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Los caminos de la paleoantropologia



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Monografía destacada

  1. Prólogo
  2. El nacimiento de la idea científica sobre el ser humano
  3. En busca del eslabón perdido
  4. Más allá de los eslabones viene la explicación
  5. Búsqueda de consenso
  6. El ser biocultural
  7. Dos personajes en los 70s, 80s y 90s
  8. Vuelta al principio
  9. Un nuevo siglo y las mismas preguntas
  10. Referencias

Prólogo

Los caminos de la paleoantropología son una mirada a la búsqueda por conocer nuestro origen y transformación. El libro está construido para el público general y el especializado. Pero he tenido en mente en primer lugar al público en general que siempre tiene una espinita de duda acerca de dónde vinimos. No es por ello un texto que se base en una reflexión simple o escueta, sino que pretende estar cerca del interés general, la evolución humana, al mismo tiempo que fundamentado en una revisión seria y profunda de la paleoantropología.

La paleoantropología es una disciplina reciente que por su objeto de estudio puede abordarse en términos generales con la expectativa de presentar una visión de conjunto. Es, al mismo tiempo: científica, política y emocional. Mucho de lo que se ha realizado tiene en su raíz uno de esos tres elementos, donde alguno de ellos es el primero y determinante. Ello la hace compleja y más interesante. Nos muestra que entre más cercano es el objeto de estudio es más difícil ser completamente objetivo. También señala como se hace ciencia, con el método riguroso, sin el acartonado método científico y a pesar del mismo. Todas las opciones son posibles cuando buscamos comprendernos como seres humanos. Pero algunas son las opiniones y puntos de vista que trascienden, son esas las que se han buscado exponer con mayor detalle.

A lo largo del texto presento una visión histórica de cómo se desarrolla la paleoantropología. Me centro en la reflexión que se elabora sobre la construcción de la idea de ser humano. Si bien se presenta como una multiplicidad de caminos, existe un eje conductor de la paleoantropología; ¿cómo y cuándo se origina, cómo y dónde evolucionó el ser humano? El núcleo está en saber quiénes somos a partir del proceso evolutivo.

Sería gratificante que algún lector se acercara al texto sin saber que el ser humano ha evolucionado y por ello le llamase la atención. En ese caso he de decir que efectivamente el ser humano es resultado de un proceso evolutivo como lo son las demás formas de vida de la Tierra. Eso no se pone en duda, no por dogma, sino por la fuerza de las pruebas que lo sostienen. Las pruebas se acumulan día con día. No sólo proceden de encontrar fósiles de nuestros ancestros. También tienen que ver con la fortaleza de la teoría evolutiva, con los ejemplos de procesos evolutivos que se descubren en otras formas de vida. En general, la evolución es un hecho probado, aquello que aún está en cuestión para la ciencia evolutiva son todos los detalles de los procesos y la explicación unificada. Con el ejemplo del ser humanos se dará cuenta que las dudas son justas, pues el proceso es por demás complejo. Así que no parto de probar la evolución humana, sino de reconocerla como un hecho y abordar como se ha ido estudiando para comprender más de ella. Al lector referido le pido que no renuncie por partir de una postura evolutiva, sino que le invito a comprenderla. Verá que no es tan peligrosa como se ha dicho y con la guía de los autores referidos aprenderá que es la correcta.

Para el lector especializado encontrará citados a los más importantes paleoantropólogos. Parto de sus propias reflexiones para construir una idea de cómo se comprende a ser humano en su momento y siempre desde mi propia perspectiva. Mi perspectiva es la del biólogo que se interesa por la pregunta filosófica ¿Qué es el ser humano? La finalidad está en que, si a lo largo del texto soy quien juzga lo dicho, ahora se presenta directamente lo dicho por los autores actualmente involucrados para ser analizado y sintetizado por el lector. Sea invitado, apreciado lector a sumergirse en el conocimiento histórico sobre nosotros mismos.

Capítulo 1

El nacimiento de la idea científica sobre el ser humano

Para conocer al ser humano se han generado diversas perspectivas, una de ellas es la paleoantropología que se enfoca en el estudio evolutivo del ser humano. La finalidad de este trabajo es presentar los caminos que la paleoantropología, desde el siglo XIX hasta la fecha, cómo ha transitado y cómo nos ha permitido construirnos una idea sobre nosotros mismos.

