordinados
a otros hombres incluso a mujeres y que se saben que son seres
desprovistos de poder. El poder de la masculinidad se construye y
se expresa en las relaciones homosociales y se articula con las
igualdades en las sociedades.

"El poder se entiende, tradicionalmente, como la
capacidad para dominar, centrar, reprimir, controlar o subordinar
los acto deseos y los espacios de otro que no lo
tiene."[1] Con ese punto de vista, el poder exige
obediencia y presupone la capacidad para sancionar a quienes lo
resiste o no acatan las exigencias y mandatos de quienes lo
tienen.

El eje principal del poder en el sistema de
género contemporáneo es la subordinación
general de las mujeres y la dominación de los hombres,
estructura que la Liberación de la Mujer denominó
patriarcado. Esta estructura general existe a pesar de muchas
reversiones locales (las mujeres jefas de hogar, las
profesionales mujeres con estudiantes varones) Persiste a pesar
de las resistencias de diversa índole que ahora articula
el feminismo y que son continuas barreras para el poder
patriarcal, y que definen un problema de legitimidad que tiene
gran importancia para la masculinidad.

Relaciones de
producción

Las divisiones genéricas del trabajo son
conocidas en la forma de asignación de tareas, alcanzando
a veces detalles extremadamente finos. Se debe dar igual
atención a las consecuencias económicas de la
división genérica del trabajo, al dividendo
acumulado para los hombres, resultante de reparto desigual de los
productos del trabajo social. Esto se discute más a menudo
en términos de discriminación salarial, pero se
debe considerar también el carácter de
género del capital. Una economía capitalista que
trabaja mediante una división del trabajo por
género, es, necesariamente, un proceso de
acumulación de género. De esta forma no es un
accidente estadístico, sino parte de la
construcción social de la masculinidad que sean hombres y
no mujeres quienes controlan las principales corporaciones y las
grandes fortunas privadas. Pero , aunque no se crea, la
acumulación de la riqueza ha llegado a estar firmemente
unida al terreno reproductivo mediante las relaciones de
género.

El androcentrismo es una característica que
concentra no solo la atención en sí mismo, si no
que desprecia todo lo que no es igual que él. Al
compararse, ninguno "le llega" a su altura, todo lo demás
es imperfecto y primitivo. Es la masculinidad que se ensalza y se
destaca. Es aquella que se considera la forma "natural" de ser
hombre y se estructuran dispositivos y disposiciones para
legitimar su dominación.

La
sexualidad

El deseo sexual es visto como natural tan
frecuentemente, que se le excluye de la teoría social.
Pero si consideramos el deseo en términos freudianos, es
decir como energía emocional ligada a un objeto, su
carácter genérico es claro. Tratando de ver si las
prácticas que realizan el deseo son del orden
genérico, se formulan interrogantes acerca de las
relaciones involucradas: si son consensuales o coercitivas, si el
placer es igualmente dado y recibido, si existe conexión
entre la heterosexualidad con la posición de
dominación social de los hombres.

Relaciones entre masculinidades.

Hegemonía

La masculinidad hegemónica se define como la
configuración de práctica genérica que
garantiza o da por cierta la posición dominante de los
hombres (que les da poder) y la subordinación de las
mujeres. Esto no significa que los ejemplares tales como los
actores de cine, sean las personas más poderosas. Y que
personajes de poder institucional o de gran riqueza pueden estar
lejos del modelo hegemónico en su vida personal. La
hegemonía se establece solo si hay alguna correspondencia
entre el ideal cultural y el poder colectivo o individual. Por
eso los niveles más altos del mundo empresarial , militar
y gubernamental demuestran un despliegue corporativo bastante
convincente de masculinidad, todavía muy poco cuestionado
por las mujeres feministas o por hombres disidentes.

Subordinación

La hegemonía se refiere a la dominación
cultural en la sociedad como un todo. Dentro de ese contexto
general hay relaciones de género específicas de
dominación y subordinación entre grupos de
hombres.

El caso mas importante es la dominación de los
hombres heterosexuales y la subordinación de los hombres
homosexuales. Es mucho más que una estigmatización
cultural de la homosexualidad o de identidad gay . Estos
últimos están subordinados a los hombres
heterosexuales por un conjunto de prácticas casi
materiales. Estas incluyen exclusión política y
cultural, abuso cultural, violencia legal (encarcelación
por sodomía), violencia callejera (desde
intimidación al asesinato), discriminación
económica, discriminación laboral y boicots
personales. La opresión ubica las masculinidades
homosexuales en la parte más baja de una jerarquía
de género entre los hombres. Desde el punto de vista de la
masculinidad hegemónica la homosexualidad es similar a la
femineidad, y eso explica la ferocidad de los ataques
homofóbicos. Algunos hombres y muchachos heterosexuales
también son expulsados del círculo de legitimidad,
especialmente por su aspecto no muy "masculino". El proceso
está marcado por un rico vocabulario denigrante:
enclenque, pavo, mariquita, cobarde, amanerado, acaramelado,
bollito de rema, hijito de mamá, oreja perforada, ganso,
pato, floripondio, entre muchos otros. Aquí también
resulta obvia la confusión simbólica con la
femineidad.