La idea sobre el ser humano ha cambiado por el desarrollo de la idea sobre la evolución que se va gestando a lo largo de la última fase del siglo XVII y la primera mitad del siglo XIX. Por ello va a predominar tanto en la joven biología como en la filosofía a cargo de Herbert Spencer. Pues Spencer es el representante del pensamiento evolucionista del siglo XIX y es citado por Darwin en sus investigaciones. Gran parte de las investigaciones en evolución nos han llegado gracias al trabajo de Darwin en la introducción que hace en el Origen de las especies (Darwin 1859, Harris 1985). El siglo XIX se caracteriza por mover los cimientos de la idea de hombre y por revolucionar el concepto que de éste se tenía. Para ello se dan sucesivos pasos que relacionan aspectos tanto sociales como teóricos de evolución con descubrimientos de fósiles similares al hombre. El siglo XIX fue en gran medida el siglo de la biología, una especie de bilogización sustituyo a la visión fisicalista como motor de la filosofía (Steward 1997). Por ello la biología influyo en todas las áreas del pensamiento, como fue en la sociología y en la antropología. La revolución darwiniana es el elemento cúspide de una concepción general del pensamiento. La misma concepción acompaña a Darwin a lo largo de la elaboración de su obra cúspide: El origen de las especies de 1859. Esta concepción puede llamarse materialismo científico, según la cual todo está en constante cambio y devenir y el ser está constituido exclusivamente de materia y energía (Hirschberger 1993). Spencer concibe como axioma: el progreso humano en la lucha por la existencia. Este principio es una conclusión que resulta de analizar los datos que se tenían del progreso humano a lo largo de la historia con una base evolucionista. La idea evolucionista de Spencer está en reconocer la integración de la materia y la dispersión de movimiento como consecuencia en la transformación del ser humano. Spencer busca fundar una ética en la teoría de la evolución, fuera de toda esencia religiosa. Por eso propone que instintivamente se puede distinguir entre una buena y una mala acción (Copleston 1988). Así la tradición filosófica inglesa provee fundamento filosófico a la paleoantropología por la influencia de Spencer en Darwin.

Así es como el desarrollo de la paleoantropología estará influenciado por la filosofía inglesa. El fundamento general está en el empirismo británico y en las vertientes que de éste parten. El empirismo se basa en la filosofía de Hume y el estudio científico de la naturaleza humana a través de la introspección y la observación, más que por una intuición. Un método inductivo más que deductivo, se va de los datos observables a la explicación del proceso (Copleston 1983). Esta perspectiva para comprender al ser humano la paleoantropología la hereda de la filosofía y la ha mantenido a lo largo de toda su historia. Es un camino por el cual comenzó a transitar y que ha definido el resto de los caminos por los cuales avanza.

También podemos dar cuenta de la influencia del pensamiento filosófico de la mitad del siglo XIX asociado con el movimiento utilitarista. Esta visión filosófica del mundo fue desarrollada por John Stuart Mill. La visión de J.S. Mill incluye un aspecto importante de su concepción sobre la "naturaleza humana", sustentada en los sentimientos por la búsqueda de la felicidad. Según su perspectiva, el ideal del ser humano es la búsqueda del placer. El hombre persigue, como un fin, la perfección espiritual, sin mayor juicio que su propia conciencia. El hombre en la búsqueda de progreso encuentra el sentido de su acción utilitarista (Copleston 1988). La evolución humana se ha ligado desde entonces en otra vertiente, no necesariamente científica, en la cual la evolución es una búsqueda del progreso y de la mayor felicidad. Esta idea permea los medios masivos de comunicación en la actualidad como una noción vaga del proceso evolutivo que ha tenido su principio en la visión de Mill.

Otra influencia importante es el desarrollo de la psicología empírica por Bain. Sus investigaciones que encontramos en: Los sentidos y el intelecto de 1855 y Las emociones y la voluntad de 1859 permitieron superar la idea que concibe la vida mental del hombre como un simple proceso mecánico (Copleston 1988). Estas concepciones promovieron la actitud científica de la época. Permiteron la concepción del hombre en constante cambio, cuyos restos fósiles estaban encontrándose desde principios del siglo XIX. Pero su sentido de comprensión de lo humano superó lo meramente mecánico de la idea fisicalista de siglos anteriores hacia la biología centrada en la teoría del cambio evolutivo. El camino de los descubrimientos materiales de la paleoantropología comenzó antes de que se tuviera una clara noción de evolución y por ello es un camino que si bien se transita, no se reconocerá como una vía que nos permita comprender lo humano sino hasta muchos años después. Los primeros descubrimientos fósiles de homínidos se realizaron a principios del siglo XIX. Se hallaron los restos de un niño en Engis, Bélgica en 1830, en 1848 un cráneo en Forbe de Gibraltar, pero no fue sino hasta 1856 cuando los restos de un homínido denominado Neanderthal permitieron un nuevo enfoque acerca de la evolución del hombre. El hallazgo ocurrió en Feldhofer, cerca de Dusseldorf, en el Valle de Neander (Arsuaga 1998). El cráneo de Neanderthal descubierto en 1856 fue estudiado por Schoetensack, Lyell y por Thomas Huxley quien lo consideró como una variedad del hombre moderno, dando origen a una larga historia de discusión de los restos neandertales. Los neandertales fueron considerados los ancestros de los Homo sapiens por algunos avispados investigadores y no considerados nuestros ancestros por aquellos quienes aún no comprendían el valor epistemológico de la teoría evolutiva para comprender al ser humano (Leakey y Morris Godall 1973, Le Gros Clark 1964). El descubrimiento de los neandertales significó para la naciente paleoantropología, al ser los primeros fósiles de hombres no actuales, la primera evidencia de la evolución humana (Klein 1999).

Darwin hizo posible estudiar esta evolución humana. La influencia de Darwin en la biología establece una metodología para determinar los datos relevantes y como sintetizarlos. De este modo se da una contribución tanto para la observación del naturalista como para la experimentación (Kitcher 2001). La paleoantropología sólo es posible basada en restos de la evolución humana y el uso de la teoría de la evolución. Por ello hasta que se propone la primera la teoría evolutiva, la de selección natural (por Darwin y Wallace en 1858 ante la Sociedad Lineana de Londres), se establecen las bases para un análisis científico los restos fósiles. Sólo entonces pueden ser interpretados como parte de un proceso de evolución humana. Podemos decir que a partir de esta etapa se funda la paleoantropología. Es aquí cuando la disciplina tiene su propio camino. Así que es la teoría evolutiva la que abre el camino dentro de la biología, y uno de esos caminos será propio de la paleoantropología.

La escena científica de la época se encuentra retratada en un trabajo de Lyell. En su investigación se observan las discusiones, acerca de la extensión de la teoría evolutiva, para explicar el lugar del hombre en la naturaleza. El trabajo relata la escena científica con relación a lo que ahora llamamos el problema de la especie, en este caso la especie humana. Esto es, se busca definir las características que nos permiten reconocer a una especie y en particular a la nuestra en el proceso de transformación histórica que le es propio. Un libro que parece sin mucha relación y que en cambio es sumamente importante en ese momento tiene como autor a M. Gratiolet y lleva por título: "The Conclutions of the Brain in Man and the Primates" (Paris 1854). Este trabajo muestra la similitud que existe entre los cerebros de dos especies de primates (el gorila y el hombre) y en particular la forma en la cual los hemisferios cubren al cerebelo. No obstante los resultados aportados por la obra de Gratiolet, Richard Owen elabora una clasificación de los mamíferos basado en la estructura del cerebro y obtiene cuatro sub-clases, representadas por el canguro, el castor, el mono, y el hombre. Esta clasificación coloca al hombre en una posición taxonómica especial, bajo el supuesto de poseer un cerebro especial (Lyell 1863). Aquí se encuentras trazados dos caminos de la paleoantropología, antiguos tanto como actuales. Por una parte el camino que reconoce la estrecha relación entre los primates y por la otra la relevancia especial que se otorga al carácter del cerebro en nuestra especie.

Owen establece en su trabajo que el cerebro representa un paso especial en el desarrollo del hombre, lo cual para él justifica la clasificación del ser humano en un grupo separado. En 1859 Owen publicó otro trabajo para apoyar su propuesta de clasificación. El mismo año en que C. Darwin publica El origen de las especies. Dos años después Huxley elabora una respuesta contra de la postura de Owen, su trabajo se titula: "On the Zoological relations of Man with the lower Animals", seis meses más tarde Owen elabora otro artículo como respuesta y para apoyar su postura: "The Cerebral Carácter of Man and the Ape". En 1862 Schroeder van der Kolk y Vrok publican un trabajo de apoyo a la postura de Owen y en contra explícitamente de la teoría evolutiva de Darwin, principalmente con relación al hombre. El trabajo de Huxley: The Place of man in Nature (1863) es una respuesta a esta discusión iniciada por Owen. Dada la importancia en el desarrollo de la paleoantropología veamos con detalle el trabajo citado de Thomas Henry Huxley. Huxley es considerado el naturalista más importante de su época. Con el trabajo de Huxley, The Place of Man in Nature de 1863 da inicio formal el estudio de los homínidos (Schwartz 2001). La investigación de Huxley genera una nueva perspectiva de la naturaleza, cuyo fundamento es la teoría evolutiva. Huxley muestra un concepto de hombre y además incluye en su libro los datos de los restos fósiles de Neanderthal. Es así como considera su trabajo, explícitamente titulado, un elemento esencial del conocimiento del hombre: "Entre los muchos problemas que pueden tenerse en consideración, la posición de la especie humana en la clasificación zoológica es una de las más importantes[1](Huxley 1863: vii). Para Huxley y la paleoantropología que de él deriva, en el centro de toda pregunta está el hombre: "La pregunta de las preguntas sobre la humanidad – el problema que sostiene todos los demás y que es más profundamente interesante que los otros- es el conocimiento del lugar que el hombre ocupa en la naturaleza y sus relaciones con el universo de cosas[2](Ibidem: 77). Esta frase de Huxley fundamenta a la antropología y en particular el estudio de la evolución humana. El ser humano puede conocerse sólo en la medida en la cual se sabe cómo es parte de un sistema mayor. No consideró que sea posible comprender qué es, cómo, porqué y el para qué de lo humano en aislamiento del resto de las formas de vida. Si bien es posible estudiar lo humano y sus creaciones independientemente de su pasado histórico-evolutivo, esas creaciones dejan de ser descripciones de lo humano y tienen una explicación sólo en la medida en la cual se contextualizan en la historia de la especie. El valor emergente de la creación humana tiene precisamente el sentido de serlo al rastrearse su lugar en la naturaleza de cosas dentro de las cuales el ser humano se ha transformado.