Complicidad

No muchos hombres realmente cumplen los modelos
normativos de la masculinidad, parece que el número de
hombres que practica los patrones hegemónicos es reducido,
pero la mayoría de los varones gana por hegemonía,
pues se benefician con el dividendo patriarcal, que es la ventaja
que obtienen los hombres en general de la subordinación de
las mujeres, el contexto es favorable a esta situación.
Esto revela otra relación entre grupos de hombres: la
relación de complicidad con el proyecto hegemónico.
Las masculinidades construidas en formas que permiten obtener el
dividendo patriarcal, son cómplices en este sentido, sin
tener que ser la primera línea del patriarcado.

Las cuatro creencias de la Masculinidad
Hegemónica

Las creencias matrices que aparecen de modo constante
organizando la vida de los hombres son fundamentalmente cuatro y
representan a las definiciones biológicas de la
masculinidad: independencia, dominio y jerarquía. Ellas
son_ autosuficiencia prestigiosa, la heroicidad belicosa, el
respeto a la jerarquía y la superioridad sobre las mujeres
(
y la oposición a ellas).

En relación a la primera creencia, los
varones reciben de sus padres, madres y personas cercanas
mandatos normativos (roles de género), que se
cuidarán íntimamente, como por ejemplo:

¡Bástate y válete por ti mismo!
(sé independiente y no necesites de nada) ¡Hazte a
ti mismo y llega a esa posición! (lograr éxito,
poder, placer y familia es tu futuro) ¡Distínguete y
destaca (como diferente y como superior) ¡Busca tu propio
destino! ¡Cuenta solo contigo mismo! ¡Resuelvelo por
ti mismo! ¡Tu puedes y lo puedes todo!

¡Haz lo que te venga en gana, y sé libre!
¡Tú eres la medida! ¡tu sabes lo que quieres !
¡toma la iniciativa! ¡No pierdas los estribos!
¡Realízate trabajando!¡tu lugar es el
ámbito Público! ¡Sé capaz y eficaz, no
necesites de nadie! ¡Pon y Ponte límites!
¡Sé responsable de otros como eres responsable de
ti!

Cada uno de estos mandatos tiene su contraparte
proscriptiva : ¡no te apoyes en nadie!, ¡no seas uno
más! ¡No te comprometas!. A través de esta
creencia y esta educación subliminal, se adjudican a los
hombres la independencia y el poder de dominio y que la
existencia masculina es potencia. Corresponde a esta creencia
todas las metáforas masculinas sobre la potencia y
fertilidad. La canción EL REY (con dinero y sin
dinero, yo hago todo lo que quiero, y mi plabra es la ley y sigo
siendo el Rey)
explica mucho esta creencia

Segunda Creencia: la belicosidad heroica. Esta creencia
promueve la figura de héroe, el soldado o el guerrero
valeroso o una versión de deportista, tan cara al
imaginario masculino y en ellas se basan las metáforas
masculinas. Recibir y cumplir los mandatos de esta creencia, lo
que los mitos llaman el camino del héroe en el que por la
lucha y el exceso se va buscando el sentido de la vida. Busca
hazañas y proezas , ven el mundo como un campo de batalla,
donde la violencia es necesaria y que lo que se gana es su
masculinidad. Los roles aprendidos son: Buscar enfrentamientos,
desarrollar capacidad de lucha, mantener espíritu de
aventura, desarrollar aguante para soportar el dolor, superar los
sufrimientos, dureza emocional, aplomo, inhibición del
miedo, emocionalidad distante, impasividad, uso del cuerpo como
herramienta, violencia como instrumento de defensa, defensa del
territorio, sobre todo ser fuerte y aguantador.

En esta creencia, el lugar adjudicado al otro es de
sujero desonfiable, potencial adversario o humillador, peligroso,
enemigo o competidor. La mujer solo es aquí objeto de
conquista o dominación, o publico para aplaudir sus
hazañas masculinas. Por todo eso, esta creencia
está rn la base de la misoginia, la homofobia y la
xenofobia.

La tercera creencia: el respeto al valor de la
jerarquía, afirma que ser hombre es adquirir lugar dentro
de una estructura jerarquica masculina, o sus referentes
simbólicos como patria o institución, encabezado
por "grandes hombres" (amos poderosos diferentes caras del padre)
y en el que se puede ascender por obediencia. Este lugar se
obtiene cumpliendo con los siguientes mandatos:

Obedece a tu padre-autoridad (y no a tu madre),
¡Resígnate! ¡Nobleza Obliga!, ( y cuando esta
arriba de la escala) ¡Eres la autoridad, por eso ordena y
manda!

Esta creencia es lo que mas organiza la vida
práctica y cotidiana de la mayoría de los hombres,
que lejos de las otras creencias (los libres y los valerosos),
viven de un modo sometido y burocrático, a veces sin
aspirar a subir en la jerarquía, sino se quedan en la
tranquilidad de la subordinación, atrapado en la
ilusión de que algún día llegará a
ser autoridad y dueño e alguien o algo y de
sí.