La influencia de Huxley se evidencia a partir de los años 60 del siglo XIX, primero como un defensor de la teoría evolutiva de Darwin, posteriormente con su libro sobre el lugar del hombre en la naturaleza. Para entonces Lyell había cimentado la idea de la antigüedad del hombre, y la idea de la evolución del hombre aunque muy discutida contaba con sus seguidores (Sarukan 1998). Con el tiempo la propuesta de Huxley se ha integrado en la paleoantropología de tal modo que es obviada en muchos casos, mientras la postura de Lyell se ha dejado a un lado en la búsqueda de restos homínidos cada vez más antiguos que reportan una idea sobre lo humano.

Huxley vio en el cerebro el impulso que conduce la evolución humana, así es como concibe al ser humano a partir de aquel carácter, dice: "La historia demuestra que la mente humana, alimentada por las adiciones constantes de conocimiento, periódicamente se hace demasiado grande para sus coberturas teóricas y las revienta en pedazos para estar presente en ropajes nuevos[3](Ibidem :79). Esta es una capacidad transformadora de lo humano, la capacidad de conocer, hasta que el conocimiento expone su posibilidad de ir más allá y emerger en nuevos caminos.

Huxley aceptó que la diferencias que observamos son de cualidad y calidad, pero no de tipo: "que las mentes del ser humano en cualquier lugar son similares, difieren en cualidad y calidad, pero no en el tipo de facultad[4](Huxley 1863: 212). Con lo que estableció la unidad de semejanza más que de diferencia. Si bien el principio argumentado por Huxley nos puede parecer obvio, no lo es ni actualmente para todos y mucho menos en su época. Si en su momento es una propuesta valiosa, mucho más lo es hoy recodar quien la ha defendido científicamente.

También se refiere al bipedalismo como una característica del hombre. No olvida al lenguaje dentro del concepto de ser humano: "Hasta la tenacidad superior de la lingüística sobre las peculiaridades físicas se muestra, y hasta la abundante evidencia que existe, que la lengua de un pueblo puede cambiar sin el correspondiente cambio físico en las personas… [5](Ibidem :222). En este punto habrá de recordarse que para la época sólo existe la filología y no la lingüística moderna, y si bien los filólogos se encontraban tan avanzados o más en evolución, la dicotomía del conocimiento entre lo corporal y lo lingüístico es evidente en Huxley. Una referencia interesante es con respecto a actividades culturales que señalan la comprensión de la muerte, los seres humanos se caracterizan por enterrar a sus muertos. Comprendemos lo humano "debido a que el bípedo humano difiere de todos los otros bípedos y cuadrúpedos, en la tendencia a poner a sus muertos fuera de su vista en varias maneras, comúnmente mediante enterramientos[6](Ibidem: 319). Para la época Huxley desconocía que los Neanderthales enterraban a sus muertos. Me atrevo a decir que la falta de prejuicio nos deja comprender a los Neanderthales como humanos modernos, específicamente en la conciencia sobre la muerte. Lo cual no es decir poca cosa cuando recordamos que existen movimientos espirituales que dependen completamente de dicha conciencia sobre la muerte.

La precisión en la elaboración de un concepto de hombre tendrá que esperar a Darwin, pero ya con Huxley es claro que el referente requiere una explicación desde la biología. Huxley es materialista y agnóstico, su análisis anatómico le obliga a sostener la similitud entre los primates, su postura evolutiva le permite establecer el vínculo y hablar del proceso que hace del hombre un primate más. Con esta perspectiva busca explicar a un organismo complejo como el H. sapiens y su lugar en la naturaleza. Debe resaltarse el punto fundamental de la paleoantropología, el trabajo tiene una congruencia interna clara por su marco teórico en la teoría evolutiva. Reconocer la evolución humana es una congruencia externa evidente. Cada una de las observaciones de Huxley posee un referente comprobable sostenido en la teoría de la evolución de la vida.

Se dice que Darwin sacó del centro de la creación al ser humano para ponerlo en medio de la naturaleza junto con los demás seres vivos bajo el proceso evolutivo. En los hechos es Huxley quien lo hace. Lo más relevante en la postura de Huxley es la necesidad de establecer el vínculo biológico del hombre. Lo que esto demuestra es el clima social que tiene en sí mismo, en el ser humano, una concepción de pertenencia a un lugar especial, de manufactura especial con respecto de los demás organismos. El ser humano se ve en contraposición con el animal, por lo que calificarlo como un animal más, producto de un proceso evolutivo, se convierte en un escándalo social. No obstante la queja y desagrado la comprensión animal del ser humano no significa una degradación, sino una elevación de lo animal al lugar que merece.

La confusión, aun actualmente, deriva de la polisemia del término animal. Cuando hablamos de animal en este libro nos referimos en un sentido científico. Hablamos de seres eucariotas, con capacidad de movimiento en alguna etapa de su vida, que son heterótrofos, entre otras características. Pero no asumimos el significado coloquial de animal que puede ser un insulto, por referir a aspectos que no nos gusta asociar con el ser humano.

Volviendo a Huxley, él hereda a la paleoantropología la concepción de un lugar del hombre en la naturaleza. Este es en gran medida el sentido de la clasificación taxonómica y la sistemática. En conclusión y concretamente Huxley considera que: El hombre ha sido definido como el único animal dotado de dos manos en sus extremidades delanteras, y de dos pies en sus extremidades posteriores, mientras que se ha dicho que todos los simios poseen cuatro manos, y él se ha afirmado que difiere fundamentalmente de todo mono en los caracteres del cerebro [7]Huxley 1863: 117).

Reconozcamos en el trabajo de Huxley la tendencia de la clasificación taxonómica de ubicar al hombre de forma exclusivamente biológica. Esta tendencia a desarrollar diagnosis del hombre se mantiene en los artículos que reportan las nuevas especies de homínidos. En los conceptos que se desarrollan posteriormente en paleoantropología se anexa un tinte filosófico que da un nuevo panorama al concepto ser humano. Pues una vez establecida la idea de la evolución humana es posible agregar nuevas y mayores explicaciones. Para los años 60 del siglo XIX la postura de Huxley era revolucionaria y será la semilla que permite repensar los descubrimientos que se incrementa en número de manera acelerada desde entonces.

A partir del estudio de Huxley se genera una tendencia en el análisis del hombre que aminora las diferencias en pro de las similitudes. Esto conduce a investigadores como Haeckel a valorar más aspectos morfológicos entre primates que particularidades como el lenguaje en el hombre. En un principio Haeckel determina al lenguaje como la división entre lo humano y lo no humano, posteriormente (1898) las similitudes entre primates y el hombre le hacen dejar de lado una particularidad como el lenguaje (Haeckel 1898). Existen dos fenómenos históricos que deben señalarse antes de pasar al siguiente autor. Primero, el descubrimiento de los hombre de Cro-Magnon y luego la definición de cultura por Tylor. Los fósiles de Cro-Magnon se descubrieron en Les Eyzies en 1868 (Arsuaga 2001). Los Cro-Magnon se encontraron asociados a la industria Aurignaciense y desde su descubrimiento atraen la atención por sus grandes cerebros y su alta estatura, ellos fueron completamente Homo sapiens, sólo diferentes a nosotros en el periodo de su existencia temporal (Howells 1955). Los restos fueron descubiertos por Luis Lartet y Henry Christy (Leakey y Morris Godall 1973). El llamado anciano de Cro-Magnon, por su capacidad endocraneal (1 590 cc), su elevada estatura (1.82m), su cara ancha y baja, su nariz estrecha y su mentón prominente, era ideal para ser designado el antepasado de las razas nórdicas (Cohen 1999).

Además en esta época es necesario mencionar a Sir Edward Burnett Tylor, en gran medida fundador de la antropología, el primer antropólogo británico que recibió un nombramiento universitario, en Oxford en 1875. El concepto de cultura de Tylor es de los más referidos en antropología y muestra el estado del conocimiento al respecto (en 1871). Tylor incorpora la evolución en sus escritos, más en el sentido darwiniano que Spenseriano (Ingold 1991), para Tylor: "La cultura […] es ese complejo total que incluye conocimiento, creencia, arte, moral, ley, costumbre y otras aptitudes y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de la sociedad. La condición de cultura […] es un tema apto para el estudio de las leyes del pensamiento y acción humana" (Bohanan y Glazer 19993: 64). Este concepto de cultura no es incorporado de inmediato a la paleoantropología, pero en los conceptos de los paleoantropólogos se aprecia que algunas características son mencionadas. No es posible hablar de paleoantropología y su definición sin mencionar a Charles Darwin. Primero por ser, junto con Wallace, artífice de la teoría evolutiva que sostiene teóricamente a la paleoantropología y luego por ser tan cuidadoso en la aplicación que hace de la teoría a la evolución humana.

Para comenzar la influencia de Darwin en el pensamiento universal es de la talla de Newton y de Galileo. Su postura filosófica no es profunda y no busca establecer una filosofía, pero el mecanismo que propuso de la evolución ha transformado el pensamiento de la humanidad en todos los sentidos (Hirsberger 1993, Copleston 1988, Boerlegui 1999). Hoy la idea de la evolución es comúnmente aceptada, sin embargo, como se vio con Huxley, su aplicación a la evolución humana no lo era tanto. Por esta razón es posible que Darwin se negara a publicar al respecto. Pero una vez que lo hizo se genero una nueva revolución y el sello de la nueva disciplina que es la paleoantropología.