Esta creencia favorece la construcción de un
retazo de identidad masculina caracterizado por el sometimiento
masculino a las figuras poderosas y que perpetúa esta
socialización especifica que dice que ser hombre es ser
alguien dentro de una escala de autoridades-amos dominadores, que
solo dejan como opción el sometimiento a la cadena de
"obediencias debidas".

La cuarta creencia matriz : la superioridad sobre las
mujeres (y sobre los varones "menos masculinos") y la
diferenciación de ell@s.

Esta creencia afirma que ser hombre es adquirir la
cualidad de superioridad frente a las mujeres, tener autoridad
sobre ella y no parecerse a ellas, así como también
hacerlo con los hombres que se muestran "menos masculinos". Ser
hombres es hacer lo qe las mujeres no hacen y hacer lo que ellas
no hacen. Los mandaatos normativos son, por ejemplo:

¡Los hombres no son iguales a las mujeres!
¡Los hombres deben distinguirse de las mujeres! ¡Eres
más y tienes más derechos! ¡No debes hacer
nada de mujer ni de maricon! ¡No hagas caso de las
mujeres!, ¡ Elige ,o estás con los hombres o con las
mujeres! ¡No sea igualutario o te dominarán!
¡tu madre es la una mujer especial e intocable! ¡Lo
doméstico no es lo tuyo (porque es de las mujeres)! Los
hombres son para varias mujeres! ¡Las mujeres contaminan
los ambientes de los hombres! ¡No sissy stuff (no tener
nada de mujer)! ¡Nada de dulzuras! ¡nada de
emociones!,¡nada de intimidad!

Con estos mandatos el varon evitará a los
niños y los homosexuales. Es una identidad negativa: no
ser mujer, niño ni homosexual, donde el esfuerzo vital es
demostrar que no se es algo, mas que demostrar que se es algo. El
modelo de relación con ellas que se deriva de esto es el
de la imposición de la subordinación, la
exclusión de las mujeres a lo privado, y la
apropiación del ambiente público por los varones.
Esta creencia incluye los conceptos de que la belleza de la mujer
atrae al varón "provocando su deseo", la mujer se viste
para hacer caer al hombre, y que a la mujer solo le atrae el
dinero del hombre. La mujer no es un objeto de intercambio sino
de deseo amoroso-sexual y el modelo de amor resultante es uno que
tiene mas componentes de explotación, amor caballeresco o
cortés, que de igualitario, con una definición
subordenativa de la sexualidad.

La Corporalidad

Aún sin contar con perspectiva de género,
la salud ocupacional o laboral o la salud en el trabajo se ha
deteriorado con consecuencias severas en el cuerpo de los
hombres. Desde una perspectiva clasista el rechazo a incorporar
medidas de higiene ocupacional ha sido interpretado como una
resistencia de clase. Una mirada desde la perspectiva de
género puede agregar obstáculos en el autocuidado
que también tienen que ver con una socialización
masculina tendiente a la competencia , a la temeridad y a la
percepción de que una actitud cuidadosa y preventiva "no
es masculina".

Vista desde la perspectiva de género, la
relación entre trabajo y cuidado de la salud es
abiertamente contradictorio. Una razón importante es la
centralidad del trabajo en la construcción de la
masculinidad. El hombre tiende a amalgamarse con su
profesión u ocupación, que refuerza el rol de
proveedor que juega en la familia. El cuerpo es vivido como
instrumento para esos fines.

En general, el autocuidado, la valoración del
cuerpo en el sentido de la salud es algo casi inexistente en la
socialización de los hombres. Al contrario, el cuidrse y
cuidar a otros aparece como un rol netamente femenino.

El efecto de esta socializacion masculina explica la
forma en que afecta la vida de las mueres, con su "triada de
violencia". El varom puede ser factor de riesgo en al menos tres
sentidos, con diferentes tipos de daños: a. hacia la mujer
(y a niñas y niños) a través de los
diferentes tipos de violencia y abuso, la ecundidad impuesta, la
paternidad ausente (con el abandono de la mujer y los hijos) . b.
entre hombres por medio de accidentes, homicidios, lesiones. c. y
para rlhombre mismo mediante el suicidio, el alcoholismo y otras
adicciones, incluyendo diversos fomas de descuido del
cuerpo.

Lo anterior se ve fortalecido con las dificultades que
tienen los varones de verbalizar sus necesidades de salud.Los
hombr no hablan de sus problemas de salud, porque constutye una
demostración de debilidad, de feminización frente a
unos y a otros.

Masculinidad y vida emotiva

 

 

Autor:

Gloria Marina Cospín
Rivera

Curso VII: ANTROPOLOGIA DEL
GENERO

Atlantic International University,
AIU

PROGRAMA DOCTORADO

ESPECIALIDAD: ANTROPOLOGIA

[1] Ramirez, Rafael L., García Toro,
Víctor, Maqsculinidad Hegemonica, sexualidad y
transgresión, DCentro Journal, vol . XIV, búm 1,
2002.

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