La influencia que Darwin recibe de Spencer incluye la idea de progreso y la idea de domesticación, propias de la época y rescatadas por Spencer. Esta idea es clara cuado Darwin afirma:

Se ha afirmado que el hombre por sí solo es capaz de mejorar progresivamente, que sólo él hace uso de herramientas o fuego, domestica otros animales, o bienes, que ningún animal tiene el poder de abstracción, o de formar conceptos generales, es consciente de sí mismo y comprende en sí; más que ningún animal emplea lenguaje, que sólo el hombre tiene un sentido de la belleza, es el capricho responsable, tiene el sentimiento de gratitud, misterio, etc; cree en Dios o está dotado de una conciencia (Ibidem: 81).[8] Es común leer reconstrucciones de cómo debió haber sido la evolución humana. Esas historias sobre cómo el ser humano comenzó a evolucionar y derivó en lo que es hoy. A Darwin debe reconocérsele por elaborar la primera propuesta hipotética científica de dicho fenómeno. Su dedicación a construir una nueva teoría de la evolución basada en las pruebas empíricas, en el caso del hombre se restringió a pocos datos, pero con una sólida teoría como base. De hecho con Darwin en The Descent of Man (título original de la obra), tiene su origen la idea que será denominada hominización. El concepto de ser humano en Darwin incorpora la mayoría de los elementos que posteriormente serán tomados por los paleoantropólogos, pero debemos recordar que el mismo Darwin los retoma de naturalistas que le precedieron.

Darwin comienza por ubicar al hombre dentro de un proceso evolutivo: "El hombre es un descendiente modificado de una forma preexistente, podría sugerirse primero la pregunta si el ser humano varía, aunque sea de forma ligera, en cuerpo y en facultades mentales, y de ser así, si las variaciones se transmiten a la descendencia por las mismas leyes que los animals inferiores"[9] (Darwin 1871: 5). Darwin responde afirmativamente a sus cuestionamientos. Con ello el pensamiento evolucionista toma definitivamente al ser humano y su historia como resultado de proceso evolutivo. Esa idea no va a ser abandonada en ningún momento por la ciencia.

Darwin relata el fundamento de la evolución humana de la siguiente forma: "Así es como ha llegado a pasar que, el ser humano y todos los demás animales vertebrados, se han construido en el mismo modelo general, porque ellos pasan por los mismos estados del desarrollo embrionario. En consecuencia debemos admitir su comunidad de origen"[10] (Ibidem :25). En la teoría Darwiniana de la evolución, comunidad de origen es sinónimo de evolución, en tanto que evolución es descendencia con modificación. La afirmación de Darwin en 1871 deja saldada cualquier duda acerca de la perspectiva científica sobre el origen del ser humano. El origen del ser humano es resultado del proceso evolutivo.

En su búsqueda por explicar las características del hombre desde el punto de vista de la selección, Darwin plantea:

El hombre en el estado más grosero en el que exista hasta ahora es el animal más dominante que haya aparecido jamás en esta tierra. Él se ha extendido más ampliamente que cualquier otra forma organizada, y todos los demás han dado antes que él. Él manifiestamente debe esta inmensa superioridad de sus facultades intelectuales, a sus hábitos sociales, que lo llevan a ayudar y defender a sus semejantes y su estructura corporal. La suprema importancia de estos personajes ha sido probada por el arbitrio final de la batalla por la vida. A través de su poder de inteligencia, lenguaje articulado ha evolucionado…(Ibidem: 49 ). [11] La explicación evolutiva del ser humano en Dawin incluye a la reproducción diferencial ante la selección natural, unido el proceso con la capacidad de adquirir conocimiento y la facultad comunicación que posee. Darwin describe que el hombre pasa por un proceso: El ser humano se conviertan primero impresionados por la organización mental a través de la costumbre, la instrucción y el ejemplo, continuaron durante varias generaciones en la misma familia, y en un grado bastante subordinado, o no del todo, por las personas físicas que posean esas virtudes de haber logrado lo mejor en la lucha por la vida (Ibidem: 128).[12] Si con Lyell (1863) se observa la importancia del cerebro, con Darwin no disminuyó en relevancia y es desglosada en diversas características que van definiendo lo que puede conocerse como hombre: "esas varias invenciones, por las cuales el hombre en su estado mas rudo se ha convertido en prominente, son el resultado directo del desarrollo de su poder de observación, memoria, curiosidad, imaginación y razón" (Darwin 1871: 49 )[13].

Debo mencionar que el uso del término razón resulta de sumo interés. Pues en éste sentido Darwin es heredero de la traición filosófica que surge con Descartes. Una parte de la filosofía ha visto en la razón la facultad humana, sin embargo, en paleoantropología sólo Darwin (y Lyell) la mencionan como parte de su concepto del ser humano. La afirmación de la razón no se deja en saco roto, sino se incluye en el proceso evolutivo que nos lleva al lenguaje articulado. Darwin dice: "si pudiese ser probado que ciertos poderes mentales superiores, tales como la formación de conceptos, la autoconciencia, etc., fueran absolutamente peculiares al ser humano, lo cual es extremadamente dudoso, no es poco probable que esas cualidades sean meramente resultados accidentales de otras facultades intelectuales superiors; y estas, de nuevo, principalmente el resultado de un uso continuado de un lenguaje" (Ibidem: 130)[14].

Esto implica a la vision darwiniana de la evolución del cerebro a través de la selección de una característica adaptativa que es el lenguaje. No solo eso, la evolución del lenguaje no es independiente del sistema social donde ocurre y así lo afirma cuando dice: "En primer lugar, como los poderes de razonamiento y la previsión de los miembros llegaron a ser mejorados, cada hombre no tardaría en saber que si él ayudó a sus semejantes, que normalmente recibiría ayuda a cambio" [15]Ibidem: 135). Es decir, el altruismo, la reciprocidad, la acción social contribuyen al razonamiento en conjunto con el proceso evolutivo lingüístico.

Darwin se adhiere a quienes consideran que la moral es lo que caracteriza al hombre: "Suscribo plenamente el juicio de aquellos escritores que sostienen que todas las diferencias entre el hombre una que los animales inferiores, el sentido moral o conciencia es con mucho el más importante" (Ibidem: 100)[16]. Son la interacción entre las actividades biológicas, lingüísticas, morales y sociales lo que dan una explicación del ser humano.

Me he esforzado en demostrar que el sentido moral se deduce, en primer lugar, de la perdurable naturaleza omnipresente de los instintos sociales, en segundo lugar, a partir de la apreciación humana de la aprobación y la desaprobación de sus compañeros, y en tercer lugar, a partir de la alta actividad de sus facultades mentales, con impresiones pasadas muy vívidas, y en estos últimos aspectos se diferencia de los animales inferiores. Debido a esta condición de la mente, el hombre no puede evitar mirar hacia atrás y hacia delante (Ibidem: 634)[17].

Podemos preguntarnos hasta qué punto es importante la idea de Dios en la definición del ser humano. Darwin considera que lo es, pero comoresultado de un prolongado proceso de evolución cultural. Dice: "la idea de un Creador Universal beneficiosa no parece surgir en la mente del hombre, hasta que ha sido elevado por la prolongada y continuada cultura" (Ibidem: 636)[18]. En este punto Darwin anota uno más de los puntos a favor: reconoce el papel de la cultura en la evolución del ser humano. No somos resultado exclusivo del proceso de evolución biológica, sino también de la influencia cultural. Somos, ya desde las ideas de Darwin, un ser biocultural.

Por ultimo una característica como el uso de las manos, y así la fabricación de herramientas, y el uso del fuego, adquiere con Darwin una mención especial: "el hombre no podría haber alcanzado su posición dominante presente en el mundo sin el uso de sus manos, que son tan admirablemente adaptada para actuar en obediencia a su voluntad" (Ibidem:52)[19]. Darwin presentó desde la paleoantropología un concepto del ser humano amplio, abarcador, abierto y dinámico de las diversas características por las que se explica la evolución humana. Es claro y preciso. Sin embargo, cuando Darwin escribió su libro no existían suficientes restos fósiles para apoyar su postura, por lo que su propuesta sólo cuenta con el fundamento de la teoría evolutiva por selección natural y en relación al sexo. Por consecuencia algunas otras características aceptadas por Darwin, como la superioridad del hombre sobre la mujer, hoy en día han sido descartadas. Con Darwin asistimos a la apertura del campo de análisis paleoantropológico y primordialmente al punto que muestra la necesidad de la paleoantropología por delimitar el concepto de ser humano. La propuesta de Darwin fue revolucionaria. Los descubrimientos fósiles continuaban y así los neandertales fueron adquiriendo una credibilidad mayor como ancestros del hombre moderno.

Darwin establece el concepto de ser humano básico de la paleoantropología. Este concepto va a ser reformulado, ampliado o reducido, en fin, la cantidad de información que la paleoantropología desarrolla da una dinámica que enriquece y aclara el concepto básico. En ese sentido, la paleoantropología ha heredado, hasta nuestros días, parte de la influencia del siglo XIX que Darwin plasmó en su concepto. Los puntos principales de su concepto son: la evolución del hombre, la posición superior del hombre, pero dentro de la naturaleza biológica, la concepción moral del hombre y su fe en Dios, la apreciación estática y como índices de la evolución del hombre para llegar a éste nivel evolutivo: el cerebro (la mente), la posición erecta, la fabricación de herramientas y el lenguaje.

Junto con Darwin, Alfred Russel Wallace, propuso el principio de la evolución, sin embargo, con respecto del hombre su punto de vista fue diametralmente opuesto. Wallace consideraba como una propiedad esencial del hombre el cerebro y es precisamente el cerebro lo que no se desarrollaría por selección natural según Wallace. Su postura parcialmente creacionista no le impidió hablar de la posible evolución del hombre. Wallace mencionó: "hay razones para pensar que el orangután, el chimpancé y el gorila también tuvieron sus ancestros. Con cuanto interés ha de esperar el naturalista el momento en que las cavernas y los sedimentos del terciario en los trópicos se puedan examinar a fondo para llegar a conocer la historia pasada y las primeras formas de los grandes monos de aspecto humano" (Wallace 1997: 95). Wallace es un representante de una vertiente evolucionista que seguirá considerando al hombre como un organismo especial en su origen. Esta postura parece contradictoria en sus fundamentos, pero continúa en boga aún hasta los 30s y 40s del siglo XX como es notorio con Broom (1933).

El auge del materialismo científico (que se mencionó como influencia de Huxley) se da con John Tyndall. Sus investigaciones se desarrollaron en el campo de la psicología partiendo de la idea de que la conciencia es producto de un proceso físico del cerebro. En 1874 asegura que hay una barrera infranqueable que separa al hombre sujeto del hombre objeto, que no hay un puente posible del entendimiento para unirlos. Su propuesta científica asegura que con respecto al conocimiento es la ciencia la que tiene competencia y aquello a lo que la ciencia no responde es un problema que nunca tendrá solución. Tyndall se adhería a una concepción agnóstica para dar congruencia su materialismo científico que influenció a gran cantidad de científicos posteriores. El agnóstico detiene su juicio ante aquello que trasciende el campo de la verificación, un absoluto metaempírico, primordialmente la idea de Dios que no hallaremos de nuevo en el concepto hombre en paleoantropología (salvo con Teilhard de Chardin) (Copleston 1988).

Una doble influencia, del darwinismo y del materialismo científico, la recibe Haeckel, promotor en Alemania de la teoría evolutiva y creador de la filogenia como disciplina. En 1874 el gran anatomista Ernst Haeckel predijo que en el curso de la evolución debería de existir un ancestro carente del lenguaje, aún sin descubrir restos con esas posibles características, nombró a este eslabón perdido como Phitecantropus alalus (Leakey y Morris Godall 1973, Heackel 1898). Esto significa un planteamiento claro de diferenciación entre lo humano y lo no humano a partir del lenguaje. Diferenciación tan clara que significa cambio de Género.

Si bien el empirismo desarrolló e influenció a la paleoantropología, donde el materialismo científico de Tyndall fue lo más notorio. Sin embargo, para la segunda mitad del siglo XIX en las universidades predominó el movimiento filosófico idealista. Un renacer de la metafísica. El movimiento idealista presenta al hombre como el que realiza por si la verdadera libertad al participar de la vida de la totalidad. La influencia del idealismo abarcó hasta los años 20s del siglo XX (Copleston 1988). Mientras en Europa se daban estos procesos filosóficos un médico inglés se propuso encontrar el eslabón perdido que explicaba la evolución humana según Heackel.

Capítulo 2

En busca del eslabón perdido

La idea del eslabón perdido depende del principio gradualista de la teoría de la selección natural tal como fue planteada por Darwin. En ese sentido el eslabón perdido es la pieza que falta en la historia evolutiva de una especie. Sin embargo, si la evolución no es gradual, y en ocasiones no lo es, en ese caso no es posible buscar un eslabón, pues no existe. Eso no fue lo que se preguntaron los que se encaminaron en la búsqueda del eslabón que explicase la evolución humana. El primero que tiene una relevancia indudable es Eugene Dubois. Pero no sólo por la búsqueda, sino por el descubrimiento. Eugene Dubois se especializó en anatomía e historia natural en la Universidad de Ámsterdam en 1873 bajo la tutela de Hugo de Vries y Max Fürbriger (Howells 1959). También fue influenciado en gran medida por Haeckel. En el libro de Darwin The descendence…, se encuentra la propuesta de que posiblemente África sería un lugar adecuado para encontrar restos de los ancestros de los hombres actuales. Por su parte Haeckel propondría que el lugar de origen podría ser Asia. Al parecer esta indicación provocó el interés de Dubois quien buscó un lugar para trabajar en Asia como médico y encontró en la zona de Java un lugar para su búsqueda de restos fósiles de la historia evolutiva humana.

Para entonces la evolución humana había adquirido un grado de aceptación y los sucesivos descubrimientos fósiles hacían de la búsqueda de restos de homínidos una tarea interesante. Se habían descubierto restos fósiles en las costas de Grimaldi (1872), en la Grotte de Spy en 1886, asociados a herramientas de Le Mousttier con neandertales, el descubrimiento del Galley Hill Man en 1888 y en 1891 en cráneo de Brünn. Así que Dubios no era un aventurero en un terreno extraño, sino parte de toda una búsqueda constante de fósiles por la comunidad científica. Con la influencia de Haeckel estaba ante la búsqueda del eslabón perdido (Haeckel 1898, Leakey y Morris Godall 1973, Tattersall 1995).

La concepción del hombre en Dubois es sumamente interesante, pero es difícil rastrearla en sus artículos que son primordialmente técnicos. Dubios descubrió los restos del Pitecanthropus erectus. Sin embargo, resulta claro que para Dubois el Pithecanthropus erectus no es humano, de ahí su nombre: Mono-humano erecto que resalta primero el título mono antes que humano. Acepta que el fémur puede considerarse humano, pero no el cráneo que supone muy primitivo.

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